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Un Ángel Caido y un Amor Prohibido (1.era y 2.da Tmprd) Terminada joe y _Tn

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Mensaje por jamileth Jue 09 Ago 2012, 3:37 pm

ashhh me cae mal macie!ª!!!



siguelaaaaaaaaaaaaaaa
jamileth
jamileth


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Un Ángel Caido y un Amor Prohibido (1.era y 2.da Tmprd) Terminada joe y _Tn - Página 15 Empty Re: Un Ángel Caido y un Amor Prohibido (1.era y 2.da Tmprd) Terminada joe y _Tn

Mensaje por ElitzJb Jue 09 Ago 2012, 5:34 pm

YA ES UNÁNIME CHICAS
ODIAN A MARCIE JEJE YA LES SUBO CAPITULO NUEVO
ElitzJb
ElitzJb


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Un Ángel Caido y un Amor Prohibido (1.era y 2.da Tmprd) Terminada joe y _Tn - Página 15 Empty Re: Un Ángel Caido y un Amor Prohibido (1.era y 2.da Tmprd) Terminada joe y _Tn

Mensaje por ElitzJb Jue 09 Ago 2012, 5:47 pm

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II TEMPORADA

CONTINUACIÓN DEL CAPITULO 2


. Nick estaba a su
lado, probablemente apostando dinero en la inhabilidad de Joe en golpear
un único pin de boliche. Nick era un ángel caído que tenía una larga
historia con Joe, y sus vínculos corrían profundos hasta el punto de ser una
hermandad. Joe no dejaba que mucha gente entrara a su vida, y confiaba
en menos personas, pero si había alguien que conocía todos sus secretos, ese
era Nick.
Hasta hace dos meses, Joe también había sido un ángel caído. Luego
el salvó mi vida, ganando de nuevo sus alas, y se convirtió en mi ángel
guardián. Se supone que él ahora juega para los chicos buenos, pero yo
sentía secretamente que su conexión con Nick y el mundo de los ángeles
caídos, significaba más para él. E incluso aunque no quería admitirlo, sentía
que se arrepentía de la decisión de los arcángeles en hacerlo mi ángel
guardián. Después de todo eso no era lo que él quería.
Él quería convertirse en humano.
Mi celular sonó, sacándome de mis pensamientos. Era el tono de llamada
de mi mejor amiga Demi, pero dejé que el buzón de voz tomara su llamada. Con
un apretón de culpa, vagamente noté que era la segunda llamada que evitaba
hoy. Justifiqué mi culpa con el pensamiento de que verla sería la primera
cosa que haría mañana. A Joe, por otro lado, no lo vería hasta en la tarde.
Planeaba disfrutar cada minuto que tuviera con él.

Lo observe tirar la pelota a una mesa con seis pinos de bolos
prolijamente alineados, mi corazón se agitó un poco cuando su camiseta se
deslizó por su espalda, revelando una raya de piel. Sabia por experiencia que
cada centímetro de él era músculo definido y duro. Su espalda era suave y
perfecta también, las cicatrices de cuando cayó fueron remplazada por alas —
alas que yo, y todos los otros humanos no podíamos ver.
—Cinco dólares a que no puedes hacerlo de nuevo —, dije, apareciendo
atrás de él.
Joe miró hacia atrás y sonrió. — No quiero tu dinero Ángel.
—Hey ahora, niños, vamos a mantener esta discusión en un rango que
implique solo besos —, dijo Nick.
—Todos los tres pinos restante —reté a Joe.
— ¿De qué clase de premio estamos hablando? —preguntó él.
—Demonios —, dijo Nick. — ¿Esto no puede esperar hasta que estén
solos?
Joe me dio una sonrisa secreta y luego cambio su peso hacia atrás,
acunando la pelota contra su pecho. Movió su hombro derecho, estiró su
brazo, y envió la pelota volando lo más fuerte que pudo. ¡Hubo un ruidoso
estallido! Y los tres pinos restantes se dispersaron de la mesa.
—Sí, estas en problemas chica —gritó Nick por encima de la conmoción
causada por un montón de espectadores, quienes le estaban aplaudiendo y
silbando a Joe.

Joe se inclinó hacia atrás contra la cabina

me arqueó las cejas. El

gesto decía todo: Págame.
—Tuviste suerte —dije.
—Estoy a punto de tener suerte.(doble sentido)
—Escoge un premio —le ladró el anciano encargado de la cabina a Joe,
agachándose a recoger los pinos que habían caído.
—El oso morado —dijo Joe, y aceptó un osito horrible con una espesa
piel morada. Él lo sostuvo para mí.
—Para mí —dije, presionando una mano contra mi corazón
—Te gustan los rechazados. En el supermercado siempre eliges las latas
abolladas. Estuve presentado atención —. Enganchó sus dedos en la banda de
la cintura de mis jeans y me atrajo más cerca de él. —Salgamos de aquí.

— ¿Qué tienes en mente? —pero estaba completamente

caliente y

agitada por dentro, porque sabía exactamente lo que tenía en mente.
—Tú casa.
Sacudí mi cabeza. —No va a pasar. Mi mamá está en casa. Podríamos ir
a tu casa —insinué.
Habíamos estado juntos dos meses, y aun no sabía donde vivía Joe.
Y no era por falta de intentos. Dos semanas parecían ser suficientemente
largas para ser invitada a ir, especialmente porque Joe vivía solo. Dos meses
parecía ser excesivo. Estaba intentando ser paciente, pero mi curiosidad seguía
interponiéndose en mi camino. No sabía nada acerca de los privados e íntimos
detalles de la vida de Joe, como el color de la pintura de sus paredes. Si su
abridor de latas era eléctrico o manual. La clase de jabón con la que se bañaba.
Si sus sabanas eran de algodón o de seda.
—Déjame adivinar —, dije. —Vives en un componente secreto debajo de
la cuidad.
—Ángel.
—¿Hay platos en el lavabo? ¿Ropa interior sucia en el piso? Es mucho
más privado que mi casa.
—Es cierto, pero la respuesta todavía es no.
—¿Nick conoce tu casa?
—Nick necesita conocerla.
—¿Yo no necesito conocerla?
Su boca se torció. —Hay un lado oscuro que no necesitas conocer.
—Si me la muestras, ¿Tendrías que matarme? —adiviné.
El envolvió sus brazos a mí alrededor y besó mi frente. —Lo
suficientemente cerca, ¿A qué hora es tu toque de queda?
—A las diez , la escuela de verano comienza mañana —eso, y que mi
mamá había tomado un trabajo de medio tiempo buscando posibilidades de
lanzar el cuchillo entre Joe y yo. Si hubiera salido con Demi, podría decir con
absoluta seguridad que mi toque de queda se habría extendido hasta las diez
treinta. No podía culpar a mi mamá por no confiar en Joe, hubo un punto en
mi vida en el que yo me sentí similar, pero hubiese sido extremadamente
conveniente si lo hiciera ahora y luego relajara su vigilancia.
Como, digamos, esta noche. Además, nada me va a pasar. No con mi
Ángel guardián parado a centímetros de mí.
Joe miró su reloj. —Es momento de irnos.
A las 10:04 Joe hizo una vuelta en U frente de la granja y se estacionó
cerca del buzón de correo. Apagó el motor y las luces de los faros,
dejándonos solo en la oscura naturaleza. Nos sentamos así por mucho tiempo
antes de que él dijera. —¿Por qué estas tan callada Ángel?

Instantáneamente le presté atención. —¿Estaba siendo

callada? Solo

prestaba atención a mis pensamientos.
Una sonrisa que-apenas-estaba-ahí curvó la boca de Joe. —Mentirosa,
¿Qué está mal?
—Eres bueno —dije perceptivamente.
Su sonrisa se amplió una fracción. —Realmente bueno.—Huí de Marcie Millar del puesto de las hamburguesas —admití. Era
demasiado mantener mis problemas para mí misma. Obviamente todavía
estaban latentes debajo de la superficie. Pero por otro lado, si no podía hablar

con Joe ¿Con quién podría hacerlo? Hace dos meses nuestra relación

envolvía un montón de besos espontáneos dentro de nuestros carros, fuera de
nuestros carros, debajo de las gradas, encima de la mesa de la cocina. También
incluían un montón de manos extraviadas en el cuerpo del otro, cabellos
despeinados, y brillos de labios corridos.
Pero era mucho más que eso ahora. Me sentía conectada
emocionalmente con Joe. Su amistad significaba mas para mí que cien
encuentros casuales. Cuando mi papá, murió dejo un enorme vacío dentro de
mí que amenazaba con comerme desde dentro hacia fuera.
El vacío seguía ahí, pero el dolor no cortaba ni la mitad de profundo. No vi el punto de seguir
congelada en el pasado, cuando tenía todo lo que quería en este momento. Y
tenía que agradecer a Joe por eso.
—Ella tuvo el suficiente tacto como para recordarme que mi papá está
muerto.
—¿Quieres que hable con ella?
—Eso suena como el Padrino.
—¿Cómo empezó la guerra entre ustedes dos?
—Esa es la cosa. Ni siquiera yo lo sé. Solo solía ser acerca de quién
obtenía la última leche chocolatada en la cafetería. Luego un día en la
secundaria Marcie fue a la escuela y pinto con spray “puta” en mi casillero.
Ni siquiera intentó ser cautelosa sobre ello. Toda la escuela lo supo.
—¿Ella se volvió loca así como así? ¿Sin razón?
—Sip —ninguna razón de la que yo tuviera conciencia, de todos modos.
Él puso uno de mis rizos detrás de mi oreja. — ¿Quién va ganando la
guerra?
—Marcie, pero no por mucho.
Su sonrisa creció. —Ve por ella, tigre.
—Esa es otra cosa ¿Puta? En la secundaria ni siquiera había besado a
alguien. Marcie debió haber pintado con spray su propio casillero.
—Empiezas a sonar como si estuvieras colgada Ángel —. Deslizó su
dedo debajo del tirante de mi top sin mangas, su toque envió electricidad
zumbando por mi piel. —Apuesto que puedo alejar de tu mente a Marcie.
Unas pocas luces estaban brillando en el nivel superior de la granja, pero
como no vi el rostro de mamá presionado contra ninguna de las ventanas,
supuse teníamos algo de tiempo. Desabroché mi cinturón y me doblé a
través de la consola, encontrando la boca de Joe en la oscuridad. Lo besé
lentamente, saboreando el sabor de sal de mar en su piel. Él se había
afeitado esta mañana, pero ahora su barba raspó en mi barbilla, su boca rozó mi garganta y
sentí un toque de su lengua, causando que mi corazón latiera
contra mis costillas.
Su beso se movió hacia mi hombro desnudo, él movió el tirante de mi
top sin mangas hacia abajo y frotó su boca hacia abajo por mi brazo. Justo
entonces quería estar lo más cerca de él que pudiera. Nunca quería que se
fuera. Lo necesitaba en mi vida justo ahora, y mañana, y el día después. Lo
necesitaba como no había necesitado a nadie.
Me arrastré por encima de la consola sentándome con una pierna a
cada lado de su regazo. Deslicé mis manos por arriba de su pecho,
agarrándolo por el cuello y empujándolo hacia mí. Sus brazos abrazaron mi
cintura, encerrándome contra él, y me acurruqué más profundamente.
Atrapada en ese momento, deslicé mis manos por debajo de su camiseta,
pensando únicamente en como amaba la sensación de calor de su cuerpo
extendiéndose por mis manos. Tan pronto como mis dedos rozaron el lugar
en su espalda donde sus alas solían estar, una luz distante explotó en la
parte de atrás de mi mente. Oscuridad, perfecta, rota por la luz segadora. Era
como el fenómeno cósmico en el espacio a millones de metros de distancia.
Sentí mi mente siendo aspirada dentro de la de Joe, dentro de todos de los
miles de recueros almacenados ahí, cuando repentinamente lo sentí tomar mi
mano y deslizarla hacia abajo, lejos del lugar donde sus alas se unían con
su espalda, y todo agudamente volvió a la normalidad.
—Buen intento —murmuró, con sus labios rozando los míos mientras
hablaba.
Mordisqueé su labio inferior. —Si pudieras ver mí pasado solo tocando
mi espalda, tendrías un momento difícil resistiendo la tentación también.
—Tengo un momento difícil manteniendo mis manos alejadas de ti en
estos momentos.
Me reí, pero mi expresión rápidamente se volvió seria. Incluso con una
concentración considerable, difícilmente podía recordar cómo había sido mi
vida sin Joe. En la noche cuando me recostaba en mi cama, podía recordar
con claridad el bajo timbre de la risa de Joe, la manera en que su sonrisa se
curva más arriba a la derecha, el toque de sus manos —calientes, suaves
deliciosas en mi piel— Pero era solo con un serio esfuerzo que podía elegir
recuerdos anteriores a los dieciséis años. Tal vez porque esos recuerdos
palidecían en comparación con Joe. O tal vez porque no había nada bueno
en absoluto.
—Nunca me dejes —dije a Joe enredando un dedo en el collar de su
camiseta empujándolo más cerca.
—Eres mía Ángel —murmuró, rozando las palabras a través de mi
mandíbula, mientras arqueaba mi cuello mas altamente, invitándolo a besarlo
todo. —Me tienes para siempre.—Demuéstralo —dije solemnemente.

Él me estudió un momento, luego buscó debajo de su cuello y

desabrochó la plana cadena de plata que usaba desde el día que lo conocí. No
tenía idea de donde salió la cadena, o el significado detrás de ella, pero sentí
que era importante para él. Era la única pieza de joyería que usaba y la
mantenía metida debajo de su camisa, al lado de su piel, nunca le había visto
quitársela.
Sus manos se deslizaron a mi nuca, donde el abrochó la cadena. El metal
cayó en mi piel, todavía cálido por la de él.
—Me dieron esto cuando era un arcángel —dijo. —Para ayudarme a
percibir la verdad de la decepción.
La toqué gentilmente, sorprendida por su importancia. — ¿Todavía
funciona?
—No para mí —entrelazó nuestros dedos y giró mi mano para besar mis
nudillos. —Es tu turno.
Me quité el pequeño anillo de cobre del dedo medio de mi mano
izquierda y lo sostuve para él, un corazón estaba tallado a mano en el suave
lado debajo del anillo.
Joe sostuvo el anillo entre sus dedos, examinándolo silenciosamente
—Mi papá me lo dio la semana antes de que fuera asesinado —dije.
Los ojos de Joe se cerraron con un golpe rápidamente. —No puedo
aceptar esto.
—Es la cosa más importante en el mundo para mí, quiero que lo tengas
—cerré sus dedos, envolviéndolos alrededor del anillo.
—(tn) —dudo. —No puedo aceptarlo.
—Prométeme que lo guardarás. Prométeme que nunca nada se
interpondrá entre nosotros —mantuve la mirada en sus ojos, rehusándome a
dejar que él se apartara. —No quiero estar sin ti. No quiero que esto acabe
nunca.
Los ojos de Joe eran negros como una pizarra, más oscuros que un
millón de secretos apilados encima de nosotros. Él bajo la mirada al anillo en
su mano, volteándolo lentamente.
—Júrame que nunca dejaras de amarme —susurré.
Aunque ligeramente, él asintió
Me apoderé de su cuello y lo empujé hacia mí, besándolo más
fervientemente, sellando la promesa entre nosotros, cerré mis dedos contra
los suyos, el agudo borde del anillo cortando nuestras palmas. Nada de lo
que hice parecía llevarme lo suficientemente cerca, ninguna cantidad de él
era suficiente. El anillo se enterró más profundamente en mi mano, hasta que
estuve segura que había roto nuestra piel. Una promesa de sangre.
Cuando pensé que mi pecho podía colapsar por falta de aire, me aleje,
descansando mi frente contra la suya. Mis ojos cerrados, mi respiración
causaba que mis hombros se elevaran y cayeran. —Te amo —murmuré. —Más
de lo que creo que debería.
Esperé a que respondiera, pero en vez de eso su agarre en mi se apretó,
casi de manera protectora. Volteó su cabeza hacia los bosques a través de la
carretera.
—¿Qué está mal?— pregunté.
—Escuché algo.
—Esa era yo diciendo que te amo —dije, sonriendo mientras trazaba su
boca con mi dedo.
Esperé que me devolviera la sonrisa, pero sus ojos todavía estaban fijos en
los árboles, por lo que se desplazaban sombras mientras sus ramas se
estremecían con la brisa.
—¿Qué hay ahí afuera? —pregunté, siguiendo su mirada. —¿Un coyote?
—Algo no está bien.
Mi sangre se congeló, y me deslicé fuera de su regazo. —Estas empezando
a asustarme ¿Es un oso?
No habíamos visto osos en años, pero la granja está ubicada en la
esquina más alejada de la cuidad y los osos eran conocidos por acercarse a la
cuidad luego de hibernar, cuando están hambrientos y buscando comida.
—Prende las luces de los faros y toca la bocina. —dije, orientando mis ojos
a los bosques, busqué movimiento. Mi corazón se aceleró un poco, recordando
la vez que mis padres y yo habíamos vistos desde las ventana de la granja como
un oso mecía nuestro carro, oliendo la comida dentro.
Detrás de mí, las luces del porche se encendieron. No necesitaba girarme
para saber que mi mamá estaba parada en la puerta, frunciendo el ceño y
golpeando el suelo con el pie.
—¿Qué es? —le pregunté a Joe una vez más. —Mi mamá está saliendo.
¿Está segura?— Él prendió el motor y puso el Jeep en marcha.
—Entra hay algo que debo hacer.
—¿Entrar? ¿Estás bromeando? ¿Qué está pasando?
—¡(tn)! —gritó mi mamá, bajando los escalones, su tono fue grave. Ella
se detuvo a metro y medio del jeep y me hizo señas para que bajara la ventana.
—¿Joe? —intenté de nuevo.
—Te llamo luego.
Mi mamá tiró de la puerta para abrirla. —Joe —reconoció secamente.
—Blythe —Él dio un asentimiento distraído.
Ella se volteó hacia mí. —Llegas cuatro minutos tarde.
—Estuve cuatro minutos más temprano que ayer.
Rodar minutos no funciona con los toques de queda. Adentro. Ahora.
No queriendo irme hasta que Joe me respondiera, pero no viendo
muchas opciones, le dije. —Llámame.
Él asintió, una vez, pero la singular concentración de sus ojos me dijo
que sus pensamientos estaban en otro lado. Tan pronto como estuve fuera del
carro y en tierra firme, el jeep rápidamente se puso en movimiento hacia
delante, no perdiendo tiempo en acelerar. Donde quiera que Joe estuviera
yendo, estaba apurado.
—Cuando te doy un toque de queda, espero que lo mantengas —dijo
mamá.
—Cuatro minutos tarde —dije, con mi tono sugiriendo que tal vez ella
estaba exagerando.
Eso me ganó una mirada que tenía su desaprobación estampada. —El
año pasado tu papá fue asesinado. Hace un par de meses, tú tuviste tu
propio roce con la muerte. Creo que me he ganado el derecho de ser
sobreprotectora —ella camino rígidamente hacia la casa con los brazos sujetos
a su pecho.
Ok, ahora era su hija sin sentimientos e insensible. Punto captado.
Volteé mi atención al camino de árboles en el borde de la carretera
opuesta.

Nada se veía fuera de lo ordinario. Espere un escalofrió que me

advirtiera que había algo por allá, algo que no podía ver, pero no sentí nada.
Una cálida brisa de verano crujía al pasar, el sonido de las cigarras llenando el
aire. Si algo, el bosque se veía pacifico debajo del plateado brillo de luz de la
luna.
Joe no había visto nada en los bosques. Él se fue porque yo dije dos
muy grandes, y muy estúpidas palabras, que se había derramado antes de
que pudiera detenerlas.
¿En que había estado pensando? No ¿Qué había pasado con Joe
ahora? ¿Él se había ido manejando para huir de tener que responderme?
Estaba bastante segura de que conocía la respuesta. Y estaba segura de que
explicaba porque fuí dejada observando la parte de atrás de su Jeep.

HOY LES OBSEQUIARE 1 CAPITULO MAS :) SIGAN LEYENDO
ElitzJb
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Un Ángel Caido y un Amor Prohibido (1.era y 2.da Tmprd) Terminada joe y _Tn - Página 15 Empty Re: Un Ángel Caido y un Amor Prohibido (1.era y 2.da Tmprd) Terminada joe y _Tn

Mensaje por ElitzJb Jue 09 Ago 2012, 5:52 pm

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II TEMPORADA

Capitulo 2


En los últimos once segundos, había estado acostada bocabajo, abrazando
la almohada sobre mi cabeza, tratando de evadir al informe del tránsito de
Chuck Delaney del centro de Portland, el cual venía alto y claro través de mi reloj
despertador. Asimismo, estaba tratando de obstaculizar la parte lógica de mi
cerebro, aquella que gritaba que ya me vistiera, pues de lo contrario tendría
repercusiones si no lo hacía. Pero la parte hedonista de mi cerebro ganó. Mi
sueño se aferró, o más bien, al tema de mi sueño. Él tenía el pelo negro,
ondulado, y una sonrisa de asesino. En ese momento, él estaba sentado atrás de
su motocicleta y yo estaba sentada mirando hacia adelante, nuestras rodillas se
tocaban. Acurruqué mis dedos en su camisa y tiré de ella para obtener un beso.
En mi sueño, Joe sentía cuando lo besaba. No sólo a nivel emocional,
sino también en el real, ese toque físico. En mi sueño, él llegaba a ser más
humano que ángel. Puesto que los ángeles no pueden sentir la sensación física –
y yo sabía eso–, pero en mi sueño, quería que Joe sintiera la presión suave y
sedosa de nuestros labios en plena conexión. Quería que sintiera mis dedos
entrelazando su cabello, presionándolo. Necesitaba que sintiera el emocional e
innegable campo magnético tirando de cada molécula de su cuerpo hacia el
mío.
Al igual que yo lo hice.
Joe pasó su dedo por la cadena de plata que traía en mi cuello, su toque
envió un escalofrío de ondulante placer a través de mí.
—Te amo —murmuró.
Arrastré las yemas de mis dedos hasta su duro abdomen, me apoyé en él,
deteniéndome justo antes de un beso. Yo te amo más, dije rozando su boca
mientras hablaba.
Sólo que las palabras no salieron. Se quedaron atrapadas en mi garganta.
Joe esperó a que respondiera con su sonrisa vaciante.
—Te amo —lo intenté de nuevo. Una vez más, las palabras se quedaron
fijadas en el interior.
La expresión de Joe se volvió ansiosa.
—Te amo (tn) —repitió.
Asentí con la cabeza desesperadamente, pero él se había dado la vuelta. Se
fue hacia la moto y se marchó sin mirar atrás.
—¡Te amo! —Grité tras él—¡Te amo, te amo!
Pero era como si arena movediza se hubiera derramado en mi garganta; lo
más difícil era luchar para que las palabras salieran, antes de que se hundieran.
Joe fue escapando entre una multitud. La noche había caído alrededor
de nosotros en un instante, y yo apenas podía distinguir su camiseta negra de
entre cientos de otras camisas oscuras en la gran masa. Corrí en su captura,
pero cuando le tomé su brazo, era otra persona la que se daba la vuelta. Una
niña. Estaba demasiado oscuro para obtener una buena lectura de sus rasgos,
pero me di cuenta que ella era hermosa.
—Yo amo a Joe —me dijo, sonriendo a través de un chocante labial rojo.
—Y yo no tengo miedo a decirlo.
—¡Se lo dije! —argumenté. —¡Anoche se lo dije!
Pasé junto a ella, mis ojos exploraban a la multitud hasta que alcancé a ver
la marca de la gorra azul de Joe. Me empujé de manera frenética hacia él y
extendí mi mano para coger la suya.
Se dio la vuelta, pero él había cambiado… a la misma bella chica.
—Eres muy lenta —dijo. —Amo a Joe ahora.
—Más de Angie con el tiempo —ladró alegremente Chuck Delaney en mi
oído.
Mis ojos se abrieron de golpe a la palabra “tiempo”. Me acosté en la cama
un momento más, tratando de convencerme de que aquello no era más que un
mal sueño, producto de mis remordimientos. El despertador anunció que eran
veinte minutos antes de la hora, y no había posibilidad para eso si yo estaba
escuchando el pronóstico del tiempo, a menos que…
¡La escuela de verano! ¡Me había quedado dormida!
Me quité de encima las sábanas y corrí al armario. Empujando mis pies en
los mismos jeans que había descartado hasta el fondo del closet la noche
anterior, estiré una camiseta blanca sobre mi cabeza y encima me puse una
chaqueta color lavanda. Con velocidad marqué a Joe, y después de tres tonos
me mandó al correo voz.
—Llámame —dije haciendo una pausa de medio segundo para
preguntarme si me estaría evitando después de la confesión de la noche
anterior.
Había hecho que mi mente fingiera que aquello nunca había sucedido, o al
menos hasta que las cosas volvieron a la normalidad, pero después del sueño
de esta mañana, estaba empezando a dudar si podría dejarlo ir tan fácilmente.
Tal vez Joe sólo estaba pasando por un tiempo difícil después de haber sido
un caído. De cualquier manera, no había mucho que pudiera hacer al respecto
en este momento. A pesar de que podría haber jurado que él había prometido
llevarme a la escuela.
Me deslicé una diadema en el cabello en lugar de peinarlo, cogí la mochila
de la encimera de la cocina y me precipité hacia la puerta…
Hice una pausa en el camino, el tiempo suficiente para dar un grito de
exasperación al bloque de cemento, de ocho por diez pies, donde mi Fiat Spider
1979 solía situarse. Mi madre había vendido el Spider para pagar la factura de
los tres meses de retraso de la luz, y atascar nuestra nevera con provisiones
suficientes para mantenernos alimentados hasta el final del mes. Había
despedido incluso a nuestra ama de llaves, Dorothea, alias: mi tutor suplente,
para recortar gastos. Envié de un pensamiento de odio en la dirección de las
circunstancias, me eché la mochila al hombro y empecé a trotar. La mayoría de
la gente podría considerar la granja rural de Maine, donde mi mamá y yo
vivíamos, un lugar pintoresco, pero la verdad era, que no había nada en millas
de este pintoresco sitio, además había que correr mucho para llegar hasta los
vecinos más cercanos. Y al menos que pintoresco fuera un sinónimo del siglo
XVIII, corrientes de aire y un hoyo para el dinero situado en el ojo de una
inversión atmosférica que absorbe toda la niebla de aquí de la costa, me
permitiría disentir.
En la esquina de Hawthorne y Beech, vi señales de vida a partir de los
coches que pasaban de largo en su viaje por la mañana. Utilicé una mano para
pedir aventón y con la otra desenvolví un chicle de menta.
Un Toyota rojo 4Runner frenó en la acera, y la ventana del pasajero se bajó
de manera automática. Marcie Millar se sentaba detrás del volante.
—¿Problemas con el coche? —preguntó.
Si problemas con el automóvil era no tener coche... No es que yo estuviera
a punto de admitir a Marcie.
—¿Necesitas que te lleve? —expresó impaciente cuando no respondí.
No podía creer que fuera, de entre todos los coches que pasaban por este
tramo de carretera, Marcie la que parara. ¿Quería ir con Marcie? No. ¿Aún
estaba trabajando lo que había dicho sobre mi padre? Sí. ¿Estaría a dispuesta a
perdonarla? Por supuesto que no. Me hubiera bastado un gesto para que ella
siguiera conduciendo, pero había un pequeño inconveniente. Se rumoreaba que
la única cosa que el Sr. Loucks gustaba más que la tabla periódica de los
elementos era la detención de estudiantes que llegaban tarde.
—Gracias —acepté a regañadientes. —Voy de camino a la escuela.
—¿Debo suponer que tu gorda amiga no podía darte un aventón?
Me quedé inmóvil con la mano en la manija de la puerta. Demi y yo hacía
mucho tiempo que habíamos renunciado a educar a los descerebrados que
pensaban que "gorda" y "curvas" eran la misma cosa, pero eso no quería decir
que toleraría la ig(tn)ncia. Y, por otra parte, yo hubiera tenido mucho gusto en
llamar a Demi para que me trajera, pero había sido invitada a asistir a una
reunión de los editores de la publicación electrónica de la escuela y con
seguridad ella ya estaba en la escuela.
—Pensándolo mejor, voy a caminar —cerré la puerta del carro de Marcie
de un empujón.
Marcie puso una cara confundida.
—¿Te ofendió que la llamara gorda? Porque es la verdad. ¿Qué pasa
contigo? Siento que todo lo que digo tiene que ser censurado. Primero tu padre,
ahora esto. ¿Qué pasó con la libertad de expresión?
Por un momento pensé en que esto sería bueno y conveniente si todavía
tuviera el Spider. No sólo no tendría que pedirle un aventón, sino que en algún
momento tendría el placer de atropellar a Marcie. El estacionamiento de la
escuela podía ser caótico después de la escuela. Los accidentes pasan.
Como no podía hacer rebotar a Marcie con mi defensa delantera, hice la
siguiente mejor cosa.
—Si la concesionaria Toyota hubiera sido de mi papá, creo que estaría lo
suficientemente preocupada por el medio ambiente como para pedir un
híbrido.
—Bueno, tu padre no posee el concesionario de Toyota.
—Eso es correcto. Mi padre está muerto.
Alzó un hombro.
—Tú lo has dicho, no yo.
—A partir de ahora, creo que es mejor si nos quedamos fuera del camino
de la otra.
Examinó su manicura.
—Bien.
—Bueno.
—Sólo estaba tratando de ser amable, y mira donde me tienes —dijo en
voz baja.
—¿Amable? Llamaste a Demi gorda.
—También te ofrecí llevarte.
Ella aceleró y sus neumáticos mancharon de polvo el camino que flotaba
en mi dirección.
No me había despertado esta mañana buscando una razón más para odiar
Marcie Millar, pero ahí la tenía.
Coldwater High se había erigido a finales del siglo XIX, y la construcción
era una mezcla ecléctica de estilo gótico victoriano y que parecía más catedral
que académico. Las ventanas eran estrechas y arqueadas, el cristal con
plomo. La piedra era multicolores, pero sobre todo gris. En el verano, la hiedra
se arrastraba hasta el exterior y le daba a la escuela un cierto encanto de Nueva
Inglaterra. En el invierno, la hiedra se parecía mucho a unos dedos esqueléticos
asfixiando el edificio.
Estaba caminando rápido, casi medio corriendo por el pasillo al aula de
química, cuando sonó mi teléfono celular en el bolsillo.
—¿Mamá? —Le contesté, sin frenar mi ritmo. —¿Te puedo llamar…?
—¡A que no adivinas con quién me encontré ayer por la noche! Lynn
Parnell. Recuerdas a la madre de Kevin Parnells.
Miré el reloj de mi celular. Había sido suficiente fortuna que un completo
extraño me diera un aventón a la escuela —una mujer, a su manera, pues
entrenaba Kick Boxing en el gimnasio—, pero todavía me quedaba un corto
camino por recorrer. Y a menos de dos minutos de la campana.
—¿Mamá? La escuela está a punto de comenzar. ¿Te puedo llamar en el
almuerzo?
—Tú y Kevin fueron tan buenos amigos.
Se había desencadenado un vago recuerdo.
—Cuando teníamos cinco años —dije. —¿Él siempre mojaba los
pantalones, no?
—Tomé unas copas con Lynn anoche. Ella acaba de finalizar su divorcio, y
ella y Kevin están regresando a Coldwater.
—Eso es genial. Yo te llamo…
—Los invité a cenar esta noche.
Al pasar por la oficina principal, el minutero del reloj que estaba encima
de la puerta, marcaba casi la siguiente hora. Desde donde yo estaba, se veía
atrapado entre 07:59 y el agudo ocho. Lo apunté con un gesto de amenaza y
pensé: No te atrevas a dar el toque temprano.
—Esta noche no es bueno, mamá. Joe y yo…
—¡No seas tonta! —Mi mamá me interrumpió. —Kevin es uno de tus
amigos más antiguos del mundo. Tú lo conocías mucho antes de Joe.
—Kevin solía forzarme a comer cochinillas —dije. —Mi memoria comienza
a entrar en razón.
—¿Y tú nunca le obligaste a jugar Barbies?
—¡Totalmente diferente!
—Esta noche, siete en punto —dijo mamá con una voz intransigente a
todo argumento.
Me apresuré a entrar a química, con el último segundo avanzando, y me
deslicé sobre una banca de metal detrás de una mesa de granito negro del
laboratorio, justo en la primera fila. Las mesas eran para dos personas, y yo
había cruzado mis dedos para que me tocara alguien cuya comprensión de la
ciencia sobrepasara la mía, que, dado mi nivel, no era difícil de superar. Tendía
a ser más una romántica que una realista, y optaba más por la fe ciega que en la
lógica fría. Por eso, la ciencia y yo estábamos en desacuerdo desde el principio.
Marcie Millar entró en la sala usando tacones, jeans y un top de seda de
Banana Republic que yo tenía en mi lista de deseos de regreso a la escuela. Por
el Día del Trabajo, la blusa estaría en liquidación y por ende en el rango de
compensación de precios. Pero ahora estaba en el proceso de limpiar
mentalmente la blusa de mi lista cuando Marcie se sentó en la banca de mi lado.
—¿Qué pasa con tu cabello? —dijo. —¿Se quedó sin mousse? ¿O sin
paciencia? —Una sonrisa curvó uno de los lados de su boca. —¿O es porque
había que correr cuatro kilómetros para llegar aquí a tiempo?
—¿Qué pasó con mantenerse al margen del camino de la otra? —le lancé
una mirada apuntando a su silla, a continuación, las veinticuatro pulgadas de
diferencia no se estaban quedando en el límite del camino.
—Necesito algo de ti.
Exhalé en silencio y estabilicé mi presión sanguínea. Debí saberlo.
—Ésta es la cosa, Marcie —dije. —Las dos sabemos que esta clase va a ser
increíblemente difícil. Deja que te haga un favor y te advierta que la ciencia es
mi peor asignatura. La única razón por la que estoy haciendo la escuela de
verano se debe a que escuché la química más fácil que ese término. Tú no me
quieres como tu compañera. Esto no será fácil para obtener una A.
—¿Me veo como que estoy sentada a tu lado para recuperar mi promedio?
—Dijo ella con un impaciente tirón de la muñeca. —Te necesito para otra
cosa. La semana pasada conseguí un trabajo.
¿Marcie? ¿Un trabajo?
Ella sonrió, y yo sólo podía imaginar que había sacado mis pensamientos
directamente de mi expresión.
—En la oficina escolar. Uno de los vendedores de mi padre está casado
con la secretaria de la oficina principal. Nunca está de más disponer de
conexiones. No es que tú deberías saber algo al respecto.
Sabía que el padre de Marcie era influyente en Coldwater. De hecho, él era
un gran apoyo para el club de donantes, él tenía incidencia en cada puesto
administrativo de la escuela, pero esto era ridículo.
—De vez en cuando cae un archivo abierto y no puedo dejar de ver las
cosas —dijo Marcie.
Sí, claro.
—Por ejemplo, sé que aún no está nada sobre la muerte de tu papá. Has
estado en la consejería con la psicología de la escuela. De hecho, ya lo sé todo
acerca de todo el mundo. Excepto de Joe. La semana pasada me di cuenta de
que su archivo está vacío. Quiero saber por qué. Quiero saber lo que se esconde.
—¿Por qué te importa?
—Él estuvo en mi casa la última noche, mirando a la ventana de mi
dormitorio.
Parpadeé.
—¿Joe estaba en tu casa?
—A menos que tú conozcas a algún otro tipo que conduzca un Jeep
Commander, vestido de negro, y que esté buenísimo...
Fruncí el ceño.
—¿Dijo algo?
—Él me vio mirando desde la ventana y se fue. ¿Debería estar pensando
en una orden de restricción? ¿Este comportamiento es típico en él? Yo sé que él
está fuera, pero ¿qué tan lejos?
No hice caso de ella, estaba demasiada absorta con toda esta
información. ¿Joe? ¿En casa de Marcie? Tuvo que haber sido después de salir
de mi casa. Después de que le dijera: "Te amo" y él se escabullera.
—No hay problema —dijo Marcie enderezándose. —Hay otras maneras
de obtener información, como la administración. Supongo que ellos pueden
terminar viendo un archivo escolar vacío. Yo no iba a decir nada, pero por mi
propia seguridad...
Yo no estaba preocupada porque Marcie fuera a la administración. Joe
podría manejar eso. Más bien me preocupaba lo de anoche. Joe había salido
precipitadamente, diciendo que había algo que tenía que hacer, pero estaba
teniendo un difícil momento creyendo que él estaba esperando afuera de la
casa de Marcie. Era mucho más fácil de aceptar que él me había dejado a causa
de lo que había dicho.
—O la policía —agregó Marcie, tocando con la punta del dedo sus labios.
—Un archivo de la escuela casi vacío suena ilegal. ¿Cómo entró Joe a la
escuela? Te ves molesta, (tn). ¿Estoy adentrándome en algo? —Una sonrisa de
placer sorprendió su rostro. —¿No? Hay más en la historia.
Posé mis fríos ojos de ella.
—Para alguien que ha dejado claro que su vida es superior a la de
cualquier otro estudiante en esta escuela, segura que lo convertiste en un hábito
eso de meter la nariz en nuestras vidas aburridas y sin valor.
La sonrisa de Marcie se desvaneció.
—Yo no tendría que meterme si todos se quedaran fuera de mi camino.
—¿Tu camino? Esto no es tu escuela.
—No me hables de esa manera —dijo Marcie con un incrédulo, tic casi
involuntario de su cabeza.
—De hecho, no me hables en absoluto.
Levanté mis palmas hacia arriba.
—No hay problema.
—Y mientras estás en eso, muévete.
Eché un vistazo a mi banca, pensando sin duda que ella no podría
entender que:
—Yo estaba aquí primero.
Imitándome, Marcie levantó sus palmas hacia arriba.
—No es mi problema.
—Yo no me muevo.
—No estaré sentada junto a ti.
—Estoy feliz de oírlo.
—Muévete —Marcie demandó.
—No.
La campana sonó alrededor de nosotras, y cuando el sonido estridente
murió, tanto Marcie y yo parecíamos habernos dado cuenta de que la habitación
se había vuelto tranquila. Miramos alrededor, y me dolió el estómago al
percatar que todos los asientos en la sala estaban ocupados.
El Sr. Loucks se colocó en el pasillo, a mi derecha, agitando una hoja de
papel.
—Estoy sosteniendo un plano de la sala en blanco —dijo. —Cada uno de
los rectángulos corresponde con un escritorio en la habitación. Escriban su
nombre en el rectángulo y pásenlo —dio una palmada en la tabla por delante de
mí—. Espero que les guste a sus compañeros —nos dijo. —Estarán ocho
semanas con ellos.
Al mediodía, cuando terminó la clase, tomé un paseo con Demi a Enzo’s
Bistro, nuestro lugar favorito para tomar mokas helados o cafés espumosos,
dependiendo de la temporada. Sentí el sol hornear mi rostro al cruzar el
estacionamiento, y fue entonces cuando lo vi. Un blanco Volkswagen Cabriolet
descapotable con un signo de venta grabada en la ventana: $ 1 000 OBO
—Estás babeando —Demi dijo usando la punta de su dedo para cerrar mi
boca.
—¿No tienes mil dólares que te pueda pedir prestado?
—No tengo ni cinco dólares que te pueda prestar. Mi alcancía está
oficialmente anoréxica.
Suspiré de nostalgia en la dirección del Cabriolet.
—Necesito el dinero. Necesito un trabajo.
Cerré los ojos, imaginándome a mí misma al volante del Cabriolet, de
arriba hacia abajo, el viento silbante en mi cabello rizado. Con el Cabriolet
nunca tendría para pedir un aventón de nuevo. Yo sería libre de ir donde
quisiera, cuando me diera la gana.
—Sí, pero conseguir un trabajo significa que tú realmente tienes que
trabajar. Quiero decir, ¿estás segura de que quieres gastar todo el verano
trabajando lejos y por un salario mínimo? Es posible que, no sé, sudes o algo.
Saqué de mi mochila un trozo de papel y garabateé el número que
aparecía en el cartel. Tal vez podría hablar con el propietario de un par de
cientos de dólares. Mientras tanto, mirando otros clasificados, agregué el del
empleo de medio tiempo a mi lista de tareas. Un trabajo significaría un tiempo
lejos de Joe, pero también significaría un transporte privado. Por mucho que
me amaba Joe, siempre parecía estar ocupado... para hacer algo. ¿Qué le hizo
ser poco fiable cuando se trataba de llevarme?
Dentro de Enzo, Demi y yo pedidos mokas helados y ensaladas con nuez,
que ya estaban servidas sobre nuestra mesa. Durante las últimas semanas, Enzo
se habían sometido a una amplia remodelación para ponerlo al día con el siglo
XXI y ahora se estrenaba una sala de Internet por primera vez en
Coldwater. Teniendo en cuenta el hecho de que mi ordenador de casa tenía seis
años, yo estaba emocionada.
—No sé tú, pero yo estoy lista para unas vacaciones —dijo Demi, poniendo
sus lentes de sol sobre su cabeza. —Ocho semanas más de español. Esos son
más días de los que quisiera pensar. Lo que necesitamos es una distracción. Lo
que necesitamos es algo que quitará de nuestras mentes este tramo sin fin de la
educación de calidad que se extendió antes que nosotras. Necesitamos ir de
compras. Portland, aquí vamos. Macy tiene una gran venta. Necesito zapatos,
vestidos y una nueva fragancia.
—Acabas de comprar ropa nueva. Costó doscientos dólares. Tu mamá
tendrá una hemorragia cuando llegue el estado de cuenta de su MasterCard.
—Sí, pero necesito un novio. Y para conseguir uno, necesitas verte bien. Y
no hace daño oler bien también.
Llevé a mi boca un pedazo de pera.
—¿Tienes a alguien en mente?
—De hecho, lo tengo.
—Sólo prométeme que no es Kevin Parnell.
—Kevin, ¿quién?
Sonreí.
—Ves, ahora estoy feliz.
—No sé nada acerca de ningún Kevin Parnell, pero el chico que tengo en la
mira sucede que es ardiente. Fuera – de – serie, ardiente. Más – ardiente – que –
Joe, ¡ardiente! —Ella se detuvo, —bien, tal vez no tanto. Nadie es así de
ardiente. En serio, el resto de mi día está planeado. Portland o alcohol, ya dije.
Abrí la boca, pero Demi fue más rápida.
—Uh-oh —ella dijo. —Conozco esa mirada. Vas a decirme que ya tienes
planes.
—Regresando a Kevin Parnell… Él solía vivir aquí cuando teníamos cinco
años.
Demi parecía que estaba buscando a su memoria a largo plazo.
—Se orinaba mucho en los pantalones —agregué amablemente.
Los ojos de Demi se iluminaron
—¿Kevini the Potty4?
—Se está mudando de nuevo a Coldwater. Mi mamá lo invitó a cenar esta
noche.
—Ya veo por dónde va esto —Demi dijo, asintiendo con la cabeza
sabiamente. —Esto es lo que se llama un reencuentro lindo. Esto es cuando la
vida de dos personas potencialmente románticas se cruzan. ¿Recuerdas cuando
Desi accidentalmente entró en la habitación de los hombres y cachó a Ernesto
en el urinario?
Detuve con mi tenedor a medio camino entre el plato y la boca.
—¿Qué?
—En Corazón, el jabón español. ¿No?... No importa. Al parecer, mamá
quiere conectarte con Kevini the Potty. Pronto.
—No, no lo quiere. Ella sabe que yo estoy con Joe.
—El hecho de que ella sepa, no quiere decir que esté feliz por eso. Tu
mamá va a gastar mucho tiempo y energía en convertir esta ecuación de (tn)
más Joe es igual a amor, en (tn) más Kevini the Potty es igual a amor. Y ¿qué
pasa con esto? Tal vez Kevin the Potty se convirtió en el Kevini the Hottie. ¿Has
pensado en eso?
Tenía a Joe, y estaba perfectamente feliz de mantenerlo de esa manera.
—¿Podemos hablar de algo ligeramente más urgente? —Pregunté,
pensando que era tiempo de cambiar de tema, antes de que el actual le diera
más locas ideas a Demi. —¿Como el hecho de que mi nueva compañera de
química… Marcie Millar?
—La pu…
—Aparentemente ella está trabajando en la oficina principal y miró el
expediente de Joe.
—¿Sigue vació?
—Eso parece. Y ahora ella quiere que le diga todo lo que sé sobre él.


Incluyendo el porqué él estuvo frente a su casa contemplando la ventana
de su recámara. Alguna vez escuché un rumor de que Marcie tenía una raqueta
de tennis tras su ventana cuando ésta estaba abierta a los pagos de ciertos
“servicios”, pero no iba a pensar acerca de eso. De todas formas, ¿no eran los
rumores un 90 por ciento ficción?
Demi se inclinó acercándose.
—¿Qué es lo que sabes?
Nuestra conversación pasó a un silencio incómodo. Yo no creía en los
secretos entre mejores amigas. Pero había secretos... y verdades difíciles.
Verdades atemorizantes. Verdades inimaginables. Tener un novio que es un
ángel caído convertido – en – guardián encaja en todas ellas.
—¿Estás ocultándome algo? —Demi dijo.
—Yo no.
—Sí, y es mucho.
Silencio incómodo.
—Le dije a Joe que lo amaba.
Demi se tapó la boca, pero no sabría decir si estaba ahogando un grito de
asombro o una risa. Sólo me hizo sentir más insegura. ¿Qué era tan gracioso?
¿Había hecho algo incluso más estúpido que lo que ahora pensaba?
—¿Qué dijo? —preguntó Demi.
Tan sólo la miré
—¿Tan malo fue? —cuestionó.
Me aclaré la voz.
—Hábleme de este hombre con el que vas a salir. Es decir, ¿se trata de un
deseo - de - lejos, o que en realidad hablaste con él?
Demi tomó la pista.
—¿Hablé con él? Compré ayer, para el almuerzo, hot - dogs en Skippy con
él. Fue una de esas cosas como de cita a ciegas, y resultó mejor de lo esperado.
Mucho mejor. Para tu información, tú sabrías todas estas cosas si devolvieras
mis llamadas en lugar de hacerlo con tu novio, sin parar.
—Demi, soy tu única amiga, y no fui yo quién te conquistó.
—Lo sé. Tu novio lo hizo.
Me atraganté con una bola de queso Gorgonzola.
—¿Joe estará listo en una cita a ciegas?
—¿Entonces? —dijo Demi, con su defensivo tono dirigiéndose hacia mí.
Sonreí.
—Pensé que no te confiabas en Joe.
—No
—¿Pero?
—Traté de llamar para investigar a mi primera cita, pero repito, nunca
regresas mis llamadas.
—Misión cumplida. Me siento como la peor amiga que haya existido —le
di una sonrisa conspiradora—. Ahora, me dicen lo demás.

*************

continuara

espero q les alla gustado LOS 2 capitulo
VIERON ENTRARON NUEVOS PERSONAJES 👅
ElitzJb
ElitzJb


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Mensaje por chelis Jue 09 Ago 2012, 7:30 pm

aaaaaaaaaaaaaaaaahhhh!!!!
pon maaass caaapiisss!!!!!
chelis
chelis


http://www.twitter.com/chelis960

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Mensaje por DanieladeJonas Jue 09 Ago 2012, 8:32 pm

sale Nick y ahora tambien Kevin!!!
mori con eso!!
hasta me hace superar el querer ayudarle a la rayis
atropellando a Marcie... bruja!!
y que rayos hacia Joe afuera de su casa?
tss esto no me gusta!!!
siguela pronto porfas!!!
DanieladeJonas
DanieladeJonas


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Mensaje por Val's Matth. Jue 09 Ago 2012, 11:04 pm

HAAAAAAAAAAAA!!!! me ausente mucho y haaaa!!! tengo tantos capitulos que leer y aun me falta uno mas y estoy lista ahahah me encanta tu nove enserio esque me faci nose como haces para que sea tan buenisima ahahah si gue subirendo ok ademas podre comentar mas seguido ya que estoy enferma y no puedo ir a la universidad xD
Val's Matth.
Val's Matth.


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Mensaje por jamileth Lun 13 Ago 2012, 5:13 pm

joe en serio estaba fuera d la habitacion d marcie????
ahhh

siguelaaa
necesito mas caps!!!!!!!!!111
jamileth
jamileth


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Mensaje por berenice_89 Lun 13 Ago 2012, 10:49 pm

ame los capss
berenice_89
berenice_89


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Mensaje por JB&1D2 Mar 14 Ago 2012, 3:43 pm

Me encanaron los cap siguelaa
JB&1D2
JB&1D2


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Un Ángel Caido y un Amor Prohibido (1.era y 2.da Tmprd) Terminada joe y _Tn - Página 15 Empty Re: Un Ángel Caido y un Amor Prohibido (1.era y 2.da Tmprd) Terminada joe y _Tn

Mensaje por ElitzJb Mar 14 Ago 2012, 5:01 pm

Un Ángel Caido y un Amor Prohibido (1.era y 2.da Tmprd) Terminada joe y _Tn - Página 15 Scaled.php?server=862&filename=83031074

II TEMPORADA

Continuación


Demi dejó su tono resistente, y miró mi sonrisa.
—Su nombre es Nick, y es irlandés. Su acento o cómo se llame me
mata. Sexy al máximo. Es un poco flaco teniendo en cuenta que soy ancha de
huesos, pero estoy pensando en perder veinte libras este verano, así que todo
debe haberse ido para agosto.
—¿Nick? ¡No es cierto! ¡Me encanta Nick!
Como una regla, no confiaba en los ángeles caídos, pero Nick fue una
excepción. Al igual que Joe, sus límites morales se colocaban en la zona gris
entre el blanco y negro. Él no era perfecto, pero no todo fue malo, tampoco.
Le sonreí, señalando con el tenedor a Demi.
—No puedo creer que te fuiste con él. Quiero decir, él es el mejor amigo
Joe. Odias a Joe.
Demi me dio la impresión de parecer su gato negro, con el pelo erizado
prácticamente.
—El mejor amigo no quiere decir nada. Mira tú y yo. No somos en nada
iguales.
—Esto es genial. Los cuatro podemos pasar el rato juntos durante todo el
verano.
—Uh - uh. De ninguna manera. No estoy interesada en salir con ese novio
idiota que tienes. No me importa lo que me dijiste, sigo pensando que él tenía
algo que ver con la misteriosa muerte de Jules en el gimnasio.
Una nube oscura cayó sobre la conversación. Sólo había tres personas en el
gimnasio la noche en que Julio murió, y yo era uno de ellos. Yo nunca le había
dicho todo lo que sucedió a Demi, sólo lo suficiente para conseguir que dejara de
presionar, y para su propia seguridad, así planeé mantener alejado todo aquello
de su camino.
Demi y yo pasamos el día dando vueltas, recogiendo las solicitudes de
empleo desde el local de comida rápida, y eran casi las seis y media cuando
llegué a casa. Dejé las llaves en el aparador y fui a chequear la contestadora
automática. Había uno de mi mamá. Ella estaba en el supermercado Michaud
comprando el pan de ajo, lasaña, y vino barato, y juró en su tumba que le
ganaría a la Parnells a la casa.
Eliminé el mensaje y me subí a mi dormitorio. Como no había podido
ducharme en la mañana, y mi cabello se había rizado hasta la altura máxima
durante el día, pensé que había que cambiarme de ropa a modo de control de
daños. Cada recuerdo único que yo tenía de Kevin Parnell era desagradable,
pero la compañía era la compañía. Ya tenía mi chaqueta desabrochada hasta la
mitad cuando se produjo un golpe en la puerta principal.
Fui a encontrar a Joe al otro lado de la puerta con sus manos metidas en
sus bolsillos.
Normalmente lo habría recibido lanzándome directamente a sus
brazos. Hoy me contuve. Anoche le dije que lo amaba, y él había atornillado y,
supuestamente, se dirigió directamente a la casa de Marcie. Mi estado de ánimo
cayó en algún lugar entre el orgullo herido, la ira y la inseguridad. Tenía la
esperanza de que mi silencio le dijera indirectamente que algo estaba mal, y que
así sería hasta que él hiciera un movimiento para corregirlo, para disculparse o
darme una explicación.
—Hey —dije, aparentando casualidad. —Olvidaste llamar anoche. ¿A
dónde fuiste?
—Por ahí. ¿Ibas a invitarme a venir?
No iba a hacerlo.
—Estoy contenta de escuchar que la casa de Marcie está, tú sabes, por ahí.
Un momentáneo gesto de sorpresa en sus ojos confirmó lo que no quería
creer: Marcie había dicho la verdad.
—¿Te molestaría decirme qué está ocurriendo? —Dije en un tono un poco
más hostil. —¿Quieres decirme que estabas haciendo en su casa anoche?
—Suenas celosa, ángel —tal vez había una nota de burla tras ese
comentario pero a diferencia de lo usual, no había nada cariñoso o juguetón en
él.
—Tal vez no estaría celosa si tú no me dieras razones para estarlo —
respondí. —¿Quieres decirme qué estabas haciendo en su casa anoche?
—Arreglando unos negocios.
Alcé mis cejas.
—No me había dado cuenta de que Marcie y tú tienen negocios.
—Los tenemos. Pero son sólo eso... negocios.
—¿Podrías explicarlo? —había una gran dosis de reclamo acumulado
entre mis palabras.
—¿Estás acusándome de algo?
—¿Debería?
Joe generalmente era experto en ocultar sus emociones, pero apretó la
línea de su boca.
—No.
—Si estar en su casa ayer por la noche era tan inocente, ¿por qué tantas
dificultades para explicar lo que estabas haciendo allí?
—No estoy teniendo dificultades —dijo midiendo cada palabra
cuidadosamente. —No te lo estoy diciendo, porque lo que estaba haciendo en
casa de Marcie no tiene nada que ver con nosotros.
¿Cómo podía pensar que esto no tenía nada que ver con nosotros? Marcie
fue la única persona que tuvo todas las oportunidades para atacarme y
menospreciarme. Durante los últimos once años, me había molestado, había
difundido rumores horribles sobre mí, y me humillaba públicamente. ¿Cómo
podía pensar que esto no era personal? ¿Cómo podía pensar que acababa de
aceptar esto, sin hacer preguntas? Pero sobre todo, ¿no podía ver que estaba
aterrado de que Marcie lo usaría para hacerme daño? Si sospechara que él
pudiera estar remotamente interesado, ella haría todo lo que tiene en su poder
para robármelo. No podía soportar la idea de perder a Joe, pero me iba a
matar si lo perdía gracias a ella.
Abrumada por el repentino temor, le dije:
—No vuelvas hasta que estés listo para decirme lo que estabas haciendo
en su casa.
Impaciente, Joe se abrió paso al interior de la casa y cerró la puerta
detrás de él.
—No he venido aquí para discutir. Quiero hacerle saber Marcie que se
topó con algunos problemas esta tarde.
¿Marcie otra vez? ¿Él no creía que ya había cavado un agujero lo bastante
profundo? Traté de mantener la calma el tiempo suficiente para escucharlo,
pero yo quería gritar a través de él.
—¿Oh? —Dije con frialdad.
—Ella quedó atrapada cuando un grupo de ángeles caídos trató de forzar
a un Nefilim a jurar fidelidad dentro del sanitario de los hombres en el Arca de
Bo’s. El Nefilim no tenía dieciséis años por lo que no tenía fuerza, sólo se
divirtieron tratando. Le cortan muy mal, y se rompió algunas costillas. Aquí
entra Marcie. Ella había bebido demasiado e ingresó en el baño equivocado. El
ángel caído que estaba cuidando sacó un cuchillo enfrente de ella. Estuvo en el
hospital, pero la liberaron pronto. Una herida sin gravedad.
Mi pulso se aceleró, y yo sabía que estaba molesta porque habían
apuñalado a Marcie, pero eso fue lo último que quería que supiera Joe. Crucé
los brazos rígidos.
—Gee, ¿es un Nefilim, cierto?
Recordé vagamente cuando Joe me explicó, hace algún tiempo, que los
ángeles caídos no podían obligar a un Nefilim a jurar lealtad hasta los dieciséis.
Del mismo modo, no podía sacrificarme a mí para conseguir un cuerpo humano
hasta que cumplí los dieciséis años. Tener dieciséis era oscuramente mágico,
incluso era la edad crucial en el mundo de los ángeles y los Nefilim.
Joe me dio una mirada que tenía el más pequeño resplandor de
molestia.
—Marcie tal vez estaba borracha, pero hay posibilidad de que recuerde lo
que vio. Obviamente tú sabes que los ángeles y Nefilim tratan de mantenerse
bajo el radar, y alguien como Marcie, con una gran boca, puede amenazar ese
secreto. La última cosa que ellos quieren es que ella le diga al mundo lo que vio.
Nuestro mundo es más fácil cuando los humanos lo desconocen. Conozco a los
ángeles caídos involucrados —su mandíbula se tensó. —Ellos harían cualquier
cosa por mantener a Marcie callada.
Sentí miedo por Marcie, pero lo alejé de mí. ¿Desde cuándo a Joe le
preocupada de alguna manera lo que le pasaba a Marcie? ¿Desde cuándo se
preocupa más por ella que por mí?
—Trato de sentirme mal —, dije. —Pero suena como si estuvieras más
preocupado por ella que por nosotros —tiré de la manilla de la puerta y la
mantuve abierta. —Tal vez deberías ir a ver a Marcie, ver si su herida está
sanando apropiadamente.
Joe obligó que mi mano soltara la manilla y cerró la puerta con su pie.
—Cosas más grandes que tú, Marcie o yo están sucediendo —él dudó,
como si tuviera más que decir, pero cerró la boca en el último momento.
—¿Tú, yo y Marcie? ¿Desde cuándo nos pones a los tres en la misma
oración? ¿Desde cuándo ella significa algo para ti? —espeté.
Puso su mano detrás de su cuello, viéndose como si él supiera que tenía
que haber escogido cuidadosamente sus palabras antes de responde.
—¡Sólo dime qué estás pensando! —Dije. —¡Escúpelo! ¡Si es tan malo
como para que no tenga idea de lo que sientes, sólo deja salir lo que piensas!
Joe miró alrededor, como preguntándose si estaba hablándole a alguien
más.
—¿Escúpelo? —Dijo, su tonó incrédulo y sombrío. Tal vez hasta irritado.
—¿Qué parece que estoy tratando de hacer? Si te calmas, podría. Ahora mismo
te pondrás histérica, sin tomar en cuenta lo que digo.
Entrecerré los ojos.
—Tengo el derecho de estar enfadada. No me dirás qué estabas haciendo
anoche en la casa de Marcie.
Joe echó las manos hacia arriba. ”Aquí vamos otra vez” decía ese gesto.
—Hace dos meses —empecé, tratando de inyectar orgullo a mi voz para
esconder la temblor en ella. —Demi, mi mamá —todos— me advirtieron que tú
eras una clase de chico que ve a las chicas como simples conquistas. Ellas
dijeron que era otra hendidura en tu cinturón, otra estúpida chica que sedujiste
para tu propia satisfacción. Ellas dijeron que el momento en que me enamorara
de ti, tú ibas a irte —tragué con dificultad.—Necesito saber que no estaban en lo
correcto.
Aunque no quisiera recordarlo, el recuerdo de la noche pasada resurgió
con perfecta claridad. Recordé la total humillación con vívido detalle. Le dije
que lo amaba, y él no dijo nada. Había cientos de maneras diferentes de analizar
su silencio, ninguna de ellas era buena.
Joe agitó su cabeza con incredulidad.
—¿Quieres que te diga que estaban equivocadas? Porque tengo el
presentimiento de que tú no me creerás, sin importar lo que diga —me miró.
—¿Estás tan comprometido con esta relación como lo estoy yo?
No pude preguntarlo. No después de ver todo derrumbarse desde anoche.
De repente me di cuenta de que no tenía idea de cómo realmente se sentía Joe
acerca de mí. Pensé que lo era todo para él, pero ¿si sólo hubiera visto lo que
quería? ¿Qué pasaría si exageraba sus sentimientos? Sostuve su mirada, al
punto de hacerle tan fácil a él este gesto, para no darle una segunda
oportunidad a dicha cuestión. Necesitaba saberlo:
—¿Me amas?
No puedo responder a eso, dijo, asustándome porque habló en mis
pensamientos. Era como un regalo que todos los ángeles poseían, pero yo no
entendía por qué estaba eligiendo ahora usarlo.
—Voy a dejar esto para mañana. Duerme bien —agregó secamente,
dirigiéndose hacia la puerta.
—Cuando nos besamos, ¿estás fingiendo?
Se detuvo en seco. Otra sacudida de la cabeza incrédulo.
—¿Fingiendo?
—Cuando te toco, ¿sientes algo? ¿Hasta dónde llega el deseo de
ir? ¿Sientes algo que se acerque a lo que yo siento por ti?
Joe me miraba en silencio.
—(tn)… —empezó.
—Quiero una respuesta clara.
Después de un momento, dijo:
—Emocionalmente, sí.
—Pero físicamente no, ¿verdad? ¿Cómo se supone que debo estar en una
relación, cuando no tengo idea de lo mucho que aún significa para ti? ¿Estoy
experimentando cosas a un nivel completamente diferente? Porque eso es lo
que se siente. Y lo odio —añadí. —No quiero que me beses, porque tienes que
hacerlo. Yo no quiero que pretendas darle significado a algo, cuando no deja de
ser sólo un acto.
—¿Sólo un acto? ¿Te estás escuchando?
Inclinó la cabeza hacia atrás contra la pared y dio otra oscura
carcajada. Me dio una mirada de reojo.
—¿Terminaste con las acusaciones?
—¿Crees que esto es divertido? —dije, golpeada por una ola de ira.
—Todo lo contrario.
Antes de que pudiera decir más, se volvió hacia la puerta.
—Llámame cuando estés lista para hablar racionalmente.
—¿Qué se supone que significa eso?
—Significa que estás loca. Hoy estás imposible.
—¿Yo estoy loca?
Inclinó mi barbilla hacia arriba y me plantó un áspero y rápido beso en la
boca.
—Y yo debo estar más loco para seguirte el juego.
Liberé mi barbilla y la froté con resentimiento.
—Renunciaste convertirte en humano para mí, ¿y es esto es lo que
consigo? Un novio que pasa su tiempo en casa de Marcie, pero no me dice por
qué. Un novio que sale en busca del primer indicio de pelea. Prueba si te queda
esto: Eres un… ¡imbécil!
¿Imbécil? Habló con su voz fría y cortante en mis pensamientos. Estoy
tratando de seguir las reglas. Se supone que no debería estar enamorado de ti. Los dos
sabemos que no se trata de Marcie. Se trata de cómo me siento por ti. Tengo que
frenar. Estoy caminando por una peligrosa línea. Enamorarse es lo que me metió en
problemas en primer lugar. Por eso no puedo estar contigo como yo quiero.
—Entonces, ¿por qué renunciar a convertirte en humano por mí, si sabías
que no ibas a estar conmigo? —Lo cuestioné, mi voz sonaba débil y me sudaban
las palmas de las manos. —¿Qué puedes esperar de una relación conmigo?
¿Cuál es el punto de —mi voz se quebró sin querer, —“nosotros”?
¿Qué había que esperar de una relación con Joe? En algún momento,
debí de haber pensado hacia dónde se dirigía nuestra relación, y lo que
sucedería. De la maldición que tenía. Pero yo había estado tan asustada por lo
que veía venir que pretendí evitarlo de alguna manera. Intenté luchar por la
relación con Joe, porque en el fondo, cualquier momento con Joe parecía
mejor que nada en absoluto.
Ángel
Miré hacia arriba cuando Joe dijo mi nombre dentro de mis
pensamientos.
Estar cerca de ti en cualquier nivel es mejor que nada. No voy a perderte. Hizo
una pausa, y por primera vez desde que lo conozco, vi un destello de
preocupación en sus ojos. Pero ya caí una vez. Si les doy a los arcángeles un solo
motivo para pensar que estoy remotamente enamorada de ti, me van a mandar al
infierno. Para siempre.
Su noticia me llegó como un golpe directo en el estómago.
—¿Qué?
Soy un ángel guardián, o al menos eso me han dicho, pero los arcángeles no
confían en mí. No tengo privilegios ni privacidad. Dos de ellos me siguieron anoche
para hablar, y alejé de mí los sentimientos, porque ellos quieren que caiga otra vez. Por
la razón que fuese, ellos están escogiendo ponerme medidas tan estrictas. Están
buscando cualquier escusa para deshacerse de mí. Estoy a prueba, y si me equivoco en
esto, mi historia no tendrá un final feliz.
Lo escuchaba y pensaba que él estaba exagerando, pensaba en la
posibilidad de que esto fuera tan malo, pero una mirada a su rostro me dijo que
él nunca había hablado tan en serio.
—¿Qué pasará ahora? —pregunté en voz alta.
En vez de responder, Joe puso una cara de frustración. La verdad de
esto es que esto iba a terminar mal. No importaba cuánta marcha atrás
diéramos, nos paralizáramos, o miráramos para otro lado, un día, más tarde
que temprano, nuestras vidas iban a separarse. ¿Qué iba a pasar cuando me
graduara y me fuera a la Universidad? ¿Qué pasaría cuando me fuera siguiendo
mi sueño a otro lado del país? ¿Qué pasaría cuando me llegara el tiempo de
quererme casar y tener hijos? No le estaba haciendo ningún favor a nadie al
estar enamorándome cada día más de Joe. ¿Realmente quería estar en este
largo camino, sabiendo que tendría un final devastador?
Por un momento fugaz, pensé que tenía la respuesta —Daría mis sueños.
Así de simple— Cerré los ojos y así deje ir mis sueños como si fueran globos en
cintas largas y delgadas. Yo no tenía necesidad de esos sueños. Ni siquiera
podía estar segura de que se hubieran hecho realidad. E incluso si lo hicieran,
yo no quería pasar el resto de mi vida sola y torturada por el conocimiento de
que todo lo que había hecho no significaba nada sin Joe.
Y entonces me di cuenta de una manera horrible que ninguno de nosotros
podía renunciar a todo. Mi vida iba a continuar marchando hacia el futuro, y no
tenía el poder para detenerlo. Joe se quedaría siendo un ángel para siempre;
él continuaría en ese camino.
—¿No hay algo que pueda hacer? —pregunté.
—Trabajo en eso.
En otras palabras, no tenía nada. Estábamos atrapados por los dos lados;
los arcángeles aplicando presión por un lado y dos futuros demasiado
diferentes uno del otro.
—Quiero salir —dije tranquilamente.
Sabía que no estaba siendo justa; estaba protegiéndome a mí misma. ¿Qué
otra opción tenía? No podía darle la oportunidad a Joe de hablarme sobre
eso. Tenía que hacer lo mejor para ambos, no podría quedarme aquí, esperando,
cuando cada cosa que yo tenía desaparecía con el paso de los días. No podía
mostrar cuán preocupada estaba cuando eso haría las cosas imposiblemente
difíciles al final.
Sobre todo, yo no quería ser la razón. Si los arcángeles estaban buscando
cualquier excusa para desvanecerlo por siempre, yo sólo lo haría más fácil.
Joe me miró fijamente como si no pudiera decir si lo decía en serio.
—¿Eso es todo? ¿Quieres salir? Tuviste tu oportunidad para explicarte, la
cuál no creo, por cierto, pero ahora es mi turno. ¿Se supone que sólo debo
tragarme tu decisión y marcharme?
Abracé mis codos y me di la vuelta.
—No puedes forzarme a que me quede en una relación que no quiero.
—¿Podemos hablar de esto?
—Si quieres hablar, dime por qué fuiste a casa de Marcie anoche.
Pero Joe tenía razón. Esto no era acerca de Marcie. Esto era porque
estaba asustada y enojada con el destino y las circunstancias que nos habían
llevado a cortar a los dos.
Me di la media vuelta para ver a Joe como arrastraba sus manos por su
cara. Él tenía una pequeña y nada amistosa sonrisa.
—Si yo hubiera estado en casa de Nick ayer por la noche, ¡podrías
preguntar qué hacía ahí!
—No —dijo, su voz sonó lentamente peligrosa — Yo confío en ti.
Tenía miedo de perder mi entereza sino actuaba inmediatamente. Choqué
las palmas de mis manos contra su pecho, haciendo que retrocediera un paso.
—Vete —dije, las lágrimas hacían que mi voz sonara áspera— Tengo otras
cosas que quiero hacer con mi vida, Cosas en las que no estás involucrado tú.
Tengo la escuela y futuros trabajos. No voy a tirar todo por la borda en algo que
no estaba destinado a ser.
Joe se estremeció.
—¿Es esto lo que realmente quieres?
—Cuando bese a mi novio, quiero saber que él ¡lo siente!
Tan pronto como lo dije, me arrepentí. Yo no quería hacerle daño, sólo
quería llegar a ese momento con la mayor brevedad posible antes de que se
viniera abajo mi confianza y rompiera a sollozar. Pero yo había ido demasiado
lejos. Lo vi rígido. Nos quedamos cara - a - cara, ambos respirábamos con
dificultad.
Luego se dirigió hacia fuera, tiró de la puerta y la cerró detrás de él.
Una vez que la puerta estuvo cerrada, me desplomé sobre ésta. Las
lágrimas ardían en el fondo de mis ojos, pero no cayó ni una sola gota. Tenía
demasiada frustración y enojo dentro de mí como para sentir cualquier otra
emoción; no obstante, sospechaba de cierta manera que había causado que un
sollozo se atorara en mi garganta, y que después de unos minutos, cuando todo
lo demás se hubiera alejado, me daría cuenta del impacto total de lo que había
hecho y sentiría mi corazón romperse.

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ElitzJb
ElitzJb


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