Anam Cara.

Aayy! Por fin tenemos el primer capítulo ya lo leí por completo pero mi celular no me deja postear comentarios largos xd así que cuando pueda edito este post con mi comentario  

hi, bby:

gracias chicas,   espero el próximo capi muy ansiosa 

Puedo contar con los dedos de las manos los hechos que han convertido a Reaven Inoue en una alcohólica con depresión crónica en tratamiento. Tales como el abandono por ambos progenitores, el alcance de tener una hermana gemela mucho mejor en todos los aspectos, o, quizás, el constante sentimiento de saber que nunca voy a ser suficiente para mí misma. Los demás me valen mierda, siempre puedo mandarlos al carajo cuando el inconveniente surge. El problema es peor cuando yo misma soy mi propio enemigo.

Estoy rompiéndome la cabeza en tratar de explayar todo esto en mi nuevo diario íntimo. Según Stella, mi psicóloga, esto ayudara a que yo pueda expresarme sin necesidad de sentir la necesidad de restringirme. Así que solo anoto lo más importante mientras espero afuera del aeropuerto a que el idiota de Roy, mi hermano mayor, pase a buscarme de una vez por todas. Llevo una maldita hora esperando.

“Reaven Inoue. 22 años. Estudiante de Idiomas y recién salida del centro de rehabilitación de las costas de Malibú. Me mude a Brighton, Londres (vaya cambio de ambiente, joder) porque la última vez que estuve “bajo el cuidado” (comillas porque me parece una mierda que me traten como niña) de Rachel, mi hermana mayor, hice algo estúpido y, apenas con un pie afuera de la instalación, ya tenía mi pasaje reservado. Viviré con mi hermano, esperando a que meta sus malditas narices en sus asuntos de mierda antes que tenerlo pisándome los talones como le encanta hacerlo…”

Releo lo recién escrito y me frustro. Odio escribir, así que lo tacho rápidamente e intento empezar de nuevo. Pero así como viene la inspiración, así se va y guardo el maldito cuaderno. No soy escritora, para que mentir. Solo sé leer libros y traducirlos, más no estoy calificada para escribirlos.

Estiro mis piernas y dejo mis manos dentro de los bolsillos de mi chaqueta con las maletas a mi lado. No tengo idea que habrá empacado Rachel, ni siquiera pude volver a mi habitación para tomar algunas de mis pertenencias, considerando que viviré al otro lado del mundo.

—Es lo que te mereces por hacernos esto. Haz perdido todos los privilegios.

Refute y pelee todo lo que pude. Rachel no cedió y me llevo al aeropuerto de todas formas. No me despedí de ella, lo suficientemente molesta porque que derivara el problema a otra persona. Y está bien, la entiendo. Tenerme bajo control es difícil, demasiado, incluso para mí misma. Cada día es una pelea. A veces, en las mañanas solo alcanza abrir los ojos para darme cuenta lo triste que me siento y lo mucho que deseo que sea un nuevo día, desaparecer y reaparecer cuando la ansiedad se haya marchado y la angustia deje de tirarme hacia atrás.

Furia y tristeza me embargan en mi silencio mientras trato de retener lagrimas que insisten con salir a flote. Rachel se deshizo de mí tal como mis padres, como Roy y Beltrán, como Reiran. Todos se fueron. Todos se fueron y yo…

—1, 2, 3 —comienzo a contar mientras respiro profundo y suelto lentamente el aire —4, 5, 6…
Llego hasta 20 y recién allí vuelvo a mi eje. Saco rápidamente el cuaderno y comienzo a escribir rápidamente, esperando que el consejo de Stella realmente sirva.

“No pienses. Si piensas demasiado, empezaras a sentirte triste, y si empiezas a sentirte triste, entonces no querrás levantarte de la cama, y si no te levantas de la cama en la mañana, creerán que te la pasaste de pendeja en la noche cuando lo único que tratabas era de dormir y el insomnio no te da revancha. No pienses porque si piensas, entonces querrás beber, drogarte y tener sexo con cualquiera solo para no pensar. No pienses. Solo no pienses, Reaven...”

Dejo caer todo dentro de mi mochila de jean gastada y me levanto del suelo, decidida a ir a un teléfono público para contactar al bastardo. Primera hora en la nueva ciudad y por poco me pongo a llorar. Lo peor es que Rachel solo me dio unas monedas en caso de emergencias, ni siquiera un celular o dinero porque creería que lo vendería y me iría a un bar a beber—mentiría si no dijera que ese pensamiento paso por mi cabeza desde que me subí en el avión.

—Reaven.

No es como si no me hubiese esperado escuchar esa voz una vez que llegara a Brighton. Después de todo, Roy es su mejor amigo y rara vez se los ve separados. Pero realmente no espera que fuera tan pronto.

Tener a Beltrán Mustang cerca de mi es un golpe fuerte causa el movimiento de contracción y dilatación del corazón; un corazón completamente rendido a su ser. Con la piel de gallina y la respiración irregular, giro lentamente para verlo. Beltrán siempre ha mantenido esa presencia fuerte e intimidante, con un rostro atractivo y ojos cafés profundos, aunque amables. Me lleva al menos 20 cm por delante, que tengo que levantar la cabeza para observarlo mucho mejor. Se ha dejado crecer el cabello, y casi siento la necesidad de enterrar mis dedos en su cabellera.

La efusividad se intensa cuando nuestros ojos se hallan el uno en el otro. No tardo en sentir sus brazos rodear mi pequeño cuerpo en comparación al suyo, y aunque en un principio me tenso y no correspondo, solo tardan pocos segundos en que se lo devuelva. Fue Beltrán quien me salvo la vida y no lo he visto desde entonces. Nuestra despedida estuvo llena de gritos de mi parte y juramentos de odio y muerte. Todavía me persigue su rostro triste y devastado cuando prometí que nunca más volvería a tener la suerte de estar conmigo. Lo cierto es que yo tengo suerte que él aun me quiera, así toda desastrosa como soy.

Se separa lentamente de mí, pero no del todo. Aun rodea sus brazos alrededor de mi cintura. Mantiene una sonrisa suave en el rostro, no por ello menos autentica y real.

—¿Cómo estás?

—Sobria—me encojo de hombros. Mi humor no parece gustarle demasiado porque su gesto decae—Bien, si eso es lo que querías saber.

Le acaricio su cabello y sonrió. Lo he extrañado tanto.

—Me gusta así.

—Lo sé.

Pese a que me gustaría estar por toda la vida en esta posición, tengo que separarme y mantener distancia. Volver a arrastrar a Beltrán a mi desastrosa batalla no es algo que merezca. Tampoco puedo sacarlo de mi vida así tan fácilmente.

Parece captar mi mensaje y pronto va hacia mis maletas, tomándolas en cada una de sus manos. Le sigo hasta su auto, su nuevo Chevrolet. Hay pocas cosas que le apasionan, entre ellos los Chevrolet. Subo en asiento de adelante y no tarda demasiado en subirse y arrancar.

La música nos acompaña ligeramente. El silencio con Beltrán nunca ha sido incomodo o molesto, ni siquiera cuando discutimos. Me siento tan bien cuando estoy con él, incluso mejor que con las pastillas.

—¿Por qué Roy no vino por mí?

—¿Estas decepcionada? —pregunta aun con su mirada concentrada en la carretera.

—No, pero creí que él vendría a recogerme. Eso me dijo Rachel.

La sonrisa que se extiende en su rostro la conozco bien.

—¿Algo que quieras compartir?

Aprovecha el semáforo para responderme.

—Roy no sabe que estas aquí.

Mis ojos se abren al tope.

—¿Qué dijiste?

—Que Roy no sabe que estas aquí. Yo hable con Rachel.

Por poco y no se me cae la barbilla hasta el piso. No debería de extrañarme. Rachel siempre fue fan de nuestra relación, decía que me volvía más humana con Muss a mi lado.

—Entonces… ¿voy a vivir contigo?

—¿Decepcionada de nuevo?

Obvio que no. Por supuesto que no. Incluso siento mi corazón temblar el solo pensar en compartir el mismo espacio que él. Aquí el conflicto se convierte en que yo no voy a poder seguir con mi autocontrol por mucho tiempo, y lo cierto es que no quiero de caer con Beltrán tan cerca de mí. No podría decepcionarlo realmente.

—Me niego a cocinar.

—Yo también. Para eso lo tenemos a Roy.

—No termino de entender. ¿Puedes explicarte?

—Lo sabrás en cuanto lleguemos.

Su respuesta no me convence, pero no tengo otra que esperar. No va a decirme nada, prefiere mantenerme en la intriga. Y no sé por qué presiento que, o va a desagradarme un montón o va a gustarme mucho lo que tiene para mostrarme.




Siento el alma volver al cuerpo cuando entierro mis pies en la arena y las olas se rompen en mis tobillos. Ignoro el frio y la humedad. Puede que no tenga el sol ni el calor de Malibú, ni que esta sea la casa donde me críe ni que el atardecer este por desaparecer. Pero estar en la playa es como volver a casa después de vagar por un siglo sin rumbo fijo.

Comprendo porque Muss quería esperar: quería mostrarme la hermosa vista que mantiene mi nuevo hogar. La casona era de sus abuelos, quienes emigraron hacia Malibú a vivir con sus padres. Se la cedieron hace algunos años y, desde entonces, ha estado viviendo aquí con Roy. Me pregunto porque no lo supe antes, o si fue de las tantas cosas que dijeron y yo me ocupe en ignorarlos porque me mantenía más pendiente de mis propios problemas.

—Reev—me llama. No volteo a mirarlo, necesito observar un poco más el horizonte infinito—Entremos. Tienes que instalarte en tu nueva habitación.

—Solo un minuto.

Acepta mi petición, y me deja otros cuatro más antes de entrelazar con lentitud mi mano con la suya, tirando levemente de ella. Le sigo, observando su espalda y notando otro cambio en él: está más fornido, no parece el chico flacucho que recuerdo. Mis brazos arden. Quiero abrazarlo y no soltarlo jamás. No lo hago, por obvias razones.

De la arena, subimos por la escalera de madera que conduce hacia el patio delantero lleno de césped fresco y bien cortado. La casa es de dos pisos de estilo inglés clásico, tiene un balcón general a lo largo y ventanas grandes y una puerta de cristal para acceder. Por debajo, hay columnas de mármol, mesas de madera y banquetas apiladas a un costado. Parece sencilla desde afuera, pero por dentro es mucho más grande y amplia. Pese a que atardece, la luz se filtra por las ventanas y es lo bastante luminosa para distinguirla. Las paredes son de color hueso mientras que los detalles son hechos con un azul obscuro. Hay escritorios ordenados uno enfrente del otro, computadoras y laptops, papeles por doquier y hasta máquinas de café. Se ve todo menos un hogar.

—¿Qué demonios?

—No teníamos donde empezar, así que decidimos usar esta casa para crear nuestra propia oficina —contesta Beltrán detrás de mí, sobresaltándome. Esta recostado en el marco de la puerta con su pequeña sonrisa, orgulloso de sí mismo.

Vuelvo hacia delante, convencida que están realmente locos por poner su oficina en una casa frente a la playa.

—Se nota la falta de capital.

—Eso no importa si hacemos bien nuestro trabajo. Ven, te enseñare tu habitación.

Le sigo, todavía sin salir de la impresión. Sé que Beltrán y Roy pueden tomar por sorpresa a cualquiera cuando se lo proponen, pero no pensé que estuviesen tan acomodados y decididos sobre los videojuegos. Al principio me reía de sus planes y como pensaban hacerse ricos solo sentándose por horas a jugar. Pero, nuevamente, recuerdo que he estado demasiado metida en mis mierdas como para prestar atención a los demás. Me he perdido de mucho, y esto es una de ello.

Beltrán me lleva por el patio trasero de la casa, también lleno de césped y con arboledas que dejan caer sus ramas con belleza. A un costado, hay una escalera caracol de color negra que lleva hacia el segundo piso desde afuera. El pelinegro sube las maletas sin problema mientras que yo trato de observar todo con atención, no quiero que nada se escape de mí. Llegamos al final donde hay una pequeña azotea, está adornado con un sillón de madera, plantas de distinto tipo y color alrededor. Abre la puerta frente nuestro y me deja pasar primero. Curiosa y sin poder dejar de estar sorprendida, entro y prendo la luz a mi costado. Me han dejado el ático como habitación, o, mejor dicho, un ático convertido en mono ambiente. Las paredes son más altas de lo que comúnmente es, aunque siguen uniéndose en triangulo con ventanales largos a los costados. Allí adentro hay una cama, una biblioteca de madera construida contra la pared, una cocina y un pequeño refrigerador. Noto que al costado hay otra puerta. Inspecciono y descubro un modesto baño.

—¿Esto...?

—Lo siento. Es lo que pude hacer en poco tiempo.

Se me cierra la garganta. ¿Lo reformo? Porque no me creo que todos los áticos de Brighton sean así.

—Está bien. En verdad, era más de lo que esperaba —contesto aun sin salir de mi sorpresa. Pensé que estaría atada y constantemente en vigilancia, pero hasta pensó en que tenga mi espacio personal.—A Roy no va a gustarle que este aquí.

—Roy tendrá que aceptarlo —responde sin más y deja en mis manos la llave.—¿Haz pensado que harás ahora?

—Lo cierto es que Rachel me despacho antes de que pudiera pensarlo siquiera.

—Las universidades aun tienen las inscripciones abiertas —me informa. Finjo que me interesa, lo cierto es que no tengo cabeza para pensar en ello—Estas en tercer año de Idiomas, ¿cierto?

—Si.

Parece pensar algo por un momento, observándome minuciosamente. Tengo que abrazarme a mi misma, sus profundos ojos me ponen nerviosa y se pasa por mi mente miles de cosas que no deberían suceder nunca.

—Tengo una propuesta para ti.

—¿Para mi?

—La discutiré con Roy y te comentaré de ello luego—deja sus manos dentro de los bolsillos de su saco—Te dejare para que te acomodes.

Se gira con intención de marcharse hacia la salida. Por impulso, le tomo del brazo, deteniéndolo. Nuestros ojos se encuentran y la magia vuelve a ocurrir: las piernas me tiemblan como gelatina, mi corazón bombardea sangre tres mil veces más rápido e inevitablemente observo sus labios con intensión de solo perderme en ellos.

Lo suelto en cuanto me doy cuenta que Beltrán piensa lo mismo.

—Gracias.

Solo me mira un momento más antes de asentir y marcharse. Me dejo caer en la cama tras un largo suspiro y pienso una y otra vez como Rachel no me dejo quedarme con ella. Estar con Beltrán y Roy va a ser un problema, sobre todo con el primero.

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Una ola de aplausos y gritos de felicidad se escucha por toda la oficina cuando Beltrán anuncia que el contrato con Epic Games para la nuevo edición de Fortnite. Hemos trabajado todo el verano para terminar con el boceto, incluso viajamos a América en un breve viaje de negocios en el que presentamos nuestro material. Los directores quedaron impresionados que una empresa de video juegos tan pequeña y con recién graduados al frente, pudieran hacer un gran trabajo.

Me uno a los aplausos hacia Beltrán, pronto estira una mano apuntando en mi dirección y los aplausos me llueve. Sonrió por ello y no evito darle un gran abrazo que le cuesta corresponder. Hemos trabajado como locos en lo que era nuestro sueño, y ahora cumplido, lo único que nos queda es seguir sosteniéndolo con alegría.

—¡Esto hay que celebrarlo! —exclama Charlie, uno de nuestros amigos desde la universidad y parte del equipo.

—Claro que sí. Pero será mañana —todos se quejan por la decisión de Beltrán, este no parece tomarlos en cuenta —Tengo otro compromiso que atender.

—¿Es una cita, jefe? —bromea otro de los chicos.

—Les agradezco todo el empeño que han puesto en este videojuego y la confianza que han depositado en nosotros—termina con las bromas, yendo a un punto más serio. Todos se ven conmovidos por las palabras de Beltrán, él nunca es demasiado afectuoso—Tenemos tiempo antes de comenzar con el verdadero trabajo. Tómense dos semanas de vacaciones.

Nuevamente, los chicos explotan de emoción y lo dejan irse, pues están mas entretenidos por comentar entre ellos los beneficios que traerá esto y lo mucho que su esfuerzo ha sido recompensando.

—¿A dónde tienes que ir? Pensé que iríamos a cenar todos juntos—le sigo caminando hacia la salida de la casa

Beltrán no dirige mirada alguna hacia a mí, solo busca las llaves de su auto en su maletín.

—Tengo algo que resolver y estoy llegando tarde. ¿Hoy no tenías una cita?

—Ayer tuve una cita, te lo platique en la noche. ¿Tú me escuchas o qué?

—¿Sobre la chica linda que apenas te prestaba atención? —dejo los ojos en blanco por la burla—¿Vas a volver a invitarla?

—¿Debería llamarla? Digo, ayer fue la cita. ¿No sería muy pronto?

Beltrán sonríe sin más con la mano en el picaporte y un pie afuera.

—Si alguien te gusta no hay porque complicarse. Haz lo que quieras, Rory.

Suelto una risotada y lo dejo irse. Los consejos de Beltrán nunca van más allá de “haz lo que quieras”. Ni afectuoso ni muy conversador. Si no lo conociera tanto, juraría que es un cactus andante.

Busco en el chat de whatsapp el contacto de Piper, mi cita de ayer, y pienso detenidamente si debería hablarle. Esto del amor es un juego de tira y afloja, y lo cierto es que no quiero asustarla y arruinar las cosas. Es linda e interesante, aunque un poco despistada. Guardo el teléfono en mi bolsillo y giro hacia mis amigos.

—¡Ey, chicos! Vamos a beber, yo invito.




Temprano y sin poder dormir más, termino por vencer la vagues con una ducha tibia y voy en busca de un café a la cocina. Ayer llegue tan ebrio que solo recuerdo a Charlie dejarme en el sillón de la entrada y a Muss pateándome el culo para que suba a mi habitación.

La mañana esta fría y tengo que enredar mi cuerpo con una cobija delgada para soportar el frio. Subo la temperatura de la estufa y espero lentamente a que se caliente al igual que el agua para mi café.

—Roy.

Busco con la mirada a la persona que me ha llamado. Se me cae la mandíbula al suelo al verla aquí.

—¿Reev? —expreso sin salir de mi impresión.

—Hola—rasca la parte de atrás de su cabeza, incomoda.

De impulso, voy hasta ella y la abrazo con fuerza. Siento mi corazón latir mil veces más rápido, y es que la última vez que la vi era otra: completamente fuera de sí, frenética y expulsando odio por todos lados. Acaricio su cabello mientras ella va corresponde el abrazo, aunque no con la misma intensidad. Acuno su cabeza entre mis manos al separarme de ella, Reaven no puede sostenerme la mirada, y yo no puedo dejar de sonreírle.

—¿Estas bien?

—Sí, lo estoy.

—¿Qué haces aquí? Pensé que Rachel…

—Dijo que sería mejor si tú te ocupas de mí.

Termino por alejarme. Reaven nota el cambio de humor en mí, y es que no puedo disimularlo. Estoy contento de verla y que este bien, pero no estoy convencido eso último.

—No me dijo nada.

—Hablo con Muss—aclara su garganta y se abraza a sí misma.

Me da migraña de solo pensar en un nuevo drama de estos dos. Los quiero a ambos, pero por separado. Beltrán y Reaven nunca fueron una buena combinación.

—Y, eh… ¿Cuánto te quedaras?

Reaven se queda frente a mí con los brazos cruzados mirándome directamente, el odio azota por sus pupilas y tengo que soportarlo, soy un borde a veces. El tenso ambiente no desaparece con Beltrán entrando en la cocina; es más, lo empeora.

—Buenos días—dice en nuestra dirección, ignorando el gran problema que produjo.

—¿Puedes dejarnos a solas? —mi tono de voz no pierde la usual amabilidad, pero la molestia se filtra.

Beltrán me echa una mirada mientras termina su café. Observa a Reaven como esperando su aprobación. Solo basta con que ella asienta para que Beltrán se marche. Es por esto que no me gusta. Beltrán haría lo que fuera por Reaven y ella lo sabe, se aprovecha de eso y terminan lastimándose entre ellos.

—Solo dilo, Roy—suelta bruscamente una vez que el pelinegro se marcha—No quieres que este aquí, ¿cierto?

—No, no quiero —digo con honestidad. Reaven no se inmuta, pero la conozco bien. Le duele como a mí me duele—No quiero porque sé que te vale mierda cualquier cosa que Beltrán y yo te digamos.

—Estoy intentándolo, Roy.

—Con intentarlo no ganas nada, Reaven. Hace años vienes intentándolo. No quiero que lo intentes, quiero que lo hagas y ya. —extiendo una mano hacia ella. La mira sin comprender.

—¿Qué?

—Dame tus medicamentos. No volverás a manejarlos por tu cuenta.

Abre la boca, indignada.

—¡No! ¿Por qué debería dártelos?

—Porque la última vez que los tuviste a mano…

—Ya lo sé, ¿no puedes superarlo?

—No, no puedo. Dámelos.

—Tú no quieres que los tome.

—Si fuera por mí, en tu vida volverías a tomar una mierda como esa. Pero sé que las necesitas para tu tratamiento. Ahora dámelas.

Como si la leyera, saca las sus frascos de pastillas y de los deja en mi mano, no sin antes dirigirme de las peores miradas.

—No era necesario que me la pidieras como un criminal. Desde el principio pensaba dártelas.

No le creo ni un poco. Solo las guardo en mi bolsillo.

—Beltrán y yo las administraremos.

—¡No! No quiero a Beltrán metido en esto.

Concuerdo con ella. Mientras menos contacto entre ellos, mejor. Está por salir de la cocina, estiro una mano hacia ella y le tomo suavemente del brazo.

—Reaven.

—¿Qué? ¿Ahora qué? —gira con brusquedad, deshaciéndose de mi agarre.

—No quiero que te involucres con Beltrán de nuevo.

Se queda callada, seria.

—No pensaba volver con él.

—Sabes a que me refiero.

—No es mi culpa que tu amigo ande detrás de mí.

—Ya te lo dije y te lo he dicho antes: no me gusta Beltrán y tú.

—¿Tienes miedo que lo arruine? —suelta con sarcasmo

No contesto. No contesto porque es la verdad.

Los ojos de Reaven se llenan de lágrimas y a mí me duele como mierda, pero no me gusta mentirle ni hacer la vista gorda. Ya no. Orgullosa como es, se las quita las lágrimas en un solo segundo.

—No te preocupes. Yo también sé que soy una perdedora a comparación de Beltrán.

—Nunca dije eso.

—No, aunque no signifique que no lo pienses. No te preocupes, no voy a arruinar a tu socio con mis mierdas.

—Reev…

Me lanza la rejilla en la cara y se va dando fuertes pisotones en el piso. Largo un enorme suspiro y me siento en el taburete de la isla. No es que no sea feliz con ella aquí, y sé que debí haber actuado más comprensivo. El problema es que Reaven es difícil de manejar, y lo cierto es que si Muss la respalda como siempre lo ha hecho, será imposible.

No pierdo más tiempo y marco el número de Rachel, nuestra hermana mayor. Tarda tres llamadas más para que logre contestar al fin.

—¿Qué mierda quieres? —inquiere de malhumor.

Ninguna de mis tres hermanas ha tenido un buen carácter, y son mucho peores cuando las despiertas. De todas formas, no puedo esperar para arreglar esto. No cuando se trata de Reev.

—¿Por qué no me dijiste que Reaven viviría conmigo?

Se tarda unos segundos en contestar. La escucho moverse y la espero.

—Ella necesita estar contigo.

—Ella no me soporta, Rae.

—No es la única. Créeme.

Ignoro su comentario y procedo a lo importante.

—¿Planeaste esto con Muss?

—Reev lo ama y él a ella. ¿Por qué te jode tanto eso?

Rachel ya lo sabe, no es idiota. Lo ha notado y visto tantas veces como yo. Beltrán es insano a todo lo que se refiere a Reaven, y ella es tan egoísta y manipuladora, que sabe que, haga lo que haga, él no va a dejarla. El problema es cuando Beltrán es herido y termina tan mal o peor que Reaven.

—Por favor, solo dime que serán unas semanas.

—Roy, creo que tienes que aprender a no meterte en la vida ajena—dice con más suavidad, con ese tono materno que ha adquirido a través de los años y las experiencias—Tienen un asunto que resolver entre ellos. Solo te pido que le eches un ojo, no que vivas para ella. Tú también tienes tu propia vida.

—Sí, pero…

—Ya viste lo que paso cuando se quedo conmigo. No pude salvarla.

—No es tu culpa—repito como tanta veces se lo he dicho—Si Reaven no quiere salvarse a si misma, nadie podría hacerlo.

—Al menos tenemos que darle motivos por los que quiera estar aquí. Dejemos de tratar este asunto como un capricho, Roy.

—Nunca lo trate de esa manera. Lo único que quiero es que este bien.

—Va a estar bien Muss y contigo en un nuevo lugar—asegura con confianza—Conocerá a personas nuevas, dejara de relacionarse con los imbéciles de aquí, podrá empezar desde cero y estará cerca de quien esta enamorada. Muss le hace bien.

—Pero ella no le hace bien a Beltrán. Reaven…

—No seas tan dramático. Muss no es un niño y sabe a que abstenerse con Reev.

—Pero…

—¡Ya no me molestes! —grita tan fuerte que casi me sangran los oídos—Es tarde aquí y mañana tengo una exposición. También eres su hermano mayor, así que hazte responsable y deja de lloriquear como un bebe y de dramatizar como una vieja chismosa. Mejor búscate una novia y ocúpate de tus asuntos.

Tranca la llamada tan rápido que me he quedado con todas las cosas atragantadas en la boca. Debería ser más justo con Rachel, ella fue quien más se ocupó de Reev en su época más inestable, al menos debería darle un descanso y a Reaven el beneficio de la duda si ella asegura que está cambiando.

Con eso en mente, procedo a terminar de hacer el desayuno y prepararle un té de limón a mi hermana, esperando que ello lime las asperezas.




Como Beltrán lo prometió, salimos a cenar en la noche para celebrar nuevamente y con él nuestro contrato con Epic Games. Solo asistimos el grupo de fundadores de la empresa: Beltrán, Charlie, Shawn y yo. Reaven nos acompaña luego de que le prometiera que le comería todo lo que quisiera.

Esperamos fuera del restaurante con Beltrán y Shawn fumando un cigarrillo. Reaven se mantiene aislada, más concentrada en mi celular jugando al Cooking fever que en nuestra conversación. Estoy pensando en comprarle uno nuevo. No me creo que se quedara todo el año encerrada en la casa.

—Hola, hola —dice Charlie al llegar contento. Repara en Reaven, sorprendiéndose—¿Y esa lindura?

Reaven pone los ojos en blanco mientras que Beltrán lo fulmina con la mirada. Shawn también la elogio y se ganó por parte de este un puntapié. Esta vez, soy yo quien golpea dándole una palmada en la espalda, sobresaltándolo.

—Es mi hermana menor, Reaven. —y con ello, definitivamente sentencio la cero oportunidad para él.

—¡Vaya, vaya! Sabía que tenías hermanas sexys, pero no pensé que… ¡Joder!

No debería alegrarme que Beltrán le haya dado un puntapié a Charlie, pero al menos me ahorre de golpearlo para que deje de mirar lo que nunca podrá tener.

—¿Y qué hacemos aquí?  ¿No deberíamos entrar?

—Estamos esperando a la reservación —contesta Shawn apagando su cigarrillo y tirándolo al cesto de basura.

—Deberíamos quedarnos al menos en el lobby.

Reaven es la primera en seguir a Beltrán. Me queda recordar las palabras de Rachel, de dejarlos fluir entre ellos y que puedan cerrar su historia o continuarla. Solo que es difícil saber que dos personas que quieres se lastiman entre ellos y no puedes hacer nada para ayudarlos, solo observar.

Pasa delante de mí la pequeña figura de una mujer y la reconozco al instante. La contemplo unos segundos antes de decidir si acercarme o no. Lo cierto es que me gusta cómo le sienta el vestido negro elegante y al cuerpo. Algo tira dentro de mí y ya no puedo perder más tiempo.

—¿Piper?

La mencionada gira hacía a mí con sorpresa. Le brindó una sonrisa automática, una que tarda en contestar, un poco cautelosa.

—Roy, hola—observa hacia atrás donde hay una chica y un chico hablando entre ellos. Supongo que son sus amigos—¿Qué haces aquí?

—Estoy festejando con mis compañeros— señaló al pequeño grupo hablando entre ellos. Ni Shawn ni Charlie pueden despegar la mirada de su amiga.

—¿Festejando?

—Cerramos negocios con Epic Games.

Me observa sin entender.

—Es la empresa que creo Fortnite, el videojuego que está de moda en este último año. Nos contrataron para hacer una nueva edición y....

—No creo que deberías contarle eso a extraños, Roy.

Beltrán aparece detrás de mí con Reaven a su lado, cruzada de brazos. Ella mira atentamente a Piper, curiosa. A su vez, Piper le devuelve la mirada de la misma manera.

—Disculpa, ¿te conozco? —inquiere Reaven para nuestra sorpresa.

—No, creo que no—la castaña no deja de obsérvala.

—Creo haberte visto en algún lugar…

—Si, a mí se me hace igual.

Comparten una mirada incomoda entre ellas antes de ignorarse. Procedo a deshacer el ambiente creado y hacer las presentaciones.

—Ella es Piper, una amiga. Piper, él es Beltrán, mi amigo y mi socio. Ella es…

—Puedo presentarme sola—me interrumpe brusca y vuelve a mirarla—Soy Reaven.

—Piper.

—Sí, ya escuche.

La respuesta áspera de Reev no pasa desapercibida por Piper, adoptando una posición mas hostil.

—Sucede que a algunas personas se les olvida fácilmente.

—¿Tu nombre o tu existencia?

—Nop, su propia ineficiencia.

Me cala a los huesos lo incomodo que se ve esto. Nunca sé que esperar de Reaven, pensé que solo iba a ignorarla como con las chicas que frecuentaba, lo que no pasó y Piper no es de las personas que se quedan calladas. En verdad, ninguna de las dos lo es.

—Touché.

—La mesa esta lista. Nosotros entraremos—avisa Beltrán y asiente hacia la castaña, despidiéndose. Toma de la mano de Reaven y la lleva consigo. Charlie y Shawn no pierden el tiempo y los siguen.

Sus manos entrelazadas son lo único que veo y suspiro. Es más difícil de lo que pensé. Tengo que hablar con Beltrán, es quien más insiste en estar con Reaven y ya no puedo dejar que la cubra en todos sus caprichos.

—¿Roy?

Tardo unos segundos en levantar mi vista hacia Piper. Frunce el ceño con curiosidad.

—¿Estas bien? Te veías molesto hace un momento.

Meneo con la cabeza para despejarme y le sonrió, aunque no alcanza demasiado.

—Lo siento, he estado pensando en muchas cosas últimamente.

—¿Cosas?

—Mi hermana—le resumo simplemente. Es muy complicado explicarle todo desde el principio y creo que podría asustarla.

—Ah…

—¡Hola! —su amiga salta desde su espalda y se acerca coqueta. No paso por desapercibido la mueca de molestia en Piper—Soy Imogen, ¿y tu nombre es…?

Extiende la mano y la tomo de inmediato, sonriéndole de regreso.

—Soy Roy, un gusto.

—¡Oh! ¿Roy? —canturrea mi nombre con insinuación. Piper pone los ojos en blanco—Eres más lindo en persona. ¿Estás aquí por algo en especial?

Omito en preguntarle si ya me ha visto en algún lado.

—Solo con mis amigos.

—¡Genial! Nosotras vinimos solo con Jason, un buen amigo—corre su cabello hacia atrás, luciendo su pronunciado escote—¿No le gustaría sentarse con nosotras? Podemos…

—No seas imprudente, Imogen—regaña Piper enviándole una mala mirada.

—¿Qué tiene de malo? Solo quiero conocerlo un poco más. Se ve simpático y…

—Discúlpala. No puede controlarse a sí misma —Piper intenta sonreír sin ser sarcástica. Yo intento no reírme por el pequeño enfrentamiento entre ellas—Nosotras nos retiramos a nuestra mesa. Llámame cuando quieras.

Lo último me toma por sorpresa. Por impulso, dibujo una enorme sonrisa en mi rostro.

—¿Lo dices enserio? —la seguridad que había en sus ojos se desvanece un poco y le llega la timidez—Entonces, te llamare pronto, Piper. Ten una gran noche. Adiós Imogen.

Paso de ellas saludándoles con la mano, contento que haya una segunda cita con ella. Recuerdo un detalle y tengo que volver, las encuentro en medio de una discusión en susurros que dejan suspendida al verme. Piper se pone roja cuando llevo un mechón detrás de su oreja. Solo puedo pensar lo linda que se ve.

—Estas preciosa, por cierto.

Hacemos contacto visual y lo es todo. Me gusta la sensación que se extiende por mi pecho y que haya rastros de que también le intereso.

Se aclara la garganta y se cruza de brazos, optando por una postura más fría.

—umm, gracias.

Sonrió por última vez y me marcho, ansiando que llegue tan esperada segunda cita.

capítulo 03

Demian T. & Jacob G. kai.