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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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Pasion en la Isla (Joe y tu)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Pasion en la Isla (Joe y tu)
Aquella mañana Joe fue a verla y le preguntó por su salud con cortesía helada. Estaba vestido para ir a la ciudad y ________ observó su elegante silueta con ardiente resentimiento. "¡El tiene la culpa de mi malestar y no sufre ni un poquitín!" Lo miró, ceñuda, sin dirigirle la palabra; Joe le lanzó una mirada indiferente y le dedicó un saludo burlón antes de seguir su camino.
Mientras cenaba, apoyada en una montaña de almohadas sobre la inmensa cama, ________ contempló, melancólica, la sortija de piedras brillantes que reflejaba la luz de la vela cercana a la cama. "Joe es un bribón", pensó, con amargura. "Tal vez en este mismo momento esté con otra mujer, besándola, haciéndole el amor." Todo su cuerpo ardió de celos. Si Joe hubiese estado allí, lo habría abofeteado con gran placer en el rostro bronceado.
Desgarró con vehemencia un trozo de pollo, imaginando que era Joe. Mientras lo masticaba con sombría satisfacción, abrió los ojos, sorprendida. Entre sus piernas brotaba un chorro de agua que mojaba las mantas y el colchón. ¿Qué diablos sería...? Contempló azorada la parte inferior de su cuerpo: ¡se había orinado! Después comprendió la verdad: ¡estaba llegando el niño!:cheers:
Buscó con la vista la campanilla que tendría que haber estado junto a la cama: no la encontró. Entre Martha y las con- fundidas esclavas domésticas, nada estaba en su lugar. Necesitaba ayuda: trató de llamar, pero su voz sonó débil y supo que no la oirían más allá de los límites de la habitación. Apretando los dientes, apoyó los pies en el suelo y se levantó. Ya no tendría que preocuparse de hacer algo que apresurara la llegada del niño: ¡éste lo había decidido por su cuenta! Como había estado semanas en cama le temblaban las piernas, pero se las arregló para arrastrarse hasta la puerta apoyándose en los muebles. La primera contracción la asaltó en cuanto dio el primer paso fuera del cuarto. Se dobló sobre sí misma, jadeante, pero el dolor pasó tan rápido como había llegado. "No es tan terrible", pensó, reanimada.
Entre su habitación y la escalera había tres puertas. Llegó a lo alto apoyándose en la baranda y miró hacia abajo. No se atrevía a intentarlo, pues una caída podría matarlos tanto a ella como al pequeño.
—¡Martha! —gritó. Su voz sonó lamentablemente débil.
Probó otra vez—: ¡Martha!
Se abrió la puerta de uno de los dormitorios que daban al pasillo y ________ vio el resplandor acogedor de una lámpara que iluminaba una biblioteca. Dedujo que sería el estudio y abrió la boca para llamar otra vez en el mismo instante en que Joe entraba en el vestíbulo con otro hombre.
—Muchas gracias por traerme, Bailey —dijo Joe, estrechando la mano del otro.
—Fue un placer, capitán Jonas —respondió el hombre. _________ trató de retroceder hacia las sombras del pasillo, pues no quería atraer la atención hacia sus dificultades con un extraño en la casa, pero la atacó otra contracción y se le escapó un gemido.
Joe miró casi con indiferencia hacia arriba y se le congeló el semblante de incredulidad al ver a _________ doblada en dos, allá arriba.
—¡Dios mío! —musitó, subiendo los peldaños de dos en dos. ________ sintió que los brazos fuertes la rodeaban con delicadeza casi femenina y echó la cabeza atrás intentando sonreírle, pero otro dolor la contorsionó.
——Es... ¡Está naciendo el niño! —jadeó cuando el espasmo cedió.
Joe asintió, el rostro pálido bajo el bronceado.
—Te llevaré en brazos —dijo con voz muy calma— Ni siquiera tienes que sujetarte de mi cuello. Tú relájate. -Todo saldrá bien. La alzó con infinito cuidado y la cargó rápidamente por el pasillo hasta el dormitorio. La apoyó con delicadeza sobre la cama y fue a zancadas hasta la puerta. El grito con que llamó a Martha sacudió la casa hasta los cimientos.
Mientras cenaba, apoyada en una montaña de almohadas sobre la inmensa cama, ________ contempló, melancólica, la sortija de piedras brillantes que reflejaba la luz de la vela cercana a la cama. "Joe es un bribón", pensó, con amargura. "Tal vez en este mismo momento esté con otra mujer, besándola, haciéndole el amor." Todo su cuerpo ardió de celos. Si Joe hubiese estado allí, lo habría abofeteado con gran placer en el rostro bronceado.
Desgarró con vehemencia un trozo de pollo, imaginando que era Joe. Mientras lo masticaba con sombría satisfacción, abrió los ojos, sorprendida. Entre sus piernas brotaba un chorro de agua que mojaba las mantas y el colchón. ¿Qué diablos sería...? Contempló azorada la parte inferior de su cuerpo: ¡se había orinado! Después comprendió la verdad: ¡estaba llegando el niño!:cheers:
Buscó con la vista la campanilla que tendría que haber estado junto a la cama: no la encontró. Entre Martha y las con- fundidas esclavas domésticas, nada estaba en su lugar. Necesitaba ayuda: trató de llamar, pero su voz sonó débil y supo que no la oirían más allá de los límites de la habitación. Apretando los dientes, apoyó los pies en el suelo y se levantó. Ya no tendría que preocuparse de hacer algo que apresurara la llegada del niño: ¡éste lo había decidido por su cuenta! Como había estado semanas en cama le temblaban las piernas, pero se las arregló para arrastrarse hasta la puerta apoyándose en los muebles. La primera contracción la asaltó en cuanto dio el primer paso fuera del cuarto. Se dobló sobre sí misma, jadeante, pero el dolor pasó tan rápido como había llegado. "No es tan terrible", pensó, reanimada.
Entre su habitación y la escalera había tres puertas. Llegó a lo alto apoyándose en la baranda y miró hacia abajo. No se atrevía a intentarlo, pues una caída podría matarlos tanto a ella como al pequeño.
—¡Martha! —gritó. Su voz sonó lamentablemente débil.
Probó otra vez—: ¡Martha!
Se abrió la puerta de uno de los dormitorios que daban al pasillo y ________ vio el resplandor acogedor de una lámpara que iluminaba una biblioteca. Dedujo que sería el estudio y abrió la boca para llamar otra vez en el mismo instante en que Joe entraba en el vestíbulo con otro hombre.
—Muchas gracias por traerme, Bailey —dijo Joe, estrechando la mano del otro.
—Fue un placer, capitán Jonas —respondió el hombre. _________ trató de retroceder hacia las sombras del pasillo, pues no quería atraer la atención hacia sus dificultades con un extraño en la casa, pero la atacó otra contracción y se le escapó un gemido.
Joe miró casi con indiferencia hacia arriba y se le congeló el semblante de incredulidad al ver a _________ doblada en dos, allá arriba.
—¡Dios mío! —musitó, subiendo los peldaños de dos en dos. ________ sintió que los brazos fuertes la rodeaban con delicadeza casi femenina y echó la cabeza atrás intentando sonreírle, pero otro dolor la contorsionó.
——Es... ¡Está naciendo el niño! —jadeó cuando el espasmo cedió.
Joe asintió, el rostro pálido bajo el bronceado.
—Te llevaré en brazos —dijo con voz muy calma— Ni siquiera tienes que sujetarte de mi cuello. Tú relájate. -Todo saldrá bien. La alzó con infinito cuidado y la cargó rápidamente por el pasillo hasta el dormitorio. La apoyó con delicadeza sobre la cama y fue a zancadas hasta la puerta. El grito con que llamó a Martha sacudió la casa hasta los cimientos.
♫ Laura Jonas ♥
Re: Pasion en la Isla (Joe y tu)
Chicas mil perdones por no subirles capis, es que la escuela me tiene JO*DIDA hasta el cuello, incluso tengo un fin de semana largo porque hoy lunes no tengo clases :cheers:
Quize dejarles desde el viernes pero han sido tantas tareas que les vengo a dejar hoy
Son las 5:18 am, miren a que horas vengo a dejarles capi, pero bueno disfruten los capis, ya casi viene nuestro hermoso bebe :D
Quize dejarles desde el viernes pero han sido tantas tareas que les vengo a dejar hoy
Son las 5:18 am, miren a que horas vengo a dejarles capi, pero bueno disfruten los capis, ya casi viene nuestro hermoso bebe :D
♫ Laura Jonas ♥
Re: Pasion en la Isla (Joe y tu)
lauuuuuuuuuuuuuuuuu me encata me encata la nove
enserioe stpoy enamorada de ella!!!
enserioe stpoy enamorada de ella!!!
andreita
Re: Pasion en la Isla (Joe y tu)
porfavor que todo se arregle
me da trsiteza loq ue esta sufirendo la rayis
me da trsiteza loq ue esta sufirendo la rayis
andreita
Re: Pasion en la Isla (Joe y tu)
Chicas perdon por no subirles ya sabene la escuela y eso pero aqui les tengo su capi
LO AMARAN!!
Y sutedes que esperaban para el bebe?? Varon o hembra??
LO AMARAN!!
Y sutedes que esperaban para el bebe?? Varon o hembra??
♫ Laura Jonas ♥
Re: Pasion en la Isla (Joe y tu)
Capitulo 17
El trabajo de parto de ________ fue de veinticuatro horas. A medida que avanzaba la noche, Martha comprendió que el alumbramiento sería difícil e hizo saber a Joe que debía llamarse a un médico. (La costumbre era que interviniesen en el parto las mujeres de casa de la parturienta.) El mensaje fue innecesario. Joe, pálido y sacudido por los ruidos que llegaban del otro lado de la puerta cerrada del dormitorio, ya lo había llamado.
Los gemidos sordos eran malos, pero los ocasionales gritos agudos de _________ resultaban casi insoportables. A Joe le brotó un sudor frío, y Petersham y uno de los nuevos criados tuvieron que impedirle que corriera arriba e irrumpiese en el cuarto donde la esposa sufría tanto.
El viejo doctor Sanderson llegó más de tres horas después de que fuesen a buscarlo; cuando Joe le preguntó de mal modo por qué había demorado tanto, respondió sirviéndole un whisky puro y pidiéndole con brusquedad que no estorbara. Mientras subía la escalera hacia la planta alta, meneando la cabeza blanca e hirsuta, lo oyeron murmurar que prefería atender a veinte parturientas que tratar con un futuro padre. Por lo común, las mujeres eran más estoicas.
Para ira de Joe y consternación de Petersham, el whisky sólo ayudó en parte; el padre inminente bebió grandes dosis, pero su mente estaba tan intensamente sintonizada con lo que sucedía arriba que le resultaba imposible olvidarlo. Cuando los gritos de _______ alcanzaron tal nivel que se convenció de que ella debía de estar muriéndose, lo único que pudo hacer fue recorrer a grandes pasos el pasillo, maldiciendo y orando al mismo tiempo. Saber que ________ sufría le desgarraba los órganos vitales como unas tenazas al rojo vivo y convirtió en una farsa el frió desprecio que suponía sentir por ella. "¡Pedazo de imbécil!", se dijo al sentir que pugnaban por renacer sentimientos que creía muertos hacia mucho. "¿Acaso la amarás ahora, después de lo que te ha hecho? ¡No!", respondía su mente. "Cualquier clase de amor que pueda haber sentido por ella fue aniquilado por su traición".
Otro penoso gemido desde el dormitorio le hizo encogerse. Sin hablar, Petersham le alcanzó otro vaso de whisky y Joe lo bebió. Fue inútil. Un fogonazo repentino explotó en su mente, haciéndole ver que su propia lascivia era la única responsable del dolor de _______.
Estremecido de odio contra si mismo, recordó con cuánta insensibilidad había rechazado los ruegos de la muchacha aquella primera vez, en el Margarita, pues su propia pasión hambrienta lo llevó a poseerla por completo, sin miramientos. Y no se contentó con robarle la virginidad. ¡Oh, no! La poseyó una y otra vez, con el resultado de la agonía que ahora padecía. Al oír tantos gemidos de dolor, se prometió que no volvería a tocarla mientras _______ viviese. Si vivía. Sentía el espantoso temor de que ya la había matado.
Durante todo el día siguiente, Joe permaneció cerca de la habitación y rechazó la comida con una sacudida impaciente de la cabeza. Petersham hizo un gesto de contrariedad, pensando que el amo Joe había bebido alcohol suficiente para derribar a un caballo y casi no se notaba. Hizo todo lo posible para convencerlo de que se tendiera en el sofá del estudio a descansar un poco o que saliese a respirar aire fresco; Joe rechazó todas las sugerencias. Seguía recorriendo el pasillo, cerca de la puerta del dormitorio, tragando whisky como si fuera agua y sirviéndose más. Cada vez que _______ emitía el mínimo sonido, se crispaba; si ella gritaba, se ponía pálido como la muerte. Cada tanto, Martha salía del dormitorio a buscar agua caliente o toallas para el doctor Sanderson y la impresionaba tanto el estado del amo que hacía todo lo posible por alegrarlo. ¡Realmente, el pobre hombre parecía sufrir casi tanto como _______!
Hacia el crepúsculo, los gritos de ________ llegaron a un crescendo estremecedor. Joe se paralizó en el pasillo, con los ojos clavados en la puerta cerrada. Por último no aguantó más y, en un impulso frenético, irrumpió por la puerta del dormitorio y se quedó inmóvil, con la mano todavía en el pomo de la puerta. El doctor Sanderson sostenía por los talones a una criatura diminuta, cubierta de sangre; ante los ojos de Joe dio unas palmadas en el minúsculo trasero. Joe se quedó boquiabierto cuando su hijo soltó un gemido y el doctor Sanderson, risueño, se lo pasó a Martha, quien sonreía mientras unas lágrimas brillantes rodaban por sus mejillas regordetas. Joe cayó de rodillas, aliviado. ¡Por fin la terrible prueba había terminado!
—¿________? —preguntó con voz ronca.
Martha y el doctor Sanderson giraron hacia él sus rostros alarmados, pues no lo habían oído entrar. Por un momento dos semblantes severos lo observaron y luego el rostro arrugado del médico se iluminó con una sonrisa.
—Relájese, capitán —dijo con tono seco el doctor Sanderson—. Por su aspecto, creo que la señora Jonas está mucho mejor que usted.
—Tiene un hijo, amo Joe —exclamó Martha, alborozada, ofreciéndole al niño envuelto en una mantilla, para que lo viera.
Joe lo miró, abstraído, y sólo registró una carita roja, arrugada, y un mechón de pelo negro. "Parece un piel roja", pensó, al tiempo que su mirada paseaba del bulto adormilado a la joven
que estaba en la cama.
—Amo Joe, espere a que la higienicemos —le indicó Martha, con suavidad, al ver hacia dónde se dirigía la mirada del hombre.
—Quiero verla ahora mismo —insistió él, obstinado. El médico hizo un resignado gesto afirmativo y Martha, en beneficio de la discreción, retrocedió unos pasos.
—¿_______? —La voz de Joe sonó ronca. Se acercó a la cama y contempló con mirada dolorida la cara pequeña y pálida de la esposa. El cabello brillante estaba húmedo de sudor y en completo desorden, esparcido en grandes mechones enredados sobre las almohadas mullidas. Los labios y las mejillas parecían vacíos de sangre. Por un instante, Joe temió que muriese mientras todos se ocupaban del recién nacido.
Luego los párpados aletearon; _______ abrió los ojos y sonrió sin fuerza al ver quién la miraba.
—Joe —murmuró, los ojos convertidos en dos enormes lagos de fatiga—. Lo logré, Joe.
El modo de decirlo provocó una leve sonrisa en los labios de Joe. El doctor Sanderson tenía razón: _______ estaba mucho mejor que él al menos mentalmente. Aturdido de alivio, le tomó la mano, la llevó a sus labios y los oprimió apasionadamente sobre la piel suave.
—Gracias por el hijo, mi amor —murmuró con tono ronco, sin advertir que se le había escapado la frase cariñosa.
________ le sonrió con ternura, los ojos de color zafiro resplandecientes. Era la primera vez que le decía así desde que los soldados invadieran Las Palmas y anhelaba volver a oírlo. Joe tenía un aspecto espantoso, con los ojos inyectados en sangre, sin afeitar, el cabello
erizado como si hubiese estado mesándoselo. ______ comprobó con satisfacción que se había angustiado por ella. A juzgar por su aspecto, estaba desesperado. ________ aspiró una gran bocanada de aire, pues quería responderle, animarlo a que dijese más palabras afectuosas, pero le llegó a la nariz el olor inconfundible del whisky.
—Apestas —musitó, sorprendida. Agitó los párpados y se quedó dormida.:lol!:
La boca de Joe esbozó una sonrisa estúpida y depositó otro beso ardiente en la mano de la esposa antes de introducirla, con aire reverente, bajo las mantas. Se alejó de la cama, todavía sonriente, y se encaminó con piernas inseguras hacia el pasillo. En cuanto llegó se le
aflojaron las rodillas y cayó con estrépito. Cuando el doctor Sanderson llegó hasta él, roncaba muy fuerte. El médico meneó la cabeza y llamó a Petersham para que le ayudase a llevarlo a su propio dormitorio. El whisky había hecho efecto con retraso.
Joe durmió como un tronco todo el resto de esa noche y gran parte del día siguiente. Por fin emergió cuando el llanto agudo de un niño penetró en la niebla que le cubría el cerebro. Frunció el entrecejo, sacudió la cabeza para despejarse y se sirvió agua de la jarra para quitarse el mal sabor de la boca. ¿Qué hacía un recién nacido en Woodham? Entonces recordó. ¡El que lloraba debía de ser su propio hijo! ¿Por qué nadie lo atendía? Se puso de pie con dificultad, quejoso, se pasó la mano por el cabello enmarañado y caminó con gran cuidado para salir al pasillo. Aparentemente el llanto surgía del cuarto de _______, al que se acercó con sombría determinación. Estaba por llegar a la puerta cuando ésta se abrió y asomó el rostro asustado de Martha, que parpadeó al verlo y pasó a su lado. Rió al verlo tan desaliñado y después adoptó una expresión seria, cuando Joe la miró, ceñudo.
—Buenos días, mejor dicho buenas tardes, capitán —dijo la mujer con recato, rodeándolo porque obstruía la puerta con su cuerpo robusto—. Si me disculpa, capitán... —Las palabras de Martha fueron perdiéndose en el pasillo.
Apoyado contra el marco de la puerta para recuperar las energías, Joe comprendió que el llanto del pequeño había cesado. Paseó la mirada por la habitación hasta que su vista, un tanto desenfocada, se posó al fin sobre la figura pequeña que lo miraba un tanto divertida desde las profundidades de la enorme cama con baldaquín. ¡_______! Los ojos de Joe la recorrieron con deleite, pues resultaba una imagen encantadora. El cabello dorado estaba cepillado y sujeto en un moño en la coronilla, de donde escapaban finos rizos tentadores.
Tenía los ojos claros y azules como un estanque en un día de verano, las mejillas sonrosadas y los labios dibujados la más tenue y tímida de las sonrisas. Cuando la mirada de Joe descendió un poco más, comprendió la causa de la timidez: acurrucada contra el pecho desnudo se recortaba la silueta diminuta del hijo, la cabecita vuelta hacia el pecho que succionaba con avidez. El sonrojo de _______ se intensificó más aún al percibir dónde se posaba la mirada de Joe, pero le dirigió una mirada de bienvenida colmada de calidez.
—¿Cómo te sientes? —le preguntó, solícita, un momento de silencio. La sonrisa de _______ se hizo más ancha al observar e! rostro sin afeitar, pálido bajo el bronceado. Daba la impresión de que había sido Joe y no ella quien acababa de pasar por semejante prueba extenuante.
La pregunta tardó un poco en atravesar la niebla alcohólica adherida a Joe y, cuando lo hizo, él emitió un breve gemido.
—Como si alguien hubiese intentado despedazarme el cráneo con un hacha —admitió, y la cicatriz de la mejilla pareció ahondar- se—. Pero sería más acertado preguntar cómo te sientes tú.
—Oh, estoy bien —aseguró ella, esbozando una sonrisa tierna y mirando al pequeño prendido de su pecho—. ¿No quieres acercarte y conocer a tu hijo?
Joe pasó la vista de _______ al niño y otra vez a ella. Su esposa. Su hijo. El ramalazo de posesividad feroz que acompañó este pensamiento hizo que se tambaleara.
♫ Laura Jonas ♥
Re: Pasion en la Isla (Joe y tu)
—Yo... tengo que lavarme —titubeó, cuando en realidad pensaba desesperado que lo que necesitaba era espacio para respirar—. Debo de apestar a whisky.
—En efecto —respondió ________ sin ambages, aunque mantuvo la expresión cálida cuando le guiñó el ojo—. Pero no importa: ni a Adam ni a mí nos molesta en lo más mínimo.
—¿Adam? —preguntó Joe, distraído, acercándose a la cama casi contra su propia voluntad.
La ternura que reflejaban esos ojos inmensos lo atraía como un imán. Durante esas horribles semanas en prisión, aun bajo los latigazos que ella había ordenado, soñaba con que ________ lo mirara de este modo... Y despreciándose, tildándose de débil y tonto, de todos modos se acercó a la cama. ________, sonriente, parecía muy pequeña e indefensa, casi tanto como el bebé que tenía en los brazos. Joe quiso plantarse entre ella y el mundo y se maldijo a sí mismo por permitir que los efectos del whisky le nublaran el juicio.
—Pensé en ponerle Joseph Adam Jonas hijo... Adam, para que no haya confusiones cuando crezca. ¿Te parece bien?
Sintió que la mirada de _________ que recorría su rostro delgado lo acariciaba, que se veía arrastrado, indefenso, hacia dos engañosos y límpidos torbellinos. Y en ese momento no tenía fuerzas para resistirse a las zalamerías de la esposa. Cuando _______ estiró la mano pequeña, tomó la de él y tiró con suavidad, Joe se sentó, obediente, en el borde de la cama. _______ y el pequeño estaban tan cerca que Joe sentía el calor de sus cuerpos y oía los ruiditos de succión que hacía Adam al mamar. Las miradas de ambos se encontraron y le sonrió, aun contra su voluntad. _______ le devolvió la sonrisa con ternura; luego la mirada de Joe se posó en el hijo. "Mi hijo", pensó, maravillado, y estiró un dedo para tocar con curiosidad la manito minúscula y perfecta que tocaba el pecho de _______. La mano se cerró sobre su dedo con fuerza sorprendente. Joe contempló unos instantes al hijo; después levantó la vista y la posó en la mujer. ______ rió con cierto temblor en la voz ante la expresión atónita del esposo.
—¿Te parece bien _______? —repitió, paciente, contemplando con ternura el rostro apuesto.
Joe, aturdido por lo que veía en la mirada de ________, que parecía ser un afecto genuino, tuvo que hacer un gran esfuerzo de voluntad para concentrarse en lo que ella le decía.
—Sí, claro —musitó, apañando la vista, temeroso de hundirse en esos ojos. Quería ponerse de pie, pero Adam aún le aferraba el dedo índice. Contempló al hijo con expresión casi indefensa, sin saber cómo soltarse para no hacerle daño—. Es fuerte —comentó al fin, sin saber qué decir. Tenía la incómoda sensación del pecho suave que se hinchaba, tibio, bajo la mano que sostenía el pequeño.
—Como el padre.
"Quiere seducirme con esa voz suave", pensó, desesperado. "Quiere que deje de desconfiar y caiga otra vez. víctima de su embrujo." El pecho de _________ parecía arder bajo su mano. Se le aceleró la respiración y tuvo que apretar los dientes para contenerse.
—Joe... —empezó a decir ________.
La profundidad azul de esos ojos con los que se topó al alzar la vista fue su perdición. Sin apartar la vista de esos ojos, se inclinó hacia delante hasta que su boca estuvo a unas fracciones de milímetro de los labios suaves de ella. Un resto de instinto de auto-conservación le hizo vacilar, pero la mujer lo derrotó. Los adorables labios sonrosados se apoyaron contra los de Joe, tibios e insoportablemente dulces, arrancándole un gemido desgarrado. La boca de Joe se abalanzo sobre la de ______ con pasión hambrienta, la mano libre la sujetó de la nuca para que no se moviera. La besó con avidez, con ansias, explorando con la lengua el hueco dócil de su boca. Las llamas largo tiempo contenidas estallaron con calor abrasador en su entrepierna. La deseó con una pasión ávida que amenazaba consumirlo. Ninguna otra mujer le provocaba esos sentimientos, admitió con un espasmo en la boca del estómago.
La mano de _______ se apoyó en la nuca de Joe y respondió a los besos con un ardor similar al suyo. Acarició con sensualidad los músculos tensos del cuello del marido y enredó los dedos en la mata de rizos negros de la nuca. Al mismo tiempo que sentía que todo el
cuerpo se le ponía tenso, Joe advirtió que ________ lo deseaba tanto como él a ella, pues todo su cuerpo menudo temblaba de anhelo.
Exhalando una profunda bocanada de aire, comenzó a empujarla para tenderla sobre la cama, con un deseo tan intenso que olvidó todo, salvo la necesidad de satisfacer ese deseo. Un chillido indignado lo frenó en medio de una rendición incondicional. Sacudió la cabeza para despejarla y echó una mirada al hijo que lo observaba con malevolencia. Al parecer, al pequeño no le agradó que interrumpieran su comida. Joe agradeció fervorosamente a Dios que Adam le hubiese hecho recordar y se apartó, resuelto. Sin la intervención del hijo, Joe sabía que la bruja lo tendría otra vez, indefenso, en sus redes.
________ sólo vio que la boca de Joe se endurecía y los ojos grises adoptaban una expresión helada. Lo amaba intensamente y había llegado a creer que él empezaba a ablandarse con ella. Pero los ojos que ahora miraban los suyos estaban pétreos, colmados de odio, la boca en un rictus cruel. Los ojos de ________, desbordantes de lágrimas de dolor, vieron cómo Joe se levantaba bruscamente y se soltaba de la manecita de Adam.
Odiaran esta parte
—Realmente, debes de creerme un tonto —dijo Joe en voz baja, dirigiéndole una mirada maliciosa—. Tal vez me haya equivocado una vez, pero que me condenen si vuelvo a equivocarme. Detrás de ese rostro dulce, tienes un corazón tan duro y eres tan calculadora como la peor de las rameras del puerto. ¡Preferiría acostarme con una víbora antes que contigo!
_________ lo miró boquiabierta, mientras las lágrimas caían de sus ojos y rodaban, indefensas, por las mejillas. Con una maldición brutal, Joe giró sobre los talones y se fue a zancadas furiosas hacia la puerta. ________ estalló en sollozos acongojados cuando la puerta se cerró de golpe. El llanto asustado de Adam se sumó al de la madre. En los días que siguieron al nacimiento de Adam, ________ casi no vio a Joe, que trabajaba más arduamente que nunca para transformar Woodham en una propiedad rentable. En tiempos de su madre, se
contrataba a trabajadores libres para cultivar los campos, pero cuando el padre se casó con Isobelle, esta insistió en que tenían que comprar esclavos para ahorrar dinero. Paul Jonas, como siempre, hizo caso de las exigencias de la mujer. Joe mismo había despreciado
siempre la institución de la esclavitud, pero ahora la economía del sur giraba a su alrededor. La plantación ya había consumido un gran porcentaje de su dinero y, si no se traducía en beneficios con la cosecha de algodón de ese año, le resultaría difícil incluso mantener a su propia familia. Claro que siempre contaba con el recurso de volver al mar, pero sólo consideraría esta posibilidad como último recurso. Por el bien de Adam y, para ser sincero también por el de _______, quería procurarles un hogar seguro y estable.
En un duro compromiso con su propia conciencia, se había negado a contratar -X un capataz y dirigía personalmente a los braceros. Trabajaba desde el amanecer hasta el crepúsculo y exigía de sí mismo tanto esfuerzo como el que demandaba de sus hombres.
Cuando terminaba la jornada, por lo general estaba demasiado fatiga- do para hacer algo más que cenar en silencio y caer en el lecho solitario. En ocasiones se dormía de inmediato pero otras veces lo perseguían imágenes de ________. El recuerdo de la textura sedosa del cabello brillante, la suavidad de la piel, la sensación del cuerpo tibio temblando de pasión entre sus brazos, lo atormentaban todas las horas desde el atardecer hasta el alba. En muchas ocasiones sentía la tentación de ir a la habitación de la esposa para descargar su lujuria y ejercer lo que, a fin de cuentas, era su derecho. Pero temía que ________ lo engatusara para que se rindiera más allá de lo físico. "No estará contenta hasta que me tenga a sus pies", pensaba. "¡Y que me condenen si le doy semejante satisfacción!"
Había otras mujeres disponibles, pero Joe reconocía apesadumbrado que no le atraían. En los ocasionales viajes a la ciudad, ciertas damas encantadoras le hacían inconfundibles insinuaciones, aunque no lograban despertar en él más que un tibio interés hacia sus respectivos encantos. ¡Qué ironía!: la única mujer capaz de excitarlo hasta el frenesí era su esposa legal, la madre de su hijo, y sin embargo tenía miedo de poseerla. ¡Si lo que ________ quería era vengarse, estaba lográndolo más allá de lo que imaginaba! Y Joe se prometía con
ferocidad que dejaría las cosas como estaban.
Una mezcla de fatiga, preocupación y frustración sexual convirtió su temperamento en un arma de gatillo rápido. Todos, desde Petersham hasta el último trabajador de los campos sintieron en una u otra ocasión el aguijonazo de la lengua del amo. Por lo general,
_______ evitaba esos ataques verbales; pero el brillo que emitían los ojos de Joe cuando la miraba le indicaba que el verdadero blanco era ella misma. _______ le devolvía las miradas airadas con la suya, límpida, y redoblaba esfuerzos para atraerlo. La joven creía estar haciendo progresos lentos pero firmes, como el agua que termina por horadar la piedra. Pronto, una noche cualquiera, Joe dejaría de lado la lucha y se acercaría a ella, que estaría preparada, esperándolo. Y de la cama de Joe a su corazón había un paso muy corto.
Al principio, Joe observaba con divertido cinismo los obvios intentos de seducción, pero más tarde empezó a enfurecerse. Poco después del nacimiento de _________, encargó a una excelente modista de Charleston que renovara el casi inexistente guardarropas de la esposa
y luego comprendió que había cometido un error táctico, ya que ataviada con los tenues y escotados vestidos que se adecuaban mejor al clima de Carolina del sur, _______ era tentadora como debió de serlo Eva para Adán. Con sólo ver la silueta esbelta y curvilínea de _______ revoloteando por la casa o los jardines, ardía de deseo. Las sonrisas suaves y las miradas provocativas que derramaba sobre él eran una tortura. La deseaba con tal intensidad que no le quedaba tiempo para pensar en otra cosa. Todas las noches se veía obligado a bañarse a la luz de la luna cerca de Miller's Creek, intentando mitigar su ardor, a pesar de que resultaba casi inútil.
A medida que pasaban las semanas y Joe se enteró de que ________ estaba recuperada por completo del nacimiento de Adam, su propio control llego al punto de la explosión. No existía ninguna razón física para que ________ no pudiese asumir el deber íntimo de una esposa. Joe se aferraba, sombrío, a su propia cordura. Esa perra le había robado una vez el corazón y luego lo había destrozado, insensible. ¡Prefería verla en el infierno antes que darle oportunidad de que lo hiciera otra vez!
Entre la comunidad de plantadores de Charleston se difundió la noticia de que una nueva generación Jonas se había instalado en Woodham. Casi no pasaba una tarde sin que un coche rodara hasta el sendero del frente para dejar a dos o tres damas elegantes que se presentaban para trabar relación con los nuevos vecinos. ________, bien vestida y recatada, servía té y almendrados, respondiendo con diplomacia a las preguntas. Cuando las señoras descubrieron que era cierto que _______ tenía un título de nobleza, se afanaron por hacer que los recién llegados se sintieran bienvenidos. (________ sospechaba que la responsable de haber divulgado esa información era Martha.) La señora Gordon, la matriarca de la vecindad, puso el sello final de aprobación cuando reveló que había sido amiga íntima de Virginia, la madre de Joe. Después las señoras arrullaban a Adam, decían que ________ era "una dulzura" y, extasiarlas, describían a Joe como un sujeto demasiado romántico para hablar. Y si bien él tomaba con cinismo esa aprobación, autorizó a ________ y a aceptar algunas de las invitaciones que llovían sobre ellos. Si querían transformar Woodham en su hogar, no tenía sentido que viviesen como reclusos.
________ eligió un baile que daba una joven pareja de apellido Ingram para el debut social de ambos. Sin demasiado entusiasmo, Joe consintió en acompañarla. Para sus adentros, sintió que tal vez le hiciera bien estar en compañía de otras mujeres bellas, además de la
esposa. Era increíble que él, Joe Jonas, que se había acostado con decenas de mujeres a lo largo de años, estuviera reducido a una sola. Quizá necesitara examinar más de cerca a las que estaban disponibles.
Por su parte, ________ esperaba el baile con tanta ansiedad como un gato espera su tazón de crema de los domingos. Se vestiría espectacularmente y coquetearía discretamente con todos los hombres apuestos que asistieran. Donde otras tretas habían fracasado, los celos harían que Joe volviese a ella, pensaba con astucia. Sabía que el esposo la deseaba, lo veía con claridad
en sus ojos, pero él era demasiado estúpido y obstinado para reconocerlo. Una sonrisa suave asomó a los labios de la joven. Cuando Joe le rogara lo suficiente, ella se sometería con toda dulzura; esperaba, en las llamas de la pasión, llegarle al corazón.
—En efecto —respondió ________ sin ambages, aunque mantuvo la expresión cálida cuando le guiñó el ojo—. Pero no importa: ni a Adam ni a mí nos molesta en lo más mínimo.
—¿Adam? —preguntó Joe, distraído, acercándose a la cama casi contra su propia voluntad.
La ternura que reflejaban esos ojos inmensos lo atraía como un imán. Durante esas horribles semanas en prisión, aun bajo los latigazos que ella había ordenado, soñaba con que ________ lo mirara de este modo... Y despreciándose, tildándose de débil y tonto, de todos modos se acercó a la cama. ________, sonriente, parecía muy pequeña e indefensa, casi tanto como el bebé que tenía en los brazos. Joe quiso plantarse entre ella y el mundo y se maldijo a sí mismo por permitir que los efectos del whisky le nublaran el juicio.
—Pensé en ponerle Joseph Adam Jonas hijo... Adam, para que no haya confusiones cuando crezca. ¿Te parece bien?
Sintió que la mirada de _________ que recorría su rostro delgado lo acariciaba, que se veía arrastrado, indefenso, hacia dos engañosos y límpidos torbellinos. Y en ese momento no tenía fuerzas para resistirse a las zalamerías de la esposa. Cuando _______ estiró la mano pequeña, tomó la de él y tiró con suavidad, Joe se sentó, obediente, en el borde de la cama. _______ y el pequeño estaban tan cerca que Joe sentía el calor de sus cuerpos y oía los ruiditos de succión que hacía Adam al mamar. Las miradas de ambos se encontraron y le sonrió, aun contra su voluntad. _______ le devolvió la sonrisa con ternura; luego la mirada de Joe se posó en el hijo. "Mi hijo", pensó, maravillado, y estiró un dedo para tocar con curiosidad la manito minúscula y perfecta que tocaba el pecho de _______. La mano se cerró sobre su dedo con fuerza sorprendente. Joe contempló unos instantes al hijo; después levantó la vista y la posó en la mujer. ______ rió con cierto temblor en la voz ante la expresión atónita del esposo.
—¿Te parece bien _______? —repitió, paciente, contemplando con ternura el rostro apuesto.
Joe, aturdido por lo que veía en la mirada de ________, que parecía ser un afecto genuino, tuvo que hacer un gran esfuerzo de voluntad para concentrarse en lo que ella le decía.
—Sí, claro —musitó, apañando la vista, temeroso de hundirse en esos ojos. Quería ponerse de pie, pero Adam aún le aferraba el dedo índice. Contempló al hijo con expresión casi indefensa, sin saber cómo soltarse para no hacerle daño—. Es fuerte —comentó al fin, sin saber qué decir. Tenía la incómoda sensación del pecho suave que se hinchaba, tibio, bajo la mano que sostenía el pequeño.
—Como el padre.
"Quiere seducirme con esa voz suave", pensó, desesperado. "Quiere que deje de desconfiar y caiga otra vez. víctima de su embrujo." El pecho de _________ parecía arder bajo su mano. Se le aceleró la respiración y tuvo que apretar los dientes para contenerse.
—Joe... —empezó a decir ________.
La profundidad azul de esos ojos con los que se topó al alzar la vista fue su perdición. Sin apartar la vista de esos ojos, se inclinó hacia delante hasta que su boca estuvo a unas fracciones de milímetro de los labios suaves de ella. Un resto de instinto de auto-conservación le hizo vacilar, pero la mujer lo derrotó. Los adorables labios sonrosados se apoyaron contra los de Joe, tibios e insoportablemente dulces, arrancándole un gemido desgarrado. La boca de Joe se abalanzo sobre la de ______ con pasión hambrienta, la mano libre la sujetó de la nuca para que no se moviera. La besó con avidez, con ansias, explorando con la lengua el hueco dócil de su boca. Las llamas largo tiempo contenidas estallaron con calor abrasador en su entrepierna. La deseó con una pasión ávida que amenazaba consumirlo. Ninguna otra mujer le provocaba esos sentimientos, admitió con un espasmo en la boca del estómago.
La mano de _______ se apoyó en la nuca de Joe y respondió a los besos con un ardor similar al suyo. Acarició con sensualidad los músculos tensos del cuello del marido y enredó los dedos en la mata de rizos negros de la nuca. Al mismo tiempo que sentía que todo el
cuerpo se le ponía tenso, Joe advirtió que ________ lo deseaba tanto como él a ella, pues todo su cuerpo menudo temblaba de anhelo.
Exhalando una profunda bocanada de aire, comenzó a empujarla para tenderla sobre la cama, con un deseo tan intenso que olvidó todo, salvo la necesidad de satisfacer ese deseo. Un chillido indignado lo frenó en medio de una rendición incondicional. Sacudió la cabeza para despejarla y echó una mirada al hijo que lo observaba con malevolencia. Al parecer, al pequeño no le agradó que interrumpieran su comida. Joe agradeció fervorosamente a Dios que Adam le hubiese hecho recordar y se apartó, resuelto. Sin la intervención del hijo, Joe sabía que la bruja lo tendría otra vez, indefenso, en sus redes.
________ sólo vio que la boca de Joe se endurecía y los ojos grises adoptaban una expresión helada. Lo amaba intensamente y había llegado a creer que él empezaba a ablandarse con ella. Pero los ojos que ahora miraban los suyos estaban pétreos, colmados de odio, la boca en un rictus cruel. Los ojos de ________, desbordantes de lágrimas de dolor, vieron cómo Joe se levantaba bruscamente y se soltaba de la manecita de Adam.
Odiaran esta parte
—Realmente, debes de creerme un tonto —dijo Joe en voz baja, dirigiéndole una mirada maliciosa—. Tal vez me haya equivocado una vez, pero que me condenen si vuelvo a equivocarme. Detrás de ese rostro dulce, tienes un corazón tan duro y eres tan calculadora como la peor de las rameras del puerto. ¡Preferiría acostarme con una víbora antes que contigo!
_________ lo miró boquiabierta, mientras las lágrimas caían de sus ojos y rodaban, indefensas, por las mejillas. Con una maldición brutal, Joe giró sobre los talones y se fue a zancadas furiosas hacia la puerta. ________ estalló en sollozos acongojados cuando la puerta se cerró de golpe. El llanto asustado de Adam se sumó al de la madre. En los días que siguieron al nacimiento de Adam, ________ casi no vio a Joe, que trabajaba más arduamente que nunca para transformar Woodham en una propiedad rentable. En tiempos de su madre, se
contrataba a trabajadores libres para cultivar los campos, pero cuando el padre se casó con Isobelle, esta insistió en que tenían que comprar esclavos para ahorrar dinero. Paul Jonas, como siempre, hizo caso de las exigencias de la mujer. Joe mismo había despreciado
siempre la institución de la esclavitud, pero ahora la economía del sur giraba a su alrededor. La plantación ya había consumido un gran porcentaje de su dinero y, si no se traducía en beneficios con la cosecha de algodón de ese año, le resultaría difícil incluso mantener a su propia familia. Claro que siempre contaba con el recurso de volver al mar, pero sólo consideraría esta posibilidad como último recurso. Por el bien de Adam y, para ser sincero también por el de _______, quería procurarles un hogar seguro y estable.
En un duro compromiso con su propia conciencia, se había negado a contratar -X un capataz y dirigía personalmente a los braceros. Trabajaba desde el amanecer hasta el crepúsculo y exigía de sí mismo tanto esfuerzo como el que demandaba de sus hombres.
Cuando terminaba la jornada, por lo general estaba demasiado fatiga- do para hacer algo más que cenar en silencio y caer en el lecho solitario. En ocasiones se dormía de inmediato pero otras veces lo perseguían imágenes de ________. El recuerdo de la textura sedosa del cabello brillante, la suavidad de la piel, la sensación del cuerpo tibio temblando de pasión entre sus brazos, lo atormentaban todas las horas desde el atardecer hasta el alba. En muchas ocasiones sentía la tentación de ir a la habitación de la esposa para descargar su lujuria y ejercer lo que, a fin de cuentas, era su derecho. Pero temía que ________ lo engatusara para que se rindiera más allá de lo físico. "No estará contenta hasta que me tenga a sus pies", pensaba. "¡Y que me condenen si le doy semejante satisfacción!"
Había otras mujeres disponibles, pero Joe reconocía apesadumbrado que no le atraían. En los ocasionales viajes a la ciudad, ciertas damas encantadoras le hacían inconfundibles insinuaciones, aunque no lograban despertar en él más que un tibio interés hacia sus respectivos encantos. ¡Qué ironía!: la única mujer capaz de excitarlo hasta el frenesí era su esposa legal, la madre de su hijo, y sin embargo tenía miedo de poseerla. ¡Si lo que ________ quería era vengarse, estaba lográndolo más allá de lo que imaginaba! Y Joe se prometía con
ferocidad que dejaría las cosas como estaban.
Una mezcla de fatiga, preocupación y frustración sexual convirtió su temperamento en un arma de gatillo rápido. Todos, desde Petersham hasta el último trabajador de los campos sintieron en una u otra ocasión el aguijonazo de la lengua del amo. Por lo general,
_______ evitaba esos ataques verbales; pero el brillo que emitían los ojos de Joe cuando la miraba le indicaba que el verdadero blanco era ella misma. _______ le devolvía las miradas airadas con la suya, límpida, y redoblaba esfuerzos para atraerlo. La joven creía estar haciendo progresos lentos pero firmes, como el agua que termina por horadar la piedra. Pronto, una noche cualquiera, Joe dejaría de lado la lucha y se acercaría a ella, que estaría preparada, esperándolo. Y de la cama de Joe a su corazón había un paso muy corto.
Al principio, Joe observaba con divertido cinismo los obvios intentos de seducción, pero más tarde empezó a enfurecerse. Poco después del nacimiento de _________, encargó a una excelente modista de Charleston que renovara el casi inexistente guardarropas de la esposa
y luego comprendió que había cometido un error táctico, ya que ataviada con los tenues y escotados vestidos que se adecuaban mejor al clima de Carolina del sur, _______ era tentadora como debió de serlo Eva para Adán. Con sólo ver la silueta esbelta y curvilínea de _______ revoloteando por la casa o los jardines, ardía de deseo. Las sonrisas suaves y las miradas provocativas que derramaba sobre él eran una tortura. La deseaba con tal intensidad que no le quedaba tiempo para pensar en otra cosa. Todas las noches se veía obligado a bañarse a la luz de la luna cerca de Miller's Creek, intentando mitigar su ardor, a pesar de que resultaba casi inútil.
A medida que pasaban las semanas y Joe se enteró de que ________ estaba recuperada por completo del nacimiento de Adam, su propio control llego al punto de la explosión. No existía ninguna razón física para que ________ no pudiese asumir el deber íntimo de una esposa. Joe se aferraba, sombrío, a su propia cordura. Esa perra le había robado una vez el corazón y luego lo había destrozado, insensible. ¡Prefería verla en el infierno antes que darle oportunidad de que lo hiciera otra vez!
Entre la comunidad de plantadores de Charleston se difundió la noticia de que una nueva generación Jonas se había instalado en Woodham. Casi no pasaba una tarde sin que un coche rodara hasta el sendero del frente para dejar a dos o tres damas elegantes que se presentaban para trabar relación con los nuevos vecinos. ________, bien vestida y recatada, servía té y almendrados, respondiendo con diplomacia a las preguntas. Cuando las señoras descubrieron que era cierto que _______ tenía un título de nobleza, se afanaron por hacer que los recién llegados se sintieran bienvenidos. (________ sospechaba que la responsable de haber divulgado esa información era Martha.) La señora Gordon, la matriarca de la vecindad, puso el sello final de aprobación cuando reveló que había sido amiga íntima de Virginia, la madre de Joe. Después las señoras arrullaban a Adam, decían que ________ era "una dulzura" y, extasiarlas, describían a Joe como un sujeto demasiado romántico para hablar. Y si bien él tomaba con cinismo esa aprobación, autorizó a ________ y a aceptar algunas de las invitaciones que llovían sobre ellos. Si querían transformar Woodham en su hogar, no tenía sentido que viviesen como reclusos.
________ eligió un baile que daba una joven pareja de apellido Ingram para el debut social de ambos. Sin demasiado entusiasmo, Joe consintió en acompañarla. Para sus adentros, sintió que tal vez le hiciera bien estar en compañía de otras mujeres bellas, además de la
esposa. Era increíble que él, Joe Jonas, que se había acostado con decenas de mujeres a lo largo de años, estuviera reducido a una sola. Quizá necesitara examinar más de cerca a las que estaban disponibles.
Por su parte, ________ esperaba el baile con tanta ansiedad como un gato espera su tazón de crema de los domingos. Se vestiría espectacularmente y coquetearía discretamente con todos los hombres apuestos que asistieran. Donde otras tretas habían fracasado, los celos harían que Joe volviese a ella, pensaba con astucia. Sabía que el esposo la deseaba, lo veía con claridad
en sus ojos, pero él era demasiado estúpido y obstinado para reconocerlo. Una sonrisa suave asomó a los labios de la joven. Cuando Joe le rogara lo suficiente, ella se sometería con toda dulzura; esperaba, en las llamas de la pasión, llegarle al corazón.
♫ Laura Jonas ♥
Re: Pasion en la Isla (Joe y tu)
Odiaran TODO ESTO
Al recordar a Joe haciéndole el amor, a ________ se le secó la boca. Hacía tanto desde la última vez... casi nueve meses y, para ser sincera, tenía que admitir que ella también lo deseaba. Las miradas lujuriosas que se posaban en su pecho medio desnudo
cuando creía que no lo miraba, el temblor mal disimulado de sus miembros cuando, por puro accidente, _______ le rozaba el cuerpo, la excitaban más allá de lo que hubiese imaginado. Siempre había creído que sólo los hombres vivían sujetos a las necesidades físicas; estaba aprendiendo, a su propia costa, que se equivocaba. Le habría resultado muy fácil ir una noche al cuarto de Joe y ofrecérsele, pero _______ quería algo más que una gratificación sexual. Quería el amor del esposo y, si tenía que impulsarlo al borde de la locura para que él lo reconociera, eso haría.
La noche del baile, _________ se esmeró en su atavío. El vestido era el más hermoso que hubiera tenido nunca, encargado especialmente para la ocasión. La tela era dorada y susurraba como en un cuento de hadas bajo la luz de las velas. El fino corpiño estaba sujeto por dos frágiles tiras que acariciaban los hombros antes de ensancharse sobre los pechos en dos fajas de tela que se cruzaban otra vez en la espalda, para acariciar la cintura estrecha y luego caer hacia la inmensa campana de la falda. El cuello, los hombros, los brazos y las resplandecientes cuestas de la parte superior de los pechos quedaban al descubierto. Aunque sencillo, el diseño era audaz y, para causar efecto, el vestido dependía de la belleza natural de quien lo usaba. A ________ le quedaba soberbio.
Martha la peinó con mucha sencillez, sujetando el cabello dorado con una hebilla de zafiro sobre la coronilla y dejándolo caer en una cascada de bucles por la espalda. Pendientes de oro y zafiros se balanceaban, coquetos, de las orejas de _______, y un delicado collar a juego, que había pertenecido a la madre de Joe, le acariciaba el cuello. Completaban el atuendo diminutas sandalias doradas de tacón alto y guantes largos, dorados. Con sus enormes ojos de color zafiro y sus facciones perfectas, _________ parecía una princesa de cuento de hadas.
—Tesoro, pareces un cuadro —le dijo Martha, satisfecha, cuando terminó de arreglarse—. Al amo Joe se le saltarán los ojos de las órbitas.
________ le dirigió una sonrisa melancólica: casi nada escapaba a la mirada aguda de Martha. Estaba demasiado excitada y ansiosa para regañar a la nodriza, como se suponía que debía hacerlo. En cambio, depositó un beso impulsivo sobre la mejilla regordeta, mientras recogía la estola de lentejuelas.
—Esa es la idea, Martha —dijo, guiñándole el ojo con aire malicioso y desapareció al otro lado de la puerta con un siseo de faldas.
Joe se paseaba irritado por el pasillo de abajo mientras _________ descendía hacia él, de modo que tuvo oportunidad de observarlo sin ser vista. De terciopelo gris oscuro, con un chaleco plateado, estaba increíblemente apuesto. La mirada de la joven recorrió la
figura esbelta, de músculos poderosos, con posesivo orgullo. De cada centímetro de su persona emanaba una acritud de macho arrogante y el solo hecho de contemplarlo le aceleró el corazón.
Por una vez, tenía el cabello pulcramente cepillado y brillante, negroazulado, bajo la luz de las velas. El rostro atezado estaba bien afeitado, lo que resaltaba sus facciones aguileñas. Las cejas negras, sedosas, se unían en el entrecejo, en un ceño impaciente. _______ sonrió. No parecía estar de muy buen humor y estaría mucho peor antes de finalizar la noche si su plan daba resultado.
Joe echó un vistazo al reloj de bolsillo y levantó la vista hacia las escaleras, quedándose paralizado al ver a _______, que parecía flotar hacia él. La mirada de Joe revoloteó sobre ella, su cabello resplandeciente, el rostro, las prominencias casi desnudas de los pechos, la cintura minúscula. Apretó los labios, furioso, y se apartó, aunque no antes de que _______ sorprendiera el hambre voraz que había ardido en sus ojos en un instante de descuido.
—¿Nos vamos? —preguntó Joe con encomiable frialdad cuando ______ llegó a su lado.
La cabeza de la muchacha casi no le llegaba al hombro. Ella apoyó la mano con delicadeza en el brazo que se le ofrecía y al levantar la mirada sorprendió los ojos de Jon regalándose hambrientos en la carne que el vestido desnudaba. Un oscuro rubor se extendió por los pómulos de é! al verse sorprendido, aunque no dijo nada. Y _________ también guardó silencio mientras la escoltaba fuera de la casa y la ayudaba a subir al coche que los aguardaba.
El baile fue un éxito tremendo desde todo punto de vista, salvo el de ________. Docenas de velas iluminaban el largo salón, mientras sobre una plataforma elevada, en un extremo de la habitación, una orquesta tocaba bellas melodías. Damas de vestidos vaporosos que iban de los recatados tonos pastel que eran de rigor para las debutantes, hasta los más audaces escarlatas y esmeraldas preferidos por las matronas jóvenes, giraban sobre el suelo reluciente, en brazos de caballeros de sobrios atavíos. Después de saludar a los anfitriones, Joe condujo a _________ en medio de la risueña multitud para ejecutar con ella una danza rígida y silenciosa. La sostenía a la distancia correcta y no le dirigió una sola palabra. Exasperada, ________, a duras penas esperó a que terminara la música para apartarse de él y sonreír a un joven que estaba cerca. El muchacho, hechizado por su belleza, y sin amilanarse por el entrecejo severo de Joe, de inmediato la invitó a bailar.
_______ aceptó con una pequeña reverencia y salió girando, sin echar una sola mirada atrás.
Después, la sitiaron invitaciones a bailar de parte de casi todos los caballeros presentes. Los jóvenes solteros eran los más vocingleros y _______ los animaba con chispeante alegría, a la que contribuían las copas de ponche de champán que siempre se renovaban en sus
manos. Con el rabillo del ojo, cada tanto atisbaba a Joe bailando con esta o aquella dama encantadora. Al parecer, no le interesaban las damiselas ruborosas y prefería a las mujeres más maduras y experimentadas. ________ sintió un dolor físico real al verle sonreír con encanto devastador a una dama que, con toda evidencia, sabía qué era el juego entre un hombre y una mujer. "Miserable", pensó _______, furiosa, y se alejó para redoblar sus coqueteos.
Cuando se anunció la cena, _______ dejó que la escoltase el acompañante de ese momento, un apuesto joven de veinticinco años, llamado Paúl Harrison. Según la costumbre, las damas casadas cenaban en compañía de los esposos, pero cuando echó el último vistazo
a Joe, divisó su cabeza oscura inclinada en gesto íntimo sobre la castaña rojiza de esa hembra sucia. Al verlo, ______ decidió no esperarlo y coqueteó con Paúl como si no tuviese otra preocupación en la vida. Por el despliegue de alegría que mostraba, nadie adivinaría que le dolía la cabeza o que disfrutaba de la cena tanto como si fuese serrín. Por último, detectó a Joe al otro lado del salón... y a su compañera. Era la misma mujer y contemplaba a su marido con una avidez que la asqueó. Furiosa, tragó otra copa de ponche de champán y lanzó otra sonrisa hechicera al fascinado Paúl, pidiéndole con dulzura que la llevara otra vez al salón de baile.
Paúl bailó con ella dos piezas más; en cada una se volvió más audaz. Acarició con discreción la cintura de la joven y ella, en lugar de apartarlo, le sonrió con deliberada provocación. Si bien esa noche las cosas no resultaban como las había planeado, no estaba dispuesta a permitir que nadie adivinara cuan descorazonada se sentía. Si a Joe no le importaba nada de ella... ¡bueno, a ella tampoco le importaría un ardite de él! Cuando Paúl la impulsó en dirección a la galería, no hizo remilgos.
La frescura de la noche la hizo recuperar la sensatez; mientras Paúl la arrastraba hada la galería, _______ retrocedía apartándose de él, y estaba por abrir la boca para pedirle que la llevara otra vez,dentro cuando vio que una sombra larga y negra se cernía sobre su
hombro. Joe apoyó la mano en el hombro de Paúl con más fuerza de la necesaria y su voz resonó con un matiz de acero.
—Disculpa, Harrison, pero me gustaría terminar este baile con mi esposa. —Aunque el tono era por completo sereno. Paúl soltó a _______ como si hubiese sido una brasa ardiendo. Hay que decir en su favor que hasta ese momento no había recordado que su compañera era casada. En ese instante, enfrentado a la fuerza formidable de Joe, esbozó una breve reverencia y se retiró con más prisa que dignidad.
________ enfrentó a Joe con audacia, levantando la barbilla como si lo desafiara a interpretar lo que ella había hecho. Por dentro no se sentía tan segura. Aquella vez, con Harrv, Joe se había puesto lo bastante furioso para matarla ... y en esta ocasión ________ provocó a sabiendas las atenciones de otro hombre. Además, ahora era su esposa. Sin embargo, en ese momento no le importaba mucho lo que él hiciera. ¡Si era capaz de complacerse persiguiendo a esa mujer, ella tenía derecho a un poco de diversión inocente!
Para su asombro, la voz de Joe no reflejaba la furia que ella esperaba y más bien sonaba fría y controlada.
—Sugiero que entremos y terminemos esta danza, pues tu conducta de esta noche ya provocó demasiadas habladurías. Prefiero no alimentar más los rumores con una rencilla, para aumentar la diversión de los chismosos. —Se acercó y le aferró el brazo clavando esos dedos largos en su carne. ________ lo escudriñó en la oscuridad, intentando adivinar la expresión, lo que le resultó imposible. Las sombras eran demasiado densas para dejarle algo más que una silueta oscura.
—¿Y qué me dices de tu comportamiento? —siseó __________, tratando de soltarse. ¡Que la condenaran si permitía que la intimidara! ¡Si sus propias acciones habían sido reprobables, las de Joe fueron peores!
—¿Celosa, esposa mía? —________ vio el brillo fugaz de los dientes que indicaban una sonrisa carente de alegría—. No tienes motivos para estarlo. Rechacé a la encantadora Annabella... por ti. Ya ves, esta noche he decidido darte lo que tanto deseas.
A medida que hablaba, la arrastraba inexorable hacia el salón de baile. Cuando la luz cayó sobre el rostro del esposo, ________ contuvo el aliento. Si en la superficie se veía la máscara del caballero, alguien que lo conocía tan bien como ella podía detectar el salvajismo.
—Sonríe, esposa —dijo en tono casi agradable, haciéndola entrar por las anchas puertas y sumarse al movimiento de la danza—. Que la buena gente no sepa que estamos peleando, ¿eh?
________ miró alrededor, vio las miradas interesadas y sonrió. Por dentro, era un manojo trémulo de nervios. Nunca lo había visto en semejante estado de furia serena. "Sin embargo", pensó, sacudiendo la cabeza y mostrando una sonrisa que le marcaba hoyuelos, en una exhibición para los curiosos, "¿qué puede hacerme? No es de los que golpean a las mujeres. Si lo que se propone es que compartamos la cama, me parece bien. Entonces, ¿por qué estoy tan asustada?"
Cuando acabó la música, Joe la condujo a través de la muchedumbre, rodeándole la cintura con el brazo en gesto cariñoso pero indiferente. Sólo _______ percibió los músculos de hierro que la mantenían clavada a su lado. Sonrió mecánicamente y dio respuestas alegres a los hombres que seguían pidiéndole una pieza de baile. A las miradas de desaprobación que le lanzaban las chaperonas, respondió del mismo modo, aunque por dentro se rebeló. "¡Malditas gatas viejas!", pensó, sonriendo al mismo tiempo.
Cuando Joe fue a buscarle el abrigo, ________ sintió el impulso de correr a esconderse. La idea de quedar a solas con el esposo en un coche cerrado, durante la media hora que tardarían en volver a Woodham, le erizaba los nervios. Tenía la sensación de que le
reservaba alguna clase de castigo... pero, ¿cuál? Mientras repasaba las posibilidades, Joe volvió con su abrigo y la oportunidad de huir se esfumó.
Joe le sostuvo el brazo con aire cariñoso mientras se despedía, sonriente, de los Ingram. ________, asustada, percibía la fuerza de la mano que la sujetaba. En cuanto salieron de la casa, la sonrisa cortés desapareció como si hubiese sido una máscara. ______ tenía razón: le reservaba algún castigo, como indicaba el resplandor colérico de los ojos. La joven sintió que se le oprimía el corazón cuando él la ayudó a subir al coche sin hablar, plegó los
escalones y ordenó partir al cochero.
El interior del carruaje sólo estaba iluminado por un farolillo de papel y bajo su luz _______ observó el rostro sombrío de Joe cuando se sentó en el asiento de enfrente. Los ojos de ambos se encontraron y él esbozó una lenta sonrisa. La mueca carente de alegría le confirió la expresión de un sátiro malvado.
Al recordar a Joe haciéndole el amor, a ________ se le secó la boca. Hacía tanto desde la última vez... casi nueve meses y, para ser sincera, tenía que admitir que ella también lo deseaba. Las miradas lujuriosas que se posaban en su pecho medio desnudo
cuando creía que no lo miraba, el temblor mal disimulado de sus miembros cuando, por puro accidente, _______ le rozaba el cuerpo, la excitaban más allá de lo que hubiese imaginado. Siempre había creído que sólo los hombres vivían sujetos a las necesidades físicas; estaba aprendiendo, a su propia costa, que se equivocaba. Le habría resultado muy fácil ir una noche al cuarto de Joe y ofrecérsele, pero _______ quería algo más que una gratificación sexual. Quería el amor del esposo y, si tenía que impulsarlo al borde de la locura para que él lo reconociera, eso haría.
La noche del baile, _________ se esmeró en su atavío. El vestido era el más hermoso que hubiera tenido nunca, encargado especialmente para la ocasión. La tela era dorada y susurraba como en un cuento de hadas bajo la luz de las velas. El fino corpiño estaba sujeto por dos frágiles tiras que acariciaban los hombros antes de ensancharse sobre los pechos en dos fajas de tela que se cruzaban otra vez en la espalda, para acariciar la cintura estrecha y luego caer hacia la inmensa campana de la falda. El cuello, los hombros, los brazos y las resplandecientes cuestas de la parte superior de los pechos quedaban al descubierto. Aunque sencillo, el diseño era audaz y, para causar efecto, el vestido dependía de la belleza natural de quien lo usaba. A ________ le quedaba soberbio.
Martha la peinó con mucha sencillez, sujetando el cabello dorado con una hebilla de zafiro sobre la coronilla y dejándolo caer en una cascada de bucles por la espalda. Pendientes de oro y zafiros se balanceaban, coquetos, de las orejas de _______, y un delicado collar a juego, que había pertenecido a la madre de Joe, le acariciaba el cuello. Completaban el atuendo diminutas sandalias doradas de tacón alto y guantes largos, dorados. Con sus enormes ojos de color zafiro y sus facciones perfectas, _________ parecía una princesa de cuento de hadas.
—Tesoro, pareces un cuadro —le dijo Martha, satisfecha, cuando terminó de arreglarse—. Al amo Joe se le saltarán los ojos de las órbitas.
________ le dirigió una sonrisa melancólica: casi nada escapaba a la mirada aguda de Martha. Estaba demasiado excitada y ansiosa para regañar a la nodriza, como se suponía que debía hacerlo. En cambio, depositó un beso impulsivo sobre la mejilla regordeta, mientras recogía la estola de lentejuelas.
—Esa es la idea, Martha —dijo, guiñándole el ojo con aire malicioso y desapareció al otro lado de la puerta con un siseo de faldas.
Joe se paseaba irritado por el pasillo de abajo mientras _________ descendía hacia él, de modo que tuvo oportunidad de observarlo sin ser vista. De terciopelo gris oscuro, con un chaleco plateado, estaba increíblemente apuesto. La mirada de la joven recorrió la
figura esbelta, de músculos poderosos, con posesivo orgullo. De cada centímetro de su persona emanaba una acritud de macho arrogante y el solo hecho de contemplarlo le aceleró el corazón.
Por una vez, tenía el cabello pulcramente cepillado y brillante, negroazulado, bajo la luz de las velas. El rostro atezado estaba bien afeitado, lo que resaltaba sus facciones aguileñas. Las cejas negras, sedosas, se unían en el entrecejo, en un ceño impaciente. _______ sonrió. No parecía estar de muy buen humor y estaría mucho peor antes de finalizar la noche si su plan daba resultado.
Joe echó un vistazo al reloj de bolsillo y levantó la vista hacia las escaleras, quedándose paralizado al ver a _______, que parecía flotar hacia él. La mirada de Joe revoloteó sobre ella, su cabello resplandeciente, el rostro, las prominencias casi desnudas de los pechos, la cintura minúscula. Apretó los labios, furioso, y se apartó, aunque no antes de que _______ sorprendiera el hambre voraz que había ardido en sus ojos en un instante de descuido.
—¿Nos vamos? —preguntó Joe con encomiable frialdad cuando ______ llegó a su lado.
La cabeza de la muchacha casi no le llegaba al hombro. Ella apoyó la mano con delicadeza en el brazo que se le ofrecía y al levantar la mirada sorprendió los ojos de Jon regalándose hambrientos en la carne que el vestido desnudaba. Un oscuro rubor se extendió por los pómulos de é! al verse sorprendido, aunque no dijo nada. Y _________ también guardó silencio mientras la escoltaba fuera de la casa y la ayudaba a subir al coche que los aguardaba.
El baile fue un éxito tremendo desde todo punto de vista, salvo el de ________. Docenas de velas iluminaban el largo salón, mientras sobre una plataforma elevada, en un extremo de la habitación, una orquesta tocaba bellas melodías. Damas de vestidos vaporosos que iban de los recatados tonos pastel que eran de rigor para las debutantes, hasta los más audaces escarlatas y esmeraldas preferidos por las matronas jóvenes, giraban sobre el suelo reluciente, en brazos de caballeros de sobrios atavíos. Después de saludar a los anfitriones, Joe condujo a _________ en medio de la risueña multitud para ejecutar con ella una danza rígida y silenciosa. La sostenía a la distancia correcta y no le dirigió una sola palabra. Exasperada, ________, a duras penas esperó a que terminara la música para apartarse de él y sonreír a un joven que estaba cerca. El muchacho, hechizado por su belleza, y sin amilanarse por el entrecejo severo de Joe, de inmediato la invitó a bailar.
_______ aceptó con una pequeña reverencia y salió girando, sin echar una sola mirada atrás.
Después, la sitiaron invitaciones a bailar de parte de casi todos los caballeros presentes. Los jóvenes solteros eran los más vocingleros y _______ los animaba con chispeante alegría, a la que contribuían las copas de ponche de champán que siempre se renovaban en sus
manos. Con el rabillo del ojo, cada tanto atisbaba a Joe bailando con esta o aquella dama encantadora. Al parecer, no le interesaban las damiselas ruborosas y prefería a las mujeres más maduras y experimentadas. ________ sintió un dolor físico real al verle sonreír con encanto devastador a una dama que, con toda evidencia, sabía qué era el juego entre un hombre y una mujer. "Miserable", pensó _______, furiosa, y se alejó para redoblar sus coqueteos.
Cuando se anunció la cena, _______ dejó que la escoltase el acompañante de ese momento, un apuesto joven de veinticinco años, llamado Paúl Harrison. Según la costumbre, las damas casadas cenaban en compañía de los esposos, pero cuando echó el último vistazo
a Joe, divisó su cabeza oscura inclinada en gesto íntimo sobre la castaña rojiza de esa hembra sucia. Al verlo, ______ decidió no esperarlo y coqueteó con Paúl como si no tuviese otra preocupación en la vida. Por el despliegue de alegría que mostraba, nadie adivinaría que le dolía la cabeza o que disfrutaba de la cena tanto como si fuese serrín. Por último, detectó a Joe al otro lado del salón... y a su compañera. Era la misma mujer y contemplaba a su marido con una avidez que la asqueó. Furiosa, tragó otra copa de ponche de champán y lanzó otra sonrisa hechicera al fascinado Paúl, pidiéndole con dulzura que la llevara otra vez al salón de baile.
Paúl bailó con ella dos piezas más; en cada una se volvió más audaz. Acarició con discreción la cintura de la joven y ella, en lugar de apartarlo, le sonrió con deliberada provocación. Si bien esa noche las cosas no resultaban como las había planeado, no estaba dispuesta a permitir que nadie adivinara cuan descorazonada se sentía. Si a Joe no le importaba nada de ella... ¡bueno, a ella tampoco le importaría un ardite de él! Cuando Paúl la impulsó en dirección a la galería, no hizo remilgos.
La frescura de la noche la hizo recuperar la sensatez; mientras Paúl la arrastraba hada la galería, _______ retrocedía apartándose de él, y estaba por abrir la boca para pedirle que la llevara otra vez,dentro cuando vio que una sombra larga y negra se cernía sobre su
hombro. Joe apoyó la mano en el hombro de Paúl con más fuerza de la necesaria y su voz resonó con un matiz de acero.
—Disculpa, Harrison, pero me gustaría terminar este baile con mi esposa. —Aunque el tono era por completo sereno. Paúl soltó a _______ como si hubiese sido una brasa ardiendo. Hay que decir en su favor que hasta ese momento no había recordado que su compañera era casada. En ese instante, enfrentado a la fuerza formidable de Joe, esbozó una breve reverencia y se retiró con más prisa que dignidad.
________ enfrentó a Joe con audacia, levantando la barbilla como si lo desafiara a interpretar lo que ella había hecho. Por dentro no se sentía tan segura. Aquella vez, con Harrv, Joe se había puesto lo bastante furioso para matarla ... y en esta ocasión ________ provocó a sabiendas las atenciones de otro hombre. Además, ahora era su esposa. Sin embargo, en ese momento no le importaba mucho lo que él hiciera. ¡Si era capaz de complacerse persiguiendo a esa mujer, ella tenía derecho a un poco de diversión inocente!
Para su asombro, la voz de Joe no reflejaba la furia que ella esperaba y más bien sonaba fría y controlada.
—Sugiero que entremos y terminemos esta danza, pues tu conducta de esta noche ya provocó demasiadas habladurías. Prefiero no alimentar más los rumores con una rencilla, para aumentar la diversión de los chismosos. —Se acercó y le aferró el brazo clavando esos dedos largos en su carne. ________ lo escudriñó en la oscuridad, intentando adivinar la expresión, lo que le resultó imposible. Las sombras eran demasiado densas para dejarle algo más que una silueta oscura.
—¿Y qué me dices de tu comportamiento? —siseó __________, tratando de soltarse. ¡Que la condenaran si permitía que la intimidara! ¡Si sus propias acciones habían sido reprobables, las de Joe fueron peores!
—¿Celosa, esposa mía? —________ vio el brillo fugaz de los dientes que indicaban una sonrisa carente de alegría—. No tienes motivos para estarlo. Rechacé a la encantadora Annabella... por ti. Ya ves, esta noche he decidido darte lo que tanto deseas.
A medida que hablaba, la arrastraba inexorable hacia el salón de baile. Cuando la luz cayó sobre el rostro del esposo, ________ contuvo el aliento. Si en la superficie se veía la máscara del caballero, alguien que lo conocía tan bien como ella podía detectar el salvajismo.
—Sonríe, esposa —dijo en tono casi agradable, haciéndola entrar por las anchas puertas y sumarse al movimiento de la danza—. Que la buena gente no sepa que estamos peleando, ¿eh?
________ miró alrededor, vio las miradas interesadas y sonrió. Por dentro, era un manojo trémulo de nervios. Nunca lo había visto en semejante estado de furia serena. "Sin embargo", pensó, sacudiendo la cabeza y mostrando una sonrisa que le marcaba hoyuelos, en una exhibición para los curiosos, "¿qué puede hacerme? No es de los que golpean a las mujeres. Si lo que se propone es que compartamos la cama, me parece bien. Entonces, ¿por qué estoy tan asustada?"
Cuando acabó la música, Joe la condujo a través de la muchedumbre, rodeándole la cintura con el brazo en gesto cariñoso pero indiferente. Sólo _______ percibió los músculos de hierro que la mantenían clavada a su lado. Sonrió mecánicamente y dio respuestas alegres a los hombres que seguían pidiéndole una pieza de baile. A las miradas de desaprobación que le lanzaban las chaperonas, respondió del mismo modo, aunque por dentro se rebeló. "¡Malditas gatas viejas!", pensó, sonriendo al mismo tiempo.
Cuando Joe fue a buscarle el abrigo, ________ sintió el impulso de correr a esconderse. La idea de quedar a solas con el esposo en un coche cerrado, durante la media hora que tardarían en volver a Woodham, le erizaba los nervios. Tenía la sensación de que le
reservaba alguna clase de castigo... pero, ¿cuál? Mientras repasaba las posibilidades, Joe volvió con su abrigo y la oportunidad de huir se esfumó.
Joe le sostuvo el brazo con aire cariñoso mientras se despedía, sonriente, de los Ingram. ________, asustada, percibía la fuerza de la mano que la sujetaba. En cuanto salieron de la casa, la sonrisa cortés desapareció como si hubiese sido una máscara. ______ tenía razón: le reservaba algún castigo, como indicaba el resplandor colérico de los ojos. La joven sintió que se le oprimía el corazón cuando él la ayudó a subir al coche sin hablar, plegó los
escalones y ordenó partir al cochero.
El interior del carruaje sólo estaba iluminado por un farolillo de papel y bajo su luz _______ observó el rostro sombrío de Joe cuando se sentó en el asiento de enfrente. Los ojos de ambos se encontraron y él esbozó una lenta sonrisa. La mueca carente de alegría le confirió la expresión de un sátiro malvado.
♫ Laura Jonas ♥
Re: Pasion en la Isla (Joe y tu)
—Ven aquí, esposa —dijo en voz muy baja. Como ______ se limitó a mirarlo con los ojos muy grandes y angustiados, la sonrisa se esfumó y fue sustituida por una mueca feroz—. ¡He dicho que vengas aquí!
La orden restalló como un latigazo. Nerviosa, ________ se humedeció los labios con la punta de la lengua y la mirada de Joe se concentró en su boca, con expresión salvaje.
—¿P-por qué? —tartamudeó, encogiéndose hacia atrás, contra el tapizado de terciopelo.
—Te daré lo que estás buscando desde hace semanas. No lo negarás, ¿verdad?
—Yo... yo... si lo que quieres es hacerme el amor, no tengo reparos. A fin de cuentas, eres mi esposo y comprendo que tienes ciertos derechos.
La intención era dar a las palabras un matiz frío y lógico, pero sonaron lamentables. Por inexplicable que pareciera, le tenía miedo y Joe lo sabía. Vio en sus ojos el resplandor fugaz de la satisfacción.
—Sí, así es. Y pienso ejercerlos ahora mismo.
Su mano cruzó en gesto casi indiferente el espacio que los separaba y se cerró sobre la de ______, tirando hacia él y haciéndola caer a medias sobre su propio regazo. La alzó hasta dejarla sentada sobre sus rodillas y le puso las manos en el cuello. Contempló el rostro
pálido de la esposa y crispó el suyo, colérico.
—Joe, por favor... —murmuró _______, humilde, cuando el rostro del esposo se cernió sobre ella—. Espera...
—¿Acaso niegas que has intentado arrastrarme a la cama durante todo el último mes? —Las palabras fueron un gruñido en el oído de ________—. ¿O que tu actuación de esta noche con ese infortunado joven estaba destinada a darme celos? ¡Contesta!
—No es así —protestó ________, sin fuerza. A pesar del miedo, reaccionaba a la dureza que sentía formarse bajo sus nalgas suaves.
—¿No es así?
La miró, ceñudo; después, su boca silenció cualquier conversación.
La orden restalló como un latigazo. Nerviosa, ________ se humedeció los labios con la punta de la lengua y la mirada de Joe se concentró en su boca, con expresión salvaje.
—¿P-por qué? —tartamudeó, encogiéndose hacia atrás, contra el tapizado de terciopelo.
—Te daré lo que estás buscando desde hace semanas. No lo negarás, ¿verdad?
—Yo... yo... si lo que quieres es hacerme el amor, no tengo reparos. A fin de cuentas, eres mi esposo y comprendo que tienes ciertos derechos.
La intención era dar a las palabras un matiz frío y lógico, pero sonaron lamentables. Por inexplicable que pareciera, le tenía miedo y Joe lo sabía. Vio en sus ojos el resplandor fugaz de la satisfacción.
—Sí, así es. Y pienso ejercerlos ahora mismo.
Su mano cruzó en gesto casi indiferente el espacio que los separaba y se cerró sobre la de ______, tirando hacia él y haciéndola caer a medias sobre su propio regazo. La alzó hasta dejarla sentada sobre sus rodillas y le puso las manos en el cuello. Contempló el rostro
pálido de la esposa y crispó el suyo, colérico.
—Joe, por favor... —murmuró _______, humilde, cuando el rostro del esposo se cernió sobre ella—. Espera...
—¿Acaso niegas que has intentado arrastrarme a la cama durante todo el último mes? —Las palabras fueron un gruñido en el oído de ________—. ¿O que tu actuación de esta noche con ese infortunado joven estaba destinada a darme celos? ¡Contesta!
—No es así —protestó ________, sin fuerza. A pesar del miedo, reaccionaba a la dureza que sentía formarse bajo sus nalgas suaves.
—¿No es así?
La miró, ceñudo; después, su boca silenció cualquier conversación.
♫ Laura Jonas ♥
Re: Pasion en la Isla (Joe y tu)
bueno chicas ahi esta el capi solo me gusta la primera parte
Pero despues no me gusta
Buenas noches :D
Pero despues no me gusta
Buenas noches :D
♫ Laura Jonas ♥
Re: Pasion en la Isla (Joe y tu)
ay no lau solo uin capisit????
yo pense que venias con 5 :9 ajjaja
yo tambien estoy odiando a joe en estos monetos
yo pense que venias con 5 :9 ajjaja
yo tambien estoy odiando a joe en estos monetos
andreita
Re: Pasion en la Isla (Joe y tu)
por que Joe! trata tan mal ala rayis nose lo merese
siguelaa! espero 209283897 caps! :D
siguelaa! espero 209283897 caps! :D
☎ Jimena Horan ♥
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