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Equinox {Novela colectiva} [Cancelada]
O W N :: Archivos :: Canceladas
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Re: Equinox {Novela colectiva} [Cancelada]
Potta. escribió:Cammi escribió:Ultimo día de Potta.
{Quiero cap D:}
Mierda, es que aun no lo termino bienD:
Y lo he cambiado, y lo he vuelto hacer y nada me convence T_T Mejor será que pase otra y escribo yo al final:'l
¿Lo has cambiado? Por qué? D:
Bueno, no importa.
Hoy termina tu turno, así que si queres todavía tenes la oprtunidad :D
Última edición por Cammi el Mar 24 Jul 2012, 11:56 pm, editado 1 vez
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Re: Equinox {Novela colectiva} [Cancelada]
YassGenao escribió:Ah, la vida sigue y continua u.u
¡Chicas! Me aparezco por aquí porque el viento y la vida me han traído hasta aquí :3 ¿Sabían que los quiero mucho? ^^ ¿No? Que bueno porque no es así :33 Naah mentira...
¡Yass nadie te quiere a ti tampoco! D: okno xd
Invitado
Invitado
Re: Equinox {Novela colectiva} [Cancelada]
Cammi escribió:Potta. escribió:Cammi escribió:Ultimo día de Potta.
{Quiero cap D:}
Mierda, es que aun no lo termino bienD:
Y lo he cambiado, y lo he vuelto hacer y nada me convence T_T Mejor será que pase otra y escribo yo al final:'l
¿Lo has cambiado? Por qué? D:
Bueno, no importa.
Hoy termina tu turno, así que si queres todavía tenes la oprtunidad :D
Es que no me convencía, por que tengo tantas ideas que no sé cual es la que quedará mejor y eso me estresa y me bloqueo -.-'
Soy un asco lo sé, pero intentaré tenerlo listo para hoy:/
Potta.
Re: Equinox {Novela colectiva} [Cancelada]
Ah, chicas por cierto, creo que se han saltado un numero en los capítulos, solo hay cinco capítulos y el ultimo dice 6...
A menos que sea yo el que este mal .-. Díganme que no soy yo o.o
A menos que sea yo el que este mal .-. Díganme que no soy yo o.o
YassGenao
Re: Equinox {Novela colectiva} [Cancelada]
YassGenao escribió:Ah, chicas por cierto, creo que se han saltado un numero en los capítulos, solo hay cinco capítulos y el ultimo dice 6...
A menos que sea yo el que este mal .-. Díganme que no soy yo o.o
¡Tenés razón! Y no Yass, no estás mal xd. A menos que yo también lo esté y haya visto el pequeño error :O.
¡ADRI APARECÉEEEE!
Lυli. {Larry's bed}
Re: Equinox {Novela colectiva} [Cancelada]
Vale primer comentario de la Aly, atentos al dato xD
Joder Camila, eres sublime. Esa introducción estuvo intensa.
Omg, me están encantando todos vuestros capítulos, son like perfectos. Todavía estoy por el de la Any, pero Lysander me encantó al igual que Luky-Luke (? que es sinceramente entrañable.
Me inspirasteís todas y me voy a escribir y cambio y corto.
Joder Camila, eres sublime. Esa introducción estuvo intensa.
Omg, me están encantando todos vuestros capítulos, son like perfectos. Todavía estoy por el de la Any, pero Lysander me encantó al igual que Luky-Luke (? que es sinceramente entrañable.
Me inspirasteís todas y me voy a escribir y cambio y corto.
Call me Aly.
Re: Equinox {Novela colectiva} [Cancelada]
Luuuuumcflyer ♡. escribió:YassGenao escribió:Ah, chicas por cierto, creo que se han saltado un numero en los capítulos, solo hay cinco capítulos y el ultimo dice 6...
A menos que sea yo el que este mal .-. Díganme que no soy yo o.o
¡Tenés razón! Y no Yass, no estás mal xd. A menos que yo también lo esté y haya visto el pequeño error :O.
¡ADRI APARECÉEEEE!
¡Me Llaman! Wey, yo conté 5 y el mio iba a ser el 6 (?
Phoenix.
Re: Equinox {Novela colectiva} [Cancelada]
Essentia. escribió:Luuuuumcflyer ♡. escribió:YassGenao escribió:Ah, chicas por cierto, creo que se han saltado un numero en los capítulos, solo hay cinco capítulos y el ultimo dice 6...
A menos que sea yo el que este mal .-. Díganme que no soy yo o.o
¡Tenés razón! Y no Yass, no estás mal xd. A menos que yo también lo esté y haya visto el pequeño error :O.
¡ADRI APARECÉEEEE!
¡Me Llaman! Wey, yo conté 5 y el mio iba a ser el 6 (?
Sabia que no podia equivocarme u.u ¡Chocalas Lu! ;)
YassGenao
Re: Equinox {Novela colectiva} [Cancelada]
YassGenao escribió:Essentia. escribió:Luuuuumcflyer ♡. escribió:YassGenao escribió:Ah, chicas por cierto, creo que se han saltado un numero en los capítulos, solo hay cinco capítulos y el ultimo dice 6...
A menos que sea yo el que este mal .-. Díganme que no soy yo o.o
¡Tenés razón! Y no Yass, no estás mal xd. A menos que yo también lo esté y haya visto el pequeño error :O.
¡ADRI APARECÉEEEE!
¡Me Llaman! Wey, yo conté 5 y el mio iba a ser el 6 (?
Sabia que no podia equivocarme u.u ¡Chocalas Lu! ;)
¿Entonces yo soy el siete, el número de Dios?(?
Awwwwwwww *n* <3
Potta.
Re: Equinox {Novela colectiva} [Cancelada]
Potta. escribió:YassGenao escribió:Essentia. escribió:Luuuuumcflyer ♡. escribió:YassGenao escribió:Ah, chicas por cierto, creo que se han saltado un numero en los capítulos, solo hay cinco capítulos y el ultimo dice 6...
A menos que sea yo el que este mal .-. Díganme que no soy yo o.o
¡Tenés razón! Y no Yass, no estás mal xd. A menos que yo también lo esté y haya visto el pequeño error :O.
¡ADRI APARECÉEEEE!
¡Me Llaman! Wey, yo conté 5 y el mio iba a ser el 6 (?
Sabia que no podia equivocarme u.u ¡Chocalas Lu! ;)
¿Entonces yo soy el siete, el número de Dios?(?
Awwwwwwww *n* <3
Jajajaja, h5 Yass!
Creo que sos el 6 Potta, porque Adri tendría que ser el 5, y vos sos la que sigue. Creo XD.
Lυli. {Larry's bed}
Re: Equinox {Novela colectiva} [Cancelada]
Luuuuumcflyer ♡. escribió:Potta. escribió:YassGenao escribió:Essentia. escribió:Luuuuumcflyer ♡. escribió:YassGenao escribió:Ah, chicas por cierto, creo que se han saltado un numero en los capítulos, solo hay cinco capítulos y el ultimo dice 6...
A menos que sea yo el que este mal .-. Díganme que no soy yo o.o
¡Tenés razón! Y no Yass, no estás mal xd. A menos que yo también lo esté y haya visto el pequeño error :O.
¡ADRI APARECÉEEEE!
¡Me Llaman! Wey, yo conté 5 y el mio iba a ser el 6 (?
Sabia que no podia equivocarme u.u ¡Chocalas Lu! ;)
¿Entonces yo soy el siete, el número de Dios?(?
Awwwwwwww *n* <3
Jajajaja, h5 Yass!
Creo que sos el 6 Potta, porque Adri tendría que ser el 5, y vos sos la que sigue. Creo XD.
Es el número del diablo, bueno mi lema tiene su nombre así que está bien por mí:B
Potta.
Re: Equinox {Novela colectiva} [Cancelada]
ATENCIÓN
Antes de subir mi capítulo, quiero decir que las partes en rojo son medias insinuantes. Y que contiene algún tipo de lenguaje vulgar en algunas partes....
Además de eso, aclarar que Kat&Gabriel trabajan solos, pero ahora se conectarán más aun con los soldados, y al final del capítulo necesitaremos de un curador *n*
Segundo, lamento haber agregado a los revolucionados anarquistas, pero en todas partes ahí ¿no?
Tercero, me juuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuui en la vola con el capítulo D: Escribí mucho, mucho XD Espero no se molesten:c.
Cuarto, lamento que sea largo:/.
Potta.
Re: Equinox {Novela colectiva} [Cancelada]
<center><link href="http://fonts.googleapis.com/css?family=Amatic+SC" rel="stylesheet" type="text/css"><div style="line-height: 70%; font-family: Amatic SC; font-size: 50px; color: #00FFF7; text-shadow: 1px 1px 0px #000;">Capítulo 6.
"Por donde el crepúsculo pasa"</div></center>
Kate miraba por sobre las cabezas de los demás asistentes del bar a su hermano menor, Gabriel, filtrear con la camarera de turno de la cantina humana en la que estaban metidos. El objetivo de Gabriel vestía unos pantalones de cuero que se le adherían a la piel de sus largas piernas y un insinuante top de latex color plateado que le cubría el pecho. Bien al estilo de su hermano. Está le guiño el ojo mientras le entregaba un disco del porte de un domino y Gabriel, devolviéndole el gesto le sonrió subjetivamente.
La música sonaba fuerte en el atestado bar, y la banda sobre el escenario se hacía llamar T. Hearts.
Se encontraban en busca de información acerca de un asesinato en Boston, la ciudad a la que ella nunca pensó en volver. Donde sus pesadillas recurrentes ocurrían, donde su vida se había arruinado… La noticia había llegado a oídos de Kat, cuando estaba en Lawrence, Kansas y de algún modo ella agradecía haber salido de allí… demasiada actividad rara en ese lugar, para haber sido uno de los más pacíficos siglos antes, vaya dilema. Y la cosa iba en que cada mes dentro de un parámetro ocurría un asesinato, esté era el tercero, y el malhechor era apodado como “asesino sigiloso”, y la búsqueda humana aún estaba en pie. Gabriel se había enfadado algo cuando ella había decidido sola ir a investigar, dándole argumentos de intuición natural. Quizás era algo relacionado con ellos, tal vez no… Pero Kate era reconocida por nunca quedarse con la duda.
Bebió otro sorbo de su cerveza, cruzando sus piernas. Cuando un tipo barbudo le silbo. Kat lo fulmino con la mirada y volvió su vista a su hermano, que con una sonrisa sardónica caminaba hacia ella, sin antes echarle un –para nada disimulado- vistazo al trasero de una chica.
Kat rodo los ojos.
¿Qué Gabriel no maduraría nunca?
—Hablé con la camarera —dijo él al estar frente a ella.
Corrió la silla he hizo que su hermano se sentara a su lado.
— ¿Conseguiste algo además de su número?
—Kat, soy un profesional —le gruño aparentemente ofendido—. Me ofende que pienses eso —ella arqueo su delgada ceja derecha—. Está bien… —añadió con una sonrisa mostrándole el disco tamaño domino.
Kat sonrió cínicamente para sí. Y usando un tono serio, pregunto:
— ¿Te importaría pensar un poco con tu cerebro de arriba, Twilight?
—No hay nada que descubrir —le respondió él frunciendo ligeramente el ceño—. Meredith trabajaba aquí. Era camarera. Todos aquí eran sus amigos. Todos dicen que ella era normal. No hizo o dijo nada extraño antes de morir. Así que… —y con un encogimiento de hombros añadió—: No le veo el punto a seguir aquí.
Kate sabía perfectamente como a su hermano le molestaba tener que regresar a Boston. Ambos lo odiaban como a nada, pero algo le decía que si quería hallar la paz que tanto tiempo había ansiado debía resolver sus problemas y pesadillas de raíz.
—Iremos a su apartamento por la mañana —sentenció bebiendo otro sorbo de su cerveza.
— ¿Qué?... No, no, no. Quede con Missy para mañana.
— ¿La policía?
—Una encantadora y desenfadada oficial.
— ¿Sí? ¿Y qué fue lo que descubriste? —Pregunto Kat refiriéndose al caso, pero para su hermano Gabriel el caso valía oro –ósea nada.
—Es sagitario —y disfrutando el recuerdo de Missy continuó—: Adora el tequila. Es decir… tiene ese pequeño tatuaje que…
— ¡Gabriel! —le reprocho ella—. No tengo ni el más mínimo interés en saber de tus relaciones de cama.
— ¿Qué?... Ah, sí. Pues nada que no sepamos ya. A excepción de una cosa que guardan fuera del expediente. El corazón de Meredith ha desaparecido.
Kate asintió con la cabeza y dejo la botella de cerveza vacía sobre la mesa, para ponerse de pie. Se acomodó la chaqueta y miro por el rabillo del ojo a Gabriel que aún no se ponía de pie.
— ¿Su corazón? —Pregunto suspicaz.
—Sí, su corazón.
— ¿Qué crees que le haya hecho eso?
—Ni la menor idea. Pero sea lo que sea lo descubriremos.
Con un suspiro ella revolvió su cabello azabache que le caía desordenado en ondas hasta la cintura y brillaba a la tenue luz de la oscura taberna.
—Vamos —dijo ella, pero él negó.
—Quiero estar un rato más… —y al ver la mirada de reproche de Kat, añadió rápidamente—: Llegaré temprano al motel, lo juro.
Kate volvió a asentir.
—Está bien. No demores demasiado.
Gabriel miro como su hermana mayor se perdía entre el tumulto de gente moviendo ligeramente sus exuberantes y atractivas caderas. Si fuera un hermano normal debería estar preocupado en que alguien le pudiese hacer daño rumbo al motel a estas horas y más si se iría a pie. Pero más que nada él sabía que en aquel caso, cualquier que quisiese hacerle daño saldría lastimado… muy lastimado…
Sonrió al recordar a la insinuante camarera que lo había atendido. Una más agregada a la diversión de la noche.
Aunque desde un principio se había negado rotundamente a venir a Boston, ahora le resultaba de lo más “enriquecedor”, vaya que sí. Porque, como iban las cosas, el caso del que Kat se estaba obsesionando no tenía nada que ver con ellos ni con sus pasados, ya las noches le beneficiaban bastante bien.
De pronto todo el bar comenzó a colocarse mucho más interesante.
Un grupo de hombres entro al bar, de cabellos rubios y apuestos que al caminar les sonreían seductoramente a las mujeres. Gabriel dedujo en un instante que esos tipos no solo venían a divertirse de la manera en que él lo haría. No esos tipos eran revolucionarios terroristas que venían con un objetivo en especial.
— ¡Epa! —Dijo Brenda con los ojos abiertos, mientras miraba hacia la entrada—. ¡Creo que encontré a nuestras Galletitas! Y, damas, hay tres de ellos.
Riendo ante su tono maravillado, Shady Vengeance giró para ver a tres hombres increíblemente sexy entrando al atestado club. Todos pasaban el metro ochenta y cinco en altura, piel y cabello dorados, y absolutamente magníficos. Uno de ellos miro hacia el escenario donde estaba tocando su banda local favorita, T. Hearts.
Balanceándose al ritmo de la música mientras bebía sorbos de su té helado, Shady lo estudió durante un minuto. Su risa murió instantáneamente, mientras sentía un horrible y fuerte estremecimiento recorriéndola. Era una sensación con la que estaba demasiado familiarizada. Y que sembraba el terror en su corazón. Vestidos con costosos suéteres, jeans y chaquetas de esquiar, los tres hombres recorrieron con la mirada a los ocupantes del bar, como los mortales depredadores que eran. Shady tembló. Las personas del bar no tenían idea de en cuánto peligro estaban.
Ninguno de ellos.
Oh, dios santo…
—Hey, Shady —dijo Brenda—. Ve y preséntamelos a mí.
Shady negó con la cabeza mientras hacía contacto visual con su mejor amiga Amanda para advertirla. Ella intentó conducir a Brenda lejos de los hombres y de sus miradas oscuras.
—No son nada bueno, Bren. Realmente nada bueno.
Algo en sus entrañas le decía que los hombres que caminaban en medio de la gente, registrando a las mujeres con sonrisas seductoras, no querían nada más que disimular algo que no eran.
Entonces, todas sus dudas se vieron resueltas cuando vio una pañoleta color verde lima en la muñeca de uno de ellos. Eran revolucionarios, un grupo de gente de la rama de anarquistas que prolongaban todos los medios para cometer atentados terroristas contra el gobierno. Mala hora en que su padre pertenecía al gobierno, en que su familia entera pertenecía al gobierno. Estaban aquí en busca de víctimas. En busca de otro atentando posiblemente… Los revolucionarios nunca salían a ningún lado que quisiesen dañar sin su pañoleta verde lima.
Shady se tragó su pánico. Tenía que encontrar un modo de salir de ahí antes de que se acercaran demasiado y descubrieran quién era ella en realidad. Tomó el pequeño revólver último modelo de su cartera. Una pequeña pero poderosa arma de acero puro, como en los viejos tiempos. Y buscó una salida de escape.
—Por el fondo —dijo Amanda, empujándola hacia la parte trasera del club.
— ¿Qué está sucediendo? —preguntó Brenda.
De pronto, el más alto de los revolucionarios se detuvo en seco. Giró para mirarlas de frente. Sus acerados ojos se estrecharon con un intenso interés al ver a Shady, y ella pudo sentirlo intentando penetrar en su mente, al mirarla.
Tomó del brazo a sus amigos e inclinó la cabeza hacia ellas.
Diablos. Esto apestaba.
Literalmente.
Con la gente del bar, ella no podía abrir fuego, y tampoco podía hacerlo Amanda. Las granadas de mano estaban en el automóvil y Shady había optado por dejar las dagas debajo del asiento.
—Este sería un buen momento para decirme que traes tus sais* contigo, Amanda.
—Nada. ¿Tú tienes tus kamas*?
—Sí —respondió sarcásticamente, pensando en sus armas, que parecían pequeñas guadañas—. Las escondí dentro de mi sostén antes de salir de casa.
Shady sintió que Amanda metía algo frío en su mano. Al mirar hacia abajo, vio el abanico uchiwa de lucha cerrado. Hecho de acero, el abanico estaba afilado en uno de los lados, por lo que era tan peligroso como un cuchillo Ginsu*. Doblado, y con sólo veintisiete centímetros de largo, se veía como un inofensivo abanico de mano japonés, pero en manos de Amanda o Shady era letal. Shady afirmó su agarre al abanico mientras su mejor amiga la llevaba hacia el escenario, donde había una salida para incendios. Se dejó llevar por la multitud hacia la salida, lejos de los revolucionarios, y lejos de Brenda antes de que se pusiera en peligro estando cerca suyo cuando atacaran. Maldijo la altura de ambas al darse cuenta de que no había modo de esconderse. No había manera de evitar que los revolucionarios las viesen incluso entre esa gran cantidad de gente, cuando Amanda y ella sobresalían tanto entre los demás. Amanda se detuvo en seco cuando otro hombre alto y rubio obstruyó su única vía de escape. Dos segundos más tarde, se desató el infierno en su lado del club, cuando se percataron de que había más de tres revolucionarios en el bar. Había al menos una docena de ellos. Amanda empujó a Shady hacia la salida, luego pateó al revolucionario hacia atrás, contra un grupo de personas que gritaron y chillaron ante la perturbación.
Shady abrió su abanico mientras otro revolucionario iba hacia ella con un cuchillo de caza. Ella atrapó la hoja entre las tablillas y lo arrancó de sus manos, luego usó el cuchillo para apuñalar al revolucionario en el pecho. Se desintegró en el suelo instantáneamente.
—Pagarás por eso, perra —gruñó uno de los revolucionarios mientras acometía contra ella.
Varios hombres que estaban en la barra se movieron para ayudarla, pero los revolucionarios se ocuparon rápidamente de ellos mientras otros clientes se encaminaban hacia la salida. Cuatro de ellos rodearon a Amanda. Shady intentó acercarse a ella para ayudarla a quitárselos de encima, pero no pudo. Uno de los revolucionarios atrapó a su mejor amiga con un violento soplido que envió a Amanda volando hasta una pared cercana. Amanda la golpeó con un ruido sordo, luego aterrizó en el suelo hecha un montón. Shady quería ayudarla, pero el mejor modo de hacerlo era llevando a los revolucionarios fuera del bar y lejos de su amiga. Se dio vuelta para salir corriendo, sólo para encontrarse con dos de ellos más parados directamente detrás de ella. La colisión de sus cuerpos la distrajo lo suficiente para que uno de los hombres le pudiera quitar el cuchillo y el abanico de sus manos de un tirón. Puso sus brazos alrededor de Shady para evitar que se cayera. Alto, rubio y apuesto, el sujeto poseía una extraña aura sexual que atraía a cualquier mujer hacia él. Era esa esencia la que les permitía apresar eficazmente a sus víctimas.
— ¿Ibas a algún sitio, princesa? —le preguntó, tomando las muñecas de ella con sus manos y bloqueando la posibilidad de luchar por su arma.
Shady intentó hablar, pero sus oscuros y profundos ojos la tenían completamente cautivada.
Los otros se le unieron.
Aun así, el que estaba frente a ella mantuvo las manos en sus muñecas, su hipnótica mirada en la de ella.
—Bueno, bueno —dijo el más alto, mientras arrastraba un frío dedo por su mejilla—. Cuando vine a divertirme esta noche, lo último que esperaba era encontrar a nuestra querida Vengeance.
Ella alejó la cabeza de su toque.
—Matarme no va a liberarlos, ni causara impacto —le dijo—. Es sólo un mito.
El que la estaba sosteniendo la dio vuelta para que enfrentara a su líder.
El líder revolucionario rió.
— ¿No lo somos todos? Pregúntale a cualquier hombre o mujer, en este bar si los revolucionarios existen y, ¿qué dirán? —él pasó su lengua por sus largos dientes mientras la observaba malvadamente—. Ahora, ven afuera y muere sola, o haremos un banquete con tus amigos.
Deslizó su mirada de depredador hacia Brenda, quien estaba bastante lejos y tan cautivada por un sujeto apuesto que ni siquiera estaba al tanto de la pelea que había tomado lugar en el lado de Shady dentro del atestado bar.
El hecho de que los demás, no creyeran en los revolucionarios, ni en los anarquistas era sencilla. El gobierno -incluido su padre-, se habían asegurado de que los atentados no salieran en televisores ni en cualquier otro medio. Y los representantes de la presidenta tenían ordenes estrictas de desmentir cualquier tema relacionados con los anarquistas. Ellos no existían, ellos no eran nada más que un producto de siglos arcaicos anteriores, como en el 2012. Por que... ¿Qué ser humano, en su sano juicio querría cambiar el correcto gobierno de hoy en día?...
—Bueno —continuó, siniestramente el revolucionario—, un pequeño bocado nunca lastimó a nadie.
Tomó su brazo al mismo tiempo que el revolucionario que la sostenía la dejaba ir.
Renuente a ir tranquila hacia su exterminio, Shady regresó a su estricto e intensivo entrenamiento. Regresó a los brazos del tipo que estaba detrás de ella y le clavó su tacón en el empeine. Él maldijo. Ella enterró su puño en el estómago revolucionario parado delante de él y luego se movió rápidamente entre los otros dos y se encaminó hacia la puerta.
Con una velocidad inhumana, el hombre más alto la bloqueó a mitad de camino. Una cruel sonrisa curvó sus labios mientras la empujaba salvajemente para detenerla.
Ella lo pateó, pero él impidió que lo lastimara.
—No lo hagas.
Su profunda voz era hipnótica y estaba llena de promesas de daño letal si ella lo desobedecía.
Varias personas en el bar se dieron vuelta para observarlos, pero con una sola mirada violenta de él todos desviaron la vista.
Nadie la ayudaría.
Nadie se atrevía.
Pero aún no había terminado… Shady jamás se rendiría ante ellos.
Gabriel miro como la lucha entre aquella mujer y los tipos continuaba. Era graciosa la forma en que ella lograba luchar y prolongar la pelea tanto tiempo como fuera posible. Una resistencia que en estos días no se veía tan a menudo. Y el no pudo apartar los ojos de ella, hasta que se dio cuenta de que su fuerza interior se estaba agotando. Fue entonces cuando bebió un gran sorbo de su cerveza barata y se puso de pie dispuesto a acabar con esos malditos revolucionarios.
Antes de que uno de los sujetos pudiera atacar nuevamente, Gabriel carraspeo tras su espalda.
Como si hubiera detectado algo incluso más peligroso que él mismo, el revolucionario giró su cabeza hacia él.
Sus ojos se ensancharon con terror.
Shady se dio vuelta para observar qué lo había paralizado y entonces ella tampoco pudo apartar la mirada.
Él recién llegado vestía sólo una larga y delgada chaqueta de cuero negro que seguramente se ondulaba con el viento de afuera. Tenía un sólido suéter negro, botas de motociclista, y un par de ajustados pantalones de cuero negros que se ceñían a un cuerpo delgado y fuerte que atraía con promesas sexuales y salvajes.
Poseía el contoneo confiado y mortal del hombre que sabe que no tiene igual. De un hombre que desafiaba al mundo a hacer el intento y enfrentarlo.
Era el paso de un depredador.
E hizo que la sangre de Shady se helara.
Su cabello azabache despeinado, estaba apartado de un rostro perfectamente esculpido que hacía que su corazón se acelerara. Sus ojos negros eran fríos. Acerados. Su cara era resuelta e impasible. Ni bonito, ni femenino.
Atrayente como un faro, e inconsciente de la multitud del bar, el recién llegado desvió su oscura y mortal mirada de un revolucionario al siguiente, hasta que se detuvo en el que estaba al lado de ella. Una sonrisa lenta y diabólica se extendió por su apuesto rostro.
Se encaminó directamente hacia ellos.
Uno de ellos maldijo, y luego la colocó delante de él.
Shady luchó contra su agarre, hasta que él extrajo una pistola de su bolsillo y la sostuvo contra su sien.
Gritos y exclamaciones estallaron en el bar mientras la gente corría a refugiarse.
Los otros revolucionarios se movieron hasta pararse a su lado en lo que parecía ser una formación de batalla.
El recién llegado rió bajo y siniestramente mientras los evaluaba. La luz de sus ojos azabache permitía ver a Shady cuánto ansiaba él la pelea.
Su mirada, en realidad, los aguijoneaba.
—Mal modo de tomar un rehén —dijo en una voz profunda y suavemente acentuada que retumbaba como un trueno—. Especialmente cuando saben que, de cualquier manera, voy a patearles el trasero.
—Fuera de mi camino —dijo el sujeto que la tenía agarrada—, o la mataré.
Nervioso, como no lo había percibido ella. El revolucionario tembló ligeramente. Tal vez, está era la primera vez que alguien se les enfrentarán con tanto valor.
Aparentemente divertido por la amenaza, el recién llegado negó con la cabeza, como un padre regañando a un niño enojado.
—Sabes, deberías haberte quedado en tu refugio un día más —. Él hizo una pausa para suspirar irritado—. ¿Tienes alguna idea de cuánto me enfurece tener que venir aquí, con el frío que hace, a asesinarte, cuando podría estar calentito en casa, mirando las viejas repeticiones de Sarah Michelle Gellar golpeando traseros y vistiendo un top con la espalda descubierta?
Los brazos del revolucionario temblaron al apretar más fuertemente a Shady.
— ¡Atrápenlo!
Los revolucionarios atacaron a la vez. El recién llegado agarró al primero por la garganta. En un movimiento fluido, levantó a uno de ellos y lo golpeó contra la pared, donde lo sostuvo en un apretado puño.
El sujeto lanzó un quejido.
— ¿Qué eres, un bebé? —preguntó el recién llegado—. Dios, si vas a matar humanos, lo mínimo que podrías hacer es aprender a morir con un poco de dignidad.
Un segundo revolucionario saltó hacia su espalda. Mientras el giraba la parte inferior de su cuerpo, un largo cuchillo de mal aspecto salió del talón de su bota. Él clavó la hoja en el centro del pecho del hombre, que instantáneamente calló al suelo.
El revolucionario que el recién llegado sostenía dejó ver sus largos dientes mientras intentaba morderlo y patearlo. El lo tiró a los brazos del tercer revolucionario. Ellos tropezaron hacia atrás y cayeron hechos un montón en el piso.
El sacudió la cabeza al mirar a los dos que se golpeaban entre sí, intentando ponerse de pie.
Otros más lo atacaron, y los atravesó con una facilidad tan terrorífica como mórbidamente hermosa.
—Vamos, ¿dónde aprendieron a pelear? —Preguntó mientras mataba a otros dos—. ¿En la Escuela de Buenos Modales para Señoritas? —Se mofó desdeñosamente de los revolucionarios—. Mi hermanita mayor podía golpear más fuerte que ustedes cuando tenía tres años. Diablos, si van a convertirse en revolucionarios, lo menos que pueden hacer es tomar un par de lecciones de lucha para hacer más interesante su detención. —Suspiró fatigosamente y miró hacia el techo—. ¿Dónde están los verdaderos guerreros cuando uno los necesita?
Mientras el recién estaba distraído, el hombre que sostenía a Shady apartó el arma de su sien, le dio uno bajo a rodilla, y otro en el hombro. El giró muy lentamente hacia ellos. Con la furia descendiendo sobre su rostro, miró al sujeto que le había disparado.
— ¿No tienes honor? ¿No tienes decencia? ¿Ni siquiera un maldito cerebro? No me matas con balas. Sólo me enfureces. —Miró hacia abajo, a la sangrante herida en su costado, y luego corrió a un costado su chaqueta, por lo que la luz brillaba a través de los agujeros en el cuero. Maldijo de nuevo—. Y acabas de arruinar mi maldita chaqueta favorita. —Él le gruñó al revolucionario—. Por eso, vas a morir.
Antes de que Shady pudiera moverse, el recién llegado estiró su mano hacia ellos. Una cuerda negra y fina salió expulsada y se envolvió sola alrededor de la muñeca del hombre. Más rápido de lo que ella podía parpadear, el cerró la distancia entre ellos, tiró de la muñeca del revolucionario y retorció su antebrazo.
Ella se apartó a tropezones de él y se apretó contra la destrozada máquina de música, fuera de su camino.
Con una mano aún en el brazo del revolucionario, el recién llegado lo agarró de la garganta y lo elevó del piso. Con un elegante arco, lanzó al revolucionario sobre una mesa. Los vidrios se quebraron bajo el peso de la espalda del sujeto. El revólver golpeó el suelo de madera con un frío y metálico ruido sordo.
— ¿Tu madre nunca te hablo sobre los Equinox’s? El mal y el bien. Lo negro y lo blanco —preguntó el recién llegado—. Pues bien, deberías haber hecho caso a los mitos, revolucionario. Porque yo soy un punto gris —Observó al sujeto, que luchaba desesperadamente para soltarse—. Ahora, pagarás por todas las almas humanas que has destruido.
El Equinox sacó una navaja de adentro de su bota, la giró para abrirla, y la hundió en el pecho del revolucionario.
Este se descompuso al instante, dejando nada detrás.
Los dos últimos corrieron hacia la puerta. Salieron de ahí tropezando escapando del Equinox.
Con una calma increíblemente deliberada, el Equinox se encaminó hacia la salida mirando disimuladamente hacia los lados. Se detuvo sólo lo suficiente como para recuperar sus cuchillos del suelo. Y entonces se fue tan rápida y silenciosamente como había llegado.
Shady luchó por respirar mientras la gente en el bar salía de sus escondites y se ponía furiosa. Gracias a Dios, hasta Amanda se levantó y fue a tropezones hacia ella.
Sus amigas se le acercaron corriendo.
— ¿Estás bien?
— ¿Vieron lo que él hizo?
— ¡Pensé que estabas muerta!
— ¡Gracias a dios, aún estás viva!
— ¿Qué querían contigo?
— ¿Quiénes eran esos tipos?
— ¿Qué les sucedió?
Ella apenas escuchaba las voces que golpeaban sus oídos con tanta rapidez, y tan mezcladas que no podía definir quién preguntaba qué. La mente de Shady aún estaba con el Equinox que había venido en su rescate. ¿Por qué se había molestado en salvarla?
Tenía que saber más de él…
Antes de cambiar de parecer, Shady corrió tras él, buscando a un hombre que no debería ser real.
Afuera, estruendosas sirenas llenaban el aire y se volvían cada vez más fuertes. Alguien en el bar debía haber llamado a la policía.
El Equinox iba a mitad de cuadra cuando ella lo alcanzó y lo obligó a detenerse.
Con el rostro impasible, la observó con esos profundos y oscuros ojos. Ojos tan negros que Shady no podía detectar las pupilas. El viento revolvió su cabello alrededor de sus rasgos cincelados y el vapor de su aliento se mezcló con el de ella.
Estaba helando, pero su presencia la animaba tanto que ni siquiera lo sentía.
— ¿Qué vas a hacer respecto a la policía? —le preguntó—. Estarán buscándote.
Una amarga sonrisa estiró las esquinas de sus labios.
—Soy un fugitivo, buscarme es lo único que hacen por mí.
Sus palabras la sorprendieron. ¿Eso sucedía con todos los Equinox?
Un momento… Oh, mi Dios. Él era un Equinox, un verdadero Equinox. Es decir, las leyendas de ellos eran ciertas… Era un Equinox –un soldado creado con la intención de ganar guerras. Ella era un de las pocas personas que sabía acerca de la realidad, que no eran robot, ni maquinas, sino verdaderos seres humanos, solo que el último punto lo había atribuido a las leyendas urbanas. Pero el hombre parado frente a ella no era un invento de su imaginación. Era real, y se veía tan devastador como en las historias que había escuchado.
—En ese caso, gracias por salvar mi vida.
Gabriel vaciló. Era la primera vez que alguien le agradecía por ser un Equinox.
Observó fijamente la abundancia de unos rizos oscuros—rojizos que caían sin orden en forma de cascada alrededor de su rostro ovalado. Llevaba su largo pelo trenzado en la espalda. Y sus ojos castaño verdosos estaban llenos de una brillante vitalidad y calidez. Aunque no era una gran belleza, sus rasgos tenían un tranquilo encanto que era atractivo, tentador. Contra su voluntad, él alargó la mano hasta tocar su mandíbula, justo debajo de la oreja. Más suave que el terciopelo, su delicada piel calentó los fríos dedos. No recordaba haber sostenido algo tan suave y delicado en toda su vida.
Antes de poder detenerse a sí mismo, se inclinó y capturó esos labios separados con los propios. Gabriel gruñó ante su sabor y su cuerpo despertó a la vida. Jamás había probado algo más dulce que la dulzura de su boca. Nunca había olido algo más embriagador que su carne limpia y con aroma a rosas.
La lengua de Shady danzó con la suya mientras sus manos se aferraban a los hombros de él, apretándolo más contra ella. Él se tensó y endureció al pensar qué tan suave sería su cuerpo en otros sitios.
Y en ese momento, él la deseó con una urgencia que lo asombró. Era una necesidad desesperada que no había sentido en un largo, largo tiempo.
Los sentidos de Shady se alborotaron al inesperado contacto de sus labios contra los de ella. Jamás había conocido algo parecido al poder y hambre de su beso.
El débil aroma a sándalo se aferraba a su carne, y él sabía a cerveza y a una salvaje e indomable masculinidad.
Bárbaro.
Era la única palabra para describirlo.
Sus brazos se flexionaron alrededor de ella mientras saqueaba su boca con maestría.
No sólo era letal para los que estuvieran contra de él en una guerra. Era letal para los sentidos de una mujer. El corazón de Shady martilleó mientras su cuerpo entero ardía, deseando una frenética prueba de su fuerza dentro de ella.
Lo besó desesperadamente.
Él tomó su rostro entre las manos mientras le mordisqueaba los labios con sus dientes. De repente, profundizó el beso mientras pasaba las manos por su espalda, acercándola más a esas largas y masculinas caderas para que pudiera sentir cuán duro y preparado estaba para ella.
Ella lo sintió completamente por todo su ser. Cada hormona en su cuerpo chisporroteó.
Lo deseaba con una ferocidad que la aterraba. Ni una sola vez en su vida había sentido un deseo tan caliente y doloroso, y menos aún por un extraño.
Debería estar apartándolo a empujones.
En lugar de eso, Shady envolvió sus brazos alrededor de los hombros anchos y duros como piedra y lo sostuvo con fuerza. Era todo lo que podía hacer para no bajar la mano, desabrochar esos pantalones, y guiarlo directamente a esa parte suya que latía con una exigente necesidad.
Una parte de ella ni siquiera le importaba que estuvieran en la calle. Lo quería allí mismo. Ahora mismo. Sin importar quién o qué los veía. Era una parte ajena a ella, que la asustaba.
Gabriel luchó contra la urgencia dentro de él que le exigía que la acorralara contra la pared de ladrillos que tenían a un lado y la hiciera enroscar esas largas y bien formadas piernas alrededor de su cintura. Empujar su pecaminosamente corta falda por encima de sus caderas y enterrarse profundamente dentro de su cuerpo hasta que ella gritara su nombre con una dulce liberación.
Santos Dios, cómo sufría por poseerla.
Si tan sólo pudiera…
De mala gana, se apartó de su abrazo. Pasó su pulgar por los hinchados labios de Shady y se preguntó cómo la sentiría retorciéndose debajo suyo.
Peor aún, sabía que podía tenerla. Había saboreado su deseo por completo. Pero una vez que hubiese terminado con ella, Shady Vengeance lo odiaría.
Ella era hija de uno de los miembros del gobierno. El mismo gobierno que creo un monstruo, que lo creo a él. Entonces se preguntaba, ¿para qué demonios la había salvado? Si Kat estuviera aquí, hace ya mucho hubiera acabado con su trasero. Pero… tal vez la salvó porque si los revolucionarios hubiesen ocasionado su muerte, no se hubieran conformado con tan solo verla ensangrentada, sino que todo el bar ardería en llamas ahora. Y él había sido creado para defender a la humanidad –en cierta forma- y no para permitir hechos terroristas contra la nación.
Pero te has escapado…
Sí era cierto. Se había rebelado contra sus creadores, pero aun así tenía ese “instinto” que le demandaba luchar. Y una pelea no haría mal a nadie… a los idiotas que les pateo el trasero sí, eso está bien.
—Adiós, mi dulzura.
—Espera, ¿cuál es tú nombre?
Él lo pensó un momento.
—Llámame Twilight —susurró él, tocándola ligeramente en la mejilla antes de darse vuelta.
Shady no podía moverse mientras el Equinox se alejaba de ella.
Para el momento en que había desaparecido en la noche, ella se envolvía con los brazos para desterrar el cortante frío.
Con los dientes rechinando, emprendió rumbo hacia el bar. Pero se detuvo. No podía.
Debía regresar con él. Le había salvado la vida y se había herido en el intento.
Como le permitían sus tacones corrió hacia la dirección que Twilight tomó. No debería estar demasiado lejos, con una pierna herida y con un hombro, cualquier humano no hubiese avanzado mucho.
Aunque el no era un humano, se recordó.
Lo encontró una cuadra más allá, avanzando lentamente y sosteniéndose el hombro, cojeando. Debía estar sintiendo dolor, mucho y por culpa de ella. Si no hubiese salido de casa para aparentar ser una chica mala, para rebelarse contra su dictador padre...
Como si la hubiera reconocido a una distancia mayor, Twilight se detuvo y dejo que ella llegará hasta donde el estaba.
—No puedo dejarte solo —susurro ella a sus espaldas.
Él asintió, pero aun así parecía dudarlo.
— ¿Ayudarme... quieres ayudarme? —Aun sin darse vuelta pregunto.
—Tú lo hiciste conmigo.
Y ella tenía razón. Pero aun así Gabriel no podía comprender como ella quería ayudarlo después de que era un Equinox... esto lo dejaba vulnerable. Totalmente.
Sin decir nada más el comenzó a caminar de nuevo, y ella lo siguió hasta un callejón a unos metros. Ahí había un auto, un extraño auto.
— ¿Qué tiene bajo tú auto? —Pregunto Shady.
Gabriel la miró sonriendo.
—Son llantas, o ruedas.
Sorprendida lo miro, y luego se acerco a su Impala de 1967. Arrodillándose junto él comenzó a pasar delicadamente su mano derecha sobre estás.
—Nunca... yo nunca he visto algo así.
Un momento después, añadió:
—Y ahora, ¿tendré que conducir esto?
El se encogió de hombros, y recordandole con un fuerte dolor que tenía una bala en uno de ellos.
—No puedo hacerlo yo. Si me ayudarás bien, sino vete.
"Por donde el crepúsculo pasa"</div></center>
{Año 2786 | Actualidad}
Night club "HELL"
Kate&Gabriel
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Night club "HELL"
Kate&Gabriel
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Kate miraba por sobre las cabezas de los demás asistentes del bar a su hermano menor, Gabriel, filtrear con la camarera de turno de la cantina humana en la que estaban metidos. El objetivo de Gabriel vestía unos pantalones de cuero que se le adherían a la piel de sus largas piernas y un insinuante top de latex color plateado que le cubría el pecho. Bien al estilo de su hermano. Está le guiño el ojo mientras le entregaba un disco del porte de un domino y Gabriel, devolviéndole el gesto le sonrió subjetivamente.
La música sonaba fuerte en el atestado bar, y la banda sobre el escenario se hacía llamar T. Hearts.
Se encontraban en busca de información acerca de un asesinato en Boston, la ciudad a la que ella nunca pensó en volver. Donde sus pesadillas recurrentes ocurrían, donde su vida se había arruinado… La noticia había llegado a oídos de Kat, cuando estaba en Lawrence, Kansas y de algún modo ella agradecía haber salido de allí… demasiada actividad rara en ese lugar, para haber sido uno de los más pacíficos siglos antes, vaya dilema. Y la cosa iba en que cada mes dentro de un parámetro ocurría un asesinato, esté era el tercero, y el malhechor era apodado como “asesino sigiloso”, y la búsqueda humana aún estaba en pie. Gabriel se había enfadado algo cuando ella había decidido sola ir a investigar, dándole argumentos de intuición natural. Quizás era algo relacionado con ellos, tal vez no… Pero Kate era reconocida por nunca quedarse con la duda.
Bebió otro sorbo de su cerveza, cruzando sus piernas. Cuando un tipo barbudo le silbo. Kat lo fulmino con la mirada y volvió su vista a su hermano, que con una sonrisa sardónica caminaba hacia ella, sin antes echarle un –para nada disimulado- vistazo al trasero de una chica.
Kat rodo los ojos.
¿Qué Gabriel no maduraría nunca?
—Hablé con la camarera —dijo él al estar frente a ella.
Corrió la silla he hizo que su hermano se sentara a su lado.
— ¿Conseguiste algo además de su número?
—Kat, soy un profesional —le gruño aparentemente ofendido—. Me ofende que pienses eso —ella arqueo su delgada ceja derecha—. Está bien… —añadió con una sonrisa mostrándole el disco tamaño domino.
Kat sonrió cínicamente para sí. Y usando un tono serio, pregunto:
— ¿Te importaría pensar un poco con tu cerebro de arriba, Twilight?
—No hay nada que descubrir —le respondió él frunciendo ligeramente el ceño—. Meredith trabajaba aquí. Era camarera. Todos aquí eran sus amigos. Todos dicen que ella era normal. No hizo o dijo nada extraño antes de morir. Así que… —y con un encogimiento de hombros añadió—: No le veo el punto a seguir aquí.
Kate sabía perfectamente como a su hermano le molestaba tener que regresar a Boston. Ambos lo odiaban como a nada, pero algo le decía que si quería hallar la paz que tanto tiempo había ansiado debía resolver sus problemas y pesadillas de raíz.
—Iremos a su apartamento por la mañana —sentenció bebiendo otro sorbo de su cerveza.
— ¿Qué?... No, no, no. Quede con Missy para mañana.
— ¿La policía?
—Una encantadora y desenfadada oficial.
— ¿Sí? ¿Y qué fue lo que descubriste? —Pregunto Kat refiriéndose al caso, pero para su hermano Gabriel el caso valía oro –ósea nada.
—Es sagitario —y disfrutando el recuerdo de Missy continuó—: Adora el tequila. Es decir… tiene ese pequeño tatuaje que…
— ¡Gabriel! —le reprocho ella—. No tengo ni el más mínimo interés en saber de tus relaciones de cama.
— ¿Qué?... Ah, sí. Pues nada que no sepamos ya. A excepción de una cosa que guardan fuera del expediente. El corazón de Meredith ha desaparecido.
Kate asintió con la cabeza y dejo la botella de cerveza vacía sobre la mesa, para ponerse de pie. Se acomodó la chaqueta y miro por el rabillo del ojo a Gabriel que aún no se ponía de pie.
— ¿Su corazón? —Pregunto suspicaz.
—Sí, su corazón.
— ¿Qué crees que le haya hecho eso?
—Ni la menor idea. Pero sea lo que sea lo descubriremos.
Con un suspiro ella revolvió su cabello azabache que le caía desordenado en ondas hasta la cintura y brillaba a la tenue luz de la oscura taberna.
—Vamos —dijo ella, pero él negó.
—Quiero estar un rato más… —y al ver la mirada de reproche de Kat, añadió rápidamente—: Llegaré temprano al motel, lo juro.
Kate volvió a asentir.
—Está bien. No demores demasiado.
Gabriel miro como su hermana mayor se perdía entre el tumulto de gente moviendo ligeramente sus exuberantes y atractivas caderas. Si fuera un hermano normal debería estar preocupado en que alguien le pudiese hacer daño rumbo al motel a estas horas y más si se iría a pie. Pero más que nada él sabía que en aquel caso, cualquier que quisiese hacerle daño saldría lastimado… muy lastimado…
Sonrió al recordar a la insinuante camarera que lo había atendido. Una más agregada a la diversión de la noche.
Aunque desde un principio se había negado rotundamente a venir a Boston, ahora le resultaba de lo más “enriquecedor”, vaya que sí. Porque, como iban las cosas, el caso del que Kat se estaba obsesionando no tenía nada que ver con ellos ni con sus pasados, ya las noches le beneficiaban bastante bien.
De pronto todo el bar comenzó a colocarse mucho más interesante.
Un grupo de hombres entro al bar, de cabellos rubios y apuestos que al caminar les sonreían seductoramente a las mujeres. Gabriel dedujo en un instante que esos tipos no solo venían a divertirse de la manera en que él lo haría. No esos tipos eran revolucionarios terroristas que venían con un objetivo en especial.
— ¡Epa! —Dijo Brenda con los ojos abiertos, mientras miraba hacia la entrada—. ¡Creo que encontré a nuestras Galletitas! Y, damas, hay tres de ellos.
Riendo ante su tono maravillado, Shady Vengeance giró para ver a tres hombres increíblemente sexy entrando al atestado club. Todos pasaban el metro ochenta y cinco en altura, piel y cabello dorados, y absolutamente magníficos. Uno de ellos miro hacia el escenario donde estaba tocando su banda local favorita, T. Hearts.
Balanceándose al ritmo de la música mientras bebía sorbos de su té helado, Shady lo estudió durante un minuto. Su risa murió instantáneamente, mientras sentía un horrible y fuerte estremecimiento recorriéndola. Era una sensación con la que estaba demasiado familiarizada. Y que sembraba el terror en su corazón. Vestidos con costosos suéteres, jeans y chaquetas de esquiar, los tres hombres recorrieron con la mirada a los ocupantes del bar, como los mortales depredadores que eran. Shady tembló. Las personas del bar no tenían idea de en cuánto peligro estaban.
Ninguno de ellos.
Oh, dios santo…
—Hey, Shady —dijo Brenda—. Ve y preséntamelos a mí.
Shady negó con la cabeza mientras hacía contacto visual con su mejor amiga Amanda para advertirla. Ella intentó conducir a Brenda lejos de los hombres y de sus miradas oscuras.
—No son nada bueno, Bren. Realmente nada bueno.
Algo en sus entrañas le decía que los hombres que caminaban en medio de la gente, registrando a las mujeres con sonrisas seductoras, no querían nada más que disimular algo que no eran.
Entonces, todas sus dudas se vieron resueltas cuando vio una pañoleta color verde lima en la muñeca de uno de ellos. Eran revolucionarios, un grupo de gente de la rama de anarquistas que prolongaban todos los medios para cometer atentados terroristas contra el gobierno. Mala hora en que su padre pertenecía al gobierno, en que su familia entera pertenecía al gobierno. Estaban aquí en busca de víctimas. En busca de otro atentando posiblemente… Los revolucionarios nunca salían a ningún lado que quisiesen dañar sin su pañoleta verde lima.
Shady se tragó su pánico. Tenía que encontrar un modo de salir de ahí antes de que se acercaran demasiado y descubrieran quién era ella en realidad. Tomó el pequeño revólver último modelo de su cartera. Una pequeña pero poderosa arma de acero puro, como en los viejos tiempos. Y buscó una salida de escape.
—Por el fondo —dijo Amanda, empujándola hacia la parte trasera del club.
— ¿Qué está sucediendo? —preguntó Brenda.
De pronto, el más alto de los revolucionarios se detuvo en seco. Giró para mirarlas de frente. Sus acerados ojos se estrecharon con un intenso interés al ver a Shady, y ella pudo sentirlo intentando penetrar en su mente, al mirarla.
Tomó del brazo a sus amigos e inclinó la cabeza hacia ellas.
Diablos. Esto apestaba.
Literalmente.
Con la gente del bar, ella no podía abrir fuego, y tampoco podía hacerlo Amanda. Las granadas de mano estaban en el automóvil y Shady había optado por dejar las dagas debajo del asiento.
—Este sería un buen momento para decirme que traes tus sais* contigo, Amanda.
—Nada. ¿Tú tienes tus kamas*?
—Sí —respondió sarcásticamente, pensando en sus armas, que parecían pequeñas guadañas—. Las escondí dentro de mi sostén antes de salir de casa.
Shady sintió que Amanda metía algo frío en su mano. Al mirar hacia abajo, vio el abanico uchiwa de lucha cerrado. Hecho de acero, el abanico estaba afilado en uno de los lados, por lo que era tan peligroso como un cuchillo Ginsu*. Doblado, y con sólo veintisiete centímetros de largo, se veía como un inofensivo abanico de mano japonés, pero en manos de Amanda o Shady era letal. Shady afirmó su agarre al abanico mientras su mejor amiga la llevaba hacia el escenario, donde había una salida para incendios. Se dejó llevar por la multitud hacia la salida, lejos de los revolucionarios, y lejos de Brenda antes de que se pusiera en peligro estando cerca suyo cuando atacaran. Maldijo la altura de ambas al darse cuenta de que no había modo de esconderse. No había manera de evitar que los revolucionarios las viesen incluso entre esa gran cantidad de gente, cuando Amanda y ella sobresalían tanto entre los demás. Amanda se detuvo en seco cuando otro hombre alto y rubio obstruyó su única vía de escape. Dos segundos más tarde, se desató el infierno en su lado del club, cuando se percataron de que había más de tres revolucionarios en el bar. Había al menos una docena de ellos. Amanda empujó a Shady hacia la salida, luego pateó al revolucionario hacia atrás, contra un grupo de personas que gritaron y chillaron ante la perturbación.
Shady abrió su abanico mientras otro revolucionario iba hacia ella con un cuchillo de caza. Ella atrapó la hoja entre las tablillas y lo arrancó de sus manos, luego usó el cuchillo para apuñalar al revolucionario en el pecho. Se desintegró en el suelo instantáneamente.
—Pagarás por eso, perra —gruñó uno de los revolucionarios mientras acometía contra ella.
Varios hombres que estaban en la barra se movieron para ayudarla, pero los revolucionarios se ocuparon rápidamente de ellos mientras otros clientes se encaminaban hacia la salida. Cuatro de ellos rodearon a Amanda. Shady intentó acercarse a ella para ayudarla a quitárselos de encima, pero no pudo. Uno de los revolucionarios atrapó a su mejor amiga con un violento soplido que envió a Amanda volando hasta una pared cercana. Amanda la golpeó con un ruido sordo, luego aterrizó en el suelo hecha un montón. Shady quería ayudarla, pero el mejor modo de hacerlo era llevando a los revolucionarios fuera del bar y lejos de su amiga. Se dio vuelta para salir corriendo, sólo para encontrarse con dos de ellos más parados directamente detrás de ella. La colisión de sus cuerpos la distrajo lo suficiente para que uno de los hombres le pudiera quitar el cuchillo y el abanico de sus manos de un tirón. Puso sus brazos alrededor de Shady para evitar que se cayera. Alto, rubio y apuesto, el sujeto poseía una extraña aura sexual que atraía a cualquier mujer hacia él. Era esa esencia la que les permitía apresar eficazmente a sus víctimas.
— ¿Ibas a algún sitio, princesa? —le preguntó, tomando las muñecas de ella con sus manos y bloqueando la posibilidad de luchar por su arma.
Shady intentó hablar, pero sus oscuros y profundos ojos la tenían completamente cautivada.
Los otros se le unieron.
Aun así, el que estaba frente a ella mantuvo las manos en sus muñecas, su hipnótica mirada en la de ella.
—Bueno, bueno —dijo el más alto, mientras arrastraba un frío dedo por su mejilla—. Cuando vine a divertirme esta noche, lo último que esperaba era encontrar a nuestra querida Vengeance.
Ella alejó la cabeza de su toque.
—Matarme no va a liberarlos, ni causara impacto —le dijo—. Es sólo un mito.
El que la estaba sosteniendo la dio vuelta para que enfrentara a su líder.
El líder revolucionario rió.
— ¿No lo somos todos? Pregúntale a cualquier hombre o mujer, en este bar si los revolucionarios existen y, ¿qué dirán? —él pasó su lengua por sus largos dientes mientras la observaba malvadamente—. Ahora, ven afuera y muere sola, o haremos un banquete con tus amigos.
Deslizó su mirada de depredador hacia Brenda, quien estaba bastante lejos y tan cautivada por un sujeto apuesto que ni siquiera estaba al tanto de la pelea que había tomado lugar en el lado de Shady dentro del atestado bar.
El hecho de que los demás, no creyeran en los revolucionarios, ni en los anarquistas era sencilla. El gobierno -incluido su padre-, se habían asegurado de que los atentados no salieran en televisores ni en cualquier otro medio. Y los representantes de la presidenta tenían ordenes estrictas de desmentir cualquier tema relacionados con los anarquistas. Ellos no existían, ellos no eran nada más que un producto de siglos arcaicos anteriores, como en el 2012. Por que... ¿Qué ser humano, en su sano juicio querría cambiar el correcto gobierno de hoy en día?...
—Bueno —continuó, siniestramente el revolucionario—, un pequeño bocado nunca lastimó a nadie.
Tomó su brazo al mismo tiempo que el revolucionario que la sostenía la dejaba ir.
Renuente a ir tranquila hacia su exterminio, Shady regresó a su estricto e intensivo entrenamiento. Regresó a los brazos del tipo que estaba detrás de ella y le clavó su tacón en el empeine. Él maldijo. Ella enterró su puño en el estómago revolucionario parado delante de él y luego se movió rápidamente entre los otros dos y se encaminó hacia la puerta.
Con una velocidad inhumana, el hombre más alto la bloqueó a mitad de camino. Una cruel sonrisa curvó sus labios mientras la empujaba salvajemente para detenerla.
Ella lo pateó, pero él impidió que lo lastimara.
—No lo hagas.
Su profunda voz era hipnótica y estaba llena de promesas de daño letal si ella lo desobedecía.
Varias personas en el bar se dieron vuelta para observarlos, pero con una sola mirada violenta de él todos desviaron la vista.
Nadie la ayudaría.
Nadie se atrevía.
Pero aún no había terminado… Shady jamás se rendiría ante ellos.
Gabriel miro como la lucha entre aquella mujer y los tipos continuaba. Era graciosa la forma en que ella lograba luchar y prolongar la pelea tanto tiempo como fuera posible. Una resistencia que en estos días no se veía tan a menudo. Y el no pudo apartar los ojos de ella, hasta que se dio cuenta de que su fuerza interior se estaba agotando. Fue entonces cuando bebió un gran sorbo de su cerveza barata y se puso de pie dispuesto a acabar con esos malditos revolucionarios.
Antes de que uno de los sujetos pudiera atacar nuevamente, Gabriel carraspeo tras su espalda.
Como si hubiera detectado algo incluso más peligroso que él mismo, el revolucionario giró su cabeza hacia él.
Sus ojos se ensancharon con terror.
Shady se dio vuelta para observar qué lo había paralizado y entonces ella tampoco pudo apartar la mirada.
Él recién llegado vestía sólo una larga y delgada chaqueta de cuero negro que seguramente se ondulaba con el viento de afuera. Tenía un sólido suéter negro, botas de motociclista, y un par de ajustados pantalones de cuero negros que se ceñían a un cuerpo delgado y fuerte que atraía con promesas sexuales y salvajes.
Poseía el contoneo confiado y mortal del hombre que sabe que no tiene igual. De un hombre que desafiaba al mundo a hacer el intento y enfrentarlo.
Era el paso de un depredador.
E hizo que la sangre de Shady se helara.
Su cabello azabache despeinado, estaba apartado de un rostro perfectamente esculpido que hacía que su corazón se acelerara. Sus ojos negros eran fríos. Acerados. Su cara era resuelta e impasible. Ni bonito, ni femenino.
Atrayente como un faro, e inconsciente de la multitud del bar, el recién llegado desvió su oscura y mortal mirada de un revolucionario al siguiente, hasta que se detuvo en el que estaba al lado de ella. Una sonrisa lenta y diabólica se extendió por su apuesto rostro.
Se encaminó directamente hacia ellos.
Uno de ellos maldijo, y luego la colocó delante de él.
Shady luchó contra su agarre, hasta que él extrajo una pistola de su bolsillo y la sostuvo contra su sien.
Gritos y exclamaciones estallaron en el bar mientras la gente corría a refugiarse.
Los otros revolucionarios se movieron hasta pararse a su lado en lo que parecía ser una formación de batalla.
El recién llegado rió bajo y siniestramente mientras los evaluaba. La luz de sus ojos azabache permitía ver a Shady cuánto ansiaba él la pelea.
Su mirada, en realidad, los aguijoneaba.
—Mal modo de tomar un rehén —dijo en una voz profunda y suavemente acentuada que retumbaba como un trueno—. Especialmente cuando saben que, de cualquier manera, voy a patearles el trasero.
—Fuera de mi camino —dijo el sujeto que la tenía agarrada—, o la mataré.
Nervioso, como no lo había percibido ella. El revolucionario tembló ligeramente. Tal vez, está era la primera vez que alguien se les enfrentarán con tanto valor.
Aparentemente divertido por la amenaza, el recién llegado negó con la cabeza, como un padre regañando a un niño enojado.
—Sabes, deberías haberte quedado en tu refugio un día más —. Él hizo una pausa para suspirar irritado—. ¿Tienes alguna idea de cuánto me enfurece tener que venir aquí, con el frío que hace, a asesinarte, cuando podría estar calentito en casa, mirando las viejas repeticiones de Sarah Michelle Gellar golpeando traseros y vistiendo un top con la espalda descubierta?
Los brazos del revolucionario temblaron al apretar más fuertemente a Shady.
— ¡Atrápenlo!
Los revolucionarios atacaron a la vez. El recién llegado agarró al primero por la garganta. En un movimiento fluido, levantó a uno de ellos y lo golpeó contra la pared, donde lo sostuvo en un apretado puño.
El sujeto lanzó un quejido.
— ¿Qué eres, un bebé? —preguntó el recién llegado—. Dios, si vas a matar humanos, lo mínimo que podrías hacer es aprender a morir con un poco de dignidad.
Un segundo revolucionario saltó hacia su espalda. Mientras el giraba la parte inferior de su cuerpo, un largo cuchillo de mal aspecto salió del talón de su bota. Él clavó la hoja en el centro del pecho del hombre, que instantáneamente calló al suelo.
El revolucionario que el recién llegado sostenía dejó ver sus largos dientes mientras intentaba morderlo y patearlo. El lo tiró a los brazos del tercer revolucionario. Ellos tropezaron hacia atrás y cayeron hechos un montón en el piso.
El sacudió la cabeza al mirar a los dos que se golpeaban entre sí, intentando ponerse de pie.
Otros más lo atacaron, y los atravesó con una facilidad tan terrorífica como mórbidamente hermosa.
—Vamos, ¿dónde aprendieron a pelear? —Preguntó mientras mataba a otros dos—. ¿En la Escuela de Buenos Modales para Señoritas? —Se mofó desdeñosamente de los revolucionarios—. Mi hermanita mayor podía golpear más fuerte que ustedes cuando tenía tres años. Diablos, si van a convertirse en revolucionarios, lo menos que pueden hacer es tomar un par de lecciones de lucha para hacer más interesante su detención. —Suspiró fatigosamente y miró hacia el techo—. ¿Dónde están los verdaderos guerreros cuando uno los necesita?
Mientras el recién estaba distraído, el hombre que sostenía a Shady apartó el arma de su sien, le dio uno bajo a rodilla, y otro en el hombro. El giró muy lentamente hacia ellos. Con la furia descendiendo sobre su rostro, miró al sujeto que le había disparado.
— ¿No tienes honor? ¿No tienes decencia? ¿Ni siquiera un maldito cerebro? No me matas con balas. Sólo me enfureces. —Miró hacia abajo, a la sangrante herida en su costado, y luego corrió a un costado su chaqueta, por lo que la luz brillaba a través de los agujeros en el cuero. Maldijo de nuevo—. Y acabas de arruinar mi maldita chaqueta favorita. —Él le gruñó al revolucionario—. Por eso, vas a morir.
Antes de que Shady pudiera moverse, el recién llegado estiró su mano hacia ellos. Una cuerda negra y fina salió expulsada y se envolvió sola alrededor de la muñeca del hombre. Más rápido de lo que ella podía parpadear, el cerró la distancia entre ellos, tiró de la muñeca del revolucionario y retorció su antebrazo.
Ella se apartó a tropezones de él y se apretó contra la destrozada máquina de música, fuera de su camino.
Con una mano aún en el brazo del revolucionario, el recién llegado lo agarró de la garganta y lo elevó del piso. Con un elegante arco, lanzó al revolucionario sobre una mesa. Los vidrios se quebraron bajo el peso de la espalda del sujeto. El revólver golpeó el suelo de madera con un frío y metálico ruido sordo.
— ¿Tu madre nunca te hablo sobre los Equinox’s? El mal y el bien. Lo negro y lo blanco —preguntó el recién llegado—. Pues bien, deberías haber hecho caso a los mitos, revolucionario. Porque yo soy un punto gris —Observó al sujeto, que luchaba desesperadamente para soltarse—. Ahora, pagarás por todas las almas humanas que has destruido.
El Equinox sacó una navaja de adentro de su bota, la giró para abrirla, y la hundió en el pecho del revolucionario.
Este se descompuso al instante, dejando nada detrás.
Los dos últimos corrieron hacia la puerta. Salieron de ahí tropezando escapando del Equinox.
Con una calma increíblemente deliberada, el Equinox se encaminó hacia la salida mirando disimuladamente hacia los lados. Se detuvo sólo lo suficiente como para recuperar sus cuchillos del suelo. Y entonces se fue tan rápida y silenciosamente como había llegado.
Shady luchó por respirar mientras la gente en el bar salía de sus escondites y se ponía furiosa. Gracias a Dios, hasta Amanda se levantó y fue a tropezones hacia ella.
Sus amigas se le acercaron corriendo.
— ¿Estás bien?
— ¿Vieron lo que él hizo?
— ¡Pensé que estabas muerta!
— ¡Gracias a dios, aún estás viva!
— ¿Qué querían contigo?
— ¿Quiénes eran esos tipos?
— ¿Qué les sucedió?
Ella apenas escuchaba las voces que golpeaban sus oídos con tanta rapidez, y tan mezcladas que no podía definir quién preguntaba qué. La mente de Shady aún estaba con el Equinox que había venido en su rescate. ¿Por qué se había molestado en salvarla?
Tenía que saber más de él…
Antes de cambiar de parecer, Shady corrió tras él, buscando a un hombre que no debería ser real.
Afuera, estruendosas sirenas llenaban el aire y se volvían cada vez más fuertes. Alguien en el bar debía haber llamado a la policía.
El Equinox iba a mitad de cuadra cuando ella lo alcanzó y lo obligó a detenerse.
Con el rostro impasible, la observó con esos profundos y oscuros ojos. Ojos tan negros que Shady no podía detectar las pupilas. El viento revolvió su cabello alrededor de sus rasgos cincelados y el vapor de su aliento se mezcló con el de ella.
Estaba helando, pero su presencia la animaba tanto que ni siquiera lo sentía.
— ¿Qué vas a hacer respecto a la policía? —le preguntó—. Estarán buscándote.
Una amarga sonrisa estiró las esquinas de sus labios.
—Soy un fugitivo, buscarme es lo único que hacen por mí.
Sus palabras la sorprendieron. ¿Eso sucedía con todos los Equinox?
Un momento… Oh, mi Dios. Él era un Equinox, un verdadero Equinox. Es decir, las leyendas de ellos eran ciertas… Era un Equinox –un soldado creado con la intención de ganar guerras. Ella era un de las pocas personas que sabía acerca de la realidad, que no eran robot, ni maquinas, sino verdaderos seres humanos, solo que el último punto lo había atribuido a las leyendas urbanas. Pero el hombre parado frente a ella no era un invento de su imaginación. Era real, y se veía tan devastador como en las historias que había escuchado.
—En ese caso, gracias por salvar mi vida.
Gabriel vaciló. Era la primera vez que alguien le agradecía por ser un Equinox.
Observó fijamente la abundancia de unos rizos oscuros—rojizos que caían sin orden en forma de cascada alrededor de su rostro ovalado. Llevaba su largo pelo trenzado en la espalda. Y sus ojos castaño verdosos estaban llenos de una brillante vitalidad y calidez. Aunque no era una gran belleza, sus rasgos tenían un tranquilo encanto que era atractivo, tentador. Contra su voluntad, él alargó la mano hasta tocar su mandíbula, justo debajo de la oreja. Más suave que el terciopelo, su delicada piel calentó los fríos dedos. No recordaba haber sostenido algo tan suave y delicado en toda su vida.
Antes de poder detenerse a sí mismo, se inclinó y capturó esos labios separados con los propios. Gabriel gruñó ante su sabor y su cuerpo despertó a la vida. Jamás había probado algo más dulce que la dulzura de su boca. Nunca había olido algo más embriagador que su carne limpia y con aroma a rosas.
La lengua de Shady danzó con la suya mientras sus manos se aferraban a los hombros de él, apretándolo más contra ella. Él se tensó y endureció al pensar qué tan suave sería su cuerpo en otros sitios.
Y en ese momento, él la deseó con una urgencia que lo asombró. Era una necesidad desesperada que no había sentido en un largo, largo tiempo.
Los sentidos de Shady se alborotaron al inesperado contacto de sus labios contra los de ella. Jamás había conocido algo parecido al poder y hambre de su beso.
El débil aroma a sándalo se aferraba a su carne, y él sabía a cerveza y a una salvaje e indomable masculinidad.
Bárbaro.
Era la única palabra para describirlo.
Sus brazos se flexionaron alrededor de ella mientras saqueaba su boca con maestría.
No sólo era letal para los que estuvieran contra de él en una guerra. Era letal para los sentidos de una mujer. El corazón de Shady martilleó mientras su cuerpo entero ardía, deseando una frenética prueba de su fuerza dentro de ella.
Lo besó desesperadamente.
Él tomó su rostro entre las manos mientras le mordisqueaba los labios con sus dientes. De repente, profundizó el beso mientras pasaba las manos por su espalda, acercándola más a esas largas y masculinas caderas para que pudiera sentir cuán duro y preparado estaba para ella.
Ella lo sintió completamente por todo su ser. Cada hormona en su cuerpo chisporroteó.
Lo deseaba con una ferocidad que la aterraba. Ni una sola vez en su vida había sentido un deseo tan caliente y doloroso, y menos aún por un extraño.
Debería estar apartándolo a empujones.
En lugar de eso, Shady envolvió sus brazos alrededor de los hombros anchos y duros como piedra y lo sostuvo con fuerza. Era todo lo que podía hacer para no bajar la mano, desabrochar esos pantalones, y guiarlo directamente a esa parte suya que latía con una exigente necesidad.
Una parte de ella ni siquiera le importaba que estuvieran en la calle. Lo quería allí mismo. Ahora mismo. Sin importar quién o qué los veía. Era una parte ajena a ella, que la asustaba.
Gabriel luchó contra la urgencia dentro de él que le exigía que la acorralara contra la pared de ladrillos que tenían a un lado y la hiciera enroscar esas largas y bien formadas piernas alrededor de su cintura. Empujar su pecaminosamente corta falda por encima de sus caderas y enterrarse profundamente dentro de su cuerpo hasta que ella gritara su nombre con una dulce liberación.
Santos Dios, cómo sufría por poseerla.
Si tan sólo pudiera…
De mala gana, se apartó de su abrazo. Pasó su pulgar por los hinchados labios de Shady y se preguntó cómo la sentiría retorciéndose debajo suyo.
Peor aún, sabía que podía tenerla. Había saboreado su deseo por completo. Pero una vez que hubiese terminado con ella, Shady Vengeance lo odiaría.
Ella era hija de uno de los miembros del gobierno. El mismo gobierno que creo un monstruo, que lo creo a él. Entonces se preguntaba, ¿para qué demonios la había salvado? Si Kat estuviera aquí, hace ya mucho hubiera acabado con su trasero. Pero… tal vez la salvó porque si los revolucionarios hubiesen ocasionado su muerte, no se hubieran conformado con tan solo verla ensangrentada, sino que todo el bar ardería en llamas ahora. Y él había sido creado para defender a la humanidad –en cierta forma- y no para permitir hechos terroristas contra la nación.
Pero te has escapado…
Sí era cierto. Se había rebelado contra sus creadores, pero aun así tenía ese “instinto” que le demandaba luchar. Y una pelea no haría mal a nadie… a los idiotas que les pateo el trasero sí, eso está bien.
—Adiós, mi dulzura.
—Espera, ¿cuál es tú nombre?
Él lo pensó un momento.
—Llámame Twilight —susurró él, tocándola ligeramente en la mejilla antes de darse vuelta.
Shady no podía moverse mientras el Equinox se alejaba de ella.
Para el momento en que había desaparecido en la noche, ella se envolvía con los brazos para desterrar el cortante frío.
Con los dientes rechinando, emprendió rumbo hacia el bar. Pero se detuvo. No podía.
Debía regresar con él. Le había salvado la vida y se había herido en el intento.
Como le permitían sus tacones corrió hacia la dirección que Twilight tomó. No debería estar demasiado lejos, con una pierna herida y con un hombro, cualquier humano no hubiese avanzado mucho.
Aunque el no era un humano, se recordó.
Lo encontró una cuadra más allá, avanzando lentamente y sosteniéndose el hombro, cojeando. Debía estar sintiendo dolor, mucho y por culpa de ella. Si no hubiese salido de casa para aparentar ser una chica mala, para rebelarse contra su dictador padre...
Como si la hubiera reconocido a una distancia mayor, Twilight se detuvo y dejo que ella llegará hasta donde el estaba.
—No puedo dejarte solo —susurro ella a sus espaldas.
Él asintió, pero aun así parecía dudarlo.
— ¿Ayudarme... quieres ayudarme? —Aun sin darse vuelta pregunto.
—Tú lo hiciste conmigo.
Y ella tenía razón. Pero aun así Gabriel no podía comprender como ella quería ayudarlo después de que era un Equinox... esto lo dejaba vulnerable. Totalmente.
Sin decir nada más el comenzó a caminar de nuevo, y ella lo siguió hasta un callejón a unos metros. Ahí había un auto, un extraño auto.
— ¿Qué tiene bajo tú auto? —Pregunto Shady.
Gabriel la miró sonriendo.
—Son llantas, o ruedas.
Sorprendida lo miro, y luego se acerco a su Impala de 1967. Arrodillándose junto él comenzó a pasar delicadamente su mano derecha sobre estás.
—Nunca... yo nunca he visto algo así.
Un momento después, añadió:
—Y ahora, ¿tendré que conducir esto?
El se encogió de hombros, y recordandole con un fuerte dolor que tenía una bala en uno de ellos.
—No puedo hacerlo yo. Si me ayudarás bien, sino vete.
Última edición por Potta. el Jue 26 Jul 2012, 7:43 pm, editado 1 vez
Potta.
Re: Equinox {Novela colectiva} [Cancelada]
Madre mía :O. ¡Ha estado impresionante! todo, absolutamente todo. Además desarrollaste re bien la trama y quedó interesantísima.
¡Gosh! Gabriel es un bombón <3. Adoro que sea sarcástico, adoro que no le tema a la situación, adoro su sonrisa... no sé, creo que adoro a Jensen Ackles de una manera inhumana.
Shady me encantó, su fuerza y destreza asdfghjklñ.
Y amo el papel de Kate. Es como Gabriel pero en versión femenina, o algo así XD.
¡Gosh! Gabriel es un bombón <3. Adoro que sea sarcástico, adoro que no le tema a la situación, adoro su sonrisa... no sé, creo que adoro a Jensen Ackles de una manera inhumana.
Shady me encantó, su fuerza y destreza asdfghjklñ.
Y amo el papel de Kate. Es como Gabriel pero en versión femenina, o algo así XD.
Lυli. {Larry's bed}
Re: Equinox {Novela colectiva} [Cancelada]
SIGUIENTE TURNO: LULI
{Ahora me voy a leer el cap de Potta, ya ya :D}
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