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Atrapa a tu Pareja Nicholas Jonas y tu (TerMINaDA)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Atrapa a tu Pareja Nicholas Jonas y tu (TerMINaDA)
DanieladeJonas escribió:pero... como... ahhhh
como puede ser tan perversa que la dejas ahi!!!
me dejaste gritando de la emocion!!!
rayos siempre me dejas sin que decir!!!
ok ya respira....
awww yo creo que cuando sepan las historias
de cada uno surgra un hermoso momento
pero parace que la noche tiene sorpresas!!!
hay dios lo van a hacer?!!!
nononon siguela plis!!!!
si quieres me hinco y te lo suplico pero siguela!!!
perversa yo!!! no vale para nada :twisted:
ya la sigo
ElitzJb
Re: Atrapa a tu Pareja Nicholas Jonas y tu (TerMINaDA)
chelis escribió: :wut: AAAAAAAAAAHHHHH!!! ME VUELVEEENN LOOOCAAAAA!!!!
NOO LOS ENTINDOOOO SE AMAN O SE ODIAAAAANNN????? :wut:
YY AHORAA SE EMBOORRRACHAAANN Y SE VAN A LA CASA DE _____??
AAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHH!!!!!!!!
CREOOOO QUE HARAN ESOOOO Y ESO TAMBIEN!!! Y AQUELLLOOOO!!!!
JAJAJAJAJAJAJA
OJALA Y NO SE MATEN DESPUESSS!!
siiiii aran eso tambien aquello y un poquito esto y mas jeje
se mataran de eso no hay duda :)
ElitzJb
Re: Atrapa a tu Pareja Nicholas Jonas y tu (TerMINaDA)
Ciin :) escribió:NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO
como te atreves a dejarla asi por amor de dios ?????
estas locaaaaaaaaaaaaaaaa ? creo que morire de un paro ...
omg omg omg ...
ellos en verdad .. van... a .... espero que si :L
jajajajajaja .. ya seria hora ...
en evrdad me encanta la relacion que tienen ...
ameee los capis !!!
siiguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
sabes me dicen a menudo q estoy un poco loca asi q es probable :P
si ellos van a eso..... SEXO jeje :twisted:
ya la sigo
ElitzJb
Re: Atrapa a tu Pareja Nicholas Jonas y tu (TerMINaDA)
aranzhitha escribió:awww me encanto el maraton
Por fin lo van a hacer
Nick es tan sexy!!
Siguela!!
chido q te alla gustado
ya la sigo no desesperes :)
ElitzJb
Re: Atrapa a tu Pareja Nicholas Jonas y tu (TerMINaDA)
Paulii de Jonas Direction escribió:Holasoy nueva lectora!!!! Amo esta adaptacion da ganas de querer seguir leyendo mas la amo jajy espero que la sigas quiero saber que pasa!!! :bounce:
hola!!! :)
BIENVENIDA :hug:
bueno si esta nove es algo adicta
ya mismo
ElitzJb
Re: Atrapa a tu Pareja Nicholas Jonas y tu (TerMINaDA)
hey chicas no se enloquezcan con lo q leeran
hoy no me hago responsable x los daños ocasionados okis
bueno espero q disfruten del capitulo q es algo increible y hot
las leere luego gracias x sus comentarios a esta nove :)
hoy no me hago responsable x los daños ocasionados okis
bueno espero q disfruten del capitulo q es algo increible y hot
las leere luego gracias x sus comentarios a esta nove :)
CAPÍTULO 13
Vayamos mañana a desayunar. ¿Te llamo para despertarte o te doy un codazo?
Vayamos mañana a desayunar. ¿Te llamo para despertarte o te doy un codazo?
Esta es la primera cosa inteligente que he hecho en toda la semana, pensó (_TN) en el taxi, durante el camino de vuelta a su casa.
Como se predijo, ni ella ni Nicholas se habían sentido lo bastante sobrios como para conducir, así que habían llamado a un taxi desde el club. Que hubieran tenido que hacer tal cosa debería de haberla detenido. Pero no podía dejar de pensar en el acto, en el sexo… con Nicholas . Por fin liberaría al cuerpo del encaprichamiento por este hombre. Finalmente ganaría algo de perspectiva en lo referente a él.
Por fin encontraría paz. Una dulce paz.
Después de esta noche, podría estar en su presencia y no desearle. Porque ya lo habrían hecho, ya le habría saboreado completamente. Y ya que esto estaba destinado a ser una decepción seguro que no estaría tan bien como su cuerpo esperaba que fuera. Nada podría no tendría que preguntárselo más. El misterio que él representaba acabaría.
Al menos, eso era lo que la nublada mente seguía diciéndole.
Señor, como le deseaba. Toda la noche, le había estado observando. Ella no había querido cortar con palabras a aquella rubia lapa, había querido apartarla de un empujón. La fuerza de los celos la habían sorprendido.
Y ahora mismo ansiaba otro beso. En realidad, ansiaba mucho más que un beso. Un escalofrío le bajó por la columna vertebral. Delicioso, un preludio de lo que estaba por venir. Saca a Nicholas de tu mente antes de que saltes sobre él aquí mismo. Con la vista nublada, miró fijamente por la ventanilla.
Al principio el paisaje le proporcionó una vista de espacios abiertos, luego los frondosos y verdes árboles comenzaron a zumbar frente a ella, intercalados por otros coches. La cabeza le dio vueltas. Las brillantes farolas iluminaban la cara de Nicholas ¿cuándo se había girado para mirarle de nuevo? seguido rápidamente por la oscuridad, luego luz, después oscuridad. Detrás de él, las estrellas centelleaban como diamantes en la sedosa y oscura noche.
La sangre de (_TN) era puro fuego.
Impaciente y excitada, apenas podía quedarse quieta, incluso se inclinaba hacia él. ¿O simplemente era su mundo el que se inclinaba? No creía que jamás hubiera deseado a un hombre tanto. Desnudo. En su interior. Gritando su nombre.
—¿Quieres un beso, Hoyuelos? —preguntó Nicholas en un seductor susurro.
Ella negó con la cabeza y luego se maldijo porque la acción la mareó. El mote no le parecía tan malo en estos momentos. Sonaba casi… Afectuoso. Juguetón.
—Nada de besos. Ahora no. Si comenzamos, no pararemos.
—¿Y eso es malo?
Los ojos vagaron a sus rosados y sensuales labios. Deliciosamente perversos… y esa delicia era peligrosa. La noche tenía que ser una decepción.
—¿Eres bueno en la cama? —Cuando comprendió que había hablado lo bastante alto como para que el taxista la oyera el hombre sonreía abiertamente y los miraba a través del espejo retrovisor se inclinó sobre Nicholas y le susurró la pregunta al oído. Por alguna razón, las palabras surgieron igual de fuertes.
Él se lamió los labios.
—Supongo que pronto lo averiguarás.
—Espero que no lo seas —le dijo ella firmemente.
Sus párpados cayeron a media asta, pero ella vio la confusión en sus ojos.
—Eso es ridículo. ¿Por qué?
—Necesito que seas malo —admitió—. Muy malo, de eso modo jamás querremos hacerlo de nuevo.
—Pero ser malo puede ser bueno —dijo él, su voz ronca y baja—. Muy bueno —los brazos rodearon su cintura y la atrajo al regazo. Opsss. Ella debió de olvidar abrocharse el cinturón—. Mmm, tus pezones están duros y tu piel, suave —el cálido aliento le acarició el cuello, las manos se deslizaron espalda arriba y se enredó en su pelo—. Ningún cuerno de diablesa —dijo, masajeándole el cuero cabelludo.
Riendo entre dientes, (_TN) se inclinó más cerca y lamió con la lengua su candente boca.
—Nada de colmillos.
Él soltó una desenfrenada carcajada.
—¿Y en cuanto a una cola? —Los dedos cubrieron su trasero y ella tembló.
—Ninguna cola —jadeó (_TN). ¿Cuánto faltaba para que llegaran a casa?
—No, ninguna cola.
Ella echó un vistazo por la ventanilla de nuevo y se sorprendió gratamente al comprender que iban por las tortuosas calles de su barrio, compuesto por casas de ladrillo rojo, rodeadas de pórticos, un césped bien cuidado, sedanes y pequeñas furgonetas aparcados. Finalmente, el taxi se detuvo en la entrada de su camino.
Sin bajarla, Nicholas sacó la cartera y pagó la carrera. (_TN) abrió la puerta y salió a trompicones. Ella se rió, él se rió. ¿Cuánto tiempo había pasado desde que se había sentido tan juguetona? ¿Tan feliz? ¿Tan excitada?
(_TN) giró en círculos con los brazos extendidos.
—Podría bailar.
Nicholas se abalanzó sobre ella y la envolvió con los brazos y ella enredó la mano en su sedoso pelo.
—Baila más tarde.
—Más tarde —estuvo de acuerdo ya que estaba encantada de estar donde estaba.
—Vamos a lamentar esto —dijo, pero no pareció alterado. La llevó al pórtico y sólo tropezó dos veces.
—¿Te estás arrepintiendo? —Acariciando su cuerpo, absorbiendo su fuerza, su calor animal. Era taaaaan bueno.
—Infiernos, no.
Buscó en el bolso las llaves.
—No es como si voláramos a Las Vegas para casarnos —racionalizó ella.
—Sólo somos dos personas que tendrán sexo sin ataduras.
—Sexo salvaje, lujurioso, sin ataduras. —Hizo una mueca—. No, no. Salvaje no. Lujurioso tampoco. Sexo malo. Tendremos un sexo pésimo —encontró la llave por fin. Mientras la insertaba en la cerradura, Nicholas se le acercó por detrás. Su aliento sopló en la nuca antes de que sus labios chamuscaran la piel con un beso. Su lengua la lamió ligeramente, marcándola.
Oh. Más. Por favor. La puerta estaba abierta, pero ella no entró. Todavía no. Se giró y le ofreció la boca a Nicholas . Saborearlo se volvió la cosa más importante en el mundo y la única razón para vivir. Inmediatamente, su lengua empujó profundamente y su decadente sabor la llenó. (_TN) tiró de su camisa, sacándosela de los pantalones.
Él la metió de espaldas en la casa y se apartó un poco de su boca.
—¿Tienes un compañero de piso?
—No —jadeó ella.
Ziiiip. Cremallera abajo, el cierre al cuello del vestido quedo abierto, y en seguida Nicholas deslizó la tela bajo sus caderas. Ésta pronto se reunió a sus pies.
—Sal —ordenó.
Lo hizo. Él dejó de moverse, tal vez incluso de respirar. (_TN) estaba allí de pie, con el sostén de encaje negro y las bragas a juego, las botas negras remontando las curvas de sus piernas.
—¿Y bien?
—Infierno sangriento —dijo él en un susurro reverente.
Los labios se rizaron en una sonrisa.
—Quítate la ropa. ¡Espera! ¡Primero cierra la puerta!
Después de que Nicholas los hubiera encerrado dentro, alcanzó su espalda y se quitó la camisa por la cabeza. O lo intentó. Tenía demasiados botones abrochados y se quedó atascada en su mandíbula. (_TN) quitó varios a mordiscos, escupiéndolos mientras seguía adelante. Por fin, fue capaz de dejarlo a un lado y se bajó los pantalones en tiempo record y, dudando un instante, se los quitó a patadas, quedándose sólo con unos ajustados calzoncillos negros, su bronceada piel y sus sexys músculos. La boca se le hizo agua.
Su cuerpo era una obra de arte. Sus pezones eran pequeños, marrones y fruncidos. Su estómago, una perfecta tabla de lavar, cruzada por tendón tras tendón de fuerza, los músculos afinándose hasta llegar a su cintura… hmmm. Tengo que lamer esa línea. Un poco de vello rubio se esparcía bajo su ombligo, liderando un camino recto hacía su larga y gruesa erección.
—¿Dónde está el dormitorio? —preguntó Nicholas con tono forzado.
Ella señaló sin apartar los ojos de él, la mano inestable, el cuerpo excitado.
—Demasiado lejos —la agarró, arrastrándola a la sala de estar y cayó sobre ella en el sofá. Su peso la aplastó deliciosamente, el suave ante proporcionándole un cojín perfecto.
Instintivamente, extendió las piernas, dándole la bienvenida más cerca.
—Si dices el nombre de otra en algún momento, te mataré. Quiero que esto sea malo, pero no tan malo.
—¿El nombre de otra? —resopló—. Nena, eres todo en lo que he sido capaz de pensar desde el primer momento en que te conocí.
—Eso es porque me odias —dijo (_TN) mientras arqueaba la espalda y pegaba su centro contra la erección. Los ojos se le cerraron en una dulce entrega y se mordió el labio inferior—. Mmm.
Él inspiró profundamente.
—Ahora mismo me gustas muchísimo.
Ella se arqueó y gimió de nuevo.
—Eso es porque estoy debajo de ti y prácticamente desnuda.
—Completamente desnuda muy pronto. —Luego hizo una pesada pausa, cargada de tensión—. Si dices el nombre de otro hombre, lo mataré.
—Trato hecho.
Él lamió su oreja, la que tenía los pendientes, y luego lamió su cuello, presionando la erección entre sus piernas.
—Sabes bien.
—Tú te siente bien. —Los dedos le agarraron de la espalda, pellizcando la piel—. Mi cabeza da vueltas y mi cuerpo quema.
—El mío también —amasó un pecho—. ¿Tienes cuatro tetas o es que veo doble?
—Ves doble. Lámelas. Las cuatro. —Las palabras surgieron como un gemido desesperado.
Empujó la copa del sostén y la ancló bajo su pecho, dejando la carne a la vista. Lista para saborear. Entonces la boca descendió. Caliente, tan caliente, como su cuerpo. Chupó. Fuerte, tan fuerte, como su cuerpo. Su lengua se arremolinó expertamente.
—Oh, Dios —las caderas se despegaron del sofá ante la aguda sensación y se frotó contra su pene—. Sí, sí. —Tuvo que recordarse que esto era un polvo de una sola noche, que ni siquiera le gustaba este hombre y que, en algún momento en su vida, había experimentado un sexo mejor que éste. Seguramente lo había hecho—. Esto no significa nada —dijo entrecortadamente.
—Menos que nada. Tus pechos son el cielo.
Les dedicó toda su atención de nuevo, mordisqueándolos hasta que ella gritó, entonces alivió la picazón con la lengua. Aquel escozor casi acabó con ella… pero no del modo que esperaba. Le gustaba. ¡Oh, como le gustaba! Quería más. Esto hacía que se sintiera viva, puro fuego. Como si un cable estuviera conectado a los pezones, siempre que Nicholas los mordía, una sacudida eléctrica le atravesaba el cuerpo.
—No quiero ser amable —gruñó él, presionando la cadera en un fuerte apretón.
—No. Amable no. —Quería ser tomada, violada. Ese deseo la avergonzó y la asustó. Duro, poderoso, animal, así es como lo quería. ¿Qué le pasaba?
¿No, se suponía, lo quería suave? ¿Tierno?
—Duro —dijo Nicholas . Pero se sentía dividido. Por lo general, se tomaba su tiempo con una mujer, disfrutando de ella. Raras veces tenía relaciones, lo que quería decir que cuando las tenía, procuraba conseguir un buen sexo. Pero ahora mismo él era puro fuego, y el fuego le exigía ser rápido y brusco, aún cuando sabía que debería aflojar el ritmo no, aflojar jamás pero la necesidad… era tan oscura que no podía luchar contra ella, no quería luchar más.
Todo en este momento era seductor. La pasión clamaba por la caliente y pesada liberación. Se sentía violento, erótico, y sabía que eso estaba mal, pero ¡oh!, podría comerse a esta mujer por completo, saborearla de un solo bocado. Se la comería por completo. No, le harás daño. No le hagas daño.
—(_TN) —logró decir entre los dientes apretados. No podía ceder ante aquellos deseos oscuros, no podía sucumbir… por favor sucumbe.
—Nicholas —jadeó. Los ojos se cerraron y se frotó contra él.
Le encantaba que hiciera eso, pero siempre que ella se movía le empujaba más cerca del borde. Pronto perdería el control y podría hacer algo que la asustara. Por eso…
—(_TN) —dijo otra vez. Tenía que conseguir que entendiera, tenía que hacer las cosas más despacio.
—No pares —fue la única respuesta.
Aunque le requirió un gran esfuerzo, obligó al cuerpo a permanecer inmóvil y miró a (_TN) de arriba abajo. Sus oscuros rizos se habían deshecho y se desbordaban sobre los cojines del sofá. Su piel estaba sonrojada por el deseo. Ella era puro éxtasis, una diosa del placer, y si no conseguía que se sintiera tan salvaje con él pronto… por favor, que fuera pronto.
Necesitaba sus contoneos, su nombre en sus labios, en su mente. Su nombre en cada una de sus células, marcándola profundamente. Parecía un cavernícola posesivo y primitivo. Sus pechos se desbordaban en las manos. Su estómago era plano y suave. Perfecto. Sus piernas eran largas y torneadas. Pensó que le pediría que llevara aquellas botas puestas durante toda la noche.
Todavía conteniéndose, intentando recuperar algo parecido a la compostura, dijo:
—¿Cómo de duro puedes tomarlo? —la voz sonó como un gruñido.
Ella no pareció asustada. De hecho, sus palabras parecieron excitarla.
—Tan duro como puedas darlo. Simplemente… hazlo o gritaré.
—¿Segura? —Una gota de sudor le bajó por la sien y se estrelló en su hombro. Prácticamente estaba temblando por la fuerza de la necesidad.
En lugar de una respuesta, (_TN) sonrió con malicia y hundió las uñas en su espalda. Las clavó hasta sacarle sangre. Él silbó por lo bajo mientras la erección daba una sacudida. Sí, sí, eso era exactamente lo que quería. Con movimientos bruscos, le arrancó el sujetador y luego, alcanzado entre ellos, le arrancó las bragas. El débil material se rasgó con facilidad.
Ella le agarró del pelo y tiró de él para besarle. Los labios chocaron, su sabor lo inundó, fuerte como el zumo de naranja, dulce como el vodka, ambos impulsándole a tomar más de ella. Deslizó los dedos a través del suave vello entre sus piernas y empujó profundamente dos dedos en su interior.
—¡Sí! —gritó (_TN).
Estaba mojada, pero la quería aún más húmeda. Mientras deslizaba los dedos en ella, (_TN) jadeaba, gemía y se retorcía.
—Córrete —exigió él—. Córrete para mí.
—Mar-Nicholas —luchó por respirar mientras las paredes internas apretaban y sujetaban sus dedos, manteniéndolos cautivos. Sacudía la cabeza, los negros rizos cayendo en todas direcciones—. ¡Nicholas ! —gritó cuando se corrió.
Podría haberse corrido también, simplemente al escuchar su nombre salir de sus labios. Sus uñas se hundieron en la espalda de nuevo y luego cavaron un camino hasta el pecho. Incluso cuando sus espasmos se apagaron, ella siguió arañándole y él siguió moviendo sus dedos, manteniendo el frenético ritmo. Quizás también le gustaba la rudeza. Tal vez realmente lo deseaba tan duro como pudiera dárselo.
—No hemos terminado —dijo ella.
—No. No lo hemos hecho.
—Más —agarró su ropa interior y la empujó piernas abajo.
Él le aferró las manos y las fijó por encima de su cabeza.
—Rodéame la cintura con tus piernas.
Lo hizo sin protestar y sintió el peso de sus botas, un frío y erótico contraste de su ardiente piel. (_TN) jadeaba y los pechos subían y bajaban con cada respiración. Los rosados pezones estaban endurecidos, rogando por su atención. Los débiles rayos de luz que se deslizaban por las ventanas, fluían sobre la piel desnuda.
Era una belleza.
La polla se levantó en respuesta. Arqueándose, ella le mordió la clavícula y Nicholas gruñó en éxtasis.
—Más fuerte.
Sus pequeños y afilados dientes se clavaron hasta provocar sangre.
Sólo entonces él se deslizó en su interior de un golpe. El sofá entero se meció con el movimiento y (_TN) gritó su nombre. Los ojos se cerraron en una dicha embriagadora. Esto era el cielo. El paraíso. Tan caliente, apretado y húmedo.
Se movió dentro y fuera de ella, rápido, más rápido. Con fuerza, más duro. No podía contenerse y sabía que ella no quería que lo hiciera. Era tan salvaje como él, feroz, justo como él había querido. Ella mordisqueó un camino hasta el cuello. Nicholas le sostuvo las muñecas con una mano y usó la mano libre para inclinar su cara a un lado. Luego, la mordió en el cuello.
Ella se corrió.
Él chupó y succionó y trasladó la mano hasta su culo, exprimiéndolo y amasándolo, extendiéndola más. Las convulsiones del orgasmo se intensificaron y ella apretó y apretó a su alrededor, húmeda más allá de sus sueños más salvajes. Ella gritó, alto y fuerte. Fue todo lo que necesito para enviarle al borde. Los músculos se tensaron y un rugido escapó de los labios.
—Nicholas —jadeó. El sudor cubría la piel, tal vez el de él.
—(_TN) —luchó por tomar aliento, por conseguir normalizar el latido del corazón.
Ella no intentó apartarle.
—Bueno.
Él la abrazó con fuerza, sin querer marcharse.
—Muy bueno.
Como se predijo, ni ella ni Nicholas se habían sentido lo bastante sobrios como para conducir, así que habían llamado a un taxi desde el club. Que hubieran tenido que hacer tal cosa debería de haberla detenido. Pero no podía dejar de pensar en el acto, en el sexo… con Nicholas . Por fin liberaría al cuerpo del encaprichamiento por este hombre. Finalmente ganaría algo de perspectiva en lo referente a él.
Por fin encontraría paz. Una dulce paz.
Después de esta noche, podría estar en su presencia y no desearle. Porque ya lo habrían hecho, ya le habría saboreado completamente. Y ya que esto estaba destinado a ser una decepción seguro que no estaría tan bien como su cuerpo esperaba que fuera. Nada podría no tendría que preguntárselo más. El misterio que él representaba acabaría.
Al menos, eso era lo que la nublada mente seguía diciéndole.
Señor, como le deseaba. Toda la noche, le había estado observando. Ella no había querido cortar con palabras a aquella rubia lapa, había querido apartarla de un empujón. La fuerza de los celos la habían sorprendido.
Y ahora mismo ansiaba otro beso. En realidad, ansiaba mucho más que un beso. Un escalofrío le bajó por la columna vertebral. Delicioso, un preludio de lo que estaba por venir. Saca a Nicholas de tu mente antes de que saltes sobre él aquí mismo. Con la vista nublada, miró fijamente por la ventanilla.
Al principio el paisaje le proporcionó una vista de espacios abiertos, luego los frondosos y verdes árboles comenzaron a zumbar frente a ella, intercalados por otros coches. La cabeza le dio vueltas. Las brillantes farolas iluminaban la cara de Nicholas ¿cuándo se había girado para mirarle de nuevo? seguido rápidamente por la oscuridad, luego luz, después oscuridad. Detrás de él, las estrellas centelleaban como diamantes en la sedosa y oscura noche.
La sangre de (_TN) era puro fuego.
Impaciente y excitada, apenas podía quedarse quieta, incluso se inclinaba hacia él. ¿O simplemente era su mundo el que se inclinaba? No creía que jamás hubiera deseado a un hombre tanto. Desnudo. En su interior. Gritando su nombre.
—¿Quieres un beso, Hoyuelos? —preguntó Nicholas en un seductor susurro.
Ella negó con la cabeza y luego se maldijo porque la acción la mareó. El mote no le parecía tan malo en estos momentos. Sonaba casi… Afectuoso. Juguetón.
—Nada de besos. Ahora no. Si comenzamos, no pararemos.
—¿Y eso es malo?
Los ojos vagaron a sus rosados y sensuales labios. Deliciosamente perversos… y esa delicia era peligrosa. La noche tenía que ser una decepción.
—¿Eres bueno en la cama? —Cuando comprendió que había hablado lo bastante alto como para que el taxista la oyera el hombre sonreía abiertamente y los miraba a través del espejo retrovisor se inclinó sobre Nicholas y le susurró la pregunta al oído. Por alguna razón, las palabras surgieron igual de fuertes.
Él se lamió los labios.
—Supongo que pronto lo averiguarás.
—Espero que no lo seas —le dijo ella firmemente.
Sus párpados cayeron a media asta, pero ella vio la confusión en sus ojos.
—Eso es ridículo. ¿Por qué?
—Necesito que seas malo —admitió—. Muy malo, de eso modo jamás querremos hacerlo de nuevo.
—Pero ser malo puede ser bueno —dijo él, su voz ronca y baja—. Muy bueno —los brazos rodearon su cintura y la atrajo al regazo. Opsss. Ella debió de olvidar abrocharse el cinturón—. Mmm, tus pezones están duros y tu piel, suave —el cálido aliento le acarició el cuello, las manos se deslizaron espalda arriba y se enredó en su pelo—. Ningún cuerno de diablesa —dijo, masajeándole el cuero cabelludo.
Riendo entre dientes, (_TN) se inclinó más cerca y lamió con la lengua su candente boca.
—Nada de colmillos.
Él soltó una desenfrenada carcajada.
—¿Y en cuanto a una cola? —Los dedos cubrieron su trasero y ella tembló.
—Ninguna cola —jadeó (_TN). ¿Cuánto faltaba para que llegaran a casa?
—No, ninguna cola.
Ella echó un vistazo por la ventanilla de nuevo y se sorprendió gratamente al comprender que iban por las tortuosas calles de su barrio, compuesto por casas de ladrillo rojo, rodeadas de pórticos, un césped bien cuidado, sedanes y pequeñas furgonetas aparcados. Finalmente, el taxi se detuvo en la entrada de su camino.
Sin bajarla, Nicholas sacó la cartera y pagó la carrera. (_TN) abrió la puerta y salió a trompicones. Ella se rió, él se rió. ¿Cuánto tiempo había pasado desde que se había sentido tan juguetona? ¿Tan feliz? ¿Tan excitada?
(_TN) giró en círculos con los brazos extendidos.
—Podría bailar.
Nicholas se abalanzó sobre ella y la envolvió con los brazos y ella enredó la mano en su sedoso pelo.
—Baila más tarde.
—Más tarde —estuvo de acuerdo ya que estaba encantada de estar donde estaba.
—Vamos a lamentar esto —dijo, pero no pareció alterado. La llevó al pórtico y sólo tropezó dos veces.
—¿Te estás arrepintiendo? —Acariciando su cuerpo, absorbiendo su fuerza, su calor animal. Era taaaaan bueno.
—Infiernos, no.
Buscó en el bolso las llaves.
—No es como si voláramos a Las Vegas para casarnos —racionalizó ella.
—Sólo somos dos personas que tendrán sexo sin ataduras.
—Sexo salvaje, lujurioso, sin ataduras. —Hizo una mueca—. No, no. Salvaje no. Lujurioso tampoco. Sexo malo. Tendremos un sexo pésimo —encontró la llave por fin. Mientras la insertaba en la cerradura, Nicholas se le acercó por detrás. Su aliento sopló en la nuca antes de que sus labios chamuscaran la piel con un beso. Su lengua la lamió ligeramente, marcándola.
Oh. Más. Por favor. La puerta estaba abierta, pero ella no entró. Todavía no. Se giró y le ofreció la boca a Nicholas . Saborearlo se volvió la cosa más importante en el mundo y la única razón para vivir. Inmediatamente, su lengua empujó profundamente y su decadente sabor la llenó. (_TN) tiró de su camisa, sacándosela de los pantalones.
Él la metió de espaldas en la casa y se apartó un poco de su boca.
—¿Tienes un compañero de piso?
—No —jadeó ella.
Ziiiip. Cremallera abajo, el cierre al cuello del vestido quedo abierto, y en seguida Nicholas deslizó la tela bajo sus caderas. Ésta pronto se reunió a sus pies.
—Sal —ordenó.
Lo hizo. Él dejó de moverse, tal vez incluso de respirar. (_TN) estaba allí de pie, con el sostén de encaje negro y las bragas a juego, las botas negras remontando las curvas de sus piernas.
—¿Y bien?
—Infierno sangriento —dijo él en un susurro reverente.
Los labios se rizaron en una sonrisa.
—Quítate la ropa. ¡Espera! ¡Primero cierra la puerta!
Después de que Nicholas los hubiera encerrado dentro, alcanzó su espalda y se quitó la camisa por la cabeza. O lo intentó. Tenía demasiados botones abrochados y se quedó atascada en su mandíbula. (_TN) quitó varios a mordiscos, escupiéndolos mientras seguía adelante. Por fin, fue capaz de dejarlo a un lado y se bajó los pantalones en tiempo record y, dudando un instante, se los quitó a patadas, quedándose sólo con unos ajustados calzoncillos negros, su bronceada piel y sus sexys músculos. La boca se le hizo agua.
Su cuerpo era una obra de arte. Sus pezones eran pequeños, marrones y fruncidos. Su estómago, una perfecta tabla de lavar, cruzada por tendón tras tendón de fuerza, los músculos afinándose hasta llegar a su cintura… hmmm. Tengo que lamer esa línea. Un poco de vello rubio se esparcía bajo su ombligo, liderando un camino recto hacía su larga y gruesa erección.
—¿Dónde está el dormitorio? —preguntó Nicholas con tono forzado.
Ella señaló sin apartar los ojos de él, la mano inestable, el cuerpo excitado.
—Demasiado lejos —la agarró, arrastrándola a la sala de estar y cayó sobre ella en el sofá. Su peso la aplastó deliciosamente, el suave ante proporcionándole un cojín perfecto.
Instintivamente, extendió las piernas, dándole la bienvenida más cerca.
—Si dices el nombre de otra en algún momento, te mataré. Quiero que esto sea malo, pero no tan malo.
—¿El nombre de otra? —resopló—. Nena, eres todo en lo que he sido capaz de pensar desde el primer momento en que te conocí.
—Eso es porque me odias —dijo (_TN) mientras arqueaba la espalda y pegaba su centro contra la erección. Los ojos se le cerraron en una dulce entrega y se mordió el labio inferior—. Mmm.
Él inspiró profundamente.
—Ahora mismo me gustas muchísimo.
Ella se arqueó y gimió de nuevo.
—Eso es porque estoy debajo de ti y prácticamente desnuda.
—Completamente desnuda muy pronto. —Luego hizo una pesada pausa, cargada de tensión—. Si dices el nombre de otro hombre, lo mataré.
—Trato hecho.
Él lamió su oreja, la que tenía los pendientes, y luego lamió su cuello, presionando la erección entre sus piernas.
—Sabes bien.
—Tú te siente bien. —Los dedos le agarraron de la espalda, pellizcando la piel—. Mi cabeza da vueltas y mi cuerpo quema.
—El mío también —amasó un pecho—. ¿Tienes cuatro tetas o es que veo doble?
—Ves doble. Lámelas. Las cuatro. —Las palabras surgieron como un gemido desesperado.
Empujó la copa del sostén y la ancló bajo su pecho, dejando la carne a la vista. Lista para saborear. Entonces la boca descendió. Caliente, tan caliente, como su cuerpo. Chupó. Fuerte, tan fuerte, como su cuerpo. Su lengua se arremolinó expertamente.
—Oh, Dios —las caderas se despegaron del sofá ante la aguda sensación y se frotó contra su pene—. Sí, sí. —Tuvo que recordarse que esto era un polvo de una sola noche, que ni siquiera le gustaba este hombre y que, en algún momento en su vida, había experimentado un sexo mejor que éste. Seguramente lo había hecho—. Esto no significa nada —dijo entrecortadamente.
—Menos que nada. Tus pechos son el cielo.
Les dedicó toda su atención de nuevo, mordisqueándolos hasta que ella gritó, entonces alivió la picazón con la lengua. Aquel escozor casi acabó con ella… pero no del modo que esperaba. Le gustaba. ¡Oh, como le gustaba! Quería más. Esto hacía que se sintiera viva, puro fuego. Como si un cable estuviera conectado a los pezones, siempre que Nicholas los mordía, una sacudida eléctrica le atravesaba el cuerpo.
—No quiero ser amable —gruñó él, presionando la cadera en un fuerte apretón.
—No. Amable no. —Quería ser tomada, violada. Ese deseo la avergonzó y la asustó. Duro, poderoso, animal, así es como lo quería. ¿Qué le pasaba?
¿No, se suponía, lo quería suave? ¿Tierno?
—Duro —dijo Nicholas . Pero se sentía dividido. Por lo general, se tomaba su tiempo con una mujer, disfrutando de ella. Raras veces tenía relaciones, lo que quería decir que cuando las tenía, procuraba conseguir un buen sexo. Pero ahora mismo él era puro fuego, y el fuego le exigía ser rápido y brusco, aún cuando sabía que debería aflojar el ritmo no, aflojar jamás pero la necesidad… era tan oscura que no podía luchar contra ella, no quería luchar más.
Todo en este momento era seductor. La pasión clamaba por la caliente y pesada liberación. Se sentía violento, erótico, y sabía que eso estaba mal, pero ¡oh!, podría comerse a esta mujer por completo, saborearla de un solo bocado. Se la comería por completo. No, le harás daño. No le hagas daño.
—(_TN) —logró decir entre los dientes apretados. No podía ceder ante aquellos deseos oscuros, no podía sucumbir… por favor sucumbe.
—Nicholas —jadeó. Los ojos se cerraron y se frotó contra él.
Le encantaba que hiciera eso, pero siempre que ella se movía le empujaba más cerca del borde. Pronto perdería el control y podría hacer algo que la asustara. Por eso…
—(_TN) —dijo otra vez. Tenía que conseguir que entendiera, tenía que hacer las cosas más despacio.
—No pares —fue la única respuesta.
Aunque le requirió un gran esfuerzo, obligó al cuerpo a permanecer inmóvil y miró a (_TN) de arriba abajo. Sus oscuros rizos se habían deshecho y se desbordaban sobre los cojines del sofá. Su piel estaba sonrojada por el deseo. Ella era puro éxtasis, una diosa del placer, y si no conseguía que se sintiera tan salvaje con él pronto… por favor, que fuera pronto.
Necesitaba sus contoneos, su nombre en sus labios, en su mente. Su nombre en cada una de sus células, marcándola profundamente. Parecía un cavernícola posesivo y primitivo. Sus pechos se desbordaban en las manos. Su estómago era plano y suave. Perfecto. Sus piernas eran largas y torneadas. Pensó que le pediría que llevara aquellas botas puestas durante toda la noche.
Todavía conteniéndose, intentando recuperar algo parecido a la compostura, dijo:
—¿Cómo de duro puedes tomarlo? —la voz sonó como un gruñido.
Ella no pareció asustada. De hecho, sus palabras parecieron excitarla.
—Tan duro como puedas darlo. Simplemente… hazlo o gritaré.
—¿Segura? —Una gota de sudor le bajó por la sien y se estrelló en su hombro. Prácticamente estaba temblando por la fuerza de la necesidad.
En lugar de una respuesta, (_TN) sonrió con malicia y hundió las uñas en su espalda. Las clavó hasta sacarle sangre. Él silbó por lo bajo mientras la erección daba una sacudida. Sí, sí, eso era exactamente lo que quería. Con movimientos bruscos, le arrancó el sujetador y luego, alcanzado entre ellos, le arrancó las bragas. El débil material se rasgó con facilidad.
Ella le agarró del pelo y tiró de él para besarle. Los labios chocaron, su sabor lo inundó, fuerte como el zumo de naranja, dulce como el vodka, ambos impulsándole a tomar más de ella. Deslizó los dedos a través del suave vello entre sus piernas y empujó profundamente dos dedos en su interior.
—¡Sí! —gritó (_TN).
Estaba mojada, pero la quería aún más húmeda. Mientras deslizaba los dedos en ella, (_TN) jadeaba, gemía y se retorcía.
—Córrete —exigió él—. Córrete para mí.
—Mar-Nicholas —luchó por respirar mientras las paredes internas apretaban y sujetaban sus dedos, manteniéndolos cautivos. Sacudía la cabeza, los negros rizos cayendo en todas direcciones—. ¡Nicholas ! —gritó cuando se corrió.
Podría haberse corrido también, simplemente al escuchar su nombre salir de sus labios. Sus uñas se hundieron en la espalda de nuevo y luego cavaron un camino hasta el pecho. Incluso cuando sus espasmos se apagaron, ella siguió arañándole y él siguió moviendo sus dedos, manteniendo el frenético ritmo. Quizás también le gustaba la rudeza. Tal vez realmente lo deseaba tan duro como pudiera dárselo.
—No hemos terminado —dijo ella.
—No. No lo hemos hecho.
—Más —agarró su ropa interior y la empujó piernas abajo.
Él le aferró las manos y las fijó por encima de su cabeza.
—Rodéame la cintura con tus piernas.
Lo hizo sin protestar y sintió el peso de sus botas, un frío y erótico contraste de su ardiente piel. (_TN) jadeaba y los pechos subían y bajaban con cada respiración. Los rosados pezones estaban endurecidos, rogando por su atención. Los débiles rayos de luz que se deslizaban por las ventanas, fluían sobre la piel desnuda.
Era una belleza.
La polla se levantó en respuesta. Arqueándose, ella le mordió la clavícula y Nicholas gruñó en éxtasis.
—Más fuerte.
Sus pequeños y afilados dientes se clavaron hasta provocar sangre.
Sólo entonces él se deslizó en su interior de un golpe. El sofá entero se meció con el movimiento y (_TN) gritó su nombre. Los ojos se cerraron en una dicha embriagadora. Esto era el cielo. El paraíso. Tan caliente, apretado y húmedo.
Se movió dentro y fuera de ella, rápido, más rápido. Con fuerza, más duro. No podía contenerse y sabía que ella no quería que lo hiciera. Era tan salvaje como él, feroz, justo como él había querido. Ella mordisqueó un camino hasta el cuello. Nicholas le sostuvo las muñecas con una mano y usó la mano libre para inclinar su cara a un lado. Luego, la mordió en el cuello.
Ella se corrió.
Él chupó y succionó y trasladó la mano hasta su culo, exprimiéndolo y amasándolo, extendiéndola más. Las convulsiones del orgasmo se intensificaron y ella apretó y apretó a su alrededor, húmeda más allá de sus sueños más salvajes. Ella gritó, alto y fuerte. Fue todo lo que necesito para enviarle al borde. Los músculos se tensaron y un rugido escapó de los labios.
—Nicholas —jadeó. El sudor cubría la piel, tal vez el de él.
—(_TN) —luchó por tomar aliento, por conseguir normalizar el latido del corazón.
Ella no intentó apartarle.
—Bueno.
Él la abrazó con fuerza, sin querer marcharse.
—Muy bueno.
hahahahahahahah q locura cierto muy bueno estubo eso alli
nos leeremos pronto chicas hasta mañana
espero q tengan sueños pervertidos con nick
eso son mis mejores deseos para esta nooche :twisted: :)
nos leeremos pronto chicas hasta mañana
espero q tengan sueños pervertidos con nick
eso son mis mejores deseos para esta nooche :twisted: :)
ElitzJb
Re: Atrapa a tu Pareja Nicholas Jonas y tu (TerMINaDA)
hahahahaha dios santisimo....
seee muy bueno hahahahaha
sacaste mi lado pervertido :twisted:
hahaha pero me encanto
no se porque pero cada cosa que decian
me mataba de risa... hahaha
OMG!!! y ahora que pasara?
si creen que hacerlo va a dejar de hacer que se deseen
estan locos!! para mi que ahora solo de pensar en eso
van a estar peor que antes hahaha
por dios siguela pronto!!!!
seee muy bueno hahahahaha
sacaste mi lado pervertido :twisted:
hahaha pero me encanto
no se porque pero cada cosa que decian
me mataba de risa... hahaha
OMG!!! y ahora que pasara?
si creen que hacerlo va a dejar de hacer que se deseen
estan locos!! para mi que ahora solo de pensar en eso
van a estar peor que antes hahaha
por dios siguela pronto!!!!
DanieladeJonas
Re: Atrapa a tu Pareja Nicholas Jonas y tu (TerMINaDA)
con este capi creeme que trende sueños muy eroticos con Nick
Dios! Esos dos son dinamita juntos!!
Siguela!!
Dios! Esos dos son dinamita juntos!!
Siguela!!
aranzhitha
Re: Atrapa a tu Pareja Nicholas Jonas y tu (TerMINaDA)
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
fue como OOOO MY FUCKIN GOD
NKVJFSDKGFDGNIVHDISGFYAGCUYSDGYFUCDSBUFGVDBSVUZGYUDFGVIDF
bueno .. si .. no tengo palabras para describir el capitulo ....
fue como lo mas hot del mundo ..... como para no tener sueños eprvertidos con nick despues de tal capitulo :P
sisisisisisiiii .. definitivamente lo ameeeeeeeeee
que suertuda que es la rayis por dios :L
siiguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
fue como OOOO MY FUCKIN GOD
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bueno .. si .. no tengo palabras para describir el capitulo ....
fue como lo mas hot del mundo ..... como para no tener sueños eprvertidos con nick despues de tal capitulo :P
sisisisisisiiii .. definitivamente lo ameeeeeeeeee
que suertuda que es la rayis por dios :L
siiguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
Ciin :)
Re: Atrapa a tu Pareja Nicholas Jonas y tu (TerMINaDA)
:wut:
JAJJJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJJAJAJAJAJAJA
SII QUE SOOONN UNOS LLOOOCCOOOSSSSS!!!!!
CASII DAN UN ESPECTACULOOO EN EL TAAXIIIIII!!!!
JAJAJAJAJAJAJAJAJAJA
AAAIII SIGUELAAA YA QUIERO SABER CUANDO LOS DOS ESTEN SOOOBRIIOOOSSS!!!!
JAJJJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJJAJAJAJAJAJA
SII QUE SOOONN UNOS LLOOOCCOOOSSSSS!!!!!
CASII DAN UN ESPECTACULOOO EN EL TAAXIIIIII!!!!
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AAAIII SIGUELAAA YA QUIERO SABER CUANDO LOS DOS ESTEN SOOOBRIIOOOSSS!!!!
chelis
Re: Atrapa a tu Pareja Nicholas Jonas y tu (TerMINaDA)
siiguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
Ciin :)
Re: Atrapa a tu Pareja Nicholas Jonas y tu (TerMINaDA)
See.Into.My.Mind♥ escribió:new reader♥ me encanta siiguela pls *-*
hey bienvenida q bueno q te encante ya la sigo
ElitzJb
Re: Atrapa a tu Pareja Nicholas Jonas y tu (TerMINaDA)
hola a todas mis chicas
ya les sigo la nove
tenia pensado subirles capitulo mañana
pero no podre :)
asi q se los adelante para hoy con capitulo completo
disfrútenlo el lunes hago especial de 2 o 3 capitulos okis ;)
CAPÍTULO 14
¿Qué tal si te sientas en mi regazo y hablamos de lo primeo que se nos ocurra?
Demi Carrington quería llorar (otra vez), sollozar (otra vez), gritar (¡por fin!), pero no por la razón correcta.
Hacía unas horas, Wyatt la había recogido y llevado de copas con sus amigos, luego a cenar a solas, donde él inmediatamente la dejó tirada. Debería haberlo sabido, debía haberlo esperado.
Por primera vez en los años que había durado su relación, le había permitido verla sin maquillaje ni usado crema bronceadora. Parecía algo sin importancia, pero había sido primordial para ella. Había querido ponerle a prueba, ver cómo reaccionaba Wyatt ante su aspecto poco inmaculado. ¿Y qué había hecho la primera vez que la había visto menos que perfecta? Primero se había consternado y le había preguntado si quería salir otro día. Luego se disculpó ante sus amigos, diciendo que estaba “enferma”. Más tarde, en la cena, había estado callado y pensativo.
—¿Qué? ¿Ninguna propuesta de matrimonio? —le había preguntado sarcásticamente.
Él enrojeció.
—Hablaremos de ello cuándo te sientas mejor.
Ahí es cuando Demi había estallado.
—¡Me siento bien! Esta soy yo, Wyatt. La auténtica yo. Con verrugas y todo. Mira. Mírame de verdad.
Las mejillas le enrojecieron aún más.
—¿Intentas avergonzarme? ¿Castigarme? Bien, pues has hecho un maldito buen trabajo. Demi , todo lo que quería era adorarte, pero tú no me dejas. Demonios, incluso no me permites presumir de ti. Lo he intentado y tú te presentas pareciendo a… esto —agitó una mano en su dirección.
—No soy una yegua de exhibición, Wyatt. No quiero que me revisen los dientes y el pelo siempre que salgo de casa. Simplemente quiero ser amada.
Por supuesto, él entonces decidió que tenían diferentes conceptos de lo que significaba el amor y que era necesario que tomaran caminos separados.
—El muy bastardo —refunfuñó, queriendo llorar porque había tenido razón. A los hombres sólo les importaba su cara y su cuerpo. No se preocupaban por ella. Bien, ya no quería estar sobre un pedestal nunca más.
Los ojos le ardían, pero contuvo las lágrimas. Quería amor, matrimonio y bebés, todas esas malditas cosas. Quería el “y fueron felices para siempre”. Quería… más. Y quería saber que todo aquello no se desmoronaría ante el primer signo de problemas o fealdad.
Fea. Simplemente la palabra la atormentaba. Había sido una niña fea e incluso una adolescente fea. Demasiada alta, demasiada delgada, demasiada pálida, un pelo demasiado diferente e indudablemente demasiado rojo. Rasgos extraños, asimétricos. El aparato dental tampoco había ayudado. Ni las gruesas gafas.
Había sido impopular, solo tomada en cuenta por aquellos que querían burlarse. Y ni un solo chico le había pedido salir. Ni el idiota de los idiotas la había encontrado atractiva. Y desde luego, Brent Greene, el hermano mayor de (_TN), la había ignorado. Había sido uno de los chicos populares y todas las chicas estaban coladas por él.
Incluso ella.
Siempre que recordaba el modo en que Brent había huido de ella y evitado, le dolía. Mucho. Incluso hasta hoy día no podía ver unos espaguetis sin llorar por ello.
Demi soltó un vacilante suspiro. No tuvo la primera cita hasta la avanzada edad de diecinueve años, cuando los pechos por fin se habían desarrollado, los rasgos faciales cambiaron, ganó algo de peso y se embadurnó la piel con crema bronceadora. Es más, hasta que no se quitó el aparato dental y se compró lentillas.
En aquella primera cita, con un tipo llamó Harper, él había conseguido meterse bajo sus bragas sin demasiado esfuerzo. Había estado tan desesperada por afecto, tan necesitada, que recordarlo todavía la avergonzaba. Él alabó su hermosura unas cuantas veces y no fue capaz de apartar los ojos de ella. El sexo había estado… bien. Sin incidentes. Nada para reírse tontamente o suspirar.
Después, jamás la llamó de nuevo. Ella había sido demasiado fácil, comprendió. Pero aprendió una valiosa lección esa noche: Luce hermosa, pero permanece distante. Y así, con aquel nuevo conocimiento, se había embarcado en una odisea de citas. Había salido constantemente, con diferentes hombres. Ellos sólo veían lo mejor de ella y jamás les permitía tocarla.
Todos la habían adorado, tal como Wyatt suplicaba querer hacer. No podían dejar de elogiarle la figura, la cara, el pelo. La confianza creció, creció y creció. Entonces conoció a Wyatt, un asesor financiero. Aunque había parecido sumamente interesado en su cara y su cuerpo, igual que todos los demás, se había enamorado de él porque también pareció estar interesado en su mente. Se tomó su tiempo para averiguar lo que le gustaba y lo que no. Le había preguntado su opinión sobre un montón de cosas, desde política hasta los postres. Quizás no habían tenido demasiado en común, pero al menos él había hecho el esfuerzo de llegar a conocerla.
Finalmente, permitió a otro hombre que la llevara a la cama. Había sido maravilloso. Muy satisfactorio físicamente, pero emocionalmente…
Se frotó las sienes para aplacar el repentino dolor.
Luego, hacía unos meses, todo cambió. Wyatt le pidió que se casara con él. Casi al instante, pareció dejar de interesarse por ella como persona. Se convirtió en un objeto, una cosa, una posesión, igual que había sido para todos los demás.
Cada vez más, se preocupó por el día en que Wyatt viera la mujer imperfecta que realmente era. Se había preguntado qué pasaría cuando él viera más allá de su exterior y se topara con la niña fea y necesitada de su interior.
Ahora ya lo sabía.
¿Por qué el “para siempre” era posible para los demás menos para ella?
Demi se tumbó en la cama, observando la tenue tela blanca que cubría los cuatro postes de la cama. Incluso a través del material, podía ver el brillo de las estrellas de plástico que había pegado en el techo. Hacía unos momentos, había apurado la sexta copa de vino, por lo que las estrellas parecían girar. Suspiró de nuevo. Debería haberse detenido en la segunda, pero había pensado en Wyatt y bebió, pensó en Brent y bebió aún más.
Durante el día, podía pretender ser despreocupada y lujuriosa ante cualquier hombre, pero aquí, ahora, la verdad brillaba con demasiada intensidad como para ser negada. Irónico, considerando lo oscuro que estaba. Las noches siempre fueron malas para ella, a solas con los pensamientos, a solas con los problemas. Esta noche era peor que de costumbre. ¿Alguna vez podría tener el “felices para siempre” que tanto ansiaba?
El timbre de la puerta sonó de repente, y se enderezó.
La acción hizo que la cabeza le diera vueltas. Demi gimió y echó un vistazo al reloj sobre la mesilla de noche. Las once. ¿Quién la visitaría a esta hora? ¿Wyatt? ¿Había venido a disculparse? ¿Quería que volvieran juntos? ¡Bien, la respuesta era no!
Tocaron el timbre otra vez.
Por costumbre, se estudió en el espejo de la cómoda. El bonito camisón rosa y la bata a juego que llevaba estaban un poco arrugados. Comprobó el maquillaje. Rasgones de lágrimas, pero todavía estaba en su lugar. Se lo había aplicado antes de acostarse, poniendo el escudo en su lugar. De nuevo, por costumbre… una costumbre que había adquirido cuando ella y Wyatt salieron por primera vez, por si acaso la visitaba por la noche. Incluso después de que hubieran dejado de acostarse juntos, había mantenido la máscara en su sitio. Una chica nunca sabía cuando iba a necesitar presentar su mejor aspecto.
Cabello... un poco despeinado. Gateó y agarró el cepillo más cercano. Dejaría que Wyatt viera a la mujer con la que una vez quiso casarse… la mujer que jamás tendrá de nuevo. Frunciendo el ceño, se pasó el cepillo, después lo lanzó al sillón y se dirigió a trompicones hacia la puerta. La sala de estar era una mezcla de texturas y colores. Violeta, zafiro, rubí, mimbre, terciopelo, seda. Todo a juego con su tono de piel.
Ding dong.
—Puedo ver tu sombra, Demi . Sé que estás ahí —dijo una voz masculina. Una sexy voz masculina que no pertenecía a Wyatt. Una sexy voz masculina que, de hecho, pertenecía a Brent Greene. Un estremecimiento la atravesó; era una voz que reconocería en todas partes, en cualquier momento.
Se sintió enormemente contenta de que fuera él y no debería estarlo. No ahora.
—¿Qué haces aquí, Brent? —Pero ya sabía la respuesta.
—Quería verte. Abre.
—Podría tener compañía.
—No la tienes —dijo. Su voz tensa.
—He bebido demasiado. No querrás estar a mi lado ahora mismo.
—Mi amor, eso me hace querer estar a tu lado aún más.
Mi amor… Todos tenían un mote cariñoso para ella (Wyatt la llamaba su Calabaza por su pelo), pero sólo Brent la hacía sentirse… querida.
—Brent —dijo, apoyando la frente contra la fría madera de la puerta. Despídele. Antes de que olvides tu orgullo.
Más que hablar con él, mirarle siempre le provocaba un dolor en el pecho. Constantemente tenía que recordarse que no era un hombre para ella, que la había rechazado muchas veces. Que podía haberla tenido hacía mucho tiempo, pero que la había encontrado repulsiva.
—Demi —dijo Brent—. Por favor.
Se tambaleó, un poco mareada. Le encantaba como decía su nombre, hasta le gustaba más que cuando la llamaba su amor. Le había contado a sus amigas que había dejado de acostarse con Wyatt porque no había decidido que hacer ante su propuesta de matrimonio. Pero sabía la auténtica razón, la razón que no habría admitido ni siquiera ante sí misma si no hubiera estado algo achispada. Había empezado a sentir que engañaba a Brent. Lo que era estúpido. Completamente estúpido.
—Solo quiero hablar —dijo él suavemente.
Con mano inestable, incapaz de detenerse, quitó la llave y abrió. Brent se apoyaba contra el marco, la cabeza recostada contra el brazo. Tan masculino, tan atractivo. La luz del porche se derramaba sobre sus rasgos, reverentes, dorados. Su pelo negro estaba totalmente desordenado, colgando sobre sus cejas. Sus labios estaban curvados en una sonrisa de bienvenida.
Mientras ella tenía que luchar por conseguir la perfección, él la exudaba sin esfuerzo.
Brent llevaba unos descoloridos Levis y una camiseta blanca. La vista de aquella ropa que abraza sus músculos le hizo la boca agua.
—¿De qué quieres hablar? —preguntó, esforzándose por mantener un tono casual.
—¿Puedo pasar?
—No —extendió los brazos, bloqueando la entrada. Si entraba, podría besarle. O rogar por más. Ahora, tan vulnerable y llena de vino como estaba, no sería capaz de resistirse a su potente encanto—. De nuevo, ¿de qué quieres hablar?
—De cualquier cosa. —Sacudió la cabeza, despreciándose a sí mismo—. No podía dormir. Seguía pensando en ti, en la tristeza que oí en tu voz hoy, y decidí venir.
—Salgo con alguien, Brent —mintió, prácticamente arrancándose las palabras. No podía decirle la verdad; él se le echaría encima… y ella le dejaría—. No puedes continuar poniéndote en contacto conmigo de esta forma. —Como siempre, le dolía decirle que no, pero era inadecuado para ella, mucho. Él no quería a su auténtico yo más de lo que Wyatt lo hacía.
—No quiero que le veas más —masculló Brent—. Él no es bueno para ti. Lo siento en el alma.
—¿Y tú sí? ¿Eres bueno para mí?
—Sí. —No había ni un atisbo de duda en su tono. Se acerco, acechándola, ahogándola con su picante olor—. Eres mía.
El aire quemó en los pulmones ante esa posesiva proclamación. Tan dado al flirteo como él era, por lo general nunca le hablaba así.
—Solo dame una oportunidad para demostrarte lo bien que podríamos estar juntos. —La cara estaba seria, suplicante.
—No. —Con él, se preocuparía de su aspecto más de lo que jamás lo haría con Wyatt o algún otro. A él, le perdería ante la primera cana o el primer kilo de más que ganara. Y perderle la mataría… eso también lo sabía.
—¿Por qué no? —exigió Brent—. Y no te atrevas a decirme que amas a ese hijo de puta de Wyatt. Él no es para ti, y en el fondo tú también lo sabes.
—¿Quieres la verdad? —Demi se encontró repartiendo golpes a diestro y siniestro. Sin el vino en el sistema, jamás se lo habría dicho pero ahora, las palabras parecían fluir de la boca—. Muy bien, te lo diré. Tú creías que era fea en la escuela. Tú…
—Nunca pensé que fueras fea —interrumpió severamente, el fuego ardiendo en los ojos.
Ella continuó como si no hubiera hablado:
—No podías escapar de tu casa lo suficientemente rápido cada vez que me quedaba a pasar la noche con (_TN). Solo me quieres ahora porque finalmente crees que soy bonita. Bien, ¿y qué pasa si desmejoro, huh? ¿Qué, entonces? —Le empujó por el pecho con el dedo—. ¿Todavía me querrás?
—Sí. —Parecía muy seguro.
—Demuéstralo.
Sus párpados bajaron hasta casi cerrarse pero, de algún modo, ella todavía pudo ver sus ojos arremolinarse y agitarse.
—Te deseaba en la escuela. Por eso siempre huía de ti. Eras demasiado joven para mí y además eras la mejor amiga de mi hermana pequeña. Si me hubiera quedado a tu alrededor, habría hecho algo al respecto con esa atracción. Y no habría sido capaz de vivir con la culpa.
¡Mentiroso! Pero oh, las palabras eran tan poderosas. Seductoras. Casi se hundió en sus brazos abiertos. Casi pegó los labios a los suyos.
—Todavía soy más joven que tú y todavía soy la mejor amiga de tu hermana.
—Sí, pero ahora eres una mujer —gruñó por lo bajo, como un animal—. ¿Qué necesitas para demostrarte que te amo, para demostrar que me gusta quién eres, no lo que pareces? ¿Esto? —La agarró por los hombros y la arrastró hacía el cuerpo.
Los pechos tropezaron contra el suyo, pegándose a él. Sus labios cayeron abruptamente sobre los suyos, su lengua saqueó la boca perfecta, profunda y dulcemente. Ella no pudo detenerse y gimió.
Sin su permiso, los brazos se alzaron y envolvieron su cuello. Mientras las lenguas luchaban, comprendió que jamás había probado nada tan decadente, tan embriagador.
Él no redujo la marcha, ni le dio tiempo para pensar. Ahuecó una mano en su nuca y movió su cabeza en un ángulo mejor para tomar más de su boca, y enredó la otra en su pelo, apretando, estrujando sus mechones como si temiera que se apartara. Brent le dio un increíble beso tras otro.
Aquí está; aquí está tu sueño. Aquí hay mucho más.
El calor le invadía la sangre, todo el cuerpo, y era tanto una tortura como puro éxtasis. Cielo e infierno. Porque sabía, que por muy bueno que fuera, jamás podría tenerlo de nuevo. Ser perfecta era demasiado agotador. Ya no más, pensó. Ya no más tensión. Ya no más Brent.
Pero, pero…
Le deseaba tanto. Siempre lo hizo. Le quería de todas las formas imaginables. No había manera de negar aquello ahora. El beso se profundizó y el placer se disparó a través de ella, un placer muy intenso. Sólo entonces Demi comprendió que se frotaba contra él, arqueando el pubis contra su dura y gruesa erección, imitando al sexo. Sus manos habían abandonado el sedoso pelo y le apretaban el trasero.
Ella se apartó, consiguiendo así no tocarle de ningún modo.
—¡No!
Brent se restregó una mano por la cara.
—Te amo, Demi —dijo jadeando—. Siempre te he amado.
Ella negó con la cabeza y se alejó tres pasos. La respiración era entrecortada, errática, y débil como la suya. El cuerpo le dolía por otro beso, caricia o lo que fuera de él. Sólo de él.
—No. Amas la perfección.
Un músculo palpitó bajo el ojo derecho.
—¿Que amo la perfección? ¿Cuándo jamás he aspirado a ella yo mismo? —se mofó—. Me gustan las pecas que hay debajo de ese maquillaje. Me gusta el agudo sonido de tu voz cuando estás contenta. Me gusta…
—No —insistió, temerosa de empezar a creerle—. No.
Él se pasó la lengua por los labios.
—Entonces, muéstrame lo peor de ti, mi amor. Déjame demostrarte que no te quiero sólo por tu bonita cara. Al menos, dame una oportunidad.
Ante sus palabras, una maravillosa y a la vez aterradora idea surgió en su mente. Los ojos se le agrandaron mientras contemplaba la única cosa que podía hacer para probar que su apariencia no significaba nada para él. Quizás fue el vino… quizás la desesperación… de todas formas, ella parpadeó.
—Bien. Te mostraré lo peor de mí mañana —le dijo y le cerró la puerta en las narices.
¿Qué planeaba ella hacer?
Brent permaneció delante de la puerta durante mucho tiempo, sonriendo ampliamente como un idiota. Lo que planeara no importaba, supuso. Ahora mismo, todo lo que le importaba era lo que acababa de pasar.
Casi le había hecho el amor justo ahí, en la entrada. Fuera, baja la luz del porche, donde cualquiera podía verlos. Ella probablemente no tenía ni idea de lo cerca que había estado de arrancarle la ropa y tirarla al frío cemento. Pero había mantenido las manos en su pelo, como un caballero, sin querer asustarla. No cuando por fin hacía progresos con ella.
¡Y qué dulce progreso!
Parecía que la conocía desde siempre pero esta noche había sido la primera vez. Antes, ella continuamente le rechazaba y apartaba. Esta vez, sin embargo, había dejado que la besara, saboreara y tocara como un amante. ¡Y le había respondido!
Brent había esperado este momento durante más años de los que podía recordar y éste había sobrepasado todos sus sueños, todas sus fantasías. Lo que le había dicho era verdad. Cuando eran más jóvenes, la había deseado. La había querido. Sólo los separaban unos pocos años de diferencia pero, atrás en el pasado, Demi había parecido infinitamente más joven. De todas formas, había sido la cosita más linda que jamás hubiera visto. Sus gafas constantemente se deslizaban por su nariz y su sonrisa… aquél aparato dental había sido adorable.
Su pelo no había cambiado, todavía era la misma sedosa masa pelirroja por la que él siempre quiso pasar los dedos. Ya no era aquél tímido duendecillo que le tiraba del corazón, pero se dio cuenta que eso no disminuía su atracción. Le gustaba el recuerdo de quién había sido y el conocimiento de quien era ahora: enérgica, fuerte, indudablemente sexy. Excepto que…
Brent remontó un dedo sobre los labios. Al final, justo antes de que Demi le cerrara la puerta, había visto un destello incrédulo en sus ojos. Sí, esa era la mejor palabra para describirlo. Incrédulo. ¿Por qué?
Al principio, ella había estado inestable sobre sus pies, tan vulnerable y triste que el corazón se le había encogido de dolor. Perversamente, esperó que hubiera problemas en el paraíso. Esperaba que Demi empezara a comprender que el idiota de Wyatt, al que nunca había conocido pero que había odiado desde el principio, no era adecuado para ella. No se sintió culpable por aquel pensamiento. Demi era suya; le pertenecía. A nadie más. Después de aquel beso, sería más amable y jugaría más despacio. Por miedo a asustarla. Intentaría ganársela lentamente pero seguro.
Brent iría a por todas.
—Hazlo —susurró hacia la puerta—. Muéstrame lo peor. —No podía esperar.
Demi se tambaleó hasta el cuarto de baño y se estudió atentamente en el espejo, con las tijeras en la mano. Se había bebido otro vaso de vino y la cabeza le daba más vueltas que antes. «Déjame demostrarte que no te quiero por tu bonita cara», le había dicho.
Si hacía esto, la abandonaría; sabía que lo haría. Pero… estoy tan cansada de fingir ser perfecta, pensó otra vez. Mejor que la rechazara que soportar otro momento de preocupación. ¿Estaría el pelo en su lugar? ¿El maquillaje era el correcto? ¿Se mantenía el cuerpo en la línea y libre de celulitis? ¡Puf! Parecía una goma, estirada tan fuerte que podría romperse en cualquier momento.
—Simplemente hazlo —gruñó—. Él quiere ver lo peor de ti, así que muéstraselo.
Antes de que se arrepintiera de ello, Demi comenzó a cortar. Y cortar. Y cortar.
pobre demi :( ya veran mas adelantes los problemas ya estamos a mitad de novela chicas sera genial se los aseguro
ya les sigo la nove
tenia pensado subirles capitulo mañana
pero no podre :)
asi q se los adelante para hoy con capitulo completo
disfrútenlo el lunes hago especial de 2 o 3 capitulos okis ;)
CAPÍTULO 14
¿Qué tal si te sientas en mi regazo y hablamos de lo primeo que se nos ocurra?
Demi Carrington quería llorar (otra vez), sollozar (otra vez), gritar (¡por fin!), pero no por la razón correcta.
Hacía unas horas, Wyatt la había recogido y llevado de copas con sus amigos, luego a cenar a solas, donde él inmediatamente la dejó tirada. Debería haberlo sabido, debía haberlo esperado.
Por primera vez en los años que había durado su relación, le había permitido verla sin maquillaje ni usado crema bronceadora. Parecía algo sin importancia, pero había sido primordial para ella. Había querido ponerle a prueba, ver cómo reaccionaba Wyatt ante su aspecto poco inmaculado. ¿Y qué había hecho la primera vez que la había visto menos que perfecta? Primero se había consternado y le había preguntado si quería salir otro día. Luego se disculpó ante sus amigos, diciendo que estaba “enferma”. Más tarde, en la cena, había estado callado y pensativo.
—¿Qué? ¿Ninguna propuesta de matrimonio? —le había preguntado sarcásticamente.
Él enrojeció.
—Hablaremos de ello cuándo te sientas mejor.
Ahí es cuando Demi había estallado.
—¡Me siento bien! Esta soy yo, Wyatt. La auténtica yo. Con verrugas y todo. Mira. Mírame de verdad.
Las mejillas le enrojecieron aún más.
—¿Intentas avergonzarme? ¿Castigarme? Bien, pues has hecho un maldito buen trabajo. Demi , todo lo que quería era adorarte, pero tú no me dejas. Demonios, incluso no me permites presumir de ti. Lo he intentado y tú te presentas pareciendo a… esto —agitó una mano en su dirección.
—No soy una yegua de exhibición, Wyatt. No quiero que me revisen los dientes y el pelo siempre que salgo de casa. Simplemente quiero ser amada.
Por supuesto, él entonces decidió que tenían diferentes conceptos de lo que significaba el amor y que era necesario que tomaran caminos separados.
—El muy bastardo —refunfuñó, queriendo llorar porque había tenido razón. A los hombres sólo les importaba su cara y su cuerpo. No se preocupaban por ella. Bien, ya no quería estar sobre un pedestal nunca más.
Los ojos le ardían, pero contuvo las lágrimas. Quería amor, matrimonio y bebés, todas esas malditas cosas. Quería el “y fueron felices para siempre”. Quería… más. Y quería saber que todo aquello no se desmoronaría ante el primer signo de problemas o fealdad.
Fea. Simplemente la palabra la atormentaba. Había sido una niña fea e incluso una adolescente fea. Demasiada alta, demasiada delgada, demasiada pálida, un pelo demasiado diferente e indudablemente demasiado rojo. Rasgos extraños, asimétricos. El aparato dental tampoco había ayudado. Ni las gruesas gafas.
Había sido impopular, solo tomada en cuenta por aquellos que querían burlarse. Y ni un solo chico le había pedido salir. Ni el idiota de los idiotas la había encontrado atractiva. Y desde luego, Brent Greene, el hermano mayor de (_TN), la había ignorado. Había sido uno de los chicos populares y todas las chicas estaban coladas por él.
Incluso ella.
Siempre que recordaba el modo en que Brent había huido de ella y evitado, le dolía. Mucho. Incluso hasta hoy día no podía ver unos espaguetis sin llorar por ello.
Demi soltó un vacilante suspiro. No tuvo la primera cita hasta la avanzada edad de diecinueve años, cuando los pechos por fin se habían desarrollado, los rasgos faciales cambiaron, ganó algo de peso y se embadurnó la piel con crema bronceadora. Es más, hasta que no se quitó el aparato dental y se compró lentillas.
En aquella primera cita, con un tipo llamó Harper, él había conseguido meterse bajo sus bragas sin demasiado esfuerzo. Había estado tan desesperada por afecto, tan necesitada, que recordarlo todavía la avergonzaba. Él alabó su hermosura unas cuantas veces y no fue capaz de apartar los ojos de ella. El sexo había estado… bien. Sin incidentes. Nada para reírse tontamente o suspirar.
Después, jamás la llamó de nuevo. Ella había sido demasiado fácil, comprendió. Pero aprendió una valiosa lección esa noche: Luce hermosa, pero permanece distante. Y así, con aquel nuevo conocimiento, se había embarcado en una odisea de citas. Había salido constantemente, con diferentes hombres. Ellos sólo veían lo mejor de ella y jamás les permitía tocarla.
Todos la habían adorado, tal como Wyatt suplicaba querer hacer. No podían dejar de elogiarle la figura, la cara, el pelo. La confianza creció, creció y creció. Entonces conoció a Wyatt, un asesor financiero. Aunque había parecido sumamente interesado en su cara y su cuerpo, igual que todos los demás, se había enamorado de él porque también pareció estar interesado en su mente. Se tomó su tiempo para averiguar lo que le gustaba y lo que no. Le había preguntado su opinión sobre un montón de cosas, desde política hasta los postres. Quizás no habían tenido demasiado en común, pero al menos él había hecho el esfuerzo de llegar a conocerla.
Finalmente, permitió a otro hombre que la llevara a la cama. Había sido maravilloso. Muy satisfactorio físicamente, pero emocionalmente…
Se frotó las sienes para aplacar el repentino dolor.
Luego, hacía unos meses, todo cambió. Wyatt le pidió que se casara con él. Casi al instante, pareció dejar de interesarse por ella como persona. Se convirtió en un objeto, una cosa, una posesión, igual que había sido para todos los demás.
Cada vez más, se preocupó por el día en que Wyatt viera la mujer imperfecta que realmente era. Se había preguntado qué pasaría cuando él viera más allá de su exterior y se topara con la niña fea y necesitada de su interior.
Ahora ya lo sabía.
¿Por qué el “para siempre” era posible para los demás menos para ella?
Demi se tumbó en la cama, observando la tenue tela blanca que cubría los cuatro postes de la cama. Incluso a través del material, podía ver el brillo de las estrellas de plástico que había pegado en el techo. Hacía unos momentos, había apurado la sexta copa de vino, por lo que las estrellas parecían girar. Suspiró de nuevo. Debería haberse detenido en la segunda, pero había pensado en Wyatt y bebió, pensó en Brent y bebió aún más.
Durante el día, podía pretender ser despreocupada y lujuriosa ante cualquier hombre, pero aquí, ahora, la verdad brillaba con demasiada intensidad como para ser negada. Irónico, considerando lo oscuro que estaba. Las noches siempre fueron malas para ella, a solas con los pensamientos, a solas con los problemas. Esta noche era peor que de costumbre. ¿Alguna vez podría tener el “felices para siempre” que tanto ansiaba?
El timbre de la puerta sonó de repente, y se enderezó.
La acción hizo que la cabeza le diera vueltas. Demi gimió y echó un vistazo al reloj sobre la mesilla de noche. Las once. ¿Quién la visitaría a esta hora? ¿Wyatt? ¿Había venido a disculparse? ¿Quería que volvieran juntos? ¡Bien, la respuesta era no!
Tocaron el timbre otra vez.
Por costumbre, se estudió en el espejo de la cómoda. El bonito camisón rosa y la bata a juego que llevaba estaban un poco arrugados. Comprobó el maquillaje. Rasgones de lágrimas, pero todavía estaba en su lugar. Se lo había aplicado antes de acostarse, poniendo el escudo en su lugar. De nuevo, por costumbre… una costumbre que había adquirido cuando ella y Wyatt salieron por primera vez, por si acaso la visitaba por la noche. Incluso después de que hubieran dejado de acostarse juntos, había mantenido la máscara en su sitio. Una chica nunca sabía cuando iba a necesitar presentar su mejor aspecto.
Cabello... un poco despeinado. Gateó y agarró el cepillo más cercano. Dejaría que Wyatt viera a la mujer con la que una vez quiso casarse… la mujer que jamás tendrá de nuevo. Frunciendo el ceño, se pasó el cepillo, después lo lanzó al sillón y se dirigió a trompicones hacia la puerta. La sala de estar era una mezcla de texturas y colores. Violeta, zafiro, rubí, mimbre, terciopelo, seda. Todo a juego con su tono de piel.
Ding dong.
—Puedo ver tu sombra, Demi . Sé que estás ahí —dijo una voz masculina. Una sexy voz masculina que no pertenecía a Wyatt. Una sexy voz masculina que, de hecho, pertenecía a Brent Greene. Un estremecimiento la atravesó; era una voz que reconocería en todas partes, en cualquier momento.
Se sintió enormemente contenta de que fuera él y no debería estarlo. No ahora.
—¿Qué haces aquí, Brent? —Pero ya sabía la respuesta.
—Quería verte. Abre.
—Podría tener compañía.
—No la tienes —dijo. Su voz tensa.
—He bebido demasiado. No querrás estar a mi lado ahora mismo.
—Mi amor, eso me hace querer estar a tu lado aún más.
Mi amor… Todos tenían un mote cariñoso para ella (Wyatt la llamaba su Calabaza por su pelo), pero sólo Brent la hacía sentirse… querida.
—Brent —dijo, apoyando la frente contra la fría madera de la puerta. Despídele. Antes de que olvides tu orgullo.
Más que hablar con él, mirarle siempre le provocaba un dolor en el pecho. Constantemente tenía que recordarse que no era un hombre para ella, que la había rechazado muchas veces. Que podía haberla tenido hacía mucho tiempo, pero que la había encontrado repulsiva.
—Demi —dijo Brent—. Por favor.
Se tambaleó, un poco mareada. Le encantaba como decía su nombre, hasta le gustaba más que cuando la llamaba su amor. Le había contado a sus amigas que había dejado de acostarse con Wyatt porque no había decidido que hacer ante su propuesta de matrimonio. Pero sabía la auténtica razón, la razón que no habría admitido ni siquiera ante sí misma si no hubiera estado algo achispada. Había empezado a sentir que engañaba a Brent. Lo que era estúpido. Completamente estúpido.
—Solo quiero hablar —dijo él suavemente.
Con mano inestable, incapaz de detenerse, quitó la llave y abrió. Brent se apoyaba contra el marco, la cabeza recostada contra el brazo. Tan masculino, tan atractivo. La luz del porche se derramaba sobre sus rasgos, reverentes, dorados. Su pelo negro estaba totalmente desordenado, colgando sobre sus cejas. Sus labios estaban curvados en una sonrisa de bienvenida.
Mientras ella tenía que luchar por conseguir la perfección, él la exudaba sin esfuerzo.
Brent llevaba unos descoloridos Levis y una camiseta blanca. La vista de aquella ropa que abraza sus músculos le hizo la boca agua.
—¿De qué quieres hablar? —preguntó, esforzándose por mantener un tono casual.
—¿Puedo pasar?
—No —extendió los brazos, bloqueando la entrada. Si entraba, podría besarle. O rogar por más. Ahora, tan vulnerable y llena de vino como estaba, no sería capaz de resistirse a su potente encanto—. De nuevo, ¿de qué quieres hablar?
—De cualquier cosa. —Sacudió la cabeza, despreciándose a sí mismo—. No podía dormir. Seguía pensando en ti, en la tristeza que oí en tu voz hoy, y decidí venir.
—Salgo con alguien, Brent —mintió, prácticamente arrancándose las palabras. No podía decirle la verdad; él se le echaría encima… y ella le dejaría—. No puedes continuar poniéndote en contacto conmigo de esta forma. —Como siempre, le dolía decirle que no, pero era inadecuado para ella, mucho. Él no quería a su auténtico yo más de lo que Wyatt lo hacía.
—No quiero que le veas más —masculló Brent—. Él no es bueno para ti. Lo siento en el alma.
—¿Y tú sí? ¿Eres bueno para mí?
—Sí. —No había ni un atisbo de duda en su tono. Se acerco, acechándola, ahogándola con su picante olor—. Eres mía.
El aire quemó en los pulmones ante esa posesiva proclamación. Tan dado al flirteo como él era, por lo general nunca le hablaba así.
—Solo dame una oportunidad para demostrarte lo bien que podríamos estar juntos. —La cara estaba seria, suplicante.
—No. —Con él, se preocuparía de su aspecto más de lo que jamás lo haría con Wyatt o algún otro. A él, le perdería ante la primera cana o el primer kilo de más que ganara. Y perderle la mataría… eso también lo sabía.
—¿Por qué no? —exigió Brent—. Y no te atrevas a decirme que amas a ese hijo de puta de Wyatt. Él no es para ti, y en el fondo tú también lo sabes.
—¿Quieres la verdad? —Demi se encontró repartiendo golpes a diestro y siniestro. Sin el vino en el sistema, jamás se lo habría dicho pero ahora, las palabras parecían fluir de la boca—. Muy bien, te lo diré. Tú creías que era fea en la escuela. Tú…
—Nunca pensé que fueras fea —interrumpió severamente, el fuego ardiendo en los ojos.
Ella continuó como si no hubiera hablado:
—No podías escapar de tu casa lo suficientemente rápido cada vez que me quedaba a pasar la noche con (_TN). Solo me quieres ahora porque finalmente crees que soy bonita. Bien, ¿y qué pasa si desmejoro, huh? ¿Qué, entonces? —Le empujó por el pecho con el dedo—. ¿Todavía me querrás?
—Sí. —Parecía muy seguro.
—Demuéstralo.
Sus párpados bajaron hasta casi cerrarse pero, de algún modo, ella todavía pudo ver sus ojos arremolinarse y agitarse.
—Te deseaba en la escuela. Por eso siempre huía de ti. Eras demasiado joven para mí y además eras la mejor amiga de mi hermana pequeña. Si me hubiera quedado a tu alrededor, habría hecho algo al respecto con esa atracción. Y no habría sido capaz de vivir con la culpa.
¡Mentiroso! Pero oh, las palabras eran tan poderosas. Seductoras. Casi se hundió en sus brazos abiertos. Casi pegó los labios a los suyos.
—Todavía soy más joven que tú y todavía soy la mejor amiga de tu hermana.
—Sí, pero ahora eres una mujer —gruñó por lo bajo, como un animal—. ¿Qué necesitas para demostrarte que te amo, para demostrar que me gusta quién eres, no lo que pareces? ¿Esto? —La agarró por los hombros y la arrastró hacía el cuerpo.
Los pechos tropezaron contra el suyo, pegándose a él. Sus labios cayeron abruptamente sobre los suyos, su lengua saqueó la boca perfecta, profunda y dulcemente. Ella no pudo detenerse y gimió.
Sin su permiso, los brazos se alzaron y envolvieron su cuello. Mientras las lenguas luchaban, comprendió que jamás había probado nada tan decadente, tan embriagador.
Él no redujo la marcha, ni le dio tiempo para pensar. Ahuecó una mano en su nuca y movió su cabeza en un ángulo mejor para tomar más de su boca, y enredó la otra en su pelo, apretando, estrujando sus mechones como si temiera que se apartara. Brent le dio un increíble beso tras otro.
Aquí está; aquí está tu sueño. Aquí hay mucho más.
El calor le invadía la sangre, todo el cuerpo, y era tanto una tortura como puro éxtasis. Cielo e infierno. Porque sabía, que por muy bueno que fuera, jamás podría tenerlo de nuevo. Ser perfecta era demasiado agotador. Ya no más, pensó. Ya no más tensión. Ya no más Brent.
Pero, pero…
Le deseaba tanto. Siempre lo hizo. Le quería de todas las formas imaginables. No había manera de negar aquello ahora. El beso se profundizó y el placer se disparó a través de ella, un placer muy intenso. Sólo entonces Demi comprendió que se frotaba contra él, arqueando el pubis contra su dura y gruesa erección, imitando al sexo. Sus manos habían abandonado el sedoso pelo y le apretaban el trasero.
Ella se apartó, consiguiendo así no tocarle de ningún modo.
—¡No!
Brent se restregó una mano por la cara.
—Te amo, Demi —dijo jadeando—. Siempre te he amado.
Ella negó con la cabeza y se alejó tres pasos. La respiración era entrecortada, errática, y débil como la suya. El cuerpo le dolía por otro beso, caricia o lo que fuera de él. Sólo de él.
—No. Amas la perfección.
Un músculo palpitó bajo el ojo derecho.
—¿Que amo la perfección? ¿Cuándo jamás he aspirado a ella yo mismo? —se mofó—. Me gustan las pecas que hay debajo de ese maquillaje. Me gusta el agudo sonido de tu voz cuando estás contenta. Me gusta…
—No —insistió, temerosa de empezar a creerle—. No.
Él se pasó la lengua por los labios.
—Entonces, muéstrame lo peor de ti, mi amor. Déjame demostrarte que no te quiero sólo por tu bonita cara. Al menos, dame una oportunidad.
Ante sus palabras, una maravillosa y a la vez aterradora idea surgió en su mente. Los ojos se le agrandaron mientras contemplaba la única cosa que podía hacer para probar que su apariencia no significaba nada para él. Quizás fue el vino… quizás la desesperación… de todas formas, ella parpadeó.
—Bien. Te mostraré lo peor de mí mañana —le dijo y le cerró la puerta en las narices.
¿Qué planeaba ella hacer?
Brent permaneció delante de la puerta durante mucho tiempo, sonriendo ampliamente como un idiota. Lo que planeara no importaba, supuso. Ahora mismo, todo lo que le importaba era lo que acababa de pasar.
Casi le había hecho el amor justo ahí, en la entrada. Fuera, baja la luz del porche, donde cualquiera podía verlos. Ella probablemente no tenía ni idea de lo cerca que había estado de arrancarle la ropa y tirarla al frío cemento. Pero había mantenido las manos en su pelo, como un caballero, sin querer asustarla. No cuando por fin hacía progresos con ella.
¡Y qué dulce progreso!
Parecía que la conocía desde siempre pero esta noche había sido la primera vez. Antes, ella continuamente le rechazaba y apartaba. Esta vez, sin embargo, había dejado que la besara, saboreara y tocara como un amante. ¡Y le había respondido!
Brent había esperado este momento durante más años de los que podía recordar y éste había sobrepasado todos sus sueños, todas sus fantasías. Lo que le había dicho era verdad. Cuando eran más jóvenes, la había deseado. La había querido. Sólo los separaban unos pocos años de diferencia pero, atrás en el pasado, Demi había parecido infinitamente más joven. De todas formas, había sido la cosita más linda que jamás hubiera visto. Sus gafas constantemente se deslizaban por su nariz y su sonrisa… aquél aparato dental había sido adorable.
Su pelo no había cambiado, todavía era la misma sedosa masa pelirroja por la que él siempre quiso pasar los dedos. Ya no era aquél tímido duendecillo que le tiraba del corazón, pero se dio cuenta que eso no disminuía su atracción. Le gustaba el recuerdo de quién había sido y el conocimiento de quien era ahora: enérgica, fuerte, indudablemente sexy. Excepto que…
Brent remontó un dedo sobre los labios. Al final, justo antes de que Demi le cerrara la puerta, había visto un destello incrédulo en sus ojos. Sí, esa era la mejor palabra para describirlo. Incrédulo. ¿Por qué?
Al principio, ella había estado inestable sobre sus pies, tan vulnerable y triste que el corazón se le había encogido de dolor. Perversamente, esperó que hubiera problemas en el paraíso. Esperaba que Demi empezara a comprender que el idiota de Wyatt, al que nunca había conocido pero que había odiado desde el principio, no era adecuado para ella. No se sintió culpable por aquel pensamiento. Demi era suya; le pertenecía. A nadie más. Después de aquel beso, sería más amable y jugaría más despacio. Por miedo a asustarla. Intentaría ganársela lentamente pero seguro.
Brent iría a por todas.
—Hazlo —susurró hacia la puerta—. Muéstrame lo peor. —No podía esperar.
Demi se tambaleó hasta el cuarto de baño y se estudió atentamente en el espejo, con las tijeras en la mano. Se había bebido otro vaso de vino y la cabeza le daba más vueltas que antes. «Déjame demostrarte que no te quiero por tu bonita cara», le había dicho.
Si hacía esto, la abandonaría; sabía que lo haría. Pero… estoy tan cansada de fingir ser perfecta, pensó otra vez. Mejor que la rechazara que soportar otro momento de preocupación. ¿Estaría el pelo en su lugar? ¿El maquillaje era el correcto? ¿Se mantenía el cuerpo en la línea y libre de celulitis? ¡Puf! Parecía una goma, estirada tan fuerte que podría romperse en cualquier momento.
—Simplemente hazlo —gruñó—. Él quiere ver lo peor de ti, así que muéstraselo.
Antes de que se arrepintiera de ello, Demi comenzó a cortar. Y cortar. Y cortar.
pobre demi :( ya veran mas adelantes los problemas ya estamos a mitad de novela chicas sera genial se los aseguro
ElitzJb
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