Anam Cara.

—¡Demian! —una voz me llama a mis espaldas, cuando volteo me encuentro con Ejlaal Martínez quien en las últimas semanas ha hecho campaña por Hamilton, dirijo mi mirada al director que parece haberse rendido y ha empezado a hablar con una estudiante que parece pelear por que su obra no ha quedado—, espero poder contar con tu apoyo en las siguientes semanas —me dice con una sonrisa y no puedo evitar reír, Ejlaal sabe haría lo que fuera para que representáramos Hamilton—. No sería nada sin mi Aaron Burr.

—Bueno, tienes a tu Aaron Burr en mi —le confirmo— Ahora necesitas convencer al resto del club.

—Me hieres —dice mientras se lleva una mano al pecho con dramatismo—, no podría interpretar a Alexander Hamilton sino pudiera convencer a unas cuantas personas.

Rio de sus palabras y veo como alguien más se acerca a nosotros. Marina Nyugen se detiene frente a nosotros y nos mira inquisitivamente.

—¿Y bien? ¿Serán ustedes quienes defiendan la causa? —no puedo evitar reír por su uso de palabras y eso me gana un golpe en el brazo.

—¿El cielo es azul? ¿No hay aire en Marte? ¿Tu serás quien interprete a Eliza? Esas cosas no se preguntan, Marina.

—Eso no me lo tienes que decir a mí —me detengo antes de decir algo más porque teóricamente yo soy el hermano mayor por tres años, en algún universo alterno yo debería ser el adulto responsable que cuida de su hermano y lo protege y no al revés. Pensar en esto solo me molesta, fantástico, Jacob, te has arruinado el día antes de que inicie.

Mientras saludo a un chico que estoy casi seguro está conmigo en periodismo alguien choca conmigo, las cosas de la persona caen al suelo y me agacho para ayudarlo.

—Lo siento mucho —el chico debe ser de mi edad quizás unos años más joven y por una extraña razón se me hace conocido, de esas caras que me digo que no debo olvidar, pero aun así lo he hecho—. No veía por donde iba.

—No te preocupes los accidentes pasan —mientras recojo los papeles que han caído al piso lo miro por momentos, me doy cuenta que no lo conozco de Brighton, pero de alguna ciudad en la que vivía antes, pero mis memorias siempre se vuelven borrosas cuando trato de recordar algo más allá de Shanghai. El accidente ocupando la mayor parte de mi atención y haciendo que olvide cualquier momento feliz de mi infancia—. Soy Jacob, Jacob Greyson.

Paso la voz del profesor a segundo plano y me quedo mirando momentáneamente a este Todd, no puedo recordar su nombre y eso que la clase lleva varios meses y conozco a la mayoría, me debo ver voy raro al quedarme mirando al chico para hay algo que no me deja apartar la vista de él.

Por un momento soy feliz y luego me doy cuenta que parece ser algo estúpido. Nunca he hablado con este chico en mi vida, durante meses nunca lo he visto en la clase y apenas he aprendido su nombre, no debería estar contento al contrario quizás debería estar camino a un ataque de pánico inducido por tener que trabajar con una persona nueva. Pero estoy feliz y no puedo evitar ignorar todos mis pensamientos lógicos. 

Cuando me volteo para hablar con él, quizás presentarme y pensar como empezaríamos el proyecto, me encuentro con que él me esté mirando y vaya si las miradas pudieran matar, yo ya estaría muerto. Me pregunto qué he hecho, quizás se ha dado cuenta que lo he estado mirando de una manera no tan discreta, quizás sabe quién soy y ha escuchado de mi reputación, quizás si lo conozco de algún lugar y no le caigo bien.

aquellas almas destinadas a estar juntas podrían encontrarse en las situaciones más favorables y desfavorables del universo. Podrían reconocerse de inmediato, podrían tardarse, pero jamás podrían luchar contra la ansiedad de estar separados. Esas almas se necesitaban mutuamente, así como Arthur y Constance quienes no tenían idea de que se amarían con tanta intensidad.

—Lo sé, ya no puede comprender las tácticas de coqueteo. Se ha vuelto una amargada desde que ese chico le terminó en Londres.

— ¡Piper saldrá con un empresario! —muerde sus labios.— ¿Es guapo?
(...)
—Por supuesto que lo es, no escogería un mal candidato. Es un conocido.

—Ya ha pasado tiempo desde Logan, debes olvidarlo y ser feliz.

—Soy feliz. Ya lo olvidé.

—Ahora dilo sin llorar.

Ser adulto apesta.