teenager ghosts.

 
 
Mi madre había estado intentando despertarme hacía un par de minutos, sin lograrlo.
 
—Vamos, Magg, primer día de escuela. – desesperada, me levanto de mi cama y comienzo a juntar mis cosas para empezar a vestirme sin tomar una ducha matutina, pues el día anterior, había hecho cuatro duchas en total por el tremendo calor que llegaba a la ciudad de Nueva York.
 
Tomo un calzado cómodo en color negro, unas calcetas largas del color, una falda del tono y una blusa crop-top color guinda, recogiendo después mi cabello en una coleta dividida por la mitad, maquillo ligeramente mi cara y salgo de mi habitación con un pequeño bolso contenedor de mis libros.
 
— Vaya, mucho tiempo sin verte, Maggie. – dice mi mejor amigo Scott Braun, quien ha llegado a mi casa al rededor de diez minutos.
 
Mamá siempre lo recibía y lo ha recibido desde que tenemos doce años y nos conocimos en el sexto grado de primaria. Cuando su madre murió, tuvo la costumbre de siempre venir a mi casa y desayunar conmigo antes de ir a la escuela, secundaria, preparatoria y actualmente, universidad.
 
— No exageres, Scott, sólo han sido un par de meses.
 
— ¡Hey! Quizá "un par de meses" son mucho para un chico sin madre, ¿no crees? – río con fuerza, tomando un trago de mi recién servido jugo de naranja.
 
— Lo siento, Scotty... ¿Quieres que nos vayamos ya? – el moreno asiente con su cabeza, corre a despedirse de mi madre y sólo me queda hacerle una seña con mi brazo, despidiéndome de ella y escuchando un "suerte" de su parte.
 
— ¿Escuchaste lo que sucedió en la Uni?
 
— Si, pero... no lo creo, digo... No la hubiesen abierto de nuevo.
 
— ¿Tú que sabes? Nunca van a informarte que alguien murió en un lugar... No es como si... Tu casa hubiera sido un panteón, pero siglos después, construyeron sobre éste, ¿o si? – sonrío ampliamente y me engancho a su brazo mientras caminamos por la vereda.
 
— De todos modos... ¿No crees que sería interesante? Digo... Sería muy divertido averiguar como murieron y esas cosas, ¿no? – mi amigo me mira con desaprobación. — Oh, vamos, Braun, ¿tienes miedo?
 
— No tengo miedo a lo que haya sucedido... Te tengo miedo a tí, Margareth.



Un par de chicas se sientan frente a mí antes del discurso del director Jamesmith. Sin importarme mucho lo que pasa, saco mis auriculares de mi bolso, los conecto a mi ipod y comienzo a escuchar Smells Like Teen Spirit de Nirvana.

Segundos después, a mitad de la canción, una de las chicas sacude su mano frente mi cara, ruedo los ojos, pongo pausa al player y la miro mientras me retiro los audífonos.

— ¿Puedo ayudarte?– pregunto de manera cortante. La chica (quién parecía agradable hasta ahora), sonríe ampliamente y asiente con su cabeza.
 
—¿Quieres hacer llegar esto hasta aquél chico de por allá? – señala con su dedo índice a un monísimo chico a tres bancas hacia atrás lejos de ella, pero dos de la mía.
 
El chico, brinca una de las bancas tras de mí, me sonríe con efusividad y mira la pequeña cartilla en mis manos. La extiendo hacia él y la toma con una sonrisa risueña.
 
—Gracias… ¿Eres…?
 
—Oh… Margareth. – sonrío de la misma manera en la que él lo hacía, para después ver como agita su cabeza con ligereza y se retira un tanto confundido.
 
—Gracias, soy Frannie, Margareth. Una… pequeña pregunta…
 
Asiento con mi cabeza, esperando por que hablara.
 
—¿Te gustaría unírtenos?