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Loving is a miracle

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Mensaje por Jaeger. Vie 15 Ene 2021, 10:19 pm

holi:


Loving is a Miracle
autor/a: Jaeger. ❆ género: family, romance ❆ palabras: 9.726

Una vez leí en el libro que de niños los pequeños o grandes actos teñidos de promesas vacías o mentiras van quebrando nuestra inocencia. Al comienzo no logré entenderlo demasiado, no profundice en aquellas palabras que mas tardar darían otro sentido.

Min Yoongi y yo salimos hace aproximadamente dos años y medio, y aunque en el principio de nuestra relación estuvo lleno de dramas y peleas porque llevábamos poco tiempo conociéndonos y existían fantasmas que cada uno debía resolver, en este tiempo hemos creado un espacio seguro y tranquilo en que podemos confesar todos nuestros secretos y nuestras inseguridades, sin presiones ni prejuicios. Por lo que cuando le mostré el libro y le comente que llevaba hace tiempo sin saber a que se refería exactamente, decidió leerlo conmigo.

—Se refiere a los momentos en que la inocencia se pierde mediante pequeños actos en la infancia. No es necesario que sea algo grave para corromperla —explico tras leerlo, dejando a un lado sus anteojos por encima de la mesita de luz—Por ejemplo, cuando dices que vendrás a las 5pm y terminas por venir a las 23pm.

Le sonreí con disculpas, tratando de apaciguar su molestia tras olvidar nuestra cita de la semana pasada.

—De niños es mas fácil que la inocencia se pierda—prosiguió desviando la mirada hacia otro punto, volviendo su expresión mas seria.

—¿Por ejemplo? Pero un ejemplo de un niño —aclaré, esperando a que no utilice otra de mis metida de pata para dar a entender el punto.

Se lo pensó por un momento, removiendo los labios como si se encontrara en una lucha consigo mismo. Yoongi es reservado a montones, incluso todo el tiempo que llevamos juntos es difícil que sea abierto conmigo. He aprendido a ser paciente, a dejarle desenvolverse en el momento que desee porque presionarlo no lleva a nada mas que incomodarle.

—Cuando mi padre prometía jugar con nosotros tras volver al trabajo y nunca lo hacia. Estaba demasiado cansado para hacerlo—sentí el ambiente mas tenso de lo común. No se si fue porque él se encontraba así o fue el sútil rencor que se filtro en su tono—Fue un acto pequeño, pero quebranto mi inocencia. Ya no volví a creerle por mas que lo prometiera.

Desde un comienzo de la relación note que no tenía buena relación con sus padres. Nunca le pregunté al respecto ya que se notaba lo incomodo que era para él tocar ese tema. El resto de la noche me dedique a molestarle con mimos, sin importarme las veces que se quejo y exigió que le dejase en paz. Termino por rendirse ante mis encantos y durmiendo enredado a mis brazos.

Pero yo no pude conciliar el sueño, no me abandonaban sus palabras sobre la inocencia corrompida. Inicie por las cosas mas simples que sucedieron en mi infancia: las peleas con Nara y nuestras promesas falsas de que seria la ultima vez que nos pelearíamos. Las veces en que mi padrastro llevaba mis animales a familias adoptivas y prometía que los volvería a ver la próxima semana, mas ese día jamás parecía llegar. Cuando Namjoon, mi hermano, prometía llevarme a Disneyland pronto si dejaba verle su anime preferido en mi horario frente a la tv, pero ese pronto era casi imposible—aunque yo seguía manteniendo la fé inútilmente.

Proseguí volviendo a la época donde el hada de dientes nunca existió, que no existían los cementerios de animales como la de la peli o que Santa era mi madre tratando de darnos un buen regalo en las fiestas, aun si eso significaba tener menos comida en la mesa para mi padrastro y ella.

Pequeñas cosas mancharon mi inocencia; pequeñas y no terribles. Sucede que cuando se acumulan estas situaciones en que vas abriendo los ojos y dejas de lado esa virtud que tienes de niño, es que empiezas a entender que la vida es mas cruda e injusta de lo que alguna vez pudiste imaginar. Empiezas a crecer, te despides de la personita que eras, los colores y las formas cambian ante tus ojos. Es como si volvieras a nacer y todo siguiera igual, mas no tiene el mismo significado que antes. Yo perdí mi inocencia a los ocho años. Tuve que crecer de golpe porque esa fue la realidad que tuve que vivir en ese tiempo.

Nos criamos en un barrio de clase media-baja. Nunca tuvimos un padre, a eso de los dos años se marchó y no lo volví a ver en años, y sin tener la consciencia de que era mi padre biológico. No pasamos demasiadas noches sin comer, mamá trabajaba en la tarde en el bar y en la noche presentaba shows, por lo que volvía muy a la madrugada. Era cantante, mas que una cantante que tomaba el micrófono y entonaba bien, ella hacia magia. Cantaba con su sonrisa estirada de lado a lado, tan natural en su rostro que era raro no verla sonreírte con sus dientes blancos y grandes. Con sus pómulos alzados hacia arriba cubiertos de un ligero rubor rosa, dejando al descubierto los hoyuelos en cada lado de la mejilla. Recuerdo que abría en grande sus ojos oscuros al emocionarse, transmitiendo amor y luz pura. Era hermosa con su cabello negro, ondulado y muy largo; era aun mas bello al bailar en el viento ante el movimiento de sus caderas. Todo lo que se colocaba encima le quedaba precioso, incluso cuando utilizaba colores chillones y llamativos, iluminado por lentejuelas, sus preferidas.

Una madre cariñosa, estricta y con mucho carácter, pero demasiado amorosa para ser cierto. Todos los días nos levantábamos a las 8 am, tendíamos nuestra cama, y al ir a la cocina, ella ya estaría terminando de preparar el desayuno y las puertas abiertas para los niños que acogía en su improvisada guardería en nuestra morada. Nunca importaba que tan cansada se sentía, siempre nos recibía con brazos cálidos y besos babosos en la mejilla. Era muy comprensiva, mas también imponía castigos si peleábamos con Nara y nos íbamos a los golpes entre nosotras o con otros niños.

Me enseño lecciones valiosas que me acompañarían toda la vida.

Si amas y amas de verdad, esta bien que perdones —dijo una vez con tanta dulzura que recordarlo me acongoja el corazón.—Si eres orgullosa y no perdonas, entonces tu corazón quedara triste y resentido. Perdonar no es solo un bien para la otra persona, es un bien aun mas grande para ti, cariño.

—Nunca desconfíes de quienes amas si no te dan una buena razón para hacerlo.

—Si no estas lista para hablar, no hables. Pero tienes que saber que en cualquier momento deberás afrontarlo.

—Escucha, cariño: la música es de las muestras de amor mas grandes de la vida. ¿No se siente hermoso que alguien abra su corazón y te muestre una partecita de si?

—Los días soleados son para disfrutar del sol y escuchar música, y aun mejor, lavar la ropa y dejarla secar.

—El amor a veces se equivoca, pero si sabe reconocerlo y aprender, entonces pueden seguir adelante.

—No importa cuan enojada estés, Naeun. Eso no te da derecho de lastimar a quienes amas.

—Yo también siento que la vida se nos va, pero si se va y pasa mucho tiempo para volver a vernos, el amor entre nosotras nunca va a terminar.

—Los hombres son estúpidos, Naeun. Y ni siquiera es su culpa, es culpa de esta sociedad retrograda y machista.

—Cuando lo haces por amor, nunca te arrepientas, Naeun. Amar es un milagro, nunca te olvides de ello.


Mi madre murió en su ultima gira antes de tomar un descanso, justo en que su nombre comenzaba a ser reconocido y el dinero ya no escaseaba como antes. Quería centrarse en nosotros y en su reciente matrimonio. Quería formar una familia solida con Jinyoung, Namjoon, Nara y yo. Lo último que compartí con ella fue dormir en sus brazos, sentada entre sus piernas mientras ella acariciaba mi cabello. Faltaba poco para llegar a Seúl, solo un poco mas y estaríamos en casa descansando, haciendo sus sueños y los nuestros realidad.

Pero la desgracia llego y se llevo a Sunmi de mi lado. Y eso me rompió el corazón por primera vez.

La segunda fue Taehyung.

La tercera Yoongi.

La cuarta, creo que es tan difícil como la primera.

—No hemos podido rescatar nada. Lo siento.

Intente ser fuerte y sonreír, diciéndole a Yoongi que estaba todo bien, que solo eran cosas materiales. El incendio en el departamento fue un fallo de electricidad e hizo un cortocircuito, quemando completamente la parte de mi habitación y el estudio. Lo que tenía un poco de un lado y un poco del otro, simplemente termino por morir al igual que mi madre.

Llore a mares en la noche, abrazando a mi novio como si mi vida dependiera de ello. Me dolía aun mas al escucharle susurrar con tristeza que parara de llorar porque apenas podía respirar. No pude, y por suerte me quede dormida en algún momento de la madrugada.

Han pasado algunas semanas, y aunque me gustaría disfrutar la noche buena porque es la primera vez en meses que nos reunimos en familia, todavía me cuesta dejar de lado la sensación de haberla perdido por completo.

—¿Has pensado tu regalo? —me pregunta Nara entrando en la habitación, sacándome completamente de mis pensamientos. Le miro confusa sin saber de que habla, ella coloca los ojos en blanco en respuesta—Sobre el santa secreto.

—Ah, eso. No, no he pensado.

Nara me entre cierra la mirada con sospecha, formando una sonrisa pilla en los labios, como si hubiese descubierto un receta de la cangreburger. Mientras tanto en que espero a que diga lo que quiera decir, peino el largo de mi cabello hasta poco mas debajo por los hombros, cruzada de piernas sobre la orilla de la cama, todavía un poco perdida en los recuerdos.

—¿No seré yo y no quieres decirme?—insiste dando pasitos hacia a mi, rodeándome entre saltitos emocionados.

—Me toco papá.

—¡Joder, Naeun!—exclama tan fuerte y repentino que acabo por sobresaltarme y el cepillo vuela de mis manos, cayendo directo al suelo. Noto como su rostro va tomando una tonalidad rojiza, molesta—¡Se supone que es secreto!

—Llevas toda la semana preguntándome si era yo y te he dicho miles de veces que no. Eres tu la pesada. Además, no los abriremos hasta año nuevo...

—Ay, ya cállate. Ya hablas como el estúpido de tu novio—refunfuña aún enojada, caminando hacia fuera de la habitación con los tacones resonando con fuerza sobre la madera.

—Yah, no hables así de mi estúpido. Solo yo puedo hacerle bullying.

Nara voltea sobre su hombro desde el marco de la puerta, regalando una semi sonrisa. Se la devuelvo aun mas grande, esperando apaciguar la punzada en mi pecho. He estado tan sensible estas últimas semanas que termino por llorar por cualquier tontería, y una vez que empiezo a llorar es difícil para mi parar, sobre todo cuando siento que llevo en el pecho una carga tan pesada que me cuesta hasta a veces respirar. Es como si a todo momento estuviese a punto de explotar, pero nunca acabo por hacerlo. Me retengo, me inhibo a mi misma para no sucumbir ante la crisis.

Cada vez resulta mas difícil, aun mas porque Nara lleva puesto un vestido de lana de color purpura, largo hasta por debajo de sus rodillas, que combina con unas botas que le regale hace dos meses. Mamá solía vestirse así en estas temporadas, no me extraña que Nara haya pasado todo el día eligiendo su outfits para la cena.

—¿Qué? ¿Por que me ves así?—inquiere con curiosidad, notando mi cambio de humor.

Quiero hablar, mas el nudo en la garganta no me lo permite. Muerdo mis labios en busca de apaciguar el llanto, pero termino convirtiéndolo en un puchero y a lloriquear como una bebe.

Nara se apresuro a despegarse del marco de la puerta, acercandose a largos pasos para refugiarme entre sus brazos.

—¿Qué pasa?—pasa una mano por mi espalda, acariciandola de arriba a abajo en busca de consolarme. Corre mi cabello al costado, llevando mechones hacia tras. Intento quitar mis lagrimas, cosa inutil porque no tardan en escaparse mas de ellas y pronto soy una bola de lagrimas y mocos—No llores, Naeun. Dime, ¿es por tu estúpido novio? ¿Quieres que vuelva a partirle su madre? Yo encantada.

Logra su cometido de hacerme reír, la señal para romper el abrazo. Me obliga a mirarle de frente con sus manos moviendo mis hombros hacia ella, manteniendo las caricias de sus dedos sobre estos. Al principio me cuesta modular, el llanto no parece darme revancha y no quiero que ella también se ponga mal. Si insistencia es la que termina por hacerme hablar entre sollozos e hipos.

—Extraño a mama.

Lejos de ser una referente y decirme que la deje ir, Nara imita mi puchero. Me siento horrible al ver sus ojos llenarse de lagrimas, pronto siguiendo mi ejemplo de lloriquear como tonta.

—Lo sé. Yo también la extraño.

Volvimos a abrazarnos, consolándonos entre las dos. Porque en esta familia no hay una drama queen. Siempre fuimos dos.

Muchos años atrás, éramos tres.


❆ ❆ ❆ ❆ ❆


Mi padre adoptivo es un hombre solitario. Lo conocimos porque era un amigo cercano a mi madre desde adolescentes y era el único veterinario de la zona en que confiábamos nuestras mascotas o los animalitos que encontrábamos en la calle. Él los recogía y les encontraba un hogar.  

Tiempo después, se caso con mi madre y se hizo cargo de nosotras cuando esta se murió, volviendose mas solitario de lo que ya era. Si fuese por él, Navidad no se festeja. Simplemente se tomaria un té y miraría alguna pelicula vieja para ir a dormir con sus gatos. Es por ello que Nara y yo insistimos en pasar las festividades con él, sacarlo de sus pésimas tradiciones individualistas y nos instalamos en su casa hasta después de Año nuevo. Mi hermano mayor esta fuera por trabajo y no puede pasar este día con nosotros, pero en Año nuevo vendrá y haremos lo del Santa secreto. A Jinyoung le encanta ese juego, incluso lo propone en festividades como San Valentín o en el Chuseok—el día de acción de gracias en Corea.

Una vez que la cena termina y le damos un abrazo cada una antes que se vaya a dormir, nosotras nos ocupamos de los animales del refugio, pues esta noche las temperaturas bajaran mas que en estos días. Nos encargamos de encerrar a los caninos en las jaulas dentro de la pequeña cabaña con calefacción y entramos a los gatos dentro de la casa, para suerte de nosotras, solo hay siete de estos. Los gatos siempre son mas fáciles de dar en adoptación, los perros es un poco mas complicado.

Apenas efectuó su retiro, mi padrastro compro un terreno a las afueras de la ciudad y se monto un refugio de animales. Quería trabajar desde casa y cuidar a quienes no tuvieran un hogar que los acogiera, que pudiesen encontrar un lugar donde les den amor y cariño. No importa si su sueldo a veces no alcanza para pagar las facturas o tener comida en la mesa. Es un veterinario que ama su profesión, y siempre ha sido un hombre entregado a los demás, mas preocupados por ellos que por si mismo. Supongo que a raíz de ver esa faceta por tanto tiempo fue que Nara y yo decidimos seguir sus pasos.

Nosotras nos encontramos en el pórtico debido a que todo el lugar esta lleno de nieve. Nos enredamos en una colcha cada una y descorchamos una botella de vino de su reserva, conscientes de que prefiere que la bebamos nosotras antes que él. A veces me pregunto como es que tiene tantos vinos coleccionados sin sucumbir al deseo de beberlos. Una persona alcohólica lo es toda su vida, pero mi padrastro parece tenerlo en control después de casi cinco años sin probar una sola gota.

Park Sunmi suena en el pequeño parlante que trajimos afuera junto con las frituras, por lo que nos deleitamos con los éxitos de mama mientras bebemos y comemos algo. Las letras de sus canciones siempre son de amor y desamores que se mezclan con una melodía alegre y pegadiza. Pero son sus canciones melódicas las que mas me gustan. No sé si es porque todavía puedo recordar bien la expresión de su rostro cuando las cantaba, de aquellas que puedes apreciar que el artista realmente esta sintiendo lo que esta cantando, o es porque rebusque en ellas los mejores consejos de amor ante cada decepción o indecisión. Sino fuese por las canciones, creo que jamás habría tenido la valentía de terminar con mi ex novio o haberle dado una nueva oportunidad al amor.

No tengo nada mas de ella. El incendio se llevo todo: fotografías, ropa, diarios, videos de sus presentaciones y videos familiares. Se esfumaron en tan poco tiempo, muy poco al comparado el tiempo que llevábamos cuidándolos como reliquias. Los manteníamos en nuestro departamento como un tesoro único y tan propio, que se siente que te hayan arrancado una parte de ti al desaparecer así.

Se me llenan los ojos de lagrimas el solo pensarlo, aunque intento por todos los medios de no volver a lloriquear. Suficiente fue que papa nos encontrara llorando en mi cuarto y colocara esa mirada triste que usa siempre que se siente impotente. No puede hacer nada para calmar el dolor ni traerla de vuelta, y creo que ese hecho es lo que mas le afecta. Y odio que se sienta así.

Nara se da cuenta y no duda en pasar una mano por mi brazo en forma de consuelo. Me llena la copa de vino hasta el tope, como si supiera que lo necesitara. Pasamos un largo tiempo bebiendo y escuchando a mama contar sus historias entre melodías.

—¿Será que sufrió tanto por el bastardo?—pregunta mi gemela, observando la nieve caer sin parar.

—Supongo que si. Ella lo amaba mucho...

Mamá le dedico muchas canciones al bastardo, o así es como Nara le apoda tras enterarnos de quien es realmente nuestro padre biológico. No tenemos mucha relación con él ni creo que la tendremos en el futuro. No apareció ni en el velorio de mama ni en el juzgado cuando se decidía que hacer con nosotras. Si no hubiese sido por Jinyoung, otra seria la historia que contaríamos.

—¿Tu novio ha dicho cuando vendrá?—pregunta Nara, cambiando de tema. No soporta hablar demasiado del bastardo y yo se lo respeto.

—Luego del trabajo. O eso dijo.

Min Yoongi trabaja como productor musical en una empresa discográfica y no duda en dejar todo en segundo plano si el trabajo lo llama, y eso me incluye a mi. Puede molestarme y discutir con él mil veces, pero también es parte de una relación comprender al otro, entender que no siempre serás la prioridad, mucho menos si es algo que tu pareja ama y se entrega de manera tan pasional como Yoongi lo hace. Secretamente, admiro esa devoción que le da a su trabajo. Me identifica, porque así como él ama crear música, yo amo cuidar y curar animales en la veterinaria que manejamos con mi hermana. Esta noche no puede acompañarnos, quizás mañana tampoco. Pero esta bien, siempre podremos recuperar el tiempo con una taza de café y alguna película mediocre que nos haga reír por lo ridículas que son o explotar nuestro lado de critico cineasta, uno que no sabíamos que teníamos hasta que nos conocimos.

—¿Jin-oppa?—pregunto esta vez por su novio.

—El restaurante iba a estar lleno—se encoge de hombros despreocupada, ocupada en beber mas vino—Tenemos que dejar de salir con adictos al trabajo.

—Si estuviera aquí estarían encerrados haciendo cochinadas.

—No seríamos la única pareja —retruca con las cejas en alta y una sonrisa burlona. Suelto una risita divertida, pensando en lo lindo que sería si Yoongi estaría compartiendo aquí conmigo.—Pero me agrada que estemos juntas. Hace tiempo no pasamos tiempo solas.

Sonrió con cariño dejando reposar mi cabeza sobre su hombro, acción que mi hermana imita dejando la suya sobre la mía. Mi mama se fue lejos y tal vez pase mucho tiempo antes de volver a verle, pero me alegra que me dejara una hermana como Nara. Somos muy distintas y peleamos por tonterías, mas el cariño y el compañerismo es algo que nos hemos formado desde muy pequeñas.

Acurrucaditas y con mama sonando de fondo, la nieve comienza a dispersarse al igual que las nubes, dejando el cielo negro despejado. Hay mas vino de por medio y anécdotas que compartimos, algunas tristes, otras graciosas que nos hacen carcajear, y otras mas serias que nos envuelve en un ambiente un poco melancólico. Supongo que estas fechas siempre traen consigo la nostalgia de quienes ya no están, de los años posteriores que los vivimos de diferente manera, de lo que ha cambiado y lo que sigue vigente. Nostalgia pura, mas si lo combinas con vino de primera calidad.

Me sobresalto ante el salto de Nara, deja caer su colcha al suelto al ponerse de pie. Da saltitos con emocion, señalando con intensidad hacia arriba.

—¡Estrellas fugaces!—chilla tan contenta que parece volver a ser una niña.

Me levanto con el acolchado todavía abrazándome, deleitándome con la maravillosa lluvia de estrellas que hay frente nuestro. Una tras otra van cayendo en diagonal; brillantes, múltiples y efímeras. Hace años no veía una lluvia de estrellas como esta, resulta casi imposible poder ver estrellas en la ciudad.

Volteo a mi hermana para observar su reacción. Nara tiene las manos juntas sobre su pecho, los ojos cerrados y una sonrisa llena de ilusión en el rostro. Sonrió de inmediato, esperando a que la tristeza de este día se esfume con este precioso evento.

—Pide un deseo.

Mi sonrisa se estira y asiento ante su consejo. Cierro los ojos y me abrazo con fuerza alrededor de la colcha, repitiendo en mi cabeza el deseo que traigo desde que era niña.

La alarma de nuestros celulares suena sincronizado, distrayéndonos de nuestro momento mágico y un poco infantil. Esta vez si conectamos la mirada, compartiendo mas sonrisas y un fuerte abrazo.

—Feliz cumpleaños, Nara.

—Feliz cumpleaños a ti también, Naeun.

Le abrazo fuerte, muy fuerte, esperando que tengamos muchas Navidades y cumpleaños por compartir. Siempre juntas. Siempre.


❆ ❆ ❆ ❆ ❆

Papa nos deja dormir hasta las diez, consciente de que nos hemos emborrachado anoche festejando nuestro cumpleaños. Supongo que habrá escuchado el karaoke desenfrenado y para nada afinado de anoche. Por mas que protestamos para quedarnos en cama, nos levanta con su espectacular chocolate caliente y regalo doble: navidad y cumpleaños, así que Nara y yo saltamos de la cama que compartimos y nos sentamos alrededor de la chimenea para abrirlos. Recibimos una chaqueta idéntica y unos pantalones iguales. No importa que tanto crezcamos o le digamos que tenemos gustos diferentes, Jinyoung siempre nos regala lo mismo tal cual hacia mama. Nara recibe unos aretes de oro que jura amar, y se le nota porque por poco no tira al viejo al suelo al verlos. En cambio, yo recibo el ultimo álbum de Super Junior, el que me faltaba para mi colección. Le abrazamos fuerte, agradeciéndole y le damos nuestros regalos.

Pasamos lo que queda de la mañana los tres. Mi padre es un hombre tranquilo y demasiado amable para ser real, por lo que se ríe con las ocurrencias de Nara y de la tonta pelea que tenemos al mediodía porque eche a perder la comida por estar jugando al fever cooking en mi celular.

—Ya no peleen. Yo cocino, cariño—sentencio levantándose de su sillón personal, acercándose con una sonrisa tenue en el rostro.

Terminamos de almorzar en que compenso mi metedura de pata lavando los platos, pero no tarda mucho tiempo en que papa venga ayudarme a secar mientras mi hermana se va a darle de comer a los perros y deja a los gatos en la sala de descanso del refugio, asegurándose de que todo estén calentitos y con el estomago lleno.

—¿Cómo has estado?—pregunta papa tras un largo silencio en que dejamos que los Beatles nos acompañen de fondo.

—Bien, como siempre —le sonrió en su dirección, volviendo pronto a mi tarea—¿Te acuerdas de Taicho? El perro viejo que encontramos a fuera de la veterinaria—mi padre asiente en respuesta, por lo que prosigo mas contenta a darle las buenas noticias—Pues hemos logrado que fuese adoptado por una familia de dos personas adultas. Querían un cachorro para que les acompañase ahora que sus hijos se casaron, pero decidieron quedarse con él después de verle.

—Es adorable. Pensaba decirte que lo trajeras al refugio.

—Eso iba a hacer, pero se enamoraron inmediato de él.

Compartimos una sonrisa en que decimos todo y volvemos a la tarea. Los perros adultos siempre son mas difíciles de que adopten, sobre todo porque conlleva mas esfuerzo en cariñarse y crear una confianza que con los cachorros, que son mas abiertos a crear lazos con humanos. Los viejitos han pasado por abandonos y crueldad de las personas, casi es imposible que sean adoptados. Sin embargo, una vez que tienen un hogar donde pasar sus últimos años es el momento que mas me emociona y mas feliz me hace.

—¿Yoongi vendrá?—cuestiona esta vez.

—Si puede terminar su trabajo, si.

—Es un hombre ocupado.

—Si, un poco...

Hemos compartido muchos años juntos como padre e hija, pero a veces me cuesta abrirme un poco mas con él. No soy como Nara que esta orgullosa de hacerle llamar como el único padre que ha tenido en la vida. Hay parte de mi que sigue siendo una niña, molesta porque este hombre a mi lado robo el corazón de mi madre y ocupo el lugar donde yo solía dormir con ella. Mas no puedo decir que no ha sido una figura paterna para mi. Incluso en mi momento de ser una adolescente rebelde, jamás me grito ni me levanto la mano. Sus palabras siempre fueron impuestas con sabiduría, paciencia y comprensión. Bien podría decirme que me largara, total que no compartíamos el mismo factor de sangre. Ya no tenía responsabilidades conmigo. Sin embargo, se encargo de pagar nuestra universidad y los primeros años el departamento que compartimos con mi hermana. Nunca nos pidió nada a cambio ni tampoco nos lo hecho en cara. Jamás.

—Nara me dijo que se mudara con Jin en otoño. ¿Tu estarás bien por tu cuenta?

Y sigue preocupándose por nosotras incluso de adultas.

—Puedo pagar el departamento sola con mi salario.

—Hablo de que tendrás menos compañía.

Me encojo de hombros, aun con la mirada puesta en los platos.

—Me gusta estar sola. Además, tengo a Jungkook viviendo en el mismo edificio. Lo invadiré siempre que quiera compañía.

Estira su sonrisa como si recordara a mi mejor amigo, esa pequeña rata que se la pasa haciéndome la vida imposible, pero que es mi alma gemela, y como tal, esta en todo momento, tanto bueno como malo.

—Pensé que también te mudarías con tu novio.

No es como si no lo hubiésemos hablado. En verdad, antes de venir tuvimos una larga charla sobre ello.

—Creemos que es demasiado pronto—explico sin muchos detalles, un poco rígida—Apenas llevamos dos años...

—Nara lleva dos meses con Jin y se mudara...

—Pero sabemos que Nara es mucho mas romántica que yo —arrugo la nariz divertida, haciéndole sonreír otra vez.

—Bueno, eso es verdad.

De todas formas, no evito ver la situación de ambas diferentes. Yo conocí a Yoongi poco mas de tres años, Nara conoce a Jin de toda su vida, prácticamente. Que el romance comenzara hace poco no quiere decir que la confianza entre ellos iniciara en el mismo tiempo. Si bien, creo que uno debe tomarse el tiempo necesario para conocer a la persona que tienes al lado en un modo mas romántico, mas como pareja, también comprendo que mi visión del amor difiere al de los demás. No tengo nada que criticar, solo desear lo mejor para los dos, ya sea estando juntos como no.

Finalizado ya el trabajo, Jinyoung no tarda en darme un fuerte abrazo de oso. Al principio me encuentro tensa, mas dejo que se exprese como desee y termino por devolverle el gesto con la misma intensidad. Sus ojos brillan al observarme, acunando mis mejillas entre sus manos con cariño.

—Te he notado decaída cuando llegaste. ¿Ha sucedido algo con Yoongi? ¿O es por que Nara se va?

Si me ha puesto un poco triste que mi hermana y yo ya no vivamos juntas, sobre todo porque me encuentro muy sensible el evento pasado. Pero no soy egoísta y verle tan feliz me hizo desplazar esa tristeza para contentarme por ella. Las relación con Yoongi va bien, mas que bien. Hace tiempo no existe una pelea grave que nos deje sin hablar por días. Si hay discusiones tontas, pero nada que no arregle una taza de café y una buena charla.

Me siento triste por otra cosa, y mi padre no tarda en averiguarlo. Sus facciones de caen con pena y vuelve a arrullarme en sus brazos.

—Son cosas materiales, Naeun. Sabes que tu mama siempre esta nosotros.

—Lo sé —asiento en un tono mezclado con pesadez y comprensión, es solo que a mi corazón le cuesta aceptarlo.

—Ya no estés triste, mi cielo—acaricia el largo de mi cabello con amor, aferrándome a él—Estoy seguro que tu madre te diría que coloques Shakira y te pongas a mover las caderas como solía hacerlo ella.

Sonrió ante el recuerdo. Para mama, los días tristes se iban con Shakira y "Hips don't lie", obligándonos a unirnos en sus extraños bailes que imitábamos torpemente, pero todas con carcajadas y burlándonos una de la otra.

Deseo quedarme en los brazos de Jinyoung un poco mas, se vuelve imposible al escuchar los golpeteos en la puerta de la entrada. Le doy un beso en la mejilla como agradecimiento, arreglándomelas para sonreírle mucho mas que antes. Mi padre me deja ir devolviéndome el gesto con suavidad, señal suficiente para retirarme y caminar hacia la entrada.

Abro en grande los ojos y doy un paso hacia atrás al ver a Yoongi y Seokjin parados, cada uno abrazándose a si mismos y tiritando del frio. Afuera ha dejado de nevar, pero eso no significa que las temperaturas hayan subido aunque sea un poquito.

—¿Qué hacen aquí?—pregunto sorprendida, pasando la mirada de uno a otro.

—Si les dijimos que vendríamos. Ahora muévete, que hace frio —Yoongi me hace aun lado para pasar al recibidor con urgencia.

Jin llega en las mismas condiciones, apartándose con más prisa. Ambos se colocan frente de la estufa después de tirar sus zapatos en la entrada, peleando por quien se coloca enfrente y quien tiene mas frio que el otro. Les acomodo el calzado en el mueble, sonriendo divertida por la boba pelea. Les falta poco para abrazarse entre ellos con tal de tener mas calor en el cuerpo.

Tardan un momento antes de percibir la presencia de mi padre, quien no abandona su sonrisa fraternal.

—Señor Kim, feliz navidad—Yoongi es el primero en reaccionar, haciendo una breve reverencia. Jinyoung levanta una mano para evitarles el saludo formal.

—Feliz navidad, muchachos. Que bueno es verlos —dice papa con sinceridad, acercándose.

—Mi suegrito, ¡feliz navidad! —Jin le lanza un beso que Jinyoung finge que le da justo en el corazón. Me rio por las bobadas de los dos. Supongo que es común que tengan mas confianza tomando en cuenta que Jin desde niño pasaba mas tiempo con nuestra familia que con la suya—Por poco y no llegamos con toda la nieve de afuera. Tuvimos que dejar el auto a unos kilómetros de aquí.

—¿Vinieron caminando?—pregunto entre sorprendida y preocupada. Voy rápidamente hacia el sofá donde dejamos las colchas ayer y me acerco a darles una a cada uno. Ninguno tarda en envolverse en esta, todavía tiritando—Yah, no debieron venir si ese fue el caso.

—No es como si pudiésemos dar la vuelta e irnos. Estábamos cerca, de todos modos —responde Yoongi sin darle mucha importancia, aferrándose a la colcha.

Tengo la intensión de acercarme y abrazarle, mas sé que la acción frente a otros le incomodara, sobre todo si mi padre esta presente. Por lo que me conformo con hacer café para todos y obligarlos a beber aunque sea dos tazas, a ver si de esa manera pueden entrar en calor. Nara llega al poco tiempo y se lanza a los brazos de su novio, acurrucándose junto a él al sofá.

—Yah, compórtate —le digo en voz baja, observando a Jinyoung poner su mirada sobre ellos desde su sillón personal.

—A papa no le molesta. ¿Cierto, papi?

Si le jode o no, Jinyoung nunca le dice que no a su princesa, menos si se lo dice en ese tono meloso e infantil que utiliza para engatusarlo. Solo sonríe y asiente, de acuerdo con ella.

—Tu también puedes ser cariñosa con tu novio, Naeun. No se preocupen por este viejo —se ríe de si mismo, levantándose para buscar mas café para si.

Yoongi y yo compartimos una mirada en que queda sentenciado de que ni se me ocurre acercarme. Me hace sonreír que se vuelva tan tímido ante muestras de afecto a otras personas. A veces me hacen molestar, en otras ocasiones, como estas, me causa ternura. Decido respetárselo, consciente que tendremos mas días por delante y mas privacidad para ser cariñosos.

Una vez que los dos entran en calor y pueden dejar las colchas de lado y sus abrigos, nos sentamos una vez mas alrededor de la chimenea para abrir sus regalos. El primero en abrirlos es mi padre, quien recibe zapatillas nuevas y un iPad que compraron entre ambos para que el viejo lea los libros que no encuentra en las librerías por pdf y jugar al solitario desde este. Jin y Nara se entretienen enseñándole todas las funciones mientras que yo le ayudo anotando todo en una libreta para que luego lo haga por su cuenta sin perder ningún detalle.

Jinyoung les regala a ambos un sweater a cada uno y un vino de su gran colección. Yoongi no duda en descorcharlo con su permiso, así que nos sentamos de nuevo en ronda con vino en mano y listos para continuar. Jin le obsequia una cadena de plata con un precioso diamante a mi hermana, consciente que le gustan las joyas y todo lo que brilla. Yo recibo de su parte dos cupones para cenas románticas en que me promete comer todo lo que yo quiera en su restaurante, por lo que ya tengo planes con Yoongi para cuando regresemos a Seúl. Por mi parte, le regalo un libro de recetas japonesas y una bufanda. Nara le susurra que le dará su regalo después, y puedo hacerme una idea de que es.

Mi novio no finge emoción al darle su regalo a mi hermana, quien se lo acepta de mala gana. Me hace gracia que se lleven como perros y gatos, y aunque ahora están manteniendo la fiesta en paz porque esta el viejo, de seguro cuando este se vaya se echen alguna que otro comentario ácido. Pero Nara no puede disimular para nada al ver la primera edición de Persuasión.

—Naeun dijo que te gustaban los clásicos románticos. Te compre ese. No sé si te...

—No me la puedo creer—suspira Nara con una mano sobre su pecho sin despegar su mirada del libro. En cualquier momento le llega un ataque cardiaco, esta mas emocionada que por la cadena que le obsequio Jin—Esto te habrá salido dinerales...

—Enhorabuena por tu mudanza —dice Yoongi sin poder ocultar lo feliz que le hace no tener que pelear por el baño en las mañanas ni tampoco por el sófa.

Le doy un golpe en el brazo para que se comparte. Yoongi se encoge de hombros como si nada le importara, y me creo que así sea. Nara le da las gracias con sinceridad, pese a que igual le cuesta formular las palabras.

—¿Y mi regalo?—muevo mi trasero aun sentada para verlo de frente. Pestañeo rápidamente sintiendo la emoción apoderarse de mi.

En vez de responderme, mi novio voltea hacia mi cuñado, compartiendo una mirada entre ellos. Nara y yo los imitamos, preguntándonos que es lo que tienen en mente. Finalmente, Yoongi dispersa nuestra curiosidad para reemplazarla con otra, caminando hacia su mochila donde saca unos cds.

—Con permiso —se dirige a mi padre, mas no espera respuesta para ir hacia el televisor y prenderlo junto con el dvd.

Nos sentamos alrededor de este, mas curiosas por la sonrisa cariñosa de Jin y la mirada emocionada de papá. Mi cuñado envuelve a Nara pronto en sus brazos, atrayéndola hacia él. Yoongi vuelve a mi lado y toma de mi mano por debajo de nuestras piernas cruzadas. Le miro interrogante sin perder mi sonrisa, y presiento que será algo lindo al verme devolver el gesto.

El dvd comienza a reproducirse y mi corazón se paraliza de inmediato al verla siendo el centro de la pantalla. Sus ojos luminosos y cargados de picardía resaltan mas que nada, eclipsando por completo cualquier cosa que pueda distraerme en este momento. Su sonrisa ancha y reluciente es lo siguiente, recordándola tal cual la llevo en mi memoria, y me siento orgullosa de haberla mantenido intacta después de tanto tiempo sin verle.

Ella ríe y a mi se me escapa un sollozo. No dudo que Nara es la siguiente en echarse a llorar. Pronto las dos estamos lloriqueando al ver uno de los videos que creímos perdidos en el incendio del departamento del mes pasado. De esos recuerdos y momentos que no podemos atesorarlos con claridad, pero que los fragmentos de estos nos han consolado todo este tiempo.

Es uno de los videos de mi madre.

"¡Acción!"—exclama Sunmi, siempre cantarina, ese que le daba un toque personal y único—"Naeun, Nara. Prepárense."

Se corre de la pantalla haciendo unos pasos hacia atrás y abre sus brazos, señal de nuestra gran entrada. Mis ojos se abren en grande al vernos a nosotras de pequeñas con vestidos que mama nos cocía con su ropa vieja o telas que le regalaban. La cámara con la que grabábamos era prestada, así que cada vez que teníamos la posibilidad de grabar algo, mamá se ocupaba de crear vestuario para las presentaciones que ensayábamos por semanas.

Me sienta tan bien cuando una carcajada me sale del pecho, desde toda mi alma, al ver a Nara rompiendo la coreografía que tanto nos costo aprender, resolviendo todo con sus mediocres pasos de de break dance. Mama y yo seguimos bailando hip's don't lie moviendo las caderas mientras que Nara se da un golpazo contra suelo en una de sus acrobacias y mama interrumpe su baile para ir en su ayuda. Es mas gracioso cuando la Naeun de cuatro años mira hacia atrás con Nara llorando y mama tratando consolara, pero camina hacia al frente, ocupando el escenario por mi cuenta. El show debe continuar, ¿no?

Alguien logra ponerlo en pausa en el momento en que estallo al llanto. Mi hermana no tarda nada en seguirme en el lloriqueo chillón, gateamos hasta encontrarnos en mitad del camino y nos fundimos en un fuerte abrazo. Tardamos un largo rato abrazadas, tratando de consolarnos entre nosotras y hacernos creer que esto es real. Que todavía hay algo mas personal que las canciones para recordarle.

Perder todo de ella fue sentir que moría una vez mas. Frente a frente. Como en aquella ocasión. Tener aunque sea una pequeña parte de lo que vivimos las tres. Un momento que nunca volverá, que apenas podemos recordar. Desde hace mucho tiempo fuimos nosotras dos, pero quizá nunca habíamos dejado ir por completo a mama que seguía estando con nosotras en las noches que reproducíamos los videos y nos consolábamos a través de ellos.

Volteo a mirar hacia papa, quien sonreía aun mas grande con los ojos cristalizados. Él ya lo sabia.

—¿Cómo es que lo tienen?—le pregunto a Yoongi una vez que pude lograr calmarme, aun llorando—Pensé que todo se había perdido en el incendio.

—Así fue, pero Jungkook se llevo dos video-casete de tu departamento e intento que lo pasaran a cd.

Abro la boca en grande ante la hazaña de la rata. Si me hubiese enterado antes del incendio, de seguro le habría roto las piernas por tocar lo que no es suyo. Ahora quiero hacerle un maldito santuario.

—¡Esa rata! —chilla Nara rompiendo en llanto, mas por alivio que por furia.

—Se le había olvidado por completo—agrego Jin, estirando un brazo hacia Nara. Ella no tarda en ir hacia él, dejando que la acune entre ellos—Hace unos días nos contacto. Yoongi conoce a alguien que hace esas cosas, así que estuvimos toda la noche esperando a que lo terminara.

—¿Enserio?—miro al nombre, observando como desvía la mirada hacia otro lugar, evitándome.—Ahora entiendo porque saliste con lo del trabajo a ultima hora.

Asiente levemente con los ojos hacia abajo.

No puedo apartar mis ojos sobre él, enamorada por haber tenido este gesto conmigo. Y no solo hacia a mi, sino también a mi familia en si. Sin darse cuenta, Yoongi me devolvió algo que creí haber perdido para siempre.

Termino con la poca distancia que nos separa y voy a abrazarle. No reparo en estrujarlo contra mis brazos tan fuerte que solo escuchando una quejido de su parte me hace ablandar el agarre, pero no disminuyo la intensidad ni lo agradecida que me siento con él en estos momentos.

—Te amo tanto, Yoongi.

—Naeun —carraspea por debajo en un tono avergonzado. Intenta apartarme sutilmente, pero de abrazarle un poco mas termina por ceder. Deja caer sus manos lentamente mi cabello, acariciando

—Feliz navidad, Naeun. Ah, y feliz cumpleaños.

❆ ❆ ❆ ❆ ❆

La tarde transcurrio entre mas café y contando anecdotas de mamá, esta vez mas animadas que antes y acompañadas de los videos. Jugamos un poco con los perros del refugio y con los gatos, celebrando con ellos también el día festivo. Casi en la noche, Nara y yo soplamos las velas junto con una torta que nos horneo papá para conmemorar un año mas de existencia.

Una vez que la noche cae y son contados los minutos en que termina el día festivo, Nara y yo decidimos darnos nuestro tiempo de hermanas para festejar también nuestros cumpleaños en soledad. Hay un secreto que hemos guardado por mucho tiempo. Nunca se lo hemos contado a nadie, ni siquiera a nuestra familia o amigos cercanos. Somos gemelas, pero nacimos en días diferentes. Nara nació el 25, yo el 26. Por un error del registro nos colocaron el mismo día, pero mama nos conto en nuestro octavo año que yo nací diez minutos después de las doce.

Nunca celebramos un día, celebramos los dos. Preferimos pasar navidad en familia y al siguiente día darnos en la madre. Justo como ahora que estamos en vueltas en acolchados y tomando vino, tal cual estábamos ayer por la noche. Pareciera una tradición hacerlo en cada oportunidad que nos dejas un poco a solas y con alcohol encima.

—Te voy a extrañar cuando te vayas —pienso en voz alta, un poco triste porque queda poco para que se marche. Una vez que la nieve desaparezca, también se llevara a mi hermana. Hago un puchero ante ese pensamiento—¿Tan mal cocino que te vas con Jin?

Nara sonríe arrugando la nariz, estirando una mano para atrapar uno de mis mofletes y sacudirlo suavemente.

—Aigooo, mira que llorona que eres.

—Cállate, tu eres peor que yo.—le doy un suave manotazo para apartarla.

Asiente entre risas, coincidiendo conmigo.

—¿Sabes? Ayer en la noche pedí un deseo—comenta volviendo su mirada hacia el cielo oscuro. Yo le observo atenta, pensando en que habrá pedido—Y fue justo lo que pedi: volver a ver a mamá.

Sonrió en respuesta, pues también había sido mi deseo. Sin tener esperanza alguna de que se cumpla, se ha cumplido. Pudimos ver a nuestra madre otra vez, a traves de un video, si; pero trayendo momentos que seguiremos atesorando con mucho amor y devoción.

—Por cierto, tengo un regalo para ti.—busca debajo de su colcha. Mi sonrisa se estira al entender que ya lo tenía preparado.

Me tiende lo que parece ser un libro envuelto en papel de regalo. Compartimos la emoción cruzando las miradas antes de rasgar el papel, encontrándome con un tapa negra y dura.

—¿Y esto?

—Ábrelo—incita con entusiasmo.

Le hago caso, abriendo el libro entre mis manos. Tarde asimilo que no se trata de un simple libro al pasar las paginas. No es un libro. Es...

—Es un diario.—murmuro sorprendida. Me late el corazón de solo imaginar a quien pertenece, pues creo recordar su caligrafía. Se me dificulta la respiración al confirmar que es de Sunmi.—No me lo puedo creer...

Miro hacia Nara todavía asombrada, sin entender que hace esto aquí. ¿Es que acaso ella lo hizo?

Mi hermana me mira con cierta pena, mordiéndose los labios con nerviosismo.

—Sé que prometimos nunca abrir esa maleta, pero no pude soportarlo.—confiesa, formando una sonrisa sincera—Y no me arrepiento. Pude salvarlo del incendio.

La maleta de mama era donde se escondían las pertenencias mas personales, desde su diario, las canciones que nunca lograron grabar, las cartas que compartía con mi progenitor y mi padre adoptivo, las fotografías de su niñez y su adolescencia. Era demasiado personal y, al mismo tiempo, muy doloroso para afrontarlo. La guardamos, mas nunca la abrimos. O eso creía yo.

—Nara, esto...

—No te enojes —se apresura en decir, alarmada—Te invito a leerlo. Aunque no lo creas, mamá me ha estado ayudando este ultimo tiempo. —su voz se vuelve mas suave y melancólica—¿Sabes? Es increíble que sin estar aquí este para darme un consejo.

Su emoción termina por contagiarme, así que no tardo en echarme unas lagrimas mientras le abrazo con fuerza, agradecida de haber roto la promesa. Yo nunca habría tenido la valentía de hacerlo.

—No estoy enojada. Joder, Nara, ¡gracias!

Nara me devuelve el abrazo con la misma intensidad. Nos separamos sonriéndonos una a la otra, intentando dejar de ser unas lloronas. Acaricio la tapa con cariño y adoración, pensando en todo los secretos que se esconden allí, parte de su historia, de quien era ella en esos tiempos.

—¿Qué es lo que dice? ¿Qué escribió?—pregunto entorpeciendo mis palabras debido a la alegría.

—Tendrás que averiguarlo por tu cuenta.

—¿Ha influido en que te mudes con Jin?

—Un poco —me guiña un ojo. Una de sus manos envuelve la mía y no dudo en devolver el gesto—Realmente te gustará, Naeun.

Se que sí. Mas aun cuando hay algo mas de ella para tenerla junto a mi. No me atrevo abrirlo ahora mismo, lo dejo sobre mi regazo y decido premiar a mi hermana con mas vino. Ya tendré tiempo a solas para descubrir el contenido por mi cuenta. Ahora solo quiero aprovecharla a mi lado.

—¿Y mi regalo?—inquiere Nara impaciente, moviendo sus rodillas con emoción.

Me congelo en mi lugar borrando mi sonrisa, olvidando ese pequeño gran detalle. Sus ojos me insisten, lo que me causa el doble de pena al ser la peor gemela del mundo.

—No lo tengo —confieso de inmediato. Nada servirá mentirle. ¿Cómo es que no lo pensé antes?

Nara frunce el ceño y espera unos segundos mas, como si quisiera que saltara y le dijese que era una broma. Pero al percibir que no lo haré, aparta bruscamente sus manos sobre las mías para dirigirme una de sus miradas letales.

—¿Y por qué no tienes mi regalo ahora?

Me quede callada para no dejarme mas en evidencia. ¿Qué le voy a decir? ¿Que estuve demasiado deprimida con el asunto del incendio para comprarle un regalo? Ni eso me salvara de su furia y sus reclamos de porque siendo su medio espermatozoide soy capas de hacerle esto.

Ahoga un grito de pronto, asustándome.

—¡Lo sabia! ¡Eres mi santa secreto!—chilla conmovida, llevando sus manos hacia su pecho.

Pestañeo rápidamente antes de asentir, fingiendo estar molesta.

—Ay, ya cállate, ¡arruinas todo!—exclamo actuando lo mejor que puedo. Soy mala mentirosa, pero creo que se la ha tragado entera la mentira puesto que sigue con sus ojitos brillando tal cual niña en juguetería. Me levanto dejando caer la colcha sobre el sillón de mimbre del pórtico, buscando huir para que no descubra mi sucia mentira —Voy a buscarlo, ya te lo traigo.

Aúlla emocionada en mi camino hacia la puerta.

—¡En año nuevo quiero otro regalo, eh!

Asiento a regañadientes entrando en la casa, pensando que es mejor aguantarme su rabieta en año nuevo cuando descubra que en verdad olvide su regalo y no que no soy su santa secreto. Además, todavía me queda otro regalo que le debo, el de navidad.

Tras una hora mas a solas donde festejamos nuestro otro cumpleaños y bebemos mas vino, decidimos ir cada una a su cuarto para descansar. Me extraña un poco encontrar a Yoongi durmiendo en mi cama, pero supongo que porque Jin se habrá negado a dormir una noche mas sin su adorada Nara. Papá no tiene problemas con que compartamos habitación, a diferencia de otros padres que son mas estrictos y tradicionales.

Me recuesto sobre las sabanas, viéndole respirar tranquilamente, distinguiendo sus dulces facciones por la luz tenue de la luna que atraviesa por la ventana. Mi corazón brota y brota de alegría y amor por tenerle aquí, por tenerle en mi vida, en realidad. Hay veces en que miro hacia atrás y recuerdo aquel chico de cabello color menta que conocí en el departamento de mi mejor amigo, aquel que era demasiado reservado y serio para sentirme intimidada y hasta un poco incomoda, pero que tenía algo en él que me hacia sentirme tan atraída como las abejas a la miel.

No sé si es porque me paso viéndole con demasiada intensidad, pero Yoongi despierta, abriendo sus ojos y encontrándose con los míos en el proceso. Su rostro permanece neutro, impasible. Mi sonrisa se estira, adorando sus perlas negras observarme con el cariño que nunca se atreve a poner en palabras, mas sus atenciones siempre lo dejan en evidencia.

—Deja de mirarme. Me das miedo.—susurra con la voz algo ronca.

—Te gusto así. No lo niegues.

—No si estas ebria y me ves así. Pareciera que vas a saltar encima de mi en cualquier descuido.

Ladeo una sonrisa coqueta, acercando mi cara hacia la suya. Yoongi no reacciona ni dice nada. A veces es tan callado e indiferente que me gustaría meterme en su cabeza y entender que es lo que le piensa cuando estamos así.

—¿Debería hacerlo?

—Tu papa esta durmiendo en la habitación de al frente —me recuerda, evadiendo mi sutil propuesta.

—Seremos silencios. Anda—estiro una mano hacia él, pero me alejo al sentir un manotazo en esta—¡Auch!

—¿Ves? Eres una escandalosa. Imagínate cuando vaya a meterte—

—Min Yoongi —le regaño con las mejillas levemente sonrojadas.—No hables así.

Una sonrisa se extiende en su cara, mostrando sus dientes en grande. Siempre soy muy tímida si me habla sucio, cosa que para él es un arma que usa en mi contra cada vez que me pongo pesada. Sin embargo, no estoy dispuesta a dejarle ir esta noche, por lo que me meto bajo las frazadas y me aferro a él, abrazándole por la cintura y dejando caer mi cabeza sobre su pecho, suspirando al sentir los latidos de su corazón a través de este. Al principio su cuerpo se pone tenso y dice mi nombre en advertencia, acabo por lloriquear un poco hasta que finalmente se rinde.

Soy una niña cuando estoy en los brazos de Yoongi. Siempre quiero su atención y su aprobación. Hago rabietas si no me da lo que quiero o chillo y celebro a montones si me cumple los caprichos. Tengo 25 años recién cumplidos, mas lo infantil que soy no se ha ido con el tiempo, y tampoco creo que vaya a cambiar demasiado pronto. Pero a Yoongi también le gusto así de escandalosa y sentimental. Nunca lo dice en voz alta ni halaga mis acciones. Mi teoría se refuerza a través de sus reacciones tras mis tonterías, pues acaba por abrazarme con la misma intensidad, o incluso mas. Justo como ahora.

La calidez con la que nuestros cuerpos se rodean es reconfortante, vigorizante y familiar. Pienso en lo mucho que nos costo encontrarnos a donde estamos ahora y los motivos que nos hacen permanecer juntos. Ame mucho en el pasado, mas creo que nunca había amado de esta manera. No hay condiciones de por medio ni prohibiciones. No hay secretos que nos distancien ni tampoco discusiones que no lleguen a un punto medio. Soy consciente que me queda un largo camino por delante, por seguir creciendo y aprendiendo cosas nuevas. Pero me alegra tanto tenerle a mi lado siendo mi compañero.

—Hoy te veías linda, mi mandril —dice suavemente, acariciando mi cabello con cariño.

Sonrió ante el apodo, que si bien lo odio, hay veces como esta en que me encanta que me llame de esa manera.

—¿Solo linda? Me cambie exclusivamente para ti.

—Si, solo linda.

Le doy un manotazo en el pecho que le hace reír, termina por apretujarme mas hacia él.

—Gracias por hoy. Realmente gracias—no quiero llorar, así que me retengo las lagrimas, escondiendo mi cabeza entre su pecho.

—Gracias a ti.

Me separo un poco de él para mirarle confundida, sin entender a que se refiere.

—¿A mi? ¿Por qué?

Se lo piensa un momento, mordiendo sus labios con indecisión. Me pongo en alerta, deseando que algo sumamente cursi y romántico salga de su boca. No lo hace en muchas ocasiones, pero es magnifico cuando lo hace.

—Solo gracias.

—Anda, dime. Yo sé que quieres decirme. ¡Dímelo!

Gruñe en respuesta, y en lo que estoy por reclamarle con mas entusiasmo, sus labios se apegan a los míos en un beso que comienza casto y que va avanzado en un beso suave y cariñoso. Yo me dejo llevar entre sonrisas, aferrándome a su cuello y acariciándole el cabello desde la nuca tal como le gusta.

Entre besos uno mas indecoroso que otro, risitas y susurros de amor, Yoongi se duerme entre mis brazos, abrazándome por el estomago. Sigo acariciando su cabeza mientras le observo siendo lo amoroso que le cuesta ser despierto, pero dormido se desinhibe por completo.

Mis pensamientos vuelven a mi madre, recordando la felicidad que experimente el volver a verla en los videos, el saber que mi deseo y el de Nara se cumplieron sin tener ni un poquito de fé en que ocurriría. Yoongi logro traerlo hacia a mi, pero no fue solo él, sino que también mi familia y mis amigos cercanos hicieron un esfuerzo para darnos este regalo.

Sunmi decía que amar es un milagro, y son momentos como este que me hacen darle la razón. El amor hace cosas como estas: acompañar, crecer a la par, compartir, preocuparse, consolar, comprender, esforzarse, demostrarlo en pequeños o grandes detalles. No todos tienen la capacidad de amar, no todos tuvieron la oportunidad de ser amados. Ser amada de esta manera me hace pensar cuan afortunada soy.


A eso de la tres de la madrugada despierto con la necesidad de un buen vaso de agua. Al parecer, Nara sintió lo mismo porque la encuentro en el pasillo al mismo tiempo que salgo de mi habitación. Bajamos a la par en busca de no hacer tanto ruido, aunque termino por resbalarme en el ultimo y causando un gran estruendo.

Nara se echa a reír de mi torpeza mientras yo duras penas me puedo levantar.

—Gracias, hermana —mascullo molesta, sintiendo el dolor en mis rodillas. Al menos puse las manos hacia al frente, de lo contrario de seguro me rompía la nariz otra vez.

—Eres una tonta —se ríe aun mas.

—¿Niñas?

Miramos hacia delante por donde nos llama la voz de papa. Esta en sentado en el sillón de la sala con la televisión prendida, enviándonos una sonrisa cariñosa. Tardo un momento en darme cuenta que hace, mas no pierdo tiempo en acercarme a él: esta viendo los videos de mamá por su cuenta. Nara me imita, sentándose del otro lado del viejo mientras nos acurrucamos a su alrededor y nos tapamos con una cobija.

—¿No podías dormir?—pregunto enredando mi brazo con el suyo. Menea la cabeza en negación—Has tomado mucho café. Te hará mal.

—Es verdad. Tienes que dejar de tomar tanta cafeína.—le regaña mi hermana en un tono mas empalagoso.

—El mío era descafeinado —nos recuerda con tranquilidad y a la vez divertido. Somos unas pesadas por nuestra cuenta, juntas somos un dolor de cabeza—Solo quería ver a su mama un poco mas.

Dejo reposar mi cabeza en su hombro en muestra de consuelo, esperando que algún día su corazón sane, deseando que sea en un futuro muy cercano. Nos quedamos frente a la televisión los tres abrazaditos, admirando a Sunmi bailar una de sus canciones encima del escenario mientras su sonrisa mágica se extiende por todo su rostro, dándonos con un simple gesto una magnifica noche.

"¡Feliz navidad!"—chilla Sunmi saludando a la videocamara. El publico se expresa entusiasmado entre chillidos y aplausos—Que estas fechas siempre se tiñan de alegría y de mucho amor. Disfruten con sus familias y con sus seres queridos como yo lo hare esta noche. Amen mucho y no se dejen engañar por el rencor ni por la melancolía. Amar es un milagro, así que sigamos haciendo milagros. ¡Los amo!


Jaeger.
Jaeger.


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