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La sangre volverá a correr {Novela de Los Juegos del Hambre}
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: La sangre volverá a correr {Novela de Los Juegos del Hambre}
CAPÍTULO 26 :
" LA PREPARACIÓN "
Golpeteos en mi puerta me sacaron de mi ensueño. Lo único que recordaba era a un joven de ojos grisáceos admirándome bajo la dulce luz de un amanecer, en medio del bosque verdoso. Claramente estaba que aquello no había sido más que un sueño, pues me encontraba bastante distanciada de cualquier tipo de naturaleza, que en el Capitolio no abundaba mucho. O quizás no tanto, ¿No eran las Arenas pura naturaleza? Hoy íbamos a los Juegos.
Con aquella simple memoria mi estómago se revolvió y protestó el oculto temor que sentía pisar aquella tierra. No quería, si pudiera evitarlo lo haría, pero debía hacerlo. Aquél día sería mi último día normal. Los que venían estarían seguidos de dificultades, luchas, sangre, muertes; incluso mi muerte. Definitivamente no me veía en el futuro como una vieja traumada y autista, que viviría sola en la villa de los Vencedores, sino que como una vieja amargada y autista; pero que al menos viviría en la Veta. No sé si para ustedes tiene diferencia, pero para mí sí. Y mucha. Pero ya nada importaba, total no saldría con vida de los Juegos; no si es que Lucy y Nathan iban a ganar.
-¡Despierta de una vez por todas y mueve tu trasero al comedor!- pude distinguir la voz de mi tan apreciada mentora, Teesha. Estaba claro que no era de las personas que trabajaban bien nerviosas, se podía notar en su vos sus nervios, pero en vez de ser una persona asustada por el nerviosismo prefería atacar o hablar de mala gana, mostrándose como la mujer fuerte que era. A mí me ocurría lo mismo, salvo que yo no ladraba al resto, sino que los fulminaba con la mirada y me mantenía fría. Así lograba calmar cualquier sentimiento no deseado; como nervios, temor, miedo…amor.
Salí de la cama, para luego girar y mirarla de soslayo. Nunca volvería a dormir en aquella, o en alguna cama; tendría que despedirme de la comodidad, pues no creía volver a verla nunca más. Podía sentir movimiento afuera de mi habitación, por lo que supuse que Teesha había despertado al resto, esta vez más calmada, pues no había escuchado más gritos. Bueno, excepto porque casi había echado abajo la puerta de Ethan a patadas, pero el imbécil se lo merecía.
Y de golpe recordé todo lo que había ocurrido anoche. Nathan y yo en la azotea, compartiendo pensamientos y palabras, además de más que otro beso. Había confesado mi recientemente descubierta dependencia hacia él; ayer mismo me había dado cuenta de lo mucho que la vida de aquél chico me importaba, de lo mucho que necesitaba verlo en las mañanas. Lástima que no lo vería más hasta que las Arenas se juntaran. Si es que estábamos con vida.
Luego de mi pequeña confesión hacia él, lo único que recordaba era el sabor de sus labios. No sabía cuento tiempo habíamos estado en esa azotea, pero la mayoría del tiempo la pasamos besándonos como si no hubiera un mañana. Quizás porque así era. En el mañana no podríamos abrazarnos ni podría ver su sonrisa tranquilizadora que me aliviaba. Todo cambiaría de ahora en adelante.
“Broegan, deja el sentimentalismo, maldita sea” me reprendí mentalmente. No necesitaba sentimientos en este momento, siempre había sido perfectamente feliz sin ellos. Bueno, quizás no feliz, pero al menos había mantenido una vida tranquila y libre de problemas extra. Pues eso era algo que traían las relaciones amorosas: problemas.
Sin pensar más, me metí al baño y aseé completamente. Por un momento me detuve y me observé a través del gran espejo que estaba sobre el lavadero, examinando mi cuerpo. Seguía igual de pálida como siempre, en la Veta la mayoría de las personas eran de piel oliva, nunca entendería de donde había sacado mi palidez. Mi cabello azabache se veía mucho más brillante que cuando había llegado, también estaba más largo y poseía suaves curvas que nunca había visto; llegaba un poco más debajo de mi cintura. Mis ojos parecían tener un brillo singular y lleno de vida, al parecer los alimentos del Capitolio y todos sus tratamientos me habían servido. Mi cuerpo había ganado cierta masa, ya no era puro huesos, al menos ya no podía ver mis costillas y mi columna vertebral.
Con una toalla envolviendo mi cuerpo y mi cabello ya seco, salí del baño, encontrando mi común y ya familiar uniforme de entrenamiento. Encima tenía una nota que rezaba:
“Broegan, deberás ponerte esto por el momento, hasta que nos veamos y te muestre con que irás a los Juegos. Te deseo un buen desayuno. Nos veremos pronto –Denile.”
Con una sonrisa de lado dejé la nota sobre la cama y tomé el uniforme, para posteriormente comenzar a vestirme. Una vez lista, tomé dos elásticos para el cabello y me hice dos trenzas espigas, una a cada lado, dejando las trenzas sobre mis hombros. Así ningún cabello se cruzaría en mi cara. Estaba a punto de salir de la habitación cuando los rayos del sol que entraban por mi ventana abierta parecieron iluminar algo que lanzó múltiples destellos dorados. Volteé a ver que era, para descubrir el broche del Sinsajo sobre mi mesita de noche.
Observándolo por unos segundos, caminé de vuelta a la mesita y lo tomé entre mis manos. Acariciándolo con mis yemas, sintiendo el frío oro bajo mis dedos, lo guardé en mi bolsillo. Luego salí de mi habitación, yendo al comedor, donde estaban todos sentados tomando desayuno.
Se podía sentir la tensión en el ambiente. Prácticamente podría cortarla con una tijera. Ninguno se miraba mientras comía, tenían la vista fija en su plato. Dorotheea no sonreía, sino que estaba completamente seria, tampoco hablaba; y eso era muy raro en ella. Teesha irradiaba preocupación, pero no era la peor, porque Lucy lucía peor que ella. Su cara estaba manchado por una mezcla de terror y pánico, estaba más pálida de lo normal y por lo bien quela conocía sabía que estaba luchando contra su cuerpo por no temblar. Ethan estaba reprimiendo su gran sonrisa, era el que más entusiasmado estaba con ir a los Juegos; se sentía lo confiado que estaba sólo por estar con los Profesionales. Bastardo arrogante . Y por otro lado, Nathan. No sabría decir exactamente como estaba. Tenso, quizás. Al menos todo su cuerpo lo estaba. Su mirada gris estaba fija en su comida, por lo que no sabría decir bien cómo estaba.
Caminé cuidadosamente -como si tratara de no hacer ningún ruido- hacia mi asiento. Lamentablemente, el único desocupado era el continuo a Ethan. Al frente mío estaba Nathan y a su lado, Lucy. En la cabecera a mi lado estaba Teesha y en la otra, entre Lucy y Ethan, Dorotheea. Al sentir la silla removida todos levantaron su vista hacia mí, menos Ethan. Los observé a todos, con cara impasible, mientras tomaba asiento y comenzaba a servirme mi desayuno.
Y así estuvimos durante todo el almuerzo. De vez en cuando mis ojos se encontraban con Nathan, haciendo que involuntariamente recordara la noche pasada, sabiendo que lo mismo le ocurría a él. El me dirigió una que otra sonrisa de lado, como si tratara de subirme el ánimo, pero muy bien debía saber que en momentos como estos no tendría éxito.
Una vez finalizado el desayuno, Ethan se paró de la mesa y salió por la puerta, lo más probable es que se haya ido a por sus aliados Profesionales. Realmente no entendía como todavía lo querían con él cuando había sido el de puntaje más bajo en su distrito; creo que todos sabíamos perfectamente que aquí Nathan, yo e incluso Lucy éramos capaces de patearle el trasero como se lo merece. Pero quizás sólo lo querían para ser mayor número, o debía de tener alguna conquista entre las profesionales femeninas, tampoco podía negar el atractivo de Ethan. Aunque su belleza era puramente superficial.
-Chicos, creo que ya no hay mucho que pueda decirles- comienza a hablar Teesha, rompiendo por primera vez el silencio entre todos nosotros. Atentamente la miramos y escuchamos, incluso Dorotheea. No entendía su preocupación, de todas maneras ella era del Capitolio y para ellos éramos un entretenimiento. Teesha nos miró a cada uno, como si tratara de grabar en su mente nuestros rostros- Confío que ustedes son chicos inteligentes y capaces de sobrevivir. Recuerden, la mente siempre gana sobre el cuerpo -aquello fue dedicado a Lucy-, si tienen a un rival que supera su porte entonces tienen que utilizar bien su tamaño y distraerlo, además de fijarse en alguna debilidad. Lucy, se que lo lograrás –le entregó una sonrisa de apoyo y luego miró a Nathan- Sé muy bien que no estás atrás en inteligencia, Nathan, pero tampoco quiero que te las des de super-astuto y trates de estar con los Profesionales, como tu padre –ante la palabra “padre” la mandíbula de Nathan se tensó. Dio una rápida mirada entre Lucy y Nathan- No olviden que son muchachos “enamorados” el uno del otro, deben actuarlo y hacerse destacar frente a las cámaras. Pero que no sea sobre actuado; tienen la suerte de tenerse el uno al otro, créanme –los ojos de Teesha se posan en mi- Broegan, lamentablemente tú estás completamente sola en la Arena. Pero sé que eso no será un obstáculo para ti, me he fijado que incluso llegas a trabajar mejor por tu cuenta, confío en que eres lo suficientemente fuerte como para poder lograrlo por tu cuenta –me dedicó una sonrisa de apoyo; podía decir que Teesha me conocía bastante bien al poco tiempo que llevábamos de conocernos.
-Una última cosa: fíjense bien si necesitan un aliado. Si se llegan a encontrar con alguna persona en la Arena que los ve y su primer impulso no es ni atacarlos ni correr, entonces esas personas son de confianza. ¿Entendido?- todos asentimos con la cabeza, observando fijamente a nuestra mentora. Por su simple expresión parecía como si hubiera envejecido diez años, ya no tenía veintidós, sino que era una mujer sabia y experimentada en la vida. Escuché un gemido y lancé mis ojos hacia Lucy, notando como trataba de no llorar. Teesha también lo notó, todo lo hicimos, y sus ojos se ablandaron. Se puso de pie y la imitamos- Pequeña, no llores.
Abrazó a Lucy y esta se ocultó prácticamente en el cuerpo de Teesha, comenzando a sollozar en su hombro. Teesha nos llamó con la mano a mí y a Nathan para que nos acercáramos, con cierta duda hicimos caso. Nathan se abrazó a los costados de Lucy y Teesha, esperando que hiciera lo mismo al otro lado. Luego de un momento de duda, lo imité, quedando frente suyo. Me dedicó una sonrisa de lado, mientras que con una mano suya acariciaba suavemente mi brazo. Traté de devolverle la sonrisa, pero no tenía ganas de sonreír. No era momento.
Luego del desayuno los ayudantes de estilistas se encargaron de nuestro cuerpo y de volvernos más bellos. A mi cabello le echaron millones de cosas, para que al final quedara de un azabache tan oscuro que juraría poseía destellos azul marino. Mi piel parecía como si estuviera hecha de la más fina porcelana, pálida como siempre, pero ellos no quisieron darle color o algo; decían que así no parecería la verdadera amenaza que era para los tributos. Y que ellos pensaran eso me animó. “Uugh Broegan, ¡Desde cuando te importa lo que ellos piensen?”
Para el almuerzo ya estaba completamente lista, al igual que el resto; nos habían dicho que teníamos que volver a vestir nuestra ropa de entrenamiento, los estilistas pronto nos pasarían nuestra ropa. Así que seguía teniendo en mi bolsillo en Sinsajo. Ethan almorzó con nosotros pero, una vez terminado, se fue de inmediato. Lucy parecía más de ánimo, pero aún así me la llevé a una esquina cuando todos nos levantamos.
-¿Estás bien?- esa pregunta la llevaba guardada hace mucho rato, rasgando en mi interior por tener una respuesta.
-Mentiría si dijera que sí- reconoció- pero estoy mejor que en la mañana.
-Sabes que no estarás sola- tendrá a Nathan. “Si, para que la proteja y muestre el amor falso que tiene por ella. Amor que luego puede volverse verdadero” pensó ácidamente mi mente. Bueno, al menos Lucy sería una persona que si se merecería a Nathan.
-Pero tú sí- podía escuchar la preocupación oculta en su voz- ¿Qué pasa si te digo que temo más por tu vida que por la mía?
-Entonces te diría que estás desperdiciando preocupación- rodeé mis ojos mientras decía aquello. La tomé de sus hombros, para que me mirara fijamente- Lucy, voy a estar bien, confía en mí.
-¿Prometes que estarás viva cuando las dos Arenas se junten?- pide esperanzadamente. Promesas, más promesas. Lanzo un suspiro.
-Sí, lo prometo- una sonrisa se extendió por su rostro y me iba a decir algo, pero Teesha nos interrumpió.
-Chicas, es hora.
Con aquella simple memoria mi estómago se revolvió y protestó el oculto temor que sentía pisar aquella tierra. No quería, si pudiera evitarlo lo haría, pero debía hacerlo. Aquél día sería mi último día normal. Los que venían estarían seguidos de dificultades, luchas, sangre, muertes; incluso mi muerte. Definitivamente no me veía en el futuro como una vieja traumada y autista, que viviría sola en la villa de los Vencedores, sino que como una vieja amargada y autista; pero que al menos viviría en la Veta. No sé si para ustedes tiene diferencia, pero para mí sí. Y mucha. Pero ya nada importaba, total no saldría con vida de los Juegos; no si es que Lucy y Nathan iban a ganar.
-¡Despierta de una vez por todas y mueve tu trasero al comedor!- pude distinguir la voz de mi tan apreciada mentora, Teesha. Estaba claro que no era de las personas que trabajaban bien nerviosas, se podía notar en su vos sus nervios, pero en vez de ser una persona asustada por el nerviosismo prefería atacar o hablar de mala gana, mostrándose como la mujer fuerte que era. A mí me ocurría lo mismo, salvo que yo no ladraba al resto, sino que los fulminaba con la mirada y me mantenía fría. Así lograba calmar cualquier sentimiento no deseado; como nervios, temor, miedo…amor.
Salí de la cama, para luego girar y mirarla de soslayo. Nunca volvería a dormir en aquella, o en alguna cama; tendría que despedirme de la comodidad, pues no creía volver a verla nunca más. Podía sentir movimiento afuera de mi habitación, por lo que supuse que Teesha había despertado al resto, esta vez más calmada, pues no había escuchado más gritos. Bueno, excepto porque casi había echado abajo la puerta de Ethan a patadas, pero el imbécil se lo merecía.
Y de golpe recordé todo lo que había ocurrido anoche. Nathan y yo en la azotea, compartiendo pensamientos y palabras, además de más que otro beso. Había confesado mi recientemente descubierta dependencia hacia él; ayer mismo me había dado cuenta de lo mucho que la vida de aquél chico me importaba, de lo mucho que necesitaba verlo en las mañanas. Lástima que no lo vería más hasta que las Arenas se juntaran. Si es que estábamos con vida.
Luego de mi pequeña confesión hacia él, lo único que recordaba era el sabor de sus labios. No sabía cuento tiempo habíamos estado en esa azotea, pero la mayoría del tiempo la pasamos besándonos como si no hubiera un mañana. Quizás porque así era. En el mañana no podríamos abrazarnos ni podría ver su sonrisa tranquilizadora que me aliviaba. Todo cambiaría de ahora en adelante.
“Broegan, deja el sentimentalismo, maldita sea” me reprendí mentalmente. No necesitaba sentimientos en este momento, siempre había sido perfectamente feliz sin ellos. Bueno, quizás no feliz, pero al menos había mantenido una vida tranquila y libre de problemas extra. Pues eso era algo que traían las relaciones amorosas: problemas.
Sin pensar más, me metí al baño y aseé completamente. Por un momento me detuve y me observé a través del gran espejo que estaba sobre el lavadero, examinando mi cuerpo. Seguía igual de pálida como siempre, en la Veta la mayoría de las personas eran de piel oliva, nunca entendería de donde había sacado mi palidez. Mi cabello azabache se veía mucho más brillante que cuando había llegado, también estaba más largo y poseía suaves curvas que nunca había visto; llegaba un poco más debajo de mi cintura. Mis ojos parecían tener un brillo singular y lleno de vida, al parecer los alimentos del Capitolio y todos sus tratamientos me habían servido. Mi cuerpo había ganado cierta masa, ya no era puro huesos, al menos ya no podía ver mis costillas y mi columna vertebral.
Con una toalla envolviendo mi cuerpo y mi cabello ya seco, salí del baño, encontrando mi común y ya familiar uniforme de entrenamiento. Encima tenía una nota que rezaba:
“Broegan, deberás ponerte esto por el momento, hasta que nos veamos y te muestre con que irás a los Juegos. Te deseo un buen desayuno. Nos veremos pronto –Denile.”
Con una sonrisa de lado dejé la nota sobre la cama y tomé el uniforme, para posteriormente comenzar a vestirme. Una vez lista, tomé dos elásticos para el cabello y me hice dos trenzas espigas, una a cada lado, dejando las trenzas sobre mis hombros. Así ningún cabello se cruzaría en mi cara. Estaba a punto de salir de la habitación cuando los rayos del sol que entraban por mi ventana abierta parecieron iluminar algo que lanzó múltiples destellos dorados. Volteé a ver que era, para descubrir el broche del Sinsajo sobre mi mesita de noche.
Observándolo por unos segundos, caminé de vuelta a la mesita y lo tomé entre mis manos. Acariciándolo con mis yemas, sintiendo el frío oro bajo mis dedos, lo guardé en mi bolsillo. Luego salí de mi habitación, yendo al comedor, donde estaban todos sentados tomando desayuno.
Se podía sentir la tensión en el ambiente. Prácticamente podría cortarla con una tijera. Ninguno se miraba mientras comía, tenían la vista fija en su plato. Dorotheea no sonreía, sino que estaba completamente seria, tampoco hablaba; y eso era muy raro en ella. Teesha irradiaba preocupación, pero no era la peor, porque Lucy lucía peor que ella. Su cara estaba manchado por una mezcla de terror y pánico, estaba más pálida de lo normal y por lo bien quela conocía sabía que estaba luchando contra su cuerpo por no temblar. Ethan estaba reprimiendo su gran sonrisa, era el que más entusiasmado estaba con ir a los Juegos; se sentía lo confiado que estaba sólo por estar con los Profesionales. Bastardo arrogante . Y por otro lado, Nathan. No sabría decir exactamente como estaba. Tenso, quizás. Al menos todo su cuerpo lo estaba. Su mirada gris estaba fija en su comida, por lo que no sabría decir bien cómo estaba.
Caminé cuidadosamente -como si tratara de no hacer ningún ruido- hacia mi asiento. Lamentablemente, el único desocupado era el continuo a Ethan. Al frente mío estaba Nathan y a su lado, Lucy. En la cabecera a mi lado estaba Teesha y en la otra, entre Lucy y Ethan, Dorotheea. Al sentir la silla removida todos levantaron su vista hacia mí, menos Ethan. Los observé a todos, con cara impasible, mientras tomaba asiento y comenzaba a servirme mi desayuno.
Y así estuvimos durante todo el almuerzo. De vez en cuando mis ojos se encontraban con Nathan, haciendo que involuntariamente recordara la noche pasada, sabiendo que lo mismo le ocurría a él. El me dirigió una que otra sonrisa de lado, como si tratara de subirme el ánimo, pero muy bien debía saber que en momentos como estos no tendría éxito.
Una vez finalizado el desayuno, Ethan se paró de la mesa y salió por la puerta, lo más probable es que se haya ido a por sus aliados Profesionales. Realmente no entendía como todavía lo querían con él cuando había sido el de puntaje más bajo en su distrito; creo que todos sabíamos perfectamente que aquí Nathan, yo e incluso Lucy éramos capaces de patearle el trasero como se lo merece. Pero quizás sólo lo querían para ser mayor número, o debía de tener alguna conquista entre las profesionales femeninas, tampoco podía negar el atractivo de Ethan. Aunque su belleza era puramente superficial.
-Chicos, creo que ya no hay mucho que pueda decirles- comienza a hablar Teesha, rompiendo por primera vez el silencio entre todos nosotros. Atentamente la miramos y escuchamos, incluso Dorotheea. No entendía su preocupación, de todas maneras ella era del Capitolio y para ellos éramos un entretenimiento. Teesha nos miró a cada uno, como si tratara de grabar en su mente nuestros rostros- Confío que ustedes son chicos inteligentes y capaces de sobrevivir. Recuerden, la mente siempre gana sobre el cuerpo -aquello fue dedicado a Lucy-, si tienen a un rival que supera su porte entonces tienen que utilizar bien su tamaño y distraerlo, además de fijarse en alguna debilidad. Lucy, se que lo lograrás –le entregó una sonrisa de apoyo y luego miró a Nathan- Sé muy bien que no estás atrás en inteligencia, Nathan, pero tampoco quiero que te las des de super-astuto y trates de estar con los Profesionales, como tu padre –ante la palabra “padre” la mandíbula de Nathan se tensó. Dio una rápida mirada entre Lucy y Nathan- No olviden que son muchachos “enamorados” el uno del otro, deben actuarlo y hacerse destacar frente a las cámaras. Pero que no sea sobre actuado; tienen la suerte de tenerse el uno al otro, créanme –los ojos de Teesha se posan en mi- Broegan, lamentablemente tú estás completamente sola en la Arena. Pero sé que eso no será un obstáculo para ti, me he fijado que incluso llegas a trabajar mejor por tu cuenta, confío en que eres lo suficientemente fuerte como para poder lograrlo por tu cuenta –me dedicó una sonrisa de apoyo; podía decir que Teesha me conocía bastante bien al poco tiempo que llevábamos de conocernos.
-Una última cosa: fíjense bien si necesitan un aliado. Si se llegan a encontrar con alguna persona en la Arena que los ve y su primer impulso no es ni atacarlos ni correr, entonces esas personas son de confianza. ¿Entendido?- todos asentimos con la cabeza, observando fijamente a nuestra mentora. Por su simple expresión parecía como si hubiera envejecido diez años, ya no tenía veintidós, sino que era una mujer sabia y experimentada en la vida. Escuché un gemido y lancé mis ojos hacia Lucy, notando como trataba de no llorar. Teesha también lo notó, todo lo hicimos, y sus ojos se ablandaron. Se puso de pie y la imitamos- Pequeña, no llores.
Abrazó a Lucy y esta se ocultó prácticamente en el cuerpo de Teesha, comenzando a sollozar en su hombro. Teesha nos llamó con la mano a mí y a Nathan para que nos acercáramos, con cierta duda hicimos caso. Nathan se abrazó a los costados de Lucy y Teesha, esperando que hiciera lo mismo al otro lado. Luego de un momento de duda, lo imité, quedando frente suyo. Me dedicó una sonrisa de lado, mientras que con una mano suya acariciaba suavemente mi brazo. Traté de devolverle la sonrisa, pero no tenía ganas de sonreír. No era momento.
Luego del desayuno los ayudantes de estilistas se encargaron de nuestro cuerpo y de volvernos más bellos. A mi cabello le echaron millones de cosas, para que al final quedara de un azabache tan oscuro que juraría poseía destellos azul marino. Mi piel parecía como si estuviera hecha de la más fina porcelana, pálida como siempre, pero ellos no quisieron darle color o algo; decían que así no parecería la verdadera amenaza que era para los tributos. Y que ellos pensaran eso me animó. “Uugh Broegan, ¡Desde cuando te importa lo que ellos piensen?”
Para el almuerzo ya estaba completamente lista, al igual que el resto; nos habían dicho que teníamos que volver a vestir nuestra ropa de entrenamiento, los estilistas pronto nos pasarían nuestra ropa. Así que seguía teniendo en mi bolsillo en Sinsajo. Ethan almorzó con nosotros pero, una vez terminado, se fue de inmediato. Lucy parecía más de ánimo, pero aún así me la llevé a una esquina cuando todos nos levantamos.
-¿Estás bien?- esa pregunta la llevaba guardada hace mucho rato, rasgando en mi interior por tener una respuesta.
-Mentiría si dijera que sí- reconoció- pero estoy mejor que en la mañana.
-Sabes que no estarás sola- tendrá a Nathan. “Si, para que la proteja y muestre el amor falso que tiene por ella. Amor que luego puede volverse verdadero” pensó ácidamente mi mente. Bueno, al menos Lucy sería una persona que si se merecería a Nathan.
-Pero tú sí- podía escuchar la preocupación oculta en su voz- ¿Qué pasa si te digo que temo más por tu vida que por la mía?
-Entonces te diría que estás desperdiciando preocupación- rodeé mis ojos mientras decía aquello. La tomé de sus hombros, para que me mirara fijamente- Lucy, voy a estar bien, confía en mí.
-¿Prometes que estarás viva cuando las dos Arenas se junten?- pide esperanzadamente. Promesas, más promesas. Lanzo un suspiro.
-Sí, lo prometo- una sonrisa se extendió por su rostro y me iba a decir algo, pero Teesha nos interrumpió.
-Chicas, es hora.
Effy.
Re: La sangre volverá a correr {Novela de Los Juegos del Hambre}
.-. me................ ENCANTÓ!!!!! TIENES QUE SEGUIRLAAAAAAAAAAAA NO NOS DEJES ESPERANDOOOOOOOOOOO!!! SIGUELAAAA PRONTOOOOOOOO!!! :D
Bellink1D
Re: La sangre volverá a correr {Novela de Los Juegos del Hambre}
AAAAHHHHHHHH ESTA PADRÍSIMA LA AMEEEEEE!!! Ya quiero saber que pasa en los juegos...y Nathan?...podrá cumplir las promesas?...AAAHHHHHH LA AMOOOOOOOOOO TIENES QUE SEGUIRLA PRONTO!
Regiie
Re: La sangre volverá a correr {Novela de Los Juegos del Hambre}
Bellink1D escribió:.-. me................ ENCANTÓ!!!!! TIENES QUE SEGUIRLAAAAAAAAAAAA NO NOS DEJES ESPERANDOOOOOOOOOOO!!! SIGUELAAAA PRONTOOOOOOOO!!! :D
omg asdfgfdsdfghgfdsdfghj ¡Que bueno que te haya gustado! *O* Voy a empezar a escribir el siguiente capi :3
Effy.
Re: La sangre volverá a correr {Novela de Los Juegos del Hambre}
Regiie escribió:AAAAHHHHHHHH ESTA PADRÍSIMA LA AMEEEEEE!!! Ya quiero saber que pasa en los juegos...y Nathan?...podrá cumplir las promesas?...AAAHHHHHH LA AMOOOOOOOOOO TIENES QUE SEGUIRLA PRONTO!
¡Graaaaaacias! :D Me gusta que te guste (?) xddddd :B Bueno....muchas cosas pasan en los Juegos LOL ya perdí la cuenta de las promesas ._. xd
Effy.
Re: La sangre volverá a correr {Novela de Los Juegos del Hambre}
Bellie!!! discúlpame por no pasar antes .-. a pasado tanto desde la última vez que comenté aquí, y de verdad lamento eso...
recontramegaadoré el capítulo, irán a los Juegos :party hard: *yo y mi instinto suicida* ok .-. quiero ver que pasa... estoy muy feliz de estar aquí otra vez.
Besos
-Lu-
recontramegaadoré el capítulo, irán a los Juegos :party hard: *yo y mi instinto suicida* ok .-. quiero ver que pasa... estoy muy feliz de estar aquí otra vez.
Besos
-Lu-
Invitado
Invitado
Re: La sangre volverá a correr {Novela de Los Juegos del Hambre}
MaLu. escribió:Bellie!!! discúlpame por no pasar antes .-. a pasado tanto desde la última vez que comenté aquí, y de verdad lamento eso...
recontramegaadoré el capítulo, irán a los Juegos :party hard: *yo y mi instinto suicida* ok .-. quiero ver que pasa... estoy muy feliz de estar aquí otra vez.
Besos
-Lu-
Asdfghjklñasdfghjklñ pense que habias dejado de leerla D: casi lloro (?) xd ¡Irán a los Juegos! LOL Bienvenida de vuelta, vieja lectora :3 estoy escribiendo el capitulo, y para mi sorpresa ahora me salen mas largos o.o pero vere si lo puedo subir hoy
Effy.
Re: La sangre volverá a correr {Novela de Los Juegos del Hambre}
Hola soy nueva pero tengo que decirte que ame este cap
siguela pronto
siguela pronto
mary de mellark
Re: La sangre volverá a correr {Novela de Los Juegos del Hambre}
mary de mellark escribió:Hola soy nueva pero tengo que decirte que ame este cap
siguela pronto
OMG ¡Bienvenida! :D Que bueno que te haya gustado *-* Enseguida subo cap :3
Effy.
Re: La sangre volverá a correr {Novela de Los Juegos del Hambre}
PARTE DOS : LOS JUEGOS
CAPÍTULO 27 :
" CONFÍO EN TÍ "
El cuerpo de Lucy comenzó a temblar levemente, luego de escuchar a Teesha. Detrás de ella podía ver a Nathan observándonos con cierta preocupación, pero simplemente le di un gesto para que restara cierta importancia. Volví mis ojos hacia Lucy, quien me miraba. Oh, conocía bien esa mirada.
Era la mirada que me daba cada vez que sabía que yo podía hacer algo al respecto o simplemente salvarla. Era la mirada que me daba cuando sabía que no podía hacer algo, pero que yo sí. La mirada que me daba cuando estaba aterrada y yo era la única que podía quitarle un poco de miedo- Pero esta mirada pedía algo más extremo; que hiciera algo que le impidiera ir a los Juegos. ¿Pero qué diablos se suponía que debía hacer? Lucy debía de quitarse de la mente la imagen de mini-heroína que tenía de mí, pues definitivamente no lo era. Lo único que hice fue sujetarla mejor de los hombros y forzarla a dejar de temblar y mirarme.
-Lucy, escucha, todo estará bien- traté de meterle en la cabeza- Tú estarás bien, yo estaré bien, Nathan estará bien –di una pequeña mirada a Nathan, quien nos observaba con atención- No te darás cuenta cuando ya esté a tu lado.
Aquellas palabras parecieron calmarla un poco. Tomó una gran bocanada de aire y la botó lentamente, con leves temblores en sus labios. Teesha estira una mano en su dirección, con cierta duda ella la acepta y comienza a avanzar en dirección a la salida del loft. Teesha y Lucy salen primero, siendo seguidas por mí y Nathan, quien desciende su mano desde mi codo hasta mi mano, para luego tratar de entrelazarla con la mía. Con una leve sonrisa de lado, mientras suavemente negaba con la cabeza, entrelacé mis dedos con los suyos.
Salimos del loft y nos encontramos con Ethan esperando afuera. Nadie lo saludó o le habló, simplemente nos siguió, estando detrás de todos. Pude ver como rodaba los ojos y escuché una reprimida risa burlona, mientras miraba nuestras manos entrelazadas. Mi cuerpo se tensó con molestia e ira, pero Nathan apretó suavemente mi mano, haciendo que lo mirara, para luego restarle importancia con un gesto, tratando de tranquilizarme. Y me tranquilicé, dedicándole una sonrisa agradecida. Aquél chico poseía un buen efecto en mí, ambos sabíamos aquello.
Llegamos a una parte del trayecto donde había dos pasillos, y dos pares de agentes de la paz nos esperaban, un par en cada pasillo. Aquí nos separábamos. La mano de Nathan se cerró inconscientemente más fuerte alrededor de la mía, y yo le devolvía el gesto. Algo oprimía mi pecho al pensar que debería dejarlos solos, que deberían luchar solos en una Arena sin mí para poder ayudarlos y…protegerlos. Nathan lanzó una mirada a Teesha, pidiendo silenciosamente algo, a lo que ella asintió levemente con la cabeza.
Nathan me tomó delicadamente del brazo y me alejó del resto, con ansiedad en su rostro.
-¿Vas a estar bien?- es lo primero que pregunta, mirándome a los ojos, y estuve cerca de caer profundamente en su mar grisáceo. Pero logré controlarme. Asentí con la cabeza.
-Tú debes de saberlo más que nadie- le sonrío débilmente. No tenía ganas de sonreír, nadie lo haría en mi situación. Puedo ver como mueve nerviosamente sus manos, con duda en sus ojos. Logré comprender su comportamiento corporal- Si quieres puedes abrazarme.
No dudó ni un momento en tomarme por los hombros y cortar la distancia entre nosotros, rodeándome con sus fuerte brazos. Respondí al abrazo, rodeándolo por la cintura, mientras apoyaba mi cabeza en su pecho, mirando al lado contrario de donde estaban los demás. No quería mirar a los demás mientras lo abrazaba, ya me sentía un poco incómoda abrazándolo en público, no deseaba ver sus reacciones.
-Sólo te pido una cosa, Nathan- le susurré, sin deseos que el silencio sepulcral lograra que los demás nos escucharan.
-Lo que tú quieras- respondió casi inmediatamente, sin dudar, igualmente en susurro.
-Protege a Lucy y a ti mismo- era lo único que pedía en esos momentos, lo único que realmente necesitaba. Pero también necesitaba que él creyera que podía hacerlo. No me pareció mal darle un poco de coraje y un pequeño empujón para creer en sí mismo, por eso dije lo siguiente- Sé lo fuerte que eres, Nathan, era capaz de todo lo que te dispongas. Sé profundamente que saldrás con vida, al igual que Lucy, pero tengo miedo de perderlos. Es como si cada uno ocupara una parte en mi alma, en mi corazón, que sé se romperá si algo llega a pasarles.
Lo sé, las palabras se sintieron raras en mis labios. Esperaba que él comenzara a reír y mencionara lo ridículas y cursis que aquello sonaba; y es que para mí sonaban así. Nunca había expresado mis sentimientos hacia una persona, me limitaba con un “Te quiero” a mi familia o a Lucy, pero nunca lo decía porque iniciaba de mí. Siempre era un “yo también”, pero no recuerdo haber dicho alguna a vez a una persona “Te quiero”, menos un “Te amo”. Debía admitir que había exagerado un poco, debía admitir que la dependencia que tenía hacia Nathan era controlable; sabía que si él o Lucy llegaban a desaparecer de mi vida, sería lo suficientemente perra como para ponerme de pie y continuar mi vida. Y es que tenía claro que nunca había apreciado a alguien en toda mi vida. Había nacido para estar sola.
-Prometo que nos encontraremos todos en la Arena- murmura a mi oído, acariciando mi piel con su dulce aliento cálido. Me abrazó con más fuerza y luego bajó su rostro hacia el mío, nuestros labios cortando la distancia cada vez más. Sus intenciones estaban más que claras. Se comenzó a acercar más y más, yo sólo me quedé quieta ahí, sin moverme. Pero podía sentir la tensión e incomodidad en mi cuerpo.
Cuando nuestros labios estaban por rozar me alejé de golpe. Los ojos de Nathan me miraron de golpe, yo sólo le di una mirada de disculpas y lancé otra significativamente hacia el resto. Como siempre, comprendió mi incomodidad. Me dio una relajada sonrisa de lado y, antes de poder evitarlo, depositó un beso en mi frente. Lo observé sorprendida, pero el sólo me miró un tanto divertido y otro tanto avergonzado, mientras formulaba un “Cuídate” con sus labios y se dirigía hacia los agentes que estaban con Lucy. Ella me miraba sorprendida, pero también un poco alegre. Raro para la situación. Yo sólo rodeé los ojos, sabiendo que debía imaginarse mil y una historias de amor entre Nathan y yo.
Teesha se excusó, dijo que me encontraría antes de subir al aerodeslizador para ir a la Arena. Fuimos escoltados Ethan y yo, ni siquiera nos mirábamos, y la única vez que nuestros ojos se encontraron estos estaban cargados de odio y desprecio. Fuimos llevados a través de múltiples pasillos, hasta llegar el momento de tener que salir de ese edificio y encontrarnos con un enorme aerodeslizador abierto con tributos ya dentro de él. Teesha se nos unió, sonriéndome levemente, sin siquiera mirar a Ethan. Pidió a los agentes de la paz un minuto conmigo, por lo que estos escoltaron a Ethan, asegurándose de que subiera al aerodeslizador.
-Broegan, escúchame- me habló rápidamente- No se te ocurra ir tras alguna arma. Solamente toma un bolso y corre lo más lejos posible de aquella masacre; ambas sabemos el especial afecto que Ethan tiene hacia ti –aquello estuvo cargado de sarcasmo- y al estar aliado con los Profesionales puede que ya los haya puesto a todos en tu contra. Tampoco salgas antes de que la cuenta termine, porque hay bombas bajo suelo que se desactivan apenas termine la cuenta regresiva. No. Hagas. Nada. Arriesgado.
Sólo me limité a asentir, sabiendo que Teesha no decía más que la verdad. De repente cosas vinieron a mi mente. ¿Las miradas desafiantes de los profesionales? ¿El cierto desafío que siempre había visto en Athena, del dos? ¿Las burlas que había recibido? Estaba bastante claro que Ethan había tenido mucha influencia en aquello. Demonios. Ahora debería tener más cuidado que antes. En especial si tenía el puntaje más alto entre todos los tributos. Entre 52 jóvenes. Demonios.
Ahora me daba cuenta de que no pasaría desapercibida en los Juegos. Mi puntaje de 12 era el punto claro y principal. Segundo, mi entrevista en los Juegos me había dado cierta reputación de una pequeña y futura rebelde. De una futura Sinsajo. Aunque muy claro tenía que aquello no llegaría a ocurrir. Y como tercero, no me sorprendería ser seguida por más de un profesional en la Cornucopia dada mi mala relación con Ethan. Maldición, ahora si debía tener mucho más cuidado.
Escuché un cansado suspiro ser emitido por Teesha, quien me miró a los ojos.
-Por favor, cuídate- fue lo último que me dijo. Traté de darle una sonrisa de lado, o al menos una sombra de ella, pero no me veía capaz de sonreír en esos momentos. Los agentes me tomaron y escoltaron hasta el aerodeslizador, mientras yo volteaba para ver por última vez a mi mentora, quien me despedía con un movimiento de mano.
Los asientos estaban ordenados según distrito. Los de más adelante eran los distritos altos, e iban intercalándose, un distrito a la derecha y el otro a la izquierda, frente suyo. Identifiqué a Clash, Athena, Dush y Glare, quienes me dedicaron una divertida mirada. Luego estaba Dreuk, quien me observaba de la misma forma. Me sorprendió que ninguno del cuatro me juzgara con la mirada, parecían muchos más pacíficos que los Profesionales, siendo que provenían de un distrito profesional. La chica del cuatro –rubia de ojos azules y rostro angelical- incluso me sonrió.
Pasando junto al seis, mi mirada se enfocó en la pequeña de cabellos rojizos y ojos verdosos; Whisper. Me dedicó una de sus sonrisas más lindas, a la cual respondí, siendo mi primera sonrisa en todo el día. Al frente de ella estaba Ellender, no pude evitar mostrar un cierto reproche; desde que había escuchado su conversación con Dreuk que pensaba diferente de ella. Del ocho la pequeña de doce años me observó temerosa, las pecas en su pálida cara y con un flequillo castaño recto que casi cubría sus ojos le daban una inocencia extrema. Cuando llegué a mi puesto, me senté al lado de Ethan y frente a los del once. La chica del once debía estar en el límite de edad, su piel era oscura, además que era de un cuerpo mucho más que delgado. Sus piernas larguísimas daban la fantasía de que medía como mínimo un metro ochenta, y no sería novedad si así fuera. Por otro lado el hombro no se quedaba atrás, debía de estar cerca de los dos metros, con musculoso cuerpo y amplia espalda. Tenía el mismo color de piel que su compañera y ambos poseían unos ojos negros profundos y labios carnosos. Me observaban con cierta crítica mezclada con admiración.
¿Ellos no habían sido los que habían tenido un once como puntaje? Habían sido alabados por su puntaje proviniendo de tan bajo distrito. El aerodeslizador prendió viaje a la Arena y un agente se nos acercó, inyectando algo en nuestro brazo con una jeringa metálica especializada. Según le había aclarado a la pelirroja del trece, era nuestro chip de rastreo para saber donde nos ubicábamos. Cuando me lo insertaron sentí un leve pellizco en el brazo, pero no era nada grave.
Una vez hubiéramos llegado, cada tributo fue escoltado por agentes para emprender viaje bajo la Arena, en dirección a ver nuestros estilistas. Fue cuando estaba sola, escoltada por ellos, en dirección a ver a Denile, cuando me di cuenta que mi cuerpo no dejaba de dar temblores. En verdad iría a los Juegos del Hambre. Estos últimos días habían parecido simplemente un sueño, un sueño que muy pronto se transformaría en una pesadilla. Tendría que luchar por mi vida y matar para conseguirlo, tendría que lanzar cuchillas a distintos cuerpos para sobrevivir, hasta encontrarme con mis aliados. Y luego tendría que renunciar a mi vida, por la que había luchado, para que ellos salieran respirando de la pesadilla. Quizás serían felices sin mi.
Cuando llegué, Denile ya me esperaba con todo lo que necesitaría. Me vestí con una camiseta negra de manga corta, además de unos pantalones de camuflaje militar grisáceos, junto con una zapatillas de montaña gris oscuro. Sus ayudantes se preocuparon de hacer mis trenzas espigas más resistentes y también mejor hechas. Luego me entregó un cortaviento color negro, en el interior era térmica y también tenía muchos bolsillos internos y externos. Me ayudó a ponérmela y luego me preguntó si llevaría alguna pertenencia a los Juegos. Tímidamente, sin saber cuál sería la respuesta, saqué el broche del Sinsajo de mi bolsillo y se lo enseñé. Ella lo observó sorprendida, pero luego sonrió.
-Me encantaría que lo llevaras, pero debes preocuparte que no se vea- habló con cuidado. Puso el broche bajo la curvatura del cuello del cortaviento, cerca de mi corazón. Me guiñó un ojo, sacándome una leve, muy leve sonrisa de lado, pero esta desapareció de inmediato.
20 segundos anunció una voz femenina –con tono robótico- desde los parlantes que se encontraban pegadas a cada muralla. Los nervios volvieron a invadirme, mi cuerpo volvió a dar los temblores que había sentido hace minutos atrás. Denile notó aquello y me obligó a observarla.
-Broegan, tu puedes con esto. Confío ciegamente en ti, sé que lo lograrás- me animó, con una sincera sonrisa pintada en sus delgados labios- Eras una muchacha fuerte y audaz, también inteligente; tú puedes con esto.
La última frase me la dijo mirándome directamente a los ojos, los cuales reflejaban pura sinceridad. Realmente creía en mí. Me abrazó fuertemente y me sorprendí a mi misma respondiendo con la misma fuerza. 15 segundos.
-Ya es hora- susurró a mi oído. Cerré los ojos por un segundo y asentí con la cabeza, soltando el aire que no sabía había estado conteniendo por mucho tiempo- Que la suerte esté siempre de tu parte, Broegan.
No pude sonreír ante aquello, simplemente me era imposible. Me alejé de ella y me despedí con un gesto de mano. Murmuré un pequeño “Gracias”, que sé que ella escuchó, dado a su amplia sonrisa. 10 segundos. Ingresé al tubo que esperaba por mí, para llevarme directamente a la Arena, que sólo estaba a metros o quizás centímetros de distancia. Mis ojos se encontraron con los de Denile por un momento, el cual aprovechó para transmitirme todo su apoyo. Y luego comencé a subir. Al ver al exterior lo que menos vi fue naturaleza.
Nos había tocado la Arena sorpresa.
Era la mirada que me daba cada vez que sabía que yo podía hacer algo al respecto o simplemente salvarla. Era la mirada que me daba cuando sabía que no podía hacer algo, pero que yo sí. La mirada que me daba cuando estaba aterrada y yo era la única que podía quitarle un poco de miedo- Pero esta mirada pedía algo más extremo; que hiciera algo que le impidiera ir a los Juegos. ¿Pero qué diablos se suponía que debía hacer? Lucy debía de quitarse de la mente la imagen de mini-heroína que tenía de mí, pues definitivamente no lo era. Lo único que hice fue sujetarla mejor de los hombros y forzarla a dejar de temblar y mirarme.
-Lucy, escucha, todo estará bien- traté de meterle en la cabeza- Tú estarás bien, yo estaré bien, Nathan estará bien –di una pequeña mirada a Nathan, quien nos observaba con atención- No te darás cuenta cuando ya esté a tu lado.
Aquellas palabras parecieron calmarla un poco. Tomó una gran bocanada de aire y la botó lentamente, con leves temblores en sus labios. Teesha estira una mano en su dirección, con cierta duda ella la acepta y comienza a avanzar en dirección a la salida del loft. Teesha y Lucy salen primero, siendo seguidas por mí y Nathan, quien desciende su mano desde mi codo hasta mi mano, para luego tratar de entrelazarla con la mía. Con una leve sonrisa de lado, mientras suavemente negaba con la cabeza, entrelacé mis dedos con los suyos.
Salimos del loft y nos encontramos con Ethan esperando afuera. Nadie lo saludó o le habló, simplemente nos siguió, estando detrás de todos. Pude ver como rodaba los ojos y escuché una reprimida risa burlona, mientras miraba nuestras manos entrelazadas. Mi cuerpo se tensó con molestia e ira, pero Nathan apretó suavemente mi mano, haciendo que lo mirara, para luego restarle importancia con un gesto, tratando de tranquilizarme. Y me tranquilicé, dedicándole una sonrisa agradecida. Aquél chico poseía un buen efecto en mí, ambos sabíamos aquello.
Llegamos a una parte del trayecto donde había dos pasillos, y dos pares de agentes de la paz nos esperaban, un par en cada pasillo. Aquí nos separábamos. La mano de Nathan se cerró inconscientemente más fuerte alrededor de la mía, y yo le devolvía el gesto. Algo oprimía mi pecho al pensar que debería dejarlos solos, que deberían luchar solos en una Arena sin mí para poder ayudarlos y…protegerlos. Nathan lanzó una mirada a Teesha, pidiendo silenciosamente algo, a lo que ella asintió levemente con la cabeza.
Nathan me tomó delicadamente del brazo y me alejó del resto, con ansiedad en su rostro.
-¿Vas a estar bien?- es lo primero que pregunta, mirándome a los ojos, y estuve cerca de caer profundamente en su mar grisáceo. Pero logré controlarme. Asentí con la cabeza.
-Tú debes de saberlo más que nadie- le sonrío débilmente. No tenía ganas de sonreír, nadie lo haría en mi situación. Puedo ver como mueve nerviosamente sus manos, con duda en sus ojos. Logré comprender su comportamiento corporal- Si quieres puedes abrazarme.
No dudó ni un momento en tomarme por los hombros y cortar la distancia entre nosotros, rodeándome con sus fuerte brazos. Respondí al abrazo, rodeándolo por la cintura, mientras apoyaba mi cabeza en su pecho, mirando al lado contrario de donde estaban los demás. No quería mirar a los demás mientras lo abrazaba, ya me sentía un poco incómoda abrazándolo en público, no deseaba ver sus reacciones.
-Sólo te pido una cosa, Nathan- le susurré, sin deseos que el silencio sepulcral lograra que los demás nos escucharan.
-Lo que tú quieras- respondió casi inmediatamente, sin dudar, igualmente en susurro.
-Protege a Lucy y a ti mismo- era lo único que pedía en esos momentos, lo único que realmente necesitaba. Pero también necesitaba que él creyera que podía hacerlo. No me pareció mal darle un poco de coraje y un pequeño empujón para creer en sí mismo, por eso dije lo siguiente- Sé lo fuerte que eres, Nathan, era capaz de todo lo que te dispongas. Sé profundamente que saldrás con vida, al igual que Lucy, pero tengo miedo de perderlos. Es como si cada uno ocupara una parte en mi alma, en mi corazón, que sé se romperá si algo llega a pasarles.
Lo sé, las palabras se sintieron raras en mis labios. Esperaba que él comenzara a reír y mencionara lo ridículas y cursis que aquello sonaba; y es que para mí sonaban así. Nunca había expresado mis sentimientos hacia una persona, me limitaba con un “Te quiero” a mi familia o a Lucy, pero nunca lo decía porque iniciaba de mí. Siempre era un “yo también”, pero no recuerdo haber dicho alguna a vez a una persona “Te quiero”, menos un “Te amo”. Debía admitir que había exagerado un poco, debía admitir que la dependencia que tenía hacia Nathan era controlable; sabía que si él o Lucy llegaban a desaparecer de mi vida, sería lo suficientemente perra como para ponerme de pie y continuar mi vida. Y es que tenía claro que nunca había apreciado a alguien en toda mi vida. Había nacido para estar sola.
-Prometo que nos encontraremos todos en la Arena- murmura a mi oído, acariciando mi piel con su dulce aliento cálido. Me abrazó con más fuerza y luego bajó su rostro hacia el mío, nuestros labios cortando la distancia cada vez más. Sus intenciones estaban más que claras. Se comenzó a acercar más y más, yo sólo me quedé quieta ahí, sin moverme. Pero podía sentir la tensión e incomodidad en mi cuerpo.
Cuando nuestros labios estaban por rozar me alejé de golpe. Los ojos de Nathan me miraron de golpe, yo sólo le di una mirada de disculpas y lancé otra significativamente hacia el resto. Como siempre, comprendió mi incomodidad. Me dio una relajada sonrisa de lado y, antes de poder evitarlo, depositó un beso en mi frente. Lo observé sorprendida, pero el sólo me miró un tanto divertido y otro tanto avergonzado, mientras formulaba un “Cuídate” con sus labios y se dirigía hacia los agentes que estaban con Lucy. Ella me miraba sorprendida, pero también un poco alegre. Raro para la situación. Yo sólo rodeé los ojos, sabiendo que debía imaginarse mil y una historias de amor entre Nathan y yo.
Teesha se excusó, dijo que me encontraría antes de subir al aerodeslizador para ir a la Arena. Fuimos escoltados Ethan y yo, ni siquiera nos mirábamos, y la única vez que nuestros ojos se encontraron estos estaban cargados de odio y desprecio. Fuimos llevados a través de múltiples pasillos, hasta llegar el momento de tener que salir de ese edificio y encontrarnos con un enorme aerodeslizador abierto con tributos ya dentro de él. Teesha se nos unió, sonriéndome levemente, sin siquiera mirar a Ethan. Pidió a los agentes de la paz un minuto conmigo, por lo que estos escoltaron a Ethan, asegurándose de que subiera al aerodeslizador.
-Broegan, escúchame- me habló rápidamente- No se te ocurra ir tras alguna arma. Solamente toma un bolso y corre lo más lejos posible de aquella masacre; ambas sabemos el especial afecto que Ethan tiene hacia ti –aquello estuvo cargado de sarcasmo- y al estar aliado con los Profesionales puede que ya los haya puesto a todos en tu contra. Tampoco salgas antes de que la cuenta termine, porque hay bombas bajo suelo que se desactivan apenas termine la cuenta regresiva. No. Hagas. Nada. Arriesgado.
Sólo me limité a asentir, sabiendo que Teesha no decía más que la verdad. De repente cosas vinieron a mi mente. ¿Las miradas desafiantes de los profesionales? ¿El cierto desafío que siempre había visto en Athena, del dos? ¿Las burlas que había recibido? Estaba bastante claro que Ethan había tenido mucha influencia en aquello. Demonios. Ahora debería tener más cuidado que antes. En especial si tenía el puntaje más alto entre todos los tributos. Entre 52 jóvenes. Demonios.
Ahora me daba cuenta de que no pasaría desapercibida en los Juegos. Mi puntaje de 12 era el punto claro y principal. Segundo, mi entrevista en los Juegos me había dado cierta reputación de una pequeña y futura rebelde. De una futura Sinsajo. Aunque muy claro tenía que aquello no llegaría a ocurrir. Y como tercero, no me sorprendería ser seguida por más de un profesional en la Cornucopia dada mi mala relación con Ethan. Maldición, ahora si debía tener mucho más cuidado.
Escuché un cansado suspiro ser emitido por Teesha, quien me miró a los ojos.
-Por favor, cuídate- fue lo último que me dijo. Traté de darle una sonrisa de lado, o al menos una sombra de ella, pero no me veía capaz de sonreír en esos momentos. Los agentes me tomaron y escoltaron hasta el aerodeslizador, mientras yo volteaba para ver por última vez a mi mentora, quien me despedía con un movimiento de mano.
Los asientos estaban ordenados según distrito. Los de más adelante eran los distritos altos, e iban intercalándose, un distrito a la derecha y el otro a la izquierda, frente suyo. Identifiqué a Clash, Athena, Dush y Glare, quienes me dedicaron una divertida mirada. Luego estaba Dreuk, quien me observaba de la misma forma. Me sorprendió que ninguno del cuatro me juzgara con la mirada, parecían muchos más pacíficos que los Profesionales, siendo que provenían de un distrito profesional. La chica del cuatro –rubia de ojos azules y rostro angelical- incluso me sonrió.
Pasando junto al seis, mi mirada se enfocó en la pequeña de cabellos rojizos y ojos verdosos; Whisper. Me dedicó una de sus sonrisas más lindas, a la cual respondí, siendo mi primera sonrisa en todo el día. Al frente de ella estaba Ellender, no pude evitar mostrar un cierto reproche; desde que había escuchado su conversación con Dreuk que pensaba diferente de ella. Del ocho la pequeña de doce años me observó temerosa, las pecas en su pálida cara y con un flequillo castaño recto que casi cubría sus ojos le daban una inocencia extrema. Cuando llegué a mi puesto, me senté al lado de Ethan y frente a los del once. La chica del once debía estar en el límite de edad, su piel era oscura, además que era de un cuerpo mucho más que delgado. Sus piernas larguísimas daban la fantasía de que medía como mínimo un metro ochenta, y no sería novedad si así fuera. Por otro lado el hombro no se quedaba atrás, debía de estar cerca de los dos metros, con musculoso cuerpo y amplia espalda. Tenía el mismo color de piel que su compañera y ambos poseían unos ojos negros profundos y labios carnosos. Me observaban con cierta crítica mezclada con admiración.
¿Ellos no habían sido los que habían tenido un once como puntaje? Habían sido alabados por su puntaje proviniendo de tan bajo distrito. El aerodeslizador prendió viaje a la Arena y un agente se nos acercó, inyectando algo en nuestro brazo con una jeringa metálica especializada. Según le había aclarado a la pelirroja del trece, era nuestro chip de rastreo para saber donde nos ubicábamos. Cuando me lo insertaron sentí un leve pellizco en el brazo, pero no era nada grave.
Una vez hubiéramos llegado, cada tributo fue escoltado por agentes para emprender viaje bajo la Arena, en dirección a ver nuestros estilistas. Fue cuando estaba sola, escoltada por ellos, en dirección a ver a Denile, cuando me di cuenta que mi cuerpo no dejaba de dar temblores. En verdad iría a los Juegos del Hambre. Estos últimos días habían parecido simplemente un sueño, un sueño que muy pronto se transformaría en una pesadilla. Tendría que luchar por mi vida y matar para conseguirlo, tendría que lanzar cuchillas a distintos cuerpos para sobrevivir, hasta encontrarme con mis aliados. Y luego tendría que renunciar a mi vida, por la que había luchado, para que ellos salieran respirando de la pesadilla. Quizás serían felices sin mi.
Cuando llegué, Denile ya me esperaba con todo lo que necesitaría. Me vestí con una camiseta negra de manga corta, además de unos pantalones de camuflaje militar grisáceos, junto con una zapatillas de montaña gris oscuro. Sus ayudantes se preocuparon de hacer mis trenzas espigas más resistentes y también mejor hechas. Luego me entregó un cortaviento color negro, en el interior era térmica y también tenía muchos bolsillos internos y externos. Me ayudó a ponérmela y luego me preguntó si llevaría alguna pertenencia a los Juegos. Tímidamente, sin saber cuál sería la respuesta, saqué el broche del Sinsajo de mi bolsillo y se lo enseñé. Ella lo observó sorprendida, pero luego sonrió.
-Me encantaría que lo llevaras, pero debes preocuparte que no se vea- habló con cuidado. Puso el broche bajo la curvatura del cuello del cortaviento, cerca de mi corazón. Me guiñó un ojo, sacándome una leve, muy leve sonrisa de lado, pero esta desapareció de inmediato.
20 segundos anunció una voz femenina –con tono robótico- desde los parlantes que se encontraban pegadas a cada muralla. Los nervios volvieron a invadirme, mi cuerpo volvió a dar los temblores que había sentido hace minutos atrás. Denile notó aquello y me obligó a observarla.
-Broegan, tu puedes con esto. Confío ciegamente en ti, sé que lo lograrás- me animó, con una sincera sonrisa pintada en sus delgados labios- Eras una muchacha fuerte y audaz, también inteligente; tú puedes con esto.
La última frase me la dijo mirándome directamente a los ojos, los cuales reflejaban pura sinceridad. Realmente creía en mí. Me abrazó fuertemente y me sorprendí a mi misma respondiendo con la misma fuerza. 15 segundos.
-Ya es hora- susurró a mi oído. Cerré los ojos por un segundo y asentí con la cabeza, soltando el aire que no sabía había estado conteniendo por mucho tiempo- Que la suerte esté siempre de tu parte, Broegan.
No pude sonreír ante aquello, simplemente me era imposible. Me alejé de ella y me despedí con un gesto de mano. Murmuré un pequeño “Gracias”, que sé que ella escuchó, dado a su amplia sonrisa. 10 segundos. Ingresé al tubo que esperaba por mí, para llevarme directamente a la Arena, que sólo estaba a metros o quizás centímetros de distancia. Mis ojos se encontraron con los de Denile por un momento, el cual aprovechó para transmitirme todo su apoyo. Y luego comencé a subir. Al ver al exterior lo que menos vi fue naturaleza.
Nos había tocado la Arena sorpresa.
Última edición por Effy. {themockingjay} el Lun 21 Ene 2013, 11:15 am, editado 1 vez
Effy.
Re: La sangre volverá a correr {Novela de Los Juegos del Hambre}
AQUI SELU SE VUELVE A REPORTAR:siento haberme desaparecido es que tuve algunos problemas pero aqui estoy ame los cap la nove me encanta cada vez la pones mas interezante tienes que continuarle porfiss.
Amo los personajes que creaste,sube sube sube sube jajaja
Amo los personajes que creaste,sube sube sube sube jajaja
Leyre
Re: La sangre volverá a correr {Novela de Los Juegos del Hambre}
AHHHHHHHH tienes que seguirlaaaaaaaaaaaa o si no me meto un tiro!! .-. okya siguelaaaaaaaaaa
Gracias, la Gerencia.
xd
Gracias, la Gerencia.
xd
Bellink1D
Re: La sangre volverá a correr {Novela de Los Juegos del Hambre}
Esta genial, ya tengo ganas de saber como es la arena :P.
PD: Me encanta el personaje de Teesha
PD: Me encanta el personaje de Teesha
roxluz62
Re: La sangre volverá a correr {Novela de Los Juegos del Hambre}
no puedo seguir esperando para el siguiente cap
siguela pronto plis:P
siguela pronto plis:P
mary de mellark
Re: La sangre volverá a correr {Novela de Los Juegos del Hambre}
selu-alexanderludwig escribió:AQUI SELU SE VUELVE A REPORTAR:siento haberme desaparecido es que tuve algunos problemas pero aqui estoy ame los cap la nove me encanta cada vez la pones mas interezante tienes que continuarle porfiss.
Amo los personajes que creaste,sube sube sube sube jajaja
¡Hooola, Selu!! C: Tranquila ;3 Que yo también me he desaparecido jujuju xd sdfghgfg ¿Te gustan los personajes? *o* Me demoré en crearlos LOL Ya la sigue c:
Effy.
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