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Mas brillante que el sol [Joe J. y tu]
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Mas brillante que el sol [Joe J. y tu]
CAPITULO 05 Parte III
—Una idea excelente —respondió Joe, mientras se levantaba y le ofrecía la mano. Ella la aceptó y dejó que la ayudara a levantarse, aunque sospechaba que ese gesto le dolía. Al fin y al cabo, todo hombre tiene su orgullo y _____ sospechaba que el de los Jonas superaba a la media.
Tardaron unos diez minutos en llegar a casa del vicario. _____ se aseguró de que la conversación girara en torno a temas estrictamente neutrales, como literatura, cocina francesa y, aunque hizo una mueca ante la banalidad del asunto cuando lo sacó a relucir, el tiempo. Joseph parecía bastante contento durante la conversación, como si supiera exactamente lo que ella estaba haciendo. No, peor. La sonrisa irónica era un poco benevolente, como si la estuviera dejando hablar de truenos y cosas así.
A Ella no le gustaba demasiado la mirada petulante de Joe, pero tenía que admitir que la impresionaba que pudiera mantener esa expresión mientras cojeaba, se frotaba la cabeza y, ocasionalmente, se agarraba las costillas.
Cuando vieron la casa, _____ se volvió hacia él y dijo:
—Mi padre ya ha vuelto.
Él arqueó las cejas.
—¿Cómo lo sabes?
—La vela del despacho está encendida. Estará trabajando en su próximo sermón.
—¿Ya? Todavía faltan días para el domingo. Recuerdo que nuestro vicario se pasaba las noches de los sábados escribiendo el sermón. Solía venir a Jonas Abbey en busca de inspiración.
—¿En serio? —preguntó con una sonrisa—. ¿Tan inspirador le resultaba? No tenía ni idea de que hubiera sido un niño tan angelical.
—Me temo que era todo lo contrario. Le gustaba estudiarme y luego escogía cuál de mis pecados serviría como tema principal del próximo sermón.
—Pobre —respondió ____, reprimiendo una sonrisa—. ¿Cómo lo soportaba?
—Es peor de lo que cree. También era mi tutor de latín y me daba clases tres días a la semana. Decía que había venido a la tierra a torturarlo.
—Parece un comentario muy irreverente para un vicario.
Joe se encogió de hombros.
—También le gustaba mucho la bebida.
_____ alargó el brazo para abrir la puerta, pero antes de que la mano agarrara el pomo, Joe la detuvo con la mano. Cuando ella lo miró, él dijo en voz baja:
—¿Puedo hablar con usted un segundo antes de conocer a su padre?
—Claro —respondió ella mientras se separaba de la puerta.
Joseph tenía los músculos de la cara tensos cuando dijo:
—Sigue decidida a casarse conmigo pasado mañana, ¿verdad?
De repente, el mundo de _____ empezó a dar vueltas. Joseph, que se había mostrado tan firme respecto a que mantuviera su promesa, parecía que le estaba ofreciendo una vía de escape. Podía echarse a llorar, desdecirse de sus palabras...
—_____ —insistió él.
Ella tragó saliva y pensó en lo aburrida que era su vida. La idea de casarse con un extraño la aterraba, pero no tanto como una vida de aburrimiento. No, sería peor que eso. Una vida de aburrimiento llena de encontronazos con la señora Foxglove. Aunque el conde tuviera defectos, y _____ sospechaba que tendría algunos, en el fondo sabía que no era un hombre débil o malo. Seguro que podría ser feliz a su lado.
Joe le acarició un hombro y ella asintió. ______ habría jurado que vio cómo relajaba los hombros, pero, al cabo de unos instantes, recuperó la máscara del elegante y joven conde.
—¿Está listo para entrar? —le preguntó ella.
Él asintió, ____ abrió la puerta y exclamó:
—¿Papá? —al cabo de un instante de silencio, dijo—: Iré a buscarlo al despacho.
Joe esperó y, a los pocos segundos, _____ regresó seguida por un hombre de aspecto severo y pelo canoso y fino.
—La señora Foxglove ha tenido que volver a su casa —dijo, dibujando una sonrisa secreta a Joe—, pero le presento a mi padre, el revendo Lyndon. Papá, él es Joseph Jonas, el conde de Billington.
Los dos hombres se dieron la mano, en silencio, observándose mutuamente. Joe se dijo que el reverendo parecía demasiado rígido y severo para haber engendrado a una hija tan extrovertida como _____. Pero, a juzgar por cómo lo miraba, vio que él tampoco estaba a la altura del yerno ideal.
Intercambiaron unas palabras educadas, se sentaron y, cuando _____ se hubo ido a preparar un poco de té, el reverendo se volvió hacia él y dijo:
—La mayoría de los hombres aprobarían a su futuro yerno por el mero hecho de que fuera conde. Yo no soy de ésos.
—Ya lo imaginaba, señor Lyndon. Está claro que a _____ la ha educado un hombre con una moral más severa. —Joe pretendía que aquellas palabras sirvieran para tranquilizar al reverendo, pero, después de pronunciarlas, se dio cuenta de que le habían salido del alma. _____ Lyndon nunca había dado señales de dejarse cegar por su título o su riqueza. De hecho, parecía mucho más interesada en sus trescientas libras que en la enorme fortuna de su futuro marido.
El reverendo se inclinó hacia delante y entrecerró los ojos como si quisiera saber hasta qué punto llegaba la sinceridad de las palabras del conde.
—No intentaré evitar el matrimonio —dijo muy despacio—. Ya lo intenté una vez, con mi hija mayor, y las consecuencias fueron desastrosas. Pero le diré una cosa: si maltrata a _____ de cualquier forma, lo perseguiré con todo el fuego infernal y el tormento que pueda reunir.
Joe no pudo evitar que sus labios dibujaran una respetuosa sonrisa. Suponía que el reverendo podía reunir bastante fuego infernal y tormento.
—Tiene mi palabra de que trataré a su hija como a una reina.
—Una cosa más.
—Diga.
El reverendo se aclaró la garganta.
—¿Le gusta beber?
Joe parpadeó, algo desconcertado por la pregunta.
—Me tomo una copa cuando la ocasión lo merece, pero no me paso el día y la noche bebiendo, si es lo que quiere saber.
—Entonces quizá pueda explicarme por qué apesta a whisky.
El conde reprimió la absurda necesidad de reírse y le explicó lo que había pasado esa tarde y cómo _____ le había derramado, accidentalmente, todo el whisky por encima.
El señor Lyndon se reclinó en la silla, satisfecho. No sonrió, pero Joe dudaba que ese hombre sonriera a menudo.
—Perfecto —dijo el reverendo—, ahora que ya nos entendemos, permita que sea el primero en darle la bienvenida a la familia.
—Es un honor formar parte de ella.
El reverendo asintió.
—Si a usted le parece bien, quisiera oficiar la ceremonia.
—Por supuesto.
_____ escogió ese momento para entrar en el salón con el servicio de té.
—_____ —dijo su padre—, he decidido que el conde será un buen marido para ti.
Ella soltó el aire que no sabía que había estado conteniendo. Tenía la aprobación de su padre, algo que significaba más de lo que se imaginaba hasta ese momento. Ahora sólo tenía que casarse.
Casarse. Tragó saliva. Que Dios la ayudara.
Daai.Jonas.Lovato
Re: Mas brillante que el sol [Joe J. y tu]
CAPITULO 06 Parte I
Al día siguiente, un mensajero trajo un paquete para _____. Con curiosidad, desató las cuerdas y se detuvo cuando un sobre cayó al suelo. Se agachó, lo cogió y lo abrió:
Querida _____:
Le ruego que acepte este regalo como muestra de mi estima y afecto. Estaba tan guapa de verde el otro día. He pensado que quizá le gustaría ponérselo para la boda.
Sinceramente, Joseph.
P.D.: Por favor, no se cubra el pelo.
Ella apenas pudo contener la emoción cuando sus dedos acariciaron el delicioso terciopelo. Apartó el papel y descubrió el vestido más bonito que había visto en su vida, y que nunca habría soñado que podría ponerse. Era de color verde esmeralda intenso y de corte sencillo, sin volantes ni adornos. Sabía que le iría como anillo al dedo.
Y, con un poco de suerte, el hombre que se lo había regalado también.
¡Hola chicas!
Disculpen la tardanza. Estoy a full con el cole y los examenes antes de las vacaciones no me dejan nada de tiempo.
Disfruten el cap. :hi:
Daai.Jonas.Lovato
Re: Mas brillante que el sol [Joe J. y tu]
awww ahora si se van a casar
Joe es tan lindos
Siguela!!
Joe es tan lindos
Siguela!!
aranzhitha
Re: Mas brillante que el sol [Joe J. y tu]
Oh Dios, oh Dios :O ¡Se acerca el gran día! :D
No puedo esperar!!!! por favor, cuando puedas, SIGUELAAAAAAA
No puedo esperar!!!! por favor, cuando puedas, SIGUELAAAAAAA
Dayi_JonasLove!*
Re: Mas brillante que el sol [Joe J. y tu]
Assadfdaghhgdhxba!
LA NOTA *w*
Se casarán! Ya muy pronto!
Sigueee & Tranquila; hazlo cuando puedas ^^
LA NOTA *w*
Se casarán! Ya muy pronto!
Sigueee & Tranquila; hazlo cuando puedas ^^
-Lizz-
Re: Mas brillante que el sol [Joe J. y tu]
Las locuras que le suceden a ellos son tan graciosas. Me encanta como es de atento el conde :33
SIGUELAAAA
SIGUELAAAA
Creadora
Re: Mas brillante que el sol [Joe J. y tu]
Más vale que el padre aceptara al conde como esposo de la rayiizz e.e ..
Son tan graciosos los dos estando juntos ..
y definitivamente serán felices cuando se casen :D ..
Amo a Joe :3 :(L): ..
es taan ASDFGHJKLÑ' ! eso xD ..
SI-GUE-LAA ! ..
Son tan graciosos los dos estando juntos ..
y definitivamente serán felices cuando se casen :D ..
Amo a Joe :3 :(L): ..
es taan ASDFGHJKLÑ' ! eso xD ..
SI-GUE-LAA ! ..
Jess Jonas ..
Re: Mas brillante que el sol [Joe J. y tu]
waaaaaaaaaa ys se van a acsar
no te preocupes sube cuando puedas :)
me encanta
no te preocupes sube cuando puedas :)
me encanta
andreita
Re: Mas brillante que el sol [Joe J. y tu]
CAPITULO 06 Parte II
El día de la boda amaneció resplandeciente y despejado. Un carruaje vino a llevar a _____, a su padre y a la señora Foxglove hasta Jonas Abbey, y _____ realmente se sintió como una princesa de cuento. El vestido, el carruaje, el increíblemente apuesto hombre que la esperaba al final del trayecto...; todo parecía el decorado perfecto para el cuento de hadas más glorioso.
La ceremonia iba a celebrarse en el salón formal de Jonas Abbey. El reverendo Lyndon se colocó en su sitio frente a Joe y luego, para diversión de todo el mundo, soltó un grito de consternación y salió del salón.
—Tengo que entregar a la novia —dijo antes de salir.
Y las risas continuaron cuando, siguiendo el texto que tenía memorizado, dijo:
—¿Quién entrega a esta mujer? —y luego añadió—: En realidad, yo.
Sin embargo, esos momentos de ligereza no rebajaron el nerviosismo de _____, que notó cómo todo su cuerpo se tensaba cuando su padre la invitó a decir «Sí quiero».
Sin poder casi respirar, miró al hombre que iba a convertirse en su marido. ¿Qué estaba haciendo? Si apenas lo conocía.
Miró a su padre, que la estaba mirando con una nostalgia impropia de él.
Se volvió hacia la señora Foxglove, que, por lo visto, había olvidado todos sus planes de utilizarla como deshollinadora y se había pasado todo el trayecto hablando de cómo ella siempre había sabido que su «querida _____ se casaría con un excelente partido» y de su «querido yerno, el conde».
—Sí quiero —dijo ella—. Sí que quiero.
A su lado, notó cómo Joseph se sacudía de la risa.
Y entonces, él le deslizó un impresionante anillo de oro en el dedo anular de la mano izquierda y se dio cuenta de que, ante los ojos de la Iglesia y de Inglaterra, ahora pertenecía al conde de Billington. Para siempre.
Para una mujer que siempre había presumido de su coraje, notó que las rodillas le temblaban sospechosamente.
El señor Lyndon terminó la ceremonia y Joe se inclinó y dio un suave beso en los labios. Para cualquier observador, no fue más que un casto beso, pero ella notó cómo la lengua de su flamante marido le rozaba la comisura de los labios. Agotada por aquella caricia secreta, apenas tuvo tiempo de recuperar la compostura cuando él la tomó del brazo y la guió hasta un grupo de personas que ella había imaginado que serían sus familiares.
—No he tenido tiempo de invitar a toda mi familia —le dijo—, pero quiero que conozcas a mis primas. Te presento a la señora de George Pallister, a la señorita Pallister y a la señorita Judith Pallister —se volvió hacia la señora y las dos chicas y sonrió—. Helen, Demi, Judith, os presento a mi mujer, ______, condesa de Billington.
—Encantada —dijo ella, que no estaba segura de si tenía que hacerles una reverencia, o si quizá se la tenían que hacer ellas, o si nadie tenía que hacer nada. De modo que dibujó su sonrisa más encantadora. Helen, una atractiva señora rubia de unos cuarenta años, también sonrió.
—Helen y sus hijas viven en Jonas Abbey —dijo Joe—. Desde la muerte del señor Pallister.
—¿Ah, sí? —preguntó _____ sorprendida. Se volvió hacia sus nuevas primas—. ¿Ah, sí?
—Sí —respondió —, igual que mi tía soltera, Cordelia. No sé dónde estará.
—Es un poco excéntrica —añadió Helen. Demi, que debía de tener unos catorce o quince años, no dijo nada y estuvo todo el tiempo con expresión hosca.
—Estoy segura de que nos llevaremos de maravilla —dijo _____—. Siempre he querido vivir en una casa llena de gente. La mía ha estado bastante vacía desde que mi hermana se marchó.
—La hermana de _____ hace poco que se casó con el conde Macclesfield —explicó.
—Sí, pero se marchó de casa mucho antes —dijo ella, algo nostálgica—. Hace ocho años que mi padre y yo vivimos solos.
—¡Yo también tengo una hermana! —exclamó Judith—. ¡Demi!
_____ sonrió hacia la pequeña.
—Ya lo veo. ¿Y cuántos años tienes, Judith?
—Seis —respondió la niña, orgullosa, apartándose el pelo castaño de la cara—. Y mañana tendré doce.
Helen se rió.
—«Mañana» suele significar algún día en el futuro —dijo, mientras se inclinaba para besar a su hija en la mejilla—. Primero tiene que cumplir siete.
—¡Y luego doce!
_____ se agachó.
—Todavía no, tesoro. Después ocho, y después nueve, y después...
—Diez, después once —la interrumpió orgullosa Judith—, ¡y después doce!
—Exacto —dijo.
—Puedo contar hasta sesenta y dos.
—¿De verdad? —preguntó con su mejor voz de «estoy impresionada».
—Mmm... mmm. Uno. Dos. Tres. Cuatro...
—¡Madre! —dijo Demi con un atribulado suspiro.
Helen tomó a Judith de la mano.
—Vamos, pequeña. Ya practicaremos los números otro día. Judith puso los ojos en blanco antes de volverse hacia Joe y decir:
—Mamá dice que ya iba siendo hora de que te casaras.
—¡Judith! —exclamó Helen, ligeramente sonrosada.
—Lo dijiste. Y dijiste que tenía trago con demasiadas mujeres y que...
—¡Judith! —casi gritó Helen mientras agarraba a su hija de la mano—. No es el momento.
—No pasa nada —se apresuró a decir _____—. No lo ha hecho con maldad.
Parecía que Helen quisiera que la tierra se la tragara. Tiró a Judith del brazo y dijo:
—Creo que los recién casados querrán estar solos unos instantes. Acompañaré al resto al comedor para el desayuno nupcial.
Mientras Helen salía con todos los invitados, ____ y Joe oyeron cómo Judith decía:
—Demi, ¿qué es una mujer fresca?
La respuesta de su hermana fue:
—Judith, no tienes remedio.
—¿Acaso tiene siempre frío? ¿Está en la heladera?
_____ no sabía si reír o llorar.
—Lo siento —dijo Joe cuando se quedaron solos.
—No ha sido nada.
—Una novia no tendría que escuchar historias de los deslices de su nuevo marido el día de su boda.
Ella se encogió hombros.
—No es tan terrible si viene de la boca de una niña de seis años. Aunque imagino que quería decir que tenías «trato» con mujeres.
—Te aseguro que no tengo «trago» con nadie.
Ella se rió.
Joe miró a la mujer que se había convertido en su esposa y sintió cómo, en su interior, florecía un inexplicable sentido de orgullo. Los acontecimientos de aquella mañana podrían haberla sobrepasado, pero se había comportado con gracia y dignidad. Había elegido bien.
—Me alegro de que no te hayas cubierto el pelo —le susurró él. Se rió cuando ella se llevó una mano a la cabeza.
—No imagino por qué me pediste que no lo hiciera —dijo ella, algo nerviosa.
Él alargó la mano y acarició uno de los mechones que se había soltado del recogido y se le enroscaba en la base de la garganta.
—¿Ah, no?
Ella no respondió y el la agarró con fuerza por el hombro hasta que ______ se balanceó hasta él, con los ojos brillando de deseo. Joe sintió una oleada de triunfalismo cuando se dio cuenta de que seducir a su mujer no iba a ser tan difícil como se había imaginado.
Tensó el cuerpo y se inclinó para besarla, para acariciarle el precioso pelo dorado rojizo con las manos y entonces...
Ella se separó. Sin más.
Él maldijo en voz baja.
—No es muy buena idea, milord —dijo ella, muy segura de sus palabras.
—Llámame Joe —respondió él.
—No cuando tienes ese aspecto.
—¿Qué aspecto?
—Así..., no sé. Imperioso —parpadeó—. En realidad, parece como si estuvieras dolorido.
—Es que lo estoy —admitió él.
Ella retrocedió.
—Oh, lo siento mucho. ¿Todavía te duele el cuerpo por el accidente con el carruaje? ¿O es el tobillo? Me he fijado en que todavía cojeas un poco.
La miró mientras se preguntaba si realmente podía ser tan inocente.
—No es el tobillo, _____.
—Si yo tengo que llamarte Joe, será mejor que me tú llames ____ —dijo ella.
—Todavía no me has llamado Joe.
—Supongo que no. —Se aclaró la garganta mientras pensaba que aquella conversación bastaba como prueba de que no conocía lo suficiente a ese hombre para casarse con él—. Joe.
Él sonrió.
—____. Me gusta. Te queda bien.
—Sólo mi padre me llama ______ —frunció el ceño—. Ah, y la señora Foxglove, supongo.
—Entonces, nunca te llamaré así —prometió él con una sonrisa.
—Seguramente lo harás —dijo ella— cuando te enfades conmigo.
—¿Por qué dices eso?
—Todo el mundo lo hace cuando se enfada conmigo.
—¿Por qué estás tan segura de que me enfadaré contigo?
Ella se rió.
—Milord, vamos a estar juntos toda la vida. Imagino que no pasará mucho antes de que haga algo que despierte tu ira, al menos una vez.
—Supongo que tendría que estar contento de haberme casado con una mujer realista.
—A largo plazo, somos las mejores —respondió ella con una amplia sonrisa—. Ya lo verás.
—No lo dudo.
Se produjo un momento de silencio y ella dijo:
—Deberíamos ir a desayunar.
—Supongo que sí —murmuró él mientras alargaba la mano para acariciarle la barbilla.
_____ retrocedió.
—No lo intentes.
—¿El qué? Formaba parte de nuestro acuerdo, ¿no es así?
—Sí. —Intentó escaparse—. Pero sabes perfectamente que no puedo pensar cuando haces eso —imaginó que seguramente debería haberse guardado esa información, pero ¿para qué si él lo sabía tan bien como ella?
Joe dibujó una sonrisa satisfecha.
—Ésa es la idea, querida.
—Quizá para ti —respondió ella—, pero me gustaría poder conocerte mejor antes de pasar a... eh... esa fase de la relación.
—Muy bien, ¿qué quieres saber?
_____ se quedó callada unos segundos porque no sabía qué responder. Al final, dijo:
—Cualquier cosa.
—¿Lo que sea?
—Lo que sea que te parezca que me servirá para conocer mejor al conde de Billington..., perdón, a Joe.
El se quedó pensativo, luego sonrió y dijo:
—Escribo listas de forma compulsiva. ¿Te parece interesante?
_____ no estaba segura de qué esperaba que le revelara, pero aquello no. ¿Escribía listas de forma compulsiva? Eso hablaba más de él que cualquier afición o pasatiempos.
—¿Sobre qué escribes listas? —le preguntó.
—De todo.
—¿Has escrito una lista sobre mí?
—Por supuesto.
Ella esperó que dijera algo más y luego, impaciente, preguntó:
—¿Qué ponía?
El se rió ante su curiosidad.
—Era una lista de motivos por los que creía que serías una buena esposa. Esas cosas.
—Ya. —Quería preguntarle cuántos puntos tenía la lista, pero le pareció que podría ser de mala educación.
Él se inclinó hacia delante, con el diablo reflejado en sus ojos marrones.
—Había seis puntos.
Ella retrocedió.
—Estoy segura de que no te he preguntado por el número de puntos.
—Pero querías hacerlo.
Ella no dijo nada.
—Ahora —dijo él—, tienes que decirme algo sobre la señorita ______ Lyndon.
—Ya no soy la señorita _____ Lyndon —respondió ella con descaro.
Joe se rió ante su error.
—La condesa de Billington. ¿Cómo es?
—A veces, habla demasiado —dijo ella.
—Eso ya lo sé.
Ella hizo una mueca.
—Está bien —se quedó pensativa un segundo—. Cuando hace buen tiempo, me gusta coger un libro y leer al aire libre. No suelo volver a casa hasta el atardecer.
Joe alargó la mano y la tomó por el brazo.
—Está muy bien que un marido sepa eso —dijo con suavidad—. Así, si alguna vez te pierdo, sabré dónde buscar.
Se dirigieron hacia el comedor, y él se inclinó y le dijo:
—Parece que el vestido te va como un guante. ¿Te gusta?
—Sí, mucho. Es el vestido más bonito que me he puesto en la vida. Casi no ha hecho falta ni arreglarlo. ¿Cómo lo has conseguido en tan poco tiempo?
Él se encogió de hombros con toda tranquilidad.
—He pagado una cantidad obscena de dinero a una modista.
Antes de que ______ pudiera responder, giraron una esquina y entraron en el comedor. El pequeño grupo de invitados se puso de pie para recibir y vitorear al nuevo matrimonio.
El desayuno fue tranquilo, con la excepción de la presentación de la tía-abuela de Joe, Cordelia, que había estado ausente durante la ceremonia y gran parte del desayuno. ______ no pudo evitar fijarse en la silla vacía y preguntarse si la tía de su marido tenía alguna objeción a la elección de Joe.
Él siguió la dirección de su mirada y le susurró:
—No te preocupes. Es una mujer excéntrica y le gusta seguir su propio ritmo. Estoy seguro de que aparecerá.
Ella no lo creyó hasta que una anciana, con un vestido de hacía al menos veinte años, entró corriendo en el comedor al grito de:
—¡La cocina está ardiendo!
_____ y su familia estaban levantados (de hecho, la señora Foxglove ya estaba en la puerta) cuando se dieron cuenta de que Joe y sus primas no se habían movido.
—¡Joseph! —exclamó —. ¿No has oído lo que ha dicho? Tenemos que hacer algo.
—Siempre aparece diciendo que esto o aquello está ardiendo —respondió él—. Le gusta poner un toque de dramatismo.
Cordelia se acercó a _____.
—Tú debes de ser la novia —dijo la mujer, directamente.
—Eh… sí.
—Bien. Hacía tiempo que necesitábamos una —y se marchó, dejando a _____ boquiabierta.
Joe le dio una palmadita en la espalda.
—¿Lo ves? Le has caído bien.
Ella volvió a sentarse mientras se preguntaba si todas las familias aristócratas tenían a una tía soltera loca escondida en el desván.
—¿Hay algún otro familiar que quieras presentarme? —le preguntó con voz débil.
—Sólo mi primo Cecil —respondió, que estaba haciendo un gran esfuerzo por no reírse—. Pero no vive aquí. Además, es un sapo adulador.
—Un sapo en la familia —murmuró, con una delicada sonrisa—. Qué curioso. Desconocía la rama anfibia en los Jonas.
Él se rió.
—Sí, somos unos excelentes nadadores.
Ahora _____ sí que se rió abiertamente.
—Pues algún día tendrás que enseñarme. Nunca he aprendido.
Él le tomó la mano y se la acercó a los labios.
—Será un honor, milady. En cuanto empiece a hacer calor, iremos al estanque.
Y, ante los ojos de todos los presentes, parecían una pareja de jóvenes locamente enamorados.
Daai.Jonas.Lovato
Re: Mas brillante que el sol [Joe J. y tu]
Awwww que bellos son :3 SIGUELA
Creadora
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