EL CHICO DEL APARTAMENTO 16 - NIALL HORAN Y TÚ

¿Quién soy yo? La chica del apartamento 22. Soy antisocial, tímida y muy vergonzosa; cualidades que no combinan muy bien.

Cada día salgo a correr a las cinco de la mañana. Hay un chico en el departamento 16 que suele salir también. Es muy guapo, no lo conozco personalmente, pero cuando nos encontramos en la calle o en el mismo ascensor, compartiendo el mismo aire, no me saluda. Sólo me mira fijamente y se va. Es verdaderamente guapo. Tiene ojos azules y pelo rubio como el Sol. Me apasiona un lunar que tiene en el cuello, aunque él siempre lo trata de ocultar.

No me emociono porque él nunca se fijaría en mí, no soy bonita, algo gorda, no soy tan alta como desearía, y a veces me pongo tan pálida que parezco muerta.

Viene la fiesta de verano, en la que supuestamente toda la familia de todos los lugares nos reunimos en una casa. Este año, y el pasado, toca en la mía.

Pero todos, sin excepción llaman a decir que no pueden venir, que tienen mejores planes o que simplemente no ven la importancia del tema.

Entonces me quedo sola, con el televisor encendido viendo novelas y leyendo libros. Cuando suena la puerta. Al abrir me encuentro con una carta.

"Hola, esto es raro porque no nos conocemos en lo absoluto. Pero siempre coincidimos en los mismos sitios. Hoy, he visto que nadie ha llamado ni ha tocado tu puerta, como yo. Nunca he tenido suficiente valor para iniciar una conversación contigo. Pero quiero que sepas que eres muy bonita, me encantan tus curvas, tú piel parecida a las nubes y esa forma en la que sonríes. Y me encantas. Veo que siempre tratas de ver mi enorme lunar en el cuello, por eso trato de esconderlo, porque supongo que te da asco. Me gustaría conocerte más. Ahora mismo estoy solo, si quieres venir aquí estaré esperándote.
Atentamente: El chico del apartamento 16"

No podía creerme lo que estaba escrito en esa carta, así que rápidamente tomé un pastel de yogur de la nevera y subí por el ascensor. Estaba nerviosa y cuando abrió dije lo primero que se me cruzó por la cabeza.

-¿Me acompañas comiendo este pastel?

Sonreí y me di cuenta de que en verdad estaba solo. Tomó el pastel entre sus manos y lo dejó en la mesa de al lado. Y fue entonces cuando sus labios chocaron con los míos, provocando un sinfín de sensaciones.

-Me alegra que hayas venido, bonita. Feliz verano.