"A Little Hope" [Louis Tomlinson-Lucy Payne-Niall Horan]

por **takemetoeire** Sáb 12 Jul 2014, 12:38 pm

Louis Tomlinson/Lucy Payne/Niall Horan

Lucy Payne tiene casi 19 años, estudia en Londres y piensa que su vida está arruinada. En compañía de su mejor amiga regresa a su pueblo de origen esperando encontrar una solución para lo inevitable. Pero allí la aguardan amigos, familia, historias inconclusas y dos pares de ojos azules. Lucy va a descubrir que no todo es lo que parece, que no siempre la vida nos muestra el camino fácil, que no es la única persona que guarda secretos y que siempre hay que tener esperanza.

Ficha:

Me presento:

por **takemetoeire** Sáb 12 Jul 2014, 12:48 pm

CAPÍTULO 1

Tomé aire, contuve mi respiración y luego exhalé un gran suspiro que empañó una pequeña zona de la ventana del tren. Trataba de calmar mis nervios.

Tenía la vista fija en algún punto inexistente más allá del cristal, y mientras tanto, jugueteaba con las cintas de la chaqueta que tenía puesta.

-Tranquila, todo estará bien.- Cher estaba sentada frente a mí. Me sonrío en forma de consuelo al tiempo que sus grandes ojos cafés me examinaban con preocupación. Le dediqué una sonrisa débil de agradecimiento.

-Eso espero.

La necesidad de llorar creció rápidamente hasta hacerse insoportable. Apreté los ojos con fuerza. Las dos primeras lágrimas corrieron por mis mejillas y las sequé con el dorso de mi mano. Apenas unos segundos después Cher se sentó a mi lado y rodeó protectoramente mi espalda con sus brazos delgados.

-No llores. Vamos a encontrar una solución. – Asentí con lentitud, mi rostro escondido en el cuello de mi amiga. Repetía en mi mente sus palabras como si así fuera a convencerme de que lo que afirmaban era probable y posible.

Mientras me arrepentía de mis absurdas decisiones el tren nos acercaba con cada minuto que pasaba a Wolverhampton, mi pueblo. Era pequeño, todos sus habitantes parecían conocerse entre sí y nunca perdías la sensación de estar en casa. No era mi pueblo natal pero toda la vida que recordaba había transcurrido allí y en ese momento, tanto sólo veinte minutos de viaje era todo lo que me separaba de mi hogar y las personas que allí me esperaban.

Seis meses atrás había partido a Londres sin otra compañía que mis inmensas ganas de estudiar y unos cuantos arrepentimientos. A la Lucy de aquél momento le habría resultado absurda la idea de regresar a casa sin siquiera haber terminado el primer año de cursado. Sin embargo allí estaba, aferrada a la idea de que en casa encontraría una respuesta, una solución, una guía o cualquier otro tipo de auxilio.

Pero por fortuna no estaba sola. El universo había decidido darme una aliada, una amiga y confidente. Una muñeca traída a la vida con cabello que variaba en color de una semana a la otra y risa como el romper de una ola; fresca, sorpresiva y agradable al oído. Cher acomodaba su cabello azul en una nueva coleta y sonreía al débil reflejo en la ventana del tren. No dudó ni un segundo al decidir acompañarme. Intenté disuadirla de venir pues aquél era sólo mi problema y ella no tenía mucho que ver en el asunto, pero me fue imposible.

Nos vimos entonces frente a un gran desafío. A las apuradas planeamos maratones de estudios y nos inscribimos en miles de clases de apoyo. Tomamos más exámenes de los que cualquiera hubiera creído posible y despejamos el panorama lo mejor posible para los próximos meses.

Un semestre a nuestra disposición para viajar a Wolverhampton fue lo que conseguimos. Tan sólo tendríamos que regresar para rendir unos exámenes en junio. Teníamos la primavera y el verano para nosotras aunque la motivación de aquél plan maestro no hubiera sido con exactitud el conseguir un tiempo extra de vacaciones.

-Idiota. – Dejé que la palabra se deslizara entre mis dientes y volví a acomodar mi frente contra el frío cristal.

Wolverhampton no había cambiado nada en los meses que había estado lejos, aunque tal vez ahora hubiera más gente. La marea de personas tratando de hacerse paso no podía contradecirme y siendo franca, no recordaba ninguna ocasión en la cual la estación de trenes haya estado tan llena.

-¿Quién dijiste que vendría?- Cher se estiraba lo máximo que las puntas de sus pies le permitían pero aún así no llegaba a ver mucho más que la coronilla de los transeúntes que bloqueaban su vista.

-No lo dije porque no lo sé. – Recordaba la sorpresa de mi mamá cuando llamé para informarle que estaría en casa la semana siguiente y también recordaba vivamente el tono de preocupación de Liam cuando le comuniqué la noticia.

-Ojalá sea tu hermano.- Mi ojos estaban trazando un recorrido alrededor del lugar pero al escuchar a mi amiga mi cabeza giró en seco hacia ella.

-¿Qué sucede con mi hermano, querida Cher?

Como toda respuesta soltó una carcajada y acto seguido encogió los hombros como si eso fuera una gran explicación.

-Sea quien sea, espero que llegue pronto. ¡Hace mucho frío! – Comenzó a dar pequeños saltos, mitad para tratar de visualizar a alguien, mitad para entrar en calor. No pude evitar reírme con el halo de cabello azul que rebotaba junto con mi amiga cada vez que saltaba.

-No seas exagerada, no está tan mal… ¡Liam!

La figura de mi hermano había aparecido entre el mar de gente. Al escuchar su nombre miró en nuestra dirección y una gran sonrisa se formó en su rostro al verme.

-¡Lucy! – Apenas pude escuchar su respuesta pero el mero hecho de saber que estaba allí me había emocionado como a una niña pequeña en el día de Navidad.

Luchamos contra el gentío como nos fue posible, abriéndonos paso a codazos y algunos empujones. Finalmente nos encontramos y sin dudarlo un segundo nos fundimos en un abrazo igual a cuando éramos niños.

-Te extrañé tanto, Lu.

Aún abrazados podía sentir la vibración de las palabras de Liam en su garganta. Murmuré un pequeño “yo también” en respuesta que fue sofocado por su remera. Cuando por fin nos apartamos sus ojos me miraron detenidamente como si buscaran algún tipo de cambio en mi persona. La observación me puso nerviosa y traté de pensar en algo más para decir.

En ese momento recordé a Cher.

-Liam, ella es Cher. – Mi hermano miró a mi amiga sin borrar la sonrisa de sus labios.

-Al fin te conozco. Lucy no para de…

-De hablar de mí. Me imagino. Tampoco se calla hablando de ustedes y su familia. – La sonrisa de Cher era traviesa, como si estuviera esperando la reacción a un muy brillante chiste y mi hermano no tardó ni un segundo en devolverla.

-¿Viniste tú sólo? – Ponderaba si podríamos cargar entre los tres las maletas. Habíamos tenido que hacer un gran esfuerzo para bajarlas del taxi y subirlas al tren en Londres y nuevamente el mismo problema en Wolverhampton. Tal vez hubiera sido mejor idea haber traído menos cosas.

-No, no vine sólo. De hecho... - Comenzó a mirar a los alrededores, buscando a alguien. Luego de unos segundos hiso una seña con el brazo y un chico de la edad de mi hermano apareció frente a nosotros.

Nada más ni nada menos…

…que Louis Tomlinson.

Todos aquellos años de secreto enamoramiento volvieron a mi mente con la velocidad del tren que acababa de traernos a casa. Recordé cada estupidez que alguna vez había dicho, escrito, pensado o imaginado respecto a él y mis mejillas se tiñeron inevitablemente de rojo debido a la vergüenza.

-Hola. – Saludó sin más protocolo. Sonreí en respuesta pues aún me sentía incapaz de formular palabra alguna, demasiado hundida en una piscina de auto-desprecio y humillación propia. Aún así, no se me pasó por alto el hecho de que Louis me miraba con atención. Encontré sus ojos y alcé una ceja. La pregunta quedó implícita. – Estás… Estás más… ¿Grande?

-¿Eso es lo mejor que tienes? – Forcé por mantener la risa a raya aunque ya pudiera sentir los músculos de mi garganta contrayéndose por puro reflejo. Puse los ojos en blanco y compuse mi mejor sonrisa. Aún tenía mucha vergüenza que digerir pero por los menos Louis también se había puesto en ridículo. Era mejor que nada. – Gracias, supongo.

Finalicé aquella pequeña (y ligeramente incómoda) conversación presentando a Cher y luego discutiendo sobre quién llevaría las maletas. Una mirada de advertencia de mi amiga fue suficiente para disuadirme de cargar la mía.

El camino a casa fue normal, ligeramente aburrido. Liam nos preguntó sobre la universidad y sobre Londres. Louis estaba interesado en saber cómo habíamos hecho para conseguir tremendo adelanto de vacaciones. Cher y yo explicamos todo lo mejor que pudimos. Cruzamos miradas cómplices de vez en cuando para asegurarnos de no haber metido la pata y finalmente, luego de asegurarle a Liam que habíamos traído suficiente material de estudio, logramos que la conversación derivara en lo que fuera que hubiera ocurrido en Wolverhampton durante esos últimos meses.

Al llegar a casa mi corazón latía con fuerza y retumbaba cual tambor en cada fibra de mi cuerpo. Lo podía sentir en las yemas de mis dedos, en mis rodillas y tobillos, hacía ruido en mis oídos y sobre todo, aporreaba mi pecho sin cuidado alguno. Llegué a preguntarme si alguien más podría escucharlo pero una mirada rápida a Cher me aseguro que ningún hecho antinatural estaba ocurriendo. Aún así se dio cuenta de mis nervios y una pequeña mano llena de tatuajes se posó en mi hombro y logró que mi respiración recobrara un ritmo normal.

-Hogar dulce hogar. – Comentó Liam mientras apagaba el auto y bajaba del mismo.

Cher me dio un último apretón de aliento y bajó también. La seguí apenas con un segundo de diferencia y al hacerlo me encontré con la figura de mi mamá corriendo en mi dirección. Sus brazos alrededor de mis hombros se sentían igual que siempre y al enterrar mi rostro en su cuello supe que estaba en casa. Una sensación de confort que llevaba mucho tiempo sin siquiera recordar se acomodó plácidamente en mis estómago y me fue imposible contener un suspiro de alegría.

El momento terminó tan pronto como Karen recordó que era mi madre y debía cumplir su rol de mujer preocupada por su hija.

-¿Cómo estás, cielo? No puedo creer que hayas vuelto tan pronto. ¿Has estado comiendo bien? ¿Los estudios? ¿Segura que no hay problema con que empiecen antes las vacaciones? ¿Quieres algo de comer? Preparé bocados de chocolate al ron. – Me pellizcó la mejilla y transformó el gesto en una caricia que bajó por mi rostro hasta sostenerme el mentón. No me dio tiempo a responderle nada pero supuse que en realidad no lo necesitaba.

- Te extrañé mucho. – Dije finalmente y volví a abrazarla.

Luego de presentar nuevamente a Cher, subir nuestro equipaje y darle un tour a mi amiga por la casa regresamos a mi habitación para comenzar con la tediosa tarea de desempacar.

-Nunca me habías hablado de tu habitación. Es muy linda. – Comentó distraídamente Cher mientras acomodaba su ropa en el armario. – Sobretodo el collage. Me fascina.

En una de las paredes, sobre el empapelado blanco de pequeñas flores lilas había hecho un enorme collage con fotos tomadas por mí, recortes de revistas, frases y muchas cosas más. Creo que era lo más relevante de mi habitación.

Aparte del collage que dominaba el trozo de pared junto a la ventana y sobre el escritorio, había dos camas (la segunda traída especialmente para Cher), una pequeña mesa de luz apretujada entre estas dos, una biblioteca alta y angosta que parecía estar a punto de darse por vencida y dejar caer todos mis libros; y la puerta que llevaba al baño en suite, mi pequeño lujo. Todo guardaba la relación de colores lilas, blanco, gris pálido y una suerte de mezcla de colores pastel que de alguna forma habían terminado por combinar.

-Creí que lo iban a quitar tan pronto como me fuera. De hecho, creí que se desharían de gran parte del cuarto. O que lo harían depósito. – Recorrí con la punta de mis dedos un grupo de fotos que quedaban justo junto a la ventana. Dos niños castaños me abrazaban y sonreían a la cámara. Traté de ignorar la nostalgia y me dejé caer en la cama de Cher.

Nos dimos por vencidas antes de llegar a acomodar la mitad de las cosas. Concluimos que iba a ser más efectivo bajar a comer algo y sin dudarlo escapamos de nuestros quehaceres felices de haber encontrado una buena excusa para hacerlo.

Al entrar a la cocina nos encontramos con una agradable sorpresa.

-Lu, tampoco comentaste que vivías en una pastelería. – Los ojos gigantes de Cher se abrieron aún más si es posible, dándole a su cara una expresión muy divertida.

En la pequeña mesa de la cocina había un muestrario de cada postre, galleta y masa fina que mi mamá era capaz de cocinar. Se me hiso agua la boca de sólo verlo.

-Espero que les guste chicas.- Mi mamá nos invitó a sentarnos y unos segundos después Liam y Louis se nos unieron.

-¿Todo esto lo ha hecho usted, señora Payne?

La primera vez que preparé galletas en el campus tuve que reservar un espacio en las cocinas que usan los estudiantes de gastronomía y al probarlas Cher comenzó a interrogarme por mis habilidades pasteleras. Todo se resumía a que mi mamá adoraba cocinar cosas dulces y yo, desde muy pequeña, había querido emularla.

-Sí. – Respondió mi madre entre risas. – Pero, Cher… – Llamó mi mamá con una pequeña sonrisa mientras acomodaba sus lentes. – Dime Karen, por favor. Vivirás conmigo los próximos meses, ya eres otra hija en esta casa. Como Louis.

-Salud por eso. – Respondió el oji-azul alzando su taza de té para luego llevarla a sus labios y tomar un sorbo.

La media-tarde se convirtió en foro de actualizaciones sobre la vida social del pueblo y una clase intensiva de nombres y lugares para Cher, quién llegado cierto punto dejó de intentar comprender de quién hablábamos y se concentró en el muffin de canela y chispas de chocolate que estaba comiendo.

-Lu, no te has servido de los bocados de chocolate. – Por algún motivo mi hermano se dio cuenta y me acercó la bandeja para que tomara algunas delicias.

La pequeña interrupción no detuvo la charla con Louis y Liam, los cuales me contaban sobre los desastres que estaban ocasionando algunos de mis ex-compañeros en la universidad.

-¡Karen estos bombones son de otro planeta! – Cher ganó la risa de todos y al momento comenzó a interrogar a mi madre sobre la receta como si hubiera una posibilidad de que ella fuera a cocinarlos.

- … la cantidad de chocolate, en realidad, depende del gusto de cada uno. Lo que de verdad es importante es remojarlos bien en ron para que el sabor sea más fuerte. La mezcla también puede llevar ron, está por ejemplo es una receta “borracha”. – La risa de mi mamá no recibió el eco de la de mi amiga, aunque supongo que ella no se dio cuenta. Miré a mi amiga ligeramente preocupada por su falta de respuesta. – Mi abuela decía… – El teléfono cortó la explicación de mi madre quien se disculpó y corrió a atender.

-¿Todo bien, Cher? – Sin dejar de mirarla tomé el tercer o cuarto bombón aunque nunca llegué a comerlo porque mi amiga lo quito de entre mis dedos. La miré con confusión y una preocupación que ya era profunda. – ¿Por qué fue eso?

-Lo siento. – Me respondió con una sonrisita angelical que no logró sacar el tinte de miedo de sus ojos cafés. – Pero, Lu… No puedes.

Su voz había sido tan baja y su mirada tan elocuente que no me tomó mucho más sumar dos y dos y darme cuenta de mi error. Asentí silenciosamente, una ligera náusea que no estaba relacionada con el chocolate comenzó a formarse en la base de mi estómago.

El sentimiento empeoró al notar que Liam nos había estado observando y ahora cuestionaba por qué no comía aquellos bocados que nunca habían dejado de ser mis favoritos y de los cuales siempre devoraba, por lo menos, la mitad de la bandeja.

-Es… – Cher buscaba alguna forma de justificarnos y me miraba en busca de ayuda pero mi mente estaba en blanco. – Por una dieta. Sí, eso. – La miré un segundo incrédula. ¿En qué mundo Lucy Payne haría una dieta?

-¿Lu estás haciendo dieta? ¿En serio? – La incredulidad de mi hermano podía detectarse a kilómetros de distancia. Mi amiga me miró rogando apoyo. Suspiré rendida, no tenía otra opción.

-Sí, es sólo… Nada, una estupidez mía. Creo que no duraré ni una semana. – Tanto Liam como Louis rieron con mi comentario pero no pude evitar notar que mi hermano no había quedado conforme con la explicación.

La conversación siguió un poco más tensa de ahí en adelante. Cher y yo nos levantamos con la excusa de que estábamos cansadas por el viaje y queríamos descansar. Los ojos de mi hermano me siguieron todo el camino hasta que salimos de la cocina y por algún motivo sentía que aún me seguían cuando entramos a mi cuarto.

-Ok, eso estuvo cerca. – Me dejé caer en mi cama con los ojos cerrados. Un pesado suspiro escapó desde lo más profundo de mis pulmones. Decidí concentrarme en los latidos de mi corazón pero apenas diez tum-tum más tarde Cher interrumpió el silencio.

- No estoy aquí para perseguirte diciéndote qué debes y no debes hacer, Lu. – Mi amiga se sentó en posición de indio en la cama frente a mí. – Son cosas elementales.

Me senté en mi cama también y respiré profundamente antes de responder.

-No, lo sé. Lo siento. Fue un desliz. Tendré más cuidado. ¿Está bien?

-Sabes que es por tu bien, ¿verdad? – Asentí un poco. – De acuerdo. – Cher sonrió abiertamente, unas mechas de cabello azul enmarcaban su rostro dándole un aire aún más travieso. – Propongo que tomemos la siesta para la que supuestamente estamos aquí arriba y a la tarde salgamos a que me muestres el pueblo. ¿Qué dices?

Nunca me cansaría de decirlo, con Cher me había sacado la lotería de los mejores amigos.

-Lo que tú digas, Lloyd.

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"A Little Hope" [Louis Tomlinson-Lucy Payne-Niall Horan]

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