El día brilla para tres idiotas.

Rio con mis amigos desde el sillón. La puerta se abre y ahí está. Contoneado las caderas casi con una bailarina de samba.  Sus ojos oscuros como charcos de lodo seco.  A su lado la viva certificación de que Barney si existió y tubo descendencia. Ella mira el desastre alrededor y grita, mientras yo sigo agitando un sándwich de pan rancio.  

— ¡Santa madre! ¡¿Ethan que está pasando aquí!?! —Nuestros ojos se abren como platos al mismo tiempo. Lo cual es curioso aun no entiendo ese metáfora. Ya que los platos son planos y, según el libro de ciencias con el que mi hermano siempre me golpeaba, los ojos son como globos.
— ¡Linda! ¿Qué haces aquí? Pensé que estarías viendo lo de tus Hemorroi… ¿Quién es él? —Señalo al tipo con la barriga de los Teletubbies. No puedo evitarlo pero una “risita” se escapa de mi boca.
—Lo siendo Ethan, tú sabes que desde el principio… creo que deberíamos ser solo amigos.  —Me quedo helado y con la boca abierta. ¡Me dejo! ¡Asombrosos! Mi amigo Dave a mi lado me golpea con lo que él llama “Un movimiento de un Supersaiyajin”.

—Está bien. Creo que te debes ir de mi casa. Dañas mi corazón con tu presencia. —Dramatizo lo más que puedo esas palabras. ¡Ay caramba! ¡Al fin libre!
—Ethan, esta es mi casa.
—Por eso digo, vámonos chicos. Tengo mucho que llorar. —Medio me burlo mientras me levanto y tomo mis cosas. —Por cierto, Marian. ¡Ya no hay leche! Bueno, no más de la mía para ti. —Le hago un guiño y salgo junto a mis amigos. — ¡Adiós, cariño! —Cierro la puerta y el sol comienza a brillar. —Ave María purísima, soy libre.
—Qué bueno que ya lo estas, porque estoy embarazado. —Dijo Luca mientras se sobaba su barriga.
— ¿De comida? —Dije inseguro, había tenido mis serias dudas. Aún  seguía creyendo que mi amigo era hermafrodito.
—No, de verdad. Pelotudo hablo enserio. —Abro mucho los ojos.
—Ya dejaste que un tipo te rompiera la sonrisa vertical. —Di una carcajada al pensar en eso. —No ya enserio. ¿Y de quién es?
—¡Es tuyo! —Me dijo indignado.
— ¡Rayos! Sabía que debería usar co… —Pauso. — ¿Y cómo sé que ese hijo es mío?
—Por la otra noche que pasamos. Rhaw, papasito. —Los tres reímos con ganas.
—Si es así, yo seré el tío genial. —Dice Dave.
—Ya chicos, es mejor que nos vayamos. —Lo digo porque aún seguimos parados en el porche de la casa.
—Amigo, disfruta de tu libertad. Ella era espantosa. —Dice Luca. Y debo admitirlo tiene razón.
—El sol brilla y hay chicas haciendo fila, caballeros.
.