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Mensaje por Jaeger. Sáb 22 Jun 2019, 9:57 am

holi two | NLF - Página 7 1477071114 estoy terminando los comentarios, voy a subir pronto!! two | NLF - Página 7 2841648573
Jaeger.
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Mensaje por Bart Simpson Dom 23 Jun 2019, 1:16 am

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Mensaje por Jaeger. Sáb 29 Jun 2019, 9:53 pm


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Jaeger.
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Mensaje por Jaeger. Sáb 29 Jun 2019, 11:08 pm


holi:


capítulo 009 - Stark.
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Nastia Arlett
Había logrado lo que tanto quería: independencia. Mi espacio, mi dinero, mis propias decisiones. Ya no habría nadie que tuviera vigilandome las 24 hs para tener un comportamiento racional y, por ende, no tendría a Gun regañandome todas las noches por ser tan inquieta.

Por mucho que podía sostener la fachada de chica valiente e independiente, no es lo que realmente deseo. Siendo sincera, me gusta ser la niña mimada de papi que consigue todo con chasquear los dedos. Una vida mucho mas sencilla y sin tantos sacrificios. Pero es que sino haces sacrificios, no podrás superarte nunca. No podrás obtener todo lo que quieras. Hay cosas que el dinero no puede comprar.

Abandone todos mis privilegios para buscar a una sola persona: mi hermano, Nate Arlett. No veía a Nate desde hace seis años, cuando papá supo que era un caso perdido y que podía afectar aún más mi salud mental, así que lo echo de casa. Según él, era una mala influencia para mi. En ese tiempo, yo ya la estaba pasando mal y la situación con Nate había destruido todo lo que había logrado en años de terapía.

Pese a que no nos hemos vuelto a ver, las cartas enviadas y recibidas a través de los años nos mantuvo en contacto. Antes podía conformarme con dos cartas al mes, pero ya no es suficiente con solo imaginar como serían las cosas si volviésemos a estar juntos. Ya no cubría las aguas turbulentas dentro de mi; pozos profundos que parecían volverse mas oscuros y sin ningún retorno. Lo quiero en mi vida sin importar las consecuencias que conlleva.

Hasta hace unas semanas atrás junte coraje para decirle a Gun que dejaría la universidad y me mudaría a Chicago. Se negó, obviamente. Y yo no di mi brazo a torcer, por supuesto. La discusión se extendio por toda una noche donde quede afonica de tanto gritar y mis ojos se volvieron dos pelotas de lo mucho que llore. Al final, Gun accedió a dejarme ir. Eso si, me obligo a que dejara todas mis tarjetas de crédito arriba de la mesa y me tendió una tijera para que las cortara por mí misma.

Cruzado de brazos frente a mí con el ceño fruncido y respirando fuertemente por la nariz, Gun se sentía furioso y traicionado. Nunca mantuvo una buena relación con Nate, ni siquiera cuando mamá estaba viva. Ahora yo lo dejaba por su más grande enemigo, por muy infantil que sonase.

—¿Estás seguro que quieres hacer esto?—pregunte, señalandole las tarjetas.

—Si te vas de aquí, entonces significa que puedes vivir sin mi dinero—replico brutalmente. Creo que se lo decía más a él mismo que a mí, pues esto le dolía más.

Yo sabía que no estaba preparada para el mundo: trabajar, pagar la matricula, el departamento, la comida, sin hablar del calzado y las prendas. Es demasiado para mí, ni siquiera he tenido un trabajo en toda la vida. Por un momento, vacilé. Tenía miedo, mucho; solo que mis ganas de volver a ver a Nate fueron mas fuertes. Termine por cortarlas y el silencio que invadió nuestro espacio fue casi sofocante. Tuve que retener las lágrimas mientras levantaba la cabeza para mirarlo. Ya no me observaba furioso, sino triste.

—No te vayas, Nastia.

Por poco y me convence con ese tono. Me acerque a él y tome una de sus manos. Papa se relajó. Podría ser el embajador de Corea en Inglaterra, muy estricto con sus empleados e incluso con su propio hijo. Pero todo cambiaba para él cuando se trataba de mí.

—Tengo que ir a buscar a Nate.

—¿Y si sigue en la misma mierda? Las drogas no son un juego, Nastia. No es como en las películas.

—Si sigue con las drogas, entonces voy a hacer que salga de ellas—conteste con seguridad. No pareció convencerlo—¿Alguna vez no he obtenido lo que quisiera?

Sonrió y me dio un gran abrazo. Pese a que no me devolvería las tarjetas de crédito y no estaba de acuerdo con mi decisión, me despedí de mi padre con un gran cariño. Fue quien me crió antes y después de la muerte de mi madre, es mi gran compañero y mi gran amor. Nunca podría haberme ido peleada con él.

O tal vez nunca debí haberme ido.

Estoy arrastrando una maleta en cada mano, recorriendo las calles de Chicago en busca de dos cosas: empleo y un hogar. Lo que venga primero. O si lo cruzo a Nate, mejor. Gun no podía ser tan desalmado y me dio un sobre con billetes para que me acomode el primer mes. El problema es que mi ansiedad de comprarme cada cosa linda que viera está acabando conmigo, sobretodo si las tiendas de Chicago me ofrecen divinidades que siento la urgencia de gastarme todo. Tengo que pelear contra mí misma y centrarme en lo esencial.

El cartel de “se busca empleado” aparece en la ventana de una cafetería. Tanta es mi emoción que un chillido de alegría se escapa de mis labios, y aunque las personas se me quedan mirando como si estuviese loca, ellos no podrían comprender la oportunidad caída del cielo. Entro a la tienda tan rápido como las maletas me permiten, y solo es un momento en que el olor a café inunda mis fosas nasales. Es una cafetería familiar en la que la mayor parte de los clientes están acompañados de sus hijos o compañeros de trabajo, se ve acogedora y con cierto ambiente de los años ’50. Esto me recuerda a Drew Barrymore en “Como si fuera la primera vez”, solo que yo no pierdo la memoria después de dormir y mi gran amor veterinario de la fauna marina aún no ha aparecido.

Me acerco a la barra donde esta una mesera. Tiene el cabello castaño y largo que lo sujeta con una coleta de caballo en lo alto, rasgos delicados y lindos. Levanta sus ojos hacia a mi cuando estoy frente a ella, no me devuelve la sonrisa que le brindo.

—Disculpa, vine aquí por el anuncio—señalo el cartel.

—Ah, eso—asiente sin muchas ganas—Puedes dejar tu currículo. Se lo entregare al gerente.

—¿Currículo? —repito sin entender—¿Qué es eso?

La chica levanta las cejas en alto.

—Viniste aquí a buscar trabajo sin un currículo. ¿Es enserio?

—Es que no sé qué es…

No me contesta. Creo que incluso está esperando a que salte y le diga “¡es una broma!”, pero pronto se rinde al no obtener respuesta. La cacho observando mis maletas a mis espaldas con atención, y me pregunto si le gustara el diseño de mi Samsonite. La pregunta muere antes que pudiese pronunciarla.

—¿Eres nueva en la ciudad?

—Si, ¿cómo supiste?

—Las maletas—saca un papel y un bolígrafo, los deja arriba de la barra para luego deslizarlo hacia a mí—Anota tus datos y tu número de teléfono. No me creo que tengas experiencia laboral, así que solo anota eso.

Le doy la razón y dejo las maletas a un costado, sentandome en el taburete, lista para hacer mi currículo. La curiosidad me gana, pese a que solo dijo que llene mis datos, me tomo un minuto en buscar en internet que demonios es esa cosa rara de currículo. Resulta ser como una carta de presentación para aspirar a un trabajo y se me cae la cara de vergüenza. Estudie abogacía un año y todavía no sé qué mierda es un currículo—o no sabía hasta segundos atrás.

Lo hago rápidamente sin perder ningún detalle. Espero que tenga validez aunque sea escrito a mano, aquí en internet dice que debe tener una buena presentación para que llame la atención. Cuando la chica vuelve, se lo entrego a ella. Lo deja debajo de la barra y promete nuevamente dárselo al gerente.

—Siento molestarte de nuevo—le llamo otra vez. Ella asiente, esperando a que hable—Estoy buscando esta dirección —le muestro el sobre de una de las cartas de Nate. El remitente tiene la dirección de su casa, o al menos eso quiero pensar.

La chica lo lee y asiente.

—Es a unas calles—el corazón me da un brindo desde el pecho—Creo que a unas tres cuadras de aquí.

—¡Gracias! —exclamo emocionada y le extiendo la mano—Soy Nastia Arlett. Puede que de ahora en adelante seamos compañeras de trabajo.

Observa mi mano y titubea un segundo antes de tomarla, pero finalmente lo hace.

—Rynn.

—¿Cómo la de Sesshomaru?

Abre los ojos en grande, sorprendida. Estoy por explicarle que hablo de Sesshomaru, el hermano de Inuyasha; Inuyasha, el anime. Pero un cliente la llama y Rynn tiene que ir. Me despido de mi nueva amiga y me voy contenta hacia la salida. ¡Por fin sé dónde está Nate!

Dos minutos de caminar, tengo que volver corriendo a la cafetería. He olvidado mis maletas.

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Después de transitar por las calles y preguntar más de cinco veces, finalmente estoy en el departamento de Nate. O al menos estoy afuera de él, porque sé que vive en el número 27. El problema es que no parece haber nadie adentro. Por más que golpeo la puerta como condenada, nadie abre. Resoplo y me dejo caer sobre el suelo con mi chaqueta debajo de mi trasero, demasiado cansada para seguir caminando. Papá dijo que Nate estaba viviendo como un mendigo, pero creo que exagera. Si observo con atención el complejo de departamentos, se ve bastante decente a lo que me imaginaba. Si a la alfombra le falta una gran limpieza y las paredes están un poco descuidadas, nada que no pueda arreglarse.

Me cruzo de brazos y decido cerrar un instante los ojos. No he podido dormir bien en el vuelo por la emoción, apenas baje me puse a recorrer en busca de un empleo. No quiero dormirme, pero parece imposible no hacerlo considerando lo cansada que estoy.


Despierto tras el zarandeo de una mano en mi hombro. Abro los ojos y suelto un grito sin evitarlo, el hombre se hace para atrás con las manos en alto.

—¡¿Quién es usted?! —chillo incorporándome torpemente.

—El dueño del edificio —contesta aun precavido—Tranquila, solo quería preguntarte porque estabas afuera. ¿Eres amiga de mi sobrino?

—¿Ah? —lo miro sin comprender—¿Su sobrino?

—Sí, Lion.

Ya más calmada, acomodo mi despeinado cabello y trato de pensar con claridad. ¿Me equivoque de departamento?

—¿No vive aquí un chico llamado Nate Arlett?

—Oh si —habla más suave esta vez—Nate es un gran amigo de Lion, viven juntos.

—Comprendo —asiento avergonzada. ¿Cómo pude gritarle al casero? —¿Tiene alguna idea donde podría estar Nate? Es mi hermano.

—¿Eres la hermana de Nate?

Asiento, aunque él no parece creerme del todo. No es hasta que me observa con atención y el reconocimiento pasa por sus ojos.

—¡Si eres la hermana de Nate! Nastia, ¿cierto?

—Sí —pestañeo rapidamente con sorpresa—¿Cómo supo mi nombre?

—A Nate le gusta presumir de ti. Venga, te abriré para que le des una sorpresa.

La emoción se apodera de mí, tanto que doy un saltito cuando abre la puerta. El señor se ríe por mi alegría y me ayuda a traer las dos maletas dentro del departamento. Pese a que recordaba a Nate ser un desastre en lo que se refiere al orden, el departamento está completamente ordenado y limpio. No es tan grande como imaginaba, basta con una cocina a parte y el comedor y la sala juntos, tres puertas al fondo y un pequeño balcón hacia afuera. Sin embargo, se ve acogedor. Tal vez pueda quedarme un tiempo aquí a eso de que consiga un departamento, parece no haber ratas.

—Me llamo Félix. Es un placer, señorita.

Por poco y olvidaba su existencia. Estrecho la mano con el señor.

—Un placer.

—Bien, Nastia, te dejare para que te acomodes. La habitación de Nate es la de la derecha. Si necesitas ayuda, mi departamento es el 24.

Félix se va y cierra la puerta tras de él. Con curiosidad, no pierdo más de dos segundos en ir a la habitación de mi hermano. Su chiquero se me hace tan familiar que me da nostalgia de cuando vivía con nosotros. Nate se fue de casa a los 18 años después de haber estado un año en rehabilitación. No logro dejar su adicción a la cocaína. La última vez que lo vi había tenido una sobredosis y yo me veía atrapada nuevamente en una situación de terror. Le salvaron la vida, pero no volví a verlo.

Me siento en su cama y abrazo la ropa de mi hermano. Se ve tan grande y distinta a la que tenía hace seis años atrás, que el corazón casi se me parte el solo pensar tantas cosas que perdimos el uno del otro. Una fotografía mía enmarcada en su mesita de luz llama mi atención, y ahí comprendo cómo Félix pudo reconocerme. Fue la que le envié hace cinco meses atrás, ansioso de que descubriera cuanto había crecido. Me alegro de saber que no la guardo en un cajón y ya, sino que me tiene presente cada vez que se va a dormir.

Encuentro un papel arriba de la mesita de luz. Da una dirección y un horario del día de hoy. Reviso la hora en mi celular, ya ha pasado treinta minutos del encuentro.

—¿Puede que esté allí? —me pregunto a mí misma.

No puedo esperar a que regrese. Cojo mi cartera con un poco de dinero adentro y el papel en la mano. Si no puedo encontrarlo, siempre puedo volver y golpear la puerta de Félix para que vuelva a abrirme. ¿Era el departamento 24 o 44?


Lion Starkey


Termino el cigarrillo y tiro la colilla al piso, apagándolo con la suela de mi zapato. La noche en las carreras está más tranquila que de costumbre, por lo que me mantengo alerta. Esta es la calma antes de la tormenta. Las carreras recientes fueron con buenos perdedores cediendo sin más su automóvil o el dinero. Generalmente, se desata algún tipo de pelea que alerta a la policía y vienen a husmear. Por eso es que no me gusta tanta calma, ni siquiera están bebiendo la cantidad que acostumbran, otra cosa extraña.

Nate se posiciona a mi lado contando los billetes con sumo cuidado. Es mi mejor amigo desde hace años, lo conocí aquí en las carreras. Nate es el encargado de juntar el dinero de las apuestas, tiene su propina por ello. Nadie se mete con él porque les cae bien a todo el mundo y saben que si lo joden, pues los joden a todos. La última vez que alguien intento asaltarle ni siquiera tuve que intervenir, otros hicieron el trabajo sucio por mí y dejaron al tipo tirado en la entrada del hospital, solo porque Nate les dijo que no lo mataran. Un cabrón, pero tiene buen corazón.

—Creo que tendré con anticipación la renta, amigo —canturrea contento y me echa un vistazo—O puede que tenga más si apuesto todo el dinerillo que me gane en ti.

Pongo los ojos en blanco. Otra característica de Nate es que tiene malditamente suerte en todos los juegos: de mesa, las cartas, los caballos, las carreras. Nació con suerte, aunque él insiste todo lo contrario.

—Deja eso. Hoy no voy a correr.

Frunce el ceño de inmediato.

—¿Qué? ¿Por qué?

—Observa —le señalo con la barbilla el ambiente.

—¿Ariet coqueteando con una chica? ¿Qué tiene de eso extraño?

—No eso, idiota. Mira lo tranquilo que está la noche.

Tarda unos segundos más en asentir.

—Ya veo.

Nate se pone serio al igual que yo y guarda el dinero que ha ganado en el bolsillo. Algo no está bien, el problema es que no se sabe qué.

—¿Crees que será por asuntos de droga?

—No lo sé, pero los del otro bando también están precavidos —dirijo mis ojos hacia el otro lado de la pista. Capto uno observándome detenidamente, desvía su mirada de inmediato. Definitivamente, algo están planeando.

—¿Debería alertar a los demás?

—No, no queremos que se pongan paranoicos. Tranquilo.

—Iré a dar una vuelta por el lugar, solo para asegurarme —me da una palmada en la espalda, marchándose.

—Cuidado.

Bebo mi botella de cerveza mientras sigo observando hacia el bando contrario. Hemos tenido problemas con ello por diferentes asuntos, no sería novedad que se desate una pelea de todos contra todos aquí y que se valga utilizar lo que quieran, incluso armas blancas. Este tipo de ambiente nunca ha sido de mi extrema confianza, he estado aquí desde crío y, aunque en el pasado fue un lugar de escape, cada vez me gusta menos venir. Veo caras nuevas y no me agrada, problemas ya había desde siempre, pero desde que llegaron los nuevos las cosas se han estado cagando un poco más. He pensado dejar las carreras, solo que cada vez que intento hacerlo, Nate se viene aquí a vivir la emoción. Es ahí donde recuerdo porque vengo. No es por el dinero, no lo necesito. Solo quiero seguir sintiendo adrenalina.

—Oye, León—me llama Ariet.

Frunzo el ceño al escucharlo venir a pocos metros. No me gusta que me llame así, me he acostumbrado con el tiempo, lo que no significa que me desagrade menos. Nate y yo conocimos a Ariet por su hermano, Aren, un gran tipo; quien me inició las carreras clandestinas en Chicago y de los mejores conductores que he visto alguna vez. Sin embargo, no contó con suerte y murió hace tres años atrás, el mismo día que falleció Lily. Desde entonces, el lugar no es el mismo; Ariet, Nate y yo tampoco hemos sido iguales después de perderlos. Supongo que Ariet viene aquí para llenar el espacio vació que dejo su hermano, y quizá por ello no se dé cuenta que ha logrado ganarse uno propio. Es común verlo pasear en las pistas con su perro pug, el cual trata como si fuese su hijo, o conduciendo como maniático el carro que era de Aren. Exaspera a veces, pero es buen amigo tanto para Nate como para mi.

No tardan ambos llegar hasta a mí. Kou huele mis zapatos y se echa sobre ellos, lanzando un gruñido leve.

—No entiendo porque te quiere tanto. A ti ni te gustan los perros.

—Supongo que debe estar harto de estar contigo.

—Bah. Él me ama. ¿Cierto, Kou? ¿Cierto, campeón? —Ariet endulza su voz al agacharse y acariciar al canino, el cual se levemente y mueve la pequeña cola con emoción. —Te veo algo tenso. ¿Estás bien?

—Solo algo cansado.

—¿Mucho trabajo en el taller?

Asiento sin más. No soy de conversar demasiado, siempre lo justo y lo necesario. Quienes frecuentan conmigo, saben esto y lo sobrellevan lo bastante bien. Mientras que Nate y Ariet hablan hasta los codos, Charles y Kyllian comparten mi silencio sin incomodidad.

—Escuche sobre el nuevo suggar daddy—comenta apoyándose en el capo del auto y con las manos en los bolsillos de su chaqueta. Escanea cortamente el lugar—Un tipo reservado. No le ha mostrado la cara a nadie.

Prendo otro cigarrillo y suelto el humo antes de asentir.

—Félix me lo ha contado.

—¿Crees que él sepa quién es?

—Lo dudo.

Félix, mi tío, fue un suggar daddy en algún momento de su desastrosa vida. Con dinero sucio pudo comprarse el edificio y logro dejarlo decente para poder limpiar dinero, ósea, que no sospechasen de sus elevadas compras. Tenía más dinero y parecía arrasar con cada parte de Chicago. No fue hasta que tres huérfanos llegaron a la puerta de su casa y tuvo que decidir: el dinero y su pandilla, o los sobrinos que solo los vio una sola vez. Increíble que pareciera, eligió a los tres mocosos.

—Oye, mi bebe ha estado un poco mal. ¿Puedo llevártelo mañana al taller?

—Sí.

—No dejes que Nate lo toque. No le tengo confianza a ese idiota —pide con los ojos entrecerrados.

Le echo una sonrisa burlona al recordar el pequeño rayón que le hizo. Ariet casi lo mata, y no lo culparía si lo hubiese matado. A veces, un objeto se vuelve tan valioso como la persona que lo ha dejado.

Una chica rubia de piernas lindas y cuerpo endemoniadamente caliente le llama a lo lejos. Ariet forma una sonrisa soberbia en el rostro y me echa una mirada de resignación fingida.

—El deber llama, amigo. Te veo mañana. Vamos, Kou.

El perro sigue a su amo fielmente. No entiendo porque lo trae casi siempre a las carreras, generalmente se lo deja a Nate para que se lo cuide mientras conduce. Puede llevarse a chicas a la cama sin usar a su mascota, pero allá él si le da más seguridad.

El celular suena y cambio la botella a la otra mano para quitarlo de mi bolsillo delantero. Es un mensaje de Ben, mi hermano menor. Se ha mudado a Cambridge porque entro a Harvard. Otro cabrón con suerte. No puedo decir que no me siento orgulloso de él, fue a estudiar medicina con una beca completa y se mantiene entre las mejores calificaciones. Creo que lo inspiro a convertirse en mejor persona después de ver prácticamente como Eloy se hundía en las drogas y las pandillas y yo dejaba la escuela para unirme a las carreras y trabajar en el taller de Félix. Me encargo de enviarle cierta cantidad de dinero para sus gastos. Y aunque el idiota no está de acuerdo con ello, entendió que voy a patearle su culo inteligente si no acepta lo que le deposito por mes.

Los exagerados gritos y silbidos captan mi atención. No es novedad que los tipos de aquí se calientan con cualquier chica linda paseando, y vaya que hay muchas de ellas. Generalmente, son las que vienen como acompañantes de los perdedores, solo para lucirlas como trofeos. Sin embargo, la chica que veo caminar no se ve para nada del entorno. Viste todo de blanco, desde sus botas que le llegan hasta las rodillas, la falda más corta de lo normal y el top de mangas largas que deja descubierto su ombligo. Lleva en la cabeza una capelina que puede ocultar su rostro, por lo que es difícil distinguirla.

Como siempre, hay un imbécil y no es otro que Luk, quien se acerca y se atreve a tocarle el trasero. La chica suelta un gritito que hace reír a todos.

—¿Qué? ¿Acaso no viniste para eso?

Su estúpida risa se ve opacada cuando le suelta el bolso en la cara, tirándolo a un costado. Saca dentro de su bolso un gas pimienta y se lo echa de lleno en la cara. Todos ahogan un grito exclamado, otros solo se ríen del imbécil.

—Sé karate y jiujitsu, así que intenta sobre pasarte de nuevo conmigo—le lanza el reto y tira su cabello hacia atrás para volver a caminar con elegancia.

Luk se queda en el piso gritando y lamentándose por sus ojos mientras sus amigos van a su rescate. El ambiente vuelve a la tranquilidad de siempre, pero todavía hay personas que la observan extrañados y curiosos. Yo soy uno de ellos. No suelo llevarme una chica a casa si no llaman mi atención. Pueden ser lindas y encantadoras, una más que la otra, pero no significa nada si no despierta mi curiosidad. Y ella si lo logra.

La miro un poco más, parece estar buscando a alguien con la mirada, pero no se ve con resultado alguno. Se quita el sombrero para hacerse aire mientras sigue buscando. Finalmente veo su rostro, es linda. Tiene ojos rasgados de color marrón, cabello castaño largo y ondulado, facciones bonitas y labios carnosos. Casi siento la necesidad de morderlos, por lo que ya no es suficiente con ser espectador. Me acerco a ella con pasos decididos y marcados. Parece sorprenderse cuando ve que paro frente a ella y noto su intención de sacar el gas pimienta nuevamente de su bolso.

—Hola, ¿estás buscando a alguien? —inquiero suave. No quiero terminar como Luk.

—Sí, ¿por qué? —entrecierra los ojos, desconfiada.

—No pareces de por aquí.

—Busco a un chico—asiento, esperando a que prosiga—No sé si lo conoces, se llama Nate Arlett.

Frunzo el ceño, ¿por qué tiene que buscar a Nate?. La observo esta vez con más atención, no con el pito, sino en serio. No se parece absolutamente en nada, pero puedo reconocerla al instante y, mierda, ¡es la hermana de Nate!

—¿Nastia?

—Vaya, todos parecen saber mi nombre —se cruza de brazos y sonríe, sus ojos se iluminan con emoción—Veo que lo conoces. ¿Nate habla mucho de mí?

¿Qué si habla mucho de ella? Mucho se queda corto.

—Oye, Lion. Creo que deberíamos irnos. Escuche que…—Nate aparece de pronto y se queda de piedra cuando mira hacia delante—¿Nassie?

La sonrisa de la chica se extiende mil veces más mientras sus ojos se llenan de lágrimas.

—¡Nate! —chilla y salta encima de él. Por poco y no se van los dos al piso.

La reunión entre hermanos está llena de euforia y con Nastia lloriqueando porque hace años no se ven. Nate me ha contado sobre ello, fue cuando lo expulsaron de su casa y tuvo que venir a vivir aquí. Nastia lo encontró en medio de una sobredosis y le salvo la vida. Su padre lo alejo de ella y se marcharon hacia Londres luego de asumir como embajador.

Ya no se podrá, amigo pienso para mis adentros. Pero se ven tan felices en su reencuentro que es imposible no sentirse bien por ello.

—Espera, ¿Cómo diablos llegaste aquí?

—En taxi, dah—revolea los ojos divertida, como si fuera lo más normal del mundo.

Nate y yo compartimos una mirada.

—¿El taxista te dejo aquí?

—Sí, me pregunto que era y le dije que no tenía idea. Pensé que era una convención de autos como suele pasar en las pelis.

Nate se golpea la frente con la palma de la mano. Las carreras clandestinas están prohibidas, por obviedad. Dar una pequeña información sobre estas equivale a unos billetes en el bolsillo del soplón. No me sorprendo cuando las sirenas de la policía empiezan a escucharse a lo lejos y ya no hay tiempo para perder. Se anuncia por el parlante de que todos muevan sus culos y se larguen antes que los atrapen. La gente empieza a enloquecer, Nate abraza a Nastia con fuerza, protegiéndola de la muchedumbre.

—Lion, llévatela—me la pasa rápidamente, llegando a mis brazos. Nastia frunce el ceño igual que yo, sin entenderlo.

—¿Qué? ¿Qué harás?

—Mi auto está del otro lado, el tuyo está aquí. Además, seguramente habrá alguien que no tenga móvil para irse y…

—¡Al diablo con ellos, Nate! —chilla Nastia, asustada—¡Acabo de encontrarte, no puedes irte!

—Te veré en el departamento—le sonríe confianzudo y me echa una mirada hacia a mí—Cuídala con tu vida.

Ni siquiera hace falta que se lo prometa, él ya sabe que lo haré. Nate se echa a correr en dirección a su auto y yo voy hacia el mío con su hermana tratando de zafarse del agarre. Abro la puerta del piloto y la hago cruzarse hasta el asiento del acompañante, solo para asegurarme de que no se escape. Arranco y subo la velocidad a medida que las sirenas suenan con más potencia, acercándose cada vez más.

—¡No podemos dejarlo!

—Nate estará bien.

—¿Cómo puede hacer eso? ¡Es un estúpido auto!

—Es su auto.

Puede que ella no lo entienda, y es normal. No debe saber demasiado de Nate y él le habrá comentado lo que le conviene. Ese auto era de Lily. Para mí también es estúpido que se arriesgue tanto por un pedazo de chatarra, pero son sus elecciones y hace tiempo me rendí en tratar de comprender como funciona la cabeza de mi loco amigo.

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No fue más de media hora en que llegamos al departamento. Para mi sorpresa, las enormes maletas de rosa chillón de Nastia están en la sala. No tardó en explicarme que Félix, alias, el tío entrometido, fue quien le abrió la puerta del departamento y prácticamente la dejo invadirnos.

No reclame por ello, se ve tan preocupada por lo que paso en las carreras que no quise echarle más leña al fuego. Se mantiene aún lado de la ventana, mirando con atención y anhelo a que aparezca su hermano.

—Nastia, por favor, solo siéntate —digo por enésima vez en la noche.

—Solo un momento—repite distraída, aún pendiente.

Ni siquiera sabe cuál es la marca del auto ni ha preguntado. Supongo que no se quedara tranquila hasta que lo vea llegar.

—¿Y si la policía lo atrapó?

—Ya habría llamado desde la comisaría.

Me lanza una mala mirada.

—No estoy diciendo que ese sea el caso...

—¿Alguna vez ha estado en la cárcel?

Decido no contestarle. Ella tampoco le da importancia y vuelve a la ventana. Tomo el libro de Cementerio de animales de Stephen King y trato de concentrarme en la lectura, lo que parece ser imposible al cabo de un minuto. La observo de reojo y le presto más atención. Es delgada con curvas de muñeca, su cabello ondulado que cae y tapa parte de su espalda descubierta. Al costado derecho hay un pequeño tatuaje de un gorrión y palabras que no logro comprender del todo. La hermana de Nate es más hermosa de lo que recuerdo en la fotografía que me mostró.

Pero es la hermana de Nate. Nate, mi hermano por elección.

De pronto, se da vuelta y me atrapa mirándola. Sus ojos brillan con sorpresa, y creo que no he podido disimular.

—¿Sucede algo?

—¿Y ese tatuaje?—señalo con el índice.

Se estremece con timidez.

—Es un gorrión. Dice "with love".

—¿Por qué?

—¿Por qué haces tantas preguntas?

Me encojo de hombros.

—Estoy un poco interesado.

El rostro de Nastia se enrojece. Vuelvo al libro con resignación. Sería tan fácil tenerla debajo de mí, pero me valdría una buena paliza de Nate y con toda la razón. Nastia es lo más valioso para Nate. Es la persona por la cual se mantiene limpio, para poder volver a verla. No voy a cagarle las cosas solo por mi estúpido pito.

—Oye —levanto la mirada hacia ella. Se ha despegado de la ventana y se sienta en el sillón individual más cercano—¿"Estar interesado" es en ese sentido?

Levanto las cejas.

—¿Sentido?

—Sí, ¿ese sentido en que estas interesado en la hermanita de tu amigo, o en el sentido en que te intereso como chica?

Una leve sonrisa se curva en mi rostro. Por un momento, estoy tratando de adivinar si habla realmente enserio, pero la genuina inocencia persiste en todos sus rasgos. Nate me había comentado que su padre la mantenía en una burbuja de cristal. Escuela en casa, compañías estrictamente seleccionadas y nada de acceso a redes sociales o páginas indecentes. Fue criada como una princesa, restringida de toda rebeldía y desobediencia. Sin embargo, Nastia es tan directa que es difícil de creer que tenga cero experiencias.

—Creo que sabes a que me refiero.

—No. Por eso te pregunto, Lion. ¿Ese era tu nombre?

—Sí, Lion—gruño. Me agrada demasiado como suena mi nombre en sus labios.

—Bien, ¿vas a contestarme la pregunta?

No respondo, sigo fingiendo en concentrarme en el libro. Nastia suspira con frustración.

—Vamos, ahora estoy intrigada.

—¿Qué harás si es lo uno o lo otro?

Eso parece haberla callado.

No dura demasiado.

—Bueno, si fuera lo primero, te diría que  con gusto puedo contarte todo sobre mí. Soy muy transparente —se encoge de hombros con una sonrisa divertida en el rostro. No evito obsérvala detalladamente. Es un poco difícil quitar la mirada sobre ella. —Si fuera lo segundo, te diría que me recuerdas a Jude Nelson de El club de los cinco. Me gusta…

—¿Debería estar interesado al 100%?

El coqueteo no pasa desapercibido y cierro el libro, dejándolo en la mesa ratona. Al volver a mirarla, las mejillas de la chica se enrojecen y pienso otra vez si enserio, enserio tengo que mantener distancia.

Para suerte o desgracia, toda acción queda descartada al escuchar la cerradura girar. No pasan más de dos segundos en que Nate atraviesa la puerta con una sonrisa alegre y ojos esperanzados. Nastia se olvida de mí y corre nuevamente al encuentro, aferrándose a él como un koala, con los brazos enredados de su cuello y las piernas en sus caderas.

—¡Nate, Nate! —se ríe feliz y reparte besos por todo el rostro de su hermano. Lloriquea casi al instante—¡Te extrañe tanto! ¡Estaba tan preocupada! ¡¿Dónde diablos te metiste?!

Nate le devuelve el abrazo con mucho cariño y se ríe, obviando los golpes que Nastia le reparte en su pecho y su cabeza. Me levanto del sillón para darles su espacio. Voy a darme una ducha antes de dormir, lo que les dará el tiempo suficiente para hablar entre ellos.

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A la mañana siguiente, lo único que me despierta es el aroma de un buen desayuno. Pienso por un momento que serán alguna de las amigas de Nate, pues la cocina no va bien ni con él ni conmigo. Solo es hasta que recuerdo unos ojos rasgados salvajes invadiendo mi mente.

Salgo de la habitación al mismo tiempo que un adormilado Nate. Me observa extrañado y me señala.

—¿No eras tú el de la cocina?

—¿Alguna vez he cocinado sin que se queme algo?

Parece recordar lo mismo que yo, puesto que todo el sueño lo abandona y camina rápidamente hacia la sala. Lo sigo con curiosidad, adivinando lo continuo: Nastia está detrás de la pequeña isla con la sartén en la mano, terminando de sacar el último panckes. Nos sonríe en nuestra dirección con alegría autentica.

—¡Buenos días, dormilones! ¿Qué tal durmieron?

Noto que Nate tarda varios segundos en reaccionar. Se queda observándola con una gran sonrisa. Camina a darle un fuerte abrazo que la toma por sorpresa, pero Nastia le devuelve con amor.

—Pensé que era un sueño.

—Ya no, hermano.

Tengo que retroceder e ir al baño a lavarme la cara para darles espacio. Es todo lo que Nate espero, volver a estar con su hermana. No puedo decir que no lo entiendo, realmente lo hago. Mis hermanos serán unos cabrones y yo también lo soy, y sé lo importante que son en mi vida.

Regreso a los pocos minutos, ambos están sentados en la isla con su plato de panckes y tomando café, enfrascados en su conversación. Hay un asiento y un plato con panckes disponibles para mí, así que no me hago de rogar y procedo a desayunar.

—¿Qué? ¿El viejo te dejó mudarte aquí? —repite Nate sin creerlo.

Me envía una mirada incrédula. Los ignoro. No entro en ello.

—Necesito conseguir un departamento. Mientras tanto me quedaré aquí.

Esta vez sí comparto mirada con mi mejor amigo. Ninguno parece estar de acuerdo, ¿y cómo no? Suficiente es tener al escandaloso de Nate aquí.

—El departamento es de Lion.

—A él no le importará,—replica de inmediato y me envía una sonrisa. Intento ignorarla, en vano. Me gusta su sonrisa—Así podría satisfacer tu curiosidad.

Mi amigo no tarda en mandarme una de sus peores miradas.

—Ni se te ocurra, Starkey

No contesto. Llevo un pedazo de panckes con miel a mi boca. Adiós a que Nate no sospeche nada.

—Bueno, iré a prepararme para mi trabajo—Nastia se levanta de su asiento y señala los platos—Ustedes los lavan, ¿sí?

—¿Trabajo? ¿Tienes trabajo?

—Sip, hoy me llamaron en la mañana. Trabajaré en una cafetería —contesta con orgullo. —No piensen que voy a vivir a cuestas de su dinero. Yo también voy a ganar el mío.

—No es necesario que trabajes—replica Nate, no convencido —Deberías seguir estudiando. Yo puedo…

—No, no—mueve el dedo en negación al mismo tiempo que su cabeza—Yo solita puedo ser independiente. Buscaré una habitación, pagare mi matrícula universitaria y, si me alcanza el sueldo, podré comprarme el Lamborghini rosa que tanto quise.

Nate y yo volvimos a compartir una mirada, incrédulos.

—Pueden pasar al café a desayunar cuando quieran. Me encargaré de que se vayan con el estómago lleno —nos envía un guiño y se marcha a terminar de prepararse.

Tras un segundo, no evito mirar hacia atrás, revisa su maleta y, minuciosamente, elige la ropa que usara el día de hoy. Nastia es muy diferente y parecida a lo que Nate me contó de ella.

—Su sueldo no va a alcanzarle para el Lamborghini. —murmura en voz baja.

—Déjala que se dé cuenta sola y sigue comiendo—sugiero sin más. No se ve como si fuera a creernos hasta que ella misma lo compruebe.


Jaeger.
Jaeger.


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Mensaje por Bart Simpson Dom 30 Jun 2019, 8:26 pm


Candelushka  two | NLF - Página 7 77880782 :

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Mensaje por trunks Mar 02 Jul 2019, 1:03 pm

Cande:
trunks
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https://blackthornxchalamet.tumblr.com
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Mensaje por drums. Miér 03 Jul 2019, 3:20 pm

¡Hola! Creo que, para empezar, quiero pedirle una disculpa a todas, en especial a tí Karla muack. Me ausenté en el foro y pensé que no se había logrado seguir con ésta nc, pero ya estoy aquí.
Karla:
changkyun.:
Alec:
winchester.:
california.:
hemmo.:
lud:
Kida:
Stark.:
drums.
drums.


http://www.wattpad.com/user/jdawsxn

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Mensaje por proserpina Dom 07 Jul 2019, 3:17 pm

gente,
GENTE
I MEAN
I MEAAAAAAAAAAAAAAAAN
voy a hacer una reseña de ambos capítulos con primeros pensamientos de ambos, y luego, una para cada uno.
no puedo dejar de leer el último capítulo, y el anterior. no creo que nada me haga más feliz saber que continúan esta novela porque de verdad me da un calorcito en el corazoncito.
gracias, gracias
no me importa qué tan tarde. me importa que puedo leerlas
que puedo ver qué pasa con sus personajes, conocerlos mejor
me permiten querer enamorarme de ellos todas las veces donde aparezcan sus nombres
ahora sí, luego de esto, voy con ally
Spoiler:
cande:
proserpina
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https://esuvuma.tumblr.com/

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Mensaje por Bart Simpson Lun 08 Jul 2019, 6:34 pm

Holi two | NLF - Página 7 1857533193
Sólo paso para avisar que mi cap ya está listo, sólo esperaré a que las demás terminen de comentar el cap de Cande para subirlo two | NLF - Página 7 1857533193 two | NLF - Página 7 1857533193

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Mensaje por proserpina Mar 16 Jul 2019, 7:50 pm

jen, si querés, agradecería que lo subieras de todas formas porque ya me puse a saltar con la noticia.
proserpina
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https://esuvuma.tumblr.com/

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Mensaje por Bart Simpson Miér 17 Jul 2019, 5:19 pm

two | NLF - Página 7 1313521601 subo mañana sin falta two | NLF - Página 7 1857533193

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Mensaje por trunks Miér 17 Jul 2019, 7:23 pm

SIIII two | NLF - Página 7 1440745896
trunks
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https://blackthornxchalamet.tumblr.com
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Mensaje por Bart Simpson Jue 18 Jul 2019, 9:02 pm

Hola two | NLF - Página 7 481143288
Justo como les había dicho, aquí está mi capítulo.
Aunque debo advertirles sobre tres cositas: contiene lenguaje vulgar, (mi intento de) contenido sexual (nada explícito porque estoy muy pendeja para escribir eso) y es algo largo (tuve que dividirlo en dos partes).
Espero que lo disfruten y no les aburra two | NLF - Página 7 1187795894
La siguiente es drums. aka Ali two | NLF - Página 7 1857533193

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Mensaje por Bart Simpson Jue 18 Jul 2019, 9:02 pm


capítulo 010 - Bart Simpson
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Rynnian Lothbrok
El turno nocturno ha terminado y mi cuerpo cae rendido sobre la cama, me pregunto si en mis vidas pasadas disfruté demasiado sin trabajar y en esta la estoy pagando, o quizás estoy repitiendo la vida en la que probablemente fui esclava… no sé.

- ¡Rynnian! – el grito proveniente de mi madre provoca una sensación de malestar en mí, me aferro un momento a mi almohada a la vez que cierro los ojos con fuerza – ¡Ven, por favor!

Tomo una bocanada de aire y a continuación la dejo salir con un resoplido, justo como lo hace un caballo. Observo el reloj sobre mi buró y a continuación me levanto a regañadientes, avanzo algunos pasos y después mi mirada recae sobre mi hermanita dormida profundamente sobre su cama, esbozo una pequeña sonrisa cuando noto el peluche entre sus brazos, luego me encamino hacia la habitación de mis padres.

- ¿Sí? – pregunto asomando el rostro por la puerta entreabierta.
- ¿Podrías comenzar a preparar el desayuno? – mi entrecejo se frunce ante la petición de la mujer que ha dormido toda la noche.
- Acabo de llegar del trabajo.
- Oh, vamos. No tardarás mucho – trago saliva con la esperanza de que la frustración pase de mi garganta a mi estómago.
- Está bien.
- Y por favor lleva a Kalie al colegio.

Suspiro una vez más, ella se limita a acomodarse nuevamente en la cama, vuelvo a tragar saliva y revoleo los ojos antes de cerrar la puerta tan fuerte como puedo.
Camino por el pasillo hasta llegar a las escaleras, tallo mis ojos un instante y luego bajo los escalones para dirigirme hacia la cocina. Enciendo uno de los quemadores de la estufa y me encamino por una sartén, la coloco sobre el fuego y a continuación vierto aceite dentro de ésta, tomo dos huevos del refrigerador y con cuidado quiebro uno por la mitad para freírlo en el aceite. Me encamino al tostador y coloco dos panes dentro, tomo una pala de madera y regreso a la estufa.
Escucho el timbre del tostador que anuncia que los panes están listos, me acerco a tomar uno y lo coloco sobre un plato, a continuación dejo encima un huevo frito, corro hasta el refrigerador y tomo los recipientes con la fruta que piqué la tarde de ayer. Regreso a revisar el segundo huevo y después sirvo fruta en dos platos, programo la cafetera y me acerco nuevamente a la estufa, cierro la llave del quemador y me dispongo a servir mi plato.

- Hola – la voz adormilada de mi hermana suena detrás de mí.
- Buenos días – sonrío.
- Buenos días, hermana – talla su ojo derecho con la mano mientras toma asiento.

Suelto una risita y dejo su desayuno frente a ella, me acerco al refrigerador por el jugo y lo sirvo en un vaso para ella, después sirvo una taza de café para mí y me siento a desayunar también.

- No puedes ir al colegio con ese cabello – está enmarañado – Debo cepillarlo antes de llevarte.
- Sí – sonríe – ¿A qué hora llegaste? ¿Pudiste dormir algo?
- Descuida – doy un sorbo a mi café esperando que la cafeína actúe rápido.

Una vez que pasa el desayuno, corremos a cepillarnos los dientes, Kalie termina de vestirse y yo peino su cabello en una coleta de caballo. Tomo su mochila y salimos de la casa.

- ¿Respondieron de la universidad?

Mi mirada viaja hacia la niña de inmediato, la verdad es que hasta ayer no tuve respuesta alguna. De cualquier modo no podría irme y dejarla sola con los padres que alguna entidad divina nos destinó.

- No – sus intensos y grandes ojos azules se fijan en mí, volteo hacia el camino – ¿Tan rápido quieres deshacerte de mí?
- De hecho quiero que me lleves contigo – saca la lengua de manera divertida.
- Debería llevarte al trabajo, así empezarías a ganar tu propio dinero.
- La ley lo prohíbe – se encoje de hombros – Quisiera ayudarte con los gastos.

Un nudo se forma rápidamente en mi garganta y me limito a caminar en silencio hasta la escuela.

- Estudia mucho – la abrazo y ella corresponde con un abrazo fuerte – No seas grosera con tus profesores.
- Está bien, no te preocupes – la observo con una sonrisa – Recuerda que me iré en el autobús, no vengas por mí.

Asiento y la veo correr hacia la institución, ¿en qué momento empezó a crecer tanto?
Giro sobre mis talones y regreso a casa a paso lento, me sumerjo tanto en mis pensamientos que una vez que razono, estoy frente al buzón de mi casa. Lo observo un momento y después jalo la tapa encontrándome con algunos sobres dentro, tomo todo entre mis manos y a grandes zancadas camino hacia la puerta, me detengo en seco cuando observo el periódico en el piso. Cierro con fuerza mi puño, ¿ni siquiera pueden recoger el maldito periódico?

Me adentro al lugar encontrando todo en silencio, observo las cartas, hay una proveniente de la universidad de Chicago, lanzo el resto sobre el sillón y después subo corriendo las escaleras hasta encerrarme dentro de mi habitación.
Mi vista está clavada en el sobre y siento mi corazón palpitar con fuerza dentro de mi pecho, tomo la orilla dispuesta a romperla para revelar el contenido, sin embargo, la coloco dentro del cajón de mi buró, me quito los zapatos y me recuesto obligándome a dormir.


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Toda mi tarde en el trabajo se enfocó en aquel sobre. Incluso ahora, frente a la puerta, me debato en entrar o no hacerlo.

- ¡Buenas noches! – la ronca voz de mi padre provoca en mí un sobresalto una vez que abre la puerta de repente.
- ¿Qué haces ahí como tonta? – ahora mamá.
- Nada, estaba llegando – me encojo de hombros.
- Saldremos – anuncia la mujer – Hay pizza en el refrigerador por si quieren cenar, cuida a Kalie.

Dicho esto empiezan a caminar, no estoy en contra de sus salidas de pareja pero al menos podrían preparar algo digno para comer. Los observo perderse entre la calle y luego me adentro hacia la cocina.
Me asomo dentro del refrigerador, la pizza no es una buena cena para una niña como mi hermana, prepararé panqueques.

Me toma unos quince minutos para que dos platos con panqueques humeantes estén sobre la mesa.

- ¡Kalie! – grito asomándome hacia arriba por las escaleras – ¡Ven a cenar!

Sirvo té de frambuesa en dos tazas y las coloco en la mesa, me giro para tomar la leche de la nevera y cuando vuelvo Kalie está de pie frente a la mesa con el sobre entre sus manos y una expresión seria.

- ¿Por qué no lo has abierto?
- ¿Qué…?
- Descuida – me interrumpe – No he visto nada, pero quiero que lo abramos juntas.

Mi expresión de angustia se hace presente, trago saliva y asiento. Después tomo lugar frente a ella en la mesa y empiezo a comer sintiendo el pan atorarse en mi garganta, en cambio, mi hermana, parece disfrutar cada bocado.
Una vez que terminamos me dispongo a lavar los platos sucios.

- Deberías ir a dormir – sugiero esperando que la chiquilla olvide el asunto.
- Antes debemos abrir tu carta – blanqueo los ojos y me giro hacia ella secando mis manos con un trapo.
- Bien…

Con manos temblorosas tomo el sobre y rompo una de las orillas, agarro la carta y con los ojos cerrados la desdoblo frente a mi rostro…

Señorita Lothbrok, nos complace anunciarle que su solicitud ha sido aceptada…

No necesitaba leer nada más, tan sólo me quedo inmóvil sin dejar de leer una y otra vez esa misma frase, escucho a mi lado los gritos emocionados de mi hermana.

- ¡Sabía que lo lograrías! – me rodea entre sus brazos.
- No sirve de nada – vuelvo a doblar la hoja y la guardo dentro del sobre aún en shock.
- ¿Qué? – la pequeña me toma de los hombros para observarla.
- No iré – niego lentamente, tratando de convencerme a mí misma que hay cosas más importantes por hacer aquí.
- ¿Por qué? – sus ojos se abren del asombro – Te esforzaste demasiado para entrar, tuviste que hacer la prueba dos veces antes de que te aceptaran.
- De todos modos no puedo dejarte aquí sola.
- Sé cuidarme sola – la observo levantando la ceja.
- Tienes diez años de edad – la niña revolea los ojos.
- Sé prepararme el desayuno, puedo hacer mi tarea sola, lavar mi ropa y ayudar en las tareas domésticas. Debes ir.

La miro un instante, la niña toma el sobre y empieza a leer la carta nuevamente. Su sonrisa se ensancha mientras continúa leyendo y no puedo evitar sonreír también.

- Ahora será mejor que vayas a dormir.
- No sé si pueda – me observa – Estoy muy emocionada.
- Claro que podrás – me levanto de la silla – Vamos.


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- ¿Chicago? – las facciones de Raikka se distorsionan por completo.
- Ya habíamos hablado sobre eso – ahora Kyle se cruza de brazos.
- Sí, bueno, ya soy mayor de edad – me cruzo de brazos aún con el torbellino de ansiedad dentro de mí, jamás había sido capaz de responderles de esta manera.
- ¿Qué se supone que haremos con las cuentas?
- Puedes trabajar – digo obvia y ella me mira ofendida.
- Sabes lo que pasamos, Rynnian – interrumpe Kyle.
- Yo también sufrí – frunzo el entrecejo – Aun así vengo trabajando desde que tengo quince años, es su turno de hacerlo. Y más les vale que en verdad lo hagan, de otro modo me llevaré a Kalie conmigo.
- ¡Niña…!

Ni siquiera les doy oportunidad de hablar cuando subo corriendo las escaleras, me adentro a mi habitación encontrándome con Kalie, su vista se fija en mí y luego la regresa a su libro.

- Lo siento.

Tomo mi maleta del clóset y me encamino por mis cosas.

- Todo estará bien – la observo ponerse de pie – ¿Necesitas ayuda?

Observo el techo reteniendo las lágrimas en mis ojos, una vez que me aseguro de que no saldrán me giro y asiento, la pequeña se levanta de un salto sonriendo más grande que nunca.


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Las rueditas de mi enorme maleta giran provocando un ruido estruendoso contra el piso, me es difícil jalar ambas asas de mi equipaje, en serio pesa demasiado. Observo hacia todos lados en busca de alguna tienda que busque personal o un apartamento que esté dentro de mis límites.

“Se solicita empleada de medio tiempo”

¡Bingo! Me adentro a la cafetería, en el mostrador se encuentra una mujer de mediana edad, su cabello es negro azabache y su piel morena clara, su vista está clavada en una revista y una vez que se da cuenta de mi presencia me observa con sus enormes ojos azul grises, al instante esboza una linda sonrisa.

- Buenos días, ¿en qué puedo ayudarte? – se endereza prestándome del todo atención, es una mujer alta, probablemente de mi estatura, además es esbelta y se nota muy bien conservada.
- Mi nombre es Rynnian – aclaro mi garganta, me siento nerviosa, como si no hubiese pasado por esto ya unas cuarenta veces – Miré su anuncio en la ventana – señalo.
- Claro – se acerca – ¿Tienes tu solicitud de empleo elaborada?
- Sí, claro – me muevo torpemente por alguna extraña manera, me saco la mochila y la coloco encima de una de las maletas para sacar la hoja.
- ¿Eres nueva por aquí? – pregunta estirando la mano, le entrego de inmediato la solicitud.
- Sí, vengo del condado de Kane, justo llegué hoy – explico con una sonrisita.
- Entiendo – asiente observando la hoja – Al parecer tienes mucha experiencia.
- Así es, señora. De hecho, mi trabajo anterior también fue en una cafetería – explico – Sé preparar desde panqueques, cupcakes, donas, pasteles, smothies… lo que sea que me pida – la mujer asiente.
- Puedo pagarte nueve dólares la hora para una jornada de cinco a ocho horas al día, las propinas son aparte – se echa el cabello hacia atrás con elegancia, sin evitarlo mi corazón empieza a palpitar con rapidez debido a la emoción.
- ¡Eso es excelente! – hago lo posible por no verme demasiado emocionada o desesperada. La campana de la puerta suena y una familia de cinco personas entran por la puerta conversando amenamente.
- ¿Puedes empezar ahora? – mis ojos se abren de la impresión, mientras más pronto empiece a generar ingresos, mejor será.
- Claro – tomo mi equipaje y la sigo.
- Como verás, la cafetería suele ser visitada durante casi todo el día, toda la semana. Sin embargo, no hay muchas personas que quieran dinero por trabajo honesto – me entrega un delantal – Así que necesitaremos a alguien más… – observa mi equipaje – ¿Tienes dónde quedarte?
- No, señora – niego – Llegué a la ciudad justo hace unos veinte minutos.
- Está bien, te ayudaré con esto – me coloca el delantal de manera maternal y empieza a atar los cordones detrás de mi cuello – Ernesto Green es propietario de bastantes lugares de Chicago, incluyendo departamentos, me pondré en contacto con él.
- Disculpe… agradezco demasiado su ayuda, pero la verdad es que no puedo pagar algo muy caro – me encojo de hombros.
- Descuida, encontraremos algo, por lo pronto puedes dormir aquí – estamos en el vestidor de empleados. La observo un instante y no puedo evitar aguar los ojos.
- No sabe cómo le agradezco, señora – trago saliva para que el nudo en mi garganta desaparezca.
- Me gusta cuidar a mis empleados – sonríe dulcemente – Y por favor, no me llames señora, llámame Annya.
- Gracias, Annya.


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Pasaron aproximadamente cinco días antes de que Annya me comunicase con Ernesto, él dijo tener un lugar para mí con un precio accesible.

- Puedes terminar temprano hoy – anuncia Annya – Así podrás ver el departamento.
- Tan sólo termino de decorar esta ronda – me concentro una vez más en la decoración con fondant para un encargo de cup cakes.

Pasan aproximadamente unos diez minutos cuando un mini cooper descapotable color rojo y bastante lujoso, debo agregar, se estaciona frente a la cafetería, del mismo baja una chica morena de labios gruesos, su atuendo es bastante elegante al igual que los lentes de sol que lleva puestos. La campana del local suena en el momento en que la chica se adentra al lugar, cuando observa a Annya ensancha una bella sonrisa y se acerca a ella a paso firme, resonando sus tacones de aguja contra el piso.

- Hola, linda – saluda la mujer – Creí que tu padre vendría.
- Se disculpa por no poder estar aquí – su tono de voz expresa clase y demasiada elegancia – Pero tuvo una reunión de emergencia, yo te llevaré a ver el lugar.

Me quedo embobada observándola, jamás había estado tan cerca de alguien rico, a excepción de la señora Annya.

- Es hora, Rynn – la mujer me saca de mis pensamientos – Lleva tu equipaje.

La observo un tanto preocupada, pude ahorrar una buena cantidad de dinero pero, no estoy segura si podré pagar sin problema el alquiler, gastos del mismo y mis gastos universitarios. Aun así, me encamino hacia el vestidor de empleados por mis maletas, una vez que regreso hacia con ellas, la morena se acerca rápido y toma la mochila que cuelga de mi hombro.

- Es pesada, no es necesario… – no puedo terminar la frase cuando la chica se ha colgado la mochila.
- Vamos.

Aprieta un botón de la llave de su auto y la cajuela se abre, me dirijo y con gran esfuerzo coloco mi maleta dentro. Ella deja mi mochila y luego la cierra, me encamino hacia la puerta del copiloto y me adentro tímidamente. Me coloco el cinturón de seguridad y la morena arranca el auto.

- Tu auto es lindo – rompo el hielo.
- Gracias – me observa con una sonrisa – Rynn, ¿cierto?
- Rynnian – explico – Puedes llamarme como gustes – le sonrío y ella devuelve la sonrisa.
- Soy Arabella… mi padre dijo que eres nueva en la ciudad – asiento – ¿Qué te trae por acá?
- Universidad…
- ¡Uuuh! Universitaria – puedo verla levantar ambas cejas, me hace soltar una risita.
- Así es – arrugo la nariz.
- Eso quiere decir que tendrás unos 18 años, ¿cierto?
- No en realidad – su ceño se frunce – Soy mucho mayor.
- ¿En serio? – se levanta los anteojos permitiéndome ver sus grandes ojos cafés por primera vez – No te ves mayor que yo – desvía el auto hacia la derecha – ¡Llegamos!

Estaciona el auto y apaga el motor, no tardamos ni cinco minutos en llegar. Abre su puerta e imito su acción saliendo del vehículo. Observo el edificio, es de cinco pisos por lo menos, las calles se ven vacías pero muy limpias.

- Es lindo.
- No es el mejor barrio de Chicago, pero al menos está limpio y no conozco de pandillas por aquí cerca – mi entrecejo se frunce con la palabra "pandillas" – Vamos – hay una puerta principal la cual abre con llave – El departamento libre está en el sexto piso, si ves los botones, el 6B es el que llama directamente – asiento enfocando la vista en el aparato, luego la sigo – Te advierto, son demasiados escalones y no hay un ascensor, espero que eso no sea un problema.
- No lo es en lo absoluto – sonrío sin mostrar los dientes, en serio no lo es, estoy acostumbrada a caminar demasiado, el subir escalones no será la gran cosa.
- Entonces es perfecto – se acomoda su bolso y empieza a subir los escalones, voy detrás de ella, no estoy segura de cuántos escalones hemos subido pero la respiración comienza a faltarme – Es aquí, señala con el dedo índice – de su bolso toma la llave y abre la puerta, en realidad creí que sería más pequeño pero es lo suficientemente grande para tener una pequeña sala seguido de la barra para desayunar y la cocina/comedor, justo en la entrada a la derecha hay un pequeño baño – Como puedes ver se encuentra amueblado casi por completo – se acerca hasta uno de los sillones y coloca su mano encima del respaldo – Los muebles son un poco viejos, pero están en buenas condiciones. La cocina tan sólo tiene la estufa, la alacena y un pequeño refrigerador, tendrías que abastecerte con demás. A la izquierda, en esa puerta, hay un pequeño cuarto de lavado.
- Es perfecto – la chica esboza una sonrisa dulce.
- Sígueme – a la derecha de la pequeña barra sigue un pasillo que da a unas escaleras – Antes de subir las escaleras, te mostrare las habitaciones.
- ¿Habitaciones?
- Sí, son dos – abre la primera puerta permitiéndome ver un cuarto vacío – Tuvimos que deshacernos de las camas, los colchones estaban muy desgastados y la madera de la base estaba hecha trizas – explica adentrándose – Cada habitación tiene su clóset – desliza las puertas y no puedo estar más encantada, se encamina hacia otra puerta – Y un baño pequeño con ducha.
- ¿De verdad? – me acerco casi corriendo.
- Es muy pequeño, pero es acogedor, veamos la siguiente habitación – salimos de ahí y enfrente se encuentra el otro cuarto – Como podrás notar, ambos son del mismo tamaño, es perfecto por si quieres invitar a una amiga a vivir aquí, así se dividen los gastos y es más barato para ambas.
- Entiendo – empiezo a jugar con mis manos pensando en quién podría invitar a vivir conmigo, algo me dice que en cuanto entre a clases debo hacer amigas.
- Ahora a las escaleras – la sigo – Creo que esta es la mejor parte – una vez que llegamos al último peldaño, la chica abre una puerta – Cuidado al salir, eso impide que la lluvia entre – señala un pequeño peldaño de concreto.

Desde arriba se ve gran parte de esta sección de la ciudad, mi boca se abre de la impresión, aunque no puedo evitar pensar en el costo de este lugar, es asombroso y seguramente cuesta más de lo que puedo pagar.

- Me encanta – suspiro.
- Entonces – se acerca a mí – Puedes leer el contrato y firmarlo – la observo con preocupación – Vamos hacia abajo.
- ¿Sabes? Antes de firmar, me gustaría que me dieras los detalles primero, por ejemplo el precio de la renta y las condiciones.
- Todo está en el contrato, puedes leerlo y si no estás de acuerdo, simplemente no lo firmas, no hay problema, ¿te parece?

Asiento, una vez en la sala tomamos asiento en los sillones, la chica me entrega el documento y entorno los ojos como si esto me permitiera ver mejor, llevo las manos hacia la bolsa pequeña que suelo cargar conmigo casi siempre y me percato de que olvidé mis anteojos en mi mochila.

Una vez que termino de leer la observo perpleja y sin entender nada.

- ¿300 dólares? – mi entrecejo se arruga, la chica asiente – No entiendo, ¿hay algo malo con este lugar?
- ¿Es muy caro? – pregunta con un deje de inocencia.
- Todo lo contrario…
- Bueno, en realidad, este apartamento no es exactamente el que alguien conocido de mi padre rentaría, él le tiene mucho aprecio y es por esta razón que una de las condiciones es cuidarlo. No mentiré, ni siquiera sabía que existía hasta hace dos días que papá me trajo y bueno, Annya fue de mucha ayuda, supongo.
- Te agradezco tanto a ti como a tu padre – observo mis manos un instante – No sé cómo agradecer por tanto.
- Cumpliendo con la cláusula uno A… cuidando el lugar. ¿Firmarás? – asiento, la chica me entrega una pluma.
- ¿Puedo pagar cuatro meses de adelanto aparte del alquiler?
- Claro, lleva las manos a su bolso. Estas son tus llaves, están señaladas – me las entrega y las guardo dentro de mi bolsita de donde tomo mi cartera. Busco la cantidad exacta y la entrego, la morena cuenta rápidamente y lo introduce en un bolso más pequeño dentro de su bolsa – Es exacto, ahora vamos por tus cosas.

Bajamos más rápido de lo que subimos, la chica abre el maletero y me ayuda a bajar mis maletas.

- De verdad, muchas gracias.
- No es nada, fue un placer hacer negocios contigo – sonríe y a continuación observa mi equipaje – ¿Necesitas ayuda con eso?
- Descuida, estaré bien – entorna los ojos un instante y después desvía la visa hacia atrás de mí a la vez que una sonrisa traviesa se asoma en la comisura de sus labios.
- ¡Hey, chico! – sigo su mirada y me encuentro con un castaño, el chico se señala a sí mismo – Sí, ¿la ayudas con sus cosas, por favor?
- Claro – se acerca.
- Es hasta arriba – le sonríe de lado y la observo sin entender qué sucede, luego me observa –Hasta luego, Rynn. Cualquier cosa, mi número de contacto está en la copia del contrato.

La morena se sube a su auto y se va enseguida.

- ¿Al 6B?
- Así es.
- ¡Genial! Soy tu vecino.
- ¿De verdad? – lo observo extrañada.
- Sí, vamos.

De alguna manera toma la maleta más grande y la mediana, y sube sin problema alguno, en cambio yo, estoy lanzando los pulmones por la garganta a mitad del camino y tan sólo estoy cargando mi mochila.

- Puedes dejarlas a un lado del sillón – señalo y él lo hace – No sé cómo agradecerte.
- Puedes invitarme unas cervezas y la deuda estará saldada – frota su hombro – ¿Llevas piedras o algo por el estilo? – suelto una risa.
- Sí, algo así. Y tenlo por seguro… tus cervezas.
- Pero en otra ocasión, justo ahora se supone que estoy en el trabajo, vine por algunas cosas. Ahí – señala a la puerta frente a la mía – Mi casa, tu casa, cuando gustes.
- Gracias.
- Federico – estira la mano y la tomo.
- Rynnian.
- ¿Ry qué?
- Llámame Rynn.
- Hecho. Hasta luego, vecina.
- Adiós.

Nota mental: el vecino se ve agradable, pero no confíes en alguien a quien repites tu nombre y termina por llamarte "vecina".

Tomo mi teléfono y me dispongo a llamar a mi hermana.



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- ¿Cómo ves a los solicitantes? – pregunta la mujer del otro lado de la barra.
- Son buenos – observo las hojas entre mis manos.
- Confiaré en ti – prepara su bolso, dispuesta a marcharse del lugar – Creo que incluso tú tienes más experiencia que yo, y podrás elegir a alguien adecuado para el puesto. Hasta luego – se detiene a medio camino – No olvides cerrar con llave.

La mujer sale del lugar dejándome bastante sorprendida. Esparzo las hojas sobre la barra para verlas mejor, son exactamente ocho postulantes para el único lugar disponible.

¿Cómo se supone que haré una buena elección si hay una persona en especial que nubla mi juicio? No puedo evitar empatizar con la pequeña de rasgos asiáticos. Me recuerdo a mí misma semanas atrás, aquí con mi equipaje en busca de una oportunidad pero, ella no tiene experiencia alguna. Quizás podría enseñarle algo de lo que sé…
Cielos, espero no arrepentirme de mi decisión.


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Deambulo en la ciudad por primera vez desde mi llegada hace casi tres semanas, necesito otro empleo más si quiero sobrevivir aquí y calles atrás escuché por accidente la conversación de algunos chicos sobre el puesto disponible en “Underground”, tan sólo espero que no se trate de un club erótico ni nada por el estilo.
Sigo caminando en dirección desconocida del todo para mí, esperando encontrarme pronto con el local. Doblo la esquina a la derecha y mi vista se centra en un local de gran tamaño en lo que parece ser una de las orillas de la ciudad.

- Underground…

Leo en voz baja las letras enormes encima del local sin dejar de acercarme, es lo bastante temprano para que lo abran el día de hoy, aun así, no detengo mi paso.
Diviso a un hombre entrar por la puerta y corro en su dirección para alcanzarlo, me detengo frente a la puerta y leo rápido el anuncio donde solicitan empleados, a continuación abro la puerta y el hombre gira sorprendido hacia mí.

- Buenas tardes – digo con voz entrecortada, causa de mi pequeña carrera hasta aquí.
- El bar no abre aún – anuncia con desdén.
- No vengo a beber ni nada por el estilo – me acerco.
- ¿Puedo ayudarte en algo entonces? – continúa su camino hasta quedar detrás de la barra. Doy un vistazo rápido, el bar es lo bastante grande para necesitar buen personal.
- Estoy aquí por el anuncio – señalo la ventana.
- Oh, sí – echa un vistazo y devuelve la mirada a mí – Ya no solicitamos ayuda.

Mi entrecejo se frunce.

- ¿Entonces por qué no ha quitado el anuncio? – levanto una ceja curiosa. El hombre se recarga en la barra, suelta un suspiro y vuelve a mirarme.
- No eres de por aquí, ¿cierto? – sus palabras me toman por sorpresa, no puedo hacer más que negar con la cabeza – Lo supuse… lo que pasa aquí, linda, es que no contrato mujeres para mi bar.
- Eso suena demasiado machista – me siento inevitablemente ofendida.
- No es nada en contra de las benditas mujeres, cariño – suaviza sus palabras mientras mueve ambas manos tratando de explicarse – No es nada contra ti, mis clientes no se prestan para que una chica sea quien los atienda.
- He lidiado con todo tipo de clientes – me acerco aún más – He trabajado en distintos bares desde hace varios años ya, por favor, señor, necesito el trabajo. Deme una oportunidad, si sus clientes son tan especiales como usted cree, tenga por seguro que presentaré mi renuncia – el hombre piensa un instante.
- ¿Tienes tu currículo? – giro rápidamente para abrir mi mochila, suspiro antes de entregárselo – No puedo asegurarte nada…
- En serio, necesito el trabajo, señor.
- Myles – corrige sin despegar la vista de la hoja entre sus manos.
- Myles… por favor considérelo – sospecho que justo ahora parezco un cachorro suplicando.
- ¿Cómo alguien tan joven ha tenido tantos trabajos en su vida? – levanta una ceja aun con la mirada fija en mi currículo.
- Las circunstancias te orillan a hacerlo – respondo de manera automática, el hombre me observa un segundo y sonríe de lado asintiendo.
- ¿Qué sabes de este lugar? – pregunta abruptamente.
- Nada.
- Y eso será lo que sigas conociendo de aquí de ahora en adelante – coloca la hoja sobre la barra – Empiezas a prueba el siguiente fin de semana. Viernes a las ocho de la noche, playera negra, jeans de mezclilla y calzado cómodo – se gira hacia las botellas con alcohol – Más te vale no decepcionarme.

Me llevo las manos hacia la boca, de otro modo gritaría. El hombre toma las botellas vacías que yacen colocadas una tras otra, festejo en silencio dando algunos brinquitos.

- ¡Gracias, Myles! No se arrepentirá – me dirijo hacia la salida – En serio, trabajaré con entusiasmo – salgo del lugar y regreso una vez más – ¡Muchas gracias!



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Me recargo sobre la mesa sin dejar de observar la especie de portal al inframundo que Nastia hizo, el horno ahora está lleno de espuma del extinguidor y debemos limpiarlo antes de que a Annya se le ocurra regresar.

- No sabes cómo lo siento – sus pequeñas manos están sobre su pecho – Mis panqueques son perfectos, estos – señala los muffins cuya procedencia pareciera ser de Mordor y no una creación de la adorable muchacha – Debieron ser iguales.
- Tranquila – me acerco hacia ella – Estoy segura de que podrás hacerlo en muy poco tiempo. Por lo pronto estarás a cargo de los panqueques, llevar órdenes a las mesas y de limpiar en su mayoría, ¿de acuerdo?

La sonrisa regresa a su rostro una vez más, tomo algunos trapos y le ofrezco uno para comenzar a limpiar el desastre. La chica parece no haber realizado ninguna tarea doméstica en su vida, puedo deducirlo debido a su torpeza al limpiar, sin embargo, con ella aquí, del alguna forma puedo sentir la compañía de mi hermana.

- ¿Sabes cuándo es día de paga? – pregunta rompiendo el silencio.
- Llevas dos días aquí, aún falta tiempo para que puedas ver tu primer cheque – la observo un tanto.
- ¡Demonios! – suelto una risita, Nastia se ve tierna incluso cuando está molesta – Tengo una deuda enorme – se queja con un puchero, como esperando que pregunte la razón de su penar. Me observa un instante y pestañea varias veces aun con la misma expresión.
- ¿Qué clase de deuda? – acerco los trapeadores.
- Pagué mi matrícula de la universidad con dinero prestado y en serio debo devolverlo – su puchero se pronuncia más – Y sigo sin encontrar un condenado lugar dónde vivir antes de empezar las clases. No puedo esperar que mi hermano me solucione la vida por siempre.

La idea de que pudiera ser mi compañera de apartamento cruza por mi cabeza en el instante.

- Estoy rentando un lugar – anuncio mientras trapeo los restos de espuma esparcidos por el piso – Y hay una habitación disponible – sus ojos brillan esperanzados, sin embargo, el brillo se extingue tan rápido como ha aparecido – ¿Qué sucede?
- Dinero – suena completamente decepcionada de la vida, nuevamente recuerdo a mi hermana y mi pecho se contrae.
- El alquiler es muy barato – nuevamente aparece el brillo – Podrías mudarte y pensar en el dinero una vez que te paguen.
- ¡Sí! – se levanta como de rayo y toma mis manos mientras empieza a saltar cual canguro – ¡Sí, sí, sí, sí! – ahora me abraza con tanta fuerza que me sorprenda que sea tan delgada – ¡Gracias! ¡Gracias, gracias, gracias, gracias, gracias!
- Está bien – sonrío en grande – Te daré la dirección, ya tienes mi número de teléfono. Sólo debo advertirte que no cuento aún con muchas cosas. No tengo muchos trastes, ni horno de microondas o lavadora, aún ni siquiera tengo cama, sigo en planes de comprar una.
- Eso no es problema – asiento con entusiasmo – Haremos que esto funcione.
- Bien, pero antes terminemos de limpiar.

Se gira hacia el horno y continúa con su trabajo mientras tararea una canción. Me pregunto si habrán momentos en los que Nastia bloquee por completo la porquería que pasa en el mundo para poder ser así de feliz… debería pedirle el secreto.
Me dirijo hacia la barra cuando escucho el sonido de la campana que anuncia un cliente nuevo. Tomo los pedidos y antes de llevarlos a la mesa me aseguro de que Nastia no tiene problema alguno, me sorprendo al notar que la chica ha terminado de limpiar el desastre por completo.

- Me alegro de que trabajemos juntas y además vamos a ser roomies – quiero sonreír, sin embargo, los músculos de mi rostro no me lo permiten – Irás a la universidad, ¿cierto?
- Sí – limpio la barra sin dejar de prestarle atención.
- ¡Ya quiero entrar a clases! – cierra los ojos con fuerza y agita las manos denotando una inmensa felicidad – ¿Ya elegiste alguna actividad extraescolar?
- No tendrás que esperar mucho para eso – levanto una ceja – Y sí, tomé algunas horas para encargarme de la biblioteca, ayudará un poco con la matrícula.
- ¡Llega ya, lunes! – su chillido llama la atención de algunos clientes, me disculpo con la mirada – ¿Cuándo puedo mudarme?
- Cuando gustes.
- Estaré ahí mañana.

No me sorprendo en lo absoluto, tampoco me incomoda la personalidad de Nastia, creo que es algo positivo para mí el convivir con una chica como ella.

Una vez que el trabajo termina, me despido de la pequeña quien desaparece al instante. Empiezo mi recorrido en dirección de mi apartamento, he descubierto la manera de acortar camino y no tener que usar autobús para llegar, además, a esta hora sigue habiendo suficiente gente afuera como para sentirme segura caminando por las calles.
Antes de llegar a casa me dirijo al mini super en busca de lo que será mi cena, termino por elegir una sopa instantánea y agua gasificada. Llego a casa y dejo las llaves encima de la mesita que adapté a un lado de la puerta, también instalé un pequeño perchero en el cual cuelgo mi chaqueta. Pongo en la estufa un poco de agua a calentar y una vez que está lista, preparo mi cena, busco mi tenedor desechable que he reciclado al menos unas cinco veces y busco mi botella de agua para después subir a la terraza.  En el borde, hay una barda de aproximadamente un metro y espacio suficiente para tomar asiento, tomo lugar en lado derecho y remuevo mi sopa un instante antes de tomar mi celular.

Hola, linda, ¿cómo estás? ¿Cómo están las cosas por allá?

Me obligo a tragar saliva antes de que un nudo pueda formarse en mi garganta, a continuación me llevo a la boca una probada de los fideos instantáneos. No son tan sabrosos como la envoltura dice que son, razón por la cual destapo mi botella de agua y bebo un sorbo.

- ¿Cenando bajo la luz de la luna?

Dirijo la vista hacia aquella voz, proviene del chico que es mi vecino, aquel que me ayudó a subir mi equipaje cuando recién me mudé. Se lleva un cigarrillo a la boca y a continuación lo enciende con un encendedor que saca del bolsillo trasero de su pantalón de mezclilla. Luego camina lentamente hasta llegar al borde de su terraza y tomar asiento.

- ¿Quieres?

Estiro el vaso con fideos instantáneos, su terraza está dividida de la mía por aproximadamente un metro de distancia razón por la cual toma el vaso con facilidad, coloca el cigarrillo sobre el pavimento y toma un bocado.

- Los fideos picantes saben mejor – me observa brindándome una sonrisa.
- ¿Vives solo aquí, Fede? – termina de dar un bocado y después toma una lata de cerveza del bolsillo de su chaqueta.
- Mi compañía es más que suficiente para mí, vecina… salud – levanta la lata y a continuación la lleva a sus labios – ¿Gustas?
- No, gracias – niego y levanto mi botella de agua gasificada – Brindaré con esto.
- ¿Cuándo será el día en que me pagues las cervezas, vecina? – sonríe de lado.
- Las traeré en uno de estos días, lo prometo.
- Está bien – da una calada del cigarro y suelta lentamente el humo – Pero tendrás que acompañarme al menos con una.
- Lo haré – me levanto tomando el vaso de fideos y la botella de agua – Me retiro a dormir, que tengas una linda noche, vecino.
- Hasta luego, vecina.

Entro sin olvidar poner el seguro a la puerta, luego me dirijo hacia mi habitación, me pongo el pijama y me acuesto en la cama improvisada que he armado con las pocas cobijas que pude traer de casa. Antes de dormir, observo mi celular pero no hay respuesta de Kalie.


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Mi mirada se encuentra clavada en la pantalla de mi teléfono celular mientras sostengo una taza con café en mis labios, ¿en qué momento va a responderme esa chiquilla?

¡Toc, toc, toc!

El golpeteo de la puerta me hace sobresaltar y derramar unas gotas de café sobre la mesa, tomo una servilleta y limpio al instante, a continuación me dirijo hacia la puerta y antes de abrir observo por la mirilla, del otro lado se encuentra la pequeña Nastia acompañada de un chico de expresión seria que sostiene las maletas rosas de la chica. Tomo el pomo de la puerta y lo giro.

- ¡Rynn! – da un brinco y a continuación me abraza con fuerza – ¡Qué gusto verte!
- Hola – saludo sintiéndome tímida – Buenos días, pasen.

Me hago a un lado permitiéndoles el paso a ambos.

- ¡Es muy lindo! – exclama observando el lugar – Con algunos accesorios quedará impresionante. Podríamos agregar una alfombra rosa por aquí – señala la sala haciendo círculos con las manos – Cortinas con brillos y algunos cuadros por allá – ahora una de las paredes.
- Primero deberías instalarte – el chico parece sacarla del plano decorativo que ha empezado a armar en su cabeza.
- ¿Gustan café? – ofrezco.
- Sí.
- No.

Responden al unísono, a continuación se voltean a ver.

- Yo sí quiero – Nastia levanta la mano.
- Estoy bien, gracias – el chico coloca las maletas sobre el piso – Debo asegurarme de que vas a instalarte – la mira un instante y a continuación me observa.
- La… la habitación de Nastia está por aquí… síganme – la expresión sobreprotectora del chico me hace tartamudear un par de veces, abro la puerta y les permito pasar primero – Ambas habitaciones tienen el mismo tamaño, un clóset – deslizo la puerta justo como lo hizo Bella – Y un baño pequeño – abro la puerta.
- ¡Me encanta! – la chica corre por la pequeña habitación – ¿Cabe la posibilidad de pintar la habitación?
- No lo creo – esbozo una mueca.
- Está bien – toma mis hombros como tranquilizándome – Pondré algunas figuras de cerámica y unas cortinas rosas en la ventana… ¡Tengo tantas ideas!

Sonrío tiernamente ante su reacción.

- ¿Y la cama? – pregunta el chico caminando por ahí, inspeccionando todo.
- Tenemos que comprarlas, de hecho aún faltan algunos muebles por aquí.
- No hay problema – la chica se acerca hacia el muchacho – Nate seguro me ayudará a traer todo.
- Hablaré con él para ver qué día traeremos tus cosas – su expresión seria comienza a asustarme un poco.
- ¡También las de Rynn! – me toma el brazo, su acompañante me dirige una mirada despreocupada y sin expresión alguna – Y podría ser en mi primer día de paga.
- Está bien – paso saliva – Puedo hacerlo yo, no te preocupes.
- No – niega – Ahora somos compañeras de apartamento y mi hermano y Lion no tienen problema alguno, ¿cierto?
- No – responde conciso.
- Gra… muchas gracias – me esfuerzo en pronunciar las palabras.
- ¿Dónde dormirás hasta entonces? – se cruza de brazos.
- Puedes dormir conmigo – ofrezco esperando tranquilizar al chico – Si quieres…
- ¡Sí! – da un brinquito – Como hermanas.

Sonrío en su dirección.

- Entonces puedo irme – sale de la habitación y casi debemos correr para alcanzarlo – No olvides desayunar. Hasta luego.
- Bye – la castaña se despide con la mano.

Me quedo estática hasta el momento en que el chico cierra la puerta detrás de él.

- El chico… ¿es tu novio? – la castaña se dirige hacia la cocina y empieza a abrir las puertas de la alacena hasta que encuentra una taza y sirve café dentro.
- No… ¿por qué preguntas? – se lleva la taza a los labios sin dejar de observarme con genuino interés en la respuesta.
- Parecía estar protegiéndote cada segundo.

La chica sonríe de lado con expresión victoriosa, no estoy segura de qué suceda, sin embargo, tampoco indagaré para averiguarlo.

- ¿Lista para las clases?

Mi mirada se pierde en la taza que minutos atrás dejé sobre la mesa, me hago la misma pregunta, tengo tanto tiempo sin estudiar que me pregunto si aún soy buena para el estudio.


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Bart Simpson
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