✧ save me ✧

16/02/2019

¿Es normal sentir que de a poco esa parte emocional y maricona de mí se va apagando, o al menos, cansando de sentir? Es como si no me importaran mis sentimientos en lo absoluto o simplemente los ignoro lo más que puedo, porque sé que en el fondo hay una verdad que me incómoda o que me niego a aceptar. Me conozco. Sé que me alejo cuando no encuentro amor en alguien, en alguna cosa o lugar, o no me encuentro a mí siendo feliz.
Últimamente me siento mejor sola, por más irónico que sea. Sé que miles de veces he tenido crisis por la misma razón y que también reclamé mucho el "abandono" de los demás; pero es cómo si ya lo aceptara, como si me resignara a que es lo que me toca. 
Nada en mí es igual y eso me asusta en cierto punto. Es como si estuviera en stand by, me siento ajena a la realidad y a mi entorno; la cabeza se me va en temas tan estúpidos como creer que toda mi vida no es más que un sueño y que me gustaría despertar, porque ya no estoy a gusto viviendo... Al mismo tiempo, mis emociones y pensamientos son tan profundos e intensos que casi parecen sacados de una ficción, como si fueran una exageración y no algo que me pasa.
Hay tanto que tengo que sacar de dentro mío pero al mismo tiempo quiero que permanezca allí, en silencio, escondido, sin salir a la luz ni a mi vida, porque sé que todo dará un giro para el que no estoy preparada. Me asustan los cambios. Me asusta salir de mi zona de comfort y puede que sea cobardía, pero también sé que me arriesgué mucho en el último tiempo y merezco por fin una temporada de paz física y mental. Siento que este tiempo de "lejanía" con el mundo es mi recompensa por todo lo que aguanté y todo lo que lloré, lo que grité, lo que me enojé y lo que recaí.
¿Es un poco cliché que alguien después del dolor se enfríe? Sí, pero también es sanador. No me malinterpreten, amo sentir, amo amar, amo mis emociones y poder conectar con ellas, pero lamentablemente el mundo no sabe respetarlas ni cuidarlas; la gente disfruta lastimarte porque sabe que lo vas a sufrir y porque en el fondo, no soportan que vos todavía tengas eso que ellos perdieron: sensibilidad. Y yo, no quiero perder mi tesoro. No quiero ser fría otra vez, no quiero no poder llorar, ni sentir nada en absoluto, no quiero volver a esa época de mierda solo porque gente de mierda me hirió hasta que no quedó nada de mí.
Me tomó años reconstruirme, con sus altos y bajos, con mis momentos de euforia, con aquellos de depresión, pero seguí adelante a pesar de que más de una vez sentí que no podía más, que esto de vivir no era para mí. A lo largo de los años, creo que me lastimé más yo misma de lo que lo hicieron otras personas y eso es en parte lo que más me destroza por dentro. Mi piel tiene cicatrices que jamás debía haber tenido, porque no soy una mala persona y aún con mis errores, jamás tuve la intención de joder a alguien. En la actualidad, tengo algún problema o trastorno el cual no me permite sentirme mal sin pegarme o lastimarme, porque en el fondo considero que lo merezco. ¿Entienden lo mierda que es eso? SENTIR QUE MERECES SER LASTIMADO, HASTA POR VOS MISMA.
Que ante cualquier cosa de porquería sientas que es tu culpa, porque así te lo dijeron toda la vida; que tus emociones sean menospreciadas la mayoría del tiempo y que nadie te las tome en serio, salvo cuando te ven al otro día con los moretones y los cortes todavía frescos. Mi cuerpo refleja perfectamente el dolor que me banqué durante años. Refleja mis noches sin dormir, mis crisis donde no puedo controlarme, mis etapas de mierda donde solo quiero rendirme y dejar de vivir, mis conductas autodestructivas de porquería que solo me jodieron la vida, refleja toda la mierda que soy y que siempre voy a ser. Tengo ojeras, tengo cicatrices por donde me mires, tengo estrías que evidencian un descuido enorme, ojeras por mis trastorno de sueños infaltables en todos los años de mi vida desde ese 2013 donde comencé a sentir que tocaba fondo. Tengo todo eso que puede hacerte pensar que alguien no fue feliz en mucho tiempo.
Y aún así, después de todo, siempre volví a levantarme para seguir intentando estar bien. Fue un largo camino, no voy a mentir, y en estos seis años me pegué muchísimos palos contra la pared y contra mí misma por sobre cualquier otra cosa. Soporté críticas que solo buscaban hacerme daño y al mismo tiempo, encontré gente que nunca dejó de decirme que yo valía, y que principalmente, me enseñó a verlo. No sé si fueron los libros de autoayuda, esos que la sociedad cataloga como "estúpidos", la astrología (esa que muchos confunden con los horóscopos truchos), o simplemente la madurez que te va dando crecer y estar en la recta final de tu adolescencia, pero en estos últimos meses abrí los ojos a un punto que pensé que jamás iba a poder llegar. Después de tanto dolor, hoy puedo decir que la mierda que yo sentí por muchísimo tiempo ya se está yendo de mí y que cada día voy amándome un poquito más. Con mis estrías, con mis ocho kilos de más, con mi nariz, con mis lunares por cualquier lado, con mi piel sensible, y con las demás cosas que creí que eran los peores defectos del mundo solo por ser míos. Hoy, 8 de abril del 2019, con 17 años, entiendo que todo eso que critiqué día y noche desde que tengo memoria, son solo aspectos que me hacen quién soy y que complementan mi belleza. No me importa si no soy lo agradablemente estética a la vista de los demás, porque soy lo suficientemente linda para mis ojos y con eso me basta. Mi cuerpo es donde yo vivo y estoy a gusto con él.