Navidad no es sobre el dinero.

Lili corría en círculos alrededor de su padre, mientras con pequeños grititos decía −Quiero una bicicleta, un pony, doscientos helados de chocolate y…− repetía una y otra vez las mismas palabras a la espera de que su padre cediera a escribir todas sus peticiones en la carta que iría hasta el polo norte donde Santa se encargaría de hacerla realidad. En su pequeña mente de cinco años no había espacio para dudas; su padre escribía la carta, esta era llevada por osos polares hasta el polo norte y una vez allí los duendes se encargarían de trabajar para cumplir sus deseos. Era la inocente idea instalada en su mente y que no pretendía eliminar aún.

Su padre con una sonrisa, que fingía demostrar entusiasmo, apuntó cada una de las palabras de su hija y a continuación le pasó el sobre sellado para que pudiera decorarlo con dibujos que siempre se empeñaba en hacer. Sin embargo, sus ojos habían dejado de recorrer los trazos de la pequeña para perderse entre los copos de nieve que se pegaban en la ventana. Esta navidad sería diferente porque hace solo dos semanas había perdido su empleo. Su esposa estaba consciente de la situación y argumentaba que lo importante era que estuvieran juntos, unidos y felices… nada más. Después de todo esa era la esencia de noche buena, compartir las alegrías del año y demostrar cuan agradecidos estaban de tenerse los unos a los otros. Pero ¿Cómo podías decirle a tu pequeña hija, que debido al mal genio de su papá, no había dinero para regalos de navidad? Y más aún cuando tenía firmemente arraigada la idea de un Papá Noel.

El padre caminó cabizbajo hacía la puerta y poniéndose un sombrero y par de guantes se dispuso a dar un paseo. Estaba cansado de afectar a todos con su mal humor y suponía que un poco de aire fresco serviría para aclarar las ideas y quizás darle valentía para decir la verdad.
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Un suave murmullo proveniente de un oscuro callejón lo hizo levantar la vista y con sorpresa observó como un par de vagabundos brindaban por la navidad. En sus ojos solo había felicidad y estaba completamente claro que dentro de sus planes no estaba el recibir regalos. Aquel suceso fue como un haz de luz en su penumbra y alegre regresó a casa.

−¡Lili, Lili!− exclamó mientras tomaba a su pequeña hija en brazos. −Muñeca, tengo que contarte un secreto, papá Noel estará muy ocupado esta navidad por lo que me envió una carta diciendo que yo debía hacerte un regalo. Ahora no tengo dinero para comprarte algo pero creo que podemos hacer un lindo trineo para la nieve ¿Te gusta la idea?−

Para la gran sorpresa del hombre, la pequeña muchacha sonrió y golpeando sus manitas dijo.
−¡Sí!, hagamos un trineo papá.− ambos salieron tomados de la mano en busca de los materiales para hacer su proyecto, con la firme certeza de que el dinero no es lo más importante en navidad.