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"Sombras en la noche" {Joe & tu}
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: "Sombras en la noche" {Joe & tu}
Chicas, se qe les prometi muchos caps y largos, pero tengo un dolorr de cabeza que siento como si se partiera en dos. Y unico que quiero y necesito es dormir, mañana tengo qe ir hacer algunas cosas y voy a lo de mi prima y etc, aparte de qe estoy ocupada por las cosas de mi fiesta y la escuela, pero siempre me queda un lugar para aca claro, cuando venga y me siente en la compu lo primero que haré es editarle muchos caps para ustedes, largoss, tanto qe se van a cansar de leer JAJA prometido. Espero igual qe les allan gustado los qe deje, a mi me parecen muy buenos, me encantaron. Y enfin, mañana tmb respondo sus msj, saben qe me encanta responderlos:)
Bonne nuit. Et jusqu'à demain. Es francés, por si no saben, JAJA estudio frances, y se me pega, es 'Buenas noches. Y hasta mañana.' :)
Au Revoir. À Bientôt.
Bonne nuit. Et jusqu'à demain. Es francés, por si no saben, JAJA estudio frances, y se me pega, es 'Buenas noches. Y hasta mañana.' :)
Au Revoir. À Bientôt.
Invitado
Invitado
Re: "Sombras en la noche" {Joe & tu}
waooo me encantaron los capsss
y espero q te recuperes!!!! 8) :o
y tambn espero los capss!!!
y espero q te recuperes!!!! 8) :o
y tambn espero los capss!!!
*annie d' jonas*
Re: "Sombras en la noche" {Joe & tu}
Seguila cuando puedas, podemos esperar....
En realidad no, pero bueno, voy a tratar de aguantar XD
En realidad no, pero bueno, voy a tratar de aguantar XD
Invitado
Invitado
Re: "Sombras en la noche" {Joe & tu}
me encanto los caps estubo de los mas guenos xdd :D
siguelaaaaa quiero caps largos yy una cosa nuca me cansaria de leer una nove tan buena como esta jejje claro si sale joe me gustan mas todavia :risa:
.....................................................................................................................................................
cuidate de tu DOLOR DE CABEZA yyyyyyy duerme vien para poner mas caps y disfruta de tu fiesta :cumple: :D
....................................................................................................................................................
SIGUE Y PON CAPS LARGOSSSSS :lol!: :lol!: :happy: :D :D :) :) :lol: :twisted: 8) :bounce: :cheers: :bounce: :cheers: :cheers:
siguelaaaaa quiero caps largos yy una cosa nuca me cansaria de leer una nove tan buena como esta jejje claro si sale joe me gustan mas todavia :risa:
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cuidate de tu DOLOR DE CABEZA yyyyyyy duerme vien para poner mas caps y disfruta de tu fiesta :cumple: :D
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SIGUE Y PON CAPS LARGOSSSSS :lol!: :lol!: :happy: :D :D :) :) :lol: :twisted: 8) :bounce: :cheers: :bounce: :cheers: :cheers:
Invitado
Invitado
Re: "Sombras en la noche" {Joe & tu}
New Reader!!! Qde hipntizada con esta nove!
Esta exc! La ameeee!!!
Es la única nove de vampiros que me gusta después de crepúsculo!
Tienes q seguirlaaaa lo mas pronto posiblee!
Lo ncesitoo!
Esta exc! La ameeee!!!
Es la única nove de vampiros que me gusta después de crepúsculo!
Tienes q seguirlaaaa lo mas pronto posiblee!
Lo ncesitoo!
Dayi_JonasLove!*
Re: "Sombras en la noche" {Joe & tu}
Tarde Tarde muchísimo y pido perdón!
pero acá estoy como tu FIEL lectora y como siempre integrante del TEAM!
Me viciaste, sos mala. MALDITA!
ahora voy a ser yo la que te rompa las pelotaaaas a vos MAUAJJAJA
Espero que te recuperes de tu cabecita y que mañana la pases lindo, pero no te olvides de subir MUEJEJE!
pero acá estoy como tu FIEL lectora y como siempre integrante del TEAM!
Me viciaste, sos mala. MALDITA!
ahora voy a ser yo la que te rompa las pelotaaaas a vos MAUAJJAJA
Espero que te recuperes de tu cabecita y que mañana la pases lindo, pero no te olvides de subir MUEJEJE!
Invitado
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Re: "Sombras en la noche" {Joe & tu}
Mejorate y pasala lindo!!!!!!!!! 8)
Amo esta nove!!!!!! ya quiero leer los otros caps!!!!!
siiguela!!!!!!!!
Amo esta nove!!!!!! ya quiero leer los otros caps!!!!!
siiguela!!!!!!!!
jb_fanvanu
Re: "Sombras en la noche" {Joe & tu}
Esa sonrisa, su salvación ♪
Me extrañaaaaaaaaste lo sé!
Me extrañaaaaaaaaste lo sé!
Invitado
Invitado
Re: "Sombras en la noche" {Joe & tu}
Aca estoy, mejor mucho mejor, y ahi subo porqe se qe me van a matar, lo qe pasa es qe ayer mi abuela me dijo qe la acompañe a comprar el celular qe me hiba a regalar, osea qe apenas me levante me fui con ella después vine, y me fui para lo de mi prima hasta las 7 de la tarde y después llegue me bañe y me fui a un cumple, y vine a las 2 AM. Osea qe el día un poqito ocupado, y no me sente en la compu ni a palos. JAJA pero aca estoy y les dejo cap:)
Invitado
Invitado
Re: "Sombras en la noche" {Joe & tu}
16
Maxine y Lou estaban sentados en la sala de espera del hospital. Llevaban cuatro horas allí, y ya estaba amaneciendo. Los padres de Stormy habían sido avisados, y después los habían conducido a una habitación privada para que esperaran allí las noticias, pero nadie había ido a hablar con ellos por el momento. Aquello era la peor forma de tortura que se le ocurría a Lou. Tener a los padres de una muchacha herida encerrados en una habitación sin decirles cómo estaba su hija.
—Debería avisar a Jay. Jason Beck —dijo Max—. Seguramente querría saberlo.
A Lou no le gustaba ver a Max de aquella manera. Estaba pálida y temblorosa. Recordó al chico al que se estaba refiriendo. Había sido la tercera parte del trío inseparable que habían formado durante todo el instituto y la universidad.
—¿Sabes cómo localizarlo?
Ella sacudió la cabeza lentamente y se quedó inmóvil durante un rato. Después, finalmente, habló de nuevo.
—Probablemente, es mejor así.
Y a Lou le costó un momento darse cuenta de que todavía estaba hablando de Jason Beck. Se preguntó vagamente cómo se las habría arreglado Max para perder el contacto con alguien con quien había estado tan unida. Pero el tiempo pasaba, y aquellas cosas ocurrían.
—¿Por qué dices eso?
—Vamos, Lou. Sabes de qué va esto tan bien como yo. Han averiguado que te conté lo que sabía sobre la DIP.
Él desvió la mirada.
—Es lo único que tiene sentido. Matan a Stormy y te incriminan. Es un mensaje para mí. Una lección. Sirve para asegurarse de que no se lo diré a nadie más. Destruyen a dos de las personas a las que quie... que me importan. Es exactamente lo que Stiles me dijo que haría. La cuestión es, ¿cómo sabe él que te lo conté?
Lou se humedeció los labios y la miró a los ojos.
—Anoche hice una llamada.
Ella se quedó inmóvil y no dijo nada. Simplemente lo miró, rogándole con los ojos que no le dijera lo que estaba pensando.
—Llamé a mi amigo de la CÍA. Le pedí que averiguara lo que pudiera sobre la DIP. Le dije que sospechaba que era una agencia que había tenido una misión encubierta en White Plains hasta que su cuartel general se quemó hace cinco años. No te mencioné a ti, ni al hombre al que viste.
—No tenías que hacerlo —dijo ella tragando saliva—. Te dije que no se lo contaras a nadie, Lou. ¿Cómo has podido hacerme esto?
—Eh, Max. Vamos. No podía saber que el resultado sería algo como... como esto.
—¿No podías saberlo? Te di mi palabra. Te dije que él había amenazado a mis amigos y a mi madre, y tú vas directamente y... —se interrumpió—. Oh, Dios. Mi madre.
Se levantó y fue corriendo hacia el teléfono público. Lou se quedó allí sentado, hundido, y se pasó la mano por el pelo. Ella tenía razón. Toda la razón. Si hubiera sido otro policía el que le hubiera pedido que mantuviera silencio, lo habría hecho. Pero él había subestimado a Max. Mad Maxie, la teórica de la conspiración, que siempre veía problemas donde no los había.
Muy bien. Quizá, por una vez, ella no estaba tan desencaminada.
Invitado
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Re: "Sombras en la noche" {Joe & tu}
De repente se abrieron las puertas del ascensor y Lydia fue corriendo hacia él.
—¿Qué ha ocurrido? Lou, ¿estás bien? ¿Dónde está Max?
—No te preocupes. Estamos bien los dos —él se levantó y le dio un buen abrazo.
—Cuando me desperté esta mañana, no había nadie en casa de Max, así que llamé a tu casa y un policía me dijo que estabais en el hospital. Jesús, Lou, me asusté muchísimo.
En aquel momento, Max se acercó, y Lydia caminó hacia ella y la abrazó como si fueran amigas desde hacía mucho tiempo, aunque sólo se conocieran desde hacía muy poco.
—Oh, cariño, tienes muy mal aspecto.
—No me encuentro muy bien.
—¿Qué tal está tu madre, Max? —le preguntó Lou.
—Bien. Quizá en California esté a salvo. Quizá no sepan donde está. O quizá no tienen el poder suficiente como para actuar allí y aquí al mismo tiempo. Puede que sólo sea el hombre al que vi —se pasó una mano por el pelo—. Dios, ni siquiera sé con lo que nos estamos enfrentando. No sé a quién temer más, si a los vampiros o a los cazadores de vampiros.
Lydia la soltó y dio un paso hacia atrás, mirándola, mientras Lou se cercioraba de que no había nadie cerca que hubiera podido oír el comentario.
—Habla más bajo, ¿quieres? Va a aparecer alguien con un billete de ida para el manicomio si te oye decir estas cosas.
—¿Alguno de los dos podría decirme qué ha ocurrido? —preguntó Lydia.
—Es mi amiga Stormy, mi socia. La han encontrado en casa de Lou con una bala en la cabeza. La dejaron allí creyendo que estaba muerta, pero no lo estaba. Destrozaron la casa de Lou, y usaron su pistola para dispararla. Lo arreglaron todo para que pareciera que había sido él.
—Dios mío —dijo mirando a Lou—. Espera un minuto. ¿Stormy? Dejó un mensaje en tu contestador. Esta mañana, cuando me desperté, vi la luz de los mensajes encendida y pensé que sería uno tuyo, diciéndome dónde estabas, así que lo puse.
—No miré los mensajes del con testador anoche — Max le tomó las manos a Lydia—. ¿Qué decía?
Lydia miró a su alrededor y bajó la voz.
—Decía que había recibido una llamada muy extraña de Lou pidiéndole que fuera a su casa, y que quería decírtelo por si acaso él estaba metido en algún lío. Dijo que le parecía divertido —añadió, sacudiendo la cabeza—. Creo que eso era todo, pero todavía está en la cinta de tu contestador.
—La cinta también graba la hora de la llamada. ¿Recuerdas a qué hora fue eso?
—A las nueve —dijo Lydia.
—No era Lou. Lou estaba conmigo, viendo una película en el cine, y después vigilando mi casa mientras nosotras estábamos dentro. Alguien la llamó. La engañó para que fuera allí y la recibió con el disparo de una pistola del calibre veintidós.
—Gracias a Dios que sólo era una veintidós. Otro más grande la hubiera matado.
—Pero, ¿por qué? ¿Por qué han hecho eso?
—Tiene que ver con... —Max se interrumpió al ver que un médico salía de la sala de cuidados intensivos donde estaba Stormy. Al mismo tiempo, una enfermera se acercaba con los padres de Stormy. Todo el mundo se arremolinó en la sala de espera.
—Está viva —dijo el médico—. Pero está en estado de coma.
—¿Es muerte cerebral, doctor? Díganos la verdad —preguntó el padre, destrozado.
—No. Tiene actividad cerebral. Aunque sea mínima, está ahí.
—¿Cuánto tiempo estará en coma? —preguntó Max, dando un paso adelante y tomándole la mano a la señora Jones—. ¿Un día? ¿Una semana?
—No podemos saberlo. Ni siquiera sabemos si saldrá del coma —respondió el médico—. Pero siempre y cuando haya actividad cerebral, hay esperanza.
Todos esperaron a que les dijera algo más. Lou sabía lo que querían oír. ¿Cuánta esperanza, exactamente? ¿Cuándo se podría saber algo con certeza? Vio en la cara del hombre que no tenía las respuestas que querían.
—Miren —le dijo el médico, suavemente—, he tenido casos así en los que el paciente ha estado en coma durante meses, incluso años. Algunas veces se despiertan, otras no. Cuanto más tiempo permanezca en estado comatoso, las posibilidades de recuperación serán menores. Sin embargo, ha habido gente que ha despertado después de periodos muy largos y que se ha recuperado. No podemos saberlo.
—¿Y qué pasará cuando se despierte? —preguntó la señora Jones—. ¿Tendrá daños cerebrales?
—Tampoco podemos saberlo, señora. Depende del tiempo que permanezca en coma. Como ya les he explicado, cuanto antes despierte, mejor.
—Se despertará —dijo Max. Se lo dijo al médico, y después a los padres, de Stormy—. Se despertará y estará bien. Dicen que la gente en estado de coma puede oír lo que se les dice. ¿Es cierto, doctor?
Él asintió.
—En algunos casos. He visto reacciones en los encefalogramas cuando la gente querida de pacientes en coma ha hablado con ellos.
—Entonces, eso es lo que tenemos que hacer — dijo Max—. Creo que alguien debería estar con ella todo el tiempo, hablándole. Y si nadie puede estar, le pondremos su música favorita, o voces hablando. No dejaremos que se vaya.
—Puede ser una buena idea —dijo el médico—. Pero recuerden que también deben dejar que descanse.
—Si quiere descansar, que se despierte —dijo Maxine, con los ojos llenos de lágrimas. La señora Jones le acarició la mejilla.
—Eres una buena chica, Maxine. Y una buena amiga —después miró a Lou y bajó los ojos.
—Tienes que saber, Jane, que Lou estaba en mi casa anoche. No estaba mintiendo cuando le dije eso. Usted sabe lo mucho que quiero a Stormy. No le mentiría en esto. Alguien ha querido incriminarlo.
La señora Jones asintió.
—Conocemos al oficial Malone desde hace mucho tiempo —dijo su marido—. Haría falta algo más de lo que nos han dicho para que creyéramos que es capaz de hacer algo así.
—¿Qué ha ocurrido? Lou, ¿estás bien? ¿Dónde está Max?
—No te preocupes. Estamos bien los dos —él se levantó y le dio un buen abrazo.
—Cuando me desperté esta mañana, no había nadie en casa de Max, así que llamé a tu casa y un policía me dijo que estabais en el hospital. Jesús, Lou, me asusté muchísimo.
En aquel momento, Max se acercó, y Lydia caminó hacia ella y la abrazó como si fueran amigas desde hacía mucho tiempo, aunque sólo se conocieran desde hacía muy poco.
—Oh, cariño, tienes muy mal aspecto.
—No me encuentro muy bien.
—¿Qué tal está tu madre, Max? —le preguntó Lou.
—Bien. Quizá en California esté a salvo. Quizá no sepan donde está. O quizá no tienen el poder suficiente como para actuar allí y aquí al mismo tiempo. Puede que sólo sea el hombre al que vi —se pasó una mano por el pelo—. Dios, ni siquiera sé con lo que nos estamos enfrentando. No sé a quién temer más, si a los vampiros o a los cazadores de vampiros.
Lydia la soltó y dio un paso hacia atrás, mirándola, mientras Lou se cercioraba de que no había nadie cerca que hubiera podido oír el comentario.
—Habla más bajo, ¿quieres? Va a aparecer alguien con un billete de ida para el manicomio si te oye decir estas cosas.
—¿Alguno de los dos podría decirme qué ha ocurrido? —preguntó Lydia.
—Es mi amiga Stormy, mi socia. La han encontrado en casa de Lou con una bala en la cabeza. La dejaron allí creyendo que estaba muerta, pero no lo estaba. Destrozaron la casa de Lou, y usaron su pistola para dispararla. Lo arreglaron todo para que pareciera que había sido él.
—Dios mío —dijo mirando a Lou—. Espera un minuto. ¿Stormy? Dejó un mensaje en tu contestador. Esta mañana, cuando me desperté, vi la luz de los mensajes encendida y pensé que sería uno tuyo, diciéndome dónde estabas, así que lo puse.
—No miré los mensajes del con testador anoche — Max le tomó las manos a Lydia—. ¿Qué decía?
Lydia miró a su alrededor y bajó la voz.
—Decía que había recibido una llamada muy extraña de Lou pidiéndole que fuera a su casa, y que quería decírtelo por si acaso él estaba metido en algún lío. Dijo que le parecía divertido —añadió, sacudiendo la cabeza—. Creo que eso era todo, pero todavía está en la cinta de tu contestador.
—La cinta también graba la hora de la llamada. ¿Recuerdas a qué hora fue eso?
—A las nueve —dijo Lydia.
—No era Lou. Lou estaba conmigo, viendo una película en el cine, y después vigilando mi casa mientras nosotras estábamos dentro. Alguien la llamó. La engañó para que fuera allí y la recibió con el disparo de una pistola del calibre veintidós.
—Gracias a Dios que sólo era una veintidós. Otro más grande la hubiera matado.
—Pero, ¿por qué? ¿Por qué han hecho eso?
—Tiene que ver con... —Max se interrumpió al ver que un médico salía de la sala de cuidados intensivos donde estaba Stormy. Al mismo tiempo, una enfermera se acercaba con los padres de Stormy. Todo el mundo se arremolinó en la sala de espera.
—Está viva —dijo el médico—. Pero está en estado de coma.
—¿Es muerte cerebral, doctor? Díganos la verdad —preguntó el padre, destrozado.
—No. Tiene actividad cerebral. Aunque sea mínima, está ahí.
—¿Cuánto tiempo estará en coma? —preguntó Max, dando un paso adelante y tomándole la mano a la señora Jones—. ¿Un día? ¿Una semana?
—No podemos saberlo. Ni siquiera sabemos si saldrá del coma —respondió el médico—. Pero siempre y cuando haya actividad cerebral, hay esperanza.
Todos esperaron a que les dijera algo más. Lou sabía lo que querían oír. ¿Cuánta esperanza, exactamente? ¿Cuándo se podría saber algo con certeza? Vio en la cara del hombre que no tenía las respuestas que querían.
—Miren —le dijo el médico, suavemente—, he tenido casos así en los que el paciente ha estado en coma durante meses, incluso años. Algunas veces se despiertan, otras no. Cuanto más tiempo permanezca en estado comatoso, las posibilidades de recuperación serán menores. Sin embargo, ha habido gente que ha despertado después de periodos muy largos y que se ha recuperado. No podemos saberlo.
—¿Y qué pasará cuando se despierte? —preguntó la señora Jones—. ¿Tendrá daños cerebrales?
—Tampoco podemos saberlo, señora. Depende del tiempo que permanezca en coma. Como ya les he explicado, cuanto antes despierte, mejor.
—Se despertará —dijo Max. Se lo dijo al médico, y después a los padres, de Stormy—. Se despertará y estará bien. Dicen que la gente en estado de coma puede oír lo que se les dice. ¿Es cierto, doctor?
Él asintió.
—En algunos casos. He visto reacciones en los encefalogramas cuando la gente querida de pacientes en coma ha hablado con ellos.
—Entonces, eso es lo que tenemos que hacer — dijo Max—. Creo que alguien debería estar con ella todo el tiempo, hablándole. Y si nadie puede estar, le pondremos su música favorita, o voces hablando. No dejaremos que se vaya.
—Puede ser una buena idea —dijo el médico—. Pero recuerden que también deben dejar que descanse.
—Si quiere descansar, que se despierte —dijo Maxine, con los ojos llenos de lágrimas. La señora Jones le acarició la mejilla.
—Eres una buena chica, Maxine. Y una buena amiga —después miró a Lou y bajó los ojos.
—Tienes que saber, Jane, que Lou estaba en mi casa anoche. No estaba mintiendo cuando le dije eso. Usted sabe lo mucho que quiero a Stormy. No le mentiría en esto. Alguien ha querido incriminarlo.
La señora Jones asintió.
—Conocemos al oficial Malone desde hace mucho tiempo —dijo su marido—. Haría falta algo más de lo que nos han dicho para que creyéramos que es capaz de hacer algo así.
Invitado
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Re: "Sombras en la noche" {Joe & tu}
—Se lo agradezco —le dijo Lou al hombre—. Y le juro que voy a hacer todo lo posible porque ese miserable vaya a la cárcel para toda la vida.
—Sí. Y yo también —añadió Maxie, mirando a Lou mientras lo decía. Y él supo que lo decía de verdad. Iban a hacer aquello a su manera. Con su ayuda o sin ella, Max iba a encontrar a aquella escritora y sacarle toda la información que pudiera acerca de... Dios, casi no pudo contener la sonrisa al pensarlo, los vampiros.
—Es posible que necesite otra transfusión de sangre, señora Jones —dijo el médico, pero en cuanto la madre empezó a ponerse de pie, él alzó una mano—. No, señora. Usted no puede donar más hoy. Tenemos reservas, no se preocupe.
—Preferiría conocer la fuente —dijo la mujer—. Ya sé que hoy en día las reservas de sangre son más seguras que nunca, pero de todas formas...
—Yo soy A-positivo —dijo Maxie.
— Yo también —añadió Lydia.
El médico sacudió la cabeza.
—No es la que necesitamos para ella, aunque las donaciones nunca vienen mal. ¿Alguien tiene A-negativo?
Lou levantó la mano como un niño en el colegio.
—Usted es el elegido —el doctor mandó a Lou a donar sangre acompañado de una enfermera, y él pensó que era bastante irónico que se estuviera riendo de la idea de que los vampiros fueran reales, cuando le iban a sacar un litro de sangre.
—¿Podemos verla? —preguntó la madre de Stormy.
—Por supuesto —dijo el médico, y se puso de pie para acompañar a los padres. Max notó un dolor agudo en el estómago cuando vio cómo el señor Jones abrazaba a su mujer a su lado, pero al mismo tiempo, apoyándose en ella, como si necesitara algo de su fuerza.
Suspiró y se volvió hacia Lydia.
—Tenemos que hablar.
—Pobre —Lydia.. la abrazó de nuevo—. Sé por lo que estás pasando. Cuando Kimbra murió, yo...
—Ella era algo más que tu mejor amiga, ¿verdad?
Lydia la miró durante un momento y sonrió con tristeza.
—¿Es tan evidente?
—Vi la foto que tienes en la cartera cuando la abriste el otro día. Estáis las dos juntas, tomadas del brazo. Me fijé en cómo la mirabas.
—La quería —dijo Lydia, suavemente—. Era mi vida entera. E, incluso aunque no sea lo mismo, me doy cuenta de que tú quieres mucho a Stormy. Veo el dolor en tus ojos.
Max se secó las lágrimas.
—No tenemos tiempo para hacer una escena de tristeza. Tenemos que hacer que nuestras historias sobre anoche concuerden. Y después tenemos que deshacernos de esa cinta de mi contestador.
Lydia frunció el ceño.
—¿Hacer que las historias concuerden?
—Lou estuvo sentado en su coche fuera de mi casa durante toda la noche —le explicó Max, y ella asintió.
—Sí. Recuerdo que comentaste que lo habías visto.
Me pareció muy dulce por su parte.
—Exactamente. Así que ya somos dos las que podemos declarar que nunca lo perdimos de vista.
—Pero sí lo hicimos —dijo Lydia—. ¿No te acuerdas? Después de dejarte en casa, se fue durante un rato. Fue muy poco, pero...
—Sí, y el muy tonto se lo dijo a la policía. Tengo que pensar deprisa, porque yo les dije que cuando Lou se fue yo lo seguí. Me inventé un cuento de que lo estaba siguiendo porque creía que me la iba a pegar con otra, y confirmé lo que él me dijo, que había ido a la comisaría y después había vuelto directamente a mi casa.
Lydia asintió lentamente.
—No sabía que Lou y tú estuvierais juntos.
—No lo estamos.
—Así que le mentiste a la policía.
—Sé que no lo hizo. Y tú lo sabes también.
Lydia se volvió, tomó aire y finalmente dejó escapar un suspiro.
—Por supuesto que lo sé —dijo, y miró a Max de nuevo—. Después de todo, yo estaba allí cuando tú te marchaste para seguirlo. Intenté convencerte de que Lou es hombre de una sola mujer, pero tú tenías que asegurarte.
Invitado
Invitado
Re: "Sombras en la noche" {Joe & tu}
Max se mordió el labio.
—Podías haber estado dormida, sin darte cuenta de nada.
—Dos testigos son mejor que uno. Sobre todo, si se supone que eres la amante del sospechoso, Maxine.
—Gracias.
—De nada. Le tengo mucho cariño a Lou. Somos amigos desde hace mucho tiempo. Una cosa más, tenemos que borrar el mensaje del contestador.
—Sí... pero también podría servirnos como prueba.
Deberíamos guardar una copia, o poner una cinta nueva, y hacerlo rápido, antes de que la policía se decida a
registrar mi casa.
—Yo me ocuparé de eso. Tú quédate aquí para ver a tu amiga.
Max asintió.
—Paga con dinero en efectivo. Y compra la cinta en algún lugar muy concurrido, como Wal-Mart, donde no puedan recordarte después. Y no hagas que tu aspecto sea muy memorable.
Lydia se mordió el labio y frunció el ceño con preocupación.
—Sólo dime con qué nos estamos enfrentando, cariño.
—Con el gobierno. Con una parte de la CÍA, creo. Una agencia secreta que ya no existe. El hombre que disparó a Stormy formaba parte de ella.
—Los llamaste... cazadores de vampiros.
—Eso es exactamente lo que eran. Quizá todavía lo sean. Mira, te contaré todo lo que sé, pero no puedes decírselo a nadie. Por eso es por lo que dispararon a Stormy.
—Está bien. Entendido. Pero no ahora. Este no es el mejor lugar. Me ocuparé de lo de la cinta y hablaremos luego.
—Nos veremos en la comisaría —dijo Max—. Seguramente tendremos que hacer declaraciones juradas.
—¿A mediodía?
—De acuerdo.
—Entonces, hasta luego.
Después de que Lydia se marchara, Max esperó hasta que Lou volvió de donar sangre con un esparadrapo en el brazo. Él la miró como si estuviera intentando averiguar qué tal estaba soportando todo aquello. Y, aunque su mitad de mujer independiente pensó que aquello era anticuado, el resto de ella adoró la idea de que él se preocupara.
—Estoy bien —le dijo, antes de que él se molestara en preguntar.
—No, no lo estás. ¿Dónde está Lydia? —preguntó, mirando a su alrededor.
—Tenía cosas que hacer. Va a ir a la comisaría a mediodía, para que hagamos las declaraciones.
—Y después, ¿qué?
Ella se encogió de hombros.
— Yo voy a ir a casa a grabar cintas con mi voz para que la madre de Stormy se las ponga, y a tomar algunos compactos y el reproductor. Después voy a hacer la bolsa.
—¿La bolsa?
—No quiero separarme de Stormy, Lou. Pero, por lo que he podido encontrar en Internet, esa escritora vive en Maine, y tenemos que hablar con ella. Es la única pista que tenemos, aparte de Stiles, y a él no podemos encontrarlo.
—Si sabe algo de esas películas, seguramente también lo encontraremos en Maine.
—¿Lo encontraremos? ¿Quieres decir que vas a venir conmigo?
—Sí.
—¿Te dejarán hacerlo antes de que este caso esté resuelto?
—No. Tendré que escaparme. Menos mal que tengo a una experta para ayudarme —le dijo, y esbozó una sonrisa, triste y torcida, pero real.
Ella tuvo ganas de abrazarlo, pero los padres de Storm se acercaban por el pasillo hacia ellos. Ella estaba llorando en silencio, y él la abrazaba.
—Ve tú ahora, Maxie —le dijo el padre—. Los dos pensamos que le hará mucho bien oír tu voz, y hemos hablado con el médico. Es la habitación doscientos siete.
—Está bien. Ustedes necesitan descansar y comer algo. Sé que quieren estar aquí, pero también necesitan desconectar. Después de todo, si se ponen enfermos no podrán ayudar a Stormy.
—Estaremos bien. Ahora ve a verla.
Ella miró a Lou.
—Vamos, Maxie. Tómate tu tiempo. Yo estaré aquí esperándote.
Max asintió en señal de agradecimiento y se fue a la habitación doscientos siete. Cuando entró, le pareció por un momento que se había confundido. Aquella que estaba tumbada en la cama no se parecía a Stormy. Sin embargo, le hizo caso al sentido común y se acercó. Su amiga estaba pálida e inmóvil. Le habían quitado el piercing de la ceja, y le habían afeitado la cabeza. No quedaba ni rastro de su pelo corto y rubio bajo los vendajes.
Sin embargo, la cara de duende era la de Stormy. Estaba conectada a varias máquinas y a un dispensador de suero.
La enfermera de la habitación sonrió a Max.
—Bueno, Tempest, tienes visita. Qué agradable, ¿verdad?
—Llámela Stormy —le dijo Max con firmeza—. Y dígaselo a las otras enfermeras también. No contestaría al nombre de Tempest ni aunque estuviera completamente despierta.
La enfermera asintió.
—¡Y yo que pensaba que el nombre de Tempest es fantástico! ¡Me encanta! —dijo, y se encogió de hombros—. Aunque Stormy también es bonito —se inclinó hacia la cama para ajustar las sábanas y continuó hablando con Stormy como si la muchacha pudiera escuchar cada palabra de lo que le decía.
A Max le gustó la enfermera. Le gustó su actitud y el cariño que se reflejaba en sus ojos. —Me llamo Maxine —le dijo.
—¿Y no tienes ningún apodo que te guste más, también?
—Mad Max, pero no se lo diga a nadie.
La enfermera se rió, y le dio un golpecito a Stormy en el hombro.
—¿Has oído eso? Mad Max. Niña, me caen bien tus amigas. Bueno, siéntate, Mad Max, y os dejaré solas un rato.
Max se sentó y la enfermera salió de la habitación. Los pitidos constantes de los monitores eran casi hipnóticos.
—Me parece que vamos a tener que pedirles que apaguen el sonido de todos estos aparatos, Stormy. ¿No te parece? —se acercó más y le tomó la mano—. Soy Max, cariño. Estoy aquí, y sé lo que ocurrió. Sé que no fue Lou. No quiero que te preocupes por eso.
No hubo respuesta. Stormy siguió completamente inmóvil y silenciosa.
—Sé que estás ahí, Stormy. Sé que puedes oírme — entonces empezó a hablar en voz más baja y más firme—. Todo va bien. Tus padres están bien, y yo también. Y el hombre que te hizo esto lo va a pagar. ¿Me oyes?
Nada. Sólo los monótonos pitidos de las máquinas.
—Tienes que concentrar todas tus energías en despertarte. ¿Me oyes, cariño? Es en eso en lo que tienes que pensar. Y tienes que saber que no tendrás un momento de tranquilidad hasta que lo hagas. Voy a traerte tus compactos favoritos, y siempre va a haber alguien aquí, hablándote y taladrándote los oídos hasta que te despiertes. Nadie te va a dejar sola. ¿Lo has entendido?
Entonces, el ritmo de los pitidos cambió. Pareció que se aceleraban un poco.
Max miró las máquinas, y se dio cuenta de que algo había agitado a Stormy. ¿Había sido lo que acababa de decir? «Nadie va a dejarte sola».
—¿Te asusta quedarte sola?
De nuevo, el ritmo se aceleró.
—Podías haber estado dormida, sin darte cuenta de nada.
—Dos testigos son mejor que uno. Sobre todo, si se supone que eres la amante del sospechoso, Maxine.
—Gracias.
—De nada. Le tengo mucho cariño a Lou. Somos amigos desde hace mucho tiempo. Una cosa más, tenemos que borrar el mensaje del contestador.
—Sí... pero también podría servirnos como prueba.
Deberíamos guardar una copia, o poner una cinta nueva, y hacerlo rápido, antes de que la policía se decida a
registrar mi casa.
—Yo me ocuparé de eso. Tú quédate aquí para ver a tu amiga.
Max asintió.
—Paga con dinero en efectivo. Y compra la cinta en algún lugar muy concurrido, como Wal-Mart, donde no puedan recordarte después. Y no hagas que tu aspecto sea muy memorable.
Lydia se mordió el labio y frunció el ceño con preocupación.
—Sólo dime con qué nos estamos enfrentando, cariño.
—Con el gobierno. Con una parte de la CÍA, creo. Una agencia secreta que ya no existe. El hombre que disparó a Stormy formaba parte de ella.
—Los llamaste... cazadores de vampiros.
—Eso es exactamente lo que eran. Quizá todavía lo sean. Mira, te contaré todo lo que sé, pero no puedes decírselo a nadie. Por eso es por lo que dispararon a Stormy.
—Está bien. Entendido. Pero no ahora. Este no es el mejor lugar. Me ocuparé de lo de la cinta y hablaremos luego.
—Nos veremos en la comisaría —dijo Max—. Seguramente tendremos que hacer declaraciones juradas.
—¿A mediodía?
—De acuerdo.
—Entonces, hasta luego.
Después de que Lydia se marchara, Max esperó hasta que Lou volvió de donar sangre con un esparadrapo en el brazo. Él la miró como si estuviera intentando averiguar qué tal estaba soportando todo aquello. Y, aunque su mitad de mujer independiente pensó que aquello era anticuado, el resto de ella adoró la idea de que él se preocupara.
—Estoy bien —le dijo, antes de que él se molestara en preguntar.
—No, no lo estás. ¿Dónde está Lydia? —preguntó, mirando a su alrededor.
—Tenía cosas que hacer. Va a ir a la comisaría a mediodía, para que hagamos las declaraciones.
—Y después, ¿qué?
Ella se encogió de hombros.
— Yo voy a ir a casa a grabar cintas con mi voz para que la madre de Stormy se las ponga, y a tomar algunos compactos y el reproductor. Después voy a hacer la bolsa.
—¿La bolsa?
—No quiero separarme de Stormy, Lou. Pero, por lo que he podido encontrar en Internet, esa escritora vive en Maine, y tenemos que hablar con ella. Es la única pista que tenemos, aparte de Stiles, y a él no podemos encontrarlo.
—Si sabe algo de esas películas, seguramente también lo encontraremos en Maine.
—¿Lo encontraremos? ¿Quieres decir que vas a venir conmigo?
—Sí.
—¿Te dejarán hacerlo antes de que este caso esté resuelto?
—No. Tendré que escaparme. Menos mal que tengo a una experta para ayudarme —le dijo, y esbozó una sonrisa, triste y torcida, pero real.
Ella tuvo ganas de abrazarlo, pero los padres de Storm se acercaban por el pasillo hacia ellos. Ella estaba llorando en silencio, y él la abrazaba.
—Ve tú ahora, Maxie —le dijo el padre—. Los dos pensamos que le hará mucho bien oír tu voz, y hemos hablado con el médico. Es la habitación doscientos siete.
—Está bien. Ustedes necesitan descansar y comer algo. Sé que quieren estar aquí, pero también necesitan desconectar. Después de todo, si se ponen enfermos no podrán ayudar a Stormy.
—Estaremos bien. Ahora ve a verla.
Ella miró a Lou.
—Vamos, Maxie. Tómate tu tiempo. Yo estaré aquí esperándote.
Max asintió en señal de agradecimiento y se fue a la habitación doscientos siete. Cuando entró, le pareció por un momento que se había confundido. Aquella que estaba tumbada en la cama no se parecía a Stormy. Sin embargo, le hizo caso al sentido común y se acercó. Su amiga estaba pálida e inmóvil. Le habían quitado el piercing de la ceja, y le habían afeitado la cabeza. No quedaba ni rastro de su pelo corto y rubio bajo los vendajes.
Sin embargo, la cara de duende era la de Stormy. Estaba conectada a varias máquinas y a un dispensador de suero.
La enfermera de la habitación sonrió a Max.
—Bueno, Tempest, tienes visita. Qué agradable, ¿verdad?
—Llámela Stormy —le dijo Max con firmeza—. Y dígaselo a las otras enfermeras también. No contestaría al nombre de Tempest ni aunque estuviera completamente despierta.
La enfermera asintió.
—¡Y yo que pensaba que el nombre de Tempest es fantástico! ¡Me encanta! —dijo, y se encogió de hombros—. Aunque Stormy también es bonito —se inclinó hacia la cama para ajustar las sábanas y continuó hablando con Stormy como si la muchacha pudiera escuchar cada palabra de lo que le decía.
A Max le gustó la enfermera. Le gustó su actitud y el cariño que se reflejaba en sus ojos. —Me llamo Maxine —le dijo.
—¿Y no tienes ningún apodo que te guste más, también?
—Mad Max, pero no se lo diga a nadie.
La enfermera se rió, y le dio un golpecito a Stormy en el hombro.
—¿Has oído eso? Mad Max. Niña, me caen bien tus amigas. Bueno, siéntate, Mad Max, y os dejaré solas un rato.
Max se sentó y la enfermera salió de la habitación. Los pitidos constantes de los monitores eran casi hipnóticos.
—Me parece que vamos a tener que pedirles que apaguen el sonido de todos estos aparatos, Stormy. ¿No te parece? —se acercó más y le tomó la mano—. Soy Max, cariño. Estoy aquí, y sé lo que ocurrió. Sé que no fue Lou. No quiero que te preocupes por eso.
No hubo respuesta. Stormy siguió completamente inmóvil y silenciosa.
—Sé que estás ahí, Stormy. Sé que puedes oírme — entonces empezó a hablar en voz más baja y más firme—. Todo va bien. Tus padres están bien, y yo también. Y el hombre que te hizo esto lo va a pagar. ¿Me oyes?
Nada. Sólo los monótonos pitidos de las máquinas.
—Tienes que concentrar todas tus energías en despertarte. ¿Me oyes, cariño? Es en eso en lo que tienes que pensar. Y tienes que saber que no tendrás un momento de tranquilidad hasta que lo hagas. Voy a traerte tus compactos favoritos, y siempre va a haber alguien aquí, hablándote y taladrándote los oídos hasta que te despiertes. Nadie te va a dejar sola. ¿Lo has entendido?
Entonces, el ritmo de los pitidos cambió. Pareció que se aceleraban un poco.
Max miró las máquinas, y se dio cuenta de que algo había agitado a Stormy. ¿Había sido lo que acababa de decir? «Nadie va a dejarte sola».
—¿Te asusta quedarte sola?
De nuevo, el ritmo se aceleró.
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Re: "Sombras en la noche" {Joe & tu}
—Nadie va a dejarte sola. Siempre va a haber alguien vigilando la puerta, y alguien más contigo aquí dentro, las veinticuatro horas del día. Te lo prometo. Estás a salvo aquí. ¿De acuerdo?
No supo si aquello habría tranquilizado a Stormy, pero los pitidos recuperaron su ritmo normal.
La enfermera volvió y le dijo a Max que ya se había cumplido el tiempo de la visita. Max asintió.
—Tengo que irme un rato, cariño, pero te prometo que no te dejaremos sola. Te lo prometo —se volvió hacia la enfermera y le preguntó—: ¿Podría usted quedarse aquí hasta que vuelva su madre?
—Por supuesto que voy a quedarme. No te preocupes.
—No te asustes, Stormy —le dijo—. Hasta luego. Volveré pronto, ¿de acuerdo?
La enfermera asintió en señal de aprobación y Max salió de la habitación. Volvió a la sala de espera y apoyó la cabeza en el pecho de Lou, con la esperanza de que él no se quejara. No lo hizo. La abrazó.
—Tenemos que poner guardias en la puerta de su habitación, Lou. Si averigua que está viva, es posible que vuelva.
—No tendría ninguna razón para hacerlo.
—¿Y si lo vio?
—Maxie, tú también lo viste. Sabes cómo es y cómo se llama. No ser identificado no está entre sus preocupaciones, por algún motivo.
—Aun así...
—Está bien. Lo arreglaré.
Ella cerró los ojos.
—¿Tenemos tiempo de desayunar algo?
—Sí. He llamado a la comisaría y he dicho que estaríamos allí a mediodía para hacer las declaraciones. Todavía nos quedan un par de horas —la tomó por el brazo y fueron juntos hacia el ascensor.
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Re: "Sombras en la noche" {Joe & tu}
17
_______ durmió hasta muy tarde aquel día, pero se despertó sintiendo un delicioso bienestar. Se estiró y abrió los ojos lentamente. Notaba una deliciosa sensibilidad en el cuello, y se levantó rápidamente para examinárselo en el espejo.
Tenía un pequeño hematoma y las marcas de sus colmillos, pero no heridas. No. Él no había probado su sangre, pero la había alimentado con la suya propia. Notaba su sabor en la lengua.
¿Qué significaba aquello?, se preguntó. ¿Cómo se convertía uno en vampiro, si era posible? ¿Estaría cambiando ella? No sabía si la vitalidad que sentía era una parte de aquella transformación o sólo un efecto temporal del hecho de haber bebido de él.
Sólo sabía que se había ido debilitando cada vez más hasta que él había ido a ella. En aquel momento se sentía más fuerte. Pensó que era muy posible que hubiera muerto sin la intervención de Joe. Sin su sangre. Él la mantenía con vida.
Pero, ¿hasta cuándo? Tenía que saberlo. Y sabía dónde encontrar las respuestas. En los diarios de Joe. Todavía quedaban un par de volúmenes que no había leído por completo. Eso era lo que iba a hacer durante el resto de la tarde, pensó. Se quitó el camisón roto, se puso la bata de satén blanca y bajó al despacho, donde tenía los diarios en la caja fuerte.
Sin embargo, cuando abrió la puerta de la estancia vio las maderas rotas y el agujero del suelo. Aquél era el pasadizo que ella misma había hecho la noche anterior. Si era cierto que el hombre quemado quería atrapar a Joseph, y si volvía y veía aquello...
—Maldita sea —susurró.
Tenía que arreglarlo. Se duchó y se vistió rápidamente y después volvió a bajar al despacho y tomó una de las tablas. Fue al pueblo y, en un centro de bricolaje, compró tablones de la misma madera, una sierra, un martillo y clavos para arreglar el agujero.
Normalmente, aquel tipo de trabajo físico hubiera sido demasiado duro para ella, y tuvo sus dudas sobre si podría hacerlo; sin embargo, al final de la tarde había desclavado las tablas rotas, había cortado y clavado los tablones y había reparado el agujero. El suelo no quedó perfecto. Los tablones que había colocado eran más claros y se notaba que eran nuevos; además, no estaban tan bien ensamblados como el resto. Pero aquello era lo mejor que podía hacer por el momento.
Sólo quedaba una hora para que se pusiera el sol. ___________ se dio cuenta de que estaba sudorosa y de que tenía el pelo y la ropa llena de serrín. No quería que Joe la viera así, si volvía.
—Tengo que arreglarme —susurró—. Para él.
_______ durmió hasta muy tarde aquel día, pero se despertó sintiendo un delicioso bienestar. Se estiró y abrió los ojos lentamente. Notaba una deliciosa sensibilidad en el cuello, y se levantó rápidamente para examinárselo en el espejo.
Tenía un pequeño hematoma y las marcas de sus colmillos, pero no heridas. No. Él no había probado su sangre, pero la había alimentado con la suya propia. Notaba su sabor en la lengua.
¿Qué significaba aquello?, se preguntó. ¿Cómo se convertía uno en vampiro, si era posible? ¿Estaría cambiando ella? No sabía si la vitalidad que sentía era una parte de aquella transformación o sólo un efecto temporal del hecho de haber bebido de él.
Sólo sabía que se había ido debilitando cada vez más hasta que él había ido a ella. En aquel momento se sentía más fuerte. Pensó que era muy posible que hubiera muerto sin la intervención de Joe. Sin su sangre. Él la mantenía con vida.
Pero, ¿hasta cuándo? Tenía que saberlo. Y sabía dónde encontrar las respuestas. En los diarios de Joe. Todavía quedaban un par de volúmenes que no había leído por completo. Eso era lo que iba a hacer durante el resto de la tarde, pensó. Se quitó el camisón roto, se puso la bata de satén blanca y bajó al despacho, donde tenía los diarios en la caja fuerte.
Sin embargo, cuando abrió la puerta de la estancia vio las maderas rotas y el agujero del suelo. Aquél era el pasadizo que ella misma había hecho la noche anterior. Si era cierto que el hombre quemado quería atrapar a Joseph, y si volvía y veía aquello...
—Maldita sea —susurró.
Tenía que arreglarlo. Se duchó y se vistió rápidamente y después volvió a bajar al despacho y tomó una de las tablas. Fue al pueblo y, en un centro de bricolaje, compró tablones de la misma madera, una sierra, un martillo y clavos para arreglar el agujero.
Normalmente, aquel tipo de trabajo físico hubiera sido demasiado duro para ella, y tuvo sus dudas sobre si podría hacerlo; sin embargo, al final de la tarde había desclavado las tablas rotas, había cortado y clavado los tablones y había reparado el agujero. El suelo no quedó perfecto. Los tablones que había colocado eran más claros y se notaba que eran nuevos; además, no estaban tan bien ensamblados como el resto. Pero aquello era lo mejor que podía hacer por el momento.
Sólo quedaba una hora para que se pusiera el sol. ___________ se dio cuenta de que estaba sudorosa y de que tenía el pelo y la ropa llena de serrín. No quería que Joe la viera así, si volvía.
—Tengo que arreglarme —susurró—. Para él.
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