La noche del spoiler viviente; os.

15 de Julio de 2005

Además de vivir en la misma casa, una de las similitudes que tenían Leo y Quino era su amor por la saga de Harry Potter.

Tanta era la fascinación de ambos chicos que eran capaces viajar a Londres y de formarse en una larga fila a media noche para conseguir el ejemplar del próximo libro. Pues Harry Potter and the Half-Blood Prince^[1] podía obtenerse en una venta de media noche.

Ambos chicos faltaron al último periodo y con la bendición de los padres de Leo –y con el uniforme aun puesto- habían abordado el tren con destino a Londres con la emoción y la alegría a todo lo que daba: viajar en tren por obvias razones les provocaba una enorme felicidad. 

Quino había llevado un recipiente repleto de galletas –que el mismo había preparado-, le habría ofrecido alguna a Leo pero en vez de eso decidió comerlas todas para satisfacer su apetito voraz, dejando algunas migajas por todos lados. Pero nada de eso le importo a Leo, pues nada podría arruinar su día que iba de maravilla. 

La tía de Leo –Irlanda- los recogió en la estación Waterloo^[2] apenas llegaron y los llevo a su casa para que dejar su equipaje. Leo no dejo a su tía ofrecerle sus famosas empanadas porque ya había jalado a Quino –quien si alcanzo a tomar una- y salieron disparados en dirección a King’s Cross para dar inicio a su tour personal planeado por Leo desde el mes pasado. 

Visitaron Leadenhall Market y el Zoológico de Londres en Regent’s Park, incluso se subieron a un autobús que portaba la frase la frase All Aboard For Harry^[3]. Y cuando la noche cayó corrieron de vuelta a casa de la tía Irlanda para ponerse sus batas y tomar sus varitas pero cuando estaban a punto de salir las dichosas empanadas volvieron a aparecer, claro que, esta vez Leo si se vio obligado a tomar una. Bueno, cuatro.

Aun con la boca llena lograron llegar a tiempo a la librería, logrando posicionarse en un buen lugar en la fila. Hay que mencionar que Leo había estado evitando leer periódicos e incluso entrar a internet para evitar los spoilers, aunque si había leído el primer capítulo del libro que JK Rowling^[4] había publicado en su sitio web. Quino no era tan obsesivo como leo, pero también le preocupaba que el misterio fuera arruinado.

El frió era terrible y Quino temblaba dentro de su bata de Hufflepuff, mientras que Leo había sido precavido y había llevado una sudadera negra que no lograba opacar su perfecta bata de Ravenclaw, aun así no lograba estar exento del frió.

Dieron las diez, las once y las tan esperadas doce; las puertas de la librería se abrieron, y con sus dieciséis años bien puestos –pero pareciendo niños cinco años menores- Leo y Quino soltaron un grito ensordecedor a la par de todos los fanáticos que rebosantes de emoción esperaban poder tener su libro también.

La fila avanzaba extremadamente lenta –en realidad iba a velocidad moderada- para Quino y Leo, y aun se encontraban a doce personas de distancia del tan esperado libro. Ambos chicos estaban que se morían por tener el libro en sus manos.

Diez personas: Quino daba saltitos por todos lados.
Ocho personas: Leo mordía la punta de su varita.
Seis personas: a los dos les sudaban las manos.
Cuatro personas: a Leo le estaba dando su tercer ataque de ansiedad en la hora.
Dos personas: Quino se dio cuenta de que tenía hambre.
Ninguna persona: Leo tartamudeo a la hora de pedir los dos libros y la mano le tembló cuando dio el dinero, Quino quedo sin palabras y a la señora que atendía la caja le parecieron adorables.

En cuanto salieron, con los ojos brillosos y sonrisas propias del gato de Cheshire su noche dio un vuelco desafortunado cuando un auto plateado pasó enfrente de ellos.

— ¡Snape mata a Dumbledore! —grito un tipo dentro del vehículo dejando a todos con la boca abierta— ¡Snape mata a Dumbledooooore! —grito de nuevo mientras se alejaba. 

Quino se desmayó y Leo de rodillas en el suelo cayó.

— ¡Nooooooooo!

Continuara...

Referencias:

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