Creaste mi mundo [Liam Payne&LorenaWoodson]

Mis brazos se aferraban a la espalda de Niall como cualquier niño que no suelta a su madre en su primer día de clases. No quiero que después de esto nada sea como antes, tengo miedo, jamás me imaginé que sintiera por mí algo más allá de una simple amistad. Niall pasa su mano por mis mejillas mientras la sube sutilmente por mi quijada.

– Discúlpame a mí, no debí decírtelo justo ahora –unió su frente con la mía, algo que me ocasionó una terrible incomodidad.

– Yo tenía que haberme dado cuenta –lamenté en susurros.

– Por Dios Lorena, no te di señales.

– Niall yo te quiero, pero…

– Shhh –tapó mis labios con su dedo interrumpiéndome–. Sé que siempre me considerarás como un amigo, pero quiero que olvidemos lo de hace rato, seamos los mismos –habló tranquilo como solía hacerlo, completamente diferente al Niall que me había confesado todo hace unas horas.

– Niall, no podré hablarte de la misma manera –dije afligida.

***

Las horas se pasaban lentas, había tenido la conversación más extraña con Niall, era seca, no existía ninguna pizca de diversión a como era antes, tal vez todo fuese sido mejor, si jamás hubiera entrado en su vida, así le ahorraría el sufrimiento, pero eso implicaría a estar triste y solitaria, no obstante, eso era mucho mejor que sentirse culpable por los sentimientos de tu mejor amigo.

Todo era silencioso, a éstas horas de la noche yo no cogía el sueño, sabía que mañana era obligatorio levantarme temprano, iba a emprender otro vuelo junto a los chicos, esto ya se estaba volviendo rutinario, la verdad no me importaba, después de esa confesión de Niall, ya todo rastro de felicidad o de entusiasmo había desaparecido. Cualquier persona pudiera tenerme lástima, primero, el terrible suceso que arrebató la vida de mi madre y ahora, esto, pero lo que menos quería era que sintieran lástima por mí, solo necesitaba estar con mi padre. Escuché unos pasos acercándose a la habitación.

– Es Liam, ¿puedo entrar? –Preguntó en susurros. Dudé al principio en abrirle pero luego me decidí, al fin y al cabo, él no tenía la culpa de nada, las personas no escogen sus propios sentimientos, solo pasa y ya.

– Hola –dije al abrir la puerta. Entró sigilosamente y yo tranqué mientras seguía sus pasos, ambos nos sentamos al mismo tiempo en la cama, algo que me pareció extraño–. Y bien, ¿qué se te ofrece? –Pregunté con amabilidad.

– Hablé con Niall, ya todo está controlado, –hizo una pausa tomando aire y luego prosiguió– le dije que jamás se había roto el trato.

– ¿Y qué te dijo? –No me respondió. El silencio en la habitación se tornó incómodo, odiaba eso, pero no tenía nada que decir.

– Me dijo que cuidara bien de ti –fruncí el ceño sin saber ni un poquito a lo que él se refería–. Te explico mejor, ya no existe ningún trato.

– Ya va, –lo interrumpí– ¿Niall qué? –Lo que me acababa de decir era confuso, si pretendía jugarme una broma pesada me iba a molestar.

– Lorena, –sujetó mis brazos– él me dejó estar contigo.

– No sé qué pensar Liam –dije atónita, todo era raro.

– Algún día te darás cuenta que valió la pena todo esto –habló sereno–. Fue bueno de alguna manera que Niall te confesara todo.

– Yo tenía que haberme dado cuenta –di un fuerte suspiro y me recosté del hombro de Liam, solo quería dormir bastante y luego despertarme en casa junto a mis padres jugando, siendo feliz.

Era un día cálido y me encontraba en el aeropuerto, el avión estaba por llegar y yo me sentía incómoda junto a los chicos, las fans se hacían presentes al pasar de los minutos. Nuestro próximo destino era Irlanda para luego partir a Estados Unidos, no le veía mucha emoción a ese país, pero los muchachos siempre hablaban de él y en cierta parte despertaba curiosidad en mí.

Pasajeros del vuelo 145…

El altoparlante se comenzó a escuchar y mis oídos se pusieron atentos, era nuestro vuelo. Solo espero que no tenga que ver con un retraso porque ya me quería ir de aquí.


… por los momentos todos los vuelos a Irlanda se cancelan, se ha formado una nueva guerra y no queremos que nadie salga herido, espero sepan entendernos, que tengan un buen día.


¿Buen día? Mi mente no sabía qué hacer, ¿una guerra?, esto no podía estar pasando, ¿y mi papá? ¿Será que él estaba en Irlanda? Muchas preguntas rondaban en mi mente, pero ninguna tenía una respuesta, la desesperación que se apoderaba de mí ser, era clara.
Tengo miedo, mucho miedo.

– ¿Estás bien? –Me preguntó Niall posando su mano en mi hombro. No respondí. Mis oídos captaron un televisor que había cerca, supe que hablaban de la guerra, me acerqué desesperada a donde venía el sonido. Me limité a escuchar pero esto fue lo que logré a oír.

“Irlanda sigue luchando contra la guerra, más de 50 militares han muerto, las cifras siguen aumentando, esto es todo lo que tenemos hasta ahora, estaremos informando”

– ¡NOOO! –Grité con un inmenso dolor, Niall agarró de mi cintura tratando de calmarme, pero era imposible, jamás podría estar en paz con semejante noticia ¿y si era mi padre alguno de esos militares muertos?

– Todo estará bien –me dijo Niall con voz suave, una voz que pudiera calmar a cualquiera pero a mí no.

– Mi papá, Niall mi papá –hablé con un nudo en la garganta, el miedo se estaba apoderando de mí, estaba perdiendo la cordura, sabía que todos en el aeropuerto me observaban, podía sentirlo, pero me negaba, mi padre no podía morir, no ahora.

– ¡Cálmate! –me sujetó con fuerza.

– No lo haré –traté de zafarme– ¿cómo quieres qué me calme? Niall, mi Papá puede ser uno de esos muertos ¿entiendes?

– Claro que entiendo, pero nada se solucionará si sigues histérica.

– ¡Cállate! –Lo interrumpí– mi Papá no merece morir –me tiré al piso y hundí mi cabeza en las rodillas, la vergüenza que pasaba era terrible, pero yo solo quería escuchar una noticia: “Lorena, tu Padre está vivo”, solo bastaba eso para ser feliz. Si algo le llegara a pasar mi mundo se derrumbaría por completo, ya nada tendría sentido para mí.

***

La noticia había sido un gran impacto para mí, ahora partía hacia Estados Unidos, fue difícil montarme en el avión, sino fuera por los muchachos que me obligaron a montarme, jamás estuviese allí, eran unos abusadores, unos idiotas, los odiaba por hacerme eso, quería ver a mi padre y ellos obligándome a hacer algo que no deseaba, no quise hablar en todo el vuelo, maldecía por dentro a todos, sentada de brazos cruzados las horas pasaban lentas, anhelaba tener mis audífonos conmigo pero lastimosamente no los traía.

No me quedé dormida en ningún momento, casi ni pestañeaba, solo quería que el avión se estrellara y que todos quedaran vivos, excepto yo. Sé que era un deseo un tanto cruel para mi persona, pero nada podía sentirse peor que la inmensa desesperación de saber sobre el paradero de mi padre, saber si está vivo. La aeromoza anunció nuestra llegada y me tocó el estúpido papel de despertarlos.

– Llegamos idiotas –golpeé el hombro de Harry, no me importaba mi forma educada de hablar hacia ellos, era un abuso lo que hicieron y no me sentía culpable por tratarlos de esa forma.

– Podrías ser más cariñosa –bufó Harry.

– Ustedes me obligaron a subirme, no merecen que los traté adecuadamente.

– Basta Lorena, –intervino Liam– vayamos bajando.


Me salí del avión mucho más rápido que ellos, Paúl era el que me conducía, sin embargo tenía cierta rabia contra él por dejar que los muchachos me hicieran eso, yo solo quería ver a mi padre y no lo comprendían, era lo único que me quedaba de familia. Mi madre no tuvo hermana/os, así que por lo tanto no tuve tía/os por parte de ella, jamás conocí a la familia de mi padre, así que técnicamente solo los tenía a ellos, o bueno, ahora solo a mi padre, porque aún conservaba las esperanzas de encontrarlo con vida, él no podía ser uno más de esa cifra, no podía.


Nos montamos en el autobús hacia el hotel, en el camino los chicos hablaban sin parar, como cosa rara, yo hacía caso omiso de sus palabras y me iba en mis pensamientos, maldecía por ser ciega, porque si tal vez pudiese ver un poquito (así implicara usar lentes) me hubiese ido de aquí y fuera buscado a mi padre, pero no, era una estúpida totalmente ciega, que era la primera vez que viajaba por el mundo y no sabía cómo defenderse sola. ¡Genial! –Ironicé para mis adentros– soy una completa inepta.

Llegué a la habitación del nuevo hotel que estaremos ocupando, y para mi mala suerte tendría que pasar más días en este país, o sea, al otro lado del mundo. Llegué y azoté la puerta, no me importaba si me fueran a reclamar por eso, a nadie le incumbe un carajo lo que yo siento por dentro, nadie comparte el dolor que me entristece cada día, nadie sabe lo horrible que es, esa desesperante sensación de querer hacer algo por tu propia cuenta y no poder, nadie sabe lo que es despertarse y no poder observar el maravilloso mundo que te rodea, nadie sabe lo que es enfrentar esto prácticamente sola y saber que él único verdadero amigo que te quiere está sufriendo por ti, haciéndote sentir como la más miserable mierda de todas, nadie sabe lo que es pensar que tu padre está muerto y no poder hacer algo al respecto.

– ¡NADIE! –Grité bruscamente mientras lanzaba mis zapatos contra la pared y me tiraba en el piso a llorar desconsoladamente.

Pasaron aproximadamente 5 minutos –un tiempo algo corto– cuando tocaron la puerta suavemente.

– Lorena, es Liam, solo déjame pasar.