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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Besos de Murciélago {Nick&tú}Terminada.
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Besos de Murciélago {Nick&tú}Terminada.
creo que esos dos son muy parecidos, sin duda se llevaran bien lo presiento sigue pronto cuidate
P.D ya me paso por tu nueva novela
P.D ya me paso por tu nueva novela
haydeejOnaz
Re: Besos de Murciélago {Nick&tú}Terminada.
que pesado es Nicholas en fin con los dias se ondra blandito
o por las buenas o por las malas cierto ahhaha
xoxo
o por las buenas o por las malas cierto ahhaha
xoxo
Belencita
Re: Besos de Murciélago {Nick&tú}Terminada.
jajajaja
me encanto esos 2 peleando
son geniales
jeje el tierno perrito se va con ella
siguela me fascina la nove :)
me encanto esos 2 peleando
son geniales
jeje el tierno perrito se va con ella
siguela me fascina la nove :)
ElitzJb
Re: Besos de Murciélago {Nick&tú}Terminada.
No he probado la chicha, pero me gusta igual (?) kdsjsjfg. Que buen capítulo Jebus! El perrituu:c *-* Yo quiero tener uno >:c mis papás no me dejan ¬¬' Pero bueeh... Nicholas es un estirado >:c Sólo le gusta fastidiar a la rayis .__. Pero ella si sabe cómo ponerlo en su lugar e_e' Síguela, nos concederás el honor de... hacer un maratón? :cc Polfavol:c
ivashkova.
Re: Besos de Murciélago {Nick&tú}Terminada.
Hola chicas, les traigo un nuevo cap :) les quiero advertir que cada vez Nick es más y más odioso y lo llegaran a odiar kjsahfkh xd eso, gracias por pasarse <3
Capitulo cuatro - Nicholas no es normal.
—¡Mamá!
—¿____________?
—¡Ya estamos en casa! ¡Tengo una sorpresa!
Se oyeron los pasos presurosos de la madre corriendo por el pasillo. Su acalorado rostro asomó por el marco de la puerta del recibidor.
—¿Le ha pasado algo a nuestro Nicholas? —preguntó con la mano en la zona del corazón mientras respiraba sofocada.
___________ resopló.
—¿Nuestro Nicholas? No, desgraciadamente no le ha pasado nada. Sigue aquí, tan idiota como siempre —añadió señalando al rubio, que, demasiado ocupado con la vista fija en el nuevo miembro de la casa, no tenía oídos para nada más—. ¡He recogido a un perrito!
—¡Eso es fantástico! ¡Hacía tiempo que no teníamos animales en casa, ya era hora! —gritó la madre.
Nicholas sonrió ligeramente y, acercándose a _______, le susurró al oído:
—Ah, ¿no? ¿Y tú hermano qué es?
—¡Cállate, tú aquí no tienes ni voz ni voto! —exclamó al tiempo que le propinaba un codazo.
—________, no le hables así a nuestro invitado —le reprochó la señora Graham, que ahora acariciaba las orejas del perro—. Bueno, tendremos que buscarle un nombre.
Nicholas alzó una mano deseoso de dar su opinión.
—¿Pulga? ¿Apestoso? —preguntó sonriente.
—Oh, no, Nicholas cariño… —Se llevó un dedo al mentón en actitud pensativa—. Podríamos llamarle…
—¡Hostia, qué es eso! —gritó Marcus, que a causa del alboroto había acudido al lugar de reunión familiar.
«Estúpido, mira que no saber lo que es un perro…», pensó el inglés, con la vista fija en las rastas del recién llegado.
—Lo he encontrado en el bosque —explicó _________ orgullosa.
—… revolcándose en un charco de barro —añadió Nicholas.
—¡Joder! Pues para ser de la calle… está bastante limpio, ¿no? —repuso el hermano mientras achuchaba al animal.
Nicholas se acercó de nuevo a _______, inclinándose ligeramente.
—Dime que eso ha sido una ironía o me muero.
_______ le ignoró. Todos dejaron de lado al estudiante de intercambio para centrarse en el nuevo miembro de la familia.
—¡Ya sé cómo vamos a llamarle! —Marcus alzó las manos, feliz—. ¡Whisky!
—¿Y por qué no Ballantines, Ponche o JB? —preguntó Nicholas intentando no reír—. También son muy bonitos —añadió con inocencia.
_________ le dirigió una mirada de reproche, repiqueteando con el pie en el suelo, de brazos cruzados.
—Me recuerdas a mi abuela —objetó él tras evaluarla—. Aunque, creo recordar, ella tenía la piel más tersa. A los ochenta —añadió.
—¡Cierra la boca! Tú no tienes derecho a opinar en este asunto.
—___________ , cielo, deja que él también participe —la regañó su madre mientras acariciaba al perro, que estaba en los brazos de Marcus—. Ahora es parte de la familia.
Nicholas sonrió triunfal.
—Eso, ahora somos familia, __________. —Y le dio un codazo, con una sonrisilla traviesa surcando sus labios.
Ella le perforó con la mirada, sintiendo un electrizante cosquilleo de terror ante la idea de compartir parentesco con aquel enfermo. Suspiró resignada.
—Mejor me callo —concluyó.
—Sí, esa ha sido una de las mejores decisiones que has tomado —corroboró él.
________ se esforzó por no contestarle. Le agradó que su madre pareciese encantada con el animal, pues tenía la firme determinación de quedárselo. Lo habría hecho igualmente, pero que el perro fuese una molestia para Nicholas reforzó su postura.
—¿Cómo se llamará finalmente? —preguntó ________.
—Ya te lo he dicho —se quejó Marcus, que siempre hablaba arrastrando las palabras como si estuviese agotado de vivir—. Se llama Whisky.
Nicholas alzó una mano, divertido.
—Déjame decirte que me parece un nombre perfecto —apuntó—. Es didáctico, original y muy… educativo.
Marcus no pilló ninguna ironía, y tras estrechar al inglés en un fortuito abrazo, palmeándole la espalda, exclamó:
—¡Este es de los míos!
Nicholas logró liberarse del mendigo poco después, exhausto. Y supo que lo primero que haría —incluso antes de limpiar su pisoteado zapato— sería darse una ducha, con gel exfoliante incluido.
—Señora Graham, ¿le importaría disculparme? Quisiera darme una ducha rápida —pidió educadamente.
Ella le sonrió con ternura.
—¡Claro que sí, cariño! —exclamó—. Las toallas limpias están en el mueble de abajo —le indicó.
—No se preocupe, traigo mi propio juego de toallas de rizo y algodón puro, cien por cien natural —sonrió tímidamente—. Es que, ¿sabe?, tengo la piel muy sensible.
__________ rió a carcajada limpia y apoyó una mano en el hombro de la señora Graham, balanceándose ligeramente.
—¡Dios, mamá! ¿Dónde encargaste a este engendro?, ¿en eBay?
Y volvió a reír. Marcus miró con curiosidad a Nicholas, que parecía sumergido en un estado de profunda reflexión.
—¿Cómo se juega a las toallas? —preguntó el indigente, deslizando una rasta entre sus rudos dedos.
—¿Eh? —Nicholas comenzó a plantearse la posibilidad de recurrir al suicidio como vía de escape—. No existe ningún juego de toallas, tan solo son un conjunto de ellas, todas del mismo modelo, ¿entiendes? —le aclaró.
____________ negó con la cabeza ante el comentario de su hermano mayor. Ciertamente, de seguir así, sus padres comenzarían a sospechar sobre si realmente estudiaba o se pasaba el día haciendo el golfo. Y, teniendo en cuenta el pacto acordado, mejor sería no dar demasiados indicios de estupidez o el analítico Nicholas podría descubrirlo pronto.
Nicholas no tardó demasiado en escabullirse hasta el baño. Se aseguró de colocar bien el pestillo de la puerta, deseoso de tener un poco de intimidad. Apenas llevaba un día allí, pero se sentía como si le hubiesen dado una brutal paliza. Discutir con __________ resultaba agotador, la chica basurera era más ingeniosa de lo que había pensado en principio. ¡Y ni qué decir del hermano! A Nicholas le había fascinado aquel nuevo espécimen, jamás había conocido nada igual. El desastroso estilo de vida de América se le antojaba terriblemente extraño. Él estaba acostumbrado a su perfecta vida en Inglaterra, viviendo en una lujosa mansión en la mejor urbanización de Londres, acudiendo cada día a la escuela más prestigiosa de la ciudad.
James nunca había tenido necesidad de hacer la colada ni tampoco de prepararse el desayuno cada mañana. Para esos quehaceres cotidianos sus padres pagaban a un mayordomo profesional que, sin bien se desenvolvía extraordinariamente en su trabajo, jamás hablaba ni opinaba; era como una estatua que se encargaba sigilosamente de que todo estuviese en el más absoluto orden. Y así se había criado: entre los trabajadores del servicio doméstico, que estaban a sus órdenes, camisas planchadas minuciosamente y cabellos engominados hasta la excentricidad. Así pues, pasar aquel mes en el nuevo continente era el reto más difícil que había tenido que afrontar en toda su vida.
Sonrió débilmente cuando el agua caliente se deslizó por su rostro, despejándole un poco tras el agonioso día en la casa del terror. No estaba muy seguro de cuánto tiempo duraría allí sin volverse loco. Intentó no pensar en ello, concentrándose en exfoliar al máximo su piel, restregándose con ahínco con una esponja rasposa. Cuando terminó, sintiéndose satisfecho tras la detallada limpieza diaria, se cobijó en su albornoz y poco después se vistió con el pijama de raso gris que su madre le había comprado específicamente para el viaje. Suspiró cohibido y abrió la puerta del baño despacio, temeroso de lo que pudiera encontrarse fuera.
___________, apoyada contra la pared de enfrente con gesto aburrido, parecía esperar su turno para entrar, pero, en cuanto le vio, una mueca divertida se dibujó en su rostro, al tiempo que le señalaba con descaro.
—Estás de broma, ¿no? —preguntó, en medio de una carcajada entrecortada.
Nicholas se miró de arriba abajo, molesto, preguntándose qué habría hecho mal ahora. No encontraba nada extraño que provocase aquella reacción en ella.
—¿Ya te has pasado con las setas alucinógenas, __________?
Ella negó rápidamente con la cabeza.
—¡Pareces a punto de hacer una excursión al circo! —explotó risueña, con voz chistosa—. Espera, espera… —Se acercó decida hasta él, que retrocedió enseguida—, ¡pero si te has puesto brillantina en el pelo, Dios mío!
Y se tapó la boca con las manos, como si acabase de cometer un pecado mortal. Él se cruzó de brazos, irritado.
—¿Qué tiene de raro, piojosa?
—¡Nicholas, la brillantina pasó de moda allá por los años cincuenta!
—¿Y? —Alzó una ceja—. Ir de mendiga por la vida nunca ha estado de moda. Pero, mira, siempre hay quien disfruta cuando le dan un dólar en la calle
por compasión.
—Oye, animal, yo no parezco una mendiga —se defendió al tiempo que ojeaba su propio atuendo.
—El animal es tu hermano —le recordó él alzando un dedo con firmeza.
—¡Pero mírate! Solo te faltan las zapatillas pomposas de abuela.
Él pareció recordar algo.
—¡Oh, sí, las había olvidado! —farfulló mirándose los calcetines negros mientras movía graciosamente los dedos—. Están en mi armario, ¿te importaría traérmelas?
Ella pensó que se trataba de un chiste.
—¿Primero me llamas mendiga y ahora pretendes que sea tu criada?
—Pues no estaría mal, la verdad. —Se encogió de hombros.
__________ resopló. Le miró fijamente, decidida a poner las cosas en su sitio. Aquel niño de papá debería aprender a cambiar su estilo de vida.
—Mira, bonito, aquí cada uno se encarga de sus cosas. Así que mueve el culo hasta tu habitación y búscate tú mismo las pomposas zapatillas —dijo con una firmeza arrolladora.
Nicholas sonrió tímidamente y comenzó a caminar de puntillas hacia su cuarto. Se giró antes de entrar.
—Oye, me alegra parecerte bonito. Comprendo que te deslumbre mi atractivo físico —añadió señalando su pijama de raso—. Pero, por favor, ________ , no hace falta que lo grites a los cuatro vientos; tu familia acabará pensando que hacemos excursiones de habitación en habitación en mitad de la noche.
___________ abrió desmesuradamente los ojos y se llevó una mano al pecho, sin poder creerse lo que acababa de oír. Se preparó para gritarle alguna incoherencia, lo que fuese, pero no tuvo tiempo, pues Nicholas cerró de un portazo la puerta de la habitación tras dirigirle una pícara sonrisa. Ella respiró hondo y se dirigió hacia el baño.
—¡Le odio, le odio! —gritó desesperada.
Capitulo cuatro - Nicholas no es normal.
—¡Mamá!
—¿____________?
—¡Ya estamos en casa! ¡Tengo una sorpresa!
Se oyeron los pasos presurosos de la madre corriendo por el pasillo. Su acalorado rostro asomó por el marco de la puerta del recibidor.
—¿Le ha pasado algo a nuestro Nicholas? —preguntó con la mano en la zona del corazón mientras respiraba sofocada.
___________ resopló.
—¿Nuestro Nicholas? No, desgraciadamente no le ha pasado nada. Sigue aquí, tan idiota como siempre —añadió señalando al rubio, que, demasiado ocupado con la vista fija en el nuevo miembro de la casa, no tenía oídos para nada más—. ¡He recogido a un perrito!
—¡Eso es fantástico! ¡Hacía tiempo que no teníamos animales en casa, ya era hora! —gritó la madre.
Nicholas sonrió ligeramente y, acercándose a _______, le susurró al oído:
—Ah, ¿no? ¿Y tú hermano qué es?
—¡Cállate, tú aquí no tienes ni voz ni voto! —exclamó al tiempo que le propinaba un codazo.
—________, no le hables así a nuestro invitado —le reprochó la señora Graham, que ahora acariciaba las orejas del perro—. Bueno, tendremos que buscarle un nombre.
Nicholas alzó una mano deseoso de dar su opinión.
—¿Pulga? ¿Apestoso? —preguntó sonriente.
—Oh, no, Nicholas cariño… —Se llevó un dedo al mentón en actitud pensativa—. Podríamos llamarle…
—¡Hostia, qué es eso! —gritó Marcus, que a causa del alboroto había acudido al lugar de reunión familiar.
«Estúpido, mira que no saber lo que es un perro…», pensó el inglés, con la vista fija en las rastas del recién llegado.
—Lo he encontrado en el bosque —explicó _________ orgullosa.
—… revolcándose en un charco de barro —añadió Nicholas.
—¡Joder! Pues para ser de la calle… está bastante limpio, ¿no? —repuso el hermano mientras achuchaba al animal.
Nicholas se acercó de nuevo a _______, inclinándose ligeramente.
—Dime que eso ha sido una ironía o me muero.
_______ le ignoró. Todos dejaron de lado al estudiante de intercambio para centrarse en el nuevo miembro de la familia.
—¡Ya sé cómo vamos a llamarle! —Marcus alzó las manos, feliz—. ¡Whisky!
—¿Y por qué no Ballantines, Ponche o JB? —preguntó Nicholas intentando no reír—. También son muy bonitos —añadió con inocencia.
_________ le dirigió una mirada de reproche, repiqueteando con el pie en el suelo, de brazos cruzados.
—Me recuerdas a mi abuela —objetó él tras evaluarla—. Aunque, creo recordar, ella tenía la piel más tersa. A los ochenta —añadió.
—¡Cierra la boca! Tú no tienes derecho a opinar en este asunto.
—___________ , cielo, deja que él también participe —la regañó su madre mientras acariciaba al perro, que estaba en los brazos de Marcus—. Ahora es parte de la familia.
Nicholas sonrió triunfal.
—Eso, ahora somos familia, __________. —Y le dio un codazo, con una sonrisilla traviesa surcando sus labios.
Ella le perforó con la mirada, sintiendo un electrizante cosquilleo de terror ante la idea de compartir parentesco con aquel enfermo. Suspiró resignada.
—Mejor me callo —concluyó.
—Sí, esa ha sido una de las mejores decisiones que has tomado —corroboró él.
________ se esforzó por no contestarle. Le agradó que su madre pareciese encantada con el animal, pues tenía la firme determinación de quedárselo. Lo habría hecho igualmente, pero que el perro fuese una molestia para Nicholas reforzó su postura.
—¿Cómo se llamará finalmente? —preguntó ________.
—Ya te lo he dicho —se quejó Marcus, que siempre hablaba arrastrando las palabras como si estuviese agotado de vivir—. Se llama Whisky.
Nicholas alzó una mano, divertido.
—Déjame decirte que me parece un nombre perfecto —apuntó—. Es didáctico, original y muy… educativo.
Marcus no pilló ninguna ironía, y tras estrechar al inglés en un fortuito abrazo, palmeándole la espalda, exclamó:
—¡Este es de los míos!
Nicholas logró liberarse del mendigo poco después, exhausto. Y supo que lo primero que haría —incluso antes de limpiar su pisoteado zapato— sería darse una ducha, con gel exfoliante incluido.
—Señora Graham, ¿le importaría disculparme? Quisiera darme una ducha rápida —pidió educadamente.
Ella le sonrió con ternura.
—¡Claro que sí, cariño! —exclamó—. Las toallas limpias están en el mueble de abajo —le indicó.
—No se preocupe, traigo mi propio juego de toallas de rizo y algodón puro, cien por cien natural —sonrió tímidamente—. Es que, ¿sabe?, tengo la piel muy sensible.
__________ rió a carcajada limpia y apoyó una mano en el hombro de la señora Graham, balanceándose ligeramente.
—¡Dios, mamá! ¿Dónde encargaste a este engendro?, ¿en eBay?
Y volvió a reír. Marcus miró con curiosidad a Nicholas, que parecía sumergido en un estado de profunda reflexión.
—¿Cómo se juega a las toallas? —preguntó el indigente, deslizando una rasta entre sus rudos dedos.
—¿Eh? —Nicholas comenzó a plantearse la posibilidad de recurrir al suicidio como vía de escape—. No existe ningún juego de toallas, tan solo son un conjunto de ellas, todas del mismo modelo, ¿entiendes? —le aclaró.
____________ negó con la cabeza ante el comentario de su hermano mayor. Ciertamente, de seguir así, sus padres comenzarían a sospechar sobre si realmente estudiaba o se pasaba el día haciendo el golfo. Y, teniendo en cuenta el pacto acordado, mejor sería no dar demasiados indicios de estupidez o el analítico Nicholas podría descubrirlo pronto.
Nicholas no tardó demasiado en escabullirse hasta el baño. Se aseguró de colocar bien el pestillo de la puerta, deseoso de tener un poco de intimidad. Apenas llevaba un día allí, pero se sentía como si le hubiesen dado una brutal paliza. Discutir con __________ resultaba agotador, la chica basurera era más ingeniosa de lo que había pensado en principio. ¡Y ni qué decir del hermano! A Nicholas le había fascinado aquel nuevo espécimen, jamás había conocido nada igual. El desastroso estilo de vida de América se le antojaba terriblemente extraño. Él estaba acostumbrado a su perfecta vida en Inglaterra, viviendo en una lujosa mansión en la mejor urbanización de Londres, acudiendo cada día a la escuela más prestigiosa de la ciudad.
James nunca había tenido necesidad de hacer la colada ni tampoco de prepararse el desayuno cada mañana. Para esos quehaceres cotidianos sus padres pagaban a un mayordomo profesional que, sin bien se desenvolvía extraordinariamente en su trabajo, jamás hablaba ni opinaba; era como una estatua que se encargaba sigilosamente de que todo estuviese en el más absoluto orden. Y así se había criado: entre los trabajadores del servicio doméstico, que estaban a sus órdenes, camisas planchadas minuciosamente y cabellos engominados hasta la excentricidad. Así pues, pasar aquel mes en el nuevo continente era el reto más difícil que había tenido que afrontar en toda su vida.
Sonrió débilmente cuando el agua caliente se deslizó por su rostro, despejándole un poco tras el agonioso día en la casa del terror. No estaba muy seguro de cuánto tiempo duraría allí sin volverse loco. Intentó no pensar en ello, concentrándose en exfoliar al máximo su piel, restregándose con ahínco con una esponja rasposa. Cuando terminó, sintiéndose satisfecho tras la detallada limpieza diaria, se cobijó en su albornoz y poco después se vistió con el pijama de raso gris que su madre le había comprado específicamente para el viaje. Suspiró cohibido y abrió la puerta del baño despacio, temeroso de lo que pudiera encontrarse fuera.
___________, apoyada contra la pared de enfrente con gesto aburrido, parecía esperar su turno para entrar, pero, en cuanto le vio, una mueca divertida se dibujó en su rostro, al tiempo que le señalaba con descaro.
—Estás de broma, ¿no? —preguntó, en medio de una carcajada entrecortada.
Nicholas se miró de arriba abajo, molesto, preguntándose qué habría hecho mal ahora. No encontraba nada extraño que provocase aquella reacción en ella.
—¿Ya te has pasado con las setas alucinógenas, __________?
Ella negó rápidamente con la cabeza.
—¡Pareces a punto de hacer una excursión al circo! —explotó risueña, con voz chistosa—. Espera, espera… —Se acercó decida hasta él, que retrocedió enseguida—, ¡pero si te has puesto brillantina en el pelo, Dios mío!
Y se tapó la boca con las manos, como si acabase de cometer un pecado mortal. Él se cruzó de brazos, irritado.
—¿Qué tiene de raro, piojosa?
—¡Nicholas, la brillantina pasó de moda allá por los años cincuenta!
—¿Y? —Alzó una ceja—. Ir de mendiga por la vida nunca ha estado de moda. Pero, mira, siempre hay quien disfruta cuando le dan un dólar en la calle
por compasión.
—Oye, animal, yo no parezco una mendiga —se defendió al tiempo que ojeaba su propio atuendo.
—El animal es tu hermano —le recordó él alzando un dedo con firmeza.
—¡Pero mírate! Solo te faltan las zapatillas pomposas de abuela.
Él pareció recordar algo.
—¡Oh, sí, las había olvidado! —farfulló mirándose los calcetines negros mientras movía graciosamente los dedos—. Están en mi armario, ¿te importaría traérmelas?
Ella pensó que se trataba de un chiste.
—¿Primero me llamas mendiga y ahora pretendes que sea tu criada?
—Pues no estaría mal, la verdad. —Se encogió de hombros.
__________ resopló. Le miró fijamente, decidida a poner las cosas en su sitio. Aquel niño de papá debería aprender a cambiar su estilo de vida.
—Mira, bonito, aquí cada uno se encarga de sus cosas. Así que mueve el culo hasta tu habitación y búscate tú mismo las pomposas zapatillas —dijo con una firmeza arrolladora.
Nicholas sonrió tímidamente y comenzó a caminar de puntillas hacia su cuarto. Se giró antes de entrar.
—Oye, me alegra parecerte bonito. Comprendo que te deslumbre mi atractivo físico —añadió señalando su pijama de raso—. Pero, por favor, ________ , no hace falta que lo grites a los cuatro vientos; tu familia acabará pensando que hacemos excursiones de habitación en habitación en mitad de la noche.
___________ abrió desmesuradamente los ojos y se llevó una mano al pecho, sin poder creerse lo que acababa de oír. Se preparó para gritarle alguna incoherencia, lo que fuese, pero no tuvo tiempo, pues Nicholas cerró de un portazo la puerta de la habitación tras dirigirle una pícara sonrisa. Ella respiró hondo y se dirigió hacia el baño.
—¡Le odio, le odio! —gritó desesperada.
FranJones.
Re: Besos de Murciélago {Nick&tú}Terminada.
Jaja Nick es un pillo !! Si quiere se pueden empezar a hacer esas excursiones !!
Siguelaaaa Prontoo
Siguelaaaa Prontoo
Pamm Jonas
Re: Besos de Murciélago {Nick&tú}Terminada.
hahhahhahahha
del odio al amor hay un paso hahha adoro estas peleas infantiles
aunque Nick sigue siendo insoportable
xoxo
del odio al amor hay un paso hahha adoro estas peleas infantiles
aunque Nick sigue siendo insoportable
xoxo
Belencita
Re: Besos de Murciélago {Nick&tú}Terminada.
JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA!!!
ESOS DOOOSSSS!!
ME MAAATAANN DE LA RIISAAAAA!!!
JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA
PERDOON.. JEJEJ SOY NUEVA LECTORAA
ESOS DOOOSSSS!!
ME MAAATAANN DE LA RIISAAAAA!!!
JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA
PERDOON.. JEJEJ SOY NUEVA LECTORAA
chelis
Re: Besos de Murciélago {Nick&tú}Terminada.
jajajajjajaaja me encantan las ocurrencias
de esos 2
siguela quiero mas
de esos 2
siguela quiero mas
ElitzJb
Re: Besos de Murciélago {Nick&tú}Terminada.
Bienvenida Chelis ;). Aqui les traigo un cap más, iba a subir dos, pero, no tengo ánimos para adaptar el otro cap, tal vez más a la noche o mañana en la mañana, las quiero <3
***
Capitulo Cinco.Excursión al supermercado I
Armoniosos rayos de sol se filtraban por la persiana de la habitación, iluminando su rostro. Nicholas sonrió cuando despertó y se desperezó en la cama, estirando enérgicamente los brazos mientras escuchaba el canto de algunos gorriones.
—¡Príncipe Nicholas de Camelot! —gritó __________ tras la puerta. Él frunció el ceño, aturdido tras el brusco cambio de aquel despertar—. ¡Arrastra tus posaderas hasta la cocina, es la hora del desayuno! ¡Ah, no olvides los leotardos, que hace frío!
El rostro de Nicholas se tornó agrio cuando oyó la maliciosa risita de __________, que, a paso apresurado, bajaba las escaleras hacia el piso inferior. Se incorporó en la cama, molesto, recordando dónde se encontraba. Acostumbrado a tomar la primera comida del día en pijama, bajó tal cual a la cocina, donde la familia Graham se encontraba sentada a la mesa. El padre estaba leyendo el periódico, mientras que Abigail regañaba a Marcus porque, al inclinarse, las rastas se le metían en el tazón de leche.
—Mamá, pero ¿qué más da? —le reprochó este.
Nicholas se sentó en su silla y posó las manos cruzadas sobre el colorido mantel, esperando que alguien le sirviese su desayuno. Como nadie dijo nada, finalmente optó por pedirlo.
—A mí me gustaría tomar un zumo de naranja natural, sin pulpa, un tazón de copos de avena, un capuchino con chocolate espolvoreado y… Oh, ¿por qué no? ¡Vamos a saltarnos la dieta! También unas tostadas con mantequilla. —Sonrió.
El señor Graham asomó el rostro por encima del periódico y le miró fijamente. Marcus y _________ dejaron de engullir cereales y prorrumpieron en una sonora carcajada. Abigail, despreocupada, preparaba el café.
—Abre la nevera y mira a ver qué pillas —le dijo el señor Graham, confundido—. Es que estamos a principio de mes, así que todavía no hemos ido a comprar.
Nicholas tardó unos segundos en comprender la situación. ¿Significaba aquello que él mismo debería prepararse el desayuno? ¿E incluso abrir la puerta de la nevera? Nunca había hecho una hazaña de tal calibre. Se sentía ligeramente aturdido; aquellas cosas no cuadraban en su mundo perfecto. Se levantó lentamente y se dirigió hacia la nevera, evaluando aquel montón de chatarra como si fuese a atacarle de un momento a otro. Después, valeroso, posó una mano en el mango y tiró con fuerza. La luz le deslumbró. Parpadeó sin entender. Allí dentro no había absolutamente nada; tan solo quedaban dos manzanas, unos restos de zumo tropical, algunos huevos y unos sangrientos filetes de ternera. Consternado, volvió a cerrar la puerta y se dirigió hacia su silla, con la vista fija en la familia Graham. __________ se giró hacia él.
—Hombre, no son copos de avena, pero puedes comer Choco Krispies, están buenos —dijo, mostrándose amable por primera vez, como si sintiese pena por él.
Nicholas dirigió la mirada hacia la caja de Choco Krispies, de la cual se había apoderado Marcus. El mendigo, tras rascarse la cabeza, metía ferozmente sus garras dentro del paquete de cereales y los sacaba a puñados para engullirlos casi con violencia.
—No, gracias. —Sonrió forzadamente—. He oído que es bueno ayunar por las mañanas.
—Pero ¿dónde has oído eso? ¡Es mentira! —le reprochó Abigail—. ¡Anda, cielo, tómate un cafetito! Y he traído unos bollos de crema de la panadería… ¡moja uno en el café!
Nicholas negó con la cabeza, sin saber qué decir.
—Yo… intento no comer nada que tenga demasiado colesterol.
—¡Joder, tío! —exclamó Marcus—. Ni carne, ni bollos, ni cereales… pero ¿tú de qué vives, macho? Venga, cómete unos Krispies, que están mu’ buenos —le aconsejó, masticando con la boca abierta. Ver los trozos de cereales papeados no aumentó el apetito del inglés.
La señora Graham se giró decidida hacia todos ellos, secándose las manos en un trapo de cocina que dejó colgando a un lado de su delantal.
—Está bien, será mejor que dejemos el tema. —Sonrió amablemente—. ¡Ahora iremos todos a comprar! Así haremos algo en familia.
Marcus se tragó sus Krispies apresuradamente.
—Mamá, tengo que estudiar —se excusó, se levantó rápidamente de la mesa y se escabulló escaleras arriba.
El señor Graham se mordió el labio inferior, pensativo, mientras doblaba el periódico del día con delicadeza.
—Cariño, creo que debería quedarme para revisar las ruedas del coche, que están fatal —explicó.
—Bueno, no importa. —Suspiró resignada, agotada de intentar unir a aquella individualizada familia—. ¡Ahora que lo recuerdo, yo también tengo que pasarme por la tintorería! Lo había olvidado…
La mirada aterrorizada de ___________ se alzó lentamente hasta dar con los ojos de su madre. La joven frunció con descaro el ceño.
—Dime que es un chiste, mamá —exigió, y echó un vistazo al inglés—. No pienso ir sola al supermercado con eso.
La señora Graham resopló, poniendo los brazos en jarras. Estaba convencida de que su inquilino era un muchacho normal y atribuía su extraño comportamiento al hecho de que se había criado en una cultura diferente. Le llevaría un tiempo acostumbrarse a la vida en América.
—«Eso» tiene nombre —le reprochó a su hija—. Llámale Nicholas.
__________- miró en derredor desesperada, como buscando una salida, cualquier escapatoria válida… pero tan solo se encontró con los grises y señoriales ojos del aludido. Se dejó caer dramáticamente sobre el respaldo de su silla, lo que la hizo chirriar.
—Vale. —Abigail sonrió como buenamente pudo—. Nicholas, te daré la lista de la compra a ti, que pareces más responsable.
Él pareció emocionado ante el detalle y no tardó demasiado en huir escaleras arriba, dispuesto a arreglarse para salir a comprar.
—Tardo cinco minutos —le dijo a __________.
Ella asintió con desgana, como si fuese un muñeco al que se le han acabado las pilas.
________ tuvo tiempo de sobra para despedirse de toda su familia, que rápidamente se fueron marchando concentrados en sus quehaceres cotidianos. Después, preguntándose qué demonios estaría haciendo el idiota de James, terminó viendo un aburrido documental, tumbada en el sofá, con el pequeño Whisky dormitando sobre su barriga. Cuando él apareció sonriente en la puerta del salón, se frotó los ojos al tiempo que bostezaba, intentando despejarse.
—¿No habías dicho que solo serían cinco minutos? —le acusó, feroz—. ¡Has tardado más de una hora!
Parpadeó y le observó detenidamente.Nicholas vestía unos pantalones negros con la raya exquisitamente planchada, conjuntados con los inmaculados zapatos, que brillaban con tal intensidad que casi podía ver el reflejo de su rostro. Llevaba una camisa blanca, y ________ supuso que, en el nefasto intento de dar un toque informal, había dejado que el pico de uno de los lados saliera por el extremo del pantalón. Ella rió.
—¿Qué pasa? —preguntó Nicholas, cohibido y sin apartar ni un solo segundo la mirada del peligroso Whisky, que danzaba a los pies de su ama.
—¿Es que vamos a una boda y no me he enterado?
Nicholas evaluó su vestimenta, sin comprender.
—Si apenas me he arreglado —apuntó—, ni siquiera llevo corbata.
—¡Oh, eso lo explica todo! —exclamó ella risueña—. No quiero ni pensar cómo acudirías a una ceremonia.
—Pues…
________ le interrumpió, levantándose estrepitosamente del sofá.
—Majestad, guárdese los detalles, no me interesan —farfulló, colocándose bien la capucha de la cazadora.
Salieron a la calle y caminaron avenida abajo en busca del supermercado, que quedaba a seis manzanas de distancia.
—Dame la lista —le ordenó Nicholas alzando una mano con porte elegante.
—¡Que te crees tú eso!
—¡Eh, tu madre ha confiado en mí como portador de la lista! —reprochó consternado, con la expresión de un chiquillo caprichoso.
_________ le miró divertida.
—Pero ¿qué te piensas, que mamá ha escrito en la lista de la compra el secreto del universo o qué?
Él frunció el ceño.
—Me da igual, quiero mi lista —insistió—, soy el responsable —Y después la miró malicioso—, ya que tu madre cree que no eres lo bastante madura como para ocupar tal cargo.
La joven resopló, nerviosa. Lograba sacarle de quicio por cualquier estupidez. Aquello era un infierno de carne y hueso.
—¡Toma tu lista y métetela donde te quepa!
—… en el bolsillo —añadió él y se la guardó delicadamente.
Entraron en el supermercado. ___________ se dirigió decidida hacia los carritos de la compra mientras Nicholas se quedaba pasmado, observando asombrado su alrededor. Era la primera vez que pisaba un lugar así; jamás había ido a hacer la compra, para eso le pagaban a la señorita Charlotte, su criada, que llevaba años viviendo como interna en la mansión londinense.
Reaccionó casi con sorpresa cuando una familia con niños que gritaban pasó por su lado. Suspiró e intentó asimilar lo que veía. Aquello era alucinante; un espectáculo en toda regla. Bolas enormes y pomposas colgaban del techo, junto con numerosos carteles luminosos que exclamaban: «¡Felices fiestas!». Por si aquello fuera poco, un árbol de navidad se alzaba en la entrada del supermercado repleto de espumillones, y por megafonía se emitían villancicos populares que inundaban el recinto.
—¿Qué haces ahí parado? —le gritó _________.
Él despertó de aquel profundo letargo y la siguió a paso rápido.
—¿Quieres sacar la lista de la compra de una vez?
—¡Oh… sí, sí!
Extrajo la nota del bolsillo, la desdobló con cuidado y alisó una esquina que se había arrugado ligeramente. Se aclaró la garganta y dijo con firmeza:
—Huevos.
__________ comenzó a caminar más rápido, recorriendo los eternos pasillos segura de sí misma. En el fondo, Nicholas agradeció su compañía, pues si hubiese estado solo, habría acabado perdiéndose. Cuando llegaron al estante de los huevos, se quedó conmocionado ante la variedad de marcas, tamaños y envases que había. __________ cogió decidida media docena y la dejó en el carro. Nicholas ladeó la cabeza mientras observaba detenidamente el producto.
—¿Piensas coger esos? —preguntó, y una mueca de asco surcó su aterciopelado rostro.
—No es que lo piense, es que ya están en el carro.
—Siempre puedes volver a cogerlos y dejarlos en el estante —aclaró Nicholas.
—Pero es que tenemos que comprar huevos.
—Ya, el problema es que el aspecto de esos no me gusta —apuntó, señalándolos con un dedo acusador, como si los pobres huevos estuviesen malditos.
_________ fijó su vista en el estante, después miró al inglés confundida. Nunca lograba comprender su retorcida mente. Aunque tampoco quería llegar a hacerlo.
—¡Qué más da! Son todos iguales, ¡solo son huevos!
—¡Para mí no solo son huevos! Es el alimento y la proteína que voy a ingerir y que se acabará depositando en mi cuerpo. La nutrición influye muchísimo en la suavidad de la piel, ¿lo sabías?
Ella alzó las manos, exasperada.
—¡Oh, Dios mío! ¡Esto no es una clase de biología! Solo es una maldita caja de huevos.
—Coge esos —le indicó Nicholas, señalando un envase amarillo.
—¡Pero si son carísimos! —se quejó __________—. ¡Valen cuatro dólares más!
Él bufó, restándole importancia.
—¡Cógelos! Ya recortaremos gastos en otras cosas.
__________ terminó cediendo con la esperanza de que se callase de una vez por todas. Continuaron avanzando por los pasillos del supermercado.
—Léeme lo siguiente —le exigió la chica.
—Leche.
La estantería de los lácteos se le antojó infinita. Nicholas pasó más de veinte minutos leyendo las etiquetas de los envases, como si fuese un inspector de sanidad.
—¿Qué leche ha elegido, Sherlock? —preguntó _________, al borde de la desesperación.
—Esta. —Nicholas le tendió una caja.
—¿Eh? ¿Leche fresca, sin lactosa, desnatada, ecológica? Tío, tú eres raro de cojones.
—No soy tu tío —le recordó Nicholas.
__________ suspiró profundamente, armándose de paciencia, y clavó la vista en el techo del supermercado como si esperase recibir alguna ayuda del cielo.
—Es un decir, una frase hecha —le aclaró.
—Ah, interesante —reconoció James, pensativo—. Ahora entiendo por qué el neandertal de tu hermano me lo dice a todas horas.
***
Capitulo Cinco.Excursión al supermercado I
Armoniosos rayos de sol se filtraban por la persiana de la habitación, iluminando su rostro. Nicholas sonrió cuando despertó y se desperezó en la cama, estirando enérgicamente los brazos mientras escuchaba el canto de algunos gorriones.
—¡Príncipe Nicholas de Camelot! —gritó __________ tras la puerta. Él frunció el ceño, aturdido tras el brusco cambio de aquel despertar—. ¡Arrastra tus posaderas hasta la cocina, es la hora del desayuno! ¡Ah, no olvides los leotardos, que hace frío!
El rostro de Nicholas se tornó agrio cuando oyó la maliciosa risita de __________, que, a paso apresurado, bajaba las escaleras hacia el piso inferior. Se incorporó en la cama, molesto, recordando dónde se encontraba. Acostumbrado a tomar la primera comida del día en pijama, bajó tal cual a la cocina, donde la familia Graham se encontraba sentada a la mesa. El padre estaba leyendo el periódico, mientras que Abigail regañaba a Marcus porque, al inclinarse, las rastas se le metían en el tazón de leche.
—Mamá, pero ¿qué más da? —le reprochó este.
Nicholas se sentó en su silla y posó las manos cruzadas sobre el colorido mantel, esperando que alguien le sirviese su desayuno. Como nadie dijo nada, finalmente optó por pedirlo.
—A mí me gustaría tomar un zumo de naranja natural, sin pulpa, un tazón de copos de avena, un capuchino con chocolate espolvoreado y… Oh, ¿por qué no? ¡Vamos a saltarnos la dieta! También unas tostadas con mantequilla. —Sonrió.
El señor Graham asomó el rostro por encima del periódico y le miró fijamente. Marcus y _________ dejaron de engullir cereales y prorrumpieron en una sonora carcajada. Abigail, despreocupada, preparaba el café.
—Abre la nevera y mira a ver qué pillas —le dijo el señor Graham, confundido—. Es que estamos a principio de mes, así que todavía no hemos ido a comprar.
Nicholas tardó unos segundos en comprender la situación. ¿Significaba aquello que él mismo debería prepararse el desayuno? ¿E incluso abrir la puerta de la nevera? Nunca había hecho una hazaña de tal calibre. Se sentía ligeramente aturdido; aquellas cosas no cuadraban en su mundo perfecto. Se levantó lentamente y se dirigió hacia la nevera, evaluando aquel montón de chatarra como si fuese a atacarle de un momento a otro. Después, valeroso, posó una mano en el mango y tiró con fuerza. La luz le deslumbró. Parpadeó sin entender. Allí dentro no había absolutamente nada; tan solo quedaban dos manzanas, unos restos de zumo tropical, algunos huevos y unos sangrientos filetes de ternera. Consternado, volvió a cerrar la puerta y se dirigió hacia su silla, con la vista fija en la familia Graham. __________ se giró hacia él.
—Hombre, no son copos de avena, pero puedes comer Choco Krispies, están buenos —dijo, mostrándose amable por primera vez, como si sintiese pena por él.
Nicholas dirigió la mirada hacia la caja de Choco Krispies, de la cual se había apoderado Marcus. El mendigo, tras rascarse la cabeza, metía ferozmente sus garras dentro del paquete de cereales y los sacaba a puñados para engullirlos casi con violencia.
—No, gracias. —Sonrió forzadamente—. He oído que es bueno ayunar por las mañanas.
—Pero ¿dónde has oído eso? ¡Es mentira! —le reprochó Abigail—. ¡Anda, cielo, tómate un cafetito! Y he traído unos bollos de crema de la panadería… ¡moja uno en el café!
Nicholas negó con la cabeza, sin saber qué decir.
—Yo… intento no comer nada que tenga demasiado colesterol.
—¡Joder, tío! —exclamó Marcus—. Ni carne, ni bollos, ni cereales… pero ¿tú de qué vives, macho? Venga, cómete unos Krispies, que están mu’ buenos —le aconsejó, masticando con la boca abierta. Ver los trozos de cereales papeados no aumentó el apetito del inglés.
La señora Graham se giró decidida hacia todos ellos, secándose las manos en un trapo de cocina que dejó colgando a un lado de su delantal.
—Está bien, será mejor que dejemos el tema. —Sonrió amablemente—. ¡Ahora iremos todos a comprar! Así haremos algo en familia.
Marcus se tragó sus Krispies apresuradamente.
—Mamá, tengo que estudiar —se excusó, se levantó rápidamente de la mesa y se escabulló escaleras arriba.
El señor Graham se mordió el labio inferior, pensativo, mientras doblaba el periódico del día con delicadeza.
—Cariño, creo que debería quedarme para revisar las ruedas del coche, que están fatal —explicó.
—Bueno, no importa. —Suspiró resignada, agotada de intentar unir a aquella individualizada familia—. ¡Ahora que lo recuerdo, yo también tengo que pasarme por la tintorería! Lo había olvidado…
La mirada aterrorizada de ___________ se alzó lentamente hasta dar con los ojos de su madre. La joven frunció con descaro el ceño.
—Dime que es un chiste, mamá —exigió, y echó un vistazo al inglés—. No pienso ir sola al supermercado con eso.
La señora Graham resopló, poniendo los brazos en jarras. Estaba convencida de que su inquilino era un muchacho normal y atribuía su extraño comportamiento al hecho de que se había criado en una cultura diferente. Le llevaría un tiempo acostumbrarse a la vida en América.
—«Eso» tiene nombre —le reprochó a su hija—. Llámale Nicholas.
__________- miró en derredor desesperada, como buscando una salida, cualquier escapatoria válida… pero tan solo se encontró con los grises y señoriales ojos del aludido. Se dejó caer dramáticamente sobre el respaldo de su silla, lo que la hizo chirriar.
—Vale. —Abigail sonrió como buenamente pudo—. Nicholas, te daré la lista de la compra a ti, que pareces más responsable.
Él pareció emocionado ante el detalle y no tardó demasiado en huir escaleras arriba, dispuesto a arreglarse para salir a comprar.
—Tardo cinco minutos —le dijo a __________.
Ella asintió con desgana, como si fuese un muñeco al que se le han acabado las pilas.
________ tuvo tiempo de sobra para despedirse de toda su familia, que rápidamente se fueron marchando concentrados en sus quehaceres cotidianos. Después, preguntándose qué demonios estaría haciendo el idiota de James, terminó viendo un aburrido documental, tumbada en el sofá, con el pequeño Whisky dormitando sobre su barriga. Cuando él apareció sonriente en la puerta del salón, se frotó los ojos al tiempo que bostezaba, intentando despejarse.
—¿No habías dicho que solo serían cinco minutos? —le acusó, feroz—. ¡Has tardado más de una hora!
Parpadeó y le observó detenidamente.Nicholas vestía unos pantalones negros con la raya exquisitamente planchada, conjuntados con los inmaculados zapatos, que brillaban con tal intensidad que casi podía ver el reflejo de su rostro. Llevaba una camisa blanca, y ________ supuso que, en el nefasto intento de dar un toque informal, había dejado que el pico de uno de los lados saliera por el extremo del pantalón. Ella rió.
—¿Qué pasa? —preguntó Nicholas, cohibido y sin apartar ni un solo segundo la mirada del peligroso Whisky, que danzaba a los pies de su ama.
—¿Es que vamos a una boda y no me he enterado?
Nicholas evaluó su vestimenta, sin comprender.
—Si apenas me he arreglado —apuntó—, ni siquiera llevo corbata.
—¡Oh, eso lo explica todo! —exclamó ella risueña—. No quiero ni pensar cómo acudirías a una ceremonia.
—Pues…
________ le interrumpió, levantándose estrepitosamente del sofá.
—Majestad, guárdese los detalles, no me interesan —farfulló, colocándose bien la capucha de la cazadora.
Salieron a la calle y caminaron avenida abajo en busca del supermercado, que quedaba a seis manzanas de distancia.
—Dame la lista —le ordenó Nicholas alzando una mano con porte elegante.
—¡Que te crees tú eso!
—¡Eh, tu madre ha confiado en mí como portador de la lista! —reprochó consternado, con la expresión de un chiquillo caprichoso.
_________ le miró divertida.
—Pero ¿qué te piensas, que mamá ha escrito en la lista de la compra el secreto del universo o qué?
Él frunció el ceño.
—Me da igual, quiero mi lista —insistió—, soy el responsable —Y después la miró malicioso—, ya que tu madre cree que no eres lo bastante madura como para ocupar tal cargo.
La joven resopló, nerviosa. Lograba sacarle de quicio por cualquier estupidez. Aquello era un infierno de carne y hueso.
—¡Toma tu lista y métetela donde te quepa!
—… en el bolsillo —añadió él y se la guardó delicadamente.
Entraron en el supermercado. ___________ se dirigió decidida hacia los carritos de la compra mientras Nicholas se quedaba pasmado, observando asombrado su alrededor. Era la primera vez que pisaba un lugar así; jamás había ido a hacer la compra, para eso le pagaban a la señorita Charlotte, su criada, que llevaba años viviendo como interna en la mansión londinense.
Reaccionó casi con sorpresa cuando una familia con niños que gritaban pasó por su lado. Suspiró e intentó asimilar lo que veía. Aquello era alucinante; un espectáculo en toda regla. Bolas enormes y pomposas colgaban del techo, junto con numerosos carteles luminosos que exclamaban: «¡Felices fiestas!». Por si aquello fuera poco, un árbol de navidad se alzaba en la entrada del supermercado repleto de espumillones, y por megafonía se emitían villancicos populares que inundaban el recinto.
—¿Qué haces ahí parado? —le gritó _________.
Él despertó de aquel profundo letargo y la siguió a paso rápido.
—¿Quieres sacar la lista de la compra de una vez?
—¡Oh… sí, sí!
Extrajo la nota del bolsillo, la desdobló con cuidado y alisó una esquina que se había arrugado ligeramente. Se aclaró la garganta y dijo con firmeza:
—Huevos.
__________ comenzó a caminar más rápido, recorriendo los eternos pasillos segura de sí misma. En el fondo, Nicholas agradeció su compañía, pues si hubiese estado solo, habría acabado perdiéndose. Cuando llegaron al estante de los huevos, se quedó conmocionado ante la variedad de marcas, tamaños y envases que había. __________ cogió decidida media docena y la dejó en el carro. Nicholas ladeó la cabeza mientras observaba detenidamente el producto.
—¿Piensas coger esos? —preguntó, y una mueca de asco surcó su aterciopelado rostro.
—No es que lo piense, es que ya están en el carro.
—Siempre puedes volver a cogerlos y dejarlos en el estante —aclaró Nicholas.
—Pero es que tenemos que comprar huevos.
—Ya, el problema es que el aspecto de esos no me gusta —apuntó, señalándolos con un dedo acusador, como si los pobres huevos estuviesen malditos.
_________ fijó su vista en el estante, después miró al inglés confundida. Nunca lograba comprender su retorcida mente. Aunque tampoco quería llegar a hacerlo.
—¡Qué más da! Son todos iguales, ¡solo son huevos!
—¡Para mí no solo son huevos! Es el alimento y la proteína que voy a ingerir y que se acabará depositando en mi cuerpo. La nutrición influye muchísimo en la suavidad de la piel, ¿lo sabías?
Ella alzó las manos, exasperada.
—¡Oh, Dios mío! ¡Esto no es una clase de biología! Solo es una maldita caja de huevos.
—Coge esos —le indicó Nicholas, señalando un envase amarillo.
—¡Pero si son carísimos! —se quejó __________—. ¡Valen cuatro dólares más!
Él bufó, restándole importancia.
—¡Cógelos! Ya recortaremos gastos en otras cosas.
__________ terminó cediendo con la esperanza de que se callase de una vez por todas. Continuaron avanzando por los pasillos del supermercado.
—Léeme lo siguiente —le exigió la chica.
—Leche.
La estantería de los lácteos se le antojó infinita. Nicholas pasó más de veinte minutos leyendo las etiquetas de los envases, como si fuese un inspector de sanidad.
—¿Qué leche ha elegido, Sherlock? —preguntó _________, al borde de la desesperación.
—Esta. —Nicholas le tendió una caja.
—¿Eh? ¿Leche fresca, sin lactosa, desnatada, ecológica? Tío, tú eres raro de cojones.
—No soy tu tío —le recordó Nicholas.
__________ suspiró profundamente, armándose de paciencia, y clavó la vista en el techo del supermercado como si esperase recibir alguna ayuda del cielo.
—Es un decir, una frase hecha —le aclaró.
—Ah, interesante —reconoció James, pensativo—. Ahora entiendo por qué el neandertal de tu hermano me lo dice a todas horas.
FranJones.
Re: Besos de Murciélago {Nick&tú}Terminada.
jajajajajajajajajajajajajajajajajajajjajaja
ese niicckk me recuerda a uno de mis hermaaanooosss!!!!
jajajajajjajaja
por suerte ya esta casadoooo!!!
jajajajajajaa
ese niicckk me recuerda a uno de mis hermaaanooosss!!!!
jajajajajjajaja
por suerte ya esta casadoooo!!!
jajajajajajaa
chelis
Re: Besos de Murciélago {Nick&tú}Terminada.
Nick y su primera vez en el super
hahhaa cada capitulo me rio mas con nicholas
y estos dos que se pelean por todo
xoxo
hahhaa cada capitulo me rio mas con nicholas
y estos dos que se pelean por todo
xoxo
Belencita
Re: Besos de Murciélago {Nick&tú}Terminada.
dios ese nick me desespera un poco y tambien me da risa y no se porque pero me sa risa :D esos dos son geniales, sigue pronto y arriba elanimo .....cuidate
haydeejOnaz
Página 2 de 11. • 1, 2, 3, ... 9, 10, 11
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