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Mensaje por jb_fanvanu Jue 29 Mar 2012, 12:22 am

Ok espero con ansias!!
jb_fanvanu
jb_fanvanu


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Pasion en la Isla (Joe y tu) - Página 2 Empty Re: Pasion en la Isla (Joe y tu)

Mensaje por andreita Jue 29 Mar 2012, 1:57 pm

lo estare esperando
lau sera quepuedes poner otra letra es que es acasi no la entiendo :)
porfavor
andreita
andreita


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Pasion en la Isla (Joe y tu) - Página 2 Empty Re: Pasion en la Isla (Joe y tu)

Mensaje por jb_fanvanu Lun 02 Abr 2012, 12:49 am

siguelaaaaa
jb_fanvanu
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Pasion en la Isla (Joe y tu) - Página 2 Empty Re: Pasion en la Isla (Joe y tu)

Mensaje por andreita Lun 02 Abr 2012, 8:50 am

las estare esperando :)
andreita
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Mensaje por ♫ Laura Jonas ♥ Lun 02 Abr 2012, 8:15 pm

Capitulo 1 (Parte 3)

—Acepto su disculpa, capitán —repuso _________ con dignidad, al tiempo que se sujetaba la parte delantera del vestido y se ponía de pie.
Miró al hombre con desconfianza: esa cortesía inesperada la alarmaba. Tuvo la impresión de que, de algún modo, estaba poniéndola a prueba. Pensó que lo mejor sería seguir su ejemplo y le tendió la mano.


—Soy lady ________ Aidley, hija del conde de Badstoke.

—Me honra conocerla, señora. —Le tomó la mano con el grado exacto de galantería y la llevó a los labios. La sensación de esa boca dura sobre el dorso de la mano hizo cosquillear la piel de ________.

Ante la aparente gentileza del individuo, algo del terror y la cólera disminuyeron y hasta se atrevió a emplear un tono algo imperioso:

—Mi doncella fue herida por sus rufianes. Necesita atención inmediata.

—Enseguida me ocuparé, señora —prometió el hombre, con seriedad, y luego lanzó una carcajada, soltando la mano de ________—. De modo que es "milady", ¿no es cierto? —rió, examinándola de pies a cabeza.


Dio unos pasos hasta quedar frente a ella, que tuvo que echar la cabeza atrás para poder mirarlo en los ojos.
—¿Y cuántos años tiene, milady?

Con gesto juguetón, le tocó la barbilla con un dedo. Los ojos de ________ lanzaron chispas, ante lo cual el hombre rió otra vez, como si ella fuese lo más divertido que hubiese visto jamás.

—Será conveniente que me conteste, preciosa, si no quiere que imagine que es usted mayor de lo que parece y actúe en consecuencia.

El tono burlón enfureció a la joven, que le lanzó un puntapié, haciendo que su delicado calzado entrara en contacto con los músculos duros de la pantorrilla del hombre. El capitán hizo una mueca y, aterrándola de los hombros, la apretó con fuerza contra sí. Cuando ________ intentó clavarle las uñas, le sostuvo las manos sin dificultad con una de las propias y las sujetó a su espalda. Le sonrió burlón y, alzando la mano libre, acarició como al pasar los montes suaves de los pechos.

¡__________ sintió fuego en la piel! Bajo la íntima Caricia, los pezones se endurecieron y la sensación física la hizo jadear. Se retorció, tratando de soltarse con todas sus fuerzas, pero el hombre la sujetó sin dificultad. Siguió acariciándole los pechos, mirándola con un atisbo de sonrisa en los ojos. —¿Cuántos años tienes, preciosa? —preguntó otra vez, más íntimamente.

Si bien el tono era suave, la diversión acentuaba los rasgos del rostro. Como _________ guardaba silencio, le pasó las yemas de los dedos con infinita suavidad por los pezones. Ella sintió casi un dolor en lo profundo del vientre: la horrorizó lo que estaba sucediéndole. Era una dama, virgen, hija de una de las familias más distinguidas de Inglaterra. Y cuando ese animal, ese canalla, se atrevía a ponerle las manos sobre la piel desnuda, en lugar de
gritar o desmayarse como sería propio de una dama... ¡permanecía inmóvil frente a él! La acomeüó una oleada de vergüenza y furia más intensa que cualquier cosa que hubiese sentido hasta entonces y, sin poder contenerse, le escupió el rostro burlón.


Tras un instante de atónito silencio, el capitán unió las cejas en gesto amenazador y sus ojos comenzaron a resplandecer de un modo que asustó a ________. Con lentitud, se enjugó el escupitajo.

La expresión de su rostro aterró a la muchacha, tan perpleja como él por su propia acción.

"¡Oh, Dios querido, ahora me matará!", pensó.

El hombre la contempló largo rato en silencio y ________ sintió que la abandonaba todo rastro de coraje. Se echó a temblar de miedo. Al notarlo, los músculos de alrededor de la boca del hombre se relajaron un tanto y parte de la furia se esfumó de su semblante.

—Milady, lo que tú necesitas es educación —dijo, subrayando las palabras, mientras la atraía con rudeza hacia sí.

La boca del hombre se abatió sobre la de la muchacha, dura, cálida, exigente, y la besó como nunca la habían besado. Los castos besos que recibiera una o dos veces no eran nada en comparación y de hecho le dejaron cierto desprecio por los chicos a los que esos besos redujeron a una temblorosa incoherencia. En ese momento, el que la besaba era un hombre, no un muchacho, y le tocó a _________ quedar reducida a una temblorosa incoherencia.

La lengua del capitán separó los labios de _________ y se hundió en su boca. Ella estuvo en un tris de desmayarse y sintió que un calor ardiente quemaba su boca. En vano le empujó el pecho, sintiendo frío y calor al mismo tiempo. El hombre enredó la
mano en un mechón del pelo de la muchacha y la sujetó, tirando con crueldad cuando ella se movía. Por fin, _________ se apoyó contra él y se sometió al abrazo. El capitán le acarició los pechos temblorosos con manos expertas, cosquilleando los pezones con suavidad y ella sintió que un calor ardiente subía desde lo más profundo de su ser. Horrorizada, hizo un último esfuerzo para escapar, pero el hombre dio un tirón brutal y ella gritó.


La boca del capitán le quitaba el aliento y sintió que se desmayaba. El camarote comenzó a girar ante sus ojos en un remolino enloquecedor. Los cerró y se apoyó contra él como si
fuese el único objeto sólido en un mundo turbulento; cuando la apretó más sintió la dureza entre las piernas del hombre.


El contacto, la cercanía primitiva y viril, despertaron en ella algo igual de primitivo: se sintió extraña, distinta. Lo odiaba y le temía, pero las manos del hombre sobre su cuerpo la hicieron
arder como si tuviese fiebre. Se estremeció y, sin advertirlo, le rodeó el cuello con los brazos: estaba respondiendo al beso.


Cuando por fin él se apartó, _________ temblaba con tal fuerza que no podía tenerse en pie. El hombre la contempló con expresión inescrutable. ________ se ruborizó bajo esa mirada firme y se apresuró a bajar la vista.

—De modo que no eres tan joven como pensé —dijo el hombre con lentitud y todo el cuerpo de _________ ardió de vergüenza.

"Lo odio, lo odio", pensó, aturdida. "¿Qué me hizo actuar así?"

El hombre la contempló un momento más y luego la alzó en los brazos. El movimiento fue tan inesperado que, por un instante, _______ enmudeció. El capitán la sostuvo acurrucada contra su pecho y salió por lo que quedaba de la puerta del camarote. En el corredor, ______ vio el cuerpo inerte de quien había sido un miembro de la tripulación del Anna Creer. Le habían cortado limpiamente la cabeza y yacía en un charco de sangre seca. _______
se estremeció y apartó la mirada del horrendo espectáculo. Losbrazos que la rodeaban eran un extraño consuelo.


"¡El lo hizo!", pensó, poniéndose rígida. "¡Y ahora me lleva para hacer Dios sabe qué conmigo!"


Se debatió con violencia entre los brazos del hombre.

—¡Bájeme, asesino! —exclamó entre dientes, intentando inútilmente soltarse.

El hombre no hizo caso del forcejeo, que no lo desvió en lo más mínimo. Desesperada, ________ le clavó las largas uñas en una mejilla, haciendo brotar gotitas de sangre. La furia que ardió en los ojos del capitán la hizo aflojarse de golpe entre sus brazos, pero él
no intentó vengarse de su violencia. La levantó más aún y la apoyó sobre el hombro como si fuese un saco de harina. Esa posición ignominiosa la enfureció y gritó con toda la fuerza de sus pulmones. El capitán le propinó una fuerte palmada en el trasero, que estaba en posición conveniente. ________ jadeó de dolor y sorpresa: ¡hasta entonces, nadie se había atrevido a hacer algo semejante!


Lo pateó con crueldad. La punta dura del zapato dio de lleno en el estómago del hombre y _________ sonrió complacida al oírlo gemir. Al instante, la mano golpeó otra vez con fuerza el trasero de la joven, haciendo que la primera palmada pareciese una mera caricia.

Se le escapó un gemido de dolor. Se retorció, tratando de bajarse, pero el capitán la golpeó otra vez. ________ gritó, insultándolo con todo el repertorio de maldiciones que conocía. Cuando se quedó sin aliento, empezó a darle puñetazos en la espalda. El hombre le golpeó otra vez el trasero, con fuerza, y siguió haciéndolo mientras subían la angosta escalera.

Cuando llegaron a la cubierta principal, ________ estaba echada, quieta, sobre el hombro del capitán. Le corría un torrente de lágrimas por la cara y sentía el trasero como de fuego. Cerró los ojos al ver los cuerpos mutilados, desparramados donde habían caído y, con tremendo esfuerzo, ahogó un sollozo. Odiaba a ese hombre que le había hecho eso a ella, a todos, con todas las fuerzas que le quedaban. La mente de ___________ giró en un vértigo de odio impotente, rabia y vergüenza.


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♫ Laura Jonas ♥
♫ Laura Jonas ♥


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Mensaje por ♫ Laura Jonas ♥ Lun 02 Abr 2012, 10:33 pm

Pasion en la Isla (Joe y tu) - Página 2 8653d4695f42a5ae1aec8b4

Capitulo 2

Joseph Jonas llevaba la carga con facilidad. Subió de a dos los angostos peldaños y avanzó por la cubierta hasta donde media docena de hombres custodiaban a los pasajeros y a la tripulación del Anna Creer. La muchacha era un peso muerto sobre el hombro del capitán y parecía, por fin, sometida. Joe rió para sí, con amargura. La deseaba más de lo que quería admitir, aun para sí mismo. Si las circunstancias hubiesen sido diferentes, habría gozado domesticándola. Pero hacía ocho años que evitaba que lo apresaran y navegaba bajo la bandera negra guiándose por un principio fundamental: nunca tomar prisioneros. Eran más los problemas que los beneficios. Quizá pudiese hacer una excepción con esta joven.

Joe se detuvo con brusquedad, levantó el cuerpo del hombro y lo arrojó sin ceremonias sobre las tablas duras de la cubierta. ________ se sentó y elevó los ojos desbordantes de lágrimas hacia él, con expresión desafiante. Tenía el cabello revuelto por el rudo
trato recibido y le colgaba en cobrizo desorden por la espalda. Las lágrimas habían trazado surcos de suciedad a los costados de su cara; apretó con fuerza los labios para que no le temblaran. La lozana hinchazón de los pechos era visible aunque ella apretase
con fuerza los trozos del vestido desgarrado con ambas manos. Joe pensó que nunca había visto a una mujer tan deseable.


—Vigílala —dijo con tono seco a un marinero que estaba cerca; después cruzó la cubierta para supervisar el paso de la carga del Anna Creer a la bodega del Margarita.

La carga consistía en mineral de plata por valor de miles de dólares, pago parcial del gobierno de Portugal a Inglaterra por seis fragatas de construcción inglesa. Joe supo del embarque a través de un informante pagado que estaba empleado en la embajada portuguesa en Inglaterra. Lo más interesante de la información consistía en que la plata viajaba casi sin custodia. Aunque iría en un buque militar, el navío viajaba solo. La acostumbrada flotilla de barcos custodios sería abandonada.

Joe no creyó la noticia cuando se la dieron. No podía creer que un gobierno fuese tan negligente como para enviar esa cantidad de plata sin protección. Pero corroboró la historia y no encontró ninguna contradicción. Como fueron comprendiendo poco a poco, el razonamiento del gobierno portugués había sido que, cuanto menos se atrajese la atención, más a salvo de un ataque estaría el barco. En un principio, la idea era trasladar el valioso mineral en un barco de pasajeros sin cañones, pero se desechó como demasiado arriesgada y
se llegó a un acuerdo: la plata sería embarcada en un único navío militar, sin custodia, como si estuviese haciendo un viaje de rutina. Se eligió el Anna Creer con instrucciones de llevar unos pocos pasajeros, para dar al viaje la apariencia más inocente posible.


Atrapar el Anna Creer había sido peligroso. El Margarita losiguió durante días, en espera de algo fuera de lo común, aunque no observaron nada. Al parecer la información era correcta, pero aun así Joe estaba intranquilo. Algo en la situación le parecía raro. Tan sólo esa mañana había tomado una decisión: tomarían el Anna Creer. El mejor momento serían las últimas horas del atardecer, cuando el efecto adormecedor del sol poniente y el agua hubiesen embotado los sentidos de la tripulación. Toda la operación llevaría menos de una hora y el Margarita tendría que alejarse. Con suerte, ninguno de los pasajeros del Anna Creer, y sólo
unos pocos de la tripulación, sufrirían daños.


Hasta el momento, la operación había funcionado sin dificultades. Claro que, por desgracia, el Anna Creer no se había rendido al principio y no era eso lo que él esperaba. Las pérdidas del Margarita fueron mínimas y en ese momento la mayoría de los hombres del capitán Joe se dedicaban alegremente a recoger todo lo que podían acarrear. En cuanto llegaran a puerto seguro, se dividiría entre todos los miembros de la tripulación por partes iguales. Como capitán, Joe tenía derecho a un quinto del total y el apresamiento del Anna Creer
haría muy provechoso ese viaje para él. •¡De prisa, Harley, Thomson! —vociferó, irritado por la lentitud con que trabajaban.


Los dos hombres, que llevaban una carga de plata a través del puente improvisado entre e! Margarita y su presa, estuvieron en un tris de caer por la borda en la prisa por obedecer la orden.

Joe observó un rato la tarea de la tripulación y luego se volvió para examinar a los pasajeros que habían sido separados de la tripulación y eran custodiados por dos de sus hombres.

Excepto por la muchacha, constituían un grupo poco atractivo. Había un hombre de mediana edad y su esposa, gorda y llorosa, que sin duda eran comerciantes adinerados, un lord inglés
vanidoso y su mayordomo de rostro impasible, la robusta doncella de la joven, que observaba ansiosa a su pupila, y una mujer mayor con un feo vestido de color lavanda que había estado de moda veinte años antes.


"Por cierto, no hay mucho que mirar", reflexionó Joe, "a excepción de la muchacha. Pero todos ellos deben de tener dinero o estar relacionados con él."

"Sacaríamos un buen rescate por ellos", pensó, lamentando su regla de hierro de no tomar prisioneros. Pensativo, movió la cabeza: provocaban demasiados problemas, en especial las mujeres, que podían causar riñas entre la tripulación. "Sin embargo, es una lástima. Me gustaría pasar un rato con la muchacha."

—¡Capitán, por Dios, mire a estribor! —exclamó, jadeante, un marinero—. ¡Hay una armada entera!
Joe giró bruscamente y observó el mar: en el horizonte aparecía un barco tras otro y todos se dirigían, amenazantes, hacia el Anna Creer. Mentalmente, Joe se maldijo por haber sido
tan tonto para no hacer caso de la vocecilla interior que trató inútilmente de advertirle y por eso cayó en una trampa. Sin duda el Anna Creer era una carnada muy bien preparada.


"¡Para atrapar a un tonto que no supo resistirse a la tentación!", pensó, enfadado y se volvió para disparar órdenes a la tripulación.

¡Terminad de cargar la plata, rápido! ¡Por vuestra vida!- Dio las órdenes con voz severa y decidida, y los hombres se precipitaron a obedecerle. Joe se volvió hacia Nick, que se había acercado a él y lo miraba, ansioso. —¡Busca al capitán del Anna Creer y tráelo!

Mientras esperaba al capitán de! barco secuestrado, la mente de Joe trabajaba con frenesí. Si el Margarita echaba a andar, podía dejar atrás a las fragatas. Pero estaban a menos de una hora de distancia y se acercaban a toda velocidad. Y bastaba con uno solo de esos buques poderosos para hundir limpiamente el barco pirata. Para salvarse, tendrían que recurrir a la astucia. En el mismo instante en que Nick se acercaba con el capitán del Anna
Creer,
Joe adoptó una decisión.


—Nick, trae a ese par aquí, la anciana y la joven. Ponlas a bordo del Margarita. Serán nuestras rehenes para asegurar el buen comportamiento de las fragatas!

—¡Sí, si, capitán! —respondió Nick con vivacidad y rió entre dientes. Joe los salvaría: ¡hasta entonces, nunca les había fallado!

—Señor —dijo Joe amablemente al furioso capitán—. Lamento mucho verme obligado a tomar a algunos de sus pasajeros como rehenes. Pero no sufrirán daño en tanto las fragatas conserven la distancia y no utilicen los cañones. De lo contrario, si se hiciera un
solo disparo... le aseguro que los rehenes serán ejecutados de inmediato. Un disparo. Confío en usted para que lleve este mensaje al capitán de las fragatas.


El semblante del capitán del Anna Creer expresó su consternación.

—¡Señor, no esperará escapar con los rehenes! La señora mayor es la duquesa de Kent y la joven es la hija del embajador en Portugal! ¡Le imploro que no se las lleve! ¡En lugar de ellas, llévenos a mí y a mi tripulación!

Joe rió y se dio la vuelta.

—¡Capitán, transmita mi mensaje!

Dio órdenes en voz baja a otro miembro de la tripulación y, minutos después, el indignado capitán del Anna Creer en bajado a una falúa conducida por seis remeros.

—¡Remad! ¡Remad hacia las fragatas! —gritó Joe, sobre la borda—. ¡Malditos, de prisa si no queréis que os mate allí mismo, en el agua!

Ante semejantes amenazas, los remeros pusieron todo su empeño y la pequeña embarcación casi volaba por el agua, hacia las fragatas.

Joe saltó a bordo del Margarita cuando el último de los rehenes hubo pasado por el puente improvisado.

—¡Soltar amarras!
Cortaron a hachazos las cuerdas que unían las dos embarcaciones y empezaron a apartarse lentamente.

—¡Cuadrar las velas!

La enorme vela principal fue izada en el mástil y aleteó con fuerza un momento, antes de hincharse con el viento. ¡Virar a barlovento!

Al Margarita parecieron brotarle alas cuando el viento la empujó, cortando las olas a toda velocidad.

En la cubierta, _________ contuvo sus aterrados sollozos, mientras el Margarita cobraba velocidad. Sentía en la garganta un nudo formado por todas las lágrimas sin derramar: nunca se había sentido tan sola ni tan desamparada.

Los rehenes habían sido agrupados bajo la vela principal y atados flojamente con una cuerda que les pasaba por la cintura y las piernas, para que no se movieran del lugar.

—Así podremos disponer de ustedes rápidamente —dijo el hombre que los amarró, con una sonrisa macabra que dejó poca duda acerca de las intenciones de los piratas.

Si las fragatas no se mantenían a distancia, sus vidas servirían de prenda.

—No nos harán daño. Las fragatas no abrirán fuego con nosotras a bordo —dijo la duquesa, con voz fuerte y clara. El miedo evidente de _________ le provocaba compasión y le
palmeó la mano para calmarla. El comerciante estaba demasiado atareado en lidiar con la histeria de la esposa para discutir, como al parecer era su intención.


La cubierta del buque pirata hervía de actividad. En su elemento, los marineros corrían de un lado a otro cumpliendo sus tareas. Ante los propios ojos de los rehenes, la banda de
piratas se convirtió en un grupo de avezados y disciplinados hombres de mar. _________ lanzaba ocasionales miradas de soslayo al capitán, que parecía estar en todos lados, vociferando órdenes y ayudando cuando hacía falta. Al parecer, los hombres le
guardaban considerable respeto. _________ oía murmullos por los cuatro costados: "El capitán nos sacará de esto. ¡Hasta ahora, nunca nos defraudó!"


El Margarita estaba construido para ser un navío veloz y, literalmente, volaba sobre el agua. Tras él, las fragatas perdían distancia pero siempre seguían a la vista. El sol se puso y comenzó a soplar viento. ________ temblaba de frió bajo el mástil y los labios de la anciana
duquesa estaban morados. Al parecer, la pareja de comerciantes tenía suficientes capas de grasa que los protegían del frió.


La luna era un fantasma pálido que flotaba sobre las cabezas de todos cuando el capitán se acercó a los rehenes. Los observó en silencio, con expresión sombría. El corazón de ________ empezó a palpitar, alarmado.


♫ Laura Jonas ♥
♫ Laura Jonas ♥


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Pasion en la Isla (Joe y tu) - Página 2 Empty Re: Pasion en la Isla (Joe y tu)

Mensaje por ♫ Laura Jonas ♥ Lun 02 Abr 2012, 10:39 pm

—Dad gracias a vuestro Dios, sea cual fuera, de que las fragatas no hayan abierto fuego. Parece que valoran vuestras vidas más que la plata. Si yo estuviese en vuestro lugar, rogaría
que no cambiasen de idea.

En voz alta, para que lo oyese desde el otro extremo de la cubierta, llamó a Nick, quien se apresuró a acercarse.

—Toma a un par de hombres para llevar a los prisioneros abajo y encerrarlos. Creo que el sitio adecuado es la bodega. Diles que se aseguren de encadenar bien a ese hombre... ya tenemos suficientes problemas sin que se le ocurra hacerse el héroe.

Los ojos duros y grises se posaron un instante en _________, que se apresuró a apartar la mirada y se ruborizó intensamente. Con cierta vacilación, el hombre la contempló como si tuviese algo en mente y luego dijo a Nick:

—Lleva a la muchacha a mi camarote.

—¡Señor! —exclamó Nick con voz aguda, sin poder contener la sorpresa.

Joe le respondió en tono áspero:

—Ya me has oído. Llévala a mi camarote v enciérrala.

—¡Sí, señor! —respondió Nick, con rigidez, enrojecido por su propia falta de control.

El capitán le echó una mirada ceñuda antes de girar sobre los talones y alejarse.

Nick se apresuró a obedecer las órdenes, incapaz de dejar de preguntarse qué era lo que Joe tenía en mente, pues si bien le gustaban las mujeres no era proclive a la violación. Y sin duda tendría que ser una violación, pues evidentemente la muchacha era la inocencia personificada. Si bien tenía un rostro encantador y un cuerpo seductor, era poco más que una niña y, además, estaba aterrada. ¡Y por añadidura, era una dama! No era la clase de mujer a la que Joe pudiese tumbar despreocupadamente y desechar cuando se cansara... ¡pues la familia reclamaría sangre!

¡Nick tembló al pensar en lo que podría suceder a Joe si capturaban el Margarita, rescataban a los rehenes y descubrían que la jovencita había sido desflorada! Estaba seguro de que lo colgarían de inmediato. Más aún: tal vez lo mataran en el acto. Incrédulo, Nick meneó la cabeza, pues aunque la muchacha fuese una belleza, ¡ninguna mujer valía tanto como para morir por ella! ¡Veinticuatro horas antes, el mismo Joe habría estado de acuerdo! Pero, como Nick sabía por experiencia, una vez que a Joe se le metía algo en la cabeza, no había quien lo detuviese. ¡Y por cierto que no sería él, un simple miembro de la tripulación, quien intentara decir al capitán lo que tenía que hacer!

Todavía inquieto, se ocupó del traslado seguro de los otros prisioneros, para luego volver a desatar a la chica. La encontró fría e inmóvil como una estatua de mármol blanco y le remordió la conciencia cuando tuvo que arrastrarla, casi, hasta donde se hallaba el camarote del capitán, bajo el alcázar. La muchacha se detuvo petrificada en la entrada y Nick sintió que le temblaba el brazo.

—No lo haga —dijo _______, en un suspiro, mirándolo con ojos desorbitados.

—Son órdenes del capitán, madame —repuso Nick, incómodo, lamentando que la cubierta no se abriera y lo tragase.

La muchacha le apoyó una de sus pequeñas manos en el brazo y Nick se sobresaltó.

—Por favor, póngame con los otros, se lo ruego. Mi padre es un hombre rico y pagará bien por recuperarme... indemne. O tal vez pudiera bajar en uno de esos botes...

La voz se le quebró y Nick trago saliva, incapaz de toparse con esa mirada hechicera.

—No puedo hacer nada, madame. Lo siento. Si le desobedezco, el capitán podría meterme en el calabozo o algo peor- Le apoyó una mano debajo de la cintura y la instó a entrar.

A desgana, __________ dio unos pasos dentro y se volvió a mirarlo. El temor que vio en esos ojos inmensos conmovió a Nick.

—Mire, señora —dijo, desesperado—. El capitán Jonas no es ningún santo, pero tampoco es un miserable. Hace ocho años que estoy con él y nunca vi que le hiciera daño a una mujer. No le ocurrirá nada-

—No será gracias a usted —replicó la muchacha en tono amargo y le dio la espalda, en una clara indicación de que esperaba que se fuese.
Nick la miró, impotente, retrocedió y salió, echando cerrojo a la puerta.

_______ oyó que el cerrojo caía en su sitio. No podía creer que estuviera sucediéndole semejante pesadilla. Sollozó con un sonido ronco y seco. "Pero las lágrimas no me servirán aquí, donde no hay nadie que pueda ayudarme", se dijo. Irguió los hombros y examinó el lugar en busca de posibles vías de escape. En la oscuridad, apenas pudo distinguir la forma de una caja de fósforos sobre la mesa. Raspó uno con manos temblorosas y encendió con él una vela.

El camarote era pequeño, a fin de dejar espacio para la carga. Las paredes estaban cubiertas de madera de pino oscura y tenía estantes empotrados, cerrados con cristales, para evitar que los libros cayeran cuando el mar estaba agitado, dedujo ________. Junto a una pared había un camastro pulcramente arreglado. Además de la cama había una mesa redonda y dos sillas, un guardarropa, una estufa de carbón y un par de arcones contra la pared.

La única salida posible era una pequeña ventana encristalada. ________ se precipitó hacia ella, manipuló el pestillo y la abrió. Le azotó al rostro el agua helada y salada; para su decepción, vio que se inclinaba directamente hacia el mar oscuro. El viento formaba olas airadas, altísimas, que golpeaban con crueldad contra el casco. _______ se estremeció y retrocedió un poco: todavía no estaba tan desesperada.

Vio a la distancia unas doce lucecillas que se movían de arriba abajo. ¡Las fragatas! Todavía estaban allí, aunque no se atrevían a acercarse. Soltó un suspiro de alivio. Si pudiera aguantar hasta que la rescataran... ¡El buque pirata no podía eludir eternamente a los perseguidores! El rocío le humedeció el vestido; _________ se apartó de la ventana, helada hasta los huesos por el viento húmedo y frío. Ansiaba desnudarse y aliviar su cuerpo maltratado en un baño caliente, ponerse un camisón seco y meterse en la cama. Pero no había perspectivas de baño ni de camisón. Y aunque se los hubiesen puesto delante, ________ habría vacilado en usarlos. No dudaba de cuáles eran las intenciones del capitán al tenerla encerrada en el camarote y se proponía mantenerlo a distancia hasta que las fragatas fuesen a rescatarla. Si el hombre llegaba y la encontraba recién bañada y metida en la cama, por cierto que su destino quedaría sellado. Aunque era inocente, eso lo sabía.

Se arriesgó a quitarse el vestido húmedo y lo colgó a secar sobre una silla. Lo dejaría allí durante la noche y se lo pondría en cuanto llegara la mañana, sujetando el corpiño desgarrado con unos alfileres que había visto en un cuenco, junto a la caja de fósforos. Cubierta sólo con la camisa desgarrada, tembló y se apresuró a cruzar el camarote hasta la cama, quitó la pesada manta y se envolvió en ella para conservar el calor. Registró el cuarto con la vista en busca de un sitio para dormir y vio un nicho mullido, bajo la ventana. Tomó una almohada de la cama y se instaló lo más cómoda que pudo en ese espacio reducido. No tenía intención de estar dormida cuando el capitán regresara al camarote.

________ se retorció y se revolvió en el nicho, esforzándose por no dormirse. Repasó mentalmente los sucesos del día hasta llegar al hombre aterrador que la tenía prisionera. Sin quererlo, recordó el rostro apuesto, los hombros anchos y el modo en que la había sujetado y besado. Claro que era un pirata, un criminal, inadecuado para una dama como ella... Pero... Ese beso había despertado en ________ algo muy profundo, algo que la hacía preguntarse con cierto terror estremecido qué pasaría si el hombre volvía a tomarla en brazos y la besaba, o aún más. Si bien ella no sabía exactamente qué era ese "más", sabía que tenía relación con la manera en que el capitán le había acariciado los pechos. El recuerdo de esa caricia íntima la excitó y avergonzó a un tiempo. No se entendía a sí misma, ni tampoco ese anhelo contenido a medias por algo que no conocía.

Se apresuró a apartar los pensamientos de un tema tan turbador y se concentró en trazar un plan para escapar; por más que se esforzó no consiguió dar con nada que tuviese la menor posibilidad de éxito. Por fin, desalentada, dejó caer la cabeza sobre la almohada, cabeceó y se durmió.

Se despertó sobresaltada, a punto de caer del lecho improvisado por una violenta sacudida del barco. Adormilada, miró alrededor y, por un momento, no supo dónde estaba. La vela chisporroteaba y lanzaba un débil resplandor por el camarote. Atrajo la atención de _________ un movimiento en un rincón de la habitación. Una figura alta, masculina, arrodillada y de espaldas, revolvía uno de los arcones. ¡El capitán! Tenía el cabello mojado pegado al cráneo y la ropa empapada, con toda la apariencia de haberse caído por la borda.

Otra violenta sacudida del barco seguida por el resonar ahogado de un trueno hizo que _________ comprendiera la situación: se había desatado una tormenta y el capitán había estado a la intemperie. _________ rezó una plegaria de gratitud para sus adentros: si él tenía que luchar contra la tormenta, no tendría tiempo para ocuparse de ella.

Joe encontró lo que buscaba en el cofre y lo cerró de un golpe. Se volvió a medias hacia la prisionera y empezó a quitarse la ropa mojada, sin mirar en su dirección. Era como si hubiese olvidado que existía. _________ lo observó entre las pestañas, fingiendo que dormía.

El pecho de Joe resplandecía a la luz de la vela y el vello brillaba con las gotitas de agua. El contorno de los músculos de los brazos y del pecho resaltaron a la débil luz cuando se quitó la camisa y dio media vuelta mientras comenzaba a quitarse los pantalones empapados.

_______ sintió un fuerte calor en las mejillas al observarlo desnudarse, tomar una toalla áspera de la cama y empezar a secarse vivamente. De espaldas parecía un magnifico animal macho, con sus hombros anchos, sus caderas angostas, las piernas largas y musculosas. La espalda y los hombros estaban muy bronceados y el contraste con la piel más clara era sorprendente. Un furioso rubor cubrió el rostro de _________, mientras sus ojos vagaban fascinados por las nalgas de Joe. Eran musculosas y prietas, a diferencia de las suyas, más redondeadas. Imaginó que serían duras al tacto... Se apresuró a cerrar los ojos, profundamente avergonzada de sus propios pensamientos. Era la primera vez que veía a un hombre desnudo y la dejaba perpleja el hecho de que pudiese contemplarlo sin desmayarse de la impresión. Sin duda, debía de haber en ella algo malo: una verdadera dama se habría desmayado.

Joe se calzó unos pantalones secos, los abrochó y se dio la vuelta para ponerse la camisa. Miró en dirección de la silueta inmóvil de la muchacha, acurrucada en el asiento bajo la ventana.

Rió entre dientes y se acercó sin prisa. ¡La chica intentaba hacerle creer que dormía!

________ vio que se aproximaba y se apresuró a cerrar los ojos. Al notar que el hombre se inclinaba hacia ella, trató de fingir una respiración regular. El corazón le golpeaba con tanta fuerza que estaba segura de que él debía oírlo y adivinar que no dormía. Se concentró en la respiración, pero se sobresaltó con violencia al sentir que los brazos del hombre la rodeaban. La alzó en brazos, lo que la obligó a aflojarse, en desesperada ficción de sueño.

Joe rió entre dientes y la llevó en brazos hasta la cama. La apoyó con delicadeza sobre el colchón, se irguió y la miró. ¡Parecía tan joven e indefensa, con los ojos cerrados con fuerza como para no verlo y el cabello cobrizo derramado por la almohada...! Tenía los labios entreabiertos, apenas húmedos, y las curvas provocativas de su cuerpo se veían con toda claridad a través de la camisa rasgada, que era lo único que llevaba puesto. Al contemplarla, sintió que recorría todo su cuerpo el deseo más intenso que hubiera sentido en mucho tiempo.

Se le secó la boca al imaginarse en la cama con ella, dando rienda suelta a su lascivia sobre la carne suave de la muchacha. Un estallido de truenos lo serenó y, de mala gana, recordó la tormenta y las vidas que dependían de su propia destreza. Se inclinó, la tapó con las mantas y se enderezó.

—Será otra vez, señora mía —dijo con suavidad y a _________ le ardieron las orejas.

Entonces, ¿él sabía que estaba despierta? Si así era, ¿porqué la había dejado en paz, sin molestarla, en su propia cama? __________ reflexionó un rato en estas cuestiones y en el hombre que las provocaba. Cuando al fin se durmió, el alba ya rayaba el cielo.
♫ Laura Jonas ♥
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Mensaje por ♫ Laura Jonas ♥ Lun 02 Abr 2012, 10:50 pm

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Capitulo 3


Al despertar, muchas horas después, el camarote todavía estaba sumido en la oscuridad, como durante la noche. Se preguntó fugazmente por qué y luego recordó: la tormenta. Debió de haber sido bastante intensa. El barco se agitaba y se balanceaba mucho y le costó esfuerzo ponerse de pie. Tuvo que sujetarse de un poste de la cama para conservar el equilibrio. Sin duda alguien ya había estado en el camarote, porque había agua fresca en una jarra tapada, un cesto con rosquillas y miel, y una tetera con té. El vestido estaba plegado con cuidado, apoyado a los pies de la cama. _________ se lo puso a toda prisa y se sujetó con torpeza el corpiño desgarrado con los alfileres. Se sentó a la mesa, asombrada por su falta de apetito. Al fin y al cabo, hacía muchas horas que no comía y la noche anterior no había cenado.

El aroma dulce de las rosquillas se elevó hasta su nariz; giró la cabeza, repentinamente mareada. El barco se sacudió hacia un costado y el estómago de ________ se contrajo. Se levantó de la mesa y corrió hacia la ventana: llegó justo a tiempo. Montañas de olas furiosas la amenazaban mientras se inclinaba y vaciaba el estómago en el mar.

Pasó los tres días siguientes en la cama, alternando entre un sueño inquieto y la descarga de sus entrañas en un recipiente de barro que le dejaron al efecto. Creyó que moriría y hacia el final del primer día oró con fervor que así fuera. ¡Cualquier cosa con tal de escapar de
esta desgracia! El capitán rió, insensible, cuando se enteró del estado de la prisionera y dio indicaciones a Petersham, su ayudante personal, para que atendiese las necesidades de _________


Petersham era un hombrecillo delgado y nervudo, de edad mediana, que conocía al capitán desde que era niño. Contó a _________ que había sido mozo del padre del capitán en Woodham, la propiedad de la familia Jonas en Carolina del Sur. De joven, Joe había peleado con el padre y huido al mar; aquel, furioso, envió a Petersham a buscarlo. Pero una cosa llevó a la otra y Petersham terminó embarcándose con su joven amo. Estuvo siempre con el amo Joe... ¡y las cosas que vio habrían bastado para ponerle los pelos de punta a cualquiera! Sin embargo, teniendo en cuenta las circunstancias, le gustaba esa vida y no pensaba alejar de ella al capitán.

A ________ le interesó mucho lo que le contó Petersham. Así que Jonas era norteamericano, ¿eh? Eso explicaba muchas cosas. _________ había oído decir que los habitantes de las colonias eran salvajes sin remedio y sin duda Joe Jonas respondía a esa descripción. No era mejor que un salvaje: pillaba, asesinaba y robaba mujeres a su antojo.

El capitán no entraba con frecuencia en el camarote y siempre era para devorar una comida rápida o unas pocas horas del descanso que tanto necesitaba. La primera noche, ________ estaba dormida cuando él llegó; al despertar, lo encontró tendido junto a ella como un
leño exhausto. Estaba completamente desnudo y la muchacha sintió que la piel del hombre le quemaba donde entraba en contacto con la suya, incluso a través de la tela del vestido. Con cautela, intentó alejarse, pero el brazo de Jon estaba apoyado sobre su pelo y no podía
soltarse sin despertarlo. Inquieta, permaneció echada sobre las almohadas, observándolo con ojos afligidos. Como el hombre siguió durmiendo, poco a poco se tranquilizó y, al fin, se durmió junto a él.


Cuando despertó, el capitán aún dormía; una de sus manos rodeaba, como al descuido, un pecho de ________, y tenía la rodilla entre los muslos de ella. Lo íntimo de la posición hizo jadear a _________, que trató, desesperada, de liberarse, sacudiéndolo con movimientos frenéticos.

—¡Quédate quieta! —gruñó el hombre, mirándola con el entrecejo fruncido y los párpados enrojecidos.

_________ se sometió, temerosa de lo que podría hacerle si desobedecía y Joe volvió a cerrar los ojos. Pero escasos minutos después, Joe se levantó y se estiró, exhibiendo como al descuido su desnudez viril. En verdad horrorizada, esta vez _________ cerró los ojos. El aspecto del hombre por delante era mucho más aterrador que por detrás.

Resonó un trueno y el barco se balanceó. El capitán maldijo y se vistió de prisa. Tenía los hombros caídos y los ojos inyectados en sangre por la preocupación. Para su propia sorpresa, _______ descubrió que sentía lástima por él, pero las palabras que Joe dijo a continuación disiparon todo sentimiento compasivo:

—La próxima vez que me acueste contigo no quiero que tengas puesto ese vestido. Si eso ofende tu pudor, haz que Petersham te dé una de mis camisas de noche. ¡Es como dormir con un maldito alfiletero! Te advierto que, si no estás desvestida cuando vuelva, te
desnudaré yo mismo. ¡Y créeme que no me disgustará hacerlo!


La miró, burlón; ________ se subió las mantas hasta el cuello, sin atreverse a mirarlo por temor a provocar su violencia, Elcapitán salió cerrando de un portazo, de bastante malhumor, y ________ sonrió para sí. ¡De modo que el altanero y poderoso capitán había sufrido los pinchazos de los alfileres de su vestido! ¡Era una pequeña venganza por todo lo que la había hecho sufrir! A pesar de su alegría, no se atrevió a desobedecerle: no tenía sentido provocar un enfrentamiento si podía evitarlo. Revolvió los arcones, encontró una pulcra pila de camisas de noche y se puso una. Era demasiado grande para ella: las mangas le colgaban casi hasta las rodillas y el bajo arrastraba unos veinticinco centímetros por el suelo. Pero debía admitir que era mucho más cómodo que su propio vestido, desgarrado y mugriento y, mientras tuviese cuidado de cubrirse hasta la barbilla con las mantas cada vez, que entrara alguien al camarote, no se quejaría. Por cierto, era mucho menos revelador que su propio camisón de tela delgada.

El capitán no volvió al camarote hasta bien entrada la noche y para entonces _________ ya se había acostumbrado al insólito atuendo. Estaba sentada en la cama, apoyada en una montaña de almohadas y bebía con cuidado una taza de té. El estómago se había asentado un poco, pero todavía se rebelaba con violencia si el barco se balanceaba demasiado. Cuando el capitán entró, aturdido de fatiga, _________ lo miró con ojos muy abiertos y asustados e hizo un movimiento como para bajarse de la cama.

—Mi elegante señora, si pones un pie fuera de esa cama, lamentarás haber nacido —le espetó—. Considera que gozas de una postergación hasta otro momento.


_________ se quedó donde estaba y observó, preocupada, cómo el hombre apagaba la vela y se desnudaba. Apenas distinguía la figura en la penumbra, y cuando se acostó, ________ se sobresaltó y trató de apartarse porque le rodeó la cintura con uno de sus brazos
duros. Luego lo sintió estremecerse, como si tuviese frío. Tal vez había dicho la verdad y sólo la quería para mantener el calor: era una posibilidad que no podía desechar. Dejó que la acercara a él en medio de la cálida penumbra y que rodeara con brazos v piernas su cuerpo rígido. Como no hizo más que abrazarla, poco a poco _________ se relajó. La proximidad de ese cuerpo todavía la asustaba... y la turbaba de un modo extraño, pero mientras durase la tormenta, pensó, no tendría nada que temer de él.


El capitán se quedó dormido casi de inmediato, con una respiración profunda y regular. _______ se apoyó en un codo y contempló el rostro bronceado tan cercano a ella, sobre la almohada. Para un hombre tan masculino tenía unas pestañas demasiado largas, en forma de oscuras medialunas sobre las mejillas. La boca era sensible, la barbilla esbelta v dura. Al verlo dormido, sintió una extraña atracción hacia él y se preguntó qué sentiría si deslizaba los labios por la mejilla áspera... Enfadada por el rumbo de sus propios pensamientos, se apoyó otra vez en las almohadas y cerró los ojos. Un rato después estaba dormida.

Cuando despertó, comprobó que por fin brillaba el sol y que estaba sola en la cama. Se levantó de un salto, corrió hacia la ventana y se asomó. El mar resplandecía como un cristal pulido por un diamante. El sol tibio le bañó el rostro vuelto hacia arriba
y el aire era dulce v balsámico. ______ ansió salir a disfrutar de ese aire tan puro y decidió pedir a Petersham que le consiguiera permiso para salir a cubierta. "Incluso a los criminales se les permite hacer un poco de ejercicio", pensó, rebelde.


"¿Pero cómo podría?", se preguntó, mientras se salpicaba la cara con agua fría. El vestido, que una vez fue hermoso, estaba reducido a un trapo sucio y, al parecer, la única alternativa era usar una de las camisas de dormir del capitán. Estaban limpias y la cubrían, pero eso era todo. No cabía duda de que no eran apropiadas para un paseo por cubierta.

Fastidiada, se sentó en la silla con un libro de obras de teatro en la mano. "Propiedad de Joseph Adam Jonas", se leía garrapateado en letra decidida en la primera hoja en blanco; _________ estaba contemplando la firma cuando el propio Joseph Adam Jonas entró. Al verlo en ese momento, ________ no comprendió qué la había conmovido de él cuando dormía. Despierto, era el mismo monstruo arrogante y desagradable que la había apresado y abusado de ella. Le lanzó una mirada ceñuda.

—Hoy estás pálida, mi lady —dijo Joe, con ese odioso matiz burlón en la voz.

—No es de extrañar, si usted me tiene aquí, encerrada. ¿Pretende matarme por asfixia o de aburrimiento? —replicó, con tono venenoso.

—¡En tu lugar, yo cuidaría la lengua, dulce! Como pronto descubrirás, hay destinos peores.

Se acercó hasta la cama, quitándose entretanto la chaqueta y la camisa. _________, humillada, se mordió el labio, contemplando la flexión de los músculos en la ancha espalda. La tormenta había terminado y estaba otra vez, a merced del capitán. Hizo un esfuerzo por controlar la irritación y probó con un tono más tierno.

—Capitán, me gustaría mucho salir a cubierta.[/size]

—¿Qué te lo impide? Los últimos dos días la puerta ha estado sin llave. Además, estamos en alta mar y, aunque quisieras, no tendrías a dónde huir. Claro, a menos que prefieras las atenciones un tanto toscas de mis hombres a las de mi propia persona encantadora.


La miró riendo con expresión de lobo y _________ casi se ahogó de furia.

—¡Antes que su desagradable presencia preferiría las atenciones de cualquiera! —le espetó.

—¿Es cierto eso, mi lady? Entonces, por favor sal a cubierta, pavonéate. Me pregunto cuánto durarías, con mis hombres turnándose contigo. Apuesto a que estarías muerta mucho antes
de que el Margarita tocara puerto.


La ira oscureció los ojos de Joe y sus palabras hirieron a __________ como piedras. La muchacha guardó un prudente silencio, dejándose caer otra vez en la silla y mirándolo con hirviente resentimiento. Joe se volvió, se dejó caer cuan largo era sobre la cama y se quedó echado un rato. Cuando al fin habló, parte del enfado se había disipado.

—No tengo nada que objetar a que tomes aire, siempre que te quedes en el alcázar y permanezcas alejada de mis hombres. Hace mucho que están en el mar y si ven a una mujer como tú cerca... Bueno, no hay por qué buscar problemas. Necesito a todos mis hombres. No quiero tener que matar a ninguno porque tú lo hayas tentado hasta la locura.

—¡El Cielo no lo permita! —replicó la muchacha, con tono sarcástico—. Y eso nos conduce a otro pequeño problema. ¿Qué es lo que usaré el resto de este viaje encantador? ¡Como recordará, sus preciosos hombres me desgarraron el vestido!

Como no respondió, _________ se atrevió a ir un poco más allá.

—Capitán, ¿qué es lo que hicieron sus piratas con mis baúles? ¿Los arrojaron por la borda? ¿O los usan como trapos para fregar la cubierta?

—Tus baúles están a bordo, mi lady, y se hizo inventario con ellos, igual que con el resto de la carga del Anna Creer. Tienes un magnífico guardarropas: vestidos que cuestan como para alimentar a una familia durante un año, ropa interior de seda y hasta calzones de auténtico encaje irlandés. Es un botín valioso, mi señora, lo sepas o no- Se quedó tendido de espaldas sobre la cama, al parecer indiferente a la irritación creciente de la muchacha.

—¿Me dará mi ropa? —La voz le tembló de ira y le costó un gran esfuerzo no lanzarle las palabras de odio que tenía guardadas. Se sintió arder al imaginárselo revolviendo sus pertenencias.

—Como dije, señorita mía, valen bastante. Y no sólo me pertenecen a mí, sino también a mis hombres. Sinceramente, no podría regalarlas. Si tuvieras la intención de comprarlas...

Dejó que la voz se perdiese y se sentó en el borde del camastro, mirándola burlón.

—Sabe usted que no tengo dinero —dijo _________, cortante.


—¿Quién habló de dinero? Quizá tú y yo podamos llegar a algún acuerdo. Digamos, por ejemplo, un vestido... por un beso.







Última edición por ♫ Laura Jonas ♥ el Lun 02 Abr 2012, 11:15 pm, editado 1 vez
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Pasion en la Isla (Joe y tu) - Página 2 Empty Re: Pasion en la Isla (Joe y tu)

Mensaje por ♫ Laura Jonas ♥ Lun 02 Abr 2012, 11:03 pm

________ lo miró, perpleja, y comenzó a enfurecerse. De modo que quería llegar a un arreglo, ¿verdad? Debía de imaginar que ella era tonta: un beso era lo más alejado de su mente.

—¿Y bien, ________? —dijo con suavidad, observándola—. Un vestido por un beso. Creo que es un acuerdo justo.

________ lo observó, tratando de adivinar qué pensamientos había tras esa sonrisa burlona; aunque la expresión del capitán era indescifrable, una diminuta llama chispeaba en el fondo de esos ojos. _________ empezó a asustarse. Ahí, sentado, el hombre parecía tan fuerte, tan masculino, que le recordaba un felino hambriento contemplando un ratón muy apetitoso. La muchacha tragó saliva y luego lo miró de frente, con un gesto altivo de la barbilla.

—¡Preferiría besar a un cerdo!

Joe no pareció enfadarse por esa respuesta tan grosera; por el contrario, soltó una carcajada de deleite.

—Así que preferirías besar a un cerdo, ¿no es cierto, lady ________? ¿Estás segura? Dudo mucho de que en el transcurso de tu vida tan protegida hayas tenido ocasión de besar a nadie y mucho menos a un cerdo. Por lo tanto, no puedes comparar. Tendrías que besarme a mí y luego a un cerdo, y entonces podrías comparar y decidir cuál de los dos besos prefieres.

Se burlaba, se reía de ella, y ________ sintió que un impulso asesino le corría por las venas. ¡Nadie, hasta ese momento, había tenido la audacia de reírse de ella y ahora ese sujeto arrogante se atrevía a hacerla blanco de sus bromas! Los ojos le brillaron de furia y abrió los labios en una mueca que parecía un gruñido.


—¡Lo odio! —le dijo entre dientes, con los ojos azules lanzando chispas.

Se la veía muy hermosa respirando fuego, desafiante y Joe advirtió que la deseaba tanto que le dolía. Le recordaba una zorra colorada acorralada... Se levantó y se encaminó hacia ella con gran lentitud, taconeando.

_________ se sobresaltó y dejó de lado la sábana que aterraba para preservar el pudor. El camisón de lino delineaba con nitidez los pechos. Joe esbozó una amplia sonrisa y ________ comenzó a retroceder, resguardándose detrás de la mesa. El hombre la siguió, sin dejar de sonreír, con plena confianza en el resultado del juego.

_________ retrocedió todo lo que pudo, hasta quedar con la espalda contra la pared. El capitán avanzó, colocando los brazos con rapidez a los costados de la muchacha, para inmovilizarla. ________ lo miró y abrió mucho los ojos al comprender, de pronto, lo que pretendía: ¡de modo que esa sería la confrontación decisiva! Sintió oleadas de temor recorriéndole las entrañas. Joe estaba tan cerca que ________ percibía el aroma tibio y almizclado de su cuerpo. Los ojos despedían un brillo peligroso y la boca se curvaba en una sonrisa maliciosa.

_________ nunca había carecido de coraje; ahora el valor le tensó la espalda y lo miró, severa:

—¡Déjeme en paz, animal! —le espetó, desafiándolo con la mirada a que la tocara.

—Con que soy un animal, ¿eh? —dijo Joe marcando las palabras y mirándola con ojos resplandecientes—. Eso tendría que atraerte, mi lady A fin de cuentas, admitiste una asombrosa inclinación hacia los cerdos. Ahora verás si te gusta la clase de animal que soy.

Se inclinó morosamente; _________ cerró los ojos y apartó el rostro, intentando alejarlo, empujándole el pecho con las manos, pero fue en vano. La boca quemante de Joe rozó la mejilla que ________ trataba de apartar y luego, con la mano sobre su barbilla, le torció la
cabeza hasta que pudo cubrirle la boca con sus labios. Ella mantuvo los suyos apretados, rechazando el beso, pues todavía recordaba muy bien la última vez. No volvería a avergonzarse de ese modo.


Los brazos de Joe la rodearon, apartándola de la pared y atrayéndola hacia él. ________ trató de clavarle las uñas en la cara, pero él le atrapó la mano antes de que pudiese hacerle daño y la sujetó. La boca del hombre se abatió otra vez sobre la de la muchacha y logró abrirle los labios temblorosos con la lengua. _______ se arqueó hacia atrás esperando librarse, pero el movimiento no hizo más que acentuar la presión ardiente del duro cuerpo masculino contra el suyo, blando y femenino. Sintió que la lengua de Joe tocaba la de ella y también que un temblor sacudía esos brazos que la rodeaban. Un extraño calor comenzó a latir en la ingle de ________ mientras las manos del hombre acariciaban su espalda y sus nalgas de manera cálida y seductora. De pronto se le aflojaron las rodillas y se vio obligada a sujetarse de los hombros de él para no caer. Joe la echó hacia atrás, sosteniéndola con el brazo y arrasó la blanca y esbelta columna del cuello, para luego volver a devorarle la boca. De súbito ________ supo que estaba perdida. Por su propia voluntad, sus brazos rodearon el cuello del hombre y entrelazó los dedos en el cabello espeso y oscuro.

Al percibir la reacción de la muchacha, el hombre gimió, la alzó y la llevó hacia la cama, con pasos vacilantes. _______ se acurrucó contra el pecho desnudo del capitán como una gatita confiada, con los brazos enlazados en torno de su cuello. Así como él no podía detenerse, ella fue incapaz de resistirse.

La depositó con suavidad sobre la cama, se tendió junto a ella y la estrechó contra sí, besándola de ese modo animal que la enloquecía. Cuando la boca del capitán se apretó contra la de ella, ________ se estremeció y le devolvió el beso.


"Esto no está bien", dijo una vocecilla dentro de ella, pero ya no podía prestar atención a ninguna advertencia.

Las manos de Joe exploraron las curvas de ________ a través del camisón fino, gozando de la feminidad en capullo de la muchacha. Bajo las manos del capitán, los pezones de _______ se irguieron. Impaciente, él desgarró la tela que la cubría y, ante el espectáculo de los
pechos tan blancos coronados por pezones rosados, se le cortó la respiración casi hasta provocarle dolor físico.


Extendió un dedo y tocó los suaves picos con reverencia, maravillado ante la tibieza aterciopelada de la piel. Inclinó la cabeza y besó con delicadeza un pezón, luego otro, que tomó en la boca mordisqueándolo, provocativo. La intensa sensación que la aguijoneó la hizo jadear y abrió los ojos. Al ver la cabeza oscura que se cebaba en ella con tanta intimidad, la impresión le devolvió la cordura. La vergüenza fue abrasadora y apoyándole las manos sobre los hombros lo empujó para apartarlo.

—¡No! ¡Por favor Joe, detente! —jadeó, clavándole las uñas.

—¡Cálmate, __________! —murmuró él con voz ronca y los ojos turbios de pasión—. Tranquila, _________, mi amor.

Con delicadeza apartó las manos de _______ de su propia carne y se las levantó sobre la cabeza sujetándolas con firmeza. Volvió a depositar besos calientes sobre los pechos de la joven.

Asustada, ________ se retorció y trató inútilmente de apartarse.

—Quédate quieta, tesoro —le dijo al oído—. No te lastimaré, quédate tranquila. Quédate quieta.


Le sujetó las manos contra el colchón con una de las suyas y con la otra le arrancó lo que quedaba del camisón. En un instante el cuerpo de _________ quedó desnudo ante los ojos de
Joe. Con mirada lenta y posesiva, Joe la recorrió, quemándole la piel. ________ sollozó, asustada y avergonzada, mientras el hombre la examinaba de la cabeza a los pies, y cuando llevó la mano a los botones del pantalón ________ comenzó otra vez a debatirse con desesperación.


Desnudo, Joe la sujetó con las piernas y acalló los agudos sollozos con su boca. La besó morosamente y las manos reanudaron el audaz vagabundeo por su cuerpo. Pasaron como al descuido por los pechos sensibles y luego bajaron para acariciar el vientre suave. ________ gimió y sacudió la cabeza de un lado a otro, mientras le clavaba las uñas en los hombros. El capitán siguió con la suave caricia del vientre, sin prestar atención a los esfuerzos de ________ por liberarse. La mano de Jon bajó todavía más y empezó a acariciar la carne sedosa del interior de los muslos.

—¡No! —exclamó _________, jadeando, cuando la palma callosa se deslizó por la unión de las piernas. Horrorizada, _________ juntó con fuerza las piernas y las cruzó, desesperada por resistirse a los intentos de Joe por separárselas con las manos.


—Relájate, _________, relájate, mi amor —murmuró Joe, con tono ronco—. ________ abre las piernas, amor. No te lastimaré.


Esas últimas palabras la abrumaron. Se puso rígida, se retorció y se deslizó como una contorsionista, tratando de escapar de las manos de Joe. Pero él era muy fuerte y por fin, con un sollozo estremecido, se rindió y quedó inerte. Ya nada podía hacer.

Joe se apoyó sobre una rodilla y metió la otra entre las piernas cruzadas de _________. Al fin, logró separarle los muslos. Ella lanzó un último suspiro convulsivo cuando él le separó bien las piernas y luego permaneció quieta, sollozando quedamente, sin hacer más esfuerzos por resistirse. Al sentir la dureza de Joe entre los muslos, se estremeció.

La recorrió una llamarada de fuego cuando Joe encontró la entrada y la penetró un poco. Luego, con un potente impulso, quedó hondamente sepultado en ella. El dolor, como una cuchillada, fue tan intenso que la hizo gritar. Los labios de Joe se cerraron sobre los
de _________, acallándola, y se quedó inmóvil sobre ella, con su carne en la carne suave de la muchacha. El aliento del hombre salía en explosiones entrecortadas, como si hubiese corrido una gran distancia. ________ volvió la cabeza, con desagrado por el calor de ese aliento. Por fin, como si ya no pudiera contenerse, el hombre empezó a moverse, con lentitud al principio, como para no lastimarla, después cada vez con más fuerza y rapidez.


_________ se quedó debajo de él, sin resistirse, dejando que hiciera lo que quisiese con su cuerpo, aturdida por la impresión. No podía creer que estuviera sucediéndole algo tan horrible: un pirata estaba violándola y ella no podía hacer nada. Ya era tarde,
estaba arruinada, perdida. Nunca más podría levantar la cabeza. Y todo por ese animal tembloroso y jadeante que resollaba y la atacaba... ¡Cómo lo odiaba!


Intentó pensar en cualquier otra cosa, pero esa carne dura, caliente, unida a ella de manera tan íntima, se lo hizo imposible. Se movió un poco, a prueba, con la esperanza de aliviar al menos la presión del pecho de Joe sobre el suyo, pero el movimiento incitó al hombre, provocándole un frenesí aún mayor. Sin quererlo, _________ se vio atrapada en esa pasión.

Con un movimiento instintivo, alzó el cuerpo para salir al encuentro de la embestida del hombre. Joe contuvo el aliento, se estremeció y se aflojó sobre ella. _________ sintió una absurda decepción cuando el corpachón del hombre cayó sobre ella.

Un momento después, Joe rodó apartándose y se tendió de espaldas, mirando el techo. ________ se deslizó hacia el extremo opuesto de la cama y le volvió la espalda, sintiéndose acalorada, pegajosa y profundamente humillada. Recordó el modo en que su cuerpo la traicionó en el último instante, cuando no pudo detener ese movimiento instintivo, y los ojos le desbordaron de lágrimas calientes de furia y vergüenza.


Ahogó un sollozo, pero Joe la oyó y la atrajo con rudeza hacia él. Distraído, le acarició el cabello y, ante el despliegue de ternura, ________ olvidó el orgullo y el odio hacia él y sollozó como una criatura. Joe siguió abrazándola, acariciándole el pelo y murmurándole frases de consuelo al oído.


Cuando al fin los sollozos se redujeron a suspiros e hipos, la apartó, se levantó y se vistió. Quedó un momento de pie, mirándola, mientras se ceñía la hebilla del cinturón, con una sonrisa débil en los labios. ________ cerró los ojos, rehusándose a mirarlo.

—No te preocupes por esto, cariño. La próxima vez será mejor, te lo prometo —dijo con tono suave y rió al ver la expresión enfurecida de _________ cuando comprendió lo que él decía.

¿De verdad esperaba que se sometiera otra vez a esa desagradable situación? Furiosa, saltó de la cama arrastrando la sábana con ella para ocultar su cuerpo de la mirada del hombre, con una expresión asesina en la mirada. Miró alrededor buscando un arma, pero sin
darle tiempo a encontrar algo lo bastante duro y filoso, Joe la alzó y la arrojó otra vez al medio de la cama. Indefensa, _________ cayó hecha un tío de sábana y cabellos, provocando las francas carcajadas de Joe. Cuando consiguió librarse, el capitán ya se había ido y lo único que pudo hacer fue lanzar una mirada furiosa a la puerta cerrada del camarote. ¡Nadie podía tratarla impunemente como a una mujerzuela! En ese mismo momento decidió que el capitán Joseph Jonas recibiría una lección que necesitaba mucho. ¡Pronto descubriría que había encontrado la horma de su zapato!


Última edición por ♫ Laura Jonas ♥ el Vie 06 Abr 2012, 12:07 am, editado 3 veces
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Mensaje por ♫ Laura Jonas ♥ Lun 02 Abr 2012, 11:18 pm

Bien chicas ahi estan 3 capis!!

Ahi tuvieron una maraton :D

Disfrutenlo, y espero ver muchos comments para seguir subiendo :)
♫ Laura Jonas ♥
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Mensaje por andreita Mar 03 Abr 2012, 9:37 am

me encanto el maratoN!!!! lau
que alsima que la rayis no la apso bn
andreita
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Mensaje por andreita Mar 03 Abr 2012, 9:37 am

me encanta la nove
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Mensaje por andreita Mar 03 Abr 2012, 9:37 am

espero que las cosas mejoren
andreita
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Mensaje por andreita Mar 03 Abr 2012, 9:38 am

mas noveee
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Mensaje por andreita Mar 03 Abr 2012, 9:38 am

:)
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