dieciocho.

Ficha:

 Querida Madeleine: 
Hay personas que aman de un modo tan, tan profundo que duele. Una simple sonrisa de esa persona puede cambiar un día oscuro, a uno de los más soleados. Aman de tal modo que su felicidad depende de el estado de la otra persona. La sociedad actual suele asociar el amor con los adultos ; sin embargo, realmente el amor más sincero lo trasmiten los más jóvenes. Desde la edad más temprana, los humanos son sinceros y despreocupados, por eso, aman sin límites. Prefieren unos días sin ver a la otra persona, a no verla el resto de su vida. También, por eso, son los más sabios. Los mayores no ven el gran potencial de los más pequeños, los subestiman. Creen que al tener más edad, tienen la razón. Y no es así.

Cuando vemos a dos niños pequeños, solemos decir la palabra "tierno". No es así, en realidad, deberíamos decir "real", porque un amor así, es real. No importa la edad, no importa la apariencia. Importa el interior, importa como es la persona. Puedes tener 15, o puedes tener 67, eso no es nada, solo se sabe lo real de ese amor a través de los actos, las conversaciones, las miradas. 

Y, ahora hablando de mi, te contaré todo. Te amé desde que teniamos 18, y ahora te sigo amando con la misma intensidad. Todo mi amor es real. Somos niños de cinco años escondidos en estos cuerpos adultos. Un corazón tan pequeño que alberga en su interior tanto amor. Los ojos engañan de una manera increíble, Madeleine. Tan simple es mirar a una persona y calificarla con cualquier adjetivo, como feo/a, gordo/a. En realidad ninguna persona es fea, ni es gorda. Todos son bellos, sus almas son bellas. Hasta el alma de un criminal es bella, porque cuando se despoja de su pesado cuerpo, todas las culpas y el dolor caen con él.

Cariño, por eso repito cada uno de nuestros momentos juntos a cámara lenta. Exploro cada uno de tus gestos, hasta obtener la versión perfecta de ti, tu alma. Pero yo no tengo alma, ni corazón. Los perdí en el momento de tu despedida, en el que deseé que me amarás como cuando teniamos dieciocho. Pero yo no he dejado de amarte, te ame desde que teniamos dieciocho, y desearía volver a esa edad contigo, y vivir nuestro amor a cámara lenta.

Ahora estarás feliz con él, que te prometió un amor eterno, que no se compara con el nuestro a los dieciocho. A esta edad quiero un amor como el que me hiciste sentir. Pero no duele apenas, porque pronto te volveré a tener. Simplemente porque nuestras almas están destinadas a pasar su eternidad, juntas. Aunque debo admitir que duele el saber que esos labios los besan otro, que ese cuerpo es de otro.

Pero, ¿sabes? Tu alma siempre será mía.