Mucho Tiempo Después (Harry Styles & _)

por **Yesie** Vie 13 Mayo 2016, 6:43 pm

Nombre: Mucho Tiempo Después (Harry Styles & __)
Autor: Ruth Jane
Adaptación: Si
Genero: Contemporáneo
Notas: Vamos, anímense a seguir esta linda historia en donde uno de los protagonistas no es ni mas ni menos que el Hazza, el chico rizado del vídeo de la playa!

Mucho Tiempo Después (Harry Styles & _) 285151902

Otras Paginas: Si, señor.

Bueno, me presentare...
Mi nombre es Jessica, pero me gusta mas Yesie Yeca, pueden llamarme como quieran...
Llevo un largo tiempo fuera del foro por "Xs" motivos (Uno era por la falta de Internet estable Mucho Tiempo Después (Harry Styles & _) 1421880775

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Pero, lo bueno es que regrese, para leer nuevas historias y publicar una que otra para ustedes. Ya tengo historias publicadas por si interesa...
Pero bueno, les puedo decir que amo la idea de poder compartir tiempo con personas que aprecian las buenas historias.. Mucho Tiempo Después (Harry Styles & _) 4229596405

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Esperare a que se presenten algunas lectoras... para comenzar con la historia

Y mientras , abajo les dejo el argumento de Mucho Tiempo Después <3

por **Yesie** Vie 13 Mayo 2016, 6:53 pm

Argumento:

De vuelta a Shepherd's Pass, la responsable __ Mitchell se comportaba como si jamás hubiera intentado seducir al defensor de los animales Harry Styles. También había tratado de olvidar que la última vez que lo había visto sólo estaba cubierta por una cortina de ducha. Pero él no había olvidado nada, además ya no era el muchacho tímido de la casa de al lado. Ahora era todo un hombre, arrebatadoramente guapo y dispuesto a retomar las cosas donde las habían dejado…

Contar ovejas sólo hacía

Que sus noches fueran aún

Más inquietas...

por **Yesie** Miér 18 Mayo 2016, 6:29 pm

Capitulo 1

DOCTOR Styles, por favor... dígame la verdad. ¿Gertrude se va a morir? Harry Styles, el nuevo veterinario de la clínica Shepherd's Pass, apretó la mano de la anciana.
—Tranquilícese, señorita Pauline —sonrió, llevándola hacia una silla en la impoluta sala de espera—. Sólo es una infección de oído. Gertrude se pondrá bien.
— ¿Qué? — La señorita Pauline levantó la cabeza, indignada—. Pero si estaba maullando como una loca... ¡Cuando intenté agarrarla me mordió! Nunca lo había hecho antes.
—Fue por el dolor. Le dolía tanto que la pobre reaccionó violentamente. Créame, no es nada serio. Además, el doctor Miller está de acuerdo conmigo.
Sabía que diciendo eso se calmaría. La anciana lo aceptaba como profesional e incluso lo trataba con el debido respeto, pero seguía considerándolo un niño. Lógicamente. Lo conocía desde que nació, fue profesora suya en el colegio y lo despidió cuando se marchó de Colorado para estudiar en la universidad. Incluso acudió a la fiesta que Harry había organizado seis meses antes para celebrar su vuelta a Shepherd's Pass, con el título de veterinario bajo el brazo.
Ella sabía que era un buen profesional, pero Gertrude era su querida gata... más que eso, era como su hija.
— ¿Puedo verla?
—Puede llevársela a casa. Tiene que ponerle unas gotas en los oídos tres veces al día, pero ya no volverá a tener dolores.
El alivio y el agradecimiento suavizaron las facciones de la señorita Pauline.
— Gracias, doctor Styles —le dijo formalmente, como si nunca lo hubiera castigado sin recreo—. Ha sido muy amable. Y no hace falta que se quede conmigo. Sé que tiene cosas que hacer...
—No se preocupe.
Tenía cosas que hacer, pero la señorita Pauline había hecho tantas cosas por él durante su infancia que se sentía obligado.
—Cindy traerá a Gertrude en cuanto esté lista.
Mientras tanto, pienso hacerle compañía, si no le importa —le dijo, sentándose a su lado.
—Claro que no me importa. Yo encantada — sonrió ella—. Bueno, cuéntame cómo te va, Harry.
—Estoy bien. ¿Y usted? Hacía tiempo que no nos veíamos.
— La verdad es que he estado ocupadísima. Trabajo en la floristería de Lorraine algunas mañanas, ¿sabes?
-¿Ah, sí?
—Contesto al teléfono y anoto los encargos de los clientes cuando ella tiene mucho jaleo.
—Qué bien. ¿Cómo está Lorraine?
—Muy emocionada. Su hija llegó ayer a Shepherd's Pass para pasar unas vacaciones... te acuerdas de __, ¿verdad?
¡__! Harry se levantó de un salto. Y la señorita Pauline hizo un gesto de sorpresa.
—Vaya... no esperaba esa reacción.
—Es que acabo de recordar algo que... debo hacer más tarde —intentó justificarse él—. Claro que me acuerdo de __. ¿Sigue viviendo en California?
— Sí, claro. Pero parece que tiene algún tiempo libre... creo que porque su empresa se ha unido con otra o algo así. Lorraine ha estado muy preocupada por ella desde su divorcio.
— ¿Fue un divorcio desagradable?
—No, qué va. Todo lo contrario. Pero ya sabes cómo son las madres. Cuando tienen a un hijo lejos... ¡Gertrude! — Exclamó la señorita Pauline al ver que Cindy entraba en la sala de espera con su gata—. Pobrecita mía. ¿Cómo estás, cariño? Ay, pobrecita. Venga, vámonos a casa.
Cindy le dio la enorme gata blanca, que ronroneaba de placer en brazos de su dueña.
—Aquí está la receta, señorita Pauline. Tiene que ponerle estas gotas tres veces al día...

Satisfecho de haber solucionado otra crisis, Harry se despidió de la anciana.
__ Myers había vuelto al pueblo. __, la seria __, la chica que lo tenía todo controlado. Sólo con pensar en ella tenía que sonreír.
Hacía siglos que no la veía. ¿Habría cambiado? ¿Actuaría de forma diferente?
Esperaba que no, porque una vez, mucho tiempo atrás, estuvo enamorada de él.
— ¡Eh, tú, despierta!
Harry levantó la cabeza, sorprendido.
—Perdona, Gene... es que estaba pensando.
Supuestamente debía estar trabajando, pero le resultaba difícil concentrarse. No podía dejar de pensar en Thalia.
—Ya —sonrió Gene Miller, su mentor—. Si no estuviéramos en septiembre, diría que estás atontado por la primavera.
-Sí, ya...
—Voy a tener que vigilarte —rió Gene—. Yo, desde luego, no volvería a ser joven por todo el oro del mundo... Bueno, venía a decirte que me marcho. Doris me ha convencido para que la acompañe a Denver porque tiene que elegir unas alfombras —explicó, haciendo una mueca . Como que a mí me importa si las compra azules o verdes, pero ya conoces a las mujeres.
—No tanto como a mí me gustaría —sonrió Harry—. Hasta mañana entonces.
—Gracias, chico. Sabía que hacía bien trayéndote a la clínica. Lo que no sé es por qué aceptaste el puesto, pero no pienso preguntar.
Cuando Gene salió del despacho, Harry miró su escritorio sin ningún entusiasmo. No había hecho veterinaria para pasarse el día rellenando papeles. Había estudiado esa carrera porque le gustaban los animales, todos los animales.
Pero últimamente pensaba mucho en algo que le faltaba: compañía femenina.
Conocía a muchas chicas en el pueblo, pero ninguna le gustaba lo suficiente como para salir con ella. Sin embargo, pensar en __ Myers Mitchell le traía muchos recuerdos... recuerdos de haber hecho lo correcto o, más bien, de no haber hecho lo incorrecto.
Fue once años antes, cuando ella tenía dieciséis y él casi veintiuno. __ lo había elegido para que «la librase» de su virginidad; una decisión racional, según ella. Harry debería haberse sentido halagado... bueno, sí se sintió halagado. Y atraído, y confuso. Y responsable.
Sabía que hirió sus sentimientos al rechazarla por su edad y su inexperiencia. Y por deferencia a su hermano John, que era su mejor amigo desde el instituto.
De modo que hizo lo que le pareció mejor: decirle que no. Desde entonces, __ y él se encontraron incómodos el uno con el otro. Pero había pasado mucho tiempo, pensó. Quizá las cosas serían diferentes con once años de por medio.
La puerta de su despacho se abrió en ese momento y Cindy entró con expresión preocupada.
— ¿Te pasa algo, Harry? Llevo cinco minutos llamando a la puerta.
— ¿Eh? No, no, perdona... es que estaba pensando en mis cosas. La verdad es que debería comer algo, estoy un poco desconcentrado.
— ¿No has comido aún? — Exclamó Cindy, en jarras—. De verdad, Harry. Doc y tú sois iguales. Voy a buscarte un bocadillo ahora mismo.
—No hace falta...
— Sí hace falta —lo interrumpió ella—. Venía a decirte que la señora Bushmiller ha cancelado su cita, o sea que hoy puedes salir a las cinco.
—Sí, pero...
—Nada de peros. Son casi las tres y hay que ponerle la inyección al perro de Jimmy Morton. Yo vuelvo enseguida con el bocadillo. ¡Y no discutas!
Harry no discutió.
Un poco después de las cinco, __ Mitchell se detuvo frente al escaparate de la tienda de telas de la calle Mayor de Shepherd's Pass, Colorado. Tras el cristal, un enorme gato tomaba el sol, al lado de una antigua máquina de coser. A su alrededor había enormes rollos de telas en multitud de colores y tejidos.
Algunas cosas no cambiaban nunca, pensó. Golpeando el cristal con un dedo, __ atrajo la atención del gato, que la miró un momento y luego cerró los ojos, irritado por la interrupción de su siesta.

por **Yesie** Miér 18 Mayo 2016, 6:42 pm

__ sonrió. Era estupendo estar de vuelta en las montañas de Colorado aquel precioso día de septiembre... y un poco raro también. Llevaba mucho tiempo fuera de allí, desde el último año de instituto. Después de irse a la universidad, sólo volvió a Shepherd's Pass de visita, y las visitas nunca duraban más de un par de semanas.
Ella vivía en el sur de California, un sitio bien diferente de Colorado.
Suspirando, empujó la puerta y oyó las campanitas que anunciaban su llegada.
Varias de las dientas la miraron sin disimular su curiosidad. Pero la chica que estaba colocando telas sobre el mostrador levantó la mirada y lanzó una exclamación:
— ¡__!
— ¡Emily!
Se abrazaron, rieron, dieron saltos y se abrazaron otra vez. Por fin, __ se apartó.
— ¡Qué bienvenida más estupenda!
— Te he echado mucho de menos —dijo Emily—. Cuánto me alegro de verte, de verdad. Vi a tu madre el otro día y me dijo...
—Emily, cariño —la llamó una de las dientas—. ¿Te importa sacarme esta misma tela en un color más claro? Es que tengo un poco de prisa.
—Enseguida, señora Adams —dijo ella, volviendo al mostrador—. ¿Se acuerda de __ Myers?
—Mitchell —la corrigió __—. Encantada de verla, señora Adams.
Cuando por fin la apresurada dienta se marchó, Emily se volvió hacia ella, con una sonrisa de oreja a oreja.
— ¡Tienes que contármelo todo! Hace siglos que no tenemos una...
—Adiós, Emily —dijo otra de las dientas —. No encuentro lo que busco, así que volveré la semana que viene.
—Muy bien, señora Weller. Ay, __, estás guapísima.
__ no se sentía así. Al lado de Emily, con su larga melena, sus brillantes ojos azules, su vestido de tela vaquera con bordados... ella se sentía... rara. Demasiado seria, demasiado formal.
—Tú también.
— ¿Cómo estás?
—Bien, estoy bien.
Aburrida de la vida, pero bien.
— ¿Y... el divorcio?
—No fue tan malo como podría haber sido. Don y yo nos separamos amistosamente.
—Pobrecita —suspiró Emily—. Ven, vamos a la trastienda.
— ¿Por qué pobrecita?
—Te conozco, __ —suspiró su amiga, dejándose caer en una silla—. Seguro que te lo has tomado como un fracaso personal.
—Es que es un fracaso personal.
Emily hizo una mueca.
—No lo es. Ese matrimonio fue un error. Todos cometemos errores, pero eso no significa que hayamos fracasado.
__ tuvo que sonreír.
— Em, tus razonamientos siempre son de lo más original. Deberías haber sido abogado.
— ¡No, por favor! No puedo soportar a los abogados. Te conozco, __ Myers Mitchell. Te tomas las cosas demasiado en serio. Siempre lo has hecho.
—Pocas cosas son más serias que el matrimonio.
—Venga ya. Lo que pasa es que siempre has sido muy estricta.
—Antes era una cría.
— ¿Y has cambiado?
__ lo pensó un momento.
—La verdad es que no.
— Siempre has querido tener un marido serio, dos niños muy serios y una seria carrera profesional. Al menos, eso es lo que decías.
—Tengo una carrera muy seria. Y, considerando cómo terminó mi matrimonio, me alegro de no haber tenido hijos... ¡pero es que odio el fracaso! — exclamó __ entonces, apretando los dientes—. Ahora tengo que empezar otra vez y no me apetece nada.
—Pero estás en casa —razonó Emily—. Aquí te será mucho más fácil empezar otra vez que en California. Será como en los viejos tiempos.
—No voy a quedarme aquí. ¿No te lo ha dicho mi madre? Mi empresa se ha fusionado con otra más grande...
— Seguros, ¿no? —la interrumpió su amiga, haciendo un gesto de aburrimiento.
—Un trabajo muy honrado.
—Y muy serio, desde luego —sonrió Emily.
— ¿Puedo terminar lo que iba a decir? Las dos empresas se han fusionado y yo he pedido la excedencia durante el tiempo que dure la transición. Cuando mi madre se enteró, me pidió que viniera a verla. Si no, me habría quedado allí y...
— ¿Y qué? No parece que lo pases muy bien en California.
—Tengo amigos —dijo __, a la defensiva—. Además, pasarlo bien no es un objetivo fundamental en mi vida. Y, en cualquier caso, me apetecía ver a mi madre y a mis antiguas amigas.
— ¿A quién has visto?
—A ti, mi mejor amiga.
Emily sonrió, orgullosa.
—Eres un cielo. Pero pensé que habrías ido a ver a Harry. Harry, ¿te acuerdas?
__ esperaba no haberse puesto como un tomate.
—Claro que no. ¿Por qué iba a ir a verlo?
—Porque a lo mejor te apetecía encontrarte con un antiguo amor.
—Harry Styles no es un antiguo amor, Emily.
— Pero tú querías que lo fuese. ¿Sabes que ahora trabaja en la clínica veterinaria, con el doctor Miller?
—Puede que mi madre lo haya mencionado... —Ah, ya. ¿Y te ha dicho que está más guapo que antes?
—No creo que eso sea posible.
— ¡Ésa es mi vieja amiga! — rió Emily—. Vamos a pasarlo tan bien que no querrás irte nunca de Shepherd's Pass.
En ese momento sonó la campanita de la puerta.
—Uf, qué rollo. Tengo que atender a otra clienta. Espera, enseguida vuelvo...
__ se mordió los labios. Era estupendo ver a sus antiguas amigas, pero se sentía tan fuera de lugar allí como en California.
Emily se encontraba en Shepherd's Pass como pez en el agua porque no se marchó nunca de allí. Su abuela abrió aquella tienda de telas cincuenta años antes y Emily la había heredado. Además, era un genio con la máquina de coser y estaba haciendo lo que le gustaba. Ella, por el contrario, se dedicaba a algo supuestamente serio e importante, pero que no le gustaba en absoluto.
Suspirando, __ miró su seria falda marrón y la más seria blusa beige. Debería haberse puesto unos vaqueros. Con aquella ropa parecía una persona de fuera, una extraña...
Lo que ella quería era sentirse cómoda, hacer feliz a su madre y volver a la costa en cuanto le fuera posible.
Unos segundos después, oyó pasos.
— ¿Quién era? ¿Alguien conocido...?
Unas manos le taparon los ojos y una profunda voz masculina le dijo al oído:
—Depende de a qué llames «un conocido».
— ¡Harry!
—Porras, me has pillado. ¿Cómo estás, __?
Ella se levantó, sorprendida. Estaba igual de guapo que antes, quizá más. Y, como siempre, el flequillo le caía un poco sobre la frente.
—Estoy bien —contestó, nerviosa—. Veo que no has cambiado nada, Harry Styles.
— ¿Y por qué iba a cambiar?
—No lo sé.
Emily tenía razón. Estaba más guapo que nunca; más maduro. __ se aclaró la garganta.
—Pensé que, siendo veterinario, te habrías vuelto más serio.
Y también había esperado que el brillo burlón de sus ojos, tan sexy, hubiera desaparecido. Pero no.
—Pero si soy muy serio... —rió él—. Siempre he sido un chico muy serio. Pero no voy a ir por ahí con cara de funeral.
-¿Y yo sí?
—Si tú lo dices...
—__, ¿no te encanta que Harry haya pasado por aquí? — intervino Emily, siempre al tanto—. Nos vio por el escaparate y ha pasado a decir hola. No le pegues, ¿eh?
—No pensaba hacerlo —contestó ella, intentando olvidar que una vez, hacía muchos años, se había envuelto en una cortina de ducha y apareció de repente para intentar seducirlo.
Emily le ofreció una taza de café, que Harry aceptó con una sonrisa, sin dejar de mirar a __.
— ¿Cuánto tiempo vas a quedarte?
—Un mes o dos.
—Pues tenemos que vernos.
— Sí, claro.
— ¡Estupendo! — exclamó Emily—. Suelo quedar con la pandilla de vez en cuando en el Watering Hole. La próxima vez te llamaré.
—No sé... —empezó a decir __.
— ¿Por qué no? ; —No me gustan los bares. No suelo beber.
—No tienes que beber. Sólo quedamos para charlar.
__ miró a Harry.
— ¿Tú sueles quedar con ellos?
Él se encogió de hombros.
—De vez en cuando. Pero si tú vas, iré seguro.
Esa respuesta la sorprendió. ¿Por qué parecía tan interesado en ella cuando once años atrás no lo estaba en absoluto?
Nerviosa, escuchó la charla entre Em y él: ¿Cómo estaban sus gatos? Bien. ¿Cómo estaba el perro de Benson, al que pisoteó un caballo la semana anterior? También bien. ¿Qué tal el negocio? Estupendamente...
__ se levantó de repente.
—Será mejor que me marche. Mi madre me espera y son casi las seis.
—No te vayas todavía —dijo Emily—. No hemos podido hablar casi nada.
No, porque Harry las había interrumpido.
—Ya tendremos tiempo.
—Oye, siento haber molestado —sonrió Harry—. Entré para decir hola porque me alegró mucho ver a __.
—Yo cierro a las seis —dijo Emily—. ¿Por qué no cenamos juntos, los tres? Llama a tu madre y dile que no te espere.
—Ah, qué buena idea —asintió Harry.
—No puedo, de verdad. Quedamos otro día.
—Bueno, como tú digas.
—Te llamaré mañana —dijo __, abrazando a su amiga—. Encantada de volver a verte, Harry.
— ¿De verdad? Pues entonces te gustará saber que voy a casa contigo.
-¿Qué?
—Voy a seguirte hasta tu casa en el jeep.
—No recuerdo haberte invitado —replicó ella.
— Y yo no recuerdo que necesite invitación. Tu madre siempre se alegra de verme. Además, me ha dicho que su collie está un poco raro, así que voy a pasarme por allí para echarle un vistazo.
—Oye,Harry, no creo que...
—Es una visita profesional. La salud del perro de tu madre es importante para mí. Pero si no quieres que te siga...
—No quiero —dijo __, cortante.
— Bueno, entonces nos encontraremos allí. Hasta luego, Emily —se despidió Harry, dándole un beso en la mejilla.
Y luego desapareció, silbando.
__ se quedó parada, sin saber qué hacer. Y su amiga Emily se puso en jarras. , —Pero bueno...

Hasta aquí el capítulo 1... Ya veremos como sigue... Mucho Tiempo Después (Harry Styles & _) 2529252940

Mucho Tiempo Después (Harry Styles & _) 2529252940

por **Yesie** Sáb 28 Mayo 2016, 12:37 am

Capitulo 2

SHEPHERD'S Pass había crecido mucho durante su ausencia. La casa de su madre solía estar a las afueras del pueblo, un lugar solitario rodeado de montañas, pero ahora había que pasar por una urbanización, Shangri-la, para llegar allí.
Bonitas casas, pensó. Y grandes en comparación con California, donde una casita de cien metros cuadrados podía costarte un ojo de la cara.
¿De dónde había salido toda aquella gente? ¿La vida en el pueblo se habría alterado para siempre?
Y hablando de alteraciones... Había un jeep aparcado en la puerta. Harry asomó la cabeza por la ventanilla para saludarla, tan tranquilo. No pensaría perseguirla durante su estancia en Shepherd's Pass, ¿no? Si lo hacía, tendría que volver a California antes de lo previsto.
Ya no le gustaba Harry Styles. Once años antes era una cría, pero ya no... Y Harry ya no tenía nada que enseñarle.
__ tembló al pensar que podría estar equivocada.
Nada de complicaciones, se dijo a sí misma mientras bajaba de la vieja furgoneta de su madre. Ella era una persona seria, con una vida seria y serios planes para el futuro. No le apetecía darse un revolcón con cualquier chico guapo...
Un momento. Podría apetecerle. ¿A qué mujer no le apetecería? Pero ella era una persona seria y no estaba interesada en aventuras, por muy atractivo que fuera...
Y Harry era muy, pero que muy atractivo. Alto y fibroso, el sol iluminaba su pelo castaño claro dándole reflejos rubios. Y cuando sonreía, mostraba unos dientes blanquísimos.
—Me has esperado.
—Yo no...
Ella nada; lo había esperado al lado de la furgoneta. Enfadada consigo misma, se dirigió hacia la casa y subió los escalones del porche en dos zancadas. La puerta, por supuesto, estaba abierta.
Siendo tan seria como era ella, debería tener una madre seria. Pero no. Lorraine estaba haciendo pesas y los recibió con una sonrisa en los labios, naturalmente pintados de rojo carmesí.
— ¡Has traído a Harry! — exclamó Lorraine—. ¡Qué alegría!
Harry estaba seguro de que a __ no le hacía ninguna gracia y miró de madre a hija con una sonrisa en los labios. Lorraine debía haber sido un castigo para __ toda su vida, pero él daría lo que fuera por tener una madre con el pelo como Lucille Ball y el mismo sentido del humor.
Lorraine, que estaba haciendo pesas en ese momento, llevaba una cinta en el pelo; y su amplia figura embutida en unos leotardos negros. Parecía una mujer sana y feliz.
—No le he traído a casa, mamá. Ha venido solito.
Lorraine dejó las pesas en el suelo.
—De todas formas, me alegro de verlo. Tengo una caja llena de esas galletas de chocolate que solía comerse a puñados con John. Venid conmigo, chicos —dijo, dirigiéndose a la cocina.
Harry sonrió. Su madre solía enfadarse cuando iba a cenar después de haber merendado en casa de los Myers. Y volvería a hacerlo.
—Yo paso de las galletas, mamá. Voy a mi habitación — dijo __—. Es casi la hora de la cena y...
—__ Renee, ven a la cocina ahora mismo. Puede que ésa sea toda tu cena, jovencita.
Intentando controlar la risa, Harry se dejó caer sobre una silla en medio de la antigua cocina. __ y Lorraine no podrían ser más diferentes y, sin embargo, le caían bien las dos.
Su madre le contó una vez que __ se parecía a su padre, que había muerto muy joven. John, sin embargo, era como su madre: lleno de vida, divertido y dispuesto a todo.
Lorraine llenó un plato de galletas y sirvió dos vasos de limonada sin dejar de hablar a mil por hora.
— ¿Y qué tal John? —preguntó Harry cuando ella se detuvo para respirar.
—En Chicago, trabajando para esa empresa de Internet. Sigue con su mujer y con su niño y está encantado. Iba a venir al pueblo para ver a __, pero tiene muchísimo trabajo.
—Me gustaría verlo un día de estos.
—A mí también —suspiró __—. Afortunadamente, su empresa lo manda a California de vez en cuando.
— ¿Te gusta vivir en California? —preguntó Harry, mordiendo una galleta de chocolate y cerrando los ojos de placer. Lorraine era la mejor repostera de Shepherd's Pass, sin duda. Para el resto de la cocina no estaba muy dotada, pero sus galletas no tenían rival.
— ¡Claro que le gusta California! —contestó su madre por ella—. ¿Cómo no va a gustarle? Tanto coche, tanta gente, tanto humo, tantos crímenes... Sólo vive allí porque es una cabezona.
—Mamá, por favor, allí está mi trabajo, mis amigos...
—Y tu ex marido —dijo su madre—. A veces creo que sigues enamorada de Don.
—De eso nada. Lo nuestro no funcionaba...
—Deberías volver a Colorado, como Harry. Te alegras de haber vuelto, ¿verdad?
—Claro que sí, pero no me hace gracia vivir en casa —contestó él—. Mi madre insiste y como mi padre había muerto sólo unos meses antes de que llegase...
Ya, claro.
—Entonces me pareció buena idea, pero ahora no sabe cómo lo siento. En cuanto pueda me compraré una casa.
Thalia se puso seria. Lo cual era muy normal en ella.
—Sentí mucho la muerte de tu padre, Harry. —Gracias. Fue una sorpresa para todos, pero así es la vida.
Así era la vida, pero no resultó fácil. Poner en orden todos los papeles que su padre había dejado fue una ardua tarea... recompensada por la sorpresa de descubrir que había dejado una fortuna. Si el dinero daba la felicidad, su madre debería consi-derarse una mujer feliz.
Pero no era así, todo lo contrario.
— No has visto la nueva casa de su madre, ¿verdad, __? —preguntó Lorraine.
-No.
—Está al final de esta carretera. No es una casa, es una mansión. Pero, claro, los Styles vendieron unas tierras a los constructores de Shangri-la y se forraron...
—Mamá...
—Intentaron comprarme mis cinco hectáreas y como no se las vendí construyeron a mi alrededor. Me han dejado en medio, como si fuera uno de esos árboles milenarios que hay en las plazas de los pueblos.
__ miró a Harry, quien asintió con la cabeza.
—Eso es lo que pasó. Pero no porque tu madre sea terca ni porque no le ofrecieran diez veces el valor de su parcela.
Lorraine soltó una carcajada.
— ¡Mírale! ¿Vas a ponerte en mi contra? __ está de mi lado, digas lo que digas.
—Desde luego que sí.
—Y yo también —sonrió Harry—. Esta propiedad es estupenda, señora Myers. Excéntrica, como su dueña. Me gusta eso en una casa y en una mujer.
__ levantó los ojos al cielo.— De verdad, Harry, ¿nunca hablas en serio?
—Claro que sí.
Era cierto. Le gustaba la gente excéntrica, gente que hacía cosas inesperadas. Como __ aquel lejano día, cuando hizo lo que pudo para seducirlo en la cabaña... envuelta en una cortina de ducha. ¡Lo que daría porque lo intentase de nuevo!
Debía encontrar la forma de llevarse bien con ella...
Un golpe en la puerta lo sacó de sus meditaciones.
— ¿Quién será? —murmuró Lorraine, levantándose.
Harry esperó hasta que __ y él estuvieron solos en la cocina.
—Tu madre es estupenda.
—Ya lo sé —sonrió __. Era la primera vez que sonreía desde que la vio.
- ¿Nunca has querido ser como ella?
— Claro que no. La quiero mucho, pero está como una cabra.
—Y eso no te gusta.
— Sabes que no. Me gustan las cosas serias. —Y predecibles.
—También. No hay nada malo en ser predecible.
— ¿Cómo que no? Es limitador y aburrido.
—Oye, que podría tomármelo como algo personal —dijo __ entonces.
—Todo lo que digo es personal. Yo...
Entonces oyeron voces en el pasillo. Sylvia Dalton, su madre, acababa de llegar.
Sylvia y Lorraine eran como el perro y el gato. Siempre lo habían sido y siempre lo serían. Harry se las imaginaba ancianas, sentadas en una mecedora, una con el pelo blanco y la otra con el pelo naranja, regañando día y noche. A pesar de todo, Sylvia siempre había sido amable con __, que se levantó para darle un abrazo. No podía imaginar qué hacía allí la madre de Harry, pero estaba segura de que no iba a darles una buena noticia.
— ¡__!
Quien hubiese dicho que una mujer nunca es demasiado delgada, demasiado rica... o demasiado rubia, debía estar pensando en Sylvia.
—Hola, señora Jonas. Me alegro de verla.
— Ah, ahí estás, Harry. He visto tu jeep en la puerta y he pensado que a lo mejor pasaba algo.
—No pasa nada, que yo sepa —sonrió Harry, mirando a Lorraine—. ¿Pasa algo?
—Nada de nada —contestó la madre de __—. Estábamos tomando unas galletas. ¿Quieres una, Sylvia? —preguntó, sin disimular su antipatía por la otra mujer.
Sylvia levantó la cabeza, irritada por el diminutivo.
—No estaría mal, Rainy —contestó.
Lorraine levantó los ojos al cielo mientras ponía otro plato en la mesa.
—No te puedo decir cuántas veces mi hijo volvía a casa sin apetito después de merendar aquí. Y tú eres la responsable, Lorraine.
— Sí, claro. Solía atarme a la silla para obligarme a comer. Mamá, por favor... —sonrió Harry.
Lorraine soltó una carcajada.

por **Yesie** Sáb 28 Mayo 2016, 12:40 am

Bien, hasta ahí el capitulo 2...
Mañana subiré lo que sigue :)
Espero que hayan lectoras interesadas en el desarrollo de la
historia... (?) ^^ :galletica:

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Mucho Tiempo Después (Harry Styles & _)