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Pasion en la Isla (Joe y tu)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Pasion en la Isla (Joe y tu)
Awwwwwww amee el capp!! :inlove: estuvo hermoso! Joe apenas se desperto se puso a mandar y a pensar en sexo :| no cambia mas jajajaja
Nick se enamoro de ___ :affraid: eso no le va a gustar a Joe u.u
SIGUELAA!!
Nick se enamoro de ___ :affraid: eso no le va a gustar a Joe u.u
SIGUELAA!!
jb_fanvanu
Re: Pasion en la Isla (Joe y tu)
yo lo ame tambien lau
estuvo ehrmoso
la rayies quiere a joe jijijijji
siii :)ç
estuvo ehrmoso
la rayies quiere a joe jijijijji
siii :)ç
andreita
Re: Pasion en la Isla (Joe y tu)
Capitulo 8
—¿Por qué huiste?
La pregunta, formulada en un tono de cuidadoso desinterés, sorprendió a _______, que antes de responder se quedó un buen rato mirando los naipes que tenía en la mano.
—Me parece que es obvio.
Cuando al fin la joven levantó la vista, se encontró con los ojos de Joe que la miraban fijo. El hombre frunció el entrecejo como pensando en la respuesta de la muchacha y luego negó con la cabeza.
—Para mí no.
La mano de naipes quedó olvidada sobre la manta, junto a Joe. _______ suspiró: al parecer, no se olvidaría del tema.
—Tendrías que haber sabido que me escaparía si pudiera. ¡Cielos, reaccionas como si yo hubiese cometido un error grave! Sabes que no eres mi padre, mi hermano, mi esposo, ni siquiera mi novio. Eres el pirata que me sometió y me forzó a... a... Bueno, yo no tenía ninguna obligación de quedarme contigo.
—¿Acaso afirmas que te escapaste porque tu orgullo te impulsó a hacerlo?
Joe la miró con expresión pensativa. _______ suspiró otra vez: no se sentía preparada para semejante conversación, pero se dispuso a hacer un esfuerzo para que Joe entendiera su posición sin traicionar la ambigüedad de sus propias emociones en ese momento.
—Joe, creo que no comprendes la magnitud de lo que me hiciste. Me educaron como a una dama. Una dama no... eh... eh...
—¿No hace el amor? —completó el capitán, con una leve sonrisa.
_________ alzó la barbilla en gesto altanero. —...no permite que un hombre se tome libertades con ella antes del matrimonio. Tú me violaste brutalmente... y no una sino varias veces. ¡Claro que procuraría huir en la primera ocasión que tuviese!
—¿De modo que te fuiste porque no soportabas que yo te hiciera el amor?
—¡Que me violaras! —lo corrigió ________ con vivacidad.
—Llámalo como quieras —admitió Joe, restándole importancia al término—. ¿Por eso escapaste?
—¡Si! —respondió la joven, aliviada de haber terminado de una vez. con el tema.
—Estás mintiéndome, gatita mía —se burló Joe—. Te gustan las sensaciones que le provoco a tu cuerpo. No puedes ocultármelo: lo sé.
___________ se ruborizó intensamente bajo esa mirada penetrante. "¿Cómo me metí en semejante conversación?", se preguntó, desesperada. Y lo más importante: "¿Cómo saldré de ella sin revelarle más de lo que quiero que sepa?".
—Si piensa eso, capitán, es muy engreído —logró decir, sin mirarlo a los ojos.
Aunque le fuese la vida en ello, no podía contener el púrpura que le teñía las mejillas.
—De modo que ahora soy otra ver el capitán, después de que las últimas semanas me has llamado Joe... Muy bien, si el tema te desagrada, cambiaremos por otro —dijo, con tono irónico—. Dime, gata mía, ya que el daño a tu virtud era irreparable, ¿no podrías haberte quedado conmigo hasta que yo estuviese dispuesto a dejarte ir? ¿Por qué huir y correr semejante riesgo? ¡Por Dios, no me dirás que no te alegraste cuando me viste entrar en ese agujero infernal! ¡En tus ojos se notaba el alivio!
—Admito que me alegré de verte. —_______ se mordió el labio—. Pero las circunstancias no eran normales.
—De acuerdo.
Durante un rato, Joe no dijo nada; con la frente arrugada, parecía perseguir el tema, como un perro con un hueso.
—Fuiste a pedir auxilio. —Parecía una acusación y _______ logró no retorcerse, incómoda, fijando la vista en los naipes como si la fascinaran. Ese era el punto que temía desde el principio de la conversación.
—¿Habrías preferido que no lo hiciera? —respondió, a la defensiva.
—No, confieso que me gusta vivir. —Joe hizo una pausa, sin apartar la vista de! rostro de la muchacha, que lo eludía—. ________, mírame.
De mala gana, la mirada de _______ se elevó hacia los ojos de Joe. La mirada de Jon era especulativa y la de ella, en cambio, cautelosa.
—¿Por qué fuiste a pedir ayuda? Si te desagrada tanto que te haga el amor, tenías la oportunidad perfecta de librarte de eso y de mí para siempre. ¡Hasta te dije dónde estaba el cuartelillo de policía! ¿Por qué no aprovechaste?
Desafiante, ________ enfrentó la mirada indagatoria del hombre. "Si espera oírme confesar que muero de amor por él, tendrá que esperar largo rato", se dijo. ¡De todos modos, no era nada de eso!
—Yo no soy como usted, capitán. ¡No podía apartarme y dejar que lo asesinaran!
—¿En serio? —Los ojos de Joe adquirieron un brillo burlón—. ¿O es que... eh... empiezas a interesarte en mí?
—¡No sea más engreído de lo necesario! —le espetó _______, indignada—. ¡Me dobla la edad y no es mi tipo! ¡Prefiero toda la vida a los caballeros que a los piratas turbulentos! —Si bien las palabras de Joe la habían herido en un punto vulnerable, _______ decidió ocultarlo—. De cualquier modo —continuó, arrojando otra vez la pelota al campo de Joe—¿por qué me seguiste? ¡Al fin y al cabo, como tú dices, hay muchas mujeres en Cádiz que se sentirían dichosas de compartir tu cama! ¿Por qué no me dejaste ir? ¿O es que... eh... empiezas a interesarte en mí?
La elección de las palabras fue deliberada, con la intención de aguijonearlo como él lo había hecho con ella. Los ojos del capitán lanzaron destellos.
—Para eso tengo una respuesta muy simple, mi gatita de garras afiladas, y harías bien en tenerla en cuenta: yo conservo lo que es mío
—¿Y yo soy tuya? —preguntó la joven, los ojos azules brillantes, provocativos. —Por el momento, sí.
Entonces fue Joe el que quiso abandonar el tema. Recogió los naipes e intentó enseñar a ______ las intrincadas reglas del veintiuno. Ella dejó que la conversación se desviara, pero se reservó el derecho de pensarlo luego a sus anchas. ¿Acaso era posible que ese pirata feroz estuviera enamorándose un poco de ella? La idea la encendió y la excitó hasta un punto que no creía posible. "Si Joe me ama", pensó, "¡lo tendré donde yo quiero: a mis pies!" Y de vez. en cuando, hasta tendría la bondad de dejar que la besara. Pero nada más. ¡El capitán Jonas todavía tenía mucho que aprender con respecto al modo correcto de cortejar a una dama! _______ rió al imaginar al lujurioso capitán pirata conformándose con los castos besos que se permitían en la sociedad cortés. ¡No le agradaría en lo más mínimo! Bueno, quizá después de que hubiese sufrido bastante, podría ablandarse...
—Pareces una garita presumida que acabara de terminar un tazón de crema —observó Joe, lacónico, interrumpiendo el ensueño de ________—. ¿Me dirías en qué estabas pensando?
—En el veintinuo, claro —replicó ________, frunciendo la nariz: la fantasía le había devuelto el buen humor—. ¿En qué, si no?
—Claro, ¿en qué? —dijo Joe, enigmático y volvió a concentrarse en las cartas.
Por fin, dejaron el tema de lado.
Al haber recuperado la conciencia, Joe era un paciente difícil: por momentos se mostraba burlón, por momentos irritable y se exasperaba porque no podía levantarse ni hacer las tareas más sencillas por sí mismo. Después de esa primera ocasión, se negó a que ______ le diera de comer, pero tuvo que permitir que cortara la carne antes de que él la pinchara con el tenedor para llevársela a la boca. Eso lo enfurecía sobremanera y se desquitaba con ella, lanzándole observaciones irónicas, como dardos, mientras la joven lo atendía. ______ lograba contener el impulso natural de mandarlo al diablo, pues sabía que el hecho de sentirse indefenso debía de molestarle como un dolor de muelas. Y aunque en ocasiones le costaba un gran esfuerzo, lo trataba con dulzura, le decía que si quería bañarse o afeitarse, ella misma o Petersham podrían ayudarlo. Joe se sometía a regañadientes a los cuidados de la muchacha, pues los prefería a los de su ayudante.
Acalorada, cuando no la dejó cambiarle las vendas de las heridas, ________ le dijo que se comportaba como un niño malcriado. Al oírla Joe dilató las aletas de la nariz y enrojeció de furia. Abrió la boca como para insultarla, pero la cerró luego esbozando una mueca y permitió que le cambiara las vendas y le diese la píldora. Más tarde le besó el hueco del codo como pidiéndole disculpas. _______ lo miró de soslayo, suspiró y lo perdonó.
Bajo la supervisión del doctor Sandoz, Joe se mostraba apenas manejable, pero en cuanto el Margarita estuvo otra vez en altamar, se tornó autoritario a más no poder. Por deferencia a la sensibilidad de Petersham, ________ convenció al capitán de que se pusiera una camisa de noche que detestaba. Él se rindió y se la puso, pero se quejó tanto de lo incómoda que resultaba que _______ tuvo ganas de decirle que se desnudara y se fuese al diablo. El único modo que tenia de tratar con él era amenazar con dejarlo en las manos inmisericordes de
Petersham: Joe no quería ni oír hablar de eso. Quería que ________ estuviese todo el tiempo a su lado leyéndole, jugando a los naipes o al ajedrez, conversando o simplemente sentada ahí. La joven sólo podía escapar unos quince minutos por día, mientras Joe, aunque de mala gana, hacía una breve siesta.
—Estás pálida, _______ —le dijo Nick preocupado, una tarde, cuando la joven se reunió con él en el alcázar.
Hacía más de una semana que el Margarita estaba en el mar. Ese día el barco se balanceaba en medio de olas que rodaban suavemente y la brisa punzante del mar acariciaba la espalda de la muchacha. Antes de responder, _________ aspiró una bocanada de aire salado, vigorizante.
—Debo confesar que no me siento del todo bien. —Rió y los ojos azules chispearon, maliciosos—. Joe es como un niño, que exige atención constante.
—Tú eres poco más que una niña —respondió Nick con vivacidad, los ojos opacos de desaprobación—. Si yo hubiese sabido lo joven y dulce que eres, jamás habría permitido que Joe te tuviera. ¡Fue un bruto al aprovecharse de tu inocencia!
La franqueza desusada de Nick tomó desprevenida a _______. Claro que comprendía que tanto ________ como el resto de la tripulación estaban enterados de la relación poco ortodoxa que mantenía con el capitán: la presencia permanente de la joven en el camarote de Joe la hacía evidente. El capitán era un sujeto lascivo, y antes de resultar herido, nada le habría impedido poseerla. No obstante, no era un tema fácil de conversación y si bien _______ se ruborizó, respondió con amarga sinceridad:
—No podrías haber evitado... bueno, que hiciera lo que hizo. Y como ves, sobreviví y seguiré viva. Algún día, cuando regrese a mi hogar, quizá recuerde esto como una aventura tremenda.
________ sonrió mientras hablaba, pensando que era poco probable que regresara al hogar en mucho tiempo: Joe no parecía dispuesto a librarse de ella en un futuro próximo.
—Los otros rehenes fueron liberados en Cádiz —dijo Nick, de pronto.
♫ Laura Jonas ♥
Re: Pasion en la Isla (Joe y tu)
—Lo sé. —La sonrisa de _______ se ensanchó—. El día que escapé, oí cuando Joe te decía que te ocuparas de ellos.
—¡Fue entonces cuando lo hiciste! Me extrañaba, ¿sabes? En ese momento era tarde para... Bueno, era tarde.
Nick se interrumpió y sus mejillas se llenaron de manchas rojas.
—Sí, era demasiado tarde —admitió _______ con suavidad y la mirada perdida en el horizonte lejano.
—¡Lo mataría por lo que te hizo! —explotó Nick, perdiendo el control ante la placidez de la joven—. ¡Aunque es uno de mis más viejos amigos, juro que quisiera matarlo!
Algunos miembros de la tripulación se dieron vuelta, sorprendidos por la voz de Nick, inesperadamente alta, y luego rieron, perspicaces, al ver a Nick en el alcázar, junto al joven segundo oficial. Si el capitán llegaba a enterarse de lo que sucedía entre esos dos, podría haber una explosión. ¡No era hombre de compartir sus mujeres!
________ detectó las miradas especulativas que los hombres le dirigían y de pronto se enfadó con Nick. ¡El enamoramiento del joven hacia ella comenzaba a escapársele de las manos! Rogó que Joe se mantuviese ignorante de la devoción de Nick. Como la tripulación, tampoco _______ se engañaba con respecto a la posible reacción de Joe si descubría que Nick creía estar enamorado de ella. Joe era un individuo violento y posesivo, y cuando recuperase la fuerza por completo podría aplastar a Nick bajo los talones como a un insecto.
¡Y si Nick hacia la menor insinuación, eso era lo que haría Joe!
—En realidad no es asunto tuyo, Nick —replicó _______ con calma, esperando enfriar el ardor del joven antes de que Joe se enterara.
Nick la miró, incrédulo.
—Estás enamorada de él, ¿no es cierto? —remarcó, con cruel- dad—. ¡Dios, no puedo creerlo! Pensé que eras demasiado pura, demasiado fina... ¡Pero a ese canalla le bastó con meterte en su cama para que te enamoraras! Dime algo, lady ________ —prosiguió, enfatizando el titulo y mirándola con lascivia—, ¿te habrías enamorado de mi si te hubieses acostado primero conmigo?
Sin reflexionar, Nick le dio una bofetada. Al oír las risas ahogadas de los demás marineros se mordió el labio y pensó que se habría pateado a sí misma por haberse permitido semejante explosión. ¡Sólo sería cuestión de tiempo que Joe oyese algo de lo que sucedía entre ella y Nick! ¡En una comunidad cerrada como el Margarita, los rumores se esparcirían como un reguero de pólvora!
—Discúlpame —murmuró _______, abatida, y corrió abajo para calmarse antes de que Joe se despertara.
—¿Dónde has estado? —preguntó el capitán en cuanto ella entró en el camarote.
________ contuvo la necesidad de ponerse las manos frescas sobre las mejillas encendidas, pues sabía que si Joe sospechaba que sucedía algo malo no la dejaría en paz hasta que le hubiera contado todo.
—En cubierta —respondió la joven con la misma vivacidad y sin hacerle caso atravesó el camarote hasta un estante del guardarropa donde estaban el peine y el cepillo. Sin mirarlo, se quitó las hebillas del cabello y sacudió la cabeza hasta que una nube cobriza cayó sobre su rostro. Tomó el cepillo y atacó con vigor la masa resplandeciente, pues necesitaba actividad física, aunque fuera ligera. Joe la observó, cautivado por los mechones largos y brillantes, pero poco a poco, al ver que no le prestaba atención, comenzó a enfurruñarse.
—Tengo sed —dijo al fin, con tono quejumbroso. Había descubierto que, si quería que lo atendiese, lo mejor era invocar una necesidad física.
—Hay agua fresca en la jarra, junto a la cama. Sírvetela —respondió ________.
Joe le obedeció, mientras la miraba extrañado. Al contemplarla, una oleada de calidez empezó a invadirle la ingle. El rostro de la joven, reflejado en el espejo del guardarropa, era terso y tenía el delicado matiz de un melocotón. Fue bajando la mirada y la posó en las curvas salientes de los pechos, se deslizó por la cintura diminuta v las caderas redondeadas. "Es tan adorable que el solo mirarla me enciende", pensó, a medias divertido, disfrutando del ramalazo de deseo físico que le hacía circular con fuerza la sangre por los músculos. Llegó a la conclusión de que, si tenía bastante fuerza para desearla, tendría la suficiente para tomarla y dibujó una amplia sonrisa anticipándose al placer.
—Ven aquí —dijo, apoyando la espalda contra las almohadas, muy complacido consigo mismo.
—No soy tu esclava —replicó la joven, lanzándole una mirada penetrante por encima del hombro.
Joe comenzó a enfadarse consigo mismo, al no encontrar motivos para el mal talante de _______.
—No, no lo eres —admitió, picado. La pequeña bruja se mostraba altanera y necesitaba que le recordara su lugar—. Eres mi amante y me propongo aprovechar esa circunstancia. Ven aquí.
—¿Qué has dicho? —exclamó _______, girando hacia él con los ojos echando chispas y los brazos en jarras.
En un gesto instintivo, Joe levantó el brazo sano para protegerse la cabeza de un ataque. La reacción de la muchacha lo divertía y exasperaba al mismo tiempo. ¿Acaso la muy zorrita suponía que, como él estaba confinado a la cama, lo gobernaría?
—He dicho que eres mi amante y que te deseo —repitió Joe con audacia, sin perder de vista la posibilidad de que le lanzaran algún proyectil. —¡No soy tu amante! —le espetó _______, con los dientes apretados. De pronto, todas las humillaciones del pasado parecieron abatirse sobre ella. Los labios suaves comenzaron a temblar, se le agolparon en los ojos lágrimas que se derramaron en ríos brillantes por sus mejillas.
Joe la miró atónito, sin comprender que sus palabras, a medias en broma, pudieran haber provocado semejante catarata de pena.
—¡No soy tu amante! —repitió ella, temblorosa pero compuesta, hasta que se derrumbó por completo. Le dio la espalda, se cubrió el rostro con la manos y los sollozos sacudieron el cuerpo esbelto.
—¡_______,________, mi amor! —Las lágrimas de la muchacha le oprimieron el corazón. Dios era testigo de que no quería causarle dolor—. ________, escúchame: sólo estaba bromeando. Retiro lo dicho. ¡Lo siento!
Ella siguió llorando como si se le rompiera el corazón. Joe maldijo e intentó levantarse del camastro. Logró ponerse de pie usando como apoyo la cabecera de la cama, pero cuando quiso dar un paso hacia ________ las piernas no lo sostuvieron. Se le aflojaron las rodillas y cayó al suelo, golpeándose la cabeza contra una esquina de la mesa. La atmósfera del camarote se llenó con sus juramentos,
—¡Pedazo de estúpido! —gritó _______, al tiempo que corría a arrodillarse junto a él—. ¡Vamos, mátate! ¿Acaso crees que me importa?
Las lágrimas caían como lluvia de los ojos de la muchacha. Joe la tomó de la muñeca, haciendo muecas de dolor.
—¡Déjame, patán desagradecido! —gritó, intentando desasirse.
Hasta debilitado por la pérdida de sangre y el largo período en cama, Joe era más fuerte que _________. Adoptando una expresión torva, la sujetó, aunque no podía levantar el otro brazo para protegerse la cabeza de los golpes, por la herida del hombro a medio curar. Por fin, ________ dejó de debatirse y se acurrucó contra él, esforzándose por contener los sollozos que la sacudían.
—______ —A Joe le dolía la pierna por el contacto con el suelo, y le latía la cabeza donde se la había golpeado con la mesilla, pero casi no sentía el dolor, pues sólo prestaba atención a la muchacha llorosa—. _______, mi amor, lo lamento. Por favor, perdóname.
Le habló en voz suave y tranquilizadora, mientras acariciaba con los dedos la muñeca, aunque se rehusara a soltarla.
—Eres despreciable —dijo ________, entre sollozos—. Tienes la mente sucia como una zanja. ¡Ojalá hubiera dejado que te mataran! ¡Ojalá te hubiese asesinado yo misma!
—Lo siento —murmuró Joe otra vez, contrito, mientras alzaba la mano de _______ y se llevaba a los labios esos dedos esbeltos—. No quise decirlo así.
Se llevó a la boca los dedos de la muchacha y los succionó uno a uno.
—¡Basta! —chilló ella, sobresaltándolo, al mismo tiempo que daba un tremendo tirón a la mano.
Joe se sorprendió tanto que la soltó y, en cuanto quedó libre, _______ se levantó de un salto y corrió hacia la puerta.
—¡________, vuelve aquí! —la llamó, furioso, pero la única respuesta fue el portazo cuando ________ salió—. ¡_______! —vociferó, sabiendo de inmediato que sería en vano.
"¡Pedazo de imbécil!", se regañó a sí mismo, mientras intentaba incorporarse. Sintió un desgarro en la pierna y se dejó caer, maldiciendo en voz alta
—¡Petersham!
El bramido sacudió el buque, pero tuvo que repetirlo varias veces hasta que, al fin, Petersham apareció.
—¡Amo Joe! —El ayudante corrió junto al amo—. ¡En nombre de Dios!, ¿qué ha ocurrido? ¡Está sangrando!
—Eso no importa ahora —se apresuró a responder Joe—. Llévame de vuelta al maldito camastro y ve a buscar a la señorita _______. ¡Tráela aquí aunque tengas que arrastrarla de los pelos! ¡Y date prisa! ¡Es imprevisible lo que es capaz de hacer esa chiquilla tonta cuando algo se le mete en la cabeza!
Petersham hizo lo que pudo, pero no logró cargar con el peso de Joe. Este insultó al ayudante y a sí mismo por estar tan indefenso.
—¡Está bien, déjame! —refunfuñó, tras unos cuantos esfuerzos inútiles—. Ve a buscar a la señorita _______. Envía aquí a Nick con otro hombre.
—¡Fue entonces cuando lo hiciste! Me extrañaba, ¿sabes? En ese momento era tarde para... Bueno, era tarde.
Nick se interrumpió y sus mejillas se llenaron de manchas rojas.
—Sí, era demasiado tarde —admitió _______ con suavidad y la mirada perdida en el horizonte lejano.
—¡Lo mataría por lo que te hizo! —explotó Nick, perdiendo el control ante la placidez de la joven—. ¡Aunque es uno de mis más viejos amigos, juro que quisiera matarlo!
Algunos miembros de la tripulación se dieron vuelta, sorprendidos por la voz de Nick, inesperadamente alta, y luego rieron, perspicaces, al ver a Nick en el alcázar, junto al joven segundo oficial. Si el capitán llegaba a enterarse de lo que sucedía entre esos dos, podría haber una explosión. ¡No era hombre de compartir sus mujeres!
________ detectó las miradas especulativas que los hombres le dirigían y de pronto se enfadó con Nick. ¡El enamoramiento del joven hacia ella comenzaba a escapársele de las manos! Rogó que Joe se mantuviese ignorante de la devoción de Nick. Como la tripulación, tampoco _______ se engañaba con respecto a la posible reacción de Joe si descubría que Nick creía estar enamorado de ella. Joe era un individuo violento y posesivo, y cuando recuperase la fuerza por completo podría aplastar a Nick bajo los talones como a un insecto.
¡Y si Nick hacia la menor insinuación, eso era lo que haría Joe!
—En realidad no es asunto tuyo, Nick —replicó _______ con calma, esperando enfriar el ardor del joven antes de que Joe se enterara.
Nick la miró, incrédulo.
—Estás enamorada de él, ¿no es cierto? —remarcó, con cruel- dad—. ¡Dios, no puedo creerlo! Pensé que eras demasiado pura, demasiado fina... ¡Pero a ese canalla le bastó con meterte en su cama para que te enamoraras! Dime algo, lady ________ —prosiguió, enfatizando el titulo y mirándola con lascivia—, ¿te habrías enamorado de mi si te hubieses acostado primero conmigo?
Sin reflexionar, Nick le dio una bofetada. Al oír las risas ahogadas de los demás marineros se mordió el labio y pensó que se habría pateado a sí misma por haberse permitido semejante explosión. ¡Sólo sería cuestión de tiempo que Joe oyese algo de lo que sucedía entre ella y Nick! ¡En una comunidad cerrada como el Margarita, los rumores se esparcirían como un reguero de pólvora!
—Discúlpame —murmuró _______, abatida, y corrió abajo para calmarse antes de que Joe se despertara.
—¿Dónde has estado? —preguntó el capitán en cuanto ella entró en el camarote.
________ contuvo la necesidad de ponerse las manos frescas sobre las mejillas encendidas, pues sabía que si Joe sospechaba que sucedía algo malo no la dejaría en paz hasta que le hubiera contado todo.
—En cubierta —respondió la joven con la misma vivacidad y sin hacerle caso atravesó el camarote hasta un estante del guardarropa donde estaban el peine y el cepillo. Sin mirarlo, se quitó las hebillas del cabello y sacudió la cabeza hasta que una nube cobriza cayó sobre su rostro. Tomó el cepillo y atacó con vigor la masa resplandeciente, pues necesitaba actividad física, aunque fuera ligera. Joe la observó, cautivado por los mechones largos y brillantes, pero poco a poco, al ver que no le prestaba atención, comenzó a enfurruñarse.
—Tengo sed —dijo al fin, con tono quejumbroso. Había descubierto que, si quería que lo atendiese, lo mejor era invocar una necesidad física.
—Hay agua fresca en la jarra, junto a la cama. Sírvetela —respondió ________.
Joe le obedeció, mientras la miraba extrañado. Al contemplarla, una oleada de calidez empezó a invadirle la ingle. El rostro de la joven, reflejado en el espejo del guardarropa, era terso y tenía el delicado matiz de un melocotón. Fue bajando la mirada y la posó en las curvas salientes de los pechos, se deslizó por la cintura diminuta v las caderas redondeadas. "Es tan adorable que el solo mirarla me enciende", pensó, a medias divertido, disfrutando del ramalazo de deseo físico que le hacía circular con fuerza la sangre por los músculos. Llegó a la conclusión de que, si tenía bastante fuerza para desearla, tendría la suficiente para tomarla y dibujó una amplia sonrisa anticipándose al placer.
—Ven aquí —dijo, apoyando la espalda contra las almohadas, muy complacido consigo mismo.
—No soy tu esclava —replicó la joven, lanzándole una mirada penetrante por encima del hombro.
Joe comenzó a enfadarse consigo mismo, al no encontrar motivos para el mal talante de _______.
—No, no lo eres —admitió, picado. La pequeña bruja se mostraba altanera y necesitaba que le recordara su lugar—. Eres mi amante y me propongo aprovechar esa circunstancia. Ven aquí.
—¿Qué has dicho? —exclamó _______, girando hacia él con los ojos echando chispas y los brazos en jarras.
En un gesto instintivo, Joe levantó el brazo sano para protegerse la cabeza de un ataque. La reacción de la muchacha lo divertía y exasperaba al mismo tiempo. ¿Acaso la muy zorrita suponía que, como él estaba confinado a la cama, lo gobernaría?
—He dicho que eres mi amante y que te deseo —repitió Joe con audacia, sin perder de vista la posibilidad de que le lanzaran algún proyectil. —¡No soy tu amante! —le espetó _______, con los dientes apretados. De pronto, todas las humillaciones del pasado parecieron abatirse sobre ella. Los labios suaves comenzaron a temblar, se le agolparon en los ojos lágrimas que se derramaron en ríos brillantes por sus mejillas.
Joe la miró atónito, sin comprender que sus palabras, a medias en broma, pudieran haber provocado semejante catarata de pena.
—¡No soy tu amante! —repitió ella, temblorosa pero compuesta, hasta que se derrumbó por completo. Le dio la espalda, se cubrió el rostro con la manos y los sollozos sacudieron el cuerpo esbelto.
—¡_______,________, mi amor! —Las lágrimas de la muchacha le oprimieron el corazón. Dios era testigo de que no quería causarle dolor—. ________, escúchame: sólo estaba bromeando. Retiro lo dicho. ¡Lo siento!
Ella siguió llorando como si se le rompiera el corazón. Joe maldijo e intentó levantarse del camastro. Logró ponerse de pie usando como apoyo la cabecera de la cama, pero cuando quiso dar un paso hacia ________ las piernas no lo sostuvieron. Se le aflojaron las rodillas y cayó al suelo, golpeándose la cabeza contra una esquina de la mesa. La atmósfera del camarote se llenó con sus juramentos,
—¡Pedazo de estúpido! —gritó _______, al tiempo que corría a arrodillarse junto a él—. ¡Vamos, mátate! ¿Acaso crees que me importa?
Las lágrimas caían como lluvia de los ojos de la muchacha. Joe la tomó de la muñeca, haciendo muecas de dolor.
—¡Déjame, patán desagradecido! —gritó, intentando desasirse.
Hasta debilitado por la pérdida de sangre y el largo período en cama, Joe era más fuerte que _________. Adoptando una expresión torva, la sujetó, aunque no podía levantar el otro brazo para protegerse la cabeza de los golpes, por la herida del hombro a medio curar. Por fin, ________ dejó de debatirse y se acurrucó contra él, esforzándose por contener los sollozos que la sacudían.
—______ —A Joe le dolía la pierna por el contacto con el suelo, y le latía la cabeza donde se la había golpeado con la mesilla, pero casi no sentía el dolor, pues sólo prestaba atención a la muchacha llorosa—. _______, mi amor, lo lamento. Por favor, perdóname.
Le habló en voz suave y tranquilizadora, mientras acariciaba con los dedos la muñeca, aunque se rehusara a soltarla.
—Eres despreciable —dijo ________, entre sollozos—. Tienes la mente sucia como una zanja. ¡Ojalá hubiera dejado que te mataran! ¡Ojalá te hubiese asesinado yo misma!
—Lo siento —murmuró Joe otra vez, contrito, mientras alzaba la mano de _______ y se llevaba a los labios esos dedos esbeltos—. No quise decirlo así.
Se llevó a la boca los dedos de la muchacha y los succionó uno a uno.
—¡Basta! —chilló ella, sobresaltándolo, al mismo tiempo que daba un tremendo tirón a la mano.
Joe se sorprendió tanto que la soltó y, en cuanto quedó libre, _______ se levantó de un salto y corrió hacia la puerta.
—¡________, vuelve aquí! —la llamó, furioso, pero la única respuesta fue el portazo cuando ________ salió—. ¡_______! —vociferó, sabiendo de inmediato que sería en vano.
"¡Pedazo de imbécil!", se regañó a sí mismo, mientras intentaba incorporarse. Sintió un desgarro en la pierna y se dejó caer, maldiciendo en voz alta
—¡Petersham!
El bramido sacudió el buque, pero tuvo que repetirlo varias veces hasta que, al fin, Petersham apareció.
—¡Amo Joe! —El ayudante corrió junto al amo—. ¡En nombre de Dios!, ¿qué ha ocurrido? ¡Está sangrando!
—Eso no importa ahora —se apresuró a responder Joe—. Llévame de vuelta al maldito camastro y ve a buscar a la señorita _______. ¡Tráela aquí aunque tengas que arrastrarla de los pelos! ¡Y date prisa! ¡Es imprevisible lo que es capaz de hacer esa chiquilla tonta cuando algo se le mete en la cabeza!
Petersham hizo lo que pudo, pero no logró cargar con el peso de Joe. Este insultó al ayudante y a sí mismo por estar tan indefenso.
—¡Está bien, déjame! —refunfuñó, tras unos cuantos esfuerzos inútiles—. Ve a buscar a la señorita _______. Envía aquí a Nick con otro hombre.
♫ Laura Jonas ♥
Re: Pasion en la Isla (Joe y tu)
—Pero amo Joe, está sangrando...
—¡Maldito sea, hombre, ve a buscar a la muchacha! ¡Te digo que está angustiada y es capaz de cometer alguna estupidez!
—Si, señor Joe.
De súbito, los ojos del ayudante adoptaron una expresión reprobatoria, como si se preguntara qué habría hecho Jon para causar semejante disgusto a _______. Joe no lo culpaba: por primera vez en su vida, él estaba disgustado consigo mismo.
Nick y Finch, el artillero, entraron en el camarote minutos después de que saliera Petersham. Entre los dos se las arreglaron para acostar nuevamente a Joe. La camisa blanca estaba manchada de sangre de la herida del muslo, pero ni Joe ni Nick se preocuparon por ello. En cuanto Finch ya no fue necesario, Nick lo hizo salir y se volvió, enfadado, hacia Joe.
—¿Qué le has hecho? —dijo con tono áspero, la boca blanca en las comisuras.
Joe lo miró sorprendido y luego entrecerró los ojos.
—No creo que sea asunto tuvo —replicó, con tono calmo.
—¡Yo me hago cargo de este asunto! —exclamó Nick, sofocado, con manchas de furia en el rostro—. ¡Aunque somos amigos desde hace muchos años, Joe, que Dios me ayude, pues si has hecho daño a esa chiquilla te mataré!
—Estás demasiado preocupado por mi propiedad, ¿no crees? —dijo e! capitán, marcando las palabras con tono punzante—. Te lo agradezco. Pero creo que tendrías que recordar algo: es de mi propiedad. ¡Puedo hacer con ella lo que se me antoje!
—¡Sobre mi cadáver! —vociferó Nick.
—Si insistes... —La mirada de Joe adquirió la calidez de una cobra—. Y ahora, si no te importa, sal de aquí. Todavía este barco sigue siendo mío.
—¡Sí, señor! —respondió Nick con tono amargo. Giró sobre los talones y salió a zancadas.
Media hora después, por fin Petersham golpeó a la puerta. La mayor parte de ese tiempo, Joel a pasó maldiciendo su propia indefensión y estupidez. Por otra parte, empezó a concebir una desagradable sospecha: ¿qué sucedía entre Nick y la pequeña arpía mientras él estaba confinado en la cama y no se interponía en su camino? ¿Acaso habrían...?
Los golpes de Petersham pusieron fin a esas reflexiones.
—¡Adelante! —exclamó Joe, impaciente, mirando a Petersham que asomaba la cabeza por la puerta. Era obvio que estaba solo.
—¡He dicho que la trajeras aquí'! —refunfuñó Joe, colé- rico. De pronto, un súbito temor se instaló en su mirada—: ¿La has encontrado? ¿Está bien?
—Sí, capitán, la encontré y está bien, pero muy acongojada. Estaba llorando.
Los ojos de Petersham miraron a Joe con expresión acusadora y el aludido suspiró.
—Lo sé.
Por un instante, pensó en contarle a Petersham lo sucedido, pues a juzgar por las lágrimas de ________ todos imaginarían que le había hecho algo malo e indecible. Pero luego desechó la idea. A fin de cuentas, él era el capitán de! barco! ¡Que lo llevara el diablo si permitía que una mocosa llorona lo obligara a dar explicaciones de lo que hacía!
—¿Y por qué no la has traído? —dijo, en cambio.
—Se negó a venir. Le ruego que me perdone, capitán, pero me pidió que le dijera que se fuese al infierno. —Al transmitir el mensaje de _______, los ojos de Petersham brillaban con expresión triunfal: era evidente de qué lado estaban sus simpatías.
Joe observó a Petersham largo rato. Desde el principio supo que la chica crearía problemas y he aquí que tenía lo más cercano a un motín sin que la tripulación hubiese tomado las armas. ¡Dos de sus compañeros más antiguos se habían vuelto contra él, en apoyo de la muchacha, en un solo día! Joe dirigió a Petersham una mirada feroz.
—Si te interesa saberlo, no le puse un dedo encima a esa gatita —dijo el capitán, entre dientes, viendo que tendría que contar con el apoyo del ayudante si quería hablar con ________—. Dije algo que hirió sus sentimientos. Quiero pedirle disculpas, pero se niega a escucharme. Por favor, ¿puedes ver si logras que vuelva aquí? Te doy mi palabra de honor de que no le haré daño. Esto último fue un débil intento por bromear para disimular la ira y la vergüenza que sentía al tener que apoyarse en Petersham hasta ese punto. ¡Las cosas habían llegado a una situación complicada si el capitán tenía que suplicar a la tripulación que obedeciera sus órdenes! Frunció el entrecejo, pero el semblante de Petersham se relajó y le respondió con un tono mucho más cálido.
—Muy bien, amo Joe. Yo... eh... le diré que se le abrió la herida de la pierna y que no puedo detener la hemorragia. Eso la hará volver. —Empezó a girar para salir, pero miró atrás—: Y...eh... lo siento, capitán, debí suponer que usted no haría daño a la señorita ________.
Joe marcó las cejas, pero Petersham ya se había ido. ¿Qué había querido decir? Por experiencia, el ayudante sabía que Joe no tenía escrúpulos en pegarle a una mujer si creía que lo merecía, ¿por qué, entonces, suponía que no le haría tal cosa a ______? A menos que Petersham sospechara que él se había ablandado en lo que se refería a ella. ¡Maldición con esa chica! Cuando abordó el Anna Creer, tendría que haber hecho caso a su instinto v dejarla ir. ¡En el presente, la chica amenazaba con poner su vida patas arriba!
—Si me pones un dedo encima, te lastimaré —le advirtió una voz truculenta desde la puerta—. Te curaré la pierna y luego me marcharé. Me quedaré en cualquier otro sitio hasta que el Margarita llegue a destino v después no podrás hacer nada para detenerme. Cuando echemos el ancla, me iré a casa de mi padre. Si todavía necesitas ayuda, Petersham podrá cuidarte.
Con los ojos abiertos de asombro Joe escuchó ese discurso descarado, pronunciado por quien era, después de todo, una prisionera. "¿Con quién cree que está hablando, la pequeña perra?",
pensó. "Pronto le haré saber cuál es su lugar." La miró de soslayo y, aunque a regañadientes, sintió que el enfado se evaporaba. El pequeño rostro manchado de lágrimas parecía tan abatido que no tuvo ánimos para decírselo.
—Me sangra mucho la pierna —gimió Joe, con la intención de lograr que se acercara lo suficiente para que pudiese atraparla antes de que oyera lo que él tenía que decir.
—¡Te lo mereces! —repuso _______, resoplando mientras se acercaba a la cama con la cautela de una gama joven. De cerca vio las manchas de sangre en la camisa blanca y bajó un poco la guardia—. ¿Te duele? —preguntó, con un dejo de simpatía, recogiendo el trapo y el agua antes de acomodarse en el borde del camastro.
Joe calculó con cuidado la distancia y suspiró para sus adentros: "la taimada garita es lo bastante astuta para quedarse fuera de mi alcance".
—Como el demonio —mintió el capitán, alerta en espera de la oportunidad para atraparla.
—¡Me alegro! —refunfuñó _______, recordando su enfado.
Frustrado, Joe miró cómo le levantaba la camisa para exponer la superficie dura y bronceada del muslo vendado. Todavía no estaba seguro de poder sujetarla y sabía que sólo tendría una oportunidad. Si la perdía, ella huiría de él como un pájaro asustado.
Al ver las manchas purpúreas que empapaban las vendas de hilo, el semblante de ________ expresó preocupación. Comenzó a desenrollar la venda de la pierna y cuando al fin quedó al descubierto la herida irregular contuvo el aliento al ver la supuración de color rojo oscuro que brotaba de la costra delgada. Hasta Joe pegó un respingo sin mucha dificultad. ¡Gracias a Dios, tenía un aspecto mucho peor de lo que en verdad era!
Mientras limpiaba la sangre de la pierna, con manos frescas y firmes sobre la carne desgarrada, _________ mantuvo un silencio pétreo. Joe agradeció en silencio la cobertura protectora de la camisa sobre su regazo, pues si la joven viera el efecto que tenía en él, ¡era
dudoso que pudiese permanecer ahí sentada, tan serena!
Cuando esparció parte de ese polvo endemoniado sobre la herida medio abierta, Joe respingó de verdad. ¡Ardía como los fuegos del infierno! Lanzó un fuerte gemido y obtuvo la recompensa de una palmada consoladora de la mano pequeña sobre la pierna. ¡Dios, eso ya era demasiado! ¡Si seguía sin poder satisfacer su anhelo por ella, temía estallar!
Cuando por fin la herida quedó vendada a su entera satis- facción, ______ dejó el tazón con agua y el polvo a un lado, y empezó a recoger las vendas manchadas. En algún momento quedó al alcance de Joe y éste, veloz como un tigre, la atrapó. Aferró la muñeca de la muchacha con la mano y tiró hacia él, de modo que quedó tendida, a medias sobre él y a medias sobre la cama. El movimiento provocó a Joe un dolor palpitante, pero no le hizo
caso. Lo que tenía que decir era más importante que cualquier dolor. Giró para poder mirarla y vio que ________ lo miraba enfadada, con los ojos enrojecidos.
—Era una treta, ¿no es cierto? —preguntó con calma—. Lograste que Petersham me hiciera creer que estabas muy mal. Ni siquiera intentó detener la hemorragia de la pierna, ¿verdad?
—Quería pedirte perdón —murmuró Joe, comprobando cómo se tensaban sus músculos por la proximidad de la muchacha.
—¿Acaso crees que una disculpa borrará lo que dijiste? —lo desafió, v sus ojos comenzaron a humedecerse otra vez—. ¿O es verdad? Tienes razón: soy tu amante, aunque eso empezó sin mi consentimiento. ¿Tienes idea de lo sucia que me haces sentir?
—Oh, ________, no fue eso lo que quise decir —repuso Joe, arrepentido—. Eres mi amor, mi mujer. Amante fue un término mal elegido.
—Pero es verdad —susurró ________, en un hilo de voz. "Al ver la vergüenza reflejada en el rostro de ________ a Joe se le oprimió el corazón. Esa vergüenza la había causado él, no sólo con sus palabras sino también con sus actos. ________ parecía muy pequeña e indefensa tendida de espaldas, los ojos llenos de lágrimas pero desafiantes y el cabello cobrizo cayendo en cascada sobre el pecho de Joe y la almohada. La suave boca rosada temblaba de manera incontrolable y, de pronto, Joe supo que tendría que detener ese temblor antes de que lo desgarrase a él mismo.
Cuando se inclinó sobre ella, los ojos de _______ se agrandaron, pero antes de que pudiese resistirse, la boca de Joe estaba en sus labios, caliente, dulce e insoportablemente suave. Quiso gritar, pegarle, morder esa lengua que la invadía con todas sus fuerzas, pero no pudo. Muy dentro de sí, _______ sabía que necesitaba ese beso como las flores a la lluvia. Era un bálsamo para su corazón herido, un ungüento para su orgullo. Su boca se estremeció bajo la del hombre como una mariposa atrapada y se abrió a él sin poder evitarlo. Las manos acariciaron la cabeza negra, los dedos se entrelazaron en los mechones gruesos, tirando de ellos. Cuando _______ comenzó a responder al beso, Joe exhaló un gemido ahogado de satisfacción.
Cuando por fin levantó la cabeza, fue para hundirla en la curva tibia del cuello de la muchacha. Las manos de ________, en lugar de causarle magullones, acariciaron la mejilla áspera.
—Estoy loco por ti —murmuró Joe, irguiéndose para verle el rostro.
Lo que vio hizo que sus músculos se tensaran de anhelo. Los ojos de color zafiro, más radiantes aún por las gotas que los desbordaban y que colgaban de las pestañas, lo miraban resplandecientes de adoración. La boca pequeña tenía el color intenso de la rosa roja más lozana. Le sonrió y Joe contuvo el aliento como si hubiese recibido un golpe.
—No quise decir lo que dije, dulce. Por favor, perdóname.
El tono fue el más humilde que _______ había oído en sus labios y el núcleo duro de vergüenza y cólera alojado en su interior se derritió como mantequilla al sol. "Amo a este hombre", pensó, y la revelación la dejó tan perpleja que sólo atinó a contemplarlo fascinada. Poco después, alzó la mano para acariciar el mentón sin afeitar, gozando de esa aspereza bajo la palma de la mano.
—¡Maldito sea, hombre, ve a buscar a la muchacha! ¡Te digo que está angustiada y es capaz de cometer alguna estupidez!
—Si, señor Joe.
De súbito, los ojos del ayudante adoptaron una expresión reprobatoria, como si se preguntara qué habría hecho Jon para causar semejante disgusto a _______. Joe no lo culpaba: por primera vez en su vida, él estaba disgustado consigo mismo.
Nick y Finch, el artillero, entraron en el camarote minutos después de que saliera Petersham. Entre los dos se las arreglaron para acostar nuevamente a Joe. La camisa blanca estaba manchada de sangre de la herida del muslo, pero ni Joe ni Nick se preocuparon por ello. En cuanto Finch ya no fue necesario, Nick lo hizo salir y se volvió, enfadado, hacia Joe.
—¿Qué le has hecho? —dijo con tono áspero, la boca blanca en las comisuras.
Joe lo miró sorprendido y luego entrecerró los ojos.
—No creo que sea asunto tuvo —replicó, con tono calmo.
—¡Yo me hago cargo de este asunto! —exclamó Nick, sofocado, con manchas de furia en el rostro—. ¡Aunque somos amigos desde hace muchos años, Joe, que Dios me ayude, pues si has hecho daño a esa chiquilla te mataré!
—Estás demasiado preocupado por mi propiedad, ¿no crees? —dijo e! capitán, marcando las palabras con tono punzante—. Te lo agradezco. Pero creo que tendrías que recordar algo: es de mi propiedad. ¡Puedo hacer con ella lo que se me antoje!
—¡Sobre mi cadáver! —vociferó Nick.
—Si insistes... —La mirada de Joe adquirió la calidez de una cobra—. Y ahora, si no te importa, sal de aquí. Todavía este barco sigue siendo mío.
—¡Sí, señor! —respondió Nick con tono amargo. Giró sobre los talones y salió a zancadas.
Media hora después, por fin Petersham golpeó a la puerta. La mayor parte de ese tiempo, Joel a pasó maldiciendo su propia indefensión y estupidez. Por otra parte, empezó a concebir una desagradable sospecha: ¿qué sucedía entre Nick y la pequeña arpía mientras él estaba confinado en la cama y no se interponía en su camino? ¿Acaso habrían...?
Los golpes de Petersham pusieron fin a esas reflexiones.
—¡Adelante! —exclamó Joe, impaciente, mirando a Petersham que asomaba la cabeza por la puerta. Era obvio que estaba solo.
—¡He dicho que la trajeras aquí'! —refunfuñó Joe, colé- rico. De pronto, un súbito temor se instaló en su mirada—: ¿La has encontrado? ¿Está bien?
—Sí, capitán, la encontré y está bien, pero muy acongojada. Estaba llorando.
Los ojos de Petersham miraron a Joe con expresión acusadora y el aludido suspiró.
—Lo sé.
Por un instante, pensó en contarle a Petersham lo sucedido, pues a juzgar por las lágrimas de ________ todos imaginarían que le había hecho algo malo e indecible. Pero luego desechó la idea. A fin de cuentas, él era el capitán de! barco! ¡Que lo llevara el diablo si permitía que una mocosa llorona lo obligara a dar explicaciones de lo que hacía!
—¿Y por qué no la has traído? —dijo, en cambio.
—Se negó a venir. Le ruego que me perdone, capitán, pero me pidió que le dijera que se fuese al infierno. —Al transmitir el mensaje de _______, los ojos de Petersham brillaban con expresión triunfal: era evidente de qué lado estaban sus simpatías.
Joe observó a Petersham largo rato. Desde el principio supo que la chica crearía problemas y he aquí que tenía lo más cercano a un motín sin que la tripulación hubiese tomado las armas. ¡Dos de sus compañeros más antiguos se habían vuelto contra él, en apoyo de la muchacha, en un solo día! Joe dirigió a Petersham una mirada feroz.
—Si te interesa saberlo, no le puse un dedo encima a esa gatita —dijo el capitán, entre dientes, viendo que tendría que contar con el apoyo del ayudante si quería hablar con ________—. Dije algo que hirió sus sentimientos. Quiero pedirle disculpas, pero se niega a escucharme. Por favor, ¿puedes ver si logras que vuelva aquí? Te doy mi palabra de honor de que no le haré daño. Esto último fue un débil intento por bromear para disimular la ira y la vergüenza que sentía al tener que apoyarse en Petersham hasta ese punto. ¡Las cosas habían llegado a una situación complicada si el capitán tenía que suplicar a la tripulación que obedeciera sus órdenes! Frunció el entrecejo, pero el semblante de Petersham se relajó y le respondió con un tono mucho más cálido.
—Muy bien, amo Joe. Yo... eh... le diré que se le abrió la herida de la pierna y que no puedo detener la hemorragia. Eso la hará volver. —Empezó a girar para salir, pero miró atrás—: Y...eh... lo siento, capitán, debí suponer que usted no haría daño a la señorita ________.
Joe marcó las cejas, pero Petersham ya se había ido. ¿Qué había querido decir? Por experiencia, el ayudante sabía que Joe no tenía escrúpulos en pegarle a una mujer si creía que lo merecía, ¿por qué, entonces, suponía que no le haría tal cosa a ______? A menos que Petersham sospechara que él se había ablandado en lo que se refería a ella. ¡Maldición con esa chica! Cuando abordó el Anna Creer, tendría que haber hecho caso a su instinto v dejarla ir. ¡En el presente, la chica amenazaba con poner su vida patas arriba!
—Si me pones un dedo encima, te lastimaré —le advirtió una voz truculenta desde la puerta—. Te curaré la pierna y luego me marcharé. Me quedaré en cualquier otro sitio hasta que el Margarita llegue a destino v después no podrás hacer nada para detenerme. Cuando echemos el ancla, me iré a casa de mi padre. Si todavía necesitas ayuda, Petersham podrá cuidarte.
Con los ojos abiertos de asombro Joe escuchó ese discurso descarado, pronunciado por quien era, después de todo, una prisionera. "¿Con quién cree que está hablando, la pequeña perra?",
pensó. "Pronto le haré saber cuál es su lugar." La miró de soslayo y, aunque a regañadientes, sintió que el enfado se evaporaba. El pequeño rostro manchado de lágrimas parecía tan abatido que no tuvo ánimos para decírselo.
—Me sangra mucho la pierna —gimió Joe, con la intención de lograr que se acercara lo suficiente para que pudiese atraparla antes de que oyera lo que él tenía que decir.
—¡Te lo mereces! —repuso _______, resoplando mientras se acercaba a la cama con la cautela de una gama joven. De cerca vio las manchas de sangre en la camisa blanca y bajó un poco la guardia—. ¿Te duele? —preguntó, con un dejo de simpatía, recogiendo el trapo y el agua antes de acomodarse en el borde del camastro.
Joe calculó con cuidado la distancia y suspiró para sus adentros: "la taimada garita es lo bastante astuta para quedarse fuera de mi alcance".
—Como el demonio —mintió el capitán, alerta en espera de la oportunidad para atraparla.
—¡Me alegro! —refunfuñó _______, recordando su enfado.
Frustrado, Joe miró cómo le levantaba la camisa para exponer la superficie dura y bronceada del muslo vendado. Todavía no estaba seguro de poder sujetarla y sabía que sólo tendría una oportunidad. Si la perdía, ella huiría de él como un pájaro asustado.
Al ver las manchas purpúreas que empapaban las vendas de hilo, el semblante de ________ expresó preocupación. Comenzó a desenrollar la venda de la pierna y cuando al fin quedó al descubierto la herida irregular contuvo el aliento al ver la supuración de color rojo oscuro que brotaba de la costra delgada. Hasta Joe pegó un respingo sin mucha dificultad. ¡Gracias a Dios, tenía un aspecto mucho peor de lo que en verdad era!
Mientras limpiaba la sangre de la pierna, con manos frescas y firmes sobre la carne desgarrada, _________ mantuvo un silencio pétreo. Joe agradeció en silencio la cobertura protectora de la camisa sobre su regazo, pues si la joven viera el efecto que tenía en él, ¡era
dudoso que pudiese permanecer ahí sentada, tan serena!
Cuando esparció parte de ese polvo endemoniado sobre la herida medio abierta, Joe respingó de verdad. ¡Ardía como los fuegos del infierno! Lanzó un fuerte gemido y obtuvo la recompensa de una palmada consoladora de la mano pequeña sobre la pierna. ¡Dios, eso ya era demasiado! ¡Si seguía sin poder satisfacer su anhelo por ella, temía estallar!
Cuando por fin la herida quedó vendada a su entera satis- facción, ______ dejó el tazón con agua y el polvo a un lado, y empezó a recoger las vendas manchadas. En algún momento quedó al alcance de Joe y éste, veloz como un tigre, la atrapó. Aferró la muñeca de la muchacha con la mano y tiró hacia él, de modo que quedó tendida, a medias sobre él y a medias sobre la cama. El movimiento provocó a Joe un dolor palpitante, pero no le hizo
caso. Lo que tenía que decir era más importante que cualquier dolor. Giró para poder mirarla y vio que ________ lo miraba enfadada, con los ojos enrojecidos.
—Era una treta, ¿no es cierto? —preguntó con calma—. Lograste que Petersham me hiciera creer que estabas muy mal. Ni siquiera intentó detener la hemorragia de la pierna, ¿verdad?
—Quería pedirte perdón —murmuró Joe, comprobando cómo se tensaban sus músculos por la proximidad de la muchacha.
—¿Acaso crees que una disculpa borrará lo que dijiste? —lo desafió, v sus ojos comenzaron a humedecerse otra vez—. ¿O es verdad? Tienes razón: soy tu amante, aunque eso empezó sin mi consentimiento. ¿Tienes idea de lo sucia que me haces sentir?
—Oh, ________, no fue eso lo que quise decir —repuso Joe, arrepentido—. Eres mi amor, mi mujer. Amante fue un término mal elegido.
—Pero es verdad —susurró ________, en un hilo de voz. "Al ver la vergüenza reflejada en el rostro de ________ a Joe se le oprimió el corazón. Esa vergüenza la había causado él, no sólo con sus palabras sino también con sus actos. ________ parecía muy pequeña e indefensa tendida de espaldas, los ojos llenos de lágrimas pero desafiantes y el cabello cobrizo cayendo en cascada sobre el pecho de Joe y la almohada. La suave boca rosada temblaba de manera incontrolable y, de pronto, Joe supo que tendría que detener ese temblor antes de que lo desgarrase a él mismo.
Cuando se inclinó sobre ella, los ojos de _______ se agrandaron, pero antes de que pudiese resistirse, la boca de Joe estaba en sus labios, caliente, dulce e insoportablemente suave. Quiso gritar, pegarle, morder esa lengua que la invadía con todas sus fuerzas, pero no pudo. Muy dentro de sí, _______ sabía que necesitaba ese beso como las flores a la lluvia. Era un bálsamo para su corazón herido, un ungüento para su orgullo. Su boca se estremeció bajo la del hombre como una mariposa atrapada y se abrió a él sin poder evitarlo. Las manos acariciaron la cabeza negra, los dedos se entrelazaron en los mechones gruesos, tirando de ellos. Cuando _______ comenzó a responder al beso, Joe exhaló un gemido ahogado de satisfacción.
Cuando por fin levantó la cabeza, fue para hundirla en la curva tibia del cuello de la muchacha. Las manos de ________, en lugar de causarle magullones, acariciaron la mejilla áspera.
—Estoy loco por ti —murmuró Joe, irguiéndose para verle el rostro.
Lo que vio hizo que sus músculos se tensaran de anhelo. Los ojos de color zafiro, más radiantes aún por las gotas que los desbordaban y que colgaban de las pestañas, lo miraban resplandecientes de adoración. La boca pequeña tenía el color intenso de la rosa roja más lozana. Le sonrió y Joe contuvo el aliento como si hubiese recibido un golpe.
—No quise decir lo que dije, dulce. Por favor, perdóname.
El tono fue el más humilde que _______ había oído en sus labios y el núcleo duro de vergüenza y cólera alojado en su interior se derritió como mantequilla al sol. "Amo a este hombre", pensó, y la revelación la dejó tan perpleja que sólo atinó a contemplarlo fascinada. Poco después, alzó la mano para acariciar el mentón sin afeitar, gozando de esa aspereza bajo la palma de la mano.
♫ Laura Jonas ♥
Re: Pasion en la Isla (Joe y tu)
—¿Me perdonas? —preguntó otra vez el hombre en voz baja, con mirada suplicante.
—¿Acaso significa tanto para ti que te perdone? —preguntó _______ con suavidad, esperanzada.
Los ojos de Joe chispearon y la boca esbozó una sonrisa burlona.
—Bueno, verás, gatita mía —le confesó en el oído—. Te deseo tanto que me duele. Y en este mismo instante resolví no volver a hacerte el amor sin tu absoluto consentimiento. Por
tanto, como no quiero pasar el resto de mi vida como un pobre lisiado, necesito tu cooperación.
Ese discurso audaz hizo reír a _______: ¡era propio de Joe hacer sugerencias lascivas al mismo tiempo que intentaba obtener su perdón por sus anteriores sugerencias lascivas! Los ojos de Joe destellaron de risa cuando bajó la cabeza.
El blanco era la cima del pecho suave. Los labios calientes y húmedos se posaron en la tela del vestido, pero ________ no intentó apartarlo. Sin quererlo, lanzó un gemido de placer al
sentir que una calidez se extendía dentro de ella. Bajo la arrasadora caricia, el pezón se endureció.
—Tu cuerpo me perdona —murmuró él. Las manos de _______ se apoyaron en los hombros de Joe con la intención de apartarlo, pero no pudo reunir fuerzas suficientes.
—¡Está bien, te perdono! —exclamó, esperando que su rendición lo hiciera detenerse antes de que ella se perdiera por completo.
—Ésa es mi chica. —Lo dijo con sus labios en los de ______, reclamándola. Al principio, _______ respondió vacilante y luego cada vez más apasionada. Enlazó los brazos en el cuello del hombre y se movió hacia él por instinto, olvidando las ofensas al sentir un anhelo cada vez más intenso hacia él.
—¡Ah, _______! —gimió Joe, mientras introducía la mano bajo el vestido y apretaba en una íntima caricia las nalgas de la muchacha cubiertas de encaje, apretándola contra sí.
_________ se retorció contra la dureza de Joe y, de pronto, sintió ansias de tenerlo en su interior, con el mismo deseo con que una persona hambrienta ansia el alimento. ¡Hacía mucho tiempo... y lo amaba! Quizá siempre lo había amado. Con cierta timidez le acarició el muslo y apartó la mano cuando los dedos se toparon con la venda de hilo.
—Joe, Joe, espera! —Trató de alejarse—. ¡Querido, no puedes, sangrarías otra vez!
—¿Crees, acaso, que me importa un comino? —murmuró Joe, con fervor, depositando besos cálidos en el cuello y la parte descubierta del pecho de _______—. ¿Cómo me has llamado?
_______ sintió que se ruborizaba, pero no pudo evitarlo
—Yo... querido —respondió con sencillez. Joe se apartó un poco para mirarla, los ojos grises nublados de pasión, fijos en el rostro sonrosado de ________.
—Eso me pareció oír —dijo, satisfecho. Su mano fue hacia los ganchos que cerraban el vestido de _______.
—Joe, de verdad, no! —Aunque con la respiración entrecortada, _______ hablaba en serio—. Todavía no estás del todo bien.
La mano de Joe soltó el último gancho y tiró del vestido para sacarlo por los hombros. ________ lo sujetó antes de que pudiese pasarlo por los pechos turgentes y Joe la miró.
—Sí, puedo... si me ayudas. Te deseo mucho. Por favor.... —Los ojos grises le suplicaron como un niño pequeño pidiendo un dulce.
________ suspiró y dejó que le quitara el vestido. Por el calor, sólo usaba una pequeña prenda interior y por el mismo motivo no llevaba corsé. Joe no le dio tiempo a quitársela: deslizó la mano por la parte trasera del muslo y tiró de la prenda, desgarrando un
poco el fino encaje en la prisa. Cuando ________ se la quitó de un puntapié, obediente, Joe la colocó encima de él y le subió la falda de las enaguas hasta la cintura.
_______ contuvo el aliento al sentir la dureza quemante contra su vientre suave y, de manera instintiva, se frotó contra él hasta que los dos estaban jadeando.
—_______... hazme el amor —gimió Joe. :twisted:
_______ lo miró, dispuesta a hacer cualquier cosa que él quisiera, pues ya sabía de qué se trataba. Los ojos del hombre, vidriosos de pasión, se abrieron y, al ver la confusión de la muchacha, se oscurecieron aún más.
—Cabálgame —le indicó con suavidad. :twisted:
Cuando al fin lo comprendió, ______ sintió que las mejillas se le llenaban de manchas encarnadas. Joe le mostró lo que tenía que hacer y lo hizo. Cuando se deslizó dentro de ella, los dos contuvieron la respiración. Los movimientos de ella eran desmañados y tímidos, pero bastaron para lanzarlos a los dos en una espiral de tal intensidad que ninguno de ellos creía posible.
—¿Acaso significa tanto para ti que te perdone? —preguntó _______ con suavidad, esperanzada.
Los ojos de Joe chispearon y la boca esbozó una sonrisa burlona.
—Bueno, verás, gatita mía —le confesó en el oído—. Te deseo tanto que me duele. Y en este mismo instante resolví no volver a hacerte el amor sin tu absoluto consentimiento. Por
tanto, como no quiero pasar el resto de mi vida como un pobre lisiado, necesito tu cooperación.
Ese discurso audaz hizo reír a _______: ¡era propio de Joe hacer sugerencias lascivas al mismo tiempo que intentaba obtener su perdón por sus anteriores sugerencias lascivas! Los ojos de Joe destellaron de risa cuando bajó la cabeza.
El blanco era la cima del pecho suave. Los labios calientes y húmedos se posaron en la tela del vestido, pero ________ no intentó apartarlo. Sin quererlo, lanzó un gemido de placer al
sentir que una calidez se extendía dentro de ella. Bajo la arrasadora caricia, el pezón se endureció.
—Tu cuerpo me perdona —murmuró él. Las manos de _______ se apoyaron en los hombros de Joe con la intención de apartarlo, pero no pudo reunir fuerzas suficientes.
—¡Está bien, te perdono! —exclamó, esperando que su rendición lo hiciera detenerse antes de que ella se perdiera por completo.
—Ésa es mi chica. —Lo dijo con sus labios en los de ______, reclamándola. Al principio, _______ respondió vacilante y luego cada vez más apasionada. Enlazó los brazos en el cuello del hombre y se movió hacia él por instinto, olvidando las ofensas al sentir un anhelo cada vez más intenso hacia él.
—¡Ah, _______! —gimió Joe, mientras introducía la mano bajo el vestido y apretaba en una íntima caricia las nalgas de la muchacha cubiertas de encaje, apretándola contra sí.
_________ se retorció contra la dureza de Joe y, de pronto, sintió ansias de tenerlo en su interior, con el mismo deseo con que una persona hambrienta ansia el alimento. ¡Hacía mucho tiempo... y lo amaba! Quizá siempre lo había amado. Con cierta timidez le acarició el muslo y apartó la mano cuando los dedos se toparon con la venda de hilo.
—Joe, Joe, espera! —Trató de alejarse—. ¡Querido, no puedes, sangrarías otra vez!
—¿Crees, acaso, que me importa un comino? —murmuró Joe, con fervor, depositando besos cálidos en el cuello y la parte descubierta del pecho de _______—. ¿Cómo me has llamado?
_______ sintió que se ruborizaba, pero no pudo evitarlo
—Yo... querido —respondió con sencillez. Joe se apartó un poco para mirarla, los ojos grises nublados de pasión, fijos en el rostro sonrosado de ________.
—Eso me pareció oír —dijo, satisfecho. Su mano fue hacia los ganchos que cerraban el vestido de _______.
—Joe, de verdad, no! —Aunque con la respiración entrecortada, _______ hablaba en serio—. Todavía no estás del todo bien.
La mano de Joe soltó el último gancho y tiró del vestido para sacarlo por los hombros. ________ lo sujetó antes de que pudiese pasarlo por los pechos turgentes y Joe la miró.
—Sí, puedo... si me ayudas. Te deseo mucho. Por favor.... —Los ojos grises le suplicaron como un niño pequeño pidiendo un dulce.
________ suspiró y dejó que le quitara el vestido. Por el calor, sólo usaba una pequeña prenda interior y por el mismo motivo no llevaba corsé. Joe no le dio tiempo a quitársela: deslizó la mano por la parte trasera del muslo y tiró de la prenda, desgarrando un
poco el fino encaje en la prisa. Cuando ________ se la quitó de un puntapié, obediente, Joe la colocó encima de él y le subió la falda de las enaguas hasta la cintura.
_______ contuvo el aliento al sentir la dureza quemante contra su vientre suave y, de manera instintiva, se frotó contra él hasta que los dos estaban jadeando.
—_______... hazme el amor —gimió Joe. :twisted:
_______ lo miró, dispuesta a hacer cualquier cosa que él quisiera, pues ya sabía de qué se trataba. Los ojos del hombre, vidriosos de pasión, se abrieron y, al ver la confusión de la muchacha, se oscurecieron aún más.
—Cabálgame —le indicó con suavidad. :twisted:
Cuando al fin lo comprendió, ______ sintió que las mejillas se le llenaban de manchas encarnadas. Joe le mostró lo que tenía que hacer y lo hizo. Cuando se deslizó dentro de ella, los dos contuvieron la respiración. Los movimientos de ella eran desmañados y tímidos, pero bastaron para lanzarlos a los dos en una espiral de tal intensidad que ninguno de ellos creía posible.
♫ Laura Jonas ♥
Re: Pasion en la Isla (Joe y tu)
Bueno chicas ahi esta el capi de hoy disfrutenlo
Ahora ven por que les dije ayer que me encanta este capi
Joe se ve tan lindo pidiendo perdon :lol!:
Pero bueno, ahi su capi de hoy disfrutenlo espero ver comments
Duerman bien
Ahora ven por que les dije ayer que me encanta este capi
Joe se ve tan lindo pidiendo perdon :lol!:
Pero bueno, ahi su capi de hoy disfrutenlo espero ver comments
Duerman bien
♫ Laura Jonas ♥
Re: Pasion en la Isla (Joe y tu)
Me supeeeerencanto el cap y lo supermegaadoreeee !
Todo! A Nick supeeeeermegaadorable por defender ala rayis & a Joe por ser súpertierno con la rayis pidiendole perdón!
Siguelaaaa!
Todo! A Nick supeeeeermegaadorable por defender ala rayis & a Joe por ser súpertierno con la rayis pidiendole perdón!
Siguelaaaa!
☎ Jimena Horan ♥
Re: Pasion en la Isla (Joe y tu)
NuevaaaA lectora!!! <3
Tus novelas simpre se convierten en mis favoritas :D !
Siempre me acordare de "Soy toda tuya" que me traume con la novela que me dolio mucho cuando termino... D:
Y esta! Me encanto tambn! Es mi punto debil! Esta muy asdfghjkl :inlove:
Por eso necesito que la sigaaas yaaa! Sabia que la rayis no resistiria para siempre a tremendo biscocho! Me encato el capiiii! :3
Tus novelas simpre se convierten en mis favoritas :D !
Siempre me acordare de "Soy toda tuya" que me traume con la novela que me dolio mucho cuando termino... D:
Y esta! Me encanto tambn! Es mi punto debil! Esta muy asdfghjkl :inlove:
Por eso necesito que la sigaaas yaaa! Sabia que la rayis no resistiria para siempre a tremendo biscocho! Me encato el capiiii! :3
Invitado
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Re: Pasion en la Isla (Joe y tu)
#UnbrokenForJonas escribió:NuevaaaA lectora!!! <3
Tus novelas simpre se convierten en mis favoritas :D !
Siempre me acordare de "Soy toda tuya" que me traume con la novela que me dolio mucho cuando termino... D:
Y esta! Me encanto tambn! Es mi punto debil! Esta muy asdfghjkl
Por eso necesito que la sigaaas yaaa! Sabia que la rayis no resistiria para siempre a tremendo biscocho! Me encato el capiiii! :3
Es tan TOTALLY AWESOME volverte a ver en una de mis adaptaciones :D :D
Jajajajaj si yo tambn me traume con ese final :lol!:
Bueno bienvenida a bordo, y pues ya subo capi :D
♫ Laura Jonas ♥
Re: Pasion en la Isla (Joe y tu)
Capitulo 9
_________ quedó más que consternada por lo sucedido. Le costaba creer que se había enamorado de un sujeto que la había apresado y que luego le impuso cometer con él los actos más íntimos. Más aún, un hombre que era ladrón y asesino, y no le molestaba serlo. Un hombre sin linaje ni dinero, ¡y cuya única posesión en el mundo era un barco!
"Ni siquiera me trata bien", reflexionó, mientras empezaban a nublársele los ojos. Desde su estallido, dos días atrás, Joe fue gentil, casi tierno con ella, pero ________ lo conocía lo suficiente para saber que ese trato no duraría. Tarde o temprano haría algo que lo enfadaría v caería sobre ella con la furia habitúa!. Bueno, al menos ya no le temía. Sabía que no la lastimaría físicamente ¡y que de palabra ella era capaz de devolverle el golpe!
Tratando de descubrir por qué su corazón se aceleraba, admitió que era apuesto. Era tan alto y fuerte, tan mundano, que a su lado se sentía como Joe le decía en broma: una chiquilla. Sólo pensar en esos ojos grises cuando la miraba, en la curva burlona de la boca y el hoyuelo en la mejilla cuando sonreía, la hacía encenderse. El recuerdo de cómo le hacía el amor bastaba para cortarle el aliento. Hizo una mueca y se apartó el cabello de los ojos con un gesto impaciente. Fuera cual fuese la razón, tenía que admitirlo: estaba enamorada de ese hombre.
Una vez resuelto eso, la cuestión era qué hacer al respecto. La única solución satisfactoria era que él también se enamorara de ella. En ocasiones, ______ pensaba que podía ser. Cada vez que estaba cerca, los ojos de Joe la seguían ávidos y, si quedaba al alcance de su mano, con seguridad recibía una palmada lujuriosa o un pellizco. Sabía que Joe deseaba su cuerpo en una medida tan insaciable que nunca dejaba de asombrarla. Y sabía conmoverlo; si, en la cama podía llevarlo a grandes alturas. Pero aun en los momentos de mayor pasión, nunca daba indicios de amor, de afecto o de nada que no fuese el intenso deseo de poseerla físicamente. "Lo cual me reduce a la honorable categoría de su ramera", pensó, furiosa. ¡Con una sacudida decidida de la cabeza, resolvió que tendría que cambiar eso muy rápido! Haría que se enamorase de ella aunque eso la matara... o lo matara a él.
La evolución de su herida permitía que Joe se levantara de la cama y saltara hasta una silla cercana a la ventana. Estaba ansioso por volver a cubierta, pero ________ tenía miedo de que se aventurase demasiado, antes de tiempo. La muchacha sabía que sólo accedía a sus deseos porque no quería exhibir su disminución ante los hombres. Como él le dijo en una ocasión: una tripulación pirata se parecía mucho a una manada de lobos y lo único que respetaban era la fuerza. Si un jefe mostraba debilidad, daba ocasión a provocar problemas. Si bien hacía muchos años que la tripulación estaba con él y confiaba en la lealtad de sus hombres, Joe había aprendido en la vida que no existía ninguna persona completamente fiable. Hizo que uno de los hombres le fabricase una muleta y, entretanto, aunque quejoso, se mantuvo apartado.
Volvería a cubierta cuando no tuvieran que llevarlo como a un niño pequeño. No tenía sentido correr riesgos. ________ suspiró. La devoción de Nick se había hecho evidente para todos y hasta Petersham le advirtió con una mirada significativa que el capitán era un hombre celoso. Cuando Joe recuperara el mando del buque, probablemente tomaría conciencia de la situación. _________ había intentado todo lo que sabía para desanimar las atenciones de _______, pero nada resultó. Era de esperar que Joe considerase el interés del joven
como algo natural de parte de un varón hacia la única mujer presente y lo dejara así. O, mejor aún, tal vez; la presencia de Joe en cubierta dominaría a Nick lo suficiente como para no revelar nada ante el capitán.
Era un día hermoso, tibio y soleado; de no haber sido por la brisa fresca habría hecho calor. El Margarita avanzaba hacia el sur y ________ suponía que Joe estaba de acuerdo con las órdenes que había dado Nick. Las reservas de agua y comida escaseaban otra vez, pero cuando fastidiaba a Joe para que le dijera a dónde se dirigían, él se negaba a responderle aunque en broma. Le contestaba que ya lo vería y _______ movía la cabeza, en realidad, cada día Joe se parecía más a un niño travieso.
De regreso al camarote, con las mejillas sonrosadas por el sol, los cabellos rizados en desorden, _______ sonreía. Pero la sonrisa se convirtió en una expresión ceñuda, al ver a Joe embutido en pantalones negros que le ajustaban demasiado sobre las gruesas vendas, sentado a la mesa, estudiando unos mapas. Se acercó a él por detrás, apretando los muslos contra la espalda ancha v musculosa, y apoyando la mano sobre el hombro desnudo. Sin volver la cabeza, Joe la saludó con un "hola" gruñón y ______ hizo una mueca. Si bien era un amante apasionado, tenía algunos defectos fundamentales.
—No tendrías que estar levantado —le dijo con severidad. Él alzó el brazo para rodearle la cintura e hizo que diera la vuelta para verla, Joe sonreía y sus ojos grises tenían un brillo malicioso. _______ sintió que su corazón se derretía de ternura por él.
—Pareces un ángel —dijo el hombre a modo de respuesta, posando una mirada cálida sobre el rostro reprobador de la muchacha—. Pero un ángel muy mandón. Creo que te consentí.
¿Acaso no sabes que tendrías que estremecerte cada vez que frunzo el entrecejo? Soy un pirata cruel v sanguinario, recuerdas?
—Y yo no soy un ángel sino tu enfermera —replicó _______ con ligereza—. Si no me obedeces, la próxima vez que te cambie las vendas seré muy torpe.
Joe rió y la hizo girar para sentarla sobre su rodilla sana. Le rodeó la cintura con el brazo y su mano vagó hacia arriba, en procura de una presa más tierna, pero ________ le apartó la mano
fingiéndose indignada. Sin embargo, pronto la boca tibia del hombre la distrajo, acariciando provocativo la curva del cuello. La mano volvió para acariciar su presa y la joven se puso rígida, pero luego se relajó. E1 contacto de esa mano sobre el pecho le provocó un cosquilleo de placer que le llegó hasta los dedos de los pies.
—Déjame levantarme —le ordenó ________, sin mucha convicción—. La puerta está abierta y puede entrar alguien.
—¿A quién le importa? —murmuró Joe, distraído, concentrado en el valle tentador que revelaba el suave escote del corpiño
—¡A mí! —exclamó _______, lanzándole una mirada de reproche. Los labios bajaron por el pómulo de la muchacha, por la nariz, y se posaron en la comisura de la boca.
—¿En serio? —preguntó, con la boca pegada a los labios temblorosos.
Luego, la boca atrapó la de ________ con lánguida pericia y la muchacha tuvo que admitir que, en ese momento, lo único que le importaba eran las delicias que le hacía sentir.
—¿Qué estás haciendo?
Cuando al fin Jon levantó la cabeza, el corazón de _______ latía desordenado, pero esperaba que la pregunta lo distrajera.
—Admirando tu belleza —le respondió al instante, moviendo el brazo duro debajo de los pechos para apretarla y hacer que el escote del vestido se abriera y dejase escapar sus curvas.
Los ojos disfrutaron de los tesoros expuestos ante él.
—Me refería a los mapas.
________ le dio un fuerte pellizco en el brazo y la atención de Joe volvió, con un suspiro atribulado, a los papeles que tenía desparramados en la mesa.
—Calculaba cuánto tiempo nos llevará llegar a donde vamos. Nick me ha dicho que hemos topado con corrientes fuertes del oeste, que nos apartaron un poco del curso.
—¿Y a donde estamos yendo? —preguntó _______ como al pasar, esperando que le respondiera sin pensar. Pero Joe se rió.
—Mi amor, la curiosidad mató al gato —la provocó.
—Y la satisfacción lo revivió —replicó la joven, para agregar, con tono zalamero—: Por favor, dime a dónde vamos.
—Convénceme —le murmuró el capitán al oído.
El brillo malicioso de los ojos no dejó lugar a dudas acerca del tipo de persuasión que pretendía.
—De ninguna manera —respondió ________, recatada, pero sin resistirse a pasar un dedo provocativo por el brazo duro.
Joe recompensó la audacia de la muchacha con un mordisco en la oreja.
♫ Laura Jonas ♥
Re: Pasion en la Isla (Joe y tu)
—Si quieres saberlo, mi gata entremetida, vamos a Las Palmas —dijo, reclinándose en la silla y alzándola para que se acomodara mejor encima de él.
Con un dedo atezado, jugueteaba distraído con un mechón de cabello dorado y _______, contenta, apoyó la espalda contra el pecho duro.
—¿Las Palmas? —preguntó, con mirada soñadora. En realidad, no le interesaba mucho la respuesta, pues el tibio aroma masculino actuaba sobre ella como una droga—. Nunca oí hablar de ese sitio. ¿Es una ciudad?
Joe sonrió apenas y negó con la cabeza al tiempo que acercaba uno de los mapas.
—No, mi encantadora ignorante. Las Palmas no es una ciudad. Es una isla. La usamos como una especie de base entre un viaje y otro.
—Quieres decir entre una incursión de robo y otra —lo corrigió ________, con cierto filo en el tono.
—Está bien, entre incursiones de robo, si prefieres —admitió él, sin darle importancia, entrecerrando un poco los ojos al mirarla.
_______ apartó la mirada y la volvió hacia los mapas.
—¿Alguna vez pensaste en dejarlo? —preguntó, como al pasar.
—¿Qué cosa? ¿Mi vida de libertinaje y pecado? —se burló—. No, ¿por qué lo haría? Me gusta esta vida.
—¿Cómo es posible que te guste matar y robar? —le espetó _______, irguiéndose y apartándose de él.
—Tiene sus compensaciones —repuso Joe, haciéndola saltar sobre la rodilla como haría un adulto con un niño caprichoso. ________ lo miró de soslayo y él rió.
—Gano bien, no existe ningún hombre al que tenga que llamar amo, navego en mi propio barco y... eh... tengo una preciosa compañera de cama.
Recorrió a ________ con la mirada, con exagerada lascivia, y luego la posó en sus ojos.
—Hablo en serio —insistió ________, dirigiéndole una mirada exasperada—. No puedes ser siempre un pirata. Algún día cometerás un error, te atraparán y te colgarán.
—¿Y acaso eso te inquieta, mi gata? —Alzó una ceja negra en gesto interrogador—. No hace mucho, habría jurado que si caía en tus manos una pistola o un cuchillo mi vida terminaría bruscamente.
—¡Oh, eres imposible! —exclamó ________, forcejeando para levantarse.
Con sus palabras, Joe se burlaba de la preocupación que sabía que ella sentía por él. ¡Gracias a Dios, no conocía la verdad acerca de sus sentimientos de la muchacha hacia él! ¡El día en que se enterase, sería de fiesta para Joe!
—No quisiera ver colgar a ningún hombre —agregó la joven, con toda la dignidad de que fue capaz y todavía forcejeando para soltarse.
—No tan rápido, gatita —murmuró Joe, mientras le impedía los movimientos sin dificultad, a pesar de las heridas.
________ sabía que podía haberse librado golpeándole o pateando el muslo lastimado, pero no quiso. Su amor por él era tan grande que no lo lastimaría conscientemente.
—¿Por qué será que siempre que la conversación se pone interesante quieres irte?
A desgana, ________ dejó de forcejear, comprendiendo que, si insistía demasiado en soltarse, revelaría más de lo que Joe tenía derecho de saber. Se apoyó otra vez por encima de él y sintió el cosquilleo del vello de su pecho a través del vestido.
—¿Te molestaría mucho que me colgaran? —insistió. ______ bajó las pestañas para ocultar los ojos y no dejarle ver ni un atisbo de las emociones que se reflejaban en su rostro, pues sabía que Joe podía leer en ella como en un libro abierto. Por un instante sintió la tentación de confesarle su amor, pero una fría prudencia la hizo contenerse. A fin de cuentas, sería un arma poderosa en manos de un hombre que, al fin v al cabo, sólo era un pícaro y un sinvergüenza. A menos que también el capitán estuviese tan sensible como ella, la confesión la pondría por completo a su merced. A _______ se le ocurrió disipar cualquier sospecha que pudiese albergar deslizándose lo más cerca posible de la verdad, sin revelarla por completo. Después de todo, Joe no era estúpido. Ya debía de saber que el cuidado hacia él tenía algún significado. —Claro que no me gustaría verte colgado —respondió con frialdad, mirando con sus ojos azules despejados y cándidos los ojos grises del capitán—. Contra mi mejor criterio, me encariñé contigo.
Al oírla, la llama vacilante que había en los ojos de Joe se extinguió y se tornaron duros e impenetrables. Para castigarla, le mordisqueó la carne blanca del hombro desnudo.
—Así que "te encariñaste" conmigo, ¿verdad? —murmuró con tono suave, con la boca apoyada contra el pulso que latía debajo de la oreja de _______—. Para ser un simple cariño, tu corazón late demasiado rápido.:twisted:
—Eres una bestia presuntuosa, ¿no crees? —dijo _______, con el tono más helado que pudo, para mantener el pulso bajo control—. Tienes suerte de que me haya encariñado. Por el modo brutal con que me trataste, tendría que odiarte para siempre.
—Te traté como a una reina, mi gatita, y tú lo sabes. —La voz se tornó tan dura como la mirada—. ¿Acaso te he hecho pasar hambre, te he lastimado de alguna manera? ¿No se te ha ocurrido pensar cómo habría sido caer prisionera en manos de cualquier otro hombre? Tendrías que estar agradecida.
—¿Agradecida? —vociferó _________, incrédula, mientras los ojos lanzaban chispas de color zafiro—. ¡Me raptaste y me hiciste prisionera! ¡Me violaste y me humillaste! ¿Te parece que son motivos para estar agradecida?
En la última palabra, la indignación le quebró la voz. Joe la observó sentada sobre su regazo, erizada como una gallina, y esbozó una sonrisa torcida. Los últimos días, su gatita había ronroneado para él y había llegado a gustarle. En ese momento comprendía que le gustaba demasiado.
—Oh, _________ —murmuró, a medias divertido, a medias resignado. Por cierto, no estaba de humor para una discusión. En realidad, tenía en mente algo muy diferente—. Retiro lo dicho. Sin duda he sido brutal contigo y me disculpo.
—Es lo que debes hacer—le dijo ________, severa, intentando otra vez levantarse de su regazo.
El capitán la retuvo con pasmosa facilidad y por el endurecimiento de los músculos debajo de su cuerpo _________ adivinó que sus movimientos sólo habían logrado excitarlo. —Al parecer, paso la mitad de mi vida pidiéndote disculpas por una cosa u otra —le dijo al oído—. Esto tiene que acabar. Temo que se te suba a la cabeza y deba pasar el resto de mi vida disculpándome por naderías.
—Pero yo no estaré contigo el resto de tu vida, ¿no es así, Joe? —preguntó _______, con dulzura, aprovechando el pie—. Tarde o temprano me dejarás ir.
Por un instante, los ojos de Joe brillaron. Sepultó el rostro en el pelo resplandeciente de la joven y aspiró la suave fragancia, pero no respondió.
—Joe, ¿cuándo me dejarás ir? —probó, con suavidad.
—Cuando esté dispuesto. —La respuesta fue cortante—. En Cádiz, no parecías tan ansiosa por dejarme, si recuerdas, aunque tuviste una oportunidad.
—Los otros prisioneros fueron liberados en Cádiz —le recordó ella—. Pero tú pensabas retenerme aun antes de ser herido. ¿Por qué no querías dejarme ir con ellos?
—Porque tengo una extraña afición por el sabor de tu piel, mi bella arpía. Me propongo no dejarte ir hasta estar plenamente satisfecho.
Los ojos de Joe la miraron con lascivia, pero el resto del rostro se mantuvo en guardia. ________ empezó a sentir que estaba progresando.
—Dulce, la pierna no me duele tanto como otras partes de mi cuerpo —rió.
—El remedio está en tus propias manos —replicó la joven sin la menor simpatía cuando captó el significado de la insinuación—. Déjame levantarme.
—Prefiero otra solución —refunfuñó él, acariciándola con gestos insinuantes.
_______ negó con la cabeza, sin atreverse a eludir los dedos que la acariciaban. Ya no estaba de humor para más desafíos verbales. Rodeó con un brazo la nuca de Joe y le echó la cabeza hacia atrás para depositar un beso suave en la mejilla áspera. ¡Que pensara en eso también!
—Capitán, yo sé muy bien que ladras más de lo que muerdes. Ahora, déjame ir, que tengo mucho que hacer.
La expresión de los ojos de Joe se entibió. Ese beso fue el primer gesto espontáneo de afecto de parte de _______ y le aceleró latidos del corazón . Se sintió como un escolar enamorado. De algún modo, esta mujercita menuda y suave estaba logrando hacerle sentir cosas que, en el pasado, habría desdeñado. La experiencia no le agradaba en absoluto, pero no podía hacer nada al respecto. Ya había intentado sacársela de la cabeza por todos los medios que se le ocurrieron y había fracasado.
________ se retorció entre sus brazos, con los ojos muy abiertos ante su expresión arrobada.
—Joe, ¿sucede algo malo?—ronroneó.
Por un momento, los ojos del hombre la contemplaron aturdidos, como si no pudiese recuperar la cordura. Luego, la mirada se enfocó en el rostro de la joven e inclinó la cabeza para devolverle el beso en la dulce boca. Estaba seguro de que esa muchacha no era como las otras. Carecía de tretas y mañas femeninas tanto como una recién nacida.
Con un dedo atezado, jugueteaba distraído con un mechón de cabello dorado y _______, contenta, apoyó la espalda contra el pecho duro.
—¿Las Palmas? —preguntó, con mirada soñadora. En realidad, no le interesaba mucho la respuesta, pues el tibio aroma masculino actuaba sobre ella como una droga—. Nunca oí hablar de ese sitio. ¿Es una ciudad?
Joe sonrió apenas y negó con la cabeza al tiempo que acercaba uno de los mapas.
—No, mi encantadora ignorante. Las Palmas no es una ciudad. Es una isla. La usamos como una especie de base entre un viaje y otro.
—Quieres decir entre una incursión de robo y otra —lo corrigió ________, con cierto filo en el tono.
—Está bien, entre incursiones de robo, si prefieres —admitió él, sin darle importancia, entrecerrando un poco los ojos al mirarla.
_______ apartó la mirada y la volvió hacia los mapas.
—¿Alguna vez pensaste en dejarlo? —preguntó, como al pasar.
—¿Qué cosa? ¿Mi vida de libertinaje y pecado? —se burló—. No, ¿por qué lo haría? Me gusta esta vida.
—¿Cómo es posible que te guste matar y robar? —le espetó _______, irguiéndose y apartándose de él.
—Tiene sus compensaciones —repuso Joe, haciéndola saltar sobre la rodilla como haría un adulto con un niño caprichoso. ________ lo miró de soslayo y él rió.
—Gano bien, no existe ningún hombre al que tenga que llamar amo, navego en mi propio barco y... eh... tengo una preciosa compañera de cama.
Recorrió a ________ con la mirada, con exagerada lascivia, y luego la posó en sus ojos.
—Hablo en serio —insistió ________, dirigiéndole una mirada exasperada—. No puedes ser siempre un pirata. Algún día cometerás un error, te atraparán y te colgarán.
—¿Y acaso eso te inquieta, mi gata? —Alzó una ceja negra en gesto interrogador—. No hace mucho, habría jurado que si caía en tus manos una pistola o un cuchillo mi vida terminaría bruscamente.
—¡Oh, eres imposible! —exclamó ________, forcejeando para levantarse.
Con sus palabras, Joe se burlaba de la preocupación que sabía que ella sentía por él. ¡Gracias a Dios, no conocía la verdad acerca de sus sentimientos de la muchacha hacia él! ¡El día en que se enterase, sería de fiesta para Joe!
—No quisiera ver colgar a ningún hombre —agregó la joven, con toda la dignidad de que fue capaz y todavía forcejeando para soltarse.
—No tan rápido, gatita —murmuró Joe, mientras le impedía los movimientos sin dificultad, a pesar de las heridas.
________ sabía que podía haberse librado golpeándole o pateando el muslo lastimado, pero no quiso. Su amor por él era tan grande que no lo lastimaría conscientemente.
—¿Por qué será que siempre que la conversación se pone interesante quieres irte?
A desgana, ________ dejó de forcejear, comprendiendo que, si insistía demasiado en soltarse, revelaría más de lo que Joe tenía derecho de saber. Se apoyó otra vez por encima de él y sintió el cosquilleo del vello de su pecho a través del vestido.
—¿Te molestaría mucho que me colgaran? —insistió. ______ bajó las pestañas para ocultar los ojos y no dejarle ver ni un atisbo de las emociones que se reflejaban en su rostro, pues sabía que Joe podía leer en ella como en un libro abierto. Por un instante sintió la tentación de confesarle su amor, pero una fría prudencia la hizo contenerse. A fin de cuentas, sería un arma poderosa en manos de un hombre que, al fin v al cabo, sólo era un pícaro y un sinvergüenza. A menos que también el capitán estuviese tan sensible como ella, la confesión la pondría por completo a su merced. A _______ se le ocurrió disipar cualquier sospecha que pudiese albergar deslizándose lo más cerca posible de la verdad, sin revelarla por completo. Después de todo, Joe no era estúpido. Ya debía de saber que el cuidado hacia él tenía algún significado. —Claro que no me gustaría verte colgado —respondió con frialdad, mirando con sus ojos azules despejados y cándidos los ojos grises del capitán—. Contra mi mejor criterio, me encariñé contigo.
Al oírla, la llama vacilante que había en los ojos de Joe se extinguió y se tornaron duros e impenetrables. Para castigarla, le mordisqueó la carne blanca del hombro desnudo.
—Así que "te encariñaste" conmigo, ¿verdad? —murmuró con tono suave, con la boca apoyada contra el pulso que latía debajo de la oreja de _______—. Para ser un simple cariño, tu corazón late demasiado rápido.:twisted:
—Eres una bestia presuntuosa, ¿no crees? —dijo _______, con el tono más helado que pudo, para mantener el pulso bajo control—. Tienes suerte de que me haya encariñado. Por el modo brutal con que me trataste, tendría que odiarte para siempre.
—Te traté como a una reina, mi gatita, y tú lo sabes. —La voz se tornó tan dura como la mirada—. ¿Acaso te he hecho pasar hambre, te he lastimado de alguna manera? ¿No se te ha ocurrido pensar cómo habría sido caer prisionera en manos de cualquier otro hombre? Tendrías que estar agradecida.
—¿Agradecida? —vociferó _________, incrédula, mientras los ojos lanzaban chispas de color zafiro—. ¡Me raptaste y me hiciste prisionera! ¡Me violaste y me humillaste! ¿Te parece que son motivos para estar agradecida?
En la última palabra, la indignación le quebró la voz. Joe la observó sentada sobre su regazo, erizada como una gallina, y esbozó una sonrisa torcida. Los últimos días, su gatita había ronroneado para él y había llegado a gustarle. En ese momento comprendía que le gustaba demasiado.
—Oh, _________ —murmuró, a medias divertido, a medias resignado. Por cierto, no estaba de humor para una discusión. En realidad, tenía en mente algo muy diferente—. Retiro lo dicho. Sin duda he sido brutal contigo y me disculpo.
—Es lo que debes hacer—le dijo ________, severa, intentando otra vez levantarse de su regazo.
El capitán la retuvo con pasmosa facilidad y por el endurecimiento de los músculos debajo de su cuerpo _________ adivinó que sus movimientos sólo habían logrado excitarlo. —Al parecer, paso la mitad de mi vida pidiéndote disculpas por una cosa u otra —le dijo al oído—. Esto tiene que acabar. Temo que se te suba a la cabeza y deba pasar el resto de mi vida disculpándome por naderías.
—Pero yo no estaré contigo el resto de tu vida, ¿no es así, Joe? —preguntó _______, con dulzura, aprovechando el pie—. Tarde o temprano me dejarás ir.
Por un instante, los ojos de Joe brillaron. Sepultó el rostro en el pelo resplandeciente de la joven y aspiró la suave fragancia, pero no respondió.
—Joe, ¿cuándo me dejarás ir? —probó, con suavidad.
—Cuando esté dispuesto. —La respuesta fue cortante—. En Cádiz, no parecías tan ansiosa por dejarme, si recuerdas, aunque tuviste una oportunidad.
—Los otros prisioneros fueron liberados en Cádiz —le recordó ella—. Pero tú pensabas retenerme aun antes de ser herido. ¿Por qué no querías dejarme ir con ellos?
—Porque tengo una extraña afición por el sabor de tu piel, mi bella arpía. Me propongo no dejarte ir hasta estar plenamente satisfecho.
Los ojos de Joe la miraron con lascivia, pero el resto del rostro se mantuvo en guardia. ________ empezó a sentir que estaba progresando.
—Dulce, la pierna no me duele tanto como otras partes de mi cuerpo —rió.
—El remedio está en tus propias manos —replicó la joven sin la menor simpatía cuando captó el significado de la insinuación—. Déjame levantarme.
—Prefiero otra solución —refunfuñó él, acariciándola con gestos insinuantes.
_______ negó con la cabeza, sin atreverse a eludir los dedos que la acariciaban. Ya no estaba de humor para más desafíos verbales. Rodeó con un brazo la nuca de Joe y le echó la cabeza hacia atrás para depositar un beso suave en la mejilla áspera. ¡Que pensara en eso también!
—Capitán, yo sé muy bien que ladras más de lo que muerdes. Ahora, déjame ir, que tengo mucho que hacer.
La expresión de los ojos de Joe se entibió. Ese beso fue el primer gesto espontáneo de afecto de parte de _______ y le aceleró latidos del corazón . Se sintió como un escolar enamorado. De algún modo, esta mujercita menuda y suave estaba logrando hacerle sentir cosas que, en el pasado, habría desdeñado. La experiencia no le agradaba en absoluto, pero no podía hacer nada al respecto. Ya había intentado sacársela de la cabeza por todos los medios que se le ocurrieron y había fracasado.
________ se retorció entre sus brazos, con los ojos muy abiertos ante su expresión arrobada.
—Joe, ¿sucede algo malo?—ronroneó.
Por un momento, los ojos del hombre la contemplaron aturdidos, como si no pudiese recuperar la cordura. Luego, la mirada se enfocó en el rostro de la joven e inclinó la cabeza para devolverle el beso en la dulce boca. Estaba seguro de que esa muchacha no era como las otras. Carecía de tretas y mañas femeninas tanto como una recién nacida.
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