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La sangre volverá a correr {Novela de Los Juegos del Hambre}
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Página 5 de 23. • 1, 2, 3, 4, 5, 6 ... 14 ... 23
Re: La sangre volverá a correr {Novela de Los Juegos del Hambre}
que geniiial, adoro esto en serio avdcjyduk siguela cuando puedas si??
Clau.
Re: La sangre volverá a correr {Novela de Los Juegos del Hambre}
¡NUEVA Y FIEL LECTORA, SISTER!
Bueno, la nove ya la había comenzado a leer desde que la iniciaste (tu me la mostraste xddd), pero se va poniendo cada vez más interesante!!1 *_______* Ya quiero que empiecen los Juegos, que Ethan se pudra ¬¬ pero aún asi tiene algo sersi Y Nathan *____________* El recuerdo vivo de Peeta, al igual que en cierta forma Broe se parece a Katniss, y no se por qué Lucy me recuerda a Prim >.<
Bueno, la nove ya la había comenzado a leer desde que la iniciaste (tu me la mostraste xddd), pero se va poniendo cada vez más interesante!!1 *_______* Ya quiero que empiecen los Juegos, que Ethan se pudra ¬¬ pero aún asi tiene algo sersi Y Nathan *____________* El recuerdo vivo de Peeta, al igual que en cierta forma Broe se parece a Katniss, y no se por qué Lucy me recuerda a Prim >.<
Invitado
Invitado
Re: La sangre volverá a correr {Novela de Los Juegos del Hambre}
OMG!
que lindo cap!
Nunca pense que Lucy fuera fuerte, la verdad, me sorprendio positivamente (como siempre ocurre con tu nove :D)
Ame la parte en que Nathan tiene pesadillas, me recordo tanto a Peeta... ambos parecian los calcos de Katniss y Peeta!
Alucinante cap! Enserio! Genial!
Siguela o mueroo!
Bss
que lindo cap!
Nunca pense que Lucy fuera fuerte, la verdad, me sorprendio positivamente (como siempre ocurre con tu nove :D)
Ame la parte en que Nathan tiene pesadillas, me recordo tanto a Peeta... ambos parecian los calcos de Katniss y Peeta!
Alucinante cap! Enserio! Genial!
Siguela o mueroo!
Bss
Thalassa Deméter.
Re: La sangre volverá a correr {Novela de Los Juegos del Hambre}
CAPÍTULO 10 :
" WHISPER "
Los tenues rayos de sol que se filtraban por las gruesas cortinas de la habitación de Nathan hicieron que abriera mis ojos poco a poco, hasta terminar acostumbrándome a la iluminación y despertar completamente. Me encontré a mi misma rodeada por unos brazos masculinos y, al voltearme, me encontré a centímetros del rostro de Nathan, quien estaba plácidamente dormido. No pude evitar admirar su rostro por unos minutos, se veía tan sereno, tan tranquilo, como si estuviera durmiendo en paz, algo completamente diferente a lo que había visto en él mientras sufría su pesadilla. Tan sólo pensarlo me hizo estremecerme levemente, detestaba poner en mi mente la memoria de Nathan asustado y desesperado.
Con cuidado traté de zafarme de sus brazos, lo hice con la mayor delicadeza que pude, para que no notara que me alejaba de su lado. Cuando logré salir de la cama vi como se movió un poco, con sus brazos buscándome, pero poco después se quedó quieto y siguió durmiendo como si nada hubiera pasado. Con silenciosos pasos fui hacia la puerta y salí del cuarto, cerrando lo más sigilosamente que pude la puerta. Cuando me iba a mi habitación alguien aclaró su garganta, lo cual hizo que diera un pequeño brinco de susto. Volteé para mirar a Teesha, quien estaba al principio del pasillo, lugar donde también estaba la puerta de entrada del loft y un poco más a la izquierda estaban el salón y el comedor. Me miraba sorprendida por la situación en la que me había encontrado, saliendo de la habitación de un chico con el que anteriormente ya nos habían encontrado durmiendo.
-Broegan, ¿Podemos hablar un momento?- me pidió ella, con la mayor calma del mundo e invitándome al salón. Asentí con la cabeza y la seguí, con la mirada fija en el suelo y sin decir palabra alguna.
Tomó asiento en el gran sofá del salón, la imité. Acto seguido giró para poder conversar conmigo mirándome a los ojos, como si fuéramos a discutir algo muy serio. Sabía que tema conversaríamos, pero lo que no sabía era lo que ella había interpretado de las veces que nos había visto a mi y a Nathan juntos.
-¿Qué ocurre entre tú y Nathan?- en verdad era una mujer muy directa. No se iba por entre las ramas, sino que iba directamente al grano. Me sorprendí un poco ante la pregunta, pero luego volví a adquirir la misma expresión de siempre, lista para responder.
-No ocurre nada, Teesha, sólo somos aliados y en proceso de ser amigos- respondí, tratando de hacer creerme eso a mi también.
Lo que había ocurrido anoche había sido un error. No porque no quería o porque no sentía nada por él, me veía obligada a admitir que en realidad si sentía algo por Nathan, pero el problema era que me había mostrado más cariñosa con el anoche, lo cual le pudo haber dado a entender que sentía algo por él. Y eso significaba que habría amor entre nosotros, al interior de los Juegos. Esta charla mental me la había dado bastantes veces; no podía permitir que el amor se involucrara entre nosotros, no en los Juegos del Hambre, donde debía enfocarme un cien por ciento en mantener vivos a Nathan y Lucy. Un mínimo descuido me podría costar su vida, en especial con la estrecha relación que poseía con los Profesionales, en especial con la chica del dos, quizás ellos tratarían de herirlos. Nunca había experimentado el amor, pues nunca me he enamorado, pero algo que presentía era que al estar enamorada aquella persona era tu mundo y tu soporte, lo cual me era sinónimo de atontamiento cerebral, además de estar soñando con mariposas y cosas coloridas, cosas como esas. Eso no podía pasar ahora. La vida me estaba dando una mala pasada al enamorarme de un chico justo en las condiciones más extremas de mi vida.
-¿Amigos? ¡Mi abuela!- exclamó ella, exasperada ante el hecho que en cierta forma le había mentido. De un momento a otro sus ojos se volvieron maternales, comprensivos y exigentes de verdad- Cariño, dime, ¿Qué pasa entre ustedes dos?
-Creo que me estoy enamorando de él, Teesha- respondí, con un tono casi desesperado, como si no supiera que hacer para evitarlo. Teesha me dio a conocer que sólo le había dicho la mitad de la historia- Y al parecer el también está enamorad de mí.
-Te hes difícil creer que estas enamorada ¿verdad?- lo dijo más como un hecho que como una pregunta, y era porque ella sabía lo que sentíamos, no tenía idea de cómo lo sabía completamente- Cariño, estar enamorada no es malo, en realidad, es algo maravilloso; yo lo estuve una vez, pero no terminó muy bien, aunque no debes de temer de que no vaya a funcionar.
-No temo a que no vaya a funcionar, es otra cosa- dije, rogando para que ella me entendiera. Su cara me preguntaba "¿Entonces qué es?"- Lo que ocurre es que si admito a Nathan estar enamorada este va a tener esperanzas, estamos tan cerca de los Juegos que se que él tratará de estar conmigo amorosamente en ellos, pero no puedo permitirme aquello, no puedo permitir el amor en mi vida cuando debo de estar enfocada en mantenerlo a el vivo y a Lucy. Debo sacarlos con vida de la Arena.
-Pero que ambos salgan vivos significa que tu deberás morir- dijo ella, sorprendida a que yo asentía con la cabeza, sin mostrarme asustada por eso.
-Se cual será mi destino, y la verdad es que no tengo tengo temor a enfrentarlo- fue lo único que dije.
-Broegan...- comenzó a decir ella, mirándome con admiración-...eres la mujer más sacrificada y valiente que he conocido. Sacrificada porque eres capaz de renunciar a tu enamorado para mantenerlo con vida, al igual que a tu mejor amiga, y valiente porque eres capaz de renunciar a tu propia vida sin duda alguna para que estos dos muchachos resulten Vencedores.
-Soy afortunada de tenerte como mejor amiga- dijo la voz delicada de Lucy a mis espaldas. Volteé a mirarla, encontrándola apoyada en la muralla que dividía la primera habitación, de Teesha, con el salón. Una pequeña sonrisa estaba en su rostro pálido.
-¿Cuanto llevas parada ahí?- preguntamos Teesha y yo a unísono, preocupadas de que pudiera haber escuchado mi plan. Sabía que si Lucy se enteraba de aquello iba a estar completamente en desacuerdo.
-Lo suficiente como para saber que piensa Teesha de ti- respondió ella riendo, eso me alivió un poco.
Dorotheea apareció de la nada misma, con su maquillaje perfecto, el rostro blanco como el mármol, más sus cabellos anaranjados flúor, sus ojos verdes y su vestido que iba a tono con su cabellera. Siempre se veía impecable y perfecta, bueno, perfecta para los ojos de los del Capitolio, pues para mí parecía ser rpa que nunca en la vida utilizaría. Llevaba su típica sonrisa en el rostro.
-Hora del desayuno- dijo, mientras avox ingresaban al lugar y ponían la comida encima de nuestra mesa del comedor- ¿Alguien puede ir a despertar a los chicos? Estuve tocando a sus puertas por diez minutos, pero ninguno me escuchó; es más, Ethan lanzó algo hacia la puerto, ese muchacho mal educado me traerá problemas para conseguirle patrocinadores.
Comenzó a hablar consigo misma, mientras que se iba a sentar a la mesa. No creía que costara tanto conseguirle patrocinadores a Ethan, por mucho que lo odiara debía de admitir que el chico era atractivo. Además que era parte de los Profesionales, eso le traía muchos más puntos a favor. La persona que más costaría en conseguir patrocinadores no se sabía si era yo o Lucy, ella debido a su timidez y apariencia débil, y yo por mi fuerte actitud y dificultad para hacer amigos.
-Yo voy- se ofreció Lucy y partió a las habitaciones de ambos. Teesha y yo nos sentamos a la mesa, para que luego Nathan llegara, con sus cabellos rubios desmoronados y su rostro reflejaba haber despertado recién. Soltó un pequeño bostezo y se sentó a mi lado, sirviéndose un chocolate caliente, al igual que yo.
-Buenos días- saludó él, con una sonrisa inmediata en su rostro, siendo igual de educado que siempre. Después de él Ethan llegó al comedor, con su llegada se pudo sentir el ambiente tensarse un poco, pero nada que no se pudiera controlar. Comenzamos a comer en silencio, al parecer ya se había hecho costumbre de todos los días. Teesha fue quien cortó el silencio.
-Chicos, hoy es su último día de entrenamiento, al igual que en la noche son las entrevistas- comenzó a decir. Mi cuerpo se tensó. Había olvidado por completo las entrevistas que cada tributo tenía con el presentador de Panem, las cuales duraban solamente cinco minutos- Luego de que entrenen, veré si puedo entrenar con ustedes por lo menos una hora o dos.
-¿Por qué no he estado yo en los entrenamientos?- exigió Ethan, mirándola fríamente.
-Porque en el momento que te aliaste con los Profesionales dejaste de ser uno de mis tributos- respondió ella, mirándolo con la misma frialdad, pero esta era más fuerte, más impotente. Si me hubiera mirado de esa manera habría tiritado y habría temido, al parecer Ethan comenzaba a sentirse así.
-Que yo sepa no está permitido entrenar personalmente a los tributos de un distrito- siguió él- A los Vigilantes podría interesarles un poco este asunto.
-¿Piensas contarles? Muy bien hazlo- dijo ella, con una risa sarcástica y macabra. Nunca había visto esa parte tan temible de Teesha- Pero a quien le creerán más, ¿A un simple tributo o a una mentora?
-Pero por las dudas podrían quitarte el cargo de mentora- habló él, dándole un mordisco a su tostada con mermelada.
Esa fue la gota que rebasó el vaso para Teesha. Su risa se apagó, todo en ella se volvió más oscuro, incluso su mirada era sombría; todo eso se dirigía para Ethan. Tomó su cuchillo limpio y apuntó a Ethan con él, como estaba frente a él solo necesitaba estirarlo un poco más para que impactara con su cuello.
-Si quieres mencionarlo a los Vigilantes, es tu problema, pero sólo recuerda que tengo al Vigilante Jefe comiendo de mi mano y si un día en el que estés en los Juegos me da la gana de decirle "Zebastian, querido y hermoso, ¿Matarías a Ethan? Es un idiota" él lo hará con mucho gusto. ¿Comprendes?- desafío había en los ojos de Teesha.
-Comprendo- dijo el chico, tratando de ocultar el temor en su voz. Luego nos miró a todos, volviendo su compostura de chico fuerte, y se levantó- Se me fue el apetito.
Dio rápidos pasos a su habitación, para encerrarse. Un silencio incómodo estuvo por unos segundos en el comedor, pero luego todos estallamos en risas por la reacción de Ethan. No me cabía duda de lo fuerte, emocional y físicamente, que Teesha era, lo cual me hacía admirar a mi mentora.
-Eres mi héroe, Teesha- le dijo Lucy, aún riendo- Nadie nunca lo había tratado así.
-Lo sé- dijo ella, sonriendo. Se terminó su café y su tostada, para luego ponerse de pie- Apúrense en comer, que en media hora empiezan los entrenamientos y no quiero que lleguen tarde.
Terminamos nuestro desayuno y fuimos a nuestros cuartos, para cambiarnos ropa. Tomé una ducha corta, para luego vestirme con el uniforme de entrenamiento. Me peiné el cabello como lo hacía todos los días, con dos trenzas espiga, una a cada lado de mi cabeza, por sobre mis hombros. Cuando ya estaba lista salí de la habitación, preparada para mi último entrenamiento con todos lo tributos. Los cuatro fuimos escoltados por un Agente de la Paz hasta los gimnasios, donde nos vimos obligados a separarnos; le dí una sonrisa de apoyo a Lucy, quien me la devolvió. Parecía estar mejor que ayer, eso me subía el ánimo. No conversé nada con Ethan, me daba asco el tan solo estar cerca suyo, al ingresar a nuestro gimnasio el se separó de inmediato de mí, caminando hacia sus amigos Profesionales. Ahora ya no eran solamente los del uno, Glare y Dush, los del dos y Ethan, sino que se les habían sumado los chicos del tres, una muchacha morena de tez acaramelada y un chico rubio pálido, y la chica del cuatro, de cabellos negros y ojos claros. Los ignoré y esperé a que iniciaran los entrenamientos, sintiendo unos ojos sobre mí.
La niña de siempre me observaba, ahora me había dado cuenta de que sus ojos eran verdes musgo, parecidos a los de Lucy. La saludé con mi mano, más una sonrisa en mi rostro, y ella me la devolvió con rubor en sus mejillas. Me invitó a que me acercara a su grupo, donde estaba la misma chica del siete, su aliada, el chico del siete, de cabellos chocolate, y la chica del nueve, rubia y delgada. No estaba segura de si debía acercarme a sus aliados, desde el primer momento que la chica del siete me había observado de manera extraña, como si no debiera confiar en mí. Negué lentamente con la cabeza, mostrándome apenada por no poder, y me encogí de hombros. La niña asintió con la cabeza, dándome a entender que no importaba, y me sonrió.
El entrenamiento comenzó y todos nos fuimos a nuestros lugares. Obstáculos, plantas, nudos, escaladas...lo de siempre. Ayer ya había dado a entender lo hábil que resultaba con las cuchillas, pero no quería recalcar aquello nuevamente, pues terminaría por lucir como una amenaza ante los Profesionales, siendo lo que menos quería. Es cierto, no les temía, pero tampoco deseaba ganar problemas sólo por ser terca y hacer lo que quisiera; debía de ser inteligente si deseaba sobrevivir lo suficiente para asegurarme que Lucy y Nathan ganarían.
La chica del dos daba lo mejor con su hacha, rompiendo todo lo que le ponían en frente, ganándose los apoyos de sus aliados. Todos ellos la animaban, riendo y siendo los únicos que se mostraban entusiasmados.
-¡Así se hace, Athena!- le animó el chico del dos, mientras que sonreía y aplaudía, junto con los demás Profesionales. El resto de los tributos nos habíamos quedado observándolos, casi como si estuvieran dementes por tener tanto ánimo en circunstancias como estas. Nos dedicó a todos una mirada dura- ¡¿Qué miran ustedes?!
-Tranquilo, Clash, que sólo admiran lo peligrosos que somos los Profesionales- respondió Athena, con una maliciosa sonrisa en su rostro, que desapareció cuando sus ojos se encontraron con los míos. Sólo me miró con una ceja enarcada y se dio vuelta.
Los nombres de los Profesionales no me agradaban mucho. Athena era el nombre inglés que se le daba a la diosa mitológica Atenea, diosa de la guerra, la sabiduría y la habilidad, entre otras; en mi escuela nos habían pasado aquello, en Historia, pero hace miles de años que sus nombres habían sido un poco olvidados. Clash en inglés significaba "conflicto", "estruendo" o "enfrentamiento", lo cual daba a conocer que había sido nombrado para luchar. Ambos habían nacido así, una poseía el nombre de la diosa de la guerra y otro con el nombre que significaba enfrentarse, ambos habían nacido para ser Vencedores, pero por otro lado, también habían sido nacidos para morir.
Todos volvimos a nuestras actividades comunes. Clash se mostró igual de hábil con la espada como antes, desmembrando a cualquier muñeco, Dush había perfeccionado su puntería con la lanza, pero la que nunca mejoraba era Glare. Esa chica parecía ser la belleza caminante, pero en la Arena no le sería de mucha utilidad, al menos que los Patrocinadores le lleven una carga enorme de recursos. Tenía puntería con el arco, pero Lucy era mucho mejor que ella, quizás se lograba conseguir el arco y las flechas antes que ella en la Cornucopia podría pasárselo a Lucy, así mataría dos pájaros de un tiro; Lucy estaría armada y Glare sería una Profesional, bueno, inútil.
Cuando estaba en el puesto de camuflaje, alguien se acercó a mi. Volteé para encontrarme con la pequeña figura de la chica pelirroja. Ahora que la observaba más de cerca me daba cuenta de lo ciega que era. Esa niña no debía de tener más de doce años, debido a que su cuerpo aún no estaba desarrollado. Su estatura había sido lo que me había engañado, debido a que poseía unas largas piernas para sólo tener doce.
-Hola- me saludó ella, con una voz dulce, tímida y perteneciente a una niña. Estiró su mano hacia mí, sonriendo- Mi nombre es Whisper, del distrito cinco. ¿Cuál es tu nombre?
-Broegan, del doce- me presenté, mientras sacudía su mano con cuidado, para luego dejarla ir.
-Gusto en conocerte, Broegan- dijo ella, con una enorme sonrisa en su rostro. Sus mejillas se tornaron rosa antes de hablar- Debo de admitir que hace tiempo que quería conversar contigo- luego soltó una pequeña risilla.
-¿En serio? ¿Por qué?- pregunté, enternecida por aquella chiquilla. Esa niña, Whisper, había logrado hacerme sonreír y ser simpática con ella, a quien no conocía ni por más de tres días.
-Porque...-hizo un gesto con su mano para que me acercara más a ella, lo cual hice-...me recuerdas al Sinsajo.
No oculté la sorpresa en mi rostro, mirándola igual de sorprendida que el primer momento. Whisper solamente rió al ver mi expresión, tapándose la boca con su delgada y pálida mano para que no muchos la escucharan.
-Es por eso que pienso que deberías ganar los Juegos- me susurró, haciéndole honor a su nombre.
-¿En serio? Pero que yo ganara significaría que tu deberías morir- le pregunté, sin comprender lo que me había dicho. ¿Un tributo deseándole a otro que este gane? Juraría que nunca había ocurrido eso. Whisper se encogió de hombros.
-Lo sé, pero yo sólo estoy aquí para enternecer los Juegos con mi presencia- dijo ella, mientras que reía de su propio chiste. Reí lo más naturalmente posible, hasta que una persona nos interrumpió la conversación.
-¡Whisper!- llamó la chica del siete a la pequeña niña. Esta volteó para ver a la chica morena, alejada unos metros de nosotras. La chica la llamaba con la mano, mientras que me miraba amenazadoramente.
-Ya voy, Ellie- respondió Whisper, pero, ante la mirada seria de la chica, se vio obligada a tratarla por su nombre completo- Quiero decir, Ellender- luego me miró, riendo- Detesta que la llame por su apodo cuando hay más gente.
-Creo que a tu amiga no le agrado mucho- le mencioné, sintiendo como me seguía mirando mientras conversaba con Whisper.
-Tranquila, es solo que teme que me vayas a apuñalar con ese pincel- ambas reímos juntas, pero Whisper hizo una seña para darle menor importancia a las miradas de Ellender- Suele ser así, es muy sobre-protectora, por lo que no le gusta que muchos se acerquen a mi, o me hablen, o me miren, o respiren mi aire.
Luego de reír un poco más conmigo se despidió con la mano y fue donde Ellender dando saltitos. Dijo algo que la hizo sonreír y luego despeinó sus cabellos, algo que al parecer no le gustaba a Whisper. Los entrenamientos habían finalizado, por lo que ambas salieron juntas por la puerta, sin antes Whisper haberme visto y vuelto a despedir de mi con la mano, lo cual le respondí con una amplia sonrisa. Salí del gimnasio y me fui al loft.
Mientras caminaba comenzaba a pensar en lo que Whisper me había dicho en el entrenamiento. "Sólo estoy aquí para enternecer los Juegos" no para ganarlos, sino que para hacerlos más...cálidos. Esta pequeña niña sabía cual era su destino, sabía que en un momento llegaría el tiempo que su corazón debería dejar de latir, yo también sabía aquello. Si deseaba que Nathan y Lucy ganaran debía de comenzar a pensar que todos esos chicos debían de morir, chicos como Clash, Athena, Glare, Dush, Whisper y Ellender. Sólo deseaba no estar presente para poder visualizar como Whisper moría, eso sería demasiado difícil de olvidar.
Con cuidado traté de zafarme de sus brazos, lo hice con la mayor delicadeza que pude, para que no notara que me alejaba de su lado. Cuando logré salir de la cama vi como se movió un poco, con sus brazos buscándome, pero poco después se quedó quieto y siguió durmiendo como si nada hubiera pasado. Con silenciosos pasos fui hacia la puerta y salí del cuarto, cerrando lo más sigilosamente que pude la puerta. Cuando me iba a mi habitación alguien aclaró su garganta, lo cual hizo que diera un pequeño brinco de susto. Volteé para mirar a Teesha, quien estaba al principio del pasillo, lugar donde también estaba la puerta de entrada del loft y un poco más a la izquierda estaban el salón y el comedor. Me miraba sorprendida por la situación en la que me había encontrado, saliendo de la habitación de un chico con el que anteriormente ya nos habían encontrado durmiendo.
-Broegan, ¿Podemos hablar un momento?- me pidió ella, con la mayor calma del mundo e invitándome al salón. Asentí con la cabeza y la seguí, con la mirada fija en el suelo y sin decir palabra alguna.
Tomó asiento en el gran sofá del salón, la imité. Acto seguido giró para poder conversar conmigo mirándome a los ojos, como si fuéramos a discutir algo muy serio. Sabía que tema conversaríamos, pero lo que no sabía era lo que ella había interpretado de las veces que nos había visto a mi y a Nathan juntos.
-¿Qué ocurre entre tú y Nathan?- en verdad era una mujer muy directa. No se iba por entre las ramas, sino que iba directamente al grano. Me sorprendí un poco ante la pregunta, pero luego volví a adquirir la misma expresión de siempre, lista para responder.
-No ocurre nada, Teesha, sólo somos aliados y en proceso de ser amigos- respondí, tratando de hacer creerme eso a mi también.
Lo que había ocurrido anoche había sido un error. No porque no quería o porque no sentía nada por él, me veía obligada a admitir que en realidad si sentía algo por Nathan, pero el problema era que me había mostrado más cariñosa con el anoche, lo cual le pudo haber dado a entender que sentía algo por él. Y eso significaba que habría amor entre nosotros, al interior de los Juegos. Esta charla mental me la había dado bastantes veces; no podía permitir que el amor se involucrara entre nosotros, no en los Juegos del Hambre, donde debía enfocarme un cien por ciento en mantener vivos a Nathan y Lucy. Un mínimo descuido me podría costar su vida, en especial con la estrecha relación que poseía con los Profesionales, en especial con la chica del dos, quizás ellos tratarían de herirlos. Nunca había experimentado el amor, pues nunca me he enamorado, pero algo que presentía era que al estar enamorada aquella persona era tu mundo y tu soporte, lo cual me era sinónimo de atontamiento cerebral, además de estar soñando con mariposas y cosas coloridas, cosas como esas. Eso no podía pasar ahora. La vida me estaba dando una mala pasada al enamorarme de un chico justo en las condiciones más extremas de mi vida.
-¿Amigos? ¡Mi abuela!- exclamó ella, exasperada ante el hecho que en cierta forma le había mentido. De un momento a otro sus ojos se volvieron maternales, comprensivos y exigentes de verdad- Cariño, dime, ¿Qué pasa entre ustedes dos?
-Creo que me estoy enamorando de él, Teesha- respondí, con un tono casi desesperado, como si no supiera que hacer para evitarlo. Teesha me dio a conocer que sólo le había dicho la mitad de la historia- Y al parecer el también está enamorad de mí.
-Te hes difícil creer que estas enamorada ¿verdad?- lo dijo más como un hecho que como una pregunta, y era porque ella sabía lo que sentíamos, no tenía idea de cómo lo sabía completamente- Cariño, estar enamorada no es malo, en realidad, es algo maravilloso; yo lo estuve una vez, pero no terminó muy bien, aunque no debes de temer de que no vaya a funcionar.
-No temo a que no vaya a funcionar, es otra cosa- dije, rogando para que ella me entendiera. Su cara me preguntaba "¿Entonces qué es?"- Lo que ocurre es que si admito a Nathan estar enamorada este va a tener esperanzas, estamos tan cerca de los Juegos que se que él tratará de estar conmigo amorosamente en ellos, pero no puedo permitirme aquello, no puedo permitir el amor en mi vida cuando debo de estar enfocada en mantenerlo a el vivo y a Lucy. Debo sacarlos con vida de la Arena.
-Pero que ambos salgan vivos significa que tu deberás morir- dijo ella, sorprendida a que yo asentía con la cabeza, sin mostrarme asustada por eso.
-Se cual será mi destino, y la verdad es que no tengo tengo temor a enfrentarlo- fue lo único que dije.
-Broegan...- comenzó a decir ella, mirándome con admiración-...eres la mujer más sacrificada y valiente que he conocido. Sacrificada porque eres capaz de renunciar a tu enamorado para mantenerlo con vida, al igual que a tu mejor amiga, y valiente porque eres capaz de renunciar a tu propia vida sin duda alguna para que estos dos muchachos resulten Vencedores.
-Soy afortunada de tenerte como mejor amiga- dijo la voz delicada de Lucy a mis espaldas. Volteé a mirarla, encontrándola apoyada en la muralla que dividía la primera habitación, de Teesha, con el salón. Una pequeña sonrisa estaba en su rostro pálido.
-¿Cuanto llevas parada ahí?- preguntamos Teesha y yo a unísono, preocupadas de que pudiera haber escuchado mi plan. Sabía que si Lucy se enteraba de aquello iba a estar completamente en desacuerdo.
-Lo suficiente como para saber que piensa Teesha de ti- respondió ella riendo, eso me alivió un poco.
Dorotheea apareció de la nada misma, con su maquillaje perfecto, el rostro blanco como el mármol, más sus cabellos anaranjados flúor, sus ojos verdes y su vestido que iba a tono con su cabellera. Siempre se veía impecable y perfecta, bueno, perfecta para los ojos de los del Capitolio, pues para mí parecía ser rpa que nunca en la vida utilizaría. Llevaba su típica sonrisa en el rostro.
-Hora del desayuno- dijo, mientras avox ingresaban al lugar y ponían la comida encima de nuestra mesa del comedor- ¿Alguien puede ir a despertar a los chicos? Estuve tocando a sus puertas por diez minutos, pero ninguno me escuchó; es más, Ethan lanzó algo hacia la puerto, ese muchacho mal educado me traerá problemas para conseguirle patrocinadores.
Comenzó a hablar consigo misma, mientras que se iba a sentar a la mesa. No creía que costara tanto conseguirle patrocinadores a Ethan, por mucho que lo odiara debía de admitir que el chico era atractivo. Además que era parte de los Profesionales, eso le traía muchos más puntos a favor. La persona que más costaría en conseguir patrocinadores no se sabía si era yo o Lucy, ella debido a su timidez y apariencia débil, y yo por mi fuerte actitud y dificultad para hacer amigos.
-Yo voy- se ofreció Lucy y partió a las habitaciones de ambos. Teesha y yo nos sentamos a la mesa, para que luego Nathan llegara, con sus cabellos rubios desmoronados y su rostro reflejaba haber despertado recién. Soltó un pequeño bostezo y se sentó a mi lado, sirviéndose un chocolate caliente, al igual que yo.
-Buenos días- saludó él, con una sonrisa inmediata en su rostro, siendo igual de educado que siempre. Después de él Ethan llegó al comedor, con su llegada se pudo sentir el ambiente tensarse un poco, pero nada que no se pudiera controlar. Comenzamos a comer en silencio, al parecer ya se había hecho costumbre de todos los días. Teesha fue quien cortó el silencio.
-Chicos, hoy es su último día de entrenamiento, al igual que en la noche son las entrevistas- comenzó a decir. Mi cuerpo se tensó. Había olvidado por completo las entrevistas que cada tributo tenía con el presentador de Panem, las cuales duraban solamente cinco minutos- Luego de que entrenen, veré si puedo entrenar con ustedes por lo menos una hora o dos.
-¿Por qué no he estado yo en los entrenamientos?- exigió Ethan, mirándola fríamente.
-Porque en el momento que te aliaste con los Profesionales dejaste de ser uno de mis tributos- respondió ella, mirándolo con la misma frialdad, pero esta era más fuerte, más impotente. Si me hubiera mirado de esa manera habría tiritado y habría temido, al parecer Ethan comenzaba a sentirse así.
-Que yo sepa no está permitido entrenar personalmente a los tributos de un distrito- siguió él- A los Vigilantes podría interesarles un poco este asunto.
-¿Piensas contarles? Muy bien hazlo- dijo ella, con una risa sarcástica y macabra. Nunca había visto esa parte tan temible de Teesha- Pero a quien le creerán más, ¿A un simple tributo o a una mentora?
-Pero por las dudas podrían quitarte el cargo de mentora- habló él, dándole un mordisco a su tostada con mermelada.
Esa fue la gota que rebasó el vaso para Teesha. Su risa se apagó, todo en ella se volvió más oscuro, incluso su mirada era sombría; todo eso se dirigía para Ethan. Tomó su cuchillo limpio y apuntó a Ethan con él, como estaba frente a él solo necesitaba estirarlo un poco más para que impactara con su cuello.
-Si quieres mencionarlo a los Vigilantes, es tu problema, pero sólo recuerda que tengo al Vigilante Jefe comiendo de mi mano y si un día en el que estés en los Juegos me da la gana de decirle "Zebastian, querido y hermoso, ¿Matarías a Ethan? Es un idiota" él lo hará con mucho gusto. ¿Comprendes?- desafío había en los ojos de Teesha.
-Comprendo- dijo el chico, tratando de ocultar el temor en su voz. Luego nos miró a todos, volviendo su compostura de chico fuerte, y se levantó- Se me fue el apetito.
Dio rápidos pasos a su habitación, para encerrarse. Un silencio incómodo estuvo por unos segundos en el comedor, pero luego todos estallamos en risas por la reacción de Ethan. No me cabía duda de lo fuerte, emocional y físicamente, que Teesha era, lo cual me hacía admirar a mi mentora.
-Eres mi héroe, Teesha- le dijo Lucy, aún riendo- Nadie nunca lo había tratado así.
-Lo sé- dijo ella, sonriendo. Se terminó su café y su tostada, para luego ponerse de pie- Apúrense en comer, que en media hora empiezan los entrenamientos y no quiero que lleguen tarde.
Terminamos nuestro desayuno y fuimos a nuestros cuartos, para cambiarnos ropa. Tomé una ducha corta, para luego vestirme con el uniforme de entrenamiento. Me peiné el cabello como lo hacía todos los días, con dos trenzas espiga, una a cada lado de mi cabeza, por sobre mis hombros. Cuando ya estaba lista salí de la habitación, preparada para mi último entrenamiento con todos lo tributos. Los cuatro fuimos escoltados por un Agente de la Paz hasta los gimnasios, donde nos vimos obligados a separarnos; le dí una sonrisa de apoyo a Lucy, quien me la devolvió. Parecía estar mejor que ayer, eso me subía el ánimo. No conversé nada con Ethan, me daba asco el tan solo estar cerca suyo, al ingresar a nuestro gimnasio el se separó de inmediato de mí, caminando hacia sus amigos Profesionales. Ahora ya no eran solamente los del uno, Glare y Dush, los del dos y Ethan, sino que se les habían sumado los chicos del tres, una muchacha morena de tez acaramelada y un chico rubio pálido, y la chica del cuatro, de cabellos negros y ojos claros. Los ignoré y esperé a que iniciaran los entrenamientos, sintiendo unos ojos sobre mí.
La niña de siempre me observaba, ahora me había dado cuenta de que sus ojos eran verdes musgo, parecidos a los de Lucy. La saludé con mi mano, más una sonrisa en mi rostro, y ella me la devolvió con rubor en sus mejillas. Me invitó a que me acercara a su grupo, donde estaba la misma chica del siete, su aliada, el chico del siete, de cabellos chocolate, y la chica del nueve, rubia y delgada. No estaba segura de si debía acercarme a sus aliados, desde el primer momento que la chica del siete me había observado de manera extraña, como si no debiera confiar en mí. Negué lentamente con la cabeza, mostrándome apenada por no poder, y me encogí de hombros. La niña asintió con la cabeza, dándome a entender que no importaba, y me sonrió.
El entrenamiento comenzó y todos nos fuimos a nuestros lugares. Obstáculos, plantas, nudos, escaladas...lo de siempre. Ayer ya había dado a entender lo hábil que resultaba con las cuchillas, pero no quería recalcar aquello nuevamente, pues terminaría por lucir como una amenaza ante los Profesionales, siendo lo que menos quería. Es cierto, no les temía, pero tampoco deseaba ganar problemas sólo por ser terca y hacer lo que quisiera; debía de ser inteligente si deseaba sobrevivir lo suficiente para asegurarme que Lucy y Nathan ganarían.
La chica del dos daba lo mejor con su hacha, rompiendo todo lo que le ponían en frente, ganándose los apoyos de sus aliados. Todos ellos la animaban, riendo y siendo los únicos que se mostraban entusiasmados.
-¡Así se hace, Athena!- le animó el chico del dos, mientras que sonreía y aplaudía, junto con los demás Profesionales. El resto de los tributos nos habíamos quedado observándolos, casi como si estuvieran dementes por tener tanto ánimo en circunstancias como estas. Nos dedicó a todos una mirada dura- ¡¿Qué miran ustedes?!
-Tranquilo, Clash, que sólo admiran lo peligrosos que somos los Profesionales- respondió Athena, con una maliciosa sonrisa en su rostro, que desapareció cuando sus ojos se encontraron con los míos. Sólo me miró con una ceja enarcada y se dio vuelta.
Los nombres de los Profesionales no me agradaban mucho. Athena era el nombre inglés que se le daba a la diosa mitológica Atenea, diosa de la guerra, la sabiduría y la habilidad, entre otras; en mi escuela nos habían pasado aquello, en Historia, pero hace miles de años que sus nombres habían sido un poco olvidados. Clash en inglés significaba "conflicto", "estruendo" o "enfrentamiento", lo cual daba a conocer que había sido nombrado para luchar. Ambos habían nacido así, una poseía el nombre de la diosa de la guerra y otro con el nombre que significaba enfrentarse, ambos habían nacido para ser Vencedores, pero por otro lado, también habían sido nacidos para morir.
Todos volvimos a nuestras actividades comunes. Clash se mostró igual de hábil con la espada como antes, desmembrando a cualquier muñeco, Dush había perfeccionado su puntería con la lanza, pero la que nunca mejoraba era Glare. Esa chica parecía ser la belleza caminante, pero en la Arena no le sería de mucha utilidad, al menos que los Patrocinadores le lleven una carga enorme de recursos. Tenía puntería con el arco, pero Lucy era mucho mejor que ella, quizás se lograba conseguir el arco y las flechas antes que ella en la Cornucopia podría pasárselo a Lucy, así mataría dos pájaros de un tiro; Lucy estaría armada y Glare sería una Profesional, bueno, inútil.
Cuando estaba en el puesto de camuflaje, alguien se acercó a mi. Volteé para encontrarme con la pequeña figura de la chica pelirroja. Ahora que la observaba más de cerca me daba cuenta de lo ciega que era. Esa niña no debía de tener más de doce años, debido a que su cuerpo aún no estaba desarrollado. Su estatura había sido lo que me había engañado, debido a que poseía unas largas piernas para sólo tener doce.
-Hola- me saludó ella, con una voz dulce, tímida y perteneciente a una niña. Estiró su mano hacia mí, sonriendo- Mi nombre es Whisper, del distrito cinco. ¿Cuál es tu nombre?
-Broegan, del doce- me presenté, mientras sacudía su mano con cuidado, para luego dejarla ir.
-Gusto en conocerte, Broegan- dijo ella, con una enorme sonrisa en su rostro. Sus mejillas se tornaron rosa antes de hablar- Debo de admitir que hace tiempo que quería conversar contigo- luego soltó una pequeña risilla.
-¿En serio? ¿Por qué?- pregunté, enternecida por aquella chiquilla. Esa niña, Whisper, había logrado hacerme sonreír y ser simpática con ella, a quien no conocía ni por más de tres días.
-Porque...-hizo un gesto con su mano para que me acercara más a ella, lo cual hice-...me recuerdas al Sinsajo.
No oculté la sorpresa en mi rostro, mirándola igual de sorprendida que el primer momento. Whisper solamente rió al ver mi expresión, tapándose la boca con su delgada y pálida mano para que no muchos la escucharan.
-Es por eso que pienso que deberías ganar los Juegos- me susurró, haciéndole honor a su nombre.
-¿En serio? Pero que yo ganara significaría que tu deberías morir- le pregunté, sin comprender lo que me había dicho. ¿Un tributo deseándole a otro que este gane? Juraría que nunca había ocurrido eso. Whisper se encogió de hombros.
-Lo sé, pero yo sólo estoy aquí para enternecer los Juegos con mi presencia- dijo ella, mientras que reía de su propio chiste. Reí lo más naturalmente posible, hasta que una persona nos interrumpió la conversación.
-¡Whisper!- llamó la chica del siete a la pequeña niña. Esta volteó para ver a la chica morena, alejada unos metros de nosotras. La chica la llamaba con la mano, mientras que me miraba amenazadoramente.
-Ya voy, Ellie- respondió Whisper, pero, ante la mirada seria de la chica, se vio obligada a tratarla por su nombre completo- Quiero decir, Ellender- luego me miró, riendo- Detesta que la llame por su apodo cuando hay más gente.
-Creo que a tu amiga no le agrado mucho- le mencioné, sintiendo como me seguía mirando mientras conversaba con Whisper.
-Tranquila, es solo que teme que me vayas a apuñalar con ese pincel- ambas reímos juntas, pero Whisper hizo una seña para darle menor importancia a las miradas de Ellender- Suele ser así, es muy sobre-protectora, por lo que no le gusta que muchos se acerquen a mi, o me hablen, o me miren, o respiren mi aire.
Luego de reír un poco más conmigo se despidió con la mano y fue donde Ellender dando saltitos. Dijo algo que la hizo sonreír y luego despeinó sus cabellos, algo que al parecer no le gustaba a Whisper. Los entrenamientos habían finalizado, por lo que ambas salieron juntas por la puerta, sin antes Whisper haberme visto y vuelto a despedir de mi con la mano, lo cual le respondí con una amplia sonrisa. Salí del gimnasio y me fui al loft.
Mientras caminaba comenzaba a pensar en lo que Whisper me había dicho en el entrenamiento. "Sólo estoy aquí para enternecer los Juegos" no para ganarlos, sino que para hacerlos más...cálidos. Esta pequeña niña sabía cual era su destino, sabía que en un momento llegaría el tiempo que su corazón debería dejar de latir, yo también sabía aquello. Si deseaba que Nathan y Lucy ganaran debía de comenzar a pensar que todos esos chicos debían de morir, chicos como Clash, Athena, Glare, Dush, Whisper y Ellender. Sólo deseaba no estar presente para poder visualizar como Whisper moría, eso sería demasiado difícil de olvidar.
Última edición por Bellie HoranPayneMalik el Dom 29 Abr 2012, 10:59 pm, editado 1 vez
Effy.
Re: La sangre volverá a correr {Novela de Los Juegos del Hambre}
Muchas gracias por sus comentarios, gente hermosa *___________* Aquí les dejo el décimo cap de mi nove *-* aunque lamento la demora >.<
Effy.
Re: La sangre volverá a correr {Novela de Los Juegos del Hambre}
Amooooooooooooooooooooooo.............. tu novelaa la leoo desde ase tiempoo no te abia comentado x k no tenia kuentaa peroo ya la abrii sige la novela, escrivess divino tienes un talentasoo privilegiosooo es sensacional ayy nathan lo amoo me recuerda un monton a peeta confieso k me dolio :( bastante k se murieran el y katniss k me kedee kon kara de what??? :?::affraid: kuando lo leii kasi me da un atakee pero la historiaa esta genial :cheers: ya me acabe mis uñas con tu novela con tanta cosaa....sigelaa y una vess mas escribess p-a-d-r-i-s-i-m-o..... y lo ke pasa kon broegan uff con ganas de k pase algo mass magnificoo ya kieroo k empiezen los juegoo bueno ya puse mucha lata bayy y admitoo seriamente k soy una muy fiel lectoraa
FannyMellark_MalfoyTHG
Re: La sangre volverá a correr {Novela de Los Juegos del Hambre}
amo the hunger gamess y tambien tu novelaa
FannyMellark_MalfoyTHG
Re: La sangre volverá a correr {Novela de Los Juegos del Hambre}
oooh, en esta novela estan todas las rencarnaciones de los libros!
jajaja, me encantoo el cap!
ame la parte en que habla con Teesha, sobre Nathan.. fue tan lindo...
es tan valiente y decidida! mi heroina!
Siguelaaa!
bss
jajaja, me encantoo el cap!
ame la parte en que habla con Teesha, sobre Nathan.. fue tan lindo...
es tan valiente y decidida! mi heroina!
Siguelaaa!
bss
Thalassa Deméter.
Re: La sangre volverá a correr {Novela de Los Juegos del Hambre}
P.D: Agradecimientos a aLiCe CrAzY ϟ que sin ella este capitulo no sería igual ;)
CAPÍTULO 11 :
" LOS CELOS "
Cuando llegué al loft del doce, me mandaron de inmediato a mi habitación, para que tomara una ducha corta y me vistiera con otro uniforme de entrenamiento. Fui al comedor y los cuatro comenzamos a almorzar, Teesha nos apuró a Lucy, Nathan y yo a comer con más rapidez, mientras que ni siquiera miró a Ethan. Ya había quedado claro la relación que Ethan y Teesha poseían, lo cual me indicaba que si volvían a tener una situación como la de la mañana, Teesha no dudaría en enterrar el cuchillo en el cuello de Ethan. Quizás de esa manera termine por hacernos un favor a todos.
Cuando todos terminamos nos dirigimos de inmediato al gimnasio azul. Nathan y Lucy caminaban por delante nuestro, conversando animosamente, como nunca los había visto antes; parecían estar realmente interesados en lo que el otro decía, estuve a punto de caer en la tentación de tratar de escuchar lo que conversaban, pero preferí no hacerlo, pues no era de mi incumbencia. Yo y Teesha solamente caminábamos, ambas con nuestras bocas formando una línea recta, espalda erguida y paso seguro. Nos parecíamos un poco, pero le resté importancia a aquello. Al llegar nos envió a todos a nuestros puntos más fuertes; yo a las cuchillas, Lucy al arco y flecha y Nathan a la lucha cuerpo a cuerpo y las pesas. Eso fue lo que hicimos la primera media hora.
Luego me vi obligada a luchar con Teesha, debo de admitir que fue una lucha difícil. Nathan y Lucy nos miraban atentamente, no se sabía quien ganaría, pues ninguna mostraba indicio de estar agotada o adolorida por los golpes. La verdad es que Teesha me daba golpes suaves, debido a que no deseaba mandarme ya con dolores de cuerpo a la Arena, eso sería una desventaja. Cuando volteé a ver lo que Nathan y Lucy hacían encontré a mi mejor amiga susurrando algo al oído de Nathan, este rió por lo bajo y se sonrojo. Había que descubierto que Nathan sólo se sonrojaba ante dos cosas: uno, cuando estaba avergonzado, y segundo, cuando lo alagaban. Los miré confundida por un momento y fue ahí cuando Teesha, con una lee patada en la cabeza, me derribó y sacó un cuchillo que llevaba guardado, indicando mi corazón.
-Muerta- dijo, mirándome con ojos de desaprobación. Me ayudó a ponerme de pie y luego pidió a Lucy que luchara con ella. Nathan me miró, preguntándome con la mirada si me encontraba bien, pero yo solo lo ignoré. Me dirigí al puesto donde estaban múltiples armas: tridentes, espadas, lanzas, hachas, etc. Tomé una hacha y me dirigí a uno de los muñecos.
No sabía por qué ahora estaba tan enojada. Un sentimiento de enojo mezclado con disgusto apareció en mi estómago justo después de haber visto a Nathan y Lucy tan juntos. ¿Eran celos los que estaba sintiendo? Eso era imposible, no podía ser cierto; nunca en mi vida había sentido celos, y no podía sentirlos ahora. Con ira miré al muñeco que estaba frente mío y empuñé con fuerza el hacha, con ambas manos, para luego comenzar a desmembrar su cuerpo con fuerza. ¡¿Por qué tenía que experimentar tantos sentimientos en estos últimos días?! ¿Por qué Nathan tuvo la excelente idea de decir que me amaba justo poco antes de tener que ir a una Arena donde no podría enfocarme en su amor, no podía cuestionarme si yo lo amaba tanto como él a mí, sino que debía preocuparme de su vida? ¿Por qué no me lo pudo haber dicho antes de la Cosecha, o quizás años antes, o quizás nunca? Preferiría morir sabiendo que nadie me amó realmente en este mundo, a que morir sabiendo que la única persona que me había amado terminaría sola, aunque sabiendo la fama que tendría él después, no sorprendería que tuviera novias luego de los Juegos. ¡No necesitaba el amor en mi vida! ¡No la necesitaba, no la quería ni la pedía; llegó de golpe a mi cara, a mi corazón, pero lo único que deseaba era arrancarla de golpe y tirarla al suelo! Si nunca antes en mi vida había experimentado el amor hacia alguien que no tenía mi sangre, al igual que nunca los celos, ¿Por qué debían aparecer justo cuando menos la quería? Sonaba irónico. Miles de personas buscan el amor, pero nunca lo encuentran; mientras que a las personas que nunca lo desearon tocan a la puerta de su casa. O de su loft en el Capitolio, donde pasará tres días antes de ir a los Juegos del Hambre.
Sin haberme dado cuenta había desmembrado al muñeco por completo. Primero le había cortado los brazos, luego la cabeza, después su torso y al final había separado sus piernas, estas dos estaban esparcidas en el suelo, muy lejos de ambas. Mis manos me dolían por haber apretado con tanta fuerza el hacha y mi respiración estaba irregular. Volteé, para encontrarme con tres pares de ojos admirándome sorprendidos. Cuando mi respiración ya se calmó dejé el hacha en el suelo y caminé hacia donde estaban, para sentarme en una de las colchonetas, sin decir nada.
-Al menos sabemos que si no consigues cuchillas, un hacha no sería mala opción- dijo Teesha con una sonrisa. Yo sólo le devolví la sonrisa y asentí levemente con la cabeza.
Teesha nos dejó a elección lo que queríamos entrenar en los últimos veinte minutos. Me dediqué en las escaladas, en lo cual me había hecho un poco más hábil, y también con las cuchillas. Escuché una risas al otro lado del gimnasio y cuando volteé a ver noté como Lucy reía de algo que Nathan le había dicho. Sin poder soportarlo más lancé las cuchillas a la mesa, haciendo gran estruendo, y me salí por la puerta. Quería irme a mi habitación y estar encerrada en ese lugar hasta que cenáramos, esos eran mis planes; no quería ver a nadie ni pensar en nadie. Estos sentimientos nuevos me estaban ganando, no podía controlarlos. Cuando iba a doblar para ingresar a otro pasillo escuché unas risillas venir de ahí.
-Considero que eres muy tierno para ser un Profesional- decía una voz femenina. Esta era profunda y tenía un tono seductor. Quitando lo seductor, juraría haberla escuchado antes.
-Bueno, necesito asegurar mi supervivencia en los Juegos, ¿no?- dijo otra voz, esta vez masculina. Ambos rieron y juraría haber escuchado lo que eran besos.
-¿Por qué no te nos unes? He visto lo hábil que eres con el hacha, mucho mejor que esa arrogante de Athena- dijo el chico, mientras volvía a besar a la muchacha- Sólo deja a esa niña pelirroja y vente con nosotros.
Ellender. La muchacha era Ellender y algo me dio el indicio que con quien hablaba era el chico del tres, ese de cabellos rubios dorados y una piel más que pálida. Me había fijado que no tenía tantos músculos como Clash o Dush, pero si era alto y de una espalda bastante ancha. Aún así, nunca lo había visto como una verdadera amenaza.
-Dyer, no puedo dejar a la niña- dijo Ellender, tratando de disimular la molestia en su voz- Aunque quizás no pase la Cornucopia. Si ella no lo logra entonces ten por seguro que me les uno, sería una carga menos.
Rieron y se volvieron a besar. ¿Entonces eso era lo que Ellender pensaba sobre Whisper? ¿Una carga? Pero si era así, ¿Por qué la protegía tanto? Había algo ahí que no concordaba. Antes de que pudiera escuchar más de su conversación, Lucy atravesaba el pasillo gritando mi nombre, lo cual llamó la atención de ambos. Estos salieron a ver que pasaba, encontrándose conmigo escuchando; me fulminaron con la mirada, por lo que yo salí corriendo lejos de ahí, volviendo por el mismo camino que había tomado para ir al gimnasio. Me encontré con Lucy, pero seguí corriendo, por lo que ella dio la vuelta y me siguió, hasta alcanzarme y tomarme por un brazo.
-Broegan, ¿Qué diablos pasa?- me exigió, tratando de recuperar el aliento al correr tan rápido para alcanzarme.
-¿Qué pasa? Te diré lo que pasa. Resulta que nunca en toda mi maldita vida había sentido que amaba de manera romántica a alguien, nunca. Pero al amor se le ocurre hacerme la peor jugada de la vida y aparecer justo cuando tengo que enfocarme a mantenerte a ti y a Nathan con vida. Ahora los veo a los dos tan juntos y cariñosos, que me pregunto para que ayudarlos a sobrevivir, si al parecer pueden solos- le dije con una rapidez enorme, que aún no comprendo como entendió lo que dije. Una media sonrisa se dibujó en los labios de mi mejor amiga- ¡¿Por qué sonríes?!
-Porque dijiste lo que tanto deseaba escuchar- respondió ella, con alegría más que notoria en su voz. Estaba confundida- ¡Que amas a Nathan!
-¿Me estas diciendo que todas sus risitas estúpidas, sus bromas y susurros al oído lo hicieron para ponerme celosa y admitir lo que sentía por Nathan?- Lucy asintió con la cabeza- Eso es el plan más estúpido que he escuchado en toda mi vida.
-Pero de esa manera lograste hacer notar a Nathan que también lo amabas- dijo ella, encogiéndose de hombros- Anoche hablamos y un tema llevó a otro, por lo que terminamos hablando de ti. El confesó que te amaba y no soportaba ver el dolor en sus ojos cuando decía que estaba seguro que tu nunca le corresponderías.
Sin decir nada más, ingresó al gimnasio. Yo la seguí, sintiendo los fulminantes ojos de Teesha sobre mi, pero no me dijo nada. Decidí desperdiciar mis últimos cinco minutos de entrenamiento haciendo nada, observando a Lucy practicar con el arco y la flecha. Alguien se sentó a mi lado y cuando giré la cabeza me encontré con los ojos grises de Nathan. Este parecía tener su humor por las nubes. Al parecer si se había enterado de mis sentimientos, cono Lucy lo había planeado.
-¿Pasa algo?- me preguntó, mientras que yo volvía a mirar a a Lucy.
-¿Por qué?- exigí con voz serena, sin mirarlo a los ojos.
-¿Por qué que?- se notaba la confusión en su voz.
-¿Por qué se te ocurrió confesar tu sentimientos hacia mi justo cuando estamos por ingresar a los Juegos?- volteé a mirarlo, esperando su respuesta, mientras hacía mi mayor esfuerzo por no llorar. No lloraría frente de nadie, eso me lo había prometido años atrás.
-Bueno...pues...Antes no había tenido el valor- reconoció él, con su mirada en el suelo. Lancé una carcajada amarga y él me miró molesto- Eres la primera persona que conozco que no le guste escuchar que es amada.
-Tienes razón, no me gusta- le dije, poniéndome de pie, aún mirándolo a los ojos- Quizás sea porque no me merezco el amor de nadie, o quizás porque ¡El amor es lo que menos quiero cuando debo preocuparme de traerlos vivos al doce!
-¿Esperabas que me quedara callado?- me preguntó, luego de pensarlo un momento. Asentí con la cabeza. Su rostro se endureció- ¡Pues discúlpame por no ser tan insensible como tú! ¡Y si tanto te cuesta mantenerme vivo entonces sólo esfuérzate por mantener viva a Lucy!
-¿Mantenerme viva?- preguntó ella, acercándose a nosotros. Me miró, con dolor en su rostro- Broe, ¿No piensas que lo logre sola?
-No, no es eso...es solo que...que...- no sabía que responder, por lo que mejor me alejé de ellos, con furia brillando en mis ojos- ¡Piensen lo que quieran! ¡Si quieren mueran en la Cornucopia, o tírense de un precipicio! ¡A mi personalmente no me importa!
Luego salí del gimnasio. Sabía que aquello les dolería. Una de mis habilidades más erróneas era poder decirle cualquier cosa fuerte a las personas en la cara, dependía de mi relación con aquella persona para ver cuan culpable me sentía, pero si esta a enojada, o furiosa, no tenía piedad con nadie. Ni con la chica que había tratado de destacar la mayor humanidad posible que mostraba, ni con el chico que me había dado a conocer el amor.
Cuando todos terminamos nos dirigimos de inmediato al gimnasio azul. Nathan y Lucy caminaban por delante nuestro, conversando animosamente, como nunca los había visto antes; parecían estar realmente interesados en lo que el otro decía, estuve a punto de caer en la tentación de tratar de escuchar lo que conversaban, pero preferí no hacerlo, pues no era de mi incumbencia. Yo y Teesha solamente caminábamos, ambas con nuestras bocas formando una línea recta, espalda erguida y paso seguro. Nos parecíamos un poco, pero le resté importancia a aquello. Al llegar nos envió a todos a nuestros puntos más fuertes; yo a las cuchillas, Lucy al arco y flecha y Nathan a la lucha cuerpo a cuerpo y las pesas. Eso fue lo que hicimos la primera media hora.
Luego me vi obligada a luchar con Teesha, debo de admitir que fue una lucha difícil. Nathan y Lucy nos miraban atentamente, no se sabía quien ganaría, pues ninguna mostraba indicio de estar agotada o adolorida por los golpes. La verdad es que Teesha me daba golpes suaves, debido a que no deseaba mandarme ya con dolores de cuerpo a la Arena, eso sería una desventaja. Cuando volteé a ver lo que Nathan y Lucy hacían encontré a mi mejor amiga susurrando algo al oído de Nathan, este rió por lo bajo y se sonrojo. Había que descubierto que Nathan sólo se sonrojaba ante dos cosas: uno, cuando estaba avergonzado, y segundo, cuando lo alagaban. Los miré confundida por un momento y fue ahí cuando Teesha, con una lee patada en la cabeza, me derribó y sacó un cuchillo que llevaba guardado, indicando mi corazón.
-Muerta- dijo, mirándome con ojos de desaprobación. Me ayudó a ponerme de pie y luego pidió a Lucy que luchara con ella. Nathan me miró, preguntándome con la mirada si me encontraba bien, pero yo solo lo ignoré. Me dirigí al puesto donde estaban múltiples armas: tridentes, espadas, lanzas, hachas, etc. Tomé una hacha y me dirigí a uno de los muñecos.
No sabía por qué ahora estaba tan enojada. Un sentimiento de enojo mezclado con disgusto apareció en mi estómago justo después de haber visto a Nathan y Lucy tan juntos. ¿Eran celos los que estaba sintiendo? Eso era imposible, no podía ser cierto; nunca en mi vida había sentido celos, y no podía sentirlos ahora. Con ira miré al muñeco que estaba frente mío y empuñé con fuerza el hacha, con ambas manos, para luego comenzar a desmembrar su cuerpo con fuerza. ¡¿Por qué tenía que experimentar tantos sentimientos en estos últimos días?! ¿Por qué Nathan tuvo la excelente idea de decir que me amaba justo poco antes de tener que ir a una Arena donde no podría enfocarme en su amor, no podía cuestionarme si yo lo amaba tanto como él a mí, sino que debía preocuparme de su vida? ¿Por qué no me lo pudo haber dicho antes de la Cosecha, o quizás años antes, o quizás nunca? Preferiría morir sabiendo que nadie me amó realmente en este mundo, a que morir sabiendo que la única persona que me había amado terminaría sola, aunque sabiendo la fama que tendría él después, no sorprendería que tuviera novias luego de los Juegos. ¡No necesitaba el amor en mi vida! ¡No la necesitaba, no la quería ni la pedía; llegó de golpe a mi cara, a mi corazón, pero lo único que deseaba era arrancarla de golpe y tirarla al suelo! Si nunca antes en mi vida había experimentado el amor hacia alguien que no tenía mi sangre, al igual que nunca los celos, ¿Por qué debían aparecer justo cuando menos la quería? Sonaba irónico. Miles de personas buscan el amor, pero nunca lo encuentran; mientras que a las personas que nunca lo desearon tocan a la puerta de su casa. O de su loft en el Capitolio, donde pasará tres días antes de ir a los Juegos del Hambre.
Sin haberme dado cuenta había desmembrado al muñeco por completo. Primero le había cortado los brazos, luego la cabeza, después su torso y al final había separado sus piernas, estas dos estaban esparcidas en el suelo, muy lejos de ambas. Mis manos me dolían por haber apretado con tanta fuerza el hacha y mi respiración estaba irregular. Volteé, para encontrarme con tres pares de ojos admirándome sorprendidos. Cuando mi respiración ya se calmó dejé el hacha en el suelo y caminé hacia donde estaban, para sentarme en una de las colchonetas, sin decir nada.
-Al menos sabemos que si no consigues cuchillas, un hacha no sería mala opción- dijo Teesha con una sonrisa. Yo sólo le devolví la sonrisa y asentí levemente con la cabeza.
Teesha nos dejó a elección lo que queríamos entrenar en los últimos veinte minutos. Me dediqué en las escaladas, en lo cual me había hecho un poco más hábil, y también con las cuchillas. Escuché una risas al otro lado del gimnasio y cuando volteé a ver noté como Lucy reía de algo que Nathan le había dicho. Sin poder soportarlo más lancé las cuchillas a la mesa, haciendo gran estruendo, y me salí por la puerta. Quería irme a mi habitación y estar encerrada en ese lugar hasta que cenáramos, esos eran mis planes; no quería ver a nadie ni pensar en nadie. Estos sentimientos nuevos me estaban ganando, no podía controlarlos. Cuando iba a doblar para ingresar a otro pasillo escuché unas risillas venir de ahí.
-Considero que eres muy tierno para ser un Profesional- decía una voz femenina. Esta era profunda y tenía un tono seductor. Quitando lo seductor, juraría haberla escuchado antes.
-Bueno, necesito asegurar mi supervivencia en los Juegos, ¿no?- dijo otra voz, esta vez masculina. Ambos rieron y juraría haber escuchado lo que eran besos.
-¿Por qué no te nos unes? He visto lo hábil que eres con el hacha, mucho mejor que esa arrogante de Athena- dijo el chico, mientras volvía a besar a la muchacha- Sólo deja a esa niña pelirroja y vente con nosotros.
Ellender. La muchacha era Ellender y algo me dio el indicio que con quien hablaba era el chico del tres, ese de cabellos rubios dorados y una piel más que pálida. Me había fijado que no tenía tantos músculos como Clash o Dush, pero si era alto y de una espalda bastante ancha. Aún así, nunca lo había visto como una verdadera amenaza.
-Dyer, no puedo dejar a la niña- dijo Ellender, tratando de disimular la molestia en su voz- Aunque quizás no pase la Cornucopia. Si ella no lo logra entonces ten por seguro que me les uno, sería una carga menos.
Rieron y se volvieron a besar. ¿Entonces eso era lo que Ellender pensaba sobre Whisper? ¿Una carga? Pero si era así, ¿Por qué la protegía tanto? Había algo ahí que no concordaba. Antes de que pudiera escuchar más de su conversación, Lucy atravesaba el pasillo gritando mi nombre, lo cual llamó la atención de ambos. Estos salieron a ver que pasaba, encontrándose conmigo escuchando; me fulminaron con la mirada, por lo que yo salí corriendo lejos de ahí, volviendo por el mismo camino que había tomado para ir al gimnasio. Me encontré con Lucy, pero seguí corriendo, por lo que ella dio la vuelta y me siguió, hasta alcanzarme y tomarme por un brazo.
-Broegan, ¿Qué diablos pasa?- me exigió, tratando de recuperar el aliento al correr tan rápido para alcanzarme.
-¿Qué pasa? Te diré lo que pasa. Resulta que nunca en toda mi maldita vida había sentido que amaba de manera romántica a alguien, nunca. Pero al amor se le ocurre hacerme la peor jugada de la vida y aparecer justo cuando tengo que enfocarme a mantenerte a ti y a Nathan con vida. Ahora los veo a los dos tan juntos y cariñosos, que me pregunto para que ayudarlos a sobrevivir, si al parecer pueden solos- le dije con una rapidez enorme, que aún no comprendo como entendió lo que dije. Una media sonrisa se dibujó en los labios de mi mejor amiga- ¡¿Por qué sonríes?!
-Porque dijiste lo que tanto deseaba escuchar- respondió ella, con alegría más que notoria en su voz. Estaba confundida- ¡Que amas a Nathan!
-¿Me estas diciendo que todas sus risitas estúpidas, sus bromas y susurros al oído lo hicieron para ponerme celosa y admitir lo que sentía por Nathan?- Lucy asintió con la cabeza- Eso es el plan más estúpido que he escuchado en toda mi vida.
-Pero de esa manera lograste hacer notar a Nathan que también lo amabas- dijo ella, encogiéndose de hombros- Anoche hablamos y un tema llevó a otro, por lo que terminamos hablando de ti. El confesó que te amaba y no soportaba ver el dolor en sus ojos cuando decía que estaba seguro que tu nunca le corresponderías.
Sin decir nada más, ingresó al gimnasio. Yo la seguí, sintiendo los fulminantes ojos de Teesha sobre mi, pero no me dijo nada. Decidí desperdiciar mis últimos cinco minutos de entrenamiento haciendo nada, observando a Lucy practicar con el arco y la flecha. Alguien se sentó a mi lado y cuando giré la cabeza me encontré con los ojos grises de Nathan. Este parecía tener su humor por las nubes. Al parecer si se había enterado de mis sentimientos, cono Lucy lo había planeado.
-¿Pasa algo?- me preguntó, mientras que yo volvía a mirar a a Lucy.
-¿Por qué?- exigí con voz serena, sin mirarlo a los ojos.
-¿Por qué que?- se notaba la confusión en su voz.
-¿Por qué se te ocurrió confesar tu sentimientos hacia mi justo cuando estamos por ingresar a los Juegos?- volteé a mirarlo, esperando su respuesta, mientras hacía mi mayor esfuerzo por no llorar. No lloraría frente de nadie, eso me lo había prometido años atrás.
-Bueno...pues...Antes no había tenido el valor- reconoció él, con su mirada en el suelo. Lancé una carcajada amarga y él me miró molesto- Eres la primera persona que conozco que no le guste escuchar que es amada.
-Tienes razón, no me gusta- le dije, poniéndome de pie, aún mirándolo a los ojos- Quizás sea porque no me merezco el amor de nadie, o quizás porque ¡El amor es lo que menos quiero cuando debo preocuparme de traerlos vivos al doce!
-¿Esperabas que me quedara callado?- me preguntó, luego de pensarlo un momento. Asentí con la cabeza. Su rostro se endureció- ¡Pues discúlpame por no ser tan insensible como tú! ¡Y si tanto te cuesta mantenerme vivo entonces sólo esfuérzate por mantener viva a Lucy!
-¿Mantenerme viva?- preguntó ella, acercándose a nosotros. Me miró, con dolor en su rostro- Broe, ¿No piensas que lo logre sola?
-No, no es eso...es solo que...que...- no sabía que responder, por lo que mejor me alejé de ellos, con furia brillando en mis ojos- ¡Piensen lo que quieran! ¡Si quieren mueran en la Cornucopia, o tírense de un precipicio! ¡A mi personalmente no me importa!
Luego salí del gimnasio. Sabía que aquello les dolería. Una de mis habilidades más erróneas era poder decirle cualquier cosa fuerte a las personas en la cara, dependía de mi relación con aquella persona para ver cuan culpable me sentía, pero si esta a enojada, o furiosa, no tenía piedad con nadie. Ni con la chica que había tratado de destacar la mayor humanidad posible que mostraba, ni con el chico que me había dado a conocer el amor.
Effy.
Re: La sangre volverá a correr {Novela de Los Juegos del Hambre}
Bellie HoranPayneMalik escribió:P.D: Agradecimientos a aLiCe CrAzY ϟ que sin ella este capitulo no sería igual ;)
Gracias Bellie xD
Casi lloro con el agradecimiento
Y el Capitulo estuvo genial!!!!
Es mas de lo que creia
Grace.
Re: La sangre volverá a correr {Novela de Los Juegos del Hambre}
Me encanto!
Lo de los celos, y la confesion... me encanto! tan tierno!
me entristecí con la última parte!
argh!
siguela!
bss
Lo de los celos, y la confesion... me encanto! tan tierno!
me entristecí con la última parte!
argh!
siguela!
bss
Thalassa Deméter.
Re: La sangre volverá a correr {Novela de Los Juegos del Hambre}
Amee el capituloo sigela porfiss se kedo padrisimaa kon gana de mass esperare con ansias el siguiente capituloo:) :arrow:
FannyMellark_MalfoyTHG
Re: La sangre volverá a correr {Novela de Los Juegos del Hambre}
CAPÍTULO 12 :
" LOS NERVIOS "
Luego de aquella gran discusión ninguno de los tres conversamos. Teesha al parecer le contó lo ocurrido a Dorotheea, pues esta parecía no querer motivarnos a hablar o cosas como esas, tampoco andaba tan feliz como solía. Ingresé a mi habitación, encerrándome en ella, me di una merecida y larga ducha, para que luego el equipo de preparación de Denile, mi estilista, ingresara. Yo estaba en toalla y los miré a todos sorprendida, ¿Cómo habían ingresado si tenía la puerta con llave? Llevaban bolsos en sus manos , lo cual me dio a conocer que estaban listos para arreglarme, sin importar que fuera en mi propio baño. En ese lugar me quitaron cualquier imperfección que se hubiera atrevido a aparecer la última vez que me habían visto, cuando ya estaba lista, con la piel nuevamente como la seda, cejas perfectas y sin pelos visibles, me vistieron con unos pantalones negros y una camisa blanca, más zapatos del mismo color que la camiseta.
Denile me llevó a lo que parecía ser un camarín, donde estaba colgado mi vestido. Lo admiré por unos momentos, era hermoso; de un rojo fuego, hecho de suave tela, con muchos vuelos y ciertas zonas de color negro y blanco. Al poco rato después ya tenía puesto el vestido (click en la palabra), el cual era tan sedoso como lucía y dejaba completamente descubierto mis hombros. Denile me entregó a los maquilladores, quienes se preocuparon de pintar mis ojos de un dorado brillante, además de poner brillo transparente a mis labios y el peinado (click en la palabra) que me hicieron era increíble, no entendía como lo habían hecho, pero era demasiado lindo. Dos trenzas detrás de mi cabeza que la recorrían horizontalmente, por sobre del cabello que caía en cascada por mis hombros.
Cuando ya habían terminado conmigo me quedé admirándome en el espejo, sorprendida de lo hermosa que me veía. No había rastro alguno de que hubiera pertenecido a una familia de escasos recursos, que viviera en la Veta y que mi distrito fuera uno de los más pobres. Parecía una princesa, la princesa del fuego, brillando como siempre, igual de deslumbrante que un día soleado. Di una vuelta, notando como el vuelo se levantaba ante mis giros, para luego quedarme quieta. Denile ingresó al lugar, mirándome con una sonrisa.
-¿Cómo estás?- me preguntó, siendo una de las pocas personas del Capitolio que era agradable conmigo. También estaba Dorotheea, pero ahí acababa la lista. Ninguno de los del grupo de preparación me hablaban, ni idea tenia del por qué.
-Nerviosa- admití, para luego lanzar un suspiro- Debo agradar a millones personas, además de conseguir patrocinadores, y digamos que hacer amigos nunca fue lo mío.
-¿Te doy un consejo?- me ofreció ella, la cual acepté de inmediato, asintiendo con la cabeza- Sé tu misma, si finges ser alguien más ellos lo notaran y créeme que no nos gustan las personas hipócritas.
-Ser yo misma no creo que me sirva en este momento- dije, con los nervios apoderándose de mi estómago y todo mi cuerpo, estaba literalmente tiritando- Estoy más que segura que mis aliados me odian, por lo que no soy muy agradable.
-Broegan, todo el mundo tiene su lado bueno, sin importar cuantas veces te hayas dicho a ti misma que eres una mala persona- dijo ella, con una media sonrisa en su rostro y hablándome con tono maternal. Con su dedo índice indico el centro de mi pecho, donde estaba el corazón- Sólo debes de pedirle que ese lado bueno salga.
-¿Y cómo hago eso?- exigí, aún nerviosa. ¿Pedirle a mi lado bueno que saliera? No sonaba muy lógico. Denile soltó una pequeña risa.
-Saldrá por si sola, confía en mí. ¿Confías en mi?- me miró con sus ojos claros, y yo asentí de inmediato, pues en realidad confiaba en esa joven pelirroja, que no podía tener más de veintiséis años, del Capitolio- Entonces no tienes nada que temer.
Luego de decirme eso me dio una sonrisa de apoyo y tocaron a nuestra puerta, anunciando que debía salir y formarme a la fila de los tributos. Era una fila enorme, debido a que habían cuarenta y cuatro personas antes que nosotros. Cuando llegué Nathan se puso detrás mío, nuestros ojos se encontraron, podía decir que había estado llorando, sin importar del maquillaje que le pusieran encima, sus ojos fueron quienes lo anunciaron. Dejé expresar en los míos lo arrepentida que estaba por haberle dicho todas esas cosas, pero el sólo negó con la cabeza, como para restarle importancia.
-Se lo difícil que te debe de ser tratar de protegernos sin que estés a nuestro lado- me susurró, con una leve sonrisa en sus labios. Murmuré un Gracias al saber que me comprendía un poco, para luego depositar un beso en su mejilla, aquello provocó que se sonrojara y sonriera tontamente.
-¡Hey! Primero los de la Arena Roja, luego los de la Azul- le dijo, o gritó, Ethan a Nathan. Este lo miró tímidamente, para luego retroceder un paso, haciendo que Lucy y los del trece también retrocedieran. Ethan se unió a la fila, detrás mío, con una sonrisa triunfadora en su rostro.
-Imbécil- murmuré y algo me dijo en su rostro de que me había escuchado, pues me fulminó con su cara de rata que poseía. Mirándolo mejor, él y yo podríamos pasar como familiares, al igual que con todos los de la Veta; no por la cara de rata que el tenía y yo no, sino que por los ojos azulados, el cabello oscuro y mi piel oliva, pero en su caso él era pálido. Casi todos los del doce éramos así, al igual que la gran mayoría de los del once eran de piel morena y cabellos negros o los del uno, que en su mayoría eran rubios y hermosos.
La fila iba avanzando cada cinco minutos, el tiempo que duraban las entrevistas. No sabía como el público no se cansaba de escuchar a tanta gente, pues sus aplausos eran vivaces cada vez que un tributo ingresaba o salía del escenario. Me fijé en las entrevistas de los Profesionales; todos mostraban seguridad en ellos mismos, pero al mismo se mostraban agradables, algo que no eran para nada. Glare y Athena destacaron entre las otras dos tributos del uno y dos, quizás por la belleza de ambas o porque lograron ganarse al público. Lo mismo pasó con Dush y Clash, pero el que también llamó mi atención fue el otro chico del dos, Welt, de cabellos oscuros y ojos claros; este parecía ser igual de peligroso que Clash, lo cual me alarmaba.
Los tributos fueron pasando, hasta que fue el turno de la última chica del once, de piel trigueña y cabellos negros azabaches, una cabeza más baja que yo. Los nervios que llegaron a mi en ese momento no me dejaron escuchar nada de lo que ella respondía en la entrevista, mis oídos estaban tapados de los nervios que sentía. Podía sentir como volvía a tiritar, pero una mano se posó en mi hombro. Lista para fulminar con la mano a Ethan, me di cuenta que la mano provenía de detrás suyo; era Nathan. Este me dijo que me le acercara con la mano, justo cuando la entrevista de la niña terminaba. Le hice caso.
-Se que tu puedes hacerlo, confío en ti- me susurró al oído, para luego besar mi mejilla. Le dirigí una sonrisa de agradecimiento, mientras que él me daba una de apoyo. Giré para mirar al frente y me paré derecha. Me llamaron para que ingresara, pero tuve que esperar detrás de un panel enorme hasta que el presentador de Panem, Corey Delawer.
Denile me llevó a lo que parecía ser un camarín, donde estaba colgado mi vestido. Lo admiré por unos momentos, era hermoso; de un rojo fuego, hecho de suave tela, con muchos vuelos y ciertas zonas de color negro y blanco. Al poco rato después ya tenía puesto el vestido (click en la palabra), el cual era tan sedoso como lucía y dejaba completamente descubierto mis hombros. Denile me entregó a los maquilladores, quienes se preocuparon de pintar mis ojos de un dorado brillante, además de poner brillo transparente a mis labios y el peinado (click en la palabra) que me hicieron era increíble, no entendía como lo habían hecho, pero era demasiado lindo. Dos trenzas detrás de mi cabeza que la recorrían horizontalmente, por sobre del cabello que caía en cascada por mis hombros.
Cuando ya habían terminado conmigo me quedé admirándome en el espejo, sorprendida de lo hermosa que me veía. No había rastro alguno de que hubiera pertenecido a una familia de escasos recursos, que viviera en la Veta y que mi distrito fuera uno de los más pobres. Parecía una princesa, la princesa del fuego, brillando como siempre, igual de deslumbrante que un día soleado. Di una vuelta, notando como el vuelo se levantaba ante mis giros, para luego quedarme quieta. Denile ingresó al lugar, mirándome con una sonrisa.
-¿Cómo estás?- me preguntó, siendo una de las pocas personas del Capitolio que era agradable conmigo. También estaba Dorotheea, pero ahí acababa la lista. Ninguno de los del grupo de preparación me hablaban, ni idea tenia del por qué.
-Nerviosa- admití, para luego lanzar un suspiro- Debo agradar a millones personas, además de conseguir patrocinadores, y digamos que hacer amigos nunca fue lo mío.
-¿Te doy un consejo?- me ofreció ella, la cual acepté de inmediato, asintiendo con la cabeza- Sé tu misma, si finges ser alguien más ellos lo notaran y créeme que no nos gustan las personas hipócritas.
-Ser yo misma no creo que me sirva en este momento- dije, con los nervios apoderándose de mi estómago y todo mi cuerpo, estaba literalmente tiritando- Estoy más que segura que mis aliados me odian, por lo que no soy muy agradable.
-Broegan, todo el mundo tiene su lado bueno, sin importar cuantas veces te hayas dicho a ti misma que eres una mala persona- dijo ella, con una media sonrisa en su rostro y hablándome con tono maternal. Con su dedo índice indico el centro de mi pecho, donde estaba el corazón- Sólo debes de pedirle que ese lado bueno salga.
-¿Y cómo hago eso?- exigí, aún nerviosa. ¿Pedirle a mi lado bueno que saliera? No sonaba muy lógico. Denile soltó una pequeña risa.
-Saldrá por si sola, confía en mí. ¿Confías en mi?- me miró con sus ojos claros, y yo asentí de inmediato, pues en realidad confiaba en esa joven pelirroja, que no podía tener más de veintiséis años, del Capitolio- Entonces no tienes nada que temer.
Luego de decirme eso me dio una sonrisa de apoyo y tocaron a nuestra puerta, anunciando que debía salir y formarme a la fila de los tributos. Era una fila enorme, debido a que habían cuarenta y cuatro personas antes que nosotros. Cuando llegué Nathan se puso detrás mío, nuestros ojos se encontraron, podía decir que había estado llorando, sin importar del maquillaje que le pusieran encima, sus ojos fueron quienes lo anunciaron. Dejé expresar en los míos lo arrepentida que estaba por haberle dicho todas esas cosas, pero el sólo negó con la cabeza, como para restarle importancia.
-Se lo difícil que te debe de ser tratar de protegernos sin que estés a nuestro lado- me susurró, con una leve sonrisa en sus labios. Murmuré un Gracias al saber que me comprendía un poco, para luego depositar un beso en su mejilla, aquello provocó que se sonrojara y sonriera tontamente.
-¡Hey! Primero los de la Arena Roja, luego los de la Azul- le dijo, o gritó, Ethan a Nathan. Este lo miró tímidamente, para luego retroceder un paso, haciendo que Lucy y los del trece también retrocedieran. Ethan se unió a la fila, detrás mío, con una sonrisa triunfadora en su rostro.
-Imbécil- murmuré y algo me dijo en su rostro de que me había escuchado, pues me fulminó con su cara de rata que poseía. Mirándolo mejor, él y yo podríamos pasar como familiares, al igual que con todos los de la Veta; no por la cara de rata que el tenía y yo no, sino que por los ojos azulados, el cabello oscuro y mi piel oliva, pero en su caso él era pálido. Casi todos los del doce éramos así, al igual que la gran mayoría de los del once eran de piel morena y cabellos negros o los del uno, que en su mayoría eran rubios y hermosos.
La fila iba avanzando cada cinco minutos, el tiempo que duraban las entrevistas. No sabía como el público no se cansaba de escuchar a tanta gente, pues sus aplausos eran vivaces cada vez que un tributo ingresaba o salía del escenario. Me fijé en las entrevistas de los Profesionales; todos mostraban seguridad en ellos mismos, pero al mismo se mostraban agradables, algo que no eran para nada. Glare y Athena destacaron entre las otras dos tributos del uno y dos, quizás por la belleza de ambas o porque lograron ganarse al público. Lo mismo pasó con Dush y Clash, pero el que también llamó mi atención fue el otro chico del dos, Welt, de cabellos oscuros y ojos claros; este parecía ser igual de peligroso que Clash, lo cual me alarmaba.
Los tributos fueron pasando, hasta que fue el turno de la última chica del once, de piel trigueña y cabellos negros azabaches, una cabeza más baja que yo. Los nervios que llegaron a mi en ese momento no me dejaron escuchar nada de lo que ella respondía en la entrevista, mis oídos estaban tapados de los nervios que sentía. Podía sentir como volvía a tiritar, pero una mano se posó en mi hombro. Lista para fulminar con la mano a Ethan, me di cuenta que la mano provenía de detrás suyo; era Nathan. Este me dijo que me le acercara con la mano, justo cuando la entrevista de la niña terminaba. Le hice caso.
-Se que tu puedes hacerlo, confío en ti- me susurró al oído, para luego besar mi mejilla. Le dirigí una sonrisa de agradecimiento, mientras que él me daba una de apoyo. Giré para mirar al frente y me paré derecha. Me llamaron para que ingresara, pero tuve que esperar detrás de un panel enorme hasta que el presentador de Panem, Corey Delawer.
Última edición por Effelux Meadow el Vie 14 Sep 2012, 9:30 am, editado 1 vez
Effy.
Re: La sangre volverá a correr {Novela de Los Juegos del Hambre}
Genial!!!!
Apuesto con mi vida que le ira estupendo a Broegan
xD
Apuesto con mi vida que le ira estupendo a Broegan
xD
Grace.
Re: La sangre volverá a correr {Novela de Los Juegos del Hambre}
CAPÍTULO 13 :
" LA ENTREVISTA "
- Los tributos se nos van acabando, gente- dijo la voz del Corey, escuchando como la gente exclamaba un poco entristecida. ¿Es que ellos nunca se aburrirían de ver niños que morirían en la Arena, cincuenta de ellos no volverían? En ese momento mis planes cambiaron- Pero aquí les dejo a la chica que ha dado bastante que hablar, junto con sus otros compañeros de distrito. Muchos dicen que es la próxima chica en llamas, con ustedes, ¡Broegan Shields!
Mis planes antes de escuchar lo primero había sido ser la típica tributo de sonrisa perfecta y que terminaba por agradar a todos debido a su carisma. Pero la verdad es que yo no era nada de eso, recuerdo las charlas que había tenido con mi padre hace años atrás, donde decía lo desagradable que me sentía al lado de Lucy. Ella siempre se había ganado el cariño del resto con sólo una mirada, además de su sonrisa verdadera; por otro lado a mi siempre me costaba hacer amigos, debido a mi desconfianza. Mi padre siempre me había dicho que en una relación entre dos personas, de amistad, existían dos tipos de personas; la que cuida del resto, es preocupada de los otros, le agrada a todo el mundo y se gana sus corazones con una simple sonrisa, y luego estaba la que protegía a su amiga, la que sacrificaba todo con el simple hecho de que esta estuviera sana y salva, la que protegería a sus amados con valentía extrema y que diría lo que piensa en la cara de los demás, sin importar lo fuerte que sea. "¿Quién eres tú, Broegan? ¿La amada protegida o la temida valiente?" No demoré ni un segundo en sacar mis conclusiones, sin importar lo pequeña que hubiera sido. "Sé tu misma" había dicho Denile. Y eso sería. Pero lo mío no eran las sonrisas falsas, no eran las mentiras; sino que era mostrarme verdadera ante todos, ser la persona que todos temían ser por no querer ser rechazados o detestados. Pero es a mi me importaba muy poco.
Apenas Corey dijo mi nombre los aplausos del público comenzaron. Una sonrisa de lado apareció en mi rostro, no de esas alegres, sino que una misterios, que mostraba a una chica muy segura. Ingresé al escenario, sintiendo como los aplausos aumentaban, como si el simple hecho que me vieran los hiciera sentir más alegres. Con una mano comencé a saludar levemente al público, sólo para ser un poco cortés, mientras que con la otra tomaba mi vestido y lo levantaba un poco, para no resbalarme. Me vi obligada a soltar el vestido en el momento en el que se prendió en llamas, estas estaban por todos lados, dando mucha más luminosidad a todo. Eso aumentó los aplausos, pero no hizo que mi media sonrisa pasara a ser una completa, me mantuve firme, sin mostrar indicios de que no sabía como diablos había pasado aquello.
Me dirigí donde Corey, quien tenía intenciones de abrazarme, pero me miró dudoso, sin saber si se quemaría o no. Pasé una mano por encima de las llamas, para demostrarle que estas no hacían ningún daño, Corey sonrió y estiró sus brazos hacia mí, para darme un cálido abrazo. Luego de aquello me invitó a tomar asiento en el sofá individual blanco perla que estaba a la izquierda del escenario. Hice lo que él me dijo y, apenas me senté, las llamas desaparecieron, menos en el extremo superior del vestido, donde una línea de fuego rodeaba el inicio del vestido sin mangas, y en la parte de abajo, donde los vuelos eran capas de fuego. Además que las llamas parecieron haber dejado un rastro de brillos dorados por sobre el vestido, cada vez que una de las miles de luces me alumbraban se veían destellos por todas partes. Me crucé de brazos, sonriendo de lado, y junte mis manos por sobre de la rodilla. Cuando el público se quedó en silencio, Corey comenzó a hablar.
-Broegan, primero que nada, déjame decirte lo espléndida que te ves, y que maravillosa entrada, siempre tan ingeniosa- dijo él, dedicándome una amplia sonrisa. No debía de tener más de treinta años, parecía ser una buena persona, de esas que entienden lo terrible que son los Juegos, pero si pensaba eso no sabía por qué era presentador. Mi sonrisa se hizo un poco más amplia, aunque nunca mostré mis dientes.
-Muchas gracias, Corey, quizás muchos ya te lo hayan dicho, pero tu también te ves de maravilla- respondí a su alago. La verdad es que muchas cosas lindas no poseía, con suerte sus ojos azules, y... ¿Los zapatos? Su cabello era de un verde musgo brillante y su tenida era de un anaranjado brillante, parecía una zanahoria viviente y bañada en brillantina.
-Bueno, comencemos...-dijo él, mientras que se acomodaba mejor en el sofá que estaba muy cerca del mío- ¿Cómo te sientes al estar en los Juegos del Hambre?
¿Que cómo me sentía? Esa era la pregunta más estúpida que había escuchado en toda mi vida. Lógicamente me sentía...molesta, enojada, furiosa; pero no porque debiera de luchar por mi vida, eso era lo de menos, sino que porque la lucha de millones de rebeldes había sido puesta en vano. Los Juegos habían aparecido por el puro capricho de la nueva presidenta, nieta del Presidente Snow, quien estaba más que molesta con la muerte de su abuelo. Pero no es como si mi respuesta fuera lógica, pues más de la mitad de los que habían recibido aquella pregunta habían dicho lo afortunados que estaban de poder representar a su distrito, peor todos sabíamos que eso era pura mentira. Yo no mentiría.
-Te responderé con la pura verdad, Corey- comencé a decir, mientras que este asentía con la cabeza- Y la verdad es que no me siento ni afortunada, ni honrada ni agradecida de poder venir a los Juegos- Un gran silencio se generó entre el público. Esto me lo reprenderían cuando volviera al loft- Todo el que haya dicho eso es el mentiroso más grande que haya conocido, pues ningún niño- dije la última palabra bien marcada- es afortunado cuando lo mandan a una Arena donde debe matar y luchar por su vida. ¿Cómo se sentirían sus hijos si fueran a los Juegos?- la pregunta se la hice al público- Yo creo que lo que menos sentirían sería suerte o alegría.
-Nos alegra saber lo que piensas, Broegan- dijo Corey. Se notaba que en su mente planeaba como hacerme quedar bien, pero bastó que nuestros ojos se encontraran una vez para que supiera lo poco que me importaba. Aún así, me siguió la corriente- Y, dime, ¿Qué piensas de los Juegos?
-Bueno, creo que ya la mayoría sabe mi respuesta, pero aún así la diré- dije, sin poder evitar reír por lo bajo. Me senté más derecha, lista a hablar- Los Juegos del Hambre para mí son lo más absurdo que he visto en toda mi vida. ¿Para qué gastar tiempo tan prestigioso para celebrar unos Juegos sin sentido? Los distritos no nos rebelamos el momento en que se instalaron de vuelta los Juegos, sino que fueron rebeldes del Capitolio quienes lo hicieron, por lo que nosotros no tenemos de que pagar. Los que una vez se rebelaron, hace treinta años atrás, están ya bastante viejos como para recibir castigo, ¿Por eso se desquitan con los jóvenes que ni siquiera habían nacido cuanto todo eso ocurrió? Además que la tecnología que se emplea en los Juegos podría ser mejor utilizada, como para encontrar curas de terribles enfermedades o terminar el hambre que mata a la gente de los distritos más bajos.
Podía sentir los ojos de hielo de la presidenta observándome en alguna parte. Quizás no entre el público, sino que sentada frente a un televisor; pero aún así sentía la furia y odio que me transmitía. Sin importar lo lejos que nos encontráramos, podía sentir sus sentimientos hacia mí; como en un simple segundo me había ganado el odio de la presidenta de todo Panem. Nadie aplaudió a ninguna de las dos respuestas, sino que me miraban atentos, uno de ellos se atrevió a ponerse de pie y aplaudirme; pero pude ver como unos Agentes de la Paz se lo llevaban a rastras, quizás a torturarlo por mostrar indicios de ser un rebelde.
-Interesante respuesta- dijo él, sonriendo con verdadera admiración hacia mí. ¿Interesante? Para mí no era eso, sino que era la pura verdad- ¿Cuál crees que sería tu estrategia en los Juegos?
-¿Mi estrategia? Bueno, sobre armas no diré nada, prefiero que ustedes saquen sus propias conclusiones viendo los Juegos- comencé a decir, con una sonrisa en mi rostro- Pero creo que mi inteligencia me ayudará en varios aspectos.
-Osea, ¿Saber donde esconderse?- preguntó él. Negué inmediatamente con la cabeza, algo que llamó la atención de todos.
-Yo no me esconderé- respondí, con una sonrisa confiada en el rostro- Si una persona desea encontrarme, me encontrará, pero deberá saber que no me quedará ahí parada como estúpida sin hacer nada, sino que lucharé por mi vida. Si me veo a mi misma sin armas, encontraré la manera de conseguirlas; como dije, soy bastante hábil de mente, además que ser un poco desconfiada ayuda en el momento de hacer aliados.
-¿Tienes alguna propuesta de alianza?- preguntó Corey, bastante interesado. Negué levemente con la cabeza. No tenía pensado decir que me aliaba con Nathan y Lucy, quizás alguien fuera a herirlos por mi culpa.
-No, ninguna; pero nadie sabe lo que puede pasar en los Juegos, quizás termine con algún aliado- dije, tratando de dejar con la intriga al resto de las personas. Justo cuando Corey iba a preguntarme algo sonó un pequeño timbre, a mi parecer, indicando el termino del tiempo para la entrevista. Con cara de lamento él se puso de pie y me invitó a mi también, lo cual obedecí.
-Bueno, se nos ha acabado el tiempo, espero poder conversar nuevamente contigo- dijo Corey con una sonrisa. Eso significaba: Ojala vuelvas viva. Tomó mi mano más cercana a él y la levantó frente al público, todos de pie y aplaudiéndome sonoramente- ¡Con ustedes, Broegan!
Los aplausos se hicieron más fuertes. Esta vez si sonreí ampliamente, sintiéndome realmente querida por aquella gente, aquella gente que disfrutaría verme morir. Aún así ignoré por unos momentos aquél sentimiento de enojo hacia ellos. Con aplausos me despidieron, salí por la misma parte por la que ingresé, perdiendo de inmediato la sonrisa en mi rostro apenas me encontré con los ojos odiosos de Ethan, quien era el que seguía. Las grande sonrisas de Nathan y Lucy me subieron un poco el ánimo, pero me vi obligada a salir del lugar de espera, deseándole buena suerte a los dos. La entrevista de Ethan no estuvo muy interesante, pero aún así todos sabían que él era un Profesional, por lo que parecían adorarlo. Simplemente su entrevista no me agradó, la ignoré por completo, quizás porque a él lo detestaba. Me quedé quieta frente al televisor, en el momento que anunciaron que Lucille Ashwood seguía, era como si mis pies estuvieran pegados al suelo; sólo deseaba que le fuera bien.
Mis planes antes de escuchar lo primero había sido ser la típica tributo de sonrisa perfecta y que terminaba por agradar a todos debido a su carisma. Pero la verdad es que yo no era nada de eso, recuerdo las charlas que había tenido con mi padre hace años atrás, donde decía lo desagradable que me sentía al lado de Lucy. Ella siempre se había ganado el cariño del resto con sólo una mirada, además de su sonrisa verdadera; por otro lado a mi siempre me costaba hacer amigos, debido a mi desconfianza. Mi padre siempre me había dicho que en una relación entre dos personas, de amistad, existían dos tipos de personas; la que cuida del resto, es preocupada de los otros, le agrada a todo el mundo y se gana sus corazones con una simple sonrisa, y luego estaba la que protegía a su amiga, la que sacrificaba todo con el simple hecho de que esta estuviera sana y salva, la que protegería a sus amados con valentía extrema y que diría lo que piensa en la cara de los demás, sin importar lo fuerte que sea. "¿Quién eres tú, Broegan? ¿La amada protegida o la temida valiente?" No demoré ni un segundo en sacar mis conclusiones, sin importar lo pequeña que hubiera sido. "Sé tu misma" había dicho Denile. Y eso sería. Pero lo mío no eran las sonrisas falsas, no eran las mentiras; sino que era mostrarme verdadera ante todos, ser la persona que todos temían ser por no querer ser rechazados o detestados. Pero es a mi me importaba muy poco.
Apenas Corey dijo mi nombre los aplausos del público comenzaron. Una sonrisa de lado apareció en mi rostro, no de esas alegres, sino que una misterios, que mostraba a una chica muy segura. Ingresé al escenario, sintiendo como los aplausos aumentaban, como si el simple hecho que me vieran los hiciera sentir más alegres. Con una mano comencé a saludar levemente al público, sólo para ser un poco cortés, mientras que con la otra tomaba mi vestido y lo levantaba un poco, para no resbalarme. Me vi obligada a soltar el vestido en el momento en el que se prendió en llamas, estas estaban por todos lados, dando mucha más luminosidad a todo. Eso aumentó los aplausos, pero no hizo que mi media sonrisa pasara a ser una completa, me mantuve firme, sin mostrar indicios de que no sabía como diablos había pasado aquello.
Me dirigí donde Corey, quien tenía intenciones de abrazarme, pero me miró dudoso, sin saber si se quemaría o no. Pasé una mano por encima de las llamas, para demostrarle que estas no hacían ningún daño, Corey sonrió y estiró sus brazos hacia mí, para darme un cálido abrazo. Luego de aquello me invitó a tomar asiento en el sofá individual blanco perla que estaba a la izquierda del escenario. Hice lo que él me dijo y, apenas me senté, las llamas desaparecieron, menos en el extremo superior del vestido, donde una línea de fuego rodeaba el inicio del vestido sin mangas, y en la parte de abajo, donde los vuelos eran capas de fuego. Además que las llamas parecieron haber dejado un rastro de brillos dorados por sobre el vestido, cada vez que una de las miles de luces me alumbraban se veían destellos por todas partes. Me crucé de brazos, sonriendo de lado, y junte mis manos por sobre de la rodilla. Cuando el público se quedó en silencio, Corey comenzó a hablar.
-Broegan, primero que nada, déjame decirte lo espléndida que te ves, y que maravillosa entrada, siempre tan ingeniosa- dijo él, dedicándome una amplia sonrisa. No debía de tener más de treinta años, parecía ser una buena persona, de esas que entienden lo terrible que son los Juegos, pero si pensaba eso no sabía por qué era presentador. Mi sonrisa se hizo un poco más amplia, aunque nunca mostré mis dientes.
-Muchas gracias, Corey, quizás muchos ya te lo hayan dicho, pero tu también te ves de maravilla- respondí a su alago. La verdad es que muchas cosas lindas no poseía, con suerte sus ojos azules, y... ¿Los zapatos? Su cabello era de un verde musgo brillante y su tenida era de un anaranjado brillante, parecía una zanahoria viviente y bañada en brillantina.
-Bueno, comencemos...-dijo él, mientras que se acomodaba mejor en el sofá que estaba muy cerca del mío- ¿Cómo te sientes al estar en los Juegos del Hambre?
¿Que cómo me sentía? Esa era la pregunta más estúpida que había escuchado en toda mi vida. Lógicamente me sentía...molesta, enojada, furiosa; pero no porque debiera de luchar por mi vida, eso era lo de menos, sino que porque la lucha de millones de rebeldes había sido puesta en vano. Los Juegos habían aparecido por el puro capricho de la nueva presidenta, nieta del Presidente Snow, quien estaba más que molesta con la muerte de su abuelo. Pero no es como si mi respuesta fuera lógica, pues más de la mitad de los que habían recibido aquella pregunta habían dicho lo afortunados que estaban de poder representar a su distrito, peor todos sabíamos que eso era pura mentira. Yo no mentiría.
-Te responderé con la pura verdad, Corey- comencé a decir, mientras que este asentía con la cabeza- Y la verdad es que no me siento ni afortunada, ni honrada ni agradecida de poder venir a los Juegos- Un gran silencio se generó entre el público. Esto me lo reprenderían cuando volviera al loft- Todo el que haya dicho eso es el mentiroso más grande que haya conocido, pues ningún niño- dije la última palabra bien marcada- es afortunado cuando lo mandan a una Arena donde debe matar y luchar por su vida. ¿Cómo se sentirían sus hijos si fueran a los Juegos?- la pregunta se la hice al público- Yo creo que lo que menos sentirían sería suerte o alegría.
-Nos alegra saber lo que piensas, Broegan- dijo Corey. Se notaba que en su mente planeaba como hacerme quedar bien, pero bastó que nuestros ojos se encontraran una vez para que supiera lo poco que me importaba. Aún así, me siguió la corriente- Y, dime, ¿Qué piensas de los Juegos?
-Bueno, creo que ya la mayoría sabe mi respuesta, pero aún así la diré- dije, sin poder evitar reír por lo bajo. Me senté más derecha, lista a hablar- Los Juegos del Hambre para mí son lo más absurdo que he visto en toda mi vida. ¿Para qué gastar tiempo tan prestigioso para celebrar unos Juegos sin sentido? Los distritos no nos rebelamos el momento en que se instalaron de vuelta los Juegos, sino que fueron rebeldes del Capitolio quienes lo hicieron, por lo que nosotros no tenemos de que pagar. Los que una vez se rebelaron, hace treinta años atrás, están ya bastante viejos como para recibir castigo, ¿Por eso se desquitan con los jóvenes que ni siquiera habían nacido cuanto todo eso ocurrió? Además que la tecnología que se emplea en los Juegos podría ser mejor utilizada, como para encontrar curas de terribles enfermedades o terminar el hambre que mata a la gente de los distritos más bajos.
Podía sentir los ojos de hielo de la presidenta observándome en alguna parte. Quizás no entre el público, sino que sentada frente a un televisor; pero aún así sentía la furia y odio que me transmitía. Sin importar lo lejos que nos encontráramos, podía sentir sus sentimientos hacia mí; como en un simple segundo me había ganado el odio de la presidenta de todo Panem. Nadie aplaudió a ninguna de las dos respuestas, sino que me miraban atentos, uno de ellos se atrevió a ponerse de pie y aplaudirme; pero pude ver como unos Agentes de la Paz se lo llevaban a rastras, quizás a torturarlo por mostrar indicios de ser un rebelde.
-Interesante respuesta- dijo él, sonriendo con verdadera admiración hacia mí. ¿Interesante? Para mí no era eso, sino que era la pura verdad- ¿Cuál crees que sería tu estrategia en los Juegos?
-¿Mi estrategia? Bueno, sobre armas no diré nada, prefiero que ustedes saquen sus propias conclusiones viendo los Juegos- comencé a decir, con una sonrisa en mi rostro- Pero creo que mi inteligencia me ayudará en varios aspectos.
-Osea, ¿Saber donde esconderse?- preguntó él. Negué inmediatamente con la cabeza, algo que llamó la atención de todos.
-Yo no me esconderé- respondí, con una sonrisa confiada en el rostro- Si una persona desea encontrarme, me encontrará, pero deberá saber que no me quedará ahí parada como estúpida sin hacer nada, sino que lucharé por mi vida. Si me veo a mi misma sin armas, encontraré la manera de conseguirlas; como dije, soy bastante hábil de mente, además que ser un poco desconfiada ayuda en el momento de hacer aliados.
-¿Tienes alguna propuesta de alianza?- preguntó Corey, bastante interesado. Negué levemente con la cabeza. No tenía pensado decir que me aliaba con Nathan y Lucy, quizás alguien fuera a herirlos por mi culpa.
-No, ninguna; pero nadie sabe lo que puede pasar en los Juegos, quizás termine con algún aliado- dije, tratando de dejar con la intriga al resto de las personas. Justo cuando Corey iba a preguntarme algo sonó un pequeño timbre, a mi parecer, indicando el termino del tiempo para la entrevista. Con cara de lamento él se puso de pie y me invitó a mi también, lo cual obedecí.
-Bueno, se nos ha acabado el tiempo, espero poder conversar nuevamente contigo- dijo Corey con una sonrisa. Eso significaba: Ojala vuelvas viva. Tomó mi mano más cercana a él y la levantó frente al público, todos de pie y aplaudiéndome sonoramente- ¡Con ustedes, Broegan!
Los aplausos se hicieron más fuertes. Esta vez si sonreí ampliamente, sintiéndome realmente querida por aquella gente, aquella gente que disfrutaría verme morir. Aún así ignoré por unos momentos aquél sentimiento de enojo hacia ellos. Con aplausos me despidieron, salí por la misma parte por la que ingresé, perdiendo de inmediato la sonrisa en mi rostro apenas me encontré con los ojos odiosos de Ethan, quien era el que seguía. Las grande sonrisas de Nathan y Lucy me subieron un poco el ánimo, pero me vi obligada a salir del lugar de espera, deseándole buena suerte a los dos. La entrevista de Ethan no estuvo muy interesante, pero aún así todos sabían que él era un Profesional, por lo que parecían adorarlo. Simplemente su entrevista no me agradó, la ignoré por completo, quizás porque a él lo detestaba. Me quedé quieta frente al televisor, en el momento que anunciaron que Lucille Ashwood seguía, era como si mis pies estuvieran pegados al suelo; sólo deseaba que le fuera bien.
Última edición por Effelux Meadow el Vie 14 Sep 2012, 9:32 am, editado 1 vez
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