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~Acercate al Viento~ (Joe & Tu)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: ~Acercate al Viento~ (Joe & Tu)
TickleMeNeffy escribió:Es que es tonta? Siguela por mi q estoy enferma y es mi unica distraccion u.u
:O sorella que tieneees?? :( :(
Dayi_JonasLove!*
Re: ~Acercate al Viento~ (Joe & Tu)
Uuuuuuuuhhhhhhhh, a mi me van a alcanzar eso es MUYYYYYYYYY SEGURO, pero, quizas despues me den ese castigo tan............ :affraid:
♫ Laura Jonas ♥
Re: ~Acercate al Viento~ (Joe & Tu)
Floooooor, siguela corazón. De seguro no estas en casa hoy ^^
ForJoeJonas
Re: ~Acercate al Viento~ (Joe & Tu)
Sorella me operaron, de las cordales, estoy de reposo!
Creadora
Re: ~Acercate al Viento~ (Joe & Tu)
SIGUELA
SIGUELA
SIGUELA
SIGUELA
SIGUELA
SIGUELA
SIGUELA
SIGUELA
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SIGUELA
SIGUELA
Invitado
Invitado
Re: ~Acercate al Viento~ (Joe & Tu)
HOOOOOOOOLA CHICAS :D
GRACIAS POR TODOS SUS COMENTARIOS!
PERDON POR NO HABER SUBIDO CAP AYER PERO FUE EL DIA DE LA MADRE Y ESTUVE TODO EL DÍA CON ELLA. ASI QUE PARA COMPENSAR LO DE AYER HOY VA A HABER UN CAP LAAAAAAAAAAAAARGO COMO LA DE JOE(? JAJAJAJAJAJAJ
BUE, LAS QUIERO BESOS.
GRACIAS POR TODOS SUS COMENTARIOS!
PERDON POR NO HABER SUBIDO CAP AYER PERO FUE EL DIA DE LA MADRE Y ESTUVE TODO EL DÍA CON ELLA. ASI QUE PARA COMPENSAR LO DE AYER HOY VA A HABER UN CAP LAAAAAAAAAAAAARGO COMO LA DE JOE(? JAJAJAJAJAJAJ
BUE, LAS QUIERO BESOS.
F l ♥ r e n c i a.
Re: ~Acercate al Viento~ (Joe & Tu)
F l r e n c i a. escribió:HOOOOOOOOLA CHICAS :D
GRACIAS POR TODOS SUS COMENTARIOS!
PERDON POR NO HABER SUBIDO CAP AYER PERO FUE EL DIA DE LA MADRE Y ESTUVE TODO EL DÍA CON ELLA. ASI QUE PARA COMPENSAR LO DE AYER HOY VA A HABER UN CAP LAAAAAAAAAAAAARGO COMO LA DE JOE(? JAJAJAJAJAJAJ
BUE, LAS QUIERO BESOS.
LARGO COMO LA DE JOE? Amiga... entonces vas a tener que subir todo el libro jaaaaaaaaaaaaaaaaajajajajajajajajajajajajajajaajajajajajajaaaaa!!!
Aqui estoy ansiosa esperando capi, corazón de veranoooo!!!
ForJoeJonas
Re: ~Acercate al Viento~ (Joe & Tu)
Hahaha largo como la de joe? Hahaha bueh yo solo pido que no la dejes en un momento comprometido, porque aveces dan ganas de matarte haha espero cap!
Creadora
Re: ~Acercate al Viento~ (Joe & Tu)
_________ acarició el cuello húmedo de la yegua. Siguieron cabalgando, alternativamente al galope, al trote y al paso. ________ no tenía idea de cuántas millas habían viajado ni del tiempo transcurrido. El sol había iniciado su descenso hacia el oeste. Sólo quedaban unas pocas horas de luz. Entonces, algo alertó a _________. Se volvió y vio media docena de caballos y jinetes que galopaban en ángulo hacia ella. Instantáneamente reconoció a Joe. Por una fracción de segundo, sólo pudo mirar, incapaz de reaccionar.
Continuación...
Clavó los talones en los flancos de la roana y la yegua salió disparada hacia adelante. Más allá, ________ vio una zona de terreno muy pareja y supo que si podía llegar hacia allí, la yegua de patas veloces dejaría atrás a los jinetes. Pero Joe ya debía de haberlo visto y llegado a la misma deducción. Él no subestimaba la velocidad de la cabalgadura de _________. Ahora galopaban con la evidente intención de cortarle el camino antes que llegase a la zona de terreno regular. Era demasiado tarde para desear haberlo advertido un minuto antes.
Se inclinó hacia adelante en la silla y sepultó la cara entre las crines de la yegua. Sintió que el animal se ponía tenso, como si percibiera la desesperada necesidad de su amazona. Cada músculo de la yegua se tensó, dispuesto a ganar la carrera por la libertad.
________ ladeó la cabeza y miró a través de las crines para ver qué tan cerca estaban los perseguidores. Los vio todavía a cierta distancia.
—¡Lo conseguiremos, Arriba! —gritó eufórica—. ¡Vamos a lograrlo!
No había ninguna posibilidad de que Joe pudiera interceptarla antes de llegar al terreno regular. ________ sintió un dolor en el pecho y por un instante deseó que él la alcanzara. Deseó que la llevase de regreso al cañón. Pero en ese momento de debilidad no redujo la velocidad de la yegua.
Cuando ella y Arriba pasaban la línea invisible que les daba la victoria, _______ vio que Joe detenía su caballo, admitiendo la derrota. Vio que el bayo se detenía por completo. Enseguida volvió la vista a otro lado. Permaneció firmemente en su silla, agachada sobre el cuello de la yegua, pero sus manos ya no instaban a la yegua a correr más. Sin embargo, la roana no reducía su andar.
Simultáneamente, una explosión desgarró el aire y la yegua se tambaleó. El animal trató de recuperarse, esforzándose por conservar su equilibrio. Atónita, ________ trató de ayudarla, tirando de las riendas para que la yegua levantara la cabeza.
Pero era demasiado tarde. La yegua se desplomaba. ________ apenas tuvo tiempo para sacar los pies de los estribos y saltar de la silla. Enseguida, todo se puso negro mientras ella salía volando por el aire.
Cuando abrió los ojos, la cara de Joe estaba muy cerca de la suya. Por un momento de aturdimiento, ________ no supo dónde estaba ni qué había sucedido. Trató de moverse y el dolor le atravesó la cabeza.
—Fuiste una tonta al tratar de escapar —dijo él y cerró con fuerza la boca.
________ cerró los ojos.
—Lo sé —admitió, con un leve sollozo.
Le ardían los ojos. No sabía si quería llorar por haber fracasado en su intento de escapar o porque estaba contenta porque él la había alcanzado. Era una tonta por muchas razones.
—¿Sientes dolor? —preguntó él con rudeza.
—Sí —gimió ________, con sus pulmones ardiendo por el esfuerzo.
—¿Dónde? —preguntó él, sin compasión en su tono de voz.
—Mi cabeza —dijo ella y trató de levantar una mano para tocarse la parte dolorida, encontrando un millón de otros lugares que le dolían—. En todas partes —dijo.
—Quédate quieta —ordenó Joe.
Pese a su ira, sus ademanes eran sorprendentemente gentiles cuando sus manos exploraron en busca de posibles heridas. ________ se sintió reconfortada por eso. El aturdimiento empezaba a desaparecer. Excepto el dolor en la cabeza, no creía que estuviese seriamente herida, salvo un gran magullón por la caída.
Joe llegó a las mismas conclusiones.
—No hay nada roto.
—Arriba…
________ empezó a preguntar por el estado de su valiente yegua pero Joe ya le pasaba un brazo bajo los hombros para ayudarla a ponerse de pie.
Su cuerpo magullado protestó y ________ tuvo que concentrarse para que sus músculos la obedecieran. Se tambaleó pero él siguió prestándole apoyo con un brazo. Entonces, su mirada fue atraída por un gran objeto roano tendido inmóvil en el suelo. Era Arriba, despojada de la brida y la silla, inerte en la muerte.
Con un grito ahogado, ________ se acercó tambaleante a la yegua y cayó de rodillas junto al animal muerto. Su mano tocó con incredulidad el largo cuello y sintió la humedad del sudor, adherida al pelo de la yegua. El cuerpo todavía estaba tibio pero en él ya no palpitaba la vida. No supo exactamente cuándo vio el agujero y reconoció su causa.
_________ miró acusadoramente a Joe, indiferente al dolor que daba vueltas dentro de su cabeza.
—¡Tú la mataste! ¡Tú le disparaste! —dijo con voz quebrada.
Joe se inclinó y obligó a ________ a ponerse de pie.
—¿Creíste que te dejaría escapar? —dijo.
—¡Pero no tenías por qué matarla! —exclamó ________, tratando de liberarse del brazo de él.
Joe la apretó con fuerza y la atrajo hacia él. El súbito contacto casi la dejó sin respiración. Sus brazos no pudieron abrir un espacio entre ella y el pecho de él y echó la cabeza atrás para que él viera las lágrimas en sus ojos.
—Si hubiera habido otra forma de detenerte, ¿crees que no la habría usado? —gruñó Joe—. ¿Crees que cuando sostenía el rifle en mis manos no me daba cuenta de que estaba poniendo en peligro tu vida, o arriesgándome a herirte gravemente? ¿Crees que no deseé pedirle a la bala que regresara cuando salió de la boca del arma? —La línea de su boca estaba tensa—. Para mí no es importante que el animal haya muerto.
No dijo que era importante que ella estuviera viva e ilesa.
—Pero no fue culpa de Arriba —protestó ________, el golpe demasiado reciente para encontrar algún consuelo en lo que él dejaba sin expresar.
—No, en primer lugar fue culpa mía por dejar que montaras esa yegua. —Su voz grave sonó cargada de cólera apenas contenida—. Si no me hubiese gustado la imagen de dos bellezas de piernas largas… —Cerró la boca y dirigió a ________ una mirada glacial—. ¿Qué sucede?
—Hay una patrulla más adelante —oyó ________ que respondía Laredo—. Deben de haber escuchado el disparo.
________ fue obligada a volverse hacia el bayo de Joe mientras él daba una orden.
—Diles a los hombres que se separen. Volveremos a unirnos en el cañón.
Antes de que pudiera intentar subir a caballo, ________ fue levantada hasta la silla y Joe montó detrás de ella. De inmediato, él hizo girar a su caballo y partieron al galope. _______ apenas alcanzó a divisar fugazmente unos jinetes que se aproximaban desde el sur a una distancia considerable. No pudo dejar de pensar lo cerca que había estado de escapar.
Joe tomó en dirección nordeste mientras el pequeño grupo de jinetes se dispersaba. Con su doble carga, el bayo no podía aventajar a la patrulla de modo que Joe lo guió subiendo una empinada pendiente de una montaña, donde la agilidad del bayo compensaría la falta de velocidad.
Una vez que se detuvieron en un grupo de árboles, ________ sintió que Joe se volvía sobre la silla y miraba hacia atrás.
—¿Nos siguen? —preguntó.
—Los hemos perdido —dijo él sin emoción. Pero fue evidente la amargura en su tono de voz cuando agregó—: Esta no es la respuesta que deseabas escuchar, ¿verdad?
Su cólera hacia ella no había disminuido. ________ se quedó callada. No había ningún modo de negar esa acusación, aunque no era verdad. Ninguno volvió a hablar mientras el caballo bayo seguía avanzando hacia el norte. Estaba oscuro cuando llegaron al paso del cañón. La luna iluminaba el corredor cuando ellos lo atravesaron, con el bayo trotando impaciente ante la proximidad de su hogar. _______ sintió un leve estremecimiento en su corazón, como si ella también estuviera volviendo al hogar. Laredo estaba esperando dentro de la casa. Levantó la vista y los miró sin sonreír.
—Veo que lo han logrado —dijo—. Consuelo hizo café y hay comida en la mesa.
________ abrió la boca para decir que sólo quería irse a la cama, pero Joe habló antes que ella tuviera oportunidad.
—Tomaremos café —dijo.
Usó el tono de voz con que _______ estaba familiarizada y que significaba que la obligaría a la fuerza a beber el café si ella lo rechazaba. De modo que no dijo nada y caminó hasta una silla junto a la mesa.
Joe sirvió dos tazas y añadió abundante azúcar, una la que puso ante ________. Ella bebió el líquido fuerte y oscuro, incapaz de mirarlo cuando él se sentó a su lado.
Había en la atmósfera un silencio opresivo, pesado. _________ miró a Laredo que estaba sentado frente a ella. Él desvió rápidamente la vista con una expresión de turbación el sus ojos azules.
Casi inmediatamente, él se levantó de la mesa.
—Será mejor que me marche —dijo secamente y salió sin esperar que nadie dijera buenas noches.
________ era incómodamente consciente de la mirada de Joe que la atravesaba.
—¿Por qué huiste, ________?
Ella lo miró con lágrimas en los ojos que ocultaban el amor que brillaba en sus profundidades.
—Tenía que intentar escapar. Tenía que intentarlo —dijo.
Él tomó el café de las manos temblorosas de ella y la miró un largo momento. Su mirada de ojos entornados nada le indicó a ella de lo que él estaba pensando, pero esperó que él la tomara en brazos, único lugar al que se sentía pertenecer.
En cambio, él volvió la cabeza y clavó la vista en su jarro de café.
—Necesitas dormir. Ve a acostarte.
_________ se levantó atontada de la mesa y se dirigió al dormitorio para desvestirse y deslizarse bajo la manta. Estuvo largo tiempo despierta, esperando que Joe se reuniese con ella, pero por fin se cansó y su cuerpo dolorido insistió en dormirse.
Continuación...
Clavó los talones en los flancos de la roana y la yegua salió disparada hacia adelante. Más allá, ________ vio una zona de terreno muy pareja y supo que si podía llegar hacia allí, la yegua de patas veloces dejaría atrás a los jinetes. Pero Joe ya debía de haberlo visto y llegado a la misma deducción. Él no subestimaba la velocidad de la cabalgadura de _________. Ahora galopaban con la evidente intención de cortarle el camino antes que llegase a la zona de terreno regular. Era demasiado tarde para desear haberlo advertido un minuto antes.
Se inclinó hacia adelante en la silla y sepultó la cara entre las crines de la yegua. Sintió que el animal se ponía tenso, como si percibiera la desesperada necesidad de su amazona. Cada músculo de la yegua se tensó, dispuesto a ganar la carrera por la libertad.
________ ladeó la cabeza y miró a través de las crines para ver qué tan cerca estaban los perseguidores. Los vio todavía a cierta distancia.
—¡Lo conseguiremos, Arriba! —gritó eufórica—. ¡Vamos a lograrlo!
No había ninguna posibilidad de que Joe pudiera interceptarla antes de llegar al terreno regular. ________ sintió un dolor en el pecho y por un instante deseó que él la alcanzara. Deseó que la llevase de regreso al cañón. Pero en ese momento de debilidad no redujo la velocidad de la yegua.
Cuando ella y Arriba pasaban la línea invisible que les daba la victoria, _______ vio que Joe detenía su caballo, admitiendo la derrota. Vio que el bayo se detenía por completo. Enseguida volvió la vista a otro lado. Permaneció firmemente en su silla, agachada sobre el cuello de la yegua, pero sus manos ya no instaban a la yegua a correr más. Sin embargo, la roana no reducía su andar.
Simultáneamente, una explosión desgarró el aire y la yegua se tambaleó. El animal trató de recuperarse, esforzándose por conservar su equilibrio. Atónita, ________ trató de ayudarla, tirando de las riendas para que la yegua levantara la cabeza.
Pero era demasiado tarde. La yegua se desplomaba. ________ apenas tuvo tiempo para sacar los pies de los estribos y saltar de la silla. Enseguida, todo se puso negro mientras ella salía volando por el aire.
Cuando abrió los ojos, la cara de Joe estaba muy cerca de la suya. Por un momento de aturdimiento, ________ no supo dónde estaba ni qué había sucedido. Trató de moverse y el dolor le atravesó la cabeza.
—Fuiste una tonta al tratar de escapar —dijo él y cerró con fuerza la boca.
________ cerró los ojos.
—Lo sé —admitió, con un leve sollozo.
Le ardían los ojos. No sabía si quería llorar por haber fracasado en su intento de escapar o porque estaba contenta porque él la había alcanzado. Era una tonta por muchas razones.
—¿Sientes dolor? —preguntó él con rudeza.
—Sí —gimió ________, con sus pulmones ardiendo por el esfuerzo.
—¿Dónde? —preguntó él, sin compasión en su tono de voz.
—Mi cabeza —dijo ella y trató de levantar una mano para tocarse la parte dolorida, encontrando un millón de otros lugares que le dolían—. En todas partes —dijo.
—Quédate quieta —ordenó Joe.
Pese a su ira, sus ademanes eran sorprendentemente gentiles cuando sus manos exploraron en busca de posibles heridas. ________ se sintió reconfortada por eso. El aturdimiento empezaba a desaparecer. Excepto el dolor en la cabeza, no creía que estuviese seriamente herida, salvo un gran magullón por la caída.
Joe llegó a las mismas conclusiones.
—No hay nada roto.
—Arriba…
________ empezó a preguntar por el estado de su valiente yegua pero Joe ya le pasaba un brazo bajo los hombros para ayudarla a ponerse de pie.
Su cuerpo magullado protestó y ________ tuvo que concentrarse para que sus músculos la obedecieran. Se tambaleó pero él siguió prestándole apoyo con un brazo. Entonces, su mirada fue atraída por un gran objeto roano tendido inmóvil en el suelo. Era Arriba, despojada de la brida y la silla, inerte en la muerte.
Con un grito ahogado, ________ se acercó tambaleante a la yegua y cayó de rodillas junto al animal muerto. Su mano tocó con incredulidad el largo cuello y sintió la humedad del sudor, adherida al pelo de la yegua. El cuerpo todavía estaba tibio pero en él ya no palpitaba la vida. No supo exactamente cuándo vio el agujero y reconoció su causa.
_________ miró acusadoramente a Joe, indiferente al dolor que daba vueltas dentro de su cabeza.
—¡Tú la mataste! ¡Tú le disparaste! —dijo con voz quebrada.
Joe se inclinó y obligó a ________ a ponerse de pie.
—¿Creíste que te dejaría escapar? —dijo.
—¡Pero no tenías por qué matarla! —exclamó ________, tratando de liberarse del brazo de él.
Joe la apretó con fuerza y la atrajo hacia él. El súbito contacto casi la dejó sin respiración. Sus brazos no pudieron abrir un espacio entre ella y el pecho de él y echó la cabeza atrás para que él viera las lágrimas en sus ojos.
—Si hubiera habido otra forma de detenerte, ¿crees que no la habría usado? —gruñó Joe—. ¿Crees que cuando sostenía el rifle en mis manos no me daba cuenta de que estaba poniendo en peligro tu vida, o arriesgándome a herirte gravemente? ¿Crees que no deseé pedirle a la bala que regresara cuando salió de la boca del arma? —La línea de su boca estaba tensa—. Para mí no es importante que el animal haya muerto.
No dijo que era importante que ella estuviera viva e ilesa.
—Pero no fue culpa de Arriba —protestó ________, el golpe demasiado reciente para encontrar algún consuelo en lo que él dejaba sin expresar.
—No, en primer lugar fue culpa mía por dejar que montaras esa yegua. —Su voz grave sonó cargada de cólera apenas contenida—. Si no me hubiese gustado la imagen de dos bellezas de piernas largas… —Cerró la boca y dirigió a ________ una mirada glacial—. ¿Qué sucede?
—Hay una patrulla más adelante —oyó ________ que respondía Laredo—. Deben de haber escuchado el disparo.
________ fue obligada a volverse hacia el bayo de Joe mientras él daba una orden.
—Diles a los hombres que se separen. Volveremos a unirnos en el cañón.
Antes de que pudiera intentar subir a caballo, ________ fue levantada hasta la silla y Joe montó detrás de ella. De inmediato, él hizo girar a su caballo y partieron al galope. _______ apenas alcanzó a divisar fugazmente unos jinetes que se aproximaban desde el sur a una distancia considerable. No pudo dejar de pensar lo cerca que había estado de escapar.
Joe tomó en dirección nordeste mientras el pequeño grupo de jinetes se dispersaba. Con su doble carga, el bayo no podía aventajar a la patrulla de modo que Joe lo guió subiendo una empinada pendiente de una montaña, donde la agilidad del bayo compensaría la falta de velocidad.
Una vez que se detuvieron en un grupo de árboles, ________ sintió que Joe se volvía sobre la silla y miraba hacia atrás.
—¿Nos siguen? —preguntó.
—Los hemos perdido —dijo él sin emoción. Pero fue evidente la amargura en su tono de voz cuando agregó—: Esta no es la respuesta que deseabas escuchar, ¿verdad?
Su cólera hacia ella no había disminuido. ________ se quedó callada. No había ningún modo de negar esa acusación, aunque no era verdad. Ninguno volvió a hablar mientras el caballo bayo seguía avanzando hacia el norte. Estaba oscuro cuando llegaron al paso del cañón. La luna iluminaba el corredor cuando ellos lo atravesaron, con el bayo trotando impaciente ante la proximidad de su hogar. _______ sintió un leve estremecimiento en su corazón, como si ella también estuviera volviendo al hogar. Laredo estaba esperando dentro de la casa. Levantó la vista y los miró sin sonreír.
—Veo que lo han logrado —dijo—. Consuelo hizo café y hay comida en la mesa.
________ abrió la boca para decir que sólo quería irse a la cama, pero Joe habló antes que ella tuviera oportunidad.
—Tomaremos café —dijo.
Usó el tono de voz con que _______ estaba familiarizada y que significaba que la obligaría a la fuerza a beber el café si ella lo rechazaba. De modo que no dijo nada y caminó hasta una silla junto a la mesa.
Joe sirvió dos tazas y añadió abundante azúcar, una la que puso ante ________. Ella bebió el líquido fuerte y oscuro, incapaz de mirarlo cuando él se sentó a su lado.
Había en la atmósfera un silencio opresivo, pesado. _________ miró a Laredo que estaba sentado frente a ella. Él desvió rápidamente la vista con una expresión de turbación el sus ojos azules.
Casi inmediatamente, él se levantó de la mesa.
—Será mejor que me marche —dijo secamente y salió sin esperar que nadie dijera buenas noches.
________ era incómodamente consciente de la mirada de Joe que la atravesaba.
—¿Por qué huiste, ________?
Ella lo miró con lágrimas en los ojos que ocultaban el amor que brillaba en sus profundidades.
—Tenía que intentar escapar. Tenía que intentarlo —dijo.
Él tomó el café de las manos temblorosas de ella y la miró un largo momento. Su mirada de ojos entornados nada le indicó a ella de lo que él estaba pensando, pero esperó que él la tomara en brazos, único lugar al que se sentía pertenecer.
En cambio, él volvió la cabeza y clavó la vista en su jarro de café.
—Necesitas dormir. Ve a acostarte.
_________ se levantó atontada de la mesa y se dirigió al dormitorio para desvestirse y deslizarse bajo la manta. Estuvo largo tiempo despierta, esperando que Joe se reuniese con ella, pero por fin se cansó y su cuerpo dolorido insistió en dormirse.
F l ♥ r e n c i a.
Re: ~Acercate al Viento~ (Joe & Tu)
Capítulo 19
Joe no estaba en la cama cuando ________ se despertó, aunque ella tenía un vago recuerdo de haber sentido que él la abrazaba cuando dormía. Llegaban los sonidos de alguien que se movía en la cocina. Tenía sensible la parte de la cabeza donde se había golpeado pero ya no le palpitaba de dolor.
Cuando entró en la cocina, Joe le dirigió una rápida mirada. El saludo matutino que estaba en la punta de su lengua quedó allí. La torva ira de él flotaba como una nube oscura en la habitación. El aire estaba cargado como si fuera a estallar de un momento a otro una violenta tormenta eléctrica.
________ trató de ignorarlo con un quedo saludo a Consuelo.
—Buenos días, Consuelo.
Los ojos oscuros de la mujer se desviaron fugazmente en su dirección. Una sonrisa asomó nerviosamente a sus labios mientras ella asentía y volvía enseguida a sus tareas.
Una orden de Joe en español hizo que Consuelo levantara la cabeza y dijera:
—Sí, señor.
La mujer salió casi corriendo por la puerta, casi con alivio.
Fuegos dorados estallaron en los ojos de ________ y su irritación aumentó. Anoche había sido Laredo quién se mostró incómodo en su presencia. Esta mañana era Consuelo quien tenía miedo de mirarla.
Sobre todo ello, estaba Joe. A su ira ________ podía comprenderla, sólo que no era una ira justa. De alguna manera, poseía otra calidad que ________ no podía descifrar.
Sirviéndose una taza de café, ________ la llevó a la mesa donde estaba Joe, pero ignoró la comida que había preparado Consuelo. Su apetito había desaparecido al tiempo que crecía su irritada confusión.
—Hay comida —dijo Joe.
—No tengo hambre.
________ meneó la cabeza.
Él no discutió ni le recordó que no había comido desde el mediodía anterior. Aunque no se movió, ________ lo sintió tan impaciente como si él estuviera tamborileando con los dedos sobre la mesa. Era esa quietud y ese silencio lo que la turbaba y la sensación de que dentro de él estaba desarrollándose una guerra violenta.
Ella había tratado de escapar antes, aquella vez durante la tormenta. Él se había puesto furioso pero no como ahora.
________ lo estudió sobre el borde de su taza dé café. Las torvas facciones de él parecían esculpidas en granito. La expresión sombría, ligeramente entornada de sus ojos impedía que ________ viera qué estaba pensando.
_________ apretó los dientes, el continuo silencio se le hacía insoportable.
—¿Por qué no dices algo? —preguntó—. Está bien, escapé y me atrapaste. No es la primera vez que lo intento.
—Pero es la primera vez que llegas fuera del cañón —respondió Joe secamente.
A ________ se le ocurrió algo.
—¿No estarás culpando a Juan, verdad? —Recordó lo que le sucedió a Juan Ortega cuando desobedeció una orden de Joe—. No fue culpa de él. Su caballo se lastimó. No tenía cómo detenerme.
—No culpo a Juan. —Otra vez ________ percibió el tono acerado de esa voz como el agudo filo de la hoja de un cuchillo—. Como tú dices, su caballo se lastimó en un accidente.
—¿Entonces, qué es? —________ frunció el entrecejo con un asomo de impaciencia—. ¿Qué sucede?
—Dejaste el cañón sin mi permiso.
—¡Oh, lo siento! —replicó ella en tono burlón y sarcástico—. Quizá debí cabalgar a tu encuentro a fin de que supieras que no quería huir. Eso hubiera sido lo correcto, ¿verdad?
En la mandíbula de él un músculo se contrajo.
—Violaste una regla.
—¡Una de tus reglas! —estalló ________—. ¡No estoy atada, a tus reglas! ¡Para mí no significan absolutamente nada!
—¡Tú no comprendes! —explotó él, en un estallido que fue ominoso por partida doble porque no levantó la voz—. Cuando te hice mi mujer, te sujeté a esas reglas.
—¡Tanto peor! —lo desafió ella, negándose a dejarse intimidar por la cólera de él.
—Sí, tanto peor —dijo Joe con violencia—. ¡Porque si estás sujeta a las reglas, también estás sujeta al castigo por violarlas!
—¿De veras? Yo…
Las palabras sarcásticas se le atascaron en la garganta cuando de pronto comprendió el significado de la afirmación de él.
El castigo por violar las reglas y desobedecer órdenes era aplicado en el pozo más allá del corral. ________ palideció. Una visión de carne lacerada le retorció el estómago.
—Tú no puedes pensar que… —Se levantó de la mesa. Movió la cabeza a un lado y otro, tratando de sacudirse ese pensamiento, como si fuera una pesadilla, pero la realidad persistió—. ¡Tú no me harías eso!
Joe se puso de pie frente a ella. Sus dedos se hundieron en la carne blanda del brazo. Ella fue consciente del dolor que eso debió causarle, pero no lo sintió.
—Si pudiera cambiar la regla por ti, lo haría. —¿Sus ojos húmedos estaban imaginándolo, o realmente había una expresión torturada en los ojos oscuros de él?—. Todo lo que puedo hacer es rebajar el castigo porque eres una mujer y porque eres nueva aquí y no conoces nuestras costumbres. —Su voz sonó neutra, dura.
—¡No, no puedes condenarme a eso! —dijo ella tratando de liberar su brazo.
Él la sacudió con fuerza una vez.
—Es la única ley sacrosanta para nosotros, en salvaguardia de nuestra libertad y para evitar el riesgo de que nos descubran. No puedo cambiar eso.
—Pero yo soy tu mujer. Seguramente… —trató de discutir ________.
—Una regla no puede hacer diferencias —la interrumpió Joe—. Tiene que ser igual para todos o no existir.
La rodeó con los brazos y la atrajo contra su pecho. Ella temblaba violentamente por el miedo helado que la consumía. Sintió la fuerte línea de la mandíbula de él contra su pelo.
—No puedo interponerme en tu castigo, querida —dijo él con voz tensa—. Puedo pedir indulgencia y tomar medidas para que el daño que recibas no sea severo. Eso es todo lo que puedo hacer.
Mientras ella se estremecía en forma incontrolable, él la estrechó con fuerza, como tratando de quitarle parte del miedo. ________ cerró los ojos y sintió que se le helaba la sangre en las venas.
—¿Cuándo? —susurró.
Joe no tuvo necesidad de preguntarle qué quería decir.
—Esta mañana. Ahora —respondió sombríamente. ________ sintió que los nervios se le quebraban—. Es mejor así. No hay tiempo para que la mente se atormente pensando.
—Tú lo sabías, ¿verdad? —Una terrible amargura cubrió sus palabras—. Anoche lo sabías. Laredo también. Y Consuelo lo supo esta mañana. Todos lo sabían.
—Sí, lo sabíamos.
—Y no me lo dijiste hasta ahora —lo acusó ________.
—Todos sabían el castigo que corresponde por lo que hiciste. Tú lo ignorabas. No vi razón para reemplazar tu ignorancia por el temor.
________ recordó con la parte de su mente que podía pensar con claridad, las horas que ella había dormido mientras Joe permaneció despierto, sentado solo en el cuarto principal. Él ya entonces estaba torturándose porque sabía lo que a ella le esperaba esta mañana. Eso explicaba la cólera que nunca estuvo dirigida contra ella. Comprender eso no hacía más fácil aceptar lo que iba a suceder. _______ se puso tensa entre los brazos de él, rechazando ser consolada.
—Te odio por esto —dijo con voz trémula.
—Sí, y me odiarás más antes que termine el día.
Llamaron a la puerta. _________ volvió la cabeza hacia el sonido y su corazón cesó de latir por una fracción de segundo.
—Es hora —anunció él fríamente.
Un grito ahogado escapó de la garganta de ________. Trató de liberarse de los brazos de él, luchó para escapar, pero Joe la sujetó con facilidad.
—Tú eres mujer, una norteamericana —dijo él en voz baja pero con energía—. Se espera que llores y que ruegues que no te castiguen, que te desmayes a la vista del látigo o que sea necesario arrastrarte hasta los postes. Así esperan ellos que te conduzcas.
________ se puso rígida, reconociendo el desafío que él le hacía. Tuvo una visión de sí misma reaccionando como él acababa de describir y supo que no podría vivir con esa clase de humillación. Se sintió envuelta por una oleada glacial que la aturdió y adormeció los horrores de su imaginación.
—Puedes soltarme —dijo y lo miró con frialdad—. No echaré a correr.
—¿Vas a decepcionarlos? —repuso él con tono provocativo.
Hubo otro golpe en la puerta, más perentorio que el primero.
—Será mejor que respondas —dijo ella.
Joe la soltó y fue hasta la puerta. Abrió. Dos hombres esperaban afuera con los caballos atados al poste. Uno habló quedamente a Joe mientras ambos miraban a ________ con indisimulada curiosidad. Ella le devolvió las miradas, sin pestañear y casi con altanería. Joe se volvió.
—Vamos —anunció impasible.
Las piernas de ________ estaban notablemente firmes cuando pasó junto a él y cruzó la puerta, ignorando deliberadamente a los dos hombres. Afuera se detuvo, observó los caballos y se permitió un momento de tristeza al pensar que la roana nunca más estaría aguardándola.
—¿Cuál tendré que montar? ¿O… —miró fríamente a Joe— deberé caminar, llevada como un animal matadero?
—Montarás el bayo —repuso Joe sin inmutarse.
El caballo de él. Cuando ________ se acercó al animal, uno de los hombres desató las riendas del poste. ________ montó y tendió una mano para recibir las riendas, pero el hombre las retuvo y montó su propio caballo. Nuevamente, ella miró a Joe.
—¿Quieres decirle a tu hombre que no es necesario que me lleven ? Soy capaz de guiar mi caballo en la dirección correcta.
Sin ningún asomo de emoción, Joe dijo algo en español al hombre. Evidentemente le transmitió la afirmación de ella porque el hombre vaciló, escéptico de la sabiduría de darle las riendas a ________, pero no discutió.
Con la cabeza erguida, ________ puso el bayo al paso, esperando que Joe montara. Joe se le puso a la par y los dos hombres los siguieron más atrás.
~~~
Como antes, cuando Juan Ortega había sido llevado al pozo para su castigo, todos los habitantes del cañón estaban allí. Laredo esperaba con la boca apretada y las manos en las caderas.
—No puedes seguir adelante con esto, Joe —dijo Laredo con un gruñido.
—No puedo detenerlo —fue la seca respuesta.
_______ dejó que su mirada fuera hasta el pozo antes de apearse, sorda a los ruegos que Laredo hacía por su bien. El gentil Juan apareció a su lado, con el sombrero en la mano y los ojos llenos de dolor.
—Señora… —empezó.
________ lo miró y vio autoacusación en la expresión del hombre.
—Esto no es culpa suya —le dijo quedamente—. Siento mucho lo sucedido a Arriba. No cuidé bien de ella.
—Señora, por favor, yo…
Pero ________ se volvió y lo dejó con la palabra en la boca. Su voz fue otra vez glacial cuando se dirigió a Joe.
—Creo que tengo que ir hasta el centro del pozo para que todos puedan verme, ¿verdad?
—Sí —respondió él, con sus facciones impasibles.
Ella dio un paso antes de que Laredo se interpusiera en su camino.
—Juro que nunca creí que Joe permitiría que sucediera esto, ________ —declaró con voz ronca—. Si lo hubiera creído, le habría arrebatado el rifle antes que derribara a la yegua de un balazo.
Ella alzó majestuosamente el mentón.
—Ahora es demasiado tarde para pensar en eso —dijo—. Por favor, apártate de mi camino.
Laredo vaciló un segundo y la tomó de un brazo.
—Yo caminaré contigo —dijo.
________ se apartó y rechazó con helado orgullo el apoyo ofrecido.
—Caminaré sola.
Flanqueada por Laredo y Joe, caminó hasta el centro del pozo, cerca de los dos postes. Vio los ojos curiosos que la observaban y sintió que todos se preguntaban en silencio cómo soportaría el castigo y hasta cuándo duraría su autocontrol.
Ese pensamiento la hizo ponerse rígida. Ellos esperaban que ella se retorciera de terror, esta banda de criminales y forajidos. ________ sintió que su determinación a no ser un objeto de diversión y de burla para ellos, se fortalecía.
Cuando Joe se adelantó para exponer la razón del castigo, ________ le prestó atención. Él habló en un tono grave, haciéndose oír fácilmente en el silencio y desprovisto de toda emoción. Aunque ella no pudo entender sus palabras, sintió que habló con gran elocuencia.
Cuando él terminó hubo un leve murmullo de voces en vez del silencio de aceptación que había seguido a las explicaciones del castigo de Juan Ortega. ________ permitió que alentara en ella una llama de esperanza, pensando que quizá Joe los había disuadido de que había que castigarla por su intento de fuga.
Una voz, una voz de mujer, habló con claridad por encima de los murmullos de indecisión. ________ se volvió y vio a Camilla, quien a su vez la miró con sus ojos oscuros y malévolos. La voz despectiva de la morena sonó ronca de odio cuando apoyó el castigo de ________.
Sus palabras maliciosas todavía resonaban en el aire cuando Juan se adelantó para defender a _______. Laredo se puso a su lado, señalando con su presencia que estaba de acuerdo con todo lo que decía Juan. _________ sintió se le encogía el corazón al ver a sus dos campeones pero no permitió que sus sentimientos se traslucieran, en su expresión.
El apasionado discurso de Juan pareció volcar los sentimientos de los presentes a favor de _______, hasta que habló otro. Pasó un momento antes que ________ pudiera identificar la rencorosa voz en español. Quedó helada cuando vio a Juan Ortega.
Su cara ancha estaba contorsionada por una expresión de venganza, sus labios crispados en una mueca de desprecio y revelando los dientes amarillos e irregulares. Había cierta palidez en su rostro, indicando que su recuperación aún no era completa.
_______ miró a Joe, quien escuchaba impasible las acusaciones de Juan Ortega. Después miró a Laredo quien se había apartado con una expresión derrotada en sus ojos azules. Ella captó su mirada y la sostuvo.
—¿Qué está diciendo? —susurró, moviendo apenas los labios.
Laredo se puso a su lado y sin mirarla respondió:
—Les está diciendo que no importa cuál fue la razón para marcharse de aquí, ni las circunstancias que rodearon tu intentona. Les está recordando que él fue castigado por desobedecer una orden, una orden que él había olvidado en su debilidad cuando tú lo invitaste a entrar en la casa y expusiste tus encantos para seducirlo. Si él no pudo salvarse del látigo, tampoco puedes salvarte tú. Y les está recordando que tu huida casi resultó en que una patrulla del gobierno encontrara este cañón. Si no por otra razón por eso debes ser castigada.
Cuando Juan Ortega terminó de hablar, hubo muchos gestos de asentimiento. Algunos fueron renuentes, pero mayoría apoyó vigorosamente el discurso. ________ no necesitó que le dijeran que su última esperanza había aparecido.
Durante varios segundos, nadie pareció moverse.
Por fin, Joe se volvió y la miró. En su mandíbula, un músculo se contraía convulsivamente, pero no había ninguna otra señal de desacuerdo con la sentencia. Un temblor sacudió las rodillas de ________ pero ella se repuso y se hizo fuerte cuando se volvió para devolver la mirada impasible de Joe.
No queriendo que él diera la orden, ________ se volvió y caminó hasta los dos postes, donde quedó con la cabeza desdeñosamente erguida. Joe indicó a un hombre que la atara mientras otro le traía un látigo. Una cuerda fue enroscada alrededor de su muñeca izquierda y ajustaba con fuerza contra la carne.
Laredo estuvo a su lado como un relámpago y con un brazo impidió que el hombre atara la cuerda al poste. Miró a Joe por encima de su hombro, con los ojos centelleantes de fuego azul.
—¡Maldición, Joe, no puedes hacerle esto a ella! —gritó con energía.
—Hazte a un lado —ordenó Joe, mostrando una completa indiferencia a la protesta.
—¡Por Dios, hombre, permíteme por lo menos ocupar su lugar! —gritó Laredo con desesperación, buscando una alternativa para salvar a _______.
Su pedido fue la gota que hizo rebasar la copa. Una furia negra ensombreció la expresión de Joe.
—¿Crees que yo no ocuparía su lugar si pudiera? —preguntó con ira salvaje—. ¡Apártate de ella!
Corrientes eléctricas cargaron el aire entre los dos hombres hasta que por fin Laredo retrocedió, bajando su brazo para permitir que ________ fuera atada al poste.
Mientras su brazo derecho era atado al otro poste, ________ miró a Joe. Quiso gritar, rogarle que no cometiera un acto tan despreciable y cruel. Pero al ver su rostro impasible, completamente desprovisto de expresión y con sus emociones totalmente controladas, se hizo fuerte y guardó silencio.
En vez de implorar misericordia que no le concederían, _________ levantó la cabeza con desafiante orgullo.
—¿Quién usará el látigo contra mí? ¿Tú, Joe?
—No. —Lo dijo tan quedamente que ella tuvo que esforzarse para oírlo. Su mirada se posó en Laredo, quien les volvía la espalda, como si no quisiera ver a ________ atada a los dos postes—. Será Laredo quien manejará el látigo.
Joe no estaba en la cama cuando ________ se despertó, aunque ella tenía un vago recuerdo de haber sentido que él la abrazaba cuando dormía. Llegaban los sonidos de alguien que se movía en la cocina. Tenía sensible la parte de la cabeza donde se había golpeado pero ya no le palpitaba de dolor.
Cuando entró en la cocina, Joe le dirigió una rápida mirada. El saludo matutino que estaba en la punta de su lengua quedó allí. La torva ira de él flotaba como una nube oscura en la habitación. El aire estaba cargado como si fuera a estallar de un momento a otro una violenta tormenta eléctrica.
________ trató de ignorarlo con un quedo saludo a Consuelo.
—Buenos días, Consuelo.
Los ojos oscuros de la mujer se desviaron fugazmente en su dirección. Una sonrisa asomó nerviosamente a sus labios mientras ella asentía y volvía enseguida a sus tareas.
Una orden de Joe en español hizo que Consuelo levantara la cabeza y dijera:
—Sí, señor.
La mujer salió casi corriendo por la puerta, casi con alivio.
Fuegos dorados estallaron en los ojos de ________ y su irritación aumentó. Anoche había sido Laredo quién se mostró incómodo en su presencia. Esta mañana era Consuelo quien tenía miedo de mirarla.
Sobre todo ello, estaba Joe. A su ira ________ podía comprenderla, sólo que no era una ira justa. De alguna manera, poseía otra calidad que ________ no podía descifrar.
Sirviéndose una taza de café, ________ la llevó a la mesa donde estaba Joe, pero ignoró la comida que había preparado Consuelo. Su apetito había desaparecido al tiempo que crecía su irritada confusión.
—Hay comida —dijo Joe.
—No tengo hambre.
________ meneó la cabeza.
Él no discutió ni le recordó que no había comido desde el mediodía anterior. Aunque no se movió, ________ lo sintió tan impaciente como si él estuviera tamborileando con los dedos sobre la mesa. Era esa quietud y ese silencio lo que la turbaba y la sensación de que dentro de él estaba desarrollándose una guerra violenta.
Ella había tratado de escapar antes, aquella vez durante la tormenta. Él se había puesto furioso pero no como ahora.
________ lo estudió sobre el borde de su taza dé café. Las torvas facciones de él parecían esculpidas en granito. La expresión sombría, ligeramente entornada de sus ojos impedía que ________ viera qué estaba pensando.
_________ apretó los dientes, el continuo silencio se le hacía insoportable.
—¿Por qué no dices algo? —preguntó—. Está bien, escapé y me atrapaste. No es la primera vez que lo intento.
—Pero es la primera vez que llegas fuera del cañón —respondió Joe secamente.
A ________ se le ocurrió algo.
—¿No estarás culpando a Juan, verdad? —Recordó lo que le sucedió a Juan Ortega cuando desobedeció una orden de Joe—. No fue culpa de él. Su caballo se lastimó. No tenía cómo detenerme.
—No culpo a Juan. —Otra vez ________ percibió el tono acerado de esa voz como el agudo filo de la hoja de un cuchillo—. Como tú dices, su caballo se lastimó en un accidente.
—¿Entonces, qué es? —________ frunció el entrecejo con un asomo de impaciencia—. ¿Qué sucede?
—Dejaste el cañón sin mi permiso.
—¡Oh, lo siento! —replicó ella en tono burlón y sarcástico—. Quizá debí cabalgar a tu encuentro a fin de que supieras que no quería huir. Eso hubiera sido lo correcto, ¿verdad?
En la mandíbula de él un músculo se contrajo.
—Violaste una regla.
—¡Una de tus reglas! —estalló ________—. ¡No estoy atada, a tus reglas! ¡Para mí no significan absolutamente nada!
—¡Tú no comprendes! —explotó él, en un estallido que fue ominoso por partida doble porque no levantó la voz—. Cuando te hice mi mujer, te sujeté a esas reglas.
—¡Tanto peor! —lo desafió ella, negándose a dejarse intimidar por la cólera de él.
—Sí, tanto peor —dijo Joe con violencia—. ¡Porque si estás sujeta a las reglas, también estás sujeta al castigo por violarlas!
—¿De veras? Yo…
Las palabras sarcásticas se le atascaron en la garganta cuando de pronto comprendió el significado de la afirmación de él.
El castigo por violar las reglas y desobedecer órdenes era aplicado en el pozo más allá del corral. ________ palideció. Una visión de carne lacerada le retorció el estómago.
—Tú no puedes pensar que… —Se levantó de la mesa. Movió la cabeza a un lado y otro, tratando de sacudirse ese pensamiento, como si fuera una pesadilla, pero la realidad persistió—. ¡Tú no me harías eso!
Joe se puso de pie frente a ella. Sus dedos se hundieron en la carne blanda del brazo. Ella fue consciente del dolor que eso debió causarle, pero no lo sintió.
—Si pudiera cambiar la regla por ti, lo haría. —¿Sus ojos húmedos estaban imaginándolo, o realmente había una expresión torturada en los ojos oscuros de él?—. Todo lo que puedo hacer es rebajar el castigo porque eres una mujer y porque eres nueva aquí y no conoces nuestras costumbres. —Su voz sonó neutra, dura.
—¡No, no puedes condenarme a eso! —dijo ella tratando de liberar su brazo.
Él la sacudió con fuerza una vez.
—Es la única ley sacrosanta para nosotros, en salvaguardia de nuestra libertad y para evitar el riesgo de que nos descubran. No puedo cambiar eso.
—Pero yo soy tu mujer. Seguramente… —trató de discutir ________.
—Una regla no puede hacer diferencias —la interrumpió Joe—. Tiene que ser igual para todos o no existir.
La rodeó con los brazos y la atrajo contra su pecho. Ella temblaba violentamente por el miedo helado que la consumía. Sintió la fuerte línea de la mandíbula de él contra su pelo.
—No puedo interponerme en tu castigo, querida —dijo él con voz tensa—. Puedo pedir indulgencia y tomar medidas para que el daño que recibas no sea severo. Eso es todo lo que puedo hacer.
Mientras ella se estremecía en forma incontrolable, él la estrechó con fuerza, como tratando de quitarle parte del miedo. ________ cerró los ojos y sintió que se le helaba la sangre en las venas.
—¿Cuándo? —susurró.
Joe no tuvo necesidad de preguntarle qué quería decir.
—Esta mañana. Ahora —respondió sombríamente. ________ sintió que los nervios se le quebraban—. Es mejor así. No hay tiempo para que la mente se atormente pensando.
—Tú lo sabías, ¿verdad? —Una terrible amargura cubrió sus palabras—. Anoche lo sabías. Laredo también. Y Consuelo lo supo esta mañana. Todos lo sabían.
—Sí, lo sabíamos.
—Y no me lo dijiste hasta ahora —lo acusó ________.
—Todos sabían el castigo que corresponde por lo que hiciste. Tú lo ignorabas. No vi razón para reemplazar tu ignorancia por el temor.
________ recordó con la parte de su mente que podía pensar con claridad, las horas que ella había dormido mientras Joe permaneció despierto, sentado solo en el cuarto principal. Él ya entonces estaba torturándose porque sabía lo que a ella le esperaba esta mañana. Eso explicaba la cólera que nunca estuvo dirigida contra ella. Comprender eso no hacía más fácil aceptar lo que iba a suceder. _______ se puso tensa entre los brazos de él, rechazando ser consolada.
—Te odio por esto —dijo con voz trémula.
—Sí, y me odiarás más antes que termine el día.
Llamaron a la puerta. _________ volvió la cabeza hacia el sonido y su corazón cesó de latir por una fracción de segundo.
—Es hora —anunció él fríamente.
Un grito ahogado escapó de la garganta de ________. Trató de liberarse de los brazos de él, luchó para escapar, pero Joe la sujetó con facilidad.
—Tú eres mujer, una norteamericana —dijo él en voz baja pero con energía—. Se espera que llores y que ruegues que no te castiguen, que te desmayes a la vista del látigo o que sea necesario arrastrarte hasta los postes. Así esperan ellos que te conduzcas.
________ se puso rígida, reconociendo el desafío que él le hacía. Tuvo una visión de sí misma reaccionando como él acababa de describir y supo que no podría vivir con esa clase de humillación. Se sintió envuelta por una oleada glacial que la aturdió y adormeció los horrores de su imaginación.
—Puedes soltarme —dijo y lo miró con frialdad—. No echaré a correr.
—¿Vas a decepcionarlos? —repuso él con tono provocativo.
Hubo otro golpe en la puerta, más perentorio que el primero.
—Será mejor que respondas —dijo ella.
Joe la soltó y fue hasta la puerta. Abrió. Dos hombres esperaban afuera con los caballos atados al poste. Uno habló quedamente a Joe mientras ambos miraban a ________ con indisimulada curiosidad. Ella le devolvió las miradas, sin pestañear y casi con altanería. Joe se volvió.
—Vamos —anunció impasible.
Las piernas de ________ estaban notablemente firmes cuando pasó junto a él y cruzó la puerta, ignorando deliberadamente a los dos hombres. Afuera se detuvo, observó los caballos y se permitió un momento de tristeza al pensar que la roana nunca más estaría aguardándola.
—¿Cuál tendré que montar? ¿O… —miró fríamente a Joe— deberé caminar, llevada como un animal matadero?
—Montarás el bayo —repuso Joe sin inmutarse.
El caballo de él. Cuando ________ se acercó al animal, uno de los hombres desató las riendas del poste. ________ montó y tendió una mano para recibir las riendas, pero el hombre las retuvo y montó su propio caballo. Nuevamente, ella miró a Joe.
—¿Quieres decirle a tu hombre que no es necesario que me lleven ? Soy capaz de guiar mi caballo en la dirección correcta.
Sin ningún asomo de emoción, Joe dijo algo en español al hombre. Evidentemente le transmitió la afirmación de ella porque el hombre vaciló, escéptico de la sabiduría de darle las riendas a ________, pero no discutió.
Con la cabeza erguida, ________ puso el bayo al paso, esperando que Joe montara. Joe se le puso a la par y los dos hombres los siguieron más atrás.
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Como antes, cuando Juan Ortega había sido llevado al pozo para su castigo, todos los habitantes del cañón estaban allí. Laredo esperaba con la boca apretada y las manos en las caderas.
—No puedes seguir adelante con esto, Joe —dijo Laredo con un gruñido.
—No puedo detenerlo —fue la seca respuesta.
_______ dejó que su mirada fuera hasta el pozo antes de apearse, sorda a los ruegos que Laredo hacía por su bien. El gentil Juan apareció a su lado, con el sombrero en la mano y los ojos llenos de dolor.
—Señora… —empezó.
________ lo miró y vio autoacusación en la expresión del hombre.
—Esto no es culpa suya —le dijo quedamente—. Siento mucho lo sucedido a Arriba. No cuidé bien de ella.
—Señora, por favor, yo…
Pero ________ se volvió y lo dejó con la palabra en la boca. Su voz fue otra vez glacial cuando se dirigió a Joe.
—Creo que tengo que ir hasta el centro del pozo para que todos puedan verme, ¿verdad?
—Sí —respondió él, con sus facciones impasibles.
Ella dio un paso antes de que Laredo se interpusiera en su camino.
—Juro que nunca creí que Joe permitiría que sucediera esto, ________ —declaró con voz ronca—. Si lo hubiera creído, le habría arrebatado el rifle antes que derribara a la yegua de un balazo.
Ella alzó majestuosamente el mentón.
—Ahora es demasiado tarde para pensar en eso —dijo—. Por favor, apártate de mi camino.
Laredo vaciló un segundo y la tomó de un brazo.
—Yo caminaré contigo —dijo.
________ se apartó y rechazó con helado orgullo el apoyo ofrecido.
—Caminaré sola.
Flanqueada por Laredo y Joe, caminó hasta el centro del pozo, cerca de los dos postes. Vio los ojos curiosos que la observaban y sintió que todos se preguntaban en silencio cómo soportaría el castigo y hasta cuándo duraría su autocontrol.
Ese pensamiento la hizo ponerse rígida. Ellos esperaban que ella se retorciera de terror, esta banda de criminales y forajidos. ________ sintió que su determinación a no ser un objeto de diversión y de burla para ellos, se fortalecía.
Cuando Joe se adelantó para exponer la razón del castigo, ________ le prestó atención. Él habló en un tono grave, haciéndose oír fácilmente en el silencio y desprovisto de toda emoción. Aunque ella no pudo entender sus palabras, sintió que habló con gran elocuencia.
Cuando él terminó hubo un leve murmullo de voces en vez del silencio de aceptación que había seguido a las explicaciones del castigo de Juan Ortega. ________ permitió que alentara en ella una llama de esperanza, pensando que quizá Joe los había disuadido de que había que castigarla por su intento de fuga.
Una voz, una voz de mujer, habló con claridad por encima de los murmullos de indecisión. ________ se volvió y vio a Camilla, quien a su vez la miró con sus ojos oscuros y malévolos. La voz despectiva de la morena sonó ronca de odio cuando apoyó el castigo de ________.
Sus palabras maliciosas todavía resonaban en el aire cuando Juan se adelantó para defender a _______. Laredo se puso a su lado, señalando con su presencia que estaba de acuerdo con todo lo que decía Juan. _________ sintió se le encogía el corazón al ver a sus dos campeones pero no permitió que sus sentimientos se traslucieran, en su expresión.
El apasionado discurso de Juan pareció volcar los sentimientos de los presentes a favor de _______, hasta que habló otro. Pasó un momento antes que ________ pudiera identificar la rencorosa voz en español. Quedó helada cuando vio a Juan Ortega.
Su cara ancha estaba contorsionada por una expresión de venganza, sus labios crispados en una mueca de desprecio y revelando los dientes amarillos e irregulares. Había cierta palidez en su rostro, indicando que su recuperación aún no era completa.
_______ miró a Joe, quien escuchaba impasible las acusaciones de Juan Ortega. Después miró a Laredo quien se había apartado con una expresión derrotada en sus ojos azules. Ella captó su mirada y la sostuvo.
—¿Qué está diciendo? —susurró, moviendo apenas los labios.
Laredo se puso a su lado y sin mirarla respondió:
—Les está diciendo que no importa cuál fue la razón para marcharse de aquí, ni las circunstancias que rodearon tu intentona. Les está recordando que él fue castigado por desobedecer una orden, una orden que él había olvidado en su debilidad cuando tú lo invitaste a entrar en la casa y expusiste tus encantos para seducirlo. Si él no pudo salvarse del látigo, tampoco puedes salvarte tú. Y les está recordando que tu huida casi resultó en que una patrulla del gobierno encontrara este cañón. Si no por otra razón por eso debes ser castigada.
Cuando Juan Ortega terminó de hablar, hubo muchos gestos de asentimiento. Algunos fueron renuentes, pero mayoría apoyó vigorosamente el discurso. ________ no necesitó que le dijeran que su última esperanza había aparecido.
Durante varios segundos, nadie pareció moverse.
Por fin, Joe se volvió y la miró. En su mandíbula, un músculo se contraía convulsivamente, pero no había ninguna otra señal de desacuerdo con la sentencia. Un temblor sacudió las rodillas de ________ pero ella se repuso y se hizo fuerte cuando se volvió para devolver la mirada impasible de Joe.
No queriendo que él diera la orden, ________ se volvió y caminó hasta los dos postes, donde quedó con la cabeza desdeñosamente erguida. Joe indicó a un hombre que la atara mientras otro le traía un látigo. Una cuerda fue enroscada alrededor de su muñeca izquierda y ajustaba con fuerza contra la carne.
Laredo estuvo a su lado como un relámpago y con un brazo impidió que el hombre atara la cuerda al poste. Miró a Joe por encima de su hombro, con los ojos centelleantes de fuego azul.
—¡Maldición, Joe, no puedes hacerle esto a ella! —gritó con energía.
—Hazte a un lado —ordenó Joe, mostrando una completa indiferencia a la protesta.
—¡Por Dios, hombre, permíteme por lo menos ocupar su lugar! —gritó Laredo con desesperación, buscando una alternativa para salvar a _______.
Su pedido fue la gota que hizo rebasar la copa. Una furia negra ensombreció la expresión de Joe.
—¿Crees que yo no ocuparía su lugar si pudiera? —preguntó con ira salvaje—. ¡Apártate de ella!
Corrientes eléctricas cargaron el aire entre los dos hombres hasta que por fin Laredo retrocedió, bajando su brazo para permitir que ________ fuera atada al poste.
Mientras su brazo derecho era atado al otro poste, ________ miró a Joe. Quiso gritar, rogarle que no cometiera un acto tan despreciable y cruel. Pero al ver su rostro impasible, completamente desprovisto de expresión y con sus emociones totalmente controladas, se hizo fuerte y guardó silencio.
En vez de implorar misericordia que no le concederían, _________ levantó la cabeza con desafiante orgullo.
—¿Quién usará el látigo contra mí? ¿Tú, Joe?
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F l ♥ r e n c i a.
Re: ~Acercate al Viento~ (Joe & Tu)
No la puedes dejar asi! Viisteh! Qiero matarte hahaha nono en seriio NO puedes dejarla aii!! Dayi y yo te cerramos el tema haha nono en seriio ponlo hasta por lo menos q se acabe el castigo u.u
Creadora
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