Cuando las Estrellas Verdes se Apaguen (Kevin & Tu) [Terminada]

Ella estaba dormida, pero despertó, él estaba delante del volante. Él la vio por el retrovisor y ella sonrió.
-Se despertó. ¿Le digo algo? No ha pasado ningún auto, parece que tendremos que dormir aquí hasta que amanezca y entonces pasarán más autos.
-Claro, dormiré en un auto, increíble.
-Sí, le aconsejo que lo haga ahora, se hace tarde y creo que se levantará temprano.
-Claro. ¿Podrías venir conmigo?
-Sí, claro.
Él se recostó junto a ella, no cabían muy bien, pero hacían lo posible por hacerlo.
-¿Está cómoda?
-Haa, sí, claro.
-Bueno, srita. creo que tiene que dormir.
-Sí.
Con un poco de dificultad él se sacó el saco y lo puso sobre ella; se percataban de que estaban demasiado juntos y que sus rostros podían sentir la respiración del otro, pero, ¿no era lo que planeó ella y él aceptó?
Cuando ella se durmió él se atrevió a ponerle una mano sobre la cintura y casi abrazarla, cerró los ojos y se quedó dormido, pero a la mañana siguiente despertó primero y se tranquilizó al ver que ella estaba, ya que en su sueño ella se había ido, ¿acaso se estaba preocupando de más por ella?
-Srita., srita.
Ella abrió los ojos y se le pintó una enorme sonrisa en los labios, pronto se acercó y le besó a él.
-¿Ya estamos en el departamento?
-No srita., son las 11 am y espero que pasen autos, si quiere quédese aquí.
-Ahh, sería buena idea.
El asintió con la cabeza y le acarició la mejilla con las llemas de los dedos, le dio un beso en la frente y se salió del auto, se recargó en una parte de éste. Ella se quedó recostada y cerró los ojos de nuevo, pronto, se quedó dormida.
-Disculpe, sirta., despierte.
-¿Mmm?
-Que despierte, ya llegamos.
-¿En serio? Haa, gracias al cielo, también a ti.
-Bueno, a penas llegaremos, pero no quería despertarla. ¿Quiere algo?
-Haa, sí, me vendría bien un café.
-Me bajaré, regreso en unos minutos srita.
-Claro.
-Tome las llaves, por si algo pasa.
-¿Qué?
-Sólo por si pasa algo.
-Sí claro.
Él estacionó el auto y se bajó de él. Ella se pasó enfrente del volante y se acomodó bien.
Él entró, pidió un café, sabía cuál era el que pedía ella. Al salir un hombre, armado se le paró enfrente y ella lo vio. Estaba asustada y le pareció que tenía que arrancar el auto, ¿pero y Kevin? ¿Acaso podía segir sus instrucciones y dejarlo ahí? ¿Era capaz de eso o se lo impedía algo más? Pero, ¿qué?
Bastó con una seña y ella se fue, no estaba segura de lo que hacía, pero lo hizo, cuando llegó al departamento, entonces ahí, estaba arrepentida.
Se quedó inmóvil y se botó en su cama después de darse un baño y cambiarse, no pensaba en nada, no le pasaba bien el aire por los pulmones y tenía la mente y el corazón hechos un revoltijo, paresiese que se sentía culpable, que si hablaba, hablaría rápido y cortado, que si veía a alguien a los ojos sentiría remordimiento; al fin de cuentas, se sentía pésimo.
Escuchó un ruido en la puerta y rápidamente se levantó, fue a la puerta y sí, era Kevin y estaba lastimado.
-Por Dios.
-Haa, qué bueno que se fue.
-¿Tenías tu arma?
-Ahh, sí.
-Pero mira lo que te hizo.
-No es nada grave.
-¿Nada grave? Esto es terrible, ¿estás seguro que mejor no vamos a un hospital?
-Ya me saqué la bala.
-Qué asco.
-¿Perdón?
-Nada, ¿y qué mas?
-¿Quiere ayudarme?
-Supongo.
-Pues la coserá.
-¿Yo?
-Sí, ud., vamos, no será tan malo.
-¿Y si te lastimo?
-No lo hará.
-Entonces, sentémonos.
Él le indicó qué tomar y tenía un botiquín, ella se preguntó si tal vez tenía algo más, pero no le quiso preguntar, estaba en un shock por ver sangre, pero con él indicándole qué hacer, no lo lastimó demasiado.
-Cuidado srita.
-Perdón, ¿por qué no lo haces tú?
-Está bien, lo haré yo.
-No, no, está bien, tendré más cuidado. Igual ya casi termino.
Él se quedó callado, pero trataba de no hacer el silencio incómodo.
-Srita...
-Sí...
Ella alzó la mirada y se vieron a los ojos, él deseaba no decirlo, pero pensó que tenía que hacerlo.
-Lo que pasó anoche y hoy en la mañana...
-Aja...
Agachó la mirada, viendo a la herida y entonces dijo:
-Fue un error, no debió pasar y no volverá a pasar.
A ella se le vino el mundo abajo, aunque lo quiso evitar, no pudo, tragó saliva, el corazón se le encogió y la cabeza se le dio vueltas.
-Tienes razón, fue un error, no sé cómo pude hacer todo eso con alguien como tú.
Se levantó y se fue a su habitación, se encerró y se botó en su cama a llorar, no le importó mucho lo que dijo, sino que por qué diablos estaba llorando, sintió que sólo eran unos simples besos y unas simples sonrisas al igual que las caricias, pero no se podía tragar que las creyó completas.
En menos de una semana la habían hecho pedazos, creyó que entregar el corazón y confiar en cosas que sólo son fantasías, era un tremendo error. De tal vez adorarlo desde lo más profundo de su corazón, lo emepezó a odiar. No tenía opción, se dijo. No quería tenerla, no podía mostrarse afectada, molesta sí, pero afectada no.