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"Fifty Shades Darker" (Joe&Tu) [Segundo Libro][TERMINADO]
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: "Fifty Shades Darker" (Joe&Tu) [Segundo Libro][TERMINADO]
Me alegra que te hayas reportado
Ya estoy mas tranquila :d
Ya estoy mas tranquila :d
JB&1D2
Re: "Fifty Shades Darker" (Joe&Tu) [Segundo Libro][TERMINADO]
Gracias, espero tus problemas se solucionen, suerte con tu tarea, muchas gracias chica y mi paciencia la tienes ^_^
Suerte y maraton Aasdasd *-* cuidate
Suerte y maraton Aasdasd *-* cuidate
Kati♥Lovejb
Re: "Fifty Shades Darker" (Joe&Tu) [Segundo Libro][TERMINADO]
[CAPITULO 12]
―¿Hablaste con ella hoy? ―le pregunto a Joseph en la espera de la llegada de la Sra. Robinson.
―Sí.
―¿Qué dijiste?
―Le dije que no querías verla y que entendía tus razones. También le dije que no apreciaba que fuera tras mi espalda. ―Su mirada es impasible, sin revelar nada.
Oh, Dios.
―¿Qué te dijo?
―Lo sacudió de una manera que sólo Elena puede. ―Su boca se aplana en una línea torcida.
―¿Por qué crees que está aquí?
―No tengo ni idea. ―Joseph se encoge de hombros.
Taylor entra en la sala grande otra vez.
―La señora Lincoln ―anuncia.
Y aquí está ella… ¿Por qué es tan condenadamente atractiva? Ella está vestida completamente de negro: pantalones vaqueros ajustados, una camiseta que enfatiza su figura perfecta, y un halo de cabello brillante, lustroso.
Joseph me acerca.
―Elena ―dice, en tono perplejo.
Ella me mira boquiabierta en estado de shock, congelada en el lugar. Parpadea antes de encontrar su suave voz.
―Lo siento. No me di cuenta que tenías compañía, Joseph. Hoy es lunes ―dice ella, como si esto explicara por qué está aquí.
―Novia ―dice él a modo de explicación e inclina la cabeza hacia un lado y sonríe.
Ella sonríe, una sonrisa lenta, radiante, dirigida enteramente a él. Es desconcertante.
―Por supuesto. Hola, ____. No sabía que estarías aquí. Sé que no quieres hablar conmigo. Lo acepto.
―¿Lo haces? ―afirmo en voz baja, mirándola y tomándonos a todos por sorpresa. Con el ceño levemente fruncido, se mueve más en la habitación.
―Sí, entiendo el mensaje. No estoy aquí para verte. Como he dicho, Joseph rara vez tiene compañía durante la semana. ―Hace una pausa―. Tengo un problema, y necesito hablar con Joseph al respecto.
―¿Oh? ―Joseph se endereza―. ¿Quieres un trago?
―Sí, por favor ―murmura con gratitud.
Joseph busca un vaso, mientras que Elena y yo estamos de pie, incómodas mirando la una a la otra. Ella juguetea con un anillo de plata grande en su dedo medio, en tanto que yo no sé dónde mirar. Finalmente, me da una pequeña sonrisa tensa y se aproxima a la isla de la cocina y se sienta en el taburete de la barra al final. Obviamente, conoce muy bien el lugar y se siente cómoda moviéndose por aquí.
¿Me quedo? ¿Me voy? Oh, esto es tan difícil. Mi subconsciente frunce el ceño a la mujer con su cara más hostil de arpía. Hay tantas cosas que quiero decirle a esta mujer y ninguna elogiosa. Pero es amiga de Joseph ―su única amiga― y por toda mi aversión a esta mujer, soy por naturaleza amable. Decidiendo quedarme, me siento con tanta gracia como puedo manejar en el taburete que Joseph había dejado libre. Joseph vierte el vino en cada una de las copas y se sienta entre nosotras en la barra del desayuno. ¿Puede sentir lo extraño que es esto?
―¿Qué pasa? ―le pregunta.
Elena me mira nerviosamente, y Joseph se acerca y toma mi mano.
―____ está conmigo ahora ―le dice a su silenciosa consulta y me aprieta la mano. Me ruborizo, y mi subconsciente le sonríe, cara de arpía olvidada.
El rostro de Elena se suaviza como si estuviera contenta por él. Realmente contenta por él. Oh, no entiendo a esta mujer en absoluto, y me siento incómoda y nerviosa en su presencia. Ella toma una respiración profunda y se mueve, posándose en el borde de su taburete de la barra y luciendo nerviosa. Mira con nerviosismo a sus manos y empieza a girar locamente el anillo de plata grande alrededor de su dedo medio.
Por Dios, ¿qué pasa con ella? ¿Es mi presencia? ¿Tengo ese efecto en ella? Porque me siento de la misma manera… no la quiero aquí. Levanta la cabeza y mira a Joseph a los ojos.
―Estoy siendo chantajeada.
Santa mierda. No es lo que esperaba de su boca. Joseph se tensa. ¿Alguien se enteró de su afición por golpear y follar chicos menores de edad? Reprimo mi repulsión, y un pensamiento fugaz sobre los pollos vuelven a casa a descansar se me cruza por mi mente. Mi subconsciente se frota las manos con mal disimulado regocijo. Bien.
―¿Cómo? ―pregunta Joseph, su horror claro en su voz.
Ella mete la mano en su bolso de gran tamaño, de charol de diseñador, saca una nota, y se la entrega a él.
―Deja eso, ponlo ahí. ―Joseph apunta a la barra del desayuno con su barbilla.
―¿No quieres tocarlo?
―No. Huellas dactilares.
―Joseph, sabes que no puedo ir a la policía con esto.
¿Por qué estoy escuchando esto? ¿Está jodiendo algún otro pobre chico? Ella pone la nota para él, y él se inclina para leerlo.
―Sólo están pidiendo cinco mil dólares ―dice casi distraídamente―. ¿Alguna idea de quién podría ser? ¿Alguien en la comunidad?
―No ―dice con su voz dulce y suave.
―¿Linc?
¿Linc? ¿Quién es ese?
―Que… ¿después de todo este tiempo? No lo creo ―refunfuña.
―¿Isaac sabe?
―No le he dicho.
¿Quién es Isaac?
―Creo que él necesita saber ―dice Joseph. Ella niega con la cabeza, y ahora siento que me estoy entrometiendo. No quiero nada de esto. Trato de recuperar mi mano del agarre de Joseph, pero él sólo aumenta su agarre y se vuelve a mirarme―. ¿Qué? ―pregunta.
―Estoy cansada. Creo que voy a ir a la cama.
Sus ojos buscan los míos, ¿buscando qué? ¿Censura? ¿Aceptación? ¿Hostilidad? Mantengo mi expresión tan suave cómo es posible.
―Está bien ―dice―. No tardaré mucho tiempo.
Él me libera y me pongo de pie. Elena me mira con recelo. Me quedo callada y devuelvo su mirada, sin revelar más.
―Buenas noches, ____. ―Ella me da una pequeña sonrisa.
―Buenas noches ―murmuro, y mi voz suena fría. Me giro para salir. La tensión es demasiada para mí para soportar. A medida que salgo de la habitación ellos continúan su conversación.
―No creo que haya mucho que pueda hacer, Elena ―le dice Joseph a ella―. Si se trata de una cuestión de dinero. ―Su voz se apaga―. Podría pedirle a Welch que investigue.
―No, Joseph, sólo quería compartir ―dice ella.
Cuando estoy fuera de la habitación, la oigo decir:
―Te ves muy feliz.
―Lo estoy ―responde Joseph.
―Mereces serlo.
―Me gustaría que eso fuera verdad.
―Joseph ―regaña.
Me quedo paralizada, escuchando atentamente. No puedo evitarlo.
―¿Sabe lo negativo que eres acerca de ti? Acerca de todos tus problemas.
―Ella me conoce mejor que nadie.
―¡Ay! Eso duele.
―Es la verdad, Elena. No tengo que jugar con ella. Y lo digo en serio, déjala en paz.
―¿Cuál es su problema?
―Tú… Lo que éramos. Lo que hicimos. Ella no entiende.
―Hazle entender.
―Está en el pasado, Elena, ¿y por qué iba a querer mancharla con nuestra jodida relación? Ella es buena y dulce e inocente, y por algún milagro me ama.
―No es ningún milagro, Joseph ―se burla Elena naturalmente―. Ten un poco de fe en ti mismo. Realmente eres un buen partido. Te lo he dicho a menudo. Y ella parece adorable, también. Fuerte. Alguien que te defienda.
No puedo oír la respuesta de Joseph. Así que soy fuerte, ¿lo soy? Desde luego, no me siento así.
―¿No lo echas de menos? ―continúa Elena.
―¿Qué?
―Tu sala de juegos.
Dejo de respirar.
―Eso realmente no es de tu maldita incumbencia ―dice bruscamente Joseph.
Oh.
―Lo siento ―resopla Elena sin sinceridad.
―Creo que será mejor que te vayas. Y por favor, llama antes de venir otra vez.
―Joseph, lo siento ―dice ella, y por su tono, esta vez lo dice en serio―. ¿Desde cuándo eres tan sensible? ―lo regaña de nuevo.
―Elena, tenemos una relación de negocios que nos ha beneficiado a ambos inmensamente. Vamos a mantenerlo de esa manera. Lo que hubo entre nosotros es parte del pasado. ____ es mi futuro, y no lo voy a poner en peligro en modo alguno, así que corta la mierda.
¡Su futuro!
―Ya veo.
―Mira, lo siento por tu problema. Tal vez deberías desecharlo y tomarlo como un farol. ―Su tono es más suave.
―No quiero perderte, Joseph.
―No soy tuyo para perderme, Elena ―dice bruscamente de nuevo.
―Eso no es lo que quise decir.
―¿Qué quisiste decir? ―Está brusco, enojado.
―Mira, no quiero discutir contigo. Tu amistad significa mucho para mí. Me alejaré de ____. Pero estoy aquí si me necesitas. Siempre lo estaré.
―____ piensa que me viste el sábado pasado. Llamaste, eso es todo. ¿Por qué le dijiste otra cosa?
―Quería que ella supiera lo mal que estabas cuando se fue. No quiero que te haga daño.
―Ella lo sabe. Le he dicho. Deja de interferir. Sinceramente, eres como una mamá gallina. ―Joseph suena más resignado, y Elena se ríe, pero hay un tono triste en su risa.
―Lo sé. Lo siento. Sabes que me preocupo por ti. Nunca pensé que terminarías enamorándote, Joseph. Es muy gratificante verlo. Pero no podría soportar si te hace daño.
―Tomaré mis riesgos ―dice secamente―. Ahora, ¿estás segura de que no quieres que Welch busque alrededor?
Ella suspira profundamente.
―Supongo que no haría ningún daño.
―Está bien. Lo voy a llamar por la mañana.
Los escucho discutiendo, tratando de resolver esto. Ellos suenan como viejos amigos, como dice Joseph. Solo amigos. Y ella se preocupa por él, tal vez demasiado. Bueno, ¿quién no lo haría, si lo conocieran?
―Gracias, Joseph. Y lo siento. No era mi intención molestar. Me iré. La próxima vez voy a llamar.
―Bien.
¡Ella se va! ¡Mierda! Corro por el pasillo a la habitación de Joseph y me siento en la cama. Joseph entra unos momentos más tarde.
―Se ha ido ―dice con cautela, midiendo mi reacción.
Miro hacia él, tratando de enmarcar mi pregunta.
―¿Quieres decirme todo sobre ella? Estoy tratando de entender por qué crees que te ha ayudado. ―Hago una pausa, pensando cuidadosamente acerca de mi siguiente frase―. La detesto, Joseph. Creo que te hizo un daño incalculable. Tú no tienes amigos. ¿Los mantuvo lejos de ti?
Él suspira y se pasa la mano por el cabello.
―¿Por qué demonios quieres saber acerca de ella? Tuvimos un romance muy largo, golpeaba la mierda fuera de mí de vez en cuando, y me la follé en todo tipo de formas que ni siquiera puedes imaginar, fin de la historia.
Palidezco. Mierda, él está enojado… conmigo. Parpadeo hacia él.
―¿Por qué estás tan enojado?
―¡Porque toda esa mierda se ha acabado! ―grita, mirándome ceñudo. Él suspira con desesperación y sacude su cabeza.
Palidezco. Mierda. Miro mis manos, anudadas en mi regazo. Sólo quiero entender. Se sienta a mi lado.
―¿Qué quieres saber? ―pregunta con cansancio.
―No tienes que decirme. No quiero inmiscuirme.
―____, no es eso. No me gusta hablar de esa mierda. He vivido en una burbuja durante años donde nada me afecta y no tengo que justificarme ante nadie. Ella siempre ha estado ahí como un confidente. Y ahora mi pasado y mi futuro están colisionando de una manera en que nunca pensé posible.
Echo un vistazo a él y él me está mirando, los ojos muy abiertos.
―Nunca pensé que tendría un futuro con alguien, ____. Me das esperanza y me tienes pensando en todo tipo de posibilidades. ―Él se desvía.
―Estaba escuchando ―susurro y miro hacia abajo a mis manos.
―¿Qué? ¿Nuestra conversación?
―Sí.
―¿Y bien? ―Él suena resignado.
―Ella se preocupa por ti.
―Sí, lo hace. Y yo por ella a mi propia manera, pero no se acerca a lo que siento por ti. Si eso es de lo que esto se trata.
―No estoy celosa. ―Me hiere que pensara eso… ¿o lo estoy? Mierda. Tal vez eso es lo que es―. No la amas ―murmuro.
Vuelve a suspirar. Está realmente molesto.
―Hace mucho tiempo, pensé que la amaba ―dice a través de sus dientes apretados.
Oh.
―Cuando estábamos en Georgia… dijiste que no la amabas.
―Eso es cierto.
Frunzo el ceño.
―Te amaba entonces, ____ ―susurra―. Eres la única persona por la que volaría cinco mil kilómetros para ver.
Oh mi… No entiendo. Todavía me quería como sumisa entonces. Mi ceño se profundiza.
―Los sentimientos que tengo por ti son muy diferentes de cualquier otro que haya tenido por Elena ―dice a modo de explicación.
―¿Cuándo lo supiste?
Se encoge de hombros.
―Irónicamente, fue Elena quien lo señaló. Me animó a ir a Georgia.
¡Lo sabía! Lo supe en Savannah. Lo miro, inexpresiva.
¿Qué debo hacer con esto? Tal vez ella está de mi lado y sólo se preocupa de que vaya a hacerle daño. La idea es dolorosa. Nunca querría hacerle daño. Ella tiene razón… ha sido dañado lo suficiente. Tal vez no es tan mala. Niego con la cabeza. No quiero aceptar su relación con ella. Estoy en contra. Sí, eso es lo que es. Ella es un personaje desagradable que se aprovechó de un adolescente vulnerable, robándole sus años de adolescencia, no importa lo que él diga.
―¿Entonces la deseabas? Cuando eras más joven.
―Sí.
Oh.
―Ella me enseñó mucho. Me enseñó a creer en mí mismo.
Oh.
―Pero también golpeó la mierda fuera de ti.
Él sonríe con cariño.
―Sí, lo hizo.
―¿Y te gustaba eso?
―En ese tiempo lo hacía.
―¿Tanto que quisiste hacérselo a otros?
Sus ojos se abren más y se vuelven más serios.
―Sí.
―¿Te ayudó ella con eso?
―Sí.
―¿Hizo de sumisa para ti?
―Sí.
Mierda santa.
―¿Esperas que ella me agrade? ―Mi voz suena frágil y amargada.
―No. Aunque eso facilitaría mucho mi vida ―dice con cansancio―. Pero entiendo tu reticencia.
―¡Reticencia! Caray, Joseph… si ese hubiera sido tu hijo, ¿cómo te sentirías?
Parpadea en mi dirección como si no comprendiera la pregunta. Frunce el ceño.
―No tenía que quedarme con ella. Fue mi decisión, también, ____ ―murmura.
Esto no me está llevando a ninguna parte.
―¿Quién es Linc?
―Su ex-marido.
―¿Lincoln Timber?
―El mismísimo ―sonríe.
―¿E Isaac?
―Su sumiso actual.
Oh no.
―Él está en la mitad de sus veinte, ____. Ya sabes: un adulto consensual ―añade rápidamente, interpretando correctamente mi mirada de repulsión.
Me sonrojo.
―Tú edad ―murmuro.
―Mira, ____, como le dije a ella, es parte de mi pasado. Tú eres mi futuro. No dejes que se interponga entre nosotros, por favor. Y francamente, estoy realmente aburrido de este tema. Iré a trabajar un poco. ―Se pone de pie y me mira―. Déjalo estar. Por favor.
Lo miro tercamente.
―Oh, casi lo olvido ―añade―. Tu auto llegó un día antes. Está en el garaje. Taylor tiene la llave.
Whoa… ¿el Saab?
―¿Puedo conducirlo mañana?
―No.
―¿Por qué no?
―Sabes por qué no. Y eso me recuerda. Si vas a dejar tu oficina, házmelo saber. Sawyer estaba ahí, vigilándote. Parece que no puedo confiar en que cuides de ti misma en absoluto. ―Me frunce el ceño, haciéndome sentir como una niña que se equivocó… otra vez. Y discutiría con él, pero está bastante en el borde sobre lo de Elena, y no quiero empujarlo más, aunque no puedo resistirme un comentario.
―Parece que no puedo confiar en ti tampoco ―murmuro―. Pudiste haberme dicho que Sawyer estaba vigilándome.
―¿Quieres discutir sobre eso, también?
―No era consciente de que estuviéramos discutiendo, pensé que nos estábamos comunicando ―murmuro de forma petulante.
Cierra sus ojos brevemente mientras lucha por contener su temperamento. Trago y lo observo ansiosamente. Jesús, esto podría ir en cualquier dirección.
―Tengo que trabajar ―dice en voz baja, y con eso, deja la habitación.
Exhalo. No me había dado cuenta de que estaba reteniendo mi aliento. Me dejo caer de nuevo en la cama, mirando el techo. ¿Podremos tener alguna vez una conversación normal sin que se desintegre en una discusión? Es agotador. Simplemente no nos conocemos tan bien el uno al otro. ¿Realmente quiero mudarme con él? Ni siquiera sé si debo prepararle una taza de té o café mientras está trabajando. ¿Debería siquiera interrumpirlo? No tengo idea de lo que le gusta y lo que no.
Evidentemente está aburrido con toda la cosa de Elena; tiene razón, necesito avanzar. Dejarlo estar. Bueno, al menos no está esperando que sea su amiga, y espero que ella deje de acosarme para que nos reunamos.
Me bajo de la cama y camino hasta la ventana. Sacando el seguro de la puerta del balcón, la abro y paseo hasta la barandilla de vidrio. Su transparencia es desconcertante. El aire está helado y fresco, debido a la altura a la que me encuentro. Miro las titilantes luces de Seattle. Él está tan lejos de todo aquí en su fortaleza. Sin rendirle cuentas a nadie. Acaba de decirme que me ama, y luego viene toda esta mierda a causa de esa horrible mujer. Ruedo mis ojos. Su vida es tan complicada. Él es tan complicado.
Con un profundo suspiro y una última vista a Seattle esparcido como un manto de oro a mis pies, decido llamar a Ray. No he hablado con él desde hace un tiempo. Es una conversación breve, como de costumbre, pero puedo verificar que está bien y que estoy interrumpiendo un partido de fútbol importante.
―Sí. Estamos bien. ―Algo así, y me estoy mudando con él. Aunque no hemos discutido un calendario―. Te quiero, papá.
―También te quiero, ____.
Corto y miro mi reloj. Debido a nuestra discusión, me estoy sintiendo extrañamente enervada e inquieta. Me doy una ducha rápida, y de vuelta en el dormitorio, decido usar uno de esos camisones que Caroline Acton adquirió para mí de Neiman Marcus. Joseph siempre se está quejando de mis camisetas. Hay tres. Escojo el rosa pálido y lo paso por encima de mi cabeza. La tela se desliza por encima de mi piel, acariciando y aferrándose a mí a medida que cae por mi cuerpo. Se siente lujurioso, el mejor y más delgado satín. Santa mierda. En el espejo, me veo como la estrella de una película de 1930. Es largo, elegante… y muy poco yo.
Agarro la bata a juego y decido ir a buscar un libro a la biblioteca. Podría leer en mi iPad… pero en este momento, quiero la comodidad y el consuelo de un libro físico. Dejaré a Joseph solo. Tal vez recobrará su buen humor una vez que haya terminado de trabajar.
Hay tantos libros en la biblioteca de Joseph. Revisar cada título tomará una eternidad. Ocasionalmente miro la mesa de billar y me sonrojo al recordar nuestra velada previa. Sonrío cuando veo que la regla todavía está en el suelo. Recogiéndola, la paso sobre la palma de mi mano. ¡Ay! Pica. ¿Por qué no puedo tomar un poco más de dolor por mi hombre? Desconsoladamente, la dejo sobre la mesa y continúo mi búsqueda de un buen libro.
La mayoría de los libros son primeras ediciones. ¿Cómo puede alguien haber amasado una colección como esta en tan poco tiempo? Tal vez la descripción de trabajo de Taylor incluye compra de libros. Me decido por Rebecca de Daphne Du Maurier. No lo he leído desde hace mucho tiempo. Sonrío cuando me acurruco en uno de los mullidos sillones y leo la primera línea:
Casi salto al despertar cuando Joseph me levanta en sus brazos.
―Hola ―murmura―, te quedaste dormida. No podía encontrarte. ―Acaricia mi cabello. Somnolienta, pongo mis brazos alrededor de su cuello y respiro su esencia ―oh, huele tan bien― mientras me carga de regreso al dormitorio. Me acuesta sobre la cama y me cubre―. Duerme, nena ―susurra, y presiona sus labios contra mi frente.
Despierto de golpe de un sueño perturbador y me siento momentáneamente desorientada. Me encuentro mirando con ansiedad el otro extremo de la cama, pero no hay nadie ahí. Flotando desde la sala, escucho el tenue tono de una compleja melodía proveniente del piano. ¿Qué hora es? Compruebo la alarma-reloj: dos de la mañana. ¿Ha venido Joseph a dormir algo? Desenredo mis piernas de la bata, que todavía estoy usando, y bajo de la cama.
En la sala principal, me quedo de pie en las sombras, escuchando. Joseph está perdido en la música. Parece seguro y protegido en su burbuja de luz. Y la canción que interpreta tiene una melodía cadenciosa, que en parte suena familiar, pero tan elaborada. Jesús, es bueno. ¿Por qué esto siempre tiene que tomarme por sorpresa?
Toda la escena parece diferente de algún modo, y me doy cuenta que la tapa del piano está abajo, otorgándome una vista sin obstáculos. Él levanta su mirada y nuestros ojos se encuentran, los suyos ambarinos y suavemente luminosos en el difuso brillo de la lámpara. Continúa tocando, sin titubear en absoluto, mientras hago mi camino hacia él. Sus ojos me siguen, bebiéndome, ardiendo con más brillo. Cuando lo alcanzo, se detiene.
―¿Por qué paraste? Eso era maravilloso.
―¿Tienes idea de cuán deseable te ves en este momento? ―dice él, con voz suave.
Oh.
―Ven a la cama ―susurro, y sus ojos se calientan cuando extiende su mano. Cuando la tomo, él tira de mí de forma inesperada, por lo que caigo en su regazo. Envuelve sus brazos a mí alrededor y acaricia mi cuello por detrás de mí oreja, lo que envía escalofríos a lo largo de mi columna.
―¿Por qué peleamos? ―susurra, mientras sus dientes se apoderan del lóbulo de mi oreja.
Santo cielo. Mi corazón se salta un latido, luego comienza a correr a todo ritmo, enviando calor a través de todo mi cuerpo.
―Porque estamos conociéndonos, y eres terco, pendenciero, mal humorado y difícil ―murmuro sin aliento, moviendo mi cabeza para darle un mejor acceso a mi garganta. Pasa su nariz a lo largo de mi cuello, y siento su sonrisa.
―Soy todas esas cosas, señorita Steele. Es un milagro que me aguantes. ―Mordisquea el lóbulo de mi oreja y yo gimo―. ¿Es siempre así? ―suspira.
―No tengo idea.
―Tampoco yo. ―Tira del cinturón de mi bata por lo que esta se abre, y sus manos vagan por mi cuerpo, sobre mis pechos. Mis pezones se endurecen bajo su suave tacto y se tensan contra el satén. Continúa descendiendo por mi cintura, hasta mis caderas―. Te sientes tan bien bajo este material, puedo verlo todo… incluso esto. ―Tira suavemente mi vello púbico a través de la tela, lo que me hace jadear, mientras su otra mano se envuelve sobre el cabello en mi nuca. Tirando mi cabeza hacia atrás, me besa, su lengua urgente, implacable, necesitada. Gimo en respuesta y acaricio su querido, amado rostro. Su mano suavemente levanta mi camisón, lentamente, de forma tentadora, hasta que acaricia mi trasero desnudo y luego pasando la uña de su pulgar por el interior de mi muslo.
De pronto se levanta, sorprendiéndome, y levantándome hasta poner mi cuerpo sobre el piano. Mis pies se apoyan en las teclas, haciendo sonar notas discordantes, y sus manos suben por mis piernas y separan mis rodillas. Agarra mis manos.
―Recuéstate ―ordena, sosteniendo mis manos mientras me extiendo sobre la parte superior del piano. La tapa se siente dura e implacable contra mi espalda. Él me suelta y abre más mis piernas, mis pies danzando sobre las teclas, sobre las notas más altas y más bajas.
Oh chico. Sé qué es lo que va a hacer, y la anticipación… gimo ruidosamente mientras besa el interior de mi rodilla, luego besando, chupando y mordisqueando su camino desde mi pierna a mi muslo. El suave camisón de satín se levanta más, rozando mi piel sensible, cuando él empuja la tela. Flexiono mis pies y los acordes suenan otra vez. Cerrando mis ojos, me rindo a él mientras su boca alcanza la cúspide de mis muslos.
Él me besa… ahí… Oh chico… entonces sopla suavemente antes de que su lengua rodee mi clítoris. Abre más mis piernas. Me siento tan abierta… tan expuesta. Me sujeta en mi lugar, sus manos justo sobre mis rodillas mientras su lengua me tortura, sin darme cuartel, sin tregua… sin poder respirar. Inclinando mis caderas hacia arriba, encontrando e igualando su ritmo, me consume.
―Oh, Joseph, por favor. ―Vuelvo a gemir.
―Oh no, nena, no todavía ―bromea, pero me siento acelerar a medida que él lo hace, y se detiene.
―No ―lloriqueo.
―Esta es mi venganza, ____ ―gruñe suavemente―. Discute conmigo, y voy a cobrármelo con tu cuerpo de algún modo. ―Esparce besos a lo largo de mi vientre, sus manos viajando por mis muslos, acariciando, amasando, tentando. Su lengua hace círculos en mi ombligo mientras sus manos ―y sus pulgares… oh sus pulgares― alcanzan la cumbre de mis muslos.
―¡Ah! ―grito cuando empuja uno dentro de mí. El otro me acaricia, lenta, agonizantemente, haciendo círculos a mi alrededor una y otra vez. Mi espalda se arquea fuera del piano mientras me retuerzo bajo su toque. Es casi insoportable―. ¡Joseph! ―grito, fuera de control con la necesidad.
Se apiada de mí y se detiene. Levantando mi pie de las teclas, me empuja; y repentinamente, me estoy deslizando sin esfuerzo sobre el piano con la ayuda del satén, y él me sigue hasta allí arriba, arrodillándose brevemente entre mis piernas para ponerse un condón. Se cierne sobre mí y estoy jadeando, mirándolo con descarnada necesidad, y noto que está desnudo. ¿Cuándo se quitó la ropa?
Él me mira fijamente, y hay admiración en sus ojos, admiración, amor y pasión, y me quita el aliento.
―Te deseo tanto ―dice, y muy lentamente, exquisitamente, se hunde en mí.
Estoy extendida sobre él, agotada, mis extremidades pesadas y lánguidas, mientras yacemos sobre el piano. Oh mi… Él es mucho más cómodo para descansar que el piano. Con cuidado de no tocar su pecho, apoyo mi mejilla en él y me mantengo perfectamente quieta. Él no se opone, y escucho su respiración mientras se ralentiza como la mía. Suavemente acaricia mi cabello.
―¿Bebes té o café en las noches? ―le pregunto somnolienta.
―Qué extraña pregunta ―dice él, soñador.
―Pensé que podría traerte algo de té al estudio, y luego me di cuenta que no sabía si eso te gustaría.
―Oh, ya veo. Agua o vino en las noches, ____. Aunque tal vez debería probar con el té.
Sus manos se mueven rítmicamente por mi espalda, acariciándome con ternura.
―Realmente sabemos muy poco el uno sobre el otro ―murmuro.
―Lo sé ―dice, y su voz es triste. Me siento para mirarlo.
―¿Qué es? ―pregunto. Él sacude su cabeza como si se estuviera deshaciendo de algún pensamiento desagradable, y levantando su mano, acaricia mi mejilla, sus ojos brillantes y serios.
―Te amo, ____ Steele ―dice.
La alarma suena con las noticias del tráfico de las seis de la mañana y yo soy bruscamente despertada de mi inquietante sueño de mujeres muy rubias y morenas. No puedo entender sobre qué es e inmediatamente me distraigo porque Joseph Jonas me envuelve como seda, su cabeza con cabello rebelde en mi pecho, su mano en mis pechos, su pierna sobre mí, aplastándome. Todavía está dormido y yo tengo mucho calor. Pero ignoro mi incomodidad, tentativamente me estiro para pasar con cuidad mis dedos por su cabello y él se mueve. Levantando sus brillantes ojos ambarinos, sonríe dormido. Santo cielo… es adorable.
―Buen día, preciosa ―dice.
―Buen día, precioso. ―Le sonrío de regreso. Él me besa, desenredándose y se apoya sobre su codo, mirándome.
―¿Dormiste bien? ―pregunta.
―Sí, a pesar de la interrupción de mi sueño anoche.
Su sonrisa se ensancha.
―Hmm. Pueden interrumpirme así en cualquier momento. ―Me besa de nuevo.
―¿Y tú? ¿Dormiste bien?
―Siempre duermo bien contigo, ____.
―¿No más pesadillas?
―No.
Frunzo el ceño e intento una pregunta.
―¿Sobre qué son tus pesadillas?
Su frente se arruga y su sonrisa desaparece. Mierda, mi estúpida curiosidad.
―Son recuerdos de mi niñez, o eso dice el Dr. Flynn. Algunos vívidos, otros menos. ―Su voz desciende y su mirada distante cruza su cara. Distraídamente, comienza a recorrer con su dedo mi clavícula, distrayéndome.
―¿Te despiertas llorando y gritando? ―intento en vano una broma.
Me mira, desconcertado.
―No, ____. Nunca he llorado. Hasta dónde puedo recordar.
Frunce el ceño, como si se estuviera metiendo en la profundidad de sus recuerdos. Oh no, ese es un lugar demasiado oscuro para ir a esta hora, seguramente.
―¿Tienes algún recuerdo feliz de tu niñez? ―pregunto rápido, principalmente para distraerlo. Luce pensativo por un momento, todavía recorriendo con su dedo mi piel.
―Recuerdo la cocción de la puta droga. El olor. Un pastel de cumpleaños, creo. Para mí. Y después está la llegada de Mia con mamá y papá. Mi mamá estaba preocupada por mi reacción, pero adoré al bebé Mia inmediatamente. Mi primera palabra fue Mia. Recuerdo mi primera lección de piano. La señorita Kathie, mi maestra, era increíble. Ella tenía caballos, también. ―Sonríe con melancolía.
―Dijiste que tu mamá te salvó, ¿cómo?
Su meditación se rompe y me mira como si yo no entendiera la matemática elemental de dos más dos.
―Ella me adoptó ―dice simplemente―. Pensé que era un ángel cuando la conocí. Estaba vestida de blanco y fue tan dulce y tranquila cuando me examinó. Nunca lo olvidaré. Si ella o Carrick hubieran dicho que no… ―Se encoge y mira sobre su hombro el despertador―. Todo esto es un poco profundo para tan temprano en la mañana ―murmura.
―He hecho una promesa para llegar a conocerte mejor.
―¿Ahora, señorita Steele? Pensé que querías saber si prefería café o té. ―Sonríe―. De cualquier manera, puedo pensar de una mejor manera en que puedes llegar a conocerme. ―Empuja sus caderas sugestivamente hacia mí.
―Creo que te conozco demasiado bien de esa manera. ―Mi voz es arrogante y reprochadora, y lo hace sonreír más.
―No creo que alguna vez llegue a conocerte lo suficiente de esa manera ―murmura―. Definitivamente hay ventajas de despertar a tu lado. ―Su voz es suave y seductora.
―¿No tienes que levantarte? ―Mi voz es lenta y ronca. Jesús, lo que me hace…
―No esta mañana. Sólo en un lugar quiero estar ahora, Srta. Steele. ―Y sus ojos brillan obscenamente.
―¡Joseph! ―jadeo impresionada. De repente se mueve quedando arriba de mí, presionándome contra la cama. Agarrando mis manos, las tira sobre mi cabeza y empieza a besar mi cuello.
―Oh, Srta. Steele. ―Él sonríe contra mi piel, mandando deliciosos cosquilleos a través de mí, mientras su mano viaja hacia abajo por mi cuerpo y lentamente empieza a levantar mi camisón de satén―. Oh, lo que me gustaría hacerte ―murmura.
Y estoy perdida, preguntándomelo.
La Sra. Jones preparó mi desayuno de panqueques y tocino y para Joseph un omelette y tocino. Nos sentamos lado a lado en la barra en un cómodo silencio.
―¿Cuándo voy a conocer a tu entrenador, Claude, y ponerlo a prueba? ―pregunto.
Joseph me mira, sonriendo.
―Depende si quieres ir a Nueva York este fin de semana o no… a menos que quieras verlo temprano una mañana esta semana. Le pediré a Andrea que compruebe sus horarios y te diré.
―¿Andrea?
―Mi asistente personal.
Oh, sí.
―Una de tus tantas rubias ―me burlo.
―No es mía. Trabaja para mí. Tú eres mía.
―Trabajo para ti ―refunfuño ácidamente.
Sonríe como si lo hubiera olvidado.
―Entonces lo haces. ―Su sonrisa radiante es contagiosa.
―Tal vez Claude pueda enseñarme kickboxing ―advierto.
―¿Ah, sí? ¿Te imaginas tus posibilidades contra mí? ―Joseph levanta una ceja, divertido―. Provócame, señorita Steele. ―Él está tan condenadamente feliz comparado con su asqueroso humor de ayer después de que se fuera Elena. Es totalmente encantador. Tal vez es todo el sexo… tal vez eso es lo que lo está haciendo tan optimista.
Echo un vistazo atrás de mí al piano, saboreando el recuerdo de la noche anterior.
―Subiste de nuevo la tapa del piano.
―La cerré anoche para no molestarte. Supongo que no funcionó, pero me alegro de que no lo haya hecho. ―Los labios de Joseph se tuercen en una sonrisa lasciva mientras toma un bocado de omelette. Me pongo carmesí y le sonrío de regreso.
Oh, sí… momentos divertidos en el piano.
La Sra. Jones se inclina y deja una bolsa de papel que contiene mi almuerzo delante de mí, haciéndome sonrojarme por la culpa.
―Para más tarde, ____. ¿Atún está bien?
―Oh, sí. Gracias, Sra. Jones. ―Le doy una tímida sonrisa, la cual corresponde afectuosamente antes de retirarse a la gran habitación. Sospecho que es para darnos algo de privacidad―. ¿Puedo preguntarte algo? ―Me giro hacia Joseph.
Su expresión divertida se esfuma.
―Por supuesto.
―¿Y no te enojarás?
―¿Es sobre Elena?
―No.
―Entonces no me enojaré.
―Pero ahora tengo una pregunta suplementaria.
―¿Oh?
―Cuál es acerca de ella.
Rueda sus ojos.
―¿Qué? ―dice, y ahora está exasperado.
―¿Por qué te enfadas tanto cuando pregunto por ella?
―¿Honestamente?
Le frunzo el ceño.
―Pensé que siempre eras honesto conmigo.
―Lo intento.
Estrecho mis ojos hacia él.
―Eso suena como una respuesta muy evasiva.
―Siempre soy honesto contigo, ____. No quiero jugar juegos, bueno, no esa clase de juegos ―modifica cuando sus ojos se encienden.
―¿Qué clase de juegos quieres jugar?
Inclina su cabeza hacía un lado y me sonríe.
―Señorita Steele, te distraes tan fácil.
Me río. Tiene razón.
―Sr. Jonas usted me distrae de tantas maneras. ―Miro a sus ojos ambarinos bailando con humor.
―Mi sonido favorito en el mundo es tu risa, ____. Ahora, ¿cuál era tu pregunta original? ―pregunta suavemente y creo que se está riendo de mí. Intento torcer mi boca para mostrar mi descontento pero me gusta jugar con Cincuenta… él es divertido. Me gustan algunas bromas temprano en la mañana. Frunzo el ceño tratando de recordar la pregunta.
―Ah sí. ¿Tú sólo veías a tus sumisas los fines de semana?
―Sí, eso es correcto ―dice nervioso.
Le sonrío.
―Entonces, sin sexo durante la semana.
Él se ríe.
―Oh, hacia allá vamos con esto. ―Luce vagamente alivianado―. ¿Por qué crees que hago ejercicio todos los días de la semana? ―Ahora se ríe de mí, pero no me importa. Quiero abrazarme con regocijo. Otra primera vez… bueno, varias primeras veces―. Luces muy complacida contigo misma, señorita Steele.
―Lo estoy, Sr. Jonas.
―Deberías estarlo. ―Sonríe―. Ahora, come tu desayuno.
Oh, Cincuenta mandón… nunca está lejos.
Estamos en la parte trasera del Audi. Taylor está manejando con la intención de dejarme en el trabajo, luego a Joseph. Sawyer está llevando una escopeta.
―¿No habías dicho que el hermano de tu compañera de cuarto llegaba hoy? ―pregunta Joseph, casi por accidente, su voz y su expresión no revelan nada.
―Oh, Ethan ―jadeo―, lo olvidé. Oh Joseph, gracias por recordármelo. Tendré que regresar al apartamento.
Pone cara larga.
―¿A qué hora?
―No estoy segura de a qué hora llegará.
―No quiero que vayas a ningún lugar por tu cuenta ―dice bruscamente.
―Lo sé ―murmuro y me resisto a rodarle mis ojos al Sr. Sobre-reacción―. ¿Estará Sawyer espiando… um… patrullando hoy? ―Miro astutamente en dirección a Sawyer para ver ponerse coloradas las partes posteriores de sus orejas.
―Sí ―escupe Joseph, sus ojos fríos.
―Si estuviera manejando el Saab sería más fácil ―murmuro con petulancia.
―Sawyer tendrá un auto y puede llevarte al apartamento, dependiendo del horario.
―Está bien. Creo que Ethan me contactará durante el día. Entonces te avisaré cuáles son los planes.
Me mira sin decir nada. Oh, ¿qué está pensando?
―Está bien ―consciente―, a ningún lado por tu cuenta, ¿entiendes? ―Agita un dedo largo hacia mí.
―Sí, querido ―murmuro.
Hay una huella de sonrisa en su cara.
―Y tal vez sólo deberías usar tu BlackBerry. Te mandaré un e-mail ahí. Eso debería prevenir a mi hombre en información y tecnología de tener una mañana interesante, ¿sí? ―Su voz es sarcástica.
―Sí, Joseph. ―No puedo resistirlo: ruedo mis ojos hacia él y me sonríe.
―¿Por qué, señorita Steele, creo que estás haciendo que mi palma se agite?
―Ah, Sr. Jonas, tu palma que se agita permanentemente, ¿qué haremos con eso?
Se ríe y luego es distraído por su BlackBerry, que debe estar en vibrador porque no suena. Frunce el ceño cuando ve el nombre de quien está llamando.
―¿Qué es? ―escupe en el teléfono, luego escucha atentamente. Aprovecho la oportunidad para estudiar sus rasgos encantadores: su nariz recta, su cabello colgando desaliñado sobre su frente. Soy distraída de mi forma de mirarlo por su expresión, la cual pasa de la incredulidad al entretenimiento. Presto atención―. Estás bromeando… Por una escena… ¿Cuándo te lo dijo? ―Joseph sonríe casi de mala manera―. No, no te preocupes. No tienes que disculparte. Me alegro de que haya una explicación lógica. Parecía una ridículamente baja cantidad de dinero… No dudo de que haya algo malvado y creativo planeado para tu venganza. Pobre Isaac. ―Sonríe―. Bien… Adiós. ―Cierra el teléfono y me mira. Sus ojos de repente son cautelosos pero de una forma extraña, él también luce aliviado.
―¿Quién era? ―pregunto.
―¿Realmente quieres saberlo? ―pregunta lentamente.
Y lo sé. Sacudo mi cabeza y miro por la ventana al día gris en Seattle, sintiéndome desesperada. ¿Por qué ella no puede dejarlo solo?
―Hey. ―Él se estira por mi mano y besa cada uno de mis nudillos por turno y de repente está chupando mi meñique, con fuerza. Luego mordiéndolo suavemente.
¡Whoa! Él tiene una línea directa a mi ingle, jadeo y miro con nervios a Taylor y Sawyer, luego a Joseph y sus ojos están oscuros. Me da una lenta sonrisa carnal.
―No te preocupes, ____ ―murmura―. Ella está en el pasado. ―Y planta un beso en el centro de mi palma, enviando cosquilleos a todas partes y momentáneamente mi resentimiento es olvidado.
―Buenos días, ____ ―murmura Jack cuando hago mi camino hacia mi escritorio―. Bonito vestido.
Me ruborizo. El vestido es parte de mi nuevo guardarropa, cortesía de mi novio increíblemente rico. Es un vestido sin mangas de lino azul pálido, bastante pegado al cuerpo y estoy usando sandalias con tacón alto color crema. A Joseph le gustan los tacones, creo. Sonrío en secreto ante el pensamiento pero rápidamente recupero mi suave sonrisa profesional para mi jefe.
―Buenos días, Jack.
Empiezo a ordenar un mensajero para tomar sus folletos a las impresoras. Él asoma su cabeza por la puerta de su oficina.
―¿Puedes traerme un café, ____?
―Seguro. ―Deambulo por la cocina y me encuentro con Claire de recepción, quien también está preparando café.
―Hey, ____ ―dice alegremente.
―Hola, Claire.
Charlamos brevemente sobre su reunión familiar del fin de semana, la cual disfrutó inmensamente, y le digo sobre la navegación con Joseph.
―Tu novio es de sueños, ____ ―dice ella, sus ojos brillando.
Me tienta rodarle mis ojos.
―No tiene mal aspecto. ―Sonrío y las dos empezamos a reír.
―¡Te tomaste tu tiempo! ―Escupe Jack cuando le llevo su café.
¡Oh!
―Lo siento. ―Me ruborizo y luego frunzo el ceño. Tomé la misma cantidad de tiempo que siempre. ¿Cuál es su problema? Tal vez está nervioso por algo.
Sacude su cabeza.
―Lo siento, ____. No quise ladrarte a ti, cariño.
¿Cariño?
―Hay algo sucediendo en la dirección y no sé qué es. Mantente atenta, ¿sí? Si escuchas algo… sé como hablan ustedes las chicas. ―Él me sonríe y me siento ligeramente enferma. No tiene idea de cómo nosotras las “chicas” hablamos. Además, yo sé qué está pasando―. Me lo harás saber, ¿verdad?
―Seguro ―murmuro―. He enviado los folletos a la imprenta. Regresarán a las dos de la tarde.
―Gracias. Aquí. ―Me da un montón de manuscritos―. Todos estos necesitan un resumen del primer capítulo, luego clasificación.
―Me pondré en ello.
Estoy aliviada de salir de su oficina y sentarme en mi escritorio. Oh, es difícil estar en el saber. ¿Qué hará cuando lo descubra? Mi sangre corre fría. Algo me dice que Jack estará molesto. Miro a mi BlackBerry y sonrío. Hay un e-mail de Joseph.
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De: Joseph Jonas
Asunto: Sale el sol
Fecha: 14 Junio 2011, 09:23
Para: ____ Steele
Amo despertar contigo en la mañana.
Joseph Jonas
Completa y totalmente loco Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.
Creo que mi se separa en dos con mi sonrisa y mi Diosa interior hace una pirueta hacia atrás sobre su chaise longue.
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De: ____ Steele
Asunto: Se pone el sol
Fecha: 14 Junio 2011, 09:35
Para: Joseph Jonas
Querido completa y totalmente loco:
Amo despertar contigo, también. Pero amo estar en la cama contigo y en ascensores, pianos, mesas de billar, barcos, escritorio, duchas, bañeras, extrañas cruces de madera con grilletes, camas de cuatro postes con sábanas rojas de seda, cobertizos para botes y cuartos de la infancia.
Tuya
Loca Sexual Insaciable xx
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De: Joseph Jonas
Asunto: Hardware mojado
Fecha: 14 Junio 2011, 09:37
Para: ____ Steele
Querida Loca Sexual Insaciable:
Acabo de escupir café sobre mi teclado.
No creo que eso me haya pasado antes.
Admiro a las mujeres que se concentran en geografía.
¿Debo deducir que sólo me quieres por mi cuerpo?
Joseph Jonas
Completa y totalmente impactado Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.
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De: ____ Steele
Asunto: Riendo… y húmeda también
Fecha: 14 Junio 2011, 09:42
Para: Joseph Jonas
Querido completa y totalmente impactado:
Siempre.
Tengo que trabajar.
Deja de molestarme.
LSI xx
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De: Joseph Jonas
Asunto: ¿tengo qué?
Fecha: 14 Junio 2011 09:50
Para: ____ Steele
Querida LSI:
Como siempre, tus deseos son mis órdenes.
Amo que estés riendo y húmeda.
Nos vemos, nena.
X
Joseph Jonas
Completa y totalmente loco, impactado y embelesado Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.
Bajo mi BlackBerry y continúo con mi trabajo. Durante el almuerzo, Jack me pide que baje al deli por su comida. Llamo a Joseph tan pronto como dejo la oficina de Jack.
―____ ―responde de inmediato, su voz cálida y amorosa. ¿Cómo es que este hombre puede derretirme por teléfono?
―Joseph, Jack me ha pedido que busque su almuerzo.
―Bastardo perezoso ―suelta Joseph.
Lo ignoro y continúo:
―Así que voy a buscarlo. Tal vez sería útil si me dieras el número de Sawyer, así no tengo que molestarte.
―No es molestia, nena.
―¿Estás solo?
―No. Hay seis personas mirándome en este momento, preguntándose con quién demonios estoy hablando.
Mierda…
―¿En serio? ―mascullo, petrificada.
―Sí. En serio. Mi novia ―anuncia lejos del teléfono.
¡Santo cielo!
―Probablemente pensaban que eras gay, sabes.
Él ríe.
―Sí, probablemente. ―Oigo su sonrisa.
―Er, debo irme. ―Estoy segura de que puede decir lo avergonzada que estoy por interrumpirlo.
―Le avisaré a Sawyer. ―Ríe de nuevo―. ¿Has oído de tu amigo?
―Aún no. Será el primero en saber, Sr. Jonas.
―Bien. Nos vemos, nena.
―Adiós, Joseph ―sonrío. Cada vez que dice eso, me hace sonreír… tan poco Cincuenta, pero de algún modo tan él, también.
Cuando salgo momentos después, Sawyer está esperando en la puerta del edificio.
―Señorita Steele ―saluda formalmente.
―Sawyer ―asiento en respuesta, y juntos nos dirigimos al Deli.
No me siento tan cómoda con Sawyer como con Taylor. Continuamente vigila la calle mientras caminamos por la cuadra. En realidad me pone más nerviosa, y me encuentro a mí misma imitando sus acciones. ¿Está Leila allí afuera? ¿O estamos infectados por la paranoia de Joseph? ¿Es parte de sus cincuenta tonos? Lo que daría por media hora de una cándida discusión con el Dr. Flynn para averiguarlo. No hay nada extraño, sólo el almuerzo en Seattle, gente corriendo por comida, comprando, encontrando amigos. Veo a dos mujeres jóvenes abrazarse cuando se encuentran.
Extraño a Kate. Sólo han pasado dos semanas desde que se fue de vacaciones, pero se sienten como las dos semanas más largas de mi vida. Ha pasado tanto, nunca me creerá cuando le diga. Bueno, contarle la versión editada, acatando el CDC. Frunzo el ceño. Tendré que hablar con Joseph sobre eso. ¿Qué sacaría Kate de todo ello? Me quedo en blanco ante el pensamiento. Quizás volverá con Ethan. Siento una ola de excitación con la idea, pero creo que es improbable. Se mantendría con Elliot de seguro.
―¿Dónde te quedas cuando estás esperando y mirando afuera? ―le pregunto a Sawyer mientras nos ponemos en la fila del almuerzo. Sawyer está en frente de mí, mirando la puerta, monitoreando continuamente la calle y a cualquiera que entra. Es enervante.
―Me siento en el café directamente al cruzar la calle, señorita Steele.
―¿No se vuelve muy aburrido?
―No para mí, señora. Es lo que hago ―dice duramente.
Me sonrojo.
―Lo lamento, no quería implicar… ―Mi voz se sale de rumbo, entendiendo su expresión.
―Por favor, señorita Steele. Mi trabajo es protegerla. Y eso es lo que haré.
―Así que, ¿no hay signos de Leila?
―No, señora.
Frunzo el ceño.
―¿Cómo sabes cómo luce?
―La he visto en fotografías.
―Oh, ¿la tienes contigo?
―No, señora. ―Toca su cráneo―. Grabado en la memoria.
Por supuesto, realmente me gustaría examinar una fotografía de Leila para ver como se veía antes de convertirse en la Chica Fantasma. Me pregunto si Joseph me dejaría tener una copia. Sí, probablemente… por mi seguridad. Trazo un plan, y mi subconsciente salta y asiente aprobatoriamente.
Los panfletos llegan de nuevo a la oficina, y tengo que decirlo, se ven genial. Llevo uno a la oficina de Jack. Sus ojos se iluminan, y no sé si es por mí o por el panfleto. Escojo creer que es el anuncio.
―Se ven genial, ____. ―Los revisa ensoñadoramente―. Sí, buen trabajo. ¿Verás a tu novio esta noche? ―Sus labios se curvan mientras dice novio.
―Sí. Vivimos juntos. ―Es casi verdad. Bueno, lo hacemos por el momento. Y he accedido a mudarme, así que no es más que una mentira blanca. Espero que sea suficiente para rechazarlo.
―¿Se negaría a dejarte venir a tomar una copa rápida esta noche? ¿Para celebrar tú arduo trabajo?
―Tengo un amigo que viene de visita esta noche, y saldremos todos a cenar. ―Y estaré ocupada cada noche, Jack.
―Ya veo ―suspira, exasperado―. ¿Quizás cuando vuelva de Nueva York, huh? ―Levanta una ceja con expectación, y su mirada se ensombrece sugerentemente.
Oh no. Sonrío, sin compromiso, ahogando un estremecimiento.
―¿Te gustaría algo de té o café?
―Café, por favor. ―Su voz es baja y áspera, como si estuviera pidiendo algo más. Mierda. No retrocederá. Puedo verlo ahora. Oh… ¿Qué haré?
Dejo salir un suspiro de alivio cuando estoy fuera de su oficina. Me pone tensa. Joseph tiene razón sobre él, y parte de mí está molesta porque Joseph tiene razón sobre él. Me siento en mi escritorio y suena mi BlackBerry, un número que no reconozco.
―____ Steele.
―¡Hola Steele! ―la voz de Ethan me atrapa justo con la guardia baja.
―¡Ethan! ¿Cómo estás? ―Casi me atraganto del deleite.
―Contento de estar de vuelta. Estoy repleto de sol y ponche de ron, y mi hermana pequeña enamorada sin remedio del grandote. Ha sido un infierno, ____.
―¡Sí! Mar, arena, sol y ponche de ron suena como el infierno Ethan ―río―. ¿Dónde estás?
―Estoy en Sea-Tac, esperando mi equipaje. ¿Qué estás haciendo?
―Trabajando. Sí, estoy felizmente empleada ―respondo a su sorpresa―. ¿Quieres venir a buscar las llaves? Puedo encontrarte luego en el departamento.
―Suena genial. Te veré en unos cuarenta y cinco minutos, quizás una hora. ¿Cuál es la dirección?
Le doy la dirección de la AIPS.
―Te veré pronto, Ethan.
―Nos vemos―dice, y cuelga. ¿Qué? No, ¿Ethan también? Y me doy cuenta de que ha pasado una semana con Elliot. Rápidamente envío un e-mal a Joseph.
____________________
De: ____ Steele
Asunto: Visitantes de climas soleados
Fecha: 14 Junio 2011, 14:55
Para: Joseph Jonas
Querido completa y absolutamente LIyE:
Ethan está de vuelta, y vendrá a buscar las llaves del departamento. Realmente me gustaría asegurarme de que se asiente bien. ¿Por qué no me buscas después del trabajo? Podemos ir al departamento y luego ir TODOS a cenar, tal vez.
¿Invito yo?
_____ x
Aún LSI
____ Steele
Asistente de Jack Hyde, Coordinador Editorial, AIPS
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De: Joseph Jonas
Asunto: Salida a cenar
Fecha: 14 Junio 2011, 15:05
Para: ____ Steele
Apruebo el plan. ¡Excepto la parte de que tú pagas!
Yo invito.
Te busco a las 6:00.
X
PD: ¡¡¡¡¿Por qué no estás usando tu BlackBerry?!!!!
Joseph Jonas
Completa y absolutamente molesto, Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.
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De: ____ Steele
Asunto: Mandón
Fecha: 14 Junio 2011, 15:11
Para: Joseph Jonas
Oh, no seas tan malhumorado.
Está todo en código.
Te veo a las 6:00.
____ x
____ Steele
Asistente de Jack Hyde, Coordinador Editorial, AIPS
____________________
De: Joseph Jonas
Asunto: Mujer Exasperante
Fecha: 14 Junio 2011 15:18
Para: ____ Steele
¡Malhumorado!
Te daré tu malhumorado.
Y espéralo.
Joseph Jonas
Completa y absolutamente más molesto, pero sonriendo por alguna razón desconocida, Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.
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De: ____ Steele
Asunto: Promesas, promesas
Fecha: 14 Junio 2011, 15:23
Para: Joseph Jonas
Adelante, Sr. Jonas.
Lo estoy esperando también ;D
____ x
____ Steele
Asistente de Jack Hyde, Coordinador Editorial, AIPS
No contesta, pero no espero que lo haga. Lo imagino quejándose de las señales confusas, y el pensamiento me hace sonreír. Fantaseo brevemente sobre qué podría hacerme, pero me encuentro moviéndome en mi silla. Mi subconsciente me mira con desaprobación sobre sus lentes de media luna… ponte a trabajar.
Un poco más tarde, mi teléfono vibra. Es Claire en la recepción.
―Hay un chico realmente lindo que quiere verte. Debemos salir a tomar algo alguna vez, ____. Seguro conoces hombres guapos ―susurra con complicidad a través del teléfono.
¡Ethan! Tomando las llaves de mi bolso, me apresuro al recibidor.
Santa mierda, cabello blanqueado y rubio por el sol, un bronceado para morir, y una mirada brillante me mira desde el sofá de cuero verde. Tan pronto como me ve, su boca se cae abierta, y está de pie viniendo hacia mí.
―Wow, ____. ―Me frunce el ceño mientras se inclina para abrazarme.
―Te ves bien. ―Le sonrío.
―Tú te ves… wow… diferente. Mucho más sofisticada. ¿Qué sucedió? ¿Cambiaste tu cabello? ¿Ropa? No lo sé, Steele, ¡pero te ves ardiente!
Me sonrojo furiosamente.
―Oh, Ethan, es mi ropa de trabajo ―digo mientras Claire mira con una ceja arqueada y una pequeña sonrisa―. ¿Cómo estuvo Barbados?
―Divertido ―dice.
―¿Cuándo vuelve Kate?
―Ella y Elliot vuelven el viernes. Van en serio el uno con el otro. ―Ethan rueda sus ojos.
―La he extrañado.
―¿Sí? ¿Cómo has estado con el Sr. Mogul?
―¿Sr. Mogul? ―suelto―. Bueno, ha sido interesante. Nos llevará a cenar esta noche.
―Genial ―Ethan parece genuinamente complacido. ¡Uf!
―Ten. ―Le doy las llaves―. ¿Tienes la dirección?
―Sí, nos vemos. ―Se inclina y besa mi mejilla.
―¿La expresión de Elliot?
―Sí, como que se te pega.
―Lo hace. Nos vemos. ―Le sonrío mientras toma su gran mochila de al lado del sofá y sale del edificio.
Cuando giro, Jack me está mirando de un lado del recibidor, su expresión ilegible. Le sonrío brillantemente y vuelvo a mi escritorio, sintiendo sus ojos en mí todo el tiempo. Esto empieza a ponerme nerviosa. ¿Qué hago? No tengo idea. Deberé esperar a que vuelva Kate. Pronto idearía un plan. El pensamiento disipa mi humor y tomo el siguiente manuscrito.
A las cinco para las seis, mi teléfono suena. Es Joseph.
―Malhumorado aquí ―dice y sonrío. Todavía es el Cincuenta juguetón. Mi Diosa interior está aplaudiendo con alegría como un niño pequeño.
―Bueno, ésta es la Loca Sexual Insaciable. ¿Supongo que estás afuera? ―pregunto secamente.
―Lo estoy, de hecho, señorita Steele. Deseando verla. ―Su voz es cálida y seductora, y mi corazón se hincha ampliamente.
―Lo mismo, Sr. Jonas. Saldré de inmediato. ―Cuelgo.
Apago mi computadora y reúno mi bolso y saco color crema.
―Me voy, Jack ―anuncio.
―De acuerdo, ____. ¡Gracias por lo de hoy, cariño! Ten una gran noche.
―Tú también.
¿Por qué no puede ser así todo el tiempo? No lo entiendo.
El Audi está estacionado en la curva, y Joseph sale tan pronto como me aproximo. Se ha sacado su chaqueta, y está usando sus pantalones grises, mis favoritos, que cuelgan de sus caderas, de ese modo. ¿Cómo puede este dios griego ser para mí? Me encuentro sonriendo como una tonta en respuesta a su sonrisa idiota.
Ha pasado todo el día actuando como un novio enamorado, enamorado de mí. Este adorable, complejo, impecable hombre está enamorado de mí, y yo de él. La alegría explota inesperadamente dentro de mí, y saboreo el momento mientras siento brevemente que podría conquistar el mundo.
―Señorita Steele, se ve tan cautivadora como esta mañana. ―Joseph me arrastra a sus brazos y me besa sonoramente.
―Sr. Jonas, usted también.
―Vamos por tu amigo. ―Me sonríe y abre la puerta.
Mientras Taylor se dirige al departamento, Joseph me cuenta de su día, uno mucho mejor que el de ayer, parece. Lo miro con adoración mientras intenta explicar una nueva barrera que el departamento de ciencia ambiental en la WSU en Vancouver ha hecho. Sus palabras significan muy poco para mí, pero estoy cautivada por su pasión e interés en el asunto. Tal vez esto será así, buenos y malos días, y si los días buenos son así, no tendré mucho de qué quejarme. Me entrega una hoja de papel.
―Estos son los momentos que Claude tiene libres esta semana ―dice.
¡Oh! El entrenador.
Mientras estacionamos en el edificio de mi departamento, saca su BlackBerry del bolsillo.
―Jonas ―responde―. Ros, ¿qué pasa? ―Escucha con intensidad, y puedo decir que es una conversación importante.
―Iré a buscar a Ethan. Serán dos minutos ―modulo a Joseph y levanto dos dedos.
Asiente, obviamente distraído por la llamada. Taylor abre la puerta, sonriéndome con calidez. Le sonrío, incluso Taylor asiente. Presiono el interfono de la entrada y grito felizmente en él.
―¡Hola Ethan, soy yo! Déjame entrar.
La puerta suena y me dirijo arriba al departamento. Se me ocurre que no he estado allí desde la mañana del domingo. Parece demasiado atrás. Ethan ha dejado amablemente la puerta de adelante abierta. Entro al departamento y, no sé por qué, me detengo instintivamente tan pronto como pongo un pie dentro. Me tomo un momento para darme cuenta de que es porque la pálida, delgada figura parada en la isla de la cocina, sosteniendo un pequeño revólver es Leila, y me está mirando impávidamente.
―Sí.
―¿Qué dijiste?
―Le dije que no querías verla y que entendía tus razones. También le dije que no apreciaba que fuera tras mi espalda. ―Su mirada es impasible, sin revelar nada.
Oh, Dios.
―¿Qué te dijo?
―Lo sacudió de una manera que sólo Elena puede. ―Su boca se aplana en una línea torcida.
―¿Por qué crees que está aquí?
―No tengo ni idea. ―Joseph se encoge de hombros.
Taylor entra en la sala grande otra vez.
―La señora Lincoln ―anuncia.
Y aquí está ella… ¿Por qué es tan condenadamente atractiva? Ella está vestida completamente de negro: pantalones vaqueros ajustados, una camiseta que enfatiza su figura perfecta, y un halo de cabello brillante, lustroso.
Joseph me acerca.
―Elena ―dice, en tono perplejo.
Ella me mira boquiabierta en estado de shock, congelada en el lugar. Parpadea antes de encontrar su suave voz.
―Lo siento. No me di cuenta que tenías compañía, Joseph. Hoy es lunes ―dice ella, como si esto explicara por qué está aquí.
―Novia ―dice él a modo de explicación e inclina la cabeza hacia un lado y sonríe.
Ella sonríe, una sonrisa lenta, radiante, dirigida enteramente a él. Es desconcertante.
―Por supuesto. Hola, ____. No sabía que estarías aquí. Sé que no quieres hablar conmigo. Lo acepto.
―¿Lo haces? ―afirmo en voz baja, mirándola y tomándonos a todos por sorpresa. Con el ceño levemente fruncido, se mueve más en la habitación.
―Sí, entiendo el mensaje. No estoy aquí para verte. Como he dicho, Joseph rara vez tiene compañía durante la semana. ―Hace una pausa―. Tengo un problema, y necesito hablar con Joseph al respecto.
―¿Oh? ―Joseph se endereza―. ¿Quieres un trago?
―Sí, por favor ―murmura con gratitud.
Joseph busca un vaso, mientras que Elena y yo estamos de pie, incómodas mirando la una a la otra. Ella juguetea con un anillo de plata grande en su dedo medio, en tanto que yo no sé dónde mirar. Finalmente, me da una pequeña sonrisa tensa y se aproxima a la isla de la cocina y se sienta en el taburete de la barra al final. Obviamente, conoce muy bien el lugar y se siente cómoda moviéndose por aquí.
¿Me quedo? ¿Me voy? Oh, esto es tan difícil. Mi subconsciente frunce el ceño a la mujer con su cara más hostil de arpía. Hay tantas cosas que quiero decirle a esta mujer y ninguna elogiosa. Pero es amiga de Joseph ―su única amiga― y por toda mi aversión a esta mujer, soy por naturaleza amable. Decidiendo quedarme, me siento con tanta gracia como puedo manejar en el taburete que Joseph había dejado libre. Joseph vierte el vino en cada una de las copas y se sienta entre nosotras en la barra del desayuno. ¿Puede sentir lo extraño que es esto?
―¿Qué pasa? ―le pregunta.
Elena me mira nerviosamente, y Joseph se acerca y toma mi mano.
―____ está conmigo ahora ―le dice a su silenciosa consulta y me aprieta la mano. Me ruborizo, y mi subconsciente le sonríe, cara de arpía olvidada.
El rostro de Elena se suaviza como si estuviera contenta por él. Realmente contenta por él. Oh, no entiendo a esta mujer en absoluto, y me siento incómoda y nerviosa en su presencia. Ella toma una respiración profunda y se mueve, posándose en el borde de su taburete de la barra y luciendo nerviosa. Mira con nerviosismo a sus manos y empieza a girar locamente el anillo de plata grande alrededor de su dedo medio.
Por Dios, ¿qué pasa con ella? ¿Es mi presencia? ¿Tengo ese efecto en ella? Porque me siento de la misma manera… no la quiero aquí. Levanta la cabeza y mira a Joseph a los ojos.
―Estoy siendo chantajeada.
Santa mierda. No es lo que esperaba de su boca. Joseph se tensa. ¿Alguien se enteró de su afición por golpear y follar chicos menores de edad? Reprimo mi repulsión, y un pensamiento fugaz sobre los pollos vuelven a casa a descansar se me cruza por mi mente. Mi subconsciente se frota las manos con mal disimulado regocijo. Bien.
―¿Cómo? ―pregunta Joseph, su horror claro en su voz.
Ella mete la mano en su bolso de gran tamaño, de charol de diseñador, saca una nota, y se la entrega a él.
―Deja eso, ponlo ahí. ―Joseph apunta a la barra del desayuno con su barbilla.
―¿No quieres tocarlo?
―No. Huellas dactilares.
―Joseph, sabes que no puedo ir a la policía con esto.
¿Por qué estoy escuchando esto? ¿Está jodiendo algún otro pobre chico? Ella pone la nota para él, y él se inclina para leerlo.
―Sólo están pidiendo cinco mil dólares ―dice casi distraídamente―. ¿Alguna idea de quién podría ser? ¿Alguien en la comunidad?
―No ―dice con su voz dulce y suave.
―¿Linc?
¿Linc? ¿Quién es ese?
―Que… ¿después de todo este tiempo? No lo creo ―refunfuña.
―¿Isaac sabe?
―No le he dicho.
¿Quién es Isaac?
―Creo que él necesita saber ―dice Joseph. Ella niega con la cabeza, y ahora siento que me estoy entrometiendo. No quiero nada de esto. Trato de recuperar mi mano del agarre de Joseph, pero él sólo aumenta su agarre y se vuelve a mirarme―. ¿Qué? ―pregunta.
―Estoy cansada. Creo que voy a ir a la cama.
Sus ojos buscan los míos, ¿buscando qué? ¿Censura? ¿Aceptación? ¿Hostilidad? Mantengo mi expresión tan suave cómo es posible.
―Está bien ―dice―. No tardaré mucho tiempo.
Él me libera y me pongo de pie. Elena me mira con recelo. Me quedo callada y devuelvo su mirada, sin revelar más.
―Buenas noches, ____. ―Ella me da una pequeña sonrisa.
―Buenas noches ―murmuro, y mi voz suena fría. Me giro para salir. La tensión es demasiada para mí para soportar. A medida que salgo de la habitación ellos continúan su conversación.
―No creo que haya mucho que pueda hacer, Elena ―le dice Joseph a ella―. Si se trata de una cuestión de dinero. ―Su voz se apaga―. Podría pedirle a Welch que investigue.
―No, Joseph, sólo quería compartir ―dice ella.
Cuando estoy fuera de la habitación, la oigo decir:
―Te ves muy feliz.
―Lo estoy ―responde Joseph.
―Mereces serlo.
―Me gustaría que eso fuera verdad.
―Joseph ―regaña.
Me quedo paralizada, escuchando atentamente. No puedo evitarlo.
―¿Sabe lo negativo que eres acerca de ti? Acerca de todos tus problemas.
―Ella me conoce mejor que nadie.
―¡Ay! Eso duele.
―Es la verdad, Elena. No tengo que jugar con ella. Y lo digo en serio, déjala en paz.
―¿Cuál es su problema?
―Tú… Lo que éramos. Lo que hicimos. Ella no entiende.
―Hazle entender.
―Está en el pasado, Elena, ¿y por qué iba a querer mancharla con nuestra jodida relación? Ella es buena y dulce e inocente, y por algún milagro me ama.
―No es ningún milagro, Joseph ―se burla Elena naturalmente―. Ten un poco de fe en ti mismo. Realmente eres un buen partido. Te lo he dicho a menudo. Y ella parece adorable, también. Fuerte. Alguien que te defienda.
No puedo oír la respuesta de Joseph. Así que soy fuerte, ¿lo soy? Desde luego, no me siento así.
―¿No lo echas de menos? ―continúa Elena.
―¿Qué?
―Tu sala de juegos.
Dejo de respirar.
―Eso realmente no es de tu maldita incumbencia ―dice bruscamente Joseph.
Oh.
―Lo siento ―resopla Elena sin sinceridad.
―Creo que será mejor que te vayas. Y por favor, llama antes de venir otra vez.
―Joseph, lo siento ―dice ella, y por su tono, esta vez lo dice en serio―. ¿Desde cuándo eres tan sensible? ―lo regaña de nuevo.
―Elena, tenemos una relación de negocios que nos ha beneficiado a ambos inmensamente. Vamos a mantenerlo de esa manera. Lo que hubo entre nosotros es parte del pasado. ____ es mi futuro, y no lo voy a poner en peligro en modo alguno, así que corta la mierda.
¡Su futuro!
―Ya veo.
―Mira, lo siento por tu problema. Tal vez deberías desecharlo y tomarlo como un farol. ―Su tono es más suave.
―No quiero perderte, Joseph.
―No soy tuyo para perderme, Elena ―dice bruscamente de nuevo.
―Eso no es lo que quise decir.
―¿Qué quisiste decir? ―Está brusco, enojado.
―Mira, no quiero discutir contigo. Tu amistad significa mucho para mí. Me alejaré de ____. Pero estoy aquí si me necesitas. Siempre lo estaré.
―____ piensa que me viste el sábado pasado. Llamaste, eso es todo. ¿Por qué le dijiste otra cosa?
―Quería que ella supiera lo mal que estabas cuando se fue. No quiero que te haga daño.
―Ella lo sabe. Le he dicho. Deja de interferir. Sinceramente, eres como una mamá gallina. ―Joseph suena más resignado, y Elena se ríe, pero hay un tono triste en su risa.
―Lo sé. Lo siento. Sabes que me preocupo por ti. Nunca pensé que terminarías enamorándote, Joseph. Es muy gratificante verlo. Pero no podría soportar si te hace daño.
―Tomaré mis riesgos ―dice secamente―. Ahora, ¿estás segura de que no quieres que Welch busque alrededor?
Ella suspira profundamente.
―Supongo que no haría ningún daño.
―Está bien. Lo voy a llamar por la mañana.
Los escucho discutiendo, tratando de resolver esto. Ellos suenan como viejos amigos, como dice Joseph. Solo amigos. Y ella se preocupa por él, tal vez demasiado. Bueno, ¿quién no lo haría, si lo conocieran?
―Gracias, Joseph. Y lo siento. No era mi intención molestar. Me iré. La próxima vez voy a llamar.
―Bien.
¡Ella se va! ¡Mierda! Corro por el pasillo a la habitación de Joseph y me siento en la cama. Joseph entra unos momentos más tarde.
―Se ha ido ―dice con cautela, midiendo mi reacción.
Miro hacia él, tratando de enmarcar mi pregunta.
―¿Quieres decirme todo sobre ella? Estoy tratando de entender por qué crees que te ha ayudado. ―Hago una pausa, pensando cuidadosamente acerca de mi siguiente frase―. La detesto, Joseph. Creo que te hizo un daño incalculable. Tú no tienes amigos. ¿Los mantuvo lejos de ti?
Él suspira y se pasa la mano por el cabello.
―¿Por qué demonios quieres saber acerca de ella? Tuvimos un romance muy largo, golpeaba la mierda fuera de mí de vez en cuando, y me la follé en todo tipo de formas que ni siquiera puedes imaginar, fin de la historia.
Palidezco. Mierda, él está enojado… conmigo. Parpadeo hacia él.
―¿Por qué estás tan enojado?
―¡Porque toda esa mierda se ha acabado! ―grita, mirándome ceñudo. Él suspira con desesperación y sacude su cabeza.
Palidezco. Mierda. Miro mis manos, anudadas en mi regazo. Sólo quiero entender. Se sienta a mi lado.
―¿Qué quieres saber? ―pregunta con cansancio.
―No tienes que decirme. No quiero inmiscuirme.
―____, no es eso. No me gusta hablar de esa mierda. He vivido en una burbuja durante años donde nada me afecta y no tengo que justificarme ante nadie. Ella siempre ha estado ahí como un confidente. Y ahora mi pasado y mi futuro están colisionando de una manera en que nunca pensé posible.
Echo un vistazo a él y él me está mirando, los ojos muy abiertos.
―Nunca pensé que tendría un futuro con alguien, ____. Me das esperanza y me tienes pensando en todo tipo de posibilidades. ―Él se desvía.
―Estaba escuchando ―susurro y miro hacia abajo a mis manos.
―¿Qué? ¿Nuestra conversación?
―Sí.
―¿Y bien? ―Él suena resignado.
―Ella se preocupa por ti.
―Sí, lo hace. Y yo por ella a mi propia manera, pero no se acerca a lo que siento por ti. Si eso es de lo que esto se trata.
―No estoy celosa. ―Me hiere que pensara eso… ¿o lo estoy? Mierda. Tal vez eso es lo que es―. No la amas ―murmuro.
Vuelve a suspirar. Está realmente molesto.
―Hace mucho tiempo, pensé que la amaba ―dice a través de sus dientes apretados.
Oh.
―Cuando estábamos en Georgia… dijiste que no la amabas.
―Eso es cierto.
Frunzo el ceño.
―Te amaba entonces, ____ ―susurra―. Eres la única persona por la que volaría cinco mil kilómetros para ver.
Oh mi… No entiendo. Todavía me quería como sumisa entonces. Mi ceño se profundiza.
―Los sentimientos que tengo por ti son muy diferentes de cualquier otro que haya tenido por Elena ―dice a modo de explicación.
―¿Cuándo lo supiste?
Se encoge de hombros.
―Irónicamente, fue Elena quien lo señaló. Me animó a ir a Georgia.
¡Lo sabía! Lo supe en Savannah. Lo miro, inexpresiva.
¿Qué debo hacer con esto? Tal vez ella está de mi lado y sólo se preocupa de que vaya a hacerle daño. La idea es dolorosa. Nunca querría hacerle daño. Ella tiene razón… ha sido dañado lo suficiente. Tal vez no es tan mala. Niego con la cabeza. No quiero aceptar su relación con ella. Estoy en contra. Sí, eso es lo que es. Ella es un personaje desagradable que se aprovechó de un adolescente vulnerable, robándole sus años de adolescencia, no importa lo que él diga.
―¿Entonces la deseabas? Cuando eras más joven.
―Sí.
Oh.
―Ella me enseñó mucho. Me enseñó a creer en mí mismo.
Oh.
―Pero también golpeó la mierda fuera de ti.
Él sonríe con cariño.
―Sí, lo hizo.
―¿Y te gustaba eso?
―En ese tiempo lo hacía.
―¿Tanto que quisiste hacérselo a otros?
Sus ojos se abren más y se vuelven más serios.
―Sí.
―¿Te ayudó ella con eso?
―Sí.
―¿Hizo de sumisa para ti?
―Sí.
Mierda santa.
―¿Esperas que ella me agrade? ―Mi voz suena frágil y amargada.
―No. Aunque eso facilitaría mucho mi vida ―dice con cansancio―. Pero entiendo tu reticencia.
―¡Reticencia! Caray, Joseph… si ese hubiera sido tu hijo, ¿cómo te sentirías?
Parpadea en mi dirección como si no comprendiera la pregunta. Frunce el ceño.
―No tenía que quedarme con ella. Fue mi decisión, también, ____ ―murmura.
Esto no me está llevando a ninguna parte.
―¿Quién es Linc?
―Su ex-marido.
―¿Lincoln Timber?
―El mismísimo ―sonríe.
―¿E Isaac?
―Su sumiso actual.
Oh no.
―Él está en la mitad de sus veinte, ____. Ya sabes: un adulto consensual ―añade rápidamente, interpretando correctamente mi mirada de repulsión.
Me sonrojo.
―Tú edad ―murmuro.
―Mira, ____, como le dije a ella, es parte de mi pasado. Tú eres mi futuro. No dejes que se interponga entre nosotros, por favor. Y francamente, estoy realmente aburrido de este tema. Iré a trabajar un poco. ―Se pone de pie y me mira―. Déjalo estar. Por favor.
Lo miro tercamente.
―Oh, casi lo olvido ―añade―. Tu auto llegó un día antes. Está en el garaje. Taylor tiene la llave.
Whoa… ¿el Saab?
―¿Puedo conducirlo mañana?
―No.
―¿Por qué no?
―Sabes por qué no. Y eso me recuerda. Si vas a dejar tu oficina, házmelo saber. Sawyer estaba ahí, vigilándote. Parece que no puedo confiar en que cuides de ti misma en absoluto. ―Me frunce el ceño, haciéndome sentir como una niña que se equivocó… otra vez. Y discutiría con él, pero está bastante en el borde sobre lo de Elena, y no quiero empujarlo más, aunque no puedo resistirme un comentario.
―Parece que no puedo confiar en ti tampoco ―murmuro―. Pudiste haberme dicho que Sawyer estaba vigilándome.
―¿Quieres discutir sobre eso, también?
―No era consciente de que estuviéramos discutiendo, pensé que nos estábamos comunicando ―murmuro de forma petulante.
Cierra sus ojos brevemente mientras lucha por contener su temperamento. Trago y lo observo ansiosamente. Jesús, esto podría ir en cualquier dirección.
―Tengo que trabajar ―dice en voz baja, y con eso, deja la habitación.
Exhalo. No me había dado cuenta de que estaba reteniendo mi aliento. Me dejo caer de nuevo en la cama, mirando el techo. ¿Podremos tener alguna vez una conversación normal sin que se desintegre en una discusión? Es agotador. Simplemente no nos conocemos tan bien el uno al otro. ¿Realmente quiero mudarme con él? Ni siquiera sé si debo prepararle una taza de té o café mientras está trabajando. ¿Debería siquiera interrumpirlo? No tengo idea de lo que le gusta y lo que no.
Evidentemente está aburrido con toda la cosa de Elena; tiene razón, necesito avanzar. Dejarlo estar. Bueno, al menos no está esperando que sea su amiga, y espero que ella deje de acosarme para que nos reunamos.
Me bajo de la cama y camino hasta la ventana. Sacando el seguro de la puerta del balcón, la abro y paseo hasta la barandilla de vidrio. Su transparencia es desconcertante. El aire está helado y fresco, debido a la altura a la que me encuentro. Miro las titilantes luces de Seattle. Él está tan lejos de todo aquí en su fortaleza. Sin rendirle cuentas a nadie. Acaba de decirme que me ama, y luego viene toda esta mierda a causa de esa horrible mujer. Ruedo mis ojos. Su vida es tan complicada. Él es tan complicado.
Con un profundo suspiro y una última vista a Seattle esparcido como un manto de oro a mis pies, decido llamar a Ray. No he hablado con él desde hace un tiempo. Es una conversación breve, como de costumbre, pero puedo verificar que está bien y que estoy interrumpiendo un partido de fútbol importante.
―Sí. Estamos bien. ―Algo así, y me estoy mudando con él. Aunque no hemos discutido un calendario―. Te quiero, papá.
―También te quiero, ____.
Corto y miro mi reloj. Debido a nuestra discusión, me estoy sintiendo extrañamente enervada e inquieta. Me doy una ducha rápida, y de vuelta en el dormitorio, decido usar uno de esos camisones que Caroline Acton adquirió para mí de Neiman Marcus. Joseph siempre se está quejando de mis camisetas. Hay tres. Escojo el rosa pálido y lo paso por encima de mi cabeza. La tela se desliza por encima de mi piel, acariciando y aferrándose a mí a medida que cae por mi cuerpo. Se siente lujurioso, el mejor y más delgado satín. Santa mierda. En el espejo, me veo como la estrella de una película de 1930. Es largo, elegante… y muy poco yo.
Agarro la bata a juego y decido ir a buscar un libro a la biblioteca. Podría leer en mi iPad… pero en este momento, quiero la comodidad y el consuelo de un libro físico. Dejaré a Joseph solo. Tal vez recobrará su buen humor una vez que haya terminado de trabajar.
Hay tantos libros en la biblioteca de Joseph. Revisar cada título tomará una eternidad. Ocasionalmente miro la mesa de billar y me sonrojo al recordar nuestra velada previa. Sonrío cuando veo que la regla todavía está en el suelo. Recogiéndola, la paso sobre la palma de mi mano. ¡Ay! Pica. ¿Por qué no puedo tomar un poco más de dolor por mi hombre? Desconsoladamente, la dejo sobre la mesa y continúo mi búsqueda de un buen libro.
La mayoría de los libros son primeras ediciones. ¿Cómo puede alguien haber amasado una colección como esta en tan poco tiempo? Tal vez la descripción de trabajo de Taylor incluye compra de libros. Me decido por Rebecca de Daphne Du Maurier. No lo he leído desde hace mucho tiempo. Sonrío cuando me acurruco en uno de los mullidos sillones y leo la primera línea:
Anoche soñé que iba a Manderley otra vez…
Casi salto al despertar cuando Joseph me levanta en sus brazos.
―Hola ―murmura―, te quedaste dormida. No podía encontrarte. ―Acaricia mi cabello. Somnolienta, pongo mis brazos alrededor de su cuello y respiro su esencia ―oh, huele tan bien― mientras me carga de regreso al dormitorio. Me acuesta sobre la cama y me cubre―. Duerme, nena ―susurra, y presiona sus labios contra mi frente.
Despierto de golpe de un sueño perturbador y me siento momentáneamente desorientada. Me encuentro mirando con ansiedad el otro extremo de la cama, pero no hay nadie ahí. Flotando desde la sala, escucho el tenue tono de una compleja melodía proveniente del piano. ¿Qué hora es? Compruebo la alarma-reloj: dos de la mañana. ¿Ha venido Joseph a dormir algo? Desenredo mis piernas de la bata, que todavía estoy usando, y bajo de la cama.
En la sala principal, me quedo de pie en las sombras, escuchando. Joseph está perdido en la música. Parece seguro y protegido en su burbuja de luz. Y la canción que interpreta tiene una melodía cadenciosa, que en parte suena familiar, pero tan elaborada. Jesús, es bueno. ¿Por qué esto siempre tiene que tomarme por sorpresa?
Toda la escena parece diferente de algún modo, y me doy cuenta que la tapa del piano está abajo, otorgándome una vista sin obstáculos. Él levanta su mirada y nuestros ojos se encuentran, los suyos ambarinos y suavemente luminosos en el difuso brillo de la lámpara. Continúa tocando, sin titubear en absoluto, mientras hago mi camino hacia él. Sus ojos me siguen, bebiéndome, ardiendo con más brillo. Cuando lo alcanzo, se detiene.
―¿Por qué paraste? Eso era maravilloso.
―¿Tienes idea de cuán deseable te ves en este momento? ―dice él, con voz suave.
Oh.
―Ven a la cama ―susurro, y sus ojos se calientan cuando extiende su mano. Cuando la tomo, él tira de mí de forma inesperada, por lo que caigo en su regazo. Envuelve sus brazos a mí alrededor y acaricia mi cuello por detrás de mí oreja, lo que envía escalofríos a lo largo de mi columna.
―¿Por qué peleamos? ―susurra, mientras sus dientes se apoderan del lóbulo de mi oreja.
Santo cielo. Mi corazón se salta un latido, luego comienza a correr a todo ritmo, enviando calor a través de todo mi cuerpo.
―Porque estamos conociéndonos, y eres terco, pendenciero, mal humorado y difícil ―murmuro sin aliento, moviendo mi cabeza para darle un mejor acceso a mi garganta. Pasa su nariz a lo largo de mi cuello, y siento su sonrisa.
―Soy todas esas cosas, señorita Steele. Es un milagro que me aguantes. ―Mordisquea el lóbulo de mi oreja y yo gimo―. ¿Es siempre así? ―suspira.
―No tengo idea.
―Tampoco yo. ―Tira del cinturón de mi bata por lo que esta se abre, y sus manos vagan por mi cuerpo, sobre mis pechos. Mis pezones se endurecen bajo su suave tacto y se tensan contra el satén. Continúa descendiendo por mi cintura, hasta mis caderas―. Te sientes tan bien bajo este material, puedo verlo todo… incluso esto. ―Tira suavemente mi vello púbico a través de la tela, lo que me hace jadear, mientras su otra mano se envuelve sobre el cabello en mi nuca. Tirando mi cabeza hacia atrás, me besa, su lengua urgente, implacable, necesitada. Gimo en respuesta y acaricio su querido, amado rostro. Su mano suavemente levanta mi camisón, lentamente, de forma tentadora, hasta que acaricia mi trasero desnudo y luego pasando la uña de su pulgar por el interior de mi muslo.
De pronto se levanta, sorprendiéndome, y levantándome hasta poner mi cuerpo sobre el piano. Mis pies se apoyan en las teclas, haciendo sonar notas discordantes, y sus manos suben por mis piernas y separan mis rodillas. Agarra mis manos.
―Recuéstate ―ordena, sosteniendo mis manos mientras me extiendo sobre la parte superior del piano. La tapa se siente dura e implacable contra mi espalda. Él me suelta y abre más mis piernas, mis pies danzando sobre las teclas, sobre las notas más altas y más bajas.
Oh chico. Sé qué es lo que va a hacer, y la anticipación… gimo ruidosamente mientras besa el interior de mi rodilla, luego besando, chupando y mordisqueando su camino desde mi pierna a mi muslo. El suave camisón de satín se levanta más, rozando mi piel sensible, cuando él empuja la tela. Flexiono mis pies y los acordes suenan otra vez. Cerrando mis ojos, me rindo a él mientras su boca alcanza la cúspide de mis muslos.
Él me besa… ahí… Oh chico… entonces sopla suavemente antes de que su lengua rodee mi clítoris. Abre más mis piernas. Me siento tan abierta… tan expuesta. Me sujeta en mi lugar, sus manos justo sobre mis rodillas mientras su lengua me tortura, sin darme cuartel, sin tregua… sin poder respirar. Inclinando mis caderas hacia arriba, encontrando e igualando su ritmo, me consume.
―Oh, Joseph, por favor. ―Vuelvo a gemir.
―Oh no, nena, no todavía ―bromea, pero me siento acelerar a medida que él lo hace, y se detiene.
―No ―lloriqueo.
―Esta es mi venganza, ____ ―gruñe suavemente―. Discute conmigo, y voy a cobrármelo con tu cuerpo de algún modo. ―Esparce besos a lo largo de mi vientre, sus manos viajando por mis muslos, acariciando, amasando, tentando. Su lengua hace círculos en mi ombligo mientras sus manos ―y sus pulgares… oh sus pulgares― alcanzan la cumbre de mis muslos.
―¡Ah! ―grito cuando empuja uno dentro de mí. El otro me acaricia, lenta, agonizantemente, haciendo círculos a mi alrededor una y otra vez. Mi espalda se arquea fuera del piano mientras me retuerzo bajo su toque. Es casi insoportable―. ¡Joseph! ―grito, fuera de control con la necesidad.
Se apiada de mí y se detiene. Levantando mi pie de las teclas, me empuja; y repentinamente, me estoy deslizando sin esfuerzo sobre el piano con la ayuda del satén, y él me sigue hasta allí arriba, arrodillándose brevemente entre mis piernas para ponerse un condón. Se cierne sobre mí y estoy jadeando, mirándolo con descarnada necesidad, y noto que está desnudo. ¿Cuándo se quitó la ropa?
Él me mira fijamente, y hay admiración en sus ojos, admiración, amor y pasión, y me quita el aliento.
―Te deseo tanto ―dice, y muy lentamente, exquisitamente, se hunde en mí.
Estoy extendida sobre él, agotada, mis extremidades pesadas y lánguidas, mientras yacemos sobre el piano. Oh mi… Él es mucho más cómodo para descansar que el piano. Con cuidado de no tocar su pecho, apoyo mi mejilla en él y me mantengo perfectamente quieta. Él no se opone, y escucho su respiración mientras se ralentiza como la mía. Suavemente acaricia mi cabello.
―¿Bebes té o café en las noches? ―le pregunto somnolienta.
―Qué extraña pregunta ―dice él, soñador.
―Pensé que podría traerte algo de té al estudio, y luego me di cuenta que no sabía si eso te gustaría.
―Oh, ya veo. Agua o vino en las noches, ____. Aunque tal vez debería probar con el té.
Sus manos se mueven rítmicamente por mi espalda, acariciándome con ternura.
―Realmente sabemos muy poco el uno sobre el otro ―murmuro.
―Lo sé ―dice, y su voz es triste. Me siento para mirarlo.
―¿Qué es? ―pregunto. Él sacude su cabeza como si se estuviera deshaciendo de algún pensamiento desagradable, y levantando su mano, acaricia mi mejilla, sus ojos brillantes y serios.
―Te amo, ____ Steele ―dice.
La alarma suena con las noticias del tráfico de las seis de la mañana y yo soy bruscamente despertada de mi inquietante sueño de mujeres muy rubias y morenas. No puedo entender sobre qué es e inmediatamente me distraigo porque Joseph Jonas me envuelve como seda, su cabeza con cabello rebelde en mi pecho, su mano en mis pechos, su pierna sobre mí, aplastándome. Todavía está dormido y yo tengo mucho calor. Pero ignoro mi incomodidad, tentativamente me estiro para pasar con cuidad mis dedos por su cabello y él se mueve. Levantando sus brillantes ojos ambarinos, sonríe dormido. Santo cielo… es adorable.
―Buen día, preciosa ―dice.
―Buen día, precioso. ―Le sonrío de regreso. Él me besa, desenredándose y se apoya sobre su codo, mirándome.
―¿Dormiste bien? ―pregunta.
―Sí, a pesar de la interrupción de mi sueño anoche.
Su sonrisa se ensancha.
―Hmm. Pueden interrumpirme así en cualquier momento. ―Me besa de nuevo.
―¿Y tú? ¿Dormiste bien?
―Siempre duermo bien contigo, ____.
―¿No más pesadillas?
―No.
Frunzo el ceño e intento una pregunta.
―¿Sobre qué son tus pesadillas?
Su frente se arruga y su sonrisa desaparece. Mierda, mi estúpida curiosidad.
―Son recuerdos de mi niñez, o eso dice el Dr. Flynn. Algunos vívidos, otros menos. ―Su voz desciende y su mirada distante cruza su cara. Distraídamente, comienza a recorrer con su dedo mi clavícula, distrayéndome.
―¿Te despiertas llorando y gritando? ―intento en vano una broma.
Me mira, desconcertado.
―No, ____. Nunca he llorado. Hasta dónde puedo recordar.
Frunce el ceño, como si se estuviera metiendo en la profundidad de sus recuerdos. Oh no, ese es un lugar demasiado oscuro para ir a esta hora, seguramente.
―¿Tienes algún recuerdo feliz de tu niñez? ―pregunto rápido, principalmente para distraerlo. Luce pensativo por un momento, todavía recorriendo con su dedo mi piel.
―Recuerdo la cocción de la puta droga. El olor. Un pastel de cumpleaños, creo. Para mí. Y después está la llegada de Mia con mamá y papá. Mi mamá estaba preocupada por mi reacción, pero adoré al bebé Mia inmediatamente. Mi primera palabra fue Mia. Recuerdo mi primera lección de piano. La señorita Kathie, mi maestra, era increíble. Ella tenía caballos, también. ―Sonríe con melancolía.
―Dijiste que tu mamá te salvó, ¿cómo?
Su meditación se rompe y me mira como si yo no entendiera la matemática elemental de dos más dos.
―Ella me adoptó ―dice simplemente―. Pensé que era un ángel cuando la conocí. Estaba vestida de blanco y fue tan dulce y tranquila cuando me examinó. Nunca lo olvidaré. Si ella o Carrick hubieran dicho que no… ―Se encoge y mira sobre su hombro el despertador―. Todo esto es un poco profundo para tan temprano en la mañana ―murmura.
―He hecho una promesa para llegar a conocerte mejor.
―¿Ahora, señorita Steele? Pensé que querías saber si prefería café o té. ―Sonríe―. De cualquier manera, puedo pensar de una mejor manera en que puedes llegar a conocerme. ―Empuja sus caderas sugestivamente hacia mí.
―Creo que te conozco demasiado bien de esa manera. ―Mi voz es arrogante y reprochadora, y lo hace sonreír más.
―No creo que alguna vez llegue a conocerte lo suficiente de esa manera ―murmura―. Definitivamente hay ventajas de despertar a tu lado. ―Su voz es suave y seductora.
―¿No tienes que levantarte? ―Mi voz es lenta y ronca. Jesús, lo que me hace…
―No esta mañana. Sólo en un lugar quiero estar ahora, Srta. Steele. ―Y sus ojos brillan obscenamente.
―¡Joseph! ―jadeo impresionada. De repente se mueve quedando arriba de mí, presionándome contra la cama. Agarrando mis manos, las tira sobre mi cabeza y empieza a besar mi cuello.
―Oh, Srta. Steele. ―Él sonríe contra mi piel, mandando deliciosos cosquilleos a través de mí, mientras su mano viaja hacia abajo por mi cuerpo y lentamente empieza a levantar mi camisón de satén―. Oh, lo que me gustaría hacerte ―murmura.
Y estoy perdida, preguntándomelo.
La Sra. Jones preparó mi desayuno de panqueques y tocino y para Joseph un omelette y tocino. Nos sentamos lado a lado en la barra en un cómodo silencio.
―¿Cuándo voy a conocer a tu entrenador, Claude, y ponerlo a prueba? ―pregunto.
Joseph me mira, sonriendo.
―Depende si quieres ir a Nueva York este fin de semana o no… a menos que quieras verlo temprano una mañana esta semana. Le pediré a Andrea que compruebe sus horarios y te diré.
―¿Andrea?
―Mi asistente personal.
Oh, sí.
―Una de tus tantas rubias ―me burlo.
―No es mía. Trabaja para mí. Tú eres mía.
―Trabajo para ti ―refunfuño ácidamente.
Sonríe como si lo hubiera olvidado.
―Entonces lo haces. ―Su sonrisa radiante es contagiosa.
―Tal vez Claude pueda enseñarme kickboxing ―advierto.
―¿Ah, sí? ¿Te imaginas tus posibilidades contra mí? ―Joseph levanta una ceja, divertido―. Provócame, señorita Steele. ―Él está tan condenadamente feliz comparado con su asqueroso humor de ayer después de que se fuera Elena. Es totalmente encantador. Tal vez es todo el sexo… tal vez eso es lo que lo está haciendo tan optimista.
Echo un vistazo atrás de mí al piano, saboreando el recuerdo de la noche anterior.
―Subiste de nuevo la tapa del piano.
―La cerré anoche para no molestarte. Supongo que no funcionó, pero me alegro de que no lo haya hecho. ―Los labios de Joseph se tuercen en una sonrisa lasciva mientras toma un bocado de omelette. Me pongo carmesí y le sonrío de regreso.
Oh, sí… momentos divertidos en el piano.
La Sra. Jones se inclina y deja una bolsa de papel que contiene mi almuerzo delante de mí, haciéndome sonrojarme por la culpa.
―Para más tarde, ____. ¿Atún está bien?
―Oh, sí. Gracias, Sra. Jones. ―Le doy una tímida sonrisa, la cual corresponde afectuosamente antes de retirarse a la gran habitación. Sospecho que es para darnos algo de privacidad―. ¿Puedo preguntarte algo? ―Me giro hacia Joseph.
Su expresión divertida se esfuma.
―Por supuesto.
―¿Y no te enojarás?
―¿Es sobre Elena?
―No.
―Entonces no me enojaré.
―Pero ahora tengo una pregunta suplementaria.
―¿Oh?
―Cuál es acerca de ella.
Rueda sus ojos.
―¿Qué? ―dice, y ahora está exasperado.
―¿Por qué te enfadas tanto cuando pregunto por ella?
―¿Honestamente?
Le frunzo el ceño.
―Pensé que siempre eras honesto conmigo.
―Lo intento.
Estrecho mis ojos hacia él.
―Eso suena como una respuesta muy evasiva.
―Siempre soy honesto contigo, ____. No quiero jugar juegos, bueno, no esa clase de juegos ―modifica cuando sus ojos se encienden.
―¿Qué clase de juegos quieres jugar?
Inclina su cabeza hacía un lado y me sonríe.
―Señorita Steele, te distraes tan fácil.
Me río. Tiene razón.
―Sr. Jonas usted me distrae de tantas maneras. ―Miro a sus ojos ambarinos bailando con humor.
―Mi sonido favorito en el mundo es tu risa, ____. Ahora, ¿cuál era tu pregunta original? ―pregunta suavemente y creo que se está riendo de mí. Intento torcer mi boca para mostrar mi descontento pero me gusta jugar con Cincuenta… él es divertido. Me gustan algunas bromas temprano en la mañana. Frunzo el ceño tratando de recordar la pregunta.
―Ah sí. ¿Tú sólo veías a tus sumisas los fines de semana?
―Sí, eso es correcto ―dice nervioso.
Le sonrío.
―Entonces, sin sexo durante la semana.
Él se ríe.
―Oh, hacia allá vamos con esto. ―Luce vagamente alivianado―. ¿Por qué crees que hago ejercicio todos los días de la semana? ―Ahora se ríe de mí, pero no me importa. Quiero abrazarme con regocijo. Otra primera vez… bueno, varias primeras veces―. Luces muy complacida contigo misma, señorita Steele.
―Lo estoy, Sr. Jonas.
―Deberías estarlo. ―Sonríe―. Ahora, come tu desayuno.
Oh, Cincuenta mandón… nunca está lejos.
Estamos en la parte trasera del Audi. Taylor está manejando con la intención de dejarme en el trabajo, luego a Joseph. Sawyer está llevando una escopeta.
―¿No habías dicho que el hermano de tu compañera de cuarto llegaba hoy? ―pregunta Joseph, casi por accidente, su voz y su expresión no revelan nada.
―Oh, Ethan ―jadeo―, lo olvidé. Oh Joseph, gracias por recordármelo. Tendré que regresar al apartamento.
Pone cara larga.
―¿A qué hora?
―No estoy segura de a qué hora llegará.
―No quiero que vayas a ningún lugar por tu cuenta ―dice bruscamente.
―Lo sé ―murmuro y me resisto a rodarle mis ojos al Sr. Sobre-reacción―. ¿Estará Sawyer espiando… um… patrullando hoy? ―Miro astutamente en dirección a Sawyer para ver ponerse coloradas las partes posteriores de sus orejas.
―Sí ―escupe Joseph, sus ojos fríos.
―Si estuviera manejando el Saab sería más fácil ―murmuro con petulancia.
―Sawyer tendrá un auto y puede llevarte al apartamento, dependiendo del horario.
―Está bien. Creo que Ethan me contactará durante el día. Entonces te avisaré cuáles son los planes.
Me mira sin decir nada. Oh, ¿qué está pensando?
―Está bien ―consciente―, a ningún lado por tu cuenta, ¿entiendes? ―Agita un dedo largo hacia mí.
―Sí, querido ―murmuro.
Hay una huella de sonrisa en su cara.
―Y tal vez sólo deberías usar tu BlackBerry. Te mandaré un e-mail ahí. Eso debería prevenir a mi hombre en información y tecnología de tener una mañana interesante, ¿sí? ―Su voz es sarcástica.
―Sí, Joseph. ―No puedo resistirlo: ruedo mis ojos hacia él y me sonríe.
―¿Por qué, señorita Steele, creo que estás haciendo que mi palma se agite?
―Ah, Sr. Jonas, tu palma que se agita permanentemente, ¿qué haremos con eso?
Se ríe y luego es distraído por su BlackBerry, que debe estar en vibrador porque no suena. Frunce el ceño cuando ve el nombre de quien está llamando.
―¿Qué es? ―escupe en el teléfono, luego escucha atentamente. Aprovecho la oportunidad para estudiar sus rasgos encantadores: su nariz recta, su cabello colgando desaliñado sobre su frente. Soy distraída de mi forma de mirarlo por su expresión, la cual pasa de la incredulidad al entretenimiento. Presto atención―. Estás bromeando… Por una escena… ¿Cuándo te lo dijo? ―Joseph sonríe casi de mala manera―. No, no te preocupes. No tienes que disculparte. Me alegro de que haya una explicación lógica. Parecía una ridículamente baja cantidad de dinero… No dudo de que haya algo malvado y creativo planeado para tu venganza. Pobre Isaac. ―Sonríe―. Bien… Adiós. ―Cierra el teléfono y me mira. Sus ojos de repente son cautelosos pero de una forma extraña, él también luce aliviado.
―¿Quién era? ―pregunto.
―¿Realmente quieres saberlo? ―pregunta lentamente.
Y lo sé. Sacudo mi cabeza y miro por la ventana al día gris en Seattle, sintiéndome desesperada. ¿Por qué ella no puede dejarlo solo?
―Hey. ―Él se estira por mi mano y besa cada uno de mis nudillos por turno y de repente está chupando mi meñique, con fuerza. Luego mordiéndolo suavemente.
¡Whoa! Él tiene una línea directa a mi ingle, jadeo y miro con nervios a Taylor y Sawyer, luego a Joseph y sus ojos están oscuros. Me da una lenta sonrisa carnal.
―No te preocupes, ____ ―murmura―. Ella está en el pasado. ―Y planta un beso en el centro de mi palma, enviando cosquilleos a todas partes y momentáneamente mi resentimiento es olvidado.
―Buenos días, ____ ―murmura Jack cuando hago mi camino hacia mi escritorio―. Bonito vestido.
Me ruborizo. El vestido es parte de mi nuevo guardarropa, cortesía de mi novio increíblemente rico. Es un vestido sin mangas de lino azul pálido, bastante pegado al cuerpo y estoy usando sandalias con tacón alto color crema. A Joseph le gustan los tacones, creo. Sonrío en secreto ante el pensamiento pero rápidamente recupero mi suave sonrisa profesional para mi jefe.
―Buenos días, Jack.
Empiezo a ordenar un mensajero para tomar sus folletos a las impresoras. Él asoma su cabeza por la puerta de su oficina.
―¿Puedes traerme un café, ____?
―Seguro. ―Deambulo por la cocina y me encuentro con Claire de recepción, quien también está preparando café.
―Hey, ____ ―dice alegremente.
―Hola, Claire.
Charlamos brevemente sobre su reunión familiar del fin de semana, la cual disfrutó inmensamente, y le digo sobre la navegación con Joseph.
―Tu novio es de sueños, ____ ―dice ella, sus ojos brillando.
Me tienta rodarle mis ojos.
―No tiene mal aspecto. ―Sonrío y las dos empezamos a reír.
―¡Te tomaste tu tiempo! ―Escupe Jack cuando le llevo su café.
¡Oh!
―Lo siento. ―Me ruborizo y luego frunzo el ceño. Tomé la misma cantidad de tiempo que siempre. ¿Cuál es su problema? Tal vez está nervioso por algo.
Sacude su cabeza.
―Lo siento, ____. No quise ladrarte a ti, cariño.
¿Cariño?
―Hay algo sucediendo en la dirección y no sé qué es. Mantente atenta, ¿sí? Si escuchas algo… sé como hablan ustedes las chicas. ―Él me sonríe y me siento ligeramente enferma. No tiene idea de cómo nosotras las “chicas” hablamos. Además, yo sé qué está pasando―. Me lo harás saber, ¿verdad?
―Seguro ―murmuro―. He enviado los folletos a la imprenta. Regresarán a las dos de la tarde.
―Gracias. Aquí. ―Me da un montón de manuscritos―. Todos estos necesitan un resumen del primer capítulo, luego clasificación.
―Me pondré en ello.
Estoy aliviada de salir de su oficina y sentarme en mi escritorio. Oh, es difícil estar en el saber. ¿Qué hará cuando lo descubra? Mi sangre corre fría. Algo me dice que Jack estará molesto. Miro a mi BlackBerry y sonrío. Hay un e-mail de Joseph.
____________________
De: Joseph Jonas
Asunto: Sale el sol
Fecha: 14 Junio 2011, 09:23
Para: ____ Steele
Amo despertar contigo en la mañana.
Joseph Jonas
Completa y totalmente loco Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.
Creo que mi se separa en dos con mi sonrisa y mi Diosa interior hace una pirueta hacia atrás sobre su chaise longue.
____________________
De: ____ Steele
Asunto: Se pone el sol
Fecha: 14 Junio 2011, 09:35
Para: Joseph Jonas
Querido completa y totalmente loco:
Amo despertar contigo, también. Pero amo estar en la cama contigo y en ascensores, pianos, mesas de billar, barcos, escritorio, duchas, bañeras, extrañas cruces de madera con grilletes, camas de cuatro postes con sábanas rojas de seda, cobertizos para botes y cuartos de la infancia.
Tuya
Loca Sexual Insaciable xx
____________________
De: Joseph Jonas
Asunto: Hardware mojado
Fecha: 14 Junio 2011, 09:37
Para: ____ Steele
Querida Loca Sexual Insaciable:
Acabo de escupir café sobre mi teclado.
No creo que eso me haya pasado antes.
Admiro a las mujeres que se concentran en geografía.
¿Debo deducir que sólo me quieres por mi cuerpo?
Joseph Jonas
Completa y totalmente impactado Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.
____________________
De: ____ Steele
Asunto: Riendo… y húmeda también
Fecha: 14 Junio 2011, 09:42
Para: Joseph Jonas
Querido completa y totalmente impactado:
Siempre.
Tengo que trabajar.
Deja de molestarme.
LSI xx
____________________
De: Joseph Jonas
Asunto: ¿tengo qué?
Fecha: 14 Junio 2011 09:50
Para: ____ Steele
Querida LSI:
Como siempre, tus deseos son mis órdenes.
Amo que estés riendo y húmeda.
Nos vemos, nena.
X
Joseph Jonas
Completa y totalmente loco, impactado y embelesado Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.
Bajo mi BlackBerry y continúo con mi trabajo. Durante el almuerzo, Jack me pide que baje al deli por su comida. Llamo a Joseph tan pronto como dejo la oficina de Jack.
―____ ―responde de inmediato, su voz cálida y amorosa. ¿Cómo es que este hombre puede derretirme por teléfono?
―Joseph, Jack me ha pedido que busque su almuerzo.
―Bastardo perezoso ―suelta Joseph.
Lo ignoro y continúo:
―Así que voy a buscarlo. Tal vez sería útil si me dieras el número de Sawyer, así no tengo que molestarte.
―No es molestia, nena.
―¿Estás solo?
―No. Hay seis personas mirándome en este momento, preguntándose con quién demonios estoy hablando.
Mierda…
―¿En serio? ―mascullo, petrificada.
―Sí. En serio. Mi novia ―anuncia lejos del teléfono.
¡Santo cielo!
―Probablemente pensaban que eras gay, sabes.
Él ríe.
―Sí, probablemente. ―Oigo su sonrisa.
―Er, debo irme. ―Estoy segura de que puede decir lo avergonzada que estoy por interrumpirlo.
―Le avisaré a Sawyer. ―Ríe de nuevo―. ¿Has oído de tu amigo?
―Aún no. Será el primero en saber, Sr. Jonas.
―Bien. Nos vemos, nena.
―Adiós, Joseph ―sonrío. Cada vez que dice eso, me hace sonreír… tan poco Cincuenta, pero de algún modo tan él, también.
Cuando salgo momentos después, Sawyer está esperando en la puerta del edificio.
―Señorita Steele ―saluda formalmente.
―Sawyer ―asiento en respuesta, y juntos nos dirigimos al Deli.
No me siento tan cómoda con Sawyer como con Taylor. Continuamente vigila la calle mientras caminamos por la cuadra. En realidad me pone más nerviosa, y me encuentro a mí misma imitando sus acciones. ¿Está Leila allí afuera? ¿O estamos infectados por la paranoia de Joseph? ¿Es parte de sus cincuenta tonos? Lo que daría por media hora de una cándida discusión con el Dr. Flynn para averiguarlo. No hay nada extraño, sólo el almuerzo en Seattle, gente corriendo por comida, comprando, encontrando amigos. Veo a dos mujeres jóvenes abrazarse cuando se encuentran.
Extraño a Kate. Sólo han pasado dos semanas desde que se fue de vacaciones, pero se sienten como las dos semanas más largas de mi vida. Ha pasado tanto, nunca me creerá cuando le diga. Bueno, contarle la versión editada, acatando el CDC. Frunzo el ceño. Tendré que hablar con Joseph sobre eso. ¿Qué sacaría Kate de todo ello? Me quedo en blanco ante el pensamiento. Quizás volverá con Ethan. Siento una ola de excitación con la idea, pero creo que es improbable. Se mantendría con Elliot de seguro.
―¿Dónde te quedas cuando estás esperando y mirando afuera? ―le pregunto a Sawyer mientras nos ponemos en la fila del almuerzo. Sawyer está en frente de mí, mirando la puerta, monitoreando continuamente la calle y a cualquiera que entra. Es enervante.
―Me siento en el café directamente al cruzar la calle, señorita Steele.
―¿No se vuelve muy aburrido?
―No para mí, señora. Es lo que hago ―dice duramente.
Me sonrojo.
―Lo lamento, no quería implicar… ―Mi voz se sale de rumbo, entendiendo su expresión.
―Por favor, señorita Steele. Mi trabajo es protegerla. Y eso es lo que haré.
―Así que, ¿no hay signos de Leila?
―No, señora.
Frunzo el ceño.
―¿Cómo sabes cómo luce?
―La he visto en fotografías.
―Oh, ¿la tienes contigo?
―No, señora. ―Toca su cráneo―. Grabado en la memoria.
Por supuesto, realmente me gustaría examinar una fotografía de Leila para ver como se veía antes de convertirse en la Chica Fantasma. Me pregunto si Joseph me dejaría tener una copia. Sí, probablemente… por mi seguridad. Trazo un plan, y mi subconsciente salta y asiente aprobatoriamente.
Los panfletos llegan de nuevo a la oficina, y tengo que decirlo, se ven genial. Llevo uno a la oficina de Jack. Sus ojos se iluminan, y no sé si es por mí o por el panfleto. Escojo creer que es el anuncio.
―Se ven genial, ____. ―Los revisa ensoñadoramente―. Sí, buen trabajo. ¿Verás a tu novio esta noche? ―Sus labios se curvan mientras dice novio.
―Sí. Vivimos juntos. ―Es casi verdad. Bueno, lo hacemos por el momento. Y he accedido a mudarme, así que no es más que una mentira blanca. Espero que sea suficiente para rechazarlo.
―¿Se negaría a dejarte venir a tomar una copa rápida esta noche? ¿Para celebrar tú arduo trabajo?
―Tengo un amigo que viene de visita esta noche, y saldremos todos a cenar. ―Y estaré ocupada cada noche, Jack.
―Ya veo ―suspira, exasperado―. ¿Quizás cuando vuelva de Nueva York, huh? ―Levanta una ceja con expectación, y su mirada se ensombrece sugerentemente.
Oh no. Sonrío, sin compromiso, ahogando un estremecimiento.
―¿Te gustaría algo de té o café?
―Café, por favor. ―Su voz es baja y áspera, como si estuviera pidiendo algo más. Mierda. No retrocederá. Puedo verlo ahora. Oh… ¿Qué haré?
Dejo salir un suspiro de alivio cuando estoy fuera de su oficina. Me pone tensa. Joseph tiene razón sobre él, y parte de mí está molesta porque Joseph tiene razón sobre él. Me siento en mi escritorio y suena mi BlackBerry, un número que no reconozco.
―____ Steele.
―¡Hola Steele! ―la voz de Ethan me atrapa justo con la guardia baja.
―¡Ethan! ¿Cómo estás? ―Casi me atraganto del deleite.
―Contento de estar de vuelta. Estoy repleto de sol y ponche de ron, y mi hermana pequeña enamorada sin remedio del grandote. Ha sido un infierno, ____.
―¡Sí! Mar, arena, sol y ponche de ron suena como el infierno Ethan ―río―. ¿Dónde estás?
―Estoy en Sea-Tac, esperando mi equipaje. ¿Qué estás haciendo?
―Trabajando. Sí, estoy felizmente empleada ―respondo a su sorpresa―. ¿Quieres venir a buscar las llaves? Puedo encontrarte luego en el departamento.
―Suena genial. Te veré en unos cuarenta y cinco minutos, quizás una hora. ¿Cuál es la dirección?
Le doy la dirección de la AIPS.
―Te veré pronto, Ethan.
―Nos vemos―dice, y cuelga. ¿Qué? No, ¿Ethan también? Y me doy cuenta de que ha pasado una semana con Elliot. Rápidamente envío un e-mal a Joseph.
____________________
De: ____ Steele
Asunto: Visitantes de climas soleados
Fecha: 14 Junio 2011, 14:55
Para: Joseph Jonas
Querido completa y absolutamente LIyE:
Ethan está de vuelta, y vendrá a buscar las llaves del departamento. Realmente me gustaría asegurarme de que se asiente bien. ¿Por qué no me buscas después del trabajo? Podemos ir al departamento y luego ir TODOS a cenar, tal vez.
¿Invito yo?
_____ x
Aún LSI
____ Steele
Asistente de Jack Hyde, Coordinador Editorial, AIPS
____________________
De: Joseph Jonas
Asunto: Salida a cenar
Fecha: 14 Junio 2011, 15:05
Para: ____ Steele
Apruebo el plan. ¡Excepto la parte de que tú pagas!
Yo invito.
Te busco a las 6:00.
X
PD: ¡¡¡¡¿Por qué no estás usando tu BlackBerry?!!!!
Joseph Jonas
Completa y absolutamente molesto, Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.
____________________
De: ____ Steele
Asunto: Mandón
Fecha: 14 Junio 2011, 15:11
Para: Joseph Jonas
Oh, no seas tan malhumorado.
Está todo en código.
Te veo a las 6:00.
____ x
____ Steele
Asistente de Jack Hyde, Coordinador Editorial, AIPS
____________________
De: Joseph Jonas
Asunto: Mujer Exasperante
Fecha: 14 Junio 2011 15:18
Para: ____ Steele
¡Malhumorado!
Te daré tu malhumorado.
Y espéralo.
Joseph Jonas
Completa y absolutamente más molesto, pero sonriendo por alguna razón desconocida, Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.
____________________
De: ____ Steele
Asunto: Promesas, promesas
Fecha: 14 Junio 2011, 15:23
Para: Joseph Jonas
Adelante, Sr. Jonas.
Lo estoy esperando también ;D
____ x
____ Steele
Asistente de Jack Hyde, Coordinador Editorial, AIPS
No contesta, pero no espero que lo haga. Lo imagino quejándose de las señales confusas, y el pensamiento me hace sonreír. Fantaseo brevemente sobre qué podría hacerme, pero me encuentro moviéndome en mi silla. Mi subconsciente me mira con desaprobación sobre sus lentes de media luna… ponte a trabajar.
Un poco más tarde, mi teléfono vibra. Es Claire en la recepción.
―Hay un chico realmente lindo que quiere verte. Debemos salir a tomar algo alguna vez, ____. Seguro conoces hombres guapos ―susurra con complicidad a través del teléfono.
¡Ethan! Tomando las llaves de mi bolso, me apresuro al recibidor.
Santa mierda, cabello blanqueado y rubio por el sol, un bronceado para morir, y una mirada brillante me mira desde el sofá de cuero verde. Tan pronto como me ve, su boca se cae abierta, y está de pie viniendo hacia mí.
―Wow, ____. ―Me frunce el ceño mientras se inclina para abrazarme.
―Te ves bien. ―Le sonrío.
―Tú te ves… wow… diferente. Mucho más sofisticada. ¿Qué sucedió? ¿Cambiaste tu cabello? ¿Ropa? No lo sé, Steele, ¡pero te ves ardiente!
Me sonrojo furiosamente.
―Oh, Ethan, es mi ropa de trabajo ―digo mientras Claire mira con una ceja arqueada y una pequeña sonrisa―. ¿Cómo estuvo Barbados?
―Divertido ―dice.
―¿Cuándo vuelve Kate?
―Ella y Elliot vuelven el viernes. Van en serio el uno con el otro. ―Ethan rueda sus ojos.
―La he extrañado.
―¿Sí? ¿Cómo has estado con el Sr. Mogul?
―¿Sr. Mogul? ―suelto―. Bueno, ha sido interesante. Nos llevará a cenar esta noche.
―Genial ―Ethan parece genuinamente complacido. ¡Uf!
―Ten. ―Le doy las llaves―. ¿Tienes la dirección?
―Sí, nos vemos. ―Se inclina y besa mi mejilla.
―¿La expresión de Elliot?
―Sí, como que se te pega.
―Lo hace. Nos vemos. ―Le sonrío mientras toma su gran mochila de al lado del sofá y sale del edificio.
Cuando giro, Jack me está mirando de un lado del recibidor, su expresión ilegible. Le sonrío brillantemente y vuelvo a mi escritorio, sintiendo sus ojos en mí todo el tiempo. Esto empieza a ponerme nerviosa. ¿Qué hago? No tengo idea. Deberé esperar a que vuelva Kate. Pronto idearía un plan. El pensamiento disipa mi humor y tomo el siguiente manuscrito.
A las cinco para las seis, mi teléfono suena. Es Joseph.
―Malhumorado aquí ―dice y sonrío. Todavía es el Cincuenta juguetón. Mi Diosa interior está aplaudiendo con alegría como un niño pequeño.
―Bueno, ésta es la Loca Sexual Insaciable. ¿Supongo que estás afuera? ―pregunto secamente.
―Lo estoy, de hecho, señorita Steele. Deseando verla. ―Su voz es cálida y seductora, y mi corazón se hincha ampliamente.
―Lo mismo, Sr. Jonas. Saldré de inmediato. ―Cuelgo.
Apago mi computadora y reúno mi bolso y saco color crema.
―Me voy, Jack ―anuncio.
―De acuerdo, ____. ¡Gracias por lo de hoy, cariño! Ten una gran noche.
―Tú también.
¿Por qué no puede ser así todo el tiempo? No lo entiendo.
El Audi está estacionado en la curva, y Joseph sale tan pronto como me aproximo. Se ha sacado su chaqueta, y está usando sus pantalones grises, mis favoritos, que cuelgan de sus caderas, de ese modo. ¿Cómo puede este dios griego ser para mí? Me encuentro sonriendo como una tonta en respuesta a su sonrisa idiota.
Ha pasado todo el día actuando como un novio enamorado, enamorado de mí. Este adorable, complejo, impecable hombre está enamorado de mí, y yo de él. La alegría explota inesperadamente dentro de mí, y saboreo el momento mientras siento brevemente que podría conquistar el mundo.
―Señorita Steele, se ve tan cautivadora como esta mañana. ―Joseph me arrastra a sus brazos y me besa sonoramente.
―Sr. Jonas, usted también.
―Vamos por tu amigo. ―Me sonríe y abre la puerta.
Mientras Taylor se dirige al departamento, Joseph me cuenta de su día, uno mucho mejor que el de ayer, parece. Lo miro con adoración mientras intenta explicar una nueva barrera que el departamento de ciencia ambiental en la WSU en Vancouver ha hecho. Sus palabras significan muy poco para mí, pero estoy cautivada por su pasión e interés en el asunto. Tal vez esto será así, buenos y malos días, y si los días buenos son así, no tendré mucho de qué quejarme. Me entrega una hoja de papel.
―Estos son los momentos que Claude tiene libres esta semana ―dice.
¡Oh! El entrenador.
Mientras estacionamos en el edificio de mi departamento, saca su BlackBerry del bolsillo.
―Jonas ―responde―. Ros, ¿qué pasa? ―Escucha con intensidad, y puedo decir que es una conversación importante.
―Iré a buscar a Ethan. Serán dos minutos ―modulo a Joseph y levanto dos dedos.
Asiente, obviamente distraído por la llamada. Taylor abre la puerta, sonriéndome con calidez. Le sonrío, incluso Taylor asiente. Presiono el interfono de la entrada y grito felizmente en él.
―¡Hola Ethan, soy yo! Déjame entrar.
La puerta suena y me dirijo arriba al departamento. Se me ocurre que no he estado allí desde la mañana del domingo. Parece demasiado atrás. Ethan ha dejado amablemente la puerta de adelante abierta. Entro al departamento y, no sé por qué, me detengo instintivamente tan pronto como pongo un pie dentro. Me tomo un momento para darme cuenta de que es porque la pálida, delgada figura parada en la isla de la cocina, sosteniendo un pequeño revólver es Leila, y me está mirando impávidamente.
Karely Jonatika
Re: "Fifty Shades Darker" (Joe&Tu) [Segundo Libro][TERMINADO]
omj omj omj leila aparecio!!
ayy noq u va a ahcer esa loca!
kare siguela pronto
y pon maraton :)
ayy noq u va a ahcer esa loca!
kare siguela pronto
y pon maraton :)
andreita
Re: "Fifty Shades Darker" (Joe&Tu) [Segundo Libro][TERMINADO]
Oh no puede ser ethan esta bien? Y si lo mato?
Ay siguelaaaaa :?
Ay siguelaaaaa :?
JB&1D2
Re: "Fifty Shades Darker" (Joe&Tu) [Segundo Libro][TERMINADO]
:wut: AAAAAHHHHHH!!!! PEROO ESA LOCA DE LA SRA ROBIMSOOONN NO LO DEJAARAAA EN PAAAZZZZ??????
:wut: AAAAAAIII Y LUUEEDOOO LEILAAAAAA!!!!!!!
AAAII CIELOOSSSSS :wut: !!!!!!!!
SIIGUELAAA PORFIISSSSS!!!
:wut: AAAAAAIII Y LUUEEDOOO LEILAAAAAA!!!!!!!
AAAII CIELOOSSSSS :wut: !!!!!!!!
SIIGUELAAA PORFIISSSSS!!!
chelis
Re: "Fifty Shades Darker" (Joe&Tu) [Segundo Libro][TERMINADO]
cielo santo Ethan estaba en el departamento!!!
Que le paso???
Maldita tipa loca desquisiada!!
Awwww Joseph es tan dulce y tierno y lo amo!!!
Siguela!!!!
Que le paso???
Maldita tipa loca desquisiada!!
Awwww Joseph es tan dulce y tierno y lo amo!!!
Siguela!!!!
aranzhitha
Re: "Fifty Shades Darker" (Joe&Tu) [Segundo Libro][TERMINADO]
Njd porq rayos tiene q aparecer leila
Todo iba tan bien
Ethan esta bien??
Awwww Joseph estan tierno
Siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaa
Queremos maraton
Todo iba tan bien
Ethan esta bien??
Awwww Joseph estan tierno
Siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaa
Queremos maraton
MaleeJonas
Re: "Fifty Shades Darker" (Joe&Tu) [Segundo Libro][TERMINADO]
aaaaaahhhhhhhhhh tienes que seguirlaa
JB&1D2
Re: "Fifty Shades Darker" (Joe&Tu) [Segundo Libro][TERMINADO]
Bueno como se que tienes mucha tarea (así estoy yo)
esperare pacientemente....pero si subes muy pronto mejor
esperare pacientemente....pero si subes muy pronto mejor
JB&1D2
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