Tarzán: Dos mundos [Logan Lerman] Temporalmente cancelada.

— Te acompaño padre —dijo Jane con enjundia, acomodándose el vestido y el sombrero apresuradamente. Iba ser el primer día de la investigación para el Duque, después de haber permanecido bajo la protección del campamento durante tres días. Apenas habían dado las diez de la mañana cuando el hombre acicaló sus ropas de científico e introdujo lo necesario para la exploración dentro de la mochila.
—No hija, podría ser peligroso—contesto Arquímedes a la vez que andaba al frente
—Insisto—replico la muchacha detrás de él, pero sin perder la cordura
—Y yo concuerdo con tu padre, Jane. Es mejor que te quedes en el campamento, volveremos más rápido de lo que crees— Clayton re cargo su escopeta y se arregló el cuello de la camisa con elegancia.

La joven no insistió de nuevo, no obstante, no era una chica que se dejara vencer a la primera, ni la segunda, ni las veces que fueran necesarias para poder seguir a sus instintos aventureros y feministas.
Verificó con disimulo que su padre y su prometido desaparecieran por las veredas bejucas y, que el señor Boniface no se percatara de sus movimientos en los aledaños del campamento para avanzar sigilosamente detrás de ellos. A sabiendas de que podría acarrearle problemas desobedecer a la ordenes de su padre y a la de su futuro esposo, siguió avanzando entre los árboles y el musgo fresco de alguna que otra piedra que se aparecía en su camino. De todas formas ya había acatado normas durante mucho tiempo desde su niñez. No causaría ningún daño a nadie infringirlas una vez en la vida, antes de casarse y estar atada por el resto de sus días a un hombre que no amaba.

Los había estado oyendo a lo lejos para seguirles el paso, pero conforme los minutos avanzaban las voces de Arquimides y Clayton se iban disminuyendo poco a poco hasta convertirse en un silencio estremecedor.

—No puede ser—musito Jane tocándose la boca y a punto de explotar a reír. Estaba pérdida, por culpa de sus intuiciones de mujer busca aventuras en la jungla. Intuiciones que no le estaban siendo de mucha ayuda al parecer. Pero en lugar de ponerse a chillar o a gritar escandalosamente solicitando auxilio, aprovecho el tiempo para dibujar una diminuta y preciosa florecilla que salía de la tierra, floreciendo en sus primeros retoños. Después continúo su recorrido a través de aquella vegetación, observando admirada y sorprendida por la belleza que emanaba y que podía ver en cada rincón.

— ¡Es hermoso!—exclamó la muchacha dando vueltas en sí, con las manos extendidas a los lados, ampliando una sonrisa satisfactoria. Se sentía libre y relajada a más no poder.


— ¡ES HERMOSO! —retumbo como silbido en los oídos del joven Tarzán a unos cuantos metros de donde se encontraba Jane, carialegre. Estimuló su mejor audición pero nada de nada,… es que no había nada relevante que ver, según él. Sin embargo apenas se alejaba de ahí, cuando oyó una risa clara y musical más cerca todavía de su lugar. De inmediato volvió la vista a todas direcciones; derecha izquierda, arriba abajo, al frente atrás, sin embargo no podía definir de que sitio exacto provenía aquella peculiar felicidad. Tolerante a su casi descubrimiento, se esforzó por encontrar lo que había oído con suma claridad y siguió rondando, agudizando el oído, por si llegaba a escuchar otra vez aquel sonido risueño y latiente en el aire. Dio dos pasos más con los nudillos tensos en la tierra. Entonces, se percato del movimiento colorido delante de él, cruzando un arbusto alto y laxo a poca proximidad. Curioso se acerco a aquella figura que se movía con gracia.
Con sumo cuidado, Tarzán metió lo dedos en el verde y se asomo cauteloso. Luchando por entender que es lo que sus ojos veían en ese momento, inclino su cabeza para poder observar mejor la escena, y por supuesto a aquel ser.

« Una súbita corriente de preguntas se estimuló en mi cabeza cuando vi por primera vez a esa magnífica creatura. Nunca antes había visto a alguien tan parecido a mí. Su piel era blanca como la mía, sin mencionar que caminaba sin un poco de pelaje en el cuerpo, más que unos cuantos cabellos que salían de otra cosa que llevaba puesta en la cabeza.
¿Qué tenía que esconder detrás de todos esos trapos de colores? ¿Por qué cubría sus pies? ¿Tendría frio, acaso? ¿Por qué andaba en dos pies y no en cuatro como todo los demás? ¿Era alguna clase de animal nuevo? ¿De dónde había salido? Y sobre todo… ¿Quién era yo en realidad? Siempre supe que no era un gorila; la apariencia y tamaño de mi cuerpo, junto con Kerchack el alfa, se habían encargado de recordármelo todos los días»

—OYE, pequeño pillo, regrésame eso. Es mío, no te pertenece—dijo Jane por tercera ocasión, mientras avanzaba rápidamente como la comodidad de sus zapatos se lo permitían, correteando al travieso bebe mono que se había robado su cuaderno de dibujos.
A la vez, Tarzán la seguía con la misma velocidad y cautela, sin dejar de mirarla ni por un segundo.

—Por favor, se bueno y devuélvemela… ¿Dios, qué me pasa, estoy hablando con un mono? —hizo un movimiento negativo con la cabeza, sonrió y se sentó en una roca, esperando que el bebe le regresara el cuaderno.
— ¿Quieres guerra, pequeño travieso? —le incito Jane con una voz desafiante, amenazándole con una vara que se había encontrado por ahí, utilizándola como florete de esgrima. El monito, la miro extrañado. — ¡Hangar! —espeto la muchacha atrevida colocándose en guardia. Las mujeres de aquella época eran mal vistas si hacían ese tipo de actividades para varones, pero ahí no había nadie que la viera,… o al menos eso creía.

«Que rara y bella es» Pensó Tarzán, sin dejar de observarla con esmero y cada uno de sus gráciles movimientos.