the survival kit | nc.

Capitulo 04

—Cierra la boca, Harry. Se te cae la baba.
Fueron las palabras de Aaron que lo sacaron del trance. Resongó y lo miró mal por haberle interrumpido. Allá, cerca de los árboles que había dentro del campus, Corina leía muy apaciblemente otro de sus amados libros. ¿Trance? ¿A qué se refería Aaron? Había estado minutos y minutos sentado mirándola y solo le daban ganas de golpear algo, incluso a sí mismo.
—Mírala. Tan perfecta ella. —Con tono sarcástico y entre dientes se quejó de la imagen frente a ellos. Estaba muy lejos para notar sus miradas. ¿Quién se creía? Con suma tranquilidad, corrió la página del libro y luego acomodó su pelo detrás de su oreja. Corina Hamilton no era una chica arrogante, pero para la opinión de Harry sí. Según él, Cory no dejaba de considerarse perfecta a sí misma, una chica sin faltas ni equivocaciones. Buena alumna, deportista, le gustaba leer y además ¡Bonita! Harry negó con la cabeza, desaprobando sus acciones, desaprobándola a ella.
—¿Qué tanto lee? Seguro será Romeo y Julieta. ¡Mírala Aaron, mírala!—Repentinamente Aaron lo tomó de los hombros y lo sacudió fuertemente. —¿Qué carajos te pasa?
—¡Eso me pregunto yo! Harry, estás volviéndote loco. Esa chica te encanta, y no haces más que ponerte de mal humor por eso.
—No digas estupideces ni me trates de tarado, cariño es algo muy lejos a lo que siento por ella. —Tomó su mochila y se alejó del lugar, Aaron lo siguió. —No me gustan tan superficiales, mucho menos así de soberbias. —Aaron rodó los ojos con cansancio. —¿La chica para mí? Bethany Johnson. —Confesó nuevamente pasando cerca de la muchacha de cabellos de oro y ojos azul cielo. Era linda, no era popular, ni la mejor de la clase, pero sí muy simpática y algo (muy) ilusa. Aaron hizo una mueca mientras Harry la observaba con aprobación y admiración antes de continuar su camino. —Ella es sincera, sencilla, algo tonta tal vez... Pero ¿Corina? Por el amor de Dios, nunca soportaría tal temperamento.
—Lo que tú digas. —Harry volteó a verlo y sonrió como solía hacerlo siempre. No iba a dejar que la chica Hamilton arruinara su día con otra de sus pretendencias a la perfección o sus estándares difíciles de alcanzar. —Por cierto, ¿Te enteraste de lo del campamento? —Harry pausó su andar y lo miró.
—¿Campamento? ¿Qué tienes, cinco años? —Se burló.
—Mack y yo lo organizamos, estará divertido Hazz. Debes ir. —Habló sinceramente, pero el rizado pudo notar en su amigo una picardía en sus ojos que no le daba confianza.
—Qué, ¿Solos Mackenzie, tú y yo?
—No, claro que no, tonto.
—¿Y bien?
—Algunos amigos y amigas... —Susurró. —¿Vienes?
—Ehm, tal vez si...
—¡Perfecto! Te escribiré con los detalles.
—Pero Aaron, yo no...
—Será genial, hermano. Un día me lo vas a agradecer.


Ató su castaño cabello en una coleta mal hecha, pues el calor comenzaba a sentirse en el aire. El verano estaba llegando y no había otra cosa que le causara más felicidad. Por fin un tiempo de descanso, sin clases, ni clases extracurriculares. Ni tennis, ni natación, ni violín, ni tareas. Había implorado por semanas que le consedieran sus meses de descanso y finalmente había conseguido librarse de todos esos deberes innecesarios.

Caminó solitaria y a paso lento hasta el baño, con la barbilla en alto y con pasos suaves, casi flotando del suelo. Se mojó un poco la cara y suspiró al ver sus ojeras en el gran espejo. Pasó ambas manos por sus ojos y suspiró con alivio, en verdad necesitaba relajarse un poco. Se secó y, así sola como se encontraba, sonrió a su reflejo. Una buena manera de mantener el optimismo, arriba los ánimos y engañar a todo aquel que creía que su vida era una fantasí como la que sus ojos pintaban.

A ella poco le importaba no tener tantos amigos, ser burlada por ser la mejor en clase y ser tratada como una malcriada. Algo que tenía muy en claro era quién es realmente, y las opiniones que los demás hacían llegar a sus oídos no significaban absolutamente nada. Era verdda, que sus actitudes le complicaba generar amistades, pero por supueto no era su deseo. ¿Novio? Por favor, a penas tenía tiempo de dormir placenteramente.

Se sentó en la clase de biología, en el primer asiento y aguardó pacientemente a que llegara el profesor, ignorando el griterío a sus espaldas. Estaba acostumbrada a las idioteces de sus compañeros así como ellos estaban acostumbrados a la indiferencia de ella.

Uno de sus compañeros de clase entró al salón y clavó sus ojos en ella. Sin razón alguna la fulminó, mas Corina dejó pasear sus pupilas con desinterés y parpadeó casi con somnoliencia, ignorándolo completamente. La clase comenzó, la última que le quedaba. Todo marchaba bien hasta que a la profesora se le ocurrió juntarlos en pareja para preparar un último trabajo. Corina hizo una mueca, siempre silenciosa y pensante ¿Para qué? ¿Una tarea para entregar el año que viene? Qué estupidez. Su compañero era Harry O'connors, uno de los trillizos. Sin decir palabra alguna tomó sus libros y caminó hasta sentarse a su lado.

—Disculpa, ¿quién eres? —Preguntó, desentendido.
—Harry, soy Corina. —Respondio obvia. —Corina Hamilton. —Dijo al ver que se desentendía aún más. —¡Por favor! Hace cuatro años vamos a la misma secundaria, sabes mi nombre, no puedes decir que no me conoces.—Casi pierde la paciencia.
—Imposible, no te conozco.—Dijo indiferente.
—Como quieras. Soy tu compañera de Biología por los próximos diez minutos, así que ¿Nos juntamos en tu casa o en la mía?—Habló claro, pausado y con un tono de altisbo en la voz.
—¿Te me estás insinuando? —Sonrió con malicia.
—No, idiota. ¡Tenemos que hacer un proyecto! —casi chilló. Respiró hondamente y acomodó su cabello nuevamente.
—Ah. —Corina rodó ambos ojos.
—¿Y bien?
—¿En serio quieres hacerlo? Terminaremos el año en cuestión de minutos.
—Nos dieron una tarea, y la entregaré cuando tenga oportunidad de hacerlo.
—¡Estás loca si crees que voy a estudiar biología en verano!
—No lo harías si pudieras apresurarte y terminarlo lo antes posible.
—No necesito la nota.
—Yo menos, me da igual. Entonces, ¿Mi casa?
—Tentador, pero...
—¡Harry! —Esta vez gritó. En una pequeña discución había logrado terminar con su cordura, además del hecho de que estaba demasiado cerca. La profesora los miró mal, y Corina notó que muchos pares de ojos habían estado observando con extrañeza y curiosidad la conversación que, sin intención, había sido oída por casi todos.
—Ok. Cálmate, princesa. —Corina apoyaba sus codos sobre el banco y cerraba los ojos con cansancio. ¡Estrés, estrés, estrés! Definitivamente tenía que alejarse de ese chico. Mientras acomodaba sus ideas aun pensando en lo ridícula que había sido, la irritante voz de Harry seguía molestando a  su lado.
—¿Quisieras no decirme así, por favor? —Ahora había vuelto a ser calmada y totalmente sosegada.
—Nop. —Sus oyuelos resaltaron a los costados de sus mejillas al minuto que la campana resonó por todos lados. Corina miró intensamente dentro de sus ojos verdes preguntándose cómo alguien podía ser tan idiota.
—Me largo. —Juntó sus cosas y salió del salón ya vacío, mientras Harry la miraba facinado. Ella respiró para calmar sus nervios y, finalmente, disfrutar de unas apacibles vacaciones...

Spoiler: