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Mensaje por aranzhitha Miér 29 Ago 2012, 6:55 pm

siguela!!!
aranzhitha
aranzhitha


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"Fifty Shades Of Jonas" (Joe&Tu) [Primer Libro] [Terminado] - Página 12 Empty Re: "Fifty Shades Of Jonas" (Joe&Tu) [Primer Libro] [Terminado]

Mensaje por chelis Jue 30 Ago 2012, 2:51 pm

POORFIIS
chelis
chelis


http://www.twitter.com/chelis960

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"Fifty Shades Of Jonas" (Joe&Tu) [Primer Libro] [Terminado] - Página 12 Empty Re: "Fifty Shades Of Jonas" (Joe&Tu) [Primer Libro] [Terminado]

Mensaje por aranzhitha Jue 30 Ago 2012, 3:37 pm

:( sigurla!!!
aranzhitha
aranzhitha


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"Fifty Shades Of Jonas" (Joe&Tu) [Primer Libro] [Terminado] - Página 12 Empty Re: "Fifty Shades Of Jonas" (Joe&Tu) [Primer Libro] [Terminado]

Mensaje por chelis Jue 30 Ago 2012, 4:14 pm

PORFIISS
chelis
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http://www.twitter.com/chelis960

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"Fifty Shades Of Jonas" (Joe&Tu) [Primer Libro] [Terminado] - Página 12 Empty Re: "Fifty Shades Of Jonas" (Joe&Tu) [Primer Libro] [Terminado]

Mensaje por Karely Jonatika Sáb 01 Sep 2012, 12:17 am

[CAPITULO 19]


Suaves labios rozan a través de mi sien, dejando dulces besos tiernos en su camino y parte de mí quiere girarse y responder, pero sobre todo, quiero seguir dormida. Gimo y me hundo en mi almohada.

―____, despierta. ―La voz de Joseph es suave, zalamera.
―No ―me quejo.
―Tenemos que irnos en media hora para la cena con mis padres ―dice divertido.

Abro mis ojos de mala gana. Está anocheciendo afuera. Joseph se inclina, mirándome fijamente.

―Vamos dormilona. Levántate. ―Se inclina y me besa de nuevo―. Te he comprado una bebida. Estaré abajo. No te vuelvas a dormir o estarás en problemas ―amenaza, pero su tono es suave. Me besa brevemente y sale, dejándome despertar del todo en la habitación fresca oscura.

Estoy descansada pero de repente, me pongo nerviosa. ¡Santo cielo, voy a conocer a sus padres! Él acaba de darme con un látigo y atarme usando un amarra cables, el cual le vendí, por amor de Dios… y voy a conocer a sus padres. Será la primera vez que Kate los vea también… al menos ella estará allí de apoyo. Giro los hombros. Están rígidos. Su demanda de un entrenador personal no parece tan descabellada ahora, de hecho, es obligatoria si tengo alguna esperanza de mantenerme a la par con él.

Me bajo lentamente de la cama y noto que mi vestido está colgado fuera del armario y mi sujetador está en la silla. ¿Dónde están mis bragas? Compruebo debajo de la silla. Nada. Entonces recuerdo… las mantuvo escondidas en el bolsillo de sus pantalones. Me sonrojo ante el recuerdo: después de que él… ni siquiera me atrevo a pensar en ello, fue tan… bárbaro. Frunzo el ceño. ¿Por qué no me ha devuelto mi ropa interior?

Me escabullo al cuarto de baño, desconcertada por mi falta de ropa interior. Mientras me seco, después de mi ducha agradable pero demasiado breve, me doy cuenta de que lo ha hecho a propósito. Quiere que me avergüence, que pida de regreso mis bragas y él dirá sí o no. Mi diosa interior me sonríe. Demonios… dos pueden jugar ese juego en particular. Con la resolución allí, la de no pedírselas y no darle esa satisfacción, deberé ir a conocer a sus padres sin bragas. ¡____ Steele! Mi subconsciente me regaña, pero no quiero escucharla… casi me abrazo con alegría porque sé que esto lo volverá loco.

De vuelta en el dormitorio, me pongo el sujetador, me deslizo dentro de mi vestido y me coloco mis zapatos. Remuevo la trenza y me apresuró a cepillarme el pelo, entonces miro hacia abajo a la bebida que ha dejado. Es rosa pálido. ¿Qué es esto? Arándano y agua con gas. Hmm… Sabe delicioso y sacia mi sed.

Corriendo de nuevo al baño, me miro en el espejo: los ojos brillantes, mejillas ligeramente ruborizadas, mirada un tanto petulante por mi plan de las bragas y me dirijo abajo. Quince minutos después. Nada mal, ____.

Joseph está de pie junto a la ventana panorámica, usando los pantalones grises de franela que me gustan ―los que cuelgan de sus caderas de esa manera increíblemente sexy― y por supuesto, una camisa de lino blanco. ¿No tiene otros colores? Frank Sinatra canta suavemente a través de los altavoces de sonido envolvente.

Joseph se da la vuelta y sonríe cuando entro. Me mira expectante.

―Hola ―digo en voz baja y mi sonrisa de esfinge se encuentra con la suya.
―Hola ―dice―. ¿Cómo te sientes? ―Sus ojos arden con diversión.
―Bien, gracias. ¿Y tú?
―Me siento muy bien, señorita Steele.

Realmente está esperando a que yo diga algo.

―Frank. Nunca te imaginé como un fan de Sinatra.

Levanta las cejas en mi dirección, su mirada especulativa.

―Gusto ecléctico, señorita Steele ―murmura y da pasos en mi dirección como una pantera hasta que está de pie delante de mí, su mirada tan intensa que me quita el aliento.

Frank comienza a cantar suavemente… una canción vieja, una de las favoritas de Ray. Witchcraft. Joseph traza lentamente con sus dedos mis mejillas y lo siento todo el camino hasta allí.

―Baila conmigo ―murmura, su voz ronca.

Tomando el control remoto de su bolsillo, sube el volumen y extiende su mano hacia mí, su mirada ambarina llena de promesas, nostalgia y humor. Es totalmente seductor y estoy encantada. Coloco mi mano en la suya. Me sonríe tranquilamente y me estrecha en sus brazos, uno de ellos rodeando mi cintura y comienza a balancearse.

Pongo mi mano libre sobre su hombro y le sonrío, atrapada en su estado de ánimo contagioso, juguetón. Empieza a moverse. Hombre, sí que puede bailar. Cubrimos el suelo, desde la ventana de la cocina y de regreso, girando y girando al compás de la música. Y lo hace sin esfuerzo.

No deslizamos en torno a la mesa del comedor, el piano, de atrás y hacia delante frente a la pared de vidrio, Seattle brillando afuera, un mural oscuro y mágico para nuestro baile y no puedo evitar mi risa despreocupada. Me sonríe mientras la canción llega a su fin.

―No hay ninguna bruja más agradable que tú ―murmura y luego me besa dulcemente―. Bueno, eso ha traído un poco de color a sus mejillas, señorita Steele. Gracias por el baile. ¿Vamos a encontrarnos con mis padres?
―De nada, y sí, no puedo esperar para conocerlos ―respondo sin aliento.
―¿Tienes todo lo que necesitas?
―Oh, sí ―respondo con dulzura.
―¿Estás segura?

Asiento con la cabeza tan despreocupadamente como lo puedo hacer bajo su intenso y divertido escrutinio. Su rostro se divide en una enorme sonrisa y niega con la cabeza.

―Está bien. Si esa es la forma en la que desea jugar, señorita Steele.

Toma mi mano, recoge su chaqueta que cuelga en uno de los taburetes y me lleva a través del vestíbulo hacia el ascensor. Oh, las muchas caras de Joseph Jonas. ¿Seré capaz alguna vez de entender a este hombre voluble?

Tomo un vistazo de él en el ascensor. Está disfrutando de una broma privada, el rastro de una sonrisa flirteando con su hermosa boca. Me temo que puede ser a costa mía. ¿Qué estaba pensando? Voy a ver a sus padres y no estoy usando nada de ropa interior. Mi subconsciente me da una expresión de: Te lo dije. En la relativa seguridad de su apartamento, parecía una idea divertida. Ahora, estoy casi afuera. ¡Sin bragas! Me mira fijamente y es allí donde la carga crece entre nosotros. La mirada divertida desaparece de su rostro y su expresión se nubla, sus ojos oscuros… oh mí Dios.

Las puertas del ascensor se abren en la planta baja. Joseph niega con la cabeza un poco como si intentara aclarar sus pensamientos y hace un gesto para que salga antes que él. ¿A quién engaña? No es un caballero. Tiene mis bragas.

Taylor arrastra el Audi. Joseph abre la puerta de atrás para mí y me subo dentro tan elegantemente como puedo, considerando mi estado de desnudez. Estoy agradecida de que el vestido de Kate sea muy ceñido y bloquee la parte superior de mis rodillas.

Aceleramos por la I-5, ambos tranquilos, sin duda inhibidos por la presencia constante de Taylor en la parte delantera. El estado de ánimo de Joseph es casi palpable y su humor parece cambiar lentamente a medida que nos dirigimos hacia el norte. Está meditando, mirando por la ventana y puedo sentirlo escapando de mí. ¿Qué está pensando? No puedo preguntarle. ¿Qué puedo decir frente a Taylor?

―¿Dónde aprendiste a bailar? ―pregunto tentativamente. Gira su mirada hacia mí, sus ojos ilegibles bajo la luz intermitente de las farolas de la calle que pasamos.
―¿De verdad quieres saber? ―responde en voz baja.

Mi corazón se hunde y ahora ya no quiero saberlo, porque puedo adivinarlo.

―Sí ―murmuro, de mala gana.
―La señora Robinson era una apasionada del baile.

Oh, mis peores sospechas confirmadas. Le ha enseñado bien, el pensamiento me deprime… no hay nada que yo pueda enseñarle. No tengo ninguna habilidad especial.

―Debió haber sido una buena maestra.
―Lo era ―dice en voz baja.

Mi cuero cabelludo pica. ¿Tuvo ella lo mejor de él? ¿Antes de que se volviera tan cerrado? ¿O logró sacarlo de su confinamiento? Él tiene un lado divertido, juguetón. Sonrío involuntariamente al recordar estar en sus brazos mientras me hizo girar alrededor de su sala de estar, tan inesperado y tiene mis bragas, en algún lugar.

Y luego está el Salón Rojo del Dolor. Me froto las muñecas reflexivamente… tiras delgadas de plástico le hacen eso a una chica. Ella le enseñó todo eso también o lo arruinó, dependiendo del punto de vista. O tal vez habría encontrado su camino allí de todos modos, a pesar de la señora R. Me doy cuenta, en ese momento, que la odio. Espero nunca conocerla porque no voy a ser responsable de mis acciones si lo hago. No recuerdo haber sentido este sentimiento por otra persona, especialmente alguien a quien nunca he conocido. Mirando sin ver por la ventana, atiendo mi ira irracional y celos.

Mi mente se desvía de nuevo a la tarde. Teniendo en cuenta lo que entiendo de sus preferencias, creo que ha sido fácil para mí. ¿Lo haría otra vez? Ni siquiera puedo pretender soportar un argumento contra eso. Por supuesto que lo haría, si él me preguntara… siempre y cuando no me lastime y si es la única manera de estar con él.

Esa es la línea de fondo. Quiero estar con él. Mi diosa interior suspira con alivio. Llego a la conclusión de que rara vez utiliza su cerebro para pensar, sino más bien otra parte vital de su anatomía, la que por el momento, es una parte expuesta.

―No ―murmura.

Frunzo el ceño y giro para mirarlo.

―¿No qué? ―No lo he tocado.
―Sobre pensar las cosas, ____. ―Extendiéndose, toma mi mano, la lleva a sus labios y besa suavemente mis nudillos―. Tuve una tarde maravillosa. Gracias.

Y está conmigo de nuevo. Parpadeo y sonrío tímidamente. Es tan confuso. Hago una pregunta que me ha estado molestando.

―¿Por qué usaste un amarra cables?

Me sonríe.

―Es rápido, es fácil y es algo diferente para que sientas y experimentes. Sé que son bastante brutales y me gusta eso en un dispositivo de retención. ―Me sonríe ligeramente―. Muy eficaz para mantenerte en tu lugar.

Me sonrojo y le doy un vistazo nervioso a Taylor, quien permanece impasible, con los ojos en la carretera. ¿Qué se supone que voy a decir a eso? Joseph se encoge de hombros inocentemente.

―Todo parte de mi mundo, ____. ―Aprieta mi mano y la suelta, mirando por la ventana de nuevo.

Es su mundo de hecho y quiero pertenecer a él pero, ¿en sus propios términos? Simplemente no lo sé. Él no ha mencionado ese condenado contrato. Mis reflexiones internas no hacen nada para animarme. Miro por la ventana y el paisaje ha cambiado. Estamos atravesando uno de los puentes, rodeados por la oscuridad impenetrable. La noche sombría refleja mi estado de ánimo introspectivo, cerrándose, sofocándome.

Le doy un vistazo a Joseph brevemente y él está mirándome.

―¿Un penique por tus pensamiento? ―pregunta. Suspiro y frunzo el ceño―. Tan mal, ¿eh?
―Me gustaría saber lo que estabas pensando.

Me sonríe.

―Ídem, nena ―dice en voz baja, mientras Taylor acelera en la noche hacia Bellevue.


Son casi las ocho cuando el Audi se acerca a la entrada de una mansión estilo colonial. Es impresionante, incluso las rosas alrededor de la puerta. La imagen perfecta.

―¿Estás lista para esto? ―pregunta Joseph mientras Taylor se detiene afuera de la impresionante puerta principal.

Asiento y le da a mi mano otro tranquilizador apretón.

―Primera vez para mí también ―susurra, luego sonríe perversamente―. Apuesto a que desearías estar usando tu ropa interior ahora ―se burla.

Me sonrojo. Había olvidado de mi ropa interior perdida. Por suerte, Taylor ha salido del automóvil y está abriendo mi puerta, así que no puede escuchar nuestro intercambio. Le frunzo el ceño a Joseph y él sonríe abiertamente mientras giro y me bajo del auto.

La Dra. Grace Miller-Jonas está en los escalones de la puerta, esperándonos. Luce elegantemente sofisticada en un vestido de seda azul claro; detrás de ella, está de pie el Señor Jonas ―asumo―, alto, rubio y tan guapo a su propia manera, igual que Joseph.

―____, ya conoces a mi madre, Grace. Éste es mi papá, Carrick.
―Señor Jonas, es un placer conocerlo. ―Sonrío y sacudo su mano.
―El placer es todo mío, señorita Steele.
―Por favor, llámeme ____.

Sus ojos azules son blandos y gentiles.

―____, que agradable verte de nuevo. ―Grace me envuelve en un cálido abrazo―. Entra, cariño.
―¿Ella está aquí? ―Escucho un chillido desde el interior de la casa. Le doy un vistazo nervioso a Joseph.
―Esa sería Mia, mi hermana pequeña ―dice casi con irritación, pero no lo suficiente.

Hay un trasfondo de afecto en sus palabras, la manera en que su voz se pone más suave y sus ojos se arrugan cuando menciona su nombre. Joseph obviamente la adora. Es una revelación. Y ella corre por el vestíbulo, pelinegra, alta y curvilínea. Es como de mi edad.

―¡Steele! He oído tanto sobre ti. ―Me abraza fuerte.

Santo cielo. No puedo evitar sonreír ante su entusiasmo sin límites.

―____, por favor ―murmuro mientras me arrastra dentro del gran vestíbulo. El piso es de madera oscura, alfombras antiguas y una amplia escalera al segundo piso.
―Nunca ha traído una chica a casa antes ―dice Mia, sus ojos oscuros brillando con emoción.

Veo a Joseph poniendo los ojos en blanco y le levanto una ceja. Entrecierra sus ojos en mi dirección.

―Mia, cálmate ―la reprende Grace suavemente―. Hola, cariño ―dice mientras besa a Joseph en ambas mejillas. Él sonríe cálidamente, luego estrecha manos con su padre.

Todos giramos y nos dirigimos dentro de la sala de estar. Mia no deja ir mi mano. La habitación es espaciosa, elegantemente amueblada en tonos cremas, cafés y azul claro, cómoda, discreta y con mucho estilo. Kate y Elliot están acurrucados juntos en un sillón, sosteniendo copas de champan. Kate salta para abrazarme y Mia finalmente suelta mi mano.

―¡Hola, ____! ―Sonríe radiantemente―. Joseph. ―Asiente de manera cortante hacia él.
―Kate. ―Es igual de formal con ella.

Frunzo el ceño por su intercambio. Elliot me atrapa en un muy abrazo. ¿Qué es esto, la semana de abrazar a ____? Esta deslumbrante demostración de afecto… simplemente no estoy acostumbrada a eso. Joseph se queda de pie a mi lado, envolviendo su brazo a mí alrededor. Poniendo su mano en mi cadera, estira sus dedos y me atrae más cerca. Todos están mirándonos fijamente. Es desconcertante.

―¿Bebidas? ―El Señor Jonas parece recuperarse―. ¿Prosecco?
―Por favor. ―Hablamos Joseph y yo al unísono.

Oh… esto es más que extraño. Mia aplaude.

―Hasta dicen las mismas cosas. Yo los traigo. ―Sale rápidamente de la habitación.

Me sonrojo y viendo a Kate sentada con Elliot, se me ocurre de pronto que la única razón por la que Joseph me invitó es porque Kate está aquí. Elliot probablemente le pidió libre y felizmente a Kate si quería conocer a sus padres. Joseph estaba atrapado… sabiendo que yo me enteraría por Kate. Le frunzo el ceño al pensamiento. Estaba forzado a hacer la invitación. La compresión es sombría y deprimente. Mi subconsciente asiente sabiamente, una estúpida mirada de finalmente-te-diste-cuenta en su rostro.

―La cena está casi lista ―dice Grace mientras sigue a Mia fuera de la habitación.

Joseph frunce el ceño y me mira.

―Siéntate ―ordena, apuntando el lujoso sillón y hago lo que me dice, cruzando mis piernas cuidadosamente. Se sienta a mi lado pero no me toca.
―Estábamos justo hablando de las vacaciones, ____ ―dice amablemente el señor Jonas―. Elliot decidió seguir a Kate y a su familia a Barbados por una semana.

Miro a Kate y ella sonríe, sus ojos brillantes y grandes. Está encantada. ¡Katherine Kavanagh, muestra algo de dignidad!

―¿Te estás tomando un descanso ahora que terminaste tu licenciatura? ―pregunta el señor Jonas.
―Estoy pensando ir a Georgia por unos días ―respondo.

Joseph me mira boquiabierto, pestañeando un par de veces, su expresión ilegible. Oh mierda. No le he mencionado esto a él.

―¿Georgia? ―murmura.
―Mi madre vive allí y no la he visto por un tiempo.
―¿Cuándo pensabas ir? ―Su voz es grave.
―Mañana, al atardecer.

Mia vuelve a la sala de estar y nos entrega copas largas de champan llenas con Prosecco rosa.

―¡A tu salud! ―El señor Jonas levanta su copa. Un brindis apropiado para el esposo de una doctora, me hace sonreír.
―¿Por cuánto tiempo? ―pregunta Joseph, su voz aparentemente suave.

Santa mierda… está enojado.

―No lo sé todavía. Depende de cómo vayan mis entrevistas mañana.

Su mandíbula se tensa y Kate sostiene esa inoportuna mirada en su cara. Sonríe demasiado dulcemente.

―____ se merece un descanso ―le dice deliberadamente a Joseph. ¿Por qué es tan antipática con él? ¿Cuál es su problema?
―¿Tienes entrevistas? ―pregunta el señor Jonas.
―Sí, para internados en dos editoriales, mañana.
―Te deseo la mejor de las suertes.
―La cena está servida ―anuncia Grace.

Todos nos ponemos de pie. Kate y Elliot siguen al señor Jonas y a Mia fuera de la habitación. Voy a seguirlos, pero Joseph toma mi codo, deteniéndome abruptamente.

―¿Cuándo me ibas a decir que te vas? ―pregunta urgentemente. Su tono es suave, pero está escondiendo su enojo.
―No me voy, sólo iré a ver a mi madre y simplemente estaba pensando en ello.
―¿Y qué pasa con nuestro arreglo?
―No tenemos un arreglo todavía.

Entrecierra sus ojos y luego parece recordarlo. Soltando mi mano, toma mi codo y me guía fuera de la habitación.

―Esta conversación no ha terminado ―susurra amenazante cuando entramos al comedor.

Oh, mierda. No te enfades… y devuélveme mi ropa interior. Lo miro.

El comedor me recuerda a nuestra cena privada en el Heathman. Una araña de cristal cuelga sobre la mesa de madera oscura y hay un espejo enorme y tallado ornamentado en la pared. La mesa está puesta y cubierta con un limpio mantel de hilo blanco y una fuente de peonias rosadas como centro de mesa. Es despampanante.

Tomamos asiento. El señor Jonas está en la cabecera de la mesa mientras yo me siento a su lado derecho y Joseph a mi lado. El señor Jonas alcanza la botella abierta de vino tinto y le ofrece a Kate. Mia toma su asiento al lado de Joseph, y tomando su mano, la aprieta fuerte. Joseph le sonríe cálidamente.

―¿Dónde conociste a ____? ―le pregunta Mia.
―Me entrevistó para la revista estudiantil de la WSU.
―La cual Kate edita ―agrego, esperando dirigir la conversación lejos de mí.

Mia le sonríe a Kate, sentada en el lado opuesto, al lado de Elliot y comienzan a hablar de la revista estudiantil.

―¿Vino, ____? ―pregunta el señor Jonas.
―Por favor. ―Le sonrío. El señor Jonas se levanta para llenar el resto de las copas.

Miro de reojo a Joseph y él se gira para mirarme, su cabeza inclinada a un lado.

―¿Qué? ―pregunta.
―Por favor, no estés enojado conmigo ―susurro.
―No estoy enojado contigo. ―Lo miro fijamente. Suspira―. Sí, estoy enojado contigo. ―Cierra sus ojos brevemente.
―¿Enojado como palma inquieta? ―pregunto nerviosamente.
―¿Qué están susurrando ustedes dos? ―interrumpe Kate.

Me sonrojo y Joseph la observa de una manera que dice trasero-afuera-de-esto-Kavanagh, hasta Kate se suaviza bajo su mirada.

―Sólo sobre mi viaje a Georgia ―digo dulcemente, esperando disolver su mutua hostilidad. Kate sonríe, un brillo perverso en sus ojos.
―¿Cómo estaba José cuando fuiste al bar con él el viernes?

Santa mierda, Kate. Abro mis ojos en su dirección. ¿Qué está haciendo? Abre sus ojos en respuesta y me doy cuenta de que está tratando de poner celoso a Joseph. Qué poco sabe. Pensé que había escapado de esto.

―Estaba bien ―murmuro.

Joseph se inclina.

―Enojado y con la palma de la mano inquieta ―susurra―. Especialmente ahora. ―Su tono es tranquilo y mortal.

Oh no. Me retuerzo.

Grace reaparece trayendo dos platos, seguida por una bonita mujer joven con coletas rubias, vestida elegantemente en azul pálido, trayendo una bandeja con platos. Sus ojos inmediatamente encuentran a Joseph en la habitación. Se sonroja y lo mira por debajo de su larga máscara de pestañas. ¡Qué!

En algún lugar de la casa, el teléfono empieza a sonar.

―Discúlpenme. ―El señor Jonas se levanta de nuevo y sale.
―Muchas gracias, Gretchen ―dice Grace gentilmente, frunciendo el ceño mientras el señor Jonas sale―. Sólo deja la bandeja en la consola. ―Gretchen asiente y con otra mirada furtiva a Joseph, se va.

Así que los Jonas tienen personal y el personal está viendo a mí aspirante a Dominante. ¿Puede volverse peor esta noche? Frunzo el ceño, mirando mis manos sobre mi regazo.

El señor Jonas regresa.

―Llamada para ti, querida. Es el hospital ―le dice a Grace.
―Por favor, comience todo el mundo. ―Grace sonríe mientras me entrega un plato y se va.

Huele delicioso, chorizo y vieiras con pimiento rojo asado y chalotes, espolvoreada con hojas lisas de perejil. Y a pesar del hecho de que mi estómago está agitado por las veladas amenazas de Joseph, las furtivas miradas de la pequeña y bonita señorita Coletas y el debacle de mi faltante ropa interior, estoy hambrienta. Me ruborizo mientras me doy cuenta de que es el esfuerzo físico de esta tarde lo que me ha dado tanto apetito.

Momentos después Grace regresa, su ceño fruncido. El señor Jonas ladea su cabeza hacia un lado… como Joseph.

―¿Todo bien?
―Otro caso de sarampión. ―Grace suspira.
―Oh, no.
―Sí, un niño. El cuarto caso este mes. Si la gente sólo tuviera a sus chicos vacunados. ―Sacude su cabeza tristemente y luego sonríe―. Estoy tan contenta de que nuestros chicos nunca pasaron por eso. Nunca agarraron nada peor que la varicela, gracias a Dios. Pobre Elliot ―dice mientras se sienta, sonriendo indulgentemente a su hijo. Elliot frunce el ceño a medio masticar y se retuerce incómodo―. Joseph y Mia fueron suertudos. Lo tuvieron muy levemente, sólo una mancha para compartir entre ellos.

Mia ríe sofocadamente y Joseph pone los ojos en blanco.

―Entonces, ¿viste el partido de los Mariners, papá? ―Elliot está claramente dispuesto a cambiar la conversación.

Los entremeses son deliciosos y me concentro en comer mientras Elliot, el señor Jonas y Joseph hablan de beisbol. Joseph parece relajado y calmado hablando con su familia. Mi mente está trabajando furiosamente. Maldita Kate, ¿qué juego está jugando? ¿Él me va castigar? Me acobardo con el pensamiento. No he firmado el contrato todavía. Tal vez no lo haré. Tal vez me quede en Georgia donde no pueda contactarse conmigo.

―¿Cómo va tu establecimiento en el nuevo apartamento, querida? ―pregunta Grace educadamente.

Estoy agradecida por su pregunta, distrayéndome de mis discordantes pensamientos y le digo acerca de nuestra mudanza.

Mientras acabamos nuestras entradas, Gretchen aparece y no por primera vez, deseo sentirme capaz de poner mis manos libremente en Joseph, sólo para dejarle saber que puede ser cincuenta sombras de mierda, pero es mío. Procede a limpiar la mesa, cepillando muy cerca de Joseph para mi gusto. Afortunadamente él parece ajeno a ella, pero mi diosa interior está ardiendo y no en el buen sentido.

Kate y Mia están hablando como cotorras sobre París.

―¿Has estado en París, ____? ―pregunta Mia inocentemente, distrayéndome de mi celoso ensimismamiento.
―No, pero me encantaría ir. ―Sé que soy la única en la mesa que nunca ha salido de Estados Unidos.
―Fuimos de luna de miel a París. ―Grace le sonríe al señor Jonas, quien le sonríe a su vez.

Es casi vergonzoso de presenciar. Ellos todavía se aman profundamente y me maravillo por un breve momento ante lo que debe ser crecer con ambos padres juntos.

―Es una hermosa ciudad ―concuerda Mia―. A pesar de lo parisinos. Joseph, deberías llevar a ____ a París ―declara Mia con firmeza.
―Pienso que ____ preferiría Londres ―dice Joseph suavemente.

Oh… lo recuerda. Pone su mano en mi rodilla, sus dedos viajando a mi muslo. Todo mi cuerpo se tensa en respuesta. No… no aquí, no ahora. Me sonrojo y me desplazo, tratando de alejarme de él. Su mano sujeta mi muslo, inmovilizándome. Busco mi vino con desesperación.

La pequeña señorita Coletas Europeas regresa ―toda miradas tímidas y caderas oscilantes― con nuestras entradas, un bife Wellington, creo. Afortunadamente, nos da nuestros platos y se va, a pesar de que retrasa la entrega de Joseph. Él me mira con curiosidad mientras la observo cerrar la puerta del comedor.

―Entonces, ¿qué está mal con los parisinos? ―le pregunta Elliot a su hermana―. ¿No caen bajo tus encantos?
―Ugh, no lo hacen. Y el señor Floubert, el ogro para el que estaba trabajando, era un tirano dominante.

Me ahogo con el vino.

―____, ¿estás bien? ―pregunta Joseph solícitamente, sacando su mano de mi muslo.

El humor vuelve a su voz. Oh, gracias al cielo. Cuando asiento, palmea mi espalda gentilmente y sólo quita la mano cuando sabe que me he recuperado.

El bife está delicioso y está servido con papas dulces asadas, zanahorias, nabos y judías verdes. Incluso es más apetecible desde que Joseph se las arregla para mantener su buen humor por el resto de la comida. Sospecho que es porque estoy comiendo de buena gana. La conversación fluye libremente entre los Jonas, cálida y atenta, burlándose tiernamente uno del otro. Durante nuestro postre de limón syllabub, Mia nos regala sus hazañas en París, cayendo en algún punto en un fluido francés. Todos la miramos y ella se queda perpleja, hasta que Joseph le dice en un francés igualmente fluido lo que ha hecho y ella estalla en un ataque de risa. Tiene una risa muy contagiosa y pronto todos estamos riéndonos.

Elliot diserta sobre su último proyecto de construcción, una nueva comunidad ecológicamente amigable al norte de Seattle. Miro a Kate y ella está pendiente de cada palabra que dice Elliot, sus ojos brillando con lujuria o amor. Verdaderamente aún no resuelvo cuál es. Él le sonríe y es como si una promesa tácita pasara entre ellos. Después, nena, le está diciendo y es caliente, anormalmente caliente. Me sonrojo sólo con mirarlos.

Suspiro y levanto la mirada hacia cincuenta sombras. Es tan hermoso que podría mirarlo por siempre. Tiene un rastro de barba sobre su barbilla y mis dedos pican por frotarla y sentirla contra mi rostro, contra mis pechos… entre mis muslos. Me sonrojo ante la dirección de mis pensamientos. Me mira y levanta su mano para ponerla en mi barbilla.

―No muerdas tu labio ―murmura con voz ronca―. Yo quiero hacer eso.

Grace y Mia limpian nuestras copas de postre y se dirigen a la cocina, mientras el señor Jonas, Kate y Elliot discuten los méritos de los paneles solares en el Estado de Washington. Joseph, fingiendo interés en su conversación, pone su mano una vez más en mi rodilla y sus dedos viajan hasta mi muslo. Mi respiración se dificulta y presiono mis muslos juntos en un intento por detener su progreso. Puedo verlo sonreír.

―¿Puedo darte un tour por los jardines? ―me pregunta abiertamente.

Sé que tengo la intención de decir sí, pero no confío en él. Sin embargo, antes de que pueda responder él está de pie y extendiendo su mano hacia mí. Pongo mi mano en la suya y siento todos los músculos apretarse en el fondo de mi vientre en respuesta a su oscura y hambrienta mirada ambarina.

―Discúlpeme ―le digo al señor Jonas y sigo a Joseph fuera del comedor.

Me conduce a través del pasillo y hacia la cocina, en donde Mia y Grace están apilando el lavavajillas. Coletas Europeas no está a la vista.

―Voy a mostrarle a ____ el patio ―le dice Joseph inocentemente a su madre. Ella nos regala una sonrisa mientras Mia se dirige de nuevo al comedor.

Salimos a un patio de losa gris, iluminado por luces empotradas en el suelo.

Hay arbustos en macetas de piedra gris, una elegante mesa de metal y sillas colocadas en un rincón. Joseph pasa junto a ellas, sube algunos escalones y llega a un gran jardín que conduce hacia la había… oh Dios, es hermoso. Seattle parpadea en el horizonte y la fría y brillante luna de mayo graba una ruta de plata brillante por el agua, hacia un embarcadero en donde hay dos botes amarrados.

Al lado del muelle se encuentra un cobertizo. Es tan pintoresco, tan tranquilo. Estoy parada y boquiabierta por un momento.

Joseph me tira detrás suyo y mis talones se hunden en la suave hierba.

―Para, por favor. ―Estoy tropezando con su paso. Se detiene y me mira, su expresión inescrutable―. Mis tacones. Necesito sacarme mis zapatos.
―No te molestes ―dice, se inclina y me carga sobre su hombro. Chillo en voz alta con escandalizada sorpresa y me da una sonora palmada en mi trasero―. Mantén tu voz baja ―gruñe.

Oh no… esto no es bueno, a mi subconsciente le están temblando las rodillas. Está enojado por algo, podría ser José, Georgia, mi falta de bragas o morder mis labios. Por Dios, que fácil de irritar es.

―¿Adónde estamos yendo? ―respiro.
―Al cobertizo ―chasquea.

Me aferro a sus caderas mientras estoy inclinada boca abajo y da grandes zancadas a propósito bajo la luz de la luna a través del césped.

―¿Por qué? ―Sueno sin aliento balanceándome en su hombro.
―Necesito estar a solas contigo.
―¿Por qué?
―Porque voy a darte un azote y luego te follaré.
―¿Por qué? ―gimo en voz baja.
―Tú sabes por qué ―sisea.
―¿Pensé que eras un hombre de en-el-momento? ―declaro sin aliento.
―____, estoy en el momento, confía en mí.

Santa mierda.













Hi Chicas. Siento mucho mi desaparición. He estado muy ocupada con la escuela:/ Y no he tenido mucho tiempo libre. Pero aquí les dejo este capítulo y mañana les subo más, ya que ahora estoy un poco cansada y necesito dormir:)

Un beso. Ciao♥

Kary
Karely Jonatika
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Mensaje por aranzhitha Sáb 01 Sep 2012, 9:32 am

hay Kate para que dijiste lo de Jose
Joseph que bipolar eres
Siguela!!!
aranzhitha
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Mensaje por misterygirl Sáb 01 Sep 2012, 12:54 pm

Me encanto! No pasa nada todas estamos igual con la escuela :D
misterygirl
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"Fifty Shades Of Jonas" (Joe&Tu) [Primer Libro] [Terminado] - Página 12 Empty Re: "Fifty Shades Of Jonas" (Joe&Tu) [Primer Libro] [Terminado]

Mensaje por aranzhitha Sáb 01 Sep 2012, 5:17 pm

sube otro sii
aranzhitha
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"Fifty Shades Of Jonas" (Joe&Tu) [Primer Libro] [Terminado] - Página 12 Empty Re: "Fifty Shades Of Jonas" (Joe&Tu) [Primer Libro] [Terminado]

Mensaje por -Lizz- Dom 02 Sep 2012, 7:26 pm

Asgahjdkl!
Me encanta esta novela!
Es tan ASFGHDJSAKL!
Ya me imagino las expresiones de
''Santa Mierda'' son como.... ''Saaaaantaaa Mierdaaaaa'' (?"Fifty Shades Of Jonas" (Joe&Tu) [Primer Libro] [Terminado] - Página 12 167695056
Bue' me llamo Elizabeth, pero dime como quieras(? xD

Sigueee!

-Lizz-
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Mensaje por chelis Dom 02 Sep 2012, 8:02 pm

AAAAAAAAAAIIII NOOOOOO!!!
ESA KATE EN VEZ DE AYUDAAAARRR!!! EMPEORA LAS COOOSASSSS!!!..
JAJAJAJAJAJAJA
Y QUE LE HARA JOE AHORA?????
AAAII SIGUELA PORFIISS
chelis
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Mensaje por aranzhitha Dom 02 Sep 2012, 8:37 pm

siguela!!!
aranzhitha
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"Fifty Shades Of Jonas" (Joe&Tu) [Primer Libro] [Terminado] - Página 12 Empty Re: "Fifty Shades Of Jonas" (Joe&Tu) [Primer Libro] [Terminado]

Mensaje por chelis Dom 02 Sep 2012, 8:40 pm

POORRFIISSS
chelis
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Mensaje por Karely Jonatika Dom 02 Sep 2012, 11:35 pm

[CAPITULO 20]


Joseph atraviesa la puerta de madera del cobertizo y hace una pausa para encender algunas luces. Las luces fluorescentes hacen un ruido metálico y zumban en secuencia mientras la fuerte luz blanca inunda el gran edificio de madera. Desde mi punto de vista, girada, puedo ver una impresionante lancha a motor en el muelle flotando suavemente en el agua oscura, pero sólo obtengo un breve vistazo antes de que él me lleve por unas escaleras de madera hacia la habitación de arriba.

Se detiene en la puerta y toca otro interruptor ―luces halógenas en esta ocasión, son más suaves, con un regulador de intensidad― y estamos en una habitación con techos inclinados. Está decorado con un tema náutico de Nueva Inglaterra, azul marino y crema con un toque de rojo. Los muebles son escasos, sólo un par de sofás es todo lo que puedo ver.

Joseph me pone sobre mis pies en el suelo de madera. No tengo tiempo para examinar lo que me rodea, mis ojos no pueden dejarlo. Estoy hipnotizada… viéndolo como alguien observaría a un depredador raro y peligroso, esperando a que le lance encima. Su respiración es dura, pero claro, acaba de cargarme a través del césped y hacia arriba por un tramo de escaleras. Ojos ambarinos arden con ira, necesidad y lujuria puro y sin adulterar.

Mierda. Podría quemarme de forma espontánea sólo por su mirada.

―Por favor, no me pegues ―le susurro, suplicante.

Frunce el ceño, sus ojos ampliándose. Parpadea dos veces.

―No quiero que me azotes, ni aquí, ni ahora. Por favor, no lo hagas.

Su boca se abre ligeramente en sorpresa y más allá de la valentía, levanto mi mano tentativamente y paso mis dedos por su mejilla, a lo largo del borde de su patilla hasta la barba en su mentón. Es una mezcla curiosa de suave y espinoso. Cerrando sus ojos lentamente, inclina el rostro ante mi tacto y su respiración se queda atrapada en su garganta. Levantando mi otra mano, recorro su cabello con mis dedos. Me encanta su cabello. Su suave gemido es apenas audible y cuando abre sus ojos, su mirada es cautelosa, como si no entendiera lo que estoy haciendo.

Dando un paso hacia adelante para quedar contra él, jalo suavemente su cabello, bajando su boca hacia la mía y lo beso, forzando a mi lengua a pasar entre sus labios y dentro de su boca. Gime y sus brazos me abrazan, apretándome contra él. Sus manos encuentran su camino hacia mi cabello y me devuelve el beso, duro y posesivo. Su lengua y mi lengua se retuercen y giran juntas, devorándonos el uno al otro. Sabe divino.

Retrocede de repente, nuestra respiración irregular y mezclándose. Mis manos caen en sus brazos y me mira.

―¿Qué estás haciéndome? ―susurra confundido.
―Te beso.
―Dijiste que no.
―¿Qué? ―¿No a qué?
―En la mesa del comedor, con tus piernas.

Ah… de eso se trata todo esto.

―Pero estábamos en la mesa del comedor de tus padres ―lo miro, completamente desconcertada.
―Nadie me ha dicho alguna vez que no antes. Y es tan caliente.

Sus ojos se abren un poco, llenos de asombro y lujuria. Es una mezcla embriagadora. Trago instintivamente. Su mano se mueve abajo hacia mi trasero. Me tira fuertemente contra él y puedo sentir su erección.

Oh mí…

―¿Estás enojado y excitado porque dije que no? ―respiro, asombrada.
―Estoy enojado porque nunca mencionaste Georgia. Estoy enojado porque te fuiste a beber con ese tipo que trató de seducirte cuando estabas borracha y que te dejó cuando estabas enferma, con un casi completo extraño. ¿Qué clase de amigo hace eso? Y estoy enojado y excitado porque me cerraste tus piernas. ―Sus ojos brillan peligrosamente y está subiendo lentamente mi vestido―. Te quiero y te quiero ahora. Y si no vas a dejar que te azote, lo cual mereces, te voy a follar en el sofá en este momento, con rapidez, para mi placer, no el tuyo.

Mi vestido está ahora apenas cubriendo mi trasero desnudo. Él se mueve repentinamente de manera que su mano está ahuecando mi sexo y uno de sus dedos se hunde poco a poco en mí. Su otro brazo me sostiene firmemente en su lugar alrededor de mi cintura. Reprimo un gemido.

―Esto es mío ―me susurra agresivamente―. Todo mío. ¿Entiendes? ―Mueve con facilidad su dedo adentro y afuera mientras me mira, midiendo mi reacción, con sus ojos ardiendo.
―Sí, tuyo ―respiro mientras mi deseo, caliente y pesado, surge a través de mi torrente sanguíneo, afectando… todo. Mis terminaciones nerviosas, mi respiración, mi corazón late con fuerza, tratando de salir de mi pecho, la sangre zumbando en mis oídos.

De repente, él se mueve, haciendo varias cosas a la vez. Retira sus dedos, dejándome con ganas, baja su cremallera y me empuja hacia abajo sobre el sofá, por lo que está recostado sobre mí.

―Las manos en la cabeza ―ordena con los dientes apretados mientras se coloca sobre sus rodillas, obligando a mis piernas a ampliarse más y buscando en el bolsillo interior de su chaqueta. Saca un paquete de aluminio, mirándome, su expresión oscura, antes de encogerse de hombros para quitarse la chaqueta y que caiga al suelo. Rueda el condón hacia abajo sobre su impresionante longitud.

Pongo mis manos sobre mi cabeza y sé que es para que no vaya a tocarlo. Estoy muy excitada. Siento que mis caderas ya se mueven hacia arriba para encontrarlo, deseándolo dentro de mí, así, rudo y duro. Oh… la anticipación.

―No tenemos mucho tiempo. Esto será rápido y es para mí, no para ti. ¿Lo entiendes? No te vengas o te azotaré ―dice entre dientes.

Mierda… ¿cómo me detengo?

Con un impulso rápido, está totalmente dentro de mí. Gimo en voz alta, guturalmente y celebro la plenitud de su posesión. Pone sus manos sobre las mías en la parte superior de mi cabeza, sus codos sostienen mis brazos hacia fuera y abajo, sus piernas inmovilizándome. Estoy atrapada. Él está en todas partes, abrumándome, casi sofocante. Pero también es celestial, este es mi poder, esto es lo que le hago y es un sentimiento hedonista y triunfante. Se mueve rápida y furiosamente dentro de mí, su respiración agitada en mi oído y mi cuerpo responde, fundiéndose a su alrededor. No debo venirme. No. Pero me encuentro con él, empuje a empuje, un contrapunto perfecto. De repente y muy pronto, golpea dentro de mí y se queda quieto cuando encuentra su liberación, con el aire silbando a través de sus dientes. Se relaja momentáneamente, por lo que siento todo su peso delicioso sobre mí. No estoy lista para dejarlo ir, mi cuerpo deseando el alivio, pero él es muy pesado y en este momento, no puedo empujar contra él. De repente, él se retira, dejándome adolorida y con ganas de más. Me mira.

―No te toques. Te quiero frustrada. Eso es lo que consigues por no hablar conmigo, por negarme lo que es mío. ―Sus ojos brillan de nuevo, enojado otra vez.

Asiento con la cabeza, jadeando. Se levanta y se quita el condón, anudándolo al final, y lo pone en el bolsillo de su pantalón. Lo miro, mi respiración todavía es errática e involuntariamente aprieto mis muslos, tratando de encontrar algo de alivio. Joseph se sube la cremallera y pasa sus manos por su cabello mientras se agacha para recoger su chaqueta. Se da la vuelta para mirarme, su expresión más suave.

―Será mejor que regresemos a la casa.

Me siento un poco inestable, aturdida.

―Aquí. Puedes ponerte estos.

De su bolsillo interior, saca mi ropa interior. No sonrío mientras la tomo, pero por dentro, sé que he tenido una follada como castigo, pero ganado una pequeña victoria sobre la ropa interior. Mi diosa interior asiente en acuerdo, una sonrisa de satisfacción en su rostro, no tuviste que pedirla.

―¡JOSEPH! ―grita Mia desde el piso de abajo.

Él da vuelta y levanta las cejas en mi dirección.

―Justo a tiempo. Cristo, ella puede ser tan irritante.

Le frunzo el ceño en respuesta, me apresuró a devolver mi ropa interior a su lugar correcto y me pongo de pie con tanta dignidad como puedo en mi estado de recién follada. Rápidamente, intento suavizar mi cabello.

―Aquí arriba, Mia ―grita―. Bueno, señorita Steele, me siento mejor por eso, pero todavía quiero azotarla ―dice en voz baja.
―No creo que lo merezca, señor Jonas, especialmente después de tolerar su ataque sin provocación.
―¿Sin provocación? Me besaste. ―Él hace todo lo posible para lucir herido.

Frunzo mis labios.

―Fue un ataque como forma de defensa.
―¿Defensa contra qué?
―De ti y tu agitada palma.

Él ladea la cabeza hacia un lado y me sonríe mientras Mia viene haciendo ruido por las escaleras.

―¿Pero era tolerable? ―pregunta en voz baja.

Me sonrojo.

―Apenas ―le susurro, pero no puedo evitar mi sonrisa.
―Oh, ahí están. ―Nos sonríe con alegría.
―Le estaba mostrando los alrededores a ____. ―Joseph extiende su mano hacia mí, sus ojos ambarinos intensos.

Pongo mi mano en la suya y él le da un apretón suave.

―Kate y Elliot están a punto de irse. ¿Puedes creerlo? No pueden mantener sus manos apartadas el uno del otro. ―Mia finge indignación y mira de Joseph a mí―. ¿Qué han estado haciendo ustedes aquí?

Por Dios, que discreta. Me pongo escarlata.

―Mostrándole a ____ mis trofeos de remo ―dice Joseph sin perder un momento, con el rostro completamente en blanco―. Vamos a decirle adiós a Kate y a Elliot.

¿Trofeos de remo? Me tira suavemente delante de él y mientras Mia se vuelve para irse, me aplasta el trasero. Jadeo con sorpresa.

―Voy a hacerlo de nuevo, ____ y pronto ―amenaza bajito cerca de mi oído, entonces me atrae en un abrazo, con mi espalda pegada en su pecho y besa mi cabello.

De vuelta en la casa, Kate y Elliot están despidiéndose de Grace y el señor Jonas. Kate me abraza fuerte.

―Necesito hablar contigo porque estás haciendo enojar a Joseph ―le digo en voz baja al oído mientras me abraza.
―Necesita enojarse, así puedes ver cómo es realmente. Ten cuidado, ____, es demasiado controlador ―susurra―. Nos vemos más tarde.

¡SÉ COMO ES REALMENTE, TÚ NO! le grito en mi cabeza. Estoy plenamente consciente de que sus acciones provienen de un buen lugar, pero a veces, simplemente se pasa de la raya y ahora mismo lo ha hecho tanto que está en el estado vecino. Le frunzo el ceño y ella me saca la lengua, haciéndome sonreír a regañadientes. La Kate juguetona es nueva, debe ser la influencia de Elliot. Los despedimos en la puerta y Joseph se vuelve hacia mí.

―Tenemos que irnos también, mañana tienes entrevistas.

Mia me abraza cálidamente mientras nos despedimos.

―¡Pensábamos que nunca iba a encontrar a nadie! ―dice efusivamente.

Me sonrojo y Joseph vuelve a poner los ojos en blanco. Frunzo mis labios. ¿Por qué puede hacer eso cuando yo no puedo? Quiero ponerle los ojos en blanco en respuesta, pero no me atrevo, no después de su amenaza en el cobertizo.

―Cuídate, ____, querida ―dice Grace amablemente.

Joseph, avergonzado o frustrado por la atención generosa que estoy recibiendo de parte de los Jonas, toma mi mano y me atrae a su lado.

―No la ahuyenten ni le den tanto afecto ―masculla.
―Joseph, deja de bromear ―lo regaña Grace con indulgencia, sus ojos brillando con amor y afecto por él.

De alguna manera, no creo que esté bromeando. Disimuladamente observo su interacción. Es obvio que Grace lo adora con el amor incondicional de una madre. Él se inclina y la besa con rigidez.

―Mamá ―dice y hay un trasfondo en su voz, ¿reverencia, tal vez?
―Señor Jonas, adiós y gracias. ―Extiendo mi mano hacia él y ¡también me abraza!
―Por favor, llámame Carrick. Espero que nos veamos de nuevo, muy pronto, ____.

Con nuestras despedidas dichas. Joseph me lleva al automóvil, en donde Taylor está esperando. ¿Ha estado esperando aquí todo el tiempo? Taylor me abre la puerta y me deslizo en la parte trasera del Audi.

Siento un poco de tensión dejando mis hombros. Por Dios, qué día. Estoy agotada, física y emocionalmente. Después de una breve conversación con Taylor, Joseph se sube a mi lado. Se vuelve hacia mí.

―Bueno, parece que a mi familia les gustas, demasiado ―murmura.

¿Demasiado? El deprimente pensamiento acerca de cómo llegué a ser invitada aparece inesperada e inoportunamente en mi cabeza. Taylor pone en marcha el automóvil y sale del círculo de luz en el camino de entrada hacia la oscuridad de la calle. Le doy un vistazo a Joseph y él está mirándome fijamente.

―¿Qué? ―pregunta, con voz tranquila.

Me quedo momentáneamente sin saber qué decir. No, se lo diré. Siempre está quejándose de que no hablo con él.

―Creo que te sentiste comprometido a traerme para conocer a tus padres. ―Mi voz es suave y vacilante―. Si Elliot no hubiera invitado a Kate, nunca me habrías invitado. ―No puedo ver su rostro en la oscuridad, pero inclina la cabeza, mirándome boquiabierto.
―____, estoy encantado de que hayas conocido a mis padres. ¿Por qué estás tan llena de falta de confianza en ti misma? Nunca dejas de sorprenderme. Eres una mujer fuerte y autosuficiente, pero tienes estos pensamientos negativos sobre ti misma. Si no hubiera querido que los conocieras, no estarías aquí. ¿Es así como te sentiste todo el tiempo que estuviste allí?

¡Oh! Me quería allí y esa es una revelación. No parece incómodo contestándome como lo haría si estuviera ocultando la verdad. Parece realmente contento de que esté aquí… una cálida sensación se extiende lentamente por mis venas. Sacude la cabeza y alcanza mi mano. Miro a Taylor, nerviosa.

―No te preocupes por Taylor. Háblame.

Me encojo de hombros.

―Sí. Creí eso. Y otra cosa, sólo mencioné Georgia porque Kate estaba hablando de Barbados, no he tomado mi decisión.
―¿Quieres ir a ver a tu madre?
―Sí.

Me mira de forma extraña, como si estuviera teniendo una lucha interna.

―¿Puedo ir contigo? ―pregunta finalmente.

¿¡Qué!?

―Ehh… no creo que esa sea una buena idea.
―¿Por qué no?
―Tenía la esperanza de tener un descanso de toda esta… intensidad y así tratar de pensar bien las cosas.

Se me queda mirando.

―¿Soy demasiado intenso?

Rompo a reír.

―¡Eso es decir poco!

Bajo la luz de las farolas que pasamos en la calle, veo a sus labios curvarse.

―¿Se está riendo de mí, señorita Steele?
―No me atrevería, señor Jonas ―contesto con fingida seriedad.
―Creo que te atreves y creo que te ríes de mí, con frecuencia.
―Eres muy gracioso.
―¿Gracioso?
―Oh, sí.
―¿Curioso o gracioso?
―Oh… un montón de uno y un poco del otro.
―¿Cuál prefieres?
―Dejaré que descifres eso.
―No estoy seguro de si puedo descifrar algo a tu alrededor, ____ ―dice sardónicamente y luego continúa en voz baja―: ¿Sobre qué necesitas pensar en Georgia?
―Nosotros ―susurro.

Se me queda mirando, impasible.

―Dijiste que lo intentarías ―murmura.
―Lo sé.
―¿Tienes dudas?
―Posiblemente.

Se mueve, incómodo.

―¿Por qué?

Mierda. ¿Cómo se convirtió esto de repente en una conversación tan intensa y significativa? Ha surgido de golpe, como un examen para el que no estoy preparada. ¿Qué digo? Porque creo que te amo y tú sólo me ves como un juguete. ¿Porque no puedo tocarte, porque estoy demasiado asustada de mostrarte algo de afecto por si te echas atrás o me regañas o peor… me golpeas? ¿Qué puedo decir?

Me quedo mirando momentáneamente por la ventana. El automóvil está atravesando el puente. Los dos estamos envueltos en la oscuridad, encubriendo nuestros pensamientos y sentimientos, pero no necesitamos la noche para eso.

―¿Por qué, ____? ―Joseph me pide insistentemente una respuesta.

Me encojo de hombros, atrapada. No quiero perderlo. A pesar de todas sus exigencias, su necesidad de controlar y sus espeluznantes depravaciones. Nunca me he sentido tan viva como ahora. Es muy emocionante estar aquí, sentada junto a él. Es tan impredecible, sexy, inteligente y divertido. Sin embargo, sus estados de ánimo… oh… y quiere hacerme daño. Dice que pensará en mis reservas, pero a pesar de eso, me asusta. Cierro los ojos. ¿Qué puedo decir? En el fondo, me gustaría mucho más afecto, más del Joseph travieso, más… amor.

Me aprieta la mano.

―Háblame, ____. No quiero perderte. Esta última semana… ―Se va apagando.

Estamos llegando al final del puente y la calle está una vez más bañada en la luz neón de las farolas de la calle, por lo que su rostro está de forma intermitente en la luz y la oscuridad. Y es una metáfora apropiada. Este hombre, a quien alguna vez consideré un héroe romántico, un valiente y brillante caballero blanco o el caballero oscuro, como dijo él. No es un héroe, es un hombre con deficiencias emocionales serias y profundas y me está arrastrando a la oscuridad. ¿No puedo guiarlo hacia la luz?

―Aún quiero más ―susurro.
―Lo sé ―dice―. Voy a intentarlo.

Parpadeo hacia él, suelta mi mano y tira de mi barbilla, liberando mi labio atrapado.

―Por ti, ____, voy a intentarlo. ―Está rebosando sinceridad.

Y esa es mi señal. Me desabrocho el cinturón de seguridad, me muevo hacia él y trepo a su regazo, tomándolo completamente por sorpresa. Envolviendo mis brazos alrededor de su cabeza, lo beso, profunda y prolongadamente y en un nanosegundo, está respondiendo.

―Quédate conmigo esta noche ―murmura―. Si te vas, no te veré en toda la semana. Por favor.
―Sí ―acepto―. Y voy a intentarlo también. Firmaré el contrato. ―Y es una decisión espontánea.

Él me mira.

―Firma después de Georgia. Piensa en ello. Piensa en lo duro, nena.
―Lo haré. ―Y nos quedamos en silencio durante dos kilómetros o tres.
―Realmente deberías usar tu cinturón ―susurra Joseph desaprobadoramente entre mi cabello, pero no hace ningún movimiento para apartarme de su regazo.

Me afianzo contra él, con los ojos cerrados, mi nariz en su garganta, bebiendo de su sexy perfume: Joseph con especias, almizcle y gel de baño, reposando mi cabeza en su hombro. Dejo que mi mente divague y me permito fantasear con que él me ama. Ah y es tan real, casi tangible y una pequeña parte de mi actúa totalmente fuera de carácter y se atreve a tener esperanza. Tengo cuidado de no tocar su pecho, sino que sólo me acurruco en sus brazos mientras me sostiene con fuerza.

Demasiado pronto, soy arrancada de mi sueño imposible.

―Ya estamos en casa ―murmura Joseph y es una frase tentadora, llena de mucho potencial.

En casa, con Joseph. Excepto que su apartamento es una galería de arte, no una casa.

Taylor abre la puerta para nosotros y le doy las gracias tímidamente, consciente de que nuestra conversación ha estado al alcance de su oído, pero su sonrisa amable es tranquilizadora y no da nada por sentado. Una vez fuera del automóvil, Joseph me evalúa críticamente. Oh, no… ¿Qué he hecho ahora?

―¿Por qué no tienes una chaqueta? ―frunce el ceño mientras se quita la suya y la pliega sobre mis hombros. El alivio me inunda.
―Está en mi auto nuevo ―le contesto medio dormida, bostezando.

Él me sonríe.

―¿Cansada, señorita Steele?
―Sí, señor Jonas. ―Me siento tímida bajo su escrutinio burlón. No obstante, siento que quiere a una explicación―. He podido prevalecer de maneras que nunca pensé posible hoy en día.
―Bueno, si realmente eres tan desafortunada, puedo prevalecer sobre ti un poco más ―promete mientras toma mi mano y me lleva al interior del edificio. Santo Dios… ¿Otra vez?

Lo miro en el ascensor. He supuesto que le gustaría que duerma con él y entonces recuerdo que no duerme con nadie, a pesar de que lo ha hecho conmigo un par de veces. Frunzo el ceño y de repente, se oscurece su mirada. Extiende su mano y toma mi barbilla, liberando mi labio de entre mis dientes.

―Un día voy a follarte en este ascensor, ____, pero ahora estás cansada, así que creo que debemos atenernos a una cama.

Inclinándose, aferra sus dientes alrededor de mi labio inferior y tira suavemente. Me derrito en contra de él y mi respiración se detiene cuando mis entrañas se despliegan con nostalgia. Le respondo, fijando mis dientes sobre su labio superior, jugando con él y gime. Cuando las puertas del ascensor se abren, toma mi mano y me empuja en el hall de entrada, a través de las puertas dobles y hacia el pasillo.

―¿Necesitas una bebida o algo?
―No.
―Bien. Vamos a la cama.

Levanto mis cejas hacia él.

―¿Te vas a conformar con una simple y llana vainilla?

Él ladea la cabeza hacia un lado.

―No hay nada simple y llano acerca de la vainilla, es un sabor muy interesante ―suspira.
―¿Desde cuándo?
―Desde el pasado sábado. ¿Por qué? ¿Esperabas algo más exótico?

Mi diosa interna asoma su cabeza por encima del muro.

―Oh, no. Ya he tenido suficiente de lo exótico por un día. ―Mi diosa interna me hace pucheros, fallando miserablemente al ocultar su decepción.
―¿Segura? Estamos para atender a todos los gustos… por lo menos treinta y un sabores ―dice sonriéndome lascivamente.
―Me he dado cuenta ―le contesto secamente.

Sacude la cabeza.

―Vamos, señorita Steele, tienes un gran día mañana. Mientras más pronto estés en la cama, más pronto podrás ser follada y más pronto puedes dormir.
―Señor Jonas, eres todo un romántico innato.
―Señorita Steele, tiene una boca inteligente. Puede que tenga que someterla de alguna forma. Ven. ―Me conduce por el pasillo a su habitación y cierra la puerta de una patada―. Manos en el aire ―ordena.

Me obligo y en un movimiento increíblemente rápido, me quita el vestido como un mago, capturándolo por el dobladillo, tirando de él con suavidad y sacándolo velozmente por encima de mi cabeza.

―¡Ta Da! ―dice en broma.

Me río y aplaudo educadamente. Se inclina agraciadamente con una sonrisa. ¿Cómo puedo resistirme cuando se comporta así? Pone mi vestido en la silla solitaria al lado de su cómoda.

―¿Y para el siguiente truco? ―sugiero, burlonamente.
―Oh, mi querida señorita Steele. Entra en mi cama ―gruñe―, y te mostraré.
―¿Crees que por una vez debería hacerme de rogar? ―pregunto con coquetería.

Sus ojos se abren con sorpresa y veo un atisbo de emoción.

―Bueno… la puerta está cerrada. No estoy seguro de cómo me vas a evitar ―dice sardónicamente―. Creo que es un hecho.
―Pero soy una buena negociadora.
―Yo también. ―Me mira, pero mientras lo hace, su expresión cambia, la confusión se apodera de él y la atmósfera en la sala cambia abruptamente, tensándose―. ¿No quieres follar? ―pregunta.
―No ―suspiro.
―Oh ―frunce el ceño.

Bueno, aquí va… respira profundamente.

―Quiero que me hagas el amor.

Permanece inmóvil y me mira sin comprender. Su expresión se ensombrece. Oh, mierda, esto no se ve bien. ¡Dale un minuto! Grita mi subconsciente.

―____, yo… ―Se pasa las manos por el cabello. Las dos manos. Vaya, está realmente desconcertado―. ¿Creo que lo hicimos? ―dice finalmente.
―Quiero tocarte.

Él da un paso involuntario lejos de mí, su expresión por un momento es temerosa y luego se detiene.

―Por favor ―susurro.

Se recupera.

―Oh, no señorita Steele, has tenido suficientes concesiones de mí parte esta noche. Y digo que no.
―¿No?
―No.

Oh… no puedo discutir con eso… ¿verdad?

―Mira, estás cansada, estoy cansado. Sólo vamos a la cama ―dice, mirándome con atención.
―Así que, ¿tocarte es un límite duro para ti?
―Sí. Es una noticia vieja.
―Por favor, dime por qué.
―Oh, ____, por favor. Simplemente déjalo por ahora ―murmura, exasperado.
―Es importante para mí.

Una vez más pasa ambas manos por su cabello y pronuncia una maldición entre dientes. Girando sobre sus talones, se dirige a la cómoda, saca una camiseta y la tira en mi dirección. La atrapo, desconcertada.

―Ponte esto y metete en la cama ―gruñe, irritado.

Frunzo el ceño, pero decido seguirle la corriente. Volviendo mi espalda, rápidamente me quito el sujetador, me pongo la camiseta tan a prisa como me sea posible para cubrir mi desnudez. Dejo mis bragas puestas, no las he usado la mayor parte de la noche.

―Necesito ir al baño. ―Mi voz es un susurro.

Frunce el ceño, confuso.

―¿Ahora estás pidiendo permiso?
―Err… no.
―____, sabes dónde está el baño. Hoy en día, a este punto de nuestro extraño arreglo, no necesitas mi permiso para usarlo. ―No puede ocultar su irritación. Se saca su camisa y yo corro rápidamente hacia el cuarto de baño.

Me miro en el espejo grande, sorprendida de que todavía tengo el mismo aspecto. Después de todo lo que he hecho hoy, sigo siendo la misma chica ordinaria mirándome boquiabierta. ¿Qué esperabas… que te crecieran cuernos y una pequeña cola puntiaguda? Me suelta mi subconsciente. ¿Y qué demonios estás haciendo? El tacto es su límite duro. Demasiado pronto, idiota, tiene que caminar antes de que pueda correr. Mi subconsciente está furioso, al estilo medusa en su ira, con el cabello al viento, sus manos crispadas en torno a su rostro como El Grito de Edvard Munch. La ignoro, pero no va a subirse de nuevo a su caja. Lo estás haciendo enojar… piensa en todo eso que él ha dicho, todo lo que ha concedido. Frunzo el ceño ante mi reflejo. Tengo que ser capaz de mostrarle afecto… entonces, tal vez, pueda corresponder.

Niego con la cabeza resignada y tomo el cepillo de Joseph. Mi subconsciente tiene razón, por supuesto. Lo estoy provocando. Él no está listo y yo tampoco. Estamos en equilibrio sobre el delicado sube y baja que es nuestro extraño arreglo; en extremos opuestos, vacilante y éste se inclina y se balancea entre nosotros. Ambos necesitamos acercarnos más al medio. Sólo espero que ninguno de los dos caiga en nuestro intento de hacerlo. Todo esto es tan apresurado. Tal vez necesito un poco de distancia. Georgia parece más atractivo que nunca. A medida que comienzo a cepillar mis dientes, él golpea.

―Entra ―farfullo con la boca llena de pasta de dientes.

Joseph se detiene en el umbral, sus pijamas colgando de sus caderas, de esa manera que hace que cada pequeña célula de mi cuerpo se alce y tome nota. Su torso está al desnudo y lo ingiero como si estuviera muerta de sed y él fuera agua clara de un arroyo de montaña. Me mira impasible, luego sonríe y se acerca hasta estar a mi lado. Nuestros ojos se encuentran en el espejo, de ambarino a azul. Termino con su cepillo de dientes, me enjuago y se lo entrego, mi mirada sin dejar nunca la suya. Sin decir palabra, toma el cepillo de dientes y lo pone en su boca. Le sonrío de vuelta y sus ojos de repente danzan con humor.

―Siéntete libre de pedir prestado mi cepillo de dientes. ―Su tono es ligeramente burlón.
―Gracias, señor. ―Sonrío dulcemente y me voy rumbo a la cama.

Unos minutos más tarde, se une a mí.

―Sabes que no es así como habría previsto esta noche ―murmura con petulancia.
―Imagínate si te digo que no puedes tocarme.

Trepa a la cama y se sienta con las piernas cruzadas.

―____, te lo he dicho. Cincuenta sombras. Tuve un mal comienzo en la vida; no quieres toda esa mierda en tu cabeza. ¿Por qué lo querrías?
―Porque quiero conocerte mejor.
―Me conoces lo suficientemente bien.
―¿Cómo puedes decir eso? ―Me revuelvo para colocarme sobre mis rodillas, frente a él.

Pone los ojos en blanco, frustrado.

―Estás poniendo los ojos en blanco. La última vez que lo hice, terminé sobre tu rodilla.
―Oh, me gustaría ponerte allí de nuevo.

Me da una idea.

―Dime y lo tendrás.
―¿Qué?
―Ya me has oído.
―¿Estás negociando conmigo? ―Su voz suena asombrada.

Asiento con la cabeza. Sí… este es el camino.

―Negociando.
―No funciona de esa manera, ____.
―Está bien. Dime y voy a poner los ojos en blanco para ti.

Se ríe y me da una rara visión de un Joseph sin preocupaciones. No lo he visto en mucho tiempo. Vuelve a ponerse serio.

―Siempre tan entusiasta y ávida información. ―Sus ojos ambarinos arden con especulación. Después de un momento, se baja amablemente de la cama―. No te vayas ―dice y sale de la habitación.

La inquietud se lanza a través de mí, por lo que me abrazo. ¿Qué está haciendo? ¿Tiene algún plan malvado? Mierda. ¿Supongamos que regresa con un bastón o algún pervertido implemento extraño? Mierda, ¿qué voy a hacer entonces? Cuando vuelve, está sosteniendo algo pequeño en sus manos. No puedo ver lo que es y estoy muerta de curiosidad.

―¿A qué hora es tu primera entrevista mañana? ―pregunta en voz baja.
―A las dos.

Una sonrisa maliciosa se extiende lentamente por su cara.

―Bien. ―Y ante mis ojos, cambia sutilmente. Es más duro, intratable… caliente. Este es el Joseph Dominante―. Sal de la cama. Párate aquí. ―Señala el costado de la cama, me levanto y salgo en la mitad de tiempo. Se queda mirándome fijamente, sus ojos brillando con promesa―. ¿Confías en mí? ―pregunta en voz baja.

Asiento. Él extiende la mano y en su palma hay dos bolas redondas, brillantes y plateadas unidas con un grueso hilo negro.

―Estas son nuevas ―dice enfáticamente.

Lo miro inquisitivamente.

―Voy a ponerlas dentro de ti y luego te azotaré, no por castigo sino para tu placer y el mío. ―Hace una pausa, midiendo mi reacción.

¡Dentro de mí! Jadeo y todos los músculos en lo profundo de mi vientre se contraen. Mi diosa interior está haciendo el baile de los siete velos.

―Luego follaremos y si todavía estás despierta, compartiré información sobre mis años de formación. ¿De acuerdo?

¡Me está pidiendo permiso! Sin aliento, asiento. Soy incapaz de hablar.

―Buena chica. Abre tu boca.

¿La boca?

―Más grande.

Muy suavemente, él pone las bolas en mi boca.

―Necesitan lubricación. Chupa ―ordena con voz suave.

Las bolas están frías, el sabor es ligero, sorpresivamente fuerte y metálico. Mi boca seca se llena de saliva mientras mi lengua explora los objetos no familiares. La mirada ambarina de Joseph no deja la mía.

Santo infierno, esto me está encendiendo. Me retuerzo ligeramente.

―Quédate quieta, ____ ―advierte―. Détente. ―Las saca de mi boca. Moviéndose hacia la cama, tira a un lado el edredón y se sienta en el borde―. Ven aquí.

Me paro frente a él.

―Ahora date vuelta, agáchate y sujeta tus tobillos.

Parpadeo y su expresión se oscurece.

―No dudes ―me reprende suavemente con una corriente oculta en su voz y mete las bolas en su boca.

Maldición, esto es más sexy que el cepillo de dientes. Sigo sus órdenes inmediatamente. Dios, ¿puedo tocarme los tobillos? Descubro que puedo hacerlo con facilidad. La camiseta se desliza hacia arriba por mi espalda, exponiendo mi parte trasera. Gracias al cielo he mantenido mis bragas, pero sospecho que no lo haré por mucho tiempo.

Él posa su mano en mi espalda con reverencia y muy suavemente la acaricia con toda su mano. Con mis ojos abiertos, puedo ver sus piernas a través de las mías, nada más. Cierro los ojos fuertemente mientras él gentilmente mueve mis bragas hacia un lado y lentamente corre su dedo de arriba hacia abajo por mi sexo. Mi cuerpo se revitaliza el mismo en una mezcla embriagadora de salvaje anticipación y excitación. Desliza un dedo dentro de mí y lo gira deliciosamente lento. Oh, se siente bien. Doy un gemido.

Su respiración se detiene y lo escucho jadear mientras repite el movimiento. Retira su dedo y muy lentamente, inserta los objetos, una lenta y deliciosa bola a la vez. Oh. Están a la temperatura de mi cuerpo, calentadas por nuestras bocas. Es una sensación curiosa. Una vez están dentro de mí, no las puedo sentir realmente; pero por otra parte, sé que están ahí.

Él endereza mis bragas, se inclina hacia adelante y sus labios besan suavemente mi trasero.

―Párate ―ordena y temblorosamente me pongo de pie.

¡Oh! Ahora las puedo sentir… un poco. Él agarra mis cadera para sostenerme mientras re-establezco mi equilibrio.

―¿Estás bien? ―pregunta con voz severa.
―Sí. ―Mi respuesta es una suave pluma.
―Date la vuelta. ―Me doy vuelta y lo enfrento.

Las bolas descienden e involuntariamente me contraigo alrededor de ellas. La sensación me asusta, pero no de una mala manera.

―¿Cómo se siente? ―pregunta.
―Es extraño.
―¿Extraño bien o extraño mal?
―Extraño bien ―confieso, sonrojándome.
―Bien. ―Hay un rastro de humor acechando sus ojos―. Quiero un vaso de agua. Ve y busca uno para mí por favor.

Oh.

―Y cuando regreses, te pondré sobre mis rodillas. Piensa en eso, _____.

¿Agua? Él quiere agua, ahora. ¿Por qué?

Al dejar la habitación, comprendo por qué quiere que camine; mientras lo hago, las bolas pesan dentro de mí, masajeándome internamente. Es una sensación tan rara y no del todo desagradable. De hecho, mi respiración se acelera mientras me estiro para alcanzar un vaso del gabinete de la cocina y jadeo. Oh… podría quedarme con estas. Me hacen sentir necesitada, necesitada de sexo.

Él me está mirando cuidadosamente cuando regreso.

―Gracias ―dice cuando toma el vaso.

Lentamente, toma un sorbo, luego pone el vaso en la mesita de noche. Hay un paquete de aluminio listo y esperando como yo. Y sé que él está haciendo esto para aumentar la anticipación. Mi corazón ha dado un latido. Él voltea su mirada brillante y ambarina hacia mí.

―Ven. Párate junto a mí. Como la última vez.

Me muevo furtivamente hacia él, mi sangre zumba por mi cuerpo y esta vez… estoy excitada. Despierta.

―Pídemelo ―dice en voz baja.

Frunzo el ceño. ¿Pedirle qué?

―Pídemelo. ―Su voz es ligeramente dura.

¿Qué? ¿Agua? ¿Qué quiere?

―Pídemelo, ____. No lo diré de nuevo. ―Hay una amenaza implícita en sus palabras y me doy cuenta. Él quiere que le pida que me pegue.

Santa mierda. Me mira expectante, sus ojos se hacen más fríos. Mierda.

―Golpéeme, por favor… Señor ―susurro.

Él cierra los ojos momentáneamente, saboreando mis palabras. Estirando el brazo, agarra mi mano izquierda y me tira sobre sus rodillas. Caigo al instante y él me estabiliza cuando aterrizo sobre su regazo. Mi corazón quiere salir cuando su mano acaricia mi trasero. Estoy en ángulo a lo largo de su regazo, de nuevo, de manera que mi torso descansa en la cama junto a él. Esta vez no pone su pierna por encima de la mía, sino que aparta el cabello de mi rostro y lo pone detrás de mí oreja. Una vez termina, agarra el cabello de mi nuca para mantenerme quieta. Tira suavemente y mi cabeza se inclina hacia atrás.

―Quiero ver tu rostro mientras te doy palmadas, ____ ―murmura, al mismo tiempo que acaricia suavemente mi parte trasera.

Su mano baja entre las mejillas de mi trasero, la empuja contra mi sexo y la sensación de saciedad es… gimo. Oh, la sensación es exquisita.

―Esto es para el placer, ____, mío y tuyo ―susurra suavemente.

Levanta la mano y la trae con una sonora bofetada contra la unión de mis muslos, mi trasero y mi sexo. Las bolas intentan salir de mí y me pierdo en un pantano de sensación: el ardor a lo largo de mi trasero, la plenitud de las bolas en mí interior y el hecho de que él me está sujetando. Muevo mi rostro hacia arriba mientras mis facultades tratan de absorber todas estas sensaciones ajenas. Noto en algún lugar de mi cerebro que no me está golpeando tan fuerte como la última vez. Acaricia mi trasero de nuevo, haciendo un camino con su palma a lo largo de mi piel y sobre mi ropa interior.

¿Por qué no me quita las bragas? Luego su palma desaparece y aparece de nuevo. Gimo mientras la sensación se extiende. Él comienza un patrón: de izquierda a derecha y luego abajo. Cunando baja es lo mejor.

Todo se mueve dentro de mí… y entre cada bofetada me acaricia, me toca, así que soy masajeada dentro y fuera. Es una sensación tan estimulante, erótica y por alguna razón, porque esto es en mis términos, no me importa el dolor. No es tan doloroso; bueno, lo es, pero no insoportable. Es manejable de alguna forma y sí, placentero… incluso. Gimo. Sí, puedo hacer esto.

Hace una pausa mientras arrastra lentamente mis bragas por mis piernas. Me retuerzo en sus piernas, no porque quiero escaparme de los golpes, sino porque quiero… más, liberación, algo. Su toque contra mi sensible piel es todo un cosquilleo sensual. Es estremecedor y él comienza de nuevo. Golpes suaves de izquierda a derecha y abajo, oh, cuando baja. Gimo.

―Buena chica, ____ ―gime y su respiración se acelera.

Me da dos nalgadas más y luego toma el hilo adjunto a las bolas y las saca repentinamente. Casi llego al clímax; la sensación es fuera de este mundo. Moviéndose, lentamente me da vuelta. Escucho en vez de ver la rasgadura del paquete de aluminio y luego él está tendido a mi lado. Se apodera de mis manos, las lleva sobre mi cabeza y entra en mí, deslizándose lentamente, llenándome en dónde las bolas de plata habían estado. Gimo en voz alta.

―Oh, cariño ―susurra mientras se mueve hacia atrás y hacia adelante, con un tiempo lento y sensual, saboreándome, sintiéndome.

Es lo más gentil que ha sido y no toma mucho tiempo llevarme al borde, en un orgasmo espiral, delicioso, violento y agotador. Cuando me aprieto a su alrededor, eso promueve su liberación y se desliza dentro de mí, con rigidez, jadeando mi nombre con un asombro desesperado.

―¡_____!


Él está en silencio, jadeando sobre mí, sus manos todavía están entrelazadas con las mías por encima de mi cabeza. Finalmente, se hecha hacia atrás y me mira fijamente.

―Lo disfruté ―susurra y luego me besa dulcemente.

No se toma tiempo para más besos dulces, pero se levanta, me cubre con el edredón y desaparece en el baño. Cuando regresa trae una botella de loción blanca. Se sienta a mi lado en la cama.

―Date vuelta ―ordena y de mala gana lo hago.

Honestamente, con toda esta agitación me siento adormecida.

―Tu trasero está de un color glorioso ―dice con aprobación y con ternura masajea la loción en mi trasero.
―Revela el secreto, Jonas. ―Bostezo.
―Señorita Steele, usted sabe cómo arruinar un momento.
―Teníamos un trato.
―¿Cómo te sientes?
―No hagas trampa.

Él suspira, se desliza a mi lado y me toma en sus brazos. Con cuidado de no tocar mi trasero, nos estamos acurrucando de nuevo. Él besa suavemente la parte trasera de mi oreja.

―La mujer que me trajo a este mundo era una zorra que consumía crack, ____. Ahora duerme.

Maldición… ¿Qué significa eso?

―¿Era?
―Está muerta.
―¿Hace cuánto?

Él suspira.

―Murió cuando yo tenía cuatro años. No me acuerdo realmente de ella. Carrick me ha dado algunos detalles. Yo sólo recuerdo algunas cosas. Por favor, duerme.
―Buenas noches, Joseph.
―Buenas noches, _____.

Y entro en un cegado y exhausto sueño de un niño de cuatro años con los ojos ambarinos, en un lugar oscuro, tenebroso y miserable.




Karely Jonatika
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"Fifty Shades Of Jonas" (Joe&Tu) [Primer Libro] [Terminado] - Página 12 Empty Re: "Fifty Shades Of Jonas" (Joe&Tu) [Primer Libro] [Terminado]

Mensaje por Karely Jonatika Lun 03 Sep 2012, 12:09 am

[CAPITULO 21]


Hay luz por todas partes. Brillante, cálida, penetrante e intento mantenerla al margen por algunos preciosos minutos más. Quiero esconderme, sólo unos minutos más. Pero el brillo es muy fuerte y, finalmente sucumbo al desvelo. Una gloriosa mañana de Seattle me saluda, el sol se filtra por las ventanas de tamaño completo e inunda la habitación con una luz muy brillante. ¿Por qué no cerramos las cortinas anoche? Estoy en la habitación de Joseph Jonas sin un Joseph Jonas.

Me recuesto por un momento, mirando a través de las cortinas hacia el grandioso horizonte de Seattle. La vida en las nubes seguro se siente irreal. Una fantasía ―un castillo en el aire, lejos de la tierra, a salvo de las realidades de la vida―, lejos de la negligencia, hambre y madres drogadictas. Me estremezco al pensar lo que tuvo que pasar cuando era un niño pequeño y entiendo porque vive aquí, desolado, rodeado de preciosas obras de arte, removido de donde empezó… una declaración de intenciones. Frunzo el ceño porque eso aún no explica por qué no puedo tocarlo.

Irónicamente, me siento igual que él en esta grandiosa torre. Lejos de la realidad. Estoy en este apartamento de fantasía, teniendo sexo de fantasía con mi novio de fantasía, cuando la siniestra realidad, es que él quiere ese arreglo especial, a pesar de que dijo que iba a tratar “más”. ¿Qué significa eso? Esto es lo que necesito aclarar entre nosotros para ver si somos lados opuestos en el sube y baja o estamos acercándonos el uno al otro.

Me levanto de la cama sintiéndome rígida y a falta de una mejor expresión, bien maltratada. Sí, debe ser por tanto sexo. Mi subconsciente tuerce la boca en desaprobación. Pongo mis ojos en blanco hacia ella, agradecida de que un loco controlador no esté en la habitación y me decido a preguntarle acerca del entrenador personal. Eso si es que firmo. Mi diosa interior me mira con desesperación. Por supuesto que vas a firmar. Las ignoro a las dos y después de un rápido viaje al cuarto de baño, salgo en busca de Joseph.

No está en la galería de arte, pero una elegante mujer de mediana edad está limpiando la cocina. Verla me detiene. Tiene cabello corto, rubio y ojos azul claro; viste una camisa blanca sin formato y una falda de tubo color azul marino. Ella sonríe ampliamente cuando me ve.

―Buenos días, señorita Steele. ¿Le gustaría algo para desayunar? ―Su tono es cálido pero de negocios y estoy aturdida. ¿Quién es esta atractiva rubia en la cocina de Joseph? Sólo estoy usando la camiseta de Joseph. Y me apena mi falta de ropa.
―Me temo que me tiene en desventaja. ―Mi voz es baja, incapaz de esconder la ansiedad en mi voz.
―Oh, perdón, soy la señora Jones, la ama de llaves del Señor Jonas.

Oh.

―¿Cómo está? ―logro decir.
―¿Desea desayuno, señora?

¡Señora!

―Sólo té estaría bien, gracias. ¿Sabe dónde está el señor Jonas?
―En su estudio.
―Gracias.

Me escabullo hacia el estudio, mortificada. ¿Por qué Joseph sólo tiene rubias atractivas trabajando para él? Y un desagradable pensamiento llega involuntariamente a mi mente. ¿Son todas ellas ex-sumisas? Me rehúso a creer esa mala idea. Asomo mi cabeza tímidamente por la puerta. Esta al teléfono, mirando hacia la ventana, en pantalones negros y una camisa blanca. Su cabello sigue mojado de la ducha y estoy completamente distraída de mis pensamientos negativos.

―A menos que el balance de pérdidas y ganancias de esa compañía mejore, no estoy interesado, Ros. No estamos cargando peso muerto… No necesito más excusas patéticas… Que me llame Marco, es todo o nada… Sí, dile a Barney que el prototipo se ve bien, aún que no estoy seguro de la interface… No, simplemente le falta algo… Quiero verlo esta tarde para discutir… De hecho, a él y a su equipo, podemos hacer una lluvia de ideas… Está bien. Pásame de nuevo a Andrea… ―Espera, mirando hacia la ventana, dueño del universo, viendo la pequeña gente bajo su castillo en el cielo―. Andrea…

Gira y se da cuenta que estoy en la puerta. Una baja y sexy sonrisa cruza su hermoso rostro, me quedo sin habla y mi interior se derrite. Es sin ninguna duda el hombre más hermoso del planeta, demasiado hermoso para la pequeña gente de abajo, demasiado hermoso para mí. Es mío, por ahora. La idea envía un escalofrió a través de mi torrente sanguíneo y disipa mi duda irracional.

El continúa con su conversación, sin dejar de mirarme a los ojos.

―Limpia mi agenda de esta mañana, pero has que Bill me llame. Estaré ahí a las dos. Necesito hablar con Marco esta tarde, eso va a requerir al menos medio hora… Agenda a Barney y a su equipo después de Marco o quizá mañana y encuéntrame tiempo para ver a Claude todos los días de esta semana… Dile que espere… Oh… No, no quiero publicidad para Darfur… Dile a Sam que lidie con eso… No… ¿Cuál evento?... ¿Eso es el próximo sábado?... Espera. ¿Cuánto vas a regresar de Georgia? ―pregunta.
―Viernes.

Regresa a su conversación.

―Voy a necesitar un boleto porque tengo una cita… Si Andrea, eso es lo que dije, una cita, la señorita ____ Steele me va a acompañar… Eso es todo. ―Cuelga―. Buenos días, señorita Steele.
―Señor Jonas. ―Sonrío tímidamente.

Camina alrededor del escritorio con su usual gracia y se para frente a mí. Huele tan bien; limpio y recién lavado, tan Joseph. Gentilmente acaricia mi mejilla con el dorso de sus dedos.

―No quería despertarte, lucias tan pacífica. ¿Dormiste bien?
―Descanse bastante, gracias. Solo vine a decir hola antes de tomar una ducha.

Lo miro, embriagándome en él. Se inclina, me besa dulcemente y no puedo hacer nada. Lanzo mis brazos alrededor de su cuello y mis dedos se enredan en él. Empujo mi cuerpo contra el suyo, lo beso de regreso. Lo quiero. Mi ataque lo toma por sorpresa, pero después de un segundo responde, con un bajo gruñido en su garganta. Sus manos se deslizan en mi cabello y hacia abajo por mi espalda para sujetar mi trasero desnudo, su lengua explora mi boca. Se aleja, sus ojos ensombrecidos.

―Bien, parece que dormir te hace bien ―murmura―. Sugiero que vayas y te duches o te voy a tomar en mi escritorio, ahora.
―Escojo el escritorio ―susurro imprudente mientras barridos de deseo y adrenalina corren a través de mi sistema, despertando todo a su paso.

Me mira desconcertado por un milisegundo.

―Tienes gusto para esto, ¿verdad, señorita Steele? Te estás volviendo insaciable ―murmura.
―Sólo tengo gusto para ti ―susurro.

Sus ojos se amplían y oscurecen mientras sus manos acarician mi trasero desnudo.

―Claro que sí, sólo yo ―gruñe y de repente, con un movimiento fluido, limpia todos los planos y papeles de su escritorio y caen al suelo, me levanta en sus brazos y me acuesta a través del lado corto del escritorio así que mi cabeza está casi fuera de la orilla―. Lo quieres, lo tienes, nena ―murmura, sacando un papel de aluminio de su pantalón mientras los desabrocha. Oh, señor Boy Scoutt. Coloca el condón sobre su erección y voltea a verme―. De verdad espero que estés lista ―respira, con una sonrisa salaz en su rostro. Y en un momento, me llena, sujetando mis muñecas fuertemente a mis costados y penetrando profundamente.

Gimo… Oh, sí.

―Dios, ____. Estás tan lista ―susurra con veneración.

Enredando mis piernas alrededor de su cintura, lo abrazo de la única forma en que puedo mientras él se queda de pie, mirándome, sus ojos ambarinos brillan, apasionados y posesivos. Empieza a moverse, a moverse de verdad. Esto no es hacer el amor, esto es tener sexo y me encanta. Es tan crudo, tan carnal, me excita tanto. Me deleito en su poder, su lujuria apaga la mía. Se mueve con facilidad, disfrutándome, sus labios un poco abiertos mientras su respiración se acelera. Gira sus caderas de lado a lado y el sentimiento es exquisito.

Oh, mí. Cierro mis ojos, sintiendo la acumulación… esa deliciosa, suave, intensificada escala de acumulación. Empujándome, alto en el castillo en el aire. Oh, sí… su ataque incrementa fraccionalmente. Gimo ruidosamente. Soy toda sensación, toda él, disfrutando cada empuje, cada empuje que me llena. Y acelera mi ritmo, empujando más rápido… más fuerte… mi cuerpo entero se mueve a su ritmo y puedo sentir mis piernas poniéndose rígidas y mi interior temblando y acelerando.

―Vamos, nena, dámelo ―me seduce entre dientes y la ferviente necesidad en su voz, la tensión, me lleva al límite.

Grito sin palabras, una súplica apasionada mientras toco el sol y me quemo, desplomándome a su alrededor, cayendo, de vuelta a una brillante cumbre en la tierra. Empuja con fuerza contra mí y se detiene abruptamente mientras llega a su clímax, tirando de mis muñecas, cayendo con gracia y sin palabras sobre mí.

Oh… eso no me lo esperaba. Lentamente, me materializo en la tierra.

―¿Qué diablos me están haciendo? ―respira mientras acaricia mi cuello―. Me seduces por completo, ____. Tienes una magia muy poderosa.

Libera mis muñecas, pasó mis dedos por su cabello, regresando de las alturas. Aprieto mis piernas a su alrededor.

―Soy yo la seducida ―susurro.

Voltea, mirándome, su expresión desconcertada, incluso alarmada. Colocando sus manos a los lados de mi rostro, sujeta mi cabeza.

―Tú. Eres. Mía ―dice, cada palabra como un staccato―. ¿Entiendes?

Es tan serio, tan apasionado… un extremista. La fuerza de su súplica es tan inesperada y desarmante. Me pregunto por qué se estará sintiendo así.

―Sí, tuya ―susurro, desconcertada por su fervor.
―¿Estás segura de que tienes que ir a Georgia?

Asiento lentamente. Y en ese pequeño momento, puedo ver cómo su expresión cambia. De pronto se retira, provocándome una mueca de dolor.

―¿Estas adolorida? ―pregunta, inclinándose sobre mí.
―Un poco ―confieso.
―Me gusta tu dolor. ―Sus ojos arden―. Te recuerda donde he estado y que sólo yo he estado ahí.

Coge mi barbilla y me besa rudamente, luego se levanta y extiende la mano para ayudarme a ponerme de pie. Miro hacia el paquete de aluminio junto a mí.

―Siempre preparado ―murmuro.

Me mira confundido mientras sube su cremallera. Sostengo el paquete vacío.

―Un hombre puede esperar, ____, incluso soñar y a veces, sus sueños se vuelven realidad.

Suena tan extraño, sus ojos ardiendo. Simplemente no lo entiendo. Mi resplandor después del coito se está desvaneciendo rápidamente. ¿Cuál es su problema?

―Así que, en tu escritorio, ¿ese ha sido un sueño? ―le pregunto secamente, tratando de aligerar con humor la atmósfera entre nosotros.

Sonríe con una sonrisa enigmática que no llega a sus ojos y sé de inmediato que esta no es la primera vez que ha tenido relaciones sexuales en su escritorio. La idea es molesta. Me retuerzo incómoda, mi resplandor post coito se evapora del todo.

―Mejor voy y tomo una ducha. ―Me levanto y me muevo para pasar por delante de él.

Frunce el ceño y pasa la mano por su cabello.

―Tengo un par de llamadas por hacer. Me reuniré contigo para desayunar una vez salgas de la ducha. Creo que la señora Jones ha lavado tu ropa de ayer. Están en el armario.

¿Qué? ¿Cuándo diablos lo hizo? Por Dios, ¿podía oírnos? Me ruborizo.

―Gracias ―murmuro.
―De nada ―responde de forma automática, pero hay un filo en su voz.

No te estoy dando las gracias por follarme. Aunque fue muy…

―¿Qué? ―pregunta y me doy cuenta de que estoy frunciendo el ceño.
―¿Qué pasa? ―le pregunto en voz baja.
―¿Qué quieres decir?
―Bueno… está siendo más raro de lo habitual.
―¿Me encuentras raro? ―Trata de reprimir una sonrisa.

Me sonrojo.

―A veces.

Él me mira por un momento, sus ojos especulando.

―Como siempre, usted me sorprende, señorita Steele.
―¿Te sorprendí cómo?
―Sólo digamos que fue un placer inesperado.
―Nuestro objetivo es complacernos, señor Jonas. ―Inclino mi cabeza hacia un lado como él hace a menudo y le devuelvo sus palabras.
―Y así lo haces ―dice él, pero se ve incómodo―. Pensé que ibas a tomar una ducha.

Oh, me está echando.

―Sí… eh, te veré en un momento. ―Me escabullo de su oficina, completamente atónita.

Parecía confundido. ¿Por qué? Tengo que decir que, como experiencia física, fue muy satisfactoria. Pero emocionalmente… bueno, estoy confundida por su reacción y eso fue tan emocionalmente enriquecedor como el algodón de azúcar es nutritivo.

La señora Jones aún se encuentra en la cocina.

―¿Le gustaría su té, señorita Steele?
―Voy a tomar una ducha primero, gracias ―murmuro y saco mi rostro ardiente rápidamente de la habitación.

En la ducha, trato de averiguar qué pasa con Joseph. Él es la persona más complicada que conozco y no puedo entender sus cambiantes estados de ánimo. Él parecía estar bien cuando fui a su estudio. Tuvimos sexo… y luego, ya no lo estaba. No, no lo entiendo. Busco a mi subconsciente. Está silbando con las manos detrás de la espalda y mirando a cualquier lugar, menos a mí. Ella no tiene ni idea y mi diosa interior todavía está disfrutando de un remanente resplandor post-coito. No, todas estamos desorientadas.

Seco con una toalla mi cabello, lo peino con el único cepillo que tiene Joseph y lo levanto en un moño. El vestido ciruela de Kate cuelga lavado y planchado en el armario, junto a mi sujetador y mis bragas limpias. La señora Jones es una maravilla. Me deslizo en los zapatos de Kate, enderezo mi vestido, tomo una respiración profunda y me dirijo hacia el gran salón.

Joseph no está todavía por ningún lado y la señora Jones está comprobando el contenido de la despensa.

―¿Té ahora, señorita Steele? ―pregunta ella.
―Por favor. ―Le sonrío. Me siento un poco más segura ahora que estoy vestida.
―¿Le gustaría comer algo?
―No, gracias.
―Por supuesto, que tienes que comer algo ―suelta Joseph, frunciendo el ceño―. A ella le gustan los panqueques con tocino y huevos, señora Jones.
―Sí, señor Jonas. ¿Qué le gustaría, señor?
―Omelet, por favor y algo de fruta. ―No quita sus ojos de mí, con una expresión inescrutable―. Siéntate ―ordena, señalando a uno de los taburetes de la barra.

Me siento y se sienta a mi lado, mientras la señora Jones se entretiene con el desayuno. Dios, es desconcertante tener a alguien más escuchando nuestra conversación.

―¿Has comprado tu billete de avión?
―No, lo compraré cuando llegue a casa, a través de Internet.

Se apoya en su codo, frotándose la barbilla.

―¿Tienes el dinero?

Oh, no.

―Sí ―le digo, con paciencia simulada como si estuviera hablando con un niño pequeño.

Levanta una ceja en reprobación. Mierda.

―Sí, lo tengo, gracias ―rectifico rápidamente.
―Tengo un jet. No está programado para ser utilizado durante tres días, está a tu disposición.

Me quedo boquiabierta. Por supuesto, él tiene un jet y tengo que resistir la inclinación natural de mi cuerpo de poner mis ojos en blanco en su dirección. Me dan ganas de reír.
Pero no lo hago, ya que no puedo leer su estado de ánimo.

―Ya hemos hecho un serio abuso de la flota de aviación de tu empresa. No me gustaría volver a hacerlo.
―Es mi empresa, es mi jet. ―Suena casi herido. ¡Oh, los niños y sus juguetes!
―Gracias por la oferta. Pero sería más feliz tomando un vuelo programado.

Parece que quiere discutir más, pero decide no hacerlo.

―Como quieras ―suspira―. ¿Tienes que prepararte mucho para hacer tu entrevista?
―No.
―Bueno. ¿Seguirás sin decirme cuáles son las editoriales?
―No.

Sus labios se curvan en una sonrisa renuente.

―Soy un hombre de recursos, señorita Steele.
―Soy plenamente consciente de ello, señor Jonas. ¿Va a rastrear mi teléfono? ―le pregunto inocentemente.
―En realidad voy a estar muy ocupado esta tarde, así que tendré que conseguir a alguien más para hacerlo. ―Sonríe.

¿Está bromeando?

―Si puedes prescindir de alguien para hacer eso, obviamente tienes un exceso de personal.
―Voy a enviarle un correo electrónico a la jefa de recursos humanos y haré que revise nuestro número de trabajadores. ―Sus labios tiemblan para ocultar su sonrisa.

Oh, gracias al Señor, él ha recuperado su sentido del humor.

La señora Jones nos sirve el desayuno y comemos en silencio durante unos momentos. Después de limpiar los platos, con mucho tacto, se dirige fuera de la sala de estar. Levanto la mirada hacia él.

―¿Qué pasa, ____?
―Sabes, nunca me dijiste por qué no te gusta que te toquen.

Palidece y su reacción me hace sentir culpable por preguntar.

―Te he dicho más de lo que le he dicho a nadie. ―Su voz es tranquila mientras me mira, impasible.

Y es claro para mí que nunca ha confiado en nadie. ¿Acaso no tiene amigos cercanos? ¿Tal vez le dijo a la Señora Robinson? Quiero preguntarle pero no puedo, no puedo entrometerme de forma tan invasiva. Niego con la cabeza al darme cuenta. Él realmente es una isla.

―¿Pensarás en nuestro arreglo mientras está fuera? ―pregunta él.
―Sí.
―¿Me extrañarás?

Lo miro, sorprendida por la pregunta.

―Sí ―le respondo con sinceridad.

¿Cómo puede significar tanto para mí en tan poco tiempo? Se metió bajo mi piel… literalmente. Él sonríe y sus ojos se iluminan.

―Te echaré de menos también. Más de lo que imaginas ―dice en voz baja.

Mi corazón se vuelve cálido por sus palabras. Realmente está tratando, con fuerza. Acaricia suavemente mi mejilla, se inclina hacia adelante y me besa suavemente.



Es tarde y espero sentada en el recibidor, moviéndome nerviosamente, al señor J. Hyde de la Agencia Independiente de Publicaciones de Seattle. Esta es mi segunda entrevista hoy y por la que estoy más ansiosa. Mi primera entrevista estuvo bien, pero fue para un gran conglomerado, con oficinas en todo el país y no sería más que una de las muchas asistentes de editor que hay allí. Puedo imaginarme siendo absorbida y expulsada bastante rápido por tremenda máquina corporativa. AIPS es donde quiero estar. Es pequeña y poco convencional, impulsando a autores locales y tiene una interesante y peculiar lista de clientes.

El lugar está casi vacío, pero creo que es una decisión de diseño más que una frugalidad. Estoy sentada en uno de los dos sofá de cuero verde oscuro, no muy distinto al sofá que tiene Joseph en su sala de juegos. Acaricio el cuero suavemente y me pregunto ociosamente que hará Joseph en ese sofá. Mi mente divaga mientras pienso en las posibilidades… no, no debo pensar en eso ahora. Me sonrojo ante mis divagaciones y pensamientos inapropiados. La recepcionista es una joven mujer afroamericana, con grandes aros plateados y el cabello largo y alisado. Tiene un cierto aspecto bohemio, la clase de mujer con la que podría ser amigable. El pensamiento es reconfortante. Cada cierto tiempo levanta su mirada hacia mí, lejos de su computadora y sonríe, transmitiéndome seguridad. Devuelvo tentativamente la sonrisa.

Mi vuelo está reservado, mi madre está en el séptimo cielo por la visita, ya he empacado y Kate ha accedido a llevarme al aeropuerto. Joseph me ha ordenado llevar mi BlackBerry y la Mac. Pongo mis ojos en blanco ante el recuerdo de su tiranía, pero me doy cuenta ahora de que simplemente es su forma de ser. Le gusta tener el control sobre todo, incluyéndome. Aun así, es tan impredecible y desconcertantemente agradable. Puede ser tierno, simpático, incluso dulce. Y cuando lo es, es tan inesperado y sorpresivo. Insistió en acompañarme todo el camino hacia mi automóvil que estaba en el garaje. Dios, sólo me estoy yendo por unos pocos días y está actuando como si me fuera por semanas. Se mantiene sobre mis talones permanentemente.

―¿____ Steele? ―Una mujer con cabello largo y de estilo renacentista, parada junto al escritorio de la recepción, me distrae de mi introspección. Tiene el mismo estilo bohemio y liviano de la recepcionista. Podría estar en sus treinta, tal vez en sus cuarenta. Es tan difícil adivinar la edad en mujeres mayores.
―Sí ―respondo, parándome con dificultad.

Me da una sonrisa educada, sus fríos ojos avellana escudriñándome. Estoy usando uno de los vestidos de Kate, estilo delantal, sobre una blusa blanca y mis tacones negros. Ideal para entrevistas, creo. Mi cabello está recogido en una cola de caballo y por una vez, mis mechones se están comportando… ella me extiende su mano.

―Hola, ____, mi nombre es Elizabeth Morgan. Estoy a cargo de Recursos Humanos aquí en AIPS.
―¿Cómo se encuentra? ―estrecho su mano. Se ve muy casual para ser la encargada de Recursos Humanos.
―Por favor, sígueme.

Pasamos a través de unas puertas dobles detrás del área de recepción hacia una oficina grande y amplia, decorada brillantemente y de allí pasamos a una pequeña sala de reuniones. Las paredes son de un verde pálido, decorado con fotos de portadas de libros. A la cabeza de la mesa de conferencias de madera de arce, se sienta un hombre con el cabello pelirrojo y atado en una cola de caballo. Unos aros pequeños y plateados brillan en sus orejas. Viste una camisa azul pálido, sin corbata y pantalones grises de lana. Mientras me acerco a él, se pone de pie y me mira con insondables ojos azul oscuro.

―____ Steele. Soy Jack Hyde, el editor principal aquí en AIPS y estoy encantado de conocerte.

Estrechamos nuestras manos y su oscura expresión es ilegible, aunque suficientemente amigable, creo.

―¿Has viajado desde lejos? ―pregunta plácidamente.
―No, me he mudado recientemente a la zona de Pike Street Market.
―Oh, no es para nada lejos, entonces. Por favor, toma asiento.

Me siento y Elizabeth lo hace junto a él.

―Así que, ¿por qué quieres hacer una pasantía aquí en AIPS, ____? ―pregunta.

Dice mi nombre suavemente e inclina su cabeza hacia un lado, como alguien que conozco… es enervante. Haciendo lo posible para ignorar el recelo que me inspira, comienzo con mi discurso cuidadosamente preparado, consciente de que un rubor rosa se está extendiendo por mis mejillas. Los miro a ambos, recordando la lección de la Técnica de Katherine Kavanagh para Entrevistas Exitosas: “¡Mantén el contacto visual, ____”! Hombre, esa mujer, en ocasiones, puede ser mandona también. Jack y Elizabeth escuchan atentamente.

―Tienes un impresionante promedio. ¿En qué actividades extra curriculares estuviste inmersa en WSU?

¿Inmersa? Parpadeo hacia él. Qué extraña elección de palabras. Me lanzo a contar los detalles de mi experiencia como bibliotecaria en la biblioteca central del campus y mi única experiencia entrevistando a un déspota obscenamente rico para la revista de estudiantes. Omito decir que realmente no escribí el artículo. Menciono las dos sociedades literarias a las que pertenecí y concluyó con mi trabajo en Clayton y todo el conocimiento inútil que ahora poseo en ferretería y los “Hágalo Usted Mismo”.

Ambos se ríen, lo que es la respuesta que estaba esperando. Lentamente me relajo y comienzo a disfrutar.

Jack Hyde hace preguntas agudas, inteligentes, pero no me dejo sobrepasar: me mantengo a su nivel y cuando discutimos mis lecturas preferenciales y mis libros favoritos, creo que tengo el control. Jack, por otra parte, parece simplemente disfrutar de la literatura Americana escrita después de 1950. Nada más. Ningún clásico: ni siquiera Henry James o Upton Sinclair o F. Scott FitzGerald. Elizabeth no dice nada, sólo asiente ocasionalmente y toma notas. Jack, pese a tener tendencia a discutir, es encantador a su manera y mi alarma inicial se disipa mientras más hablamos.

―¿Y dónde te ves dentro de cinco años? ―pregunta

Con Joseph Jonas, el pensamiento viene involuntariamente a mi cabeza. Mi mente errante me hace fruncir el ceño.

―¿Editando textos, quizás? Tal vez como agente literaria, no estoy segura. Estoy abierta a las oportunidades.

Él sonríe.

―Muy bien, ____. No tengo más preguntas. ¿Tú? ―dirige su pregunta hacia mí.
―¿Cuándo le gustaría que se comenzará a trabajar? ―pregunto.
―Lo antes posible ―responde rápidamente Elizabeth―. ¿Cuándo podrías empezar tú?
―Estoy disponible desde la semana próxima.
―Es bueno saberlo ―dice Jack.
―Si eso es todo lo que tienen para decir. ―Elizabeth nos mira a ambos―. Creo que eso concluye la entrevista. ―Sonríe amablemente.
―Ha sido un placer conocerte, ____ ―dice Jack suavemente mientras toma mi mano. La aprieta gentilmente, así que lo miro mientras digo adiós.

Me siento inquieta mientras camino hacia mi automóvil, aunque no estoy segura por qué. Creo que la entrevista estuvo bien, pero es tan difícil saberlo. Las entrevistas parecen situaciones tan artificiales, todos con su mejor comportamiento, tratando desesperadamente de esconderse detrás de una fachada profesional. ¿La mía habrá funcionado? Deberé esperar para descubrirlo.

Me subo a mi Audi A3 y me dirijo de vuelta a mi apartamento, aunque me tomo mi tiempo. Estoy en el último vuelo con una escala en Atlanta y no sale hasta las 10:25 de esta noche, por lo que tengo mucho tiempo.

Kate está desempacando cajas en la cocina cuando regreso.

―¿Cómo te fue? ―pregunta, excitada. Sólo Kate puede verse hermosa en una camisa demasiado grande, jeans desgastados y un pañuelo azul oscuro en la cabeza.
―Bien, gracias Kate. No estoy segura de que este traje fuera lo suficientemente moderno para la segunda entrevista.
―¿Oh?
―Bohemio y chic hubiera sido lo ideal.

Kate alza una ceja.

―Tú y tú bohemio chic. ―Inclina su cabeza a un lado… ¡Ag! ¿Por qué todo el mundo me recuerda a mi Cincuenta Sombras favorito?―. En realidad, ____, tú eres una de las pocas personas que realmente podrían hacer que ese estilo funcionara.

Sonrío.

―Realmente me gustó el segundo lugar. Creo que podría encajar ahí. El hombre que me entrevistó era inquietante, sin embargo ―me callo… Mierda. Estoy hablando con la Alarma Kavanagh aquí. ¡Cállate, ____!
―¿Oh? ―El radar Katherine Kavanagh para tópicos interesantes e informativos entra en acción, algo que sólo aparece en momentos inoportunos y embarazosos, lo que me recuerda…
―Hablando de eso, ¿podrías por favor dejar de intentar molestar a Joseph? Tu comentario sobre José en la cena ayer estuvo fuera de los límites. Es un tipo celoso. Eso no hizo ningún bien, sabes.
―Mira, si no fuera el hermano de Elliot, hubiera dicho cosas mucho peores. Es un enfermo del control. No sé cómo lo soportas. Estaba tratando de ponerlo celoso, ayudarlo un poco con sus problemas de compromiso. ―Levanta sus manos en forma defensiva―. Pero si no quieres que interfiera, no lo haré ―dice rápidamente ante mi ceño fruncido.
―Bien. La vida con Joseph es lo suficientemente complicada, confía en mí.

Dios, sueno como él.

―____ ―hace una pausa mirándome fijamente―. Estás bien, ¿cierto? ¿No estás corriendo hacia tu madre para escapar?

Me sonrojo.

―No, Kate. Fuiste tú la que dijo que necesitaba un descanso.

Ella acorta la distancia entre nosotras y toma mis manos, algo muy poco Kate.

Oh, no… amenaza de lágrimas.

―Tú sólo estás, no lo sé… diferente. Espero que estés bien y puedes hablarme sobre cualquier problema que estés teniendo con el Señor Bolsas de Dinero. Y trataré de no enfadarlo, aunque francamente, es como pescar peces en un barril con él. Mira, ____, si algo anda mal debes decírmelo, no te juzgaré. Trataré de entender.

Pestañeo para evitar las lágrimas.

―Oh, Kate. ―La abrazo―. Creo que realmente me he enamorado de él.
―____, cualquiera puede ver eso. Y él está enamorado de ti. Está loco por ti. No te quita los ojos de encima.

Me río sin convicción.

―¿De verdad lo piensas?
―¿No te lo ha dicho?
―No con tantas palabras.
―¿Se lo has dicho tú?
―No con tantas palabras. ―Me encojo de hombros, disculpándome.
―¡____! Alguien tiene que hacer el primer movimiento, de lo contrario nunca llegarán a ninguna parte.

¿Qué? ¿Decirle cómo me siento?

―Es que simplemente tengo miedo de espantarlo.
―Y, ¿cómo sabes que él no está sintiendo lo mismo?
―¿Joseph asustado? No puedo imaginarlo estando asustado por nada. ―Pero mientras digo las palabras, lo imagino como un pequeño niño. Quizás el miedo fue lo único que conoció entonces. La tristeza envuelve y aprieta mi corazón ante el pensamiento.

Kate me mira fijamente con los labios apretados y los ojos entornados, muy parecida a mi subconsciente… todo lo que necesita son gafas de media luna.

―Ustedes dos necesitan sentarse y hablarse el uno al otro.
―No hemos estado hablando mucho últimamente. ―Me sonrojo. Otras cosas. Comunicación no verbal y eso está bien. Bueno, mucho más que bien.

Ella sonríe.

―¡Eso sería tener sexo! Si eso va bien, entonces, es la mitad de la batalla, ____. Tomaré algo de comida china para llevar. ¿Estás lista para irte?
―Ya lo estaré… no tenemos que salir hasta en un par de horas, más o menos.
―No, te veré en veinte. ―Toma su chaqueta, olvidando cerrar la puerta. La cierro y me dirijo a mi habitación, reflexionando sobre sus palabras.

¿Joseph está asustado de sus sentimientos por mí? ¿Acaso tiene sentimientos por mí? Parece muy interesado, dice que soy suya; pero eso sólo forma parte de su yo dominante y obsesivo que debe tener todo “ahora”. Me doy cuenta de que, mientras esté lejos, voy a tener que repasar todas nuestras conversaciones otra vez y ver si puedo escoger las señales de advertencia.

Te extrañaré también… más de lo que imaginas…

Me has seducido por completo…



Niego con la cabeza. No quiero pensar en eso ahora. Estoy cargando la BlackBerry, por lo que no la he tenido conmigo en toda la tarde. Me acerco con cautela y me decepciona que no haya correos. Enciendo la vil máquina y no hay mensajes ahí tampoco. Es la misma dirección de correo, ____. Mi subconsciente pone sus ojos en blanco y, por primera vez, entiendo por qué Joseph quiere azotarme cuando lo hago.

Está bien. Le escribiré un correo.

____________________
De: ____ Steele
Asunto: Entrevistas
Fecha: 30 Mayo 2011 18:49
Para: Joseph Jonas

Querido señor:
Mis entrevistas estuvieron bien hoy.
Pienso que podría estar interesado.
¿Cómo estuvo su día?


____


Me siento y miro fijamente la pantalla. Las respuestas de Joseph usualmente son instantáneas. Espero… y espero y finalmente, oigo el bienvenido sonido de mi bandeja de entrada.

____________________
De: Joseph Jonas
Asunto: Mi día
Fecha: 30 Mayo 2011 19:03
Para: ____ Steele

Querida señorita Steele:
Todo acerca de ti me interesa, eres la mujer más fantástica que conozco.
Me alegra que tus entrevistas fueran bien.
Mi día estuvo más allá de todas las expectativas. Mi tarde, en comparación, fue aburrida.


Joseph Jonas
Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.


____________________
De: ____ Steele
Asunto: Buena mañana
Fecha: 30 Mayo 2011 19:05
Para: Joseph Jonas

Querido señor:
La mañana fue ejemplar para mí también, a pesar de que estuviste rareando conmigo después del impecable sexo de escritorio. No creas que no lo noté.
Gracias por el desayuno. O gracias a la señora Jones.
Quisiera hacerte algunas preguntas sobre ella, sin que rarees conmigo otra vez.


____


Mi dedo se cierne sobre el botón de enviar y me recuerdo que estaré en el otro lado del continente mañana a esta misma hora.

____________________
De: Joseph Jonas
Asunto: ¿Editorial y tú?
Fecha: 30 Mayo 2011 19:10
Para: ____ Steele

____

“Rareando” no es un verbo y no debería ser usado por alguien que quiere entrar en el negocio editorial. ¿Impecable? ¿Comparado con qué? ¿Decir plegarias? Y, ¿qué necesitas preguntarme acerca de la señora Jones? Estoy intrigado.


Joseph Jonas
Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.


____________________
De: ____ Steele
Asunto: Tu y la señora Jones
Fecha: 30 Mayo 2011 19:17
Para: Joseph Jonas

Querido señor:
El lenguaje evoluciona y se mueve. Es un objeto orgánico. No se ha quedado atascado en una torre de marfil, adornado con costosas obras de arte, con vistas a la mayor parte de Seattle y con un helipuerto pegado al techo.
Impecable; comparada con las otras veces que estuvimos… ¿cuál es tu palabra?... oh, sí… follando. Actualmente, follar contigo ha sido muy impecable, punto, en mi humilde opinión… pero como sabe, mi experiencia es muy limitada.
¿La señora Jones es una ex sumisa tuya?


____


Mi dedo se cierne una vez más sobre el botón de enviar y lo presiono.

____________________
De: Joseph Jonas
Asunto: Lenguaje. ¡Vigila tu boca!
Fecha: 30 Mayo 2011 19:22
Para: ____ Steele

____:
La señora Jones es una empleada valiosa. Nunca he tenido cualquier relación con ella aparte de la profesional. No empleo a nadie con quien he tenido relaciones sexuales. Estoy impresionado de que pudieras pensar eso. La única persona con la que podría hacer una excepción a esa regla, eres tú… porque eres una joven mujer brillante, con interesantes habilidades de negociación. Aunque si sigues utilizando ese lenguaje, voy a tener que reconsiderar el traerte aquí. Me alegro de que tengas experiencia limitada. Tu experiencia seguirá siendo limitada; solo a mí.
Tomaré lo de impecable como un cumplido; aunque contigo, nunca estoy seguro si eso es a lo que te refieres o si tu sentido de la ironía está llevándose lo mejor de ti; como de costumbre.


Joseph Jonas
Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.


____________________
De: ____ Steele
Asunto: Ni por todo el té de China
Fecha: 30 Mayo 2011 19:27
Para: Joseph Jonas

Querido señor Jonas:
Pienso que ya he expresado mi reserva acerca de trabajar para su compañía. Mi visión sobre esto no ha cambiado, no está cambiando y no cambiará, nunca. Debo dejarlo ahora, pues Kate ha regresado con la comida. Mi sentido de la ironía y yo te deseamos buenas noches.
Me comunicaré contigo cuando esté en Georgia.


____

____________________
De: Joseph Jonas
Asunto: ¿Incluso té Twinings English Breakfast?
Fecha: 30 Mayo 2011 19:29
Para: ____ Steele

Buenas noches, ____.
Espero que tú y tu sentido de la ironía tengan un buen vuelo.


Joseph Jonas
Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.



Kate y yo estacionamos fuera del área de embarque de Sea-Tac. Inclinándose hacia adelante, me abraza.

―Disfruta Barbados, Kate. Ten unas maravillosas fiestas.
―Te veré cuando regrese. No dejes que el viejo Bolsas de Dinero te amargue la vida.
―No lo haré.

Nos abrazamos de nuevo y entonces, estoy sola. Me dirijo hacia el check-in y hago fila, esperando con mi equipaje de mano. No me molesté en hacer una maleta. Sólo una práctica mochila que Ray me regaló en mi último cumpleaños.

―¿Su boleto, por favor? ―El aburrido joven detrás del mostrador extiende su mano sin mirarme.

Reflejando su aburrimiento, extiende mi boleto y mi licencia de conducir como identificación. Estoy deseando un asiento junto a la ventana si es posible.

―Está bien, señorita Steele. Ha sido ascendida a primera clase.
―¿Qué?
―Señora, si es tan amable, puede pasar a la sala de primera clase y esperar su vuelo ahí. ―Parece haber despertado y me mira radiante, como si fuera el Hada de Navidad y el Conejo de Pascua, todo en uno.
―Seguro hay un error.
―No, no. ―Verifica la pantalla de su computador otra vez―. ____ Steele; primera clase. ―Y me da una sonrisa afectada.

Ugh. Entrecierro los ojos. Me pasa el boleto y me dirijo al salón de primera clase, murmurando bajo mi aliento. Maldita sea Joseph Jonas interfiriendo, obsesivo y controlador, simplemente no puede dejar las cosas como están.













Les dejo dos capítulos chicas, por la tardanza. Gracias por sus firmas. Un beso. Y bienvenida Eli:D Ciao♥

Kary
Karely Jonatika
Karely Jonatika


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"Fifty Shades Of Jonas" (Joe&Tu) [Primer Libro] [Terminado] - Página 12 Empty Re: "Fifty Shades Of Jonas" (Joe&Tu) [Primer Libro] [Terminado]

Mensaje por andreita Lun 03 Sep 2012, 7:18 am

ay los dos estan enamorados!!!
kare gacias por los caps!!!

quiero saber porque jopseh no se deja tocar!!!!
andreita
andreita


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"Fifty Shades Of Jonas" (Joe&Tu) [Primer Libro] [Terminado] - Página 12 Empty Re: "Fifty Shades Of Jonas" (Joe&Tu) [Primer Libro] [Terminado]

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