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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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You're as quiet as a corpse, boy.
O W N :: Originales :: Originales :: One Shot's (originales)
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You're as quiet as a corpse, boy.
El crudo invierno en Toronto había comenzado, con ésto, Peter se preparó para tener todo lo necesario para no llevarse una sorpresa en caso de que una tormenta de nieve arrasara por la noche. Había olvidado juntar suministros en una ocasión, teniendo sólo algunas latas de comida, unos litros de agua potable y un par de leños para su chimenea, fue una experiencia desagradable que no quería repetir. Tomó su abrigo, una pequeña linterna y salió por la puerta principal con la esperanza de encontrar trozos de madera en los alrededores. El cielo tenía un tinte cálido, tonos naranja-rojizos y una combinación extraña de lila, creando un atardecer digno de admirar por un momento. Peter comenzó a adentrarse en el bosque ligero que rodeaba su cabaña, con paso firme sobre la ligera capa de nieve que crujía bajo sus botas.
Alrededor de veinte minutos habían pasado y no había señal de trozos de madera disponibles, no creía que eso pudiese pasar, es por eso que no había traído un hacha con él. Obviamente, fue un error. Decidido a dar marcha atrás y resignarse a dormir con una cantidad excesiva de mantas, Peter suspiró frustrado, dirigió su mirada hacia un gran árbol caído a unos cinco metros de donde se encontraba. Pensó en ignorarlo y regresar, pero echar un vistazo no le quitaría tanto tiempo del que ya realmente gastó al caminar sin rumbo.
— ¿Eso es un animal? — cuestionó para sí mismo, mientras forzaba la vista para poder ver con más claridad. De repente, hubo una fuerte corriente de aire helado chocando contra sus mejillas, cortando como pequeños cuchillos. El hombre siseó por el dolor, apresuró su paso hasta escasos centímetros del árbol y se detuvo.
— No puede ser real, ¿Lo es? — susurró. No había manera de que lo que veía estuviera realmente ahí, se sentía demasiado surreal para serlo. Peter pestañeó un par de veces, con el mayor cuidado que pudo reunir, rodeó el tronco del árbol, y observó más de cerca.
Ciertamente no se trataba de un animal salvaje que quedó atrapado bajo el peso de madera sólida, Peter casi rogó porque se tratara de un cervatillo perdido y que tristemente estuvo en el momento y lugar equivocados. Por desgracia, se trataba de un chico. Le costaba cada vez más el poder respirar correctamente, ¿Iba a tener un ataque de pánico, justo ahora? Tratando de controlarse, el hombre puso ambas manos sobre sus labios en un intento de imitar una bolsa de papel. Peter se acercó con cuidado, demasiado lento y demasiado asustado de hacer algo incorrecto. Soltó un suspiro roto, de verdad quería llorar al verlo, la zona superior recostada sobre el frío suelo con algún rastro de nieve sobre el cabello. Su mirada se detuvo en la mitad del cuerpo, donde desaparecía bajo el gran y viejo árbol que infringía todo su peso sobre el marco delgado y frágil del chico, también, le faltaba una bota en su pie izquierdo.
— Pobre chico, ¿Cómo llegaste hasta aquí, te perdiste o algo parecido? — cuestionó mirando las facciones serenas del chico frente a él. Se veía tan tranquilo, la expresión relajada en su rostro reflejaba comodidad, una paz que Peter jamás había visto antes, hasta ahora. Se veía demasiado joven, un adolescente que se desarrolló más lento que el resto de los demás. Parecía un niño pequeño, pero aun así, no lo era.
El viento rugiendo a su alrededor le hizo estremecerse, posiblemente una tormenta arrasaría en la ciudad, claramente no era nada bueno. El cielo no tenía ese color cálido de hace unos momentos, fue reemplazado por un azul oscuro y si mirabas con cuidado, un par de estrellas se divisaba en el horizonte. El hombre decidió dar los pocos pasos que restaban para llegar cerca del chico, y se arrodilló a lado de su rostro. Quizá el chico jamás tuvo una buena vida, o nunca fue realmente bueno en sus deberes del colegio, Peter se preguntó si el chico de verdad significaba algo valioso para alguien. Y él esperaba que no, que el destino tenía planeado todo esto para que al final, sea Peter el que le diera sentido y propósito a su corta vida.
— No tienes por qué tener miedo, ya no más — susurró acariciando los pequeños mechones de cabello castaño, dando pequeños masajes tranquilizadores — . Estás conmigo ahora, donde debes estar. Mi nombre es Peter, perdón por no presentarme antes, fue grosero de mi parte. — dijo en tono preocupado, él no quería que su chico pensara que no le importaba, porque no era así. Esperó por una respuesta, el adolescente no contestó, claramente demasiado tímido para hablar con extraños en medio del bosque. Pero él no era un extraño, ambos estaban destinados a estar juntos, a conocerse de esta manera. Le agradaba que fuese de ese modo, su chico no era como el resto, él era todo lo contrario a los que había conocido antes. Era perfecto, con largas pestañas que descansaban sobre sus mejillas rosadas, piel de porcelana y pequeños lunares esparcidos por toda la piel expuesta a la vista. Peter sabía que era el indicado, su corazón latió incontrolablemente desde el primer momento en que lo vio, quería protegerlo de cualquier cosa y de cualquier persona que pudiese estropear lo suyo, ambos habían pasado por mucho y no permitiría que algo lo arruinara, no ahora.
Trató de mover el objeto pesado del cuerpo delgado, pero al parecer el chico estaba realmente atrapado en su lugar sin alguna posibilidad de liberarse. Jamás dejaría que alguien viniera y quisiera tocar el cuerpo de su chico, todos ellos ya le habían causado demasiado sufrimiento a lo largo de su vida, esta vez, era su momento para estar juntos. El intenso frío hacía que sus huesos comenzaran a doler, sus labios en este punto deben verse en algún tono preocupante de lila. Cada vez era más y más difícil el poder ver a su alrededor, algunos sonidos de animales salvajes saliendo de sus escondites para probar suerte y capturar algo para alimentarse. Tomó de su bolsillo derecho la pequeña linterna y la encendió, tratando de no ponerla directamente sobre el rostro del chico. Con un “Disculpa”, Peter metió su mano en uno de los bolsillos del abrigo del chico, en busca de algo que pudiera ayudarle a darle un nombre al cuerpo frente a él. Efectivamente, su billetera aún seguía con él.
— ¿Puedo contarte un secreto, Sam? —susurró mientras tomaba asiento sobre el costado del chico, mirando detenidamente a la foto de la identificación de una librería local, el chico tenía los ojos marrones más brillantes que había visto en la vida —. Sólo, no vayas a reírte de mí — pidió tímido, con una pequeña sonrisa jugando en sus labios congelados. Peter asintió, su chico jamás se burlaría, era demasiado bueno para hacerle algo así —. Bueno, al parecer no soy la clase de persona que le agrada a todo el mundo, de hecho, no tengo lo que se dice “amigos”. Sí, sé lo que estás pensando, a mis veintidós años y sin nadie quien pueda soportar mi compañía. Lo prefiero de esa forma en realidad, las personas de la ciudad me asustan un poco, es por eso que vivo en mi cabaña a unos minutos de aquí. Me imagino como hubiese sido si hubieras aguantado caminar un par de metros más. — dijo en un resoplido, jugueteando con sus manos sobre su regazo y con un porcentaje alto de que lágrimas terminaran por escaparse sin su permiso.
Parecía que jamás terminaría de contarle todas las historias interesantes, pequeños datos sobre sí mismo, sus gustos y disgustos en general, Peter creyó que simplemente podría seguir y seguir hablando de cualquier cosa, con tal de que Sam tuviera algo en lo cual distraerse, en lugar de pensar en que la oscuridad los rodeaba totalmente o de la temperatura disminuyendo gradualmente. La linterna en sus manos ya no alumbraba con la misma intensidad, definitivamente no duraría por mucho tiempo. Peter jamás dejaría a su chico por su cuenta, abandonarlo no era una opción. Se recostó sobre la nieve y trató de estar lo más cerca del cuerpo del otro, para mantener el calor. Por alguna razón, las ganas de cerrar los ojos y dormir profundamente inundaron el cuerpo de Peter, abrazó fuertemente a Sam y se dejó llevar por la sensación de cansancio, finalmente quedándose dormido.
Abrió los ojos con cuidado, lentamente, frotó su rostro con ambas manos y se sentó con la espalda recta. La realización lo golpeó de repente, con ayuda de la débil luz de su linterna, Peter buscó alarmado a su alrededor en busca de pistas que explicaran lo que estaba pasando, Sam se había ido. El gran árbol seguía en su sitio, nada parecía diferente o fuera de lugar, nada tenía sentido. Peter nunca fue la clase de chico que llora por cualquier cosa, incluso en las situaciones difíciles se reservaba el derecho de derramar una lágrima, pero aun así, pareciera que ahora no podía parar de hacerlo. Lágrimas gruesas rodando por sus mejillas junto con grandes sollozos y el pánico cada vez mayor, su cuerpo estaba entumecido por completo, parecía un sueño.
— ¡¿Sam, dónde estás?! — gritó lo más alto que pudo. Se puso de pie temblando violentamente en busca del chico, no pudo abandonarlo aquí, ¿O sí? — ¡Sam, por favor, regresa! Te prometo que todo va a estar bien, confía en mí. ¿Confías en mí, Sam? Por favor… no me dejes solo. — terminó en un suspiro tembloroso.
Peter caminó sin rumbo por un sendero de árboles, la nieve haciendo casi imposible el poder andar correctamente por el suelo blanquecino. Estaba seguro que su ojo derecho no estaba en tan buen estado, así como su pierna derecha, la cual, se encontraba mayormente adormecida producto de la extrema temperatura. Otra vez estaba solo, Sam se suponía no abandonarlo jamás, pero no fue así. Dirigió la mirada al frente, y es ahí donde lo vio, su chico. Peter reunió todas las fuerzas que tenía y corrió hasta la orilla de lo que ahora parecía una pista de hielo temporal. Sam estaba justo ahí, de pie del otro lado esperando por él. Sin pensarlo, el hombre caminó através de la superficie resbaladiza gritando promesas de “Todo estará bien” “No tienes nada de qué preocuparte, Sam”, en dirección al chico. El hielo bajo sus pies cedió bajo su peso, provocando que el frágil suelo se rompiera. La mitad inferior del hombre se encontraba bajo el agua casi congelada, con sólo una de sus manos aferrándose al hielo de la superficie.
— ¡Sam, por favor, haz algo! ¡Tienes que ayudarme! — suplicó entre sollozos. Con la vista dañada, Peter sólo pudo ver cómo el cuerpo del chico se distorsionaba cada vez más, hasta desaparecer por completo.
Peter lloró aún más fuerte, él se suponía que debía estar a lado de Sam, pero por alguna razón, el destino no lo quiso de esa manera. Mientras su mano perdía fuerza sobre la superficie y su nariz tocó el agua, Peter sólo podía pensar en lo cobarde que fue al no decirle a Sam cuánto lo amaba.
Alrededor de veinte minutos habían pasado y no había señal de trozos de madera disponibles, no creía que eso pudiese pasar, es por eso que no había traído un hacha con él. Obviamente, fue un error. Decidido a dar marcha atrás y resignarse a dormir con una cantidad excesiva de mantas, Peter suspiró frustrado, dirigió su mirada hacia un gran árbol caído a unos cinco metros de donde se encontraba. Pensó en ignorarlo y regresar, pero echar un vistazo no le quitaría tanto tiempo del que ya realmente gastó al caminar sin rumbo.
— ¿Eso es un animal? — cuestionó para sí mismo, mientras forzaba la vista para poder ver con más claridad. De repente, hubo una fuerte corriente de aire helado chocando contra sus mejillas, cortando como pequeños cuchillos. El hombre siseó por el dolor, apresuró su paso hasta escasos centímetros del árbol y se detuvo.
— No puede ser real, ¿Lo es? — susurró. No había manera de que lo que veía estuviera realmente ahí, se sentía demasiado surreal para serlo. Peter pestañeó un par de veces, con el mayor cuidado que pudo reunir, rodeó el tronco del árbol, y observó más de cerca.
Ciertamente no se trataba de un animal salvaje que quedó atrapado bajo el peso de madera sólida, Peter casi rogó porque se tratara de un cervatillo perdido y que tristemente estuvo en el momento y lugar equivocados. Por desgracia, se trataba de un chico. Le costaba cada vez más el poder respirar correctamente, ¿Iba a tener un ataque de pánico, justo ahora? Tratando de controlarse, el hombre puso ambas manos sobre sus labios en un intento de imitar una bolsa de papel. Peter se acercó con cuidado, demasiado lento y demasiado asustado de hacer algo incorrecto. Soltó un suspiro roto, de verdad quería llorar al verlo, la zona superior recostada sobre el frío suelo con algún rastro de nieve sobre el cabello. Su mirada se detuvo en la mitad del cuerpo, donde desaparecía bajo el gran y viejo árbol que infringía todo su peso sobre el marco delgado y frágil del chico, también, le faltaba una bota en su pie izquierdo.
— Pobre chico, ¿Cómo llegaste hasta aquí, te perdiste o algo parecido? — cuestionó mirando las facciones serenas del chico frente a él. Se veía tan tranquilo, la expresión relajada en su rostro reflejaba comodidad, una paz que Peter jamás había visto antes, hasta ahora. Se veía demasiado joven, un adolescente que se desarrolló más lento que el resto de los demás. Parecía un niño pequeño, pero aun así, no lo era.
El viento rugiendo a su alrededor le hizo estremecerse, posiblemente una tormenta arrasaría en la ciudad, claramente no era nada bueno. El cielo no tenía ese color cálido de hace unos momentos, fue reemplazado por un azul oscuro y si mirabas con cuidado, un par de estrellas se divisaba en el horizonte. El hombre decidió dar los pocos pasos que restaban para llegar cerca del chico, y se arrodilló a lado de su rostro. Quizá el chico jamás tuvo una buena vida, o nunca fue realmente bueno en sus deberes del colegio, Peter se preguntó si el chico de verdad significaba algo valioso para alguien. Y él esperaba que no, que el destino tenía planeado todo esto para que al final, sea Peter el que le diera sentido y propósito a su corta vida.
— No tienes por qué tener miedo, ya no más — susurró acariciando los pequeños mechones de cabello castaño, dando pequeños masajes tranquilizadores — . Estás conmigo ahora, donde debes estar. Mi nombre es Peter, perdón por no presentarme antes, fue grosero de mi parte. — dijo en tono preocupado, él no quería que su chico pensara que no le importaba, porque no era así. Esperó por una respuesta, el adolescente no contestó, claramente demasiado tímido para hablar con extraños en medio del bosque. Pero él no era un extraño, ambos estaban destinados a estar juntos, a conocerse de esta manera. Le agradaba que fuese de ese modo, su chico no era como el resto, él era todo lo contrario a los que había conocido antes. Era perfecto, con largas pestañas que descansaban sobre sus mejillas rosadas, piel de porcelana y pequeños lunares esparcidos por toda la piel expuesta a la vista. Peter sabía que era el indicado, su corazón latió incontrolablemente desde el primer momento en que lo vio, quería protegerlo de cualquier cosa y de cualquier persona que pudiese estropear lo suyo, ambos habían pasado por mucho y no permitiría que algo lo arruinara, no ahora.
Trató de mover el objeto pesado del cuerpo delgado, pero al parecer el chico estaba realmente atrapado en su lugar sin alguna posibilidad de liberarse. Jamás dejaría que alguien viniera y quisiera tocar el cuerpo de su chico, todos ellos ya le habían causado demasiado sufrimiento a lo largo de su vida, esta vez, era su momento para estar juntos. El intenso frío hacía que sus huesos comenzaran a doler, sus labios en este punto deben verse en algún tono preocupante de lila. Cada vez era más y más difícil el poder ver a su alrededor, algunos sonidos de animales salvajes saliendo de sus escondites para probar suerte y capturar algo para alimentarse. Tomó de su bolsillo derecho la pequeña linterna y la encendió, tratando de no ponerla directamente sobre el rostro del chico. Con un “Disculpa”, Peter metió su mano en uno de los bolsillos del abrigo del chico, en busca de algo que pudiera ayudarle a darle un nombre al cuerpo frente a él. Efectivamente, su billetera aún seguía con él.
— ¿Puedo contarte un secreto, Sam? —susurró mientras tomaba asiento sobre el costado del chico, mirando detenidamente a la foto de la identificación de una librería local, el chico tenía los ojos marrones más brillantes que había visto en la vida —. Sólo, no vayas a reírte de mí — pidió tímido, con una pequeña sonrisa jugando en sus labios congelados. Peter asintió, su chico jamás se burlaría, era demasiado bueno para hacerle algo así —. Bueno, al parecer no soy la clase de persona que le agrada a todo el mundo, de hecho, no tengo lo que se dice “amigos”. Sí, sé lo que estás pensando, a mis veintidós años y sin nadie quien pueda soportar mi compañía. Lo prefiero de esa forma en realidad, las personas de la ciudad me asustan un poco, es por eso que vivo en mi cabaña a unos minutos de aquí. Me imagino como hubiese sido si hubieras aguantado caminar un par de metros más. — dijo en un resoplido, jugueteando con sus manos sobre su regazo y con un porcentaje alto de que lágrimas terminaran por escaparse sin su permiso.
Parecía que jamás terminaría de contarle todas las historias interesantes, pequeños datos sobre sí mismo, sus gustos y disgustos en general, Peter creyó que simplemente podría seguir y seguir hablando de cualquier cosa, con tal de que Sam tuviera algo en lo cual distraerse, en lugar de pensar en que la oscuridad los rodeaba totalmente o de la temperatura disminuyendo gradualmente. La linterna en sus manos ya no alumbraba con la misma intensidad, definitivamente no duraría por mucho tiempo. Peter jamás dejaría a su chico por su cuenta, abandonarlo no era una opción. Se recostó sobre la nieve y trató de estar lo más cerca del cuerpo del otro, para mantener el calor. Por alguna razón, las ganas de cerrar los ojos y dormir profundamente inundaron el cuerpo de Peter, abrazó fuertemente a Sam y se dejó llevar por la sensación de cansancio, finalmente quedándose dormido.
Abrió los ojos con cuidado, lentamente, frotó su rostro con ambas manos y se sentó con la espalda recta. La realización lo golpeó de repente, con ayuda de la débil luz de su linterna, Peter buscó alarmado a su alrededor en busca de pistas que explicaran lo que estaba pasando, Sam se había ido. El gran árbol seguía en su sitio, nada parecía diferente o fuera de lugar, nada tenía sentido. Peter nunca fue la clase de chico que llora por cualquier cosa, incluso en las situaciones difíciles se reservaba el derecho de derramar una lágrima, pero aun así, pareciera que ahora no podía parar de hacerlo. Lágrimas gruesas rodando por sus mejillas junto con grandes sollozos y el pánico cada vez mayor, su cuerpo estaba entumecido por completo, parecía un sueño.
— ¡¿Sam, dónde estás?! — gritó lo más alto que pudo. Se puso de pie temblando violentamente en busca del chico, no pudo abandonarlo aquí, ¿O sí? — ¡Sam, por favor, regresa! Te prometo que todo va a estar bien, confía en mí. ¿Confías en mí, Sam? Por favor… no me dejes solo. — terminó en un suspiro tembloroso.
Peter caminó sin rumbo por un sendero de árboles, la nieve haciendo casi imposible el poder andar correctamente por el suelo blanquecino. Estaba seguro que su ojo derecho no estaba en tan buen estado, así como su pierna derecha, la cual, se encontraba mayormente adormecida producto de la extrema temperatura. Otra vez estaba solo, Sam se suponía no abandonarlo jamás, pero no fue así. Dirigió la mirada al frente, y es ahí donde lo vio, su chico. Peter reunió todas las fuerzas que tenía y corrió hasta la orilla de lo que ahora parecía una pista de hielo temporal. Sam estaba justo ahí, de pie del otro lado esperando por él. Sin pensarlo, el hombre caminó através de la superficie resbaladiza gritando promesas de “Todo estará bien” “No tienes nada de qué preocuparte, Sam”, en dirección al chico. El hielo bajo sus pies cedió bajo su peso, provocando que el frágil suelo se rompiera. La mitad inferior del hombre se encontraba bajo el agua casi congelada, con sólo una de sus manos aferrándose al hielo de la superficie.
— ¡Sam, por favor, haz algo! ¡Tienes que ayudarme! — suplicó entre sollozos. Con la vista dañada, Peter sólo pudo ver cómo el cuerpo del chico se distorsionaba cada vez más, hasta desaparecer por completo.
Peter lloró aún más fuerte, él se suponía que debía estar a lado de Sam, pero por alguna razón, el destino no lo quiso de esa manera. Mientras su mano perdía fuerza sobre la superficie y su nariz tocó el agua, Peter sólo podía pensar en lo cobarde que fue al no decirle a Sam cuánto lo amaba.
- Sorry?:
- Agradezco a las personas que se tomaron la molestia y el tiempo de leer, gracias de verdad. Sooo, se pudiese decir que quedó algo raro al final (?) Obviamente Peter sufre de ciertos problemitas. Espero que lo disfrutaran y me disculpo por la letra de la ficha al principio, no me di cuenta que se veía así (con las primeras letras de cada palabra en mayúsculas) hasta que tomé SS. Saludos
roman.
Re: You're as quiet as a corpse, boy.
No puede ser que lo publicara. De verdad, lean las advertencias primero.
roman.
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