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Un Ángel Caido y un Amor Prohibido (1.era y 2.da Tmprd) Terminada joe y _Tn
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Un Ángel Caido y un Amor Prohibido (1.era y 2.da Tmprd) Terminada joe y _Tn
1)quiero cap!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
2)viste q te hacemos caso no? xq tu nos dices odien a Marcie y lo hacemos :D .somos unas lectoras muy instruidas!jajjajajajjajja.
3) sube cap!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
4)y quiero mas maraton!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
5)siguela!!!!!!!!!
6)siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! :D :arrow:
se noto q quiero cap? :?:
2)viste q te hacemos caso no? xq tu nos dices odien a Marcie y lo hacemos :D .somos unas lectoras muy instruidas!jajjajajajjajja.
3) sube cap!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
4)y quiero mas maraton!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
5)siguela!!!!!!!!!
6)siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! :D :arrow:
se noto q quiero cap? :?:
jonatic&diectioner
Re: Un Ángel Caido y un Amor Prohibido (1.era y 2.da Tmprd) Terminada joe y _Tn
Nueva lectora!!!
O por Dios! Ya me debes de conocer, yo lei TODA la novela de Tentacion y Seduccion :3 Que buenas novelas!!
Sabes que siempre miraba el libro de Hush Hush, y tenia ganas de leerlo pero algo me decia que iba a venir alguien muy copado que iba a hacer la adaptacion. Por ende, GRACIAS!!
Ya requeria de leer una novela asi haah
Un beso grande y espero que puedas seguir subiendo la nove :D
O por Dios! Ya me debes de conocer, yo lei TODA la novela de Tentacion y Seduccion :3 Que buenas novelas!!
Sabes que siempre miraba el libro de Hush Hush, y tenia ganas de leerlo pero algo me decia que iba a venir alguien muy copado que iba a hacer la adaptacion. Por ende, GRACIAS!!
Ya requeria de leer una novela asi haah
Un beso grande y espero que puedas seguir subiendo la nove :D
Augustinesg
Re: Un Ángel Caido y un Amor Prohibido (1.era y 2.da Tmprd) Terminada joe y _Tn
araherre escribió:1)quiero cap!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
2)viste q te hacemos caso no? xq tu nos dices odien a Marcie y lo hacemos :D .somos unas lectoras muy instruidas!jajjajajajjajja.
3) sube cap!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
4)y quiero mas maraton!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
5)siguela!!!!!!!!!
6)siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! :D :arrow:
se noto q quiero cap? :?:
bueno en realidad no se lo q quieres es un poco confuso
pero bueno en fin si regreso hoy temprano pondre mas capitulos okis :)
ElitzJb
Re: Un Ángel Caido y un Amor Prohibido (1.era y 2.da Tmprd) Terminada joe y _Tn
ElitzJb escribió:araherre escribió:1)quiero cap!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
2)viste q te hacemos caso no? xq tu nos dices odien a Marcie y lo hacemos :D .somos unas lectoras muy instruidas!jajjajajajjajja.
3) sube cap!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
4)y quiero mas maraton!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
5)siguela!!!!!!!!!
6)siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! :D :arrow:
se noto q quiero cap? :?:
bueno en realidad no se lo q quieres es un poco confuso
pero bueno en fin si regreso hoy temprano pondre mas capitulos okis :)
en fin ni yo entendi q puse!!!!
siguela!!!!!!!!!!!!!!
jonatic&diectioner
Re: Un Ángel Caido y un Amor Prohibido (1.era y 2.da Tmprd) Terminada joe y _Tn
Augustinesg escribió:Nueva lectora!!!
O por Dios! Ya me debes de conocer, yo lei TODA la novela de Tentacion y Seduccion :3 Que buenas novelas!!
Sabes que siempre miraba el libro de Hush Hush, y tenia ganas de leerlo pero algo me decia que iba a venir alguien muy copado que iba a hacer la adaptacion. Por ende, GRACIAS!!
Ya requeria de leer una novela asi haah
Un beso grande y espero que puedas seguir subiendo la nove :D
hola :hi: es agradable saber q te colaste x aqui ... claro q te conozco chica
y te digo yo en lo particular amo estos libros son estupendo ... y ni te imaginas lo q pasara en los otros libros
x supuesto q la seguire te aseguro q yo podria abandonar todo menos el subirles a mis lectoras capitulos nuevos sy 100% entregada a esto :) en fin ya coloco cap nuevo a y se me olvidaba BIENVENIDA
ElitzJb
Re: Un Ángel Caido y un Amor Prohibido (1.era y 2.da Tmprd) Terminada joe y _Tn
II TEMPORADA
Capítulo 10
Una hora después, me había arreglado y había comido unas galletas
Graham15 untadas con queso crema, limpiado la cocina y visto un poco de
televisión. En una esquina oscura de mi mente, no había podido olvidar el
mensaje advirtiéndome que me quedara en casa. Había sido más fácil tomarlo
como una llamada equivocada o una broma cuando estaba sana y salva dentro
del coche de Demi, pero ahora que estaba sola, no me sentía para nada segura.
Consideré poner algo de Chopin para romper el silencio, pero no quería
incapacitar mi oído. En estos momentos lo último que necesitaba era tener a
alguien acercándose sigilosamente a mis espaldas…
—¡Tienes que sobreponerte! —me ordené a mi misma. Nadie te está
espiando…
Después de un rato, cuando ya no había nada bueno en la TV, subí a mi
habitación. Mi cuarto estaba, prácticamente limpio, así que ordené mi clóset por
color, tratando de mantenerme ocupada para no estar tentada a quedarme
dormida. Nada me haría tan vulnerable como quedarme media inconciente, y
quería atrasarlo tanto como me fuese posible. Le quité el polvo a la superficie de
mi buró, después ordené alfabéticamente mis libros. Me seguía diciendo a mí
misma de que nada malo iba a pasar. Probablemente, mañana al amanecer me
despertaría dándome cuenta de lo ridículamente paranoica que había sido.
Y sin embargo, ¿qué tal si el mensaje era de alguien que quería cortarme
la garganta mientras dormía? En una noche escalofriante como esta, nada
estaba lejos de creerse.
Un rato después, me desperté en la oscuridad. Las cortinas en el lado
más alejado del cuarto se inflaban cuando el ventilador volteaba hacia ellas. La
temperatura del aire estaba demasiado cálida, y mi ajustada camiseta sin
mangas y los hotpants16 se me pegaban en la piel, pero estaba demasiado absorta
previendo lo peor para siquiera pensar en romper la ventana. Mirando a ambos
lados, parpadeé hacia los números de mi reloj; faltaba poco para que dieran las
tres.
Un furioso martilleo retumbaba a través del costado derecho de mi
cráneo, y mi ojo estaba cerrado por la hinchazón. Encendiendo todas las luces
de la casa, caminé descalza lentamente hacia al refrigerador y armé un paquete
de hielo con cubitos de hielo y una bolsa Ziploc. Me atreví a mirarme al espejo
del baño y gruñí. Un moretón de un fuerte púrpura y rojo floreaban desde mi
ceja hasta mi pómulo.
—¿Cómo pudiste dejar que esto pasara? —, le pregunté a mi reflejo—
¿Cómo permitiste que Marcie te golpeara?
Saqué las últimas dos cápsulas de Paracetamol del envase que se encontraba
en el botiquín con espejo, me las tragué, y después me hice un ovillo en la cama.
El hielo escocía la piel alrededor de mi ojo y me causaba escalofríos. Mientras
esperaba a que me hiciera efecto el analgésico, batallé con la imagen mental de
Marcie subiéndose al Jeep de Joe. La imagen se reproducía, se rebobinaba, y
se volvía a reproducir. Di vueltas en la cama, incluso doblé la almohada sobre
mi cabeza para sofocar la imagen, pero bailaba fuera de mi alcance, burlándose
de mí.
Lo que debió haber sido una hora después, mi cerebro se desgastó
pensando en todas las ingeniosas maneras en las que me gustaría matar a
Marcie y a Joe, y volví a caer dormida.
Me desperté al sonido de una cerradura girando.
Abrí los ojos, pero mi visión estaba confusa por el mismo blanco y negro
de mala calidad de cuando soñé mi ida a Inglaterra, hace demasiados años.
Traté de parpadear para despejarla y poder ver bien otra vez, pero mi mundo
permaneció con el color del humo y hielo.
Abajo, la puerta principal se abrió fácilmente con un crujido grave. No
esperaba a mi mamá sino hasta el siguiente sábado en la mañana, lo que
significaba que era alguien más. Alguien que no pertenecía acá.
Lancé una mirada alrededor del cuarto en busca de algo que pudiese
usar como un arma. Unos cuantos marcos pequeños estaban colocados en la
mesita de noche, junto con una lámpara barata de la farmacia.
Unos pasos andaban suavemente por el piso de madera del vestíbulo.
Segundos después, estaban en las escaleras. El intruso no se detuvo para
escuchar señales de que había sido oído. Él sabía exactamente hacia donde se
dirigía. Rodando silenciosamente fuera de la cama, alcancé mis medias que
estaban tiradas en el piso. Las tensé entre mis manos y presioné mi espalda en
la pared junto a la puerta de mi habitación, un pegajoso sudor moldeándose
sobre mi piel. Todo estaba tan silencioso que incluso podía escucharme a mí
misma respirar.
Él caminó a través del corredor, y até una media alrededor de su cuello,
tirando de él tan fuerte como podía. Hubo un momento de lucha antes de que
mi propio peso me propulsara hacia delante, y entonces me encontré cara a cara
con Joe. Él miró desde las medias que me había confiscado hacia mí.
—Quieres explicar, ¿Qué estás haciendo aquí? —pregunté con la
respiración agitada. Até cabos— ¿Fue tu mensaje el de hace rato? ¿Fuiste tú
quien me dijo que me quedase en casa? ¿Desde cuándo tienes un número
privado?
—Tenía que conseguir una nueva línea. Algo más seguro.
No quería saber. ¿Qué clase de persona necesitaba toda esta discreción?
¿A quién temía Joe de que escuchase sus llamadas? ¿A los arcángeles?
—¿Se te ocurrió siquiera golpear? —pregunté, mi pulso aún martillando—
. Pensé que eras otra persona.
—¿Esperabas a otra persona?
—¡De hecho sí! —un psicópata que enviaba mensajes de texto diciéndome
que me volviese un poco más accesible.
—Son más de las tres —dijo Joe—. Quien sea que estés esperando, no
puede ser tan emocionante; te dormiste —Sonrió—. Sigues durmiendo—.
Pareció satisfecho al decirlo. Tal vez incluso tranquilo, como si algo a lo que le
hubiese estado dando vueltas hubiera salido bien.
Parpadeé. ¿Seguía durmiendo? ¿De qué estaba hablando? Un momento.
Por supuesto. Eso explicaba porqué el color estaba desvanecido, y aún seguía
viendo en blanco y negro. Joe no estaba realmente en mi cuarto; estaba en mi
sueño.
Pero, ¿estaba soñando sobre él, o él sabía que estaba aquí? ¿Estábamos
compartiendo el mismo sueño?
—Para tu información, me quedé dormida esperando a… Kevin. —No
tenía ni idea de porqué dije eso, solo que mi boca se interpuso en el camino de
mi cerebro.
—Kevin —repitió.
—No empieces. Ví a Marcie subiéndose a tu Jeep.
—Necesitaba un aventón.
Adopté la pose de “manos a la cadera”.
— ¿Qué tipo de aventón?
—No ese tipo de aventón —dijo lentamente.
—¡Oh, claro! ¿De qué color era su tanga? —Era una prueba, y realmente
esperaba que la fallase.
Él no respondió, pero una mirada a sus ojos me dijo que no la había
fallado.
Me dirigí hacia la cama, tomé una almohada, y se la arrojé. Él se hizo a un
lado, y la almohada se derrumbó contra la pared.
—Me mentiste —dije— ¡Me dijiste que no había nada entre tú y Marcie,
pero cuando dos personas no tienen nada entre ellos, no intercambian armarios,
y no se suben a los coches de cada uno, tarde en la noche, vestidos en lo que
podría pasar por lencería! —Pronto me di cuenta de mis propias ropas, o la falta
de ellas. Me paré frente a Joe con nada más que un top de tirantes y unos
pantalones cortos. Bueno, no podía hacer mucho al respecto ahora, ¿cierto?
— ¿Intercambiar armarios?—preguntó Joe.
— ¡Ella estaba usando tu sombrero! —exclamé.
—Su cabello no tuvo un buen día.
Mi quijada cayó.
—¿Fue eso lo que te dijo? ¿Y te lo creíste?—No es tan mala como tú la
haces ver.
Él no acababa de decir eso. Me puse un dedo en el ojo.
—¿No es tan mala?, ¿Ves esto? ¡Ella me lo hizo! ¿Qué estás haciendo aquí?
—volví a preguntar, mi ira estaba hirviendo al máximo.
Joe se apoyó en el escritorio y cruzó los brazos.
—Pasé a ver cómo estabas.
—De nuevo, tengo un ojo morado, gracias por preguntar —solté.
—¿Necesitas hielo?
—¡Necesito que te largues de mi sueño! —arranqué una segunda
almohada de la cama y se la aventé violentamente. Esta vez, la atrapó.
—Fuíste a Devil's Handbag, un ojo morado viene con la entrada. —
Empujó la almohada de vuelta a mí, como si estuviese puntualizando su
opinión.
—¿Estás defendiendo a Marcie?
Él sacudió su cabeza.
—No necesito hacerlo. Ella puede cuidarse por sí misma. Tú, por otro
lado…
Apunté la puerta.
—Fuera.
Como no se movió, caminé de nuevo hacia él y lo azoté con la almohada.
—¡Dije que te largaras de mi sueño, mentiroso, traidor…!
Me quitó la almohada y me hizo caminar en reversa hasta que me topé con
la pared, sus botas de motociclista rozando mis dedos. Estaba tomando aliento
para terminar mi oración e insultarlo de la peor manera posible, cuando Joe
tiró de la tira elástica de mis bragas y me jaló aún más cerca. Sus ojos eran negro
líquido, su respiración suave y profunda. Me quedé parada de ese modo,
suspendida entre él y la pared, mi pulso acelerándose mientras me volvía más
conciente de su cuerpo y de la masculina esencia de cuero y menta persistente
en su piel. Sentí que mi resistencia comenzaba a decaer.
De pronto, y sin hacerle caso a nada más que a mi propio deseo, enredé
mis dedos en su camisa y lo jalé hacia mí. Se sentía tan bien tenerlo tan cerca
otra vez. Lo extrañaba tanto pero no me había dado cuenta de cuánto hasta este
momento.
—No hagas que me arrepienta de esto —dije, sin aliento.
—No te has arrepentido de mí ni una vez.
Me besó, y yo respondí de una manera tan hambrienta que pensé mis
labios se magullarían. Hice subir mis dedos hasta su cabello, atrayéndolo aún
más cerca. Mi boca estaba sobre la suya, caótica, salvaje y hambrienta. Todas las
desastrosas y complicadas emociones por las que había pasado desde que
habíamos roto se esfumaron, mientras me ahogaba en la loca y compulsiva
necesidad de estar con él.
Sus manos estaban debajo de mi blusa, deslizándose expertamente desde
mi espalda hasta sostenerme contra él. Estaba atrapada entre la pared y su
cuerpo, manejando torpemente los botones de su camisa, mis nudillos rozando
el sólido músculo que había debajo de ella.
Le saqué la camisa por los hombros, aporreando la puerta en mi cerebro,
lo que me advirtió que estaba cometiendo un gran error. No quería escucharme,
porque le tenía miedo a lo que iba a encontrar en el otro lado. Sabía que me
estaba exponiendo a más dolor, pero no podía resistirlo. En todo lo que podía
pensar era que si Joe estaba realmente en mi sueño, esta noche podría ser
nuestro pequeño secreto. Los arcángeles no podían vernos. Aquí, sus reglas
eran como humo. Podíamos hacer cualquier cosa que queramos, y ellos no se
enterarían. Nadie lo haría.
Joe me encontró a medio camino, liberando sus brazos de las mangas y
tirando la camisa a un lado. Deslicé mis manos a lo largo de sus perfectamente
esculpidos músculos, lo que envió una onda de locura a través de mí. Sabía que
él no podía sentir nada físicamente, pero me dije a mí misma que era amor lo
que lo estaba guiando. Su amor por mí. No me permití pensar en su
incapacidad de sentir mi toque, o en qué tan poco significaba este encuentro
para él. Simplemente lo deseaba. Ahora.
Me levantó, y enredé mis piernas alrededor de su cintura. Ví su mirada
dirigirse a la cómoda, después a la cama, y mi corazón brincó con deseo. Todo
pensamiento racional me había abandonado. Lo único que sabía era que haría
lo imposible por aferrarme a este enorme trastorno. Todo estaba pasando
demasiado rápido, pero la salvaje certeza de lo que venía a continuación fue un
bálsamo para la fría y destructiva ira que había estado hirviendo en la
superficie en estas últimas semanas. Fue el último pensamiento que registré
antes de que la yema de mi dedo rozara el lugar en donde sus alas se
conectaban con su espalda. Antes de que pudiera detenerlo, fui absorbida
dentro de sus memorias en un santiamén.
El olor a cuero, y su sensación suave y resbalosa contra la parte de debajo
de mis muslos, me indicaron que estaba dentro del Jeep de Joe incluso antes
de que mis ojos se acabaran de adaptar por completo a la oscuridad. Estaba en
el asiento trasero, con Joe detrás del volante y Marcie en el asiento del
copiloto. Ella estaba usando el mismo vestido sedoso y las botas altas en las que
la había visto hacían menos de tres horas.
Esta noche, entonces. La memoria de Joe me había llevado a unas
cuantas horas atrás.
—Arruinó mi vestido —dijo Marcie, tomando la tela que colgaba en sus
piernas— Ahora muero de frío, y apesto a refresco de cereza.
—¿Quieres mi chaqueta? —preguntó Joe, los ojos viendo al camino.
—¿Dónde está?
—En el asiento de atrás.
Marcie se desabrochó el cinturón de seguridad, puso una rodilla sobre la
consola, y tomó la chaqueta de Joe que estaba en el asiento junto a mí.
Cuando miró al frente otra vez, tiró de su vestido por encima de su cabeza y lo
tiró al piso, a sus pies. Sin contar su ropa interior, estaba completamente
desnuda.
Hice un pequeño sonido ahogado de mi garganta.
Ella pasó sus brazos por la chaqueta de Joe y le subió el cierre.
—A la siguiente, dobla a la izquierda —ordenó.
—Sé el camino a tu casa —dijo Joe, manteniendo derecho el Jeep.
—Pero no quiero ir a casa. Dentro de dos cuadras, dobla a la izquierda.
Pero dentro de dos cuadras, Joe siguió derecho.
—Bueno, no eres para nada divertido —dijo Marcie, haciendo un puchero
cansado— ¿No tienes ni un poco de curiosidad del lugar al que quería
llevarnos?
—Es tarde
—¿Estás rechazándome? —preguntó con timidez.
—Voy a dejarte, después regresaré a mi casa.
—¿Por qué no puedo ir?
—Tal vez algún día —dijo Joe.
Oh, ¿en serio? Quería golpear a Joe.
¡Eso es más de lo que yo he conseguido!
—Eso no es muy específico —dijo Marcie con una sonrisa falsa, subiendo
sus tacones al tablero, enseñando pulgadas de su piel. Joe no dijo nada.
—Mañana en la noche, entonces —dijo Marcie. Se detuvo y después
continuó, usando un tono aterciopelado— No es como si tengas otro lugar
donde ir. Sé que (tn) rompió contigo. Las manos de Joe oprimieron con
fuerza el volante.
—Escuché que ahora está con Kevin Parnell. Ya sabes, el chico nuevo. Es
lindo, pero te cambió por menos.
—Realmente no quiero hablar de (tn).
—Bien, porque yo tampoco. Quiero hablar de nosotros.
—Pensé que tenías novio.
—La palabra clave en esa oración es “tenía”.
Joe dobló a la derecha, rebotando el Jeep frente a la entrada de la casa
de Marcie. No apagó el motor.
—Buenas noches, Marcie.
Ella se quedó en su asiento, después, rió.
— ¿No vas a acompañarme a la puerta?
—Eres una chica fuerte y capaz.
—Si mi papá está observando, no estará contento —dijo, extendiendo el
brazo para acomodar el cuello de Joe, su mano demorándose un poco más de
lo apropiado.
—No está observando.
— ¿Cómo lo sabes?, preguntó Marcie.
—Confía en mí.
Marcie bajó la voz aún más, cálida y suave.
—¿Sabes? Realmente admiro tu fuerza de voluntad. Me mantienes
adivinando, y eso me gusta. Pero te voy a dejar algo en claro: no estoy buscando
una relación. No me gustan las cosas complicadas ni revoltosas. No quiero herir
sentimientos, señales confusas, ni celos; sólo quiero divertirme. Busco
diversión… Piénsalo.
Joe se giró a mirar a Marcie por primera vez.
—Lo tendré en mente.
Desde su perfil, ví a Marcie sonreír. Se inclinó a través de la consola y le
dio a Joe un suave y ardiente beso. Él comenzó a retroceder, después, se
detuvo. En cualquier momento, hubiera podido romper el beso, pero no lo hizo.
—Mañana en la noche, entonces —murmuró Marcie, retrocediendo al
fin—. En tu casa.
—Tu vestido —le dijo, señalando al montón húmedo a sus pies.
—Lo lavas y me lo das mañana en la noche —salió del Jeep y corrió hacia
la entrada principal, en donde se escurrió dentro.
Mis manos se aflojaron alrededor del cuello de Joe. Me sentía
demasiado aturdida por lo que había visto como para formar una palabra. Era
como si me hubiese lanzado una cubeta de agua helada encima. Mis labios
estaban hinchados por la rudeza de sus besos, y mi corazón estaba igual de
inflamado.
Joe estaba en mi sueño. Lo estábamos compartiendo juntos. De alguna
manera, era real. La idea en sí era escalofriantemente irreal, casi imposible, pero
tenía que ser real. Si él no estaba aquí, si no se hubiese introducido silenciosa y
sigilosamente en mi sueño, no hubiera podido tocar sus cicatrices y ser
catapultada dentro de su memoria. Pero lo había hecho; la memoria era válida,
viva, y muy real.
Joe pudo deducir por mi reacción que lo que sea que haya visto no
podía haber sido bueno. Me tomó por los hombros, e hizo su cabeza para atrás
para mirar al techo.
—¿Qué viste? —preguntó silenciosamente.
El sonido de mi corazón resonó entre nosotros.
—Besaste a Marcie —dije, mordiendo mi labio para evitar que las lágrimas
se derramasen.
Él pasó sus manos por su cara, luego apretó el puente de su nariz.
—Dime que es un juego mental. Dime que es un truco. Dime que ella tiene
algún tipo de poder sobre ti, que no tienes opción cuando se trata de estar con
ella.
—Es complicado.
—No —dije, con una feroz sacudida de cabeza—. No me digas que es
complicado. Ya nada es complicado; no después de todo por lo que hemos
pasado. ¿Qué es lo que esperas conseguir de una relación con ella?
Sus ojos sacudieron mi mirada.
—No amor.
Un innegable vacío carcomió mis adentros. Todas las piezas se unieron, y
finalmente entendí. Estar con Marcie era satisfacción barata. Autosatisfacción.
Realmente nos veía como conquistas. Era un mujeriego. Cada chica era un reto
nuevo, una cita a corto plazo para ampliar sus horizontes. Encontraba éxito en
el arte de la seducción. No le importaba el nudo ni el final de la historia; sólo el
inicio. Y como todas las otras chicas, había cometido el gran error de haberme
enamorado de él. En el momento en el que lo hice, él huyó. Bueno, nunca
tendría que preocuparse de que Marcie le declarara su amor. El único amor que
ella sentía era para sí misma.
—Me enfermas —dije, mi voz temblando acusadoramente.
Joe se agachó, los codos sobre las rodillas, el rostro enterrado en sus
manos.
—No vine aquí a lastimarte.
—¿Y a qué viniste? ¿A tontear a espaldas de los arcángeles? ¿A lastimarme
más de lo que ya lo has hecho? —no esperé respuesta. Alcanzando mi cuello,
me arranqué la cadena plateada que me había dado días atrás. Se liberó de la
parte trasera de mi cuello, con un chasquido lo suficientemente fuerte que debí
haberme encogido, pero ya tenía mucho dolor como para notar un poco más.
Debí haberle dado la cadena el día en el que rompí con él, pero me di cuenta un
poco tarde que, hasta este momento, aún tenía esperanza. Aún creía en
nosotros. Me aferré a la creencia de que había una manera de hacer algún tipo
de pacto con las estrellas para que Joe regresara conmigo. ¡Qué desperdicio!
Le arrojé la cadena.
—Y quiero mi anillo de vuelta.
Sus ojos oscuros permanecieron en mí un momento más, después se dobló
y recogió su camisa.
—No.
—¿Cómo de que no? ¡Lo quiero de regreso!
—Tú me lo diste —dijo con calma, pero no con gentileza.
—¡Bueno, cambié de parecer! —mi rostro estaba encendido, mi cuerpo
ardía de ira. Él se quería quedar con el anillo porque sabía lo mucho que
significaba para mí. Quería quedárselo porque, a pesar de su ascenso a ángel
guardián, su alma estaba tan oscura como el día en que lo conocí. Y el peor
error que cometí fue haber sido una tonta al creer lo contrario.
—¡Te lo dí cuando fui lo suficientemente tonta como para creer que te
amaba!
Extendí mi mano con brusquedad.
—Regrésalo. Ahora —No podía soportar que Joe se quedara con el
anillo de mi papá. No se lo merecía. No merecía quedarse con el único
recordatorio tangible que tenía del amor verdadero.
Igorando mi petición, Joe salió del cuarto. Abrí los ojos. Encendí la
lámpara, mi visión regresando a la normalidad. Me senté, un destello ardiente
de adrenalina calentando mi cuerpo. Alcanzando mi cuello, tanteé en busca de
la cadena de Joe, pero ésta no estaba allí. Barrí mi mano por las sábanas
arrugadas, pensando en que se me había caído cuando estaba durmiendo.
Pero la cadena había desaparecido. El sueño había sido real. Joe había
descubierto una manera de visitarme mientras dormía.
Una hora después, me había arreglado y había comido unas galletas
Graham15 untadas con queso crema, limpiado la cocina y visto un poco de
televisión. En una esquina oscura de mi mente, no había podido olvidar el
mensaje advirtiéndome que me quedara en casa. Había sido más fácil tomarlo
como una llamada equivocada o una broma cuando estaba sana y salva dentro
del coche de Demi, pero ahora que estaba sola, no me sentía para nada segura.
Consideré poner algo de Chopin para romper el silencio, pero no quería
incapacitar mi oído. En estos momentos lo último que necesitaba era tener a
alguien acercándose sigilosamente a mis espaldas…
—¡Tienes que sobreponerte! —me ordené a mi misma. Nadie te está
espiando…
Después de un rato, cuando ya no había nada bueno en la TV, subí a mi
habitación. Mi cuarto estaba, prácticamente limpio, así que ordené mi clóset por
color, tratando de mantenerme ocupada para no estar tentada a quedarme
dormida. Nada me haría tan vulnerable como quedarme media inconciente, y
quería atrasarlo tanto como me fuese posible. Le quité el polvo a la superficie de
mi buró, después ordené alfabéticamente mis libros. Me seguía diciendo a mí
misma de que nada malo iba a pasar. Probablemente, mañana al amanecer me
despertaría dándome cuenta de lo ridículamente paranoica que había sido.
Y sin embargo, ¿qué tal si el mensaje era de alguien que quería cortarme
la garganta mientras dormía? En una noche escalofriante como esta, nada
estaba lejos de creerse.
Un rato después, me desperté en la oscuridad. Las cortinas en el lado
más alejado del cuarto se inflaban cuando el ventilador volteaba hacia ellas. La
temperatura del aire estaba demasiado cálida, y mi ajustada camiseta sin
mangas y los hotpants16 se me pegaban en la piel, pero estaba demasiado absorta
previendo lo peor para siquiera pensar en romper la ventana. Mirando a ambos
lados, parpadeé hacia los números de mi reloj; faltaba poco para que dieran las
tres.
Un furioso martilleo retumbaba a través del costado derecho de mi
cráneo, y mi ojo estaba cerrado por la hinchazón. Encendiendo todas las luces
de la casa, caminé descalza lentamente hacia al refrigerador y armé un paquete
de hielo con cubitos de hielo y una bolsa Ziploc. Me atreví a mirarme al espejo
del baño y gruñí. Un moretón de un fuerte púrpura y rojo floreaban desde mi
ceja hasta mi pómulo.
—¿Cómo pudiste dejar que esto pasara? —, le pregunté a mi reflejo—
¿Cómo permitiste que Marcie te golpeara?
Saqué las últimas dos cápsulas de Paracetamol del envase que se encontraba
en el botiquín con espejo, me las tragué, y después me hice un ovillo en la cama.
El hielo escocía la piel alrededor de mi ojo y me causaba escalofríos. Mientras
esperaba a que me hiciera efecto el analgésico, batallé con la imagen mental de
Marcie subiéndose al Jeep de Joe. La imagen se reproducía, se rebobinaba, y
se volvía a reproducir. Di vueltas en la cama, incluso doblé la almohada sobre
mi cabeza para sofocar la imagen, pero bailaba fuera de mi alcance, burlándose
de mí.
Lo que debió haber sido una hora después, mi cerebro se desgastó
pensando en todas las ingeniosas maneras en las que me gustaría matar a
Marcie y a Joe, y volví a caer dormida.
Me desperté al sonido de una cerradura girando.
Abrí los ojos, pero mi visión estaba confusa por el mismo blanco y negro
de mala calidad de cuando soñé mi ida a Inglaterra, hace demasiados años.
Traté de parpadear para despejarla y poder ver bien otra vez, pero mi mundo
permaneció con el color del humo y hielo.
Abajo, la puerta principal se abrió fácilmente con un crujido grave. No
esperaba a mi mamá sino hasta el siguiente sábado en la mañana, lo que
significaba que era alguien más. Alguien que no pertenecía acá.
Lancé una mirada alrededor del cuarto en busca de algo que pudiese
usar como un arma. Unos cuantos marcos pequeños estaban colocados en la
mesita de noche, junto con una lámpara barata de la farmacia.
Unos pasos andaban suavemente por el piso de madera del vestíbulo.
Segundos después, estaban en las escaleras. El intruso no se detuvo para
escuchar señales de que había sido oído. Él sabía exactamente hacia donde se
dirigía. Rodando silenciosamente fuera de la cama, alcancé mis medias que
estaban tiradas en el piso. Las tensé entre mis manos y presioné mi espalda en
la pared junto a la puerta de mi habitación, un pegajoso sudor moldeándose
sobre mi piel. Todo estaba tan silencioso que incluso podía escucharme a mí
misma respirar.
Él caminó a través del corredor, y até una media alrededor de su cuello,
tirando de él tan fuerte como podía. Hubo un momento de lucha antes de que
mi propio peso me propulsara hacia delante, y entonces me encontré cara a cara
con Joe. Él miró desde las medias que me había confiscado hacia mí.
—Quieres explicar, ¿Qué estás haciendo aquí? —pregunté con la
respiración agitada. Até cabos— ¿Fue tu mensaje el de hace rato? ¿Fuiste tú
quien me dijo que me quedase en casa? ¿Desde cuándo tienes un número
privado?
—Tenía que conseguir una nueva línea. Algo más seguro.
No quería saber. ¿Qué clase de persona necesitaba toda esta discreción?
¿A quién temía Joe de que escuchase sus llamadas? ¿A los arcángeles?
—¿Se te ocurrió siquiera golpear? —pregunté, mi pulso aún martillando—
. Pensé que eras otra persona.
—¿Esperabas a otra persona?
—¡De hecho sí! —un psicópata que enviaba mensajes de texto diciéndome
que me volviese un poco más accesible.
—Son más de las tres —dijo Joe—. Quien sea que estés esperando, no
puede ser tan emocionante; te dormiste —Sonrió—. Sigues durmiendo—.
Pareció satisfecho al decirlo. Tal vez incluso tranquilo, como si algo a lo que le
hubiese estado dando vueltas hubiera salido bien.
Parpadeé. ¿Seguía durmiendo? ¿De qué estaba hablando? Un momento.
Por supuesto. Eso explicaba porqué el color estaba desvanecido, y aún seguía
viendo en blanco y negro. Joe no estaba realmente en mi cuarto; estaba en mi
sueño.
Pero, ¿estaba soñando sobre él, o él sabía que estaba aquí? ¿Estábamos
compartiendo el mismo sueño?
—Para tu información, me quedé dormida esperando a… Kevin. —No
tenía ni idea de porqué dije eso, solo que mi boca se interpuso en el camino de
mi cerebro.
—Kevin —repitió.
—No empieces. Ví a Marcie subiéndose a tu Jeep.
—Necesitaba un aventón.
Adopté la pose de “manos a la cadera”.
— ¿Qué tipo de aventón?
—No ese tipo de aventón —dijo lentamente.
—¡Oh, claro! ¿De qué color era su tanga? —Era una prueba, y realmente
esperaba que la fallase.
Él no respondió, pero una mirada a sus ojos me dijo que no la había
fallado.
Me dirigí hacia la cama, tomé una almohada, y se la arrojé. Él se hizo a un
lado, y la almohada se derrumbó contra la pared.
—Me mentiste —dije— ¡Me dijiste que no había nada entre tú y Marcie,
pero cuando dos personas no tienen nada entre ellos, no intercambian armarios,
y no se suben a los coches de cada uno, tarde en la noche, vestidos en lo que
podría pasar por lencería! —Pronto me di cuenta de mis propias ropas, o la falta
de ellas. Me paré frente a Joe con nada más que un top de tirantes y unos
pantalones cortos. Bueno, no podía hacer mucho al respecto ahora, ¿cierto?
— ¿Intercambiar armarios?—preguntó Joe.
— ¡Ella estaba usando tu sombrero! —exclamé.
—Su cabello no tuvo un buen día.
Mi quijada cayó.
—¿Fue eso lo que te dijo? ¿Y te lo creíste?—No es tan mala como tú la
haces ver.
Él no acababa de decir eso. Me puse un dedo en el ojo.
—¿No es tan mala?, ¿Ves esto? ¡Ella me lo hizo! ¿Qué estás haciendo aquí?
—volví a preguntar, mi ira estaba hirviendo al máximo.
Joe se apoyó en el escritorio y cruzó los brazos.
—Pasé a ver cómo estabas.
—De nuevo, tengo un ojo morado, gracias por preguntar —solté.
—¿Necesitas hielo?
—¡Necesito que te largues de mi sueño! —arranqué una segunda
almohada de la cama y se la aventé violentamente. Esta vez, la atrapó.
—Fuíste a Devil's Handbag, un ojo morado viene con la entrada. —
Empujó la almohada de vuelta a mí, como si estuviese puntualizando su
opinión.
—¿Estás defendiendo a Marcie?
Él sacudió su cabeza.
—No necesito hacerlo. Ella puede cuidarse por sí misma. Tú, por otro
lado…
Apunté la puerta.
—Fuera.
Como no se movió, caminé de nuevo hacia él y lo azoté con la almohada.
—¡Dije que te largaras de mi sueño, mentiroso, traidor…!
Me quitó la almohada y me hizo caminar en reversa hasta que me topé con
la pared, sus botas de motociclista rozando mis dedos. Estaba tomando aliento
para terminar mi oración e insultarlo de la peor manera posible, cuando Joe
tiró de la tira elástica de mis bragas y me jaló aún más cerca. Sus ojos eran negro
líquido, su respiración suave y profunda. Me quedé parada de ese modo,
suspendida entre él y la pared, mi pulso acelerándose mientras me volvía más
conciente de su cuerpo y de la masculina esencia de cuero y menta persistente
en su piel. Sentí que mi resistencia comenzaba a decaer.
De pronto, y sin hacerle caso a nada más que a mi propio deseo, enredé
mis dedos en su camisa y lo jalé hacia mí. Se sentía tan bien tenerlo tan cerca
otra vez. Lo extrañaba tanto pero no me había dado cuenta de cuánto hasta este
momento.
—No hagas que me arrepienta de esto —dije, sin aliento.
—No te has arrepentido de mí ni una vez.
Me besó, y yo respondí de una manera tan hambrienta que pensé mis
labios se magullarían. Hice subir mis dedos hasta su cabello, atrayéndolo aún
más cerca. Mi boca estaba sobre la suya, caótica, salvaje y hambrienta. Todas las
desastrosas y complicadas emociones por las que había pasado desde que
habíamos roto se esfumaron, mientras me ahogaba en la loca y compulsiva
necesidad de estar con él.
Sus manos estaban debajo de mi blusa, deslizándose expertamente desde
mi espalda hasta sostenerme contra él. Estaba atrapada entre la pared y su
cuerpo, manejando torpemente los botones de su camisa, mis nudillos rozando
el sólido músculo que había debajo de ella.
Le saqué la camisa por los hombros, aporreando la puerta en mi cerebro,
lo que me advirtió que estaba cometiendo un gran error. No quería escucharme,
porque le tenía miedo a lo que iba a encontrar en el otro lado. Sabía que me
estaba exponiendo a más dolor, pero no podía resistirlo. En todo lo que podía
pensar era que si Joe estaba realmente en mi sueño, esta noche podría ser
nuestro pequeño secreto. Los arcángeles no podían vernos. Aquí, sus reglas
eran como humo. Podíamos hacer cualquier cosa que queramos, y ellos no se
enterarían. Nadie lo haría.
Joe me encontró a medio camino, liberando sus brazos de las mangas y
tirando la camisa a un lado. Deslicé mis manos a lo largo de sus perfectamente
esculpidos músculos, lo que envió una onda de locura a través de mí. Sabía que
él no podía sentir nada físicamente, pero me dije a mí misma que era amor lo
que lo estaba guiando. Su amor por mí. No me permití pensar en su
incapacidad de sentir mi toque, o en qué tan poco significaba este encuentro
para él. Simplemente lo deseaba. Ahora.
Me levantó, y enredé mis piernas alrededor de su cintura. Ví su mirada
dirigirse a la cómoda, después a la cama, y mi corazón brincó con deseo. Todo
pensamiento racional me había abandonado. Lo único que sabía era que haría
lo imposible por aferrarme a este enorme trastorno. Todo estaba pasando
demasiado rápido, pero la salvaje certeza de lo que venía a continuación fue un
bálsamo para la fría y destructiva ira que había estado hirviendo en la
superficie en estas últimas semanas. Fue el último pensamiento que registré
antes de que la yema de mi dedo rozara el lugar en donde sus alas se
conectaban con su espalda. Antes de que pudiera detenerlo, fui absorbida
dentro de sus memorias en un santiamén.
El olor a cuero, y su sensación suave y resbalosa contra la parte de debajo
de mis muslos, me indicaron que estaba dentro del Jeep de Joe incluso antes
de que mis ojos se acabaran de adaptar por completo a la oscuridad. Estaba en
el asiento trasero, con Joe detrás del volante y Marcie en el asiento del
copiloto. Ella estaba usando el mismo vestido sedoso y las botas altas en las que
la había visto hacían menos de tres horas.
Esta noche, entonces. La memoria de Joe me había llevado a unas
cuantas horas atrás.
—Arruinó mi vestido —dijo Marcie, tomando la tela que colgaba en sus
piernas— Ahora muero de frío, y apesto a refresco de cereza.
—¿Quieres mi chaqueta? —preguntó Joe, los ojos viendo al camino.
—¿Dónde está?
—En el asiento de atrás.
Marcie se desabrochó el cinturón de seguridad, puso una rodilla sobre la
consola, y tomó la chaqueta de Joe que estaba en el asiento junto a mí.
Cuando miró al frente otra vez, tiró de su vestido por encima de su cabeza y lo
tiró al piso, a sus pies. Sin contar su ropa interior, estaba completamente
desnuda.
Hice un pequeño sonido ahogado de mi garganta.
Ella pasó sus brazos por la chaqueta de Joe y le subió el cierre.
—A la siguiente, dobla a la izquierda —ordenó.
—Sé el camino a tu casa —dijo Joe, manteniendo derecho el Jeep.
—Pero no quiero ir a casa. Dentro de dos cuadras, dobla a la izquierda.
Pero dentro de dos cuadras, Joe siguió derecho.
—Bueno, no eres para nada divertido —dijo Marcie, haciendo un puchero
cansado— ¿No tienes ni un poco de curiosidad del lugar al que quería
llevarnos?
—Es tarde
—¿Estás rechazándome? —preguntó con timidez.
—Voy a dejarte, después regresaré a mi casa.
—¿Por qué no puedo ir?
—Tal vez algún día —dijo Joe.
Oh, ¿en serio? Quería golpear a Joe.
¡Eso es más de lo que yo he conseguido!
—Eso no es muy específico —dijo Marcie con una sonrisa falsa, subiendo
sus tacones al tablero, enseñando pulgadas de su piel. Joe no dijo nada.
—Mañana en la noche, entonces —dijo Marcie. Se detuvo y después
continuó, usando un tono aterciopelado— No es como si tengas otro lugar
donde ir. Sé que (tn) rompió contigo. Las manos de Joe oprimieron con
fuerza el volante.
—Escuché que ahora está con Kevin Parnell. Ya sabes, el chico nuevo. Es
lindo, pero te cambió por menos.
—Realmente no quiero hablar de (tn).
—Bien, porque yo tampoco. Quiero hablar de nosotros.
—Pensé que tenías novio.
—La palabra clave en esa oración es “tenía”.
Joe dobló a la derecha, rebotando el Jeep frente a la entrada de la casa
de Marcie. No apagó el motor.
—Buenas noches, Marcie.
Ella se quedó en su asiento, después, rió.
— ¿No vas a acompañarme a la puerta?
—Eres una chica fuerte y capaz.
—Si mi papá está observando, no estará contento —dijo, extendiendo el
brazo para acomodar el cuello de Joe, su mano demorándose un poco más de
lo apropiado.
—No está observando.
— ¿Cómo lo sabes?, preguntó Marcie.
—Confía en mí.
Marcie bajó la voz aún más, cálida y suave.
—¿Sabes? Realmente admiro tu fuerza de voluntad. Me mantienes
adivinando, y eso me gusta. Pero te voy a dejar algo en claro: no estoy buscando
una relación. No me gustan las cosas complicadas ni revoltosas. No quiero herir
sentimientos, señales confusas, ni celos; sólo quiero divertirme. Busco
diversión… Piénsalo.
Joe se giró a mirar a Marcie por primera vez.
—Lo tendré en mente.
Desde su perfil, ví a Marcie sonreír. Se inclinó a través de la consola y le
dio a Joe un suave y ardiente beso. Él comenzó a retroceder, después, se
detuvo. En cualquier momento, hubiera podido romper el beso, pero no lo hizo.
—Mañana en la noche, entonces —murmuró Marcie, retrocediendo al
fin—. En tu casa.
—Tu vestido —le dijo, señalando al montón húmedo a sus pies.
—Lo lavas y me lo das mañana en la noche —salió del Jeep y corrió hacia
la entrada principal, en donde se escurrió dentro.
Mis manos se aflojaron alrededor del cuello de Joe. Me sentía
demasiado aturdida por lo que había visto como para formar una palabra. Era
como si me hubiese lanzado una cubeta de agua helada encima. Mis labios
estaban hinchados por la rudeza de sus besos, y mi corazón estaba igual de
inflamado.
Joe estaba en mi sueño. Lo estábamos compartiendo juntos. De alguna
manera, era real. La idea en sí era escalofriantemente irreal, casi imposible, pero
tenía que ser real. Si él no estaba aquí, si no se hubiese introducido silenciosa y
sigilosamente en mi sueño, no hubiera podido tocar sus cicatrices y ser
catapultada dentro de su memoria. Pero lo había hecho; la memoria era válida,
viva, y muy real.
Joe pudo deducir por mi reacción que lo que sea que haya visto no
podía haber sido bueno. Me tomó por los hombros, e hizo su cabeza para atrás
para mirar al techo.
—¿Qué viste? —preguntó silenciosamente.
El sonido de mi corazón resonó entre nosotros.
—Besaste a Marcie —dije, mordiendo mi labio para evitar que las lágrimas
se derramasen.
Él pasó sus manos por su cara, luego apretó el puente de su nariz.
—Dime que es un juego mental. Dime que es un truco. Dime que ella tiene
algún tipo de poder sobre ti, que no tienes opción cuando se trata de estar con
ella.
—Es complicado.
—No —dije, con una feroz sacudida de cabeza—. No me digas que es
complicado. Ya nada es complicado; no después de todo por lo que hemos
pasado. ¿Qué es lo que esperas conseguir de una relación con ella?
Sus ojos sacudieron mi mirada.
—No amor.
Un innegable vacío carcomió mis adentros. Todas las piezas se unieron, y
finalmente entendí. Estar con Marcie era satisfacción barata. Autosatisfacción.
Realmente nos veía como conquistas. Era un mujeriego. Cada chica era un reto
nuevo, una cita a corto plazo para ampliar sus horizontes. Encontraba éxito en
el arte de la seducción. No le importaba el nudo ni el final de la historia; sólo el
inicio. Y como todas las otras chicas, había cometido el gran error de haberme
enamorado de él. En el momento en el que lo hice, él huyó. Bueno, nunca
tendría que preocuparse de que Marcie le declarara su amor. El único amor que
ella sentía era para sí misma.
—Me enfermas —dije, mi voz temblando acusadoramente.
Joe se agachó, los codos sobre las rodillas, el rostro enterrado en sus
manos.
—No vine aquí a lastimarte.
—¿Y a qué viniste? ¿A tontear a espaldas de los arcángeles? ¿A lastimarme
más de lo que ya lo has hecho? —no esperé respuesta. Alcanzando mi cuello,
me arranqué la cadena plateada que me había dado días atrás. Se liberó de la
parte trasera de mi cuello, con un chasquido lo suficientemente fuerte que debí
haberme encogido, pero ya tenía mucho dolor como para notar un poco más.
Debí haberle dado la cadena el día en el que rompí con él, pero me di cuenta un
poco tarde que, hasta este momento, aún tenía esperanza. Aún creía en
nosotros. Me aferré a la creencia de que había una manera de hacer algún tipo
de pacto con las estrellas para que Joe regresara conmigo. ¡Qué desperdicio!
Le arrojé la cadena.
—Y quiero mi anillo de vuelta.
Sus ojos oscuros permanecieron en mí un momento más, después se dobló
y recogió su camisa.
—No.
—¿Cómo de que no? ¡Lo quiero de regreso!
—Tú me lo diste —dijo con calma, pero no con gentileza.
—¡Bueno, cambié de parecer! —mi rostro estaba encendido, mi cuerpo
ardía de ira. Él se quería quedar con el anillo porque sabía lo mucho que
significaba para mí. Quería quedárselo porque, a pesar de su ascenso a ángel
guardián, su alma estaba tan oscura como el día en que lo conocí. Y el peor
error que cometí fue haber sido una tonta al creer lo contrario.
—¡Te lo dí cuando fui lo suficientemente tonta como para creer que te
amaba!
Extendí mi mano con brusquedad.
—Regrésalo. Ahora —No podía soportar que Joe se quedara con el
anillo de mi papá. No se lo merecía. No merecía quedarse con el único
recordatorio tangible que tenía del amor verdadero.
Igorando mi petición, Joe salió del cuarto. Abrí los ojos. Encendí la
lámpara, mi visión regresando a la normalidad. Me senté, un destello ardiente
de adrenalina calentando mi cuerpo. Alcanzando mi cuello, tanteé en busca de
la cadena de Joe, pero ésta no estaba allí. Barrí mi mano por las sábanas
arrugadas, pensando en que se me había caído cuando estaba durmiendo.
Pero la cadena había desaparecido. El sueño había sido real. Joe había
descubierto una manera de visitarme mientras dormía.
ElitzJb
Re: Un Ángel Caido y un Amor Prohibido (1.era y 2.da Tmprd) Terminada joe y _Tn
que Joe y Marcie que?!!!!
maldita!! la mato!! lo mato!!!
hijos de su %$&&$#&!!!!
esa vieja ahhh la mato!!!
lo siento pero ahora si me enoje!!!
estaba asi de awww :3 ya se reconciliaron...
y entonces paso eso y yo asi de WTF!!!
siguela por favor!!! Amo demasiado a Joe como para
matarlo pero agghhh maldito!!! hahaha
maldita!! la mato!! lo mato!!!
hijos de su %$&&$#&!!!!
esa vieja ahhh la mato!!!
lo siento pero ahora si me enoje!!!
estaba asi de awww :3 ya se reconciliaron...
y entonces paso eso y yo asi de WTF!!!
siguela por favor!!! Amo demasiado a Joe como para
matarlo pero agghhh maldito!!! hahaha
DanieladeJonas
Re: Un Ángel Caido y un Amor Prohibido (1.era y 2.da Tmprd) Terminada joe y _Tn
:O Oh por Dios!
Pero que carajo!?
Esto se pone cada vez mas candente y yo aca comiendome lo sesos :O
Gracias por subir la novela! Imaginate que son las 2:39 am y no me importo leerla a pesar de la hora... estupida Merci -_- (Lo siento, debia de decirlo)
Muchas gracias!
Un beso grande y cuidate
Pero que carajo!?
Esto se pone cada vez mas candente y yo aca comiendome lo sesos :O
Gracias por subir la novela! Imaginate que son las 2:39 am y no me importo leerla a pesar de la hora... estupida Merci -_- (Lo siento, debia de decirlo)
Muchas gracias!
Un beso grande y cuidate
Augustinesg
Re: Un Ángel Caido y un Amor Prohibido (1.era y 2.da Tmprd) Terminada joe y _Tn
no me gustan estos caps ¬¬ odio a jospeh y a marcie ¬¬
caundo pones maraton? :)
caundo pones maraton? :)
andreita
Re: Un Ángel Caido y un Amor Prohibido (1.era y 2.da Tmprd) Terminada joe y _Tn
EN DEFINITIVA AMO LAS MARATONES
ASHHH Y ESA FOXY MMMMM NO ES DE MI AGRADO
ASHHH Y ESA FOXY MMMMM NO ES DE MI AGRADO
berenice_89
Re: Un Ángel Caido y un Amor Prohibido (1.era y 2.da Tmprd) Terminada joe y _Tn
mas capis massssssssss
andreita
Augustinesg
Re: Un Ángel Caido y un Amor Prohibido (1.era y 2.da Tmprd) Terminada joe y _Tn
II TEMPORADA
Capitulo 11
Capitulo 11
El lunes después de la escuela Demi me llevó hasta la biblioteca. Me demoré
fuera de la entrada para hacer la habitual llamada a mi madre. Como de
costumbre, ella me contó que su trabajo la mantenía sumamente ocupada y yo
le comenté que la escuela estaba haciendo justamente lo mismo conmigo.
Una vez adentro, tome el elevador para ir a la sala multimedia en el tercer
piso, revise mi e-mail, me metí a Facebook y le eche un vistazo a la página de
Perez Hilton. Solo para torturarme, google Black Hand na vez más. Los mismos
links aparecieron. ¿No esperaba encontrar nada nuevo, cierto? Al final, al no
tener nada más con que aplazarlo, abrí mi libro de química y me resigne a
estudiar.
Ya era tarde cuando decidí ir a buscar algo a la máquina expendedora.
Fuera de la ventana que daba al oeste de la Librería, el sol se había ocultado en
el horizonte y la noche se estableció rápidamente. Decline de usar el elevador en
preferencia a las escaleras, sintiendo la necesidad de un poco de ejercicio. Había
estado sentada tanto tiempo que mis piernas comenzaban a hormiguear
adormecidas.
En el lobby, le di unos cuantos dólares a la máquina expendedora y me
lleve unos pretzels y un jugo de arándanos al tercer piso. Cuando regrese al
laboratorio multimedia, Demi estaba sentada en mi escritorio, sus brillantes
tacones amarillos apoyados en mi silla. Su expresión era una mezcla de
petulancia y molestia. Ella sostenía en el aire un pequeño sobre negro, sujeto
entre dos de sus dedos.
―Esto es para ti―dijo, lanzando el sobre al escritorio―. Y también
esto―sacó una bolsa de papel de la pastelería―. Pensé que tal vez tenías
hambre.
A juzgar por el desdén en la expresión de Demi, tuve un mal presentimiento
acerca de la carta, y decidí centrar mi atención en el contenido de la bolsa que
ella acababa de darme.
―¡Magdalenas!
Demi sonrió.
―La señora de la pastelería me dijo que eran orgánicas. No estoy segura
de cómo se hace una magdalena orgánica, y no estoy segura de por qué
costaban más, pero allá tú.
―Eres mi salvadora.
―¿Cuánto tiempo te quedaras aquí?
―Treinta minutos, a lo más.
Ella coloco las llaves del Neon junto a mi bolsa.
―Nick y yo vamos a ir por algo que comer, así que tendrás que ser tu
propio chofer esta noche. Aparqué el Neon en el estacionamiento subterráneo.
Fila B. solo queda un cuarto del tanque, así que no te enloquezcas.
Tome las llaves, intentando ignorar el incomodo pinchazo en mi corazón
que de inmediato reconocí como celos. Estaba celosa de la nueva relación de
Demi con Nick. Celosa de sus planes para ir a cenar. Celosa porque ella estaba
ahora más cerca de Joe que yo, porque incluso aunque Demi nunca lo hubiera
mencionado, estaba segura de que ella se topaba con Joe cuando estaba con
Nick. Por lo que sabía, los tres veían juntos películas por la noche. Los tres,
descansaban en el sofá de Nick, mientras yo me sentaba sola en la granja.
Deseaba desesperadamente preguntarle a Demi por Joe, pero la verdad era
que, no podía. Había terminado con él. Había armado mi cama, ahora tiempo
de dormir en ella.
Entonces, ¿Cómo era posible que una pequeña inferencia doliera tanto?
―Hey, ¿Demi?
Ella dio media vuelta frente a la puerta.
―¿Si?
Abrí mi boca, y fue entonces cuando recordé mi orgullo. Demi era mi mejor
amiga, pero ella también era una bocazas. Si le preguntaba sobre Joe, corría el
riesgo de que él lo averiguara de segunda mano. El sabría cuán difícil se me
estaba haciendo superarlo.
Compuse una sonrisa.
―Gracias por las magdalenas.
―Cualquier cosa por ti, bebé.
Después de que Demi se fue, quite el papel que envolvía una de las
magdalenas y me la comí sola en la tranquila sala.
Fue necesaria otra media hora de tarea y comer dos magdalenas más,
antes de que finalmente me atreviera a darle una mirada al sobre negro situado
en el centro de mi campo visual. Sabía que no podría evitarlo toda la noche.
Rompí el sello, sacudí la tarjeta negra con un corazón en relieve al centro.
La frase lo siento estaba escrita a lo largo de este. La tarjeta estaba aromatizada
con un perfume agridulce. Acerque la tarjeta a mi nariz y aspire
profundamente, tratando de identificar el extraño e intoxicante aroma. El olor a
fruta quemada y especias químicas hizo que me ardiera toda la garganta. Abrí
la tarjeta.
Fui un imbécil la noche pasada. ¿Perdóname?
Automáticamente lance la tarjeta todo lo lejos que mis brazos me
permitieron. Joe. No sabía que había gatillado su disculpa, pero no me gusto
la conmoción que causo en mi interior. Si, él había sido un imbécil. ¿Acaso
pensó que una tarjeta comprada en la farmacia podría negarlo? Además, él
estaba subestimando el daño que me causo. Él besó a Marcie. ¡La besó! Y no solo
eso, él había invadido mis sueños. No tenía la menor idea de cómo lo había
hecho, pero cuando desperté en la mañana. Supe que él había estado allí. Fue
más que desconcertante. Si él podía invadir la privacidad de mis sueños, ¿qué
más podría hacer?
―Quedan diez minutos para que cerremos―susurró la bibliotecaria desde
el umbral de la puerta.
Envié mi ensayo de tres párrafos sobre aminoácidos a la impresora, luego
recogí mis libros y los metí en mi mochila. Recogí la tarjeta de Joe, vacilé,
luego la rompí en múltiples pedazos que arrogue al tacho de la basura. Si él
quería decir que lo sentía, podría haberlo dicho en persona. No por intermedio
de Demi, y no en mis sueños.
A mitad de pasillo para recoger mi trabajo, extendí la mano para
sostenerme en el escritorio más cercano. El lado derecho de mi cuerpo se sentía
mucho más pesado que el izquierdo, y mi equilibrio fallo. Di otro paso, y mi
pierna derecha se doblo como si fuera de papel. Me agache, aferrándome al
escritorio con mis dos manos, puse mí cabeza entre mis codos para lograr que la
sangre fluyera nuevamente a mi cerebro. Una cálida y somnolienta sensación se
arremolinaba en mis venas.
Enderezando mis piernas, pude ponerme en pie de modo tambaleante,
pero algo iba mal con las paredes. Estaban estiradas de un modo anormalmente
largo y estrechas como si las estuviera a mirando por uno de esos espejos de la
casa de la diversión. Parpadee en repetidas ocasiones, intentando llevar mi
visión a un punto fijo.
Mis huesos parecían llenos de acero, se negaban a moverse, y mis
parpados cayeron ante las fuertes luces fluorescentes. Aterrada, les ordene
abrirse, pero mi cuerpo me desobedecía completamente. Sentía unos cálidos
dedos curvándose alrededor de mi mente, tratando de hacerla dormir.
El perfume, vagamente pensé. En la tarjeta de Joe.
Estaba sobre mis manos y rodillas ahora. Extraños rectángulos vagaban
alrededor de todo, girando frente a mí. Puertas. La habitación estaba llena de
puertas abiertas. Pero tan pronto como me arrastraba hacia ellas, ellas
rápidamente retrocedían. En la lejanía oí un sombrío tick-tock. Me aleje del
sonido, lo suficientemente lucida para comprender que ese reloj estaba al fondo
de la habitación, en el lado opuesto a la puerta.
Más tarde, me di cuenta que mis brazos y piernas no se movían más, la
sensación de arrastrarme no era más que una ilusión de mi mente. Un chirrido,
una carpeta industrial choco con mi mejilla. Luche una vez más por levantarme,
cerré los ojos, toda la luz se alejo en un espiral.
Desperté en la oscuridad.
El aire artificial hacia hormiguear mi piel, y el callado zumbido de las
maquinas susurraba alrededor. Puse mis manos por debajo de mí, pero cuando
intente levantarme, puntos púrpuras y negros comenzaron a danzar frente a
mis ojos. Sentí la textura del espeso algodón en mi boca y rodé hasta quedar de
espaldas.
Entonces recordé que seguía en la biblioteca. Incluso, estaba totalmente
segura de en qué parte estaba. No recuerdo haberme ido. Pero ¿qué estaba
haciendo en el piso? Traté de recordar como acabe allí.
La tarjeta de Joe. Había respirado el picante, agridulce perfume. Al poco
rato, había caído al piso.
¿Había sido drogada?
¿Joe me había drogado?
Yací allí, mi corazón retumbaba, pestañeaba tan rápido que los pestañeos
veían uno sobre el otro. Trate de incorporarme por segunda vez, pero sentía
como si alguien hubiera puesto una bota de hierro sobre mi pecho. Con un
segundo, y más determinado empujón, logre sentarme. Me aferre a un
escritorio, me arrastre todo el camino hasta ponerme de pie. Mi cerebro protesto
por el vértigo, pero mis ojos lograron localizar la borrosa señal verde de salida
sobre la puerta del laboratorio de medios. Me tambalee hacia ella.
Di vuelta la majilla de la puerta. La puerta se abrió una pulgada, y luego
se trabó. Estaba a punto de empujarla con fuerza, cuando algo al otro lado de la
ventana junto a la puerta llamó mi atención. Fruncí el ceño. Qué extraño.
Alguien había atado el extremo de una cuerda a la manilla exterior de la puerta,
y el otro cabo de la cuerda a la puerta de la sala de al lado.
Golpee el vidrio con mi mano.
―¿Hola? ―grité atontada―. ¿Puede alguien oírme?
Intente con la puerta una vez más, empujándola con toda mi fuerza, que
no era mucha, mis músculos parecían mantequilla caliente a punto de fundirse
cuando intentaba ejercitarlos. La cuerda estaba fuertemente atada entre las dos
perillas, puede mover la puerta del laboratorio tan solo cinco pulgadas desde el
umbral. Lo que no era ni siquiera útil para pasar.
―¿Hay alguien allí? ―grité por la hendidura de la puerta―. ¡Estoy
atrapada en el tercer piso!
La biblioteca me respondió con silencio.
Mis ojos se habían adaptado a la oscuridad ahora, y logre dar con el reloj
de la pared. ¿Once? ¿Sería correcto? ¿Estuve dormida por más de dos horas?
Saque mi celular, pero no tenia señal. Trate de conectarme a Internet pero
este repetidamente me informaba que no habían redes disponibles.
Mirando frenéticamente alrededor del laboratorio multimedia, arrastre
mis ojos sobre cualquier objeto, buscando algo que pudiera usar para salir.
Computadores, sillas giratorias, documentos en las gavetas… nada me servía.
Me arrodille junto a la rendija de la ventilación y grite.
―¿Puede alguien oírme? ¡Estoy atrapada en el laboratorio multimedia del
tercer piso! ―espere atenta a oír una respuesta. Mi única esperanza era que aun
quedara alguna bibliotecaria, terminando algún trabajo de último minuto antes
de irse. Pero era una hora cercana a la medianoche y sabia que las
probabilidades estaban en mi contra.
En la biblioteca principal, los engranajes resonaban por el movimiento de
la jaula del ascensor al final del hall que se levanto del suelo. Dirigí mi cabeza
hacia el sonido.
Una vez, cuando tenía cuatro o cinco, mi papá me llevo al parque para
enseñarme a andar en bicicleta sin las rueditas de entrenamiento. Para el final
de la tarde, podía andar alrededor de todo el camino de un tercio de milla sin
ayuda. Mi papá me dio un gran abrazo y me dijo que ya era tiempo de volver a
casa y mostrarle a mi mamá lo que había logrado, le pedí dar dos vueltas más y
acordarnos una. A mitad de camino, perdí el equilibrio y caí. Mientras me
levantaba, vi un enorme perro marrón no muy lejos de allí. Me estaba mirando.
En ese momento, mientras nos estábamos mirando, escuche a una voz susurrar,
No te muevas. Trague saliva y contuve la respiración, incluso cuando lo único
que querían mis piernas era correr tan rápido como pudieran hacia la
protección de mi papá.
Las orejas del perro se alzaron y avanzo hacia mí corriendo de manera
agresiva. Temblé de miedo pero mantuve mis pies firmes. Entre más cerca
estaba el perro, más ganas sentía de correr, pero sabía que en el momento en
que me moviera, los instintos animales del perro lo harían perseguirme. A
mitad de camino, el perro perdió el interés en cuerpo de estatua y corrió en otra
dirección. Le conté a mi papá si el había oído la misma voz que me dijo que me
quedara quieta, y el dijo que era el instinto. Si la escuchaba, nueve de diez
veces, haría la mejor jugada.
El instinto estaba hablándome ahora. Sal.
Arranque el monitor del escritorio más cercano y lo lance contra la
ventana. El vidrio se rompió, dejando un enorme agujero en el centro. Cogí la
perforadora del escritorio de trabajo comunitario junto a la puerta y lo use para
golpear el vidrio restante. Luego arrastre una silla, me trepe en ella, apoye mi
pie en el borde de la ventana y salte hacía el pasillo.
El ascensor siseó y vibro fuertemente, pasando al segundo piso.
Cubrí el hall en una carrera. Flexione mis brazos con fuerza, sabía que
debía encontrar las escaleras junto al ascensor, antes de que este se elevara más
alto y quien fuera que estuviera adentro me viera. Tire de la puerta,
desperdiciando los preciosos segundos que me tomo cerrarla sin hacer el mas
mínimo ruido. En el lado más alejado de la puerta, el ascensor se detuvo.
La puerta corredera se abrió y alguien salió. Use la barandilla para
adquirir más rapidez, mis pies ligeros contra los escalones. Estaba a medio
camino del segundo piso cuando la puerta se abrió. Me detuve a medio paso,
no deseaba alertar a quien fuera que estuviera arriba de mi ubicación.
¿(tn)?
Mi mano se deslizo por la barandilla. Era la voz de mi padre.
¿(tn)? ¿Estás allí?
Trague, esperando para gritarle. Entonces recordé lo que sucedió en la
casa.
Sal de allí. Puedes confiar en mí. Déjame ayudarte. Sal para que pueda verte.
Su tono era extraño y demandante. En la casa, cuando la voz de mi padre
me habló por primera vez, era suave y gentil. Esa misma voz me dijo que no
estábamos solos y que necesitaba dejarlo ir. Cuando él habló de nuevo, su voz
era diferente. Sonaba fuerte y engañosa. ¿Y si mi padre estar intentado
contactarse conmigo? ¿Y si él había sido ahuyentado, y la segunda, la extraña
voz provenía de alguien que aparentaba ser él? Fui golpeada por el
pensamiento de que alguien pudiera usar a mi padre como un señuelo.
Pesadas pisadas corrieron hacia abajo en la escalera, sacándome de mis
especulaciones. Él venía por mí.
Baje las escaleras de manera ruidosa, sin preocuparme de pasar
desapercibida. ¡Rápido! Me grité a mí misma. ¡Más rápido!
Él estaba ganando terreno, estábamos a poca distancia. Cuando mis
zapatos dieron con el primer piso, empuje la puerta de las escaleras, crucé el
lobby, y me arrogué fuera de las puertas principales hacia la noche.
El aire era templado y calmado. Corría por la calzada de cemento hacía
abajo de la calle, cuando hice un segundo cambio de planes. Escale la barandilla
a la izquierda de las puertas, cayendo más o menos diez pies hasta un pequeño
patio de hierba debajo. Por encima de mí, las puertas principales de la biblioteca
se abrieron. Me apoye en la pared de concreto, mis pies revolvían basura y
plantas.
Al minuto oí el lento ruido de los zapatos que descendían el camino de
cemento, corrí por el bloque. La biblioteca no tenía su propio estacionamiento;
compartían uno subterráneo con el ayuntamiento. Corrí bajo la rampla del
estacionamiento, pasando por debajo de la valla del parquímetro y barrí el
lugar en busca del Neon. ¿Dónde dijo Demi que lo había estacionado?
Fila B…
Corrí por un pasillo y visualice el extremo de la cola del Neon
sobresaliendo del espacio establecido. Puse la llave en la puerta, me coloque
tras el manubrio y le di al motor. Acababa de direccionar el Neon a la rampa de
salida cuando un SUV oscuro apareció en la esquina. El conductor acelero el
motor en línea recta hacia mí.
Puse el Neon en segunda marcha y pise el acelerador, pasando frente al
SUV segundos antes de que me bloqueara completamente la salida y me dejara
encerrada en el estacionamiento.
Mi mente estaba sumamente cansada de pensar acerca de lo que estaba
pasando. Anduve por dos cuadras mas hasta la señal de stop, luego viré hacia
Walnut. El SUV acelero hacia Walnut detrás de mí, casi rozando mi cola. El
límite de velocidad salto a cuarenta y cinco, y los carriles aumentaron a dos.
Puse el Neon en cincuenta, alternando mis ojos entre la carretera y el espejo
retrovisor.
Sin señalizarlo, gire el volante, cortando hacia una calle lateral. El SUV se
arrastró por la acera, siguiéndome. Hice dos giros más hacia la derecha, rodeé la
cuadra, y volví hacía Walnut. Me desvié hasta quedar frente a un coupe de dos
puertas blanco, que quedo entre el SUV y yo. El semáforo paso a amarillo y
acelere en el intertanto que la luz paso a rojo. Con mis ojos pegados en el espejo
retrovisor, vi al carro blanco detenerse, detrás de él, el SUV dio un frenazo.
Tome unos cuantos respiros profundos. Mi pulso palpitaba en mis brazos,
y mis manos sostenían con fuerza el volante.
Tome la cuesta arriba a Walnut, pero tan pronto como estuve en la parte
trasera de la cuesta, me fui contra el transito y doble a la izquierda. Fui a parar a
la línea del ferrocarril, avance hasta un oscuro, decrepito vecindario de casas de
ladrillo de un solo piso. Sabía dónde me encontraba: Saughterville. El barrio se
había ganado ese apodo hacia décadas cuando tres adolescentes mataron a tiros
a otro en la plaza de juegos.
Desacelere cuando una casa situada al final de la calle llamó mi atención.
No había luces. Un abierto, vacío garaje individual estaba situado un poco más
atrás de la propiedad. Retrocedí con el Neon por el camino hasta el garaje.
Después de chequear tres veces que los seguros del carro estuvieran puestos,
baje las luces. Espere, temiendo que en cualquier momento las luces del SUV
barrieran la calle.
Hurgando en mi bolso, encontré mi celular.
―Hey―contestó Demi.
―¿Quién más toco la tarjeta de Joe? ― demande, las palabras salieron
con rapidez.
―¿Huh?
―¿Te dio Joe la tarjeta directamente? ¿Fue Nick? ¿Quién la tocó?
―¿Quieres decirme de que va todo esto?
―Pienso que fui drogada.
Silencio.
―¿Tú piensas que la tarjeta estaba con drogas? ―repitió Demi dudosa.
―El papel estaba impregnado con perfume―dije con impaciencia―.
Dime quien te la dio a ti. Cuéntame exactamente como la conseguiste.
―Camino a la biblioteca para dejarte las magdalenas, Nick llamo para
saber donde estaba―explicó lentamente―. Nos encontramos en la biblioteca, y
Joe iba en la camioneta de Nick. Joe me dio la tarjeta y me pidió que te la
diera. Tome la tarjeta, las magdalenas y las llaves del Neon adentro para ti,
luego volví afuera para reunirme con Nick.
―¿Nadie más tocó la tarjeta?
―Nadie.
―Menos de media hora después de que oliera la tarjeta, colapse en el piso
de la biblioteca. No desperté hasta dos horas después.
Demi no respondió de inmediato, y casi podía oírla pensando acerca de
todo esto, tratando de digerirlo. Al último ella dijo:
―¿Estás segura que no fue por fatiga? Estuviste mucho rato en la
biblioteca. Yo no puedo trabajar tanto sin necesitar una siesta.
―Cuando desperté―presioné―, había alguien en la biblioteca conmigo.
Pienso que era la misma persona que me drogo. Ellos me persiguieron por la
biblioteca. Logre salir, pero ellos me siguieron hasta Walnut.
Otra pausa.
―Por más que no me guste Joe, tengo que decirte, que no lo creo capaz
de drogarte. Él es un chiflado pero tiene sus límites.
―¿Entonces quien fue? ―mi voz sonó un poco estridente.
―No lo sé. ¿Dónde estás?
―Slaughtville.
―¿Qué? ¡Sal de allí antes de que te asalten! Regresa. Pasa la noche aquí.
Vamos a resolver esto. Vamos a descubrir que sucede―pero sus palabras se
sintieron como un consuelo vacío. Demi estaba tan perpleja como yo.
Permanecí escondida en el garaje por lo que debieron ser otros veinte
minutos antes de sentirme lo suficientemente valiente como para volver a las
calles. Mis nervios estaban raidos, mi mente cansada. Opte por tomar
nuevamente la vía a Walnut, pensando que el SUV se me cruzaría en cualquier
momento, esperando para seguirme. Me apegue a un lado de la calle,
igorando el límite de velocidad permitido y conduje apresuradamente hacia la
casa de Demi.
No estaba muy lejos de su casa cuando note las luces azules y rojas en el
espejo retrovisor. Detuve el Neon junto a la acera, apoye mi cabeza contra el
volante. Sabía que estaba conduciendo rápido, y estaba frustrada conmigo
misma por haberlo hecho, de todas las noches debía ser esta en la que me
detuvieran.
Un momento después, unos nudillos golpearon la ventana. Presione el
botón para bajar la ventanilla.
―Bueno, bueno―dijo el Detective Basso―. Tanto tiempo sin verte.
Cualquier otro policía. Pensé. Cualquier otro.
El sacó su block de notas.
―Licencia y registro, ya conoces el procedimiento.
Sabía que no debía hablar mientras me cruzaban la infracción, pero eso no
se aplicaba al Detective Basso, no veía el punto en arrepentirme.
―No sabía que el trabajo de detective incluía el cursar infracciones por
exceso de velocidad.
Él me dedico una sonrisa afilada.
―¿Dónde está el fuego?
―¿No puedo simplemente tomar mi multa e irme a casa?
―¿Hay alcohol en el auto?
―Mire―dije, extendiendo mis manos.
Él abrió mi puerta.
―Sal.
―¿Por qué?
―Sal―señalo la acera de al lado―, y camina en línea recta.
―¿Usted piensa que estoy borracha?
―Pienso que estás loca, pero estoy verificando tu estado de sobriedad
mientras estas aquí.
Salí y cerré la puerta tras de mí.
―¿Hasta qué distancia?
―Hasta que te diga que te detengas.
Me concentre en poner mi pie sobre la línea, pero cada vez que miraba
hacia abajo mi visión se hacía borrosa. Podía sentir aun los efectos de la droga
haciendo estragos en mi coordinación, y entre más me concentraba en mantener
mi pie en la línea, sentía que más me balanceaba fuera de ella.
―¿Puede simplemente darme mi multa, golpear mi muñeca y enviarme a
casa? ―mi tono era insubordinado, pero me aterrorice por dentro. No había
podido caminar por la línea, el Detective Basso podría llevarme a la cárcel. Ya
estaba agitada y no me creía capaz de de manejar una noche entera tras las
rejas. ¿Y si el tipo de la biblioteca venia tras de mi otra vez?
―Un montón de policías de pueblito podrían dejarte pasar algo así,
seguro. Otros podrían incluso aceptar un soborno. Yo no soy ninguno de ellos.
―¿Importa el hecho de que haya sido drogada?
Él soltó una carcajada sombría.
―¿Drogada?
―Mi ex novio me dio una tarjeta perfumada esta tarde, abrí la carta, y lo
próximo que recuerdo es que me desmaye.
Como el Detective Basso no me interrumpió continúe con mi relato.
―Dormí por más de dos horas. Cuando desperté, la biblioteca estaba
cerrada. Estaba encerrada en el laboratorio multimedia. Alguien había trabado
la puerta…―me detuve, cerrando mi boca.
Él hizo una seña para que prosiguiera.
―Vamos, continua. No me dejes con la duda.
Me di cuenta demasiado tarde de que acaba de incriminarme. Admití que
había estado en la biblioteca, esa noche, en el laboratorio multimedia. Lo
primero que harían mañana cuando abrieran, sería reportar la ventana rota a la
policía. Y no me cabía la menor duda de que el Detective Basso iría a buscarme.
―Tú estabas en el laboratorio multimedia―insistió―. ¿Qué paso
después?
Era demasiado tarde para echarme atrás. Debía terminar mi relato y
esperar lo mejor. Tal vez algo de lo que dijera lograría convencer al Detective
Basso de que no era culpable, que todo lo que había hecho estaba justificado.
―Alguien cerró la puerta del laboratorio multimedia. Lance un
computador contra la ventana para poder salir.
Su cabeza se inclino hacia atrás y rió.
―Hay un nombre para las chicas como tú, (tn) Grey. Inventa cuentos.
Eres como la mosca que nadie logra espantar.
Camino de vuelta hacia su patrulla y tomo la radio desde la puerta abierta
del lado del piloto. Se comunico por ella y dijo:
―Necesito que alguien vaya hacia la biblioteca y revise el laboratorio
multimedia. Avísenme sobre lo que encuentren.
Se apoyó contra su auto, le echó un vistazo a su reloj.
―¿Cuántos minutos crees que les tome informarme? Tengo tu confesión,
(tn). Podría arrestarte por allanamiento y vandalismo.
―Allanamiento implicaría que no estaba atrapada contra mi voluntad en
el interior de la biblioteca―sonaba nerviosa.
―Si alguien te drogó y te encerró en el laboratorio multimedia ¿Qué estás
haciendo aquí ahora, conduciendo hacia Hickory a cincuenta y cinco millas por
hora?
―Se suponía que no debería haber escapado. Escape de la habitación
mientras él iba en el elevador para atraparme.
―¿Él? ¿Lo viste? Dame una descripción.
―No lo vi, pero era un chico. Sus pisadas sonaban pesadas mientras me
perseguía por las escaleras. Demasiado pesadas para ser las de una chica.
―Estás tartamudeando. Eso usualmente implica que estas mintiendo.
―No lo estoy haciendo. Estaba atrapada en el laboratorio, y alguien iba en
el elevador a buscarme.
―Correcto.
―¿Quién podría estar en el edificio a esas horas? ―mi voz sonó rota.
―¿Un conserje? ―él sugirió con rapidez.
―Él no estaba vestido como un conserje. Cuando mire hacia arriba de la
escalera, vi unos pantalones oscuros y unas zapatillas oscuras también.
―Entonces cuando te lleve hasta la corte ¿vas a decirle al Juez que eres
una experta en vestuario de conserjes?
―El tipo me siguió fuera de la biblioteca, se metió a su auto, y me
persiguió. Un conserje no haría eso.
La radio se prendió con chirrido y el Detective Basso fue hacia el interior
del auto para contestar.
―Terminada la revisión a la biblioteca―una voz de hombre dijo desde la
radio―. Nada.
El detective Basso espero, me dirigió una mirada especulativa.
―¿Nada? ¿Estás seguro?
―Repito: nada.
¿Nada? En lugar de alivio, sentí pánico. Yo había destrozado la ventana
del laboratorio. Lo había hecho. Era real. No fue mi imaginación. No… fue.
¡Cálmate! Me ordene. Esto ya me había sucedido antes. No era nuevo. En
el pasado, había sido un juego mental. Había alguien trabajando tras escena,
tratando de manipular mi mente. ¿Podría estar pasando de nuevo? Pero… ¿por
qué? Necesitaba pensar en todo esto. Sacudí mi cabeza, un gesto ridículo, como
si sacudir mi cabeza fuera a darme la respuesta.
El Detective Basso cortó la primera hoja de su libreta y la puso en mi
mano.
Mis ojos se detuvieron en la parte inferior.
―¡¿Doscientos veintinueve dólares?!
―Ibas a más de treinta kilómetros sobre el límite de velocidad en un carro
que ni siquiera es tuyo. Paga la multa, o nos veremos en la corte.
―N-No tengo esa suma de dinero.
―Consigue un empleo. Tal vez eso te mantenga alejada de los problemas.
―Por favor no me haga esto―dije, inyectándole toda la suplica que pude
a mi voz.
El Detective Basso me estudio con detenimiento.
―Hace dos meses un chico sin identificación, sin familia, y sin un pasado
rastreable apareció muerto en el gimnasio de la secundaria.
―La muerte de Jules fue clasificada como suicidio―dije automáticamente,
pero pude sentir el sudor deslizándose por la parte de atrás de mi cuello. ¿Qué
tenía que ver eso con mi multa?
―La misma noche que el falleció la psicóloga escolar prendió fuego a tu
casa, para luego hacer su propio acto de desaparición. Hay una conexión entre
estos dos bizarros acontecimientos―sus oscuros ojos marrones se fijaron en los
míos―. Tú.
―¿Qué esta insinuando?
―Dime lo que realmente sucedió esa noche y haré desaparecer tu multa.
―No sé qué sucedió―mentí, pues no tenía otra alternativa. Decir la
verdad podría dejarme en una peor condición que tener que pagar una multa.
No podía contarle al Detective Basso sobre ángeles caídos y Nefilims. Él nunca
creería mi historia si le contaba que Dabria era un ángel de la muerte. O que
Jules era descendiente de un ángel caído.
―Llámame―dijo el Detective Basso dándome su tarjeta antes de dirigirse
hacia su propio vehículo―. Si cambias de opinión, ya sabes dónde
encontrarme.
Mire la tarjeta que me acababa de dar. DETECTIVE ECANUS BASSO. 207
– 555 – 3333.
La multa se sentía pesada en mi mano. Pesada y caliente. ¿Cómo iba a
conseguir doscientos dólares? No podía tomarlo del dinero de mamá―ella lo
notaria. Joe tenía el dinero, pero le había dicho que podía cuidarme sola. Le
dije que saliera de mi vida. ¿Qué diría si volviera corriendo hacia él ahora que
tenía problemas? Estaría admitiendo que él tenía la razón.
Estaría admitiendo que lo necesitaba.
continuara
chicas como estan espero q bien
les gusto el cap
espero q sip
gracias una vez mas x todos sus comentarios :) un besote a todas cuidense nos leemos pronto :)
ElitzJb
Re: Un Ángel Caido y un Amor Prohibido (1.era y 2.da Tmprd) Terminada joe y _Tn
o.O Sin palabras :O
Muchisimas gracias por subir la novela!
Me encanta!
Un beso, cuidate :D
Muchisimas gracias por subir la novela!
Me encanta!
Un beso, cuidate :D
Augustinesg
Re: Un Ángel Caido y un Amor Prohibido (1.era y 2.da Tmprd) Terminada joe y _Tn
waaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
no croe que joe halla drogado a la rayis :/
dale siguela
no croe que joe halla drogado a la rayis :/
dale siguela
andreita
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