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Más Caliente que el Fuego-NickJ&Tu(Adaptación) TERMINADA
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Más Caliente que el Fuego-NickJ&Tu(Adaptación) TERMINADA
Capitulo 6 (Parte 1)
Ella era tan jodidamente hermosa.
Nicholas sabía que Nicole, Sam y Mike pensaban que estaba siendo heroico o algo, al no abandonar su lado, pero no era eso. Ni cizallas ni una grúa podrían haberle movido.
Todo lo que quería hacer era mirarla y alegrarse de que no estuviera muerta.
Otro minuto, joder, probablemente otro segundo y habría sido carne muerta. Nicholas había visto tantos cadáveres. Se podría pensar que se había acostumbrado, pero no.
Y el cuerpo de una mujer muerta... tío. Eso le jodía la cabeza.
Y una ____(tn) muerta. No sabía si podría haberse recuperado de eso.
¡Un segundo más tarde y ¡poof! No estaría aquí sentado, sosteniéndole la esbelta mano. Estaría enterrándola en el suelo frío y pedregoso, sin saber ni su verdadero nombre.
Nicholas sabía que una vez que estuviera muerto, se acabaría. Había hecho algunas cosas buenas; lo había intentado, de todos modos. Si moría antes que Sam, Mike y Nicole, le recordarían. Y la niña de Sam y Nicole también, porque pensaba pegarse a ella y ser un buen tío. Pero básicamente cuando muriera, ya estaría.
____(tn) no.
Ella era mágica. Si la civilización sobrevivía mil años a partir de ahora, la gente escucharía su voz, sus canciones. Algún pobre idiota con dolores a altas horas de la noche la escucharía y sacaría lo bastante de esa voz mágica para encarar otro día. Una poca luz de belleza que brillaba en el frío mundo oscuro.
¿Quién sabía cuánto más música tenía en ella? No solo le había salvado la cordura sino la vida, y solo había grabado dos CDs. Si podía mantenerla viva habría mucho más de donde había venido.
Respetaba su talento y su valor.
Entonces... ¿por qué tres días de erección?
Porque eso formaba parte de ello también. Se avergonzaba de sí mismo, pero ahí estaba. Había estado sentado durante tres días y tres noches mirándola a la cara, memorizando la forma, la línea que caía de sus cejas, las espesas pestañas de un tono más oscuro que el cabello, lisas y exuberantes sobre las mejillas, la delicada línea de la mandíbula, curvándose en el pequeño mentón con un diminuto hoyuelo. El pequeño hueco en la base del cuello donde se encontraban las clavículas. El pelo suave y brillante rodeándole la cabeza, formando un marco rojizo.
En realidad, mantener ese pelo no había sido una buena idea. Era un imán para el ojo. Debería habérselo cortado y teñido de un castaño aburrido.
No la habría hecho menos hermosa, necesitaría cubrirse con un saco de arpillera para eso, pero al menos no tendría una baliza alrededor de la cabeza.
Todas y cada una de las líneas de ella eran magníficas y frágiles. Tan frágil. Largas y estrechas manos con dedos largos y esbeltos, que sabía que habían sacado esa música magnífica de algún teclado. Incluso allí tumbada, con una mano manchada por la intravenosa, eran más bonitas que cualquier mano que jamás hubiera visto antes.
En todos los aspectos, esta era una mujer que cualquier hombre cuerdo protegería instintivamente. Qué querría proteger.
¿Cómo podía haber cabrones enfermos en el mundo que quisieran hacerle daño, matarla? ¿Cómo podía haber cabrones enfermos que hacían daño a cualquier mujer, a cualquier niño?
Todavía lo desconcertaba. Tenía treinta y cuatro años y había estado por todo el mundo más veces de las que podía contar y todavía continuaba dándole vueltas a esto. ¿Cómo podía un hombre hacer eso?
Y esta mujer, con una voz de las de una vez en la vida... ni siquiera podía empezar a imaginar el herirla.
Follarla... bien, eso era otra cuestión.
Si tenía que ser dolorosamente honesto consigo mismo, eso formaba parte de la razón por la que no había abandonado su lado.
No podía.
Era como si, incluso inconsciente, ella hubiera lanzado unos tentáculos invisibles y atado su miembro a su cabecera. Su polla estaba muy, muy dura.
Oh tío.
Había pasado los últimos tres días con una perpetua excitación y nada podía hacer que bajara. Deseaba que bajara por pura voluntad cuando Nicole, Sam o Mike entraban para comprobarla. ¿No sería eso algo? ¿Que ellos entraran y le encontraran con una erección por una mujer herida? Nicholas se repugnaba.
Menos cuando se iban, cuando no había nadie excepto el silencio. ____(tn) y él mismo, vaya.
Lo había intentado todo. Intentado no mirarla, pero eso era imposible desde el principio. Estaba aquí para mantener un ojo sobre ella, para asegurarse de que no empeoraba, que respondía a cualquier necesidad instantáneamente, o eso era lo que se decía. La verdad era que no podía apartar los ojos de ella. Decirse a cada segundo que era un imbécil no ayudaba en absoluto. Había aceptado la idea y se sentaba en la silla como si estuviera pegado allí.
Nicholas no estaba acostumbrado a tener una erección y no hacer nada al respecto. Cierto, solo había empezado a tenerlas otra vez después de un año en Afganistán, una zona de no-sexo si es que existe una, y luego otro largo año vacío después de haber muerto y luego de haber sido bombeado de vuelta a la vida en un helicóptero
médico camino a Ramstein vía Bagram. Cuatro cirugías y fisioterapia intensa para poder levantarse lo habían desanimado.
Había pasado muchos meses en la vasta tierra del dolor, agudamente consciente del canto de sirena de la muerte, porque ni con todo lo que sabía del infierno en la tierra creía que había un infierno después de la muerte.
No había nada después de la muerte y durante mucho, mucho tiempo, el pensamiento de esa nada feliz fue tan tentador que sabía que sus hermanos le habían vigilado de cerca para que no pudiera caer en su abrazo de sirena.
Porque la muerte sonaba a paz. En algún nivel profundo había estado enojado con sus hermanos por mantenerlo apartado de esa paz.
Y entonces... entonces llegaron esta mujer y su voz y había encontrado algo fuera de sí mismo que le dio la fuerza para continuar. Ella no le había dado paz, pero le había recordado que en el mundo todavía había esplendor, cosas hermosas, aunque no las viera. Su voz lo había devuelto de la muerte.
La erección era una verdadera sorpresa, porque aunque su voz era suave y sensual, su música no era sexual para él.
Aunque la mujer misma sí. Y cómo. Tío, desde el segundo en que la vio había estado aturdido. Fue solo darse cuenta de que ella estaba en peligro de muerte lo que lo devolvió de un puñetazo a la realidad.
Cuando quería sexo y no había ninguna mujer cerca, ejem, la mano conocía el camino por su cuerpo. Podía cuidar de sí mismo.
Aunque no esta vez. No.
Después de un par de horas de estar empalmado, asqueado de sí mismo, había ido al cuarto de baño para ocuparse del problema y ahí fue cuando su cabeza pequeña emboscó a la cabeza grande.
El puño no bastaría. Simplemente no lo bajaría. La cabeza pequeña no deseaba el puño. La cabeza pequeña la deseaba a ella.
Otra mujer tampoco serviría. Esa era la verdadera sorpresa. No había ninguna otra mujer en la que Nicholas pudiera pensar a la que deseara una billonésima parte de lo que deseaba a la mujer herida en la cama de hospital de su estudio.
Ningún puño.
Ninguna otra mujer.
Estaba jodido con esas opciones.
Así que siguió con la erección mientras la miraba. Dolía, pero dolería más abandonarla. Pensar que ella podría necesitar algo y que él no estuviera allí para conseguírselo, tío, de ninguna manera.
____(tn) gimió y él se enderezó, mirándola a la cara. Ella sacudió la cabeza de un lado para otro, los ojos moviéndose detrás de los párpados, como un limpiaparabrisas. Lo que ella estaba viendo en su sueño era salvajemente perturbador, la asustaba. Gritos violentos quedaban estrangulados en su garganta como si incluso en el sueño intentara estar callada. Su respiración se aceleró, se volvió jadeante. Movió las piernas.
Un quejido estrangulado le subió por la garganta, el grito que un animal podría hacer en el bosque al ver al terrible depredador. Un minuto antes de morir. Los talones escarbaron contra las sábanas mientras en su sueño trataba de arrastrarse.
Las lágrimas manaron de las comisuras de sus ojos fuertemente cerrados y el quejido se convirtió en un sonido agudo que le erizó el vello de antebrazos y nuca.
Pesadilla City.
Nicholas lo sabía todo sobre eso. Sabía todo sobre los terrores nocturnos, especialmente cuando eran el eco de los terrores diurnos.
Nicholas estiró una mano y la sacudió suavemente para despertarla cuando los ojos se abrieron de repente, salvajes y aterrorizados. Jadeó, el sonido repiqueteando fuerte en el cuarto oscuro.
—Está bien —dijo Nicholas inmediatamente. Dios, quería borrar esa expresión aterrorizada de su cara—. Es solo una pesadilla. No te preocupes. Estás a salvo.
—A salvo —repitió ella en un cuchicheo y se estremeció. Lo dijo como si fuera una palabra desconocida, un concepto extraño.
Algo en el pecho de Nicholas se tensó. A salvo. Iba a mantenerla a salvo o moriría.
Nicholas estiró el pulgar para enjugar los rastros de lágrimas de las mejillas.
—Sí —dijo, con voz ronca—. A salvo.
Los ojos de ella vagaron por el cuarto oscuro, aunque no había muchas características donde fijar la mirada. Nicholas pertenecía a la Escuela Minimalista de Decoración Hogareña.
El cuarto no le daba ninguna pista, así la mirada vagó inmediatamente a su cara.
Nicholas estaba acostumbrado a enmascarar las emociones, lo había hecho toda su vida. El mundo era un cuchillo inmenso esperando a hundirse en los corazones blandos. Mantenía un duro caparazón a su alrededor siempre, rodeado por unas fuerte vibraciones de no la jodas conmigo.
Eso no funcionaba aquí. Ella necesitaba tranquilidad y Nicholas no sabía cómo hacerlo. Hizo lo único que sabía. Dejó bajar sus defensas, solo un momento.
Todo abajo, el escudo, las vibraciones, incluso su erección, un poco. Porque la idea de esta hermosa y mágica mujer herida, aterrorizada y encerrada en pesadillas era una experiencia realmente deprimente.
Él la miró directamente a esos ojos inmensos y asustados. Resplandecían verdes con una luz casi sobrenatural en la penumbra del cuarto, reflejando las luces del salón. Ella le miró, los ojos abiertos de par en par, sin parpadear.
—Estás a salvo aquí, absolutamente —dijo Nicholas otra vez. Había levantado su voz un poco y resonó en el cuarto.
Ella parpadeó e inspiró. Se dio cuenta de que había dejado de respirar durante un minuto. Una vena había estado palpitando en su cuello cuando abrió los ojos, la pesadilla fue tan vívida que el corazón bombeaba sangre a sus extremidades para encarar el peligro, aunque los músculos estaban demasiado débiles para utilizarla. Pero ahora el pulso se ralentizó.
Abrió la mano derecha, como una flor al florecer. Suavemente, Nicholas metió la mano entre la suya. Estaba fría, y era suave y delicada. La mirada de ella cayó hacia su mano en la de él, luego volvió a sus ojos.
Los párpados cayeron.
—A salvo —murmuró y cayó dormida.
—¿Está a salvo? ¿De verdad?
Nicole salió del cuarto de baño con uno de los camisones favoritos de Sam. Por supuesto, todos eran sus favoritos. Los adoraba todos, aunque adoraba más quitárselos.
Oleadas de vapor fragante emanaron de la puerta abierta del cuarto de baño. Sam cerró los ojos e inhaló. El vapor llevaba el olor de su champú, acondicionador, crema hidratante, crema de manos y pies, y crema de cutícula... Se había convertido en un experto en cuántas cremas y lociones necesitaba una mujer en los diez meses de matrimonio. Cada olor era fabuloso, pero juntos y con el perfume extraordinario de Nicole por debajo... Jesús.
—¿Humm? —Sam disfrutaba de ver a su esposa caminar por el dormitorio. Su habitación había cambiado mucho desde su matrimonio. Ahora estaba llena de cosas femeninas. La cama tenía volantes en los bajos, las sábanas, estampados floreados, había acuarelas en la pared, velas de olor por todas partes y cuencos de cristal llenos
de pétalos de flores. Cortinas de seda. Exageración femenina.
Pero Sam era un tipo duro. Podría con ello.
Mierda, por estar casado con Nicole caminaría sobre carbones encendidos con los pies descalzos. Aguantar algunas tonterías de froufrou no era nada.
Fue donde ella, a su milagro de esposa, la rodeó con sus brazos y la atrajo contra sí. El bebé comenzaba a mostrarse y podía sentir el pequeño bulto contra su propio vientre. Adoraba ese bulto.
Hasta ahora que empezaba a mostrarse, la niñita que Nicole esperaba había sido más una idea que una realidad. Sabían que estaba esperando y mientras tanto todo fue exactamente igual.
Y entonces el bulto del bebé y las náuseas matinales lo volvían algo real continuamente. Podía sentirla moverse por el vientre de Nicole. Podía sentirse a su hija en ella.
Sam adoraba a su esposa, adoraba a sus hermanos, moriría por ella y por ellos sin dudar, pero no eran de su sangre. Esta niña que crecía en el interior de Nicole sería el único ser humano en la faz de la tierra que sería su pariente sanguíneo.
Se le ponía la carne de gallina cada vez que pensaba en ello.
Sam se agachó y besó a su esposa, subiendo una mano para acunarle la nuca. Estuvo perdido, simplemente así, con el toque de los labios sobre los suyos. Tomó un aliento profundo e inestable, cada hormona de su cuerpo haciéndose notar dolorosamente y la estrechó más contra sí, moviendo su mano por la espalda de ella.
La tela de satén se sentía realmente bien pero su carne desnuda, lo sabía por experiencia, se sentiría aún mejor.
Conocía este camisón. Había una cremallera... ah, sí. Y cuando las dos partes de la espalda se separaron, deslizó la mano sobre la piel satinada, atrayéndola más estrechamente contra él.
Hacer el amor con una Nicole embarazada era alucinantemente erótico. Él era pesado, así que el misionero pronto estaría descartado. Aun así, había muchas otras posiciones y Sam conocía cada una de ellas.
Sam la cogió y la colocó sobre la cama suavemente y se paró allí durante un momento, mirándola. Tenía una erección casi dolorosa, pero con solo mirarla, saber que era suya, su esposa, que llevaba a su bebé... mierda, eso era lo mejor.
—Sam —dijo suavemente—. ¿Lo está?
Oh tío. Podía oler su excitación, un olor que estaba impreso en la parte más primitiva de su cerebro. Seguramente, Nicole diría que todo de su cerebro era primitivo, pero en la parte más básica y reptil de su cerebro, ese olor, su olor, se quedaría con él hasta el final de los tiempos. La excitación de Nicole.
¿Cómo de excitada estaba?
—¿Sam?
Solo había un modo de averiguarlo. Con los ojos clavados en la oscura nube de vello suave entre sus muslos, Sam la ahuecó, allí donde quería estar. Meneando la mano le hizo abrir los muslos y deslizó la mano para cubrirla completamente. Los labios de su sexo se sintieron hinchados, resbaladizos...
—¡Sam!
Insertó un dedo largo y sí, gracias Dios, estaba mojada. Excitada. No tanto como él, pero eso era imposible.
Se movió hacia adelante, insertando el muslo entre los suyos, abriéndola.
—Oh, por... —Nicole le apartó la mano y cerró los muslos—. ¿Me estás escuchando?
Sobresaltado, Sam levantó la cabeza y vio con consternación que parecía exasperada. Con él. No era la primera vez que veía esa mirada en su hermosa cara. ¿Qué había hecho ahora?
—¿Sí, cariño? —sonrió a su esposa—. ¿Qué pasa?
—Por tercera vez, ¿estamos a salvo aquí? ¿Está ____(tn) a salvo?
El sexo desapareció instantáneamente de la mente de Sam. Le apartó un mechón de cabello negro azulado, metiéndoselo detrás de la oreja. Miró a su esposa directamente a los ojos y habló con seriedad.
—Oh, sí. Mike limpió su habitación. Dijo que no había dejado absolutamente nada suyo que pudiera identificarla de alguna manera. ¿Confías en Mike, verdad?
—Sí —dijo Nicole suavemente—. Absolutamente.
El corazón de Sam dio uno de esos pequeñas saltos que a veces hacía cuando se daba cuenta de nuevo de cuán afortunado era. Se habría casado con Nicole incluso si ella no se llevara bien con sus hermanos, pero el hecho era que ellos la adoraban casi tanto como él. Afortunado, hombre afortunado.
—Hemos repasado todo, Nicholas, Mike y yo, y no podemos encontrar un modo de que Montez pueda conectarla con nosotros. Así que ella puede recuperarse aquí y nosotros podemos organizarle una nueva vida cuando esté lista.
Nicole le dio una de sus sonrisas misteriosas.
Sam frunció el entrecejo.
—¿Qué?
Nicole sacudió la cabeza, el olor de su champú emanó de ella e interfirió con su cabeza.
—Nada. Absolutamente nada. Entonces, ¿está bien?
—Absolutamente. —Sam le cogió la mano y se la llevó a la boca, totalmente sobrio y serio—. Yo nunca, y confía en mí cuando digo nunca, te permitiría estar cerca de cualquier posible peligro para ti y nuestra hija. Tienes que creerme.
—¡Oh! —Nicole pareció sobresaltarse—. Te creo, por supuesto que sí.
—Bien. —La sangre salió precipitadamente de su cabeza, abajo, abajo... Sam se agachó, le pasó la boca por el cuello y le dio un pequeño pellizco. Ella adoraba eso. La ponía a cien. Él lo sabía por la práctica. Nicole tembló y en ese momento él le levantó la pierna y deslizó suavemente su polla en su interior—. Ahora. —Salió lentamente, luego volvió a entrar—. ¿Dónde estábamos?
Nicholas sabía que Nicole, Sam y Mike pensaban que estaba siendo heroico o algo, al no abandonar su lado, pero no era eso. Ni cizallas ni una grúa podrían haberle movido.
Todo lo que quería hacer era mirarla y alegrarse de que no estuviera muerta.
Otro minuto, joder, probablemente otro segundo y habría sido carne muerta. Nicholas había visto tantos cadáveres. Se podría pensar que se había acostumbrado, pero no.
Y el cuerpo de una mujer muerta... tío. Eso le jodía la cabeza.
Y una ____(tn) muerta. No sabía si podría haberse recuperado de eso.
¡Un segundo más tarde y ¡poof! No estaría aquí sentado, sosteniéndole la esbelta mano. Estaría enterrándola en el suelo frío y pedregoso, sin saber ni su verdadero nombre.
Nicholas sabía que una vez que estuviera muerto, se acabaría. Había hecho algunas cosas buenas; lo había intentado, de todos modos. Si moría antes que Sam, Mike y Nicole, le recordarían. Y la niña de Sam y Nicole también, porque pensaba pegarse a ella y ser un buen tío. Pero básicamente cuando muriera, ya estaría.
____(tn) no.
Ella era mágica. Si la civilización sobrevivía mil años a partir de ahora, la gente escucharía su voz, sus canciones. Algún pobre idiota con dolores a altas horas de la noche la escucharía y sacaría lo bastante de esa voz mágica para encarar otro día. Una poca luz de belleza que brillaba en el frío mundo oscuro.
¿Quién sabía cuánto más música tenía en ella? No solo le había salvado la cordura sino la vida, y solo había grabado dos CDs. Si podía mantenerla viva habría mucho más de donde había venido.
Respetaba su talento y su valor.
Entonces... ¿por qué tres días de erección?
Porque eso formaba parte de ello también. Se avergonzaba de sí mismo, pero ahí estaba. Había estado sentado durante tres días y tres noches mirándola a la cara, memorizando la forma, la línea que caía de sus cejas, las espesas pestañas de un tono más oscuro que el cabello, lisas y exuberantes sobre las mejillas, la delicada línea de la mandíbula, curvándose en el pequeño mentón con un diminuto hoyuelo. El pequeño hueco en la base del cuello donde se encontraban las clavículas. El pelo suave y brillante rodeándole la cabeza, formando un marco rojizo.
En realidad, mantener ese pelo no había sido una buena idea. Era un imán para el ojo. Debería habérselo cortado y teñido de un castaño aburrido.
No la habría hecho menos hermosa, necesitaría cubrirse con un saco de arpillera para eso, pero al menos no tendría una baliza alrededor de la cabeza.
Todas y cada una de las líneas de ella eran magníficas y frágiles. Tan frágil. Largas y estrechas manos con dedos largos y esbeltos, que sabía que habían sacado esa música magnífica de algún teclado. Incluso allí tumbada, con una mano manchada por la intravenosa, eran más bonitas que cualquier mano que jamás hubiera visto antes.
En todos los aspectos, esta era una mujer que cualquier hombre cuerdo protegería instintivamente. Qué querría proteger.
¿Cómo podía haber cabrones enfermos en el mundo que quisieran hacerle daño, matarla? ¿Cómo podía haber cabrones enfermos que hacían daño a cualquier mujer, a cualquier niño?
Todavía lo desconcertaba. Tenía treinta y cuatro años y había estado por todo el mundo más veces de las que podía contar y todavía continuaba dándole vueltas a esto. ¿Cómo podía un hombre hacer eso?
Y esta mujer, con una voz de las de una vez en la vida... ni siquiera podía empezar a imaginar el herirla.
Follarla... bien, eso era otra cuestión.
Si tenía que ser dolorosamente honesto consigo mismo, eso formaba parte de la razón por la que no había abandonado su lado.
No podía.
Era como si, incluso inconsciente, ella hubiera lanzado unos tentáculos invisibles y atado su miembro a su cabecera. Su polla estaba muy, muy dura.
Oh tío.
Había pasado los últimos tres días con una perpetua excitación y nada podía hacer que bajara. Deseaba que bajara por pura voluntad cuando Nicole, Sam o Mike entraban para comprobarla. ¿No sería eso algo? ¿Que ellos entraran y le encontraran con una erección por una mujer herida? Nicholas se repugnaba.
Menos cuando se iban, cuando no había nadie excepto el silencio. ____(tn) y él mismo, vaya.
Lo había intentado todo. Intentado no mirarla, pero eso era imposible desde el principio. Estaba aquí para mantener un ojo sobre ella, para asegurarse de que no empeoraba, que respondía a cualquier necesidad instantáneamente, o eso era lo que se decía. La verdad era que no podía apartar los ojos de ella. Decirse a cada segundo que era un imbécil no ayudaba en absoluto. Había aceptado la idea y se sentaba en la silla como si estuviera pegado allí.
Nicholas no estaba acostumbrado a tener una erección y no hacer nada al respecto. Cierto, solo había empezado a tenerlas otra vez después de un año en Afganistán, una zona de no-sexo si es que existe una, y luego otro largo año vacío después de haber muerto y luego de haber sido bombeado de vuelta a la vida en un helicóptero
médico camino a Ramstein vía Bagram. Cuatro cirugías y fisioterapia intensa para poder levantarse lo habían desanimado.
Había pasado muchos meses en la vasta tierra del dolor, agudamente consciente del canto de sirena de la muerte, porque ni con todo lo que sabía del infierno en la tierra creía que había un infierno después de la muerte.
No había nada después de la muerte y durante mucho, mucho tiempo, el pensamiento de esa nada feliz fue tan tentador que sabía que sus hermanos le habían vigilado de cerca para que no pudiera caer en su abrazo de sirena.
Porque la muerte sonaba a paz. En algún nivel profundo había estado enojado con sus hermanos por mantenerlo apartado de esa paz.
Y entonces... entonces llegaron esta mujer y su voz y había encontrado algo fuera de sí mismo que le dio la fuerza para continuar. Ella no le había dado paz, pero le había recordado que en el mundo todavía había esplendor, cosas hermosas, aunque no las viera. Su voz lo había devuelto de la muerte.
La erección era una verdadera sorpresa, porque aunque su voz era suave y sensual, su música no era sexual para él.
Aunque la mujer misma sí. Y cómo. Tío, desde el segundo en que la vio había estado aturdido. Fue solo darse cuenta de que ella estaba en peligro de muerte lo que lo devolvió de un puñetazo a la realidad.
Cuando quería sexo y no había ninguna mujer cerca, ejem, la mano conocía el camino por su cuerpo. Podía cuidar de sí mismo.
Aunque no esta vez. No.
Después de un par de horas de estar empalmado, asqueado de sí mismo, había ido al cuarto de baño para ocuparse del problema y ahí fue cuando su cabeza pequeña emboscó a la cabeza grande.
El puño no bastaría. Simplemente no lo bajaría. La cabeza pequeña no deseaba el puño. La cabeza pequeña la deseaba a ella.
Otra mujer tampoco serviría. Esa era la verdadera sorpresa. No había ninguna otra mujer en la que Nicholas pudiera pensar a la que deseara una billonésima parte de lo que deseaba a la mujer herida en la cama de hospital de su estudio.
Ningún puño.
Ninguna otra mujer.
Estaba jodido con esas opciones.
Así que siguió con la erección mientras la miraba. Dolía, pero dolería más abandonarla. Pensar que ella podría necesitar algo y que él no estuviera allí para conseguírselo, tío, de ninguna manera.
____(tn) gimió y él se enderezó, mirándola a la cara. Ella sacudió la cabeza de un lado para otro, los ojos moviéndose detrás de los párpados, como un limpiaparabrisas. Lo que ella estaba viendo en su sueño era salvajemente perturbador, la asustaba. Gritos violentos quedaban estrangulados en su garganta como si incluso en el sueño intentara estar callada. Su respiración se aceleró, se volvió jadeante. Movió las piernas.
Un quejido estrangulado le subió por la garganta, el grito que un animal podría hacer en el bosque al ver al terrible depredador. Un minuto antes de morir. Los talones escarbaron contra las sábanas mientras en su sueño trataba de arrastrarse.
Las lágrimas manaron de las comisuras de sus ojos fuertemente cerrados y el quejido se convirtió en un sonido agudo que le erizó el vello de antebrazos y nuca.
Pesadilla City.
Nicholas lo sabía todo sobre eso. Sabía todo sobre los terrores nocturnos, especialmente cuando eran el eco de los terrores diurnos.
Nicholas estiró una mano y la sacudió suavemente para despertarla cuando los ojos se abrieron de repente, salvajes y aterrorizados. Jadeó, el sonido repiqueteando fuerte en el cuarto oscuro.
—Está bien —dijo Nicholas inmediatamente. Dios, quería borrar esa expresión aterrorizada de su cara—. Es solo una pesadilla. No te preocupes. Estás a salvo.
—A salvo —repitió ella en un cuchicheo y se estremeció. Lo dijo como si fuera una palabra desconocida, un concepto extraño.
Algo en el pecho de Nicholas se tensó. A salvo. Iba a mantenerla a salvo o moriría.
Nicholas estiró el pulgar para enjugar los rastros de lágrimas de las mejillas.
—Sí —dijo, con voz ronca—. A salvo.
Los ojos de ella vagaron por el cuarto oscuro, aunque no había muchas características donde fijar la mirada. Nicholas pertenecía a la Escuela Minimalista de Decoración Hogareña.
El cuarto no le daba ninguna pista, así la mirada vagó inmediatamente a su cara.
Nicholas estaba acostumbrado a enmascarar las emociones, lo había hecho toda su vida. El mundo era un cuchillo inmenso esperando a hundirse en los corazones blandos. Mantenía un duro caparazón a su alrededor siempre, rodeado por unas fuerte vibraciones de no la jodas conmigo.
Eso no funcionaba aquí. Ella necesitaba tranquilidad y Nicholas no sabía cómo hacerlo. Hizo lo único que sabía. Dejó bajar sus defensas, solo un momento.
Todo abajo, el escudo, las vibraciones, incluso su erección, un poco. Porque la idea de esta hermosa y mágica mujer herida, aterrorizada y encerrada en pesadillas era una experiencia realmente deprimente.
Él la miró directamente a esos ojos inmensos y asustados. Resplandecían verdes con una luz casi sobrenatural en la penumbra del cuarto, reflejando las luces del salón. Ella le miró, los ojos abiertos de par en par, sin parpadear.
—Estás a salvo aquí, absolutamente —dijo Nicholas otra vez. Había levantado su voz un poco y resonó en el cuarto.
Ella parpadeó e inspiró. Se dio cuenta de que había dejado de respirar durante un minuto. Una vena había estado palpitando en su cuello cuando abrió los ojos, la pesadilla fue tan vívida que el corazón bombeaba sangre a sus extremidades para encarar el peligro, aunque los músculos estaban demasiado débiles para utilizarla. Pero ahora el pulso se ralentizó.
Abrió la mano derecha, como una flor al florecer. Suavemente, Nicholas metió la mano entre la suya. Estaba fría, y era suave y delicada. La mirada de ella cayó hacia su mano en la de él, luego volvió a sus ojos.
Los párpados cayeron.
—A salvo —murmuró y cayó dormida.
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—¿Está a salvo? ¿De verdad?
Nicole salió del cuarto de baño con uno de los camisones favoritos de Sam. Por supuesto, todos eran sus favoritos. Los adoraba todos, aunque adoraba más quitárselos.
Oleadas de vapor fragante emanaron de la puerta abierta del cuarto de baño. Sam cerró los ojos e inhaló. El vapor llevaba el olor de su champú, acondicionador, crema hidratante, crema de manos y pies, y crema de cutícula... Se había convertido en un experto en cuántas cremas y lociones necesitaba una mujer en los diez meses de matrimonio. Cada olor era fabuloso, pero juntos y con el perfume extraordinario de Nicole por debajo... Jesús.
—¿Humm? —Sam disfrutaba de ver a su esposa caminar por el dormitorio. Su habitación había cambiado mucho desde su matrimonio. Ahora estaba llena de cosas femeninas. La cama tenía volantes en los bajos, las sábanas, estampados floreados, había acuarelas en la pared, velas de olor por todas partes y cuencos de cristal llenos
de pétalos de flores. Cortinas de seda. Exageración femenina.
Pero Sam era un tipo duro. Podría con ello.
Mierda, por estar casado con Nicole caminaría sobre carbones encendidos con los pies descalzos. Aguantar algunas tonterías de froufrou no era nada.
Fue donde ella, a su milagro de esposa, la rodeó con sus brazos y la atrajo contra sí. El bebé comenzaba a mostrarse y podía sentir el pequeño bulto contra su propio vientre. Adoraba ese bulto.
Hasta ahora que empezaba a mostrarse, la niñita que Nicole esperaba había sido más una idea que una realidad. Sabían que estaba esperando y mientras tanto todo fue exactamente igual.
Y entonces el bulto del bebé y las náuseas matinales lo volvían algo real continuamente. Podía sentirla moverse por el vientre de Nicole. Podía sentirse a su hija en ella.
Sam adoraba a su esposa, adoraba a sus hermanos, moriría por ella y por ellos sin dudar, pero no eran de su sangre. Esta niña que crecía en el interior de Nicole sería el único ser humano en la faz de la tierra que sería su pariente sanguíneo.
Se le ponía la carne de gallina cada vez que pensaba en ello.
Sam se agachó y besó a su esposa, subiendo una mano para acunarle la nuca. Estuvo perdido, simplemente así, con el toque de los labios sobre los suyos. Tomó un aliento profundo e inestable, cada hormona de su cuerpo haciéndose notar dolorosamente y la estrechó más contra sí, moviendo su mano por la espalda de ella.
La tela de satén se sentía realmente bien pero su carne desnuda, lo sabía por experiencia, se sentiría aún mejor.
Conocía este camisón. Había una cremallera... ah, sí. Y cuando las dos partes de la espalda se separaron, deslizó la mano sobre la piel satinada, atrayéndola más estrechamente contra él.
Hacer el amor con una Nicole embarazada era alucinantemente erótico. Él era pesado, así que el misionero pronto estaría descartado. Aun así, había muchas otras posiciones y Sam conocía cada una de ellas.
Sam la cogió y la colocó sobre la cama suavemente y se paró allí durante un momento, mirándola. Tenía una erección casi dolorosa, pero con solo mirarla, saber que era suya, su esposa, que llevaba a su bebé... mierda, eso era lo mejor.
—Sam —dijo suavemente—. ¿Lo está?
Oh tío. Podía oler su excitación, un olor que estaba impreso en la parte más primitiva de su cerebro. Seguramente, Nicole diría que todo de su cerebro era primitivo, pero en la parte más básica y reptil de su cerebro, ese olor, su olor, se quedaría con él hasta el final de los tiempos. La excitación de Nicole.
¿Cómo de excitada estaba?
—¿Sam?
Solo había un modo de averiguarlo. Con los ojos clavados en la oscura nube de vello suave entre sus muslos, Sam la ahuecó, allí donde quería estar. Meneando la mano le hizo abrir los muslos y deslizó la mano para cubrirla completamente. Los labios de su sexo se sintieron hinchados, resbaladizos...
—¡Sam!
Insertó un dedo largo y sí, gracias Dios, estaba mojada. Excitada. No tanto como él, pero eso era imposible.
Se movió hacia adelante, insertando el muslo entre los suyos, abriéndola.
—Oh, por... —Nicole le apartó la mano y cerró los muslos—. ¿Me estás escuchando?
Sobresaltado, Sam levantó la cabeza y vio con consternación que parecía exasperada. Con él. No era la primera vez que veía esa mirada en su hermosa cara. ¿Qué había hecho ahora?
—¿Sí, cariño? —sonrió a su esposa—. ¿Qué pasa?
—Por tercera vez, ¿estamos a salvo aquí? ¿Está ____(tn) a salvo?
El sexo desapareció instantáneamente de la mente de Sam. Le apartó un mechón de cabello negro azulado, metiéndoselo detrás de la oreja. Miró a su esposa directamente a los ojos y habló con seriedad.
—Oh, sí. Mike limpió su habitación. Dijo que no había dejado absolutamente nada suyo que pudiera identificarla de alguna manera. ¿Confías en Mike, verdad?
—Sí —dijo Nicole suavemente—. Absolutamente.
El corazón de Sam dio uno de esos pequeñas saltos que a veces hacía cuando se daba cuenta de nuevo de cuán afortunado era. Se habría casado con Nicole incluso si ella no se llevara bien con sus hermanos, pero el hecho era que ellos la adoraban casi tanto como él. Afortunado, hombre afortunado.
—Hemos repasado todo, Nicholas, Mike y yo, y no podemos encontrar un modo de que Montez pueda conectarla con nosotros. Así que ella puede recuperarse aquí y nosotros podemos organizarle una nueva vida cuando esté lista.
Nicole le dio una de sus sonrisas misteriosas.
Sam frunció el entrecejo.
—¿Qué?
Nicole sacudió la cabeza, el olor de su champú emanó de ella e interfirió con su cabeza.
—Nada. Absolutamente nada. Entonces, ¿está bien?
—Absolutamente. —Sam le cogió la mano y se la llevó a la boca, totalmente sobrio y serio—. Yo nunca, y confía en mí cuando digo nunca, te permitiría estar cerca de cualquier posible peligro para ti y nuestra hija. Tienes que creerme.
—¡Oh! —Nicole pareció sobresaltarse—. Te creo, por supuesto que sí.
—Bien. —La sangre salió precipitadamente de su cabeza, abajo, abajo... Sam se agachó, le pasó la boca por el cuello y le dio un pequeño pellizco. Ella adoraba eso. La ponía a cien. Él lo sabía por la práctica. Nicole tembló y en ese momento él le levantó la pierna y deslizó suavemente su polla en su interior—. Ahora. —Salió lentamente, luego volvió a entrar—. ¿Dónde estábamos?
:) ahí lo tienen! ^_^
vuelvo más tarde! ;)
Lu wH!;*
:hi:
vuelvo más tarde! ;)
Lu wH!;*
:hi:
HeyItsLupitaNJ
Re: Más Caliente que el Fuego-NickJ&Tu(Adaptación) TERMINADA
AWW SIGUEEEEEEEEEEEEEEEE!!!!!!
ME ENCANTAAAAAAAAAAAAAAAA!!!!
Recien Termino
Y Esta AWESOMEEE
AWWW POBRE RAYITA
DIIIIOS QUE TIERNO NICHOLAS!!!
SIIIGUELA!!!
Sam y Su Esposa TERNURIITAS!!!
SIIGUELA ME ENCANTA CADA DIA MAS
ME ENCANTAAAAAAAAAAAAAAAA!!!!
Recien Termino
Y Esta AWESOMEEE
AWWW POBRE RAYITA
DIIIIOS QUE TIERNO NICHOLAS!!!
SIIIGUELA!!!
Sam y Su Esposa TERNURIITAS!!!
SIIGUELA ME ENCANTA CADA DIA MAS
Invitado
Invitado
Re: Más Caliente que el Fuego-NickJ&Tu(Adaptación) TERMINADA
awwwww ME ENCANTA
Dios Nick es tan tierno y dulce :arre:
Awww le gusta la rayiz aww
Sam y Nicole son tan tiernos :hug:
Los amo som tan aww como se aman y todo lo que quieren :L:
Siguela!!!
Dios Nick es tan tierno y dulce :arre:
Awww le gusta la rayiz aww
Sam y Nicole son tan tiernos :hug:
Los amo som tan aww como se aman y todo lo que quieren :L:
Siguela!!!
aranzhitha
Re: Más Caliente que el Fuego-NickJ&Tu(Adaptación) TERMINADA
WWWUUUUAAUUUUUUUUU
SAM E UNA COOOSITAAAAA!!!
AAAAAAIII Y QUE DECIIIR DE NIIIICKKK!!!!
PON OTROOOO
SAM E UNA COOOSITAAAAA!!!
AAAAAAIII Y QUE DECIIIR DE NIIIICKKK!!!!
PON OTROOOO
chelis
Re: Más Caliente que el Fuego-NickJ&Tu(Adaptación) TERMINADA
NUEVA LECTORA!!
Realmente me encanta la nove!
Siguela!
Realmente me encanta la nove!
Siguela!
StayMemiFaither
Re: Más Caliente que el Fuego-NickJ&Tu(Adaptación) TERMINADA
awww no tienes idea de como amo esta nove
jajaja siguela pronto please!
jajaja siguela pronto please!
Rebecca Alvz
Re: Más Caliente que el Fuego-NickJ&Tu(Adaptación) TERMINADA
Nanny<3 escribió:AWW SIGUEEEEEEEEEEEEEEEE!!!!!!
ME ENCANTAAAAAAAAAAAAAAAA!!!!
Recien Termino
Y Esta AWESOMEEE
AWWW POBRE RAYITA
DIIIIOS QUE TIERNO NICHOLAS!!!
SIIIGUELA!!!
Sam y Su Esposa TERNURIITAS!!!
SIIGUELA ME ENCANTA CADA DIA MAS
sii son una ternuritas! :hug:
bueno ya subo capitulo! ;)
no os desespereis! xD
bueno ya subo capitulo! ;)
no os desespereis! xD
HeyItsLupitaNJ
Re: Más Caliente que el Fuego-NickJ&Tu(Adaptación) TERMINADA
aranzhitha escribió:awwwww ME ENCANTA
Dios Nick es tan tierno y dulce :arre:
Awww le gusta la rayiz aww
Sam y Nicole son tan tiernos :hug:
Los amo som tan aww como se aman y todo lo que quieren :L:
Siguela!!!
no bueno, entonces más adelante te me vas a derretir de tanta miel
que veras! hahahah :o
bueno ya subo capitulo! ;)
que veras! hahahah :o
bueno ya subo capitulo! ;)
HeyItsLupitaNJ
Re: Más Caliente que el Fuego-NickJ&Tu(Adaptación) TERMINADA
chelis escribió:WWWUUUUAAUUUUUUUUU
SAM E UNA COOOSITAAAAA!!!
AAAAAAIII Y QUE DECIIIR DE NIIIICKKK!!!!
PON OTROOOO
:) son tan lindos!
ya pongo capitulo! ;)
ya pongo capitulo! ;)
HeyItsLupitaNJ
Re: Más Caliente que el Fuego-NickJ&Tu(Adaptación) TERMINADA
StayMemiFaither escribió:NUEVA LECTORA!!
Realmente me encanta la nove!
Siguela!
Bienvenida! :D
me da gusto tenerte por acá! ;)
me da gusto tenerte por acá! ;)
HeyItsLupitaNJ
Re: Más Caliente que el Fuego-NickJ&Tu(Adaptación) TERMINADA
Rebecca Alvz escribió:awww no tienes idea de como amo esta nove
jajaja siguela pronto please!
aww me da gusto eso! ;)
ya pongo capitulo! :D
ya pongo capitulo! :D
HeyItsLupitaNJ
Re: Más Caliente que el Fuego-NickJ&Tu(Adaptación) TERMINADA
cl@udit@ escribió:Wow..... :D
siguela
:) ya viene el siguiente capitulo!
HeyItsLupitaNJ
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