wn; "Nota: No te enamores." {NicholasJonas}

Miré mi aspecto una última ves en el espejo, y solté un suspiro, rendido, por lo que vi.
-¿¡América!? ¡Llegas tarde, tonta!-gritó Asher, y me apresuré a tomar mi bolso y cerrar mi habitación detrás de mi.
Solté un sonido de asco cuando pasé el baño de invitados, recordando el pasado fin de semana.
Yo aún me sentía idiota.
Por muchas cosas.
-Aquí estoy-me quejé, tomando el vaso de jugo que Asher me entregaba. Lo terminé en tres tragos.
Tenía sed.
-Andando-canturreó Asher, y caminamos a la puerta principal. Asher salió de última y aseguró la puerta con su llave. Había olvidado la mía en la mesa de centro del salón, así que tendría que volver con ella por la tarde.
Bajamos los dos tramos de escaleras, y Ash corrió a los brazos de su novio, que la esperaba justo en el lobby, cerca de los arbustos artificiales donde Santana y yo nos habíamos escondido la otra noche.
-Hola Ame-saludó Joseph, cuando Ash se separó un poco de él-. Te ves bien-agregó, imagino que refiriéndose a mi aspecto enfermizo de ayer.
-Gracias, chico-le guiñé un ojo, en broma, y salimos, al auto de Joe.
La puerta trasera acababa de cerrarse, y la del acompañante se abrió al mismo tiempo, dejando ver a un nervioso Nicholas.
-Asher...uh, América-hizo un gesto vago y ambas fruncimos el ceño.
El vidrio de los asientos traseros se deslizó, dejando ver a Samantha y su mejor amiga, Caroline. Ambas sonriendo con maldad.
Asher y Joseph abrieron sus bocas, sorprendidos, y yo sentí que debía saberlo.
Debía haberlo supuesto.
Nicholas no era hombre de una sola mujer, y me sentí estúpida por si quiera, llegar a considerarlo.
-¡Hola, chicas! Podemos apretujarnos un poco aquí...¿cierto, Nicky?-la voz de Samantha era tan chillona que podía llegar a aturdirte.
Casi como uñas deslizándose por una pizarra.
-No hace falta-comenzó Asher, y justo entonces, un auto aparcó detrás del de Joseph.
En ese momento, Santana salió, corriendo, con sus libros en mano, y bastaron cinco segundos para que entendiera la situación.
-Buenos días-saludó, e hizo un gesto con la boca dando a entender sus manos ocupadas.
Harry salió del auto recién llegado -el motor aún en marcha-, y me sorprendí por no reconocerlo, cuando había estado en él el sábado por la noche.
-Tardaste Santana-se quejó, y dirigió una rápida mirada hacia mi-. América, eres una cosa dulce, por esperar que Asher se fuera primero-miró a Nicholas, de pie, frente a la puerta de acompañante aún abierta, su ceño fruncido-, no es divertido esperar por Santi-explicó, encogiéndose de hombros.
-Andando-dijo Santana, y Harry me hizo un gesto, mientras se encargaba de los libros de Santana y mi bolso.
Estos chicos eran lo máximo.
-Nos vemos por ahí, chicos-me despedí con la mano-. Ash, escríbeme cuando vengas de camino, dejé mis llaves-murmuré, y sonreí cansinamente.
Caminé al porsche y tomé el lugar del acompañante, pues Santana ya se instalaba en los asientos traseros.
-Nicholas es un total imbécil-gruñó Harry, y puso el auto en marcha.
Pude ver que Asher tomaba el asiento que antes había ocupado Nick, por lo que no tenía que ser una genio para saber donde se sentaría él.
-No le prestes atención-me aconsejó Santana, y me pregunté si yo era así de débil.
¿Por qué tantas explicaciones...insultos, silencios incómodos?
Yo no estaba enamorada de Nick Jonas, lo que significaba que me daba igual que prefiriera llevar a dos plásticas y no a mí. Yo sabía que esto era así. Conocía la fama de Nicholas, y lo fácil que eran Samantha y Caroline. No debía doler.
El que Nicholas me hubiese abrazado todo el domingo, hasta la tarde, cuidando de mí, no significaba que existía un nosotros.
-De ahora en más, llegas y te vas con nosotros-ordenó Harry, y tomó mi mano entre las suyas, por sobre la palanca de cambios.
¿Alguien había muerto...y yo no lo sabía?
-Nicholas subió a dos zorras en el auto de su hermano, y pareció despreciarme sólo un poco, pero...¿qué mas da? Mi nombre y el de Nick nunca han estado en la misma oración. Está bien-aseguré, hablando fuerte, tratando de convencerme a mi misma de mis propias palabras.
Ésa pequeña burbuja, en la que había estado viviendo toda la noche, había explotado.
Aquella donde Nick comenzaba una nueva actitud conmigo, y a la larga llegaba a algo más.
¡Puf!
Pero claro...eso era algo que nadie sabría. Simples pensamientos desgarrados...dentro mío.
Yo tenía mi orgullo.
-Te lo dije-exclamó Santana, y Harry hizo una mueca-, Harry aseguraba que las cosas cambiarían entre Nick y tu después de la fiesta, y yo le dije que no era cierto. No me creyó-explicó, como si hiciese falta-. Le aseguré que nunca te fijarías en alguien como Nick Jonas, tú...eres más del estilo Styles-guiñó un ojo y Harry se sonrojó.
Yo no pude hacer otra cosa, si no sonreír.
El viaje a la universidad nunca estuvo silencioso, y lo agradecí. Necesitaba del humor de Santana, y las bromas de Harry. Muy dentro mío, lo necesitaba.
Personas como Nick nunca llegaban a cambiar, muy al contrario, se volvían playboys millonarios, y yo no quería eso. No en mi vida, al menos.
Aún recordaba a mi madre, años atrás, dándome un paquete grueso con notas adhesivas, estando preparándome para la universidad, y nunca olvidaría sus palabras.
-Siempre hay cosas que podrías olvidar. Escríbelas y pégales en cualquier parte, pero no las olvides...
Ésas notas seguían empacadas, en una caja, al fondo del clóset.
Quizás era tiempo de que vieran la luz.
Era tiempo de recordar algunas cosas.

Nota 1: Nick Jonas no te conviene. No te enamores.