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Atrapa a tu Pareja Nicholas Jonas y tu (TerMINaDA)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Atrapa a tu Pareja Nicholas Jonas y tu (TerMINaDA)
CAPÍTULO 8-1/3
La palabra del día es “piernas”. Volveré a mi sitio y divulgaré la palabra.
La palabra del día es “piernas”. Volveré a mi sitio y divulgaré la palabra.
¡No! ¡No! Entre los murmullos femeninos de confusión y placer, (_TN) sintió su mundo seguro y feliz derrumbarse alrededor. Se sentía desposeída. Miserable. De todas las cosas que había esperado que Anne dijera, ésta no aparecía en ninguna parte de su lista. Durante un momento, se olvidó de que Nicholas aún se inclinaba sobre ella, todavía suspendido sobre la cabeza, y simplemente se revolcó en el infierno en el cual ahora se encontraba.
Nicholas era su jefe.
Nicholas era su jodido jefe. «Baila, pequeña marioneta. Baila».
¡Querido Dios! Eso quería decir que ahora él asignaba los trabajos, controlaba sus casos y rellenaría sus expedientes de empleado. Eso, después de que le llamara cerdo y le acusara de dormir con Anne para conseguir el trabajo. Eso, después de que le hubiera insultado muchísimas veces. Eso, después de que se hubiera ofrecido a alimentarle con veneno. El conocimiento la golpeó con una devastadora fuerza, casi doblándola en dos.
No, no, no. ¡No!
AATP no sería suyo. Ni ahora, ni nunca. (_TN) se sintió como si estuviera de duelo, afligiéndose por la muerte de sus sueños. La sala de conferencias, de pronto, estaba demasiado iluminada, demasiado caliente. No, fría. La piel parecía hielo, la sangre fuego.
Nicholas era su jefe. Agh. Simplemente… Agh.
Antes del anuncio de Anne, sabía que su atracción por él era mala. Ahora, era el suicidio. Ahora conseguir que él se enfadara no la excitaría, conseguiría que la despidieran.
Joder, pensó. Bueno, su plan era bueno. Sería encantadora con él y él no la excitaría o despediría. Pero no quería ser más amable. Quería gritarle, despreciarle, pegarle con las manos. ¡El bastardo lo había arruinado todo!
Nicholas vivía su sueño. Estaría al mando. Conseguiría implantar cosas nuevas y ampliar el negocio. Escogería los casos en los que trabajar. Él…
Aún no se había alejado, comprendió. Todavía se inclinaba hacia ella, su nariz casi rozando la suya, su pecaminoso olor envolviéndola. Estrechó su mirada sobre la suya. Sal de mi cara, quiso gruñirle. En este momento, realmente, se sentía capaz de asesinar.
El calor invadió sus marrones ojos, oscureciéndolos a aquel rico terciopelo. Bésame, parecieron decir sus ojos, y todos tus problemas se marcharán. Él se lamió los labios y ella sintió que la cólera se desvanecía mientras se derretía bajo su extraño y erótico hechizo. La traidora mente le gritó que él podría consolarla. Que podría calmar el dolor y desterrar la tristeza que la invadía.
Oh, no, no, no. Él es malo. Diabólico. Ha destruido tu vida. (_TN) le dedicó una dulce sonrisa. Bastardo.
—Felicidades. Estoy segura de que harás un maravilloso trabajo. “Hundiendo la empresa”.
Frunciendo el ceño, él se enderezó y apartó la atención de ella. Incluso caminó a través de la habitación. La distancia entre ellos no fue suficiente. Ninguna distancia lo sería, sospechó.
Después de aclararse la garganta, Nicholas dijo:
—Estoy contento de estar aquí y quiero que sepáis que es un honor unirme al equipo de AATP. He trabajado en este negocio durante mucho tiempo. Juntos, haremos grandes cosas para nuestros clientes. —Hizo una pausa, evitando mirar a (_TN)—. Pero como Anne dijo, el cambio es inevitable. Las cosas serán diferentes por aquí, señoras.
—Me gusta el cambio —dijo Taylor , feliz.
—A mí también —estuvo de acuerdo Miley .
Dios, qué pesadilla era esto. (_TN) miró airadamente a todas, a estas mujeres que, simplemente, deberían odiar a Nicholas desde un principio.
—Le echaremos de menos, desde luego —dijo Demi a Anne, un poco triste.
Anne resopló.
—Ya no soy tu jefa. Ya no tienes que hacerme la pelota.
La sonrisa de Selena fue radiante.
—Gracias a Dios por eso.
—Ya era hora —dijo Miley .
—No te sientas obligada a visitarnos —dijo Amelia con un guiño.
Taylor añadió:
—Soy alérgica al agua, así que ni pienses en invitarme a tu casa del lago.
Una sonrisa curvó la boca de Anne y por un momento pareció que sus ojos se empañaban.
—Yo también os quiero, chicas.
(_TN) no pudo decir nada, aunque realmente echaría de menos al viejo murciélago. La respetaba, bueno, la había respetado hasta ahora. Hasta la horrible decisión de venderle el negocio a Nicholas . Las clientas odiarían esa cortante y mordaz lengua suya. Debería haber insistido en que me diera una respuesta a mi petición de comprar AATP.
Aquella sensación de tristeza resbaló de nuevo sobre ella, más fuerte que antes, porque ahora vino unida al sentimiento de traición e inseguridad. ¿Por qué no le había dado Anne una oportunidad para controlar el lugar? Ya se había probado a sí misma, ¿no?
—(_TN), se buena y tráeme un café —dijo Nicholas entonces, interrumpiendo las despedidas y fijando en (_TN) la intensa mirada.
El silencio llenó el cuarto.
Todas giraron para mirarla, claramente especulando sobre lo que ella diría y haría. Estaban acostumbradas a su franqueza y, probablemente, esperaban que cortara verbalmente a Nicholas en un millón de pedacitos diminutos, jefe o no. ¡Oh, como le habría gustado hacerlo! Insultarle y negarse.
Pero si rehusaba hacerlo, ¿qué haría él?
Entrecerró los ojos cuando la comprensión la golpeó. Quería empujarla más allá de su tolerancia para que así explotara y él pudiera lavarse las manos en lo referente a ella. Bien, pues no se desharía de ella tan fácilmente. Sus amigas trabajaban aquí y tenía muchas cosas que pagar. Si cambiaba de agencia, definitivamente tendría que recortar gastos… y a lo grande.
—Claro —dijo con ligereza, levantándose—. ¿Azúcar? ¿Nata?
La boca cayó abierta por la sorpresa, pero él rápidamente la cerró de golpe.
—Uh, solo.
—Solo, entonces.
(_TN) se pavoneó hacia el vestíbulo, todos los ojos sobre ella. Como si no tuviera ninguna preocupación en el mundo, se paró frente a la mesa repleta de comida, justo fuera de la sala de conferencias. Vertió la bebida deseada y de espaldas a él añadió tres cucharadas de azúcar y lo condimentó con varias pizcas de moca. Luego regresó con el mismo balanceo hasta Nicholas . Le dio la taza sin una palabra, sólo con una sonrisa. Te odio.
¿Cómo podría luchar contra él? ¿Cómo podría conseguir que Se. Marchara. Para. Siempre?
El cuarto seguía silencioso y todas la miraban aún, incluyendo Nicholas , que cogió la bebida ofrecida, cuidadoso de no tocarla. Ella se alegró por ello. No quería saber si sus dedos generarían electricidad otra vez. Sobre todo ahora. Su jefe. ¡Su maldito jefe!
—Gracias por el café —dijo, la voz tensa. No había esperado que ella lo hiciera, es más, sin duda no había esperado que lo hiciera con una sonrisa, pero obviamente no iba a bebérselo. Sólo sostenía la taza.
—Fue un placer —se obligó ella a decir. Permaneció en el lugar, mirando el café con expectación—. ¿Está demasiado caliente para usted, señor Jonas ?
La miró los labios, y el estómago se le estremeció.
—Sucede que me gusta caliente, señorita Greene.
—¿Está seguro? Simplemente lo sostiene, sin disfrutar de él en lo más mínimo.
Él se pasó la lengua sobre los dientes antes de tomar el primer sorbo. Los ojos se ensancharon cuando probó el dulzor.
—Mmm, justo como me gusta.
Ella cruzó los brazos sobre el pecho.
—¿En serio?
—Oh, sí. Dulce.
—Creí que lo tomaba solo —dijo (_TN) rígidamente.
Se inclinó cerca de ella y susurró con aire de suficiencia:
—Mentí.
El fuego dentro de ella ardió cada vez más caliente y rápidamente se sentó, alejándose de él. Todas soltaron un suspiro de alivio al ver que el desastre había sido evitado. No le había dado un puñetazo.
Sólo Anne pareció decepcionada. Hizo rodar los ojos.
—Si vosotros dos os volvéis más cordiales, necesitaré un pañuelo. O una bolsa para vomitar —refunfuñó.
Miley dijo:
—Así que, uh… ¿Cuál es su política respecto a las relaciones personales dentro de la oficina, señor Jonas ?
Varias muchachas rieron entre dientes. Alguna se rió tontamente, como una colegiala, recordándole a Ronnie con ie. Pero Nicholas las observó a todas en silencio, como un halcón de mirada depredadora acechando a su presa. ¿Pensaban que (_TN) salía con él? ¿O querían hacerlo ellas mismas? Probablemente esto último.
(_TN) sintió ganas de vomitar. ¿Es que no sabían nada de los hombres y sus horribles personalidades? Después de trabajar aquí, deberían saberlo. Pero las muchachas se empapaban de él, comiéndoselo con los jodidos ojos, aun cuando acababa de tratarla como a una humilde chica de los recados. ¿Cómo podían no comprender que él era tóxico?
—Por favor, llámame Nicholas . Y discutiremos la política de la empresa en un momento —les aseguró.
Seguro que lo harás. Idiota. Probablemente primero querría mirarnos los dientes a todas y comprobar la mercancía. Sin duda tendría una política de dormitorio abierta.
—Anne —la incitó él.
—Supongo que eso es una señal para que me marche. —Anne se puso de pie. Parecía tanto feliz como triste. Los ojos le brillaban intensamente y había un atractivo color en las mejillas—. Hemos tenido una buena carrera juntas, chicas. Permaneced en contacto y no hagáis ninguna tontería. Haced lo que queráis, cuando queráis. —Una larga pausa siguió—. Realmente, permitíos tener una vida. No os ocultéis, no os arrepintáis —la voz se quebró mientras le echaba una significativa mirada a (_TN). Una lágrima resbaló de un ojo, viajando a través de la mejilla. Se apresuró a abandonar el cuarto antes de que alguien pudiera responder.
(_TN) casi la siguió. Quería saber por qué Anne había hecho algo tan horrible. Quería saber por qué no le había dado una oportunidad.
Cuando se puso en pie, Nicholas dijo:
—Uh, uh, uh, (_TN). —Y negó con la cabeza.
Ella se sentó sin protestar. Más tarde, se aseguró. Más tarde buscaría a Anne.
Por el momento se enfocaría en Nicholas .
—Ahora, sigamos. He leído rápidamente cada uno de vuestros expedientes y estoy muy impresionado por el trabajo —dijo. Todas menos (_TN) gorgojearon felices hasta que añadió—: Pero... con las nuevas reglas y políticas que estoy a punto de explicar, van a empezar de cero. Sin peros. Sin rechistar.
Cuando dijo rechistar, miró a (_TN) con un afilado ceño.
Sí, le odiaba. ¿Podría el día volverse peor?
—Un error —añadió él—, y estarán fuera.
Nicholas era su jefe.
Nicholas era su jodido jefe. «Baila, pequeña marioneta. Baila».
¡Querido Dios! Eso quería decir que ahora él asignaba los trabajos, controlaba sus casos y rellenaría sus expedientes de empleado. Eso, después de que le llamara cerdo y le acusara de dormir con Anne para conseguir el trabajo. Eso, después de que le hubiera insultado muchísimas veces. Eso, después de que se hubiera ofrecido a alimentarle con veneno. El conocimiento la golpeó con una devastadora fuerza, casi doblándola en dos.
No, no, no. ¡No!
AATP no sería suyo. Ni ahora, ni nunca. (_TN) se sintió como si estuviera de duelo, afligiéndose por la muerte de sus sueños. La sala de conferencias, de pronto, estaba demasiado iluminada, demasiado caliente. No, fría. La piel parecía hielo, la sangre fuego.
Nicholas era su jefe. Agh. Simplemente… Agh.
Antes del anuncio de Anne, sabía que su atracción por él era mala. Ahora, era el suicidio. Ahora conseguir que él se enfadara no la excitaría, conseguiría que la despidieran.
Joder, pensó. Bueno, su plan era bueno. Sería encantadora con él y él no la excitaría o despediría. Pero no quería ser más amable. Quería gritarle, despreciarle, pegarle con las manos. ¡El bastardo lo había arruinado todo!
Nicholas vivía su sueño. Estaría al mando. Conseguiría implantar cosas nuevas y ampliar el negocio. Escogería los casos en los que trabajar. Él…
Aún no se había alejado, comprendió. Todavía se inclinaba hacia ella, su nariz casi rozando la suya, su pecaminoso olor envolviéndola. Estrechó su mirada sobre la suya. Sal de mi cara, quiso gruñirle. En este momento, realmente, se sentía capaz de asesinar.
El calor invadió sus marrones ojos, oscureciéndolos a aquel rico terciopelo. Bésame, parecieron decir sus ojos, y todos tus problemas se marcharán. Él se lamió los labios y ella sintió que la cólera se desvanecía mientras se derretía bajo su extraño y erótico hechizo. La traidora mente le gritó que él podría consolarla. Que podría calmar el dolor y desterrar la tristeza que la invadía.
Oh, no, no, no. Él es malo. Diabólico. Ha destruido tu vida. (_TN) le dedicó una dulce sonrisa. Bastardo.
—Felicidades. Estoy segura de que harás un maravilloso trabajo. “Hundiendo la empresa”.
Frunciendo el ceño, él se enderezó y apartó la atención de ella. Incluso caminó a través de la habitación. La distancia entre ellos no fue suficiente. Ninguna distancia lo sería, sospechó.
Después de aclararse la garganta, Nicholas dijo:
—Estoy contento de estar aquí y quiero que sepáis que es un honor unirme al equipo de AATP. He trabajado en este negocio durante mucho tiempo. Juntos, haremos grandes cosas para nuestros clientes. —Hizo una pausa, evitando mirar a (_TN)—. Pero como Anne dijo, el cambio es inevitable. Las cosas serán diferentes por aquí, señoras.
—Me gusta el cambio —dijo Taylor , feliz.
—A mí también —estuvo de acuerdo Miley .
Dios, qué pesadilla era esto. (_TN) miró airadamente a todas, a estas mujeres que, simplemente, deberían odiar a Nicholas desde un principio.
—Le echaremos de menos, desde luego —dijo Demi a Anne, un poco triste.
Anne resopló.
—Ya no soy tu jefa. Ya no tienes que hacerme la pelota.
La sonrisa de Selena fue radiante.
—Gracias a Dios por eso.
—Ya era hora —dijo Miley .
—No te sientas obligada a visitarnos —dijo Amelia con un guiño.
Taylor añadió:
—Soy alérgica al agua, así que ni pienses en invitarme a tu casa del lago.
Una sonrisa curvó la boca de Anne y por un momento pareció que sus ojos se empañaban.
—Yo también os quiero, chicas.
(_TN) no pudo decir nada, aunque realmente echaría de menos al viejo murciélago. La respetaba, bueno, la había respetado hasta ahora. Hasta la horrible decisión de venderle el negocio a Nicholas . Las clientas odiarían esa cortante y mordaz lengua suya. Debería haber insistido en que me diera una respuesta a mi petición de comprar AATP.
Aquella sensación de tristeza resbaló de nuevo sobre ella, más fuerte que antes, porque ahora vino unida al sentimiento de traición e inseguridad. ¿Por qué no le había dado Anne una oportunidad para controlar el lugar? Ya se había probado a sí misma, ¿no?
—(_TN), se buena y tráeme un café —dijo Nicholas entonces, interrumpiendo las despedidas y fijando en (_TN) la intensa mirada.
El silencio llenó el cuarto.
Todas giraron para mirarla, claramente especulando sobre lo que ella diría y haría. Estaban acostumbradas a su franqueza y, probablemente, esperaban que cortara verbalmente a Nicholas en un millón de pedacitos diminutos, jefe o no. ¡Oh, como le habría gustado hacerlo! Insultarle y negarse.
Pero si rehusaba hacerlo, ¿qué haría él?
Entrecerró los ojos cuando la comprensión la golpeó. Quería empujarla más allá de su tolerancia para que así explotara y él pudiera lavarse las manos en lo referente a ella. Bien, pues no se desharía de ella tan fácilmente. Sus amigas trabajaban aquí y tenía muchas cosas que pagar. Si cambiaba de agencia, definitivamente tendría que recortar gastos… y a lo grande.
—Claro —dijo con ligereza, levantándose—. ¿Azúcar? ¿Nata?
La boca cayó abierta por la sorpresa, pero él rápidamente la cerró de golpe.
—Uh, solo.
—Solo, entonces.
(_TN) se pavoneó hacia el vestíbulo, todos los ojos sobre ella. Como si no tuviera ninguna preocupación en el mundo, se paró frente a la mesa repleta de comida, justo fuera de la sala de conferencias. Vertió la bebida deseada y de espaldas a él añadió tres cucharadas de azúcar y lo condimentó con varias pizcas de moca. Luego regresó con el mismo balanceo hasta Nicholas . Le dio la taza sin una palabra, sólo con una sonrisa. Te odio.
¿Cómo podría luchar contra él? ¿Cómo podría conseguir que Se. Marchara. Para. Siempre?
El cuarto seguía silencioso y todas la miraban aún, incluyendo Nicholas , que cogió la bebida ofrecida, cuidadoso de no tocarla. Ella se alegró por ello. No quería saber si sus dedos generarían electricidad otra vez. Sobre todo ahora. Su jefe. ¡Su maldito jefe!
—Gracias por el café —dijo, la voz tensa. No había esperado que ella lo hiciera, es más, sin duda no había esperado que lo hiciera con una sonrisa, pero obviamente no iba a bebérselo. Sólo sostenía la taza.
—Fue un placer —se obligó ella a decir. Permaneció en el lugar, mirando el café con expectación—. ¿Está demasiado caliente para usted, señor Jonas ?
La miró los labios, y el estómago se le estremeció.
—Sucede que me gusta caliente, señorita Greene.
—¿Está seguro? Simplemente lo sostiene, sin disfrutar de él en lo más mínimo.
Él se pasó la lengua sobre los dientes antes de tomar el primer sorbo. Los ojos se ensancharon cuando probó el dulzor.
—Mmm, justo como me gusta.
Ella cruzó los brazos sobre el pecho.
—¿En serio?
—Oh, sí. Dulce.
—Creí que lo tomaba solo —dijo (_TN) rígidamente.
Se inclinó cerca de ella y susurró con aire de suficiencia:
—Mentí.
El fuego dentro de ella ardió cada vez más caliente y rápidamente se sentó, alejándose de él. Todas soltaron un suspiro de alivio al ver que el desastre había sido evitado. No le había dado un puñetazo.
Sólo Anne pareció decepcionada. Hizo rodar los ojos.
—Si vosotros dos os volvéis más cordiales, necesitaré un pañuelo. O una bolsa para vomitar —refunfuñó.
Miley dijo:
—Así que, uh… ¿Cuál es su política respecto a las relaciones personales dentro de la oficina, señor Jonas ?
Varias muchachas rieron entre dientes. Alguna se rió tontamente, como una colegiala, recordándole a Ronnie con ie. Pero Nicholas las observó a todas en silencio, como un halcón de mirada depredadora acechando a su presa. ¿Pensaban que (_TN) salía con él? ¿O querían hacerlo ellas mismas? Probablemente esto último.
(_TN) sintió ganas de vomitar. ¿Es que no sabían nada de los hombres y sus horribles personalidades? Después de trabajar aquí, deberían saberlo. Pero las muchachas se empapaban de él, comiéndoselo con los jodidos ojos, aun cuando acababa de tratarla como a una humilde chica de los recados. ¿Cómo podían no comprender que él era tóxico?
—Por favor, llámame Nicholas . Y discutiremos la política de la empresa en un momento —les aseguró.
Seguro que lo harás. Idiota. Probablemente primero querría mirarnos los dientes a todas y comprobar la mercancía. Sin duda tendría una política de dormitorio abierta.
—Anne —la incitó él.
—Supongo que eso es una señal para que me marche. —Anne se puso de pie. Parecía tanto feliz como triste. Los ojos le brillaban intensamente y había un atractivo color en las mejillas—. Hemos tenido una buena carrera juntas, chicas. Permaneced en contacto y no hagáis ninguna tontería. Haced lo que queráis, cuando queráis. —Una larga pausa siguió—. Realmente, permitíos tener una vida. No os ocultéis, no os arrepintáis —la voz se quebró mientras le echaba una significativa mirada a (_TN). Una lágrima resbaló de un ojo, viajando a través de la mejilla. Se apresuró a abandonar el cuarto antes de que alguien pudiera responder.
(_TN) casi la siguió. Quería saber por qué Anne había hecho algo tan horrible. Quería saber por qué no le había dado una oportunidad.
Cuando se puso en pie, Nicholas dijo:
—Uh, uh, uh, (_TN). —Y negó con la cabeza.
Ella se sentó sin protestar. Más tarde, se aseguró. Más tarde buscaría a Anne.
Por el momento se enfocaría en Nicholas .
—Ahora, sigamos. He leído rápidamente cada uno de vuestros expedientes y estoy muy impresionado por el trabajo —dijo. Todas menos (_TN) gorgojearon felices hasta que añadió—: Pero... con las nuevas reglas y políticas que estoy a punto de explicar, van a empezar de cero. Sin peros. Sin rechistar.
Cuando dijo rechistar, miró a (_TN) con un afilado ceño.
Sí, le odiaba. ¿Podría el día volverse peor?
—Un error —añadió él—, y estarán fuera.
ElitzJb
Re: Atrapa a tu Pareja Nicholas Jonas y tu (TerMINaDA)
Capitulo 8 -Parte Dos- 2/3
En aquel punto, las chicas perdieron todo atisbo de diversión y felicidad. Un error. El sistema legal era más misericordioso con los criminales incondicionales. ¿Así que quería hacer borrón y cuenta nueva con (_TN)? Por favor. Él todavía la miraba con calor en sus ojos. Un enfadado calor. Un calor lascivo.
—Eso es un poco estricto, ¿no crees? —indagó.
—Regla número uno —dijo él, como si ella no hubiera hablado. Se paseó alrededor de la mesa, los brazos detrás de la espalda. Por supuesto, la posición mostró a la perfección los pectorales y abdominales. Que injusto—. No se discutirán mis órdenes.
—¿Qué, ahora somos militares? —Ella hizo rodar los ojos.
—Sí —dijo Nicholas , tomando sus palabras en serio—. Mis militares.
Ella no pudo contenerse.
—Sí, señor —dijo saludándole.
—¿Tiene algún problema conmigo, Greene? —Expresó la pregunta en voz baja. Esperanzado. Desafiándola, retándola. La miró, expectante—. Si es así, puede recoger sus cosas ahora mismo y marcharse.
Eso te gustaría, ¿verdad?
—No. Ningún problema, señor.
—¿De veras?
Apretó la mandíbula.
—Sí. De veras.
—¿Está segura? —Las cejas se arquearon y no apartó ni una vez su atención de ella. El desafío en los ojos se intensificó.
—Estoy segura —masculló. Sé agradable, se recordó, sea cual sea la provocación. Cuando sus marrones ojos se oscurecieron más, el desafío transformándose en deseo, ella se obligó a suavizar la expresión—. Jamás me atrevería a discutir con usted, por lo que creo que su regla número uno es genial —le enseñó los pulgares señalando hacia arriba.
Él puso los ojos en blanco.
—Regla número dos —hizo una pausa.
—Me muero de la anticipación —dijo (_TN) manteniendo la voz dulce, cuidadosa de ocultar todo rastro de sarcasmo. El diablo se retorcía en el interior, sin duda. Nicholas sacaba lo peor de ella.
Las manos se cerraron en puños y él, deliberadamente, se acercó tras ella. (_TN) no tuvo que girarse para saber que puso las manos en el respaldo de su silla. Sintió su calor alcanzándola, abrigándola. De pronto, imaginó sus dedos acariciándole la espalda. Más abajo, más abajo, enrollándose alrededor. Justo donde más lo necesitaba. El aliento le salió agitado, superficial.
Se movió en su asiento. Esto es lo que consigues por hacerle enfadar. Aunque él se lo merecía.
—Como decía —continuó Nicholas . Pero hizo una pausa. ¿Esperaba que ella hablara para así poder estrangularla? Poco después, la punta de su dedo le rozó un mechón de pelo. Una suave caricia, casi una sombra, pero efectiva de todas formas. Ella se estremeció. ¿Lo había hecho a propósito?—. Regla número dos. No habrá ninguna relación de ningún tipo con un objetivo o un cliente. O un empleado —añadió, casi en el último momento—. ¿Entendido? Esa es mi política sobre relaciones personales dentro de la oficina.
Las muchachas asintieron solemnemente. (_TN) permaneció absolutamente quieta, demasiado temerosa de entrar en contacto con Nicholas de nuevo.
—Anne ya tenía esa regla —declaró.
—Espera. Lo siento. —Él se inclinó hasta que con el aliento agitó su pelo, provocando que otro estremecimiento la recorriera. Maldita sea. Ella apretó los dientes—. Debo haberme equivocado en dejar clara la regla número uno. No. Me. Interrumpan.
—Dijiste que no discutiéramos contigo —le recordó ella rígidamente.
—¿Y qué haces ahora?
Taylor y Miley se miraron comprensivamente. Selena , Amelia y Demi apretaron los labios para evitar reírse.
—Simplemente puntualizaré que la regla número uno es no interrumpirme y no discutir conmigo, y lo dejaremos así. Regla número tres —siguió Nicholas , quedándose detrás de ella—. Nada de chismorrear como gallinas.
¿Gallinas? ¿Eso lo convertía a él en el gallo? Sabía que lo había dicho para cabrearla, pero ella se rió. Toda la situación era simplemente demasiado surrealista y era mejor tomárselo con humor antes que revolcarse en la depresión.
Sus manos se cernieron sobre los hombros, luego desaparecieron.
—Regla número cuatro. Nada de quejas. Sé que a las mujeres les gusta hacer eso, así que si sienten que es absolutamente necesario, crearé un buzón de sugerencias. Simplemente no esperen que las lea.
No interrumpiré, no interrumpiré, no interrumpiré. ¿Realmente esperaba que ellas se sentaran en sus escritorios, calladas? ¿Completamente quietas? ¿Tal vez, levantando la mano cuando tuvieran alguna pregunta? ¿Como robots que obedecerían todas sus órdenes? El odio hacia él se intensificó. Al parecer, las demás también habían empezado a tenerle aversión. Finalmente habían perdido el entusiasmo.
—¿Necesita alguna un cuaderno? —preguntó Nicholas —. Podrían querer anotarlo. ¿O me siguen todas?
—No somos estúpidas —le dijo (_TN). Todos los ojos se centraron en ella—. Bueno —dijo—. No lo somos.
Después, todos los ojos se deslizaron en Nicholas , calibrando su reacción al quebrantamiento de su regla. Aunque técnicamente ella no había roto ninguna. No lo había interrumpido, había hablado cuando él hizo una breve pausa para tomar aliento.
¡Qué diablos! pensó (_TN) al instante. ¿Y qué si rompía algunas reglas? Si él conseguía ahora la ventaja, ellas jamás serían capaces de recuperarla. Las obligaría a obedecer, viviendo siempre con el miedo de que las despidiera.
—Nicholas —dijo—, realmente estás siendo grosero. ¿Para qué? ¿Para enseñarnos una lección?
—¿Te gusta trabajar aquí, (_TN)? —preguntó. Pareció casual, tranquilo.
Ella giró en el asiento y alzó los ojos hacía él.
—Sabes que sí —dijo nivelando el tono.
Él no dijo nada más, pero su amenaza era clara. OK, de acuerdo. Su desafío había tenido un resultado negativo. No le había engañado, avergonzado o ablandado. Al menos no la había despedido. Finalmente se alejó de ella, rodeando la mesa. Como un halcón o una pantera, lista para atacar.
Selena levantó los pies sobre la mesa. Había un brillo glacial en sus ojos azules. Bien. No había sido engañada por su belleza.
—Me gustaría un cuaderno. No he garabateado nada en mucho tiempo.
(_TN) se rió entre dientes, devolviendo el alarde.
—Yo, tampoco.
—Señoras, estoy absolutamente dispuesto a hacer de vosotras un ejemplo. Esto no es un juego —la voz era severa. La mirada de regreso sobre (_TN)—. Muchas personas podrían pensarlo. Este es mi negocio y quiero que sea un éxito. Seré un bastardo si tengo que serlo para asegurar que las cosas sean llevadas a cabo profesionalmente.
Eso las puso a todas serias. Selena bajó las piernas, (_TN) bajó la mirada a las manos. Entendía su necesidad de convertir su negocio en un éxito. También ella había querido hacerlo. Antes, cuando había planeado poseer AATP ella misma… lo que resultó ser aproximadamente hacia diez minutos.
—Regla número cinco —dijo—. El día del balneario es cosa del pasado.
El aire lúgubre y reprimido del cuarto también fue cosa del pasado.
—¿Qué? —exigió Miley , ultrajada.
—¡Qué! —dijo Amelia entrecortadamente, igualmente cabreada.
—No puede hacer eso. —Demi golpeó el puño contra la mesa, la viva imagen del resentimiento femenino—. Tenemos que tener nuestro mejor aspecto o no seremos eficaces en el trabajo.
—El día del balneario es el único beneficio que tenemos —dijo Taylor .
—¿Trata usted de arruinar nuestras vidas para hacer de la suya un éxito? —exigió Selena .
La acción de eliminar el día de balneario era realmente un golpe bajo. Una vez a la semana Anne pagaba una sesión en Body Image, donde eran masajeadas, mimadas, hidratadas y les hacían la manicura. Quitárselo… ni la cara bonita de Nicholas y su cuerpo de infarto podrían salvarle ahora.
Él lanzó los brazos al aire, como si fuera el último hombre cuerdo en el mundo.
—He trabajado en este negocio durante años y, francamente, nunca he necesitado una manicura, pedicura o hacerme las mechas en horas de trabajo, y a cuenta de la empresa. Mujeres de todas las profesiones logran mantener su aspecto sin la ayuda de un día de balneario.
—Cruel y tacaño. Este, sin duda, no es nuestro día de suerte —dijo (_TN) antes de que pudiera detenerse. Tampoco susurró. Autosabotaje en estado puro.
Un jadeo colectivo llenó el cuarto.
Nicholas la acechó. La agarró de la mano y la levantó de un tirón.
—¿Puedo hablar contigo en privado? —no esperó su respuesta, la sacó arrastras de la estancia.
Mientras pasaba frente a sus amigas, vio que Demi se había puesto pálida, Selena le guiñaba un ojo y las demás articulaban buena suerte. Probablemente, Nicholas iba a despedirla. Bueno, pensó cínicamente. Así nunca tendría que verle otra vez, nunca tendría que volver a hablar con él y nunca tendría que tratar con él de nuevo. ¿Y qué si tendría que comenzar en un puesto inferior en otra parte y hacer nuevos amigos? ¿Qué importaba que sus cuentas se hundieran y las facturas se amontonaran?
Valdría la pena sólo por librarse de él.
Mentirosa. Sobre todo por lo último.
Él entro en el despacho de Anne no, su despacho ahora y cerró la puerta de golpe. La brillante luz se derramaba de la pared acristalada con las persianas abiertas y levantadas. Nicholas le liberó la mano de su apretón de tornillo. De repente, se sintió helada. Privada. Se giró hacia ella.
—¿Qué quieres conseguir con esto, (_TN)? ¿De qué va todo esto?
Ella enderezó la espalda, inclinó la barbilla y se esforzó por que el tono fuera fuerte y valiente. Pero cuando la miraba así, quería lanzarse sobre él y arrancarle la ropa. Saborearle. A pesar de todo lo que hacía.
—En realidad, señor Jonas , esto va de la regla número dos. Quieres que actuemos profesionalmente, pero parece que tú no puedes hacer lo mismo. Me llamaste anoche, por Dios, y me preguntaste si estaba excitada. ¿Eso no es meter la mano en el tarro de galletas de la empresa?
Una furia ¿contra él o ella? cubrió la expresión.
—Fue un error.
—Sí, lo fue —con apenas aliento, añadió—: ¿Dónde está mi dinero? No apartaste la cara en la sala de conferencias, así que tú me lo debes ahora.
Él acercó la cara de nuevo, hasta que estuvieron nariz con nariz. Sus ojos reflejaban un oscuro fuego. Un fuego siniestro. Su piel más enrojecida, su acento más pronunciado. Su cálido aliento le abanicó las mejillas.
—Eres la mujer más exasperante que jamás he conocido —gruñó—. Eres grosera, desagradable y fría.
—Sí, pues tú eres el hombre más molesto que jamás he conocido. Eres egotista, sádico y el mal en estado puro. —Cuanto más hablaba, más caliente la sangre se volvía, precipitándose a través de las venas, chisporroteante, abrasadora—. Está claro que mi día habría sido mejor si hubieras tenido un accidente de coche de camino a la oficina.
Se miraron fijamente el uno al otro durante mucho tiempo, jadeando por la fuerza de la furia.
—Podría sacudirte ahora mismo —dijo él.
Ella se acercó un paso más, juntando sus pechos. Los pezones se endurecieron, los muy traidores.
—Hazlo. Te desafío. Sacúdeme.
—¿Crees que no lo haría? —Cerró los dedos alrededor de sus hombros, el agarre firme, abrasador. La sacudió una vez, y los senos se restregaron contra su camisa. Se miraron fijamente el uno al otro.
—¿Ya está? —se burló ella—. ¿Eso es todo lo que tienes?
La sacudió una segunda vez, los pechos restregando su camisa de nuevo y luego se besaron. Salvaje e indómitamente. Su lengua se sumergió en la boca. Ya estaba abierta para él, totalmente dispuesta estúpida, estúpida los dientes chocando juntos. Su decadente sabor le llenó la boca. Reclamándola. Las manos enredándose en su pelo, manteniéndolo cautivo.
La agarró del trasero y tiró de la pelvis contra su erección, golpeándola exactamente donde lo necesitaba. El placer barrió a través de ella. Ella gimió. Él gimió. No puedo creer que esté haciendo esto. No puedo creer... Sabía tan bien. Los pensamientos se debilitaron hasta convertirse en un completo placer sexual cuando él cambió el ángulo de la cabeza y tomó más de su boca, alimentando su beso con otro más delicioso.
—¿Más? —dijo él con un áspero jadeo.
—Más.
Él la apoyó contra la pared y le clavó la erección. Cuando el trasero golpeó el frío yeso, ella silbó en éxtasis. Era bueno, tan bueno. Inclinando las rodillas, Nicholas presionó más profundamente. Ella soltó otro jadeo. Oh, Dios. Le agarró los muslos y los extendió más. Oh, Dios, Oh, Dios, Oh, Dios. Y cuando él comenzó a rozarse contra ella, su larga y gruesa longitud golpeando el centro de su mundo, cuando ella osciló en el borde más y más cerca del orgasmo, el pánico debería haberla golpeado. Ellos estaban completamente vestidos. Dentro de una oficina que debería haber sido suya, pero que en cambio le pertenecía a Nicholas . Era su peor enemigo… y su nuevo jefe. No debería de ser capaz de excitarla tanto. Y aún así… a ella no le importó.
—Soñé contigo anoche —dijo él con voz ronca. Recorrió su oreja con la lengua—. Las cosas que hiciste… deberías de haberte despertado avergonzada de ti misma.
Ella tembló.
—¿Que hice?
—Cosas malas. Cosas asombrosas.
El beso se endureció. Salvaje, justo como su apariencia prometía. Ella anheló morderle, arañarle, estallar, no de furia, sino de pasión. No lo hagas, se ordenó. No lo hagas. Nunca se había derretido por un hombre, no tan fácilmente. No podía no debía comenzar ahora. No con él. El control importaba. El control lo era todo. Y ella se adhirió a ese delgado hilo.
Estas necesidades, estos deseos eran nuevos, inoportunos. Los besos estaban bien. Pero dejarse llevar tan completamente, dándole la mordedura aguda de los dientes, clavándole apasionadamente las uñas… Le permitían saber cuánto le deseaba. Eso, no podía consentirlo.
—Deja de fingir que esto no te gusta —gruñó Nicholas de repente, arrancándose de ella ligeramente. Sus labios se cernieron sobre los suyos—. Quieres más, sabes que lo quieres.
Vuelve. Bésame. Ella no podía levantar los ojos de sus labios.
—No puedo soportarte. ¿Por qué querría más?
—Puede que no te guste, pero me deseas.
Desearle… Oh, sí. Nunca había probado a un hombre que supiera tan bien. Nunca un hombre hizo que se excitara tanto, robándole el sentido común. Consumiéndola. Incapaz de detenerse, presionó contra sus labios y empujó la lengua contra la suya, sin negarlo.
Él tiró de la camiseta, levantándola. Sus dedos se deslizaron por el vientre desnudo. El contacto fue eléctrico. Asombroso. Y su resolución se desdibujó, para ser estudiada más tarde. Ella tiró de su camisa, queriendo todo el placer que él podría darle ahora, queriendo el contacto de-piel-contra-piel. Deseosa de tocar los músculos de su estómago.
Las manos le recorrieron. Oh, que fuerza. Tan maravillosa, casi adictiva. Quería tocarle siempre allí puñetazo en la ventana y nunca dejarle marchar, nunca dejar la excitación y la pasión que encontraba en los brazos de Nicholas otro puñetazo y tomar más, dar más, todo, sin preocuparse de dejarse llevar completamente y... ¡otro jodido puñetazo en la ventana!
Alguien les llamaba la atención.
Entrando en pánico, aplanó las manos contra el pecho de Nicholas y empujó. No empujó tan convincentemente como podía –debería hacerlo, pero él se alejó, tropezando de ella. Ambos jadeaban. Sus ojos brillaban, vivaces.
Apartó la atención de él y contempló la ventana. Los ojos se ensancharon. Un hombre estaba de pie fuera, mirándoles fijamente y sonriendo ampliamente. Jadeó y Nicholas giró de golpe. Cuando vio al intruso, se puso rígido y levantó un dedo. No el del medio, notó ella.
—Joder, necesito un minuto —gruñó él.
El hombre asintió y se alejó de mala gana.
¿Qué hacías? La parte racional del cerebro se impuso de nuevo. ¿Qué diablos hacías?
Dándome el lote, contestó el cuerpo felizmente.
Con Nicholas Jonas , idiota.
La sangre se enfrió cuando comprendió las profundidades de su estupidez. La ropa era un desastre. La camiseta estaba hecha un manojo bajo el sostén, arrugada por la presión de él. La impresión de un botón era visible sobre el estómago.
—¿Quién es? —preguntó, odiando lo jadeante que sonó su voz. Su sabor todavía estaba en la boca pero no mencionó el beso, evitando el tema completamente.
—Un amigo. —Nicholas le prestó atención y se pasó la mano por la cara.
Era peor que si le hubiera dicho que era un extraño.
—No te atrevas a decirle a alguien lo que pasó —dijo ella. Y sí, sabía que el tipo ya lo había visto todo.
—Como si quisiera admitir algo así. Y si recuerdas, no pasó nada.
—Así es —ella alzó la barbilla—. No pasó nada. Y nunca pasará nada de nuevo. ¿Entendido?
—Oh, lo entiendo y lo agradezco —la voz era áspera—. Así que…
No dijo nada más, pero era una tácita orden.
—Así que —se aclaró la garganta, giró lejos de él y se arregló la ropa. Idiota. Idiota. Lamentaba no saber si se refería a ella misma o a Nicholas —. Ahí va la regla número dos, supongo.
—Eso es un poco estricto, ¿no crees? —indagó.
—Regla número uno —dijo él, como si ella no hubiera hablado. Se paseó alrededor de la mesa, los brazos detrás de la espalda. Por supuesto, la posición mostró a la perfección los pectorales y abdominales. Que injusto—. No se discutirán mis órdenes.
—¿Qué, ahora somos militares? —Ella hizo rodar los ojos.
—Sí —dijo Nicholas , tomando sus palabras en serio—. Mis militares.
Ella no pudo contenerse.
—Sí, señor —dijo saludándole.
—¿Tiene algún problema conmigo, Greene? —Expresó la pregunta en voz baja. Esperanzado. Desafiándola, retándola. La miró, expectante—. Si es así, puede recoger sus cosas ahora mismo y marcharse.
Eso te gustaría, ¿verdad?
—No. Ningún problema, señor.
—¿De veras?
Apretó la mandíbula.
—Sí. De veras.
—¿Está segura? —Las cejas se arquearon y no apartó ni una vez su atención de ella. El desafío en los ojos se intensificó.
—Estoy segura —masculló. Sé agradable, se recordó, sea cual sea la provocación. Cuando sus marrones ojos se oscurecieron más, el desafío transformándose en deseo, ella se obligó a suavizar la expresión—. Jamás me atrevería a discutir con usted, por lo que creo que su regla número uno es genial —le enseñó los pulgares señalando hacia arriba.
Él puso los ojos en blanco.
—Regla número dos —hizo una pausa.
—Me muero de la anticipación —dijo (_TN) manteniendo la voz dulce, cuidadosa de ocultar todo rastro de sarcasmo. El diablo se retorcía en el interior, sin duda. Nicholas sacaba lo peor de ella.
Las manos se cerraron en puños y él, deliberadamente, se acercó tras ella. (_TN) no tuvo que girarse para saber que puso las manos en el respaldo de su silla. Sintió su calor alcanzándola, abrigándola. De pronto, imaginó sus dedos acariciándole la espalda. Más abajo, más abajo, enrollándose alrededor. Justo donde más lo necesitaba. El aliento le salió agitado, superficial.
Se movió en su asiento. Esto es lo que consigues por hacerle enfadar. Aunque él se lo merecía.
—Como decía —continuó Nicholas . Pero hizo una pausa. ¿Esperaba que ella hablara para así poder estrangularla? Poco después, la punta de su dedo le rozó un mechón de pelo. Una suave caricia, casi una sombra, pero efectiva de todas formas. Ella se estremeció. ¿Lo había hecho a propósito?—. Regla número dos. No habrá ninguna relación de ningún tipo con un objetivo o un cliente. O un empleado —añadió, casi en el último momento—. ¿Entendido? Esa es mi política sobre relaciones personales dentro de la oficina.
Las muchachas asintieron solemnemente. (_TN) permaneció absolutamente quieta, demasiado temerosa de entrar en contacto con Nicholas de nuevo.
—Anne ya tenía esa regla —declaró.
—Espera. Lo siento. —Él se inclinó hasta que con el aliento agitó su pelo, provocando que otro estremecimiento la recorriera. Maldita sea. Ella apretó los dientes—. Debo haberme equivocado en dejar clara la regla número uno. No. Me. Interrumpan.
—Dijiste que no discutiéramos contigo —le recordó ella rígidamente.
—¿Y qué haces ahora?
Taylor y Miley se miraron comprensivamente. Selena , Amelia y Demi apretaron los labios para evitar reírse.
—Simplemente puntualizaré que la regla número uno es no interrumpirme y no discutir conmigo, y lo dejaremos así. Regla número tres —siguió Nicholas , quedándose detrás de ella—. Nada de chismorrear como gallinas.
¿Gallinas? ¿Eso lo convertía a él en el gallo? Sabía que lo había dicho para cabrearla, pero ella se rió. Toda la situación era simplemente demasiado surrealista y era mejor tomárselo con humor antes que revolcarse en la depresión.
Sus manos se cernieron sobre los hombros, luego desaparecieron.
—Regla número cuatro. Nada de quejas. Sé que a las mujeres les gusta hacer eso, así que si sienten que es absolutamente necesario, crearé un buzón de sugerencias. Simplemente no esperen que las lea.
No interrumpiré, no interrumpiré, no interrumpiré. ¿Realmente esperaba que ellas se sentaran en sus escritorios, calladas? ¿Completamente quietas? ¿Tal vez, levantando la mano cuando tuvieran alguna pregunta? ¿Como robots que obedecerían todas sus órdenes? El odio hacia él se intensificó. Al parecer, las demás también habían empezado a tenerle aversión. Finalmente habían perdido el entusiasmo.
—¿Necesita alguna un cuaderno? —preguntó Nicholas —. Podrían querer anotarlo. ¿O me siguen todas?
—No somos estúpidas —le dijo (_TN). Todos los ojos se centraron en ella—. Bueno —dijo—. No lo somos.
Después, todos los ojos se deslizaron en Nicholas , calibrando su reacción al quebrantamiento de su regla. Aunque técnicamente ella no había roto ninguna. No lo había interrumpido, había hablado cuando él hizo una breve pausa para tomar aliento.
¡Qué diablos! pensó (_TN) al instante. ¿Y qué si rompía algunas reglas? Si él conseguía ahora la ventaja, ellas jamás serían capaces de recuperarla. Las obligaría a obedecer, viviendo siempre con el miedo de que las despidiera.
—Nicholas —dijo—, realmente estás siendo grosero. ¿Para qué? ¿Para enseñarnos una lección?
—¿Te gusta trabajar aquí, (_TN)? —preguntó. Pareció casual, tranquilo.
Ella giró en el asiento y alzó los ojos hacía él.
—Sabes que sí —dijo nivelando el tono.
Él no dijo nada más, pero su amenaza era clara. OK, de acuerdo. Su desafío había tenido un resultado negativo. No le había engañado, avergonzado o ablandado. Al menos no la había despedido. Finalmente se alejó de ella, rodeando la mesa. Como un halcón o una pantera, lista para atacar.
Selena levantó los pies sobre la mesa. Había un brillo glacial en sus ojos azules. Bien. No había sido engañada por su belleza.
—Me gustaría un cuaderno. No he garabateado nada en mucho tiempo.
(_TN) se rió entre dientes, devolviendo el alarde.
—Yo, tampoco.
—Señoras, estoy absolutamente dispuesto a hacer de vosotras un ejemplo. Esto no es un juego —la voz era severa. La mirada de regreso sobre (_TN)—. Muchas personas podrían pensarlo. Este es mi negocio y quiero que sea un éxito. Seré un bastardo si tengo que serlo para asegurar que las cosas sean llevadas a cabo profesionalmente.
Eso las puso a todas serias. Selena bajó las piernas, (_TN) bajó la mirada a las manos. Entendía su necesidad de convertir su negocio en un éxito. También ella había querido hacerlo. Antes, cuando había planeado poseer AATP ella misma… lo que resultó ser aproximadamente hacia diez minutos.
—Regla número cinco —dijo—. El día del balneario es cosa del pasado.
El aire lúgubre y reprimido del cuarto también fue cosa del pasado.
—¿Qué? —exigió Miley , ultrajada.
—¡Qué! —dijo Amelia entrecortadamente, igualmente cabreada.
—No puede hacer eso. —Demi golpeó el puño contra la mesa, la viva imagen del resentimiento femenino—. Tenemos que tener nuestro mejor aspecto o no seremos eficaces en el trabajo.
—El día del balneario es el único beneficio que tenemos —dijo Taylor .
—¿Trata usted de arruinar nuestras vidas para hacer de la suya un éxito? —exigió Selena .
La acción de eliminar el día de balneario era realmente un golpe bajo. Una vez a la semana Anne pagaba una sesión en Body Image, donde eran masajeadas, mimadas, hidratadas y les hacían la manicura. Quitárselo… ni la cara bonita de Nicholas y su cuerpo de infarto podrían salvarle ahora.
Él lanzó los brazos al aire, como si fuera el último hombre cuerdo en el mundo.
—He trabajado en este negocio durante años y, francamente, nunca he necesitado una manicura, pedicura o hacerme las mechas en horas de trabajo, y a cuenta de la empresa. Mujeres de todas las profesiones logran mantener su aspecto sin la ayuda de un día de balneario.
—Cruel y tacaño. Este, sin duda, no es nuestro día de suerte —dijo (_TN) antes de que pudiera detenerse. Tampoco susurró. Autosabotaje en estado puro.
Un jadeo colectivo llenó el cuarto.
Nicholas la acechó. La agarró de la mano y la levantó de un tirón.
—¿Puedo hablar contigo en privado? —no esperó su respuesta, la sacó arrastras de la estancia.
Mientras pasaba frente a sus amigas, vio que Demi se había puesto pálida, Selena le guiñaba un ojo y las demás articulaban buena suerte. Probablemente, Nicholas iba a despedirla. Bueno, pensó cínicamente. Así nunca tendría que verle otra vez, nunca tendría que volver a hablar con él y nunca tendría que tratar con él de nuevo. ¿Y qué si tendría que comenzar en un puesto inferior en otra parte y hacer nuevos amigos? ¿Qué importaba que sus cuentas se hundieran y las facturas se amontonaran?
Valdría la pena sólo por librarse de él.
Mentirosa. Sobre todo por lo último.
Él entro en el despacho de Anne no, su despacho ahora y cerró la puerta de golpe. La brillante luz se derramaba de la pared acristalada con las persianas abiertas y levantadas. Nicholas le liberó la mano de su apretón de tornillo. De repente, se sintió helada. Privada. Se giró hacia ella.
—¿Qué quieres conseguir con esto, (_TN)? ¿De qué va todo esto?
Ella enderezó la espalda, inclinó la barbilla y se esforzó por que el tono fuera fuerte y valiente. Pero cuando la miraba así, quería lanzarse sobre él y arrancarle la ropa. Saborearle. A pesar de todo lo que hacía.
—En realidad, señor Jonas , esto va de la regla número dos. Quieres que actuemos profesionalmente, pero parece que tú no puedes hacer lo mismo. Me llamaste anoche, por Dios, y me preguntaste si estaba excitada. ¿Eso no es meter la mano en el tarro de galletas de la empresa?
Una furia ¿contra él o ella? cubrió la expresión.
—Fue un error.
—Sí, lo fue —con apenas aliento, añadió—: ¿Dónde está mi dinero? No apartaste la cara en la sala de conferencias, así que tú me lo debes ahora.
Él acercó la cara de nuevo, hasta que estuvieron nariz con nariz. Sus ojos reflejaban un oscuro fuego. Un fuego siniestro. Su piel más enrojecida, su acento más pronunciado. Su cálido aliento le abanicó las mejillas.
—Eres la mujer más exasperante que jamás he conocido —gruñó—. Eres grosera, desagradable y fría.
—Sí, pues tú eres el hombre más molesto que jamás he conocido. Eres egotista, sádico y el mal en estado puro. —Cuanto más hablaba, más caliente la sangre se volvía, precipitándose a través de las venas, chisporroteante, abrasadora—. Está claro que mi día habría sido mejor si hubieras tenido un accidente de coche de camino a la oficina.
Se miraron fijamente el uno al otro durante mucho tiempo, jadeando por la fuerza de la furia.
—Podría sacudirte ahora mismo —dijo él.
Ella se acercó un paso más, juntando sus pechos. Los pezones se endurecieron, los muy traidores.
—Hazlo. Te desafío. Sacúdeme.
—¿Crees que no lo haría? —Cerró los dedos alrededor de sus hombros, el agarre firme, abrasador. La sacudió una vez, y los senos se restregaron contra su camisa. Se miraron fijamente el uno al otro.
—¿Ya está? —se burló ella—. ¿Eso es todo lo que tienes?
La sacudió una segunda vez, los pechos restregando su camisa de nuevo y luego se besaron. Salvaje e indómitamente. Su lengua se sumergió en la boca. Ya estaba abierta para él, totalmente dispuesta estúpida, estúpida los dientes chocando juntos. Su decadente sabor le llenó la boca. Reclamándola. Las manos enredándose en su pelo, manteniéndolo cautivo.
La agarró del trasero y tiró de la pelvis contra su erección, golpeándola exactamente donde lo necesitaba. El placer barrió a través de ella. Ella gimió. Él gimió. No puedo creer que esté haciendo esto. No puedo creer... Sabía tan bien. Los pensamientos se debilitaron hasta convertirse en un completo placer sexual cuando él cambió el ángulo de la cabeza y tomó más de su boca, alimentando su beso con otro más delicioso.
—¿Más? —dijo él con un áspero jadeo.
—Más.
Él la apoyó contra la pared y le clavó la erección. Cuando el trasero golpeó el frío yeso, ella silbó en éxtasis. Era bueno, tan bueno. Inclinando las rodillas, Nicholas presionó más profundamente. Ella soltó otro jadeo. Oh, Dios. Le agarró los muslos y los extendió más. Oh, Dios, Oh, Dios, Oh, Dios. Y cuando él comenzó a rozarse contra ella, su larga y gruesa longitud golpeando el centro de su mundo, cuando ella osciló en el borde más y más cerca del orgasmo, el pánico debería haberla golpeado. Ellos estaban completamente vestidos. Dentro de una oficina que debería haber sido suya, pero que en cambio le pertenecía a Nicholas . Era su peor enemigo… y su nuevo jefe. No debería de ser capaz de excitarla tanto. Y aún así… a ella no le importó.
—Soñé contigo anoche —dijo él con voz ronca. Recorrió su oreja con la lengua—. Las cosas que hiciste… deberías de haberte despertado avergonzada de ti misma.
Ella tembló.
—¿Que hice?
—Cosas malas. Cosas asombrosas.
El beso se endureció. Salvaje, justo como su apariencia prometía. Ella anheló morderle, arañarle, estallar, no de furia, sino de pasión. No lo hagas, se ordenó. No lo hagas. Nunca se había derretido por un hombre, no tan fácilmente. No podía no debía comenzar ahora. No con él. El control importaba. El control lo era todo. Y ella se adhirió a ese delgado hilo.
Estas necesidades, estos deseos eran nuevos, inoportunos. Los besos estaban bien. Pero dejarse llevar tan completamente, dándole la mordedura aguda de los dientes, clavándole apasionadamente las uñas… Le permitían saber cuánto le deseaba. Eso, no podía consentirlo.
—Deja de fingir que esto no te gusta —gruñó Nicholas de repente, arrancándose de ella ligeramente. Sus labios se cernieron sobre los suyos—. Quieres más, sabes que lo quieres.
Vuelve. Bésame. Ella no podía levantar los ojos de sus labios.
—No puedo soportarte. ¿Por qué querría más?
—Puede que no te guste, pero me deseas.
Desearle… Oh, sí. Nunca había probado a un hombre que supiera tan bien. Nunca un hombre hizo que se excitara tanto, robándole el sentido común. Consumiéndola. Incapaz de detenerse, presionó contra sus labios y empujó la lengua contra la suya, sin negarlo.
Él tiró de la camiseta, levantándola. Sus dedos se deslizaron por el vientre desnudo. El contacto fue eléctrico. Asombroso. Y su resolución se desdibujó, para ser estudiada más tarde. Ella tiró de su camisa, queriendo todo el placer que él podría darle ahora, queriendo el contacto de-piel-contra-piel. Deseosa de tocar los músculos de su estómago.
Las manos le recorrieron. Oh, que fuerza. Tan maravillosa, casi adictiva. Quería tocarle siempre allí puñetazo en la ventana y nunca dejarle marchar, nunca dejar la excitación y la pasión que encontraba en los brazos de Nicholas otro puñetazo y tomar más, dar más, todo, sin preocuparse de dejarse llevar completamente y... ¡otro jodido puñetazo en la ventana!
Alguien les llamaba la atención.
Entrando en pánico, aplanó las manos contra el pecho de Nicholas y empujó. No empujó tan convincentemente como podía –debería hacerlo, pero él se alejó, tropezando de ella. Ambos jadeaban. Sus ojos brillaban, vivaces.
Apartó la atención de él y contempló la ventana. Los ojos se ensancharon. Un hombre estaba de pie fuera, mirándoles fijamente y sonriendo ampliamente. Jadeó y Nicholas giró de golpe. Cuando vio al intruso, se puso rígido y levantó un dedo. No el del medio, notó ella.
—Joder, necesito un minuto —gruñó él.
El hombre asintió y se alejó de mala gana.
¿Qué hacías? La parte racional del cerebro se impuso de nuevo. ¿Qué diablos hacías?
Dándome el lote, contestó el cuerpo felizmente.
Con Nicholas Jonas , idiota.
La sangre se enfrió cuando comprendió las profundidades de su estupidez. La ropa era un desastre. La camiseta estaba hecha un manojo bajo el sostén, arrugada por la presión de él. La impresión de un botón era visible sobre el estómago.
—¿Quién es? —preguntó, odiando lo jadeante que sonó su voz. Su sabor todavía estaba en la boca pero no mencionó el beso, evitando el tema completamente.
—Un amigo. —Nicholas le prestó atención y se pasó la mano por la cara.
Era peor que si le hubiera dicho que era un extraño.
—No te atrevas a decirle a alguien lo que pasó —dijo ella. Y sí, sabía que el tipo ya lo había visto todo.
—Como si quisiera admitir algo así. Y si recuerdas, no pasó nada.
—Así es —ella alzó la barbilla—. No pasó nada. Y nunca pasará nada de nuevo. ¿Entendido?
—Oh, lo entiendo y lo agradezco —la voz era áspera—. Así que…
No dijo nada más, pero era una tácita orden.
—Así que —se aclaró la garganta, giró lejos de él y se arregló la ropa. Idiota. Idiota. Lamentaba no saber si se refería a ella misma o a Nicholas —. Ahí va la regla número dos, supongo.
ElitzJb
Re: Atrapa a tu Pareja Nicholas Jonas y tu (TerMINaDA)
CAPÍTULO 9
Si te dijera que tienes un cuerpo hermoso, ¿lo sostendrías contra mí?
Si te dijera que tienes un cuerpo hermoso, ¿lo sostendrías contra mí?
¿Cuál era la regla número dos?
Nicholas no podía recordarla. Había estado inventándoselas sobre la marcha. No podía ser nada de relaciones en la oficina. Debía ser obedecer todas mis órdenes. No lo sabía. Todo en lo que ahora podía pensar era en la forma tan perfecta en que (_TN) había estallado en sus brazos. Como sus lozanos y perfectos pechos se habían apretado contra el suyo, como la perfecta coyuntura de sus atractivos muslos eran... la horquilla perfecta para él.
Como Kevin lo había arruinado todo. Rechinó los dientes.
Él y (_TN) no deberían haberse sentido tan… perfectos juntos. Tampoco tal víbora debería saber como un perfecto cielo. Perfecto. Como odiaba la palabra. Sabía que ella sería un problema la primera vez que la vio. Que causaría su caída. Lo sabía y aún así la había traído a su despacho para “una charla” privada.
Ya de paso. ¿Por qué no invitarla a su apartamento para una salvaje noche de sexo?
Un pagano, eso es lo que su madre le llamaría. Y se lo merecía.
Las manos le temblaban por la necesidad. Por (_TN). Sólo por ella. Le habría gustado decirse a sí mismo que era porque estaba lo bastante cerca como para estrangularla, pero… habría sido mentira. Lo sabía… Tengo que acostarme con alguien. Por eso le afectaba tanto, porque había pasado mucho tiempo desde que lo hizo por última vez. No había otra razón. Se pasó los dedos por la camisa, intentando quitar las arrugas que ella había provocado al apretar con su puño la tela.
La miró, aun cuando hacerlo era algo estúpido. Oficialmente era un hombre estúpido por lo que la acción no le sorprendió. (_TN) le afrontó otra vez y sus ojos brillaban intensamente. Sus labios estaban enrojecidos, hinchados. Húmedos. Esperaba que se marchara después de alisarse la ropa, pero no lo hizo. Ella alzó la barbilla con terquedad.
—¿Por qué estás todavía aquí? —dijo más para su beneficio que para el de ella.
—¿Piensas despedirme? —Las negras cejas se arquearon y la chispa murió en sus ojos. Si no fuera por el atractivo color en las mejillas, parecería totalmente tranquila en ese mismo instante. Cruzó los brazos sobre el pecho—. Rompí una regla y tus empleados sólo tienen una oportunidad. Sólo una —dijo imitándole.
Un músculo palpitó bajo el ojo.
—Haré una excepción, pero sólo por esta ocasión. La próxima vez que me ataques, entonces...
La boca cayó abierta, permitiéndole echar un vistazo a la lengua que acababa de probar. La lengua que quería seguir probando.
—¿Yo? ¿Atacarte? ¡Tú prácticamente me devoraste!
—Claro, te diré lo que necesites para que puedas dormir esta noche, Hoyuelos. —Tenía que conseguir que se fuera de allí, no podía estar a solas con ella ni un minuto más. Sólo mirarla le ponía duro. Bueno, más que duro. Pelearse con ella era más estimulante que los besos—. Vuelve a la sala de conferencias —ordenó—. Pronto estaré allí.
Sus ojos recuperaron el brillo, crepitando y chisporroteando de calor.
—Sé un niño bueno señor Jonas , y ahógate tú mismo —se giró de golpe y se alejó.
Era lo mejor. Podría haberla besado de nuevo si se hubiera quedado solo un segundo más.
Inspirando profundamente “y cogiendo un inoportuno atisbo de su exótico olor” caminó hasta la salida del edificio. Kevin y los demás le esperaban fuera. Abrió la puerta, dejando entrar la luz y una caliente brisa.
Unos segundos más tarde, aprendió que dejar entrar a sus amigos fue un error, uno de los muchos que parecía destinado a cometer ese día. Desfilaron ante él, sonriendo abiertamente y enseñando los dientes.
—¿Quién era ella?
—¿A qué sabe su aliento?
—¿Conseguiremos una de esas, también?
Las rápidas preguntas le golpearon mientras ellos giraban y le afrontaban, todavía brindándole aquellas sonrisas sabihondas. No les hizo caso.
—Simplemente... esperad en el pasillo. En silencio. Dadme diez minutos, luego entrad en la sala de conferencias.
Ya les había enseñado el edificio el día que lo había comprado.
Algunos de ellos rieron disimuladamente.
—¿Qué? —exigió.
—Nada —dijo Kevin apretando los labios—. Nada en absoluto.
Nicholas sacudió la cabeza.
—Da igual. Diez minutos.
No esperó las respuestas, se dio la vuelta y se alejó. Sus amigos se mofaron y se rieron detrás de él. Se burlarían de él más tarde, estaba seguro.
La oficina, pensó mientras cruzaba rápidamente por delante de las desnudas paredes azules, necesitaba algunos arreglos. Algo que no fuera sexual. Quizás estatuas religiosas. Tal vez algunos carteles antimujeres que sustituyeran a la “obviamente falsa” decoración antihombres que había quitado.
No, eso probablemente cabrearía a (_TN) y luego asaltaría su oficina... Si estaba enfadada, desde luego se iría quitando la ropa por el camino. La cólera “al menos hacía él” la excitaba, no importaba lo mucho que ella lo negara. Se le notaba demasiado. Dificultad al respirar, voz elevada, pezones endurecidos. De vuelta a su fantasía, él se sentaría en su escritorio inocentemente, y ella se acercaría a él con la respiración agitada, empujaría hacía atrás la silla y se le sentaría a horcajadas sobre el regazo. Y, uh, de ninguna forma quería eso.
¿Hacía calor aquí? ¿Había encendido alguien la calefacción?
Dios, este día no estaba yendo tal y como lo había planeado. Había querido decirle a (_TN) que era su nuevo jefe, tal vez regodearse un poco, pero no lo bastante para enfadarla. Bien, se lo había dicho y se había regodeado. Mucho. Ella se había enfadado. Mucho. Se habían besado “mucho” y había estado bien. El beso más caliente de su vida, y mejor que mucho del sexo que había tenido. Mierda. Mierda.
Ella era su fruta prohibida, y él tenía que hacer el mejor de los trabajos para resistirse.
Nicholas no estaba seguro de lo que se encontraría cuando entrara en la sala de conferencias. Sabía que no sería a (_TN) desnuda y sobre la mesa, con una traviesa sonrisa en la cara mientras le llamaba y le exigía que la devorara otra vez…, lo que rechazaría rápidamente. Seguía estando prohibida y él era el tipo que deseaba poder irse a casa y volver a empezar mañana.
¿Es que no puedes pensar en nada más que el sexo? Se detuvo justo al alcanzar la esquina, oculto de sus amigos y de la sala de conferencias. Presionó la frente contra la pared y se ajustó los pantalones. A la primera oportunidad que tuviera, iba a encontrar una mujer dispuesta, tomarla tantas veces y de tantas formas como pudiera esta noche y sacarse esta obsesión sexual del sistema. Tal vez entonces podría mirar, gritar y pensar en (_TN) sin volverse un pervertido adicto sexual. ¡Hola!, mi nombre es Nicholas y soy un adicto sexual que sólo piensa en mi empleada.
Sí, definitivamente tenía que encontrar una mujer dispuesta fuera de la oficina. Pero no sabía por qué, el pensar en joder con alguien más le deprimía. Bueno, diablos. Se recordó que no podía despedir a (_TN) y terminar así con su miseria. No, como dejo claro aquel gilipollas de Darren, ella necesitaba un protector cuando estuviera en una asignación. Y él era ese protector. Pero podría seguir haciendo que le trajera el café. Había sido muy divertido. Sus caderas se balanceaban deliciosamente cuando caminaba hacía la mesa.
Bueno, diablos, pensó otra vez.
Nicholas no podía recordarla. Había estado inventándoselas sobre la marcha. No podía ser nada de relaciones en la oficina. Debía ser obedecer todas mis órdenes. No lo sabía. Todo en lo que ahora podía pensar era en la forma tan perfecta en que (_TN) había estallado en sus brazos. Como sus lozanos y perfectos pechos se habían apretado contra el suyo, como la perfecta coyuntura de sus atractivos muslos eran... la horquilla perfecta para él.
Como Kevin lo había arruinado todo. Rechinó los dientes.
Él y (_TN) no deberían haberse sentido tan… perfectos juntos. Tampoco tal víbora debería saber como un perfecto cielo. Perfecto. Como odiaba la palabra. Sabía que ella sería un problema la primera vez que la vio. Que causaría su caída. Lo sabía y aún así la había traído a su despacho para “una charla” privada.
Ya de paso. ¿Por qué no invitarla a su apartamento para una salvaje noche de sexo?
Un pagano, eso es lo que su madre le llamaría. Y se lo merecía.
Las manos le temblaban por la necesidad. Por (_TN). Sólo por ella. Le habría gustado decirse a sí mismo que era porque estaba lo bastante cerca como para estrangularla, pero… habría sido mentira. Lo sabía… Tengo que acostarme con alguien. Por eso le afectaba tanto, porque había pasado mucho tiempo desde que lo hizo por última vez. No había otra razón. Se pasó los dedos por la camisa, intentando quitar las arrugas que ella había provocado al apretar con su puño la tela.
La miró, aun cuando hacerlo era algo estúpido. Oficialmente era un hombre estúpido por lo que la acción no le sorprendió. (_TN) le afrontó otra vez y sus ojos brillaban intensamente. Sus labios estaban enrojecidos, hinchados. Húmedos. Esperaba que se marchara después de alisarse la ropa, pero no lo hizo. Ella alzó la barbilla con terquedad.
—¿Por qué estás todavía aquí? —dijo más para su beneficio que para el de ella.
—¿Piensas despedirme? —Las negras cejas se arquearon y la chispa murió en sus ojos. Si no fuera por el atractivo color en las mejillas, parecería totalmente tranquila en ese mismo instante. Cruzó los brazos sobre el pecho—. Rompí una regla y tus empleados sólo tienen una oportunidad. Sólo una —dijo imitándole.
Un músculo palpitó bajo el ojo.
—Haré una excepción, pero sólo por esta ocasión. La próxima vez que me ataques, entonces...
La boca cayó abierta, permitiéndole echar un vistazo a la lengua que acababa de probar. La lengua que quería seguir probando.
—¿Yo? ¿Atacarte? ¡Tú prácticamente me devoraste!
—Claro, te diré lo que necesites para que puedas dormir esta noche, Hoyuelos. —Tenía que conseguir que se fuera de allí, no podía estar a solas con ella ni un minuto más. Sólo mirarla le ponía duro. Bueno, más que duro. Pelearse con ella era más estimulante que los besos—. Vuelve a la sala de conferencias —ordenó—. Pronto estaré allí.
Sus ojos recuperaron el brillo, crepitando y chisporroteando de calor.
—Sé un niño bueno señor Jonas , y ahógate tú mismo —se giró de golpe y se alejó.
Era lo mejor. Podría haberla besado de nuevo si se hubiera quedado solo un segundo más.
Inspirando profundamente “y cogiendo un inoportuno atisbo de su exótico olor” caminó hasta la salida del edificio. Kevin y los demás le esperaban fuera. Abrió la puerta, dejando entrar la luz y una caliente brisa.
Unos segundos más tarde, aprendió que dejar entrar a sus amigos fue un error, uno de los muchos que parecía destinado a cometer ese día. Desfilaron ante él, sonriendo abiertamente y enseñando los dientes.
—¿Quién era ella?
—¿A qué sabe su aliento?
—¿Conseguiremos una de esas, también?
Las rápidas preguntas le golpearon mientras ellos giraban y le afrontaban, todavía brindándole aquellas sonrisas sabihondas. No les hizo caso.
—Simplemente... esperad en el pasillo. En silencio. Dadme diez minutos, luego entrad en la sala de conferencias.
Ya les había enseñado el edificio el día que lo había comprado.
Algunos de ellos rieron disimuladamente.
—¿Qué? —exigió.
—Nada —dijo Kevin apretando los labios—. Nada en absoluto.
Nicholas sacudió la cabeza.
—Da igual. Diez minutos.
No esperó las respuestas, se dio la vuelta y se alejó. Sus amigos se mofaron y se rieron detrás de él. Se burlarían de él más tarde, estaba seguro.
La oficina, pensó mientras cruzaba rápidamente por delante de las desnudas paredes azules, necesitaba algunos arreglos. Algo que no fuera sexual. Quizás estatuas religiosas. Tal vez algunos carteles antimujeres que sustituyeran a la “obviamente falsa” decoración antihombres que había quitado.
No, eso probablemente cabrearía a (_TN) y luego asaltaría su oficina... Si estaba enfadada, desde luego se iría quitando la ropa por el camino. La cólera “al menos hacía él” la excitaba, no importaba lo mucho que ella lo negara. Se le notaba demasiado. Dificultad al respirar, voz elevada, pezones endurecidos. De vuelta a su fantasía, él se sentaría en su escritorio inocentemente, y ella se acercaría a él con la respiración agitada, empujaría hacía atrás la silla y se le sentaría a horcajadas sobre el regazo. Y, uh, de ninguna forma quería eso.
¿Hacía calor aquí? ¿Había encendido alguien la calefacción?
Dios, este día no estaba yendo tal y como lo había planeado. Había querido decirle a (_TN) que era su nuevo jefe, tal vez regodearse un poco, pero no lo bastante para enfadarla. Bien, se lo había dicho y se había regodeado. Mucho. Ella se había enfadado. Mucho. Se habían besado “mucho” y había estado bien. El beso más caliente de su vida, y mejor que mucho del sexo que había tenido. Mierda. Mierda.
Ella era su fruta prohibida, y él tenía que hacer el mejor de los trabajos para resistirse.
Nicholas no estaba seguro de lo que se encontraría cuando entrara en la sala de conferencias. Sabía que no sería a (_TN) desnuda y sobre la mesa, con una traviesa sonrisa en la cara mientras le llamaba y le exigía que la devorara otra vez…, lo que rechazaría rápidamente. Seguía estando prohibida y él era el tipo que deseaba poder irse a casa y volver a empezar mañana.
¿Es que no puedes pensar en nada más que el sexo? Se detuvo justo al alcanzar la esquina, oculto de sus amigos y de la sala de conferencias. Presionó la frente contra la pared y se ajustó los pantalones. A la primera oportunidad que tuviera, iba a encontrar una mujer dispuesta, tomarla tantas veces y de tantas formas como pudiera esta noche y sacarse esta obsesión sexual del sistema. Tal vez entonces podría mirar, gritar y pensar en (_TN) sin volverse un pervertido adicto sexual. ¡Hola!, mi nombre es Nicholas y soy un adicto sexual que sólo piensa en mi empleada.
Sí, definitivamente tenía que encontrar una mujer dispuesta fuera de la oficina. Pero no sabía por qué, el pensar en joder con alguien más le deprimía. Bueno, diablos. Se recordó que no podía despedir a (_TN) y terminar así con su miseria. No, como dejo claro aquel gilipollas de Darren, ella necesitaba un protector cuando estuviera en una asignación. Y él era ese protector. Pero podría seguir haciendo que le trajera el café. Había sido muy divertido. Sus caderas se balanceaban deliciosamente cuando caminaba hacía la mesa.
Bueno, diablos, pensó otra vez.
hey mis chicas como estan
disculpen tanta la tardanza
pero como ya les mencione estoy re atrazada en una nove q estaba leyendo
y como colocaron otras la deje de leer pero esta super genial
y me esta tomando tiempo
ir x el cap q la misma escritora pero en fin ya estoy de vuelta
con mas capitulos okis
gracias x sus comentarios son apreciados
ojala y hallan disfrutado de estos 3 capitulos
nos leremos en la proxima besitos ;)
disculpen tanta la tardanza
pero como ya les mencione estoy re atrazada en una nove q estaba leyendo
y como colocaron otras la deje de leer pero esta super genial
y me esta tomando tiempo
ir x el cap q la misma escritora pero en fin ya estoy de vuelta
con mas capitulos okis
gracias x sus comentarios son apreciados
ojala y hallan disfrutado de estos 3 capitulos
nos leremos en la proxima besitos ;)
ElitzJb
Re: Atrapa a tu Pareja Nicholas Jonas y tu (TerMINaDA)
GUUUUAAAUUUUUU!!!!!!
SE ENCIENDEEEEENN SOLIITOOSSSS!!!!
JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA
CASII SE OMEN VIIIVOOOSSSS!!! EN LA OFIICIINAAAAA!!!!
PERO DE QUE SE BURLARAANN SUS AMIIGOO???
AAAIIIII SIGUELAAA PORFIISS
chelis
Re: Atrapa a tu Pareja Nicholas Jonas y tu (TerMINaDA)
OMG!!! que beso dios!!!!
hahaha Kevin los soprendio haha
y lo del cafe me mato hahaha
Nick no sabes que las reglas son para romperse??
hahaha siguela que me encanta!!
hahaha Kevin los soprendio haha
y lo del cafe me mato hahaha
Nick no sabes que las reglas son para romperse??
hahaha siguela que me encanta!!
DanieladeJonas
Re: Atrapa a tu Pareja Nicholas Jonas y tu (TerMINaDA)
ahhhh me encanta
Nick es tan caliente
Sigela!!!!!
Nick es tan caliente
Sigela!!!!!
aranzhitha
Re: Atrapa a tu Pareja Nicholas Jonas y tu (TerMINaDA)
NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO
te juro que amee este maraton mas que nada !
yes yes yes yes !!!
al fin se besaron .. ya era hora que se desaten un poco :P
te juro que yo estaba asi como cuando lei que se besaron ...
quise matar y asesinar a kevin cuando interrumpio .. que inoportuno kevo ¬¬
y nick .. era obvio que iba a presumir su nuevo cargo ....
pero esas reglas aaaggg nicholas ... y prohibir el dia de balneario .. jum ¬¬
increibles los caps !
siiguelaaaaaaaaaaaaaaaaaa
te juro que amee este maraton mas que nada !
yes yes yes yes !!!
al fin se besaron .. ya era hora que se desaten un poco :P
te juro que yo estaba asi como cuando lei que se besaron ...
quise matar y asesinar a kevin cuando interrumpio .. que inoportuno kevo ¬¬
y nick .. era obvio que iba a presumir su nuevo cargo ....
pero esas reglas aaaggg nicholas ... y prohibir el dia de balneario .. jum ¬¬
increibles los caps !
siiguelaaaaaaaaaaaaaaaaaa
Ciin :)
Re: Atrapa a tu Pareja Nicholas Jonas y tu (TerMINaDA)
Nueva lectora!!!!
siguela siguela siguela!
me encanta..
Por cierto me llamo Susana jeje :D
siguela siguela siguela!
me encanta..
Por cierto me llamo Susana jeje :D
GlodDeJonas
Re: Atrapa a tu Pareja Nicholas Jonas y tu (TerMINaDA)
chelis escribió:
GUUUUAAAUUUUUU!!!!!!
SE ENCIENDEEEEENN SOLIITOOSSSS!!!!
JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA
CASII SE OMEN VIIIVOOOSSSS!!! EN LA OFIICIINAAAAA!!!!
PERO DE QUE SE BURLARAANN SUS AMIIGOO???
AAAIIIII SIGUELAAA PORFIISS
jun y se comeran tenlo x seguro jeje
ya la sigo
ElitzJb
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