Amigas y Rivales

Orlando florida 2010.
Hay gente que nos crea, que nos convierte en las personas que somos, gente cuyas acciones marcan el resto de nuestras vidas de forma que nunca volveremos a ser como antes y que, sin embargo no se responsabilizan de nosotras. Por eso es que nos sentimos tan solas, tan caídas, que ni todo el dinero del mundo nos podría llenar en este momento, los silencios incómodos ya son una rutina para nuestras reuniones pero sera que ¿estamos madurando? O solo estamos llegando a un punto en nuestras vidas en el que ¿todo lo vemos aun más terrible? no sabemos explicarlo pero lo que sí entendemos es que estamos en un túnel sin salida donde cada vez las posibilidades se apagan y no podemos ver hacía adelante, quien diría que entenderíamos de la peor manera.

Fiorella POV:
Abro los ojos de golpe al escuchar a Emma tocar la puerta de mi habitación. 
—Señorita Delorme —me llama por detrás de la puerta. 
Trato de adentrarme en mis sabanas con la cabeza hacia abajo. No quiero levantarme, mi cabeza me estalla y en mis entrañas hay una sensación de acidez. ¿Qué rayos hice ayer? —Más bien que no hiciste —anuncia mi subconsciente.
—Em… ¿Señorita Delorme? —Emma vuelve a tocar la puerta. Me levanto con gran pesadez, arrastro los pies para poder caminar pero justo antes de llegar a la puerta mi estómago me hace la alerta de que necesito sacar lo que llevo dentro. De pronto la acidez se convierte en un liquido que corre por mi garganta. Corro hacia el baño, abro la tapa del inodoro y me inclino para vomitar. Es asqueroso pero lo encuentro reconfortante. Detrás de la puerta escucho a Emma correr y gritar. Corre, grita y hace un alboroto al mismo tiempo. «Vaya incrédula», pienso.
Me incorporo y me veo en el espejo. Mi cabello tiene bastantes mechones sueltos pero mi coleta sigue intacta. Me veo la cara. He cambiado demasiado, ni yo misma me reconozco. Siento que soy otra persona y eso me agrada, o tal vez no del todo. Me giro sobre mis talones para salir del cuarto de baño y me encuentro con un bulto del lado izquierdo de mi cama. Me acerco con cuidado y observo como un chico rubio, un perfecto dios griego, está en mi cama. Me siento en uno de los bordes del colchón y agacho la cabeza entre mis piernas para hacer memoria de lo sucedido anoche. Nada, era imposible poder recordar siquiera el nombre del chico. Escucho a mi madre aproximarse y a Emma contándole lo que acababa de escuchar momentos antes. Salto sobre la cama para despertar al rubio, que cuando ve mi gesto me jala hacía su cuerpo y me envuelve entre las sábanas. 
—Tienes que esconderte —le digo en un susurro. 
—Nena, pero… —me dice y los golpes en mi puerta nos sobresaltan—. ¡Entiendo! —me dice poniéndose de pie. Cuando volteo a verlo, puedo percatar que está totalmente desnudo. Giro mi mirada hacía otra parte mientras él se echa a reír por mi gesto. 
—¿Fiorella? Abre la puerta ahora —vocifera mi madre. 
—¡Un segundo! —Le pido—. Métete bajo la cama —le susurro al desconocido. 
El cual como por arte de magia desaparece y se posiciona bajo mi cama. Me doy unos pequeños golpecitos en la cara para despertarme de esta pesadilla, pero percato que es la mera realidad. Abro la puerta y Rachel mi madre seguida de Emma  mi nana entran en mi rescate. Emma ya es como de la familia Delorme tiene veintiún años cuidando de mí. A veces pienso que Emma es mi madre y Rachel solo me adopto para complacer a mi padre. 
—¿Has vomitado Fiorella? —pregunta sin apartar sus ojos de mí. 
—Sólo un poco, creo que me voy a enfermar —miento intentando ocultar mi resaca que ya es demasiado obvia para Emma.  
—Has estado bebiendo, ¿cierto?—interroga mi madre. 
—Vamos, que más da un par de copas—le contesto y cojo mi bolso para salir.
—No irás a ninguna parte —me grita Rachel mientras tomo mis posesiones.

Lo último que quiero es estar en casa. Estoy a un metro de salir de mi habitación cuando recuerdo al desconocido y me giro para sentarme en la cama y pasar desapercibida.  
—¿Qué diablos voy hacer contigo, Fiorella? —se cuestiona con rabia mientras se da la vuelta y sale de mi habitación con Emma por detrás. 
Cuando me aseguro que se han ido, me levanto y cierro la puerta de golpe. El rubio desconocido sale de abajo de la cama y me sonríe, tiene tan linda sonrisa que es inevitable no sonreírle también. Ambos nos vemos con detenimiento y mantenemos sonrisas nerviosas. 
—¿Y bien…? —comienzo, aclarando mi garganta—. ¿Exactamente qué fue lo que paso anoche? —pregunto curiosa. El me ve y se echa a reír. 
—Más bien que no ha pasado —me dice con un aire arrogante—. Me has pedido que me acostara contigo —lo suelta de golpe, dejándome saber que fui yo la de la idea. Por un momento me siento aturdida. Corro hacia la cama en busca de mi celular, no está, no está por ninguna parte. Me siento en la cama para hacer memoria y el rubio se acerca a mi lado y extiende la mano entregándome mi aparato. Lo cojo y lo miro confundida. 
—Me lo diste ayer ¿en serio no recuerdas nada? —me dice y se sienta a mi lado. 
—No recuerdo nada —le digo haciendo memoria—. Solo sé que salí con las chicas pero después de eso no recuerdo más —le confieso—. ¡Mis amigas! —me sobresalto.
—Están bien —me afirma—. Las dejamos en sus respectivas casas a cada una. 
Por un momento siento que sus palabras se las lleva el aire, desbloqueo mi celular y veo las notificaciones. Tengo unas cincuenta de mi cuenta personal. Justo cuando estoy por leer cada notificación mi celular suena, la pantalla brilla y el nombre de Cindhy pide ser atendido. 
—¡Cindhy! —le digo rápidamente.
—¿Sigues con Austin? —me dice bastante emocionada. Volteo a verlo mientras se viste. El me sonríe y yo solo lo observo afligida. 
—Sí —le contesto confundida pero con una pista más. 
—¿Y qué tal el sexo? —Pregunta con intriga—. Porque ayer de camino a casa ustedes dos iba prendiendo llamas —testifica Cindhy y mis mejillas se tornan en un rojo carmesí.
—¿Qué íbamos qué? —pregunto aterrada. Un grito se me escapa y sorprende a Austin, el cual se acerca a mí rápidamente. Camino hacia el cuarto de baño. 
—Oh, vamos, Fiore, no necesitas fingir conmigo, puedes contarme con detalles —me dice con seguridad.
—Ese es el problema —declaro.
—¿De qué hablas? —se echa a reír. 
—¡Amor! —Austin llama a en la puerta de baño. 
—Necesito que tú y las chicas vengan por mí ahora —le digo hablando lo más claro y bajo posible.
—Pero Fiore… —replica Cindhy. 
—Te espero en la entrada principal, ¡ahora! —le ordeno y luego cuelgo. 

Pensaba escapar, aunque no sabia cómo pero lo haría. Necesitaba aclarar mi mente. Mientras Austin sigue llamándome a la puerta, me apresure a abrí la ventana del baño para poder salir. La altura era inmensa pero prefería quebrarme una pierna a tener que estar en casa y sentirme como una desconocida. Cogí el aire necesario y lentamente deje que mis piernas salieran por la ventana sujetándolas fuerte en un árbol muy cerca de mi perspectiva, ahora que lo pienso no le temo a las alturas, al contrario, me gustan todo tipo de emociones fuertes pero esta vez tengo miedo de ser vista.

Una vez que encuentro el soporte para poder sostener mis pies y poder salir de cuerpo completo, sostengo fuertemente mis manos en el tejado para impulsarme hasta el árbol creo que mis manos cada vez están más rojas por el esfuerzo que producen. Cuando  salgo por completo trato de mantener el equilibrio y seguir de pie en el árbol el cual las ramas son fuertes, cuando me siento segura, suelto el tejado y comienzo a sostenerme por los troncos, escalando hacia abajo para tocar tierra. Una vez que mis pies se posicionan en terreno fijo sonrió para mi misma y por primera vez después de mucho tiempo me siento orgullosa de mi. A lo lejos escucho mi nombre doy media vuelta veo a Cindhy caminar junto con Gabrielle y a su lado viene una chica de complexión delgada, cabello castaño con buena pinta pero no conozco su nombre.

Cuando me acerco junto a ellas puedo observar que dicha castaña no deja de verme aunque para mí es divertido me doy cuenta que no mí amiga.
—¿Y tú eres? —pregunto con aire superior. 
—Holly —dice con gran entusiasmo mientras extiende su mano, el sonido de la puerta de la entrada nos sobresalta y frente a nosotras se encuentra el rubio que se colo a mi habitación. 
—¡Te encontré! —me dice victorioso con una gran sonrisa yo solo puedo rodar los ojos e ignorarlo por completo para mí suerte llega nuestra limo y Charles sale de ella y nos abre la puerta, las chicas entran y cuando le mando un beso por el aire a Austin entro a la limo. Cuando la puerta se cierra escucho murmurar a las chicas y en un asiento veo una caja plateada con un gran moño azul que no tiene nota.
—¿Porque no lo abres? —me comenta Gabrielle con un tono de emoción mientras me pasan la caja la veo y no puedo explicarme como llego aquí, cuando por fin la tomo la destapo y una nota brillante capta mi atención la tomo y leo su contenido: 
«¿Creías que me iba a olvidar de ti? Lamento decirte que nos veremos antes de lo que puedas imaginar. Por ahora disfruta tus regalos perra.» 
Lo único que hago es arrugar con mis manos la nota de mal gusto, mientras las chicas me ven y me penetran con sus ojos cuando me asomo y veo el contenido de la caja mi corazón se acelera y pierdo la respiración ¡no puede ser posible!.