Infieles |Zayn Malik|

-¡Crees que todo el mundo gira sobre ti y no es así! – grite desesperado.

-Mi mundo eres tú y por eso creo que el mundo gira sobre mi – me dijo con su delicada voz femenina.

-¡Eres tan egoísta! Toda mi vida he trabajado como estúpido para que tengas todo lo que quieras ¿Qué más quieres que te dé? No entiendo, no tienes ninguna razón para reclamarme ¡Porque he hecho todo lo que está en mis manos para que vivas como una reina!

-¡Solo quiero que estés conmigo! ¡Me faltas tú! – se levanto del sillón tirando la revista de “Decoración del hogar” que había comprado hace unas semanas.

-Entiéndelo Savannah, no puedo dejar mi trabajo por tus caprichos.

-Mi amor, a mi no me importaría vivir en la calle siempre y cuando este junto a ti.

-Estas mal Savannah ¡No puedes retenerme! – me di la vuelta y comencé a caminar hacia la puerta para salir. Ya no podía estar más con ella.

-¿A dónde vas?

-¡A cualquier lugar en donde estés tu! – grite enojado. Abrí la puerta y salí de nuestra casa azotando la puerta.

Algunas veces pensaba ¿Por qué me case con ella? Desde el principio sabía que era tan controladora, caprichosa y solo quería que estuviera con ella. Y si no fue tan notorio era porque éramos jóvenes y yo no trabajaba como ahora lo hago, solo estudiaba, si es que a si se le podía llamar a lo que hacía, y tenía mucho tiempo para ella. La amaba. La amaba demasiado porque ella fue mi primer amor y al primer amor siempre se le quiere. Aunque la mayoría de los días sean como estos. Llegar del trabajo, tan cansado que lo único que quiero es descansar pero ella siempre me recibe con cuestionamientos de; ¿Por qué no pasas más tiempo conmigo, acaso ya no me amas? Bla, Bla, Bla. Conduje hasta llegar a un bar, al que solía ir –casi todos los días- cuando peleaba con Savannah. Pedí lo mismo de siempre: Un tequila.

-¡Quiero otro! – grito la chica que estaba a un lado mío. Su voz se oía como si llevara horas bebiendo, como si no hubiera un mañana - ¿¡No escuchaste, amigo!? ¡Que quiero otro!

-Lo siento señorita  pero ya no puedo darle más tragos – Contesto el bar tender.

-¿¡Porque mierda no puedes!? – se levanto tambaleándose. Tomo el vaso tequilero y se lo aventó, el chico con un buen reflejo lo esquivo - ¡Dame otro!

-Señorita, le voy a pedir que salga de aquí ¿Quiere que le llame un taxi?

-¡No! –grito.

-Lo siento, pero no puedo permitir que se vaya manejando hasta su casa. Le pediré un taxi.

-¡Que no! – Su repentino grito asusto al bar tender haciendo que tirara el teléfono -¡Yo solo quiero otro!

-Pero señorita…

-Dáselo – intervine – Sera el ultimo, después la llevare a su casa.

-Está bien – el joven, de mala gana le sirvió el tequila. La pequeña castaña que estaba ahogada en el alcohol me agradeció levantando su vasito tequilero y se lo tomo.

-Ahora vamos a tu casa.

-¡Otro, por favor! – grito, ignorándome por completo.

-He dicho que te llevare a tu casa.

-¡Quiero otro! Y si no me lo das hablare con tu jefe ¡Maldito idiota! ¿No sabes quién soy? ¡Te van a despedir, fracasado!

-¿Le doy otro, señor?

-¿Cuántos lleva?

-Casi se acaba la botella – dijo para finalizar con una risita hipócrita.

-¡Quiero otr…- su cabeza golpeo la barra de madera y sus fuertes ronquidos comenzaron a escucharse en todo el bar.

-La llevare a su casa – me levante de mi asiento y la cargue sobre mi hombro dispuesto a salir. Tome su bolso que traía colgando de su hombro a punto de caer.

-Disculpe – intervino el joven - ¿Quién pagara la botella?

-Anótalo a mi cuenta.

-Por supuesto, Señor Malik.

¿Qué haría alguien como ella en un bar de de tan baja reputación? Por su ropa, podía saber que no era una chica promiscua, por así decirlo. Conocería ese tipo de ropa a kilómetros, Savannah se gasta todo mi salario en este tipo de ropa elegante y cara. La recosté en el asiento del copiloto de mi auto, podía oler su perfume pero el olor a alcohol era aun más fuerte y hacia que este se desvaneciera de inmediato.

-Oye– golpee su mejilla delicadamente.

-Mhh – gimió mientras movía su cabeza y apretaba sus ojos.

-Por favor, despierta.

-No – dio un susurro apenas audible.

-Tengo que llevarte a casa y no te conozco, a si que no sé dónde vives ¿podrías decirme en donde vives?

-Bolsa… - parecía un bebe diciendo las palabras incompletas. Sus ronquidos volvieron a aparecer.

No me gustaba husmear pero tendría que hacerlo si quería llevarla a casa. Busque su cartera y la abrí. Tarjetas de crédito, mucho dinero, su licencia de conducir y su identificación.

-A sí que, te llamas Maiah Brown y tienes dos casas. Bueno, no digo que tengas dos pero en tus identificaciones vienen dos direcciones ¿A cuál te llevo? – pregunte con cierto aire de inocencia, como si de repente de su borrachera ella reaccionaria y me dijera a donde llevarla.

Si mi instinto no se equivocaba -su identificación decía que vivía en un departamento, mientras que su licencia de conducir decía que vivía en una residencial privado- ella viviría en el departamento. Encendí el auto y maneje hasta el edificio. Este era uno de los lugares al que había venido con Savannah cuando buscábamos un pequeño lugar donde vivir, era carísima la renta y no se diga si querías comprar el departamento. Aparque en el lugar para discapacitados y entre al edificio con la castaña en brazos.

-Buenas noches, señor.

-Buenas noches – lo salude y seguí mi camino, pero tuve que regresar – Disculpe – interrumpí la lectura del viejo velador que estaba en el mostrador. El anciano levanto la vista.

-Dígame ¿En que lo puedo ayudar?

-¿Usted sabe cuál es el departamento de Maiah Brown?

-La pequeña Maiah vive en el pent-house, es el último piso.

-Genial, muchas gracias.

-Pero necesita un código para poder entrar. – Mierda.

-¿Me lo podría dar?

-Lo siento mucho pero no puedo.

-Por favor. Mire como esta, no puede pronunciar ni una sola palabra.

-Solo ella tiene el código para acceder al pent-house.

-Debe de estar guardado en la computadora o debe de haber un elevador de servicio.

-Si lo hay.

-Perfecto, la subiré por ahí.

-Esta fuera de servicio.

-Dios mío ¿Qué voy a hacer? No la dejare aquí, está muy ebria.

-Tiene razón, podría echar un vistazo en el ordenador.

-Por favor – el anciano se sentó y comenzó a teclear lentamente y movía el mouse con su temblorosa mano – Podría apurarse, llevo prisa.

-Lo siento señor, pero no entiendo mucho a la tecnología  - pasaron unos cuantos segundos hasta que hablo -  Ya la encontré – levanto su vista.

-¿Tendría un papel donde apuntar?

-No creo que sea necesario, el código es: 123456

-¿De verdad?

-La pequeña Maiah  nunca se dificulta la vida, a si que estoy seguro que es esa.

-Pues muchas gracias… - espere a que me dijera su nombre.

-Soy Paul.

-Muchas gracias Paul.

Subí al elevador a un con la chica en brazos y presione el botón del último piso. Al llegar marque el código y las puertas se abrieron. Era un departamento enorme, parecía una casa. Busque su recamara aunque en realidad no tenía idea que cual era a sí que la deje en la primera que encontré. La recosté en la cama y la cobije.

-No te vayas, Ian. – tomo mi mano cuando estaba a punto de irme.

-Me tengo que ir – le dije al volver.

-Oye – me miro e intento sentarse – tú no eres Ian ¿Qué haces aquí?

-Soy Zayn Malik, te diría que fue un gusto conocerte aunque digamos que por como estas no fue una muy buena manera de conocerte.- Ella soltó un risita tonta.

-Yo soy Maiah Brown, mucho gusto.

-Me tengo que ir- solté su mano

-Gracias por tra… - no termino de hablar cuando ya estaba vomitando justo en mis zapatos.

-¡Mierda!

-Lo siento – se limpio el resto del vomito que le quedaba en la boca y se limpio la mano con la cobija – Mañana limpio, no te preocupes, ahora vete que quiero dormir – dicho esto último cayo dormida.

Por más que quisiera quedarme y limpiarme mis zapatos y el piso, no podía. Ya era tardísimo y Savannah me estaría esperando para bombardearme con preguntas estúpidas. Tendría que ir pensando que le diría sobre el vomito en mis zapatos.

-¡Eres un maldito idiota! – grite lo más alto posible, quería que todo el centro comercial se enterara.

-¡Cállate! – me grito. Soltó la mano de la voluptuosa rubia y se acerco a mí, por instinto retrocedí un poco- No tienes porque armar este teatrito aquí, vamos afuera para que hablemos como gente civilizada.

-¡A la mierda la gente civilizada! – Grite aun mas fuerte – ¡Puedo ser tan elegante, fina y civilizada pero también puedo ser una puta sin educación!

- Maiah, por favor. Tranquilízate, no vas a querer que mañana todos nuestros amigos hablen de lo vulgar que eres.

-¡Vulgar eres tú y esa rubia que casi se le sale el silicón de su sostén! – La boca de la rubia formo una grande “o” y bajo su mirada hasta su pecho que estaba por explotar - ¡Mas operada no puedes estar, cariño!

-¡Haz algo Ian! – Hablo la chica de grandes pechugas con su chillona voz - ¡Me está insultando!

-Cálmate, por favor.

-¡Que se calme esta! – Le enseñe el dedo medio - ¿Cómo me pudiste engañar con alguien como esta?

-¡Esta tiene su nombre su nombre, vulgarcita!

-¡Vulgar tu que enseñas todo solo por conseguir un buen acoston, puta! – comencé a caminar hacia ella para descargar toda mi ira en su desagradable cara pero Ian me detuvo - ¡Suéltame idiota! – me cargo sobre su hombro y comencé a golpear su espalda. Ian comenzó a caminar hacia la salida - ¡¡Cuando vuelva a ver te arrancare tus falsas tetas, maldita zorra!! – La falsa rubia se quedo ahí, petrificada, abriendo la boca y haciéndose la ofendida.

Ian me bajo cuando ya habíamos llegado al estacionamiento, no desaproveche la oportunidad y lo abofetee tan fuerte, que podría jurar que me había lastimado la muñeca. No puso fuerza, comencé a golpearlo en el pecho, dando fuertes manotazos y lastimándome más la mano. Mis lagrimas inundaron mis ojos, pero no podía detener mi llanto y tampoco podía detener mis manos para dejarlo de golpear. Sacaría toda mi rabia. Cuando me detuve enterré mis dedos en mi cabello y baje mis manos para tapar mis ojos.

-Perdón… -Baje mis manos y lo mire.

-¿Por qué? Yo no merecía esto.

-Lo sé y no sabes cuánto me duele haberte lastimado.

-No me lastimaste, me hiciste pedazos. Yo te amaba como no tienes idea. Tú eras mi todo.

-No sé porque lo hice. Ella se acerco un día y terminamos teniendo…

-¡No me interesa saber los detalles! – lo detuve. No estaba dispuesta a escuchar más.

-Pensé que solo seria una vez, pero no pude detenerme. Yo no te quería hacer daño. Te amo demasiado.

-Quédate con ella, no puedo permitirme seguir contigo sabiendo que quizás cada vez que no quería tener sexo contigo te ibas con ella o que cuando me decías que te quedarías hasta tarde en tu trabajo o que tu mama necesitaba ayuda te ibas con ella. Ian, no puedo soportarlo.

-No siento nada por Trixie. A quien amo es a ti.

-No digas estupideces, si me amaras no me hubieras engañado.

-Perdóname, por favor. Maiah, casémonos. Mañana o si quieres hoy. – las lagrimas nublaron el panorama que tenia de Ian.

-No Ian, por favor no.

Salí corriendo de ahí hasta mi auto, entre y lo encendí lo más rápido que pude, salí del estacionamiento. Maneje unos cuantos kilómetros y me estacione en lugar que no conocía. Pegue mi cabeza al volante y comencé a llorar. Ya había anochecido cuando levante mi cabeza y limpie el maquillaje que se había corrido con mis lágrimas. Hoy no quería ir a mi casa, tomar una cubeta de helado y comérmelo mientras me lamentaba por lo que había pasado. Un bar con un despampanante letrero color amarillo neón llamo mucho mi atención. Hoy no sería la chica cursi del helado, seria la chica ruda que se emborracha hasta perder la conciencia. Muchas personas decían que eso te servía mejor para olvidar. Baje del auto y camine hasta al bar. Había poca gente pero no podían faltar los tipos rudos que jugaban al billar y andaban en motocicletas. Camine hasta la barra y me senté en una de esas sillas altas.

-¿Se perdió, señorita? – me pregunto el joven que se encontraba atrás de la barra.

-¿Qué es lo más fuerte que tienes? – ignore su pregunta.

-Pues…  podría ser el Vodka o el Tequila, tiene mucho que ver cuál es  la mar…

-¡Dame lo mas fuerte! – lo interrumpí.

-Tequila ¿Está bien?

-Sí, sí, lo que sea.

El joven de cabello rubio me sirvió en un vasito chiquito -el cual no tengo ni la mas mínima idea de cómo los llaman- el tequila y lo tome de un solo trago, después me sirvió otro y otro hasta que ya no supe mas del bar, del chico rubio ni de mi.

-¿Quién mierda es Maiah Brown y porque tienes su bolsa en tu auto? – Fue lo primero que escuche al despertar antes de que me aventara la bolsa en la cara.

-¿Qué te pasa?

-¡Te hice una pregunta, Zayn! ¿Es tu amante?

-No, no tengo una amante. – Me talle los ojos para despertar bien.

-Entonces, explicame lo de la bolsa.

-Para empezar ¿Qué hacias en mi auto?

-¡No me cambies el tema! ¿Quién es Maiah?

-No lo se, la conoci ayer en el bar. Estaba demasiado ebria y la lleve a su casa. Ahora dime ¿Qué hacias en mi auto?

-Olvide ponerle gasolina al mio… Pero eso no es importante ¿Por qué la llevaste a su casa?

-Ya te dije que estaba demasiado borracha, no la podía dejar ahí. – Me levante de la cama y tome la toalla que estaba sobre la silla.

-No me importa si estaba borracha, tu no eres la nana de esa mujerzuela para cuidarla.

-No te pongas a si. Y te pido que no la llames “mujerzuela” porque no lo es.

-¿Ahora la defiendes? ¡Que te pasa, Zayn!

-Me pasa que no la conoces y no la puedes juzgar. No hicimos nada malo y además, no creo que me recuerde.

-No puedo creer que defiendas a una desconocida- llevo sus manos al aire.

-No la defiendo, solo te digo que no la juzgues. Me ire a bañar y le ire a dejar su bolsa a la tal Maiah.

-No, yo voy. –Se adelanto para tomar su bolsa pero se la arrebate.

-Yo voy, no quiero que hagas una de tus escenitas de celos a una persona que no tiene la culpa de nuestros problemas.

-Amor, nosotros no tenemos problemas.

-Si te dijera… - Me meti al baño y cerre la puerta.

-¿Si me dijeras que? ¡Zayn, abre esa puerta! – Grito y toco  la puerta - ¡Nosotros no tenemos problemas!

Al terminar la ducha me puse unos jeans y una polo blanca. Sali de la casa sin avisar, Savannah estaba demasiado ocupada haciendo no se que y no quería molestarla. Maneje hasta llegar al mismo edificio de ayer, estacione el auto y camine a la entrada.

-Buenas tardes, Paul ¿Me recuerda?

-Buenas tardes, señor. Como olvidarlo – solto una risa oxidada y sonrio – usted fue el buen samaritano que trajo a la pequeña Maiah. Por cierto, ¿Cuál es su nombre?

-Zayn Malik, un gusto – sonreí. –Hablando de Maiah ¿Esta en casa?

-No, ella salió hace un rato.

-¿Tardara mucho?

-No creo, ya tiene tiempo que salió. Puede esperarlo ahí – señalo unos sillones al fondo de la sala – señor Malik

Camine hasta los sillones y me sente. Saque mi celular y me puse a revisar mi correo, quizá tenia trabajo pendiente. Envie algunos mails de la ofinicina y después me puse a jugar. ¿Cuánto tiempo se tardaría? Me estaba empezando a desesperar.

-¡Hola Paul! – Una alegre voz femenina me saco de mis pensamiento.

-Hola pequeña – El viejo hombre respondió al saludo.

-¿Qué hay de nuevo?

-Tienes visita… - Paul me señalo con la mirada.

-Y ese ¿Quién es? – susurro lo suficientemente audible para que la escuchara. Me levante de mi asiento y camine hacia ella.

-Hola. – La salude.

-Hola…

-Soy Zayn, ayer te traje a tu casa del bar.

-¡Ahh! ¿Qué onda? Soy Maiah y muchas gracias por lo de ayer.

-No fue nada – le sonreí – te traje esto –le di su bolsa – se me olvido bajarlo.

-¡Muchas gracias! ¿Quieres subir?

-No creo, tengo que volver a casa.

-¡Patrañas! – tendio la mano como si no le diera importancia – Acompañame para darte las gracias- tomo mi mano y, literalmente, me arrastro al elevador.

-El departamento es enorme – dije una vez adentro de su casa.

-Si, muy grande para mi pero ya sabes pequeños lujos que me da mi padre en forma de perdón –se rio sarcásticamente.

-Bueno, me tengo que ir.

-Antes, hazme un grandísimo favor.

-Dime, hare lo que pueda.

-No recuerdo en donde estuve ayer, por cierto, te pido una disculpa por lo mismo, no suelo hacer ese tipo de cosas.

-No te preocupes, siempre hay una primera vez.

-Y ultima, tengo un dolor de cabeza horrible.

-Me imagino –rei entre dientes. Si lo sabre yo – Y dime ¿Qué favor quieres que te haga?

-¡Oh si! Bueno, te decía. No recuerdo donde deje el auto y no quiero alarmar a mi padre poniendo una denuncia, además seria muy vergonzoso. Imagino que tu sabes donde lo deje o ¿Me equivoco?

-Imaginas muy bien – le sonreí –Te llevare.

-¡Gracias! Neta, no sabes cuanto me ayudas. Eres mi salvador.

-No tienes nada que agradecer, solo intento ayudar.

-¿Ya desayunaste?

-No aun no.

-Que te parece si como agradecimiento te invito a desayunar.

-Me parece perfecto. – le sonreí.

-Entonces, me llevas por mi auto y luego vamos a desayunar y te regreso al bar para cada quien seguir su camino.

-¿Es enserio? – me reí como loca.

-Si, me vomitaste en mis zapatos.

-¡Por Dios! – reí aun mas fuerte – Oye, de verdad lo siento. Te puedo comprar unos nuevos, si quieres.

-No, como crees. Tengo miles.

-Menos mal, te juro que en mi vida voy a volver a tomar.

-Y si no es mucha indiscreción ¿Por qué tomaste tanto?

-Por un hombre.

-Deaj. Hombres.

-¡Pero mira que te echas flores! – Reí un poco más. Zayn era genial.

-Tengo que admitirlo, los hombres siempre tenemos la culpa.

-¡No puedes ser! ¿Eres gay?

-¿Qué? ¡Para nada! – el también se rio - ¿Por qué lo dices?

-Es que un hombre admitiendo eso, tiene que ser perfecto.

-De algo tengo que vivir y esa es mi perfección.

-¡Ególatra! – Me reí aun más fuerte y le avente un pedazo fruta.

-¡Oye! Estoy seguro que te van a sacar de aquí si sigues riéndote como loca y aventándome comida.

-Está bien, lo siento. Dejare de hacerlo – Lleve mi último pedazo de pan a la boca.

-Sígueme contando lo del tal hombre.

-Claro, amiga – Me reí de nuevo dispuesta a contarle todo – Ian… me engaño con una rubia de tetas falsas. Nos pensábamos casar en un año y este fin de semana le iba a pedir mi mano a mi papa pero qué bueno que me di cuenta a tiempo.

-Lo siento, la verdad duele pero como dices valió la pena que te dieras cuenta antes de casarte con ese idiota.

-Si, además me lastimo la mano – Levante mi mano vendada.

-¿Te golpeo? – Pregunto sorprendido – Es un desgraciado.

-Si, su mejilla me golpeo y su pecho también – solté un pequeña carcajada.

-Me gusta.

-¿Qué?

-Que un idiota recién te haya roto el corazón y aun a si tengas esa sonrisa deslumbrante y ese brillo en tus ojos inigualable.

No supe que decir ¡Que tierno! Juro por Dios que Ian nunca que me había dicho algo a si de lindo. Mis mejillas se pusieron rojas de inmediato. Terminamos de desayunar y yo pague la cuenta después de una larga lucha sobre quien pagaba. Salimos del local y vaya sorpresa me lleve.

-Es Ian…

-¿Quién?

-Ian, mi ex…

-¿Dónde?

-El que viene con esas con esas pelotas de silicón.

-¡Ohh! Sí que son grandes – me susurro. Golpee ligeramente su brazo. –Descuida tu eres más bonita.

-Gracias- Dirigí mi mirada hacia él y sonreí distraídamente. ¿Podría ser más lindo?

-Maiah… - Ian me saco de mis pensamientos.

-Hola Ian – pase mi mirada a la rubia – Hola silicona.

-Ian – Trixie gimió su nombre. Pues los ojos en blanco ¡pero qué puta!

-Como sea, - cambie el tema más rápido – El es… - mierda ¿Cómo se llamaba? – Zeus

-¿Zeus? –Pregunto Trixie - ¡Que gracioso nombre!

-Es Zayn , mucho gusto – Oh, claro.

-Lo siento, la costumbre. De cariño le digo Zeus ¿Acaso no parece un dios griego? – Pero ¿Qué pendejadas estaba diciendo? ¡Cierra tu bocata, Maiah! Zayn se rio.

-Maiah, quiero pedirte una disculpa por lo de ayer, por todo, incluyendo tu mano.

-No te preocupes, paso pagina rápido – le sonreí falsamente – Otra cosa que tenemos en común.

- ¿Perdón?

-Tu me cambiaste muy rápido y mira, al día siguiente ya tengo a alguien. Además, podemos ver que siempre queremos más.

-¿Por qué lo dices? – Pregunto con una sonrisa

-Ya sabes, tu me dejaste por alguien que claramente tiene más tetas que yo y yo te cambie por alguien que, digámoslo de este modo, su masculinidad es mucho más grande que la tuya – su cara se deformo totalmente. Maiah 1 –Ian 0 - ¿Verdad, cariño? – Zayn sonrió y yo me acerque a su boca y lo bese. A si, sin más.