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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
~Never Gonna Be Alone [Nicholas Jonas]
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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~Never Gonna Be Alone [Nicholas Jonas]
Nombre: Never Gonna Be Alone.
Autor: Lorena.
Adaptación: No.
Género: Drama y Romance.
Advertencias: A día de hoy (23/05/11) todos los post han sido editados para efectuar cambios en contradicciones y errores de escritura. La historia NO se ha remodelado.
Otras páginas: JB Spain.
Autor: Lorena.
Adaptación: No.
Género: Drama y Romance.
Advertencias: A día de hoy (23/05/11) todos los post han sido editados para efectuar cambios en contradicciones y errores de escritura. La historia NO se ha remodelado.
Otras páginas: JB Spain.
Never Gonna Be Alone
Prefacio
Aterrorizada, incapaz de moverme, solo podía acertar a obedecer sus órdenes. Cerré los ojos, intentando no llevarme por la desesperación que me cubría entera. Su rostro volvió a aparecer en mi mente, sonriéndome y colmándome de un vacío desesperante al que para mi desgracia, ya estaba acostumbrada…
Última edición por Kevonita el Vie 05 Jul 2013, 5:52 pm, editado 11 veces
Kevonita
Re: ~Never Gonna Be Alone [Nicholas Jonas]
Wiiiiiiiiiiiiiii
siguelaaaaaaaaaa
se ve buenisisisisima!!!
dale subi cap!!!
lectora nº1 y fan de tu nove nº1
soy marta pero me dicen mar o bloundie jaja
y yo soy de España, en Valencia jaja
tengo 15 años jajaja un poquito menos que tu jaja
pro bueno!
siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
siguelaaaaaaaaaa
se ve buenisisisisima!!!
dale subi cap!!!
lectora nº1 y fan de tu nove nº1
soy marta pero me dicen mar o bloundie jaja
y yo soy de España, en Valencia jaja
tengo 15 años jajaja un poquito menos que tu jaja
pro bueno!
siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
Invitado
Invitado
Re: ~Never Gonna Be Alone [Nicholas Jonas]
Marta, bienvenidísima! Gracias por leer y comentar, cosa que otras no han echo. A esas otras, gracias por leer y no comentar :evil: :evil: XDDD
En fin, aquí un nuevo cacho! Gracias de nuevo Marta! Te lo dedico! :D
—Ábrelo cuando estés en el avión —me recomendó, mientras Estelle me entregaba un paquete contemplando la escena con su característico escepticismo—, te ayudará a pensar en nosotros y alejar de tu mente la idea de que estás a cuatro mil o cinco mil o seis mil pies de altura… —suspiró Jacques sin soltarme.
—Vas a conseguir tu cometido, como sigas así —Estelle bufó sonoramente, mirándolo furibunda. Por supuesto, sólo lo dijo irónica.
—Opino igual que ella —dije, casi sin respiración por la manera tan vigorosa en la que me abrazaba mi amigo—. Cariño, ¿puedes soltarme? Sólo me voy por unas pocas semanas, te aburrirás sin mí pero, en fin, tienes a Estelle.
—Ya —me soltó para mirarla con el ceño fruncido—, pero ella no es tan estupenda como tú. ¿Qué va a ser de nuestra noche de chicas sin ti? ¡NADA!
—Bueno… celebraremos una en cuanto vuelva —sonreí.
—Me gusta como piensas —añadió, con un pequeño gorjeo saltando emocionado y aplaudiendo a la vez, causando un gran espectáculo.
Estelle, viendo lo ocupado que estaba festejando, me cogió del brazo alejándonos de él. Bufó por enésima vez.
—A veces puede dar vergüenza ajena.
—No digas eso. ¿Tengo que recordarte cuando yo no había hecho mi aparición estelar en vuestras vidas?—respondí regodeándome, pasándole un brazo por los hombros. A Jacques le encantaba agitarla y era algo de lo que yo disfrutaba plenamente—. Deberías alegrarte de que no fuera un chico triste, apocado y sensiblero. Pero, ahora, debes prometerme una cosa.
—¡Oh, no! ¡No vuelvas a utilizar esa mirada conmigo! —me señaló con el dedo, separándose bruscamente de mí como si acabara de confesarle que había contraído la peste.
—Reconócelo, esta mirada ha hecho mucho bien. Estelle, por favor, no le seas cruel con él, más bien, todo lo contrario. Por eso estamos teniendo esta charla.
—Lo intentaré —bufó y yo sonreí. Abrí los brazos, dispuesta a darle un enorme abrazo cuando me detuvo para añadir—, pero no te prometo nada —se cruzó de brazos girando la cabeza.
—Estelle, no me obligarás a decirle a mi abuela que te haga algún conjuro extraño… —la miré con cara de circunstancias y luego sonreí inocentemente— ¿verdad?
Lo cierto es que no tenía pensado viajar a San Francisco a ver a mi abuela.
—No serás capaz de hacer eso.
—Hace tres años que nos conocemos y me decepciona que todavía pienses eso —exclamé con aire lastimero, sonriendo orgullosa para mis adentros. Todas esas parafernalias sobre que mi abuela tenía raíces latinas y sus antepasadas estuvieron relacionadas a las brujas del siglo XVII por fin servían de algo. Estelle odiaba todo lo que tuviera que ver con el mundo sobrenatural y eso, de modo alguno, me favorecía a mí.
—Si quieres hundirme, lo vas a conseguir.
—Oh, no, sólo lo hago para que veas lo humano de las cosas y no te comportes tan mal con él. En el fondo le quieres. Le adoras, me atrevería a decir —sabía que estaba jugando con fuego en ese terreno, pero no pude contenerme.
—Muy —aclaró— en el fondo.
—Oh querida, yo también siento algo por ti —dijo el aludido, poniéndose a su lado parpadeando rápidamente.
Jacques y yo nos reímos y juntos conseguimos contagiar a la siempre adusta Estelle.
La terminal del aeropuerto parisino estaba a rebosar de gente. Sentada en el banco más próximo a la zona de embarque, entre mis manos retorcía un papel de publicidad. Estaba nerviosa, muy nerviosa. Odiaba con toda mi alma los aviones y más si tenía en cuenta que tenía que cruzar la península de España y Portugal y el océano Pacífico durante lo que iban a ser las quince horas más largas de mi vida.
«Pasajeros del vuelo JK678 pueden empezar a embarcar por la puerta 47b» anunció megafonía, primero en francés para repetirlo a continuación en inglés.
Más nerviosa que antes y armándome de un valor del que carecía, recogí mi equipaje de mano y me dirigí a la entrada del avión, donde se estaba formando una cola considerable al revisar los pasajes y los correspondientes DNI y pasaporte de la gente.
—Hola —me sonrió la empleada de la compañía, cuando llegué a su altura entregándole el pasaporte.
—Hola.
Tras revisarlo todo, esbozó otra sonrisa y me permitió el paso.
—Que tenga un feliz vuelo a Los Ángeles
—Gra-gracias —me costó un mundo intentar no tartamudear.
Con pasos inseguros, caminé hasta la entrada del aparato que tanto temía y, tras inspirar y respirar, di un paso introduciéndome en él. El equipo de vuelo nos dio la bienvenida con grandes sonrisas y deseándonos buenas tardes.
Busqué mi asiento entre los dos grandes pasillos de los que se componía el avión, separado por las tres filas de asientos a cada lado de ellos. Tras meter mi pequeña maleta en el portaequipajes, me derrumbé sobre el asiento intentando tranquilizarme como buenamente podía aunque por mi traicionera mente pasaban únicamente pensamientos desastrosos sobre mi forma de morir en aquél enorme aparato.
Piénsalo de este modo: así te ahorraras las charlas de papá y las broncas de mamá de que nunca vas a visitarlos, me dije a mi misma en un vano intento que no logró calmarme, si no todo lo contrario; atacó con más fuerza a mi acongojado espíritu.
No sé cuanto tiempo estuve ausente, perdida en mis pensamientos derrotistas pero cuando abrí los ojos, alguien había ocupado el asiento contiguo al mío. No conseguí ver su rostro claramente porque buscaba algo en su bolsillo derecho y tampoco es que me interesara mucho. Sólo rezaba incansablemente para mis adentros llegar cuanto antes a mi destino y si podía ser sin problemas ni turbulencias de por medio.
Cuando el aparato empezó a moverse lentamente, sentí que, o me clamaba de veras o empezaría a hiperventilar allí mismo y sin más prolegómenos. Ya en la pista de despegue aquello cogió una velocidad vertiginosa. Mi única solución fue agarrarme al asiento y echar la cabeza para atrás, esperando que se estabilizase cuanto antes.
—¿Estás bien? —preguntó una modulada y aterciopelada voz masculina, manteniendo una tensión inquietante en su tono.
En fin, aquí un nuevo cacho! Gracias de nuevo Marta! Te lo dedico! :D
1.-
—Ábrelo cuando estés en el avión —me recomendó, mientras Estelle me entregaba un paquete contemplando la escena con su característico escepticismo—, te ayudará a pensar en nosotros y alejar de tu mente la idea de que estás a cuatro mil o cinco mil o seis mil pies de altura… —suspiró Jacques sin soltarme.
—Vas a conseguir tu cometido, como sigas así —Estelle bufó sonoramente, mirándolo furibunda. Por supuesto, sólo lo dijo irónica.
—Opino igual que ella —dije, casi sin respiración por la manera tan vigorosa en la que me abrazaba mi amigo—. Cariño, ¿puedes soltarme? Sólo me voy por unas pocas semanas, te aburrirás sin mí pero, en fin, tienes a Estelle.
—Ya —me soltó para mirarla con el ceño fruncido—, pero ella no es tan estupenda como tú. ¿Qué va a ser de nuestra noche de chicas sin ti? ¡NADA!
—Bueno… celebraremos una en cuanto vuelva —sonreí.
—Me gusta como piensas —añadió, con un pequeño gorjeo saltando emocionado y aplaudiendo a la vez, causando un gran espectáculo.
Estelle, viendo lo ocupado que estaba festejando, me cogió del brazo alejándonos de él. Bufó por enésima vez.
—A veces puede dar vergüenza ajena.
—No digas eso. ¿Tengo que recordarte cuando yo no había hecho mi aparición estelar en vuestras vidas?—respondí regodeándome, pasándole un brazo por los hombros. A Jacques le encantaba agitarla y era algo de lo que yo disfrutaba plenamente—. Deberías alegrarte de que no fuera un chico triste, apocado y sensiblero. Pero, ahora, debes prometerme una cosa.
—¡Oh, no! ¡No vuelvas a utilizar esa mirada conmigo! —me señaló con el dedo, separándose bruscamente de mí como si acabara de confesarle que había contraído la peste.
—Reconócelo, esta mirada ha hecho mucho bien. Estelle, por favor, no le seas cruel con él, más bien, todo lo contrario. Por eso estamos teniendo esta charla.
—Lo intentaré —bufó y yo sonreí. Abrí los brazos, dispuesta a darle un enorme abrazo cuando me detuvo para añadir—, pero no te prometo nada —se cruzó de brazos girando la cabeza.
—Estelle, no me obligarás a decirle a mi abuela que te haga algún conjuro extraño… —la miré con cara de circunstancias y luego sonreí inocentemente— ¿verdad?
Lo cierto es que no tenía pensado viajar a San Francisco a ver a mi abuela.
—No serás capaz de hacer eso.
—Hace tres años que nos conocemos y me decepciona que todavía pienses eso —exclamé con aire lastimero, sonriendo orgullosa para mis adentros. Todas esas parafernalias sobre que mi abuela tenía raíces latinas y sus antepasadas estuvieron relacionadas a las brujas del siglo XVII por fin servían de algo. Estelle odiaba todo lo que tuviera que ver con el mundo sobrenatural y eso, de modo alguno, me favorecía a mí.
—Si quieres hundirme, lo vas a conseguir.
—Oh, no, sólo lo hago para que veas lo humano de las cosas y no te comportes tan mal con él. En el fondo le quieres. Le adoras, me atrevería a decir —sabía que estaba jugando con fuego en ese terreno, pero no pude contenerme.
—Muy —aclaró— en el fondo.
—Oh querida, yo también siento algo por ti —dijo el aludido, poniéndose a su lado parpadeando rápidamente.
Jacques y yo nos reímos y juntos conseguimos contagiar a la siempre adusta Estelle.
La terminal del aeropuerto parisino estaba a rebosar de gente. Sentada en el banco más próximo a la zona de embarque, entre mis manos retorcía un papel de publicidad. Estaba nerviosa, muy nerviosa. Odiaba con toda mi alma los aviones y más si tenía en cuenta que tenía que cruzar la península de España y Portugal y el océano Pacífico durante lo que iban a ser las quince horas más largas de mi vida.
«Pasajeros del vuelo JK678 pueden empezar a embarcar por la puerta 47b» anunció megafonía, primero en francés para repetirlo a continuación en inglés.
Más nerviosa que antes y armándome de un valor del que carecía, recogí mi equipaje de mano y me dirigí a la entrada del avión, donde se estaba formando una cola considerable al revisar los pasajes y los correspondientes DNI y pasaporte de la gente.
—Hola —me sonrió la empleada de la compañía, cuando llegué a su altura entregándole el pasaporte.
—Hola.
Tras revisarlo todo, esbozó otra sonrisa y me permitió el paso.
—Que tenga un feliz vuelo a Los Ángeles
—Gra-gracias —me costó un mundo intentar no tartamudear.
Con pasos inseguros, caminé hasta la entrada del aparato que tanto temía y, tras inspirar y respirar, di un paso introduciéndome en él. El equipo de vuelo nos dio la bienvenida con grandes sonrisas y deseándonos buenas tardes.
Busqué mi asiento entre los dos grandes pasillos de los que se componía el avión, separado por las tres filas de asientos a cada lado de ellos. Tras meter mi pequeña maleta en el portaequipajes, me derrumbé sobre el asiento intentando tranquilizarme como buenamente podía aunque por mi traicionera mente pasaban únicamente pensamientos desastrosos sobre mi forma de morir en aquél enorme aparato.
Piénsalo de este modo: así te ahorraras las charlas de papá y las broncas de mamá de que nunca vas a visitarlos, me dije a mi misma en un vano intento que no logró calmarme, si no todo lo contrario; atacó con más fuerza a mi acongojado espíritu.
No sé cuanto tiempo estuve ausente, perdida en mis pensamientos derrotistas pero cuando abrí los ojos, alguien había ocupado el asiento contiguo al mío. No conseguí ver su rostro claramente porque buscaba algo en su bolsillo derecho y tampoco es que me interesara mucho. Sólo rezaba incansablemente para mis adentros llegar cuanto antes a mi destino y si podía ser sin problemas ni turbulencias de por medio.
Cuando el aparato empezó a moverse lentamente, sentí que, o me clamaba de veras o empezaría a hiperventilar allí mismo y sin más prolegómenos. Ya en la pista de despegue aquello cogió una velocidad vertiginosa. Mi única solución fue agarrarme al asiento y echar la cabeza para atrás, esperando que se estabilizase cuanto antes.
—¿Estás bien? —preguntó una modulada y aterciopelada voz masculina, manteniendo una tensión inquietante en su tono.
Última edición por Kevonita el Vie 05 Jul 2013, 5:54 pm, editado 6 veces
Kevonita
Re: ~Never Gonna Be Alone [Nicholas Jonas]
Gracias!!!!!! por dedicarme el cap!!!
jejeje esque tu nove me encanta, fascina, etc..... (esque no se me ocurren sinonimos jaja)
sigueeeeeeeeeeeeeee
te pasas por las mias?? (en mi firma)
sigueeeeeeeeeeeeeeeeeeee
jejeje esque tu nove me encanta, fascina, etc..... (esque no se me ocurren sinonimos jaja)
sigueeeeeeeeeeeeeee
te pasas por las mias?? (en mi firma)
sigueeeeeeeeeeeeeeeeeeee
Invitado
Invitado
Re: ~Never Gonna Be Alone [Nicholas Jonas]
¿Tan mal escribo para qué nadie escriba o comente? XDDDD Me van a dejar con la moral por los suelos En fin, ahora subo. Gracias Marta por pasarte :)
Kevonita
Re: ~Never Gonna Be Alone [Nicholas Jonas]
2.-
Cual fue mi sorpresa que el mismo chico de antes era su dueño. El tipo poseía esa clase de belleza masculina que solo un puñado de mujeres tenía la suerte de ver en carne y hueso alguna vez en la vida. Poseedor también de una preciosa sonrisa que enamoraba, estaba visiblemente preocupado. Despegué mi cabeza del asiento cuando el avión se estabilizó ya en el aire. Cuando recuperé el habla, mi respiración normal y algo de compostura, me reincorporé un poco, y con una indiferencia que no sentía, contesté fingiendo una sonrisa nerviosa:
—Eh… Sí. Sí, sí, sí, sí. Sí, bien. Estoy bien. Gracias —mi balbuceo sólo podía delatarme y él pareció preocupado. Frunció el ceño.
—Me parece que en realidad no lo estás —respondió e inclinó la cabeza para mirarme mejor y esbozó una sonrisa torcida—.Y no es de extrañar si eres de las que les da miedo volar. Pero te aseguro que hay pocas posibilidades de que ocurra una tragedia. Yo no estaría aquí si eso hubiera ocurrido.
—¿Eres un trotamundos o algo parecido? —pregunté, todavía sofocada, desmontando mi postura de indiferencia.
—Puedes describirme así, si deseas.
—¿Qué ocurre si no me convence la idea?
—Una buena conversación puede que te distraiga de tu fobia —dijo—. Y, vaya, tienes a un compañero de asiento de lo más dicharachero a tu lado —se río mientras sus palabras penetraban en mi cerebro, tranquilizándome—. Anda, mira por la ventanilla. Apuesto a París se ve increíblemente precioso desde nuestra privilegiada posición.
Mi cerebro se detuvo un momento, negando cualquier tipo de visión desde una altura tan monstruosa. Luego pensé que no había vuelta atrás porque no podía cambiar mi situación ni retractarme de ella así que poco a poco, volví mis ojos al paisaje que esperaba ser contemplado. Un grupo de nubes bajas impedía mi visión con su copioso volumen pero, en cuanto el avión comenzó a atravesarlas, París mostró su belleza, aquella que no se mostraba desde el suelo.
Estaba maravillada.
—¿Mejor?
Me volví hacia él sonriendo a medias.
—Sí, gracias.
Él sonrió y pareció aliviado.
—¡Eso es estupendo! Entonces… ¿podrías devolverme la mano?
—¿Perdón? —pregunté extrañada.
Con un leve gesto que hizo con la cabeza, me indicó que mirara el reposabrazos compartido de nuestros asientos. Mi mano estaba aferrada a la suya de manera sobre protectora. Petrificada, volví a mirarle cuando me dedicó una tímida sonrisa y liberé sus dedos de los míos.
—Dis-disculpa, lo siento, no era mi intención, ya sabes… —vacilé torpemente, deseando que alguien me callase. Optar ahora por que el avión se estrellase, me parecía de repente, una idea asombrosa.
—No importa —me interrumpió, intentando cesar mi agonía—. Suele pasar. No viajas mucho ¿verdad?
—Trato de no hacerlo constantemente —confesé, lo que pareció resultarle divertido—. Donde haya un destino en coche, lo demás puedo dejarlo aparcado.
Era tremendamente atractivo. Sus ojos, levemente achinados desprendían brillo y confianza en sí mismo. Realmente, tuve que hacer muchos esfuerzos por no quedarme mirándole embobada.
Recordé a tiempo para el salvaje martilleo de mi corazón en el pecho el pequeño regalo que me habían dado Jacques y Estelle.
Rápidamente rebusqué en mi bolso sacando de la bolsa de plástico el presente bien enfundado en una colorida lámina. Con cautela y precisión, abrí el papel por donde lo habían pegado con una tira de celo, igual que hacía siempre, fruto de mi meticulosidad que ponía de los nervios a mi hermana Liz. Cuando descubrí su contenido, me llevé una mano a la boca para no reírme escandalosamente del objeto que tenía entre las manos: Pepito Grillo y sus aventuras por el bosque de la Fresa”.
Escuché un carraspeo y miré a mi lado, de donde provenía.
—Entretenido libro —dijo, y como si nada, añadió—. Ya me lo he leído.
Mi compañero de asiento sonrió con inocencia. Esa misma que hacía que me derritiera por dentro desde el primer momento en que le había visto. Y eso no me gustaba nada. Aquel hombre podría robarle el corazón a cualquier mujer si se lo propusiera, pero no el mío. De ninguna manera.
—¿Te lo creerías si te dijera que es para mi sobrino? —pregunté con la esperanza de que simplemente afirmara.
—Si tú quieres que haga la vista gorda, lo haré —acotó intentando parecer convencido.
—Ciertamente, me harías un gran favor —suspiré medio avergonzada—, puesto que no tengo sobrino.
Y él se echó a reír. Se echó a reír dándome el perfecto pretexto para tener una razón más por la que podía caer rendida a sus pies.
—No hay más que hablar, entonces —me extendió su mano—. Soy Nicholas, por cierto.
—Cassandra.
Su mano era cálida, grande, fuerte. El roce hizo que mi corazón se acelerase. ¿Dónde habían quedado los dos besos en la mejilla? Claro, para él eso debería ser una muestra de tacto y demasiada confianza y en América se daba sólo uno. Lo agradecí de veras, pues no estaba yo para ataques del corazón y mucho menos a cinco mil pies de altura. O más.
Volvió a entrarme el pánico, así que agradecí su interrupción.
—Bien y… —chascó la lengua, incómodo, típico de esos tensos minutos en los que conoces a alguien y no sabes que vas a preguntar a continuación para hacer una conversación decente—. ¿Vas a Los Angeles por negocios o placer?
¿Cómo podía explicarle que volver a mi casa me parecía un infierno al que nunca pensé que volvería? Es decir, sabía que regresaría, sí, pero para fechas señaladas como bodas, bautizos y demos gracias. Navidades tal vez, pero llevaba cuatro años sin acudir a una, justo desde que me fui.
—Por… placer, eso es —mentí, sintiéndome más culpable que nunca—. Deduzco por tu acento que de francés no tienes mucho.
—Touché —me deslumbró con otra sonrisa radiante—. He venido a resolver unos pequeños asuntos. Pero he de decirte que tú tampoco pareces una auténtica parisina.
—Culpable —afirmé, intentando producir el mismo efecto que él causaba en mí con otra sonrisa. No funcionó—. Aquí donde me ves, soy una chica de California. Hice mis estudios universitarios aquí y al terminarlos me establecí por mí cuenta y fascinada por el ambiente de Paris. Simplemente, no pude irme.
¡Diablos…!, seguro que el pobre chico pensaba que había almorzado lengua para desayunar. ¡Estaba contándole prácticamente hasta mi nacimiento! Pero claro, él había empezado primero, yo no tenía la culpa de que desconociese completamente que podía pasarme horas y horas hablando cuando me daban conversación por muy desconocida que fuese la persona. Y eso me iba aún mejor porque prácticamente podía contar todas mis experiencias hasta que la persona a quien le relataba todas las cosas o se quedaba dormida de aburrimiento o bien acaban por decirme que era una pesada de buenas a primeras y se largaban.
O los educados, se hacían los dormidos.
—No es de extrañar que te hayas enamorado de todo esto —interrumpió mis pensamientos, pero no me importó—. Francia es un país maravilloso. Y, dime, ¿ahora vuelves a casa definitivamente?
—Oh, no. No. Vuelvo para ver a la familia durante el verano. De ahí mi viaje de placer; hace varios años que no piso suelo americano. Están deseando verme, ya sabes.
… Y en realidad, todavía no sabía por qué. Mamá y papá siempre me habían considerado la oveja negra de la familia. Yo era la hija pequeña detrás de Lisa, quien siempre había ostentado el título de hija perfecta, la que todos querían, la niña obediente. Yo, en cambio, era la que arruinaba todo en las fiestas más importantes tanto con una sonrisa inocente como por tener una actitud alocada y extrovertida para su gusto, sin una pizca de glamour, como la perfecta Lisa.
Odiaban las cosas que me caracterizaban y me hacían auténtica hacia los ojos de las demás personas pero lo que ellos no sabían es que yo odiaba su estúpido carácter superficial.
Pese a todo, esperaban que, con el paso del tiempo me encarrilara (por decirlo de alguna manera) hacía un futuro que habían planeado para mí sin obtener mi permiso si quiera. No podían ni querían ver más allá de sus propósitos por lo que, cuando les anuncié mi firme e irrevocable decisión de estudiar algo que ellos no sabían apenas que existía, pusieron el grito en el cielo.
Por todos los medios trataron de hacerme ver que no era la decisión correcta, que la afirmativa era la que ellos querían que escogiese y me negaba a hacerlo. Sus estúpidas y ridículas maneras de intentar convencerme para que eligiese la abogacía, solo acabaron por reafirmar mi idea de lo que quería ser en el futuro. Y lo conseguí.
Salí del instituto con matrícula de honor y Francia se convirtió en mi casa cuando me confirmaron que, con gusto, me admitían en su programa universitario. A regañadientes, papá y mamá accedieron a dejar que hiciese lo que quisiese y así se libraban un poco de mí.
Me instalé en una pequeña pensión por unos días y entre tanto, busqué un piso para compartir. Y así fue como di con Jaques y Estelle. Ambos eran dos años más mayores que yo pero no fue un impedimento para que se creara entre nosotros una gran amistad.
Y ahora que los tres teníamos trabajos y habíamos sudado la gota gorda a base de de exámenes, aprender el idioma en unos tres meses para poder entender medianamente bien a la gente (en mi caso) y haber salido vivos, teníamos un piso mucho mejor que el anterior, con una habitación cada uno, en el centro de la cuidad y con mayor accesibilidad.
—¿Cuánto tiempo has estado en la ciudad? —pregunté esta vez para cambiar de tema y no indagar mucho en lo que concernía al mío.
—Cuatro días.
—Espero que hayas tenido tiempo de ver lo más emblemático.
—Oh, sí. El hotel por lo menos tenía unas bonitas vistas de la Torre Eiffel y el taxista al menos tuvo la decencia de pasar por los Campos Elíseos y el Arco del Triunfo.
—Sé optimista —le aconsejé—. Al menos has visto más de lo que muchas personas podrán ver en vida.
—Mira —titubeó un tanto antes de seguir—; puede que te haya dado una idea equivocada. La verdad es que he visitado la cuidad anteriormente con mi familia y en más de una ocasión. Pero siempre era algo de paso, nunca he sabido sus costumbres y sólo sé unas pocas palabras que no pueden formar una frase completa, pero te prometo que vendré de nuevo si estás dispuesta a hacerme de guía. ¿Qué me dices? —otra vez aquella sonrisa estaba pintada en su cara obligándome a aceptar sin siquiera pensar en las consecuencias. ¿Era aquello una señal inequívoca de que deseaba volver a verme?
De repente, sentí que mi corazón se aceleraba de una manera que había creído imposible hasta eso momento. Tan fuerte eran los latidos que creí incluso que él podía escucharlos. Para mi suerte, solo me miraba expectante, esperando oír una respuesta.
—Te doy mi palabra —estreché mi mano para acabar de finalizar el trato.
Él la tomó con tanta delicadeza que me podía haberme quedado así hasta la eternidad. Podía acostumbrarme al roce de su piel con la mía o a la colonia y loción de afeitar que se colaba por mi nariz. Lástima que sólo duró unos segundos que me parecieron infinitamente cortos, más de lo que ya eran.
Última edición por Kevonita el Vie 05 Jul 2013, 5:56 pm, editado 4 veces
Kevonita
Re: ~Never Gonna Be Alone [Nicholas Jonas]
lore!!!!
volvi de vacaciones!!!!!!!! Wiiiii!!!!
no hagas caso ....escribes genial y a mi me encanta esta nove !!!!!!!
sigue por favor te lo suplico!!!!!!
sigueeeeeeeeeeeeeeee
UNETE PORFAVOR: www.solonovesjonas.foroactivo.com
volvi de vacaciones!!!!!!!! Wiiiii!!!!
no hagas caso ....escribes genial y a mi me encanta esta nove !!!!!!!
sigue por favor te lo suplico!!!!!!
sigueeeeeeeeeeeeeeee
UNETE PORFAVOR: www.solonovesjonas.foroactivo.com
Invitado
Invitado
Re: ~Never Gonna Be Alone [Nicholas Jonas]
Marta, una vez más,
¡GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS por pasarte guapa!
¡GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS por pasarte guapa!
Última edición por Kevonita el Lun 20 Mayo 2013, 1:27 pm, editado 2 veces
Kevonita
Re: ~Never Gonna Be Alone [Nicholas Jonas]
Hola.
Te encontré soy Magui la chica que escribe la nove de Kev.
Tu nove es hermosa escribes perfecto de verdad. Perdón por no haber pasado antes, es que no sabia que tenias nove, y cuando me enteré quise saber cual era de inmediato y te encontré :D :D
Y me encantó.
Gracias por ser una de las mejores lectoras e mi nove.
Y no te pongas mal, tienes razón hay mucha gente que no sabe apreciar a las verdaderas escritoras como "tu" escribes muy lindo.
te quiero Cariños: Magui :hi:
Te encontré soy Magui la chica que escribe la nove de Kev.
Tu nove es hermosa escribes perfecto de verdad. Perdón por no haber pasado antes, es que no sabia que tenias nove, y cuando me enteré quise saber cual era de inmediato y te encontré :D :D
Y me encantó.
Gracias por ser una de las mejores lectoras e mi nove.
Y no te pongas mal, tienes razón hay mucha gente que no sabe apreciar a las verdaderas escritoras como "tu" escribes muy lindo.
te quiero Cariños: Magui :hi:
Magui
Re: ~Never Gonna Be Alone [Nicholas Jonas]
No me aprecian a mí, pero, por desgracia, tampoco a tí... ¿Sabes por que creo que es? Por que no quieren competencia de las que son buenas com tú XDD
Un besazo y gracias por pasarte por mi novela! :D
Un besazo y gracias por pasarte por mi novela! :D
Kevonita
Re: ~Never Gonna Be Alone [Nicholas Jonas]
Bueno, iba a colgar el otro día pero se me olvidó ¡Jajajaj! Gracias a las que se pasan y comentan! Un besazo!
Su presencia me había reconfortado tanto que olvidé donde estaba. Simplemente me podía perder en sus ojos, que eran como mi antídoto para lo que yo había considerado incurable. Increíblemente mi fobia desapareció.
Pero, tan prono había desaparecido, volvió con más fuerza que nunca cuando el avión empezó a inclinarse hacía la izquierda y la visión de las algodonosas nubes que se colaban por la retina de mi ojo, habían dejado paso a la perfecta vista de la cuidad desde la gran altura y tanto como dejaba la estrecha ventanilla.
Noté mi respiración acelerarse por momentos y el pánico invadiéndome. No recordaba haberme sentido así en el viaje de ida a París y de no vuelta a casa. En realidad no recordaba nada, solo que las pastillas que me había tomado hicieron su potente efecto. ¿Por qué demonios no había comprado esta vez?
Nick rápidamente cogió un folleto publicitario del bolsillo del asiento delante y empezó a abanicarme.
—¿Por qué no te relajas? —Me aconsejó esta vez él a mí—. ¿Nunca has oído que el avión es el medio más seguro?
—Eso cuéntaselo a los que se han estrellado y han muerto.
Su mirada de desaprobación me hizo sentir como una chiquilla obstinada de cuatro años.
—Con tu actitud no vamos a ninguna parte. Sólo intento que dejes de pensar en… Bah, no importa. Te pediré algo para que te tranquilices, están empezando a servir bebidas y cosas de comer ¿qué quieres?
—Ahora mismo no podría tomar nada, pero gracias. Cuando el estómago descomponga lo que le eche, acabará en el suelo o en tus zapatos. Y siento ser tan explícita.
—Quien avisa no es traidor —volvió a sonreír. Ojala dejase de hacer eso.
—Una gran verdad.
Tras cerciorarse una vez más de que estaba bien, se formó entre nosotros el típico incómodo silencio ese que no sabes muy bien cómo romper y simplemente no lo haces con lo cual una horda de pensamientos volvió a apoderarse de mí. Dejé que me invadieran, pero no así el pánico o correría el riesgo de asustar a la magnífica criatura situada a mi lado que me miraba de reojo y yo a él, claro. Me froté las sienes para calmarme y relajarme tal y como me había aconsejado.
—Tengo un método que puede que te sirva.
—¿De veras? Por que necesito algo que sea verdaderamente eficaz.
—Trata de dormir.
—No sé si podré —dije.
—Inténtalo.
La prueba perfecta: se había cansado de mí. Y esa era la única manera de librarse de una pelmaza como yo sin ser descortés o mal hablado, “aconsejándome” que me durmiese.
Me acomodé en mi asiento intentando relajarme totalmente y respirando acompasadamente.
Cuando era pequeña y no podía dormirme, mi método tradicional era contar ovejitas. Siempre funcionaba. Y ahora, iba a modificar ese método. En vez de contar las típicas y aburridas ovejitas, contaría Nicks. Al menos, intentaría que por unas pequeñas horas, soñar con él…
Desperté con un dolor de cervicales que había que tener en cuenta. No abrí los ojos pero recordar donde estaba, me hizo hacerlo. El ruido del motor me taladraba los oídos mientras restregaba mi mano por mi cara, intentando despertar mis sentidos de una vez por todas.
Estaba aturdida.
Desconcertada, me di cuenta que tenía la cabeza inclinada sobre algo duro e incómodo. Muy incómodo. Me removí inquieta sobre mi asiento y levanté la mirada. Estaba apoyada sobre el hombro de Nicholas, a quién desperté con mis bruscos movimientos, pues descubrí demasiado tarde que también él estaba durmiendo. Parpadeó un par de veces intentando situarse, me miró y me sonrió dulcemente, un gesto que no dudé en corresponder. Finalmente me incorporé sobre mi sitio totalmente con su olor impregnado en mi pelo. Empezaba a dudar si lavármelo o no.
—Tu cabeza es bastante cómoda para dormir —dijo con voz soñolienta. Se llevó una mano a la boca para bostezar.
—Gracias —respondí, cubierta de pronto por una inquietud y vergüenza que me sorprendió. Decidí pensar que era por el hecho de que era un desconocido.
—Tu hombro es un poco más duro de lo deseado, pero tampoco está nada mal.
Soltó una breve risita y acabó mirándome a los ojos. Con lo que yo acabé esquivando su mirada, intimidada.
Agradecí a mi cuerpo que mi estómago rugiese con fuerza cuando en otras ocasiones hubiese pedido que la tierra me tragase.
Sin previo aviso, Nicholas levantó la mano haciendo una seña y en un abrir y cerrar de ojos, una exuberante morena se plantó a su lado devorándole con la mirada de tigresa y él ni se inmutaba.
—¿En qué puedo ayudarle?
Qué pinta de facilona y lagarta tenía. Me atrevería a decir incluso que era una fresca desvergonzada y muchas cosas más.
—Podría traernos un ¿café con leche? —me miró esperando mi aprobación. Asentí—. Con ¿azúcar? —asentí nuevamente—. Y un cacho de tarta de chocolate para la señorita y para mí un café con leche y sacarina y un bollo sin azúcar, por favor.
—Ahora mismo vuelvo.
—Gracias por tomarte tantas molestias para que me sienta cómoda —dije con toda mi inocencia cuando se hubo marchado la azafata.
—Hospitalidad americana —sonrió nuevamente.
Sentía que me iba a volver adicta como no dejase de hacerlo.
3.-
Su presencia me había reconfortado tanto que olvidé donde estaba. Simplemente me podía perder en sus ojos, que eran como mi antídoto para lo que yo había considerado incurable. Increíblemente mi fobia desapareció.
Pero, tan prono había desaparecido, volvió con más fuerza que nunca cuando el avión empezó a inclinarse hacía la izquierda y la visión de las algodonosas nubes que se colaban por la retina de mi ojo, habían dejado paso a la perfecta vista de la cuidad desde la gran altura y tanto como dejaba la estrecha ventanilla.
Noté mi respiración acelerarse por momentos y el pánico invadiéndome. No recordaba haberme sentido así en el viaje de ida a París y de no vuelta a casa. En realidad no recordaba nada, solo que las pastillas que me había tomado hicieron su potente efecto. ¿Por qué demonios no había comprado esta vez?
Nick rápidamente cogió un folleto publicitario del bolsillo del asiento delante y empezó a abanicarme.
—¿Por qué no te relajas? —Me aconsejó esta vez él a mí—. ¿Nunca has oído que el avión es el medio más seguro?
—Eso cuéntaselo a los que se han estrellado y han muerto.
Su mirada de desaprobación me hizo sentir como una chiquilla obstinada de cuatro años.
—Con tu actitud no vamos a ninguna parte. Sólo intento que dejes de pensar en… Bah, no importa. Te pediré algo para que te tranquilices, están empezando a servir bebidas y cosas de comer ¿qué quieres?
—Ahora mismo no podría tomar nada, pero gracias. Cuando el estómago descomponga lo que le eche, acabará en el suelo o en tus zapatos. Y siento ser tan explícita.
—Quien avisa no es traidor —volvió a sonreír. Ojala dejase de hacer eso.
—Una gran verdad.
Tras cerciorarse una vez más de que estaba bien, se formó entre nosotros el típico incómodo silencio ese que no sabes muy bien cómo romper y simplemente no lo haces con lo cual una horda de pensamientos volvió a apoderarse de mí. Dejé que me invadieran, pero no así el pánico o correría el riesgo de asustar a la magnífica criatura situada a mi lado que me miraba de reojo y yo a él, claro. Me froté las sienes para calmarme y relajarme tal y como me había aconsejado.
—Tengo un método que puede que te sirva.
—¿De veras? Por que necesito algo que sea verdaderamente eficaz.
—Trata de dormir.
—No sé si podré —dije.
—Inténtalo.
La prueba perfecta: se había cansado de mí. Y esa era la única manera de librarse de una pelmaza como yo sin ser descortés o mal hablado, “aconsejándome” que me durmiese.
Me acomodé en mi asiento intentando relajarme totalmente y respirando acompasadamente.
Cuando era pequeña y no podía dormirme, mi método tradicional era contar ovejitas. Siempre funcionaba. Y ahora, iba a modificar ese método. En vez de contar las típicas y aburridas ovejitas, contaría Nicks. Al menos, intentaría que por unas pequeñas horas, soñar con él…
Desperté con un dolor de cervicales que había que tener en cuenta. No abrí los ojos pero recordar donde estaba, me hizo hacerlo. El ruido del motor me taladraba los oídos mientras restregaba mi mano por mi cara, intentando despertar mis sentidos de una vez por todas.
Estaba aturdida.
Desconcertada, me di cuenta que tenía la cabeza inclinada sobre algo duro e incómodo. Muy incómodo. Me removí inquieta sobre mi asiento y levanté la mirada. Estaba apoyada sobre el hombro de Nicholas, a quién desperté con mis bruscos movimientos, pues descubrí demasiado tarde que también él estaba durmiendo. Parpadeó un par de veces intentando situarse, me miró y me sonrió dulcemente, un gesto que no dudé en corresponder. Finalmente me incorporé sobre mi sitio totalmente con su olor impregnado en mi pelo. Empezaba a dudar si lavármelo o no.
—Tu cabeza es bastante cómoda para dormir —dijo con voz soñolienta. Se llevó una mano a la boca para bostezar.
—Gracias —respondí, cubierta de pronto por una inquietud y vergüenza que me sorprendió. Decidí pensar que era por el hecho de que era un desconocido.
—Tu hombro es un poco más duro de lo deseado, pero tampoco está nada mal.
Soltó una breve risita y acabó mirándome a los ojos. Con lo que yo acabé esquivando su mirada, intimidada.
Agradecí a mi cuerpo que mi estómago rugiese con fuerza cuando en otras ocasiones hubiese pedido que la tierra me tragase.
Sin previo aviso, Nicholas levantó la mano haciendo una seña y en un abrir y cerrar de ojos, una exuberante morena se plantó a su lado devorándole con la mirada de tigresa y él ni se inmutaba.
—¿En qué puedo ayudarle?
Qué pinta de facilona y lagarta tenía. Me atrevería a decir incluso que era una fresca desvergonzada y muchas cosas más.
—Podría traernos un ¿café con leche? —me miró esperando mi aprobación. Asentí—. Con ¿azúcar? —asentí nuevamente—. Y un cacho de tarta de chocolate para la señorita y para mí un café con leche y sacarina y un bollo sin azúcar, por favor.
—Ahora mismo vuelvo.
—Gracias por tomarte tantas molestias para que me sienta cómoda —dije con toda mi inocencia cuando se hubo marchado la azafata.
—Hospitalidad americana —sonrió nuevamente.
Sentía que me iba a volver adicta como no dejase de hacerlo.
Última edición por Kevonita el Lun 20 Mayo 2013, 1:31 pm, editado 2 veces
Kevonita
Re: ~Never Gonna Be Alone [Nicholas Jonas]
NUEVA LECTORA , mientras ivas avansando los capitulos me arrpentia mas de no haber empezado a leerla antes , tu nove se ve muy buena .. realmente me agrado mucho , espero que sigas subiendo aunque solo unas cuatro personas comenten :D piensa que igual si hay mcuhas personas que te valoramos como escritora , escribes muy bien me gusto mucho , cuidate
sigue porfavor
sigue porfavor
Invitado
Invitado
Re: ~Never Gonna Be Alone [Nicholas Jonas]
¡Hola chicas! Aquí estoy de nuevo. Me alegra tener dos lectoras nuevas (gracias a Dios!) Jajajajaa! Así que Dirty_vampire y Alba_nickJ bienvenidísimas a mi fic. Espero que os siga gustando.
Última edición por Kevonita el Lun 20 Mayo 2013, 1:33 pm, editado 2 veces
Kevonita
Re: ~Never Gonna Be Alone [Nicholas Jonas]
loreloveskevin escribió:¡Hola chicas! Aquí estoy de nuevo. Me alegra tener dos lectoras nuevas (gracias a Dios!) Jajajajaa! Así que Dirty_vampire y Alba_nickJ bienvenidísimas a mi fic. Espero que os guste! Sin más que decir, os dejo con el capítulo! :D
Capítulo 3 (segunda parte) .-
Desconcertada, me di cuenta que tenía la cabeza inclinada sobre algo duro e incómodo. Muy incómodo. Me removí inquieta sobre mi asiento y levanté la mirada. Estaba apoyada sobre el hombro de Nicholas, a quién desperté con mis bruscos movimientos, pues también él estaba durmiendo. Parpadeó un par de veces intentando situarse, me miró y me sonrió dulcemente, un gesto que no dudé en corresponder. Finalmente me incorporé sobre mi sitio totalmente con su olor impregnado en mi pelo. Empezaba a dudar si lavármelo o no.
- Tu cabeza es bastante cómoda para dormir – dijo con voz soñolienta. Se llevó una mano a la boca para bostezar.
- Gracias – respondí, cubierta de pronto por una inquietud y vergüenza que me sorprendió.
- Tu hombro es un poco más duro de lo deseado, pero tampoco está nada mal – contrarresté.
Soltó una breve risita y acabó mirándome a los ojos. Con lo que yo acabé esquivando su mirada, intimidada.
Agradecí a mi cuerpo que mi estómago rugiese con fuerza cuando en otras ocasiones hubiese pedido que la tierra me tragase.
Sin previo aviso, Nicholas levantó la mano haciendo una seña y en un abrir y cerrar de ojos, una exuberante morena se plantó a su lado devorándole con la mirada de tigresa y él ni se inmutaba.
- ¿En qué puedo ayudarle? – dijo, con una sonrisa de oreja a oreja.
Qué pinta de facilona y lagarta tenía. Me atrevería a decir incluso que era una fresca desvergonzada y muchas cosas más.
- Podría traernos un… ¿café con leche? – me miró esperando mi aprobación. Asentí -. Con… ¿azúcar? – asentí nuevamente -. Y un cacho de tarta de chocolate para la señorita y para mí un café con leche y sacarina y un bollo sin azúcar, por favor.
- Bien, ahora mismo vuelvo.
- Gracias por tomarte tantas molestias para que me sienta cómoda – dije con toda mi inocencia cuando se hubo marchado la azafata.
- No hay de qué – sonrió nuevamente.
Sentía que me iba a volver adicta como no dejase de hacerlo.
Capítulo 4 (primera parte) .-
Miré mi reloj. Eran las seis y diez de la mañana. ¿¡Las seis y diez!?
- ¿Tanto he dormido? – pregunté, avergonzada.
- Ya ves que al fin caíste en los brazos de Morfeo… - confirmó.
- Lógico. Ayer apenas pude dormir de los nervios. Pero he de reconocer que me ha sentado de cine. ¿Tú has dormido bien?
- Si, claro. He dormido un poco menos que tú pero sí, bien – respondió bostezando otra vez.
- Bien.
La azafata llegó con el pedido y me pasó el café y el cacho de tarta con una sonrisa. Lo dejé sobre la mesilla plegable que abrí y ayudé a ponérsela a Nicholas también. Iba a sacar la cartera cuando él mismo me frenó.
- Cielo, déjame pagar a mí – me dijo sin mirarme.
La sonrisa de la lagarta desapareció al tiempo que mis ojos se desorbitaron y, si hubiera tenido el café en mi mano, en esos momentos estaría derramado sobre mi ropa.
Cuando ella se fue, echándome una mirada fulminante de esas que si matasen ya estaría echa polvo sobre mi asiento, Nicholas dio un trago generoso de su café ignorando por completo que mi corazón estaba a punto de salírseme del cuerpo.
espera espera.. el me dijo CIELO? aaish es que ame la primera aprte del capitulo 4 & bueno el capitulo 3 porfavor tienes que seguir u.u quiero seguir durmiendo en su hermoso hombro.. :arre:
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