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"Fifty Shades Of Jonas" (Joe&Tu) [Primer Libro] [Terminado]
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: "Fifty Shades Of Jonas" (Joe&Tu) [Primer Libro] [Terminado]
él la va a extrañar! Ella lo va a extrañar!
SE QUIEREEEEN!
Pero no entendí por que no se deja tocaaaar! :$$
Siguee! & Gracias por la bienvenida (:
SE QUIEREEEEN!
Pero no entendí por que no se deja tocaaaar! :$$
Siguee! & Gracias por la bienvenida (:
-Lizz-
Re: "Fifty Shades Of Jonas" (Joe&Tu) [Primer Libro] [Terminado]
AAAAAAAAAAAAAAAHHHH!!!
JOEEEE Y SUS CINCUENTA SOMMBRAAASSSS!!!!
PERO AUN ASI LO QUEREMOOSSSS!!!!!
JEJEJEJEJJEJE
AMO ESTA NOVEEE
JOEEEE Y SUS CINCUENTA SOMMBRAAASSSS!!!!
PERO AUN ASI LO QUEREMOOSSSS!!!!!
JEJEJEJEJJEJE
AMO ESTA NOVEEE
chelis
Re: "Fifty Shades Of Jonas" (Joe&Tu) [Primer Libro] [Terminado]
awww me encanta Joseph es tan dulce
Ya la quiere aunque no lo quiera reconocer
Pobre yo digo que tiene muchos traumas
Y por eso es asi
Y la va a extrañar awww
Sigula!!!
Ya la quiere aunque no lo quiera reconocer
Pobre yo digo que tiene muchos traumas
Y por eso es asi
Y la va a extrañar awww
Sigula!!!
aranzhitha
Re: "Fifty Shades Of Jonas" (Joe&Tu) [Primer Libro] [Terminado]
¿Has notado que siempre la dejan con el saludo en la boca? La señora Jones y Elizabeth jajajaa eso me mato de risa. Controlador, como siempre.
Me encantaron los dos capítulos
Me encantaron los dos capítulos
misterygirl
Re: "Fifty Shades Of Jonas" (Joe&Tu) [Primer Libro] [Terminado]
[CAPITULO 22]
Me han hecho manicura, masajes y he tomado dos copas de champán. El salón de primera clase tiene muchas buenas características. Con cada sorbo de Moet, me siento un poco más dispuesta a perdonar a Joseph y a su intervención. Abro mi MacBook, deseando probar la teoría de que funciona en cualquier parte del planeta.
____________________
De: ____ Steele
Asunto: Gestos excesivamente extravagantes
Fecha: 30 Mayo 2011 21:53
Para: Joseph Jonas
Estimado señor Jonas:
Lo que realmente me asusta es cómo sabía en qué vuelo estaba.
Su acoso no conoce límites. Esperemos que el Dr. Flynn esté de vuelta de sus vacaciones.
Me han hecho manicura, un masaje en mi espalda y he tomado dos copas de champán, un inicio muy agradable para mis vacaciones.
Gracias.
____
____________________
De: Joseph Jonas
Asunto: De nada
Fecha: 30 Mayo 2011 21:59
Para: ____ Steele
Querida señorita Steele:
El Dr. Flynn está de vuelta, y tengo una cita esta semana.
¿Quién estaba masajeándole la espalda?
Joseph Jonas
Gerente General con amigos en los sitios correctos, Jonas Enterprises Holdings Inc.
¡Ajá! Venganza. Nuestro vuelo ha sido llamado así que le enviaré un correo electrónico desde el avión. Será más seguro. Casi me abrazo con un regocijo travieso.
Hay tanto espacio en primera clase. Cóctel de champán en mano, me acomodo en el suntuoso asiento de cuero junto a la ventana mientras la cabina se llena lentamente. Llamo a Ray para decirle en dónde estoy, una llamada misericordiosamente breve, ya que es muy tarde para él.
―Te quiero, papá ―murmuro.
―Yo también, ____. Saluda a tu mamá. Buenas noches.
―Buenas noches. ―Cuelgo.
Ray está en buena forma. Miro mi Mac con la misma alegría infantil. Abriéndolo, inicio sesión en el programa de correo electrónico.
____________________
De: ____ Steele
Asunto: Fuertes y capaces manos
Fecha: 30 Mayo 2011 22:22
Para: Joseph Jonas
Querido señor:
Un joven muy agradable masajeó mi espalda. Sí. Muy agradable, de hecho. No habría conocido a Jean-Paul en la sala de embarque común, así que gracias de nuevo por ese regalo. No estoy segura de si podré enviarle un correo electrónico una vez que despegue y necesito mi sueño de belleza ya que no he estado durmiendo muy bien últimamente.
Que tenga agradables sueños señor Jonas… pensando en ti.
____
Oh, él va a enloquecer… y yo estaré en el aire y fuera de alcance. Se lo merece.
Si hubiese estado en la sala de embarque común, entonces Jean-Paul no hubiera puesto sus manos sobre mí. Era un joven muy agradable, en una forma rubia y permanentemente bronceada: honestamente, ¿quién tiene ese bronceado en Seattle? Es tan raro. Creo que era gay, pero dejaré ese detalle para mí. Miro mi correo. Kate tiene razón. Es demasiado fácil tener éxito a costa suya. Mi subconsciente me mira con una desagradable mueca en su boca: ¿realmente quieres molestarlo? Lo que ha hecho es dulce, ¿sabes? Se preocupa por ti y quiere que viajes con estilo. Sí, pero podría habérmelo preguntado o avisado. Además, me hizo parecer como una completa tonta al momento del check-in. Presiono enviar y espero, sintiéndome como una niña muy traviesa.
―Señorita Steele, tendrá que guardar su ordenador portátil para despegar ―dice amablemente la azafata, demasiado maquillada. Me hace saltar. Mi sentimiento de culpabilidad está trabajando.
―Oh, lo siento.
Mierda. Ahora voy a tener que esperar para saber si ha respondido. Ella me entrega una suave manta y una almohada, mostrando sus dientes perfectos. Pongo la manta sobre mis rodillas. Es agradable sentirse protegida algunas veces.
La cabina se ha llenado, excepto por el asiento a mi lado que todavía está desocupado. ¡Oh, no!... un pensamiento perturbador me cruza la mente. Tal vez el asiento es de Joseph. Oh, mierda… no… él no lo haría, ¿verdad? Le dije que no quería que viniera conmigo. Echo un vistazo a mi reloj ansiosamente y luego, la voz incorpórea de la cabina de vuelo anuncia―: Los tripulantes a cabina, puertas en control automático y correctamente armadas.
¿Qué significa eso? ¿Están cerrando las puertas? Mi cuero cabelludo pica mientras me siento, expectante. El asiento a mi lado es el único desocupado en la cabina con dieciséis plazas. El avión se sacude mientras despega y doy un suspiro de alivio, pero siento un leve cosquilleo de decepción también… Nada de Joseph durante cuatro días. Le doy un vistazo a mi BlackBerry.
____________________
De: Joseph Jonas
Asunto: Disfrútalo mientras puedas
Fecha: 30 Mayo 2011 22:25
Para: ____ Steele
Querida señorita Steele:
Sé lo que estás tratando de hacer y confía en mí, has tenido éxito. La próxima vez estarás en la bodega de carga, atada y amordazada en un cajón. Créeme cuando digo que atenderte en ese estado me dará mucho más placer que simplemente subir de clase tu pasaje.
Espero tu regreso.
Joseph Jonas
Gerente General con la mano ardiendo por palmear, Jonas Enterprises Holdings Inc.
Mierda. Ese es el problema con el humor de Joseph: nunca se puede estar seguro de si está bromeando o si está realmente enojado. Sospecho que en esta ocasión está realmente enojado. Disimuladamente, para que la azafata no pueda ver, escribo una respuesta debajo de la manta.
____________________
De: ____ Steele
Asunto: ¿Bromeando?
Fecha: 30 Mayo 2011 22:30
Para: Joseph Jonas
Ya ves. No tengo ni idea de si estás bromeando y si no lo estás, entonces, creo que me quedaré en Georgia. Las jaulas son un límite duro para mí. Lamento haberte hecho enojar. Dime que me perdonas.
____
____________________
De: Joseph Jonas
Asunto: Bromeando
Fecha: 30 Mayo 2011 22:31
Para: ____ Steele
¿Cómo puedes estar enviando un correo electrónico? ¿Estás poniendo en riesgo la vida de cada uno de los pasajeros a bordo, incluyendo la tuya, al usar tu BlackBerry? Creo que infringes alguna de las reglas.
Joseph Jonas
Gerente General, con dos manos ardiendo por dar palmadas, Jonas Enterprises Holdings Inc.
¡Ambas palmas! Alejo mi BlackBerry, me recuesto, espero a que el avión salga a la pista y saco mi maltrecha copia de Tess, una lectura ligera para el viaje. Una vez que estamos volando, hecho mi asiento hacia atrás y pronto me quedo dormida.
La azafata me despierta a medida que comenzamos nuestro descenso a Atlanta. La hora local es 5:45 de la mañana, pero sólo he tenido cuatro horas de sueño o algo así… Me siento mareada, pero agradecida por el vaso de jugo de naranja que me entrega. Echo un nervioso vistazo a mi BlackBerry. No hay más mensajes de Joseph. Bueno, son casi las tres de la mañana en Seattle y probablemente quiere disuadirme de arruinar el sistema de aviónica o lo que sea que evita que los aviones vuelen si los teléfonos móviles estén encendidos.
La espera en Atlanta es sólo de una hora. Y de nuevo estoy disfrutando en los confines de la sala de primera clase. Siento la tentación de acurrucarme y dormir en uno de los lujosos y acogedores sillones que se hunden suavemente bajo mi peso. Pero no voy a tener el tiempo suficiente. Para mantenerme despierta, empiezo una larga travesía por la conciencia de Joseph en mi portátil.
____________________
De: ____ Steele
Asunto: ¿Te gusta asustarme?
Fecha: 31 Mayo 2011 06:52 EST
Para: Joseph Jonas
Sabes cuánto me disgusta que gastes dinero en mí. Sí, eres muy rico, pero aun así me hace sentir incómoda, como si estuvieras pagándome por sexo. Sin embargo, me gusta viajar en primera clase, es mucho más civilizado que el vagón. Así que, gracias. Lo digo en serio y sí disfruté del masaje de Jean Paul. Era bastante gay. Omití esa parte en mi correo electrónico porque estaba enojada contigo y lo lamento.
Pero como siempre, reaccionas de forma exagerada. No puedes escribirme ese tipo de cosas… atada y amordazada en una caja: ¿lo decías en serio o era una broma? Eso me asusta… tú me asustas… estoy completamente atrapada en tu hechizo, considerando un estilo de vida contigo del que ni siquiera sabía que existía hasta el sábado de la semana pasada y luego me escribes algo así y quiero salir corriendo a las montañas. No lo haré, por supuesto, porque te echaría de menos. Realmente te extraño. Quiero que lo nuestro funcione, pero me aterra cuan profundos son los sentimientos que tengo por ti y el camino oscuro al que me estás llevando. Lo que me estás ofreciendo es erótico, sexy y tengo curiosidad, pero también estoy asustada de que me hieras; física y emocionalmente. Después de tres meses podrías decir adiós y ¿en dónde me deja eso sí lo haces? Pero supongo que el riesgo existe en cualquier relación. Este simplemente no es el tipo de relación que tenía prevista, sobre todo siendo la primera. Es un gran salto de fe para mí.
Tenías razón cuando dijiste que no tenía un hueso de sumisa en mi cuerpo… y estoy de acuerdo contigo ahora. Una vez dicho esto, quiero estar contigo y si eso es lo que tengo que hacer, me gustaría probar, pero creo que lo arruinaré y terminaré llena de moretones y esa idea no me seduce, en absoluto.
Estoy tan feliz de que hayas dicho que intentarás más. Sólo tengo que pensar en lo que significa “más” para mí y esa es una de las razones de por qué quería algo de distancia. Me deslumbras tanto que se me hace muy difícil pensar con claridad cuando estamos juntos.
Están llamando a mi vuelo. Tengo que irme.
Hasta más tarde…
Tu ____.
Presiono enviar y hago mi camino, adormilada hacia la puerta de embarque para abordar un avión diferente. Éste tiene sólo seis asientos de primera clase y una vez que estamos en el aire, me acurruco debajo de mi suave manta y me quedo dormida.
Demasiado pronto me despierta la azafata, me ofrece más jugo de naranja a medida que comenzamos a acercarnos al Aeropuerto Internacional de Savannah. Tomo un poco, extremadamente fatigada y me permito sentir una pizca de emoción. Voy a ver a mi madre por primera vez en seis meses. Doy otra mirada furtiva a mi BlackBerry, recuerdo vagamente haberle enviado un largo correo electrónico a Joseph, pero no hay respuesta. Son las cinco de la mañana en Seattle, espero que todavía este dormido y no tocando lamentos fúnebres en su piano.
La belleza del equipaje de mano es que una puede salir libremente del aeropuerto sin esperar interminablemente por las maletas en las cintas transportadoras.
Mi mamá está esperándome con Bob y es tan bueno verlos. No sé si es porque estoy exhausta, por el largo viaje o por todo el asunto con Joseph, pero tan pronto como estoy en los brazos de mi madre, me deshago en lágrimas.
―Oh, ____, cariño. Debes estar tan cansada. ―Mira ansiosamente a Bob.
―No, mamá, es sólo… estoy tan encantada de verte. ―La abrazo fuertemente.
Se siente tan bien, tan acogedor, como un hogar. A regañadientes me separo de ella y Bob me da un abrazo incómodo con un solo brazo. Parece inestable en sus pies y recuerdo que tiene su pierna lastimada.
―Bienvenida, ____. ¿Por qué estás llorando? ―pregunta.
―Ay, Bob, sólo estoy contenta de verte a ti también. ―Miro su atractivo rostro de mandíbula cuadrada y sus brillantes ojos azules que me miran afectuosamente. Me gusta este esposo, mamá. Puedes quedártelo. Él toma mi mochila.
―Cielos, ____, ¿qué traes aquí dentro?
Eso debe ser la Mac y ambos ponen sus brazos a mí alrededor mientras nos dirigimos al estacionamiento.
Siempre olvido lo increíblemente caluroso que es Savannah. Dejando el fresco y agradable aire acondicionado de la terminal, nos adentramos en el calor de Georgia como si lo estuviéramos usando. ¡Wow! Está en todos lados. Debo salirme del abrazo de mamá y Bob para poder sacarme mi chaqueta. Me alegra tanto haber empacado pantalones cortos. Extraño el calor seco de las Vegas a veces, donde viví con mamá y Bob cuando tenía diecisiete, pero este calor húmedo, incluso a las 8:30 de la mañana, requiere de cierta adaptación. Para cuando estoy de vuelta en la parte trasera del Tahoe Suv con maravilloso aire acondicionado, me siento floja y mi cabello ha comenzado con una protesta de frizz contra el calor.
En la parte trasera del SUV, rápidamente les envío un texto a Ray, Kate y Joseph:
Mis pensamientos se desvían brevemente a José mientras presiono enviar y a través de la niebla de mi fatiga, recuerdo que su show es la semana próxima. ¿Debería invitar a Joseph sabiendo cómo se siente sobre José? ¿Joseph me querrá ver de nuevo después de ese correo? Me estremezco ante el pensamiento y luego lo saco de mi mente. Lidiaré con eso luego. Ahora mismo, voy a disfrutar de la compañía de mi mamá.
―Cariño, debes estar cansada. ¿Te gustaría dormir cuando lleguemos a casa?
―No, mamá, me gustaría ir a la playa.
Estoy usando mi traje de baño azul de dos piezas, tomando una coca cola dietética en una reposera, mirando al Océano Atlántico. Y pensar que sólo ayer estaba mirando hacia el sonido del Pacífico.
Mi madre está recostada junto a mí, con un sombrero ridículamente grande para el sol y lentes oscuros Jackie O, tomando también una coca cola. Estamos en la playa Tybee Island, sólo a tres cuadras de casa.
Ella sostiene mi mano. Mi fatiga se ha ido mientras absorbo el sol y me siento cómoda, segura y cálida. Por primera vez en muchísimo tiempo, comienzo a relajarme.
―Así que, ____... cuéntame sobre este hombre que te tiene tan revuelta.
¡Revuelta! ¿Cómo puede saberlo? ¿Qué le puedo decir? No puedo hablar de Joseph con muchos detalles por el CDC, pero incluso así, ¿elegiría hablarle a mi madre sobre eso? Me quedo en blanco ante mis pensamientos.
―¿Bien?
―Su nombre es Joseph. Es más que buen mozo. Es rico… muy rico. Es muy complicado e inestable.
Sí… me siento bastante complacida con mi conciso y adecuado resumen. Me giro sobre mi costado para mirarla, justo mientras hace el mismo movimiento. Me mira con sus ojos azules, claros como el cristal.
―Complicado e inestable son dos piezas de información en las que me quiero concentrar, ____.
Oh no…
―Oh, mamá, sus cambios de humor me marean. Tuvo una infancia difícil, así que es muy cerrado, difícil de equilibrar.
―¿Te gusta?
―Más que eso.
―¿En serio? ―Ella me mira.
―Sí, mamá.
―Los hombres no son realmente complicados, ____, cariño. Son criaturas muy simples, literales. Usualmente quieren decir lo que dicen. Y pasamos demasiadas horas tratando de analizar lo que han dicho, cuando realmente es obvio. Si fuera tú, lo tomaría literalmente. Eso podría ayudar.
La observo. Suena como un buen consejo. Tomar a Joseph literalmente. Inmediatamente, algunas de las cosas que me ha dicho aparecen en mi mente.
“No quiero perderte…”
“Me has hechizado…”
“Me has cautivado por completo…”
“Te extrañaré también… más de lo que te imaginas…”
Miro a mi madre. Está en su cuarto matrimonio. Tal vez si sabe algo sobre los hombres después de todo.
―La mayoría de los hombres son malhumorados, querida, algunos más que otros. Toma a tu padre, por ejemplo… ―Sus ojos se suavizan y se entristecen siempre que piensa en mi padre. Mi padre real, este hombre mítico al que nunca conocí, arrancado tan cruelmente de nuestro lado en un accidente en un entrenamiento de combate cuando era un marine. Parte de mí piensa que mi madre ha estado buscando a alguien parecido a mi padre todo este tiempo… tal vez finalmente encontró lo que había estado buscando en Bob. Lástima que no pudo encontrarlo con Ray―. Solía pensar que tu padre era malhumorado. Pero ahora, cuando miro hacia atrás, pienso que sólo estaba demasiado atrapado en su trabajo y tratando de sacarnos adelante a nosotras. ―Suspira―. Era tan joven, ambos los éramos. Tal vez ese fue el problema.
Hmm… Joseph no es exactamente viejo. Le sonrío cariñosamente. Puede ponerse muy sentimental cuando piensa en mi padre, pero estoy segura de que no se parecía en nada a los cambios de humor de Joseph.
―Bob quiere llevarnos a cenar afuera esta noche. A su club de golf.
―¡Oh, no! ¿Bob empezó a jugar al golf? ―Toso sin creerlo.
―Dímelo a mí ―gruñe mi madre, poniendo sus ojos en blanco.
Luego de un ligero almuerzo en la casa, comienzo a desempacar. Me voy a consentir a mí misma con una siesta. Mi madre ha desaparecido para moldear algunas velas o lo que sea que hace con ellas y Bob está en el trabajo, así que tengo tiempo para conseguir algo de sueño. Abro la Mac y la enciendo. Son las dos de la tarde en Georgia, once de la mañana en Seattle. Me pregunto si tendré una respuesta de Joseph. Nerviosamente, entro al correo electrónico.
____________________
De: Joseph Jonas
Asunto: ¡Finalmente!
Fecha: 31 Mayo 2011 07:30
Para: ____ Steele
____:
Estoy molesto de que tan pronto como pones un poco de distancia entre nosotros, te comunicas abierta y honestamente conmigo. ¿Por qué no puedes hacer eso cuando estamos juntos? Sí, soy rico. Acostúmbrate a ello. ¿Por qué no debería gastar dinero en ti? Le hemos dicho a tu padre que soy tu novio, por el amor de Dios. ¿No es eso lo que los novios hacen? Como tú Amo, espero que aceptes lo que sea que gasto en ti, sin quejas. Por cierto, dile a tu madre también.
No sé cómo responder a tu comentario sobre que te sientes como una prostituta. Sé que no es eso lo que escribiste, pero es lo que está implícito. No sé qué puedo decir o hacer para erradicar esos sentimientos. Me gustaría que tengas lo mejor de todo. Trabajo excepcionalmente duro para poder gastar mi dinero como me plazca. Podría comprarte lo que tu corazón desee, ____ y quiero hacerlo. Llámalo redistribución de la riqueza, si quieres. O simplemente confía en que no lo haría, no podría nunca pensar en ti del modo en que lo describiste y me enoja que te percibas a ti misma así. Para ser una joven tan inteligente, ocurrente y hermosa, realmente tienes algunos serios problemas de autoestima y tengo algunas ideas acerca de arreglarte una cita con el Dr. Flynn.
Me disculpo por asustarte. Encuentro el pensamiento de provocarte miedo aberrante. ¿Realmente piensas que dejaría que viajaras con el equipaje? Te ofrecí mi jet privado, por Dios Santo. Sí, fue una broma, una muy mala obviamente. De cualquier modo, el hecho es que la idea de tenerte atada y amordazada me excita ―esto no es una broma, es cierto―: puedo olvidar la caja, no significan nada para mí. Sé que tienes problemas con los juguetes, hemos hablado sobre eso y sí, cuando los use contigo, lo discutiremos. Lo que creo que no logras entender, es que en las relaciones Dom/sum, es el sumiso el que tiene todo el poder. Esa eres tú. Repetiré esto: tú eres la única con todo el poder. No yo. En la casa del bote dijiste que no. No puedo tocarte si dices que no, por eso es que tenemos un acuerdo, lo que sí y lo que no harás. Si probamos cosas y no te gustan, podemos revisar el acuerdo. Depende de ti, no de mí. Y si no quieres ser atada en una caja con algunos juguetes, entonces no sucederá. Quiero compartir mi estilo de vida contigo. Nunca había querido tanto algo. Estoy en deuda contigo, que alguien tan inocente esté dispuesta a probar. Eso me dice más de lo que puedas imaginar. Fallas en ver que yo también estoy preso de tu hechizo, aunque te he dicho esto incontables veces. No quiero perderte. Estoy nervioso porque has volado casi cinco mil kilómetros para alejarte de mí por unos días porque no puedes pensar con claridad cuando estamos cerca. Me sucede lo mismo, ____. Mi razón se desvanece cuando estamos juntos, esa es la profundidad de mi sentimiento por ti.
Entiendo tus dudas. Traté de alejarme de ti. Sabía que eras inexperimentada, aunque nunca hubiera tratado de convencerte de haber sabido exactamente cuan inocente eras… y aun así, te las arreglas para desarmarme completamente, de un modo en que nadie lo había hecho antes. Tú correo, por ejemplo: Lo he leído y releído incontables veces tratando de entender tu punto de vista. Tres meses es una cantidad arbitraria de tiempo. ¿Podríamos hacerlo seis meses, un año? ¿Qué tanto tiempo quieres que dure? ¿Qué te haría sentir cómoda?
Dime.
Entiendo que este es un gran acto de fe para ti. Debo ganarme tu confianza, pero para eso, debes comunicarte conmigo cuando estoy fallando en algo. Pareces tan fuerte y segura y luego leo lo que has escrito aquí y veo otro lado tuyo. Debemos guiarnos el uno al otro, ____ y sólo puedo obtener las direcciones de ti. Debes ser honesta conmigo y ambos debemos encontrar un modo de hacer que este acuerdo funcione.
Tu preocupación sobre no estar siendo sumisa. Bueno, tal vez eso es cierto. Habiendo dicho eso, el único momento en que debes asumir el comportamiento correcto de una sum es en la habitación de juegos. Parece que es el único lugar en el que me dejas ejercer el control apropiado sobre ti y el único lugar en el que haces lo que se te dice. Ejemplar es el término que se me viene a la mente. Y nunca te golpearía hasta dejarte con moretones. Me gusta el rosa. Fuera de la habitación de juegos, me gusta que me desafíes. Así que sí, dime lo que quieres en términos de más. Me esforzaré en mantener una mente abierta, trataré de darte el espacio que necesitas y me mantendré alejado de ti mientras estés en Georgia. Espero ansiosamente tu próximo correo.
Mientras tanto, disfruta de tus días fuera. Pero no demasiado.
Joseph Jonas
Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.
Santo Dios. Escribió un ensayo como si estuviéramos de vuelta en la escuela… y es principalmente bueno.
Mi corazón está en mi boca mientras re-leo su epístola y me acurruco en la cama prácticamente abrazando mi Mac. ¿Hacer nuestro acuerdo a un año? ¡Tengo el poder! Mierda, voy a tener que pensarlo. Tómalo literalmente, eso dice mi mamá. No quiere perderme. ¡Lo dijo dos veces! Él quiere que las cosas también funcionen. ¡Oh, Joseph, yo también! ¡Lo va a intentar y se alejará! ¿Eso significa que puede fallar alejándose? De repente, lo espero. Quiero verlo. Hemos estado separados menos de veinticuatro horas y sabiendo que no lo puedo ver por cuatro días, me doy cuenta de cuanto lo extraño. De cuanto lo quiero.
―____, cariño. ―La voz es suave y cálida, llena de amor y recuerdos de un tiempo que pasó.
Una suave mano acaricia mi rostro. Mi mamá me despierta y estoy envuelta alrededor de mi laptop, abrazándola.
―____, corazón ―continua con su suave voz cantarina mientras resurjo de mi sueño, pestañeando en la pálida luz rosa del anochecer.
―Hola, mamá. ―Me estiro y sonrío.
―Vamos a salir a cenar en treinta minutos. ¿Todavía quieres venir? ―pregunta amablemente.
―Oh, sí mamá, por supuesto. ―Trato, pero fallo al ocultar mi bostezo.
―Ahora, eso es una impresionante pieza de tecnología. ―Señala mi laptop.
Oh, mierda.
―Oh… ¿esto? ―Me esfuerzo por ser casual, sonar despreocupada.
¿Mamá lo notará? Parece haberse vuelto más astuta desde que adquirí un “novio”.
―Joseph me la prestó. Creo que puedo pilotear el espacio exterior con ella, pero sólo la uso para enviar correos y para tener acceso a Internet.
No es nada, en verdad. Mirándome sospechosamente, se sienta en la cama y mete un mechón de cabello detrás de mí oreja.
―¿Te ha enviado correos?
Oh, doble mierda.
―Sí. ―Mi indiferencia se está volviendo débil y me ruborizo.
―Tal vez te está extrañando, ¿huh?
―Eso espero, mamá.
―¿Qué dice él?
Oh, triple mierda. Frenéticamente, trato de pensar en algo aceptable del correo que le pueda decir a mi mamá. Estoy segura que no quiere escuchar sobre Dominadores, esclavitud y arcadas, pero no puedo decirle porque hay un CDC.
―Me dijo que disfrutara, pero no mucho.
―Suena razonable. Te dejaré para que te arregles, cariño. ―Inclinándose, besa mi frente―. Estoy tan feliz de que estés aquí, ____. Es maravilloso verte. ―Y con esa declaración de amor, se va.
Hmm, Joseph y razonable… dos conceptos que pensé que eran mutuamente exclusivos, pero después de su correo, tal vez todas las cosas son posibles. Niego con mi cabeza. Necesitaré tiempo para digerir sus palabras. Probablemente después de la cena y entonces, quizás, pueda responderle. Salgo de la cama, rápidamente me quito mi camisa y shorts y me dirijo a la ducha.
Traje el vestido gris con cuello halter que usé para mi graduación. Es la única cosa elegante que tengo. Lo único bueno sobre el calor es que las arrugadas se han ido, así que creo que estaré bien para el club de golf. Mientras me visto, prendo la laptop. No hay nada nuevo de Joseph y siento una punzada de decepción. Rápidamente le escribo un correo.
____________________
De: ____ Steele
Asunto: ¿Verboso?
Fecha: 31 Mayo 2011 19:08 EST
Para: Joseph Jonas
Señor, usted es un escritor locuaz. Tengo que ir a cenar al campo de golf de Bob y sólo para que sepas, estoy poniendo mis ojos en blanco ante el pensamiento. Pero tú y tu palma agitada están muy lejos, así que mi trasero está a salvo, por ahora. Amé tu correo. Lo responderé cuando pueda. Ya te extraño. Disfruta tu tarde.
Tu ____.
____________________
De: Joseph Jonas
Asunto: Tu trasero
Fecha: 31 Mayo 2011 16:10
Para: ____ Steele
Querida señorita Steele:
Estoy distraído por el tema de este correo. Sobra decir que está a salvo, por ahora. Disfruta tu cena. También te extraño, especialmente a tu trasero y a tu boca inteligente. Mi tarde será aburrida, iluminada sólo por los pensamientos de ti y tus ojos en blanco. Creo que fuiste tú quien tan juiciosamente me indicó que también sufro de un hábito desagradable.
Joseph Jonas
Gerente General y Ponedor de Ojos en blanco, Jonas Enterprises Holdings Inc.
____________________
De: ____ Steele
Asunto: Ojos en blanco
Fecha: 31 Mayo 2011 19:14 EST
Para: Joseph Jonas
Querido señor Jonas:
Deja de enviarme correos. Estoy tratando de arreglarme para la cena. Distraes mucho, incluso cuando estás en el otro lado del continente. Y sí, ¿quién te golpea a ti cuando pones tus ojos en blanco?
Tu ____.
Presiono enviar e inmediatamente, la imagen de esa bruja malvada de la señora Robinson viene a mi mente. Simplemente no puedo imaginarlo. Joseph siendo golpeado por alguien tan viejo como mi madre, es simplemente tan incorrecto. De nuevo me preguntó que daño causó ella. Mi boca se posiciona en una línea deprimente. Necesito una muñeca con alfileres en ella, tal vez de esa manera pueda descargar un poco el odio que siento contra esta extraña.
____________________
De: Joseph Jonas
Asunto: Tu trasero
Fecha: 31 Mayo 2011 16:18
Para: ____ Steele
Querida señorita Steele:
Todavía prefiero mi título al tuyo, por muchas razones. Es suerte que yo sea el dueño de mi propio destino y nadie me castiga. Excepto mi madre y el Dr. Flynn ocasionalmente, por supuesto. Y tú.
Joseph Jonas
Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.
____________________
De: ____ Steele
Asunto: Castigando… ¿yo?
Fecha: 31 Mayo 2011 19:22 EST
Para: Joseph Jonas
Querido señor:
¿Cuándo me armaré de valor para castigarte? Creo que me estás confundiendo con alguien más… lo cual es muy preocupante. En verdad tengo que arreglarme.
Tu ____.
____________________
De: Joseph Jonas
Asunto: Tu trasero
Fecha: 31 Mayo 2011 16:25
Para: ____ Steele
Querida señorita Steele:
Lo haces todo el tiempo. ¿Puedo subir el cierre de tu vestido?
Joseph Jonas
Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.
Por alguna razón desconocida, sus palabras saltan fuera de la página y me hace jadear. Oh… él quiere jugar.
____________________
De: ____ Steele
Asunto: NC-17
Fecha: 31 Mayo 2011 19:28 EST
Para: Joseph Jonas
Preferiría que bajaras el cierre.
____________________
De: Joseph Jonas
Asunto: Cuidado con lo que deseas…
Fecha: 31 Mayo 2011 16:31
Para: ____ Steele
YO TAMBIÉN.
Joseph Jonas
Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.
____________________
De: ____ Steele
Asunto: Jadeando
Fecha: 31 Mayo 2011 19:33 EST
Para: Joseph Jonas
Lentamente…
____________________
De: Joseph Jonas
Asunto: Gimiendo
Fecha: 31 Mayo 2011 16:35
Para: ____ Steele
Desearía estar ahí.
Joseph Jonas
Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.
____________________
De: ____ Steele
Asunto: Gimiendo
Fecha: 31 Mayo 2011 19:37 EST
Para: Joseph Jonas
YO TAMBIÉN.
―¡____! ―grita mi mamá, haciéndome saltar. Mierda. ¿Por qué me siento tan culpable?
―Ya voy, mamá.
____________________
De: ____ Steele
Asunto: Gimiendo
Fecha: 31 Mayo 2011 19:39 EST
Para: Joseph Jonas
Tengo que irme. Después, nene.
Llego corriendo al pasillo donde Bob y mi mamá están esperando. Mi madre frunce el ceño.
―Querida, ¿te sientes bien? Te ves un poco colorada.
―Mamá, estoy bien.
―Te ves adorable, querida.
―Oh, este en un vestido de Kate. ¿Te gusta?
Frunce su ceño.
―¿Por qué estás usando el vestido de Kate?
Oh… no.
―Bueno, a mí me gusta y a ella no ―improviso rápidamente.
Me considera sagazmente mientras Bob emana impaciencia con su mirada avergonzada y hambrienta.
―Mañana te llevaré de compras ―dice ella.
―Oh, mamá, no necesitas hacer eso. Tengo mucha ropa.
―¿No puedo hacer algo por mi propia hija? Vamos, Bob se está muriendo de hambre.
―Muy cierto ―gime Bob, frotando su estómago y asumiendo una falsa expresión de dolor.
Me río por lo bajo mientras él pone sus ojos en blanco y salimos por la puerta.
Más tarde, cuando estoy en la ducha enfriándome bajo el agua tibia, reflexiono sobre cuánto ha cambiado mi madre. En la cena estaba en su elemento, divertida, coqueta y entre tantos amigos en el club de golf. Bob era amable y atento… parecen tan adecuados el uno para el otro. En verdad estoy feliz por ella. Significa que puedo dejar de preocuparme por ella, de repensar sus decisiones y poner los días oscuros de Esposo Número Tres detrás de nosotras. Bob se queda. Y ella me está dando buenos consejos. ¿Cuándo empezó a suceder esto? Desde que conocí a Joseph. ¿Por qué?
Cuando termino, me seco, con ganas de regresar a Joseph. Hay un correo esperándome, enviado justo después de que me fui a cenar hace un par de horas.
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De: Joseph Jonas
Asunto: Plagio
Fecha: 31 Mayo 2011 16:41
Para: ____ Steele
Me robaste mi línea.
Y me dejaste colgado.
Disfruta tu cena.
Joseph Jonas
Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.
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De: ____ Steele
Asunto: ¿Quién eres para gritar robo?
Fecha: 31 Mayo 2011 22:18
Para: Joseph Jonas
Señor, creo que descubrirás que la línea pertenece originalmente a Elliot.
Y colgado ¿cómo?
Tu ____.
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De: Joseph Jonas
Asunto: Asuntos inconclusos
Fecha: 31 Mayo 2011 19:22
Para: ____ Steele
Señorita Steele:
Volviste. Te fuiste de pronto, justo cuando las cosas se ponían interesantes.
Elliot no es muy original. Debe haberle robado esa línea a alguien.
¿Cómo estuvo la cena?
Joseph Jonas
Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.
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De: ____ Steele
Asunto: ¿Asuntos inconclusos?
Fecha: 31 Mayo 2011 22:26
Para: Joseph Jonas
La cena estuvo bien, te complacerá oír que comí bastante.
¿Poniéndose interesante? ¿Cómo?
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De: Joseph Jonas
Asunto: Definitivamente Asuntos inconclusos
Fecha: 31 Mayo 2011 19:30
Para: ____ Steele
¿Estás siendo deliberadamente obtusa? Me pareció que me pediste que te desabrochara el vestido.
Y yo estaba buscando la manera de hacer justamente eso. Y me alegra oír que estás comiendo.
Joseph Jonas
Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.
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De: ____ Steele
Asunto: Bueno… siempre está el fin de semana
Fecha: 31 Mayo 2011 22:36
Para: Joseph Jonas
Por supuesto que como… Es la incertidumbre que siento a tu alrededor lo que me hace alejarme de la comida.
Y yo nunca sería obtusa sin saberlo, señor Jonas.
Estoy segura de que ya te has dado cuenta de eso.
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De: Joseph Jonas
Asunto: No puedo esperar
Fecha: 31 Mayo 2011 19:40
Para: ____ Steele
Recuerdo eso, señorita Steele y sin duda uso mis conocimientos en ventaja propia.
Lamento oír que te alejo de la comida. Yo creía que tenía un efecto más concupiscente en ti. Esa ha sido mi experiencia… y la más placentera también.
Espero con interés la próxima vez.
Joseph Jonas
Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.
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De: ____ Steele
Asunto: Ejercicio Lingüístico
Fecha: 31 Mayo 2011 22:36
Para: Joseph Jonas
¿Has estado jugando con el diccionario de nuevo?
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De: Joseph Jonas
Asunto: Me suenan las tripas
Fecha: 31 Mayo 2011 19:40
Para: ____ Steele
Me conoces tan bien, señorita Steele.
Voy a cenar con un viejo amigo ahora, así que voy a manejar.
Nos vemos luego, nena.
Joseph Jonas
Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.
¿Qué Viejo amigo? Creo que Joseph no tiene ningún Viejo amigo excepto por… ella.
Le frunzo el ceño a la pantalla. ¿Por qué tiene que seguir viéndola?
Celos abrasadores, verdes y espesos me atraviesan inesperadamente. Quiero golpear algo, preferentemente a la señora Robinson.
Cierro la laptop enojada y me subo a la cama.
Realmente debería responder su largo correo de esta mañana, pero de pronto, estoy muy enojada. ¿Por qué no puede verla por lo que es: una abusadora de niños? Apago las luces, sentándome, mirando hacia la oscuridad.
¿Cómo se atreve? ¿Cómo se atreve a aprovecharse de un adolescente vulnerable? ¿Sigue haciéndolo? ¿Por qué se detuvieron?
Varios escenarios se filtran por mi mente: él había tenido suficiente, pero entonces ¿por qué sigue siendo su amigo? Lo mismo con ella, ¿se había casado? ¿Divorciado? Demonios, ¿habrá tenido hijos propios? ¿Habrá tenido hijos con Joseph? Mi subconsciente levanta su horrible cabeza, mirándome de reojo y estoy sorprendida y descompuesta con el pensamiento. ¿Sabe el Dr. Flynn sobre ella?
Salto fuera de mi cama y enciendo la malévola maquina otra vez. Estoy en una misión.
Ingreso a Google imágenes y escribo “Joseph Jonas” en el buscador. La pantalla de pronto se llena con imágenes de Joseph: corbata negra, traje,… Demonios, la foto de José del Heathman, con su camisa blanca y pantalones de franela. ¿Cómo consiguen poner eso en Internet? Hombre, él se ve muy bien.
Sigo adelante: hay algunas con sus asociados y otras fotografías del hombre más fotogénico que conozco íntimamente. ¿Íntimamente? ¿Conozco íntimamente a Joseph?
Lo conozco sexualmente, pero me imagino que debe haber mucho más por descubrir. Sé que es temperamental, difícil, divertido, frío y cálido. ¡Dios! El hombre es una bola caminante de contradicciones. Hago clic en la siguiente página. Sigue saliendo a solas en todas estas fotografías y recuerdo a Kate mencionando que no había podido encontrar nunca una foto de él con alguna cita, respaldando su teoría de que era homosexual.
Entonces, en la tercera página, hay una foto de nosotros dos juntos en mi graduación. La única foto en la que sale con una mujer y soy yo.
Santa vaca. Estoy en Google. Nos miro. Me veo sorprendida por la cámara, nerviosa, fuera de balance. Esto fue justo antes de que aceptara intentar su acuerdo. Por su parte, Joseph se ve imposiblemente guapo, calmado, sereno y está usando esa corbata. Lo observo, su rostro increíblemente bello, un rostro bello que podría estar mirando a la maldita señora Robinson en estos momentos.
Guardo la fotografía en mis favoritos y busco por las otras 18 páginas… nada. No encuentro a la señora Robinson en Google. Pero tengo que saber si está con ella. Le escribo un rápido correo a Joseph.
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De: ____ Steele
Asunto: Compañía inapropiada para la cena
Fecha: 31 Mayo 2011 23:58
Para: Joseph Jonas
Espero que tú y tu amigo tengan una cena muy placentera.
____
PD: ¿Es la señora Robinson?
Presiono enviar y, desalentada, trepo de regreso a la cama, cuestionándome si debo o no preguntarle a Joseph sobre su relación con esa mujer. Una parte de mí está desesperada por saber más y otra parte quiere olvidarse de todo lo que alguna vez me dijo.
Y mi período ha comenzado, así que debo recordar tomar mi píldora en la mañana. Rápidamente, programo una alarma en el calendario de mi BlackBerry. Dejándola a un lado en la mesa de noche, me acuesto y finalmente me deslizo en un tranquilo sueño, deseando que estuviéramos en la misma ciudad y no a casi cinco mil kilómetros de distancia.
Después de una mañana de compras y una tarde de regreso en la playa, mi madre ha decidido que deberíamos pasar la noche en un bar. Abandonando a Bob en la televisión, nos encontramos en el bar del hotel más exclusivo en Savannah. Voy por mi segundo Cosmopolitan. Mi madre ya lleva el tercero.
Me ofrece más información sobre el frágil ego masculino. Es muy desconcertante.
―Verás, ____. Los hombres creen que todo lo que sale de la boca de una mujer es un problema que debe ser resuelto. Y no sólo una vaga idea de lo que nos gustara hablar por un rato y luego olvidar. Los hombres prefieren acción.
―Mamá, ¿por qué me dices esto? ―pregunto, fallando en esconder mi exasperación. Ella ha estado así todo el día.
―Cariño, suenas tan pérdida. Nunca llevaste a un chico a casa. Ni siquiera tuviste un novio cuando estuvimos en las Vegas. Pensaba que algo podía estar pasando con ese chico que conociste en la universidad, José.
―Mamá, José es sólo un amigo.
―Lo sé, cariño. Pero algo está pasando y no creo que me estés contando todo.
Me mira, su rostro inundado de preocupación maternal.
―Simplemente necesito algo de distancia con Joseph para esclarecer mis ideas, eso es todo. Él tiende a abrumarme.
―¿Abrumarte?
―Sí. Sin embargo, lo extraño. ―Frunzo el ceño.
No he oído de Joseph en todo el día. Ningún correo, nada. Y estoy tentada a llamarlo para ver si está bien.
Mi mayor miedo es que haya tenido un accidente automovilístico. Mi segundo peor miedo, es que la señora Robinson haya clavado sus malévolas garras en él otra vez. Sé que es irracional, pero en lo a que ella concierne, al parecer he perdido todo mi sentido de la perspectiva.
―Cariño, tengo que visitar el cuarto de baño.
La breve ausencia de mi madre me da otra oportunidad para revisar mi BlackBerry. Había estado intentando todo el día revisar clandestinamente mis correos.
Finalmente, una respuesta de Joseph.
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De: Joseph Jonas
Asunto: Compañera de cena
Fecha: 1 Junio 2011 21:40
Para: ____ Steele
Sí, cené con la señora Robinson. Ella es simplemente una vieja amiga, ____.
No puedo esperar a volver a verte. Te extraño.
Joseph Jonas
Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.
Él había cenado con ella. Me pica la cabeza mientras la adrenalina y la furia se lanzan a través de mi cuerpo, todos mis mayores miedos haciéndose realidad, estrellándose contra mí. ¿Cómo pudo? Me alejo por dos días y sale corriendo hacia esa perra malvada.
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De: ____ Steele
Asunto: Una VIEJA compañía de cena
Fecha: 1 Junio 2011 21:42
Para: Joseph Jonas
Ella no es una vieja amiga.
¿Ha encontrado otro adolescente al que hincarle el diente?
¿Te pusiste demasiado viejo para ella?
¿Es esa la razón por la que terminaron la relación?
Presiono enviar mientras mi madre regresa.
―____, estás pálida, ¿qué sucede?
Sacudo mi cabeza.
―Nada. Quiero otro trago ―murmuro tercamente.
Frunce el ceño, pero levanta la vista y llama la atención de uno de los meseros, señalando a nuestros vasos. Él asiente, entendiendo el lenguaje universal de “lo mismo, por favor”.
Mientras lo hace, rápidamente miro mi BlackBerry.
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De: Joseph Jonas
Asunto: Cuidado…
Fecha: 1 Junio 2011 21:41
Para: ____ Steele
Esto no es algo que me gustaría discutir por correo.
¿Cuántos Cosmopolitan te vas a beber?
Joseph Jonas
Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.
Maldita sea, está aquí.
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De: ____ Steele
Asunto: Gestos excesivamente extravagantes
Fecha: 30 Mayo 2011 21:53
Para: Joseph Jonas
Estimado señor Jonas:
Lo que realmente me asusta es cómo sabía en qué vuelo estaba.
Su acoso no conoce límites. Esperemos que el Dr. Flynn esté de vuelta de sus vacaciones.
Me han hecho manicura, un masaje en mi espalda y he tomado dos copas de champán, un inicio muy agradable para mis vacaciones.
Gracias.
____
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De: Joseph Jonas
Asunto: De nada
Fecha: 30 Mayo 2011 21:59
Para: ____ Steele
Querida señorita Steele:
El Dr. Flynn está de vuelta, y tengo una cita esta semana.
¿Quién estaba masajeándole la espalda?
Joseph Jonas
Gerente General con amigos en los sitios correctos, Jonas Enterprises Holdings Inc.
¡Ajá! Venganza. Nuestro vuelo ha sido llamado así que le enviaré un correo electrónico desde el avión. Será más seguro. Casi me abrazo con un regocijo travieso.
Hay tanto espacio en primera clase. Cóctel de champán en mano, me acomodo en el suntuoso asiento de cuero junto a la ventana mientras la cabina se llena lentamente. Llamo a Ray para decirle en dónde estoy, una llamada misericordiosamente breve, ya que es muy tarde para él.
―Te quiero, papá ―murmuro.
―Yo también, ____. Saluda a tu mamá. Buenas noches.
―Buenas noches. ―Cuelgo.
Ray está en buena forma. Miro mi Mac con la misma alegría infantil. Abriéndolo, inicio sesión en el programa de correo electrónico.
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De: ____ Steele
Asunto: Fuertes y capaces manos
Fecha: 30 Mayo 2011 22:22
Para: Joseph Jonas
Querido señor:
Un joven muy agradable masajeó mi espalda. Sí. Muy agradable, de hecho. No habría conocido a Jean-Paul en la sala de embarque común, así que gracias de nuevo por ese regalo. No estoy segura de si podré enviarle un correo electrónico una vez que despegue y necesito mi sueño de belleza ya que no he estado durmiendo muy bien últimamente.
Que tenga agradables sueños señor Jonas… pensando en ti.
____
Oh, él va a enloquecer… y yo estaré en el aire y fuera de alcance. Se lo merece.
Si hubiese estado en la sala de embarque común, entonces Jean-Paul no hubiera puesto sus manos sobre mí. Era un joven muy agradable, en una forma rubia y permanentemente bronceada: honestamente, ¿quién tiene ese bronceado en Seattle? Es tan raro. Creo que era gay, pero dejaré ese detalle para mí. Miro mi correo. Kate tiene razón. Es demasiado fácil tener éxito a costa suya. Mi subconsciente me mira con una desagradable mueca en su boca: ¿realmente quieres molestarlo? Lo que ha hecho es dulce, ¿sabes? Se preocupa por ti y quiere que viajes con estilo. Sí, pero podría habérmelo preguntado o avisado. Además, me hizo parecer como una completa tonta al momento del check-in. Presiono enviar y espero, sintiéndome como una niña muy traviesa.
―Señorita Steele, tendrá que guardar su ordenador portátil para despegar ―dice amablemente la azafata, demasiado maquillada. Me hace saltar. Mi sentimiento de culpabilidad está trabajando.
―Oh, lo siento.
Mierda. Ahora voy a tener que esperar para saber si ha respondido. Ella me entrega una suave manta y una almohada, mostrando sus dientes perfectos. Pongo la manta sobre mis rodillas. Es agradable sentirse protegida algunas veces.
La cabina se ha llenado, excepto por el asiento a mi lado que todavía está desocupado. ¡Oh, no!... un pensamiento perturbador me cruza la mente. Tal vez el asiento es de Joseph. Oh, mierda… no… él no lo haría, ¿verdad? Le dije que no quería que viniera conmigo. Echo un vistazo a mi reloj ansiosamente y luego, la voz incorpórea de la cabina de vuelo anuncia―: Los tripulantes a cabina, puertas en control automático y correctamente armadas.
¿Qué significa eso? ¿Están cerrando las puertas? Mi cuero cabelludo pica mientras me siento, expectante. El asiento a mi lado es el único desocupado en la cabina con dieciséis plazas. El avión se sacude mientras despega y doy un suspiro de alivio, pero siento un leve cosquilleo de decepción también… Nada de Joseph durante cuatro días. Le doy un vistazo a mi BlackBerry.
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De: Joseph Jonas
Asunto: Disfrútalo mientras puedas
Fecha: 30 Mayo 2011 22:25
Para: ____ Steele
Querida señorita Steele:
Sé lo que estás tratando de hacer y confía en mí, has tenido éxito. La próxima vez estarás en la bodega de carga, atada y amordazada en un cajón. Créeme cuando digo que atenderte en ese estado me dará mucho más placer que simplemente subir de clase tu pasaje.
Espero tu regreso.
Joseph Jonas
Gerente General con la mano ardiendo por palmear, Jonas Enterprises Holdings Inc.
Mierda. Ese es el problema con el humor de Joseph: nunca se puede estar seguro de si está bromeando o si está realmente enojado. Sospecho que en esta ocasión está realmente enojado. Disimuladamente, para que la azafata no pueda ver, escribo una respuesta debajo de la manta.
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De: ____ Steele
Asunto: ¿Bromeando?
Fecha: 30 Mayo 2011 22:30
Para: Joseph Jonas
Ya ves. No tengo ni idea de si estás bromeando y si no lo estás, entonces, creo que me quedaré en Georgia. Las jaulas son un límite duro para mí. Lamento haberte hecho enojar. Dime que me perdonas.
____
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De: Joseph Jonas
Asunto: Bromeando
Fecha: 30 Mayo 2011 22:31
Para: ____ Steele
¿Cómo puedes estar enviando un correo electrónico? ¿Estás poniendo en riesgo la vida de cada uno de los pasajeros a bordo, incluyendo la tuya, al usar tu BlackBerry? Creo que infringes alguna de las reglas.
Joseph Jonas
Gerente General, con dos manos ardiendo por dar palmadas, Jonas Enterprises Holdings Inc.
¡Ambas palmas! Alejo mi BlackBerry, me recuesto, espero a que el avión salga a la pista y saco mi maltrecha copia de Tess, una lectura ligera para el viaje. Una vez que estamos volando, hecho mi asiento hacia atrás y pronto me quedo dormida.
La azafata me despierta a medida que comenzamos nuestro descenso a Atlanta. La hora local es 5:45 de la mañana, pero sólo he tenido cuatro horas de sueño o algo así… Me siento mareada, pero agradecida por el vaso de jugo de naranja que me entrega. Echo un nervioso vistazo a mi BlackBerry. No hay más mensajes de Joseph. Bueno, son casi las tres de la mañana en Seattle y probablemente quiere disuadirme de arruinar el sistema de aviónica o lo que sea que evita que los aviones vuelen si los teléfonos móviles estén encendidos.
La espera en Atlanta es sólo de una hora. Y de nuevo estoy disfrutando en los confines de la sala de primera clase. Siento la tentación de acurrucarme y dormir en uno de los lujosos y acogedores sillones que se hunden suavemente bajo mi peso. Pero no voy a tener el tiempo suficiente. Para mantenerme despierta, empiezo una larga travesía por la conciencia de Joseph en mi portátil.
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De: ____ Steele
Asunto: ¿Te gusta asustarme?
Fecha: 31 Mayo 2011 06:52 EST
Para: Joseph Jonas
Sabes cuánto me disgusta que gastes dinero en mí. Sí, eres muy rico, pero aun así me hace sentir incómoda, como si estuvieras pagándome por sexo. Sin embargo, me gusta viajar en primera clase, es mucho más civilizado que el vagón. Así que, gracias. Lo digo en serio y sí disfruté del masaje de Jean Paul. Era bastante gay. Omití esa parte en mi correo electrónico porque estaba enojada contigo y lo lamento.
Pero como siempre, reaccionas de forma exagerada. No puedes escribirme ese tipo de cosas… atada y amordazada en una caja: ¿lo decías en serio o era una broma? Eso me asusta… tú me asustas… estoy completamente atrapada en tu hechizo, considerando un estilo de vida contigo del que ni siquiera sabía que existía hasta el sábado de la semana pasada y luego me escribes algo así y quiero salir corriendo a las montañas. No lo haré, por supuesto, porque te echaría de menos. Realmente te extraño. Quiero que lo nuestro funcione, pero me aterra cuan profundos son los sentimientos que tengo por ti y el camino oscuro al que me estás llevando. Lo que me estás ofreciendo es erótico, sexy y tengo curiosidad, pero también estoy asustada de que me hieras; física y emocionalmente. Después de tres meses podrías decir adiós y ¿en dónde me deja eso sí lo haces? Pero supongo que el riesgo existe en cualquier relación. Este simplemente no es el tipo de relación que tenía prevista, sobre todo siendo la primera. Es un gran salto de fe para mí.
Tenías razón cuando dijiste que no tenía un hueso de sumisa en mi cuerpo… y estoy de acuerdo contigo ahora. Una vez dicho esto, quiero estar contigo y si eso es lo que tengo que hacer, me gustaría probar, pero creo que lo arruinaré y terminaré llena de moretones y esa idea no me seduce, en absoluto.
Estoy tan feliz de que hayas dicho que intentarás más. Sólo tengo que pensar en lo que significa “más” para mí y esa es una de las razones de por qué quería algo de distancia. Me deslumbras tanto que se me hace muy difícil pensar con claridad cuando estamos juntos.
Están llamando a mi vuelo. Tengo que irme.
Hasta más tarde…
Tu ____.
Presiono enviar y hago mi camino, adormilada hacia la puerta de embarque para abordar un avión diferente. Éste tiene sólo seis asientos de primera clase y una vez que estamos en el aire, me acurruco debajo de mi suave manta y me quedo dormida.
Demasiado pronto me despierta la azafata, me ofrece más jugo de naranja a medida que comenzamos a acercarnos al Aeropuerto Internacional de Savannah. Tomo un poco, extremadamente fatigada y me permito sentir una pizca de emoción. Voy a ver a mi madre por primera vez en seis meses. Doy otra mirada furtiva a mi BlackBerry, recuerdo vagamente haberle enviado un largo correo electrónico a Joseph, pero no hay respuesta. Son las cinco de la mañana en Seattle, espero que todavía este dormido y no tocando lamentos fúnebres en su piano.
La belleza del equipaje de mano es que una puede salir libremente del aeropuerto sin esperar interminablemente por las maletas en las cintas transportadoras.
Mi mamá está esperándome con Bob y es tan bueno verlos. No sé si es porque estoy exhausta, por el largo viaje o por todo el asunto con Joseph, pero tan pronto como estoy en los brazos de mi madre, me deshago en lágrimas.
―Oh, ____, cariño. Debes estar tan cansada. ―Mira ansiosamente a Bob.
―No, mamá, es sólo… estoy tan encantada de verte. ―La abrazo fuertemente.
Se siente tan bien, tan acogedor, como un hogar. A regañadientes me separo de ella y Bob me da un abrazo incómodo con un solo brazo. Parece inestable en sus pies y recuerdo que tiene su pierna lastimada.
―Bienvenida, ____. ¿Por qué estás llorando? ―pregunta.
―Ay, Bob, sólo estoy contenta de verte a ti también. ―Miro su atractivo rostro de mandíbula cuadrada y sus brillantes ojos azules que me miran afectuosamente. Me gusta este esposo, mamá. Puedes quedártelo. Él toma mi mochila.
―Cielos, ____, ¿qué traes aquí dentro?
Eso debe ser la Mac y ambos ponen sus brazos a mí alrededor mientras nos dirigimos al estacionamiento.
Siempre olvido lo increíblemente caluroso que es Savannah. Dejando el fresco y agradable aire acondicionado de la terminal, nos adentramos en el calor de Georgia como si lo estuviéramos usando. ¡Wow! Está en todos lados. Debo salirme del abrazo de mamá y Bob para poder sacarme mi chaqueta. Me alegra tanto haber empacado pantalones cortos. Extraño el calor seco de las Vegas a veces, donde viví con mamá y Bob cuando tenía diecisiete, pero este calor húmedo, incluso a las 8:30 de la mañana, requiere de cierta adaptación. Para cuando estoy de vuelta en la parte trasera del Tahoe Suv con maravilloso aire acondicionado, me siento floja y mi cabello ha comenzado con una protesta de frizz contra el calor.
En la parte trasera del SUV, rápidamente les envío un texto a Ray, Kate y Joseph:
*Llegué sana y salva a Savannah. ___:) *
Mis pensamientos se desvían brevemente a José mientras presiono enviar y a través de la niebla de mi fatiga, recuerdo que su show es la semana próxima. ¿Debería invitar a Joseph sabiendo cómo se siente sobre José? ¿Joseph me querrá ver de nuevo después de ese correo? Me estremezco ante el pensamiento y luego lo saco de mi mente. Lidiaré con eso luego. Ahora mismo, voy a disfrutar de la compañía de mi mamá.
―Cariño, debes estar cansada. ¿Te gustaría dormir cuando lleguemos a casa?
―No, mamá, me gustaría ir a la playa.
Estoy usando mi traje de baño azul de dos piezas, tomando una coca cola dietética en una reposera, mirando al Océano Atlántico. Y pensar que sólo ayer estaba mirando hacia el sonido del Pacífico.
Mi madre está recostada junto a mí, con un sombrero ridículamente grande para el sol y lentes oscuros Jackie O, tomando también una coca cola. Estamos en la playa Tybee Island, sólo a tres cuadras de casa.
Ella sostiene mi mano. Mi fatiga se ha ido mientras absorbo el sol y me siento cómoda, segura y cálida. Por primera vez en muchísimo tiempo, comienzo a relajarme.
―Así que, ____... cuéntame sobre este hombre que te tiene tan revuelta.
¡Revuelta! ¿Cómo puede saberlo? ¿Qué le puedo decir? No puedo hablar de Joseph con muchos detalles por el CDC, pero incluso así, ¿elegiría hablarle a mi madre sobre eso? Me quedo en blanco ante mis pensamientos.
―¿Bien?
―Su nombre es Joseph. Es más que buen mozo. Es rico… muy rico. Es muy complicado e inestable.
Sí… me siento bastante complacida con mi conciso y adecuado resumen. Me giro sobre mi costado para mirarla, justo mientras hace el mismo movimiento. Me mira con sus ojos azules, claros como el cristal.
―Complicado e inestable son dos piezas de información en las que me quiero concentrar, ____.
Oh no…
―Oh, mamá, sus cambios de humor me marean. Tuvo una infancia difícil, así que es muy cerrado, difícil de equilibrar.
―¿Te gusta?
―Más que eso.
―¿En serio? ―Ella me mira.
―Sí, mamá.
―Los hombres no son realmente complicados, ____, cariño. Son criaturas muy simples, literales. Usualmente quieren decir lo que dicen. Y pasamos demasiadas horas tratando de analizar lo que han dicho, cuando realmente es obvio. Si fuera tú, lo tomaría literalmente. Eso podría ayudar.
La observo. Suena como un buen consejo. Tomar a Joseph literalmente. Inmediatamente, algunas de las cosas que me ha dicho aparecen en mi mente.
“No quiero perderte…”
“Me has hechizado…”
“Me has cautivado por completo…”
“Te extrañaré también… más de lo que te imaginas…”
Miro a mi madre. Está en su cuarto matrimonio. Tal vez si sabe algo sobre los hombres después de todo.
―La mayoría de los hombres son malhumorados, querida, algunos más que otros. Toma a tu padre, por ejemplo… ―Sus ojos se suavizan y se entristecen siempre que piensa en mi padre. Mi padre real, este hombre mítico al que nunca conocí, arrancado tan cruelmente de nuestro lado en un accidente en un entrenamiento de combate cuando era un marine. Parte de mí piensa que mi madre ha estado buscando a alguien parecido a mi padre todo este tiempo… tal vez finalmente encontró lo que había estado buscando en Bob. Lástima que no pudo encontrarlo con Ray―. Solía pensar que tu padre era malhumorado. Pero ahora, cuando miro hacia atrás, pienso que sólo estaba demasiado atrapado en su trabajo y tratando de sacarnos adelante a nosotras. ―Suspira―. Era tan joven, ambos los éramos. Tal vez ese fue el problema.
Hmm… Joseph no es exactamente viejo. Le sonrío cariñosamente. Puede ponerse muy sentimental cuando piensa en mi padre, pero estoy segura de que no se parecía en nada a los cambios de humor de Joseph.
―Bob quiere llevarnos a cenar afuera esta noche. A su club de golf.
―¡Oh, no! ¿Bob empezó a jugar al golf? ―Toso sin creerlo.
―Dímelo a mí ―gruñe mi madre, poniendo sus ojos en blanco.
Luego de un ligero almuerzo en la casa, comienzo a desempacar. Me voy a consentir a mí misma con una siesta. Mi madre ha desaparecido para moldear algunas velas o lo que sea que hace con ellas y Bob está en el trabajo, así que tengo tiempo para conseguir algo de sueño. Abro la Mac y la enciendo. Son las dos de la tarde en Georgia, once de la mañana en Seattle. Me pregunto si tendré una respuesta de Joseph. Nerviosamente, entro al correo electrónico.
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De: Joseph Jonas
Asunto: ¡Finalmente!
Fecha: 31 Mayo 2011 07:30
Para: ____ Steele
____:
Estoy molesto de que tan pronto como pones un poco de distancia entre nosotros, te comunicas abierta y honestamente conmigo. ¿Por qué no puedes hacer eso cuando estamos juntos? Sí, soy rico. Acostúmbrate a ello. ¿Por qué no debería gastar dinero en ti? Le hemos dicho a tu padre que soy tu novio, por el amor de Dios. ¿No es eso lo que los novios hacen? Como tú Amo, espero que aceptes lo que sea que gasto en ti, sin quejas. Por cierto, dile a tu madre también.
No sé cómo responder a tu comentario sobre que te sientes como una prostituta. Sé que no es eso lo que escribiste, pero es lo que está implícito. No sé qué puedo decir o hacer para erradicar esos sentimientos. Me gustaría que tengas lo mejor de todo. Trabajo excepcionalmente duro para poder gastar mi dinero como me plazca. Podría comprarte lo que tu corazón desee, ____ y quiero hacerlo. Llámalo redistribución de la riqueza, si quieres. O simplemente confía en que no lo haría, no podría nunca pensar en ti del modo en que lo describiste y me enoja que te percibas a ti misma así. Para ser una joven tan inteligente, ocurrente y hermosa, realmente tienes algunos serios problemas de autoestima y tengo algunas ideas acerca de arreglarte una cita con el Dr. Flynn.
Me disculpo por asustarte. Encuentro el pensamiento de provocarte miedo aberrante. ¿Realmente piensas que dejaría que viajaras con el equipaje? Te ofrecí mi jet privado, por Dios Santo. Sí, fue una broma, una muy mala obviamente. De cualquier modo, el hecho es que la idea de tenerte atada y amordazada me excita ―esto no es una broma, es cierto―: puedo olvidar la caja, no significan nada para mí. Sé que tienes problemas con los juguetes, hemos hablado sobre eso y sí, cuando los use contigo, lo discutiremos. Lo que creo que no logras entender, es que en las relaciones Dom/sum, es el sumiso el que tiene todo el poder. Esa eres tú. Repetiré esto: tú eres la única con todo el poder. No yo. En la casa del bote dijiste que no. No puedo tocarte si dices que no, por eso es que tenemos un acuerdo, lo que sí y lo que no harás. Si probamos cosas y no te gustan, podemos revisar el acuerdo. Depende de ti, no de mí. Y si no quieres ser atada en una caja con algunos juguetes, entonces no sucederá. Quiero compartir mi estilo de vida contigo. Nunca había querido tanto algo. Estoy en deuda contigo, que alguien tan inocente esté dispuesta a probar. Eso me dice más de lo que puedas imaginar. Fallas en ver que yo también estoy preso de tu hechizo, aunque te he dicho esto incontables veces. No quiero perderte. Estoy nervioso porque has volado casi cinco mil kilómetros para alejarte de mí por unos días porque no puedes pensar con claridad cuando estamos cerca. Me sucede lo mismo, ____. Mi razón se desvanece cuando estamos juntos, esa es la profundidad de mi sentimiento por ti.
Entiendo tus dudas. Traté de alejarme de ti. Sabía que eras inexperimentada, aunque nunca hubiera tratado de convencerte de haber sabido exactamente cuan inocente eras… y aun así, te las arreglas para desarmarme completamente, de un modo en que nadie lo había hecho antes. Tú correo, por ejemplo: Lo he leído y releído incontables veces tratando de entender tu punto de vista. Tres meses es una cantidad arbitraria de tiempo. ¿Podríamos hacerlo seis meses, un año? ¿Qué tanto tiempo quieres que dure? ¿Qué te haría sentir cómoda?
Dime.
Entiendo que este es un gran acto de fe para ti. Debo ganarme tu confianza, pero para eso, debes comunicarte conmigo cuando estoy fallando en algo. Pareces tan fuerte y segura y luego leo lo que has escrito aquí y veo otro lado tuyo. Debemos guiarnos el uno al otro, ____ y sólo puedo obtener las direcciones de ti. Debes ser honesta conmigo y ambos debemos encontrar un modo de hacer que este acuerdo funcione.
Tu preocupación sobre no estar siendo sumisa. Bueno, tal vez eso es cierto. Habiendo dicho eso, el único momento en que debes asumir el comportamiento correcto de una sum es en la habitación de juegos. Parece que es el único lugar en el que me dejas ejercer el control apropiado sobre ti y el único lugar en el que haces lo que se te dice. Ejemplar es el término que se me viene a la mente. Y nunca te golpearía hasta dejarte con moretones. Me gusta el rosa. Fuera de la habitación de juegos, me gusta que me desafíes. Así que sí, dime lo que quieres en términos de más. Me esforzaré en mantener una mente abierta, trataré de darte el espacio que necesitas y me mantendré alejado de ti mientras estés en Georgia. Espero ansiosamente tu próximo correo.
Mientras tanto, disfruta de tus días fuera. Pero no demasiado.
Joseph Jonas
Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.
Santo Dios. Escribió un ensayo como si estuviéramos de vuelta en la escuela… y es principalmente bueno.
Mi corazón está en mi boca mientras re-leo su epístola y me acurruco en la cama prácticamente abrazando mi Mac. ¿Hacer nuestro acuerdo a un año? ¡Tengo el poder! Mierda, voy a tener que pensarlo. Tómalo literalmente, eso dice mi mamá. No quiere perderme. ¡Lo dijo dos veces! Él quiere que las cosas también funcionen. ¡Oh, Joseph, yo también! ¡Lo va a intentar y se alejará! ¿Eso significa que puede fallar alejándose? De repente, lo espero. Quiero verlo. Hemos estado separados menos de veinticuatro horas y sabiendo que no lo puedo ver por cuatro días, me doy cuenta de cuanto lo extraño. De cuanto lo quiero.
―____, cariño. ―La voz es suave y cálida, llena de amor y recuerdos de un tiempo que pasó.
Una suave mano acaricia mi rostro. Mi mamá me despierta y estoy envuelta alrededor de mi laptop, abrazándola.
―____, corazón ―continua con su suave voz cantarina mientras resurjo de mi sueño, pestañeando en la pálida luz rosa del anochecer.
―Hola, mamá. ―Me estiro y sonrío.
―Vamos a salir a cenar en treinta minutos. ¿Todavía quieres venir? ―pregunta amablemente.
―Oh, sí mamá, por supuesto. ―Trato, pero fallo al ocultar mi bostezo.
―Ahora, eso es una impresionante pieza de tecnología. ―Señala mi laptop.
Oh, mierda.
―Oh… ¿esto? ―Me esfuerzo por ser casual, sonar despreocupada.
¿Mamá lo notará? Parece haberse vuelto más astuta desde que adquirí un “novio”.
―Joseph me la prestó. Creo que puedo pilotear el espacio exterior con ella, pero sólo la uso para enviar correos y para tener acceso a Internet.
No es nada, en verdad. Mirándome sospechosamente, se sienta en la cama y mete un mechón de cabello detrás de mí oreja.
―¿Te ha enviado correos?
Oh, doble mierda.
―Sí. ―Mi indiferencia se está volviendo débil y me ruborizo.
―Tal vez te está extrañando, ¿huh?
―Eso espero, mamá.
―¿Qué dice él?
Oh, triple mierda. Frenéticamente, trato de pensar en algo aceptable del correo que le pueda decir a mi mamá. Estoy segura que no quiere escuchar sobre Dominadores, esclavitud y arcadas, pero no puedo decirle porque hay un CDC.
―Me dijo que disfrutara, pero no mucho.
―Suena razonable. Te dejaré para que te arregles, cariño. ―Inclinándose, besa mi frente―. Estoy tan feliz de que estés aquí, ____. Es maravilloso verte. ―Y con esa declaración de amor, se va.
Hmm, Joseph y razonable… dos conceptos que pensé que eran mutuamente exclusivos, pero después de su correo, tal vez todas las cosas son posibles. Niego con mi cabeza. Necesitaré tiempo para digerir sus palabras. Probablemente después de la cena y entonces, quizás, pueda responderle. Salgo de la cama, rápidamente me quito mi camisa y shorts y me dirijo a la ducha.
Traje el vestido gris con cuello halter que usé para mi graduación. Es la única cosa elegante que tengo. Lo único bueno sobre el calor es que las arrugadas se han ido, así que creo que estaré bien para el club de golf. Mientras me visto, prendo la laptop. No hay nada nuevo de Joseph y siento una punzada de decepción. Rápidamente le escribo un correo.
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De: ____ Steele
Asunto: ¿Verboso?
Fecha: 31 Mayo 2011 19:08 EST
Para: Joseph Jonas
Señor, usted es un escritor locuaz. Tengo que ir a cenar al campo de golf de Bob y sólo para que sepas, estoy poniendo mis ojos en blanco ante el pensamiento. Pero tú y tu palma agitada están muy lejos, así que mi trasero está a salvo, por ahora. Amé tu correo. Lo responderé cuando pueda. Ya te extraño. Disfruta tu tarde.
Tu ____.
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De: Joseph Jonas
Asunto: Tu trasero
Fecha: 31 Mayo 2011 16:10
Para: ____ Steele
Querida señorita Steele:
Estoy distraído por el tema de este correo. Sobra decir que está a salvo, por ahora. Disfruta tu cena. También te extraño, especialmente a tu trasero y a tu boca inteligente. Mi tarde será aburrida, iluminada sólo por los pensamientos de ti y tus ojos en blanco. Creo que fuiste tú quien tan juiciosamente me indicó que también sufro de un hábito desagradable.
Joseph Jonas
Gerente General y Ponedor de Ojos en blanco, Jonas Enterprises Holdings Inc.
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De: ____ Steele
Asunto: Ojos en blanco
Fecha: 31 Mayo 2011 19:14 EST
Para: Joseph Jonas
Querido señor Jonas:
Deja de enviarme correos. Estoy tratando de arreglarme para la cena. Distraes mucho, incluso cuando estás en el otro lado del continente. Y sí, ¿quién te golpea a ti cuando pones tus ojos en blanco?
Tu ____.
Presiono enviar e inmediatamente, la imagen de esa bruja malvada de la señora Robinson viene a mi mente. Simplemente no puedo imaginarlo. Joseph siendo golpeado por alguien tan viejo como mi madre, es simplemente tan incorrecto. De nuevo me preguntó que daño causó ella. Mi boca se posiciona en una línea deprimente. Necesito una muñeca con alfileres en ella, tal vez de esa manera pueda descargar un poco el odio que siento contra esta extraña.
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De: Joseph Jonas
Asunto: Tu trasero
Fecha: 31 Mayo 2011 16:18
Para: ____ Steele
Querida señorita Steele:
Todavía prefiero mi título al tuyo, por muchas razones. Es suerte que yo sea el dueño de mi propio destino y nadie me castiga. Excepto mi madre y el Dr. Flynn ocasionalmente, por supuesto. Y tú.
Joseph Jonas
Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.
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De: ____ Steele
Asunto: Castigando… ¿yo?
Fecha: 31 Mayo 2011 19:22 EST
Para: Joseph Jonas
Querido señor:
¿Cuándo me armaré de valor para castigarte? Creo que me estás confundiendo con alguien más… lo cual es muy preocupante. En verdad tengo que arreglarme.
Tu ____.
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De: Joseph Jonas
Asunto: Tu trasero
Fecha: 31 Mayo 2011 16:25
Para: ____ Steele
Querida señorita Steele:
Lo haces todo el tiempo. ¿Puedo subir el cierre de tu vestido?
Joseph Jonas
Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.
Por alguna razón desconocida, sus palabras saltan fuera de la página y me hace jadear. Oh… él quiere jugar.
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De: ____ Steele
Asunto: NC-17
Fecha: 31 Mayo 2011 19:28 EST
Para: Joseph Jonas
Preferiría que bajaras el cierre.
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De: Joseph Jonas
Asunto: Cuidado con lo que deseas…
Fecha: 31 Mayo 2011 16:31
Para: ____ Steele
YO TAMBIÉN.
Joseph Jonas
Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.
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De: ____ Steele
Asunto: Jadeando
Fecha: 31 Mayo 2011 19:33 EST
Para: Joseph Jonas
Lentamente…
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De: Joseph Jonas
Asunto: Gimiendo
Fecha: 31 Mayo 2011 16:35
Para: ____ Steele
Desearía estar ahí.
Joseph Jonas
Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.
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De: ____ Steele
Asunto: Gimiendo
Fecha: 31 Mayo 2011 19:37 EST
Para: Joseph Jonas
YO TAMBIÉN.
―¡____! ―grita mi mamá, haciéndome saltar. Mierda. ¿Por qué me siento tan culpable?
―Ya voy, mamá.
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De: ____ Steele
Asunto: Gimiendo
Fecha: 31 Mayo 2011 19:39 EST
Para: Joseph Jonas
Tengo que irme. Después, nene.
Llego corriendo al pasillo donde Bob y mi mamá están esperando. Mi madre frunce el ceño.
―Querida, ¿te sientes bien? Te ves un poco colorada.
―Mamá, estoy bien.
―Te ves adorable, querida.
―Oh, este en un vestido de Kate. ¿Te gusta?
Frunce su ceño.
―¿Por qué estás usando el vestido de Kate?
Oh… no.
―Bueno, a mí me gusta y a ella no ―improviso rápidamente.
Me considera sagazmente mientras Bob emana impaciencia con su mirada avergonzada y hambrienta.
―Mañana te llevaré de compras ―dice ella.
―Oh, mamá, no necesitas hacer eso. Tengo mucha ropa.
―¿No puedo hacer algo por mi propia hija? Vamos, Bob se está muriendo de hambre.
―Muy cierto ―gime Bob, frotando su estómago y asumiendo una falsa expresión de dolor.
Me río por lo bajo mientras él pone sus ojos en blanco y salimos por la puerta.
Más tarde, cuando estoy en la ducha enfriándome bajo el agua tibia, reflexiono sobre cuánto ha cambiado mi madre. En la cena estaba en su elemento, divertida, coqueta y entre tantos amigos en el club de golf. Bob era amable y atento… parecen tan adecuados el uno para el otro. En verdad estoy feliz por ella. Significa que puedo dejar de preocuparme por ella, de repensar sus decisiones y poner los días oscuros de Esposo Número Tres detrás de nosotras. Bob se queda. Y ella me está dando buenos consejos. ¿Cuándo empezó a suceder esto? Desde que conocí a Joseph. ¿Por qué?
Cuando termino, me seco, con ganas de regresar a Joseph. Hay un correo esperándome, enviado justo después de que me fui a cenar hace un par de horas.
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De: Joseph Jonas
Asunto: Plagio
Fecha: 31 Mayo 2011 16:41
Para: ____ Steele
Me robaste mi línea.
Y me dejaste colgado.
Disfruta tu cena.
Joseph Jonas
Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.
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De: ____ Steele
Asunto: ¿Quién eres para gritar robo?
Fecha: 31 Mayo 2011 22:18
Para: Joseph Jonas
Señor, creo que descubrirás que la línea pertenece originalmente a Elliot.
Y colgado ¿cómo?
Tu ____.
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De: Joseph Jonas
Asunto: Asuntos inconclusos
Fecha: 31 Mayo 2011 19:22
Para: ____ Steele
Señorita Steele:
Volviste. Te fuiste de pronto, justo cuando las cosas se ponían interesantes.
Elliot no es muy original. Debe haberle robado esa línea a alguien.
¿Cómo estuvo la cena?
Joseph Jonas
Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.
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De: ____ Steele
Asunto: ¿Asuntos inconclusos?
Fecha: 31 Mayo 2011 22:26
Para: Joseph Jonas
La cena estuvo bien, te complacerá oír que comí bastante.
¿Poniéndose interesante? ¿Cómo?
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De: Joseph Jonas
Asunto: Definitivamente Asuntos inconclusos
Fecha: 31 Mayo 2011 19:30
Para: ____ Steele
¿Estás siendo deliberadamente obtusa? Me pareció que me pediste que te desabrochara el vestido.
Y yo estaba buscando la manera de hacer justamente eso. Y me alegra oír que estás comiendo.
Joseph Jonas
Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.
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De: ____ Steele
Asunto: Bueno… siempre está el fin de semana
Fecha: 31 Mayo 2011 22:36
Para: Joseph Jonas
Por supuesto que como… Es la incertidumbre que siento a tu alrededor lo que me hace alejarme de la comida.
Y yo nunca sería obtusa sin saberlo, señor Jonas.
Estoy segura de que ya te has dado cuenta de eso.
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De: Joseph Jonas
Asunto: No puedo esperar
Fecha: 31 Mayo 2011 19:40
Para: ____ Steele
Recuerdo eso, señorita Steele y sin duda uso mis conocimientos en ventaja propia.
Lamento oír que te alejo de la comida. Yo creía que tenía un efecto más concupiscente en ti. Esa ha sido mi experiencia… y la más placentera también.
Espero con interés la próxima vez.
Joseph Jonas
Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.
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De: ____ Steele
Asunto: Ejercicio Lingüístico
Fecha: 31 Mayo 2011 22:36
Para: Joseph Jonas
¿Has estado jugando con el diccionario de nuevo?
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De: Joseph Jonas
Asunto: Me suenan las tripas
Fecha: 31 Mayo 2011 19:40
Para: ____ Steele
Me conoces tan bien, señorita Steele.
Voy a cenar con un viejo amigo ahora, así que voy a manejar.
Nos vemos luego, nena.
Joseph Jonas
Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.
¿Qué Viejo amigo? Creo que Joseph no tiene ningún Viejo amigo excepto por… ella.
Le frunzo el ceño a la pantalla. ¿Por qué tiene que seguir viéndola?
Celos abrasadores, verdes y espesos me atraviesan inesperadamente. Quiero golpear algo, preferentemente a la señora Robinson.
Cierro la laptop enojada y me subo a la cama.
Realmente debería responder su largo correo de esta mañana, pero de pronto, estoy muy enojada. ¿Por qué no puede verla por lo que es: una abusadora de niños? Apago las luces, sentándome, mirando hacia la oscuridad.
¿Cómo se atreve? ¿Cómo se atreve a aprovecharse de un adolescente vulnerable? ¿Sigue haciéndolo? ¿Por qué se detuvieron?
Varios escenarios se filtran por mi mente: él había tenido suficiente, pero entonces ¿por qué sigue siendo su amigo? Lo mismo con ella, ¿se había casado? ¿Divorciado? Demonios, ¿habrá tenido hijos propios? ¿Habrá tenido hijos con Joseph? Mi subconsciente levanta su horrible cabeza, mirándome de reojo y estoy sorprendida y descompuesta con el pensamiento. ¿Sabe el Dr. Flynn sobre ella?
Salto fuera de mi cama y enciendo la malévola maquina otra vez. Estoy en una misión.
Ingreso a Google imágenes y escribo “Joseph Jonas” en el buscador. La pantalla de pronto se llena con imágenes de Joseph: corbata negra, traje,… Demonios, la foto de José del Heathman, con su camisa blanca y pantalones de franela. ¿Cómo consiguen poner eso en Internet? Hombre, él se ve muy bien.
Sigo adelante: hay algunas con sus asociados y otras fotografías del hombre más fotogénico que conozco íntimamente. ¿Íntimamente? ¿Conozco íntimamente a Joseph?
Lo conozco sexualmente, pero me imagino que debe haber mucho más por descubrir. Sé que es temperamental, difícil, divertido, frío y cálido. ¡Dios! El hombre es una bola caminante de contradicciones. Hago clic en la siguiente página. Sigue saliendo a solas en todas estas fotografías y recuerdo a Kate mencionando que no había podido encontrar nunca una foto de él con alguna cita, respaldando su teoría de que era homosexual.
Entonces, en la tercera página, hay una foto de nosotros dos juntos en mi graduación. La única foto en la que sale con una mujer y soy yo.
Santa vaca. Estoy en Google. Nos miro. Me veo sorprendida por la cámara, nerviosa, fuera de balance. Esto fue justo antes de que aceptara intentar su acuerdo. Por su parte, Joseph se ve imposiblemente guapo, calmado, sereno y está usando esa corbata. Lo observo, su rostro increíblemente bello, un rostro bello que podría estar mirando a la maldita señora Robinson en estos momentos.
Guardo la fotografía en mis favoritos y busco por las otras 18 páginas… nada. No encuentro a la señora Robinson en Google. Pero tengo que saber si está con ella. Le escribo un rápido correo a Joseph.
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De: ____ Steele
Asunto: Compañía inapropiada para la cena
Fecha: 31 Mayo 2011 23:58
Para: Joseph Jonas
Espero que tú y tu amigo tengan una cena muy placentera.
____
PD: ¿Es la señora Robinson?
Presiono enviar y, desalentada, trepo de regreso a la cama, cuestionándome si debo o no preguntarle a Joseph sobre su relación con esa mujer. Una parte de mí está desesperada por saber más y otra parte quiere olvidarse de todo lo que alguna vez me dijo.
Y mi período ha comenzado, así que debo recordar tomar mi píldora en la mañana. Rápidamente, programo una alarma en el calendario de mi BlackBerry. Dejándola a un lado en la mesa de noche, me acuesto y finalmente me deslizo en un tranquilo sueño, deseando que estuviéramos en la misma ciudad y no a casi cinco mil kilómetros de distancia.
Después de una mañana de compras y una tarde de regreso en la playa, mi madre ha decidido que deberíamos pasar la noche en un bar. Abandonando a Bob en la televisión, nos encontramos en el bar del hotel más exclusivo en Savannah. Voy por mi segundo Cosmopolitan. Mi madre ya lleva el tercero.
Me ofrece más información sobre el frágil ego masculino. Es muy desconcertante.
―Verás, ____. Los hombres creen que todo lo que sale de la boca de una mujer es un problema que debe ser resuelto. Y no sólo una vaga idea de lo que nos gustara hablar por un rato y luego olvidar. Los hombres prefieren acción.
―Mamá, ¿por qué me dices esto? ―pregunto, fallando en esconder mi exasperación. Ella ha estado así todo el día.
―Cariño, suenas tan pérdida. Nunca llevaste a un chico a casa. Ni siquiera tuviste un novio cuando estuvimos en las Vegas. Pensaba que algo podía estar pasando con ese chico que conociste en la universidad, José.
―Mamá, José es sólo un amigo.
―Lo sé, cariño. Pero algo está pasando y no creo que me estés contando todo.
Me mira, su rostro inundado de preocupación maternal.
―Simplemente necesito algo de distancia con Joseph para esclarecer mis ideas, eso es todo. Él tiende a abrumarme.
―¿Abrumarte?
―Sí. Sin embargo, lo extraño. ―Frunzo el ceño.
No he oído de Joseph en todo el día. Ningún correo, nada. Y estoy tentada a llamarlo para ver si está bien.
Mi mayor miedo es que haya tenido un accidente automovilístico. Mi segundo peor miedo, es que la señora Robinson haya clavado sus malévolas garras en él otra vez. Sé que es irracional, pero en lo a que ella concierne, al parecer he perdido todo mi sentido de la perspectiva.
―Cariño, tengo que visitar el cuarto de baño.
La breve ausencia de mi madre me da otra oportunidad para revisar mi BlackBerry. Había estado intentando todo el día revisar clandestinamente mis correos.
Finalmente, una respuesta de Joseph.
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De: Joseph Jonas
Asunto: Compañera de cena
Fecha: 1 Junio 2011 21:40
Para: ____ Steele
Sí, cené con la señora Robinson. Ella es simplemente una vieja amiga, ____.
No puedo esperar a volver a verte. Te extraño.
Joseph Jonas
Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.
Él había cenado con ella. Me pica la cabeza mientras la adrenalina y la furia se lanzan a través de mi cuerpo, todos mis mayores miedos haciéndose realidad, estrellándose contra mí. ¿Cómo pudo? Me alejo por dos días y sale corriendo hacia esa perra malvada.
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De: ____ Steele
Asunto: Una VIEJA compañía de cena
Fecha: 1 Junio 2011 21:42
Para: Joseph Jonas
Ella no es una vieja amiga.
¿Ha encontrado otro adolescente al que hincarle el diente?
¿Te pusiste demasiado viejo para ella?
¿Es esa la razón por la que terminaron la relación?
Presiono enviar mientras mi madre regresa.
―____, estás pálida, ¿qué sucede?
Sacudo mi cabeza.
―Nada. Quiero otro trago ―murmuro tercamente.
Frunce el ceño, pero levanta la vista y llama la atención de uno de los meseros, señalando a nuestros vasos. Él asiente, entendiendo el lenguaje universal de “lo mismo, por favor”.
Mientras lo hace, rápidamente miro mi BlackBerry.
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De: Joseph Jonas
Asunto: Cuidado…
Fecha: 1 Junio 2011 21:41
Para: ____ Steele
Esto no es algo que me gustaría discutir por correo.
¿Cuántos Cosmopolitan te vas a beber?
Joseph Jonas
Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.
Maldita sea, está aquí.
Lamento la tardanza, pero como les había dicho: la escuela:/ no puedo hacer nada, pero bueno... Mañana cuando termine tareas, les subo otro sin falta. Un beso. Las quiero. Ciao
Kary
Karely Jonatika
Re: "Fifty Shades Of Jonas" (Joe&Tu) [Primer Libro] [Terminado]
ahhhh Joseph esta hay???
Como que ceno con la señora Robinson? :caliente:
Awww la mama de la rayiz que linda es
Siguela!!!!
Como que ceno con la señora Robinson? :caliente:
Awww la mama de la rayiz que linda es
Siguela!!!!
aranzhitha
Re: "Fifty Shades Of Jonas" (Joe&Tu) [Primer Libro] [Terminado]
:$ Cenó con la Sra. Robinson ...
Mierda. Está donde la raya :$
Sigue!
Mierda. Está donde la raya :$
Sigue!
-Lizz-
Re: "Fifty Shades Of Jonas" (Joe&Tu) [Primer Libro] [Terminado]
joseph senando con la vieja??? argg ¬¬ que rabia
ale otro capi
ale otro capi
andreita
Re: "Fifty Shades Of Jonas" (Joe&Tu) [Primer Libro] [Terminado]
SIGUELAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA♥
Tengo como 20 amigas que leen esta novela...
La aman....[url][/url]
Tengo como 20 amigas que leen esta novela...
La aman....[url][/url]
Aria de Jonas
Re: "Fifty Shades Of Jonas" (Joe&Tu) [Primer Libro] [Terminado]
OMJ me voy por unos dias y cuando regreso en unos pocos cap ha pasado demasiadoooooooo! Como se te ocurre dejarla justo ahi!!??
Please SIGUELAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
Please SIGUELAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
MaleeJonas
Re: "Fifty Shades Of Jonas" (Joe&Tu) [Primer Libro] [Terminado]
[CAPITULO 23]
Miro nerviosamente alrededor del bar, pero no lo puedo ver.
―____, ¿qué sucede? Te ves como si hubieras visto un fantasma.
―Es Joseph, está aquí.
―¿Qué? ¿En serio? ―Echa un vistazo alrededor del bar también.
Me he olvidado de mencionarle las tendencias acosadoras de Joseph a mi mamá.
Lo veo. Mi corazón salta, empezando un latido vibrante y aplastante mientras se abre paso hacia nosotras. Realmente está aquí, por mí. Mi diosa interna salta haciendo porras desde su diván. Moviéndose suavemente a través del público, su cabello brilla castaño y negro bajo las lámparas halógenas. Sus brillantes ojos ambarinos brillan con… ¿rabia? ¿Tensión? Su boca está en una sombría línea, su mandíbula tensa. Oh, mierda… no. Estoy tan enojada con él ahora y aquí está. ¿Cómo puedo estar enojada con él frente a mi madre?
Llega a nuestra mesa, mirándome cautelosamente. Está vestido con una camisa de lino blanco y jeans.
―Hola ―digo en un chillido, incapaz de esconder la sorpresa y sobrecogimiento al verlo aquí en carne y hueso.
―Hola ―responde, inclinándose y besando mi mejilla, tomándome por sorpresa.
―Joseph, esta es mi madre, Carla. ―Mis maneras arraigadas toman el control.
Se da la vuelta para saludar a mi madre.
―Señora Adams, estoy encantado de conocerla.
¿Cómo sabes su nombre? Le da su sonrisa impresionante de Joseph Jonas patentada, descomunalmente matadora. Ella no tiene esperanza. La mandíbula de mi madre prácticamente golpea la mesa. Mierda, contrólate, mamá. Ella toma su mano y se dan un apretón. Mi madre no ha respondido. Oh, quedar sin palabras y completamente estupefacta es una cosa genética, no tenía ni idea.
―Joseph ―se las arregla para decir, sin aliento.
Él le sonríe de manera cómplice, sus ojos ambarinos pestañeando. Entrecierro los ojos hacia ambos.
―¿Qué estás haciendo aquí? ―Mi pregunta suena más frágil de lo que pretendo y su sonrisa desaparece, su expresión ahora es cautelosa. Estoy encantada de verlo, pero completamente tomada por sorpresa, mi rabia por la señora Robinson todavía hierve lentamente a través de mis venas. No sé si quiero gritarle o lanzarme a sus brazos ―pero no creo que le gustaría eso tampoco― y quiero saber cuánto tiempo ha estado observándonos. También estoy un poco ansiosa por el correo que acabo de enviarle.
―Vine a verte, por supuesto. ―Me mira impulsivamente. Oh, ¿qué es lo que está pensando?―. Me estoy quedando en este hotel.
―¿Te estás quedando aquí? ―Sueno como una estudiante con anfetaminas, demasiado estridente para mis propios oídos.
―Bueno, ayer dijiste que desearías que estuviera aquí. ―Hace una pausa intentando evaluar mi reacción―. Estamos para complacerle, señorita Steele. ―Su voz es calmada, sin rastro de humor.
Mierda, ¿está enojado? ¿Quizá por los comentarios de la señora Robinson? ¿O el hecho de que estoy en mi tercera ―muy pronto cuarta― copa de Cosmo? Mi madre está mirando ansiosamente entre los dos.
―¿No nos acompañarás con un trago, Joseph? ―Llama con la mano al mesero, que está a su lado en un nanosegundo.
―Tomaré una ginebra con tónica ―dice Joseph―. Hendricks, si la tiene o Bombay Sapphire. Pepino para la Hendricks, lima con la Bombay.
Infiernos… sólo Joseph podría hacer una comida al ordenar una bebida.
―Y dos Cosmos más, por favor ―añado, mirando ansiosamente a Joseph. Estoy bebiendo con mi madre, no puede estar enojado por eso.
―Por favor, toma asiento, Joseph.
―Gracias, señora Adams.
Joseph empuja una silla cercana y se sienta junto a mí.
―Entonces, ¿resulta que te estás quedando en el hotel en donde estamos bebiendo? ―pregunto, intentando mantener mi tono ligero.
―O, resulta que estás bebiendo en el hotel en donde me estoy quedando ―responde Joseph―. Acabo de terminar la cena, vine aquí y te vi. Estaba distraído pensando en tu último correo, levanté la mirada y aquí estás. Qué coincidencia, ¿eh? ―Inclina su cabeza a un lado y veo el rastro de una sonrisa. Gracias al cielo, puede que podamos salvar la noche después de todo.
―Mi madre y yo estuvimos de compras esta mañana y en la playa esta tarde. Decidimos tomar unos cuantos cócteles esta noche ―murmuro, sintiendo que le debo algún tipo de explicación.
―¿Te compraste esa blusa? ―Señala con su cabeza mi nueva blusa de seda verde―. El color te sienta. Y te has bronceado un poco. Te ves adorable.
Me sonrojo, sin palabras ante su cumplido.
―Bueno, iba a hacerte una visita mañana. Pero aquí estás.
Se estira, toma mi mano y le da un gentil apretón, recorriendo con su pulgar mis nudillos de aquí para allá… y siento el familiar tirón. La carga eléctrica que recorre mi piel bajo la gentil presión de su pulgar, encendiendo mi corriente sanguínea y pulsando alrededor de mi cuerpo, calentando todo en su camino. Han pasado cerca de dos días desde que lo vi. Oh, mí… lo deseo. Mi respiración se hace difícil. Parpadeo hacia él, sonriendo tímidamente y veo una sonrisa jugando en sus hermosos y esculpidos labios.
―Pensé que te sorprendería. Pero como siempre, ____, me sorprendes al estar aquí.
Miro rápidamente a mi mamá, quien está mirando fijamente a Joseph… ¡sí, mirándolo fijamente! Detente, mamá. Como si él fuera alguna criatura exótica, nunca antes vista. Quiero decir, sé que nunca he tenido novio y Joseph sólo califica como tal para una referencia rápida, pero, ¿es tan increíble que pudiera atraer a un hombre? ¿A este hombre? Sí, francamente, míralo, espeta mi subconsciente. ¡Oh, cállate! ¿Quién te invitó a la fiesta? Frunzo el ceño a mi mamá, pero ella no parece notarlo.
―No quiero interrumpir el tiempo que tienes con tu madre. Tomaré una bebida rápida y luego me retiraré. Tengo trabajo que hacer ―dice él con seriedad.
―Joseph, es agradable finalmente conocerte ―interrumpe mi mamá, encontrando su voz―. ____ ha hablado muy cariñosamente de ti.
Él le sonríe.
―¿En serio? ―Enarca una ceja en mi dirección, una expresión divertida en su rostro y me sonrojo de nuevo.
El mesero llega con nuestras bebidas.
―Una Hendricks, señor ―dice él, triunfante.
―Gracias ―murmura Joseph en reconocimiento.
Tomo mi último Cosmo nerviosamente.
―¿Cuánto tiempo te quedas en Georgia, Joseph? ―pregunta mamá.
―Hasta el viernes, señora Adams.
―¿Cenarás con nosotras mañana en la noche? Y por favor, llámame Carla.
―Estaría encantado, Carla.
―Excelente. Si los dos me disculpan, necesito visitar el tocador.
Mamá… acabas de ir. La miro, desesperada mientras se pone de pie y se aleja, dejándonos solos.
―Así que estás enojada conmigo por cenar con una vieja amiga. ―Joseph gira su ardiente y cautelosa mirada hacia mí, levantando mi mano hacia sus labios y besando cada nudillo gentilmente.
Mierda, ¿quiere hacer esto ahora?
―Sí ―murmuro, mientras mi sangre caliente atraviesa todo mi cuerpo.
―Nuestra relación sexual se terminó hace mucho, ____ ―susurra―. No deseo a nadie más que a ti. ¿No has entendido eso todavía?
Parpadeo en su dirección.
―Pienso en ella como una pederasta, Joseph. ―Sostengo mi aliento, esperando su reacción.
Joseph palidece.
―Eso es muy crítico. No fue así ―susurra, sorprendido. Libera mi mano.
¿Crítico?
―Oh, ¿cómo fue entonces? ―pregunto. Los Cosmos me están haciendo valiente.
Frunce el ceño, desconcertado. Continúo.
―Tomó ventaja de un vulnerable chico de quince años. ¿Si hubieras sido una chica de quince años y la señora Robinson fuera un señor Robinson, tentándote hacia un estilo de vida ligado al BDSM, eso habría estado bien? ¿Digamos, si fuese Mia?
Jadea y me frunce el ceño.
―____, no fue así.
Lo miro severamente.
―De acuerdo, no se sintió así para mí ―continua calmadamente―. Ella fue una fuerza positiva. Lo que yo necesitaba.
―No lo entiendo. ―Es mi turno para lucir desconcertada.
―____, tu madre regresará pronto. No estoy cómodo hablando de esto ahora. Quizá después. Si no quieres que esté aquí, tengo un avión esperando en el Hilton Head. Puedo irme.
Está enojado conmigo… no.
―No, no te vayas. Por favor. Estoy encantada de que estés aquí. Simplemente estoy intentando hacerte entender. Estoy enojada de que tan pronto como me fui, cenaste con ella. Piensa en cómo te pones cuando voy a algún lugar con José. José es un buen amigo. Jamás he tenido una relación sexual con él. Al contrario que tú y ella… ―Dejo las palabras en el aire, incapaz de llevar ese pensamiento más lejos.
―¿Estás celosa? ―Me mira fijamente, estupefacto y sus ojos se suavizan ligeramente, cálidos.
―Sí y enojada por lo que ella te hizo.
―____, me ayudó, eso es todo lo que diré al respecto. Y en cuanto a tus celos, ponte en mis zapatos. No he tenido que justificar mis acciones a nadie en los últimos siete años. A ninguna persona. Hago lo que deseo, ____. Me gusta mi autonomía. No fui a ver a la señora Robinson para molestarte. Fui porque, de vez en cuando cenamos juntos. Es una amiga y una compañera de negocios.
¿Socios en los negocios? ¡Mierda! Esto es una noticia.
Me mira fijamente, evaluando mi expresión.
―Sí, somos socios. El sexo ha terminado entre nosotros. Así ha sido durante años.
―¿Por qué terminó la relación?
Su boca se estrecha y sus ojos resplandecen.
―Su marido lo descubrió.
¡Santo cielo!
―¿Podemos hablar sobre esto en algún otro momento o en otro lugar más privado? ―gruñe.
―No creo que vayas a convencerme de que ella no es alguna especie de pedófila.
―No pienso en ella de esa manera. Nunca lo hago. ¡Ahora, eso es suficiente! ―chasquea.
―¿La amaste?
―¿Cómo les va a ustedes dos? ―Mi madre ha vuelto, sin ser vista por ninguno de nosotros.
Pongo una sonrisa falsa en mi cara mientras Joseph y yo nos inclinamos hacia atrás a toda prisa… culpablemente. Ella me mira fijamente.
―Muy bien, mamá.
Joseph prueba su bebida, mirándome atentamente, con expresión vigilante. ¿Qué estará pensando? ¿Él la amó? Pienso que, si me dice que sí lo hizo, me voy a enojar, bastante.
―Bueno señoras, las dejaré esta noche.
No… no… él no puede dejarme colgada así.
―Por favor, pongan estas bebidas en mi cuenta, habitación número 612. Te llamaré a ti por la mañana, ____. Hasta mañana, Carla.
―Oh, es tan bonito escuchar que alguien utiliza tu nombre completo.
―Bonito nombre para una chica hermosa ―murmura Joseph, agitando sus manos extendidas y ella realmente sonríe como una tonta.
Oh mamá, “¿y tú también Brutus?” Estoy de pie, mirándolo fijamente, implorándole que conteste mi pregunta y él besa mi mejilla, castamente.
―Nos vemos más tarde, cariño ―susurra en mi oreja. Después desaparece.
Maldito-monstruo-controlador-bastardo. Mi enojo vuelve con toda su fuerza. Me dejo caer en mi silla y me vuelvo para enfrentar a mi madre.
―Bien, estoy sorprendida, ____. Él es un buen partido. Sin embargo, no sé qué está pasando entre ustedes dos. Creo que necesitan hablar. Ufff, la tensión aquí es insufrible. ―Se abanica teatralmente.
―¡Mamá!
―Vete hablar a él.
―No puedo. Vine aquí para verte.
―____, viniste aquí porque estás desconcertada sobre ese hombre. Es obvio que están locos el uno por el otro. Necesitas hablar con él. Voló casi cinco mil kilómetros simplemente para verte, ¡por el amor de Dios! Ya sabes lo horrible que es volar.
Me sonrojo. No le he dicho nada sobre su avión privado.
―¿Qué? ―me dice.
―Tiene su propio avión ―mascullo, avergonzada―, y está sólo a cuatro mil kilómetros, mamá.
¿Por qué me avergüenzo? Sus cejas se disparan.
―Estupendo ―murmura―. ____, pasa algo entre ustedes dos. He estado intentando sondearlo desde que llegaste aquí. Pero la única forma de que arregles el problema, sea lo que sea, es hablando directamente con él. Puedes seguir pensándolo tanto como quieras… pero hasta que realmente lo hables, no vas a conseguir llegar a ninguna conclusión.
Frunzo el ceño en su dirección.
―____, dulzura, siempre has tenido tendencia a analizarlo todo excesivamente. Déjate llevar por tu instinto. ¿Qué te dice eso, cariño?
Miro fijamente mis dedos.
―Creo que estoy enamorada de él ―murmuro.
―Lo sé, querida. Y él de ti.
―¡No!
―Sí, ____. ¡Diablos…! ¿Qué necesitas? ¿Una señal de neón que se encienda en su frente?
Abro la boca y las lágrimas repuntan en la esquina de mis ojos.
―____, querida. No llores.
―No creo que él me ame.
―No importa lo rico que seas, uno no deja todo a un lado y entra en su avión privado para cruzar todo un continente sólo para tomar el té de la tarde. ¡Vete con él! Este es un lugar hermoso, muy romántico. Es también un territorio neutral.
Me retuerzo bajo su mirada. Quiero y no quiero ir.
―Querida, no sientas que tienes que volver conmigo. Yo quiero que seas feliz… y ahora mismo, pienso que la llave de tu felicidad está arriba, en la habitación 612. Si necesitas venir a casa después, la llave está bajo la plata de Yuca en el porche delantero. Si te quedas… bien… ahora eres una chica mayor. Simplemente toma precauciones.
Me sonrojo. ¡Jesús, mamá!
―Terminemos nuestros Cosmos primero.
―Ésa es mi chica. ―Ella sonríe abiertamente.
Golpeo tímidamente en la habitación 612 y espero. Joseph abre la puerta. Está al teléfono. Parpadea cuando me ve, completamente sorprendido. Entonces, sostiene la puerta y la abre completamente para que entre en su cuarto.
―¿Todas las indemnizaciones por despido concluyeron? ¿Y el costo? ―Joseph silba entre dientes―. ¡Cielos! Eso fue un error caro… ¿Y Lucas?
Miro alrededor de la sala. Está en una suite, como en el Heathman. El mobiliario aquí es ultramoderno, muy actual. Todo en color púrpura oscuro y dorado con destellos bronce en las paredes. Joseph camina, acercándose a una pieza de madera oscura y abre la puerta para revelar un mini bar. Me indica que me sirva yo misma, después vaga por la habitación. No detuvo su llamada cuando entré en su estudio un momento antes. Oigo el ruido de agua corriendo… está llenando la bañera. Me sirvo jugo de naranja. Camina de vuelta hacia la sala.
―Haz que Andrea me envié los esquemas. Barney dijo que él había solucionado el problema… ―Joseph ríe―. No, viernes… hay una parcela de tierra aquí que me interesa… Sí, consigue que Bill me llame… No, mañana… quiero ver lo que ofrecerá Georgia si nos instalamos aquí. ―Joseph no aparta su mirada de mí. Me entrega un vaso, apuntando hacia una cubeta de hielo―. Si sus incentivos son lo suficientemente atractivos… pienso que deberíamos considerarlo, aunque no estoy seguro sobre el maldito calor que hace aquí… estoy de acuerdo con que Detroit también tiene sus ventajas y es más fresco… ―Su rostro se oscurece momentáneamente. ¿Por qué?―. Consigue que Bill llame. Mañana… No demasiado temprano. ―Cuelga y me mira fijamente, su rostro ilegible y el silencio se extiende entre nosotros.
De acuerdo… es mi turno para hablar.
―No contestaste mi pregunta ―murmuro.
―No. No lo hice ―dice él en voz baja, con sus ojos ambarinos muy abiertos y alertas.
―¿No contestaste mi pregunta sobre ella o no la amaste?
Él cruza sus brazos, se reclina contra la pared y una pequeña sonrisa baila en sus labios.
―¿Qué estás haciendo aquí, ____?
―Justamente te lo acabo de decir.
Él respira profundamente.
―No. No la amé. ―Frunce el ceño en mi dirección, divertido pero aún perplejo.
No puedo creer que esté aguantando la respiración. Me arqueo como un saco de tela viejo cuando la suelto. Bueno, gracias al cielo por eso. ¿Cómo me sentiría si realmente hubiera amado a la bruja?
―Eres la diosa de ojos verdes, ____. ¿Quién lo habría pensado?
―¿Está burlándose de mí, señor Jonas?
―No me atrevería.
Niega con la cabeza solemnemente, pero tiene un destello malvado en sus ojos.
―¡Oh, creo que lo harías! Y creo que lo haces… a menudo.
Sonríe burlonamente cuando repito las palabras que él me dijo antes. Sus ojos se oscurecen.
―Por favor, deja de morderte los labios. Estás en mi habitación, no he puesto los ojos en ti desde hace casi tres días y he volado un largo trayecto para verte. ―Su tono ha cambiado a suave y sensual.
Su BlackBerry zumba, distrayéndonos a ambos y él la apaga sin siquiera mirar quién es. Mi respiración se interrumpe. Sé hacia dónde va esto… pero se supone que tenemos que hablar. Él da un paso hacia mí luciendo su sexy mirada depredadora.
―Te deseo, ____. Ahora. Y tú me deseas. Por eso estamos aquí.
―Realmente quería saberlo ―susurro como defensa.
―Bueno, ahora que lo sabes, ¿te quedas o te vas?
Me ruborizo cuando se acerca y se detiene delante de mí.
―Me quedo ―murmuro, mirándolo ansiosamente.
―Oh, eso espero. ―Baja la mirada hacia mí―. Estabas tan enojada conmigo ―suspira.
―Sí.
―No recuerdo a nadie más que a mi familia estando enojado conmigo. Me gusta.
Corre las puntas de los dedos por mi mejilla. Oh, cielos, su cercanía, su delicioso olor a Joseph. Se supone que debemos estar hablando, pero mi corazón late con fuerza, mi sangre canta a medida que corre a través de mi cuerpo, el deseo crece, desplegándose… en todas partes. Joseph se inclina y desliza su nariz a lo largo de mi hombro y hasta la base de mi oreja, deslizando sus dedos en mi cabello.
―Tenemos que hablar ―susurro.
―Más tarde.
―Hay tantas cosas que quiero decir.
―Yo también.
Siembra un suave beso bajo el lóbulo de mi oreja mientras sus dedos se aprietan en mi cabello. Empujando mi cabeza hacia atrás, expone mi garganta. Sus dientes rozan mi barbilla y me besa la garganta.
―Te deseo ―suspira.
Gimo y me estiro, alcanzando sus brazos.
―¿Estás sangrando? ―Él sigue dándome besos.
Santo Dios. ¿Nada se le pasa por alto?
―Sí ―digo en voz baja, avergonzada.
―¿Tienes calambres?
―No. ―Me ruborizo. Por Dios…
Se detiene y me mira.
―¿Te has tomado la pastilla?
―Sí. ―¿Cuán mortificante es esto?
―Vamos a tomar un baño.
¿Ah, sí?
Toma mi mano y me lleva al dormitorio. Está dominado por una cama súper King con cortinas elaboradas. Pero no se detiene ahí. Me lleva al cuarto de baño que tiene dos habitaciones, todo aguamarina y piedra caliza blanca. Es enorme; en el segundo cuarto hay una bañera hundida, lo suficientemente grande para cuatro personas, con escalones de piedra que conducen a ella y poco a poco se va llenando con agua. El vapor se eleva ligeramente por encima de la espuma y noto un banco de piedra en todo su perímetro. Las velas parpadean a un lado. Vaya… ha hecho todo esto mientras estaba en el teléfono.
―¿Tienes una cinta para el cabello?
Parpadeo hacia él, busco en el bolsillo de los pantalones vaqueros y saco una goma para el cabello.
―Tómalo ―me ordena suavemente. Hago lo que me pide.
Está cálido y sofocante al lado de la bañera y mi camiseta comienza a pegarse. Se inclina y cierra el grifo. Guiándome de nuevo a la primera parte del cuarto de baño, se queda detrás de mí, de cara al espejo de la pared, por encima de los dos lavabos de cristal.
―Levanta los brazos ―jadea. Hago lo que me ha dicho y levanta la blusa por encima de mi cabeza de modo que estoy de pie, desnuda de cintura para arriba frente a él. No quitando sus ojos de los míos, me rodea y deshace el botón superior de mis jeans y baja la cremallera―. Te voy a tomar en el cuarto de baño, ____.
Inclinándose, me besa el cuello. Muevo la cabeza hacia un lado y le doy un acceso más fácil. Sujetando sus pulgares en mis pantalones, los desliza lentamente por mis piernas, hundiéndose detrás de mí cuando los empuja a ellos y a mis bragas al suelo.
―Sal de tus pantalones.
Agarrando el borde de la bañera, hago precisamente eso. Ahora estoy desnuda, mirándome a mí misma y él está de rodillas detrás de mí. Besa suavemente y luego muerde mi trasero, haciéndome jadear. Se pone de pie y me mira una vez más en el espejo. Me esfuerzo por permanecer inmóvil, ignorando mi inclinación natural de cubrirme. Extiende su mano por mi vientre, la palma de su mano casi llegando de cadera a cadera.
―Mírate. Eres tan hermosa ―murmura―. Tócate. ―Toma mis dos manos entre las suyas, sus palmas contra el dorso de mis manos, sus dedos entre los míos, de modo que mis dedos están extendidos. Pone mis manos sobre mi vientre―. Siente la suavidad de tu piel. ―Su voz es suave y baja. Mueve mis manos en un círculo lento hacia arriba, hacia mis pechos―. Siente lo lleno que son tus senos. ―Sostiene mis manos de modo que ahuecan mis pechos. Él acaricia suavemente mis pezones con sus pulgares una y otra vez.
Gimo con los labios entreabiertos y arqueo la espalda para que mis pechos llenen mis palmas. Él aprieta mis pezones entre nuestros dedos, tirando suavemente de modo que se alargan más. Puedo ver con fascinación a la criatura desenfrenada retorciéndose delante de mí. Oh, esto se siente bien. Gimo y cierro los ojos, ya no queriendo ver a esa mujer libidinosa en el espejo, cayendo a pedazos en sus propias manos… sus manos… sintiendo mi piel como él lo haría, experimentando cuan excitante es… sólo su tacto y sus calmas y suaves órdenes.
―Eso es, nena ―murmura.
Guía mis manos por los lados de mi cuerpo, más allá de mi cintura hacia mis caderas y a lo largo de mi vello púbico. Desliza su pierna entre las mías, separando mis pies, abriéndome y corre mis manos sobre mi sexo, con una mano y luego con la otra, creando un ritmo. Es tan erótico. En verdad: soy una marioneta y él es el maestro de las marionetas.
―Mira a tu reflejo, ____ ―susurra mientras deja besos y mordiscos suaves a lo largo de mi hombro. Gimo. De pronto, me deja ir―. Continúa ―ordena y se para detrás, observándome.
Me acaricio. No. Lo quiero a él, que él lo haga. No se siente igual. Estoy perdida sin él. Se saca la camisa sobre su cabeza y rápidamente se quita los pantalones.
―¿Prefieres que haga eso? ―Su mirada ambarina quema la mía en el espejo.
―Oh, sí… por favor ―jadeo.
Envuelve sus brazos a mí alrededor otra vez y toma mis manos una vez más, continuando con la caricia sensual a través de mi sexo, por encima de mi clítoris. Los vellos de su pecho y su erección se presionan contra mí. Oh, rápido… por favor. Muerde la nuca de mi cuello y cierro los ojos, disfrutando de la infinidad de sensaciones; mi cuello, mi ingle… la sensación de tenerlo detrás de mí. Se detiene abruptamente y me gira por completo, rodeando mis muñecas con una mano, encarcelando mis manos detrás de mí y tirando de mi cola de caballo con la otra. Estoy contra él y me besa salvajemente, haciendo estragos en mi boca con la suya. Reteniéndome en el lugar.
Su respiración es irregular, igualando la mía.
―¿Cuándo comenzó tu período, ____? ―pregunta de la nada, mirando hacia mí.
―Err… ayer ―murmuro, excitadísima.
―Bien. ―Él me libera y me da la vuelta―. Sostente del lavado ―me ordena y tira de mis caderas hacia atrás de nuevo, como lo hizo en la habitación de juegos, así que estoy agachada.
Llega entre mis piernas y tira del cordón azul… ¡qué! Y… saca suavemente el tampón y lo arroja en el inodoro cercano. Santo Dios. Dulce madre de todo… Por Dios. Y luego está dentro de mí… ¡ah! Piel contra piel… se mueve lentamente en un primer momento… fácilmente, probándome, empujándome… oh, cielos. Me sujeto al lavado, jadeando, obligándome a retroceder, sintiéndolo dentro de mí. Oh, la dulce agonía… sus manos estrechan mis caderas. Establece un ritmo de castigo… dentro, fuera y alcanza y encuentra mi clítoris, masajeándome… oh, Jesús. Noto como me acelero.
―Eso es, nena ―dice ásperamente mientras se incrusta en mí, inclinando sus caderas y es suficiente para mandarme a volar, volar alto.
Vaya… y me vengo ruidosamente, agarrándome a la vida en el lavado a medida que caigo en espiral a lo largo de mi orgasmo, todo girando y apretándose a la vez. Él sigue, estrechándome con fuerza, su frente en mi espalda cuando llega a su clímax y dice mi nombre como si fuera una letanía o una oración.
―¡Oh, ____! ―Su respiración es irregular en mi oído, en perfecta sinergia con la mía―. Oh, nena, ¿alguna vez voy a tener suficiente de ti? ―susurra.
¿Será siempre así? Tan abrumador, tan desgastante, tan desconcertante y seductor. Quiero hablar, pero ahora estoy agotada y aturdida por hacer el amor y me pregunto: ¿alguna vez yo voy a tener suficiente de él?
Nos hundimos lentamente en el suelo y él envuelve sus brazos a mí alrededor, encarcelándome. Me acurruco en su regazo, mi cabeza contra su pecho, a medida que ambos nos calmamos. Muy sutilmente, aspiro su olor dulce y embriagador. No lo acaricies. No lo acaricies. Repito el mantra en mi cabeza; aunque estoy muy tentada a hacerlo. Quiero levantar mi mano y dibujar patrones en los vellos de su pecho con la punta de mis dedos… pero me resisto, a sabiendas de que él lo odiará si lo hago. Ambos permanecemos tranquilos, perdidos en nuestros pensamientos. Estoy perdida en él… perdida por él.
Recuerdo que tengo mi período.
―Estoy sangrando ―me quejo.
―No me molesta ―suspira.
―Me di cuenta. ―No puedo mantener la sequedad fuera de mi voz.
Se tensa un poco.
―¿Te molesta? ―pregunta en voz baja.
¿Me molesta? Tal vez debería… ¿debería? No, no lo hace. Me inclino hacia atrás y levanto la mirada hacia él y él me mira, con los ojos de un ámbar suave.
―No, en absoluto.
Sonríe.
―Bueno. Vamos a tomar un baño.
Se desenreda de mí alrededor, colocándome en el suelo mientras se pone de pie. Mientras lo hace, me doy cuenta una vez más de las pequeñas cicatrices redondas y blancas en su pecho. No son de varicela, medito distraídamente. Grace dijo que apenas se vio afectado. Mierda… deben ser de quemaduras. ¿Quemaduras de qué? Palidezco ante la compresión, conmoción y repulsión que corren a través de mí. ¿De cigarrillos? ¿La señora Robinson, su madre biológica, quién? ¿Quién le hizo esto? Tal vez haya una explicación razonable y estoy reaccionando exageradamente. Una loca esperanza florece en mi pecho; la esperanza de que estoy equivocada.
―¿Qué pasa? ―Joseph abre los ojos de par en par con alarma.
―Tus cicatrices ―susurro―. No son de varicela.
Puedo ver cómo, en una fracción de segundo, se cierra, cambiando su postura desde una calmada, relajada y en comodidad, a estar a la defensiva… incluso enojado. Frunce el ceño, su rostro se ensombrece y su boca se prensa en una línea delgada y dura.
―No, no lo son ―suelta, pero no da más detalles. Se pone de pie, extiende la mano hacia mí y me pone sobre mis pies―. No me mires así. ―Su voz es más fría y gruñona mientras deja ir mi mano.
Me lavo, restriego y miro abajo hacia mis dedos y lo sé, sé que alguien apagó cigarrillos en Joseph. Me siento asqueada.
―¿Ella te hizo eso? ―susurro antes de que pueda detenerme.
No dice nada, así que estoy obligada a mirarlo. Él me está mirando.
―¿Ella? ¿La señora Robinson? Ella no es un animal, ____. Por supuesto que no lo hizo. No entiendo por qué sientes que tienes que convertirla en la mala.
Él está de pie allí, desnudo, gloriosamente desnudo, con mi sangre en él… y estamos finalmente teniendo esta conversación. Y estoy desnuda también… ninguno de nosotros tiene dónde esconderse, excepto tal vez, la bañera. Tomo una respiración profunda, me muevo lejos de él y me sumerjo en el agua. Está deliciosamente cálida, suave y profunda. Me fundo en la espuma fragante y levanto la mirada hacia él, escondido entre las burbujas.
―Sólo me pregunto cómo serías si no la hubieras conocido. Si no te hubiera introducido a tu… um, estilo de vida.
Suspira y se sumerge en la bañera frente a mí, su mandíbula apretada con tensión, sus ojos helados. A medida que sumerge con gracia su cuerpo bajo el agua, es cuidadoso de no tocarme. Por Dios… ¿tanto lo hice enojar?
Me mira impasiblemente, su rostro es ilegible, no dice nada. Una vez más, el silencio se extiende entre nosotros, pero me aferro a mi consejo. Es tu turno Jonas… no voy a ceder esta vez. Mi subconsciente está nervioso, ansiosamente mordiéndose las uñas; esto podría ir en cualquier dirección. Joseph y yo nos miramos fijamente el uno al otro, pero no voy a dar marcha atrás. Finalmente, después de lo que parece un milenio, él sacude la cabeza y sonríe.
―Probablemente, si no hubiera sido por la señora Robinson, habría seguido el camino de mi madre biológica.
¡Oh! Parpadeo hacia él. ¿Adicto al crack o prostituto? ¿Posiblemente las dos cosas?
―Ella me amaba de una manera que encontré… aceptable ―añade, encogiéndose de hombros.
¿Qué diablos significa eso?
―¿Aceptable? ―susurro.
―Sí. ―Se me queda mirando fijamente―. Ella me distrajo del camino destructivo que estaba siguiendo. Es muy difícil crecer en una familia perfecta cuando no eres perfecto.
Oh no. Mi boca se seca mientras digiero sus palabras. Él me mira con una expresión inescrutable. No va a decirme nada más. Que frustrante. Por dentro, estoy tambaleando, suena tan lleno de auto desprecio. Y la señora Robinson lo amaba. Mierda… ¿ella todavía lo ama? Me siento como si me hubieran golpeado en el estómago.
―¿Ella todavía te ama?
―No lo creo, no así. ―Frunce el ceño como si no hubiese reflexionado al respecto―. Te sigo diciendo que fue hace mucho tiempo. Está en el pasado. No puedo cambiarlo aun si quisiera, aunque no quiero. Ella me salvó de mí mismo. ―Está exasperado y pasa una mano por su cabello mojado―. Nunca he discutido esto con nadie ―hace una pausa―, excepto el Dr. Flynn, por supuesto. Y la única razón por la que estoy hablando de esto ahora, contigo, es porque quiero que confíes en mí.
―Confío en ti, pero quiero conocerte mejor y cuando sea que quiero hablar contigo, me distraes. Hay tanto que quiero saber.
―Oh, por amor de Dios, ____. ¿Qué quieres saber? ¿Qué tengo que hacer? ―Sus ojos flamean y aunque no alza la voz, sé que está tratando de controlar su temperamento.
Echo un vistazo rápido a mis manos, claras bajo el agua, ya que las burbujas han comenzado a dispersarse.
―Sólo estoy tratando de entender, eres como un enigma. Diferente a cualquier persona que haya conocido antes. Me alegra que estés diciéndome lo que quiero saber.
Vaya, quizás son los Cosmopolitan que me están haciendo valiente, pero de repente, no puedo soportar la distancia entre nosotros. Me muevo a través del agua a su lado y me apoyo contra él por lo que nos estamos tocando, piel con piel. Se tensa y me mira como si lo fuera a morder. Bueno, ese es un cambio de tendencia. Mi diosa interior lo mira tranquila, con especulación sorprendida.
―Por favor, no te molestes conmigo ―susurro.
―No estoy molesto contigo, ____. Sólo no estoy acostumbrado a esta clase de conversación, este sondeo. Sólo tengo esto con el Dr. Flynn y con… ―Él se detiene y frunce el ceño.
―Con ella, la señora Robinson. ¿Tú hablas con ella? ―Inspiro, tratando de controlar mi propio temperamento.
―Sí, lo hago.
―¿Sobre qué?
Se mueve en la bañera por lo que está frente a mí, haciendo que el agua caiga sobre el suelo. Él pone su brazo sobre mis hombros, descansando en el borde de la bañera.
―¿Persistente, no? ―murmura, un rastro de irritación en su voz―. De la vida, el universo, negocios. ____, la señora Robinson y yo nos conocemos desde hace mucho. Podemos discutir cualquier cosa.
―¿De mí?
―Sí. ―Sus ojos me miran con cuidado.
Muerdo mi labio inferior, tratando de ocultar la repentina ira.
―¿Por qué hablan de mí? ―Me esfuerzo por no sonar quejumbrosa y petulante, pero no lo logro. Sé que debería parar. Lo estoy empujando muy lejos. Mi subconsciente tiene su cara de Edward Munch de nuevo.
―Nunca conocí a alguien como tú, ____.
―¿Qué significa eso? ¿Alguien que no firmara automáticamente tus documentos, sin hacer preguntas?
―Necesitaba un consejo.
―¿Y pides consejos a la señora pedófila? ―chasqueo. El control sobre mi temperamento es más dudoso de lo que pensaba.
―Suficiente, ____ ―chasque con severidad, entrecerrando los ojos. Estoy patinando sobre hielo delgado y me dirijo hacia el peligro―. O te pondré sobre mi rodilla. No tengo ningún interés sexual o romántico en ella. Ella es una amiga querida, valiosa y una compañera de negocios. Eso es todo. Tenemos un pasado, una historia compartida, que fue monumentalmente beneficiosa para mí, aunque arruinó su matrimonio, pero esa parte de nuestra relación ha terminado.
Vaya, otra parte que no entiendo. Ella estuvo casada también. ¿Cómo lograron salirse con la suya por tanto tiempo?
―¿Y tus padres nunca lo descubrieron?
―No ―gruñe―. Ya te he dicho esto.
Y sé que es todo. No puedo hacerle más preguntas sobre ella porque va a enfadarse conmigo.
―¿Terminaste? ―chasquea.
―Por ahora.
Toma una respiración profunda y se relaja visiblemente frente a mí, como si se hubiera quitado un enorme peso de sus hombros o algo así.
―Claro, mi turno ―murmura y su mirada se vuelve inflexible, especulativa―. No has respondido a mi correo electrónico.
Me sonrojo. Oh, odio que la atención esté sobre mí y parece que se molestará cada vez que tengamos una discusión. Sacudo mi cabeza. Quizás así es como se siente sobre mis preguntas, no está acostumbrado a que lo desafíen. El pensamiento es revelador, molesto y desconcertante.
―Iba a responder. Pero ahora estás aquí.
―¿Prefieres que no estuviera? ―respira, su expresión impasible otra vez.
―No, estoy complacida ―murmuro.
―Bien. ―Me da una genuina sonrisa de alivio―. También estoy complacido de estar aquí, a pesar de tus interrogantes. Así que, si bien es aceptable interrogarme, ¿crees que puedes reclamar algún tipo de inmunidad diplomática sólo porque he volado hasta aquí para verte? No lo creo, señorita Steele. Quiero saber cómo te sientes.
Oh no…
―Te lo dije. Estoy complacida de que estés aquí. Gracias por venir hasta aquí ―le digo débilmente.
―Es mi placer, señorita Steele. ―Sus ojos brillan mientras se inclina y me besa suavemente. Siento que respondo automáticamente. El agua todavía está caliente, el baño aún lleno de vapor. Se detiene y retrocede, mirándome―. No. Creo que, antes de que hagamos algo más, quiero unas respuestas.
¿Más? Ahí está esa palabra otra vez. Y él quiere respuesta… ¿respuestas a qué? No tengo un pasado secreto, no tengo una infancia terrible. ¿Qué podría querer saber acerca de mí que no sepa ya?
Suspiro, resignada.
―¿Qué quieres saber?
―Bueno, cómo te sientes por nuestro potencial arreglo, para empezar.
Parpadeo. Tiempo de verdad o desafío, mi subconsciente y mi diosa interior se miran nerviosamente la una a la otra. Al diablo, vamos por la verdad.
―No creo que pueda hacerlo por un período extenso de tiempo. Un fin de semana siendo alguien que no soy. ―Me sonrojo y miro fijamente mis manos.
Levanta mi barbilla y me está sonriendo, divertido.
―No, yo tampoco creo que podrías.
Y una parte de mí se siente un poco ofendida y desafiada.
―¿Te estás riendo de mí?
―Sí, pero en una buena manera ―dice con una pequeña sonrisa.
Se inclina y me besa suave, brevemente.
―No eres buena siendo sumisa ―respira mientras sostiene mi barbilla, sus ojos bailando con humor.
Lo miro sorprendida, luego estallo en carcajadas y él se une a mí.
―Quizás no tenga un buen profesor.
Resopla.
―Quizás. Tal vez deba ser más estricto contigo. ―Él ladea la cabeza hacia un lado y me da una sonrisa astuta.
Trago. Por Dios, no. Pero, al mismo tiempo, mis músculos se aprietan deliciosamente en el interior. Es su manera de mostrarme que le importa. Me doy cuenta que, tal vez, es la única manera en que puede mostrarme que le importa. Está mirándome, midiendo mi reacción.
―¿Fue tan malo cuando te golpeé la primera vez?
Miro hacia él, parpadeando. ¿Fue tan malo? Recuerdo haberme sentido confundida por mi reacción. Dolió, pero no tanto. Él ha dicho una y otra vez que está más que nada en mi cabeza. Y la segunda vez… bueno, esa fue bien… caliente.
―No, no realmente ―susurro.
―¿Es más la idea de eso? ―apunta.
―Supongo. Sentir placer, cuando no se supone que deba.
―Recuerdo sentir lo mismo. Toma un tiempo encontrarle sentido a eso.
Santos demonios. Eso fue cuando era un niño.
―Siempre puedes decir la palabra, ____. No olvides eso. Y, mientras sigas las reglas, que responden a una necesidad profunda en mí para controlar y para mantenerte a salvo, entonces tal vez podamos encontrar una manera de avanzar.
―¿Por qué necesitas controlarme?
―Porque satisface una necesidad en mí que no conocía en mis años de formación.
―¿Así que es una especie de terapia?
―No había pensado de esa manera, pero sí, supongo que así es.
Esto lo puedo entender. Esto ayudará.
―Pero, un momento dices “no me desafíes” y después, dices que te gusta que te desafíen. Esa es una línea muy fina para tratar con éxito.
Él me mira por un momento y luego frunce el ceño.
―Puedo verlo. Pero pareces estar haciéndolo bien.
―Pero, ¿a qué precio? Estoy atada con nudos aquí.
―Me gustas atada con nudos. ―Sonríe con suficiencia.
―¡Eso no es lo que quería decir! ―Le lanzo agua, exasperada.
Baja la mirada hacia mí, arqueando una ceja.
―¿Acabas de salpicarme?
―Sí. ―Santa mierda… esa mirada.
―Oh, señorita Steele. ―Me sujeta y me pone sobre su regazo, tirando agua por todo el suelo―. Creo que hemos tenido suficiente conversación por ahora.
Pone sus manos a ambos lados de mi cabeza y me besa. Profundamente. Poseyendo mi boca. Inclinando mi cabeza… controlándome. Gimo contra sus labios. Esto es lo que le gusta. Esto es en lo que es tan bueno. Todo dentro de mí se enciende y mis dedos están en su cabello, sujetándolo y lo estoy besando de vuelta y diciendo “también te deseo” de la única forma en la que sé hacerlo. Gruñe, moviéndome para que esté a horcajadas sobre él, arrodillada sobre él, su erección debajo de mí. Se echa hacia atrás y me mira, sus ojos entrecerrados, brillando y llenos de lujuria. Dejo caer mis manos para sujetarme al borde de la bañera, pero agarra mis muñecas y tira mis brazos detrás de mi espalda, sujetándolos con una mano.
―Te voy a poseer ahora ―susurra y me levanta para que esté suspendida en el aire sobre él―. ¿Preparada? ―respira.
―Sí ―murmuro y me deja caer sobre él, lentamente, exquisitamente lento… llenándome… mirándome mientras me toma.
Gruño, cerrando los ojos y me deleito en la sensación. Él flexiona las caderas y jadeo, inclinándome hacia delante, descansando mi frente contra la suya.
―Por favor, suéltame las manos ―susurro.
―No me toques ―suplica y liberando mis muñecas, sujeta mis caderas.
Sujetando la cornisa del baño, subo y bajo lentamente, abriendo los ojos para mirarlo. Me está observando. Su boca está ligeramente abierta, su respiración interrumpida, forzada, su lengua entre sus dientes. Luce tan… caliente. Estamos húmedos, resbaladizos y moviéndonos el uno contra el otro. Me inclino hacia abajo y lo beso. Cierra los ojos. Tentativamente, subo mis manos a su cabeza y paso los dedos por su cabello, sin quitar mis labios de su boca. Esto está permitido. Le gusta. Me gusta. Y nos movemos juntos. Tiro de su cabello, inclinando su cabeza hacia atrás y haciendo el beso más profundo, montándolo más rápido, aumentando el ritmo. Gruño contra su boca. Él empieza a levantarme más rápido, más rápido… sujetando mis caderas. Besándome. Somos bocas y lenguas mojadas, cabello enredado y caderas en movimiento. Toda sensación… consumiéndolo todo otra vez. Estoy cerca… estoy empezando a reconocer esta deliciosa tensión… acelerándose. Y el agua… está arremolinándose entre nosotros, nuestro propio remolino, un torbellino conmovedor mientras nuestros movimientos se vuelven más frenéticos… salpicando agua por todas partes, reflejando lo que está pasando dentro de mí… y no me importa.
Amo a este hombre. Amo su pasión, el efecto que tengo en él. Amo que haya volado tan lejos para verme. Amo que se preocupe por mí… que le importe. Es tan inesperado, tan satisfactorio. Es mío y yo suya.
―Eso está bien, nena ―respira.
Y me vengo, el orgasmo rasgando a través de mí, un turbulento, pasional apogeo que me devora entera. Y de repente, Joseph me aplasta contra él… sus brazos envueltos alrededor de mi espalda mientras encuentra su liberación.
―¡____, nena! ―grita y es una invocación salvaje, conmoviendo y tocando las profundidades de mi alma.
Yacemos, mirándonos el uno al otro fijamente, ámbar en azul, cara a cara, en la cama súper King, los dos abrazando nuestras almohadas delante de nosotros. Desnudos. Sin tocarnos. Sólo mirando y admirando, tapados por la sábana.
―¿Quieres dormir? ―pregunta Joseph, su voz suave. Es hermoso; la mezcla de colores en su cabello vívido contra la funda de algodón egipcio de la almohada, ojos ambarinos, provocativos y expresivos. Luce preocupado.
―No. No estoy cansada. ―Me siento extrañamente llena de energía. Ha sido tan bueno hablar que no quiero parar.
―¿Qué quieres hacer? ―pregunta.
―Hablar.
Sonríe.
―¿Sobre qué?
―Cosas.
―¿Qué cosas?
―Tú.
―¿Qué sobre mí?
―¿Cuál es tu película favorita?
Sonríe.
―Hoy, es El Piano.
Su sonrisa es contagiosa.
―Claro. Tonta de mí. Una música triste y apasionante, ¿qué sin duda puedes tocar? Tantos logros, señor Jonas.
―Y el mayor de ellos eres tú, señorita Steele.
―Así que soy la número diecisiete.
Frunce el ceño sin comprender.
―¿Diecisiete?
―Número de mujeres con las que has um… tenido sexo.
Sus labios se curvan hacia arriba, sus ojos brillando con incredulidad.
―No exactamente.
―Dijiste quince. ―Mi confusión es obvia.
―Me estaba refiriendo al número de mujeres en mi cuarto de juego. Pensé que era a lo que te referías. No me preguntaste con cuántas mujeres he tenido sexo.
―Oh. ―Santa mierda… hay más… ¿Cómo? Lo miro boquiabierta―. ¿Vainilla?
―No. Tú eres mi única conquista vainilla. ―Sacude la cabeza, todavía sonriéndome.
¿Por qué encuentra esto divertido? ¿Y por qué le estoy sonriendo como una idiota?
―No te puedo dar un número. No hago cortes en el poste de la cama o algo así.
―¿De cuántas estamos hablando? ¿Decenas, cientos… miles? ―Mis ojos se vuelven más salvajes a medida que los números se hacen más grandes.
―Decenas. Estamos en las decenas, por desgracia.
―¿Todas sumisas?
―Sí.
―Deja de sonreírme ―lo regaño suavemente, intentando y fallando en mantener un rostro serio.
―No puedo. Eres divertida.
―¿Divertida peculiar o divertida graciosa?
―Creo que un poco de los dos. ―Sus palabras reflejan las mías.
―Eso es un condenado descaro, viniendo de ti.
Se inclina hacia mí y besa la punta de mi nariz.
―Esto te impactará, ____. ¿Preparada?
Asiento, con los ojos muy abiertos, todavía con la sonrisa estúpida en mi rostro.
―Todas sumisas en prácticas, cuando yo estaba practicando. Hay sitios en Seattle y sus alrededores donde uno puede ir y practicar. Aprender a hacer lo que yo hago ―dice.
¿Qué?
―Oh. ―Parpadeo.
―Sip, he pagado por sexo, ____.
―Eso no es algo por lo que estar orgulloso ―refunfuño con arrogancia―. Y tienes razón… estoy profundamente impactada. Y frustrada porque no te puedo impactar.
―Usaste mi ropa interior.
―¿Eso te impactó?
―Sí. ―Mi diosa interior salta con caña sobre la barra de los cuatro metros y medio―. No usaste bragas para conocer a mis padres.
―¿Eso te impactó?
―Sí.
Dios, la barra se ha movido a casi cinco metros.
―Parece que sólo te puedo impactar en la sección de ropa interior.
―Me dijiste que eras virgen. Ésa fue la mayor conmoción que he tenido alguna vez.
―Sí, tu rostro era de fotografía, un momento Kodak. ―Rió tontamente.
―Me dejaste golpearte con una fusta.
―¿Eso te impactó?
―Sep.
Sonrío.
―Bueno, puede que te deje hacerlo otra vez.
―Oh, lo espero, señorita Steele. ¿Este fin de semana?
―Bien ―acuerdo, tímidamente.
―¿Bien?
―Sí. Iré al Salón Rojo del Dolor otra vez.
―Dices mi nombre.
―¿Eso te impacta?
―El hecho de que me guste me impacta.
―Joseph.
Sonríe.
―Quiero hacer algo mañana. ―Sus ojos brillan con excitación.
―¿Qué?
―Una sorpresa. Para ti. ―Su voz es baja y suave.
Levanto una ceja y sofoco un bostezo al mismo tiempo.
―¿La estoy aburriendo, señorita Steele? ―Su tono es sardónico.
―Nunca.
Se inclina hacia mí y me besa suavemente en los labios.
―Duerme ―ordena, después, apaga la luz.
Y en este silencioso momento, mientras cierro los ojos, agotada y saciada, pienso que estoy en el ojo del huracán. Y a pesar de todo lo que ha dicho y de lo que no ha dicho, no creo que haya sido nunca tan feliz.
―____, ¿qué sucede? Te ves como si hubieras visto un fantasma.
―Es Joseph, está aquí.
―¿Qué? ¿En serio? ―Echa un vistazo alrededor del bar también.
Me he olvidado de mencionarle las tendencias acosadoras de Joseph a mi mamá.
Lo veo. Mi corazón salta, empezando un latido vibrante y aplastante mientras se abre paso hacia nosotras. Realmente está aquí, por mí. Mi diosa interna salta haciendo porras desde su diván. Moviéndose suavemente a través del público, su cabello brilla castaño y negro bajo las lámparas halógenas. Sus brillantes ojos ambarinos brillan con… ¿rabia? ¿Tensión? Su boca está en una sombría línea, su mandíbula tensa. Oh, mierda… no. Estoy tan enojada con él ahora y aquí está. ¿Cómo puedo estar enojada con él frente a mi madre?
Llega a nuestra mesa, mirándome cautelosamente. Está vestido con una camisa de lino blanco y jeans.
―Hola ―digo en un chillido, incapaz de esconder la sorpresa y sobrecogimiento al verlo aquí en carne y hueso.
―Hola ―responde, inclinándose y besando mi mejilla, tomándome por sorpresa.
―Joseph, esta es mi madre, Carla. ―Mis maneras arraigadas toman el control.
Se da la vuelta para saludar a mi madre.
―Señora Adams, estoy encantado de conocerla.
¿Cómo sabes su nombre? Le da su sonrisa impresionante de Joseph Jonas patentada, descomunalmente matadora. Ella no tiene esperanza. La mandíbula de mi madre prácticamente golpea la mesa. Mierda, contrólate, mamá. Ella toma su mano y se dan un apretón. Mi madre no ha respondido. Oh, quedar sin palabras y completamente estupefacta es una cosa genética, no tenía ni idea.
―Joseph ―se las arregla para decir, sin aliento.
Él le sonríe de manera cómplice, sus ojos ambarinos pestañeando. Entrecierro los ojos hacia ambos.
―¿Qué estás haciendo aquí? ―Mi pregunta suena más frágil de lo que pretendo y su sonrisa desaparece, su expresión ahora es cautelosa. Estoy encantada de verlo, pero completamente tomada por sorpresa, mi rabia por la señora Robinson todavía hierve lentamente a través de mis venas. No sé si quiero gritarle o lanzarme a sus brazos ―pero no creo que le gustaría eso tampoco― y quiero saber cuánto tiempo ha estado observándonos. También estoy un poco ansiosa por el correo que acabo de enviarle.
―Vine a verte, por supuesto. ―Me mira impulsivamente. Oh, ¿qué es lo que está pensando?―. Me estoy quedando en este hotel.
―¿Te estás quedando aquí? ―Sueno como una estudiante con anfetaminas, demasiado estridente para mis propios oídos.
―Bueno, ayer dijiste que desearías que estuviera aquí. ―Hace una pausa intentando evaluar mi reacción―. Estamos para complacerle, señorita Steele. ―Su voz es calmada, sin rastro de humor.
Mierda, ¿está enojado? ¿Quizá por los comentarios de la señora Robinson? ¿O el hecho de que estoy en mi tercera ―muy pronto cuarta― copa de Cosmo? Mi madre está mirando ansiosamente entre los dos.
―¿No nos acompañarás con un trago, Joseph? ―Llama con la mano al mesero, que está a su lado en un nanosegundo.
―Tomaré una ginebra con tónica ―dice Joseph―. Hendricks, si la tiene o Bombay Sapphire. Pepino para la Hendricks, lima con la Bombay.
Infiernos… sólo Joseph podría hacer una comida al ordenar una bebida.
―Y dos Cosmos más, por favor ―añado, mirando ansiosamente a Joseph. Estoy bebiendo con mi madre, no puede estar enojado por eso.
―Por favor, toma asiento, Joseph.
―Gracias, señora Adams.
Joseph empuja una silla cercana y se sienta junto a mí.
―Entonces, ¿resulta que te estás quedando en el hotel en donde estamos bebiendo? ―pregunto, intentando mantener mi tono ligero.
―O, resulta que estás bebiendo en el hotel en donde me estoy quedando ―responde Joseph―. Acabo de terminar la cena, vine aquí y te vi. Estaba distraído pensando en tu último correo, levanté la mirada y aquí estás. Qué coincidencia, ¿eh? ―Inclina su cabeza a un lado y veo el rastro de una sonrisa. Gracias al cielo, puede que podamos salvar la noche después de todo.
―Mi madre y yo estuvimos de compras esta mañana y en la playa esta tarde. Decidimos tomar unos cuantos cócteles esta noche ―murmuro, sintiendo que le debo algún tipo de explicación.
―¿Te compraste esa blusa? ―Señala con su cabeza mi nueva blusa de seda verde―. El color te sienta. Y te has bronceado un poco. Te ves adorable.
Me sonrojo, sin palabras ante su cumplido.
―Bueno, iba a hacerte una visita mañana. Pero aquí estás.
Se estira, toma mi mano y le da un gentil apretón, recorriendo con su pulgar mis nudillos de aquí para allá… y siento el familiar tirón. La carga eléctrica que recorre mi piel bajo la gentil presión de su pulgar, encendiendo mi corriente sanguínea y pulsando alrededor de mi cuerpo, calentando todo en su camino. Han pasado cerca de dos días desde que lo vi. Oh, mí… lo deseo. Mi respiración se hace difícil. Parpadeo hacia él, sonriendo tímidamente y veo una sonrisa jugando en sus hermosos y esculpidos labios.
―Pensé que te sorprendería. Pero como siempre, ____, me sorprendes al estar aquí.
Miro rápidamente a mi mamá, quien está mirando fijamente a Joseph… ¡sí, mirándolo fijamente! Detente, mamá. Como si él fuera alguna criatura exótica, nunca antes vista. Quiero decir, sé que nunca he tenido novio y Joseph sólo califica como tal para una referencia rápida, pero, ¿es tan increíble que pudiera atraer a un hombre? ¿A este hombre? Sí, francamente, míralo, espeta mi subconsciente. ¡Oh, cállate! ¿Quién te invitó a la fiesta? Frunzo el ceño a mi mamá, pero ella no parece notarlo.
―No quiero interrumpir el tiempo que tienes con tu madre. Tomaré una bebida rápida y luego me retiraré. Tengo trabajo que hacer ―dice él con seriedad.
―Joseph, es agradable finalmente conocerte ―interrumpe mi mamá, encontrando su voz―. ____ ha hablado muy cariñosamente de ti.
Él le sonríe.
―¿En serio? ―Enarca una ceja en mi dirección, una expresión divertida en su rostro y me sonrojo de nuevo.
El mesero llega con nuestras bebidas.
―Una Hendricks, señor ―dice él, triunfante.
―Gracias ―murmura Joseph en reconocimiento.
Tomo mi último Cosmo nerviosamente.
―¿Cuánto tiempo te quedas en Georgia, Joseph? ―pregunta mamá.
―Hasta el viernes, señora Adams.
―¿Cenarás con nosotras mañana en la noche? Y por favor, llámame Carla.
―Estaría encantado, Carla.
―Excelente. Si los dos me disculpan, necesito visitar el tocador.
Mamá… acabas de ir. La miro, desesperada mientras se pone de pie y se aleja, dejándonos solos.
―Así que estás enojada conmigo por cenar con una vieja amiga. ―Joseph gira su ardiente y cautelosa mirada hacia mí, levantando mi mano hacia sus labios y besando cada nudillo gentilmente.
Mierda, ¿quiere hacer esto ahora?
―Sí ―murmuro, mientras mi sangre caliente atraviesa todo mi cuerpo.
―Nuestra relación sexual se terminó hace mucho, ____ ―susurra―. No deseo a nadie más que a ti. ¿No has entendido eso todavía?
Parpadeo en su dirección.
―Pienso en ella como una pederasta, Joseph. ―Sostengo mi aliento, esperando su reacción.
Joseph palidece.
―Eso es muy crítico. No fue así ―susurra, sorprendido. Libera mi mano.
¿Crítico?
―Oh, ¿cómo fue entonces? ―pregunto. Los Cosmos me están haciendo valiente.
Frunce el ceño, desconcertado. Continúo.
―Tomó ventaja de un vulnerable chico de quince años. ¿Si hubieras sido una chica de quince años y la señora Robinson fuera un señor Robinson, tentándote hacia un estilo de vida ligado al BDSM, eso habría estado bien? ¿Digamos, si fuese Mia?
Jadea y me frunce el ceño.
―____, no fue así.
Lo miro severamente.
―De acuerdo, no se sintió así para mí ―continua calmadamente―. Ella fue una fuerza positiva. Lo que yo necesitaba.
―No lo entiendo. ―Es mi turno para lucir desconcertada.
―____, tu madre regresará pronto. No estoy cómodo hablando de esto ahora. Quizá después. Si no quieres que esté aquí, tengo un avión esperando en el Hilton Head. Puedo irme.
Está enojado conmigo… no.
―No, no te vayas. Por favor. Estoy encantada de que estés aquí. Simplemente estoy intentando hacerte entender. Estoy enojada de que tan pronto como me fui, cenaste con ella. Piensa en cómo te pones cuando voy a algún lugar con José. José es un buen amigo. Jamás he tenido una relación sexual con él. Al contrario que tú y ella… ―Dejo las palabras en el aire, incapaz de llevar ese pensamiento más lejos.
―¿Estás celosa? ―Me mira fijamente, estupefacto y sus ojos se suavizan ligeramente, cálidos.
―Sí y enojada por lo que ella te hizo.
―____, me ayudó, eso es todo lo que diré al respecto. Y en cuanto a tus celos, ponte en mis zapatos. No he tenido que justificar mis acciones a nadie en los últimos siete años. A ninguna persona. Hago lo que deseo, ____. Me gusta mi autonomía. No fui a ver a la señora Robinson para molestarte. Fui porque, de vez en cuando cenamos juntos. Es una amiga y una compañera de negocios.
¿Socios en los negocios? ¡Mierda! Esto es una noticia.
Me mira fijamente, evaluando mi expresión.
―Sí, somos socios. El sexo ha terminado entre nosotros. Así ha sido durante años.
―¿Por qué terminó la relación?
Su boca se estrecha y sus ojos resplandecen.
―Su marido lo descubrió.
¡Santo cielo!
―¿Podemos hablar sobre esto en algún otro momento o en otro lugar más privado? ―gruñe.
―No creo que vayas a convencerme de que ella no es alguna especie de pedófila.
―No pienso en ella de esa manera. Nunca lo hago. ¡Ahora, eso es suficiente! ―chasquea.
―¿La amaste?
―¿Cómo les va a ustedes dos? ―Mi madre ha vuelto, sin ser vista por ninguno de nosotros.
Pongo una sonrisa falsa en mi cara mientras Joseph y yo nos inclinamos hacia atrás a toda prisa… culpablemente. Ella me mira fijamente.
―Muy bien, mamá.
Joseph prueba su bebida, mirándome atentamente, con expresión vigilante. ¿Qué estará pensando? ¿Él la amó? Pienso que, si me dice que sí lo hizo, me voy a enojar, bastante.
―Bueno señoras, las dejaré esta noche.
No… no… él no puede dejarme colgada así.
―Por favor, pongan estas bebidas en mi cuenta, habitación número 612. Te llamaré a ti por la mañana, ____. Hasta mañana, Carla.
―Oh, es tan bonito escuchar que alguien utiliza tu nombre completo.
―Bonito nombre para una chica hermosa ―murmura Joseph, agitando sus manos extendidas y ella realmente sonríe como una tonta.
Oh mamá, “¿y tú también Brutus?” Estoy de pie, mirándolo fijamente, implorándole que conteste mi pregunta y él besa mi mejilla, castamente.
―Nos vemos más tarde, cariño ―susurra en mi oreja. Después desaparece.
Maldito-monstruo-controlador-bastardo. Mi enojo vuelve con toda su fuerza. Me dejo caer en mi silla y me vuelvo para enfrentar a mi madre.
―Bien, estoy sorprendida, ____. Él es un buen partido. Sin embargo, no sé qué está pasando entre ustedes dos. Creo que necesitan hablar. Ufff, la tensión aquí es insufrible. ―Se abanica teatralmente.
―¡Mamá!
―Vete hablar a él.
―No puedo. Vine aquí para verte.
―____, viniste aquí porque estás desconcertada sobre ese hombre. Es obvio que están locos el uno por el otro. Necesitas hablar con él. Voló casi cinco mil kilómetros simplemente para verte, ¡por el amor de Dios! Ya sabes lo horrible que es volar.
Me sonrojo. No le he dicho nada sobre su avión privado.
―¿Qué? ―me dice.
―Tiene su propio avión ―mascullo, avergonzada―, y está sólo a cuatro mil kilómetros, mamá.
¿Por qué me avergüenzo? Sus cejas se disparan.
―Estupendo ―murmura―. ____, pasa algo entre ustedes dos. He estado intentando sondearlo desde que llegaste aquí. Pero la única forma de que arregles el problema, sea lo que sea, es hablando directamente con él. Puedes seguir pensándolo tanto como quieras… pero hasta que realmente lo hables, no vas a conseguir llegar a ninguna conclusión.
Frunzo el ceño en su dirección.
―____, dulzura, siempre has tenido tendencia a analizarlo todo excesivamente. Déjate llevar por tu instinto. ¿Qué te dice eso, cariño?
Miro fijamente mis dedos.
―Creo que estoy enamorada de él ―murmuro.
―Lo sé, querida. Y él de ti.
―¡No!
―Sí, ____. ¡Diablos…! ¿Qué necesitas? ¿Una señal de neón que se encienda en su frente?
Abro la boca y las lágrimas repuntan en la esquina de mis ojos.
―____, querida. No llores.
―No creo que él me ame.
―No importa lo rico que seas, uno no deja todo a un lado y entra en su avión privado para cruzar todo un continente sólo para tomar el té de la tarde. ¡Vete con él! Este es un lugar hermoso, muy romántico. Es también un territorio neutral.
Me retuerzo bajo su mirada. Quiero y no quiero ir.
―Querida, no sientas que tienes que volver conmigo. Yo quiero que seas feliz… y ahora mismo, pienso que la llave de tu felicidad está arriba, en la habitación 612. Si necesitas venir a casa después, la llave está bajo la plata de Yuca en el porche delantero. Si te quedas… bien… ahora eres una chica mayor. Simplemente toma precauciones.
Me sonrojo. ¡Jesús, mamá!
―Terminemos nuestros Cosmos primero.
―Ésa es mi chica. ―Ella sonríe abiertamente.
Golpeo tímidamente en la habitación 612 y espero. Joseph abre la puerta. Está al teléfono. Parpadea cuando me ve, completamente sorprendido. Entonces, sostiene la puerta y la abre completamente para que entre en su cuarto.
―¿Todas las indemnizaciones por despido concluyeron? ¿Y el costo? ―Joseph silba entre dientes―. ¡Cielos! Eso fue un error caro… ¿Y Lucas?
Miro alrededor de la sala. Está en una suite, como en el Heathman. El mobiliario aquí es ultramoderno, muy actual. Todo en color púrpura oscuro y dorado con destellos bronce en las paredes. Joseph camina, acercándose a una pieza de madera oscura y abre la puerta para revelar un mini bar. Me indica que me sirva yo misma, después vaga por la habitación. No detuvo su llamada cuando entré en su estudio un momento antes. Oigo el ruido de agua corriendo… está llenando la bañera. Me sirvo jugo de naranja. Camina de vuelta hacia la sala.
―Haz que Andrea me envié los esquemas. Barney dijo que él había solucionado el problema… ―Joseph ríe―. No, viernes… hay una parcela de tierra aquí que me interesa… Sí, consigue que Bill me llame… No, mañana… quiero ver lo que ofrecerá Georgia si nos instalamos aquí. ―Joseph no aparta su mirada de mí. Me entrega un vaso, apuntando hacia una cubeta de hielo―. Si sus incentivos son lo suficientemente atractivos… pienso que deberíamos considerarlo, aunque no estoy seguro sobre el maldito calor que hace aquí… estoy de acuerdo con que Detroit también tiene sus ventajas y es más fresco… ―Su rostro se oscurece momentáneamente. ¿Por qué?―. Consigue que Bill llame. Mañana… No demasiado temprano. ―Cuelga y me mira fijamente, su rostro ilegible y el silencio se extiende entre nosotros.
De acuerdo… es mi turno para hablar.
―No contestaste mi pregunta ―murmuro.
―No. No lo hice ―dice él en voz baja, con sus ojos ambarinos muy abiertos y alertas.
―¿No contestaste mi pregunta sobre ella o no la amaste?
Él cruza sus brazos, se reclina contra la pared y una pequeña sonrisa baila en sus labios.
―¿Qué estás haciendo aquí, ____?
―Justamente te lo acabo de decir.
Él respira profundamente.
―No. No la amé. ―Frunce el ceño en mi dirección, divertido pero aún perplejo.
No puedo creer que esté aguantando la respiración. Me arqueo como un saco de tela viejo cuando la suelto. Bueno, gracias al cielo por eso. ¿Cómo me sentiría si realmente hubiera amado a la bruja?
―Eres la diosa de ojos verdes, ____. ¿Quién lo habría pensado?
―¿Está burlándose de mí, señor Jonas?
―No me atrevería.
Niega con la cabeza solemnemente, pero tiene un destello malvado en sus ojos.
―¡Oh, creo que lo harías! Y creo que lo haces… a menudo.
Sonríe burlonamente cuando repito las palabras que él me dijo antes. Sus ojos se oscurecen.
―Por favor, deja de morderte los labios. Estás en mi habitación, no he puesto los ojos en ti desde hace casi tres días y he volado un largo trayecto para verte. ―Su tono ha cambiado a suave y sensual.
Su BlackBerry zumba, distrayéndonos a ambos y él la apaga sin siquiera mirar quién es. Mi respiración se interrumpe. Sé hacia dónde va esto… pero se supone que tenemos que hablar. Él da un paso hacia mí luciendo su sexy mirada depredadora.
―Te deseo, ____. Ahora. Y tú me deseas. Por eso estamos aquí.
―Realmente quería saberlo ―susurro como defensa.
―Bueno, ahora que lo sabes, ¿te quedas o te vas?
Me ruborizo cuando se acerca y se detiene delante de mí.
―Me quedo ―murmuro, mirándolo ansiosamente.
―Oh, eso espero. ―Baja la mirada hacia mí―. Estabas tan enojada conmigo ―suspira.
―Sí.
―No recuerdo a nadie más que a mi familia estando enojado conmigo. Me gusta.
Corre las puntas de los dedos por mi mejilla. Oh, cielos, su cercanía, su delicioso olor a Joseph. Se supone que debemos estar hablando, pero mi corazón late con fuerza, mi sangre canta a medida que corre a través de mi cuerpo, el deseo crece, desplegándose… en todas partes. Joseph se inclina y desliza su nariz a lo largo de mi hombro y hasta la base de mi oreja, deslizando sus dedos en mi cabello.
―Tenemos que hablar ―susurro.
―Más tarde.
―Hay tantas cosas que quiero decir.
―Yo también.
Siembra un suave beso bajo el lóbulo de mi oreja mientras sus dedos se aprietan en mi cabello. Empujando mi cabeza hacia atrás, expone mi garganta. Sus dientes rozan mi barbilla y me besa la garganta.
―Te deseo ―suspira.
Gimo y me estiro, alcanzando sus brazos.
―¿Estás sangrando? ―Él sigue dándome besos.
Santo Dios. ¿Nada se le pasa por alto?
―Sí ―digo en voz baja, avergonzada.
―¿Tienes calambres?
―No. ―Me ruborizo. Por Dios…
Se detiene y me mira.
―¿Te has tomado la pastilla?
―Sí. ―¿Cuán mortificante es esto?
―Vamos a tomar un baño.
¿Ah, sí?
Toma mi mano y me lleva al dormitorio. Está dominado por una cama súper King con cortinas elaboradas. Pero no se detiene ahí. Me lleva al cuarto de baño que tiene dos habitaciones, todo aguamarina y piedra caliza blanca. Es enorme; en el segundo cuarto hay una bañera hundida, lo suficientemente grande para cuatro personas, con escalones de piedra que conducen a ella y poco a poco se va llenando con agua. El vapor se eleva ligeramente por encima de la espuma y noto un banco de piedra en todo su perímetro. Las velas parpadean a un lado. Vaya… ha hecho todo esto mientras estaba en el teléfono.
―¿Tienes una cinta para el cabello?
Parpadeo hacia él, busco en el bolsillo de los pantalones vaqueros y saco una goma para el cabello.
―Tómalo ―me ordena suavemente. Hago lo que me pide.
Está cálido y sofocante al lado de la bañera y mi camiseta comienza a pegarse. Se inclina y cierra el grifo. Guiándome de nuevo a la primera parte del cuarto de baño, se queda detrás de mí, de cara al espejo de la pared, por encima de los dos lavabos de cristal.
―Levanta los brazos ―jadea. Hago lo que me ha dicho y levanta la blusa por encima de mi cabeza de modo que estoy de pie, desnuda de cintura para arriba frente a él. No quitando sus ojos de los míos, me rodea y deshace el botón superior de mis jeans y baja la cremallera―. Te voy a tomar en el cuarto de baño, ____.
Inclinándose, me besa el cuello. Muevo la cabeza hacia un lado y le doy un acceso más fácil. Sujetando sus pulgares en mis pantalones, los desliza lentamente por mis piernas, hundiéndose detrás de mí cuando los empuja a ellos y a mis bragas al suelo.
―Sal de tus pantalones.
Agarrando el borde de la bañera, hago precisamente eso. Ahora estoy desnuda, mirándome a mí misma y él está de rodillas detrás de mí. Besa suavemente y luego muerde mi trasero, haciéndome jadear. Se pone de pie y me mira una vez más en el espejo. Me esfuerzo por permanecer inmóvil, ignorando mi inclinación natural de cubrirme. Extiende su mano por mi vientre, la palma de su mano casi llegando de cadera a cadera.
―Mírate. Eres tan hermosa ―murmura―. Tócate. ―Toma mis dos manos entre las suyas, sus palmas contra el dorso de mis manos, sus dedos entre los míos, de modo que mis dedos están extendidos. Pone mis manos sobre mi vientre―. Siente la suavidad de tu piel. ―Su voz es suave y baja. Mueve mis manos en un círculo lento hacia arriba, hacia mis pechos―. Siente lo lleno que son tus senos. ―Sostiene mis manos de modo que ahuecan mis pechos. Él acaricia suavemente mis pezones con sus pulgares una y otra vez.
Gimo con los labios entreabiertos y arqueo la espalda para que mis pechos llenen mis palmas. Él aprieta mis pezones entre nuestros dedos, tirando suavemente de modo que se alargan más. Puedo ver con fascinación a la criatura desenfrenada retorciéndose delante de mí. Oh, esto se siente bien. Gimo y cierro los ojos, ya no queriendo ver a esa mujer libidinosa en el espejo, cayendo a pedazos en sus propias manos… sus manos… sintiendo mi piel como él lo haría, experimentando cuan excitante es… sólo su tacto y sus calmas y suaves órdenes.
―Eso es, nena ―murmura.
Guía mis manos por los lados de mi cuerpo, más allá de mi cintura hacia mis caderas y a lo largo de mi vello púbico. Desliza su pierna entre las mías, separando mis pies, abriéndome y corre mis manos sobre mi sexo, con una mano y luego con la otra, creando un ritmo. Es tan erótico. En verdad: soy una marioneta y él es el maestro de las marionetas.
―Mira a tu reflejo, ____ ―susurra mientras deja besos y mordiscos suaves a lo largo de mi hombro. Gimo. De pronto, me deja ir―. Continúa ―ordena y se para detrás, observándome.
Me acaricio. No. Lo quiero a él, que él lo haga. No se siente igual. Estoy perdida sin él. Se saca la camisa sobre su cabeza y rápidamente se quita los pantalones.
―¿Prefieres que haga eso? ―Su mirada ambarina quema la mía en el espejo.
―Oh, sí… por favor ―jadeo.
Envuelve sus brazos a mí alrededor otra vez y toma mis manos una vez más, continuando con la caricia sensual a través de mi sexo, por encima de mi clítoris. Los vellos de su pecho y su erección se presionan contra mí. Oh, rápido… por favor. Muerde la nuca de mi cuello y cierro los ojos, disfrutando de la infinidad de sensaciones; mi cuello, mi ingle… la sensación de tenerlo detrás de mí. Se detiene abruptamente y me gira por completo, rodeando mis muñecas con una mano, encarcelando mis manos detrás de mí y tirando de mi cola de caballo con la otra. Estoy contra él y me besa salvajemente, haciendo estragos en mi boca con la suya. Reteniéndome en el lugar.
Su respiración es irregular, igualando la mía.
―¿Cuándo comenzó tu período, ____? ―pregunta de la nada, mirando hacia mí.
―Err… ayer ―murmuro, excitadísima.
―Bien. ―Él me libera y me da la vuelta―. Sostente del lavado ―me ordena y tira de mis caderas hacia atrás de nuevo, como lo hizo en la habitación de juegos, así que estoy agachada.
Llega entre mis piernas y tira del cordón azul… ¡qué! Y… saca suavemente el tampón y lo arroja en el inodoro cercano. Santo Dios. Dulce madre de todo… Por Dios. Y luego está dentro de mí… ¡ah! Piel contra piel… se mueve lentamente en un primer momento… fácilmente, probándome, empujándome… oh, cielos. Me sujeto al lavado, jadeando, obligándome a retroceder, sintiéndolo dentro de mí. Oh, la dulce agonía… sus manos estrechan mis caderas. Establece un ritmo de castigo… dentro, fuera y alcanza y encuentra mi clítoris, masajeándome… oh, Jesús. Noto como me acelero.
―Eso es, nena ―dice ásperamente mientras se incrusta en mí, inclinando sus caderas y es suficiente para mandarme a volar, volar alto.
Vaya… y me vengo ruidosamente, agarrándome a la vida en el lavado a medida que caigo en espiral a lo largo de mi orgasmo, todo girando y apretándose a la vez. Él sigue, estrechándome con fuerza, su frente en mi espalda cuando llega a su clímax y dice mi nombre como si fuera una letanía o una oración.
―¡Oh, ____! ―Su respiración es irregular en mi oído, en perfecta sinergia con la mía―. Oh, nena, ¿alguna vez voy a tener suficiente de ti? ―susurra.
¿Será siempre así? Tan abrumador, tan desgastante, tan desconcertante y seductor. Quiero hablar, pero ahora estoy agotada y aturdida por hacer el amor y me pregunto: ¿alguna vez yo voy a tener suficiente de él?
Nos hundimos lentamente en el suelo y él envuelve sus brazos a mí alrededor, encarcelándome. Me acurruco en su regazo, mi cabeza contra su pecho, a medida que ambos nos calmamos. Muy sutilmente, aspiro su olor dulce y embriagador. No lo acaricies. No lo acaricies. Repito el mantra en mi cabeza; aunque estoy muy tentada a hacerlo. Quiero levantar mi mano y dibujar patrones en los vellos de su pecho con la punta de mis dedos… pero me resisto, a sabiendas de que él lo odiará si lo hago. Ambos permanecemos tranquilos, perdidos en nuestros pensamientos. Estoy perdida en él… perdida por él.
Recuerdo que tengo mi período.
―Estoy sangrando ―me quejo.
―No me molesta ―suspira.
―Me di cuenta. ―No puedo mantener la sequedad fuera de mi voz.
Se tensa un poco.
―¿Te molesta? ―pregunta en voz baja.
¿Me molesta? Tal vez debería… ¿debería? No, no lo hace. Me inclino hacia atrás y levanto la mirada hacia él y él me mira, con los ojos de un ámbar suave.
―No, en absoluto.
Sonríe.
―Bueno. Vamos a tomar un baño.
Se desenreda de mí alrededor, colocándome en el suelo mientras se pone de pie. Mientras lo hace, me doy cuenta una vez más de las pequeñas cicatrices redondas y blancas en su pecho. No son de varicela, medito distraídamente. Grace dijo que apenas se vio afectado. Mierda… deben ser de quemaduras. ¿Quemaduras de qué? Palidezco ante la compresión, conmoción y repulsión que corren a través de mí. ¿De cigarrillos? ¿La señora Robinson, su madre biológica, quién? ¿Quién le hizo esto? Tal vez haya una explicación razonable y estoy reaccionando exageradamente. Una loca esperanza florece en mi pecho; la esperanza de que estoy equivocada.
―¿Qué pasa? ―Joseph abre los ojos de par en par con alarma.
―Tus cicatrices ―susurro―. No son de varicela.
Puedo ver cómo, en una fracción de segundo, se cierra, cambiando su postura desde una calmada, relajada y en comodidad, a estar a la defensiva… incluso enojado. Frunce el ceño, su rostro se ensombrece y su boca se prensa en una línea delgada y dura.
―No, no lo son ―suelta, pero no da más detalles. Se pone de pie, extiende la mano hacia mí y me pone sobre mis pies―. No me mires así. ―Su voz es más fría y gruñona mientras deja ir mi mano.
Me lavo, restriego y miro abajo hacia mis dedos y lo sé, sé que alguien apagó cigarrillos en Joseph. Me siento asqueada.
―¿Ella te hizo eso? ―susurro antes de que pueda detenerme.
No dice nada, así que estoy obligada a mirarlo. Él me está mirando.
―¿Ella? ¿La señora Robinson? Ella no es un animal, ____. Por supuesto que no lo hizo. No entiendo por qué sientes que tienes que convertirla en la mala.
Él está de pie allí, desnudo, gloriosamente desnudo, con mi sangre en él… y estamos finalmente teniendo esta conversación. Y estoy desnuda también… ninguno de nosotros tiene dónde esconderse, excepto tal vez, la bañera. Tomo una respiración profunda, me muevo lejos de él y me sumerjo en el agua. Está deliciosamente cálida, suave y profunda. Me fundo en la espuma fragante y levanto la mirada hacia él, escondido entre las burbujas.
―Sólo me pregunto cómo serías si no la hubieras conocido. Si no te hubiera introducido a tu… um, estilo de vida.
Suspira y se sumerge en la bañera frente a mí, su mandíbula apretada con tensión, sus ojos helados. A medida que sumerge con gracia su cuerpo bajo el agua, es cuidadoso de no tocarme. Por Dios… ¿tanto lo hice enojar?
Me mira impasiblemente, su rostro es ilegible, no dice nada. Una vez más, el silencio se extiende entre nosotros, pero me aferro a mi consejo. Es tu turno Jonas… no voy a ceder esta vez. Mi subconsciente está nervioso, ansiosamente mordiéndose las uñas; esto podría ir en cualquier dirección. Joseph y yo nos miramos fijamente el uno al otro, pero no voy a dar marcha atrás. Finalmente, después de lo que parece un milenio, él sacude la cabeza y sonríe.
―Probablemente, si no hubiera sido por la señora Robinson, habría seguido el camino de mi madre biológica.
¡Oh! Parpadeo hacia él. ¿Adicto al crack o prostituto? ¿Posiblemente las dos cosas?
―Ella me amaba de una manera que encontré… aceptable ―añade, encogiéndose de hombros.
¿Qué diablos significa eso?
―¿Aceptable? ―susurro.
―Sí. ―Se me queda mirando fijamente―. Ella me distrajo del camino destructivo que estaba siguiendo. Es muy difícil crecer en una familia perfecta cuando no eres perfecto.
Oh no. Mi boca se seca mientras digiero sus palabras. Él me mira con una expresión inescrutable. No va a decirme nada más. Que frustrante. Por dentro, estoy tambaleando, suena tan lleno de auto desprecio. Y la señora Robinson lo amaba. Mierda… ¿ella todavía lo ama? Me siento como si me hubieran golpeado en el estómago.
―¿Ella todavía te ama?
―No lo creo, no así. ―Frunce el ceño como si no hubiese reflexionado al respecto―. Te sigo diciendo que fue hace mucho tiempo. Está en el pasado. No puedo cambiarlo aun si quisiera, aunque no quiero. Ella me salvó de mí mismo. ―Está exasperado y pasa una mano por su cabello mojado―. Nunca he discutido esto con nadie ―hace una pausa―, excepto el Dr. Flynn, por supuesto. Y la única razón por la que estoy hablando de esto ahora, contigo, es porque quiero que confíes en mí.
―Confío en ti, pero quiero conocerte mejor y cuando sea que quiero hablar contigo, me distraes. Hay tanto que quiero saber.
―Oh, por amor de Dios, ____. ¿Qué quieres saber? ¿Qué tengo que hacer? ―Sus ojos flamean y aunque no alza la voz, sé que está tratando de controlar su temperamento.
Echo un vistazo rápido a mis manos, claras bajo el agua, ya que las burbujas han comenzado a dispersarse.
―Sólo estoy tratando de entender, eres como un enigma. Diferente a cualquier persona que haya conocido antes. Me alegra que estés diciéndome lo que quiero saber.
Vaya, quizás son los Cosmopolitan que me están haciendo valiente, pero de repente, no puedo soportar la distancia entre nosotros. Me muevo a través del agua a su lado y me apoyo contra él por lo que nos estamos tocando, piel con piel. Se tensa y me mira como si lo fuera a morder. Bueno, ese es un cambio de tendencia. Mi diosa interior lo mira tranquila, con especulación sorprendida.
―Por favor, no te molestes conmigo ―susurro.
―No estoy molesto contigo, ____. Sólo no estoy acostumbrado a esta clase de conversación, este sondeo. Sólo tengo esto con el Dr. Flynn y con… ―Él se detiene y frunce el ceño.
―Con ella, la señora Robinson. ¿Tú hablas con ella? ―Inspiro, tratando de controlar mi propio temperamento.
―Sí, lo hago.
―¿Sobre qué?
Se mueve en la bañera por lo que está frente a mí, haciendo que el agua caiga sobre el suelo. Él pone su brazo sobre mis hombros, descansando en el borde de la bañera.
―¿Persistente, no? ―murmura, un rastro de irritación en su voz―. De la vida, el universo, negocios. ____, la señora Robinson y yo nos conocemos desde hace mucho. Podemos discutir cualquier cosa.
―¿De mí?
―Sí. ―Sus ojos me miran con cuidado.
Muerdo mi labio inferior, tratando de ocultar la repentina ira.
―¿Por qué hablan de mí? ―Me esfuerzo por no sonar quejumbrosa y petulante, pero no lo logro. Sé que debería parar. Lo estoy empujando muy lejos. Mi subconsciente tiene su cara de Edward Munch de nuevo.
―Nunca conocí a alguien como tú, ____.
―¿Qué significa eso? ¿Alguien que no firmara automáticamente tus documentos, sin hacer preguntas?
―Necesitaba un consejo.
―¿Y pides consejos a la señora pedófila? ―chasqueo. El control sobre mi temperamento es más dudoso de lo que pensaba.
―Suficiente, ____ ―chasque con severidad, entrecerrando los ojos. Estoy patinando sobre hielo delgado y me dirijo hacia el peligro―. O te pondré sobre mi rodilla. No tengo ningún interés sexual o romántico en ella. Ella es una amiga querida, valiosa y una compañera de negocios. Eso es todo. Tenemos un pasado, una historia compartida, que fue monumentalmente beneficiosa para mí, aunque arruinó su matrimonio, pero esa parte de nuestra relación ha terminado.
Vaya, otra parte que no entiendo. Ella estuvo casada también. ¿Cómo lograron salirse con la suya por tanto tiempo?
―¿Y tus padres nunca lo descubrieron?
―No ―gruñe―. Ya te he dicho esto.
Y sé que es todo. No puedo hacerle más preguntas sobre ella porque va a enfadarse conmigo.
―¿Terminaste? ―chasquea.
―Por ahora.
Toma una respiración profunda y se relaja visiblemente frente a mí, como si se hubiera quitado un enorme peso de sus hombros o algo así.
―Claro, mi turno ―murmura y su mirada se vuelve inflexible, especulativa―. No has respondido a mi correo electrónico.
Me sonrojo. Oh, odio que la atención esté sobre mí y parece que se molestará cada vez que tengamos una discusión. Sacudo mi cabeza. Quizás así es como se siente sobre mis preguntas, no está acostumbrado a que lo desafíen. El pensamiento es revelador, molesto y desconcertante.
―Iba a responder. Pero ahora estás aquí.
―¿Prefieres que no estuviera? ―respira, su expresión impasible otra vez.
―No, estoy complacida ―murmuro.
―Bien. ―Me da una genuina sonrisa de alivio―. También estoy complacido de estar aquí, a pesar de tus interrogantes. Así que, si bien es aceptable interrogarme, ¿crees que puedes reclamar algún tipo de inmunidad diplomática sólo porque he volado hasta aquí para verte? No lo creo, señorita Steele. Quiero saber cómo te sientes.
Oh no…
―Te lo dije. Estoy complacida de que estés aquí. Gracias por venir hasta aquí ―le digo débilmente.
―Es mi placer, señorita Steele. ―Sus ojos brillan mientras se inclina y me besa suavemente. Siento que respondo automáticamente. El agua todavía está caliente, el baño aún lleno de vapor. Se detiene y retrocede, mirándome―. No. Creo que, antes de que hagamos algo más, quiero unas respuestas.
¿Más? Ahí está esa palabra otra vez. Y él quiere respuesta… ¿respuestas a qué? No tengo un pasado secreto, no tengo una infancia terrible. ¿Qué podría querer saber acerca de mí que no sepa ya?
Suspiro, resignada.
―¿Qué quieres saber?
―Bueno, cómo te sientes por nuestro potencial arreglo, para empezar.
Parpadeo. Tiempo de verdad o desafío, mi subconsciente y mi diosa interior se miran nerviosamente la una a la otra. Al diablo, vamos por la verdad.
―No creo que pueda hacerlo por un período extenso de tiempo. Un fin de semana siendo alguien que no soy. ―Me sonrojo y miro fijamente mis manos.
Levanta mi barbilla y me está sonriendo, divertido.
―No, yo tampoco creo que podrías.
Y una parte de mí se siente un poco ofendida y desafiada.
―¿Te estás riendo de mí?
―Sí, pero en una buena manera ―dice con una pequeña sonrisa.
Se inclina y me besa suave, brevemente.
―No eres buena siendo sumisa ―respira mientras sostiene mi barbilla, sus ojos bailando con humor.
Lo miro sorprendida, luego estallo en carcajadas y él se une a mí.
―Quizás no tenga un buen profesor.
Resopla.
―Quizás. Tal vez deba ser más estricto contigo. ―Él ladea la cabeza hacia un lado y me da una sonrisa astuta.
Trago. Por Dios, no. Pero, al mismo tiempo, mis músculos se aprietan deliciosamente en el interior. Es su manera de mostrarme que le importa. Me doy cuenta que, tal vez, es la única manera en que puede mostrarme que le importa. Está mirándome, midiendo mi reacción.
―¿Fue tan malo cuando te golpeé la primera vez?
Miro hacia él, parpadeando. ¿Fue tan malo? Recuerdo haberme sentido confundida por mi reacción. Dolió, pero no tanto. Él ha dicho una y otra vez que está más que nada en mi cabeza. Y la segunda vez… bueno, esa fue bien… caliente.
―No, no realmente ―susurro.
―¿Es más la idea de eso? ―apunta.
―Supongo. Sentir placer, cuando no se supone que deba.
―Recuerdo sentir lo mismo. Toma un tiempo encontrarle sentido a eso.
Santos demonios. Eso fue cuando era un niño.
―Siempre puedes decir la palabra, ____. No olvides eso. Y, mientras sigas las reglas, que responden a una necesidad profunda en mí para controlar y para mantenerte a salvo, entonces tal vez podamos encontrar una manera de avanzar.
―¿Por qué necesitas controlarme?
―Porque satisface una necesidad en mí que no conocía en mis años de formación.
―¿Así que es una especie de terapia?
―No había pensado de esa manera, pero sí, supongo que así es.
Esto lo puedo entender. Esto ayudará.
―Pero, un momento dices “no me desafíes” y después, dices que te gusta que te desafíen. Esa es una línea muy fina para tratar con éxito.
Él me mira por un momento y luego frunce el ceño.
―Puedo verlo. Pero pareces estar haciéndolo bien.
―Pero, ¿a qué precio? Estoy atada con nudos aquí.
―Me gustas atada con nudos. ―Sonríe con suficiencia.
―¡Eso no es lo que quería decir! ―Le lanzo agua, exasperada.
Baja la mirada hacia mí, arqueando una ceja.
―¿Acabas de salpicarme?
―Sí. ―Santa mierda… esa mirada.
―Oh, señorita Steele. ―Me sujeta y me pone sobre su regazo, tirando agua por todo el suelo―. Creo que hemos tenido suficiente conversación por ahora.
Pone sus manos a ambos lados de mi cabeza y me besa. Profundamente. Poseyendo mi boca. Inclinando mi cabeza… controlándome. Gimo contra sus labios. Esto es lo que le gusta. Esto es en lo que es tan bueno. Todo dentro de mí se enciende y mis dedos están en su cabello, sujetándolo y lo estoy besando de vuelta y diciendo “también te deseo” de la única forma en la que sé hacerlo. Gruñe, moviéndome para que esté a horcajadas sobre él, arrodillada sobre él, su erección debajo de mí. Se echa hacia atrás y me mira, sus ojos entrecerrados, brillando y llenos de lujuria. Dejo caer mis manos para sujetarme al borde de la bañera, pero agarra mis muñecas y tira mis brazos detrás de mi espalda, sujetándolos con una mano.
―Te voy a poseer ahora ―susurra y me levanta para que esté suspendida en el aire sobre él―. ¿Preparada? ―respira.
―Sí ―murmuro y me deja caer sobre él, lentamente, exquisitamente lento… llenándome… mirándome mientras me toma.
Gruño, cerrando los ojos y me deleito en la sensación. Él flexiona las caderas y jadeo, inclinándome hacia delante, descansando mi frente contra la suya.
―Por favor, suéltame las manos ―susurro.
―No me toques ―suplica y liberando mis muñecas, sujeta mis caderas.
Sujetando la cornisa del baño, subo y bajo lentamente, abriendo los ojos para mirarlo. Me está observando. Su boca está ligeramente abierta, su respiración interrumpida, forzada, su lengua entre sus dientes. Luce tan… caliente. Estamos húmedos, resbaladizos y moviéndonos el uno contra el otro. Me inclino hacia abajo y lo beso. Cierra los ojos. Tentativamente, subo mis manos a su cabeza y paso los dedos por su cabello, sin quitar mis labios de su boca. Esto está permitido. Le gusta. Me gusta. Y nos movemos juntos. Tiro de su cabello, inclinando su cabeza hacia atrás y haciendo el beso más profundo, montándolo más rápido, aumentando el ritmo. Gruño contra su boca. Él empieza a levantarme más rápido, más rápido… sujetando mis caderas. Besándome. Somos bocas y lenguas mojadas, cabello enredado y caderas en movimiento. Toda sensación… consumiéndolo todo otra vez. Estoy cerca… estoy empezando a reconocer esta deliciosa tensión… acelerándose. Y el agua… está arremolinándose entre nosotros, nuestro propio remolino, un torbellino conmovedor mientras nuestros movimientos se vuelven más frenéticos… salpicando agua por todas partes, reflejando lo que está pasando dentro de mí… y no me importa.
Amo a este hombre. Amo su pasión, el efecto que tengo en él. Amo que haya volado tan lejos para verme. Amo que se preocupe por mí… que le importe. Es tan inesperado, tan satisfactorio. Es mío y yo suya.
―Eso está bien, nena ―respira.
Y me vengo, el orgasmo rasgando a través de mí, un turbulento, pasional apogeo que me devora entera. Y de repente, Joseph me aplasta contra él… sus brazos envueltos alrededor de mi espalda mientras encuentra su liberación.
―¡____, nena! ―grita y es una invocación salvaje, conmoviendo y tocando las profundidades de mi alma.
Yacemos, mirándonos el uno al otro fijamente, ámbar en azul, cara a cara, en la cama súper King, los dos abrazando nuestras almohadas delante de nosotros. Desnudos. Sin tocarnos. Sólo mirando y admirando, tapados por la sábana.
―¿Quieres dormir? ―pregunta Joseph, su voz suave. Es hermoso; la mezcla de colores en su cabello vívido contra la funda de algodón egipcio de la almohada, ojos ambarinos, provocativos y expresivos. Luce preocupado.
―No. No estoy cansada. ―Me siento extrañamente llena de energía. Ha sido tan bueno hablar que no quiero parar.
―¿Qué quieres hacer? ―pregunta.
―Hablar.
Sonríe.
―¿Sobre qué?
―Cosas.
―¿Qué cosas?
―Tú.
―¿Qué sobre mí?
―¿Cuál es tu película favorita?
Sonríe.
―Hoy, es El Piano.
Su sonrisa es contagiosa.
―Claro. Tonta de mí. Una música triste y apasionante, ¿qué sin duda puedes tocar? Tantos logros, señor Jonas.
―Y el mayor de ellos eres tú, señorita Steele.
―Así que soy la número diecisiete.
Frunce el ceño sin comprender.
―¿Diecisiete?
―Número de mujeres con las que has um… tenido sexo.
Sus labios se curvan hacia arriba, sus ojos brillando con incredulidad.
―No exactamente.
―Dijiste quince. ―Mi confusión es obvia.
―Me estaba refiriendo al número de mujeres en mi cuarto de juego. Pensé que era a lo que te referías. No me preguntaste con cuántas mujeres he tenido sexo.
―Oh. ―Santa mierda… hay más… ¿Cómo? Lo miro boquiabierta―. ¿Vainilla?
―No. Tú eres mi única conquista vainilla. ―Sacude la cabeza, todavía sonriéndome.
¿Por qué encuentra esto divertido? ¿Y por qué le estoy sonriendo como una idiota?
―No te puedo dar un número. No hago cortes en el poste de la cama o algo así.
―¿De cuántas estamos hablando? ¿Decenas, cientos… miles? ―Mis ojos se vuelven más salvajes a medida que los números se hacen más grandes.
―Decenas. Estamos en las decenas, por desgracia.
―¿Todas sumisas?
―Sí.
―Deja de sonreírme ―lo regaño suavemente, intentando y fallando en mantener un rostro serio.
―No puedo. Eres divertida.
―¿Divertida peculiar o divertida graciosa?
―Creo que un poco de los dos. ―Sus palabras reflejan las mías.
―Eso es un condenado descaro, viniendo de ti.
Se inclina hacia mí y besa la punta de mi nariz.
―Esto te impactará, ____. ¿Preparada?
Asiento, con los ojos muy abiertos, todavía con la sonrisa estúpida en mi rostro.
―Todas sumisas en prácticas, cuando yo estaba practicando. Hay sitios en Seattle y sus alrededores donde uno puede ir y practicar. Aprender a hacer lo que yo hago ―dice.
¿Qué?
―Oh. ―Parpadeo.
―Sip, he pagado por sexo, ____.
―Eso no es algo por lo que estar orgulloso ―refunfuño con arrogancia―. Y tienes razón… estoy profundamente impactada. Y frustrada porque no te puedo impactar.
―Usaste mi ropa interior.
―¿Eso te impactó?
―Sí. ―Mi diosa interior salta con caña sobre la barra de los cuatro metros y medio―. No usaste bragas para conocer a mis padres.
―¿Eso te impactó?
―Sí.
Dios, la barra se ha movido a casi cinco metros.
―Parece que sólo te puedo impactar en la sección de ropa interior.
―Me dijiste que eras virgen. Ésa fue la mayor conmoción que he tenido alguna vez.
―Sí, tu rostro era de fotografía, un momento Kodak. ―Rió tontamente.
―Me dejaste golpearte con una fusta.
―¿Eso te impactó?
―Sep.
Sonrío.
―Bueno, puede que te deje hacerlo otra vez.
―Oh, lo espero, señorita Steele. ¿Este fin de semana?
―Bien ―acuerdo, tímidamente.
―¿Bien?
―Sí. Iré al Salón Rojo del Dolor otra vez.
―Dices mi nombre.
―¿Eso te impacta?
―El hecho de que me guste me impacta.
―Joseph.
Sonríe.
―Quiero hacer algo mañana. ―Sus ojos brillan con excitación.
―¿Qué?
―Una sorpresa. Para ti. ―Su voz es baja y suave.
Levanto una ceja y sofoco un bostezo al mismo tiempo.
―¿La estoy aburriendo, señorita Steele? ―Su tono es sardónico.
―Nunca.
Se inclina hacia mí y me besa suavemente en los labios.
―Duerme ―ordena, después, apaga la luz.
Y en este silencioso momento, mientras cierro los ojos, agotada y saciada, pienso que estoy en el ojo del huracán. Y a pesar de todo lo que ha dicho y de lo que no ha dicho, no creo que haya sido nunca tan feliz.
Karely Jonatika
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