Pesadilla en la calle Elm.

Luego de la trágica muerte de Ashton, la ciudad de Springwood no había vuelto a ser la misma, no solo porque él había sido muy querido por todos y esa noticia había sido más que impactante, sino, porque algunos de los que lo trataban de loco, ahora, se daban cuenta de que no lo estaba pero no querían admitirlo, uno de ellos, era Louis Tomlinson;

El joven abrió sus ojos azules encontrándose en la habitación de un hospital, se había hecho rutinario ya que desde que había ingresado Nancy, él iba cada día después de clases a verla, solo que esta vez, no recordaba haberse quedado dormido allí. Se levantó de aquella incómoda silla y cuando observó la cama esta estaba des tendida pero nadie yacía en ella. Lo primero que pensó fue que Nancy habría ido al baño, pero descartó esa teoría al ver que la puerta de éste estaba abierta de par en par. Asomó su cabeza para asegurarse de que no estuviese y tal como sospechaba, estaba solo. Su desconcierto fue más grande al darse cuenta que no solo estaba solo en la habitación, sino que al salir de ella se encontró con un desierto hospital. Una ráfaga de viento heló su piel y de un momento a otro las luces del lugar fueron apagándose una por una hasta quedar todo en completa oscuridad.

 — ¿Alguien que prenda la maldita luz? — gritó inútilmente ya que nadie respondió. Caminó despacio, con sus manos tanteando la pared, buscando alguna llave que encendiera la luz o lo que fuere, lo cierto era que aunque intentaba pensar no entendía que demonios estaba sucediendo, solo maldecía en susurros mientras su nerviosismo aumentaba.

Caminó sin perder la calma, hasta llegar a una esquina, allí dobló y apenas lo hizo vio una luz al fondo del pasillo.

— ¿Louis eres tú? — de inmediato reconoció aquella femenina voz, era Nancy.

—Sí, soy yo ¿Qué demonios sucede? — por primera vez en rato se separó de la pared, ya que tenía como referencia para caminar aquella luz blanca de donde venía la voz de su amiga.

—No lo sé, yo solo…— la chica no terminó de hablar, repentinamente cayó  y Louis sintió un forcejeo, como si alguien la hubiese tomado y hubiese tapado su boca para callarla.

— ¿Nancy? — gritó y sin pensarlo corrió hacia aquella luz, cuando creía estar llegando aquella puerta se cerró frente a sus narices — ¿Nancy que pasa? ¿Estás ahí?— preguntó con desesperación mientras golpeaba fuertemente la puerta, todo había vuelto a ser oscuridad y silencio.

—Nancy no está aquí Louis, pero si estoy yo— aquella voz que le respondió heló por completo a Louis quien quedó desconcertado y asustado ya que aunque movía sus brazos intentando sujetarse de algo parecía que como por arte de magia todo a su alrededor había desaparecido.

— ¿Quién eres? ¿Y porque sabes mi nombre? — si sentía miedo, terror, pero no quería demostrarlo.

—Soy tu peor pesadilla Louis, y se todo acerca de ti— aquella frase culminó con una escalofriante carcajada y de repente, fue como si el piso se abriera en dos, ya que el joven cayó al vacío y en ese mismo momento se despertó.

***

—Hey ¿Te encuentras bien? — Aquella voz femenina acompañada por leves sacudones al brazo de Louis lo despertaron e hicieron que sus ojos se fijasen en los de la enfermera.

— Si yo… solo me quedé dormido… — Se acomodó en su asiento y frotó sus ojos con las palmas de su mano para despabilarse.

—Lo noté, debió ser una pesadilla a juzgar por tus gestos—sonrió la dama antes de retirarse de la habitación.

Louis se puso de pie y vio la cama des tendida, esa escena se repetía en su cabeza como un dejavu,  solo que para calmar sus nervios, esta vez la puerta del baño estaba cerrada e instantes después Nancy la atravesó.

—Vienes a cuidarme y te quedas dormido, eres un pésimo enfermero amigo— bromeó la rubia pero Louis no parecía divertido — ¿Te encuentras bien? —

—Recuéstate, debo preguntarte algo muy serio— Nancy hizo lo que su amigo le pidió con cierta preocupación, ya que Louis no solía hablar enserio.

—Ya ¿Qué sucede? Estás asustándome—

— ¿Quién demonios es Freddy? — Nancy quedó aun más pálida ante la pregunta, sentía que al fin su amigo le creía pero por alguna razón eso no le daba ningún tipo de tranquilidad, por el contrario, estaba asegurándose de que el tal Freddy no era solo producto de su imaginación.

— ¿Tú también lo has visto? — Preguntó con sus ojos llenos de lágrimas.

—No lo sé— titubeó el castaño y ambos se distrajeron al sentir la puerta abrirse y ver a Jesse adentrándose en la habitación.

***

Transpiraba como si hubiese corrido una maratón, totalmente exaltado miró a su alrededor dándose cuenta que se encontraba en su habitación, en su cama. Se quitó las sábanas de encima para luego levantarse y dirigirse al baño. De costumbre no prendía las luces, pero luego de aquella pesadilla que había sentido tan real necesitaba ver por donde caminaba. Se adentró en el baño y cerró la puerta para no molestar a sus familiares que dormían. Lavó su cara repetidas veces pero no fue suficiente ya que su cuerpo estaba empapado en sudor por lo cual necesitaba una ducha con urgencia. Abrió las cortinas de la ducha y la luz se apagó nuevamente, seguido de eso, sintió como cuatro cuchillas arañaban su pecho desnudo por lo cual se hizo hacia atrás cayendo al suelo. Se arrastró con sus manos e intentaba agarrar algo, lo que fuera para defenderse pero era inútil, no veía nada y su cuerpo tembloroso no lo dejaba.

—Da la cara maldito— el miedo y la rabia que sentía consiguieron que el chico rompiera en llanto y eso provocó la risa de aquel extraño que compartía la habitación con él. Una luz tenue fue apareciendo, Louis, quien aun yacía en el suelo quiso incorporarse pero de inmediato cayó al suelo al ver que parado frente a él había un sujeto con un suéter a rayas verdes, un sombrero y lo que sorprendió al chico fueron las cuchillas en su mano, las cuales goteaban sangre, su propia sangre.

— ¿Estás seguro que quieres ver mi rostro? — preguntó el sujeto divertido pero las palabras no salieron de la boca de Louis, quien se encontraba aterrado. Lo único que fue capaz de hacer fue levantarse rápidamente para salir del baño y correr —Nunca podrás esconderte de mi Louis— volvió a hablar aquel hombre pero el castaño ni siquiera miró hacia atrás, se adentró en la habitación de Jesse y quitó las cobijas de la cama para encontrarse que su hermano no se encontraba allí. Sintió cierto alivio al saber que no estaba, pero eso no duró mucho, ya que la puerta de la habitación se abrió tras él y era el hombre del suéter a rayas quien entró sin apuro, burlándose de él. El joven corrió hacia la ventana y quiso abrirla pero fue inútil, esta estaba sellada, volteó para ver donde estaba el sujeto pero se encontró con que allí no había nadie.

De un momento a otro, abrió los ojos notando que se encontraba en su cama. Otra vez aquella pesadilla, solo que una vez más, no sabía a ciencia cierta si se trataba del mismo sujeto que tanto hablaba Nancy y que había atormentado a Ashton. Lo único que sabía era que cada vez aquellas pesadillas se volvían más reales. El castaño sintió un fuerte dolor en su pecho por lo cual llevó sus manos a éste aun recostado en su cama, notando que estaba empapado, murmuró un “demonios” antes de levantarse e ir hacia el baño de su habitación atravesando la oscuridad. Encendió la luz una vez allí dentro y al pararse frente al espejo quedó totalmente sorprendido, sin poder creer lo que veía, aquella humedad que sentía en su pecho no era debido a su transpiración, había sangre por toda su remera que se encontraba rasguñada por cuatro cuchillas. El pobre Louis no salía de su asombro ¿Cómo era aquello posible? Pese a que aquellas heridas no eran lo suficientemente profundas como para causar grandes daños no había una explicación lógica a como se las había hecho, no había manera de que el tenebroso sujeto de sus pesadillas las hubiese creado ¿O si?