Dark Dreams (Liam Payne)

Aquella chica le recordaba demasiado a su compañero de puesto de la clase anterior. Mismo cabello rojizo, misma sonrisa, mismas pecas, mismos ojos. La única diferencia era que esta chica parecía tener el triple de confianza que Daniel. Megan resopló, no le gustaba platicar con las chicas de su edad, le ponían de mal humor, ya que siempre hablaban de cosas realmente tontas.
—Entonces, yo le dije “No, no puedes hacer eso” y él me dijo “Claro que puedo”, y yo…
—Hey, detente un poco —le cortó Megan. Estaban en la clase de matemáticas, es decir, que como maestra Megan tenía a su madre, Casey. Y todo el salón ya se había dado cuenta de su gran parecido y su indudable apellido en relación con las noticias y asesinatos. La única que no le había tomado demasiada importancia a eso, fue esta chica con la que Megan se había tenido que sentar y que hablaba como si la vida le fuera en ello.
—¿Qué sucede? ¿Te perdiste? ¿Quieres que te lo cuente de nuevo? —preguntó confundida la chica.
—Emm… no, ahórrate eso. Tengo una pregunta más importante, ¿cuál era tu nombre? —verdad, esta chica jamás le había dicho cómo se llamaba, y aunque Megan tuvo que presentarse frente a la clase –cosa que le molestó muchísimo, más viniendo de su madre-, se imaginaba que ella ni siquiera había escuchado el nombre de su nueva compañera de clases.
—Danielle Cast.
Daniel y Danielle, claro, ahora Megan comprendía el parecido.
—¿Acaso eres hermana de Daniel, un chico colorín?
—Pff… —resopló Danielle—. Sí, es mi hermano. Y mellizo, ¿a que nos parecemos?
Era la versión femenina de Daniel. Pero a Megan le agradaba más el chico, al menos no la mareaba con tanto parloteo incesante.
De repente, un frío espectral acarició su oído y sonrió de medio lado, sabía a la perfección de quién se trataba.
—Megan, nos tenemos que ir, ya —le susurró Liam. Su voz denotaba nerviosismo y miedo, eso era nuevo, Liam siempre fue confiado de sí mismo y nunca dudó de algo, así que Megan sabía que había sucedido algo serio.
Levantó la mano y detuvo la clase de su madre, que la miró suspicazmente.
—¿Puedo ir al baño?
Casey sabía que Liam estaba al lado de su hija, lo sabía desde que ella tenía 8 años, y aunque conocía todos los riesgos y peligros que eso conllevaba, también sabía que algo había cambiado en él. No inmediatamente, pero si con el correr de los años en que estuvo haciéndose pasar por el “amigo imaginario” de Megan.
Liam era malo, muy malo, lo tenía en cuenta. Pero tampoco podía ignorar que antes, en vida, era un chico realmente encantador y dedicado, siempre dispuesto a hacer cualquier cosa por defenderla. Casey quería creer que con Megan estaba mostrando esa faceta amable, mas sabía que de un momento a otro el Liam que asesinó a la familia de Niall podría salir en cualquier instante. Lo que Case aún se preguntaba, era el por qué aún no salía. Parecía que el estar al lado de Megan lo tranquilizaba, lo podía sentir porque la calma en esos años era palpable.
Aun así, intentó por todos los medios posibles que Liam se alejara de su hija. Al principio fue mudándose de casa, Niall había mandado a deshacerse de todo resto del árbol quemado que hubiese quedado, incluso enviaron a Megan al psicólogo y hasta el día de hoy era medicada. Pero Liam no era una alucinación ni efecto de un trauma ni nada, era un muerto que no había querido hacer lo que hacen éstos: descansar.
De momento, no creía un peligro a Liam, al menos no para Megan, pero no podía dormir tranquila desde hace años pensando que en cualquier momento podría matar a Niall. Con ella no se atrevería, porque para que Liam al fin se fuera, era o quemar el árbol o que ella muriera, y Casey había quemado el árbol, lo que significaba que era el único obstáculo entre Liam y su fin.
—Claro, ve —le dijo Casey a su hija.
Megan se levantó dejando con las palabras en la boca a Danielle, y salió del salón con Liam a su lado. Cuando pasaron cerca de Casey, Liam cruzó miradas con su antigua amiga, no podía acercarse, ni hablarle, ella ni siquiera lo podía ver ahora, porque hace años, ella lo borró para siempre de su vida. Sólo le quedaba observarla a lo lejos y poder sentirse parte de esa amistad ya rota por medio de su hija. Una de las cuantas razones por las que Liam no le hacía nada a Megan, era por Casey. Aún la quería.
Una vez afuera, Megan buscó los baños y entró. Se escondió dentro de un cubículo, como hace muchos años lo hizo Casey también.
—¿Qué pasó? —le preguntó de inmediato a Liam.
—Alguien me vio…
—¿Qué?
—Alguien me vio, un inspector, y después, desaparecí.
—Pero eso es imposible, sólo yo te puedo ver… —exclamó Megan, sin detenerse a pensar que alguien podría estar escuchando. Estaban solos en el baño, en horas de clases, no había nadie.
—Exacto, ese es el punto.
Liam sabía perfectamente lo que sucedía, y también era consciente de que contarle esto a Megan haría que ella comenzara a cuestionarse cosas, y sin embargo, tenía esa terrible necesidad de contarle todo lo que le sucedía.
—Tal vez… tal vez… no sé, Liam. No sé qué estará sucediendo, tal vez… ¿tal vez te estás convirtiendo en alguien de verdad? —dicho eso, Megan soltó una carcajada, era ridículo.
Pero Liam no rió. Y eso asustó a Megan.
—No lo sé, Meg.
—¡Megan, ¿te encuentras bien?! —escucharon de pronto y ambos guardaron silencio. Aquella voz era de Danielle.
—¿Qué está haciendo ella aquí? —susurró Megan.
—Tu madre la envió —dijo Liam. No era una suposición, él se imaginaba que Casey terminaría enviando a alguien a buscar a Megan, más si ella sabía que él estaba con su hija.
—¡Estoy bien! —gritó Megan. Liam salió del baño y vio a la chica pelirroja, fue algo chocante, se parecía mucho a ese fastidioso chico al que Megan le agradó.
Con normalidad, abrió la puerta del cubículo y le sonrió a Danielle, vio a Liam sentado sobre un lavamanos e hizo la actuación de la chica con un repentino dolor de estómago.
—Oh, en ese caso, le diré a la maestra… digo, a tu madre que sólo era eso —tan rápido como apareción, Danielle se fue, no parecía muy interesada en la salud de Megan y eso sólo sirvió para que la chica pensara que su hermano era mejor compañía que ella.
—Podrías dejar de pensar en ese chico, ¿no te parece? —le espetó Liam. Ella sólo se rió e hizo el movimiento de mano de querer golpearle en la cabeza.
La última vez que había tenido que soportar los pensamientos de su amiga con la imagen de un chico, no fue muy agradable. Casey pensaba todo el día en Niall y el rubio seguía sin agradarle, aunque no negaba que sus genes con los de Casey habían hecho que Megan la combinación perfecta.
Aunque le daba más crédito a Casey, por principios.
Pero todos sus recuerdos parecieron haberse congelado, cuando en ese movimiento que hizo Megan, en verdad lo golpeó.
Ambos se quedaron quietos, sin poder creer lo que estaba sucediendo.
¿Acaso Megan había podido tocar a Liam? ¿Cómo era posible?
Para ella, Liam sólo era un amigo imaginario, y Liam, estaba muerto, no era más que un fantasma.
Entonces, ¿cómo?
Liam recordaba que Casey si lo podía tocar, e incluso abrazar, pero siempre con sus consecuencias. Su tacto era frío y hacía que otros perdieran energía, como Niall, que se desmayaba. Pero Megan lucía bien, ni siquiera se estremeció.
También recordaba que ese par de ancianos lo habían podido ver la primera vez que se reencontró con Casey en el cementerio, pero eso era porque aquellos que estaban más próximos a la muerte lo podían ver. Y él también se podía dejar aparecer, pero ante el inspector, fue algo sin control.
Y era eso lo que le tenía asustado.
Sin embargo, jamás había intentado tocar a Megan por el simple hecho de que la conocía de niña, y su tacto sería mortífero para ella. Y ahora, de la nada, parecía como si el tuviera un… cuerpo de carne y hueso.
Mas todas esas cosas eran extrañas y desconocidas para Megan, por eso no podía explicarle nada para quitarle el horror de su rostro.
—Liam, ¿qué está ocurriendo? ¿por qué…? ¿Acaso tú…? Liam, por favor, no comprendo nada… —farfulló Megan, asustada y al borde del llanto.
Liam lo entendía, lo entendía perfectamente, y a pesar de que debería estar asustado por lo que le estaba ocurriendo y cómo se lo habían advertido hace muchos años ciertas personas encargadas de guiarlo en su “nueva vida”. Pero prefirió ignorarlo, e hizo lo que siempre deseó desde que Casey lo eliminó de su vida y desde que conoció a Megan.
—Megan… abrázame…
Ella no reaccionó, todavía seguía demasiado aterrorizada como para hacer algo coherente. Así que Liam se acercó de a poco, y con lentitud la estrechó con sus brazos.
Se sintió bien, el contacto con Megan era mucho mejor que los abrazos que tuvo con Casey. Incluso, podía oler el perfume de Megan y eso lo embriagó, sabía todas las consecuencias que eso le traería, pero no podía evitarlo, había anhelado tanto ser querido por alguien y que de un momento a otro, pudiera abrazar a Megan era como un sueño.
Megan se estremeció en sus brazos, pero no por frío, sino por la incertidumbre de no comprender nada de lo que estaba haciendo. No entendía por qué podía abrazar a su mejor amigo, aquel que había nacido de su mente.
Pero no protestó, porque se sentía tan real que escondió su rostro en el cuello de Liam, pensando y creyendo por unos segundos, que Liam era de verdad.
Y mientras ella imaginaba eso, Liam se sentía más vivo que nunca.

El silencio entre los dos no era cómodo, pero tampoco mortal. Simplemente no había nada que decir, o mejor dicho, no querían decir nada, porque sabían que debían conversar sobre lo sucedido ese día.
Megan estaba acostada en su cama, mirando al techo. Liam estaba a su lado, con los ojos cerrados.
La verdad es que Liam sabía que los demás lo podían ver, sólo que después de lo de Casey y el árbol, quedó muy debilitado y ya no podía hacer tanta cosa y daño como antes. Lo que le molestaba era no poder controlar el momento en que era visible, como con el inspector en la escuela. Eso entorpecería los planes que en todos esos años estuvo cuidado meticulosamente, no podía olvidar a James y la importancia que tenía para el futuro.
Así que debía guardar el secreto de que los demás lo podían ver cuando él quisiera y quedar sólo como el amigo imaginario de Megan. El problema era que ahora otros lo veían sin su consentimiento, y tampoco podía olvidar el hecho de que se había materializado. Eso no era nuevo, lo raro fue que no le hizo daño a Megan.
—Liam… —susurró ella, de pronto.
—No quiero hablar sobre eso —le dijo enseguida.
—De acuerdo, pero en algún momento lo tendremos que hacer sí o sí —se sentó en la cama, sosteniendo su cuerpo con los codos, y giró la cabeza a mirar a Liam—. ¿No te parece extraño que pueda tocar a mi amigo imaginario? ¿No te parece sospechoso que todos estos años mamá me advirtió que tú eras más que eso, y yo jamás le creí, y de pronto una cosa como esta sucede? ¿Hay algo que quieras contarme, Liam?
Liam abrió los ojos y se sentó imitándola.
—No, no hay nada que quiera contarte —le dijo con seguridad.
Megan se volvió a echar y se acomodó para dormir, no le importaban las mantas ni que su cuarto estuviera hecho un desastre por la mudanza y las cajas con ropa, no le importaba nada porque en esos momentos quería dormir al lado de Liam, quería abrazarlo y sentirse protegida por primera vez una noche.
Megan sufría insomnio y terrores nocturnos. A media noche se despertaba gimiendo y alucinando con cosas demasiado tétricas y espeluznantes, se quedaba un buen rato escondida debajo de las mantas hasta que el miedo se le pasara, pero sólo el del sueño. Liam casi nunca estaba con ella en las noches, así que tenerlo era un privilegio. No sabía qué hacía cuando se ponía el sol, pero siempre supuso que se trataba de un sucio juego mental de su cabeza: quitarlo lo que más quería para sufrir sola en medio de la oscuridad.
Por supuesto, Megan no sabía que Liam visitaba a James en la cárcel por las noches como él no sabía que Liam estaba con Megan en el día. Una doble vida se podría decir, en el caso de que Liam estuviera vivo.
Cada vez que Megan se despertaba de una pesadilla, los terrores nocturnos aparecían. Lo peor es que sabía que no eran suyos, porque ella jamás había asesinado a alguien ni tampoco se había colgado de un árbol. Pero el punto era que siempre veía cuerpos descuartizados, manchas de sangre en las paredes y una soga colgando en medio del techo. Excepto cuando estaba con Liam por las noches, que cuando eso ocurría las cosas parecían tan apacibles y serenas que podía dormir tranquila y sin miedo.
Así que ahora se encontraba en una nube. Rodeó el cuerpo de Liam con un brazo y se aferró a su pecho para dormir. Le hubiese gustado escuchar un corazón o sentir tibies, pero era como abrazar a algo tan indescriptible y extraño que no tenía palabras para definir la sensación que le provocaba el tacto de Liam. Tal vez una, protección.
—Meg, me tengo que ir —le dijo él cuando sintió el peligro que era tenerla tan cerca.
—No te vayas, por favor.
—Meg, tienes que dormir, cuando te duermas desapareceré, lo sabes.
—Mentira, no puedo dormir, y si lo hago tengo pesadillas. Y cuando despierto es peor, es como si siguiera dentro de la pesadilla y tú no estás aquí —le espetó.
Liam no sabía sobre los terrores nocturnos de Megan. Nadie lo sabía, ella no se lo había contado a nadie por miedo a que la creyeran loca cuando estaba segura de que todas esas alucinaciones no eran suyas.
—Por favor, Liam, no sabes lo que es ver todas esas cosas sin nadie a mi lado —le dijo más como una súplica al final.
No, ella estaba equivocada, Liam sabía perfectamente lo que tener que ver eso una y otra vez frente a sus ojos. Siempre veía los rostros horrorizados de la familia de Niall cuando tenía oportunidad, y no era por placer, simplemente aparecían ahí para carcomerle la poca cordura que le quedaba.
El peor de todos era el rostro de la hermana pequeña de Niall. Liam estaba seguro de que esa niña también era un fantasma, nada más podría explicar esa obsesión que tenía con molestarlo cada vez que se encontraba solo. Si no estaba ni con Megan ni con James, la niña aparecía con el rostro bañado en sangre, con los brazos mutilados y una soga atada al cuello. Era su forma de exasperarlo, le hacía recordar el pasado.
—Buenas noches, Meg —fue lo último que le dijo antes de evaporarse frente a los ojos de Megan.
Ella escondió su rostro contra la almohada, apenas quedó sola comenzó a escuchar los gritos a su alrededor, los ruegos de piedad y el sonido de algo atravesando carne, como también el goteo de la sangre que caía de las paredes.
“Dormida o despierta es lo mismo, dormida o despierta es lo mismo…” se repetía una y otra vez, porque sabía que estaba en lo correcto.

(…)

La niña observó a Liam en la lejanía. Él estaba sentado en una banca de aquel parque y Mandy caminó hasta él como siempre, tal cual como él la había dejado cuando la asesinó.
—Oh, al fin ella te dijo lo que le estamos haciendo, ¿no? —dijo con inocencia cuando estuvo lo suficientemente cerca de Liam.
—Ella no tiene nada que ver.
—Por supuesto que sí, es mi sobrina.
—¿Entonces por qué la asustan? —Mandy entornó los ojos con astucia—. No, tú eres la que hace esto, no hay nadie más.
—Mis padres no tenían nada por lo que volver, pero yo sí. Al igual que tú, para proteger a alguien.
Liam lo sabía, esa niña era como él. Lo peor es que no la soportaba, su cabello rubio, la ropa ensangrentada, y los ojos de su hermano. Al menos podría esforzarse por cambiar de atuendo.
—Genial, ahora te tendré que soportar.
—No, si le haces algo a Niall, ahí te las tendrás que ver conmigo. No dejaré que le pongas un dedo a mi hermano, y ya no estoy tan indefensa como antes —Liam la miró a los ojos, no mentía.
—¿Y qué me harás? Te recuerdo que ya estoy muerto.
—¿En serio? —hubo algo en el tono de voz de Mandy que no le gustó para nada a Liam, tal vez la insinuación de o el sarcasmo, pero Mandy sabía algo que él no—. Tal vez a ti no, pero a Megan sí que puedo hacerle muchas cosas, por ejemplo, ya la estoy haciendo creer que está loca.
—¡Es tu sobrina! —exclamó Liam. Si Mandy le llegaba a hacer algo a Megan…
—¿Y qué? Mi hermano la tuvo con esa estúpida chica, Cassie. Si ella no hubiese aparecido en su vida, nada de esto habría pasado, ella es la culpable de que tú nos asesinaras.
Un aire frío corrió esa noche en el parque, dos fantasmas enojados y a punto de volverse espectros no era nada bueno.
Liam se tensó, la sangre sobre Mandy lo mareó y las cosas se pusieron feas en su mente. Sintió ganas de degollarla, de cortarla en pedacitos, de volverla a matar una y otra vez porque esa niña, para él, era insoportable. Y si tenía planeado hacerle daño a Megan, con mayor razón y muy justificada.
—¿Sabes lo que le pasa a Megan cuando tú no estás con ella? Le provoco las peores pesadillas que una persona pudiera tener: La obligo a ver tu vida y tus asesinatos —cuando Mandy comenzó a reírse de la palidez de Liam, él reaccionó y se lanzó sobre ella. Su cuerpo atravesó el de ella, no podían hacerse nada, pero ganas no le faltaban.
—¡Si le haces algo a Megan, mataré a Niall! —gritó Liam.
—Si lo haces te odiará por haber matado a su padre, idiota.
“Esa niña del demonio es más lista de lo que creí”, se dijo Liam. Mandy conocía las circunstancias y sabía cómo usarlas a su favor.
De pronto, las ramas de los árboles chocaron entre sí y el viento se hizo cada vez más fuerte y helado. Ninguno de los dos lo sentía o se daba cuenta de eso en aquel momento, pero muy cerca de ellos, alguien los vigilaba con ojos crítico, esperando a que hicieran alguna estupidez para poder interferir.
—¿Hagamos una tregua, quieres? Yo no le haré nada a la patética de mi sobrina y tú no le harás nada a Niall.
—Aceptaré sólo si incluyes a Cassie —la niña lo miró con odio, pero asintió. Tomaba notas mentales, Liam quería a Megan, pero Cassie era más importante para él, lo presentía por la forma en que la nombraba.
No se dieron la mano, pero el trato entre ellos era tan sagrado como un juramento. El par de ojos que los vigilaba a la distancia, entre los arbustos bufó, esperaba algo de pelea o drama, pero esos dos eran o muy civilizados o de verdad no querían crear ningún conflicto más. Lástima para ellos, que justo por esa razón habían enviado a ese ser que los espiaba a estar cerca de ellos, Liam había ocasionado un montón de problemas ese día en la escuela y Mandy no dejaba de atormentar a esa chica.
—Esperen… al primer error, les haré saber cuáles son las reglas en nuestro mundo, queridos fantasmas —murmuró el vigía y desapareció.

(…)

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Perdón por no subir /: tuve algunos problemas y abandoné la mayoría de las novelas por unas semanas, pero ahora estoy mejor así que subí los cap. :) había subido el tres, pero olvidé que aquí me faltaba publicar el segundo lol es que en tumblr iba más adelantada así que... bueno, ahí están ;)
No he leído ningún comentario, así que los contestaré ahora :D