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VENGANZA FINAL Nick y Tu TERMINADA

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Mensaje por ♥..:Tiff:..♥ Miér 08 Sep 2010, 4:56 pm

Hola chicas de nuevo yo con otra adaptacion, esta la empece a leer esta tarde y hasta ahora me ha gustado, por favor tenganme paciencia ya q se me dificulta un poquito en acomodarla :)


Nombre: Venganza Final -
Autor: Miranda Lee
Adaptacion: si
Género: Contemporáneo
Advertencias: No.
Otras paginas: no
Protagonistas: Nick Jonas y _____* Richmond


Argumento: "Alérgico al matrimonio". ____* consideraba que esa advertencia debería estar tatuada en la frente de Nick Jonas. En la vida del cirujano parecía no haber sitio para las mujeres, salvo como objetos a los que utilizar. Por eso no debería haberse sorprendido cuando Nick le ofreció pagarle para que lo acompañara a una conferencia... y fingiera ser su amante. Pero hubo muchas más sorpresas en aquel fin de semana; pronto descubrió que Nick tenía una cita con una antigua amante, y que ella un mero instrumento en aquel juego que se traía entre manos.
cuando aparesca ___* es por q es el sobre nombre
ahorita les subo el primer capitulo


Última edición por tiffany_jb el Miér 15 Sep 2010, 4:03 pm, editado 1 vez
♥..:Tiff:..♥
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http://twitter.com/MoveLikeJager

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VENGANZA FINAL Nick y Tu TERMINADA Empty Re: VENGANZA FINAL Nick y Tu TERMINADA

Mensaje por LittleVickJ♥ Miér 08 Sep 2010, 5:02 pm

¬¬ CAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAP YAAAAAAAAAAAAAAAAA!! ¬¬

NO TENGO GANAS DE EMPEZAR NOW CON LAS AMENAZAS, ASI K YA LO SABES!! ¬¬

CAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAP!!! EL REGRESO DE VICKY!! MUAHHAHAHA xD


TKM :hug:
LittleVickJ♥
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Mensaje por MissKeynes96 Miér 08 Sep 2010, 5:03 pm

segunda lectora sube pronto el primer capi me gusto mucho
:D
MissKeynes96
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VENGANZA FINAL Nick y Tu TERMINADA Empty Re: VENGANZA FINAL Nick y Tu TERMINADA

Mensaje por ♥..:Tiff:..♥ Miér 08 Sep 2010, 5:15 pm

BIENVENIDAS AQUI ESTA EL PRIMER CAP

Capitulo 1

-¿Qué quieres decir con que no vas? ¡Oh, Nick, lo prometiste! Has estado trabajando dos años sin tomarte vacaciones. ¡Si no te tomas un descanso, vas a sufrir un colapso! -¿Tú llamas «descanso» a ir a un simposium sobre medicina? -fue la respuesta rápida-. Tienes que asistir toda la mañana a conferencias aburridas, y por la tarde esperan que te quites el aburrimiento siendo sociable con las demás personas que están como tú.
-Éso es exactamente lo que tú necesitas. -¿El qué? ¿Morirme de aburrimiento? -En cierto modo sí, pero me refería a lo de tener que estar con más gente. ¿Y qué demonios va a decir Evelyn cuando se lo digas? -Evelyn es la razón por la que no voy a ir. _____* hizo una mueca desde la recepción, intentó seguir con su trabajo y no escuchar la conversación que se desarrollaba en la consulta del doctor Jonas. «Si Sylvia hubiera cerrado la puerta bien yo no me encontraría ahora en esta embarazosa situación», pensó _____* con disgusto. -Explícate, Jonas -ordenó la voz de Sylvia. -¿Qué tengo que explicar? Es sencillamente que he decidido no llevar a Evelyn, y como este tipo de conferencias se hace pensando en parejas, no quiero sentirme diferente a los demás. La decisión está tomada y no voy a ir.
-¿Pero por qué has decidido no llevar a Evelyn, por el amor de Dios? -Por razones que tuve que haber anticipado antes de ofrecérselo en primer lugar a ella. Evelyn no es diferente de las otras mujeres con las que he salido en los últimos años, y después de dos meses empieza a querer que nuestra relación, o lo que sea, se convierta en algo más profundo.
-¡Vaya sorpresa! _____* se sintió molesta por el tono cortante de Sylvia, aunque no estaba de parte del doctor Jonas, ya que normalmente era bastante desagradable... y eso era algo que su hermana mayor, evidentemente, sabía muy bien.
-Ahórrate el sarcasmo, Sis -protestó él-. Nunca he prometido a Evelyn nada que no fuera pasarlo bien alguna noche que otra, y ella también ha dicho siempre que eso era lo que buscaba después haberse divorciado hace un año, pero estaba mintiendo. Debería haber sabido que pedirle que pasara conmigo tres días con sus tres noches sería inmediatamente traducidas en que me he enamorado de ella perdidamente y le pediré su mano en un futuro próximo.
-Chica estúpida -declaró Sylvia en tono de burla-. Pero creo que seria más justo sí llevaras un tatuaje en la frente que dijera ¡Alérgico al amor y al matrimonio! -Alérgico no, Sylvia, escéptico respecto a todas las mujeres que son guapas como Evelyn. La mayoría de ellas no es amor lo que tienen en la mente, sino dinero y posición. -¿No la has olvidado? ¿Verdad? -la voz de Sylvia hizo eco en el silencio de la habitación. -¿A quién? -Sabes perfectamente de quién hablo: Vanessa Nosequé. -La verdad es que no quiero hablar del pasado. Sylvia; tampoco quiero discutir sobre mí decisión de no ir a la conferencia. Y ahora, si no te importa, tengo que dictar algunas cartas a la señorita Richmond para que las pase a máquina antes de irse.
Las cejas de ____* se arquearon expresando perplejídad. Llevaba seis meses trabajando para Nick Jonas y todavía la llamaba «señorita Richmond». Aunque no le importaba mucho, eso mantendría a distancia al distinguido cirujano ortopédico. El romance no estaba en su agenda aquel año.
«Ni ningún otro año», pensó con amargura. ¡Ya había tenido suficiente romance para toda su vida! Aun así, a veces, le molestaba su fría indiferencia. En esos seis meses no le había preguntado nunca nada personal, absolutamente nada. ____* sonrió sin ganas al recordar su primer encuentro. Él estaba sentado en su despacho mirando hacia abajo y Sylvia la había llevado para que se conocieran. Al parecer Nick había dejado libre a su hermana los viernes y necesitaba una sustituta. Sylvia lo había decidido después de haber trabajado como una esclava, tanto en su casa como ama de llaves, como en el centro, de recepcionista. Lo único que su hermano había dicho era que enseñara bien a la sustituta para que no hubiera problemas cuando ella estuviera ausente.
____* no estaba segura de lo que había esperado después de su encuentro con Sylvia. Alguien mayor, había imaginado, y menos... impresionante. Sylvia rondaba los cincuenta, era un poco gordita, pálida y muy sencilla. Así que, cuando Nick Jonas había levantado su cabeza oscura y sus preciosos ojos azules, se quedó unos segundos sin reaccionar.
La sorpresa, debido a su aspecto y edad, como mucho treinta y cinco años, no había pasado inadvertida a juzgar por la expresión arrogante y fría de su rostro. -¿Cómo está usted, señorita Richmond? -le había preguntado, con una formalidad que nunca desapareció en aquellos seis meses. A ____* a veces le parecía divertida esa frialdad. ¿Qué habla pensado él en ese primer encuentro? ¿Qué ella había sido irremediablemente seducida por su atractivo sexual? Desde luego hacia falta algo más que altura, tez bronceada y una cara atractiva para hechizarla. Su experiencia con Dillon le había enseñado muchas cosas. Si, claro que el doctor había hecho que su corazón vibrara una décima de segundo, pero sólo fue eso. Había aprendido a controlar cualquier deseo sexual en su presencia, igual que había aprendido rápidamente qué tipo de hombre se escondía bajo sus miradas provocativas.
Era una máquina, no un hombre. Un robot frío que trabajaba dieciocho horas al día, que operaba en tres hospitales. Incluso llegaba a operar algún que otro sábado si no podía hacerlo en su horario normal de lunes, miércoles y viernes.
____* se preguntaba a veces por qué sus pacientes lo estimaban tanto, tenia que ser por su profesionalidad, no por el trato que les diera. Tenía consultas todos los viernes por la tarde, mientras ella estaba allí, y había tenido oportunidad de conocerlo en profundidad. Nunca lo había visto sonreír a un paciente.
Para él todos eran casos clínicos, no pacientes, aceptó finalmente ____*. Apostaría cualquier cosa a que nunca se había implicado emocionalmente con ninguna de las personas a las que había operado.
Evidentemente, y por lo que había escuchado, tampoco se había ligado emocionalmente a nadie. -No vas a conseguir nada presionándome, Sylvia afirmó en tono de aburrimiento-, no voy a ir y es mi última palabra.
-¡Eres un estúpido! Cualquier otra persona hubiera buscado a alguien con quien ir.
-¿Por ejemplo?

-No sé -la voz de Sylvia reflejaba impaciencia-, podrías pagar a una de esas señoritas de compañía. -No seas ridícula. Uno de mis colegas más cercanos irá con su mujer, ¿y crees que yo voy a ir con cualquier jovencita de alterne colgada del brazo?
-¿Y cómo va a adivinarlo?
-Yo lo adivinaría -exclamó.

-¿Me estás diciendo que tienes escrúpulos de llevar a alguien así? Yo creo que para ti sería lo apropiado, es lo único que quieres de una mujer -exclamó Sylvia enfadada-. Así no tendrás que preocuparte de que ella haga planes después. ¡Sabrías desde el principio que sólo está contigo por dinero!
Los ojos de ____* se abrieron sorprendidos. -¿No me vas a decir nada, Nick? -preguntó Sylvia después de unos segundos de silencio-. Quiero que me contestes, no quiero que me ignores. ¿Me oyes? -Y yo no quiero que tú me digas lo que tengo que hacer con mi vida privada -manifestó su hermano duramente-. Ahora déjame solo, tengo cosas que hacer. _____* conocía perfectamente aquel tono de voz, y, evidentemente, también lo conocía Sylvia, que salió con aspecto derrotado. Cerró la puerta distraídamente y se alejó despacio con expresión preocupada, sin darse cuenta siquiera de la presencia de ____* en recepción.
_____* tosió para aclararse la garganta y eso hizo que levantara la vista.
-¡Dios mío, _____*, me había olvidado por completo de que estabas aquí!
-¿Quieres una taza de té, Sylvia? -ofreció amablemente ____*-, pareces un poco enfadada.

-No, pero te lo agradezco, eres muy amable. Será mejor que me vaya a casa y cene, tú también tienes que irte ya, ¿no es así? Son más de las cinco. -El doctor Jonas tiene que dictarme algunas cartas, tendré que quedarme hasta que las pase a máquina. Ya sabes lo especial que es a veces.
-¡Cómo le gusta hacer trabajar a la gente! Asegúrate de que te pague las horas extras.
-No te preocupes, así lo haré.
-¿Tienes problemas de dinero, _____*? -preguntó Sylvia, mirándola fijamente a los ojos.

-Tengo problemas de dinero continuamente -el dinero que ganaba por su único día allí, y los fines de semana como camarera le llegaba justo para terminar el mes sin nada para emergencias o lujos. -¿No has tenido suerte de conseguir un trabajo estable? -Por desgracia todavía no -a pesar de haber invertido tiempo y el último centavo en fotocopiar y enviar su currículum vitae a todos los anuncios que veía. En la oficina de empleo estaban cansados de verla.
-No puedo entenderlo. Habría jurado que cualquier empresa necesitaría una chica con buena presencia para estar de cara al público. ____* se encogió de hombros. No quería decirle a Sylvia que la razón más probable era que ni siquiera mirarían su currículum. Seguramente al ver dónde había hecho el curso de secretariado lo rechazaban inmediatamente.
Sylvia nunca había pedido referencias ni que rellenara ningún formulario, simplemente la había contratado a partir de una llamada telefónica y una entrevista breve. La había creído ciegamente cuando le había contado que había estado viajando varios años y no había estado empleada últimamente en Australia.
A _____* no le había gustado mentir, pero la pobreza puede llevar a las personas al límite de la desesperación. Lo único que la hacía sentirse menos culpable era que la referencia que había dado no había sido una falsificación. Gracias a la querida señorita Blanchford... _____*se sentía en deuda con ella.
-Tuve una entrevista a principios de semana -admitió, encogiéndose al recordar las miradas del hombre que la había entrevistado. Nunca aceptaría aquél trabajo aunque la llamaran.
-¿Dónde?
-En una pequeña compañía de reparación de coches, en Alexandria.
-Seguro que tú puedes conseguir algo mejor que eso -aconsejó Sylvia arrugando la nariz.
-Eso esperaba, pero los tiempos son difíciles.

-Preguntaré a Nick si alguno de sus colegas médicos necesitan una recepcionista a tiempo completo - dijo Sylvia amablemente- . No es que quiera que te vayas, te echaré de menos y Nick también. Por tu esfuerzo y tu juventud.
- Gracias, pero no soy tan joven. Sylvia. -Ésa es otra cosa que no entiendo: ¿cómo has llegado a los veinticinco sin novio? -Me imagino que soy el tipo de chica que no atrae a los hombres -dijo, mirando a Sylvia con una sonrisa extraña. La sonrisa se desvaneció cuando se dio cuenta de que Nick había salido y estaba de pie mirándola con una expresión mitad cínica y mitad divertida.
«Tienes razón», cariño, parecía decir. «Eres el tipo de mujer que los hombres llevan a la cama, no al altar». ____* sintió resentimiento hacia él. ¿Quién era él para juzgarla sin conocerla apenas? ____* sabía perfectamente que no era fea, pero nunca había hecho ostentación de sus atributos femeninos ni de sus pretendientes, ¡Sólo había tenido un novio en su vida! Tenía que admitir que mientras había salido con Dillon, se había estado vistiendo y comportando de manera provocativa. A él le gustaba que fuera con camisetas ceñidas, minifaldas y bikinis minúsculos, y ella había estado demasiado enamorada como para negarle nada. Nunca había parecido importarle que otros hombres la miraran, al contrario, parecía que era lo que buscaba.
Pero en esos momentos había dejado de preocuparse por su aspecto. No se maquillaba y se peinaba casi siempre la melena larga de color castaño en una sencilla trenza. Tampoco realzaba su boca sensual con barra de labios e intentaba sonreír lo menos posible después de que su casero le hubiera dicho que sus ojos grises adquirían un brillo especial cuando sonreía.
-¿Hay algo que pueda hacer, doctor? -preguntó, alegrándose de la frialdad con la que se había expresado. -Tiene que pasarme a máquina tres cartas, señorita Richmond, después puede marcharse a casa. -¡Dios mío! -manifestó Sylvia con un suspiro-. ¿Cuándo vais a empezar a llamaros por vuestros nombres? «Nunca», pensó ___* enojada. -La señorita Richmond no querría que yo la tratara con familiaridad, ¿no es así, señorita Richmond? ____* notó la burla en sus ojos y decidió que iban a divertirse los dos. -Creo que es necesario un respeto durante las horas de consulta. Desde luego, si el doctor Jonas quiere que le llame Nick a otras horas, sólo tiene que decírmelo -la dureza de sus ojos fueron un desafío, pero el robot no se inmutó.
-Creo que mantendremos las formalidades por ahora. ¿No te marchabas, Sylvia? Se está haciendo tarde. -El día menos pensado, Nick... -dijo Sylvia desesperada, mientras salía a grandes pasos y daba un portazo. La acusación de Sylvia de que todavía recordaba a una mujer llamada Vanessa se había quedado grabado en la mente de _____*. Miró un momento al doctor, preguntándose si eso podría explicar la actitud hacia ella. ¿Habría sido rechazado alguna vez por una mujer bonita? ¿Seguiría resentido años después?
____* entendía bien lo que significaba. Ella misma sabía que tenían que pasar varios años antes de que pudiera olvidar lo que Dillon le había hecho. -¿Tengo un grano en la nariz, señorita Richmond? -preguntó Nick provocativamente-. Se ha quedado mirándome fijamente.
-Lo siento, doctor. En realidad no lo estaba mirando a usted, estaba muy lejos de aquí
-En algún sitio no muy agradable, a juzgar por su cara.
-No -admitió secamente.

-No eres una mujer muy comunicativa, ¿verdad? -añadió enojado, cosa que no era muy normal en él. Aquí tiene, cuando se vaya a casa échelas al correo -dijo, dándose la vuelta y metiéndose de nuevo en su despacho.
____* lo miró con ojos sorprendidos: había visto a Nick enfadado y no con su habitual 5 frialdad. ¿Qué había alterado su equilibrio?, se preguntó. ¿Su anterior discusión con Sylvia? No, había sido algo que tenía que ver con ella. Probablemente por haberse quedado mirándolo, no le había gustado nada. Tampoco le había gustado que no le revelara sus preocupaciones. «Bueno, tampoco es tan terrible», pensó _____* estoicamente. Mientras se sentaba frente al ordenador para empezar a escribir las cartas. No había escrito más que el encabezamiento cuando una sonrisa amarga apareció en su boca. Dios, no podía imaginar cuál hubiera sido la reacción de Nick si le hubiera contado que estaba pensando en el canalla de su ex-novio, y cómo su traición la había obligado a estar en prisión cuatro años, cuatro largos, duros, y solitarios años.
_____* no pensaba que lo que le hubiera ocurrido al querido doctor por la tal Vanessa se pareciera lo más mínimo a lo que ella le había ocurrido por Dillon. Si alguien tenía derecho a estar enojado y frustrado ante el sexo opuesto, ¡ese alguien era ______ _______ Richmond!
♥..:Tiff:..♥
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Mensaje por Invitado Miér 08 Sep 2010, 5:18 pm

Nueva Lectora!!!
Waa SIIIGUUUEELAAA!!!
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Mensaje por Invitado Miér 08 Sep 2010, 5:22 pm

SIGUEELAAAA!!
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Mensaje por LittleVickJ♥ Miér 08 Sep 2010, 5:25 pm

SIGUELAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA :cheers:

Ya mande a Faby por aqui!! muhahha xD
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Mensaje por LittleVickJ♥ Miér 08 Sep 2010, 5:31 pm

¬¬
LittleVickJ♥
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Mensaje por ♥..:Tiff:..♥ Miér 08 Sep 2010, 5:32 pm

Bienvenida Valee

Capítulo 2

_____* estaba empezando la segunda carta cuando recordó la otra carta, la que había olvidado entregar a Nick. La correspondencia había sido repartida muy tarde aquel día, después de que el doctor Jonas hubiera visto a los pacientes. Él nunca abría las cartas, a menos que pusiera
Confidencial o Privado. Eso era raro, la mayoría de las cartas que llegaban a la consulta eran cheques, informaciones generales de otros doctores o publicidad de compañías médicas y farmacias. Pero aquel día había una carta que quizá le interesara.
Procedía del hotel Bungarla donde iba tener lugar la conferencia, era una nota de última hora. Uno de los cirujanos de Sydney anunciado iba a ser sustituido por un neurocirujano famoso en el mundo entero, el doctor Philip Ballistrat.
_____* se daba cuenta que quizá no le importara, si lo que había decidido era no ir, pero como se suponía que ella no lo sabía, pensó que era mejor dársela. Con un suspiro de resignación, se levantó, tomó el sobre y cruzó la sala de espera. Se paró delante de la puerta cerrada, revisó si estaban abrochados todos los botones de la blusa blanca que llevaba, y se colocó bien la falda negra sobre sus caderas.
_____* no quería que se repitiese el desafortunado incidente que había tenido lugar dos semanas atrás, cuando uno de los pequeños botones se había abierto y había dejado ver claramente el encaje que cubría sus pechos.
-Parece que uno de sus botones ha perdido la batalla frente a sus formas femeninas, señorita Richmond -había apuntado Nick con una burla suave en la voz, mientras recogía la ficha de su próximo paciente de la bandeja que había a su lado-. ¿Quizá sean necesarios botones más grandes? ¿O una talla más de blusa?
____* se había sentido agradecida al ver que él se marchaba antes de que la vergüenza la hiciera ruborizarse e hiciera que sus pechos crecieran dentro del sujetador, haciendo más difícil el intento de abrochar el pequeño botón.
Fue la única vez que Nick se había metido bajo su piel, sexualmente hablando, y no iba a dejar que ocurriera de nuevo. De manera que ____* se sintió irritada cuando descubrió que su mano temblaba al ir a llamar a la puerta. También tenía una sensación extraña en la boca del estómago.
-Pase, señorita Richmond -se oyó del interior. ____* entró con los labios apretados, tranquila por saber que su excitación privada era sólo eso, privada. El hombre que estaba sentado al otro lado de la mesa nunca adivinarla que lo que sentía en su presencia no era precisamente indiferencia.
-¿Sí, qué quiere? Se acercó unos pasos y depositó el sobre encima de la mesa. -Una carta para usted, doctor, es de la organización de la conferencia de la semana que viene, para informarle sobre un cambio de última hora. Pensé que querría leerla, pero olvidé dársela antes. Lo siento.
Tomó el sobre y lo tiró directamente a la papelera que había en un rincón.
-He decidido no ir -dijo bruscamente.
La iluminación de su cara hacía resaltar el cansancio debajo de sus bonitos ojos azules.

-Es una pena -exclamó ____*, decidiendo que iba a intentar que se fuera. No importaba si lo odiaba o amaba, era un buen doctor y necesitaba un descanso-. Han logrado que Philip Ballistrat ocupe el lugar de otro conferenciante -explicó con valentía-. Habría jurado que le gustaría escucharle. Es bastante famoso, ¿no?
______* no se esperaba la reacción de Nick. Permaneció en su asiento con expresión fría, sus ojos azules parecían amenazantes... ¿O sorprendidos? Lo que le había dicho no era tan sorprendente... ____* se quedó todavía más perpleja cuando la expresión de sorpresa se convirtió en una sonrisa glacial que hizo estremecer su espina dorsal. -Bien, bien, bien. ¿Quién habría creído tal cosa? Tiene razón, señorita Richmond, la verdad es que no me gustaría perder la oportunidad de escuchar a un cirujano tan famoso. Giró la silla de cuero negro, se agachó y recogió el sobre de la papelera. -Gracias por informarme, señorita Richmond, no tiene idea de lo que me hubiera molestado haberme enterado después. -¿Entonces va a ir después de todo? -preguntó esperanzada, pensando en lo feliz que Sylvia se sentiría.
-No me lo perdería por nada del mundo. _____* casi aplaudió de alegría.
-Me imagino que no le importa que me ausente el próximo viernes, ¿no es así?
¿Fue su comentario irónico, o la intensidad de la mirada del doctor en su boca lo que la inquietó?

Lo que fuera hizo que su sonrisa desapareciera inmediatamente, aunque el pulso de su corazón se aceleró y de repente se encontró a si misma mirando la boca de él, y preguntándose qué sentiría si se uniera con la suya.
____* no podía entender cómo era capaz de tener un pensamiento así, ¡Dios mío, si ni siquiera le gustaba! Y aun así fantaseaba sobre hacer el amor con él. -Me es totalmente indiferente, doctor Jonas, si usted está aquí o no -contestó ____*, poniéndose rígida y mirándolo fríamente. -Sí, me imagino. Eso dará un matiz imparcial a la proposición que voy a hacerle - declaró el doctor, soltando una risa tan fría como sus ojos. -¿Proposición? ¿Qué proposición? -No se alarme tanto, señorita Richmond, no voy a pedirle que haga nada inmoral ni cometa un crimen. Pero le diré que tengo un problema en cuanto a la asistencia a la conferencia: es para parejas, ¿entiende? y la chica con la que iba a ir no va a poder.
___* se quedó sin habla ante la mentira. Era gracioso. No le gustaba Nick, pero nunca hubiera pensado que fuera un mentiroso. -Ésa fue la razón por la que había decidido no ir -continuó impasible-. Mi querida hermana me sugirió contratar a una señorita de compañía, pero estoy seguro de que comprende que no es mi estilo. Se me acaba de ocurrir que podría convencerla para que usted me acompañe.
-Le pagaría, naturalmente -añadió antes de que ___* no pudiera más que parpadear por la sorpresa--. No espero que lo haga a cambio de nada. Sylvia me dijo una vez que trabajaba como camarera los fines de semana, así que la compensaría por el salario perdido. ¿Qué me dice, señorita Richmond? ¿Cree que puede interesarle?
« ¿Qué le digo?» ____* lo miró intentando contener su furia. «Te diría que no aunque me ofrecieras todo el oro del mundo, presuntuoso y canalla. No estaría ni una hora a solas contigo, y menos tres días y tres noches».
-Lo siento, no puedo -fue lo que acertó a decir, alegrándose de su tono suave.
-¿Tu novio no te dejaría?
-No, no tengo novio -contestó.
-Me sorprende. ¿Entonces por qué?

-Porque no me encontraba bien el fin de semana pasado y no pude ir a trabajar, si éste tampoco voy, perderé el empleo, y francamente no puedo permitirme el lujo de quedarme sin trabajo -tampoco podía perder ese trabajo, por eso estaba siendo tan diplomática.
-¿Cuánto ganas exactamente los fines de semana? -¿Porqué? 8 -Conteste sencillamente a mi pregunta -insistió el doctor con un suspiro.
-Ciento veinte dólares más las propinas.
-¿Y cuánto le costaría encontrar otro trabajo similar si pierde ése?
-¿Qué? Pues... no sé que decirle. Puedes tener suerte, pero puede llevarte varias semanas.
-¿Tres meses, por ejemplo?
-Sí -¿a dónde quería ir a parar? ¿Por qué no dejaba el asunto? No iba a decir nunca que sí, ofreciera

el dinero que ofreciera. El doctor tomó una calculadora pequeña que había en su mesa. -Trece semanas serían mil quinientos sesenta dólares -calculó en voz alta-. Me imagino que una chica como usted conseguirá bastantes propinas, así que lo podemos dejar en dos mil dólares, por adelantado. ¿Qué dices, ____*? No está mal por tres días de trabajo y más que suficiente para afrontar la situación hasta que encuentres otro empleo.
A _____* no se le escapó el detalle de que la había llamado por su nombre, y éso la decidió más que su oferta monetaria. -Lo siento pero debo rechazarlo, doctor Jonas, no soy una actriz lo suficientemente buena como para aceptar el papel. Creo que Sylvia tiene razón, es mejor que contrate a una profesional. -Pero no quiero una profesional, ____*, te quiero a ti. Se quedó mirándolo con los labios secos. Dios mío, si no lo conociera lo suficiente pensarla que quería decir eso exactamente. -Será mejor que me explique-continuó, levantando una de las cejas para sorpresa de ____*-. La razón por la que te he dicho que te quiero a ti es porque sé que bajo esos fríos modales no hay nada más. No quiero tener que despedirte luego porque te hayas enamorado estúpidamente de mí. Además, puedo imaginar que con el traje apropiado puedes estar maravillosa. Sí... -los ojos del doctor se deslizaron por su cara y sus senos-. Muy bonita.
_____* no sabia qué parte de su explicación la había enfurecido más. La manera en que había dicho «muy bonita» no se le iba de la mente. ¡Dios mío cómo le gustaría darle una bofetada!
-¿No le da miedo que mi disgusto salga a relucir?
-No. Tengo confianza en la habilidad que tienen las mujeres para la interpretación. Además nunca

salgo con mujeres que me adulan. Por supuesto, en estas circunstancias, sólo pretendo llevarla como amiga, no como amante, y por lo tanto cambiaría la reserva de una habitación y pediría dos. _____* sólo alcanzó a esconder su desprecio. Evelyn había esperado dormir con él en esa corta reunión, hacer el papel de esposa pero sin esperar sus derechos reales. Encantador. Dillon había intentado ganar su corazón antes de haber llegado a ser su amante. Le había enviado flores, chocolates, habían compartido cenas con velas... La había llevado a la cama con palabras dulces al oído y promesas eternas. Pero Nick no prometía nada a las mujeres... excepto un acto frío y técnico entre las sábanas.
¿Entonces por qué _____* sentía de repente deseos de probar ese acto técnico? ¿Por qué, por el amor de Dios? Iba contra todo lo que ella había sido.
Se ruborizó ante los pensamientos atrayentes que invadían su mente.
-Lo siento -acertó a decir-. No... No es algo que se pueda discutir, sencillamente no puedo.

-No me digas que no puedes, ¿cuál es el problema? Había pensado que dos mil dólares borrarían cualquier cosa que te dispusiera en mi contra. Lo creas o no puedo llegar a ser una persona bastante sociable cuando quiero. Mira, no digas que no tan pronto, piénsalo y llámame el domingo por la noche hacia las ocho. Sylvia no estará, así que no tienes que preocuparte por nada.
____* pensó que seria mucho más fácil negarse por segunda y última vez por teléfono. Era difícil parecer convincente cuando una estaba ruborizándose y tartamudeando. Y cuando en lo más profundo sentía el deseo de aceptar. Dios mío, ¿se estaría volviendo loca?
-De acuerdo -aceptó temblando. 9 Al ver la sonrisa que comenzaba a dibujarse en la boca de su jefe, el corazón de ____* dejó de temblar. Él estaba seguro de que ella diría que sí, de que el dinero que le había ofrecido eliminaría todas las barreras.
El corazón de _____* se endureció aún más al pensar que quizá él sospechara que bajo su hostilidad había una atracción física hacia él. Esta sospecha la hizo decidirse, nada iba a hacerla aceptar. ¡Nada!


seguire acomodando
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Mensaje por Faby Evans Jonas Miér 08 Sep 2010, 5:34 pm

ay no ay no!!
la leere pero no he hecho mi tarea!!!! y son las 7:35!!!
Faby Evans Jonas
Faby Evans Jonas


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Mensaje por Invitado Miér 08 Sep 2010, 5:34 pm

SIGUEELAAAA!
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Mensaje por LittleVickJ♥ Miér 08 Sep 2010, 5:43 pm

SISIII ¬¬
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Mensaje por LittleVickJ♥ Miér 08 Sep 2010, 5:52 pm

TIFF ME VOY!!

BUENAS NOCHES!!

QUIEROO CAPII!! ¬¬

TKM :hug:
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Mensaje por {@idrunkniall.} Miér 08 Sep 2010, 5:53 pm

¡¡SIGUEEELAAA!!
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Mensaje por ♥..:Tiff:..♥ Miér 08 Sep 2010, 5:55 pm

Fabi lee cuando puedas, Vicky Buenas Noches, y valee estare subiendo hasta que me quien del compu

Capítulo 3

Nada, excepto el destino, y la tristeza de una mujer mayor. Al día siguiente empezaron los problemas, cuando dejó su trabajo de camarera, después de que su jefe intentara ponerle las manos encima. Más tarde, aquella misma noche después de haber salido, un gamberro robó en la habitación de la señorita Blanchford. La pobre mujer se quedó tan deprimida que ____* estuvo con ella todo el día del domingo, intentando consolarla.
-Todo se arreglará, señorita Blanchford --decía _____* cariñosamente, después de que la policía se hubiera marchado a eso de las cuatro de la tarde. Estaban sentadas en el dormitorio de la señorita Blanchford, que era el más amplio y más antiguo en la casa de huéspedes, con una ventana que daba al destartalado jardín. Era esa ventana la que había facilitado la entrada del ladrón a la habitación de la planta inferior.
La señorita Blanchford sacudió la cabeza mientras dos enormes lágrimas rodaban por sus arrugadas mejillas. -He perdido todo -dijo con un sollozo sofocado-. Los ahorros de cinco años, todo ha desaparecido. ______* estuvo a punto de ponerse a llorar ella también. Le daba pena la mujer, pero... si hubiera puesto el dinero en el banco, en vez de en una caja de galletas debajo de la cama... La policía pensó que el ladrón sería probablemente alguien que había vivido en la misma casa de huéspedes y tenía conocimiento de la desconfianza de la señorita Blanchford hacía los bancos, cosa bastante común entre las personas que habían vivido la Gran Depresión. La policía dijo que, desgraciadamente, había pocas posibilidades de encontrar al culpable y recobrar el dinero, aunque eso no se lo habían dicho a la señorita Blanchford. ____* había pedido que no se lo dijeran, la pobre mujer ya estaba bastante disgustada.
La verdadera tragedia era que ese dinero pensaba emplearlo en comprar una silla de ruedas eléctrica. La señorita Blanchford sufría una enfermedad muscular degenerativa y cada vez le era más difícil valerse con la silla que había tenido hasta entonces.
-¿Qué voy a hacer, _____*? -gritó la señora-. No quiero ir a un asilo del gobierno, pero dentro de poco no seré capaz de valerme por mí misma. Si no puedo ser independiente, es mejor que me muera. -Ahora va a dejar de hablar de esas cosas -ordenó _____+ con suavidad-. La policía recuperará el dinero, no se preocupe. -No, no lo harán, se lo han llevado. Soy una vieja estúpida por guardarlo en aquella lata. No siga hablando de ello, no va a conseguir nada con quejarse; yo tengo el presentimiento de que su dinero aparecerá, deje pasar unos días -____* tenía un presentimiento, si. Y tenía una sensación de vértigo en el estómago por lo que estaba pensando hacer para conseguir ese dinero a la señorita Blanchford.
-Iban a venir a enseñarme una silla el miércoles. Me dijeron que era la silla de segunda mano mejor que había pasado por allí, y sólo costaba tres mil dólares. Las nuevas cuestan mucho más, ya lo sabes.
-Sí, lo se -dijo ___* nerviosa. ¿Si Nick quería pagar dos mil dólares por su compañía, pagaría más? ¿Tres mil dólares? «Todo junto y por adelantado», había prometido. Si aceptaba su propuesta podría dar el dinero a la señorita Blanchford antes del miércoles.
Por supuesto le diría que la policía había recobrado el dinero. Su antigua profesora de ballet era muy orgullosa y nunca aceptaría la caridad, además preguntaría a ____* de dónde había sacado el dinero.
-Vamos, señorita Blanchford -dijo ___* impaciente-. Seque sus lágrimas. La mujer que me ayudó a ser fuerte cuando estaba en la cárcel no puede sucumbir tan rápidamente. Dé una oportunidad a la policía y prométame que no va a cancelar la visita del miércoles.
-De acuerdo, ___* -la vieja mujer esbozó una sonrisa triste-. ¿Qué haría yo sin ti? -Estar bien, como siempre -aseguró ____*, aunque ella no estaba tan segura. La mujer que antes parecía indestructible aquel día era la imagen de la fragilidad. -Todavía no me hago a la idea de la suerte que he tenido de que vinieras a vivir aquí. Eres muy buena conmigo, _____*; leyéndome y jugando a las cartas conmigo. ¿Te cambiarías si consigues un trabajo a tiempo completo? Sé que éste no es el lugar más bonito del mundo...
¡Bonito! Era un agujero, pero era barato y muy céntrico. Le había dado la dirección un compañero de la cárcel y había esperado no tener que necesitarlo. Había confiado en poder volver a casa de sus padres.
Pero cuando fue, el día que había sido puesta en libertad seis meses antes, había un mensaje de su padre diciendo que no era bienvenida allí, aunque había tenido el detalle de decir que sí podía recoger sus pertenencias. Sin embargo, se había enfadado tanto que se había marchado sin recoger nada y había aprovechado la ropa que había sacado de la cárcel.
El estado de ruina del edificio donde estaba la casa de huéspedes había sido un golpe duro, pero no tan duro como conocer a la ocupante de la habitación de la planta baja. La señorita Blanchford había enseñado ballet a ____* desde los tres a los doce años, en que ella había sido enviada a un internado. Nunca había vuelto a darle clase, pero ____* nunca la había olvidado, siempre había admirado su autodisciplina. Y tenía que agradecerle la fuerza que la había transmitido y con la que había logrado superar sus largos días en prisión.
Por lo que le dijo, tampoco la señorita Blanchford había olvidado nunca a su alumna. ____* le había contado cómo había sido su vida desde que había dejado el internado. Había sido maravilloso encontrar un oído atento y un hombro sobre el que llorar.
La amistad de la señorita Blanchford significaba todo para _____*, y no podía soportar verla triste. Se hizo la promesa de hacer lo posible para obtener el dinero para aquella silla. Se echó hacia delante y dio unas palmaditas en las delgadas y huesudas rodillas de la vieja mujer.
-Ahora no siga preocupándose la aconsejó con cariño-. Si alguna vez me voy de aquí, usted se vendrá conmigo. Y ahora vamos a conseguir esa silla, ¡sea como sea! A las ocho de aquella tarde de domingo ____* fue hacia el teléfono y marcó el número de Nick Iba contra su orgullo, pero como no había otra alternativa se decidió a hacerlo con estilo... su jefe nunca tenía que darse cuenta de que a ella le resultaba muy atractivo.
-¿Diga? Nick Jonas al aparato -contestó con frialdad, y un escalofrío recorrió la espina dorsal de _____*. ¡Caramba, tenía una voz verdaderamente sensual!
-Soy _______ Richmond, doctor Jonas -repuso ___*.
-Ah, sí, señorita Richmond. Estaba esperando su llamada.

____* esperaba que la proposición que iba a hacerle borrara el matiz de vanidad en aquella maldita voz sexy. -He pensado en su oferta, doctor Jonas –empezó en un tono perfectamente profesional-, y he decidido que podría acompañarlo... -____* se detuvo unos segundos intencionadamente-. Por un precio, claro.
Se oyó la respiración fuerte del doctor seguida por unos segundos de silencio total. -Ya le he ofrecido dos mil dólares -dijo finalmente, ya no había ningún matiz seductor en la voz, se había vuelto fría como un témpano de hielo-. Habría asegurado que era más que suficiente para el trabajo que va a hacer.
-Lo siento, pero no es suficiente.
-Entiendo -replicó con tono de reproche-. ¿Y cuánto será suficiente?
-Tres mil.
-¡Eso es mil dólares al día!
-Ese es mi precio, doctor Jonas. Tómelo o déjelo.

-Sí, lo tomo, señorita Richmond, pero con una condición. -¿Qué condición? -Que no tenga que cambiar la habitación que he reservado. Sinceramente, por razones que no voy a explicar ahora, preferiría que creyeran que somos novios, no sólo amigos. Naturalmente no espero que duerma en mi cama, me aseguraré de que la habitación tenga un sofá-cama para que podamos dormir separados.
-¿Y si digo que no?
-Si dice que no, haré otros planes.
_____* sabía que nunca iba a decir que no si pensaba en la depresión de la señorita Blanchford. Pero

odiaba a Nick por arrinconarla de esa manera. No había ninguna razón para prolongar la agonía, sería añadir fuego a la humillación. Era mejor aceptar cuanto antes, dejando que pensara que no la había preocupado el cambio. -De acuerdo -aceptó con un tono alegre-. Me doy cuenta de que por tres mil dólares puede poner las condiciones. Pero lo quiero todo junto y por adelantado, tal como prometió. Una vez más Nick se quedó callado. ¿Sorprendido? ¿Impresionado quizá? -Le mandaré el dinero mañana con un mensajero le dijo finalmente en un tono sarcástico. Evidentemente, ella no le había sorprendido, había actuado exactamente como él esperaba que las mujeres actuasen... ¡como prostitutas que se vendían por dinero!
-En efectivo, por favor –sugirió ____* con una voz que reflejaba la furia que sentía dentro. -Naturalmente. ___* se encogió de hombros con un suspiro. Ya estaba hecho y no podía volverse atrás, pero por lo menos le gustaría no sentirse tan humillada. Cualquiera pensaría que había alquilado su alma y su cuerpo para toda la vida, en vez de su compañía por tres miserables días.
-Supongo que ya hablaremos de los detalles cuando tengamos oportunidad -dijo bruscamente el doctor. No quiero que Sylvia sepa nada, es algo entre tú y yo, le diré que voy a ir solo. Debes darme tu palabra, ____*.
____* no esperaba que la llamara por su nombre, pero asumía que no iba a seguir llamándola señorita Richmond. Tampoco ella quería que Sylvia lo supiera, era una situación realmente violenta e indigna. Y ligeramente desconcertante.
____* se preguntaba por qué Nick tenía tanto empeño en hacer creer a sus colegas que su acompañante era su amante. ¿Tenia que mantener su reputación de hombre seductor? ¿O había otra razón secreta para ello?
Algo, quizá intuición femenina, la avisó. Debajo de la superficie siempre había algo más... Pero ____* no podía dejarse arrastrar por preocupaciones y escrúpulos de naturaleza tan indefinida. Lo que importaba eran los tres mil dólares.
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