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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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Trust me I'm lying
O W N :: Originales :: Originales :: One Shot's (originales)
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Trust me I'm lying
♦ Titulo: Trust Me I'm Lying
♦ Autor: Lorena (Toussaint)
♦ Adaptación: No.
♦ Género: Historia corta.
♦ Contenido: Lenguaje explícito.
♦ Advertencias: Ninguna.
♦ Otras páginas: Sólo en OWN.
♦ Autor: Lorena (Toussaint)
♦ Adaptación: No.
♦ Género: Historia corta.
♦ Contenido: Lenguaje explícito.
♦ Advertencias: Ninguna.
♦ Otras páginas: Sólo en OWN.
Perecía allí, parado frente a frente de la tentación en carne y hueso, siendo acompañados por las torrenciales aguas que solo le dejaban una sensación de calma, sosiego, y dulzura. ¿Qué más podía atreverse a pedir? En un abrir y cerrar de ojos tenía el universo en sus manos, recordándole que siempre ha sido dueño de ese enorme lugar y manifestándoselo de mil formas que para él; resultaban suficientes para ponerle el mundo de cabeza.
Pienso, observo y siento demasiado, pero hablo muy poco. Debía admitir que las cosas no resultaban perfectas mientras él continuará dominando esa bella mirada, sacrificando cada centímetro de su casta y pura alma. La historia dio una vuelta inesperada, porque ahora se convertía en un ladrón y tal vez una persona meramente dispuesta a llevar a cabo una locura. Amo la serenidad en su mirada, pero me mata la fuerza de sus palabras, pensamientos como esos le arrancaban la voluntad de continuar con ese doloroso éxtasis que recorría todo su cuerpo. No sé si tomé la decisión correcta, no sé si lo que voy a hacer será el fruto de un error que acarrea una decepción futura. Verla tan serena como el agua de un arroyo, tan frenética y llena de vida, mientras que él respira con tanta dificultad, como si las cosas no funcionaran de manera considerada. No sé si alegrarme o preocuparme, porque sé que mis sentimientos por ti no han hecho más que crecer. Quizá no ha querido mirar hacia otro lado porque el paisaje que ve en ella, en sus ojos, en su boca, para él es el paraíso. ¡Mierda! Podría mirar su rostro todas sus benditas mañanas, si eso no es amor entonces qué es.
La gente nunca entiende verdaderamente hasta que les pasa lo mismo a ellos. Nicholas necesitaba aprender a sentir menos y vivir más, arriesgarse a perder o a ganar, a lanzarse al agua sin temor o detenerse en las consecuencias de aquello, pensando y pensando… A veces te quedas o te vas, a veces la vida solo te da dos opciones, a veces tienes que despedirte y empezar de nuevo o resignarte a la vida que llevas en tu zona de confort. Y de la nada llega una persona que rompe tus esquemas y te provoca tantas cosas en una misma línea de tiempo, incitándote a hacer cosas que en el paso te hubiesen parecido una tremenda ridiculez. Quizás no necesitemos un por qué. Nadie puede hacer nada contra los sentimientos, ahí están y escapan a cualquier censura. Uno puede reprocharse tal acto, tal palabra pronunciada, pero no puede reprocharse un sentimiento, simplemente porque no tiene poder alguno sobre él.
¿Lo creerían sin tener pruebas de ello? Él tuvo la suerte de conocer la raíz de esos extraños pensamientos, de esa palabra tan profunda y tan vacía. Nunca se le hubiese ocurrido llegar tan lejos por alguien, ni siquiera lo hizo por él. No te rindas conmigo y yo nunca me rendiré contigo, suplicaba en el silencio de la noche y precipitándose con el eco de sus labios chocando uno contra el otro, nuevamente cayendo al abismo, llenándose de él, saboreando la exquisitez de sentirla con él como nunca antes. — Espero que tú puedas seguirme el paso — Continuó incitándole, con una sonrisa picara en sus labios y permitiéndole seguir con su juego por un rato más, era muy entretenido para él; verla tan decidida a tomar riendas en el acto como si fuera una carrera de relevos, donde ella es la dueña del testimonio (si saben a lo que se refiere). En verdad estaba tentando al mismísimo diablo, quería ser muy escéptico en ese aspecto y recordarle que las cosas se tornaría diferentes si aumentaba el calor que de por sí ya extinguía en el frío de la noche. Ahora que lo pensaba, le tentaba un poco creer que en primer lugar ella también planeo atacarlo sorpresivamente con un toque toxico. Vaya que sí le había funcionado. Aferró con fuerza las caderas de la chica, quien no dejaba ningún cabo suelto en cuento se apodero de los botones de la camisa, exponiéndose al contacto directo entre sus manos. Mordió su labio inferior como reflejo, conteniéndose de reír ante aquella feroz mirada que le impartía al verlo semidesnudo, pudiendo adivinar que pensamientos surcaban por su cabeza y lo mucho que le gustaba. Soltó un suspiro, viendo hacia donde se estaban dirigiendo ambos. — Hey, calma, calma, vaquera — Negó sin poder evitar reírse de la situación, honestamente jamás – ni en sus más morbosas fantasías – podría llegar a imaginarse lo lasciva que era Louise en realidad. Con dulzura, acunó su rostro y la acerco hasta sentir el choque de sus respiraciones. — ¿Estás segura de esto? — Sí, era muy tarde para cuestionárselo, sin embargo le aterraba la idea de ser partícipe de un mal recuerdo para ella y que al final se arrepintiera de lo él supone que ella sabe. Besó sus mejillas, una a una, con lentitud y con suma paciencia. Sé que sonará un poco egoísta de mi parte, pero no quiero que nadie te conozca tanto como yo.
Está bien, lo admitía, ella lo estaba aterrando en su totalidad y presentía que no irían al paso más sano posible, no si ella continuaba conduciéndolo al pecado. Porque esa atrevida mirada que le robo el aliento, termino por adueñarse de sus manos e invitarlo a ver más allá de sus prendas, que en sí ya dejaban mucho que desear. Sus manos picaban al tocar la cremallera del vestido, deslizándola poco a poco y atormentándolo. Oh, mierda. Sus ojos destellaban admirando cada pieza de su cuerpo, viajo por esas curvas tan sugestivas, su blanca piel que alimentaba sus ganas por tocarla, sentirla. Solo podía contemplarla, llenarse de esa belleza que lo encandila y pronto le saca de sus propios pensamientos. — Eres… Tan hermosa — sonaba como un susurro, mezclándose entre las gotas que yacían una a una, cesando la llovizna y en cambio, pasando a ser un fuego intenso. Quería estar seguro de lo que hacía, demostrarle confianza y que no temiera por él, tal vez de no hacerle creer que se estaba entregando a cualquier imbécil. Vagó hasta llegar a sus titubeantes ojos, acercándose con firmeza y depositando largos besos en el. — Confía en mí.
Pienso, observo y siento demasiado, pero hablo muy poco. Debía admitir que las cosas no resultaban perfectas mientras él continuará dominando esa bella mirada, sacrificando cada centímetro de su casta y pura alma. La historia dio una vuelta inesperada, porque ahora se convertía en un ladrón y tal vez una persona meramente dispuesta a llevar a cabo una locura. Amo la serenidad en su mirada, pero me mata la fuerza de sus palabras, pensamientos como esos le arrancaban la voluntad de continuar con ese doloroso éxtasis que recorría todo su cuerpo. No sé si tomé la decisión correcta, no sé si lo que voy a hacer será el fruto de un error que acarrea una decepción futura. Verla tan serena como el agua de un arroyo, tan frenética y llena de vida, mientras que él respira con tanta dificultad, como si las cosas no funcionaran de manera considerada. No sé si alegrarme o preocuparme, porque sé que mis sentimientos por ti no han hecho más que crecer. Quizá no ha querido mirar hacia otro lado porque el paisaje que ve en ella, en sus ojos, en su boca, para él es el paraíso. ¡Mierda! Podría mirar su rostro todas sus benditas mañanas, si eso no es amor entonces qué es.
La gente nunca entiende verdaderamente hasta que les pasa lo mismo a ellos. Nicholas necesitaba aprender a sentir menos y vivir más, arriesgarse a perder o a ganar, a lanzarse al agua sin temor o detenerse en las consecuencias de aquello, pensando y pensando… A veces te quedas o te vas, a veces la vida solo te da dos opciones, a veces tienes que despedirte y empezar de nuevo o resignarte a la vida que llevas en tu zona de confort. Y de la nada llega una persona que rompe tus esquemas y te provoca tantas cosas en una misma línea de tiempo, incitándote a hacer cosas que en el paso te hubiesen parecido una tremenda ridiculez. Quizás no necesitemos un por qué. Nadie puede hacer nada contra los sentimientos, ahí están y escapan a cualquier censura. Uno puede reprocharse tal acto, tal palabra pronunciada, pero no puede reprocharse un sentimiento, simplemente porque no tiene poder alguno sobre él.
¿Lo creerían sin tener pruebas de ello? Él tuvo la suerte de conocer la raíz de esos extraños pensamientos, de esa palabra tan profunda y tan vacía. Nunca se le hubiese ocurrido llegar tan lejos por alguien, ni siquiera lo hizo por él. No te rindas conmigo y yo nunca me rendiré contigo, suplicaba en el silencio de la noche y precipitándose con el eco de sus labios chocando uno contra el otro, nuevamente cayendo al abismo, llenándose de él, saboreando la exquisitez de sentirla con él como nunca antes. — Espero que tú puedas seguirme el paso — Continuó incitándole, con una sonrisa picara en sus labios y permitiéndole seguir con su juego por un rato más, era muy entretenido para él; verla tan decidida a tomar riendas en el acto como si fuera una carrera de relevos, donde ella es la dueña del testimonio (si saben a lo que se refiere). En verdad estaba tentando al mismísimo diablo, quería ser muy escéptico en ese aspecto y recordarle que las cosas se tornaría diferentes si aumentaba el calor que de por sí ya extinguía en el frío de la noche. Ahora que lo pensaba, le tentaba un poco creer que en primer lugar ella también planeo atacarlo sorpresivamente con un toque toxico. Vaya que sí le había funcionado. Aferró con fuerza las caderas de la chica, quien no dejaba ningún cabo suelto en cuento se apodero de los botones de la camisa, exponiéndose al contacto directo entre sus manos. Mordió su labio inferior como reflejo, conteniéndose de reír ante aquella feroz mirada que le impartía al verlo semidesnudo, pudiendo adivinar que pensamientos surcaban por su cabeza y lo mucho que le gustaba. Soltó un suspiro, viendo hacia donde se estaban dirigiendo ambos. — Hey, calma, calma, vaquera — Negó sin poder evitar reírse de la situación, honestamente jamás – ni en sus más morbosas fantasías – podría llegar a imaginarse lo lasciva que era Louise en realidad. Con dulzura, acunó su rostro y la acerco hasta sentir el choque de sus respiraciones. — ¿Estás segura de esto? — Sí, era muy tarde para cuestionárselo, sin embargo le aterraba la idea de ser partícipe de un mal recuerdo para ella y que al final se arrepintiera de lo él supone que ella sabe. Besó sus mejillas, una a una, con lentitud y con suma paciencia. Sé que sonará un poco egoísta de mi parte, pero no quiero que nadie te conozca tanto como yo.
Está bien, lo admitía, ella lo estaba aterrando en su totalidad y presentía que no irían al paso más sano posible, no si ella continuaba conduciéndolo al pecado. Porque esa atrevida mirada que le robo el aliento, termino por adueñarse de sus manos e invitarlo a ver más allá de sus prendas, que en sí ya dejaban mucho que desear. Sus manos picaban al tocar la cremallera del vestido, deslizándola poco a poco y atormentándolo. Oh, mierda. Sus ojos destellaban admirando cada pieza de su cuerpo, viajo por esas curvas tan sugestivas, su blanca piel que alimentaba sus ganas por tocarla, sentirla. Solo podía contemplarla, llenarse de esa belleza que lo encandila y pronto le saca de sus propios pensamientos. — Eres… Tan hermosa — sonaba como un susurro, mezclándose entre las gotas que yacían una a una, cesando la llovizna y en cambio, pasando a ser un fuego intenso. Quería estar seguro de lo que hacía, demostrarle confianza y que no temiera por él, tal vez de no hacerle creer que se estaba entregando a cualquier imbécil. Vagó hasta llegar a sus titubeantes ojos, acercándose con firmeza y depositando largos besos en el. — Confía en mí.
Toussaint
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