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"Sombras en la noche" {Joe & tu}
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: "Sombras en la noche" {Joe & tu}
xrollercoaster escribió:Tenes twitter? asi nos seguimos :P
JAJA si, perdona qe no te conteste antes estaba editando los capitulos qe deje recien x)
es https://twitter.com/udrivemewild_ (A) x)
Última edición por Cammi el Jue 13 Ene 2011, 6:33 am, editado 1 vez
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Re: "Sombras en la noche" {Joe & tu}
Cammi escribió:xrollercoaster escribió:Tenes twitter? asi nos seguimos :P
JAJA si, perdona qe no te conteste antes estaba editando los capitulos qe deje recien x)
es https://twitter.com/peacecherrybomb (A) x)
Listo, el mio es www.twitter.com/LookingUp_ :)
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Re: "Sombras en la noche" {Joe & tu}
pues pon cap!!! jajajajaja :risa:Cammi escribió:ME ABURROOOOO. JAJAJ
sigueee plisss!!!!!!!!!!!!!! :lol!: :flower:
*annie d' jonas*
Re: "Sombras en la noche" {Joe & tu}
A mi tambien me gusta mas cuando la narran los otros jajajaja che maxine en algun momento va a hablar con joe y con la chica ???
siguela!!!!!!!!!!
siguela!!!!!!!!!!
jb_fanvanu
Re: "Sombras en la noche" {Joe & tu}
jb_fanvanu escribió:A mi tambien me gusta mas cuando la narran los otros jajajaja che maxine en algun momento va a hablar con joe y con la chica ???
siguela!!!!!!!!!!
Si, por eso es importante, para mi es una parte MUY importante. Pero para eso van a tener qe esperar a que siga avansando la nove. JAJA
Invitado
Invitado
Re: "Sombras en la noche" {Joe & tu}
*n_n annette n_n* escribió:pues pon cap!!! jajajajaja :risa:Cammi escribió:ME ABURROOOOO. JAJAJ
sigueee plisss!!!!!!!!!!!!!! :lol!: :flower: :yeah:
Estoy enferma, me agarro una gripe, no tenia ganas de levantarme de la cama, pero me acorde de ustedes de la nove, y me levante, necesitan los caps x)
Invitado
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Re: "Sombras en la noche" {Joe & tu}
Maxine no parecía muy impresionada.
—¿Tomó muchas drogas cuando era joven?
—No creo que esto tenga nada que ver. Es muy supersticiosa.
Max tuvo ganas de preguntarle por qué demonios pensaba que a ella debía importarle lo supersticiosa que fuera una ex prostituta. Había empezado a odiar a aquella mujer instantáneamente.
—¿Y por qué piensas que puedo hacer algo para ayudarla?
Él le puso una mano sobre el hombro. —Max, ¿he hecho algo para que te enfades conmigo?
—No —respondió ella, sin mirarlo.
— Entonces, ¿por qué te has quedado arrugada como una pasa en el asiento? —le preguntó, y al ver que no respondía, dejó escapar un suspiro—. Sólo pensaba que... bueno, tú sabes muchas cosas de éstas. ¿Te acuerdas de aquella- mujer que pensaba que su casa estaba encantada, y que contrató a aquel cazafantasmas por Internet?
—¿Y resultó que el que estaba encantando la casa era él mismo? Sí, me acuerdo.
—Tú supiste lo que pasaba enseguida, y fuiste capaz de convencer a la mujer, porque sabías mucho de aquel asunto. Le explicaste que un fantasma de verdad nunca se comportaría como el que ella creía que tenía en casa, ¿te acuerdas? ¡La tenías comiendo de tu mano!
Ella se encogió de hombros, animada por su halago.
—Y también conoces este otro asunto. Tú, con tu mente escéptica, siempre tienes que llegar a la verdad de las cosas que no te parecen coherentes. Siempre aprendes todo lo que puedes sobre el tema y después consigues resolver el caso.
Ella se encogió de hombros.
—No es que no crea en los fenómenos paranormales, pero sé que el noventa y cinco por ciento de los fantasmas, gnomos, videntes y médiums son estafadores. Creo en aquello que soy capaz de ver con mis ojos, no en lo que me dice la gente. E, incluso cuando lo veo con mis propios ojos, no me creo mucho de lo que dice el gobierno, u otra figura de la autoridad. Si eso significa que soy escéptica, es que lo soy.
—Sí.
Ella se encogió de hombros.
—Todavía no entiendo qué es lo que quieres que haga... por tu amiga.
—Quiero que la convenzas de que a su mejor amiga no la asesinó un vampiro.
Maxine levantó la cabeza muy lentamente y lo miró a los ojos para descubrir una mirada burlona. Sin embargo, él no le estaba tomando el pelo.
—¿Un vampiro?
— Sí. ¿Es la chifladura más grande que has oído nunca?
Ella asintió débilmente, pero su mente había vuelto a aquel edificio que se incendió cinco años atrás, con los soldados, la luz del fuego. Demonios. Siempre había sabido que volvería a toparse con aquello. Sabía cosas que no debería saber. Cosas que nadie debería saber.
—¿Cuándo puedo conocer a la tal Lydia?
—Entonces, ¿estás dispuesta a hacerlo? —le preguntó Lou.
Ella lo miró a los ojos y tragó saliva.
—¿Por ti? Claro, Lou. Sabes que no puedo decirte que no. Sin embargo, me gustaría que te acercaras a pedirme algo más divertido, alguna vez.
Él se rió con cierta inseguridad, le dio un golpecito en un hombro y apartó la mirada. Después arrancó el coche y la llevó a casa.
Me encanta Maxine, como coquetea con Lou JAJA es qe me da gracia x)
—¿Tomó muchas drogas cuando era joven?
—No creo que esto tenga nada que ver. Es muy supersticiosa.
Max tuvo ganas de preguntarle por qué demonios pensaba que a ella debía importarle lo supersticiosa que fuera una ex prostituta. Había empezado a odiar a aquella mujer instantáneamente.
—¿Y por qué piensas que puedo hacer algo para ayudarla?
Él le puso una mano sobre el hombro. —Max, ¿he hecho algo para que te enfades conmigo?
—No —respondió ella, sin mirarlo.
— Entonces, ¿por qué te has quedado arrugada como una pasa en el asiento? —le preguntó, y al ver que no respondía, dejó escapar un suspiro—. Sólo pensaba que... bueno, tú sabes muchas cosas de éstas. ¿Te acuerdas de aquella- mujer que pensaba que su casa estaba encantada, y que contrató a aquel cazafantasmas por Internet?
—¿Y resultó que el que estaba encantando la casa era él mismo? Sí, me acuerdo.
—Tú supiste lo que pasaba enseguida, y fuiste capaz de convencer a la mujer, porque sabías mucho de aquel asunto. Le explicaste que un fantasma de verdad nunca se comportaría como el que ella creía que tenía en casa, ¿te acuerdas? ¡La tenías comiendo de tu mano!
Ella se encogió de hombros, animada por su halago.
—Y también conoces este otro asunto. Tú, con tu mente escéptica, siempre tienes que llegar a la verdad de las cosas que no te parecen coherentes. Siempre aprendes todo lo que puedes sobre el tema y después consigues resolver el caso.
Ella se encogió de hombros.
—No es que no crea en los fenómenos paranormales, pero sé que el noventa y cinco por ciento de los fantasmas, gnomos, videntes y médiums son estafadores. Creo en aquello que soy capaz de ver con mis ojos, no en lo que me dice la gente. E, incluso cuando lo veo con mis propios ojos, no me creo mucho de lo que dice el gobierno, u otra figura de la autoridad. Si eso significa que soy escéptica, es que lo soy.
—Sí.
Ella se encogió de hombros.
—Todavía no entiendo qué es lo que quieres que haga... por tu amiga.
—Quiero que la convenzas de que a su mejor amiga no la asesinó un vampiro.
Maxine levantó la cabeza muy lentamente y lo miró a los ojos para descubrir una mirada burlona. Sin embargo, él no le estaba tomando el pelo.
—¿Un vampiro?
— Sí. ¿Es la chifladura más grande que has oído nunca?
Ella asintió débilmente, pero su mente había vuelto a aquel edificio que se incendió cinco años atrás, con los soldados, la luz del fuego. Demonios. Siempre había sabido que volvería a toparse con aquello. Sabía cosas que no debería saber. Cosas que nadie debería saber.
—¿Cuándo puedo conocer a la tal Lydia?
—Entonces, ¿estás dispuesta a hacerlo? —le preguntó Lou.
Ella lo miró a los ojos y tragó saliva.
—¿Por ti? Claro, Lou. Sabes que no puedo decirte que no. Sin embargo, me gustaría que te acercaras a pedirme algo más divertido, alguna vez.
Él se rió con cierta inseguridad, le dio un golpecito en un hombro y apartó la mirada. Después arrancó el coche y la llevó a casa.
Me encanta Maxine, como coquetea con Lou JAJA es qe me da gracia x)
Invitado
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Re: "Sombras en la noche" {Joe & tu}
7
Joe se despertó en la oscuridad de su tumba y miró a su alrededor, observándolo todo.
Realmente no era una tumba. No exactamente, aunque sólo harían falta un par de cuerpos corrompiéndose para que lo fuera. Era una estancia de cemento sin ventanas ni ventilación. Sólo había en ella una linterna de queroseno sobre una pequeña mesa y un ataúd.
Aunque le resultaba ridículo dormir siguiendo aquel cliché, tenía sus ventajas. La primera era que desanimaría a cualquiera que encontrara el lugar a seguir investigando, a no ser que fuera un cazavampiros. En segundo lugar, los ataúdes estaban hechos para durar mucho, y aquel se conservaba a la perfección; el forro de seda y el relleno no se habían estropeado por la humedad, y resultaban confortables. Y la tercera ventaja era que bajo el féretro había un segundo túnel. Nunca había tenido que utilizar la trampilla que se abría en el fondo del ataúd, pero estaba bien saber que podía hacerlo cuando lo necesitara.
Aquel lugar era seguro, pero sólo era una última opción, nada más. Se había visto obligado a retirarse allí para pensar en lo que haría.
Tenía que averiguar quiénes eran aquellos cazadores de vampiros y saber de dónde sacaban la información. Tenía que detenerlos.
Alisándose las arrugas de la ropa, observó la escalera de caracol que conducía al techo. Allí había una trampilla que era invisible desde el piso de arriba. Pero cuando había intentando abrirla aguijoneado por la curiosidad de ver a la mujer que ocupaba su casa, había encontrado una barrera de madera. Parecía que habían puesto nuevos tablones de madera sobre el viejo suelo de su despacho. Él podría haberlo destrozado sin apenas esfuerzo, pero lo último que quería era anunciarse de aquella manera.
Ya era bastante inconveniente que ella lo hubiera visto aquella primera noche, justo antes del amanecer. Lo había mirado directamente y había susurrado su nombre. Él la había oído con claridad a pesar de la distancia. Sus sentidos estaban agudizados por siglos de inmortalidad y, pensó también, por alimentarse de sangre. La sangre viva era el poder para los de su raza.
Ella había dicho su nombre, y él lo había oído. Aquella llamada había despertado un intenso deseo en él. Pero aquello no tenía sentido; ni siquiera conocía a aquella mujer. Aunque, aparentemente, ella sí lo conocía a él.
Se preguntó cómo era posible. No lo entendía. ¿Habría visto su nombre en algún papel que había encontrado en la casa? No. Cuando él vivía allí usaba un nombre falso.
Y aunque hubiera leído su nombre en algún lugar, aquello no explicaba por qué había establecido la conexión entre él y aquel hombre al que había visto a lo lejos, en un acantilado, en plena noche. Lo había reconocido, aunque fuera inexplicable Ella era uno de los elegidos, aquel reducido número de mortales que llevaban el raro antígeno Belladonna en la sangre. Era el mismo antígeno que llevaban los vampiros. Eran los únicos mortales que podían ser transformados con éxito, y atraían a los vampiros como las moscas a la miel. Muchos de ellos sentían que era un honor proteger a los elegidos. Para Joe, aquello era una estupidez. Dejarse atraer por los mortales y preocuparse por ellos sólo hacía que los vampiros se debilitaran. Se decía que era prácticamente imposible que los vampiros les hicieran daño, a menos que estuvieran locos o enloquecidos de pasión. De la lujuria de la sangre, quizá.
Él sabía que tenía que averiguarlo todo sobre aquello y sobre la mujer que había en su casa. A pesar del hecho de que ya sentía la legendaria atracción entre su raza y la de ella, tendría que controlarse. Lo que necesitaba era información.
Probablemente, ella no sabría nada del antígeno que la hacía diferente del resto de los mortales. Ni siquiera él sabía mucho, excepto que se establecía una fuerte conexión, y que los vampiros podían incluso olerlo.
¡Él mismo lo estaba percibiendo en aquel momento! Oyó pasos en el suelo que había sobre su cabeza y miró hacia arriba, escuchando con atención. Era ella. La sintió. La mujer caminó y se detuvo justo donde debía de estar la chimenea.
Incapaz de resistirse, Joe se puso exactamente bajo ella y levantó los brazos sobre la cabeza para poner las palmas de la mano contra el techo. Cerró los ojos y abrió la mente.
Joe se despertó en la oscuridad de su tumba y miró a su alrededor, observándolo todo.
Realmente no era una tumba. No exactamente, aunque sólo harían falta un par de cuerpos corrompiéndose para que lo fuera. Era una estancia de cemento sin ventanas ni ventilación. Sólo había en ella una linterna de queroseno sobre una pequeña mesa y un ataúd.
Aunque le resultaba ridículo dormir siguiendo aquel cliché, tenía sus ventajas. La primera era que desanimaría a cualquiera que encontrara el lugar a seguir investigando, a no ser que fuera un cazavampiros. En segundo lugar, los ataúdes estaban hechos para durar mucho, y aquel se conservaba a la perfección; el forro de seda y el relleno no se habían estropeado por la humedad, y resultaban confortables. Y la tercera ventaja era que bajo el féretro había un segundo túnel. Nunca había tenido que utilizar la trampilla que se abría en el fondo del ataúd, pero estaba bien saber que podía hacerlo cuando lo necesitara.
Aquel lugar era seguro, pero sólo era una última opción, nada más. Se había visto obligado a retirarse allí para pensar en lo que haría.
Tenía que averiguar quiénes eran aquellos cazadores de vampiros y saber de dónde sacaban la información. Tenía que detenerlos.
Alisándose las arrugas de la ropa, observó la escalera de caracol que conducía al techo. Allí había una trampilla que era invisible desde el piso de arriba. Pero cuando había intentando abrirla aguijoneado por la curiosidad de ver a la mujer que ocupaba su casa, había encontrado una barrera de madera. Parecía que habían puesto nuevos tablones de madera sobre el viejo suelo de su despacho. Él podría haberlo destrozado sin apenas esfuerzo, pero lo último que quería era anunciarse de aquella manera.
Ya era bastante inconveniente que ella lo hubiera visto aquella primera noche, justo antes del amanecer. Lo había mirado directamente y había susurrado su nombre. Él la había oído con claridad a pesar de la distancia. Sus sentidos estaban agudizados por siglos de inmortalidad y, pensó también, por alimentarse de sangre. La sangre viva era el poder para los de su raza.
Ella había dicho su nombre, y él lo había oído. Aquella llamada había despertado un intenso deseo en él. Pero aquello no tenía sentido; ni siquiera conocía a aquella mujer. Aunque, aparentemente, ella sí lo conocía a él.
Se preguntó cómo era posible. No lo entendía. ¿Habría visto su nombre en algún papel que había encontrado en la casa? No. Cuando él vivía allí usaba un nombre falso.
Y aunque hubiera leído su nombre en algún lugar, aquello no explicaba por qué había establecido la conexión entre él y aquel hombre al que había visto a lo lejos, en un acantilado, en plena noche. Lo había reconocido, aunque fuera inexplicable Ella era uno de los elegidos, aquel reducido número de mortales que llevaban el raro antígeno Belladonna en la sangre. Era el mismo antígeno que llevaban los vampiros. Eran los únicos mortales que podían ser transformados con éxito, y atraían a los vampiros como las moscas a la miel. Muchos de ellos sentían que era un honor proteger a los elegidos. Para Joe, aquello era una estupidez. Dejarse atraer por los mortales y preocuparse por ellos sólo hacía que los vampiros se debilitaran. Se decía que era prácticamente imposible que los vampiros les hicieran daño, a menos que estuvieran locos o enloquecidos de pasión. De la lujuria de la sangre, quizá.
Él sabía que tenía que averiguarlo todo sobre aquello y sobre la mujer que había en su casa. A pesar del hecho de que ya sentía la legendaria atracción entre su raza y la de ella, tendría que controlarse. Lo que necesitaba era información.
Probablemente, ella no sabría nada del antígeno que la hacía diferente del resto de los mortales. Ni siquiera él sabía mucho, excepto que se establecía una fuerte conexión, y que los vampiros podían incluso olerlo.
¡Él mismo lo estaba percibiendo en aquel momento! Oyó pasos en el suelo que había sobre su cabeza y miró hacia arriba, escuchando con atención. Era ella. La sintió. La mujer caminó y se detuvo justo donde debía de estar la chimenea.
Incapaz de resistirse, Joe se puso exactamente bajo ella y levantó los brazos sobre la cabeza para poner las palmas de la mano contra el techo. Cerró los ojos y abrió la mente.
Invitado
Invitado
Re: "Sombras en la noche" {Joe & tu}
Esto qe viene, es un capitulo hot (?) semi-hot(?) nosé depende la sencibilidad de cada uno. Eso si desde el primer momento hay que leer atentamente porqe si no, no se entiende.
Invitado
Invitado
Re: "Sombras en la noche" {Joe & tu}
_______ se agachó un poco para encender la chimenea de gas. Las llamas saltaron a la vida y se quedó un momento admirándolas. Entonces, de repente, sintió que se le encogía el estómago y que se le aceleraba el corazón. Se estremeció.
Apoyó los brazos en la embocadura e intentó controlar la respiración.
—¿Qué demonios ha sido eso? —susurró.
Se quedó inmóvil y se dio la vuelta muy lentamente.
—¿Quién está ahí?
Nadie respondió. La casa estaba vacía, en silencio. David se había marchado a Los Ángeles unas horas antes, pero sin embargo, __________ notaba que no estaba sola.
Se dijo que no eran más que imaginaciones y se obligó a sí misma a sentarse ante el escritorio. Encendió el ordenador y abrió el documento. Trabajaba mucho mejor por la noche que por el día. No era de extrañar, dado el tema del guión.
La escena que escribió la sintió en cada célula de su cuerpo. La había vivido al leerla en las memorias, y la revivió al transferirla al ordenador, excepto que en aquella ocasión la narró desde el punto de vista de la mujer, la víctima de Joe.
La mujer había visto al extraño observarla en la oscuridad de la noche. Había algo peligroso en él, pero sin embargo, también ejercía en ella una atracción irresistible. Él la arrastró, la habló, la tentó a deleitarse en pensamientos impuros sin que ella pudiera remediarlo.
Cuando fue a verla, aquella noche, ella estaba dormida en su cama. Su boca sobre ella fue lo que la despertó, aunque no estuviera realmente despierta. Una voz en su mente le decía que aquello sólo era un sueño en el que era incapaz de resistirse a él. Ella respondió de buen grado, incluso ansiosamente a sus caricias, a sus órdenes. Aquello no era real, y por la mañana sólo lo recordaría como un sueño culpable, y nada más.
Mientras escribía aquella escena, __________ se transformó en la mujer mentalmente. Sintió cada caricia que describía, su lengua invadiéndola, la humedad fría de su boca mientras recorría su mandíbula y su cuello y seguía descendiendo. Jadeó cuando él cerró los labios sobre su pecho, sin quitarle el camisón.
Por un momento, sintió el impulso de apartarlo de ella, sintió la vergüenza y la culpabilidad... Sin embargo, aquello no era más que un sueño.
El placer la recorrió por oleadas cuando él la chupó y le pinchó ligeramente el pezón con en colmillo. Siguió en la cama, paralizada en su estado de sueño, mientras Joe le quitaba el camisón habilidosamente y le acariciaba todo el cuerpo, jugueteando en lugares en los que nunca otro hombre había jugado. Él invadió todos sus lugares secretos. Y ella disfrutó. Quería más. Entonces, él dirigió sus dedos en la húmeda suavidad de entre sus piernas, y su pulgar encontró la parte más sensible. Lo presionó y lo acarició mientras sus dedos entraban y salían de ella, una y otra vez. Ella abrió las piernas y él siguió engañándola sin piedad mientras su cuerpo entero se retorcía en sus manos. Él separó los labios y le besó la garganta, y suavemente, mordió. Sus colmillos se hundieron en el cuello, y el orgasmo se extendió por ella.
______ dejó escapar un grito y sintió que el cuerpo entero le temblaba. Se llevó la mano al cuello, jurándose a sí misma que notaba una boca que se estaba alimentando de ella. El corazón le latía con fuerza y estaba húmeda, aunque nadie la había tocado. Tomó aire y se puso en pie tambaleándose, alejándose del ordenador. Dios, aquello había sido real. Había sentido los colmillos mordiéndola. Había sentido su boca, sus manos, sus dedos...
—Dios, ¿qué ocurre? ¿Qué me está pasando?
Miró el reloj y se dio cuenta de que el tiempo había pasado rápidamente. Al acercarse de nuevo al ordenador, se dio cuenta de que había escrito doce páginas de erotismo oscuro, imposible de llevar a la pantalla. Las revisó una y otra vez, pero finalmente las seleccionó con el ratón y le dio a la tecla de borrar. En su lugar, escribió instrucciones para que los actores y el director construyeran la escena.
Tienen una intensa relación sexual sin penetración. El se alimenta de ella. Ella lo recuerda como un sueño la mañana del día siguiente.
Cuando terminó, guardó los cambios y apagó el ordenador. No podía hacer otra cosa que preguntarse qué era lo que la había poseído aquella noche. Estaba húmeda, y tenía la piel ardiente y los pechos firmes y sensibles. El pulso se le había acelerado.
Subiría las escaleras y se daría un buen baño fresco antes de acostarse. Debía de estar más frustrada sexualmente de lo que había pensado.
Apoyó los brazos en la embocadura e intentó controlar la respiración.
—¿Qué demonios ha sido eso? —susurró.
Se quedó inmóvil y se dio la vuelta muy lentamente.
—¿Quién está ahí?
Nadie respondió. La casa estaba vacía, en silencio. David se había marchado a Los Ángeles unas horas antes, pero sin embargo, __________ notaba que no estaba sola.
Se dijo que no eran más que imaginaciones y se obligó a sí misma a sentarse ante el escritorio. Encendió el ordenador y abrió el documento. Trabajaba mucho mejor por la noche que por el día. No era de extrañar, dado el tema del guión.
La escena que escribió la sintió en cada célula de su cuerpo. La había vivido al leerla en las memorias, y la revivió al transferirla al ordenador, excepto que en aquella ocasión la narró desde el punto de vista de la mujer, la víctima de Joe.
La mujer había visto al extraño observarla en la oscuridad de la noche. Había algo peligroso en él, pero sin embargo, también ejercía en ella una atracción irresistible. Él la arrastró, la habló, la tentó a deleitarse en pensamientos impuros sin que ella pudiera remediarlo.
Cuando fue a verla, aquella noche, ella estaba dormida en su cama. Su boca sobre ella fue lo que la despertó, aunque no estuviera realmente despierta. Una voz en su mente le decía que aquello sólo era un sueño en el que era incapaz de resistirse a él. Ella respondió de buen grado, incluso ansiosamente a sus caricias, a sus órdenes. Aquello no era real, y por la mañana sólo lo recordaría como un sueño culpable, y nada más.
Mientras escribía aquella escena, __________ se transformó en la mujer mentalmente. Sintió cada caricia que describía, su lengua invadiéndola, la humedad fría de su boca mientras recorría su mandíbula y su cuello y seguía descendiendo. Jadeó cuando él cerró los labios sobre su pecho, sin quitarle el camisón.
Por un momento, sintió el impulso de apartarlo de ella, sintió la vergüenza y la culpabilidad... Sin embargo, aquello no era más que un sueño.
El placer la recorrió por oleadas cuando él la chupó y le pinchó ligeramente el pezón con en colmillo. Siguió en la cama, paralizada en su estado de sueño, mientras Joe le quitaba el camisón habilidosamente y le acariciaba todo el cuerpo, jugueteando en lugares en los que nunca otro hombre había jugado. Él invadió todos sus lugares secretos. Y ella disfrutó. Quería más. Entonces, él dirigió sus dedos en la húmeda suavidad de entre sus piernas, y su pulgar encontró la parte más sensible. Lo presionó y lo acarició mientras sus dedos entraban y salían de ella, una y otra vez. Ella abrió las piernas y él siguió engañándola sin piedad mientras su cuerpo entero se retorcía en sus manos. Él separó los labios y le besó la garganta, y suavemente, mordió. Sus colmillos se hundieron en el cuello, y el orgasmo se extendió por ella.
______ dejó escapar un grito y sintió que el cuerpo entero le temblaba. Se llevó la mano al cuello, jurándose a sí misma que notaba una boca que se estaba alimentando de ella. El corazón le latía con fuerza y estaba húmeda, aunque nadie la había tocado. Tomó aire y se puso en pie tambaleándose, alejándose del ordenador. Dios, aquello había sido real. Había sentido los colmillos mordiéndola. Había sentido su boca, sus manos, sus dedos...
—Dios, ¿qué ocurre? ¿Qué me está pasando?
Miró el reloj y se dio cuenta de que el tiempo había pasado rápidamente. Al acercarse de nuevo al ordenador, se dio cuenta de que había escrito doce páginas de erotismo oscuro, imposible de llevar a la pantalla. Las revisó una y otra vez, pero finalmente las seleccionó con el ratón y le dio a la tecla de borrar. En su lugar, escribió instrucciones para que los actores y el director construyeran la escena.
Tienen una intensa relación sexual sin penetración. El se alimenta de ella. Ella lo recuerda como un sueño la mañana del día siguiente.
Cuando terminó, guardó los cambios y apagó el ordenador. No podía hacer otra cosa que preguntarse qué era lo que la había poseído aquella noche. Estaba húmeda, y tenía la piel ardiente y los pechos firmes y sensibles. El pulso se le había acelerado.
Subiría las escaleras y se daría un buen baño fresco antes de acostarse. Debía de estar más frustrada sexualmente de lo que había pensado.
Invitado
Invitado
Re: "Sombras en la noche" {Joe & tu}
Joe se había movido cuando ella se había movido, apretando las manos en el techo de su escondite, y se había quedado bajo el lugar donde ella se había sentado, con la mente abierta.
Lo que había encontrado allí había hecho que se quedara totalmente inmóvil. Ella se estaba imaginando a sí misma. Y como se veía claramente en su sueño, él también podía verla. En su mente, no estaba tan pálida ni tan delgada como él la conocía en realidad. Estaba más sana. Tenía el pelo igual, pelirrojo y espeso. Y los ojos, que él no había visto nunca, eran dos esmeraldas brillantes.
Se vio claramente de pie al lado de su cama, observándola. Atisbo su propio rostro, y aunque se movía y se escondía entre la niebla de su imaginación, cuando ella se concentró, aquella neblina desapareció y Joe se vio con precisión. Hacía mucho tiempo que no se miraba en un espejo y aquello fue exactamente como si lo estuviera haciendo. Se le había olvidado lo sombría que era su cara. Lo profundos que eran sus ojos. Lo ancha que era su boca.
Entonces, la mujer se estremeció y él volvió a fijar su atención en ella y a sumergirse en su visión. Se vio a sí mismo desnudarla, y se oyó decirle que aquello sólo era un sueño y que no tenía la culpa de lo que estaba sucediendo. Le pidió que doblegara su voluntad y que se entregara, y ella se dejó desnudar, incapaz de resistirse.
El asistió a aquella escena hipnotizado, atrapado, incapaz de apartar su mente mientras el fantasma de Joe tocaba y acariciaba todo el cuerpo de aquella mujer. Y cuando se vio clavar los dientes en su delicado cuello, por un momento saboreó su sangre en la boca y notó la liberación de aquella mujer mientras gritaba su nombre.
Entonces, la fantasía se hizo añicos. La mujer se puso de pie de un salto, y él se quedó allí abajo, sin ver nada más, temblando.
Se apoyó en el muro de cemento y luchó por recuperar el aliento. ¿Qué estaba haciendo aquella mujer? ¿Cómo era posible que conociera su rostro y su voz, y mucho menos los poderes que él poseía? ¿Cómo podía saber quién y qué era él?
Se sentía excitado y hambriento. Muy hambriento. Sabía muy poco acerca de aquellos mortales elegidos y de su conexión con los vampiros. Sin embargo, se había dado cuenta de que era mucho más poderosa de lo que había imaginado.
Tenía que averiguar más cosas.
Y tenía que alimentarse, pero no podía hacerlo de ella. Dios, si la fantasía había sido tan poderosa, ¿cómo sería la realidad? Podría matarla. Si la acariciaba, perdería el control y tomaría todo lo que ella le ofrecía. Su cuerpo, su sangre y su vida.
Invitado
Invitado
Re: "Sombras en la noche" {Joe & tu}
Bueno puse todo lo qe pude. Espero que les alla gustado. Comenten y la sigo :) y aparte, como andan?
Invitado
Invitado
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