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Cuento de invierno. El origen de los Péepem.
O W N :: Originales :: Originales :: One Shot's (originales)
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Cuento de invierno. El origen de los Péepem.
- ficha Obligatoria:
- Nombre: El origen de los Péepem
Autor: Mike Gallagherry
Adaptación: No.
Género: One Shot||Fantasía.
Advertencia: No.
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Por las calles de la antigüa Valladolid corría un joven de cabello oscuro en dirección a la catedral en donde se encontraba su madre, ella era conocida como la panadera de la acomodad ciudad.
-¡Mamá!- el pelinegro corrió hacía donde ella estaba, tenía un hermosa vestido fucsia del cual pendían delicadamente los arreglos de hilo de plata que formaban mariposas, no cualquier tipo de mariposa, eran mariposas monarcas. La mujer llevaba una canasta en su cabeza en donde llevaba el pan o el olor de este.
-Mande- revolvió los cabellos del chico, trato de removerse pero no pudo, alzo su mirada, ámbar como la de su madre.
-Ya llegaron- caminaron por la pequeña plazuela en donde revoloteaban las mariposas anaranjadas dejando un rastro de polvo plateado en su peregrinar. Detrás de ellas venía un grupo de gente con inmensas calaveras blanquecinas decoradas con distintos colores, algunas llevaban vestidos, otras iban pintadas simplemente con decoraciones naturales como flores, animales, elementos de la costa pero sin dejar de lado uno de los grandes estandartes de aquel lugar. Mariposas monarca.
-Bellísimo ¿No?- lo atrajo más a ella, asintió. El sol comenzaba a ocultarse pintando a la ciudad de un hermoso color amarillo o anaranjado, todo dependía de la perspectiva con la que se veía. El chico se acurruco más a su madre dejando soltar un suspiro, pronto la Luna empezó a aparecer dejando un gran manto de estrellas inmersas en una manta morada.
-¿Qué era lo que dejaron las mariposas?-
-Polvo de Invierno- contesto su madre sin dejar de ver a la Luna.
-¿De donde sale?-
-Las mariposas las traen consigo, cuando ellas llegan el invierno lo hace igual- respondió.
-Pero, ¿Cómo?-
-Te contare una historia que me dijo la Luna…- ambos vieron a la Luna, el chico cerro los ojos.
Luna.
Érase una vez hace mucho tiempo en los lejanos bosques de la Luna, en un lugar apartado de la estas Tierras un misterioso ser, tenía cuatro grandes alas en las cuales se reflejaban los principales sentimientos de nuestro pueblo, esos sentimientos eran: Amor, Tristeza, Alegría & Celos. Cada uno era una estación, pero pronto hubo problemas.
En un principio este ser creyó que sería algo rápido, que pasaría igual que un dolor de cabeza así que espero y espero pero después de un tiempo se dio cuenta que no era así por lo que decidió ir a la colina más alta para hablar con la Luna, ella era un mujer que vivía en otra Tierra no tan lejana como para hacer una larga travesía de dos años como lo era visitar a su padre. El Sol, ¿no se los dije?, se me paso, La Luna es la madre de este ser.
Emprendió su viaje desde las montañas de aire & plata para llegar a la colina de La Luna, conforme avanzaba por el bosque se dio cuenta que de una de sus alas empezaba a pintarse de color plata, eso no era normal pero lo que más llamo su atención fue como esta ala empezaba a volverse polvo, continuó caminando hasta que se sintió débil, como las hojas del verano ante el frio del otoño.
-Luna, no me abandones más, tiendo a recuperar, en las cunas de tus cárceles, silencio se abre la tierra & se alzan los mares al compás del Volcán- su vista se posaba en el cielo oscurecido en donde veía las esperanzas de la humanidad ardiendo silenciosamente a miles de kilómetros de distancia de donde él estaba, si tan solo los pequeños seres de maíz supieran que eran escuchados o del poder que ellos tenía sabrían más allá de lo que sus corazones los dejaban ver.
Continuo avanzando por aquel sendero, observo como la gran colina se alzaba majestuosamente sobre el valle de la Luna, tomo aire empezando a escalar, la cima se hacía cada vez más lejana pero era más su deseo de saber que era lo que tenía que el de rendirse. Pronto vio al Sol alumbrar parte del valle, siguió escalando mientras su ala se desmoronaba inundando las llanuras de un frió agradable.
-En el faro de tu amor, en el regazo de piel, me dejo llevar el sol, es que nadie me cuida así, en un arrullo de estrellas- dijo mientras avanzaba por la pequeña pasarela de piedra blanca resplandeciente.
-“Amor de invierno”- se giró y al fin la pudo ver, allí estaba ella con su cabello negro cayendo sobre sus hombros, sus inmensos ojos miel junto con aquel hermoso vestido.
-Ke'elil, la tierra de maíz no está obrando bien, está dejándose llevar por los celos- el chico alado bajo la mirada, ¿qué podía hacer él?- puedes hacer muchas cosa y entre ellas está el de crear, eres hijo del Sol & de la Luna sé que podrás- el morocho se sentó y fue entonces que comenzó a dibujar sobre el piso, los dedos del chico se movía delicadamente al compás de las estrellas, posando sus manos sobre su dibujo lo elevo dejando escapar un millar de estas criaturas con bordes negros con delicados puntos blancos pero en el centro estaban pintadas de naranja con un toque de este polvo plateado.
-Se llaman Péepem,- pronto emprendieron un largo peregrinar sobre los deseos del pueblo de maíz hasta llegar a ese lugar. Al principio el joven sintió una oleada de calor, era agradable se sentía igual que los suaves pétalos de flores que caían en la bahía del Sol pero pronto cambió ya no era un simple rose o un simple calor… su corazón empezaba a acelerarse. Era amor. Alzo su vista observando como su padre colocaba sus manos sobre la cadera de su padre quien era más alto que ella.
Se dice que Ke'elil bajo una vez a la Tierra y quedo maravillado por lo que había pasado, tanto que decidió nombrar ese lugar al que habían llegado las Péepem, el País de las Mariposas, cada año regresan dejando su polvo de plata a su paso haciendo de ese lugar, un lugar mágico & romántico en el que las parejas del pueblo de maíz pueden sentir lo que alguna vez él sintió. Amor.
Mike Gallagherry
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