ÍndiceConectarse
Últimos temas
miembros del staff
Beta readers
|
|
|
|
|
|
Equipo de Baneo
|
|
|
Equipo de Ayuda
|
|
|
Equipo de Limpieza
|
|
|
|
|
|
Equipo de Eventos
|
|
|
|
|
Equipo de Tutoriales
|
|
|
Equipo de Diseño
|
|
|
créditos.
Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
La sangre volverá a correr {Novela de Los Juegos del Hambre}
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
Página 20 de 23. • Comparte
Página 20 de 23. • 
1 ... 11 ... 19, 20, 21, 22, 23
Re: La sangre volverá a correr {Novela de Los Juegos del Hambre}
por Effy. Lun 21 Ene 2013, 1:15 pm
Bellink1D escribió:AHHHHHHHH tienes que seguirlaaaaaaaaaaaa o si no me meto un tiro!! .-. okya siguelaaaaaaaaaa
Gracias, la Gerencia.
xd
No te tires un tiro D: Que sino pierdo una lectora toda cool >.> xdddd Ya la sigo :3
Effy.
Re: La sangre volverá a correr {Novela de Los Juegos del Hambre}
por Effy. Lun 21 Ene 2013, 1:15 pm
roxluz62 escribió:Esta genial, ya tengo ganas de saber como es la arena :P.
PD: Me encanta el personaje de Teesha
En este cap se describe :3 Yo también adoro a Teesha *-* Tengo como un crush en ella jajajaja
Effy.
Re: La sangre volverá a correr {Novela de Los Juegos del Hambre}
por Effy. Lun 21 Ene 2013, 1:16 pm
mary de mellark escribió:no puedo seguir esperando para el siguiente cap
siguela pronto plis:P
No esperes más, que ya la sigo ;3
Effy.
Re: La sangre volverá a correr {Novela de Los Juegos del Hambre}
por Effy. Lun 21 Ene 2013, 1:18 pm
Anuncio
Bueno, no es tan importante xd Pero cambié la vestimenta con la que irán a los Juegos :B Lean el cap 27, la parte donde Broegan esta con Denile, y verán que ya no va con el uniforme de entrenamiento. Eso ;3
Effy.
Re: La sangre volverá a correr {Novela de Los Juegos del Hambre}
por Effy. Lun 21 Ene 2013, 1:25 pm
CAPÍTULO 28 :
" DIA UNO "
Grandes edificios se extendían alrededor de los veintiséis jóvenes que salían de los tubos, quedando sobre pedestales de cemento. Un radiante sol esperaba por todos nosotros, a primera vista tuve que entrecerrar mis ojos por la fuerte luz, pero de a poco logré acostumbrar mi vista. Formando un círculo completo nos encontrábamos todos nosotros.
Los pedestales estaban sobre tierra mezclada con escombros de cemento. Creo que se entendería mejor si dijera que nos encontrábamos dentro de un amplio hoyo, rodeados de piedras y pedazos de cementos desprendidos, que examinando mejor nos ayudaría a escalar para llegar subir mejor a la superficie; debía de ser un metro y medio de profundidad, tampoco era tanto, pero costaría subir. En la mitad del cemento se encontraba la famosa Cornucopia, con su distintiva forma de cuerno metálico; a su interior debían de estar las armas más letales y serviciales. En su alrededor más cercanos estaban otras armas, y más afuera, cerca de nosotros, estaban las mochilas.
No pude evitar distinguir una amplia variedad de cuchillas recostadas sobre una caja de metal. Estaban dentro de un estuche de cuchillos color negro, abierto para poder apreciar cada uno de ellos, cada uno de los diez en total.
En la superficie se extendían edificios en ruinas, a muchos les faltaban murallas y tenían ventanas rotas, otros estaban en el suelo y solo el primer piso estaba bueno. Con rapidez aprecié mi alrededor, notando como los demás hacían lo mismo; nos encontrábamos en una ciudad en ruina. Arriba de la Cornucopia se podía apreciar la cuenta regresiva. Quedaban veinte segundos antes de que todo se volviera caos y sangre. Cerca de mis cuchillas se encontraba un poco más cerca mío una mochila azulada, no se encontraba tan adentro, quizás podría alcanzarla y tomar algún cuchillo.
Lancé mis ojos a los otros tributos. Pude distinguir el cabello rojizo de la pequeña Whisper, quien parecía mirar una forma de escapar. Por otro lado Ellender no podía quitar la vista de una de las tres hachas que había. El problema es que Athena hacía lo mismo, y las hachas estaban todas reunidas; eran dos de tamaño normal y otra más pequeña, para ser lanzada con facilidad. 5 segundos.
Juraría que por un segundo todo se congelo completamente, todo se quedó en silencio, todos esperando al 0 para que apareciera. Y luego todo se volvió un completo caos. Por inercia, prácticamente siguiendo a la masa, bajé del pedestal y corrí hacia la mochila que había visto. Por mis lados pude ver como algunos salían corriendo en dirección a las murallas, para salir del baño de sangre. Los Profesionales no perdieron su tiempo, pude notar como Athena ya tenía las tres hachas. ¿Qué había ocurrido con Ellender? Clash cortó la garganta de uno y Dush enterró su lanza en el estómago de un chico. No me enfoqué en nadie y corrí hacia la mochila, casi sin creerlo cuando la tuve en mis manos.
A unos pasos estaban las cuchillas. Me estiré para tomarlas, pero por la rejilla de mi ojo derecho vi un arma aproximarse. Me lancé de espaldas de golpe, viendo como un hacha se enterraba a escasos centímetros. Miré a la derecha y me encontré con Athena corriendo hacia mí. No se saldría con la suya. Me puse rápidamente de pie y corrí hacia el hacha arrojadiza, la tomé de golpe y corrí lo más lejos que pude de ahí, con la mochila colgando en mi espalda. Volteé una vez a ver a mi espalda para ver si me seguí, pero no vi a nadie persiguiéndome.
Salté hacia una roca de cemente pequeña y luego sobre otra más grande, para finalmente subir a superficie y correr. Eso fue lo único que hice. Corrí sin mirar atrás y sin mirar adónde iba. Al frente se extendía una calle en ruinas, no había ni un maldito lugar en donde esconderse. Atravesé la calle y doblé en la primera oportunidad, saltando un semáforo caído. Seguí corriendo, hasta que por un callejón salió un cuerpo enorme mirando a la dirección contraria donde yo estaba. El chico del once. Su cuerpo alto ya me asustó, por lo que no pensé dos veces al esconderme en otro callejón, detrás de un bote de basura grande. Me asomé un poco para ver por donde se iba, notando que iba con la chica del once. Ahora que los veía parados, pude ver como ambos eran de la misma estatura; un metro noventa.
-Debemos encontrar refugio pronto, Kreath- dijo ella, con voz profunda y elegante. Demoré en notar que no había nadie más con ellos, por lo que se había dirigido al chico del once. Kreath. Este frunció el ceño, mientras observaba a todas partes, haciendo que me escondiera cuando iba a voltear a mirar a mi escondite.
-Valtia, escondernos en un edificio es peligroso, es obvio que todos irán a las alturas- aclaró él, mientras escuchaba como volvían a caminar. Me asomé un poco para visualizarlos, notando como él llevaba un mazo mediano de metal en la mano, con un lado lizo y otro con puntas filudas. Por otra parte Valtia, la chica de piernas largas, llevaba un arco en su mano, con flechas en su carcaj. Esperen… ¿No era Glare la que utilizaba el arco? Aunque realmente era un asco usándolo.
-Pero al menos por hoy- respondió ella, hasta que un cañón los calló. Pararon en seco, al igual que yo me quedé quieta. Sonó otro y otro. Conté con los dedos un total de seis cañonazos.
Quedaban veinte. Comenzaron a correr lejos, hasta que los perdí de vista. Cautelosamente me puse de pie, observando hacia la calle por si alguien llegaba a aparecer. Necesitaba un refugio con suma urgencia, el sol estaba en lo alto y era muy difícil esconderse en una ciudad abandonada. Bufé por lo bajo. ¡Una maldita ciudad en ruinas! Cero naturaleza, lo cual significaba cero animales y…cero comida natural. ¿De dónde diablos sacaría comida?
No sabría explicar exactamente cómo se me había ocurrido mirar al cielo, pero lo primero que vi fue una escalera que llevaba hasta el tejado. Claro que no estaba extendida, sino que estaba trancada a la mitad, y que saltando me era imposible alcanzar. Con cierta duda miré el hacha que tenía, mi única arma. Luego de pensarlo unos segundos terminé por aceptar y la lancé hacia un borde de la escalera, donde estaba trancada. El metal pareció ceder un poco. El hacha cayó al suelo. La recogí y volví a lanzarla hacia la escalera, haciendo que esta descendiera un poco, pero con un estruendoso sonido. Miré hacia la calle para cerciorarme de que no había nadie. La escalera bajó más y ahí fue cuando salté hacia ella y comencé a subir, una vez en la cima asomé mi cabeza lentamente, viendo si había alguien. Estaba vacío. No había ni una puerta para ir al departamento, sino que estaba completamente lizo. Sonreí agradecida y subí. Me giré a la escalera, que todavía estaba extendida, y con lentitud comencé a subirla hasta que quedara en su posición original; extendí el pequeño pedazo de metal que la sostenía, para evitar que cayera, y luego subí. Había una pequeña muralla de medio metro que rodeaba todo el edificio, por lo que me agaché y me arrastré por el suelo, para que si alguien más estaba en otro edificio no me lograra ver. Llegué hasta el borde del edificio que daba a la calle y con cuidado levanté mi cabeza, examinando los techos a mis lados; a mi izquierda sólo había un edificio y estaba vacío, y a mi derecha los demás estaban igual. Me asomé por la calle, sintiendo como los rayos solares golpeaban con fuerza mi cuerpo, haciendo que mi temperatura subiera varios grados.
Dejé el hacha a un lado y tomé mi mochila, recostándola en el suelo y abriéndola. Me senté en el medio del lugar, para que no me pudieran ver desde la calle. De la mochila azulina saqué un pedazo de cuerda, una caja pequeña con fósforos, una cantimplora de metal sin agua, un saco de dormir y…binoculares. Sonreí ante estos últimos, desde mi refugio realmente me servirían. Examiné con mayor cuidado los binoculares, probándolos en dirección a la calle perpendicular a la que me encontraba, notando que daba un alto alcance.
Mirándola mejor noté que tenía un botón rojizo al lado. Curiosa lo apreté y luego volví a probar, notando como todo se había vuelto verde. Puse mi brazo frente a los binoculares, observando cómo se veía de colores anaranjados, rojizos y amarillos; dependiendo de la zona. También servían para ver en la noche, guiándose por el calor corporal. Al menos no estaba tan desprotegida; tenía un hacha y binoculares. El problema es que me faltaba lo más necesario, comida.
Podía sentir como gotas de transpiración aparecían en mi cara, no podía permitir deshidratarme en estas instancias. Me acosté de nuevo en el suelo, me despojé de mi cortaviento y me cubrí todo el cuerpo con el saco, para no quemarme bajo el sol. En la noche tendría que buscar un nuevo refugio o quizás mañana, dependiendo de la situación.
Al menos me reconfortaba saber que Lucy y Nathan estaban en la Arena del bosque, donde habían más probabilidades de no ser vistos, de conseguir comida y agua. Había más probabilidades de sobrevivir. ¿Qué estarían haciendo en ese momento? “Fingiendo un amor” dijo con amargura mi conciencia, pero simplemente la ignoré; si aquello los mantenía vivos debía aceptarlo. Pero para poder fingirlo debían de salir de la Cornucopia, ¿Habrán salido? Tendría que esperar hasta la noche para poder saberlo. Mi cuerpo seguía con pequeños sacudones, pero no por el miedo de que yo fuera asesinada, sino que porque habían posibilidades de que alguno no hubiera salido del baño de sangre.
Las horas comenzaron a pasar y yo me refugiaba bajo el saco de dormir, estando mucho más fresca que bajo el ardiente sol, en especial porque estaba en manga corta, sin el cortaviento. Una vez hubiera comenzado a anochecer quité el saco de encima de mí, para ingresar en él. Monté mi pequeño campamento en el borde que daba a la calle, para poder estar vigilando; me acosté sobre mi vientre y tomé los binoculares, apretando el botón rojo mientras examinaba toda la calle. Miré cada edificio frente mío, cada pequeña casa o montón de concreto, examiné la calle perpendicular –por la cual se habían ido los del once- incluso acerqué lo más que pude, pero no encontré nada. Con cierto relajo me recosté sobre mi espalda, mirando al cielo estrellado esperando. Hasta que, por fin, el himno de Panem comenzó a sonar y el sello del Capitolio apareció en el cielo.
Una vez terminado el cielo se oscurece por un momento, lo más probables es que estuvieran dando las repeticiones de las muertes en la televisión, pero no para nosotros; estaba claro, pues si mostraban las armas utilizadas por los tributos entonces su factor arma secreta sería eliminado. En cambio, en el cielo nocturno, lo único que se veía eran las cabezas de los tributos, como cuando habían entregado nuestros puntajes. Y en vez de decir el número abajo, aparecía el distrito.
El primer rostro en aparecer fue el de la chica del 3, la compañera de Dreuk. Eso decía que los del distrito 1 y 2 –los profesionales- se habían salvado; era claro. Luego aparecieron el chico y la chica del 5. El rostro del chico del 7 apareció, lo que significaba que ni Whisper ni Ellender habían muerto el primer; me relajé por Whisper, pero seguía con recelosa con Ellender por su relación con Dreuk. Del distrito 8 apareció el rostro de la chica de 12 años, que me había mirado asustadiza en el aerodeslizador, con su largo flequillo recto y sus pecas. Por último apareció la chica del 10. Al parecer en el primer día la mayoría de las muertes habían sido femeninas.
El sello del Capitolio apareció nuevamente, con el himno de fondo, y seguidamente desapareció. El cielo se quedó a oscuras, al igual que yo, salvo por las estrellas. Sentía mi boca completamente seca, al igual que mis labios, lentamente me estaba comenzando a deshidratar. ¿Dónde encontraría agua y comida? Eso era lo más esencial, pero no sabía cuál de ambas cosas era más probable de encontrar. Quizás ninguna.
-¿Dónde consigues comida en una ciudad, Broegan?- me pregunté en un susurro, utilizando para algo la voz. Sin aliado, sabía que no hablaría mucho- Supermercados, carnicerías, fruterías, panaderías, pescaderías.
¿Y dónde diablos los encuentro? Apoyé mi cabeza contra el cemento, sin saber cómo lo haría. Necesitaba un plan. Terminé por acordar –conmigo misma- que dormiría unas cuantas horas y me levantaría antes del alba, bajaría del edificio y comenzaría a examinar mis alrededores, además de buscar un nuevo refugio.
La frescura de la noche comenzaba a hacer presencia, tomé mi cortaviento y me la puse, cerrándola hasta arriba. Tomé el Sinsajo oculto y lo acaricié por un segundo, para luego acostarme sobre mi espalda y cerrar mis ojos. Difícilmente logré dormir más de dos horas aquella noche, siempre que lograba entrar en un sueño era despertada con la sensación de que debía estar alerta. Siempre despertaba de golpe, con sangre desapareciendo de mi mente; era como si recreara la Cornucopia de nuevo.
Pero en mi mente se recreaba una Cornucopia ubicada en el bosque, con dos rubios del distrito 12 corriendo por sus vidas. Tenía la esperanza que dijeran los muertos de la otra Arena, pero al parecer debería comprobar por mi misma si estaban vivos una vez las Arenas se juntaran. Era demasiado tiempo para mí.
Cuando ya había logrado dormir otra hora más me levanté, envolví mi saco y lo guardé en la mochila. Lo único que dejé fuera fueron los binoculares, por si llegaba a necesitarlos. Colgué la mochila a mi espalda y me puse de pie, yendo hacia la escalera, la volvía a soltar y cayó completamente estirada. Descendí rápidamente por ella y salté para tocar el piso, esperando que nadie escuchara el chirrido que había producido la escalera al descender.
Caminé fuera del callejón, llegando a la calle, mirando de un lado a otro. En el cielo se veía un diminuto indicio de luz solar, por lo que debían de ser antes de las siete de la mañana, quizás las cinco debido a que algunas aves ya comenzaban a cantar. Debía apurarme. Comencé a caminar hacia la dirección por la que los del 11 se habían ido, examinando cada una de las casas y edificios que estaban a mí alrededor. Algunos estaban sin techos, otros sin ventanas e incluso sin murallas, mientras que habían otros en el suelo, completamente destruidos.
Mi mirada se desvió inmediatamente hasta un edificio de unos cinco pisos, las ventanas de los primeros cuatro pisos estaban cubiertas completamente con madera, las manillas de la puerta principal estaban rodeadas por una cadena y cerradas con un candado. Pude ver como el sol comenzaba a asomarse lentamente, necesita encontrar un lugar donde quedarme al menos por la mañana. Como detestaba tener que esconderme, pero era la forma más segura de ser una de los doce sobrevivientes que se mezclarían con la otra Arena.
La distancia entre cada ventana quizás fuera de mi tamaño, pero eso no me retuvo de ir corriendo hacia el edificio y subirme al borde de la primera ventana. Con cuidado de no caer subí al borde superior de la ventana, tomando una bocanada de aire cuando salté a la segunda, lo mismo hice con la tercera y la cuarta, hasta llegar a la quinta ventana y saltar a su interior. Estaba completamente vacía, salvo por un montón de escombros en una esquina y una puerta cerrada en el lado izquierdo. Al frente había otra ventana, fui hasta ella y examiné la vista, notando que podía ver el otro lado de la Arena. Utilicé los binoculares para ver mejor hasta que mi vista se vio capturada por una construcción. Estaba en lo más fondo, tenía el tamaño de una tienda enorme, más bien de una bodega, además que estaba rodeado por algo que podría ser un estacionamiento si los autos no estuvieran dados vuelta y no hubiera más que un enorme hoyo. El recinto estaba lleno de musgo, que lo cubría completamente, igual que en su letrero. Acerqué más los binoculares hasta poder leer mejor.
-Supermercado- murmuré con una sonrisa ampliándose en mis labios.
Ya sabía dónde tenía que ir.
Los pedestales estaban sobre tierra mezclada con escombros de cemento. Creo que se entendería mejor si dijera que nos encontrábamos dentro de un amplio hoyo, rodeados de piedras y pedazos de cementos desprendidos, que examinando mejor nos ayudaría a escalar para llegar subir mejor a la superficie; debía de ser un metro y medio de profundidad, tampoco era tanto, pero costaría subir. En la mitad del cemento se encontraba la famosa Cornucopia, con su distintiva forma de cuerno metálico; a su interior debían de estar las armas más letales y serviciales. En su alrededor más cercanos estaban otras armas, y más afuera, cerca de nosotros, estaban las mochilas.
No pude evitar distinguir una amplia variedad de cuchillas recostadas sobre una caja de metal. Estaban dentro de un estuche de cuchillos color negro, abierto para poder apreciar cada uno de ellos, cada uno de los diez en total.
En la superficie se extendían edificios en ruinas, a muchos les faltaban murallas y tenían ventanas rotas, otros estaban en el suelo y solo el primer piso estaba bueno. Con rapidez aprecié mi alrededor, notando como los demás hacían lo mismo; nos encontrábamos en una ciudad en ruina. Arriba de la Cornucopia se podía apreciar la cuenta regresiva. Quedaban veinte segundos antes de que todo se volviera caos y sangre. Cerca de mis cuchillas se encontraba un poco más cerca mío una mochila azulada, no se encontraba tan adentro, quizás podría alcanzarla y tomar algún cuchillo.
Lancé mis ojos a los otros tributos. Pude distinguir el cabello rojizo de la pequeña Whisper, quien parecía mirar una forma de escapar. Por otro lado Ellender no podía quitar la vista de una de las tres hachas que había. El problema es que Athena hacía lo mismo, y las hachas estaban todas reunidas; eran dos de tamaño normal y otra más pequeña, para ser lanzada con facilidad. 5 segundos.
Juraría que por un segundo todo se congelo completamente, todo se quedó en silencio, todos esperando al 0 para que apareciera. Y luego todo se volvió un completo caos. Por inercia, prácticamente siguiendo a la masa, bajé del pedestal y corrí hacia la mochila que había visto. Por mis lados pude ver como algunos salían corriendo en dirección a las murallas, para salir del baño de sangre. Los Profesionales no perdieron su tiempo, pude notar como Athena ya tenía las tres hachas. ¿Qué había ocurrido con Ellender? Clash cortó la garganta de uno y Dush enterró su lanza en el estómago de un chico. No me enfoqué en nadie y corrí hacia la mochila, casi sin creerlo cuando la tuve en mis manos.
A unos pasos estaban las cuchillas. Me estiré para tomarlas, pero por la rejilla de mi ojo derecho vi un arma aproximarse. Me lancé de espaldas de golpe, viendo como un hacha se enterraba a escasos centímetros. Miré a la derecha y me encontré con Athena corriendo hacia mí. No se saldría con la suya. Me puse rápidamente de pie y corrí hacia el hacha arrojadiza, la tomé de golpe y corrí lo más lejos que pude de ahí, con la mochila colgando en mi espalda. Volteé una vez a ver a mi espalda para ver si me seguí, pero no vi a nadie persiguiéndome.
Salté hacia una roca de cemente pequeña y luego sobre otra más grande, para finalmente subir a superficie y correr. Eso fue lo único que hice. Corrí sin mirar atrás y sin mirar adónde iba. Al frente se extendía una calle en ruinas, no había ni un maldito lugar en donde esconderse. Atravesé la calle y doblé en la primera oportunidad, saltando un semáforo caído. Seguí corriendo, hasta que por un callejón salió un cuerpo enorme mirando a la dirección contraria donde yo estaba. El chico del once. Su cuerpo alto ya me asustó, por lo que no pensé dos veces al esconderme en otro callejón, detrás de un bote de basura grande. Me asomé un poco para ver por donde se iba, notando que iba con la chica del once. Ahora que los veía parados, pude ver como ambos eran de la misma estatura; un metro noventa.
-Debemos encontrar refugio pronto, Kreath- dijo ella, con voz profunda y elegante. Demoré en notar que no había nadie más con ellos, por lo que se había dirigido al chico del once. Kreath. Este frunció el ceño, mientras observaba a todas partes, haciendo que me escondiera cuando iba a voltear a mirar a mi escondite.
-Valtia, escondernos en un edificio es peligroso, es obvio que todos irán a las alturas- aclaró él, mientras escuchaba como volvían a caminar. Me asomé un poco para visualizarlos, notando como él llevaba un mazo mediano de metal en la mano, con un lado lizo y otro con puntas filudas. Por otra parte Valtia, la chica de piernas largas, llevaba un arco en su mano, con flechas en su carcaj. Esperen… ¿No era Glare la que utilizaba el arco? Aunque realmente era un asco usándolo.
-Pero al menos por hoy- respondió ella, hasta que un cañón los calló. Pararon en seco, al igual que yo me quedé quieta. Sonó otro y otro. Conté con los dedos un total de seis cañonazos.
Quedaban veinte. Comenzaron a correr lejos, hasta que los perdí de vista. Cautelosamente me puse de pie, observando hacia la calle por si alguien llegaba a aparecer. Necesitaba un refugio con suma urgencia, el sol estaba en lo alto y era muy difícil esconderse en una ciudad abandonada. Bufé por lo bajo. ¡Una maldita ciudad en ruinas! Cero naturaleza, lo cual significaba cero animales y…cero comida natural. ¿De dónde diablos sacaría comida?
No sabría explicar exactamente cómo se me había ocurrido mirar al cielo, pero lo primero que vi fue una escalera que llevaba hasta el tejado. Claro que no estaba extendida, sino que estaba trancada a la mitad, y que saltando me era imposible alcanzar. Con cierta duda miré el hacha que tenía, mi única arma. Luego de pensarlo unos segundos terminé por aceptar y la lancé hacia un borde de la escalera, donde estaba trancada. El metal pareció ceder un poco. El hacha cayó al suelo. La recogí y volví a lanzarla hacia la escalera, haciendo que esta descendiera un poco, pero con un estruendoso sonido. Miré hacia la calle para cerciorarme de que no había nadie. La escalera bajó más y ahí fue cuando salté hacia ella y comencé a subir, una vez en la cima asomé mi cabeza lentamente, viendo si había alguien. Estaba vacío. No había ni una puerta para ir al departamento, sino que estaba completamente lizo. Sonreí agradecida y subí. Me giré a la escalera, que todavía estaba extendida, y con lentitud comencé a subirla hasta que quedara en su posición original; extendí el pequeño pedazo de metal que la sostenía, para evitar que cayera, y luego subí. Había una pequeña muralla de medio metro que rodeaba todo el edificio, por lo que me agaché y me arrastré por el suelo, para que si alguien más estaba en otro edificio no me lograra ver. Llegué hasta el borde del edificio que daba a la calle y con cuidado levanté mi cabeza, examinando los techos a mis lados; a mi izquierda sólo había un edificio y estaba vacío, y a mi derecha los demás estaban igual. Me asomé por la calle, sintiendo como los rayos solares golpeaban con fuerza mi cuerpo, haciendo que mi temperatura subiera varios grados.
Dejé el hacha a un lado y tomé mi mochila, recostándola en el suelo y abriéndola. Me senté en el medio del lugar, para que no me pudieran ver desde la calle. De la mochila azulina saqué un pedazo de cuerda, una caja pequeña con fósforos, una cantimplora de metal sin agua, un saco de dormir y…binoculares. Sonreí ante estos últimos, desde mi refugio realmente me servirían. Examiné con mayor cuidado los binoculares, probándolos en dirección a la calle perpendicular a la que me encontraba, notando que daba un alto alcance.
Mirándola mejor noté que tenía un botón rojizo al lado. Curiosa lo apreté y luego volví a probar, notando como todo se había vuelto verde. Puse mi brazo frente a los binoculares, observando cómo se veía de colores anaranjados, rojizos y amarillos; dependiendo de la zona. También servían para ver en la noche, guiándose por el calor corporal. Al menos no estaba tan desprotegida; tenía un hacha y binoculares. El problema es que me faltaba lo más necesario, comida.
Podía sentir como gotas de transpiración aparecían en mi cara, no podía permitir deshidratarme en estas instancias. Me acosté de nuevo en el suelo, me despojé de mi cortaviento y me cubrí todo el cuerpo con el saco, para no quemarme bajo el sol. En la noche tendría que buscar un nuevo refugio o quizás mañana, dependiendo de la situación.
Al menos me reconfortaba saber que Lucy y Nathan estaban en la Arena del bosque, donde habían más probabilidades de no ser vistos, de conseguir comida y agua. Había más probabilidades de sobrevivir. ¿Qué estarían haciendo en ese momento? “Fingiendo un amor” dijo con amargura mi conciencia, pero simplemente la ignoré; si aquello los mantenía vivos debía aceptarlo. Pero para poder fingirlo debían de salir de la Cornucopia, ¿Habrán salido? Tendría que esperar hasta la noche para poder saberlo. Mi cuerpo seguía con pequeños sacudones, pero no por el miedo de que yo fuera asesinada, sino que porque habían posibilidades de que alguno no hubiera salido del baño de sangre.
Las horas comenzaron a pasar y yo me refugiaba bajo el saco de dormir, estando mucho más fresca que bajo el ardiente sol, en especial porque estaba en manga corta, sin el cortaviento. Una vez hubiera comenzado a anochecer quité el saco de encima de mí, para ingresar en él. Monté mi pequeño campamento en el borde que daba a la calle, para poder estar vigilando; me acosté sobre mi vientre y tomé los binoculares, apretando el botón rojo mientras examinaba toda la calle. Miré cada edificio frente mío, cada pequeña casa o montón de concreto, examiné la calle perpendicular –por la cual se habían ido los del once- incluso acerqué lo más que pude, pero no encontré nada. Con cierto relajo me recosté sobre mi espalda, mirando al cielo estrellado esperando. Hasta que, por fin, el himno de Panem comenzó a sonar y el sello del Capitolio apareció en el cielo.
Una vez terminado el cielo se oscurece por un momento, lo más probables es que estuvieran dando las repeticiones de las muertes en la televisión, pero no para nosotros; estaba claro, pues si mostraban las armas utilizadas por los tributos entonces su factor arma secreta sería eliminado. En cambio, en el cielo nocturno, lo único que se veía eran las cabezas de los tributos, como cuando habían entregado nuestros puntajes. Y en vez de decir el número abajo, aparecía el distrito.
El primer rostro en aparecer fue el de la chica del 3, la compañera de Dreuk. Eso decía que los del distrito 1 y 2 –los profesionales- se habían salvado; era claro. Luego aparecieron el chico y la chica del 5. El rostro del chico del 7 apareció, lo que significaba que ni Whisper ni Ellender habían muerto el primer; me relajé por Whisper, pero seguía con recelosa con Ellender por su relación con Dreuk. Del distrito 8 apareció el rostro de la chica de 12 años, que me había mirado asustadiza en el aerodeslizador, con su largo flequillo recto y sus pecas. Por último apareció la chica del 10. Al parecer en el primer día la mayoría de las muertes habían sido femeninas.
El sello del Capitolio apareció nuevamente, con el himno de fondo, y seguidamente desapareció. El cielo se quedó a oscuras, al igual que yo, salvo por las estrellas. Sentía mi boca completamente seca, al igual que mis labios, lentamente me estaba comenzando a deshidratar. ¿Dónde encontraría agua y comida? Eso era lo más esencial, pero no sabía cuál de ambas cosas era más probable de encontrar. Quizás ninguna.
-¿Dónde consigues comida en una ciudad, Broegan?- me pregunté en un susurro, utilizando para algo la voz. Sin aliado, sabía que no hablaría mucho- Supermercados, carnicerías, fruterías, panaderías, pescaderías.
¿Y dónde diablos los encuentro? Apoyé mi cabeza contra el cemento, sin saber cómo lo haría. Necesitaba un plan. Terminé por acordar –conmigo misma- que dormiría unas cuantas horas y me levantaría antes del alba, bajaría del edificio y comenzaría a examinar mis alrededores, además de buscar un nuevo refugio.
La frescura de la noche comenzaba a hacer presencia, tomé mi cortaviento y me la puse, cerrándola hasta arriba. Tomé el Sinsajo oculto y lo acaricié por un segundo, para luego acostarme sobre mi espalda y cerrar mis ojos. Difícilmente logré dormir más de dos horas aquella noche, siempre que lograba entrar en un sueño era despertada con la sensación de que debía estar alerta. Siempre despertaba de golpe, con sangre desapareciendo de mi mente; era como si recreara la Cornucopia de nuevo.
Pero en mi mente se recreaba una Cornucopia ubicada en el bosque, con dos rubios del distrito 12 corriendo por sus vidas. Tenía la esperanza que dijeran los muertos de la otra Arena, pero al parecer debería comprobar por mi misma si estaban vivos una vez las Arenas se juntaran. Era demasiado tiempo para mí.
Cuando ya había logrado dormir otra hora más me levanté, envolví mi saco y lo guardé en la mochila. Lo único que dejé fuera fueron los binoculares, por si llegaba a necesitarlos. Colgué la mochila a mi espalda y me puse de pie, yendo hacia la escalera, la volvía a soltar y cayó completamente estirada. Descendí rápidamente por ella y salté para tocar el piso, esperando que nadie escuchara el chirrido que había producido la escalera al descender.
Caminé fuera del callejón, llegando a la calle, mirando de un lado a otro. En el cielo se veía un diminuto indicio de luz solar, por lo que debían de ser antes de las siete de la mañana, quizás las cinco debido a que algunas aves ya comenzaban a cantar. Debía apurarme. Comencé a caminar hacia la dirección por la que los del 11 se habían ido, examinando cada una de las casas y edificios que estaban a mí alrededor. Algunos estaban sin techos, otros sin ventanas e incluso sin murallas, mientras que habían otros en el suelo, completamente destruidos.
Mi mirada se desvió inmediatamente hasta un edificio de unos cinco pisos, las ventanas de los primeros cuatro pisos estaban cubiertas completamente con madera, las manillas de la puerta principal estaban rodeadas por una cadena y cerradas con un candado. Pude ver como el sol comenzaba a asomarse lentamente, necesita encontrar un lugar donde quedarme al menos por la mañana. Como detestaba tener que esconderme, pero era la forma más segura de ser una de los doce sobrevivientes que se mezclarían con la otra Arena.
La distancia entre cada ventana quizás fuera de mi tamaño, pero eso no me retuvo de ir corriendo hacia el edificio y subirme al borde de la primera ventana. Con cuidado de no caer subí al borde superior de la ventana, tomando una bocanada de aire cuando salté a la segunda, lo mismo hice con la tercera y la cuarta, hasta llegar a la quinta ventana y saltar a su interior. Estaba completamente vacía, salvo por un montón de escombros en una esquina y una puerta cerrada en el lado izquierdo. Al frente había otra ventana, fui hasta ella y examiné la vista, notando que podía ver el otro lado de la Arena. Utilicé los binoculares para ver mejor hasta que mi vista se vio capturada por una construcción. Estaba en lo más fondo, tenía el tamaño de una tienda enorme, más bien de una bodega, además que estaba rodeado por algo que podría ser un estacionamiento si los autos no estuvieran dados vuelta y no hubiera más que un enorme hoyo. El recinto estaba lleno de musgo, que lo cubría completamente, igual que en su letrero. Acerqué más los binoculares hasta poder leer mejor.
-Supermercado- murmuré con una sonrisa ampliándose en mis labios.
Ya sabía dónde tenía que ir.
Effy.
Re: La sangre volverá a correr {Novela de Los Juegos del Hambre}
por mary de mellark Lun 21 Ene 2013, 2:56 pm
AME el cap..... siguela pronto
mary de mellark
Re: La sangre volverá a correr {Novela de Los Juegos del Hambre}
por ♥ Sheli ★ ツ Lun 21 Ene 2013, 4:23 pm
Omg
tu nove es tan asdfghjklñ
Siguela porfaa
tu nove es tan asdfghjklñ
Siguela porfaa
♥ Sheli ★ ツ
Re: La sangre volverá a correr {Novela de Los Juegos del Hambre}
por Regiie Lun 21 Ene 2013, 6:15 pm
añslkjdas me encantaa!!!...me encanta la trama...como escribes...lo bueno es que Broegan ya encontró un lugar del cual puede sacar comida...SIGUELA PRONTO!! amo tu novela :P 
Regiie
Re: La sangre volverá a correr {Novela de Los Juegos del Hambre}
por Bellink1D Mar 22 Ene 2013, 11:12 am
FUUUUCKKKKK MEEEEEEEEE!!!!!!! SIGUELAAAAAAAAAAAAAAA NO ME DEJES CON LA MAR.... INTRIGAAAAAAAAAAAAAA!!!!!!!!!
Bellink1D
Re: La sangre volverá a correr {Novela de Los Juegos del Hambre}
por mary de mellark Jue 24 Ene 2013, 3:35 pm
siguela:)
mary de mellark
Re: La sangre volverá a correr {Novela de Los Juegos del Hambre}
por Effy. Jue 24 Ene 2013, 4:15 pm
Lamento no haber subido en estos días, pero he estado ocupada en otras cosas >.< Espero escribir el cap en la noche y quizas subirlo entre hoy muy tarde o mañana :B
Effy.
Re: La sangre volverá a correr {Novela de Los Juegos del Hambre}
por mary de mellark Sáb 26 Ene 2013, 11:07 am
no te preocupes... estare esperando cap :)
mary de mellark
Re: La sangre volverá a correr {Novela de Los Juegos del Hambre}
por Invitado Dom 27 Ene 2013, 5:34 pm
Estoy devuelta! Siento no haberc omentado, es que me ausente de onlywn por unas semanas y ,andfkjsnvj me encuentro con varios capitulos, ESTOY FELIZ! Quiero que la sigas vdsbinf
Invitado
Invitado
Re: La sangre volverá a correr {Novela de Los Juegos del Hambre}
por isabella99 Jue 31 Ene 2013, 9:31 pm
SEGUILAAAAAAAAAAAAAAAAAA
isabella99
Re: La sangre volverá a correr {Novela de Los Juegos del Hambre}
por Effy. Sáb 02 Feb 2013, 9:04 pm
OMG OMG OMG OMG OMG
¡EN SERIO LO SIENTO! Salí de un mini viaje a un pueblo (completamente aburrdo, asi que apiadanse de mi lol), salimos a recorrer lo poco que es xd y bueno, no tuve mucho tiempo, entre las salidas y tratar de socializar más con mi familia (La del pueblo :B) Enseguida ya subo el capítulo escrito c:
¡EN SERIO LO SIENTO! Salí de un mini viaje a un pueblo (completamente aburrdo, asi que apiadanse de mi lol), salimos a recorrer lo poco que es xd y bueno, no tuve mucho tiempo, entre las salidas y tratar de socializar más con mi familia (La del pueblo :B) Enseguida ya subo el capítulo escrito c:
Effy.
Contenido patrocinado
Página 20 de 23. • 1 ... 11 ... 19, 20, 21, 22, 23
Temas similares» Big stories by big people {Novelas que leo}
» Viviendo una pesadilla {Una novela de Los Juegos del Hambre}
» Lo que no devio pasar {Novela de los juegos del hambre}
» Come one, come all || novela colectiva de los Juegos del Hambre || explicaciones
» Safe & Sound (Novela colectiva de los Juegos del Hambre)
» Viviendo una pesadilla {Una novela de Los Juegos del Hambre}
» Lo que no devio pasar {Novela de los juegos del hambre}
» Come one, come all || novela colectiva de los Juegos del Hambre || explicaciones
» Safe & Sound (Novela colectiva de los Juegos del Hambre)
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
Página 20 de 23.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
» My dearest
» Sayonara, friday night
» in the heart of the circle
» air nation
» life is a box of chocolates
» —Hot clown shit
» outoflove.
» witches of own