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Besos de Murciélago {Nick&tú}Terminada.
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Besos de Murciélago {Nick&tú}Terminada.
Capitulo 26 - Excursión al trozo de hielo.
Tanto Marcus como _________ habían desaparecido de la comida navideña cuando Nicholas volvió a sentarse a la mesa. Al parecer, ambos se habían refugiado en sus respectivas habitaciones. Nicholas soportó durante más de una hora ciertos comentarios verdes que le dedicaba la abuela de _________, como «Puedes pasarte por mi casa a visitarme cuando quieras» o «Nicholasito, tú sí que eres un mozo como Dios manda y no el carcamal este que tengo por esposo». El inglés asintió ante todas sus palabras. Ya no tenía fuerzas para hacer bromas. Se había quedado sin inspiración.
Ahora no solo le odiaba ___________, sino también Marcus. Miró de lado a la señora Graham, rogando en silencio que ella todavía no le hubiese dado de lado. Afortunadamente, Abigail le sonrió con cariño, y él se sintió reconfortado bajo el brillo de sus amables ojos.
El señor Graham se sirvió un vaso de licor, aprovechando la ocasión navideña y seguramente deseando olvidar su propia vida. Así pues, cuando los familiares de ____________ se marcharon al fin, Nicholas lo agradeció con creces. Se disculpó después ante Abigail, indicándole que necesitaba descansar un rato.
Acababa de entrar en su habitación cuando sonó su teléfono. Lo buscó en el bolsillo de la chaqueta colgada tras la puerta, donde se le había olvidado, y contestó:
—¿Cómo está mi pequeña coliflor?
Era su madre. Se sentó en la cama, mareado, e intentó sonreír, aunque sabía que ella no podía verle.
—Bien. —Suspiró—. Feliz Navidad, mamá.
—Igualmente, cariño. —Se oyeron algunas risitas de fondo—. Lo hemos celebrado en el restaurante italiano que tanto te gusta. Aquí ya es de noche, supongo que tú acabarás de comer.
—Sí, hace un rato.
—Aja —musitó—. Bueno, ricura, se pone tu padre al teléfono, que quiere hablar contigo.
Nicholas notó que su estómago daba un vuelco súbito y se llevó una mano a la barriga. Qué ganas tenía de hablar con su padre. Casi le temblaron las manos cuando escuchó su voz ronca y segura. El señor Jonas siempre hablaba con una firmeza arrolladora y era extremadamente persuasivo.
—¿Cómo te va, hijo?
—Digamos que… quizá no sea tan malo como pude pensar al principio. —Nicholas presionó el teléfono contra su oreja—. ¿Mucho trabajo por ahí?
—Sí, demasiado —contestó—. De todos modos, ya falta poco para que regreses, así que no te preocupes si no lo pasas tan bien como desearías. Tu madre y yo tenemos ganas de verte y de que estés en casa.
Nicholas parloteó algo más con su padre sobre temas de negocios antes de colgar. Tenía la boca seca. Casi no había pensado en ello, pero acababa de darse cuenta de que le quedaba poco tiempo y de que en apenas unos días volvería a Londres. Lo suyo con _________ era imposible. De un modo u otro, siempre estarían separados, ya fuese por sus discusiones, por la diferencia de sus mundos o porque, sencillamente, vivían en dos continentes diferentes.
Se levantó de golpe cuando __________ abrió la puerta de la habitación y le miró de arriba abajo con desdén.
—Prepara una mochila con provisiones para dos días —le ordenó.
—¿Qué?
—Nos vamos de acampada.
Nicholas la miró como si estuviese loca de remate, pero a ____________ no le importó. Cerró la puerta de golpe y regresó a su habitación. Tenía la seguridad de que los dos días siguientes serían los peores de su vida.
Todos los años, el grupo de amigos al completo organizaba una acampada por navidad. Bordeaban el bosque de la reserva hasta llegar a un lago que se congelaba en aquellas fiestas y por el cual todos solían resbalar y caer; les divertía deslizarse por el hielo.
Le había preguntado a su madre si podía dejar a Nicholas en casa, pero ella había respondido a su amable cuestión con un rotundo no. __________ no quería imaginar cómo sería convivir con Nicholas… en plena naturaleza. Ya era duro soportarle entre cuatro paredes.
__________ respiró hondo antes de abrir su armario y comenzar a llenar la mochila con todo lo que encontraba mínimamente útil. Distinguió el regalo de Nicholas al fondo, entre montones de ropa, bien escondido. Sintió ganas de quemarlo, pero se contuvo a tiempo. ¿Cómo podía haberse encariñado de una persona tan sumamente egoísta? Era cierto que tenía algunos toques dulces y tiernos, pero no eran suficientes para equilibrar la inmensa balanza, que terminaba hundiéndose a causa de sus incontables defectos.
Tapó el regalo de Nicholas con una sudadera y se olvidó de él. Sacó un enorme anorak y toda la ropa de abrigo que pudo. Tres pares de calcetines de lana, una bufanda, guantes, un gorro blanco de nieve, camisetas interiores…
Los tímidos rayos del sol acunaban el despertar del día, semejando oro líquido que se derramaba sobre las agitadas hojas de los árboles. El azul cielo estaba ligeramente adornado con hermosas pinceladas rojizas y anaranjadas que indicaban el final del amanecer. El viento que soplaba era plácido, sutil y delicado…
Numerosos jóvenes se encontraban sentados en la cuneta de una carretera comarcal, al lado del inicio del bosque de la reserva. Habían dejado atrás el terreno cerrado de la urbanización donde vivían. Nicholas agradeció no haber despertado del todo todavía, así la situación se le antojaba menos dolorosa, puesto que aún no era consciente al cien por cien de lo que estaba ocurriendo.
Apenas a unos metros de distancia, su brother, Charles, lanzaba una pequeña navaja y la clavaba en la corteza del tronco de un árbol. La cogía de nuevo y volvía a lanzarla. De buena mañana, a las seis. A Nicholas ya casi nada le parecía alarmante. Por otra parte, Amy (la visión de su pelo fucsia empeoraba de buena mañana), Nixie, Cloe y la Chica Cabeza Rapada permanecían adormiladas sentadas sobre sus propias mochilas. ___________ se había alejado de él a propósito y charlaba sin demasiadas ganas con Gorth. Marcus se encontraba ocupado escribiendo sobre la tierra seca su propio nombre con un palito de madera; parecía triste.
—Están tardando demasiado —se quejó Cloe.
Por una vez, Nicholas estaba de acuerdo con ella. No era justo que ya llevasen allí casi veinte minutos esperando al enorme Evan, más conocido como Golpes y Sangre, ni mucho menos al estúpido de Matt.
Afortunadamente, no tardaron mucho más en aparecer caminando carretera arriba. Todos portaban una mochila colgada a la espalda. Desgraciadamente, a Nicholas no le cabía en una mochila todo lo necesario para subsistir en medio del bosque, así que él llevaba dos, más una bolsa de tela en la mano derecha. Esperaba que el camino no fuese demasiado largo.
—Sentimos la tardanza —dijo Matt, respirando con dificultad tras la carrera.
—No pasa nada. —Charles se guardó la navaja en el bolsillo del desgastado pantalón vaquero y Nicholas agradeció el gesto en silencio—. Pero será mejor que nos marchemos ya, así llegaremos al claro a media tarde y podremos montar las tiendas cuando todavía haya luz.
—Pues, ¡venga, adelante! —rugió Golpes y Sangre.
Formaron una inestable fila y empezaron a internarse en las profundidades del bosque. Nicholas se sentía extenuado, pues apenas había dormido la noche anterior. Preparar la mochila no era algo que hiciese así como así. Pasó la tarde meditando qué llevarse. Aparte de la ropa, se había decantado por un botiquín de emergencia, entre otras cosas, como antimosquitos, cinco paquetes de pañuelos, tres linternas —había que ser precavido—, dos cepillos de dientes nuevos con sus respectivos envases de pasta dentífrica, una almohada plegable de viaje… y numerosos artilugios más que creyó convenientes para la ocasión, incluido un juego de sábanas por estrenar.
Verdaderamente, no sabía muy bien qué hacía allí en aquel instante: apretujado entre numerosas personas —odiaba las multitudes a muerte—, con ___________ a su lado —también creía odiarla— y Matt a un metro de distancia —sobre el odio hacia este no abrigaba duda alguna—, caminando por el bosque —como si de un indígena se tratase—, con ganas de traspasarlo para llegar a un lago congelado —¿qué tenía de interesante ese enorme trozo de hielo?
Durante la primera media hora de caminata se dedicó a observar y analizar a los presentes. Charles, su brother, parecía haberse proclamado el líder del grupo, seguramente porque al no tener ningún tipo de escrúpulos lograba intimidar al resto; se movía con soltura entre los árboles y partía las ramas cuando alguna se enganchaba en su chaqueta de cuero. Amy le miraba con admiración y sacudía de vez en cuando sus coloridos cabellos, que resaltaban frente a los demás. Cloe y Nixie avanzaban cogidas del brazo, como las mujeres mayores, posición bastante incómoda a la hora de sortear las piedras o gruesas raíces que aparecían en medio del sendero. Marcus parecía evitar la presencia de Nicholas y tenía la vista fija en el suelo, probablemente incluso estuviese pensando, aunque muy en el fondo a Nicholas le costó creérselo. Se giró hacia __________, que estaba tras él y había pasado todo el trayecto hablando con Matt.
Trascurridos unos veinte minutos más, descubrió que las conversaciones de Matt eran más aburridas que pasar una semana en un desierto. Solo. Sin agua. Hubiese aguantado más tiempo vivo en ese estado que haciendo el esfuerzo de escucharle. En su mente comenzó una ardua investigación científica: «¿Cómo lograba ___________ no dormirse de pie mientras esa voz parloteaba estupideces de fondo?». Incógnita de complicada resolución.
—Así que esos son mis planes para el futuro —proseguía Matt—, en cuanto termine mi segunda novela…
Nicholas le miró de reojo, molesto.
—¿No puedes caminar en silencio? Me estás mareando —se quejó.
—Qué delicado nos ha salido el inglés —respondió Matt con cierto retintín.
—No es necesario ser delicado para odiar tus monótonas conversaciones.
__________ suspiró, y justo en ese momento Matt preguntó sobre la hora del almuerzo. Quienes iban a la cabeza de la fila comentaron que también ellos tenían hambre y finalmente lograron ponerse de acuerdo para hacer una corta parada. Se situaron en una explanada, sentados en círculo sobre el suelo, mojándose levemente por la humedad de la hierba. Nicholas fue el único que sacó de su mochila una pequeña toalla de baño y se sentó sobre ella, ante lo que Matt rió por lo bajo.
—¿Es gracioso el hecho de que no tenga ganas de mojarme el culo? —preguntó, clavándole sus gélidos ojos grises.
—No. Lo gracioso es que estemos en el campo, de excursión, pero no seas capaz de mantener un mínimo contacto físico con la naturaleza; algo verdaderamente hermoso, por cierto —dijo el escritor con media sonrisa en los labios.
—¿A qué te refieres con la expresión «contacto físico»? ¿Tengo que tragarme una mosca para estar en contacto físico con la naturaleza o acaso debo sentarme sobre un montón de mierda para aprender a disfrutarla mejor? —atacó. Su limitada paciencia se agotaba por momentos. Total, ¿qué más podía perder? ___________ le odiaba, Marcus al parecer también… y apenas faltaban unos días para que se marchase de nuevo a Londres.
Matt iba a contestar sus palabras, pero Amy se le adelantó e interrumpió la conversación. Seguramente todos estaban al tanto de la tensión entre los otros dos, dado que Nicholas había besado a _________ delante del grupo al completo a sabiendas de lo que Matt sentía por ella.
—Basta, chicos. Que no se siente en el suelo no significa que no ame la naturaleza. A todos aquí nos encanta, por eso hacemos esta excusión cada año —aclaró, mostrando sus blanquísimos dientes.
—Sí. Yo la amo mucho —siseó Nicholas. Probablemente solo _________ y Matt encontraron la ironía que escondían sus palabras.
La odiaba. Nicholas odiaba a muerte la naturaleza. ¡La de cantidad de gérmenes que se encontraban viviendo en ella! Aquello era como un hotel para las enfermedades. Bacterias, virus, resfriados, picaduras, infecciones… ¡Pensarlo se le antojaba doloroso! Odiaba los bichos, desde los gusanos hasta las tarántulas, detestaba aquella forma tan enclenque que tenían de caminar, de desplazarse. Las avispas le sacaban de quicio, y eso por no hablar de que además era terriblemente alérgico a sus picaduras. Pero lo que más odiaba de todo lo que habitaba en el campo eran los piojos. Pensar que unos diminutos seres podrían vivir en su cabeza, en su pelo, alimentándose de su valiosa sangre… le removía el intestino. Tener piojos era para él casi peor que un cáncer. Era la más temida de las maldiciones. ¡Por todo ello odiaba la naturaleza! Sin contar, por supuesto, con la presencia del resto de los animales que podían llegar a rondar por el bosque… prefirió no ahondar en aquel último aspecto.
Sacó de la mochila el bocadillo vegetal que le había preparado la señora Graham e intentó disfrutar de la comida. _________ le observaba con atención. Y él, por más que lo desease, no era capaz de probar bocado. Lo había sacado al aire libre, allí donde múltiples gérmenes ya se habrían instalado agradablemente sobre el pan, sobre sus deliciosas olivas… invadiéndolo todo. Por ello, cuando todos habían terminado de almorzar, él solo había dado tres pequeños mordiscos al bocadillo.
—¡Vamos, come de una vez! —le ordenó Golpes y Sangre, y la dura mirada de este pareció surtir efecto, pues Nicholas comenzó a devorar su almuerzo con más ganas.
La excursión prosiguió sin pausa. Nicholas estaba agotado. Y para colmo el único que hablaba era el pesado de Matt, el resto del grupo caminaba en silencio. Las horas se tornaron eternas, y los minutos, infinitos. La tensión acumulada en el ambiente provocaba que se sintiera vulnerable e intimidado. Marcus no le había dirigido la palabra ni una sola vez durante todo el trayecto, aspecto que comenzaba a preocuparle de veras. Por otra parte, ___________ le dejaba de lado y centraba toda su atención en Matt. Nicholas intentó hacerse un hueco entre los dos.
—__________, ¿dónde dormiremos nosotros? —le preguntó—. No he traído tienda de campaña.
—La lleva Marcus —respondió ella secamente.
—Entonces… ¿eso significa… que dormimos con Marcus?
—Felicidades, has acertado.
_________ le sonrió falsamente. Nicholas tembló. Dormir con ambos hermanos sería francamente… peligroso.
—Y, _________, si estáis muy apretados, en mi tienda cabes —añadió Matt.
Nicholas sintió unas ganas tremendas de matarle. Entornó los ojos e intentó no desesperarse.
—Sí, puede que sea una buena opción —le respondió ella, palmeándole la espalda.
Nicholas cerró los puños con fuerza e intentó seguir los pasos de la fila. Algo extraño comenzaba a bullir en su interior. Estaba cansado de tanta tontería. El enfado de __________ había ido demasiado lejos. Se inclinó hasta rozar la oreja de la chica con sus labios.
—¿Podemos hablar un momentito? —le susurró.
—No, ahora no —le espetó _________, y se sacudió la melena hacia atrás—. Quizá luego, cuando acampemos.
—Me estás sacando de quicio —le avisó Nicholas.
—Paciencia…
La voz de __________ denotaba cierta diversión ante la situación, cosa que a Nicholas no le hacía ninguna gracia.
—«Paciencia» es una palabra que en mi vocabulario se encuentra en peligro de extinción.
—Como sigas así el que va a estar en peligro de extinción eres tú —concluyó ella.
Montar las tiendas de campaña no fue tarea fácil. Era la primera vez que Nicholas hacía una excursión de aquel tipo y le sorprendió la soltura del grupo a la hora de organizarse. Charles llevaba la voz cantante y daba algunas órdenes de vez en cuando, mientras que Golpes y Sangre podía hundir las piquetas en la dura tierra sin la necesidad de tener un martillo, aspecto bastante útil. El único que le sonreía de vez en cuando era Gorth. A Nicholas le tranquilizaba su presencia.
Una vez su tienda estuvo bien montada, Nicholas entró en ella. Lo primero que pensó fue que sería complicado que consiguiese dormir bajo la dudosa seguridad de tres capas de tela fina. La segunda idea que acudió a su mente fue que definitivamente no deseaba que __________ terminase compartiendo la tienda con Matt, pues el aspecto de su interior se le antojaba extrañamente… íntimo.
Se puso nervioso cuando Marcus entró. En aquel reducido espacio no podía evitar su mirada sin que se notase en exceso, así que pensó que había llegado la hora de enfrentarse a él y pagar por sus actos.
—Marcus… —comenzó a decir, nervioso—. Lo que dijo tu hermana era verdad.
—Eso ya lo sé —contestó el otro, mientras guardaba su paquete de tabaco de liar en un bolsillo del extremo de la tienda.
—Lo que quiero decir es que… lo siento —admitió—. Puede que seamos muy diferentes, pero nos compenetramos bien. El problema es que no pensaba lo mismo al principio, no te conocía lo suficiente.
Un silencio tenso se adueñó de la tienda. Nicholas tosió, incómodo. Marcus sonrió lentamente y poco después lo asfixió entre sus brazos. Las rastas de Marcus le arañaban la piel de las mejillas, pero permaneció muy quieto aceptando el abrazo del Mendigo.
—¡Te perdono, tío! —exclamó Marcus, la mar de feliz. Lo soltó poco después, dejándole exhausto—. ¡Y ahora celebremos nuestra amistad con un porrete!
Nicholas rió, cosa que le extrañó hasta a sí mismo y esperó mientras Marcus liaba con maestría aquel cigarro de hierbas medicinales. Ambos permanecieron en el interior de la tienda mientras escuchaban el ajetreo que el resto armaba fuera. Nicholas no fumó, pero la humareda que le envolvía comenzó a marearle. Suspiró, colocando su almohada plegable sobre el suelo y extendiendo las sábanas nuevas.
—¿Sabes? Tu hermana pretende dormir con Matt —le informó a Marcus.
Marcus abrió mucho los ojos, sorprendido, al parecer.
—¡Ni de broma! Yo no quiero cambiar de cuñado —se quejó, como un niño pequeño—. Le pediré a Matt que me deje dormir en su tienda y así _________ tendrá que dormir aquí, ¿no crees, chaval?
Nicholas sonrió travieso. Por supuesto que lo creía. Probablemente aquella era una de las mejores ideas que Marcus había tenido en toda su vida.
Tanto Marcus como _________ habían desaparecido de la comida navideña cuando Nicholas volvió a sentarse a la mesa. Al parecer, ambos se habían refugiado en sus respectivas habitaciones. Nicholas soportó durante más de una hora ciertos comentarios verdes que le dedicaba la abuela de _________, como «Puedes pasarte por mi casa a visitarme cuando quieras» o «Nicholasito, tú sí que eres un mozo como Dios manda y no el carcamal este que tengo por esposo». El inglés asintió ante todas sus palabras. Ya no tenía fuerzas para hacer bromas. Se había quedado sin inspiración.
Ahora no solo le odiaba ___________, sino también Marcus. Miró de lado a la señora Graham, rogando en silencio que ella todavía no le hubiese dado de lado. Afortunadamente, Abigail le sonrió con cariño, y él se sintió reconfortado bajo el brillo de sus amables ojos.
El señor Graham se sirvió un vaso de licor, aprovechando la ocasión navideña y seguramente deseando olvidar su propia vida. Así pues, cuando los familiares de ____________ se marcharon al fin, Nicholas lo agradeció con creces. Se disculpó después ante Abigail, indicándole que necesitaba descansar un rato.
Acababa de entrar en su habitación cuando sonó su teléfono. Lo buscó en el bolsillo de la chaqueta colgada tras la puerta, donde se le había olvidado, y contestó:
—¿Cómo está mi pequeña coliflor?
Era su madre. Se sentó en la cama, mareado, e intentó sonreír, aunque sabía que ella no podía verle.
—Bien. —Suspiró—. Feliz Navidad, mamá.
—Igualmente, cariño. —Se oyeron algunas risitas de fondo—. Lo hemos celebrado en el restaurante italiano que tanto te gusta. Aquí ya es de noche, supongo que tú acabarás de comer.
—Sí, hace un rato.
—Aja —musitó—. Bueno, ricura, se pone tu padre al teléfono, que quiere hablar contigo.
Nicholas notó que su estómago daba un vuelco súbito y se llevó una mano a la barriga. Qué ganas tenía de hablar con su padre. Casi le temblaron las manos cuando escuchó su voz ronca y segura. El señor Jonas siempre hablaba con una firmeza arrolladora y era extremadamente persuasivo.
—¿Cómo te va, hijo?
—Digamos que… quizá no sea tan malo como pude pensar al principio. —Nicholas presionó el teléfono contra su oreja—. ¿Mucho trabajo por ahí?
—Sí, demasiado —contestó—. De todos modos, ya falta poco para que regreses, así que no te preocupes si no lo pasas tan bien como desearías. Tu madre y yo tenemos ganas de verte y de que estés en casa.
Nicholas parloteó algo más con su padre sobre temas de negocios antes de colgar. Tenía la boca seca. Casi no había pensado en ello, pero acababa de darse cuenta de que le quedaba poco tiempo y de que en apenas unos días volvería a Londres. Lo suyo con _________ era imposible. De un modo u otro, siempre estarían separados, ya fuese por sus discusiones, por la diferencia de sus mundos o porque, sencillamente, vivían en dos continentes diferentes.
Se levantó de golpe cuando __________ abrió la puerta de la habitación y le miró de arriba abajo con desdén.
—Prepara una mochila con provisiones para dos días —le ordenó.
—¿Qué?
—Nos vamos de acampada.
Nicholas la miró como si estuviese loca de remate, pero a ____________ no le importó. Cerró la puerta de golpe y regresó a su habitación. Tenía la seguridad de que los dos días siguientes serían los peores de su vida.
Todos los años, el grupo de amigos al completo organizaba una acampada por navidad. Bordeaban el bosque de la reserva hasta llegar a un lago que se congelaba en aquellas fiestas y por el cual todos solían resbalar y caer; les divertía deslizarse por el hielo.
Le había preguntado a su madre si podía dejar a Nicholas en casa, pero ella había respondido a su amable cuestión con un rotundo no. __________ no quería imaginar cómo sería convivir con Nicholas… en plena naturaleza. Ya era duro soportarle entre cuatro paredes.
__________ respiró hondo antes de abrir su armario y comenzar a llenar la mochila con todo lo que encontraba mínimamente útil. Distinguió el regalo de Nicholas al fondo, entre montones de ropa, bien escondido. Sintió ganas de quemarlo, pero se contuvo a tiempo. ¿Cómo podía haberse encariñado de una persona tan sumamente egoísta? Era cierto que tenía algunos toques dulces y tiernos, pero no eran suficientes para equilibrar la inmensa balanza, que terminaba hundiéndose a causa de sus incontables defectos.
Tapó el regalo de Nicholas con una sudadera y se olvidó de él. Sacó un enorme anorak y toda la ropa de abrigo que pudo. Tres pares de calcetines de lana, una bufanda, guantes, un gorro blanco de nieve, camisetas interiores…
Los tímidos rayos del sol acunaban el despertar del día, semejando oro líquido que se derramaba sobre las agitadas hojas de los árboles. El azul cielo estaba ligeramente adornado con hermosas pinceladas rojizas y anaranjadas que indicaban el final del amanecer. El viento que soplaba era plácido, sutil y delicado…
Numerosos jóvenes se encontraban sentados en la cuneta de una carretera comarcal, al lado del inicio del bosque de la reserva. Habían dejado atrás el terreno cerrado de la urbanización donde vivían. Nicholas agradeció no haber despertado del todo todavía, así la situación se le antojaba menos dolorosa, puesto que aún no era consciente al cien por cien de lo que estaba ocurriendo.
Apenas a unos metros de distancia, su brother, Charles, lanzaba una pequeña navaja y la clavaba en la corteza del tronco de un árbol. La cogía de nuevo y volvía a lanzarla. De buena mañana, a las seis. A Nicholas ya casi nada le parecía alarmante. Por otra parte, Amy (la visión de su pelo fucsia empeoraba de buena mañana), Nixie, Cloe y la Chica Cabeza Rapada permanecían adormiladas sentadas sobre sus propias mochilas. ___________ se había alejado de él a propósito y charlaba sin demasiadas ganas con Gorth. Marcus se encontraba ocupado escribiendo sobre la tierra seca su propio nombre con un palito de madera; parecía triste.
—Están tardando demasiado —se quejó Cloe.
Por una vez, Nicholas estaba de acuerdo con ella. No era justo que ya llevasen allí casi veinte minutos esperando al enorme Evan, más conocido como Golpes y Sangre, ni mucho menos al estúpido de Matt.
Afortunadamente, no tardaron mucho más en aparecer caminando carretera arriba. Todos portaban una mochila colgada a la espalda. Desgraciadamente, a Nicholas no le cabía en una mochila todo lo necesario para subsistir en medio del bosque, así que él llevaba dos, más una bolsa de tela en la mano derecha. Esperaba que el camino no fuese demasiado largo.
—Sentimos la tardanza —dijo Matt, respirando con dificultad tras la carrera.
—No pasa nada. —Charles se guardó la navaja en el bolsillo del desgastado pantalón vaquero y Nicholas agradeció el gesto en silencio—. Pero será mejor que nos marchemos ya, así llegaremos al claro a media tarde y podremos montar las tiendas cuando todavía haya luz.
—Pues, ¡venga, adelante! —rugió Golpes y Sangre.
Formaron una inestable fila y empezaron a internarse en las profundidades del bosque. Nicholas se sentía extenuado, pues apenas había dormido la noche anterior. Preparar la mochila no era algo que hiciese así como así. Pasó la tarde meditando qué llevarse. Aparte de la ropa, se había decantado por un botiquín de emergencia, entre otras cosas, como antimosquitos, cinco paquetes de pañuelos, tres linternas —había que ser precavido—, dos cepillos de dientes nuevos con sus respectivos envases de pasta dentífrica, una almohada plegable de viaje… y numerosos artilugios más que creyó convenientes para la ocasión, incluido un juego de sábanas por estrenar.
Verdaderamente, no sabía muy bien qué hacía allí en aquel instante: apretujado entre numerosas personas —odiaba las multitudes a muerte—, con ___________ a su lado —también creía odiarla— y Matt a un metro de distancia —sobre el odio hacia este no abrigaba duda alguna—, caminando por el bosque —como si de un indígena se tratase—, con ganas de traspasarlo para llegar a un lago congelado —¿qué tenía de interesante ese enorme trozo de hielo?
Durante la primera media hora de caminata se dedicó a observar y analizar a los presentes. Charles, su brother, parecía haberse proclamado el líder del grupo, seguramente porque al no tener ningún tipo de escrúpulos lograba intimidar al resto; se movía con soltura entre los árboles y partía las ramas cuando alguna se enganchaba en su chaqueta de cuero. Amy le miraba con admiración y sacudía de vez en cuando sus coloridos cabellos, que resaltaban frente a los demás. Cloe y Nixie avanzaban cogidas del brazo, como las mujeres mayores, posición bastante incómoda a la hora de sortear las piedras o gruesas raíces que aparecían en medio del sendero. Marcus parecía evitar la presencia de Nicholas y tenía la vista fija en el suelo, probablemente incluso estuviese pensando, aunque muy en el fondo a Nicholas le costó creérselo. Se giró hacia __________, que estaba tras él y había pasado todo el trayecto hablando con Matt.
Trascurridos unos veinte minutos más, descubrió que las conversaciones de Matt eran más aburridas que pasar una semana en un desierto. Solo. Sin agua. Hubiese aguantado más tiempo vivo en ese estado que haciendo el esfuerzo de escucharle. En su mente comenzó una ardua investigación científica: «¿Cómo lograba ___________ no dormirse de pie mientras esa voz parloteaba estupideces de fondo?». Incógnita de complicada resolución.
—Así que esos son mis planes para el futuro —proseguía Matt—, en cuanto termine mi segunda novela…
Nicholas le miró de reojo, molesto.
—¿No puedes caminar en silencio? Me estás mareando —se quejó.
—Qué delicado nos ha salido el inglés —respondió Matt con cierto retintín.
—No es necesario ser delicado para odiar tus monótonas conversaciones.
__________ suspiró, y justo en ese momento Matt preguntó sobre la hora del almuerzo. Quienes iban a la cabeza de la fila comentaron que también ellos tenían hambre y finalmente lograron ponerse de acuerdo para hacer una corta parada. Se situaron en una explanada, sentados en círculo sobre el suelo, mojándose levemente por la humedad de la hierba. Nicholas fue el único que sacó de su mochila una pequeña toalla de baño y se sentó sobre ella, ante lo que Matt rió por lo bajo.
—¿Es gracioso el hecho de que no tenga ganas de mojarme el culo? —preguntó, clavándole sus gélidos ojos grises.
—No. Lo gracioso es que estemos en el campo, de excursión, pero no seas capaz de mantener un mínimo contacto físico con la naturaleza; algo verdaderamente hermoso, por cierto —dijo el escritor con media sonrisa en los labios.
—¿A qué te refieres con la expresión «contacto físico»? ¿Tengo que tragarme una mosca para estar en contacto físico con la naturaleza o acaso debo sentarme sobre un montón de mierda para aprender a disfrutarla mejor? —atacó. Su limitada paciencia se agotaba por momentos. Total, ¿qué más podía perder? ___________ le odiaba, Marcus al parecer también… y apenas faltaban unos días para que se marchase de nuevo a Londres.
Matt iba a contestar sus palabras, pero Amy se le adelantó e interrumpió la conversación. Seguramente todos estaban al tanto de la tensión entre los otros dos, dado que Nicholas había besado a _________ delante del grupo al completo a sabiendas de lo que Matt sentía por ella.
—Basta, chicos. Que no se siente en el suelo no significa que no ame la naturaleza. A todos aquí nos encanta, por eso hacemos esta excusión cada año —aclaró, mostrando sus blanquísimos dientes.
—Sí. Yo la amo mucho —siseó Nicholas. Probablemente solo _________ y Matt encontraron la ironía que escondían sus palabras.
La odiaba. Nicholas odiaba a muerte la naturaleza. ¡La de cantidad de gérmenes que se encontraban viviendo en ella! Aquello era como un hotel para las enfermedades. Bacterias, virus, resfriados, picaduras, infecciones… ¡Pensarlo se le antojaba doloroso! Odiaba los bichos, desde los gusanos hasta las tarántulas, detestaba aquella forma tan enclenque que tenían de caminar, de desplazarse. Las avispas le sacaban de quicio, y eso por no hablar de que además era terriblemente alérgico a sus picaduras. Pero lo que más odiaba de todo lo que habitaba en el campo eran los piojos. Pensar que unos diminutos seres podrían vivir en su cabeza, en su pelo, alimentándose de su valiosa sangre… le removía el intestino. Tener piojos era para él casi peor que un cáncer. Era la más temida de las maldiciones. ¡Por todo ello odiaba la naturaleza! Sin contar, por supuesto, con la presencia del resto de los animales que podían llegar a rondar por el bosque… prefirió no ahondar en aquel último aspecto.
Sacó de la mochila el bocadillo vegetal que le había preparado la señora Graham e intentó disfrutar de la comida. _________ le observaba con atención. Y él, por más que lo desease, no era capaz de probar bocado. Lo había sacado al aire libre, allí donde múltiples gérmenes ya se habrían instalado agradablemente sobre el pan, sobre sus deliciosas olivas… invadiéndolo todo. Por ello, cuando todos habían terminado de almorzar, él solo había dado tres pequeños mordiscos al bocadillo.
—¡Vamos, come de una vez! —le ordenó Golpes y Sangre, y la dura mirada de este pareció surtir efecto, pues Nicholas comenzó a devorar su almuerzo con más ganas.
La excursión prosiguió sin pausa. Nicholas estaba agotado. Y para colmo el único que hablaba era el pesado de Matt, el resto del grupo caminaba en silencio. Las horas se tornaron eternas, y los minutos, infinitos. La tensión acumulada en el ambiente provocaba que se sintiera vulnerable e intimidado. Marcus no le había dirigido la palabra ni una sola vez durante todo el trayecto, aspecto que comenzaba a preocuparle de veras. Por otra parte, ___________ le dejaba de lado y centraba toda su atención en Matt. Nicholas intentó hacerse un hueco entre los dos.
—__________, ¿dónde dormiremos nosotros? —le preguntó—. No he traído tienda de campaña.
—La lleva Marcus —respondió ella secamente.
—Entonces… ¿eso significa… que dormimos con Marcus?
—Felicidades, has acertado.
_________ le sonrió falsamente. Nicholas tembló. Dormir con ambos hermanos sería francamente… peligroso.
—Y, _________, si estáis muy apretados, en mi tienda cabes —añadió Matt.
Nicholas sintió unas ganas tremendas de matarle. Entornó los ojos e intentó no desesperarse.
—Sí, puede que sea una buena opción —le respondió ella, palmeándole la espalda.
Nicholas cerró los puños con fuerza e intentó seguir los pasos de la fila. Algo extraño comenzaba a bullir en su interior. Estaba cansado de tanta tontería. El enfado de __________ había ido demasiado lejos. Se inclinó hasta rozar la oreja de la chica con sus labios.
—¿Podemos hablar un momentito? —le susurró.
—No, ahora no —le espetó _________, y se sacudió la melena hacia atrás—. Quizá luego, cuando acampemos.
—Me estás sacando de quicio —le avisó Nicholas.
—Paciencia…
La voz de __________ denotaba cierta diversión ante la situación, cosa que a Nicholas no le hacía ninguna gracia.
—«Paciencia» es una palabra que en mi vocabulario se encuentra en peligro de extinción.
—Como sigas así el que va a estar en peligro de extinción eres tú —concluyó ella.
Montar las tiendas de campaña no fue tarea fácil. Era la primera vez que Nicholas hacía una excursión de aquel tipo y le sorprendió la soltura del grupo a la hora de organizarse. Charles llevaba la voz cantante y daba algunas órdenes de vez en cuando, mientras que Golpes y Sangre podía hundir las piquetas en la dura tierra sin la necesidad de tener un martillo, aspecto bastante útil. El único que le sonreía de vez en cuando era Gorth. A Nicholas le tranquilizaba su presencia.
Una vez su tienda estuvo bien montada, Nicholas entró en ella. Lo primero que pensó fue que sería complicado que consiguiese dormir bajo la dudosa seguridad de tres capas de tela fina. La segunda idea que acudió a su mente fue que definitivamente no deseaba que __________ terminase compartiendo la tienda con Matt, pues el aspecto de su interior se le antojaba extrañamente… íntimo.
Se puso nervioso cuando Marcus entró. En aquel reducido espacio no podía evitar su mirada sin que se notase en exceso, así que pensó que había llegado la hora de enfrentarse a él y pagar por sus actos.
—Marcus… —comenzó a decir, nervioso—. Lo que dijo tu hermana era verdad.
—Eso ya lo sé —contestó el otro, mientras guardaba su paquete de tabaco de liar en un bolsillo del extremo de la tienda.
—Lo que quiero decir es que… lo siento —admitió—. Puede que seamos muy diferentes, pero nos compenetramos bien. El problema es que no pensaba lo mismo al principio, no te conocía lo suficiente.
Un silencio tenso se adueñó de la tienda. Nicholas tosió, incómodo. Marcus sonrió lentamente y poco después lo asfixió entre sus brazos. Las rastas de Marcus le arañaban la piel de las mejillas, pero permaneció muy quieto aceptando el abrazo del Mendigo.
—¡Te perdono, tío! —exclamó Marcus, la mar de feliz. Lo soltó poco después, dejándole exhausto—. ¡Y ahora celebremos nuestra amistad con un porrete!
Nicholas rió, cosa que le extrañó hasta a sí mismo y esperó mientras Marcus liaba con maestría aquel cigarro de hierbas medicinales. Ambos permanecieron en el interior de la tienda mientras escuchaban el ajetreo que el resto armaba fuera. Nicholas no fumó, pero la humareda que le envolvía comenzó a marearle. Suspiró, colocando su almohada plegable sobre el suelo y extendiendo las sábanas nuevas.
—¿Sabes? Tu hermana pretende dormir con Matt —le informó a Marcus.
Marcus abrió mucho los ojos, sorprendido, al parecer.
—¡Ni de broma! Yo no quiero cambiar de cuñado —se quejó, como un niño pequeño—. Le pediré a Matt que me deje dormir en su tienda y así _________ tendrá que dormir aquí, ¿no crees, chaval?
Nicholas sonrió travieso. Por supuesto que lo creía. Probablemente aquella era una de las mejores ideas que Marcus había tenido en toda su vida.
FranJones.
Re: Besos de Murciélago {Nick&tú}Terminada.
:wut: NOOO LOS ENTIENNNDOOO!!!!!!!
AAAIIII CIELOOSSSSS!!!!!!
OJAALA QUE SE ARREGLEN LAS COOSAAAASS CON ____!!!
JAJAJJAJAJAJAJAJAJAJAJAJ
MARCUUSSS ES UN MENDIGOOO!!! MUUUUYY DIVERTIIDOOO!!!!
JJAJAJAJAJAJAJAJA
ME ENCANTAA MARCUUSSS!!
AAAIIII CIELOOSSSSS!!!!!!
OJAALA QUE SE ARREGLEN LAS COOSAAAASS CON ____!!!
JAJAJJAJAJAJAJAJAJAJAJAJ
MARCUUSSS ES UN MENDIGOOO!!! MUUUUYY DIVERTIIDOOO!!!!
JJAJAJAJAJAJAJAJA
ME ENCANTAA MARCUUSSS!!
chelis
Re: Besos de Murciélago {Nick&tú}Terminada.
Wowwww o mi dios me fui tantito y pasa todo esto. Amo a MARCUS!! Es tan genial! Amo a mi Nicholas! WOOOW pasaron tantas cosas q ya hasta lo payasito se le está quitando! Lo amoo ojalá nos quedemos juntos más tiempo! Siguelaaaa y Prontoo! ;)
Pamm Jonas
Re: Besos de Murciélago {Nick&tú}Terminada.
Chicas quedan 5 capítulos más aparte de estos dos que les subiré :) asi que prepárense (? xd
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Capitulo 27 - La hermandad marihuanera.
—Tío… pedazo submarino —comentó Charles mientras entraba en la tienda y procuraba divisar entre la humareda los rostros de los otros dos—. Se sale, chaval.
—Ya te digo. —Marcus le dio otra calada al porro—. ¿Quieres?
Nicholas negó con la cabeza.
—Estoy ocupado ahora mismo… intentando no ahogarme.
—Ja, ja, ¡es la hostia este inglés! —exclamó Charles, antes de que Marcus le pasase el canuto—. Joder, qué calor, dejadme espacio que voy a quitarme la chupa.
—¿La chupa? —preguntó Nicholas.
—Sí, brother, la chaqueta.
—Ah, entiendo.
El humo era denso. El olor a marihuana impregnaba sus fosas nasales, dejándole exhausto. Se sentía mareado. A pesar de no haberle dado ni una sola calada al porro, le empezó a entrar la risa tonta. Marcus ya se estaba liando el segundo.
—Me encantan estas excusiones —comentó—. Todos aquí, con la naturaleza…
—… con la naturaleza en los pulmones. —Charles soltó una brusca carcajada.
—Suena todo muy… místico —opinó Nicholas.
—Ya ves, tío. —Charles se acomodó más, cruzando las piernas al estilo indio—. Esto es espiritual.
Nicholas no estaba seguro de si hacer un submarino de marihuana en una tienda de campaña era una hazaña espiritual, pero tampoco le importaba demasiado. Marcus le había perdonado. Era un primer paso importante. Observó cómo el Mendigo se encendía el segundo canuto.
—¿Sabes lo que ha pasado, colega? Que el idiota de Matt quiere quitarle la novia a mi cuñao.
—Sí, va, ¿qué me cuentas, tío?, ¿en serio?
Nicholas escuchó con atención la conversación de los otros dos.
—Sí, solo porque se han peleado ya le ha dicho a _______ que duerma con él.
—¡Será mamón! —Charles alzó un puño—. Eh, brother, si quieres yo le pego dos hostias.
Nicholas consideró la oferta. No estaba seguro de que enviar a un matón fuese su mejor opción si quería que __________ le perdonase. Así que negó con la cabeza repetidamente.
—¿No? —Charles le miró decepcionado—. Joder, ¡con las ganas que le tengo a esa nenaza!
Su brother parecía triste por no haber obtenido permiso de Nicholas para descargar su furia sobre otra persona. Se mostró pensativo unos instantes y luego se echó a reír.
—Esta noche podríamos darle un buen susto a Cloe, que seguro que se muere de miedo —apuntó—. Y a Nixie…
—Oye, a Nixie no me la toques —le interrumpió Marcus.
Un silencio incómodo invadió la tienda. Se oía a lo lejos la brutal voz de Golpes y Sangre; era aterrador aun a distancia. Entonces Nicholas, en medio de la confusión que generaba aquel submarino, reparó en algo. Se giró hacia Marcus.
—¿Te gusta Nixie?
—Un poquitín. —Rió como un chiquillo.
Charles le dio una palmada en la espalda como buen camarada que era y, emocionado, le dijo:
—Joder, brother, nos hacemos mayores… Qué bonito es todo esto.
Nicholas sonrió abiertamente. Ya sabía cómo agradecerle a Marcus su innata solidaridad. Hablaría con Nixie en cuanto tuviese la mínima oportunidad. Sintió un pequeño escalofrío al imaginarse a los dos juntos, pero no le costó demasiado pensar en otra cosa y olvidar la imagen que había trazado en su cabeza. Era complicado fantasear con la idea de que Marcus tenía novia.
—Eh, entonces, ¿qué coño hacemos al final con la nenaza? —insistió Charles, que al parecer tenía unas ganas incontrolables de hacer el mal contra Matt.
—Alejarle de _________—musitó Nicholas, y casi le sorprendió su propia determinación.
—Vale. Yo me pegaré a mi hermana como una lapa. —Marcus rió de nuevo—. Y tú, Charles, intenta molestar un poco a Matt.
—Tranquilo. —Sonrió malévolo; a Nicholas casi le daba miedo—. Esa es… mi especialidad.
Cuando salieron de la tienda, Nicholas se tambaleó y estuvo a punto de tropezar con dos piquetas. El aire puro le pilló de improviso; se sentía como si llevase varias semanas viviendo bajo tierra. Se frotó la cara con desgana y luego buscó a __________ con la mirada. Le agradó descubrir que se encontraba junto a Amy, hablando tranquilamente.
—¿Y dónde está la nena? —preguntó Charles, refiriéndose a Matt.
Nicholas observó cómo su brother acariciaba sobre la tela la navaja que guardaba en el bolsillo. Tragó saliva despacio. Se convenció de que no era posible que estuviera tan sumamente loco.
Gorth se acercó hasta ellos mientras devoraba con calma una chocolatina. Les sonrió. Siempre parecía extremadamente tranquilo, y eso a Nicholas le gustaba.
—¿Cómo va eso, chicos?
—Aquí estamos —Charles se encogió de hombros—, vamos a hundir a Matt, ¿te unes a nuestra hermandad?
—¿Qué? —Gorth les miró sin comprender. Fue una pena que se despistase, porque, justo en ese instante de profunda ignorancia, Marcus le quitó un buen trozo de la chocolatina y se marchó corriendo con el botín hasta donde se encontraba su hermana, se sentó a su lado y se pegó a ella cual mejillón, tal como había prometido.
—¡Será…! ¡Marcus, esta te la guardo! —le gritó, girándose. Pero era tarde, no había nada que hacer. Marcus se había metido todo el chocolate en la boca de una sola vez. Nicholas temió que terminara atragantándose y asfixiándose—. Bueno, ¿qué narices decíais sobre la hermandad de no sé qué?
—¡Es verdad, colega, aún no nos hemos puesto nombre! —Charles alzó una mano, consternado—. Vale, ya lo tengo, seremos la Hermandad Marihuanera, en honor al momento de la creación del grupo.
Nicholas le miró fijamente. ¿Lo decía en serio? Él, Nicholas Jonas, uno de los líderes fundadores de… la Hermandad Marihuanera. Intentó no reír. Su brother parecía emocionado con la idea del nombre.
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Capitulo 27 - La hermandad marihuanera.
—Tío… pedazo submarino —comentó Charles mientras entraba en la tienda y procuraba divisar entre la humareda los rostros de los otros dos—. Se sale, chaval.
—Ya te digo. —Marcus le dio otra calada al porro—. ¿Quieres?
Nicholas negó con la cabeza.
—Estoy ocupado ahora mismo… intentando no ahogarme.
—Ja, ja, ¡es la hostia este inglés! —exclamó Charles, antes de que Marcus le pasase el canuto—. Joder, qué calor, dejadme espacio que voy a quitarme la chupa.
—¿La chupa? —preguntó Nicholas.
—Sí, brother, la chaqueta.
—Ah, entiendo.
El humo era denso. El olor a marihuana impregnaba sus fosas nasales, dejándole exhausto. Se sentía mareado. A pesar de no haberle dado ni una sola calada al porro, le empezó a entrar la risa tonta. Marcus ya se estaba liando el segundo.
—Me encantan estas excusiones —comentó—. Todos aquí, con la naturaleza…
—… con la naturaleza en los pulmones. —Charles soltó una brusca carcajada.
—Suena todo muy… místico —opinó Nicholas.
—Ya ves, tío. —Charles se acomodó más, cruzando las piernas al estilo indio—. Esto es espiritual.
Nicholas no estaba seguro de si hacer un submarino de marihuana en una tienda de campaña era una hazaña espiritual, pero tampoco le importaba demasiado. Marcus le había perdonado. Era un primer paso importante. Observó cómo el Mendigo se encendía el segundo canuto.
—¿Sabes lo que ha pasado, colega? Que el idiota de Matt quiere quitarle la novia a mi cuñao.
—Sí, va, ¿qué me cuentas, tío?, ¿en serio?
Nicholas escuchó con atención la conversación de los otros dos.
—Sí, solo porque se han peleado ya le ha dicho a _______ que duerma con él.
—¡Será mamón! —Charles alzó un puño—. Eh, brother, si quieres yo le pego dos hostias.
Nicholas consideró la oferta. No estaba seguro de que enviar a un matón fuese su mejor opción si quería que __________ le perdonase. Así que negó con la cabeza repetidamente.
—¿No? —Charles le miró decepcionado—. Joder, ¡con las ganas que le tengo a esa nenaza!
Su brother parecía triste por no haber obtenido permiso de Nicholas para descargar su furia sobre otra persona. Se mostró pensativo unos instantes y luego se echó a reír.
—Esta noche podríamos darle un buen susto a Cloe, que seguro que se muere de miedo —apuntó—. Y a Nixie…
—Oye, a Nixie no me la toques —le interrumpió Marcus.
Un silencio incómodo invadió la tienda. Se oía a lo lejos la brutal voz de Golpes y Sangre; era aterrador aun a distancia. Entonces Nicholas, en medio de la confusión que generaba aquel submarino, reparó en algo. Se giró hacia Marcus.
—¿Te gusta Nixie?
—Un poquitín. —Rió como un chiquillo.
Charles le dio una palmada en la espalda como buen camarada que era y, emocionado, le dijo:
—Joder, brother, nos hacemos mayores… Qué bonito es todo esto.
Nicholas sonrió abiertamente. Ya sabía cómo agradecerle a Marcus su innata solidaridad. Hablaría con Nixie en cuanto tuviese la mínima oportunidad. Sintió un pequeño escalofrío al imaginarse a los dos juntos, pero no le costó demasiado pensar en otra cosa y olvidar la imagen que había trazado en su cabeza. Era complicado fantasear con la idea de que Marcus tenía novia.
—Eh, entonces, ¿qué coño hacemos al final con la nenaza? —insistió Charles, que al parecer tenía unas ganas incontrolables de hacer el mal contra Matt.
—Alejarle de _________—musitó Nicholas, y casi le sorprendió su propia determinación.
—Vale. Yo me pegaré a mi hermana como una lapa. —Marcus rió de nuevo—. Y tú, Charles, intenta molestar un poco a Matt.
—Tranquilo. —Sonrió malévolo; a Nicholas casi le daba miedo—. Esa es… mi especialidad.
Cuando salieron de la tienda, Nicholas se tambaleó y estuvo a punto de tropezar con dos piquetas. El aire puro le pilló de improviso; se sentía como si llevase varias semanas viviendo bajo tierra. Se frotó la cara con desgana y luego buscó a __________ con la mirada. Le agradó descubrir que se encontraba junto a Amy, hablando tranquilamente.
—¿Y dónde está la nena? —preguntó Charles, refiriéndose a Matt.
Nicholas observó cómo su brother acariciaba sobre la tela la navaja que guardaba en el bolsillo. Tragó saliva despacio. Se convenció de que no era posible que estuviera tan sumamente loco.
Gorth se acercó hasta ellos mientras devoraba con calma una chocolatina. Les sonrió. Siempre parecía extremadamente tranquilo, y eso a Nicholas le gustaba.
—¿Cómo va eso, chicos?
—Aquí estamos —Charles se encogió de hombros—, vamos a hundir a Matt, ¿te unes a nuestra hermandad?
—¿Qué? —Gorth les miró sin comprender. Fue una pena que se despistase, porque, justo en ese instante de profunda ignorancia, Marcus le quitó un buen trozo de la chocolatina y se marchó corriendo con el botín hasta donde se encontraba su hermana, se sentó a su lado y se pegó a ella cual mejillón, tal como había prometido.
—¡Será…! ¡Marcus, esta te la guardo! —le gritó, girándose. Pero era tarde, no había nada que hacer. Marcus se había metido todo el chocolate en la boca de una sola vez. Nicholas temió que terminara atragantándose y asfixiándose—. Bueno, ¿qué narices decíais sobre la hermandad de no sé qué?
—¡Es verdad, colega, aún no nos hemos puesto nombre! —Charles alzó una mano, consternado—. Vale, ya lo tengo, seremos la Hermandad Marihuanera, en honor al momento de la creación del grupo.
Nicholas le miró fijamente. ¿Lo decía en serio? Él, Nicholas Jonas, uno de los líderes fundadores de… la Hermandad Marihuanera. Intentó no reír. Su brother parecía emocionado con la idea del nombre.
FranJones.
Re: Besos de Murciélago {Nick&tú}Terminada.
Capitulo 28 -Cosas inexplicables.
Dicen que en la vida ocurren cosas inexplicables. El hecho de que él se hubiese enamorado de _________ formaba parte de la lista. No había modo alguno de entender cómo había terminado inmerso en una situación tan descabellada. Cuando llegó a Estados Unidos jamás lo habría imaginado.
Y ahora la necesitaba. Los seres humanos se aferran con fuerza y facilidad a otras personas. Cuesta mucho más olvidarlas que quererlas. Nicholas tenía una idea clara que palpitaba en su mente: no deseaba olvidar a _________. Por mucho que todo le indicase que era lo que debía hacer. Él se marcharía en unos días y estarían separados, no podrían verse durante largas temporadas, y hasta la fecha _________ le odiaba. Había descubierto que él no era un príncipe azul, a diferencia de Nicholas, que acababa de descubrir que ella sí era su princesa.
La observó desde lejos. Estaba sentada sobre la fina hierba del claro del bosque, apoyada sobre el tronco de un árbol. Reía. Cuando reía estaba guapa, porque sus facciones se suavizaban. Nicholas siempre sentía ganas de acariciar sus rosadas mejillas…
Se sobresaltó cuando Charles le dio una brusca palmada en la espalda.
—No te desanimes, brother. El plan sigue en pie —le dijo, sonriéndole.
Nicholas le devolvió la sonrisa, agradecido. Empezaba a entender que existían ciertas personas que a veces hacían favores sin esperar recibir nada a cambio. Le extrañaba esa actitud, pero con el paso del tiempo había ido asimilándola.
Las horas se le antojaban lentas y misteriosamente densas, como si el tiempo se hubiese materializado en un enorme pastel de chocolate tan empalagoso que era imposible de comer. _________ no parecía reparar en su actitud y danzaba alegremente de un lado a otro, seguida de cerca por su hermano (y guardaespaldas temporal).
—¿Por qué demonios me persigues, Marcus? ¡Largo! —le gritó. Empezaba a molestarse.
Marcus se encogió de hombros.
—Eres mi hermana… Me gusta estar… contigo.
—¡Vamos!, pero ¿qué te ocurre? Estás muy raro, en serio. —Se cruzó de brazos y le inspeccionó de los pies a la cabeza como si con ello fuese a descubrir el secreto que guardaba—. Desaparece, no pienso repetírtelo.
Marcus ignoró todas sus súplicas y continuó pegado a ella como un buen mejillón. Estaba cumpliendo una misión. Nicholas quiso aplaudirle, pero hubiese sido algo poco discreto. Matt parecía contento tras saber que ellos estaban peleados y pasaba el rato contándole su aburrida vida a una paciente _________.
—Tómatelo con calma —le aconsejó Gorth, cuando pasó por su lado y advirtió que Nicholas comenzaba a desesperarse.
El inglés asintió, no muy convencido. Matt tenía complejo de pulpo y arrastraba sus tentáculos hasta terminar tocando siempre a _________. A Nicholas le importaba poco que Matt solo le rozase el hombro o la agarrase de la cintura, sencillamente no quería que tocase ni un solo pelo de su cabeza. Respiró hondo. Quizá el submarino de marihuana que habían montado en la tienda horas atrás le había dejado tonto de por vida. Esperaba que las secuelas fuesen reparables.
Finalmente, decidió acercarse hasta donde ________ se encontraba. Y se quedó allí, muy quieto, escuchando a Matt y mirando a Marcus de reojo.
—… Lo que intento decir es que está demostrado que un niño que crece con falta de afecto siempre tendrá problemas. Ningún psicólogo puede reparar el pasado de las personas; las vivencias dejan huellas que no pueden ser borradas. Sería fantástico que la ciencia avanzara lo suficiente como para hacer que los humanos olvidasen partes desagradables de sus vidas, todos seríamos mucho más felices.
Nicholas parpadeó confundido y miró fijamente a Matt. Este permanecía serio y sereno. El inglés estalló en una sonora carcajada y le señaló con el dedo índice.
—¿Esta conversación es real? —Nicholas miró a su alrededor, casi esperando encontrar una cámara oculta en el recoveco de algún árbol. Estaba seguro de que se trataba de una broma televisiva o algo por el estilo. Matt no podía estar martirizando a la pobre __________ con sus traumas infantiles en plena acampada. Aquello era demasiado.
Marcus rió con gesto lelo.
—No sé, yo hace media hora que he dejado de escucharle… —opinó, distraído.
—No me extraña. Yo también voy a fingir que me he quedado sordo, es el único modo de sobrevivir mientras él esté cerca —explicó, señalando a un enfadado Matt.
_______ intentó no reír. Odiaba que las palabras de Nicholas le hiciesen gracia, pero no podía dejar de admitir que las conversaciones de su amigo conseguían adormirla de una forma extraña. Se propuso gritarle a Nicholas que tuviese un poco más de respeto, pero cuando abrió la boca no pudo evitar que una brusca carcajada reemplazase sus palabras. De modo que Matt se marchó de allí enfurecido y se internó entre los frondosos árboles que bordeaban el claro. Nicholas le señaló divertido.
—¡Eso, corre, a ver si encuentras un oso y haces nuevos amigos!
__________ agradeció que Matt ya estuviese lo suficientemente lejos como para no escucharle. Le propinó un manotazo a Nicholas.
—¡No seas tan cruel!
—¡Pero si tú también te has reído! —le recordó.
—Yo… necesito otro porrito… —confesó Marcus, antes de desaparecer y dejarles a solas.
Se miraron fijamente durante unos instantes eternos. __________ no sabía si debía reír o llorar, tenía serias dudas al respecto. Esperó pacientemente hasta que Nicholas se dignó decir algo.
—¿Ahora ya podemos hablar? —preguntó inseguro.
___________ no contestó con palabras, pero asintió despacio con la cabeza. Nicholas alargó la mano, casi temblando, hasta que encontró sus dedos pequeños y los enroscó lentamente entre los suyos. __________ tenía la piel muy fría, y sonrió tímidamente. Él se armó de valor para dar un paso tras otro, tirando suavemente de __________, hasta llegar a la tienda de Marcus. Descorrió la cremallera y le indicó que entrase.
Se acomodaron sobre las esterillas y algunas mantas arrugadas. A pesar de que cada uno se había sentado en un extremo, gracias al espacio reducido de la tienda estaban muy juntos. Nicholas suspiró. ¿Qué tenía qué decir? Lo había olvidado. En realidad se había pasado la noche anterior memorizando un discurso bonito y extremadamente sensiblero, pero ninguna de las palabras que había planeado acudían ahora a su mente. Se había quedado en blanco.
—¿Y bien? —________, cruzada de brazos y sentada al estilo indio, parecía impaciente por escuchar su discurso.
Nicholas respiró hondo.
—Esto… Yo creo que… —balbució—. Bueno, es que yo… claro, ya sabes… ¿me entiendes, verdad? Era lo que quería decir…
—¿Qué? —Ella le observó divertida. Obviamente no había entendido nada.
—¡Pues eso, __________! ¿Qué más quieres que te diga? Si no puedes comprenderme… Era eso… y tal… —Se miró las manos, confuso. Estaba sudando a pesar del horrible frío que hacía.
—Nicholas… ¿cómo quieres que te entienda si aún no has dicho nada coherente?
Él alzó la vista y se perdió en el mar azul de sus ojos. Había vida en ellos.
Había transparencia. Todo estaba en su sitio, todo tenía su lugar. ¿No había dicho nada coherente? Quizá ________ tenía razón, porque no recordaba las palabras que acaba de pronunciar, se sentía demasiado intranquilo. Se asustó: podía oír incluso los latidos de su corazón. Empezaba a molestarle el tenso silencio. Cogió mucho aire de golpe.
—________, ¿entiendes que… te quiero?
Más y más silencio. Ambos en un mundo paralelo, lejos de todos los demás. __________ tragó saliva despacio y advirtió que estaba a punto de llorar.
—Sí.
—Entonces lo entiendes todo —concluyó Nicholas.
Sonrieron. Él se acercó despacio hacia ella. Alzó un dedo en lo alto y, extrañado por sus propios actos, acarició con lentitud las lágrimas que se escurrían por su rostro. Incluso llorando estaba guapa, ¿era eso posible? Probablemente influía lo que sentía por ella.
—No llores —le susurró—. Llorar… está mal.
—¿Quién te ha dicho algo así? —____________ encontró sus ojos grises e intentó que no le temblase el labio inferior al hablar.
—Mi padre —contestó, hablando muy bajito—. No hay que llorar, ¿por qué lo haces?
______________ respiró hondo. Tenía mocos y agradeció que Nicholas se sacase un pañuelo limpio del bolsillo y le limpiase con delicadeza.
—¿No te da asco? —preguntó ella.
—Un poquito. —Él le sonrió—. Pero después de mis propios mocos, los tuyos son los que menos asco me dan del mundo.
—Oh, ¡qué bonito, Nicholas!
__________ le abrazó entre risas. Comenzó a llorar con más intensidad. Él procuró no caer hacia atrás, dado que __________ se había tirado sobre él con todas sus fuerzas, y ahora su piernas rodeaban la cintura de Nicholas y ya no había espacio entre los dos siquiera para respirar. Cerró los ojos, con el rostro escondido entre sus cabellos, y durante unos segundos creyó encontrarse en medio del océano, al vaivén de las olas relajantes. Despertó de aquel trance al escuchar de nuevo los sollozos de _________.
—Pero ¿por qué lloras?
—Porque tengo miedo.
—¿De qué tienes miedo? —preguntó, y besó con ternura su cuello.
—De ti.
Nicholas sintió un pequeño escalofrío recorrer todo su cuerpo.
—Yo… no te haré daño.
—Eso dicen todos.
__________ se separó un poco de él, rompiendo aquel abrazo, para poder mirarle fijamente.
—Si engañaste a esa otra chica, ¿por qué no harías lo mismo conmigo?
—Porque no eres ella.
—¿Eso es todo?
—El todo lo eres tú, ________.
Cerró los ojos y se calmó cuando los labios de ella rozaron despacio los suyos. Aguantó las ganas de sonreír para poder sentir plenamente el contacto de aquel beso. _________besó después la punta de su nariz, sus mejillas, la frente y bajó por la barbilla hasta saborear delicadamente uno de sus hombros. Nicholas se estremeció y la abrazó más fuerte. Temía hacerle daño, temía presionar demasiado su cintura. Se concentró en escuchar la acelerada respiración de ___________. Empezaba a sentir que no podría quedarse quieto como una roca durante mucho más tiempo, así que acogió el rostro de ____________ entre las manos y la obligó a mirarle.
—Esta noche dormiré contigo —le dijo ella, sonriéndole.
—¿Esta noche? —Nicholas torció el gesto—. ¿Por qué no ahora?
—Son las dos del mediodía. —___________ ojeó confusa su reloj.
—Podemos dormir… la siesta.
No le dio tiempo a responder. Nicholas la tumbó sobre las mantas y cogió una de ellas, tapándoles a los dos. La abrazó y apoyó la cabeza en su pecho. Tiritó.
—__________, tengo frío.
—Eres como un bebé.
_________ rió y le frotó con una mano la espalda, infundiéndole calor. Nicholas sonrió agradecido ante sus mimos. Advirtió el resultado de la charla y su corazón palpitó alegre. Estaba perdonado.
Dicen que en la vida ocurren cosas inexplicables. El hecho de que él se hubiese enamorado de _________ formaba parte de la lista. No había modo alguno de entender cómo había terminado inmerso en una situación tan descabellada. Cuando llegó a Estados Unidos jamás lo habría imaginado.
Y ahora la necesitaba. Los seres humanos se aferran con fuerza y facilidad a otras personas. Cuesta mucho más olvidarlas que quererlas. Nicholas tenía una idea clara que palpitaba en su mente: no deseaba olvidar a _________. Por mucho que todo le indicase que era lo que debía hacer. Él se marcharía en unos días y estarían separados, no podrían verse durante largas temporadas, y hasta la fecha _________ le odiaba. Había descubierto que él no era un príncipe azul, a diferencia de Nicholas, que acababa de descubrir que ella sí era su princesa.
La observó desde lejos. Estaba sentada sobre la fina hierba del claro del bosque, apoyada sobre el tronco de un árbol. Reía. Cuando reía estaba guapa, porque sus facciones se suavizaban. Nicholas siempre sentía ganas de acariciar sus rosadas mejillas…
Se sobresaltó cuando Charles le dio una brusca palmada en la espalda.
—No te desanimes, brother. El plan sigue en pie —le dijo, sonriéndole.
Nicholas le devolvió la sonrisa, agradecido. Empezaba a entender que existían ciertas personas que a veces hacían favores sin esperar recibir nada a cambio. Le extrañaba esa actitud, pero con el paso del tiempo había ido asimilándola.
Las horas se le antojaban lentas y misteriosamente densas, como si el tiempo se hubiese materializado en un enorme pastel de chocolate tan empalagoso que era imposible de comer. _________ no parecía reparar en su actitud y danzaba alegremente de un lado a otro, seguida de cerca por su hermano (y guardaespaldas temporal).
—¿Por qué demonios me persigues, Marcus? ¡Largo! —le gritó. Empezaba a molestarse.
Marcus se encogió de hombros.
—Eres mi hermana… Me gusta estar… contigo.
—¡Vamos!, pero ¿qué te ocurre? Estás muy raro, en serio. —Se cruzó de brazos y le inspeccionó de los pies a la cabeza como si con ello fuese a descubrir el secreto que guardaba—. Desaparece, no pienso repetírtelo.
Marcus ignoró todas sus súplicas y continuó pegado a ella como un buen mejillón. Estaba cumpliendo una misión. Nicholas quiso aplaudirle, pero hubiese sido algo poco discreto. Matt parecía contento tras saber que ellos estaban peleados y pasaba el rato contándole su aburrida vida a una paciente _________.
—Tómatelo con calma —le aconsejó Gorth, cuando pasó por su lado y advirtió que Nicholas comenzaba a desesperarse.
El inglés asintió, no muy convencido. Matt tenía complejo de pulpo y arrastraba sus tentáculos hasta terminar tocando siempre a _________. A Nicholas le importaba poco que Matt solo le rozase el hombro o la agarrase de la cintura, sencillamente no quería que tocase ni un solo pelo de su cabeza. Respiró hondo. Quizá el submarino de marihuana que habían montado en la tienda horas atrás le había dejado tonto de por vida. Esperaba que las secuelas fuesen reparables.
Finalmente, decidió acercarse hasta donde ________ se encontraba. Y se quedó allí, muy quieto, escuchando a Matt y mirando a Marcus de reojo.
—… Lo que intento decir es que está demostrado que un niño que crece con falta de afecto siempre tendrá problemas. Ningún psicólogo puede reparar el pasado de las personas; las vivencias dejan huellas que no pueden ser borradas. Sería fantástico que la ciencia avanzara lo suficiente como para hacer que los humanos olvidasen partes desagradables de sus vidas, todos seríamos mucho más felices.
Nicholas parpadeó confundido y miró fijamente a Matt. Este permanecía serio y sereno. El inglés estalló en una sonora carcajada y le señaló con el dedo índice.
—¿Esta conversación es real? —Nicholas miró a su alrededor, casi esperando encontrar una cámara oculta en el recoveco de algún árbol. Estaba seguro de que se trataba de una broma televisiva o algo por el estilo. Matt no podía estar martirizando a la pobre __________ con sus traumas infantiles en plena acampada. Aquello era demasiado.
Marcus rió con gesto lelo.
—No sé, yo hace media hora que he dejado de escucharle… —opinó, distraído.
—No me extraña. Yo también voy a fingir que me he quedado sordo, es el único modo de sobrevivir mientras él esté cerca —explicó, señalando a un enfadado Matt.
_______ intentó no reír. Odiaba que las palabras de Nicholas le hiciesen gracia, pero no podía dejar de admitir que las conversaciones de su amigo conseguían adormirla de una forma extraña. Se propuso gritarle a Nicholas que tuviese un poco más de respeto, pero cuando abrió la boca no pudo evitar que una brusca carcajada reemplazase sus palabras. De modo que Matt se marchó de allí enfurecido y se internó entre los frondosos árboles que bordeaban el claro. Nicholas le señaló divertido.
—¡Eso, corre, a ver si encuentras un oso y haces nuevos amigos!
__________ agradeció que Matt ya estuviese lo suficientemente lejos como para no escucharle. Le propinó un manotazo a Nicholas.
—¡No seas tan cruel!
—¡Pero si tú también te has reído! —le recordó.
—Yo… necesito otro porrito… —confesó Marcus, antes de desaparecer y dejarles a solas.
Se miraron fijamente durante unos instantes eternos. __________ no sabía si debía reír o llorar, tenía serias dudas al respecto. Esperó pacientemente hasta que Nicholas se dignó decir algo.
—¿Ahora ya podemos hablar? —preguntó inseguro.
___________ no contestó con palabras, pero asintió despacio con la cabeza. Nicholas alargó la mano, casi temblando, hasta que encontró sus dedos pequeños y los enroscó lentamente entre los suyos. __________ tenía la piel muy fría, y sonrió tímidamente. Él se armó de valor para dar un paso tras otro, tirando suavemente de __________, hasta llegar a la tienda de Marcus. Descorrió la cremallera y le indicó que entrase.
Se acomodaron sobre las esterillas y algunas mantas arrugadas. A pesar de que cada uno se había sentado en un extremo, gracias al espacio reducido de la tienda estaban muy juntos. Nicholas suspiró. ¿Qué tenía qué decir? Lo había olvidado. En realidad se había pasado la noche anterior memorizando un discurso bonito y extremadamente sensiblero, pero ninguna de las palabras que había planeado acudían ahora a su mente. Se había quedado en blanco.
—¿Y bien? —________, cruzada de brazos y sentada al estilo indio, parecía impaciente por escuchar su discurso.
Nicholas respiró hondo.
—Esto… Yo creo que… —balbució—. Bueno, es que yo… claro, ya sabes… ¿me entiendes, verdad? Era lo que quería decir…
—¿Qué? —Ella le observó divertida. Obviamente no había entendido nada.
—¡Pues eso, __________! ¿Qué más quieres que te diga? Si no puedes comprenderme… Era eso… y tal… —Se miró las manos, confuso. Estaba sudando a pesar del horrible frío que hacía.
—Nicholas… ¿cómo quieres que te entienda si aún no has dicho nada coherente?
Él alzó la vista y se perdió en el mar azul de sus ojos. Había vida en ellos.
Había transparencia. Todo estaba en su sitio, todo tenía su lugar. ¿No había dicho nada coherente? Quizá ________ tenía razón, porque no recordaba las palabras que acaba de pronunciar, se sentía demasiado intranquilo. Se asustó: podía oír incluso los latidos de su corazón. Empezaba a molestarle el tenso silencio. Cogió mucho aire de golpe.
—________, ¿entiendes que… te quiero?
Más y más silencio. Ambos en un mundo paralelo, lejos de todos los demás. __________ tragó saliva despacio y advirtió que estaba a punto de llorar.
—Sí.
—Entonces lo entiendes todo —concluyó Nicholas.
Sonrieron. Él se acercó despacio hacia ella. Alzó un dedo en lo alto y, extrañado por sus propios actos, acarició con lentitud las lágrimas que se escurrían por su rostro. Incluso llorando estaba guapa, ¿era eso posible? Probablemente influía lo que sentía por ella.
—No llores —le susurró—. Llorar… está mal.
—¿Quién te ha dicho algo así? —____________ encontró sus ojos grises e intentó que no le temblase el labio inferior al hablar.
—Mi padre —contestó, hablando muy bajito—. No hay que llorar, ¿por qué lo haces?
______________ respiró hondo. Tenía mocos y agradeció que Nicholas se sacase un pañuelo limpio del bolsillo y le limpiase con delicadeza.
—¿No te da asco? —preguntó ella.
—Un poquito. —Él le sonrió—. Pero después de mis propios mocos, los tuyos son los que menos asco me dan del mundo.
—Oh, ¡qué bonito, Nicholas!
__________ le abrazó entre risas. Comenzó a llorar con más intensidad. Él procuró no caer hacia atrás, dado que __________ se había tirado sobre él con todas sus fuerzas, y ahora su piernas rodeaban la cintura de Nicholas y ya no había espacio entre los dos siquiera para respirar. Cerró los ojos, con el rostro escondido entre sus cabellos, y durante unos segundos creyó encontrarse en medio del océano, al vaivén de las olas relajantes. Despertó de aquel trance al escuchar de nuevo los sollozos de _________.
—Pero ¿por qué lloras?
—Porque tengo miedo.
—¿De qué tienes miedo? —preguntó, y besó con ternura su cuello.
—De ti.
Nicholas sintió un pequeño escalofrío recorrer todo su cuerpo.
—Yo… no te haré daño.
—Eso dicen todos.
__________ se separó un poco de él, rompiendo aquel abrazo, para poder mirarle fijamente.
—Si engañaste a esa otra chica, ¿por qué no harías lo mismo conmigo?
—Porque no eres ella.
—¿Eso es todo?
—El todo lo eres tú, ________.
Cerró los ojos y se calmó cuando los labios de ella rozaron despacio los suyos. Aguantó las ganas de sonreír para poder sentir plenamente el contacto de aquel beso. _________besó después la punta de su nariz, sus mejillas, la frente y bajó por la barbilla hasta saborear delicadamente uno de sus hombros. Nicholas se estremeció y la abrazó más fuerte. Temía hacerle daño, temía presionar demasiado su cintura. Se concentró en escuchar la acelerada respiración de ___________. Empezaba a sentir que no podría quedarse quieto como una roca durante mucho más tiempo, así que acogió el rostro de ____________ entre las manos y la obligó a mirarle.
—Esta noche dormiré contigo —le dijo ella, sonriéndole.
—¿Esta noche? —Nicholas torció el gesto—. ¿Por qué no ahora?
—Son las dos del mediodía. —___________ ojeó confusa su reloj.
—Podemos dormir… la siesta.
No le dio tiempo a responder. Nicholas la tumbó sobre las mantas y cogió una de ellas, tapándoles a los dos. La abrazó y apoyó la cabeza en su pecho. Tiritó.
—__________, tengo frío.
—Eres como un bebé.
_________ rió y le frotó con una mano la espalda, infundiéndole calor. Nicholas sonrió agradecido ante sus mimos. Advirtió el resultado de la charla y su corazón palpitó alegre. Estaba perdonado.
FranJones.
Re: Besos de Murciélago {Nick&tú}Terminada.
Awww me encanto el ultimo capitulo
Ya lo perdono y las palabras de nicholas *_*
Ola soy nueva lectora, bueno ni tanto ya la venia leyendo pero no habia
Comentado me encanta
Pero me pregunto q pasara cuando nick se vaya
Ya lo perdono y las palabras de nicholas *_*
Ola soy nueva lectora, bueno ni tanto ya la venia leyendo pero no habia
Comentado me encanta
Pero me pregunto q pasara cuando nick se vaya
As I am
Re: Besos de Murciélago {Nick&tú}Terminada.
hay mas calidad q esten otra vez juntos :)
siguela por favor
no quiero q esta nove termine tan rapido
esperare con ansias los siguientes capitulos
siguela por favor
no quiero q esta nove termine tan rapido
esperare con ansias los siguientes capitulos
ElitzJb
Re: Besos de Murciélago {Nick&tú}Terminada.
el ultimo capitulo me mato, fue tan hermoso con pocas palabras arreglaron todo lo amodoro a esos dos ... sigue pronto cuidate
haydeejOnaz
Re: Besos de Murciélago {Nick&tú}Terminada.
awwww q lindos capitulos... lastima q ya va ha terminar pero q se hace lo bueno dra poco... siguela
XILE!!
Re: Besos de Murciélago {Nick&tú}Terminada.
:wut: AAAAAHHH!!!!!!
POOORRFIIIINNNNN!!!
POOOORRRFIIINNNNNN!!!
QUEE ALEGRIIAAAAAA!!!!!
JAJAJAJAJJAJAJAJA ME ENCATA MARCUUSSSS!!!
JAJAJAJAJAJJAJA
POOORRFIIIINNNNN!!!
POOOORRRFIIINNNNNN!!!
QUEE ALEGRIIAAAAAA!!!!!
JAJAJAJAJJAJAJAJA ME ENCATA MARCUUSSSS!!!
JAJAJAJAJAJJAJA
chelis
Re: Besos de Murciélago {Nick&tú}Terminada.
Bienvenida!!!!! ;)As I am escribió:Awww me encanto el ultimo capitulo
Ya lo perdono y las palabras de nicholas *_*
Ola soy nueva lectora, bueno ni tanto ya la venia leyendo pero no habia
Comentado me encanta
Pero me pregunto q pasara cuando nick se vaya
FranJones.
Re: Besos de Murciélago {Nick&tú}Terminada.
Capitulo 29 - __________ y Nicholas.
Escuchaba la voz de __________ lejana, como si ella se encontrara en un mundo paralelo. Sonrió tontamente.
—¿No me has oído? ¡Son las seis de la tarde!
Se hizo un ovillo bajo las mantas y, cuando la encontró junto a él, se abrazó a su cuerpo como si la vida le fuese en ello. __________ le dio un manotazo en el hombro y le sacudió con fuerza.
—¿Piensas levantarte algún día o tengo que llamar a la grúa?
Nicholas parpadeó repetidamente antes de conseguir abrir los ojos. Bostezó. Se incorporó despacio y ojeó el interior de la tienda de campaña. Ya había anochecido, la oscuridad lo invadía todo. Le dirigió a __________ una mirada afilada.
—Gracias por romper el supuesto despertar romántico.
—¡Vamos, Nicholas! Llevo diez minutos rogándote que despiertes de una vez por todas.
—¡Pero podría haber sido diferente! —Alzó las manos, consternado—. En vez de pegarme, que me hubieses traído la merienda en una bandeja quizá habría sido una buena idea.
—¿Me has confundido con una de tus sirvientas o qué?
Nicholas chasqueó la lengua, molesto. Se miró a sí mismo, tendido sobre las mantas, con los codos ligeramente apoyados en el suelo y el torso erguido. Movió un poco los pies, de lado a lado.
—__________, no quiero alarmarte… pero lo mejor será que dejemos la discusión para otro momento.
—¿Qué te pasa ahora? —bufó.
—Se me han dormido las piernas. —La miró apenado, dedicándole un gracioso puchero.
________ rió con ganas.
—Puede que sea porque me he dormido encima de ti. —Sacudió una mano frente a su rostro, quitándole importancia al asunto—. Se te pasará en unos minutos.
Nicholas frunció el ceño y se estremeció cuando empezó a notar un leve cosquilleo ascendiendo por las piernas.
—¿Es que no había sitio en la tienda y tenías que dormir sobre mi cuerpo?
—Tenía frío. —____________ se encogió de hombros.
—Yo también tenía frío, pero no por ello he intentado aplastarte.
Ella sonrió tímidamente mientras el rostro de Nicholas se contorsionaba en extrañas muecas a cual más ridícula a causa del electrizante cosquilleo que se adueñaba de sus extremidades inferiores. Le apartó sin excesiva delicadeza algunos mechones que le caían alborotados por la frente y le dio un beso en la nariz.
—Eres tonto.
—Qué halagador, cariño.
__________ abrió mucho la boca y le señaló con el dedo índice. Nicholas dobló las rodillas, ya casi no tenía las piernas dormidas.
—¡Me has llamado cariño! —explotó la joven.
—¿Qué? —Nicholas la miró sin comprender—. No, claro que no.
—¡Acabas de decirlo!
—Lo habrás soñado.
__________ se hizo a un lado, escaló por el cuerpo de él y se sentó sin reparos sobre sus piernas. Le pellizcó las mejillas mientras una pícara sonrisa curvaba sus labios.
—¿Te da vergüenza? No tiene nada de malo.
Nicholas se señaló las piernas, sobre las que ella continuaba acomodada.
—No has tenido suficiente con echarte la siesta encima de mí, ¿verdad?
—Ahora no cambies de tema. —Acogió el rostro de Nicholas entre sus pequeñas manos—. ¡Me has llamado cariño! —repitió, emocionada.
Nicholas tragó saliva despacio. Sí, era cierto. Lo había dicho sin pensar, pero jamás lo reconocería en voz alta. Al menos no delante de ella. Negó con la cabeza, sin dar su brazo a torcer. Intentó encontrar algún asunto importante que le hiciese olvidar el percance.
—¿Y qué haremos con… lo nuestro? —preguntó, casi en susurros—. Yo me iré en apenas dos días.
—Podremos vernos durante las vacaciones —meditó _________—. Y quizá algún fin de semana si encontramos vuelos baratos de última hora.
Nicholas volvió a tragar saliva despacio. La abrazó. Rodeó con sus grandes manos la cintura de _________ y se pegó a ella todo lo que pudo. Intentó imaginar cómo serían sus días sin oler su cabello, sin verla reír, sin observar cómo fruncía el ceño cuando se enfadaba, sin gritarle ni insultarle…
—¿Me llamarás todos los días? —preguntó, y le dirigió una mirada suplicante. A ella comenzó a temblarle el labio inferior, y Nicholas advirtió que se avecinaba otra cascada de lágrimas—. No llores otra vez, por favor.
—¡No estoy llorando! —gimoteó __________, mientras algunas lágrimas ya se derramaban por sus mejillas.
Él aguantó las ganas de reírse.
—Vamos a estar juntos —le susurró al oído. ____________ se calmó poco a poco, con el rostro escondido en su pecho—. No importa la distancia; así, cuando nos veamos, tendremos más ganas de intentar matarnos el uno al otro —Sonrió al oír que ella empezaba a reír—, seguro que todo saldrá bien.
______________ no quería pensar durante mucho tiempo en esa fatídica despedida. Decidieron pasar el resto de la tarde con el grupo de amigos, olvidando así sus próximos problemas. Cuando la humedad aumentó y el frío se tornó más punzante, encendieron una hoguera y se acomodaron alrededor. Y conforme las horas fueron pasando, ambos se quedaron a solas con Nixie y Cloe. Los demás ya estaban durmiendo; desgraciadamente ellos habían dormido una siesta demasiado larga como para volver a conciliar el sueño.
—Chicos, creo que nosotras nos vamos ya a descansar —comentó Cloe. Se levantó y Nixie también la imitó, mientras bostezaba.
—Dulces sueños —murmuró _________.
Nicholas se acercó sigiloso a _________ para susurrarle al oído.
—Dudo que la palabra «dulce» forme parte del vocabulario de Cloe. Es probable que no te haya entendido.
Ella le apartó dándole un pequeño empujón. Cloe le dirigió una mirada asesina a Nicholas antes de echar a andar hacia su tienda de campaña. Entonces él recordó algo y llamó a Nixie. Esta se acercó de nuevo a la hoguera.
—¿Qué pasa?
—Marcus está solo… en su tienda… —le informó Nicholas. Sus ojos grises brillaban malévolos bajo la fantasmagórica luz de las llamas.
—¿Qué importa…? No tengo ninguna oportunidad —replicó Nixie con fastidio.
—¡Claro que sí! Le gustas, me lo ha dicho hoy… un pajarito —dijo Nicholas, y tanto _________ como Nixie sonrieron emocionadas.
—¿En serio?
—Totalmente. —Nicholas se llevó una mano al pecho, como si al señalarse el corazón sellase una especie de juramento.
Nixie se encaminó a paso rápido hacia la tienda de Marcus, nerviosa y tambaleándose de vez en cuando. __________ y Nicholas se quedaron a solas.
—¿Cómo es posible que mi hermano te lo dijese a ti antes que a mí?
—Marcus me adora, _________. Acéptalo.
Se ganó un segundo empujón. Tras un inofensivo forcejeo acompañado de algunas risas, ____________ se levantó y le tendió una mano, instándole a que él también lo hiciese.
—Quiero enseñarte algo.
—¿Ahora? —Nicholas frunció el ceño.
—Sí. —Sonrió—. Seguro que te gusta. Sígueme.
_____________ se internó entre los frondosos árboles, y Nicholas, sin saber muy bien qué hacer, accedió a seguir sus pasos. Le asustaba que pudiesen perderse o, peor aún, que se topasen con algún animal peligroso. Ella apenas se giraba y se movía con agilidad sorteando los arbustos y las rocas que entorpecían el camino. A Nicholas le costaba algo más coger el ritmo, no estaba familiarizado con los espacios naturales abiertos.
Tenía ganas de estar con __________ alrededor de la hoguera que habían dejado atrás. Era un fastidio que las chicas siempre terminasen arruinando sutilmente todos los momentos que el género masculino calificaba de «románticos». Para Nicholas, caminar por el bosque a media noche no era nada «romántico», tropezar con piedras una vez tras otra no era «romántico» y mancharse sus zapatos italianos de barro tampoco era algo «romántico».
Se sentía cansado, y se disponía a abrir la boca para empezar a protestar cuando __________ se giró hacia él con una enorme sonrisa en medio de la noche y le indicó que acababan de llegar. Apartó con una de sus pequeñas manos los arbustos que se extendían frente a ellos, mostrándole así el hermoso paisaje que se dibujaba ante sus ojos.
Las estrellas brillaban intensamente como si un millar de faros iluminasen las rutas del cielo. La montaña donde ellos se encontraban parecía haber sido cortada por la mitad, de un modo limpio, dando pie a un vertiginoso acantilado que se recortaba entre la vegetación del lugar. Nicholas sonrió tontamente.
—¿Esto no será una trampa para matarme y quedarte con mi seguro de vida, verdad? Recuerda que aún no estamos casados.
—Va, tonto, siéntate conmigo —pidió ella, que se acomodó en el suelo y extendió los brazos. Nicholas se dejó caer delante de ____________ y ella le abrazó por detrás con suavidad—. ¿Ves? Te dije que te gustaría.
—No me gusta. —Arrugó la nariz.
—Mientes.
—Vale, solo me gusta un poquitín. —Nicholas se relajó y consiguió sonreír. Si alzaba la cabeza, ___________ apoyaba la barbilla entre su pelo, y él podía contar las estrellas perfectamente desde esa posición.
Recordó la primera vez que la besó de verdad, en medio de aquella horrible discoteca repleta de luces y ruido. También aquel día había contado las estrellas, en el parking, cuando no sabía qué más hacer o decir. Y le había sobrado cualquier palabra; se sentía bien así, en silencio, a su lado. Se marcharía a otro continente dos días después; aun así no tenía nada que decir. Suponía que en su relación con ___________ siempre habían sobrado las palabras; solo las usaban para humillarse e insultarse, y en los buenos momentos dejaban paso al silencio, como si les abrigase y les meciese en un vals tranquilo.
—Me gusta este sitio —admitió Nicholas.
—Y a mí también. —___________ respiró hondo y su aliento le hizo cosquillas a Nicholas en la nuca—. Esta es la segunda vez que vengo a este lugar. La primera vez fue hace dos años, durante una de las acampadas que hacemos cada Navidad. También era de noche y no conseguía dormirme, así que salí de mi tienda y comencé a caminar hasta llegar a este acantilado.
Nicholas se giró sorprendido.
—Tú no temes morir, ¿verdad?
—Chist, déjame terminar —pidió ella—. La cuestión es que ese día me sentía triste y sola, y me preguntaba si algún día lograría encontrar a mi alma gemela. Me prometí a mí misma que si lo lograba le traería a este sitio.
—Oooh. —Nicholas la miró con ternura, pero no pudo evitar reír. _________ frunció el ceño y él le dio un beso en la frente—. No te enfades, es la historia más bonita que jamás he vivido: la nuestra.
____________ sonrió y le pidió a Nicholas que se pusiera de pie.
—Pero aún hay más —le dijo—. Quiero enseñarte otra cosa.
__________ se encaminó hacia el árbol más cercano e inspeccionó su corteza. Nicholas la observó preguntándose qué estaría buscando.
—¡Aquí está! —gritó ella, y frotó con la manga de su chaqueta una zona del tronco—. Acércate, Nicholas.
Nicholas distinguió unas letras talladas en el árbol, que decían: «________ y...».
—Cuando lo escribí no había nadie que me complementase, no encontré ningún nombre que pudiese acompañar al mío. —Sonrió—. Pero ahora sí.
__________ le dio a Nicholas una piedra y él comenzó a rasgar la corteza de madera con la punta, en silencio. Ella contempló satisfecha cómo el nombre de Nicholas se iba dibujando lentamente bajo el suyo. Cuando él terminó, se giró y la besó.
—Me ha gustado mucho… venir aquí contigo —le susurró al oído.
—Lo sé.
Y cogidos de la mano caminaron por el bosque y regresaron a la zona de acampada. Durmieron juntos, con la certeza de que solo les quedaban dos noches más por delante y a sabiendas de que el tiempo no se detiene nunca.
Que cap más bonito no? *___* jajajaja espero les haya gustado :P
Escuchaba la voz de __________ lejana, como si ella se encontrara en un mundo paralelo. Sonrió tontamente.
—¿No me has oído? ¡Son las seis de la tarde!
Se hizo un ovillo bajo las mantas y, cuando la encontró junto a él, se abrazó a su cuerpo como si la vida le fuese en ello. __________ le dio un manotazo en el hombro y le sacudió con fuerza.
—¿Piensas levantarte algún día o tengo que llamar a la grúa?
Nicholas parpadeó repetidamente antes de conseguir abrir los ojos. Bostezó. Se incorporó despacio y ojeó el interior de la tienda de campaña. Ya había anochecido, la oscuridad lo invadía todo. Le dirigió a __________ una mirada afilada.
—Gracias por romper el supuesto despertar romántico.
—¡Vamos, Nicholas! Llevo diez minutos rogándote que despiertes de una vez por todas.
—¡Pero podría haber sido diferente! —Alzó las manos, consternado—. En vez de pegarme, que me hubieses traído la merienda en una bandeja quizá habría sido una buena idea.
—¿Me has confundido con una de tus sirvientas o qué?
Nicholas chasqueó la lengua, molesto. Se miró a sí mismo, tendido sobre las mantas, con los codos ligeramente apoyados en el suelo y el torso erguido. Movió un poco los pies, de lado a lado.
—__________, no quiero alarmarte… pero lo mejor será que dejemos la discusión para otro momento.
—¿Qué te pasa ahora? —bufó.
—Se me han dormido las piernas. —La miró apenado, dedicándole un gracioso puchero.
________ rió con ganas.
—Puede que sea porque me he dormido encima de ti. —Sacudió una mano frente a su rostro, quitándole importancia al asunto—. Se te pasará en unos minutos.
Nicholas frunció el ceño y se estremeció cuando empezó a notar un leve cosquilleo ascendiendo por las piernas.
—¿Es que no había sitio en la tienda y tenías que dormir sobre mi cuerpo?
—Tenía frío. —____________ se encogió de hombros.
—Yo también tenía frío, pero no por ello he intentado aplastarte.
Ella sonrió tímidamente mientras el rostro de Nicholas se contorsionaba en extrañas muecas a cual más ridícula a causa del electrizante cosquilleo que se adueñaba de sus extremidades inferiores. Le apartó sin excesiva delicadeza algunos mechones que le caían alborotados por la frente y le dio un beso en la nariz.
—Eres tonto.
—Qué halagador, cariño.
__________ abrió mucho la boca y le señaló con el dedo índice. Nicholas dobló las rodillas, ya casi no tenía las piernas dormidas.
—¡Me has llamado cariño! —explotó la joven.
—¿Qué? —Nicholas la miró sin comprender—. No, claro que no.
—¡Acabas de decirlo!
—Lo habrás soñado.
__________ se hizo a un lado, escaló por el cuerpo de él y se sentó sin reparos sobre sus piernas. Le pellizcó las mejillas mientras una pícara sonrisa curvaba sus labios.
—¿Te da vergüenza? No tiene nada de malo.
Nicholas se señaló las piernas, sobre las que ella continuaba acomodada.
—No has tenido suficiente con echarte la siesta encima de mí, ¿verdad?
—Ahora no cambies de tema. —Acogió el rostro de Nicholas entre sus pequeñas manos—. ¡Me has llamado cariño! —repitió, emocionada.
Nicholas tragó saliva despacio. Sí, era cierto. Lo había dicho sin pensar, pero jamás lo reconocería en voz alta. Al menos no delante de ella. Negó con la cabeza, sin dar su brazo a torcer. Intentó encontrar algún asunto importante que le hiciese olvidar el percance.
—¿Y qué haremos con… lo nuestro? —preguntó, casi en susurros—. Yo me iré en apenas dos días.
—Podremos vernos durante las vacaciones —meditó _________—. Y quizá algún fin de semana si encontramos vuelos baratos de última hora.
Nicholas volvió a tragar saliva despacio. La abrazó. Rodeó con sus grandes manos la cintura de _________ y se pegó a ella todo lo que pudo. Intentó imaginar cómo serían sus días sin oler su cabello, sin verla reír, sin observar cómo fruncía el ceño cuando se enfadaba, sin gritarle ni insultarle…
—¿Me llamarás todos los días? —preguntó, y le dirigió una mirada suplicante. A ella comenzó a temblarle el labio inferior, y Nicholas advirtió que se avecinaba otra cascada de lágrimas—. No llores otra vez, por favor.
—¡No estoy llorando! —gimoteó __________, mientras algunas lágrimas ya se derramaban por sus mejillas.
Él aguantó las ganas de reírse.
—Vamos a estar juntos —le susurró al oído. ____________ se calmó poco a poco, con el rostro escondido en su pecho—. No importa la distancia; así, cuando nos veamos, tendremos más ganas de intentar matarnos el uno al otro —Sonrió al oír que ella empezaba a reír—, seguro que todo saldrá bien.
______________ no quería pensar durante mucho tiempo en esa fatídica despedida. Decidieron pasar el resto de la tarde con el grupo de amigos, olvidando así sus próximos problemas. Cuando la humedad aumentó y el frío se tornó más punzante, encendieron una hoguera y se acomodaron alrededor. Y conforme las horas fueron pasando, ambos se quedaron a solas con Nixie y Cloe. Los demás ya estaban durmiendo; desgraciadamente ellos habían dormido una siesta demasiado larga como para volver a conciliar el sueño.
—Chicos, creo que nosotras nos vamos ya a descansar —comentó Cloe. Se levantó y Nixie también la imitó, mientras bostezaba.
—Dulces sueños —murmuró _________.
Nicholas se acercó sigiloso a _________ para susurrarle al oído.
—Dudo que la palabra «dulce» forme parte del vocabulario de Cloe. Es probable que no te haya entendido.
Ella le apartó dándole un pequeño empujón. Cloe le dirigió una mirada asesina a Nicholas antes de echar a andar hacia su tienda de campaña. Entonces él recordó algo y llamó a Nixie. Esta se acercó de nuevo a la hoguera.
—¿Qué pasa?
—Marcus está solo… en su tienda… —le informó Nicholas. Sus ojos grises brillaban malévolos bajo la fantasmagórica luz de las llamas.
—¿Qué importa…? No tengo ninguna oportunidad —replicó Nixie con fastidio.
—¡Claro que sí! Le gustas, me lo ha dicho hoy… un pajarito —dijo Nicholas, y tanto _________ como Nixie sonrieron emocionadas.
—¿En serio?
—Totalmente. —Nicholas se llevó una mano al pecho, como si al señalarse el corazón sellase una especie de juramento.
Nixie se encaminó a paso rápido hacia la tienda de Marcus, nerviosa y tambaleándose de vez en cuando. __________ y Nicholas se quedaron a solas.
—¿Cómo es posible que mi hermano te lo dijese a ti antes que a mí?
—Marcus me adora, _________. Acéptalo.
Se ganó un segundo empujón. Tras un inofensivo forcejeo acompañado de algunas risas, ____________ se levantó y le tendió una mano, instándole a que él también lo hiciese.
—Quiero enseñarte algo.
—¿Ahora? —Nicholas frunció el ceño.
—Sí. —Sonrió—. Seguro que te gusta. Sígueme.
_____________ se internó entre los frondosos árboles, y Nicholas, sin saber muy bien qué hacer, accedió a seguir sus pasos. Le asustaba que pudiesen perderse o, peor aún, que se topasen con algún animal peligroso. Ella apenas se giraba y se movía con agilidad sorteando los arbustos y las rocas que entorpecían el camino. A Nicholas le costaba algo más coger el ritmo, no estaba familiarizado con los espacios naturales abiertos.
Tenía ganas de estar con __________ alrededor de la hoguera que habían dejado atrás. Era un fastidio que las chicas siempre terminasen arruinando sutilmente todos los momentos que el género masculino calificaba de «románticos». Para Nicholas, caminar por el bosque a media noche no era nada «romántico», tropezar con piedras una vez tras otra no era «romántico» y mancharse sus zapatos italianos de barro tampoco era algo «romántico».
Se sentía cansado, y se disponía a abrir la boca para empezar a protestar cuando __________ se giró hacia él con una enorme sonrisa en medio de la noche y le indicó que acababan de llegar. Apartó con una de sus pequeñas manos los arbustos que se extendían frente a ellos, mostrándole así el hermoso paisaje que se dibujaba ante sus ojos.
Las estrellas brillaban intensamente como si un millar de faros iluminasen las rutas del cielo. La montaña donde ellos se encontraban parecía haber sido cortada por la mitad, de un modo limpio, dando pie a un vertiginoso acantilado que se recortaba entre la vegetación del lugar. Nicholas sonrió tontamente.
—¿Esto no será una trampa para matarme y quedarte con mi seguro de vida, verdad? Recuerda que aún no estamos casados.
—Va, tonto, siéntate conmigo —pidió ella, que se acomodó en el suelo y extendió los brazos. Nicholas se dejó caer delante de ____________ y ella le abrazó por detrás con suavidad—. ¿Ves? Te dije que te gustaría.
—No me gusta. —Arrugó la nariz.
—Mientes.
—Vale, solo me gusta un poquitín. —Nicholas se relajó y consiguió sonreír. Si alzaba la cabeza, ___________ apoyaba la barbilla entre su pelo, y él podía contar las estrellas perfectamente desde esa posición.
Recordó la primera vez que la besó de verdad, en medio de aquella horrible discoteca repleta de luces y ruido. También aquel día había contado las estrellas, en el parking, cuando no sabía qué más hacer o decir. Y le había sobrado cualquier palabra; se sentía bien así, en silencio, a su lado. Se marcharía a otro continente dos días después; aun así no tenía nada que decir. Suponía que en su relación con ___________ siempre habían sobrado las palabras; solo las usaban para humillarse e insultarse, y en los buenos momentos dejaban paso al silencio, como si les abrigase y les meciese en un vals tranquilo.
—Me gusta este sitio —admitió Nicholas.
—Y a mí también. —___________ respiró hondo y su aliento le hizo cosquillas a Nicholas en la nuca—. Esta es la segunda vez que vengo a este lugar. La primera vez fue hace dos años, durante una de las acampadas que hacemos cada Navidad. También era de noche y no conseguía dormirme, así que salí de mi tienda y comencé a caminar hasta llegar a este acantilado.
Nicholas se giró sorprendido.
—Tú no temes morir, ¿verdad?
—Chist, déjame terminar —pidió ella—. La cuestión es que ese día me sentía triste y sola, y me preguntaba si algún día lograría encontrar a mi alma gemela. Me prometí a mí misma que si lo lograba le traería a este sitio.
—Oooh. —Nicholas la miró con ternura, pero no pudo evitar reír. _________ frunció el ceño y él le dio un beso en la frente—. No te enfades, es la historia más bonita que jamás he vivido: la nuestra.
____________ sonrió y le pidió a Nicholas que se pusiera de pie.
—Pero aún hay más —le dijo—. Quiero enseñarte otra cosa.
__________ se encaminó hacia el árbol más cercano e inspeccionó su corteza. Nicholas la observó preguntándose qué estaría buscando.
—¡Aquí está! —gritó ella, y frotó con la manga de su chaqueta una zona del tronco—. Acércate, Nicholas.
Nicholas distinguió unas letras talladas en el árbol, que decían: «________ y...».
—Cuando lo escribí no había nadie que me complementase, no encontré ningún nombre que pudiese acompañar al mío. —Sonrió—. Pero ahora sí.
__________ le dio a Nicholas una piedra y él comenzó a rasgar la corteza de madera con la punta, en silencio. Ella contempló satisfecha cómo el nombre de Nicholas se iba dibujando lentamente bajo el suyo. Cuando él terminó, se giró y la besó.
—Me ha gustado mucho… venir aquí contigo —le susurró al oído.
—Lo sé.
Y cogidos de la mano caminaron por el bosque y regresaron a la zona de acampada. Durmieron juntos, con la certeza de que solo les quedaban dos noches más por delante y a sabiendas de que el tiempo no se detiene nunca.
Que cap más bonito no? *___* jajajaja espero les haya gustado :P
FranJones.
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