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Pasion en la Isla (Joe y tu)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Pasion en la Isla (Joe y tu)
Capitulo 5
A la mañana siguiente Joe se despertó sintiéndose más vivo que nunca en muchos meses. Se estiró, bostezó, y al hacerlo tomó contacto con el cuerpo suave acurrucado como un ovillo en el otro borde del camastro. "Hasta en sueños", pensó, "se aparta de mí lo más posible. Pero yo cambiaré eso", se prometió. Llegaría el día en que _______ desearía su cuerpo tanto como él el de ella. "Y tengo que admitir que lo deseo demasiado." Incluso en ese momento, sabiendo que el barco y el mar lo esperaban, tuvo que emplear todo su control para no rodar sobre ese precioso trasero y desahogar su lascivia entre las piernas de la muchacha. Joe rió entre dientes: debía de estar poniéndose viejo. Siempre había oído decir que, al llegar a la edad mediana, los hombres empezaban a desear a chicas lo bastante jóvenes para ser sus hijas. Si lo que sentía era propio de la edad mediana... bienvenido. ¡Por ahora, era fantástico!
Movió la mano bajo las mantas, pero las retiró antes de llegar al objetivo. ¡Ya era suficiente! Tenía un barco que comandar. Los hombres creerían que se había ablandado y que haraganeaba en la cama hasta que el sol estaba alto. Era la primera vez que dormía después del alba desde que se había hecho a la mar, cuando tenía dieciséis años. La idea lo hizo fruncir el entrecejo. Las mujeres debían de ser la perdición de muchos hombres. Tendría que estar alerta para que la fascinación que ejercía en él esa zorrita no se le escapara de las manos. Aunque no es probable, se tranquilizó. Se había acostado con muchas mujeres, en su mayoría adorables, y todas mucho más expertas en complacer a un hombre que la chiquilla que estaba junto a él. Y, si había sido más tierno con ella que con las otras, se debía a que esta era más joven y tierna. Era natural que hubiese sentido culpa y remordimiento al ver los magullones.
¡Al fin y al cabo, podría suceder que le impidieran gozar y nada importaba más que eso! "Espera que lleguemos a Cádiz, donde me espera cierta viuda alegre y me desharé para siempre de la pequeña arpía", pensó. "Igual que el exceso de whisky, una atracción sexual
intensa se curaba con otra. Y cualquier mujer servirá."
En la puerta del camarote sonó un golpe discreto. Joe saltó del camastro. Lo último que quería era que lo sorprendieran acostado, soñando despierto, como cualquier mozo enfermo de amor. Se apresuró a ponerse los pantalones, los abotonó, se puso la camisa y preguntó con brusquedad:
—¿Qué pasa?
La puerta se abrió unos centímetros y por la abertura apareció la cabeza de Nick, Al ver a Joe ceñudo, con el cabello erizado y el aspecto evidente de recién levantado, abrió más los ojos, sorprendido, y su expresión de asombro hizo que el entrecejo de Joe se hiciera más profundo.
—¿Y bien?
—Lo lamento, capitán —dijo Nick, conteniendo una sonrisa—. La tripulación estaba preocupada por usted. Algunos oyeron todo el barullo que salía de acá anoche y... eh... bueno, pensaron que tal vez la mujer lo había matado. Como no vino a cubierta esta mañana, señor...
—Muy gracioso —dijo Joe, con tono acre—. A cualquiera que esté interesado, puedes decirle que todavía estoy vivo. Y si tú no borras esa estúpida sonrisa de tu cara, muy pronto dejarás de estada
—¡Sí, señor capitán!
Mientras retrocedía, ________ reía abiertamente. Luego se interrumpió.
—¡Ah, dicho sea de paso, capitán, ese ojo está muy amoratado...![/size]
—¡Fuera de aquí! —vociferó Joe. _______ salió corriendo.
—¿Pasa algo malo? —preguntó _______, a la que habían despertado los gritos de Joe y trataba de sentarse en la cama.
Joe la miró, ceñudo: la larga melena dorada que caía en ondas brillantes sobre la desnudez de la muchacha y los ojos de color zafiro grandes como platos eran de una belleza que quitaba el aliento. Sólo mirar esos montes suaves de los pechos, casi por completo descubiertos sobre la manta, hizo subir la temperatura de Joe. ¡Por Dios, cuánto la deseaba! ¡Tanto, que le dolían los músculos! De pronto, Joe comprendió que tendría que deshacerse de ella lo antes posible, pues de lo contrario se metería en graves dificultades
—No. Sigue durmiendo. —Respondió con tono cortante, irritado de que tuviese la capacidad de perturbarlo.
La noche anterior había estado a punto de lograr que él admitiese, como si fuera un pobre enamorado, que lamentaba haberle pegado... ¡cuando ella había provocado todos los golpes y más también! Quizá la mujerzuela fuese la bruja que él la había acusado de ser; no era imposible. A fin de cuentas, esas cosas pasaban y Joe comenzaba a creer que tenía todos los síntomas de un hombre perseguido por el demonio.
—¿Qué miras? —le preguntó, hostil, al ver que los ojos azules se abrían más grandes aún al contemplarlo.
—Tu... tu cara —murmuró, al tiempo que una sonrisa temblorosa le asomaba a las comisuras de los labios.
—¿Qué diablos tiene mi cara de divertido? Joe giró para buscar un espejo pequeño que usaba cuando se afeitaba. Ahora que lo pensaba, Nick había hablado de un ojo amoratado. Se palpó el ojo izquierdo y lo sintió un poco hinchado. Pero ya había tenido ojos morados y nunca le dio demasiada importancia. Tenía la piel tan curtida por el sol y el viento del mar, que hacía falta un golpe muy potente para dejarle un magullón. Encontró el espejo y se miró. Lo que vio lo dejó abrumado: ¡parecía el perdedor en una pelea gigante contra veinte hombres!
Alrededor del ojo tenía sombras purpúreas que se iban oscureciendo y ya se veían matices de un enfermizo verde amarillento. Tres largos rasguños le cruzaban la mejilla y ahora advertía que le palpitaba la mano donde la perra lo había mordido. ¡Hasta sentía el hombro dolorido!
Lanzó a _______ una mirada torva, mientras ella intentaba, sin mucho éxito, contener la risa.
—Así que te parece muy divertido, ¿verdad, señorita? —refunfuñó, avanzando hacia ________ con aire amenazador.
______ dio un alarido e intentó saltar de la cama, pero los brazos fuertes del capitán la aferraron a cada lado, impidiéndole moverse.
—No. ¡Oh, no...! —exclamó ella, con voz trémula sin reprimir la risa—. Lo siento —dijo, entre espasmos—. ¡Yo...no puedo evitarlo!
—Si te llevara a cubierta y exhibiese tus heridas, no reirías mucho tiempo —la amenazó Joe, en tono áspero, sabiendo mientras lo decía que él mismo no soportaría que los ojos de otros hombres recorriesen la desnudez de ________.
—¡No serías capaz! —barbotó ________, haciendo un ademán instintivo hacia su parte posterior.
—Sería capaz —le advirtió.
—No... no me reiré más —prometió, pero rompió en otra oleada incontenible de carcajadas al echar otro vistazo al rostro golpeado de Joe.
—Mujerzuela —dijo el hombre, pero sin convicción. Se apartó de la muchacha y se sentó en el borde del camastro para ponerse las botas altas.
—Joe —se atrevió a decir ________, cuando por fin la risa se calmó un tanto—, no quise lastimarte... si bien quise hacerlo... ahora... ahora lo siento. En serio.
—¿Sí? —Joe se dio la vuelta y la miró, suspicaz. ________ sintió que el corazón le daba un vuelco al ver la expresión en los ojos del hombre
—S-sí.
Ni la misma ________ estaba segura de ser franca o no. Tal vez sí, pero también podía ser una treta para que él bajara las defensas. Ese hombre le había provocado tal torbellino de emociones que no tenía claro qué sentía.
—Demuéstrala
—¿C-cómo?
—Besando mejor. —Aunque la expresión de los ojos grises era divertida, en el fondo ardía una llamita.
—Yo... yo... está bien. —Tenía un extraño encanto la idea de recibir un beso de ese hombre con el que había compartido tales intimidades la noche anterior. Sumisa, _______ alzó el rostro,cerró los ojos y compuso un mohín con los labios sonrosados, en posición apta para un beso. Joe rió.
—Quise decir que tú me dieras un beso, chiquilla, y no al revés.
—Ah...
________ se balanceó sobre los talones, pensando a toda velocidad. La sorprendió descubrir que le gustaba la idea de posar la boca sobre las heridas del capitán, de aliviarlas con sus labios. El juego se tornaba peligroso, ya no sabía si quería ganar o perder, ni qué quería decir perder o ganar en este caso. "Pero cualquier cosa que lo ablande será provechosa", pensó.
"Entonces, darle un beso por propia voluntad servirá a mis planes." Se arrodilló junto a Joe, que todavía estaba sentado en el borde de la cama, sin soltar la manta en que estaba envuelta. Los ojos del hombre se oscurecieron cuando los brazos tersos de ________ le rodearon el cuello. ________ sintió, sorprendida, que su propio corazón apresuraba sus latidos. "No tiene sentido que olvide mis propósitos", se advirtió a sí misma, mientras se acercaba más. "Esto es parte de una venganza..."
Primero, depositó una lluvia de besos suaves sobre el ojo y luego recorrió los rasguñones de las mejillas. Sintió la piel dura y firme bajo la boca, con sabor a sal del mar y aroma a hombre.
Empezaba a gustarle ese olor...
De pronto los brazos de Joe la rodearon y enredó la mano en los cabellos de ________ para atraer la boca de ella hacia sí. Los labios de Joe devoraron hambrientos esa boca y luego se quedaron inmóviles, dejando que ella tomara la iniciativa. ________ abrió los labios apoyados en los de él pero Joe siguió sin moverse, controlando sus emociones, dejando que ella aprendiera por sí misma lo que necesitaba saber acerca de los besos. La lengua pequeña de la muchacha lamió la del hombre con timidez y se retiró de prisa. La reacción física de Joe fue tan intensa que le dolió: lo que más deseaba era tenderla otra vez sobre las almohadas y hacerle el amor hasta que perdiese el aliento. Pero no quería asustarla... Atónito, comprendió que la idea de la violación ya no le parecía tan satisfactoria como antes. La quería por entero, dispuesta y voluntariosa.
—Señorita —se oyó la voz de Petersham al otro lado de la puerta y se apartaron bruscamente.
"Maldición", pensó Joe, frustrado, pero luego reconoció que era mejor, pues esa moza comenzaba a metérsele bajo la piel. Tenía que salir al aire libre, donde podría darle cierta perspectiva a lo que ella lo hacía sentir. Saltó del camastro, lanzó una mirada fugaz hacia _______ por encima del hombro y se encaminó a zancadas hacia la puerta. La boca de la muchacha esbozaba una irritante sonrisa de Mona Lisa. Parecía muy satisfecha consigo misma y Joe se preguntó si no estaría burlándose de él...
—Tendría que arrojarte sobre la borda —dijo, remarcando las palabras, con cierto matiz de seriedad—. El único modo de matar a una bruja es ahogarla.
—No serviría de nada: las brujas flotan.
Última edición por ♫ Laura Jonas ♥ el Vie 06 Abr 2012, 12:06 am, editado 1 vez
♫ Laura Jonas ♥
Re: Pasion en la Isla (Joe y tu)
Le hizo una mueca traviesa pero Joe ni siquiera sonrió.
—¡Amo Joe! ¡Eh, capitán! No sabía que todavía estaba en el camarote. ¿Se siente mal? —exclamó Petersham, ruborizado, cuando Joe abrió la puerta de par en par.
Al ver el rostro magullado del capitán, adoptó una expresión de asombro, pero se apresuró a contener la exclamación que pugnaba por salir de su boca. Era mejor ignorar ciertas cosas.
—No, no me siento mal —respondió Joe, con sequedad, mirando ceñudo a Petersham.
"Es muy obvio lo que piensa ese viejo tonto", se dijo.
—Esta mañana tenia ciertos... eh... asuntos que era mejor atender a puertas cerradas.
—Lo entiendo, señor.
Petersham se permitió una sonrisa fugaz. Joe ahogó una maldición, pasó junto al mayordomo y desapareció.
—Le traje el desayuno, señorita.
Vacilante, Petersham entró en el camarote. Después de ver las heridas del amo Joe, detestaba mirar a la señorita ________. El amo era fuerte y tenía un carácter difícil, y no habría tomado a la ligera que lo atacasen de ese modo. Cuando menos, esperaba que la muchacha también tuviese marcas, pero se sintió aturdido cuando vio que ________ le sonreía con descaro.
—Buen día, Petersham. Estoy hambrienta. ¿Qué me ha traído de comer?
Petersham dispuso la comida ante ella, todavía confuso.
Por lo que sabía, el capitán no tenía el menor escrúpulo en darle un buen bofetón a una mujer, si creía que lo merecía. Y, si alguna lo hubiese marcado como la señorita _________, sabía, conociéndolo, que le pagaría con la misma moneda. En lo que se refería a esa chica, se mostraba blando. Reflexionó al respecto, pero la única conclusión posible le pareció ridícula.
—Petersham —lo llamó _______ cuando se disponía a retirarse para dejarla tomar el desayuno tranquila—. Me gustaría
tener mis otros baúles, por favor. Por fin se me permite salir a tomar el aire. —Mientras hablaba, esbozó una sonrisa luminosa.
—Seguro, señorita —respondió Petersham, completamente confundido—. Haré que se los traigan. Eh... con permiso del capitán, por supuesto.
—Por supuesto —admitió _______, con voz dulce.
Si todo marchaba bien, pronto el capitán aceptaría cualquier cosa que ella deseara. ¡Cuánto le gustaba eso! ¡Y cómo lo
haría arrastrarse!.
Los mismos marineros que habían llevado la bañera la noche anterior acarrearon los baúles y aunque fueron muy respetuosos ________ se sintió abatida por las sonrisas suspicaces que le dirigieron cuando les agradeció. "¿Qué será lo que les divierte?", se preguntó, luego de comprobar si estaba bien cubierta. Lo estaba. _______ sacudió la cabeza y dejó de lado la cuestión. En el mejor de los casos, los hombres eran seres extraños.
Pasó la hora siguiente acomodando la ropa. Plegó con cuidado las prendas interiores y las metió en el guardarropas. Tuvo que apartar algunas camisas de Joe para hacer lugar y se encogió de hombros mientras las metía dentro de un baúl: estaba segura de que al capitán no le molestaría. No era muy meticuloso con su ropa. Colgó algunos vestidos que no estaban demasiado arrugados y arrojó el resto a los pies de la cama hasta que los plancharan... si es que el Margarita tenía
algo tan civilizado como una plancha... Al parecer, lo único que pretendía Joe de su ropa era que estuviese limpia y, en ocasiones, tampoco eso le preocupaba demasiado
Un vestido de día de muselina blanca, salpicado de diminutas hojas color verde menta, era el menos arrugado y _______ decidió que le iría muy bien. Se sujetaba a la cintura con una faja de seda verde que se ataba atrás con un moño enorme y lo combinó con pequeñas sandalias verdes. A su juicio, el sombrero añadía el toque justo. Se miró en el espejo y aprobó lo que veía. El verde suave del sombrero acentuaba el cabello dorado y hacía resaltar el azul de los ojos. La sencillez del vestido llamaba la atención hacia la cintura diminuta de ________ y las curvas rotundas encima y debajo. "Sin duda, Joe quedará aturdido", pensó. "Y aturdirlo forma parte de mi plan."
El capitán la había poseído dos veces durante la noche y, para ser sincera, debía admitir que tenía razón: era mejor a medida que se repetía. Aun así, le causaba resentimiento la idea de que pudiese tomarla, le gustara a ella o no. E1 orgullo exigía que ________ lo pusiese de rodillas e hiciera todo lo posible para que se enamorase de ella.
Ya había pasado el mediodía cuando se aventuró a salir a cubierta y el sol estaba directamente sobre su cabeza. La luminosidad la hizo cerrar los ojos unos instantes v luego levantó la cara hacia el sol, disfrutando la fuerza de los rayos sobre la piel. Abrió los ojos y vio un cielo perfecto, con nubes blancas que huían por el cielo como ovejitas. Una brisa punzante refrescaba el aire. El Margarita se balanceaba arriba y abajo como la cuna de un bebé, los aparejos restallaban en el viento, las maderas crujían. De repente _________ se sintió maravillosamente. ¡Era magnífico estar otra vez en el bullicio de la vida!
—Lady _________.
_________ se volvió y vio al joven que se había negado a ayudarla cuando la llevaron a bordo. Había oído que Jon lo llamaba Nick. El buen humor de la muchacha se enfrió un poco, pues la presencia del joven era un recordatorio de que, a fin de cuentas, ella no era más que una prisionera en el barco y dependía de las órdenes y de la buena voluntad del capitán. Al pensar en ello echó la cabeza atrás, con los ojos azules relampagueantes: "No por mucho tiempo", se prometió.
—Señora, el capitán le envía sus cumplidos y todo eso, y le ruega que se reúna con él en el alcázar. Dice que ahí el aire es más saludable para una dama joven.
________ lo miró altanera: la última vez que se dirigió a ella no estaba ni por asomo tan preocupado por el bienestar de la prisionera. ¡En realidad la había dejado directamente en las fauces del león proverbial! Desde aquel momento _______ había aprendido que, si bien el león era feroz, no era tan temible como parecía. Y la protección de ese león le permitía hacer caso omiso de la persecución de otras fieras menores, como el hombre que estaba ante ella.
Con toda deliberación apartó el rostro, como si de pronto la afectara una aguda sordera y dejó vagar la mirada alrededor. Los marineros interrumpieron las tareas y la contemplaban como lo haría una jauría ante un hueso muy jugoso. Bajo las miradas de tantos ojos lascivos, _______ se estremeció: ¡lo que tenían en mente era obvio! Si no contara con la protección de Joe, estaba convencida de que se la pasarían de mano en mano como una golosina. Comparado con lo que podría haberle sucedido, su destino era casi tolerable.
—Milady —comenzó Harry, desesperado, pero lo interrumpió un grito colérico desde el alcázar.
—¡Harry! Deja de parlotear y tráela aquí. ¡Y vosotros, los demás, volved al trabajo! ¡Tendréis tiempo de sobra para estar
con mujeres cuando toquemos puerto!
—¡Sí, capitán! La cuestión es si encontraremos un bombón como ése. ¡Es mucho mejor acostarse con una tigresa que con una gata doméstica! ¿No es así, muchachos?
Un coro de hurras y gruñidos saludó la humorada. Al alzar la vista hacia donde estaba el capitán, _________ advirtió, irritada, que hasta él reía. ¡Todos eran unos animales crueles y su grosería le revolvía el estómago! Sin duda la tripulación había adivinado la verdadera causa de las marcas que Joe llevaba en el rostro y durante un tiempo hicieron bromas con doble sentido. "¡Bueno, que piensen lo que quieran! ¡No permitiré que una banda de piratas me avergüence!"
De pronto, al ver a ________ en toda su gloria, con el vestido escotado y delgado como el aire, Joe frunció el entrecejo y ella le retribuyó la misma expresión. ¡Cómo tenía la audacia de permitir que sus hombres la hicieran objeto de bromas sucias! Lo miró con altanería y subió los peldaños de madera. Con expresión severa, Joe la observó acercarse, con las piernas abiertas para mantener el equilibrio en el constante balanceo del barco, las manos aferradas
a la barandilla. La brisa había desordenado los cabellos oscuros. El sol resplandecía en los tocones de barba negriazul que le oscurecía las mejillas. Llevaba una camisa blanca con desgarrones, abierta hasta la cintura, el pecho húmedo de sudor expuesto a la brisa. En la faja que le ceñía la cintura esbelta llevaba pistolas y un cuchillo largo y las piernas fuertes estaban metidas en apretados pantalones negros. "¡Gracias a Dios, el día que me arrebató del Anna Creer no tenía un aspecto tan temible!", se dijo _______, "pues de lo contrario me habría asustado de muerte!"
—Parece un pirata —lo acusó, al aproximarse a él en el alcázar.
—Lo soy —respondió Joe, con sequedad—. Y harías bien en recordarlo, dulce, si no quieres obligarme a que te lo recuerde.
La dura advertencia amilanó a ________. Después de la gentileza con que la había tratado esa mañana y la pasión con que le
había hecho el amor por la noche, la joven confiaba en que pronto Joe comería de su mano y, de pronto, no estaba tan segura. El capitán había tenido experiencia con muchas mujeres; ¿acaso el cuerpo inexperto de _________ tendría la fuerza suficiente para dominar la relación? No lo sabía. Era el único as que tenia y no le quedaba otra alternativa que jugárselo.
Lo miró con coquetería pero la irritó comprobar que no le prestaba atención a ella sino a algo que estaba en un punto
lejano del horizonte.
—¿Buscas a mis salvadores? —lo aguijoneó. Joe le lanzó una mirada fugaz e inexpresiva y luego la desvió hacia el horizonte
—Tus "salvadores", como los llamas, nos perdieron de vista en la tormenta. Hace días que no vemos rastros de ellos. Y
como ahora el Margarita tomó un curso completamente diferente al de ellos la última vez que posaron los ojos sobre nosotros, no tengo esperanzas de librarme de ti de un modo tan satisfactorio.
—Si estás tan ansioso de librarte de mí, ¿por qué no me has lanzado a la deriva en uno de esos botes, la primera noche? Estoy segura de que a la Armada Real le habría encantado recogerme.
—Ocurre que aquella primera noche yo tenía otras intenciones hacia ti.
La mirada que le dedicó no dejó dudas a ________ del significado de la frase. Con las mejillas encendidas, la muchacha miró alrededor para comprobar si alguien podía oírlos. Sólo Nick y un marino viejo y robusto estaban cerca, ambos concentrados en sus tareas. Sin embargo, algo en sus expresiones indicó a _________ que escuchaban con sumo interés lo que Joe y ella hablaban.
—He notado que demuestras demasiado interés por los demás cautivos.
Las palabras de Joe la hicieron volver la vista.
—Yo... por supuesto que me preocupan —mintió. A decir verdad, estaba demasiado preocupada por su propia seguridad
para afligirse demasiado por tres personas casi extrañas, pero eso Joe lo ignoraba.
—Me limité a suponer que, como esperas obtener una gran suma de dinero de su rescate, por tu propio interés te ocuparías
de mantenerlos sanos y salvos. ¿Estoy equivocada?
—No, gatita mía —murmuró el capitán—. No te has equivocado, pero sí tienes la lengua un poco afilada. Eso pronto
podrá remediarlo un encuentro con otro gato.
Ese inexplicable cambio de actitud desconcertó a ________. ¿Qué le pasaría? No habían peleado. ¿Estaría enfadado por algo que ella ignoraba? ¡Bien, prefería soportar el gato de nueve colas antes que pedirle cuartel!
—Haga lo que estime necesario, capitán —dijo, en tono frió—. ¡Siempre supe que los piratas eran una especie temible por lo cruel y sanguinaria!
—¿Y nunca te dijeron, mi lady, que el orgullo precedía a la caída? —La voz del capitán fue dura—. Un solo golpe del gato
sobre tu espalda desnuda bastaría para que te arrastraras de rodillas implorando piedad.
—En ese caso usted no obtendría placer, ¿no es así, capitán? ________ sonrió triunfal, sabiendo que lo tenía atrapado en
eso: no podía darle latigazos, pues si lo hacía luego no podría acostarse con ella. La protección de la muchacha residía en el
egoísmo y la lascivia del mismo bribón.
—¿No es así?
El sonrió, mirándola a los ojos.
—En realidad, que recibas latigazos no arruinaría demasiado mi placer. Es cierto que para ti sería algo doloroso, aunque los piratas no nos distinguimos por preocuparnos demasiado por la comodidad de nuestros prisioneros.
—¡Tú...! —comenzó _______, acalorada, pero se interrumpió de golpe al ver que Nick se acercaba a ellos.
Joe le lanzó una mirada impaciente y Harry pareció incómodo.
—Perdone, capitán, es hora de que saquemos a los prisioneros para que hagan ejercicios. ¿Me encargo de eso?
—Sí —respondió Joe, con brusquedad, y giró para que su ancha espalda quedase frente a __________,
—¡Amo Joe! ¡Eh, capitán! No sabía que todavía estaba en el camarote. ¿Se siente mal? —exclamó Petersham, ruborizado, cuando Joe abrió la puerta de par en par.
Al ver el rostro magullado del capitán, adoptó una expresión de asombro, pero se apresuró a contener la exclamación que pugnaba por salir de su boca. Era mejor ignorar ciertas cosas.
—No, no me siento mal —respondió Joe, con sequedad, mirando ceñudo a Petersham.
"Es muy obvio lo que piensa ese viejo tonto", se dijo.
—Esta mañana tenia ciertos... eh... asuntos que era mejor atender a puertas cerradas.
—Lo entiendo, señor.
Petersham se permitió una sonrisa fugaz. Joe ahogó una maldición, pasó junto al mayordomo y desapareció.
—Le traje el desayuno, señorita.
Vacilante, Petersham entró en el camarote. Después de ver las heridas del amo Joe, detestaba mirar a la señorita ________. El amo era fuerte y tenía un carácter difícil, y no habría tomado a la ligera que lo atacasen de ese modo. Cuando menos, esperaba que la muchacha también tuviese marcas, pero se sintió aturdido cuando vio que ________ le sonreía con descaro.
—Buen día, Petersham. Estoy hambrienta. ¿Qué me ha traído de comer?
Petersham dispuso la comida ante ella, todavía confuso.
Por lo que sabía, el capitán no tenía el menor escrúpulo en darle un buen bofetón a una mujer, si creía que lo merecía. Y, si alguna lo hubiese marcado como la señorita _________, sabía, conociéndolo, que le pagaría con la misma moneda. En lo que se refería a esa chica, se mostraba blando. Reflexionó al respecto, pero la única conclusión posible le pareció ridícula.
—Petersham —lo llamó _______ cuando se disponía a retirarse para dejarla tomar el desayuno tranquila—. Me gustaría
tener mis otros baúles, por favor. Por fin se me permite salir a tomar el aire. —Mientras hablaba, esbozó una sonrisa luminosa.
—Seguro, señorita —respondió Petersham, completamente confundido—. Haré que se los traigan. Eh... con permiso del capitán, por supuesto.
—Por supuesto —admitió _______, con voz dulce.
Si todo marchaba bien, pronto el capitán aceptaría cualquier cosa que ella deseara. ¡Cuánto le gustaba eso! ¡Y cómo lo
haría arrastrarse!.
Los mismos marineros que habían llevado la bañera la noche anterior acarrearon los baúles y aunque fueron muy respetuosos ________ se sintió abatida por las sonrisas suspicaces que le dirigieron cuando les agradeció. "¿Qué será lo que les divierte?", se preguntó, luego de comprobar si estaba bien cubierta. Lo estaba. _______ sacudió la cabeza y dejó de lado la cuestión. En el mejor de los casos, los hombres eran seres extraños.
Pasó la hora siguiente acomodando la ropa. Plegó con cuidado las prendas interiores y las metió en el guardarropas. Tuvo que apartar algunas camisas de Joe para hacer lugar y se encogió de hombros mientras las metía dentro de un baúl: estaba segura de que al capitán no le molestaría. No era muy meticuloso con su ropa. Colgó algunos vestidos que no estaban demasiado arrugados y arrojó el resto a los pies de la cama hasta que los plancharan... si es que el Margarita tenía
algo tan civilizado como una plancha... Al parecer, lo único que pretendía Joe de su ropa era que estuviese limpia y, en ocasiones, tampoco eso le preocupaba demasiado
Un vestido de día de muselina blanca, salpicado de diminutas hojas color verde menta, era el menos arrugado y _______ decidió que le iría muy bien. Se sujetaba a la cintura con una faja de seda verde que se ataba atrás con un moño enorme y lo combinó con pequeñas sandalias verdes. A su juicio, el sombrero añadía el toque justo. Se miró en el espejo y aprobó lo que veía. El verde suave del sombrero acentuaba el cabello dorado y hacía resaltar el azul de los ojos. La sencillez del vestido llamaba la atención hacia la cintura diminuta de ________ y las curvas rotundas encima y debajo. "Sin duda, Joe quedará aturdido", pensó. "Y aturdirlo forma parte de mi plan."
El capitán la había poseído dos veces durante la noche y, para ser sincera, debía admitir que tenía razón: era mejor a medida que se repetía. Aun así, le causaba resentimiento la idea de que pudiese tomarla, le gustara a ella o no. E1 orgullo exigía que ________ lo pusiese de rodillas e hiciera todo lo posible para que se enamorase de ella.
Ya había pasado el mediodía cuando se aventuró a salir a cubierta y el sol estaba directamente sobre su cabeza. La luminosidad la hizo cerrar los ojos unos instantes v luego levantó la cara hacia el sol, disfrutando la fuerza de los rayos sobre la piel. Abrió los ojos y vio un cielo perfecto, con nubes blancas que huían por el cielo como ovejitas. Una brisa punzante refrescaba el aire. El Margarita se balanceaba arriba y abajo como la cuna de un bebé, los aparejos restallaban en el viento, las maderas crujían. De repente _________ se sintió maravillosamente. ¡Era magnífico estar otra vez en el bullicio de la vida!
—Lady _________.
_________ se volvió y vio al joven que se había negado a ayudarla cuando la llevaron a bordo. Había oído que Jon lo llamaba Nick. El buen humor de la muchacha se enfrió un poco, pues la presencia del joven era un recordatorio de que, a fin de cuentas, ella no era más que una prisionera en el barco y dependía de las órdenes y de la buena voluntad del capitán. Al pensar en ello echó la cabeza atrás, con los ojos azules relampagueantes: "No por mucho tiempo", se prometió.
—Señora, el capitán le envía sus cumplidos y todo eso, y le ruega que se reúna con él en el alcázar. Dice que ahí el aire es más saludable para una dama joven.
________ lo miró altanera: la última vez que se dirigió a ella no estaba ni por asomo tan preocupado por el bienestar de la prisionera. ¡En realidad la había dejado directamente en las fauces del león proverbial! Desde aquel momento _______ había aprendido que, si bien el león era feroz, no era tan temible como parecía. Y la protección de ese león le permitía hacer caso omiso de la persecución de otras fieras menores, como el hombre que estaba ante ella.
Con toda deliberación apartó el rostro, como si de pronto la afectara una aguda sordera y dejó vagar la mirada alrededor. Los marineros interrumpieron las tareas y la contemplaban como lo haría una jauría ante un hueso muy jugoso. Bajo las miradas de tantos ojos lascivos, _______ se estremeció: ¡lo que tenían en mente era obvio! Si no contara con la protección de Joe, estaba convencida de que se la pasarían de mano en mano como una golosina. Comparado con lo que podría haberle sucedido, su destino era casi tolerable.
—Milady —comenzó Harry, desesperado, pero lo interrumpió un grito colérico desde el alcázar.
—¡Harry! Deja de parlotear y tráela aquí. ¡Y vosotros, los demás, volved al trabajo! ¡Tendréis tiempo de sobra para estar
con mujeres cuando toquemos puerto!
—¡Sí, capitán! La cuestión es si encontraremos un bombón como ése. ¡Es mucho mejor acostarse con una tigresa que con una gata doméstica! ¿No es así, muchachos?
Un coro de hurras y gruñidos saludó la humorada. Al alzar la vista hacia donde estaba el capitán, _________ advirtió, irritada, que hasta él reía. ¡Todos eran unos animales crueles y su grosería le revolvía el estómago! Sin duda la tripulación había adivinado la verdadera causa de las marcas que Joe llevaba en el rostro y durante un tiempo hicieron bromas con doble sentido. "¡Bueno, que piensen lo que quieran! ¡No permitiré que una banda de piratas me avergüence!"
De pronto, al ver a ________ en toda su gloria, con el vestido escotado y delgado como el aire, Joe frunció el entrecejo y ella le retribuyó la misma expresión. ¡Cómo tenía la audacia de permitir que sus hombres la hicieran objeto de bromas sucias! Lo miró con altanería y subió los peldaños de madera. Con expresión severa, Joe la observó acercarse, con las piernas abiertas para mantener el equilibrio en el constante balanceo del barco, las manos aferradas
a la barandilla. La brisa había desordenado los cabellos oscuros. El sol resplandecía en los tocones de barba negriazul que le oscurecía las mejillas. Llevaba una camisa blanca con desgarrones, abierta hasta la cintura, el pecho húmedo de sudor expuesto a la brisa. En la faja que le ceñía la cintura esbelta llevaba pistolas y un cuchillo largo y las piernas fuertes estaban metidas en apretados pantalones negros. "¡Gracias a Dios, el día que me arrebató del Anna Creer no tenía un aspecto tan temible!", se dijo _______, "pues de lo contrario me habría asustado de muerte!"
—Parece un pirata —lo acusó, al aproximarse a él en el alcázar.
—Lo soy —respondió Joe, con sequedad—. Y harías bien en recordarlo, dulce, si no quieres obligarme a que te lo recuerde.
La dura advertencia amilanó a ________. Después de la gentileza con que la había tratado esa mañana y la pasión con que le
había hecho el amor por la noche, la joven confiaba en que pronto Joe comería de su mano y, de pronto, no estaba tan segura. El capitán había tenido experiencia con muchas mujeres; ¿acaso el cuerpo inexperto de _________ tendría la fuerza suficiente para dominar la relación? No lo sabía. Era el único as que tenia y no le quedaba otra alternativa que jugárselo.
Lo miró con coquetería pero la irritó comprobar que no le prestaba atención a ella sino a algo que estaba en un punto
lejano del horizonte.
—¿Buscas a mis salvadores? —lo aguijoneó. Joe le lanzó una mirada fugaz e inexpresiva y luego la desvió hacia el horizonte
—Tus "salvadores", como los llamas, nos perdieron de vista en la tormenta. Hace días que no vemos rastros de ellos. Y
como ahora el Margarita tomó un curso completamente diferente al de ellos la última vez que posaron los ojos sobre nosotros, no tengo esperanzas de librarme de ti de un modo tan satisfactorio.
—Si estás tan ansioso de librarte de mí, ¿por qué no me has lanzado a la deriva en uno de esos botes, la primera noche? Estoy segura de que a la Armada Real le habría encantado recogerme.
—Ocurre que aquella primera noche yo tenía otras intenciones hacia ti.
La mirada que le dedicó no dejó dudas a ________ del significado de la frase. Con las mejillas encendidas, la muchacha miró alrededor para comprobar si alguien podía oírlos. Sólo Nick y un marino viejo y robusto estaban cerca, ambos concentrados en sus tareas. Sin embargo, algo en sus expresiones indicó a _________ que escuchaban con sumo interés lo que Joe y ella hablaban.
—He notado que demuestras demasiado interés por los demás cautivos.
Las palabras de Joe la hicieron volver la vista.
—Yo... por supuesto que me preocupan —mintió. A decir verdad, estaba demasiado preocupada por su propia seguridad
para afligirse demasiado por tres personas casi extrañas, pero eso Joe lo ignoraba.
—Me limité a suponer que, como esperas obtener una gran suma de dinero de su rescate, por tu propio interés te ocuparías
de mantenerlos sanos y salvos. ¿Estoy equivocada?
—No, gatita mía —murmuró el capitán—. No te has equivocado, pero sí tienes la lengua un poco afilada. Eso pronto
podrá remediarlo un encuentro con otro gato.
Ese inexplicable cambio de actitud desconcertó a ________. ¿Qué le pasaría? No habían peleado. ¿Estaría enfadado por algo que ella ignoraba? ¡Bien, prefería soportar el gato de nueve colas antes que pedirle cuartel!
—Haga lo que estime necesario, capitán —dijo, en tono frió—. ¡Siempre supe que los piratas eran una especie temible por lo cruel y sanguinaria!
—¿Y nunca te dijeron, mi lady, que el orgullo precedía a la caída? —La voz del capitán fue dura—. Un solo golpe del gato
sobre tu espalda desnuda bastaría para que te arrastraras de rodillas implorando piedad.
—En ese caso usted no obtendría placer, ¿no es así, capitán? ________ sonrió triunfal, sabiendo que lo tenía atrapado en
eso: no podía darle latigazos, pues si lo hacía luego no podría acostarse con ella. La protección de la muchacha residía en el
egoísmo y la lascivia del mismo bribón.
—¿No es así?
El sonrió, mirándola a los ojos.
—En realidad, que recibas latigazos no arruinaría demasiado mi placer. Es cierto que para ti sería algo doloroso, aunque los piratas no nos distinguimos por preocuparnos demasiado por la comodidad de nuestros prisioneros.
—¡Tú...! —comenzó _______, acalorada, pero se interrumpió de golpe al ver que Nick se acercaba a ellos.
Joe le lanzó una mirada impaciente y Harry pareció incómodo.
—Perdone, capitán, es hora de que saquemos a los prisioneros para que hagan ejercicios. ¿Me encargo de eso?
—Sí —respondió Joe, con brusquedad, y giró para que su ancha espalda quedase frente a __________,
♫ Laura Jonas ♥
Re: Pasion en la Isla (Joe y tu)
La joven permaneció ahí, mordiéndose el labio, mientras llevaban de la bodega a sus compañeros de infortunio, que subían tambaleándose por la escala del castillo de proa; se limitó a echarles una mirada, más preocupada por el extraño comportamiento de Joe que por la difícil situación de los prisioneros. Luego, volvió a mirar: los tres parpadeaban por el brillo del sol, los rostros pálidos y delgados, la ropa sucia y arrugada. No parecían haber recibido una comida decente ni un baño desde que abordaron el Margarita, una semana atrás, y los labios de _________ formaron un "oh" de asombro y horror. Si acaso hubiese pensado en sus compañeros de cautiverio habría supuesto que se los alimentaba y alojaba como a ella, y que la única diferencia consistiría en que no los obligaban a acostarse con nadie, pero ahora comprendía su error. ¡Salvo por un detalle, su destino fue mucho mejor que el de ellos! Sintió una punzada de indignación hacia Joe, que los había maltratado de manera tan inhumana.
Con la cabeza alta, la espalda rígida, se sujetó las faldas con una mano y empezó a descender del alcázar con aire regio. Joe la llamó, perentorio, pero ella no hizo caso moviendo la cabeza en un gesto desafiante. Al fin y a! cabo, ¿qué podía hacerle que ya no le hubiese hecho? Le cruzó por la cabeza el comentario referido a un encuentro con un gato, pero lo descartó. Ya vería Joe que ella no se dejaba amilanar con facilidad!
_______ cruzó rápidamente la cubierta y se acercó a la duquesa. Al oír a ________, la anciana giró la cabeza y luego, al ver quién le hablaba, una sonrisa iluminó el rostro macilento.
—¡Lady ________! Me alegro de que esté bien. Al ver que no se unía a nosotros comencé a temer por su seguridad. —Es evidente que a ella le ofrecieron un lecho mucho más abrigado —dijo, sarcástica, la esposa del comerciante, no tan gorda como antes y mirando a ________ como si la muchacha acabara de salir arrastrándose de abajo de una roca—. Veo que, al menos, le permitieron cambiarse de ropa, ________. Pero, claro, la duquesa y yo no les ofrecimos nuestros favores a los piratas.
—Señora Grady —dijo la duquesa con el tono autoritario al que su alto rango la tenía acostumbrada—, tenga la gentileza
de callarse. Si a lady _______ le fue mejor que a nosotros, estoy segura de que no es culpa de ella. Si no, bueno... estoy segura de que tampoco es culpa de ella.
Ante el regaño, la señora Grady se enfurruñó y se alejó. La duquesa miró a ________ con vivacidad:
—¿La maltrataron? —le preguntó, en voz baja. ________ sintió que las mejillas se le enrojecían, pero respondió con toda la calma que pudo:
—No, en realidad... no.
Por lo general _________ detestaba las mentiras y a los mentirosos pero comprendía, con un nudo en la boca del estómago, que todo su futuro dependía de que nadie supiera lo que había sufrido en realidad. El estigma de la violación todo lo saturaba. En cuanto se supiera, se esfumarían las esperanzas de ________ de hacer un matrimonio brillante, o cualquier otro. En la Inglaterra de Victoria, una mujer soltera que no fuese casta era de inmediato catalogada de prostituta, sin importar en qué circunstancias esa mujer hubiese perdido la castidad.
—Entiendo.
Los ojos de la anciana observaron e! rostro de ________, pero nada en su expresión indicaba que no le hubiese creído y _________ contuvo un suspiro de alivio.
—¿Dónde te alojaron?
—Yo... yo... el capitán tuvo la bondad de dejarme usar su camarote.
Eso era cierto: usaba el camarote de Joe. Y a nadie le importaba qué precio había pagado por ello.
—Fue muy caballeroso de parte de él y debo confesar que me sorprende. Es probable que le recuerdes a una hermana más pequeña, o incluso a una hija. Me imagino que hasta los asesinos tienen sus puntos débiles.
—Sí, sí, sin duda debe de ser eso. ________ se sentía cada vez más incómoda. Tenía la vergüenza marcada a fuego en la frente y se apresuró a cambiar de tema.
—Dígame, ¿cómo han sido las cosas para usted v para...eh... el señor y la señora Grady?
La duquesa miró con aire melancólico el vestido manchado que parecía colgarle de los huesos.
—Como ves, las cosas no han ido demasiado bien para nosotros. Al menos estamos vivos y creo que tenemos que darle gracias a Dios por eso. Por lo general, a los piratas no les importa mucho matar a gente inocente si la tienen a mano. Son personas brutales, sin ley.
—Sí, señora, tiene usted razón. Somos brutales y sin ley.
Cuando las manos de Joe se cerraron con fuerza sobre los hombros apenas cubiertos de ________, la muchacha saltó. Tendría que haber adivinado que la seguiría, pues el orgullo y la arrogancia no le permitirían pasar por alto su desobediencia frente a la tripulación.
Pero, ¿la delataría? Sin darse cuenta, le echó una mirada suplicante por encima del hombro y, al mismo tiempo, intentó con mucho disimulo librarse de su contacto. Para su asombro, Joe la soltó.
—Me alegra que lo comprenda, joven, pues si continúa con este modo de vida, sin duda lo colgarán.
El tono de la duquesa era despectivo v, al ver que la boca de Joe se ponía tensa, ________ temió por la anciana: Joe no era de los que toman a la ligera la impertinencia.
—Sin duda, señora.
Al ver que Joe se limitaba a responder con algo de impaciencia, ________ se relajó.
—Mis hombres y yo preferimos que nos cuelguen a morir de hambre.
La duquesa miró a Joe con expresión helada. Era una anciana, casi al final de la vida y, si bien no le temía a la muerte, no tenía intenciones de apresurarla. Ese sujeto era un pirata v su oficio, por definición, era el crimen. La anciana suavizó el tono. —Lady ________ me informó que el alojamiento de ella es algo mejor que el nuestro y eso me alegra. Es muy joven y seria abominable que sufriera malos tratos. —Sus palabras significaban una clara advertencia para Joe. ______ tragó con dificultad:
¡Ojalá el capitán no la delatara! Después de todo, no ganaría nada con desprestigiarla.
—Como usted dice, es muy joven —respondió Joe, lentamente, con el semblante inmutable—. Me pareció mejor ponerla donde estuviese libre de daño. En cuanto a la falta de comodidades de ustedes, en verdad lo lamento, pero tiene que comprender que el Margarita no es una nave de lujo.
—Eso es evidente, joven. ¿Cuándo cree que seremos liberados?
—En cuanto sea posible, cuando el Margarita toque puerto se harán los arreglos necesarios. Es posible que sea dentro de diez días.
—Capitán, le aseguro que para nosotros no se moverá usted lo bastante rápido.
—Ya lo sé. Y ahora, señora, a mis hombres los reclaman otras tareas. Si está lista, la acompañaremos abajo.
—Ah, sí. Nunca hay que tirar de la cola de un tigre, ¿ver- dad? —dijo la duquesa, con aire sombrío. Sin esperar respuesta, se dio la vuelta para bajar.
Un marinero que vigilaba a los prisioneros tomó del brazo a la anciana sin demasiada gentileza. Otro, fue empujando a los Grady delante de sí como si fuesen gansos. Al observar el rostro macilento de la duquesa con una expresión de fatigada tolerancia, __________ sintió una punzada de remordimiento. Tendría que hacer todo lo posible para ayudarla pues, de lo contrario, la con- ciencia no la dejaría en paz.
]—¡Un momento! —gritó, en un impulso y agregó, dirigiéndose a Joe—: ¡No puedes seguir tratándolos de un modo tan bárbaro! ¡Es cruel e inhumano! ¡Si siguen así, yo quiero sufrir junto con ellos!
Joe la observó desde la coronilla hasta las puntas de los pies y _________ sintió que esa mirada dura la congelaba, pero se mantuvo firme. Podía ocurrir que le tomara la palabra y la enviase abajo, con los demás. Si así fuese, habría cambiado buena alimentación y una cama blanda por la restitución del honor, aunque algo estropeado. Si no, si se empecinaba en darle una lección y no quería renunciar al uso de su cuerpo, podría negarse a someterse al capitán hasta que los otros prisioneros fuesen bien alimentados y alojados. Claro que él siempre podría emplear la fuerza bruta, aunque _________ comenzaba a sospechar que eso ya no le satisfacía.
Al menos, esperaba que fuese así.
—¿Qué has dicho?
La voz de Joe tuvo un tono suave y amenazador, para que sólo ella lo oyese; los ojos de ______ relampaguearon, desafiantes.
—Exijo que trates con decencia a los prisioneros. ¡Es una brutalidad abusar así de ellos! ¡Si piensas matarlos de hambre y tenerlos encerrados, yo lo compartiré!
—Mi dulzura, si insistes en pasar hambre y en estar encerrada, no tengo nada que objetar. Yo daré las órdenes, no tú.
La voz seguía siendo baja. _______ esperaba que los demás no hubiesen oído los términos cariñosos con que había iniciado su declaración. El sentido común le indicaba que se echara atrás, mientras todavía tenía oportunidad de retirarse con gracia, pero el orgullo no se lo permitió
—Deberían de tratarnos a todos del mismo modo —insistió—. Si a mí se me alimenta y aloja bien, ellos también tendrían que disfrutarlo.
Joe negó con la cabeza.
—No eres rápida para aprender, ¿no es cierto, gatita? Soy el capitán de este buque y yo doy las órdenes. ¡No creas que porque compartes mi cama puedes indicarme lo que tengo que hacer!
_______ contuvo una exclamación y miró por encima del hombro, rogando que nadie hubiese oído la cruda afirmación del capitán; sus esperanzas fueron vanas. El matrimonio Grady la miraba espantado; la expresión de la duquesa, en cambio, era de pena. _______ se puso encarnada. Aunque ella misma había causado la difusión de su propia desgracia, se negó a admitirlo. Sintió que odiaba más a Joe por revelar su vergüenza que por causarla. ¡Nunca lo perdonaría, jamás!
Con la cabeza alta, la espalda rígida, se sujetó las faldas con una mano y empezó a descender del alcázar con aire regio. Joe la llamó, perentorio, pero ella no hizo caso moviendo la cabeza en un gesto desafiante. Al fin y a! cabo, ¿qué podía hacerle que ya no le hubiese hecho? Le cruzó por la cabeza el comentario referido a un encuentro con un gato, pero lo descartó. Ya vería Joe que ella no se dejaba amilanar con facilidad!
_______ cruzó rápidamente la cubierta y se acercó a la duquesa. Al oír a ________, la anciana giró la cabeza y luego, al ver quién le hablaba, una sonrisa iluminó el rostro macilento.
—¡Lady ________! Me alegro de que esté bien. Al ver que no se unía a nosotros comencé a temer por su seguridad. —Es evidente que a ella le ofrecieron un lecho mucho más abrigado —dijo, sarcástica, la esposa del comerciante, no tan gorda como antes y mirando a ________ como si la muchacha acabara de salir arrastrándose de abajo de una roca—. Veo que, al menos, le permitieron cambiarse de ropa, ________. Pero, claro, la duquesa y yo no les ofrecimos nuestros favores a los piratas.
—Señora Grady —dijo la duquesa con el tono autoritario al que su alto rango la tenía acostumbrada—, tenga la gentileza
de callarse. Si a lady _______ le fue mejor que a nosotros, estoy segura de que no es culpa de ella. Si no, bueno... estoy segura de que tampoco es culpa de ella.
Ante el regaño, la señora Grady se enfurruñó y se alejó. La duquesa miró a ________ con vivacidad:
—¿La maltrataron? —le preguntó, en voz baja. ________ sintió que las mejillas se le enrojecían, pero respondió con toda la calma que pudo:
—No, en realidad... no.
Por lo general _________ detestaba las mentiras y a los mentirosos pero comprendía, con un nudo en la boca del estómago, que todo su futuro dependía de que nadie supiera lo que había sufrido en realidad. El estigma de la violación todo lo saturaba. En cuanto se supiera, se esfumarían las esperanzas de ________ de hacer un matrimonio brillante, o cualquier otro. En la Inglaterra de Victoria, una mujer soltera que no fuese casta era de inmediato catalogada de prostituta, sin importar en qué circunstancias esa mujer hubiese perdido la castidad.
—Entiendo.
Los ojos de la anciana observaron e! rostro de ________, pero nada en su expresión indicaba que no le hubiese creído y _________ contuvo un suspiro de alivio.
—¿Dónde te alojaron?
—Yo... yo... el capitán tuvo la bondad de dejarme usar su camarote.
Eso era cierto: usaba el camarote de Joe. Y a nadie le importaba qué precio había pagado por ello.
—Fue muy caballeroso de parte de él y debo confesar que me sorprende. Es probable que le recuerdes a una hermana más pequeña, o incluso a una hija. Me imagino que hasta los asesinos tienen sus puntos débiles.
—Sí, sí, sin duda debe de ser eso. ________ se sentía cada vez más incómoda. Tenía la vergüenza marcada a fuego en la frente y se apresuró a cambiar de tema.
—Dígame, ¿cómo han sido las cosas para usted v para...eh... el señor y la señora Grady?
La duquesa miró con aire melancólico el vestido manchado que parecía colgarle de los huesos.
—Como ves, las cosas no han ido demasiado bien para nosotros. Al menos estamos vivos y creo que tenemos que darle gracias a Dios por eso. Por lo general, a los piratas no les importa mucho matar a gente inocente si la tienen a mano. Son personas brutales, sin ley.
—Sí, señora, tiene usted razón. Somos brutales y sin ley.
Cuando las manos de Joe se cerraron con fuerza sobre los hombros apenas cubiertos de ________, la muchacha saltó. Tendría que haber adivinado que la seguiría, pues el orgullo y la arrogancia no le permitirían pasar por alto su desobediencia frente a la tripulación.
Pero, ¿la delataría? Sin darse cuenta, le echó una mirada suplicante por encima del hombro y, al mismo tiempo, intentó con mucho disimulo librarse de su contacto. Para su asombro, Joe la soltó.
—Me alegra que lo comprenda, joven, pues si continúa con este modo de vida, sin duda lo colgarán.
El tono de la duquesa era despectivo v, al ver que la boca de Joe se ponía tensa, ________ temió por la anciana: Joe no era de los que toman a la ligera la impertinencia.
—Sin duda, señora.
Al ver que Joe se limitaba a responder con algo de impaciencia, ________ se relajó.
—Mis hombres y yo preferimos que nos cuelguen a morir de hambre.
La duquesa miró a Joe con expresión helada. Era una anciana, casi al final de la vida y, si bien no le temía a la muerte, no tenía intenciones de apresurarla. Ese sujeto era un pirata v su oficio, por definición, era el crimen. La anciana suavizó el tono. —Lady ________ me informó que el alojamiento de ella es algo mejor que el nuestro y eso me alegra. Es muy joven y seria abominable que sufriera malos tratos. —Sus palabras significaban una clara advertencia para Joe. ______ tragó con dificultad:
¡Ojalá el capitán no la delatara! Después de todo, no ganaría nada con desprestigiarla.
—Como usted dice, es muy joven —respondió Joe, lentamente, con el semblante inmutable—. Me pareció mejor ponerla donde estuviese libre de daño. En cuanto a la falta de comodidades de ustedes, en verdad lo lamento, pero tiene que comprender que el Margarita no es una nave de lujo.
—Eso es evidente, joven. ¿Cuándo cree que seremos liberados?
—En cuanto sea posible, cuando el Margarita toque puerto se harán los arreglos necesarios. Es posible que sea dentro de diez días.
—Capitán, le aseguro que para nosotros no se moverá usted lo bastante rápido.
—Ya lo sé. Y ahora, señora, a mis hombres los reclaman otras tareas. Si está lista, la acompañaremos abajo.
—Ah, sí. Nunca hay que tirar de la cola de un tigre, ¿ver- dad? —dijo la duquesa, con aire sombrío. Sin esperar respuesta, se dio la vuelta para bajar.
Un marinero que vigilaba a los prisioneros tomó del brazo a la anciana sin demasiada gentileza. Otro, fue empujando a los Grady delante de sí como si fuesen gansos. Al observar el rostro macilento de la duquesa con una expresión de fatigada tolerancia, __________ sintió una punzada de remordimiento. Tendría que hacer todo lo posible para ayudarla pues, de lo contrario, la con- ciencia no la dejaría en paz.
]—¡Un momento! —gritó, en un impulso y agregó, dirigiéndose a Joe—: ¡No puedes seguir tratándolos de un modo tan bárbaro! ¡Es cruel e inhumano! ¡Si siguen así, yo quiero sufrir junto con ellos!
Joe la observó desde la coronilla hasta las puntas de los pies y _________ sintió que esa mirada dura la congelaba, pero se mantuvo firme. Podía ocurrir que le tomara la palabra y la enviase abajo, con los demás. Si así fuese, habría cambiado buena alimentación y una cama blanda por la restitución del honor, aunque algo estropeado. Si no, si se empecinaba en darle una lección y no quería renunciar al uso de su cuerpo, podría negarse a someterse al capitán hasta que los otros prisioneros fuesen bien alimentados y alojados. Claro que él siempre podría emplear la fuerza bruta, aunque _________ comenzaba a sospechar que eso ya no le satisfacía.
Al menos, esperaba que fuese así.
—¿Qué has dicho?
La voz de Joe tuvo un tono suave y amenazador, para que sólo ella lo oyese; los ojos de ______ relampaguearon, desafiantes.
—Exijo que trates con decencia a los prisioneros. ¡Es una brutalidad abusar así de ellos! ¡Si piensas matarlos de hambre y tenerlos encerrados, yo lo compartiré!
—Mi dulzura, si insistes en pasar hambre y en estar encerrada, no tengo nada que objetar. Yo daré las órdenes, no tú.
La voz seguía siendo baja. _______ esperaba que los demás no hubiesen oído los términos cariñosos con que había iniciado su declaración. El sentido común le indicaba que se echara atrás, mientras todavía tenía oportunidad de retirarse con gracia, pero el orgullo no se lo permitió
—Deberían de tratarnos a todos del mismo modo —insistió—. Si a mí se me alimenta y aloja bien, ellos también tendrían que disfrutarlo.
Joe negó con la cabeza.
—No eres rápida para aprender, ¿no es cierto, gatita? Soy el capitán de este buque y yo doy las órdenes. ¡No creas que porque compartes mi cama puedes indicarme lo que tengo que hacer!
_______ contuvo una exclamación y miró por encima del hombro, rogando que nadie hubiese oído la cruda afirmación del capitán; sus esperanzas fueron vanas. El matrimonio Grady la miraba espantado; la expresión de la duquesa, en cambio, era de pena. _______ se puso encarnada. Aunque ella misma había causado la difusión de su propia desgracia, se negó a admitirlo. Sintió que odiaba más a Joe por revelar su vergüenza que por causarla. ¡Nunca lo perdonaría, jamás!
♫ Laura Jonas ♥
Re: Pasion en la Isla (Joe y tu)
—¡Te odio! —murmuró en tono feroz, mientras Joe indicaba a los divertidos marineros que llevaran abajo a los otros tres prisioneros.
Aferró a ________ del brazo con rudeza y la arrastró a zancadas hacia el camarote.
—Ahórrate los berrinches para cuando estemos solos, por favor —dijo, con aspereza—. ¡De lo contrario, me veré obligado a ventilarlos también en público!
—¡No tendrías que haber dicho eso! ¿No te bastó con lo que me hiciste que, además, tienes que contárselo al mundo entero? Capitán, ¿te envaneces tanto de tus conquistas que tienes que procurar que todos las conozcan?
—¡He dicho que te calles!
El tono salvaje, apenas contenido del capitán, hizo efecto en ________. Prudente, hizo lo que le ordenaba, pero mientras la arrastraba dentro del camarote alzó la barbilla en gesto desafiante.
—Lo has hecho adrede —atacó _______ con voz trémula en cuanto Joe cerró la puerta de una patada.
—No tuve más remedio —rué la tranquila respuesta de Joe, quien se apoyó de espaldas contra la puerta y cruzó los brazos sobre el pecho. No exhibía rastros del enfado que demostró minutos antes—. De todos modos, lo sabían. ¿Acaso crees que son tontos?
—No estaban seguros hasta que tú se los dijiste directamente —siseó _______—. ¿Tienes idea de lo que has hecho? Me arruinaste la vida. ¡Ahora nadie querrá casarse conmigo! Ningún caballero aceptará... ¡las sobras de un pirata!
—Pero tú no eres sobra... todavía. De pronto Joe rió, con una expresión maliciosa bailoteándole en los ojos.
—Quién sabe, tal vez seas afortunada: tal vez decida conservarte como mascota. En ocasiones, me encanta cómo ronroneas, mi gatita.
Furiosa, _______ contuvo el aliento.
-Sucio canalla, ¿crees acaso que mi padre no vendrá a buscarme? Lo hará... y me encontrará. Tu única esperanza es dejarme libre en cuanto toquemos tierra. Mi padre es poderoso: ¡te colgará veinte veces por lo que me has hecho!
Estaba tan enfadada que no sabía lo que decía. La sonrisa de Joe se tornó irónica.
—Gatita, antes tiene que atraparme y eso es difícil. Muchos lo intentaron durante años y aquí estoy. ¿Qué te hace pensar que tu padre tendrá éxito en una misión en la que otros fracasaron?
—Lo logrará, eso es todo —fue lo único que se le ocurrió a _______. Habló entre dientes, para compensar la falta de sentido de lo que decía.
—Tal vez no lo intente si tú le mandas un mensaje en el que afirmas que has decidido quedarte conmigo por propia voluntad.
Si bien Joe lo dijo con aire indiferente, no apartó la mirada del rostro sonrojado de ________; ella estaba demasiado enfadada para notarlo.
—¿Quedarme contigo? —Rió, despectiva—. ¡Estás bromeando! ¿Acaso crees que puedo dejar de lado mi futuro, mi familia y mis amigos para quedarme con un hombre que no tiene escrúpulos en violar a una joven inocente, un sujeto que asesina y roba, que mata de hambre a una anciana indefensa? Capitán, debes de sobrestimar tus habilidades en la cama. En lo que a mí respecta, no estoy de acuerdo.
—Eres una gatita engreída, ¿no es cierto, dulce? —Joe habló marcando las palabras, con un extraño resplandor en la mirada—. ¿Qué te hace pensar que yo te tomaré? Sólo me refería a una posibilidad. En cuanto lleguemos a puerto, habrá mujeres de sobra deseosas de entibiar mi cama. Y me alegra decir que serán mujeres mucho más aptas que tú para satisfacer a un hombre. A ti ya te conozco.
_______ lo miró, furiosa, demasiado exasperada por el modo arrogante con que la había rebajado como para pensar en una réplica. Joe continuó con frialdad:
—Y, en cuanto al resto de tus comentarios, los consideraré uno por uno. Primero, pensé que ya estábamos de acuerdo en que no fue violación. Segundo, robo para sobrevivir. Si alguna vez hubieses tenido hambre, serias más comprensiva. Tercero, si no mato a mis rivales, ellos me matarán a mí. Y yo prefiero vivir. Por último, en lo que se refiere a esos gordos que pasan hambre, déjame decirte que las raciones del Margarita se calculan con sumo cuidado antes de cada viaje para que alcancen hasta nuestro destino y de regreso... y nada más. No tenemos espacio para almacenar alimentos de más. Cuando asaltamos el Anna Creer, nuestras reservas ya eran escasas. Lo seguimos más tiempo del que creí al principio, ¿enriendes? Si quisiéramos alimentar bien a uno de tus tres amigos, habría comida insuficiente para uno de mis hombres, a fin de compensar. Reciben lo suficiente para mantener juntos alma y cuerpo, y llegaremos a puerto antes de que sufran efectos graves. Tendrías que agradecer que tus curvas me atrajeran lo bastante para querer mantenerlas así.
—Te desprecio y te detesto —repuso _______ con lentitud, tras largo rato—. Tienes el corazón más duro que haya conocido. Si es que tienes corazón, cosa que dudo.
—No te preocupes, tengo corazón. —Las largas pestañas de Joe bajaron para ocultar los ojos—. Pero también tengo sentido suficiente para comprender que si no cuido de mí y de lo que es mío a nadie le importará un ardite. Eso es algo que aprenderás cuando crezcas, chiquilla mía
—Gracias a ti, ya no soy una chiquilla —repuso ________, con amargura—. Te has ocupado de que creciera de prisa.
—Y disfruté de cada instante de tu educación. Otra vez apareció esa luz traviesa en los ojos del capitán. ________ le volvió la espalda, harta de discutir, y atravesó el cuarto en dirección a la ventana, para mirar hacia afuera.
—¿Puedes salir, por favor? Me gustaría estar a solas un rato —dijo, con voz helada.
—A sus órdenes, mi lady. Por un rato. No te acostumbres demasiado a la soledad. Recuerda que es sólo transitoria.
________ apretó los labios y se negó a dignificar la pulla con una respuesta. Un momento después escuchó que la puerta se abría y luego el chasquido, al cerrarse tras el capitán. A través de la ventana, el sol dibujaba formas cambiantes y chispeantes sobre las olas que rompían con suavidad. _________ las miró sin ver. Se sintió destruida, vacía de toda emoción.
Por primera vez, aceptó que estaba por completo a merced del capitán pirata. Luego sonrió con expresión sombría. Sólo una tonta era capaz de esperar merced de un hombre inmisericordioso.
Aferró a ________ del brazo con rudeza y la arrastró a zancadas hacia el camarote.
—Ahórrate los berrinches para cuando estemos solos, por favor —dijo, con aspereza—. ¡De lo contrario, me veré obligado a ventilarlos también en público!
—¡No tendrías que haber dicho eso! ¿No te bastó con lo que me hiciste que, además, tienes que contárselo al mundo entero? Capitán, ¿te envaneces tanto de tus conquistas que tienes que procurar que todos las conozcan?
—¡He dicho que te calles!
El tono salvaje, apenas contenido del capitán, hizo efecto en ________. Prudente, hizo lo que le ordenaba, pero mientras la arrastraba dentro del camarote alzó la barbilla en gesto desafiante.
—Lo has hecho adrede —atacó _______ con voz trémula en cuanto Joe cerró la puerta de una patada.
—No tuve más remedio —rué la tranquila respuesta de Joe, quien se apoyó de espaldas contra la puerta y cruzó los brazos sobre el pecho. No exhibía rastros del enfado que demostró minutos antes—. De todos modos, lo sabían. ¿Acaso crees que son tontos?
—No estaban seguros hasta que tú se los dijiste directamente —siseó _______—. ¿Tienes idea de lo que has hecho? Me arruinaste la vida. ¡Ahora nadie querrá casarse conmigo! Ningún caballero aceptará... ¡las sobras de un pirata!
—Pero tú no eres sobra... todavía. De pronto Joe rió, con una expresión maliciosa bailoteándole en los ojos.
—Quién sabe, tal vez seas afortunada: tal vez decida conservarte como mascota. En ocasiones, me encanta cómo ronroneas, mi gatita.
Furiosa, _______ contuvo el aliento.
-Sucio canalla, ¿crees acaso que mi padre no vendrá a buscarme? Lo hará... y me encontrará. Tu única esperanza es dejarme libre en cuanto toquemos tierra. Mi padre es poderoso: ¡te colgará veinte veces por lo que me has hecho!
Estaba tan enfadada que no sabía lo que decía. La sonrisa de Joe se tornó irónica.
—Gatita, antes tiene que atraparme y eso es difícil. Muchos lo intentaron durante años y aquí estoy. ¿Qué te hace pensar que tu padre tendrá éxito en una misión en la que otros fracasaron?
—Lo logrará, eso es todo —fue lo único que se le ocurrió a _______. Habló entre dientes, para compensar la falta de sentido de lo que decía.
—Tal vez no lo intente si tú le mandas un mensaje en el que afirmas que has decidido quedarte conmigo por propia voluntad.
Si bien Joe lo dijo con aire indiferente, no apartó la mirada del rostro sonrojado de ________; ella estaba demasiado enfadada para notarlo.
—¿Quedarme contigo? —Rió, despectiva—. ¡Estás bromeando! ¿Acaso crees que puedo dejar de lado mi futuro, mi familia y mis amigos para quedarme con un hombre que no tiene escrúpulos en violar a una joven inocente, un sujeto que asesina y roba, que mata de hambre a una anciana indefensa? Capitán, debes de sobrestimar tus habilidades en la cama. En lo que a mí respecta, no estoy de acuerdo.
—Eres una gatita engreída, ¿no es cierto, dulce? —Joe habló marcando las palabras, con un extraño resplandor en la mirada—. ¿Qué te hace pensar que yo te tomaré? Sólo me refería a una posibilidad. En cuanto lleguemos a puerto, habrá mujeres de sobra deseosas de entibiar mi cama. Y me alegra decir que serán mujeres mucho más aptas que tú para satisfacer a un hombre. A ti ya te conozco.
_______ lo miró, furiosa, demasiado exasperada por el modo arrogante con que la había rebajado como para pensar en una réplica. Joe continuó con frialdad:
—Y, en cuanto al resto de tus comentarios, los consideraré uno por uno. Primero, pensé que ya estábamos de acuerdo en que no fue violación. Segundo, robo para sobrevivir. Si alguna vez hubieses tenido hambre, serias más comprensiva. Tercero, si no mato a mis rivales, ellos me matarán a mí. Y yo prefiero vivir. Por último, en lo que se refiere a esos gordos que pasan hambre, déjame decirte que las raciones del Margarita se calculan con sumo cuidado antes de cada viaje para que alcancen hasta nuestro destino y de regreso... y nada más. No tenemos espacio para almacenar alimentos de más. Cuando asaltamos el Anna Creer, nuestras reservas ya eran escasas. Lo seguimos más tiempo del que creí al principio, ¿enriendes? Si quisiéramos alimentar bien a uno de tus tres amigos, habría comida insuficiente para uno de mis hombres, a fin de compensar. Reciben lo suficiente para mantener juntos alma y cuerpo, y llegaremos a puerto antes de que sufran efectos graves. Tendrías que agradecer que tus curvas me atrajeran lo bastante para querer mantenerlas así.
—Te desprecio y te detesto —repuso _______ con lentitud, tras largo rato—. Tienes el corazón más duro que haya conocido. Si es que tienes corazón, cosa que dudo.
—No te preocupes, tengo corazón. —Las largas pestañas de Joe bajaron para ocultar los ojos—. Pero también tengo sentido suficiente para comprender que si no cuido de mí y de lo que es mío a nadie le importará un ardite. Eso es algo que aprenderás cuando crezcas, chiquilla mía
—Gracias a ti, ya no soy una chiquilla —repuso ________, con amargura—. Te has ocupado de que creciera de prisa.
—Y disfruté de cada instante de tu educación. Otra vez apareció esa luz traviesa en los ojos del capitán. ________ le volvió la espalda, harta de discutir, y atravesó el cuarto en dirección a la ventana, para mirar hacia afuera.
—¿Puedes salir, por favor? Me gustaría estar a solas un rato —dijo, con voz helada.
—A sus órdenes, mi lady. Por un rato. No te acostumbres demasiado a la soledad. Recuerda que es sólo transitoria.
________ apretó los labios y se negó a dignificar la pulla con una respuesta. Un momento después escuchó que la puerta se abría y luego el chasquido, al cerrarse tras el capitán. A través de la ventana, el sol dibujaba formas cambiantes y chispeantes sobre las olas que rompían con suavidad. _________ las miró sin ver. Se sintió destruida, vacía de toda emoción.
Por primera vez, aceptó que estaba por completo a merced del capitán pirata. Luego sonrió con expresión sombría. Sólo una tonta era capaz de esperar merced de un hombre inmisericordioso.
♫ Laura Jonas ♥
Re: Pasion en la Isla (Joe y tu)
waaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
ese joe arggg olo doio enseri!!
ese joe arggg olo doio enseri!!
andreita
Re: Pasion en la Isla (Joe y tu)
Assh! Joe como pudo decir esas cosas ala rayis!
Siguelaaa!
Ya quiero cap :)
Siguelaaa!
Ya quiero cap :)
☎ Jimena Horan ♥
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