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Juego de Seduccion Kevin Jonas y tu (TERMINADA)

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Juego de Seduccion Kevin Jonas y tu (TERMINADA) - Página 2 Empty Re: Juego de Seduccion Kevin Jonas y tu (TERMINADA)

Mensaje por chelis Jue 20 Sep 2012, 3:58 pm

JAJAJAJJAJA!!!
POBREEE DE KEEVIINNN!!!!!!....
ESPEREREMOOSS QUE ___ SI ASISTA!!!
A LA CIIITAAAAAA!!!!!..
AAII PON MAAAS CAPIISS
chelis
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http://www.twitter.com/chelis960

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Juego de Seduccion Kevin Jonas y tu (TERMINADA) - Página 2 Empty Re: Juego de Seduccion Kevin Jonas y tu (TERMINADA)

Mensaje por DanieladeJonas Vie 21 Sep 2012, 10:33 pm

hahaha yeiii Kevin supero la prueba!!
pero pobrecito lo que le paso :(
rayos demasiados misterios con la rayis!!
dime que pronto se sabra su historia
que me muero de intriga :/
haha siguela pronto!!
DanieladeJonas
DanieladeJonas


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Juego de Seduccion Kevin Jonas y tu (TERMINADA) - Página 2 Empty Re: Juego de Seduccion Kevin Jonas y tu (TERMINADA)

Mensaje por chelis Sáb 22 Sep 2012, 7:34 pm

OOOTROOOO
chelis
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Juego de Seduccion Kevin Jonas y tu (TERMINADA) - Página 2 Empty Re: Juego de Seduccion Kevin Jonas y tu (TERMINADA)

Mensaje por ElitzJb Lun 24 Sep 2012, 4:17 pm

la rayis no se rendirá tan facil a el ya veran ya en unos momentos la sigo chicas :)
ElitzJb
ElitzJb


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Juego de Seduccion Kevin Jonas y tu (TERMINADA) - Página 2 Empty Re: Juego de Seduccion Kevin Jonas y tu (TERMINADA)

Mensaje por chelis Lun 24 Sep 2012, 4:40 pm

ookiisss
chelis
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Juego de Seduccion Kevin Jonas y tu (TERMINADA) - Página 2 Empty Re: Juego de Seduccion Kevin Jonas y tu (TERMINADA)

Mensaje por DanieladeJonas Mar 25 Sep 2012, 4:22 pm

sisisi siguela porfis!!!
DanieladeJonas
DanieladeJonas


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Juego de Seduccion Kevin Jonas y tu (TERMINADA) - Página 2 Empty Re: Juego de Seduccion Kevin Jonas y tu (TERMINADA)

Mensaje por chelis Mar 25 Sep 2012, 8:05 pm

SIIIII
chelis
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Juego de Seduccion Kevin Jonas y tu (TERMINADA) - Página 2 Empty Re: Juego de Seduccion Kevin Jonas y tu (TERMINADA)

Mensaje por ElitzJb Mar 25 Sep 2012, 8:42 pm

Capítulo 6




Kevin bajó por la Via De Benci hacia el Arno. La luz era dorada y el cielo de un
azul sin nubes. Había pocos sitios donde prefiriera estar más que en Florencia en una
soleada tarde de diciembre, sobre todo porque en unos minutos vería a __tn.
Esa noche iba a hacer el amor con ella; estaba cansado de despertarse en mitad de
la noche, de ir a abrazarla y de no encontrarla a su lado; de sentirse frustrado por
todas partes. Ya había aguantado bastante. Además, si se la llevaba a la cama, estaba
seguro de que echaría abajo las barreras detrás de las que ella se escondía; incluso
estaba seguro de que le haría cambiar de opinión con respecto al tema de la fidelidad.
La enorme puerta de roble del museo chirrió cuando Kevin la empujó para entrar.
Accedió a un vestíbulo fresco de altos techos, lleno de maniquíes sorprendentemente
reales luciendo desde pesadas armaduras hasta los diáfanos vestidos que Botticelli
había diseñado en su época.
Después de pagar el importe de la entrada, paseó por las distintas salas buscando
a __tn con la mirada. En las salas había grupos de turistas y de estudiantes de Bellas
Artes con sus caballetes y cuadernos, pero la mujer que estaba buscando no se
encontraba allí, pensaba Kevin con un nudo de inquietud en el estómago. ¿Habría
cedido a sus miedos y habría decidido no ir?
Volvería al vestíbulo y esperaría allí hasta que se presentara; porque estaba seguro
de que lo haría.
Al darse la vuelta para salir, se fijó en la figura de una mujer subida sobre un
pedestal. Sus ojos brillaban de tal modo que parecía como si estuviera viva, pensaba
mientras se daba la vuelta. Sus pasos fallaron imperceptiblemente. ¡Estaba viva! Y la
cara de la mujer era la de __tn.
Se había movido ligeramente. Por eso se había fijado en ella.
Con un esfuerzo sobrehumano, Kevin se retiró hasta quedar oculto a la vista de
ella tras una gruesa columna. Se apoyó contra ella, deseoso de echarse a reír. Ya sabía
por qué había elegido que se encontraran en aquel museo. De nuevo le estaba
poniendo a prueba y lo estaba haciendo con un sentido del humor muy peculiar.
¿Por qué ir a esperarlo a la puerta como cualquier otro turista? Habría sido una
manera de hacer las cosas demasiado previsible para __tn.
Pero si ella podía jugar, él también.
Se acercó a uno de los estudiantes de arte y se dirigió a él en italiano.
—¿Querríais hacerme un favor, tú y tus amigos? ¿Os importaría pasaros unos
minutos dibujando uno de los vestidos que hay en la sala de al lado? Es el de la
mujer con el vestido largo de color verde... Os pagaré bien.
Los estudiantes, a quienes parecía hacerles falta comer caliente, intercambiaron
unas palabras en italiano. Entonces el hombre de la barba se guardó el fajo de billetes
que le había dado Kevin .

Kevin se marchó. Pero en diez minutos, juzgando que era suficiente tiempo para
haber hecho sufrir a __tn, estaba de vuelta en la sala. Por un momento se quedó en la
puerta, observando la escena con placer. El sol del ocaso se filtraba por las ventanas y
las motas de polvo que flotaban en el aire se posaban en silencio sobre la silenciosa
colección de caballeros medievales y sus señoras. Los vestidos de las mujeres
brillaban como joyas.
Pero la cara de __tn, vio con repentina preocupación, estaba pálida como la cera.
Cuando, guiado por esa inquietud, Kevin salió de entre las sombras, __tn se tambaleó
ligeramente. Tenía los ojos vidriosos. Kevin se abrió paso rápidamente entre el grupo
de estudiantes y saltó a la plataforma donde estaba ella. En el mismo momento en
que ella agachaba la cabeza y se caía hacia delante, él la agarró entre sus brazos.
Su frente pegó contra el hombro de Kevin ; que notó que ella estaba sin fuerzas,
como una muñeca de trapo. Maldijo para sus adentros por haberla dejado posar
tanto tiempo, mientras la sentaba en la plataforma y la obligaba con suavidad a
colocar la cabeza entre las piernas. Se arrodilló a su lado y le habló con una ternura
que no conocía en él.
—No tengas prisa... Te has desmayado.
Ella emitió un leve gemido de angustia.
—¿Kevin ? —susurró—. ¿Eres tú?
—Sí, estoy aquí... No me voy a marchar.
—Yo... De pronto todo empezó a dar vueltas, y después no sé qué ha pasado...
—Ha sido culpa mía —dijo Kevin —. No debería haberte dejado posar tanto
tiempo.
Ella lo empujó un poco.
—Necesito tumbarme.
Él le colocó un brazo debajo de las rodillas, otro en la espalda y la levantó en
brazos con un sólo movimiento.
—Voy a por la limusina ahora mismo —miró al estudiante de la barba—. Grazie.
—¡Kevin , bájame!
—No —dijo él—. Me siento como un canalla. Tienes que dejarme que te compense
por ello.
En el vestíbulo, le pidió a la recepcionista que llamara al conductor de la limusina
que siempre alquilaba cuando estaba en Florencia y cuyo estacionamiento no estaba
lejos del Ponte Vecchio.
—Dígale que se dé prisa —dijo Kevin .
La joven hizo rápidamente lo que él le pedía.
—¿Está bien la señora?
—Se ha desmayado... Hace mucho calor en las habitaciones —añadió, casi seguro
de que estaba bien—. ¿La conoce?
—Es una de nuestras mejores benefactoras.
—Maddalena, calla —dijo __tn con inquietud.
Pero Maddalena continuó:
—Por esa razón se le permite a la señora que pose con uno de nuestros vestidos.
—Lo devolveremos mañana a primera hora —le prometió Kevin .
—Cuidaré del vestido, Maddalena —dijo __tn con acento débil—. ¿Puedes
traerme mi maleta?
—Por supuesto —la recepcionista sacó una pequeña maleta de cuero de un
armario—. La ropa de la señora —dijo, pasándosela a Kevin .
Cinco minutos después, Kevin la ayudaba a meterse en el asiento trasero de la
limusina.
—Kevin , quiero volver a mi hotel.
—Por una vez no te saldrás con la tuya.
—Por favor... Necesito estar sola un rato.
—Relájate, llegaremos a mi casa dentro de diez minutos.
Ella le respondió con algo parecido a la desesperación.
—No puedo enfrentarme a tí... No tengo fuerzas.
—Entonces no lo intentes —le dijo, sonriéndole para quitarle hierro a sus
palabras—. Deja que alguien se ocupe de tu vida para variar.

Veinte minutos después la limusina se detenía delante de una casa de piedra en el
barrio de los artistas. El chófer de la limusina salió y utilizó la llave que Kevin le había
pasado para abrir la vieja puerta de roble situada bajo el arco de mampostería.
Kevin sonrió con agradecimiento, levantó a __tn con mucho cuidado, como si fuera
a romperse y la llevó al interior. Cuando la puerta se cerró detrás de ellos, cerró el
pestillo doble. Las escaleras eran amplias, cubiertas por una alfombra burdeos. Los
frescos en tonos marrones, tierra y rojizo decoraban las paredes de escayola.
—Utilizo las dos plantas de abajo para asuntos de negocios y reuniones y las tres
superiores para mi uso personal.
Su dormitorio estaba en el último piso, con su pequeño balcón desde donde se
disfrutaba de una magnífica vista de la espléndida aguja dorada del Duomo y la
lejana y nebulosa silueta de las colinas toscanas; era una vista de la que jamás se
cansaba. Sus pocos tesoros descansaban en las pequeñas hornacinas que había en la
pared: un pequeño Donatello, una caja con incrustaciones que había pertenecido a
uno de los Médicis o una estatua de bronce de Verocchio de un joven cazador. La
cama era grande, de madera vieja y la colcha del mismo tono rojizo de los tejados de
la ciudad que tanto amaba. Nada de lo que había en la habitación pegaba con nada; y
sin embargo constituía un todo armónico.
Tendió a __tn en la cama.
—Ojalá me hubieras llevado a mi hotel —dijo ella mientras trataba de
incorporarse.
—Deja que cuide de tí por una vez, __tn —dijo él de pie junto a la cama—. Está
bien que seas independiente, pero no hay por qué exagerar. Y, la verdad, tienes muy
mala cara.
—Nunca dejo que nadie cuide de mí —dijo ella con un arranque de su disposición
habitual.
—Todos deberíamos estar abiertos a nuevas experiencias —dijo Kevin en tono
seco—. ¿Crees que tengo la costumbre de cuidar de las mujeres? —fue al alto armario
de nogal que ocupaba toda una pared y sacó una camisa—. Toma, ponte esto. Lo
primero es quitarte ese tocado de la cabeza. Con lo apretado que te queda, no es de
extrañar que te hayas desmayado.
—Ya me lo quito yo.
—Estoy seguro de que eres capaz. Pero no te voy a dejar.
Dio con los automáticos que cerraban el tocado a la altura de la nuca, bajo los
pliegues de gasa blanca, y le quitó el adorno de la cabeza. Entonces empezó a
desabrocharle los botones en la espalda del vestido.
Con un hilo de voz, sabiendo que no podía seguir posponiéndolo, __tn dijo:
—Yo... Te ruego que vayas a la farmacia por mí.
—Tengo un botiquín de primeros auxilios... ¿Qué te hace falta? ¿Algo para el dolor
de cabeza? ¿Un relajante muscular?
No llevaba sujetador. Al ver su espalda desnuda, Kevin sintió deseos de
acariciársela. Le retiró el vestido de los hombros, recogió la camisa y se la pasó.
Ella se tapó los pechos con la camisa cuando el vestido le cayó por la cintura.
—No vas a tener lo que necesito —dijo ella—. O tal vez sí; y entonces te odiaré por
ello.
—Levántate —dijo Kevin , que no había entendido lo que ella le pedía—. Vamos a
quitarte éste vestido. Te traeré algo para calentarte los pies en cuanto estés en la cama
y luego iré a por lo que sea que necesites.
—Se me ha adelantado —soltó ella bajando la vista—. Por eso no estoy preparada.
No se me habría ocurrido posar con esta joya de vestido si me hubiera dado cuenta
de que... Me ha venido el período, Kevin .
—¿Y te desmayas cada vez que te viene? —le dijo él, horrorizado.
—No... Pero no tengo que subirme a un pedestal cada mes para emular a una
estatua. Me dan calambres y me siento fatal durante doce horas más o menos.
A Kevin le pareció suficiente.

—Entonces estoy el doble de contento de que estés aquí para poder cuidar de tí —
dijo—. En cuanto te hayas acomodado, bajo a una droguería que está a unas calles de
aquí. Porque no, no tengo lo que tú necesitas.
__tn pensó en lo que le había dicho hacía un momento, que lo odiaría por ello...
¿Querría eso decir que estaba celosa de que hubiera otras mujeres en su vida?
Frunció el ceño y lo miró.
—Esto no es lo que habías planeado para esta noche —dijo __tn.
Con la ayuda de Kevin , __tn terminó de quitarse el vestido y los zapatos dorados.
—Uno de mis lemas siempre ha sido el de capear el temporal.
Retiró la ropa de cama y tumbó a __tn sobre las finas sábanas de algodón
suavemente perfumadas con lavanda.
—Quédate tumbada y no te muevas —le ordenó—. ¿Quieres beber algo? ¿Un té de
hierbas?
—Yo... no —balbuceó ella—. Pero has sido muy amable al preguntármelo —con
un gesto que le llegó al alma, ella se acurrucó sobre la almohada—. Ya me siento
mejor —suspiró—. Tal vez un relajante muscular me ayude con los calambres.
Kevin le colgó el vestido en el armario antes de bajar para subirle las pastillas y
una docena de rosas amarillas que había comprado para la mesa del comedor.
__tn estaba casi dormida.
—Son preciosas —murmuró ella—. Y de mi color favorito. ¿Cómo lo sabías?
—No lo sabía. A lo mejor es también el mío.
—¿Entonces estamos hechos el uno para el otro? —preguntó ella con una sonrisa
débil.
—¿Quién sabe? —dijo Kevin con seriedad mientras le pasaba la pastilla y el vaso
de agua—. Aquí estás, en mi cama, pero no como yo imaginaba.
Ella se recostó sobre los almohadones.
—¿Tienes bastante calor?
—Estoy muy a gusto —dijo ella en tono adormilado.
Kevin le anotó el número de su móvil.
—El teléfono está aquí junto a la cama por si me quieres llamar. Estaré de vuelta
en quince minutos.
—Gracias —murmuró ella mientras cerraba los ojos.


Caminando entre la gente, Kevin iba pensando en __tn. La imagen de ella en su
cama le llenaba de una emoción que no podía ni empezar a nombrar. ¿Qué era lo que
le estaba ocurriendo? La había visto tan frágil, tan vulnerable, que todo su empeño
había sido el de consolarla.

Y para él, ésa era toda una experiencia.
Cuando regresó al dormitorio, __tn estaba dormida boca arriba, con la cabeza
ladeada y apoyada sobre la almohada. La intensidad del color de su cabello resaltaba
aún más la palidez de su rostro.
Dejó el paquete junto a la cama y corrió las cortinas de las dos estrechas ventanas.
Esa noche no cenarían fuera; así que tenía que encargarse de la cena.
Ribollita, pensaba Kevin imaginando las rebanadas de pan frito con aceite de oliva,
setas y tomate. Tenía dos porciones enormes del carísimo tiramisú de su pastelería
favorita en la nevera y si a __tn le gustaba tomar café después de comer, siempre
tenía eso a mano.
Después de abrir una botella de vino tinto, se subió las mangas y empezó a
preparar la sabrosa sopa de verduras.
Un rato después, cuando la cocina estaba inundada del aroma a hierbas y a ajo,
Kevin notó de pronto que alguien lo observaba. Se dio la vuelta y vio a __tn a la
puerta de la cocina, con su camisa que le llegaba a medio muslo y la cara
delicadamente sonrosada.
—El delantal te sienta bien —le dijo ella.
Él sonrió.
—Soy un cocinero pésimo. ¿Cómo te encuentras?
—Mejor. Kevin , debería volver a mi hotel. Tú...
—La cena está casi lista. ¿Quieres tomarla en la cama?
—¡No! Yo...
—Deja que te busque unos pantalones de chándal y un top y ahora comemos.
Ella fijó la vista en las peladuras de las verduras, en las hierbas picadas y en el
bote de salsa de tomate.
—Has cocinado para mí... —dijo con incredulidad.
—Sí... —sacó un poco de caldo con un cacillo y fue hacia ella—. Cuidado, que
quema. ¿Tiene bastante sal?
Ella lo probó con cuidado.
—Sabe a gloria.
—No tienes por qué decirlo tan sorprendida.
—No estoy acostumbrada a la idea de un hombre que sabe hacer ribollita como si
fuera de aquí.
—Te he dicho que yo no era como los demás —comentó—. Comamos en la cocina.
La mesa y las sillas habían salido de una antigua granja de La Toscana y Kevin las
había lijado con cariño hasta que habían quedado relucientes.
—Es preciosa —dijo __tn, preguntándose si Kevin dejaría en algún momento de
sorprenderla.

Él retiró una de las sillas.
—Siéntate, __tn. Te voy a traer algo de ropa.
—Éste lugar... —dijo ella— es como un hogar de verdad.
Parecía angustiada y triste. Él se dirigió a ella sin molestarse en disimular su
compasión.
—¿Dónde está tu verdadero hogar?
—No tengo hogar.
—Todos necesitamos tener un sitio al que poder llamar nuestro hogar.
Jamás debería haber revelado el hecho de que no tenía un hogar a un hombre tan
agudo como Kevin .
—Tengo hambre, Kevin . Dame de comer.
—Desde luego —dijo él—. Pero no hemos terminado con esta conversación.
Él subió los escalones de dos en dos, sacó algo de ropa del armario; y aunque todo
le quedaba enorme, era mejor que nada.
Le sirvió un cuenco de sopa, dejó el pan con aceite de oliva y tomate en la mesa y
le sirvió una copa de vino. Entonces encendió unas velas de cera de abeja que había
en un abollado candelabro de plata que había visto en una tienda de antigüedades y
que databa del siglo XV. Se sentó frente a ella y alzó su copa.
—Tal vez encuentres tu verdadero hogar, __tn.
Ella miró a su alrededor en la cocina.
—Todo esto es tan doméstico... —Tomó una rebanada de pan tostado cubierta de
setas y tomate frito—. Mmm... Delicioso. ¿Cocinas así todo el tiempo?
—Sobre todo cuando estoy aquí. Me canso de los restaurantes... ¿Tú no?
Ella cerró los ojos un momento mientras saboreaba la sopa.
—Nunca lo había pensado.
—Pues ya es hora de que lo vayas pensando.
No quería.
—¿Quién friega los platos? —le preguntó ella.
—Yo —dijo Kevin —. Con la ayuda del más moderno de los lavavajillas que tengo
bien escondido en la cocina para que no me estropee el decorado.
—¿No tienes sirvientes?
—Tengo unos guardeses que viven en el apartamento que hay detrás de la casa.
Cada semana viene alguien a limpiar la casa. Pero cuando estoy aquí me gusta estar a
mis anchas —le cortó un trozo de queso—. Paso mucho tiempo con gente, la mayoría
de la cual quiere algo de mí. Así que aquí prefiero estar solo.
—¿Y en la compañía de mujeres?
—Aquí no —respondió Kevin .
Ella se quedó sorprendida.
—Pero... traerás aquí a tus mujeres... ¿Por qué no?
—Ya te lo he dicho... Éste es mi refugio —se inclinó hacia delante—. Tú eres la
primera mujer que se mete en esa cama.
—¡No te creo!
—Será mejor que me creas. Porque es cierto.
Algo en su expresión terminó de convencerla.
—¿Entonces por qué me has traído aquí?
—La alternativa era abandonarte en un hotel —dijo él—. Y desde luego no
pensaba hacer eso ni loco. Cómete la sopa. No querrás insultar al cocinero, ¿verdad?
Es más grande que tú.
Ella entrecerró los ojos.
—Para que veas lo buena que está la sopa, voy a hacer lo que tú me digas.
—Me halagas —dijo Kevin , y pasó a preguntarle qué más museos frecuentaba en
Florencia.
De ahí la conversación pasó con facilidad a muchos temas, hasta que finalmente
sirvió el café en unas pequeñas tazas de barro.
—Esta casa... —dijo __tn— Ha debido de costarte una fortuna.
—Varias, si se incluyen los muebles, los impuestos y el mantenimiento.
—No entiendo cómo has podido convertirla en un hogar...
—Es porque me encanta. Y todo lo que contiene.
Ella movió los hombros con inquietud.
—Soy una persona de hotel, paso un día y al día siguíente me marcho. No tengo
nada que me ate, nada que me retenga en un sitio.
—Entonces, en mi opinión, eres una perdedora. Éste lugar es real, __tn. Real,
duradero y querido.
De pronto ella lo miraba como si fuera su enemigo.
—No lo pillo.
—¿El qué?
Ella abrió los brazos para abarcar la cocina entera.
—Me metes en la cama, vas a la farmacia por mí y me preparas la cena. ¿Qué sacas
tú de todo esto?
—Lo he hecho porque he querido.
—Los dos sabemos que no hay recompensa por ello.
Él se sintió dolido.
—¿Quieres decir sexual?
—Por supuesto.
—¿Con qué clase de hombres sales tú? —explotó él.
—Con los que me piden un taxi y me envían de vuelta a mi hotel. Sola. Que era lo
que quería que hicieras tú.
—¿Cuántas veces tengo que decirte que soy distinto a los demás?
Pasados unos segundos de silencio, ella se dirigió a él.
—¿Por qué razón no te fuiste conmigo a la cama en Copenhague?
—Te lo he dicho; no pienso meterme en la cama contigo mientras salgas con otros
hombres de distintos rincones de Europa. Los dos merecemos algo más que eso. Te
comprometerás conmigo mientras dure nuestra aventura... O no habrá nada.
Ella saltó de inmediato.
—¿Y quién de nosotros decide que la aventura se ha terminado?
Kevin no tenía ni idea.
—Ya discutiremos de eso más adelante —dijo él, sabiendo que era una respuesta
pobre.
Ella retiró la silla.
—Detesto esta conversación.
—¿Porque no me estoy lanzando sobre tí como todos los demás?
—Porque tarde o temprano me tirarás por la borda como has hecho con todas tus
demás mujeres. Así que yo voy a dejarte primero; ahora mismo.
—Claro, huye. Eso se te da bien.
—Sí, es cierto. Se llama instinto de supervivencia.
Se puso de pie. Estaba enfadada y muy triste. Kevin también se puso de pie:
—Te estoy ofreciendo los mejores regalos de mi cuerpo, __tn. Seré tan bueno
contigo como me sea posible y te daré todo el placer de que soy capaz. Pero no te
estoy ofreciendo el matrimonio, ni te compartiré con nadie más.
«Los mejores regalos de mi cuerpo...»
El ardor que sintió repentinamente fue tan intenso que pensó que se desmayaría
otra vez.
—Voy arriba a cambiarme —le dijo con inquietud—. Luego me marcho a mi hotel.
Kevin le dejó pasar, respirando con agitación. Le daría cinco minutos, pero
entonces iría a buscarla.
Tras guardar el resto de la sopa en un recipiente, cargó el lavavajillas, salió de la
cocina y subió las escaleras a toda prisa.
A la puerta de su dormitorio se detuvo un momento para serenarse; alarmado, se
dio cuenta de que veía el reflejo de __tn en el espejo. Estaba de pie junto a la cama
con un traje marrón chocolate, con una falda varios centímetros por encima de la
rodilla. La chaqueta se ceñía amorosamente a su cuerpo. Tenía el suéter de él pegado
a la cara, aspirando su olor, con los ojos cerrados.
Entonces, con un gesto que lo sorprendió por lo inesperado, tiró el suéter en la
cama y se agachó a ponerse los zapatos.
Entonces Kevin entró en el dormitorio.
ElitzJb
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Juego de Seduccion Kevin Jonas y tu (TERMINADA) - Página 2 Empty Re: Juego de Seduccion Kevin Jonas y tu (TERMINADA)

Mensaje por chelis Miér 26 Sep 2012, 6:06 pm

GUUUAAAUUUU!!!
A MI ME DARIAAA PENIIITAAAAAAA!!
JAJAJAJJAJAJAJAJA... ES QUE ES ALGO PERSONAL Y PUES SII ME DARIA PENITA QUE UN HOMBRE SE ENTERE DE LA LLEGADA DE MI PEIODO!!!!
......
PEROOO KEVIIN SE PORTOO COMO UN CABALLLEROOOO!!!!!!...
AAII Y ESA REAAACCCIOON CON EL SUETER QUE PENSARAA KEV????
QUE HARAAAAA????
chelis
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Juego de Seduccion Kevin Jonas y tu (TERMINADA) - Página 2 Empty Re: Juego de Seduccion Kevin Jonas y tu (TERMINADA)

Mensaje por aranzhitha Dom 07 Oct 2012, 8:33 am

ahhhhh nueva lectora!!
Me encanta la nove
Porque la rayiz es asi ???
Siguela!!!
aranzhitha
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Juego de Seduccion Kevin Jonas y tu (TERMINADA) - Página 2 Empty Re: Juego de Seduccion Kevin Jonas y tu (TERMINADA)

Mensaje por ElitzJb Dom 07 Oct 2012, 7:07 pm

hola chicas bienvenida a la nueva lectora
aquí les dejo un nuevo capitulo



Capítulo 7


—Estoy lista para llamar a un taxi —le dijo __tn en tono tirante—. Y no le eches la
culpa de todo esto a las hormonas.
—No iba a echársela a nada salvo al hecho de lo cabezota que eres —Kevin la
agarró de los codos y habló con vehemencia—. Estás más pálida que las sábanas de
la cama; quédate aquí, __tn. Duerme en la cama y yo dormiré en la de invitados.
—Deja de tratarme como si fuera a romperme; esto me pasa todos los meses —le
dijo con irritabilidad—. Y la respuesta es no.
—Entonces sigues siendo una cobarde.
Ella se soltó y se acercó a un aparador donde había una foto con un marco de
plata.
—¿Éstos son tus padres?
Él mismo les había tomado aquella foto a Bethanne y David, sus padres, en el
porche de su casa de Maine, con el mar de fondo. A los dos se les veía felices y
relajados.
—Sí —respondió él.
—¿Si su matrimonio es tan maravilloso, por qué sigues soltero? Eres un hombre
decente, no creas que no me doy cuenta; y junta eso con una fortuna y ese hoyuelo
tan sexy que tienes en la barbilla, las mujeres deben de acosarte continuamente. Y, sin
embargo, tú vas de una aventura a la siguiente.
—Nunca he conocido a una mujer que me haya incitado a cambiar.
—Entonces esperas que yo encaje en esa rutina tuya.
—¿Sabes qué? Me apuesto a que ninguno de los demás hombres con los que has
estado te ha hecho perder el control jamás, que nunca has estado tan desesperada por
hacer el amor que no hayas podido comer o dormir. Dime que estoy equivocado.
¿Cómo decirle que estaba equivocado, si era la verdad?
—Ninguno de ellos me ha asustado, tampoco —respondió ella.
—No puedes pasarte el resto de tu vida asustándote de tu sombra —dijo él con
ímpetu.
Las palabras sobraban. Kevin la tomó entre sus brazos y empezó a besarla,
envuelto en un deseo feroz que amenazaba con devorarlo. Le acarició la espalda y
hundió sus manos en la melena de rizos pelirrojos, para continuar trazando la suave
curva de su cadera y la turgencia de su seno. Y todo el tiempo sus labios se
deleitaban con los de ella y sus lenguas se entrelazaban placenteramente.
__tn sabía que no sería capaz de contenerse y también lo besó, mientras le
desabrochaba los botones de la camisa y deslizaba la mano por debajo para
acariciarle los músculos calientes. ¿Sería Kevin el hombre que había estado esperando
tanto tiempo? ¿Sería él su hogar? ¿El único hogar que conocería jamás?

—Quédate conmigo, __tn. No me importa si no podemos hacer el amor... Deja al
menos que te abrace, que estés a mi lado en mi cama, donde debes estar.
—Haces que me derrita por dentro —le susurró ella—. Te deseo como jamás he
deseado a ningún hombre... Tienes razón, eso es lo que no puedo soportar, la razón
por la que estoy tan descontrolada.
Él deslizó los labios por la firme y suave columna de su cuello, sintiendo en cada
nervio de su cuerpo la frenética alteración de su pulso.
—No vamos a hacer el amor —le dijo en tono ronco—. Así que te puedes quedar
con toda confianza.
—¿Y qué hay de la próxima vez? ¿Qué vamos a hacer entonces?
—Tomémonos cada día de uno en uno.
Sus ojos encerraban todo el tumulto del océano.
—Todavía quieres hacer el amor conmigo y...
—Desde luego que sí. Pero sólo si me prometes que dejaremos de perseguirnos
por toda Europa y que no vas a salir con nadie más. En cuanto a mí, te juro que no te
dejaré tirada entre una cita y otra, como si fueras de usar y tirar; como si no tuvieras
sentimientos. ¿Acaso crees que no me doy cuenta de lo vulnerable que eres?
Ella temblaba ligeramente; estaba a punto de echarse a llorar.
—Me das miedo, Kevin . Si tuviéramos alguna vez un lío volverías mi vida del
revés y después me dejarías sin nada. No puedo hacer eso. No debemos volver a
vernos; es demasiado doloroso, me parte en dos.
__tn se apartó de él, se sentó en la cama y marcó un número en el teléfono. Habló
en italiano fluido y al momento colgó el teléfono.
—Un taxi estará aquí en cinco minutos; cuando vengo a Florencia tengo un
conductor.
Entonces sacó el vestido del armario, el tocado, las zapatillas doradas y su maleta
negra. Con la cabeza alta, salió de la habitación.
Kevin se quedó de piedra un momento. Entonces se pasó la mano por el pelo y
bajó las escaleras, cuya alfombra ahogaba el sonido de sus pasos. __tn estaba abajo
junto a la enorme puerta de roble, con los ojos cerrados, apoyada contra la pared.
—No está bien que te vayas así —le dijo él en tono áspero.
—No estaría bien si me quedara.
—Ignoro totalmente quién te hizo tanto daño, __tn, aunque me gustaría darle una
buena paliza a ese cerdo. Pero no puedes pasarte el resto de tu vida ocultándote de
él; porque entonces te está amargando.
—¡Tú no lo entiendes!
—Entonces explícamelo para que pueda entenderlo. Háblame de él; de ese modo,
no correrás el riesgo de que se repita.

Ella negó con la cabeza.
—Vayas a donde vayas, siempre podré encontrarte —le dijo en un tono que
apenas si podía reconocer como propio.
—Si tienes sentimientos hacia mí, no lo harás —dijo __tn, con sus ojos turquesa de
mirada suplicante—. Yo... El taxi ya debería estar aquí.
Cuando __tn abría la puerta un taxi blanco se detenía precisamente delante de la
casa y tocaba el claxon.
—Adiós, Kevin . Cuídate —murmuró ella.
Entonces agarró sus cosas, se metió en el taxi y desapareció de su vista.
Kevin cerró la puerta. Las gruesas paredes de su casa ahogaban la mayor parte de
los ruidos de la calle. ¿Sería posible sentirse tan tremendamente solo?
Descolgó la cazadora del perchero y salió, perdiéndose al momento en el jaleo de
las callejas de Florencia. El taxi había desaparecido.


Kevin caminaba sin ver. Ni siquiera la fabulosa Piazza del Duomo tuvo la
habilidad de conmoverlo.
Había dejado marchar a la única mujer que había llegado a conmoverlo de un
modo del que ni siquiera se había creído capaz.
A las siete de la mañana del día siguiente, Kevin estaba dormido, sumido en un
sueño muy desagradable. El sonido de un timbre lo despertó y Kevin se incorporó
rápidamente, todo sudoroso.
Era el timbre del teléfono.
—Jonas —dijo con voz ronca.
—¿Kevin ?
Él se aclaró la voz.
—¿__tn?
—¿Estás bien?
—Estaba dormido. ¿Dónde estás?
—Estoy en el aeropuerto y...
—Claro, ¿dónde ibas a estar? Eso es lo que mejor se te da en la vida, ¿no?
—¡Quieres callarte un momento y escucharme! Quiero que quedemos en París; el
martes a cenar, en La Marguerite. ¿Lo conoces?
—Todo el mundo lo conoce. Es el mejor restaurante de París. La respuesta es no.
—Mira, sé que anoche no lo hice bien y lo siento. No estoy jugando contigo, de
verdad que no. Hay alguien a quien quiero que conozcas —le dijo de manera
atropellada—. Suele cenar los martes en La Marguerite. Te ayudaría a entender por
qué soy como soy; por eso te lo estoy sugiriendo.
Kevin se frotó los ojos, tratando con todas sus fuerzas de ahuyentar el miedo y la
aprensión que le había provocado la pesadilla.
—De acuerdo —dijo por fin en tono seco—. ¿A qué hora?
—A las ocho y media. Yo me ocuparé de hacer la reserva... Gracias, Kevin —se
produjo una breve pausa durante la cual se oyó un vuelo que se anunciaba por
megafonía—. Tengo que marcharme; están avisando para embarcar. Te veré el
martes.
Kevin colgó y se levantó de la cama. Finalmente __tn estaba tomando la iniciativa.
En tres días conocería al responsable de su miedo al compromiso.
De no haber estado tan aturdido por el horror de su pesadilla, le habría dicho a
__tn lo valiente que le había parecido su gesto y lo mucho que apreciaba que lo
hubiera llamado.
¿No era el primer atisbo de apertura por parte de ella?
Kevin siguió pensativo. Ella estaba dispuesta a hablarle de su pasado, a exponer
las heridas que tan hondo la habían tocado. Él no podía añadir nada a ese dolor. No
podía dejarla tirada, como había dicho ella. ¿Pero si se embarcaban en una aventura,
cómo podía evitar hacerle daño?
¿Casándose con ella? Eso no podía hacerlo si no la amaba.
Se dijo que debía ir con cautela. ¿Y si ponía las necesidades de ella por delante de
las suyas propias de momento? Era una manera de ver las cosas, totalmente nueva
para él: una que apenas entendía y que le daba un miedo terrorífico.
La luz del sol iluminaba el Duomo. A través del cristal contempló el fluir incesante
del tráfico. Rápidamente buscó su agenda electrónica en el bolsillo del pantalón.
Tenía que hacer algunos cambios para poder estar en París el martes.
No le importaba cancelar lo que hiciera falta con tal de tener la oportunidad de
entender por qué __tn era así.
La Marguerite el martes... Estaba deseando que llegara esa ocasión.


Como Kevin estaba impaciente por ver a __tn, llegó más temprano al restaurante.
Conocía muy bien al primer maître, Gérard, quien lo acompañó a la mesa donde iban
a cenar __tn y él. Dieron las ocho y media, y el restaurante empezó a llenarse. A las
nueve menos cuarto, __tn no había llegado todavía... ¿Habría cambiado de opinión?
Entonces la vio en el vestíbulo de entrada y sintió que se le formaba un nudo en el
estómago. El portero la ayudó a quitarse el abrigo y Gérard le sonrió dándole la
bienvenida.
Al tiempo que el maître la acompañaba a la mesa, Kevin se puso de pie. Llevaba
puesto su mejor traje italiano de raya diplomática, con la camisa azul y la corbata de
seda que se había puesto para la fiesta de Belle.
Pero __tn no lo miraba a él, sino que paseaba la mirada por el restaurante,
fijándose en los ocupantes de cada mesa al pasar, visiblemente turbada. Cuando

Gérard le retiró la silla, Kevin se inclinó hacia delante y le dio dos besos, incapaz de
ocultar lo feliz que se sentía de volver a verla.
Llevaba puesto un vestido verde mar de manga larga, bordado con hilo de plata;
el escote era pronunciado y quedaba adornado por un colgante de plata que
descansaba entre sus senos. Llevaba el cabello recogido en un moño alto con algunos
mechones sueltos que le acariciaban las mejillas.
—Me dejas sin respiración —le susurró él.
Ella se ruborizó levemente mientras tomaba asiento.
—Creo que tengo mejor aspecto que la última vez que me viste —comentó ella sin
mirarlo todavía a los ojos.
—Supongo que el hombre que voy a conocer no ha llegado aún.
—No, todavía no... Podría haber preguntado si tenía una reserva para esta noche,
pero Gérard es muy discreto y no me lo habría dicho. Siento haber llegado tarde. El
avión se retrasó y el tráfico, como estoy segura de que te habrás dado cuenta, es
horrible.
—¿Por qué no decidimos lo que vamos a pedir y charlamos después?
__tn volvió a pasear la mirada por el local, Kevin notó que se fijaba en cada
persona que entraba. Tenía las mejillas sonrosadas y los ojos vidriosos.
Quienquiera que fuera aquel hombre, ocupaba en ése momento los pensamientos
de __tn.
A Kevin no le gustaba nada todo aquel asunto. Empezó a hablarle de un
importante negocio que había cerrado en Hamburgo, inquieto ya con el nerviosismo
que le había contagiado __tn. ¿Y si esa noche descubría algo que le resultaba
imposible de aceptar? ¿Se la llevaría de todos modos a la cama?
Un camarero se llevó los platos de los entrantes. __tn estaba bebiendo poco y
comiendo todavía menos.
—Si no te comes la cena —dijo Kevin —, Gérard se sentirá insultado.
Ella lo miró como si no lo conociera.
—Quienquiera que sea ese hombre —añadió Kevin en tono brusco—, detesto el
peso que tiene sobre tí.
—Ni la mitad que lo detesto yo —murmuró ella—. Lo siento, Kevin . Parece que no
hago más que disculparme contigo continuamente... Resulta de lo más tedioso por mi
parte —esbozó una sonrisa demasiado brillante al camarero que colocó el plato de
pato asado en la mesa delante de ella—. Tiene un aspecto delicioso —dijo ella, que lo
miraba con algo parecido al aborrecimiento.
El camarero dejó con una floritura el plato de Kevin , les rellenó las copas de vino y
desapareció.
__tn tomó el tenedor, que al instante dejó caer de manera ruidosa. Un hombre de
cabello castaño con una bonita rubia del brazo se dirigía hacia su mesa. Con torpeza,
__tn se puso de pie; la servilleta se le cayó al suelo.

—¿Papá? —balbuceó ella con una voz que Kevin apenas reconoció.
¿Papá? Kevin estaba mudo de asombro. El hombre misterioso era su padre. Su
suposición de que sus padres no vivían había sido tan sólo eso; una suposición. __tn
no le había dicho que hubieran fallecido.
Él se levantó también. Pero a juzgar por el caso que le estaban haciendo __tn y su
padre, era como si no existiera.
—__tn, qué sorpresa —dijo el hombre en un tono tan frío como la noche parisina.
—Sé que a menudo vienes a cenar aquí los martes —dijo ella en tono nervioso—.
Pensé que tal vez te vería...
—Entonces esto no es una coincidencia.
Kevin trató de ahogar la oleada de rabia que sintió porque alguien, menos todavía
su padre, pudiera hablar a __tn de ése modo, con esa falta de sentimiento tan brutal.
Entonces se presentó.
—Bonsoir, monsieur Chardin. Me llamo Kevin Jonas.
—Raoul Chardin —respondió el otro hombre con urbanidad.
No hizo intención de presentar a la mujer que llevaba colgada del brazo y cuyos
ojos violeta devoraban con curiosidad cada detalle de la apariencia de __tn.
—¿Papá, podemos sentarnos los cuatro a tomar algo después de la cena? —le
pidió __tn—. Hace mucho tiempo que no nos vemos.
—Eso no sería conveniente, no —le tiró a la rubia de los dedos, que llevaba
cargados de ostentosos anillos—. Nuestra mesa está lista, chérie. Vamos.
—Me llamo Sylvie Tournier. No sabía que Raoul tuviera una hija —dijo la rubia en
tono animado—. __tn, debes de tener menos años de los que aparentas.
__tn la miró sin entenderla.
—Tengo veintiséis años —entonces se volvió hacia su padre—. ¿Qué te parece
mañana entonces, papá? No me voy de París hasta media tarde. ¿Podríamos quedar
por la mañana a tomar café?
__tn estaba rogándole a su padre. Y que él supiera, __tn no era una mujer que
tuviera la costumbre de rogarle a nadie.
—Voy a volver al cháteau por la mañana —dijo Raoul en tono seco—. Los viñedos
no se administran solos, tú deberías saber eso. Desde luego te beneficiaste de ello
económicamente durante mucho tiempo.
—Hace muchos años que no he aceptado ni un penique tuyo.
—A diferencia de tu madre.
__tn se estremeció levemente.
—Te llamaré la próxima vez que venga a París —dijo ella—. O podría visitarte en
el cháteau.
—Tal vez. Sylvie, estamos haciendo esperar a Gérard.

Sylvie le echó a Kevin una mirada de lo más insinuante.
—He oído hablar de usted —dijo Sylvie en tono cantarín—. Estoy encantada de
haberle conocido.
—Mademoiselle Tournier, monsieur Chardin —dijo Kevin con serena formalidad,
y dio la vuelta a la mesa para ayudar a __tn a sentarse, antes de hacerlo él.


Miró a __tn con afecto.
—¿Cómo es posible que un hombre tan frío haya engendrado a una mujer tan
apasionada y llena de vida como tú?
Ella clavó el tenedor en un trozo de pato. Tenía los ojos llenos de lágrimas.
—¡No soy apasionada, ni estoy llena de vida! Tengo, según palabras tuyas, miedo
de mi propia sombra.
—Ese hombre tiene tanto sentimiento como un pescado muerto. ¿Te ha dado
alguna vez el amor que una hija debería esperar de su padre?
—No.
—Pero tú no pierdes las esperanzas.
—Es cierto, tonta de mí. Incluso cuando le ruego que me conceda cinco minutos de
su valioso tiempo, me desprecio a mí misma por pedírselo —tomó un sorbo de
vino—. Por eso no le pedí que se encontrara aquí con nosotros esta noche. Se habría
negado. Tuve que confiar en el azar.
—¿Tu madre está viva?
__tn asintió.
—¿Cómo es? —le preguntó Kevin .
Ella bajó la vista.
—No creo que quieras saberlo.
—Sí que quiero —le dijo Kevin en tono amigable.
—Raoul es más que suficiente para una noche.
—Se tiñe el pelo —dijo Kevin .
Ella soltó una risa ahogada.
—Lleva años haciéndolo. Es una de las razones por las que no quiere tener nada
que ver conmigo. Sylvie es más joven que yo. Cuanto más mayor es, más jóvenes son
sus amantes.
—Sylvie lo dejará en un minuto en cuanto pesque a un pez más gordo.
__tn se sentía un poco más relajada.
—Lo dejaría por tí.
Kevin se estremeció.

—Prefiero a las pelirrojas... ¿Viviste con tu padre hasta que fuiste lo bastante
mayor para vivir sola?
—No. Él se marchó primero. Yo tenía siete años. El dinero que ha mencionado...
Así era como ejercía sus tareas de padre. Dejó de pasarme dinero en cuanto cumplí
los dieciséis años.
—No ama a nadie salvo a sí mismo —dijo Kevin en tono suave.
Otra lágrima se quedó suspendida en sus pestañas.
—No quiero creerte; es una tontería por mi parte, lo sé.
—Te ha negado lo que más necesitabas de él... Y el resultado es que lo estás
buscando continuamente —Kevin borró la rabia de su tono de voz—. ¿Es ésa la razón
por la cual no crees en los compromisos?
__tn hizo una mueca, mientras se veía inundada por todo el significado de su
comportamiento. Sin darse cuenta, se había humillado delante de Kevin cuando le
había rogado a su padre que le concediera un poco de su atención, como un perrillo
hambriento. ¿Cómo había podido ser tan estúpida?
—No sé decirte cuántas amantes ha tenido mi padre. He perdido la cuenta.
Cuando mis padres se casaron, se adoraban. Pero cuando yo cumplí siete años, se
odiaban ya a muerte. Eso es lo que hace el matrimonio, Kevin . Convierte el amor en
odio. Cambia a las personas.
—Mi madre y mi padre se siguen adorando.
—Entonces son la excepción que confirma la regla —pinchó otro trozo de carne
tierna y exquisita—. Yo no podría soportar que tú me hablaras como mi padre me
habla a mí; por eso jamás me arriesgaré a tener intimidad con nadie. Jamás. ¿Y no es
acaso eso lo que implica un compromiso? ¿Intimidad?
Para él nunca había sido así. Sin embargo, la escena que Kevin acababa de
presenciar, que incuestionablemente había provocado en él una furia que iba más
allá de lo fortuito, había sido desde luego íntima.
—Bueno —dijo él recostándose en el respaldo—. Desde luego estoy empezando a
entender de dónde vienes.
—Cinco minutos con mi padre son suficientes para lograr eso.
Kevin le sonrió. Su sonrisa fue de lo más íntima y se preguntó si debería empezar a
pedir ayuda.
—Intenta comer algo, __tn; te sentirás mejor si lo haces.
—¡Cuando me miras así... no sé qué hacer, Kevin !
—No tienes que hacer nada. Come. Nos saltaremos el postre y saldremos de aquí...
Ni siquiera me gusta estar en el mismo sitio que tu padre.
—Por una vez estamos de acuerdo —dijo ella con una sonrisa trémula.
Minutos después, Kevin firmaba la cuenta. Se puso de pie y fue a retirarle la silla a
__tn.

—Tu padre no pierde ripio de lo que dice Sylvie, por no hablar de cómo le está
mirando el canalillo, y no se te ocurra mirarlo ahora —dijo en tono conversacional—.
¿Por qué no me miras con adoración, como si yo fuera la única persona en tu
pensamiento? Sylvie lo notará, aunque él no lo haga y se lo dirá a tu padre.
__tn pestañeó.
—Eso es engañar.
Él se echó a reír.
—Inténtalo... Tal vez te guste y todo. Me amas hasta la enajenación, querida __tn,
y estás deseando llevarme a mi hotel para poder desnudarme.
Ella lo miraba con el ceño fruncido.
—Deja de mirarme como si quisieras estrangularme —añadió Kevin con
paciencia—. Apoya tu brazo en el mío y bésame; con una vez basta. Pero asegúrate
de que no dejas de pensar en una cama muy grande, donde estamos los dos
completamente desnudos.
—Te estás comportando pero que muy mal —dijo __tn, entonces se acercó a él y le
dio un beso leve como el ala de una mariposa.
Él le agarró la cara un instante y le devolvió el beso.
—Mmm —dijo—. Pato asado.
__tn se echó a reír con ganas.
—Eres el último de los románticos.
—Te quiero, te deseo, te necesito —dijo Kevin sin mentir—. Será mejor que
salgamos de aquí, antes de que te haga el amor sobre la alfombra.
—A Gérard le daría un ataque al corazón —dijo __tn sin aliento.
—Me lo imagino.
Kevin la ayudó a ponerse el abrigo y después se puso su gabardina y sacó el
paraguas antes de salir a la calle.
¿De verdad le había dicho que la necesitaba?


espero q les allá gustado el capitulos nos
leemos en la proxima :)
ElitzJb
ElitzJb


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Juego de Seduccion Kevin Jonas y tu (TERMINADA) - Página 2 Empty Re: Juego de Seduccion Kevin Jonas y tu (TERMINADA)

Mensaje por aranzhitha Dom 07 Oct 2012, 11:01 pm

ahh que feo es su padre
Pobre rayiz
Siguela!!
aranzhitha
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Juego de Seduccion Kevin Jonas y tu (TERMINADA) - Página 2 Empty Re: Juego de Seduccion Kevin Jonas y tu (TERMINADA)

Mensaje por chelis Lun 08 Oct 2012, 2:21 pm

SII QUE LO HIIIICIISTEEEKEEVVV!!
AHORAAA NO TE ARREEPIIIENTAAAASSS!!!!!!
AAII SIGUELAAA Y QUE MAL LO DE SU PADREEE!!!
AAAARRGG YO LO HUBIERA IGNORAADOOOO!!!
JAJAJA UE MALA SOOOYYY
chelis
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Juego de Seduccion Kevin Jonas y tu (TERMINADA) - Página 2 Empty Re: Juego de Seduccion Kevin Jonas y tu (TERMINADA)

Mensaje por chelis Mar 16 Oct 2012, 6:18 pm

oootrrrroooooo
chelis
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Juego de Seduccion Kevin Jonas y tu (TERMINADA) - Página 2 Empty Re: Juego de Seduccion Kevin Jonas y tu (TERMINADA)

Mensaje por aranzhitha Mar 16 Oct 2012, 7:59 pm

siguela!!
aranzhitha
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Juego de Seduccion Kevin Jonas y tu (TERMINADA) - Página 2 Empty Re: Juego de Seduccion Kevin Jonas y tu (TERMINADA)

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